Relato. "1989. La Campaña del Golfo"
- flanker33
- Teniente Coronel
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Relato. "1989. La Campaña del Golfo"
13 de agosto
Si no hubiese sido por el guante, su mano se hubiese abrasado al ponerla sobre la chapa del avión al apoyarse para entrar en la cabina de su F-18, y es que los 43 grados centigrados que se alcanzaban a primera hora de la tarde en aquel desierto, estaba achicharrando a máquinas y hombres por igual.
Miró a su alrededor a la linea dispersa de aviones que había en la zona de estacionamiento, viendo como los demás pilotos del 314º se preparaban para poner en marcha sus Hornets.
El recién ascendido capitán Malloy y sus chicos volvían a su montura tras menos de cuatro horas de descanso para otra misión de apoyo a las fuerzas de tierra. Aquella guerra, que duraba ya casi dos meses, estaba acabando con la vida de muchos pilotos, y los que seguían en el combate estaban agotados, ya que los refuerzos llegaban con cuentagotas. Así que tenía bajo su mando a un grupo de 6 pilotos que eran una mezcla de fatigados y veteranos, con pilotos con casi nula experiencia en combate, y al menos uno de ellos muy joven, casi parecía un adolescente. Pero era lo que había y con eso tenía que trabajar. Trabajo que se había vuelto más duro en los últimos días, antes y después del inicio de la ofensiva soviética en Arabia Saudí. El ritmo de las misiones era constante, y no solo eran los pilotos los que lo acusaban, por que tanto el personal de tierra como los aviones también sufrían el esfuerzo, y la labor de tener operativos los 7 Hornets restantes era una tarea tremendamente dura, más con aquellas condiciones climatológicas y lo espartano e insuficiente de las instalaciones de la base de Al Kharj.
La misión de aquella tarde, como lo había sido la de la mañana, suponía atacar a las puntas de lanza blindadas de los Ejércitos soviéticos que avanzaban cercanos a la costa, y a los que la 24º División de Infantería Mecanizada trataba de detener. Semanas atrás, la misión hubiese sido precedida de un completo briefing y una cuidadosa planificación, así como hubiese contado con la participación de elementos de apoyo como aviones Wild Weasel y cazas de escolta, incluso con un poco de suerte con algunos Prowlers de contramedidas, pero aquello ya no era posible. Las perdidas eran altas y el ritmo y el volumen de las operaciones era tal, que lo único que importaba era poner aviones en el aire para atacar al enemigo, no había tiempo para más. Los “paquetes” de ataque integrados de varios tipos de aviones y de docenas de aparatos eran cada vez más raros, y ahora se imponía el ataque de pequeños grupos de aviones, donde cada uno se las apañaba como podía a la hora de conseguir los resultados sin poder contar muchas veces con aviones especializados de apoyo. Al menos, los F-18 como aviones polivalentes que eran, se podían apañar bastante bien en esas circunstancias pensaba Malloy, y de hecho la configuración de su escuadrón para aquel ataque así lo reflejaba. Cuatro de ellos, iban cargados de misiles Maverick para poder atacar a los carros de combate a la mayor distancia posible y tratar de evitar así la defensa aérea móvil enemiga. Malloy y su punto, los cubrirían desde lo alto para enfrentarse los cazas enemigos y por último, un solitario F-18 armado con misiles HARM haría de supresor de defensas antiaéreas.
Cuando el capitán cerró su cabina, ya estaba en la cabecera de la pista, aguardando junto a su punto, el inefable teniente “Prince” Spencer, a recibir autorización de la torre.
-Líder Venom. Todo despejado, tiene autorización para despegar. Buena suerte.
-Roger Control. Escuadrón Venom despegando.
Uno tras otros, los F-18 fueron remontando el vuelo, y tras ellos ya se preparaba otro lanzamiento de F-16. Todos los Hornets se fueron reuniendo en formación a 10.000 pies, y tras avanzar unas decenas de millas, Malloy dio la orden de separarse al comprobar su pantalla de navegación.
-Aquí líder Venom. Estamos en punto 2, comiencen plan de ataque.
Los F-18 de “Dallas” Malloy y “Prince” siguieron ascendiendo por encima del grupo y algo más adelantados, mientras que el solitario avión equipado con HARMs seguía a la misma altura, pero ganó algo de distancia sobre los 4 Hornets de ataque, que a su vez, descendieron hasta los 500 pies, esperando que llegara su turno para iniciar el ataque. La distancia no era mucha hasta el objetivo, poco más de 200 millas, lo que hizo que en poco tiempo llegasen a la zona de operaciones. Los primeros en actuar fueron los F-18 de escolta.
-Atención escuadrón Venom, aquí Lider Venom, actividad enemiga sobre el objetivo. Waterfall – dijo “Dallas” refiriéndose a un E-3 que los guiaba – informa de múltiples contactos soviéticos, al menos un escuadrón, y más “bandidos” aproximándose. Ahora mismo están combatiendo con algunos F-16 de la Fuerza Aérea en la zona. Nos unimos a la fiesta. Buena suerte.
-Roger Lider Venom. Tened cuidado ahí arriba – respondió Venom 3, el capitán segundo al mando del escuadrón y que encabezaría el ataque a tierra.
El siguiente, como si estuvieran siguiendo un guión preestablecido, fue Venom 5, el aparato “Wild Weasel”.
-Venom 3, aquí Venom 5, distingo al menos 3 radares de seguimiento. Listo para disparar...¡Magnum!...¡Magnum! - dijo finalmente al disparar sendos misiles HARM.
-Roger Venom 5, ayuda a Venom 1 y 2 ahí arriba, te van a necesitar – le ordenó Venom 3 piloto, ya que era parte del plan previsto y, en cuanto lanzara sus misiles, debía apoyar a sus compañeros en la tarea de proporcionarles cobertura aérea contra los cazas enemigos.
“De acuerdo, ahora nos toca a nosotros” pensó Venom 3 mientras miraba a su punto y le levantaba el pulgar.
El capitán Nizayi había sido informado mientras se acercaba al frente de batalla por su GCI, de otro nuevo ataque contra la vanguardia de carros soviéticos que se adentraban en Arabia Saudí. En los días que llevaba operando desde Irak, y sobre todo en los últimos, tanto él como su regimiento habían visto mucha acción, y personalmente había conseguido el derribo de dos aparatos americanos más, un F-111 que formaba parte de otro ataque contra la base aérea de Qalat Sikar y un F-16 sobre el desierto de Arabia, tras cuatro minutos de violentas maniobras. Pero las bajas también habían sido numerosas, y tan solo quedaban 17 Mig-29 en todo el regimiento. Aquella tarde, 8 de ellos habían salido a realizar otra misión de caza sobre el frente para derribar a todos los aviones de ataque enemigos que fueran posible y evitar que las tropas de tierra sufrieran bajas importantes.
La dureza del combate en tierra era bien visible desde la altura. El capitán Malloy, a los mandos de su F-18 divisaba a lo lejos el polvo y el humo que se elevaban al cielo desde el frente de batalla, las explosiones continuas e incluso los helicópteros volando de un lado a otro. Pero él y su punto, tenían otra misión. Allí arriba, frente a ellos, un enjambre de cazas maniobraban unos contra otros, intentando conseguir una posición de tiro para sus misiles o cañones y derribar a los aviones enemigos. Era imposible saber cuantos había, pero según el controlador del E-3, al menos de 15 a 20 rusos Mig-23 y una docena de F-16, o al menos esos eran los que habían comenzado la lucha, por que ahora seguro que ya quedaban menos, como podían comprobar los pilotos de los F-18 al ver explosiones y columnas de humo dirigirse al suelo, como señal de que algunos aviones estaban siendo abatidos. La emisora era un caos y las llamadas y mensajes se sucedían sin orden ni concierto, y era casi imposible saber quien llevaba ventaja. El E-3 les había dicho que no esperasen refuerzos hasta dentro de media hora al menos, mientras que unos 8 bandidos se aproximaban rápidamente por el norte al combate.
-“Prince” prepara los Sidewinders, no podemos lanzar los Sparrows contra esa “nube” de cazas.
-Roger – contesto el teniente viendo clara a lo que se refería su líder. No había manera de confirmar que el misil de guiado radar no terminara destruyendo a alguno de los F-16 de la USAF.
-Escuadrón River, aquí Venom 1 y 2, nos unimos a la lucha.
-...Venom 1 … - luego estatica, y finalmente unos golpecitos en el micrófono para que supieran que los habían recibido peor que estaban demasiado ocupados para responder.
Malloy vió como Un F-16 se cruzaba delante suyo persiguiendo a un Mig-23, pero a su vez, el Viper estaba siendo seguido de cerca por otro Flogger. El marine decidió engancharse a aquel “trenecito” y realizó un viraje de 5 G a la derecha que lo situó cerca de la cola del caza ruso, pero no lo suficientemente rápido para evitar que un AA-8 saliera de su rail y se dirigiera a la tobera del F-16, que lanzó bengalas y ejecutó maniobras evasivas, perdiendo la cola del primer Flogger. El misil ruso explosionó, pero demasiado lejos del caza americano para producirle daños.
Justo en ese instante, una señal audible en los cascos de Malloy, unido a la simbología del HUD, le indicaba que la cabeza buscadora del Sidewinder de la punta de su ala izquierda, había enganchado al aparato ruso.
-Fox Two, Fox Two – anunció.
El Mig, que no se había percatado de lo cerca que tenía al F-18, no pudo reaccionar a tiempo y el misil se incrustó en la tobera, explotando y haciendo mil pedazos al avión enemigo.
-Splash, splash, Mig abatido – confirmó “Prince”, ya que Malloy maniobraba violentamente para evitar los restos del caza ruso que se esparcían por el aire – “Dallas”, apuntate uno más en la lista, pero deja alguno para mi.
-Recibido. Formación ofensiva, flecha a la derecha – dijo conciso y concentrado Malloy.
-Roger líder Venom.
El capitán Nizayi y sus siete pilotos acompañantes habían lanzado los depósitos de combustible auxiliares y, se habían unido a la lucha segundos después de que Malloy hubiese conseguido su derribo. El piloto soviético, que había realizado una formación abierta con sus Mig,s acompañantes y dado libertad a sus pilotos para luchar contra los blancos que considerasen oportunos, se había abierto paso entre la madeja de cazas, estelas de humo y misiles que recorrían aquel sector del espacio aéreo, con su punto en formación de columna, cubriéndole las espaldas. Fue Nizayi el primero en ver un blanco apetecible. Ya había derribado a un F-16 anteriormente, y con el F-14 derribado sobre Irán, le gustaría tener en su “cuenta” al menos un derribo de cada uno de los modelos de caza más modernos del enemigo, por lo que al ver algo más abajo y hacia su izquierda a dos aviones de doble deriva, que tras asegurarse que no eran otros Mig-29 de los suyos, bajó la palanca de mandos y forzó un giro que lo colocara en la posición adecuada.
Para ese momento Nizayi y su punto se habían quedado solos, y los 6 Mig,s restantes de su escuadrilla ya estaban peleando por su cuenta.
-Mierda “Dallas” vienen de frente muy rápido, no hay tiempo.
-Lo veo, lo veo.
Dos Mig-23 se acercaba por su sector frontal, casi a su misma altura y a toda velocidad. Ninguna de las dos parejas de caza disponían del espacio suficiente para lanzar un misil frontalmente, por lo que ambos lideres, dispararon sus cañones, más como un intentos de asustar o intimidar al adversario que con posibilidades reales de acertar. El cruce se produjo a una velocidad combinada de más de 1,000 millas por hora, y al girar la cabeza para seguir visualmente a sus adversarios, Malloy vio algo que no le gustó nada, pero fue su punto el primero en hablar, como casi siempre.
-¡Joder, tenemos bandidos a las 6!
-¿De donde coñ* han salido “Prince”? ¡Vigila nuestro sector trasero!
-Líder tenemos dos Mig,s 29 en la cola – anuncio a destiempo y un poco avergonzado, mientras seguía el viraje ascendente de Malloy.
Al menos la información de que eran Fulcrums le fue útil al capitán. Contra aquellos pájaros, habiendo obtenido el enemigo una posición de ventaja, un combate de fuertes virajes cerrados estaba fuera de lugar. Pensando rápido, y aprovechando que estaba ascendiendo, se le ocurrió un pequeño truco que le enseñaron en la academia de vuelo años atrás.
-Venom 2, fijate bien en mi cola y sígueme de cerca – aulló Malloy por la radio.
-Como una lapa líder Venom.
Malloy puso el Hornet en un fuerte giro a la izquierda, para situarse justo entre el sol y sus perseguidores. Cuando el capitán Nizayi y su punto, ya que no eran otros los perseguidores de “Dallas” y “Prince”, se vieron deslumbrados, continuaron el giro a la izquierda que les mantenía detrás de los americanos, a punto de tener enganche en sus R-60 (AA-8) (1), pero como no habían encendido el radar para no delatarse hasta que estuvieron a la cola de sus enemigos, no pudieron darse cuenta que los F-18 habían ejecutado un cerrado viraje a la derecha, saliendo en sentido contrario al que habían “entrado en el sol”. Cuando Nizayi recuperó la visión, no vio durante un segundo a los norteamericanos, con lo que quedó sorprendido durante un par de segundos más, pero al instante comenzó a buscarlos hasta que los vio sobre el borde de su ala derecha, girando para colocarse en posición de disparo. Inmediatamente, forzó un brusco viraje de 9 G,s que le pegó contra el asiento. “Si esos pilotos piensan que van a maniobrar más que nuestro pájaros, están totalmente equivocados”, pensó el capitán soviético para sí, mientras daba instrucciones a su punto para que lo siguiera de más lejos y en formación de cuña, para que no volviese a perder a los enemigos.
Malloy que estaba siguiendo a los dos Mig,s con la vista, se dio cuenta que aun que la jugada le había salido bien, el piloto del Mig era bueno y tenía un mejor avión para “dogfights”. Los marines iniciaron un giro que rompía el intento de acercarse a la cola enemiga y les alejaba de los enemigos, e intentaba ganar distancia para impedir el uso de los misiles IR, a la vez que enfilaban hacia el suelo para dificultar el blocaje de la cabeza buscadora del misil enemigo. Pero Nizayi y su punto, estaban usando sus visores del casco y pese a la limitada capacidad “off-boresight” de los R-60, consiguieron sendos blocajes sobre el Hornet del teniente Spencer.
Dos R-60 salieron de los raíles de cada uno de los Mig,s en dirección a sus enemigos.
-¡Tengo misiles siguiéndome! – anunció “Prince” - ¡Spoofing, spoofing! - dijo mientras soltaba bengalas.
-¡Evade, ejecuta maniobra evasiva! – dijo “Dallas” mientras ambos aparatos se separaban para dejar margen para maniobrar al punto.
En los últimos instantes de vuelo, el teniente efectuó cerrados virajes arriba y abajo para engañar a sus perseguidores, pero mientras el misil lanzado por el punto ruso se dejó seducir por una bengala, el lanzado por el capitán soviético, explotó cerca del motor derecho del F-18. Una llamarada salió del motor y comenzó a dejar una considerable estela de humo tras él.
“Prince” trataba de controlar el aparato, y consiguió al menos nivelar el avión momentáneamente, pero los Mig ya se acercaban para rematarlo. El joven teniente de los marines, con todo el dolor de su corazón, al ver que su aparato no respondía apenas, tiró de la palanca de eyección y salió disparado de su Hornet. Al ver esto, los rusos giraron y dejaron que el avión norteamericano se estrellara, mientras buscaban de nuevo al solitario compañero del piloto derribado.
El capitán Malloy, que había asistido impotente a la perdida de su segundo punto en aquella jodida guerra, había ejecutado un giro Immelman seguido de un cerrado viraje a 7 G, y se había acercado a los ahora confiados Mig,s. Estos al verlo de nuevo, enfilaron su morro contra el del F-18, pero este lanzó un Sidewinder contra ellos. Ambos pilotos soviéticos hicieron “saltar” sus aviones como si tuvieran pulgas a la vez que lanzaban contramedidas. El misil no logró ningún blanco, pero al menos separó a los cazas rusos.
El F-18 consiguió colocarse rápidamente en el cono trasero del punto de Nizayi, que había maniobrado colocándose dentro de la envolvente de tiro del marine, y este lanzó su tercer Sidewinder de la tarde. Aquel piloto no era tan bueno como su líder y no pudo esquivar el impacto del misil, que le arrancó la deriva y el motor izquierdo, así como parte del ala del mismo lado. El piloto pudo eyectarse, y el Mig-29 se estrellaba segundos después en el desierto.
“Uno a uno, cabrón, ¿a ver que haces ahora?”, pensó Malloy, pero el capitán Nizayi, ajeno a las bravatas de su contrincante y a todo lo que sucedía a su alrededor, ya estaba buscando la posición idónea para conseguir un nuevo derribo y vengar a su compañero. Malloy, tras el subidón de adrenalina por haber conseguido el derribo, recuperó la calma, y pudo comprobar como de nuevo llevaba las de perder. Efectuó una espiral defensiva que le salió regular ya que no alejó tanto el morro del enemigo de su cola como hubiese querido, y de nuevo el piloto ruso buscaba sus “seis”. Nizayi, empapado en sudor por tantas maniobras violentas y con su aparato un poco escaso ya de combustible, intentaba terminar el combate lo más rápidamente posible.
-Aquí líder Venom, tengo un Mig enganchado a las seis. Necesito ayuda. Viro hacia el interior a baja cota. Rumbo 230.
“A ver como eres de bueno aquí abajo” pensaba Malloy mientras se pegaba al terreno. El F-18 había iniciado una huida hacia el interior de su espacio aéreo a muy baja altura, para tratar de que el Mig no pudiera seguirlo tan al interior, y pensando que aquel debía de ser un piloto de caza, acostumbrado a los cielos abiertos y despejados, pero Malloy no sabía que Nizayi había realizado muchas misiones de ataque a tierra en Afganistan y estaba acostumbrado a operar a baja cota. De todos modos, Nizayi no le siguió el juego, y se mantuvo a cierta altura sobre el Hornet, pero si que debía terminar rápidamente el combate si no quería quedarse sin combustible antes de regresar a la base. El capitán ruso manipuló los mandos de su avión y logró un blocaje sobre el F-18. Malloy miraba hacia atrás desesperado mientras giraba el aparato a izquierda y derecha, cuando de pronto vio sobre el Mig-29 a otro F-18. Era Venom 5, que tras haber disparado sus HARM y derribado un Mig-23, ahora acudía en ayuda de su jefe.
Venom 5 fue el primero en disparar, pero menos de un segundo después, el Mig escupió sendos misiles hacia el avión de Malloy. El capitán ruso, no se dio cuenta en ningún momento de lo que le venía encima y murió sin saber que lo había matado. Su Mig-29 de convirtió en una gran bola de fuego que se estrelló contra el suelo a gran velocidad dejando en él un reguero de piezas y fuselaje del caza ardiendo.
Pero los R-60 ya buscaban al F-18. Este soltó las bengalas que le quedaban, y entre ellas y el calor que reflejaba el suelo del desierto a aquellas horas, lograron confundir a uno de los agresores que explotó en el desierto a bastante distancia del F-18, pero el segundo misil, siguió al marine y su espoleta de proximidad, detonó la cabeza de guerra de 3 kg sobre la parte superior del Hornet. Múltiples fragmentos atravesaron el fuselaje y destrozaron o averiaron varios sistemas del aparato.
Malloy consiguió ganar algo de altura y hacerse con el control por unos instantes, pero los sistemas iban fallando uno tras otro, por lo que tuvo que tomar una decisión rápida. Saltar a aquella altura era posible, pero peligroso, y la base alternativa más próxima todavía estaba demasiado lejos, por lo que confiado en sus posibilidades incluso de salvar el avión con daños menores, se decidió a hacer un aterrizaje de emergencia aprovechando lo plano que parecía el terreno en aquel lugar del desierto.
Logró frenar el avión cuanto pudo a la vez que perdía altura. Seguidamente intentó sacar el tren de aterrizaje, pero solo las ruedas delanteras respondieron, por lo que tuvo que volver a retraerlas e intentar un aterrizaje con la panza. Soltó el resto de misiles que llevaba (el deposito de combustible lo había soltado antes de iniciar el combate), mientras Venom 5 lo seguía desde la altura y comunicaba sus intenciones y su posición a los equipos de rescate.
Finalmente, líder Venom tocó tierra. Malloy hizo lo que pudo, y lo hizo bastante bien, ya que él mismo salió casi indemne de aquél peligroso aterrizaje, pero el avión quedó destrozado. La panza se hizo añicos, y el ala derecha se partió. Finalmente, el morro quedó clavado en el suelo, destrozando el radar y quedando el avión en una extraña posición, casi erguida.
El capitán Malloy rompió la cúpula del Hornet por el mismo, y pudo salir al exterior. Solo tenía algunas contusiones y unos cortes, nada que no pudiera curarse con un botiquín de emergencias y un poco de descanso, pero física y mentalmente estaba agotado tras aquella durísima jornada de vuelo. Se alejó del avión por precaución, y cuando estuvo a la que consideró suficiente distancia, se dejó caer en el suelo, a la espera del helicoptero de rescate. Aquella tarde había derribado a dos aviones enemigos, pero a su vez, dos de sus Hornets fueron abatidos...al menos “Prince” y él estaban vivos, bastante más de lo que podía decir el piloto de aquel último Mig.
El helicóptero de rescate tardó bastante en llegar, señal de que había tenido bastante trabajo aquella tarde.
(1): El stock de R-73 (AA-11) había descendido considerablemente y no se recibían apenas desde la Madre Patria, por lo tanto se habían convertido en un articulo de lujo y se reservaban para los pilotos con mejores marcas en derribos de aviones enemigos, y como Nizayi había pasado casi todo el tiempo sobre Irán, sus números no eran de los más altos.
Si no hubiese sido por el guante, su mano se hubiese abrasado al ponerla sobre la chapa del avión al apoyarse para entrar en la cabina de su F-18, y es que los 43 grados centigrados que se alcanzaban a primera hora de la tarde en aquel desierto, estaba achicharrando a máquinas y hombres por igual.
Miró a su alrededor a la linea dispersa de aviones que había en la zona de estacionamiento, viendo como los demás pilotos del 314º se preparaban para poner en marcha sus Hornets.
El recién ascendido capitán Malloy y sus chicos volvían a su montura tras menos de cuatro horas de descanso para otra misión de apoyo a las fuerzas de tierra. Aquella guerra, que duraba ya casi dos meses, estaba acabando con la vida de muchos pilotos, y los que seguían en el combate estaban agotados, ya que los refuerzos llegaban con cuentagotas. Así que tenía bajo su mando a un grupo de 6 pilotos que eran una mezcla de fatigados y veteranos, con pilotos con casi nula experiencia en combate, y al menos uno de ellos muy joven, casi parecía un adolescente. Pero era lo que había y con eso tenía que trabajar. Trabajo que se había vuelto más duro en los últimos días, antes y después del inicio de la ofensiva soviética en Arabia Saudí. El ritmo de las misiones era constante, y no solo eran los pilotos los que lo acusaban, por que tanto el personal de tierra como los aviones también sufrían el esfuerzo, y la labor de tener operativos los 7 Hornets restantes era una tarea tremendamente dura, más con aquellas condiciones climatológicas y lo espartano e insuficiente de las instalaciones de la base de Al Kharj.
La misión de aquella tarde, como lo había sido la de la mañana, suponía atacar a las puntas de lanza blindadas de los Ejércitos soviéticos que avanzaban cercanos a la costa, y a los que la 24º División de Infantería Mecanizada trataba de detener. Semanas atrás, la misión hubiese sido precedida de un completo briefing y una cuidadosa planificación, así como hubiese contado con la participación de elementos de apoyo como aviones Wild Weasel y cazas de escolta, incluso con un poco de suerte con algunos Prowlers de contramedidas, pero aquello ya no era posible. Las perdidas eran altas y el ritmo y el volumen de las operaciones era tal, que lo único que importaba era poner aviones en el aire para atacar al enemigo, no había tiempo para más. Los “paquetes” de ataque integrados de varios tipos de aviones y de docenas de aparatos eran cada vez más raros, y ahora se imponía el ataque de pequeños grupos de aviones, donde cada uno se las apañaba como podía a la hora de conseguir los resultados sin poder contar muchas veces con aviones especializados de apoyo. Al menos, los F-18 como aviones polivalentes que eran, se podían apañar bastante bien en esas circunstancias pensaba Malloy, y de hecho la configuración de su escuadrón para aquel ataque así lo reflejaba. Cuatro de ellos, iban cargados de misiles Maverick para poder atacar a los carros de combate a la mayor distancia posible y tratar de evitar así la defensa aérea móvil enemiga. Malloy y su punto, los cubrirían desde lo alto para enfrentarse los cazas enemigos y por último, un solitario F-18 armado con misiles HARM haría de supresor de defensas antiaéreas.
Cuando el capitán cerró su cabina, ya estaba en la cabecera de la pista, aguardando junto a su punto, el inefable teniente “Prince” Spencer, a recibir autorización de la torre.
-Líder Venom. Todo despejado, tiene autorización para despegar. Buena suerte.
-Roger Control. Escuadrón Venom despegando.
Uno tras otros, los F-18 fueron remontando el vuelo, y tras ellos ya se preparaba otro lanzamiento de F-16. Todos los Hornets se fueron reuniendo en formación a 10.000 pies, y tras avanzar unas decenas de millas, Malloy dio la orden de separarse al comprobar su pantalla de navegación.
-Aquí líder Venom. Estamos en punto 2, comiencen plan de ataque.
Los F-18 de “Dallas” Malloy y “Prince” siguieron ascendiendo por encima del grupo y algo más adelantados, mientras que el solitario avión equipado con HARMs seguía a la misma altura, pero ganó algo de distancia sobre los 4 Hornets de ataque, que a su vez, descendieron hasta los 500 pies, esperando que llegara su turno para iniciar el ataque. La distancia no era mucha hasta el objetivo, poco más de 200 millas, lo que hizo que en poco tiempo llegasen a la zona de operaciones. Los primeros en actuar fueron los F-18 de escolta.
-Atención escuadrón Venom, aquí Lider Venom, actividad enemiga sobre el objetivo. Waterfall – dijo “Dallas” refiriéndose a un E-3 que los guiaba – informa de múltiples contactos soviéticos, al menos un escuadrón, y más “bandidos” aproximándose. Ahora mismo están combatiendo con algunos F-16 de la Fuerza Aérea en la zona. Nos unimos a la fiesta. Buena suerte.
-Roger Lider Venom. Tened cuidado ahí arriba – respondió Venom 3, el capitán segundo al mando del escuadrón y que encabezaría el ataque a tierra.
El siguiente, como si estuvieran siguiendo un guión preestablecido, fue Venom 5, el aparato “Wild Weasel”.
-Venom 3, aquí Venom 5, distingo al menos 3 radares de seguimiento. Listo para disparar...¡Magnum!...¡Magnum! - dijo finalmente al disparar sendos misiles HARM.
-Roger Venom 5, ayuda a Venom 1 y 2 ahí arriba, te van a necesitar – le ordenó Venom 3 piloto, ya que era parte del plan previsto y, en cuanto lanzara sus misiles, debía apoyar a sus compañeros en la tarea de proporcionarles cobertura aérea contra los cazas enemigos.
“De acuerdo, ahora nos toca a nosotros” pensó Venom 3 mientras miraba a su punto y le levantaba el pulgar.
El capitán Nizayi había sido informado mientras se acercaba al frente de batalla por su GCI, de otro nuevo ataque contra la vanguardia de carros soviéticos que se adentraban en Arabia Saudí. En los días que llevaba operando desde Irak, y sobre todo en los últimos, tanto él como su regimiento habían visto mucha acción, y personalmente había conseguido el derribo de dos aparatos americanos más, un F-111 que formaba parte de otro ataque contra la base aérea de Qalat Sikar y un F-16 sobre el desierto de Arabia, tras cuatro minutos de violentas maniobras. Pero las bajas también habían sido numerosas, y tan solo quedaban 17 Mig-29 en todo el regimiento. Aquella tarde, 8 de ellos habían salido a realizar otra misión de caza sobre el frente para derribar a todos los aviones de ataque enemigos que fueran posible y evitar que las tropas de tierra sufrieran bajas importantes.
La dureza del combate en tierra era bien visible desde la altura. El capitán Malloy, a los mandos de su F-18 divisaba a lo lejos el polvo y el humo que se elevaban al cielo desde el frente de batalla, las explosiones continuas e incluso los helicópteros volando de un lado a otro. Pero él y su punto, tenían otra misión. Allí arriba, frente a ellos, un enjambre de cazas maniobraban unos contra otros, intentando conseguir una posición de tiro para sus misiles o cañones y derribar a los aviones enemigos. Era imposible saber cuantos había, pero según el controlador del E-3, al menos de 15 a 20 rusos Mig-23 y una docena de F-16, o al menos esos eran los que habían comenzado la lucha, por que ahora seguro que ya quedaban menos, como podían comprobar los pilotos de los F-18 al ver explosiones y columnas de humo dirigirse al suelo, como señal de que algunos aviones estaban siendo abatidos. La emisora era un caos y las llamadas y mensajes se sucedían sin orden ni concierto, y era casi imposible saber quien llevaba ventaja. El E-3 les había dicho que no esperasen refuerzos hasta dentro de media hora al menos, mientras que unos 8 bandidos se aproximaban rápidamente por el norte al combate.
-“Prince” prepara los Sidewinders, no podemos lanzar los Sparrows contra esa “nube” de cazas.
-Roger – contesto el teniente viendo clara a lo que se refería su líder. No había manera de confirmar que el misil de guiado radar no terminara destruyendo a alguno de los F-16 de la USAF.
-Escuadrón River, aquí Venom 1 y 2, nos unimos a la lucha.
-...Venom 1 … - luego estatica, y finalmente unos golpecitos en el micrófono para que supieran que los habían recibido peor que estaban demasiado ocupados para responder.
Malloy vió como Un F-16 se cruzaba delante suyo persiguiendo a un Mig-23, pero a su vez, el Viper estaba siendo seguido de cerca por otro Flogger. El marine decidió engancharse a aquel “trenecito” y realizó un viraje de 5 G a la derecha que lo situó cerca de la cola del caza ruso, pero no lo suficientemente rápido para evitar que un AA-8 saliera de su rail y se dirigiera a la tobera del F-16, que lanzó bengalas y ejecutó maniobras evasivas, perdiendo la cola del primer Flogger. El misil ruso explosionó, pero demasiado lejos del caza americano para producirle daños.
Justo en ese instante, una señal audible en los cascos de Malloy, unido a la simbología del HUD, le indicaba que la cabeza buscadora del Sidewinder de la punta de su ala izquierda, había enganchado al aparato ruso.
-Fox Two, Fox Two – anunció.
El Mig, que no se había percatado de lo cerca que tenía al F-18, no pudo reaccionar a tiempo y el misil se incrustó en la tobera, explotando y haciendo mil pedazos al avión enemigo.
-Splash, splash, Mig abatido – confirmó “Prince”, ya que Malloy maniobraba violentamente para evitar los restos del caza ruso que se esparcían por el aire – “Dallas”, apuntate uno más en la lista, pero deja alguno para mi.
-Recibido. Formación ofensiva, flecha a la derecha – dijo conciso y concentrado Malloy.
-Roger líder Venom.
El capitán Nizayi y sus siete pilotos acompañantes habían lanzado los depósitos de combustible auxiliares y, se habían unido a la lucha segundos después de que Malloy hubiese conseguido su derribo. El piloto soviético, que había realizado una formación abierta con sus Mig,s acompañantes y dado libertad a sus pilotos para luchar contra los blancos que considerasen oportunos, se había abierto paso entre la madeja de cazas, estelas de humo y misiles que recorrían aquel sector del espacio aéreo, con su punto en formación de columna, cubriéndole las espaldas. Fue Nizayi el primero en ver un blanco apetecible. Ya había derribado a un F-16 anteriormente, y con el F-14 derribado sobre Irán, le gustaría tener en su “cuenta” al menos un derribo de cada uno de los modelos de caza más modernos del enemigo, por lo que al ver algo más abajo y hacia su izquierda a dos aviones de doble deriva, que tras asegurarse que no eran otros Mig-29 de los suyos, bajó la palanca de mandos y forzó un giro que lo colocara en la posición adecuada.
Para ese momento Nizayi y su punto se habían quedado solos, y los 6 Mig,s restantes de su escuadrilla ya estaban peleando por su cuenta.
-Mierda “Dallas” vienen de frente muy rápido, no hay tiempo.
-Lo veo, lo veo.
Dos Mig-23 se acercaba por su sector frontal, casi a su misma altura y a toda velocidad. Ninguna de las dos parejas de caza disponían del espacio suficiente para lanzar un misil frontalmente, por lo que ambos lideres, dispararon sus cañones, más como un intentos de asustar o intimidar al adversario que con posibilidades reales de acertar. El cruce se produjo a una velocidad combinada de más de 1,000 millas por hora, y al girar la cabeza para seguir visualmente a sus adversarios, Malloy vio algo que no le gustó nada, pero fue su punto el primero en hablar, como casi siempre.
-¡Joder, tenemos bandidos a las 6!
-¿De donde coñ* han salido “Prince”? ¡Vigila nuestro sector trasero!
-Líder tenemos dos Mig,s 29 en la cola – anuncio a destiempo y un poco avergonzado, mientras seguía el viraje ascendente de Malloy.
Al menos la información de que eran Fulcrums le fue útil al capitán. Contra aquellos pájaros, habiendo obtenido el enemigo una posición de ventaja, un combate de fuertes virajes cerrados estaba fuera de lugar. Pensando rápido, y aprovechando que estaba ascendiendo, se le ocurrió un pequeño truco que le enseñaron en la academia de vuelo años atrás.
-Venom 2, fijate bien en mi cola y sígueme de cerca – aulló Malloy por la radio.
-Como una lapa líder Venom.
Malloy puso el Hornet en un fuerte giro a la izquierda, para situarse justo entre el sol y sus perseguidores. Cuando el capitán Nizayi y su punto, ya que no eran otros los perseguidores de “Dallas” y “Prince”, se vieron deslumbrados, continuaron el giro a la izquierda que les mantenía detrás de los americanos, a punto de tener enganche en sus R-60 (AA-8) (1), pero como no habían encendido el radar para no delatarse hasta que estuvieron a la cola de sus enemigos, no pudieron darse cuenta que los F-18 habían ejecutado un cerrado viraje a la derecha, saliendo en sentido contrario al que habían “entrado en el sol”. Cuando Nizayi recuperó la visión, no vio durante un segundo a los norteamericanos, con lo que quedó sorprendido durante un par de segundos más, pero al instante comenzó a buscarlos hasta que los vio sobre el borde de su ala derecha, girando para colocarse en posición de disparo. Inmediatamente, forzó un brusco viraje de 9 G,s que le pegó contra el asiento. “Si esos pilotos piensan que van a maniobrar más que nuestro pájaros, están totalmente equivocados”, pensó el capitán soviético para sí, mientras daba instrucciones a su punto para que lo siguiera de más lejos y en formación de cuña, para que no volviese a perder a los enemigos.
Malloy que estaba siguiendo a los dos Mig,s con la vista, se dio cuenta que aun que la jugada le había salido bien, el piloto del Mig era bueno y tenía un mejor avión para “dogfights”. Los marines iniciaron un giro que rompía el intento de acercarse a la cola enemiga y les alejaba de los enemigos, e intentaba ganar distancia para impedir el uso de los misiles IR, a la vez que enfilaban hacia el suelo para dificultar el blocaje de la cabeza buscadora del misil enemigo. Pero Nizayi y su punto, estaban usando sus visores del casco y pese a la limitada capacidad “off-boresight” de los R-60, consiguieron sendos blocajes sobre el Hornet del teniente Spencer.
Dos R-60 salieron de los raíles de cada uno de los Mig,s en dirección a sus enemigos.
-¡Tengo misiles siguiéndome! – anunció “Prince” - ¡Spoofing, spoofing! - dijo mientras soltaba bengalas.
-¡Evade, ejecuta maniobra evasiva! – dijo “Dallas” mientras ambos aparatos se separaban para dejar margen para maniobrar al punto.
En los últimos instantes de vuelo, el teniente efectuó cerrados virajes arriba y abajo para engañar a sus perseguidores, pero mientras el misil lanzado por el punto ruso se dejó seducir por una bengala, el lanzado por el capitán soviético, explotó cerca del motor derecho del F-18. Una llamarada salió del motor y comenzó a dejar una considerable estela de humo tras él.
“Prince” trataba de controlar el aparato, y consiguió al menos nivelar el avión momentáneamente, pero los Mig ya se acercaban para rematarlo. El joven teniente de los marines, con todo el dolor de su corazón, al ver que su aparato no respondía apenas, tiró de la palanca de eyección y salió disparado de su Hornet. Al ver esto, los rusos giraron y dejaron que el avión norteamericano se estrellara, mientras buscaban de nuevo al solitario compañero del piloto derribado.
El capitán Malloy, que había asistido impotente a la perdida de su segundo punto en aquella jodida guerra, había ejecutado un giro Immelman seguido de un cerrado viraje a 7 G, y se había acercado a los ahora confiados Mig,s. Estos al verlo de nuevo, enfilaron su morro contra el del F-18, pero este lanzó un Sidewinder contra ellos. Ambos pilotos soviéticos hicieron “saltar” sus aviones como si tuvieran pulgas a la vez que lanzaban contramedidas. El misil no logró ningún blanco, pero al menos separó a los cazas rusos.
El F-18 consiguió colocarse rápidamente en el cono trasero del punto de Nizayi, que había maniobrado colocándose dentro de la envolvente de tiro del marine, y este lanzó su tercer Sidewinder de la tarde. Aquel piloto no era tan bueno como su líder y no pudo esquivar el impacto del misil, que le arrancó la deriva y el motor izquierdo, así como parte del ala del mismo lado. El piloto pudo eyectarse, y el Mig-29 se estrellaba segundos después en el desierto.
“Uno a uno, cabrón, ¿a ver que haces ahora?”, pensó Malloy, pero el capitán Nizayi, ajeno a las bravatas de su contrincante y a todo lo que sucedía a su alrededor, ya estaba buscando la posición idónea para conseguir un nuevo derribo y vengar a su compañero. Malloy, tras el subidón de adrenalina por haber conseguido el derribo, recuperó la calma, y pudo comprobar como de nuevo llevaba las de perder. Efectuó una espiral defensiva que le salió regular ya que no alejó tanto el morro del enemigo de su cola como hubiese querido, y de nuevo el piloto ruso buscaba sus “seis”. Nizayi, empapado en sudor por tantas maniobras violentas y con su aparato un poco escaso ya de combustible, intentaba terminar el combate lo más rápidamente posible.
-Aquí líder Venom, tengo un Mig enganchado a las seis. Necesito ayuda. Viro hacia el interior a baja cota. Rumbo 230.
“A ver como eres de bueno aquí abajo” pensaba Malloy mientras se pegaba al terreno. El F-18 había iniciado una huida hacia el interior de su espacio aéreo a muy baja altura, para tratar de que el Mig no pudiera seguirlo tan al interior, y pensando que aquel debía de ser un piloto de caza, acostumbrado a los cielos abiertos y despejados, pero Malloy no sabía que Nizayi había realizado muchas misiones de ataque a tierra en Afganistan y estaba acostumbrado a operar a baja cota. De todos modos, Nizayi no le siguió el juego, y se mantuvo a cierta altura sobre el Hornet, pero si que debía terminar rápidamente el combate si no quería quedarse sin combustible antes de regresar a la base. El capitán ruso manipuló los mandos de su avión y logró un blocaje sobre el F-18. Malloy miraba hacia atrás desesperado mientras giraba el aparato a izquierda y derecha, cuando de pronto vio sobre el Mig-29 a otro F-18. Era Venom 5, que tras haber disparado sus HARM y derribado un Mig-23, ahora acudía en ayuda de su jefe.
Venom 5 fue el primero en disparar, pero menos de un segundo después, el Mig escupió sendos misiles hacia el avión de Malloy. El capitán ruso, no se dio cuenta en ningún momento de lo que le venía encima y murió sin saber que lo había matado. Su Mig-29 de convirtió en una gran bola de fuego que se estrelló contra el suelo a gran velocidad dejando en él un reguero de piezas y fuselaje del caza ardiendo.
Pero los R-60 ya buscaban al F-18. Este soltó las bengalas que le quedaban, y entre ellas y el calor que reflejaba el suelo del desierto a aquellas horas, lograron confundir a uno de los agresores que explotó en el desierto a bastante distancia del F-18, pero el segundo misil, siguió al marine y su espoleta de proximidad, detonó la cabeza de guerra de 3 kg sobre la parte superior del Hornet. Múltiples fragmentos atravesaron el fuselaje y destrozaron o averiaron varios sistemas del aparato.
Malloy consiguió ganar algo de altura y hacerse con el control por unos instantes, pero los sistemas iban fallando uno tras otro, por lo que tuvo que tomar una decisión rápida. Saltar a aquella altura era posible, pero peligroso, y la base alternativa más próxima todavía estaba demasiado lejos, por lo que confiado en sus posibilidades incluso de salvar el avión con daños menores, se decidió a hacer un aterrizaje de emergencia aprovechando lo plano que parecía el terreno en aquel lugar del desierto.
Logró frenar el avión cuanto pudo a la vez que perdía altura. Seguidamente intentó sacar el tren de aterrizaje, pero solo las ruedas delanteras respondieron, por lo que tuvo que volver a retraerlas e intentar un aterrizaje con la panza. Soltó el resto de misiles que llevaba (el deposito de combustible lo había soltado antes de iniciar el combate), mientras Venom 5 lo seguía desde la altura y comunicaba sus intenciones y su posición a los equipos de rescate.
Finalmente, líder Venom tocó tierra. Malloy hizo lo que pudo, y lo hizo bastante bien, ya que él mismo salió casi indemne de aquél peligroso aterrizaje, pero el avión quedó destrozado. La panza se hizo añicos, y el ala derecha se partió. Finalmente, el morro quedó clavado en el suelo, destrozando el radar y quedando el avión en una extraña posición, casi erguida.
El capitán Malloy rompió la cúpula del Hornet por el mismo, y pudo salir al exterior. Solo tenía algunas contusiones y unos cortes, nada que no pudiera curarse con un botiquín de emergencias y un poco de descanso, pero física y mentalmente estaba agotado tras aquella durísima jornada de vuelo. Se alejó del avión por precaución, y cuando estuvo a la que consideró suficiente distancia, se dejó caer en el suelo, a la espera del helicoptero de rescate. Aquella tarde había derribado a dos aviones enemigos, pero a su vez, dos de sus Hornets fueron abatidos...al menos “Prince” y él estaban vivos, bastante más de lo que podía decir el piloto de aquel último Mig.
El helicóptero de rescate tardó bastante en llegar, señal de que había tenido bastante trabajo aquella tarde.
(1): El stock de R-73 (AA-11) había descendido considerablemente y no se recibían apenas desde la Madre Patria, por lo tanto se habían convertido en un articulo de lujo y se reservaban para los pilotos con mejores marcas en derribos de aviones enemigos, y como Nizayi había pasado casi todo el tiempo sobre Irán, sus números no eran de los más altos.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- flanker33
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Relato. "1989. La Campaña del Golfo"
14 de agosto
Aleyev, con un polvoriento uniforme de campaña ruso para el desierto sin ninguna insignia de rango, avanzaba con la sola compañía del general Antonov, que estaba al mando del 4º Ejército de Tanques de la Guardia y de toda la ofensiva en el sector costero, y de su inseparable camarada, el general Demko. Tras revisar la zona de retaguardia del ejército, habían pasado por un hospital de campaña para visitar a los heridos, repartir condecoraciones e infundir ánimos a sus hombres.
En aquel infierno de más de 40 grados centigrados, al que los combatientes soviéticos estaban poco acostumbrados, incluso el andar de un lado a otro costaba un esfuerzo importante. Finalmente los tres hombres llegaron a una tienda de campaña en las inmediaciones del aeropuerto de Tanajib, a más de 60 kilómetros tras la linea del frente, donde el jefe del 4º Ejército de Tanques de la Guardia, tenía su puesto de mando principal, ya que el avanzado estaba demasiado cerca del combate, y tras la experiencia de Aleyev en Irán, había recibido ordenes expresas de Moscú de mantenerse alejado de la primera linea.
Los tres hombres tomaron asiento, y un ayudante del general Antonov, les sirvió un vaso de agua fresca y se marchó ante la indicación de su jefe.
-Lamento no poder ofrecerles otra cosa camaradas, pero es todo lo que tenemos por el momento.
-¿Agua fresca? - dijo Aleyev – todo un lujo en esta infame tierra. Demonios, podían tener manantiales de agua fresca en vez del jodido petroleo – ironizó el general.
-Entonces no estaríamos aquí – replicó Demko.
-Bien visto, camarada, como siempre dando en clavo.
Los tres hombres rieron y se relajaron un poco antes de continuar la conversación.
-¿Este es el plano que le pedí?
-Si camarada general – respondió Antonov. - Es el plan de batalla para mañana.
-Bien, veamos que está tramando usted.
Aleyev y Demko se aproximaron al plano donde se podía ver la posición actualizada de las fuerzas soviéticas en el sector costero, con el 2º E. de Guardias y el 4º E. de Tanques de la Guardia así como algunas unidades del 1º E. de Armas Combinadas. Plantándoles cara, las unidades enemigas de las que se tenía constancia, lo que quedaba de la 24º División de Infantería, la 194º Brigada acorazada y parte de la 1º División de Marines.
-¿Cual es es estado de nuestras fuerzas? - Aleyev ya tenía informes, pero quería oírlo de primera mano.
-Camaradas, las 4 divisiones de vanguardia del 2º y el 4º ejércitos, están bastante degradadas, y apenas mantienen algo mas del 50% de su potencial de combate, mientras que la 80º División Motorizada que también ha de unirse a la lucha, ronda el 60%.
-¿Y que hay de las 2 divisiones de tanque de reserva? ¿Están listas?
-Si camarada general. La 2º y la 5º Divisiones de Tanques de la Guardia están preparadas para combatir y aunque han sufrido algunas bajas por los ataques aéreos, están a un más que aceptable 75% de potencial ofensivo.
-¿Y las estimaciones del enemigo? - inquirió Demko.
-Basándonos en los interrogatorios a los prisioneros, las comunicaciones interceptadas y los reconocimientos aéreos y terrestres, la 24º de infantería está muy castigada, y estará por debajo de la mitad de sus hombres y tanques, mientras que la 194º brigada de tanques, rondará porcentajes parecidos. Las fuerzas de sus marines que combaten contra la 80º División Motorizada, están sobre extendidas y con escaso material mecanizado, no serán un gran obstáculo.
Antonov explicó durante unos minutos su plan y al finalizar, Aleyev pensó rápidamente en el gran cuadro general de las operaciones.
En el oeste, los iraquíes que se enfrentaban a los saudies y egipcios eran las fuerzas más atrasadas de la ofensiva, como ya había imaginado, aunque en las últimas horas estaban consiguiendo algunos avances, y ya estaban logrando acercarse a la ciudad militar “Rey Khalid”, en parte gracias a que los egipcios habían tenido que desprenderse de la 6º Brigada Acorazada para reforzar el sector de la pequeña división “Sable” francesa y la Task Force “Iron Shield” inglesa, que combatían en su flanco derecho, y que estaban bajo una fuerte presión de los tanques rusos. Más al oeste, las divisiones ligeras 82º y 101º norteamericanas, más elementos de una brigada mecanizada, sufrían importantes perdidas y debían ceder terreno para no verse superadas. Hacia aquel amenazado sector, había sido desviada la 30º Brigada de infantería mecanizada de la Guardia Nacional norteamericana, que era la primera unidad que llegaba al frente tras ser desembarcada días atrás en Omán. Aleyev quedó satisfecho con que el general americano destinase aquella unidad a un eje secundario, pero posiblemente no podía hacer otra cosa, ya que si se hundía aquel sector, la situación del dispositivo defensivo enemigo quedaría destrozado. Pero no dejaba de beneficiar a sus tropas el que los americanos no enviasen más refuerzos a su eje de avance principal, ya que era en aquel sector donde tendría lugar la batalla decisiva al día siguiente, en algún punto al noroeste de Al Jubail. Inteligencia había estado siguiendo el transito de las 2 divisiones de la Guardia Nacional hacia el frente, identificadas como las 35º y 40º Divisiones de Infantería Mecanizadas, y según todos los informes, aquellas unidades se unirían a la defensa aquella misma noche, o a la mañana siguiente a más tardar. Y ese era el motivo principal de la visita de Aleyev a las posiciones de retaguardia. Quería conocer las operaciones y el estado de animo de sus fuerzas para la decisiva batalla que comenzaría en 24 horas a lo sumo, y era por lo que había instruido a Antonov con algunas directrices para que buscara la destrucción de dichas fuerzas enemigas en una gran batalla.
Volvió a mirar el mapa que había preparado Antonov, y trató de traducir los símbolos que veía delante de sus ojos a cifras en su cabeza. Las 5 divisiones rusas que llevaban luchando desde hacía más de 48 horas, sumaban más de 500 tanques, y la divisiones de tanques de reserva, añadían algo más de 400, para un total de casi mil carros de combate. Por contra, los americanos no llegaban a los 200 tanques con las fuerzas actuales, y las dos nuevas divisiones portarían algo más de 400, luego sus tanquistas deberían enfrentarse a unos 600 carros enemigos. No pudo evitar recordar los cuadros y fotografías que había visto desde niño de la batalla de Kursk en la Gran Guerra Patria.
El apoyo de 3 divisiones de artillería y la prioridad en el uso de las fuerzas aéreas y de helicópteros de ataque, aseguraban una ventaja que Aleyev creía que sería suficiente para desequilibrar la balanza a su favor. De pronto algo llamó la atención del general.
-¿Que es esto camarada Antonov? - dijo señalando un punto en el mapa.
-Es un ataque secundario en Al Jubail por parte de los paracaidistas, camarada. - Aleyev había autorizado el uso a Antonov de la 106º División de Asalto Aéreo – Y tiene por objeto apoderarnos de esas importantes instalaciones petroleras con el menor daño posible y crear un problema a la retaguardia enemiga.
-Con un solo regimiento...es arriesgado camarada.
-No hay más opciones – replico el general Demko – no tenemos más capacidad de aerotransporte, y además, parte del regimiento tendrá que desplegarse sin sus BMD,s.
-Tienen razón, pero tengo dudas sobre si aguantarán un contraataque enemigo.
-Si conseguimos apoderarnos de las instalaciones y atrincherarnos adecuadamente, van a necesitar un numero importante de tropas para sacarnos de allí, lo que restaría tropas para la batalla principal.
-¿Cuando se va a llevar a cabo?
-La próxima madrugada, rayando al alba. De esa manera, todavía no habrá comenzado el encuentro decisivo y los americanos podrían desviar recursos hacia allí.
-¿Y si no lo hacen?
-Pues tendremos las instalaciones sin que hayan recibido mucho daño y una buena posición para observar y dirigir ataques contra la retaguardia enemiga.
Aleyev pensó que era un plan audaz y que tan solo comprometía a un regimiento, así que dio el visto bueno.
-De acuerdo, tiene vía libre para esa operación.
-Gracias camarada general.
-De nada Antonov, y dígame ¿cree usted que tenemos posibilidades de obtener una gran victoria?
Antonov dio un respingo. Aquella pregunta llevaba veneno, por lo que escogió muy bien sus palabras.
-Camarada Aleyev, como usted bien sabe tenemos la correlación de fuerzas terrestres y la iniciativa a nuestro favor, pero en la guerra siempre hay imponderables...
-¿Y cuales son a su juicio los imponderables en este caso? - interrumpió Aleyev.
-Los cazabombarderos y los helicópteros de ataque enemigos, camarada general. Son los que más daños nos están causando, y si no fuera por ellos, ya habríamos conseguido una ruptura limpia del frente.
-Conozco el problema. Nuestras bajas en aviones de combate están siendo particularmente altas, pero de todos modos, he dado prioridad a las unidades de cazas y los sistemas de defensa aérea, para que se centren en este sector desde esta misma tarde, y apoyen a sus fuerzas.
-De cualquier manera camarada, esta batalla puede no ser decisiva. A lo mejor necesitamos mas de uno o dos días para vencer la resistencia.
-Pues es el tiempo que tiene general. Hasta ahora el general americano ha estado cambiando espacio por tiempo para que sus refuerzos pudieran llegar al frente, pero ahora se le agotan las dos cosas. Si nuestra información es buena, ya no va a recibir más refuerzos en bastante tiempo y el espacio para cambiar se le acaba, ya que estamos llegando a las zonas petroleras importantes y apunto de romper el frente para llegar a Riad, así que tratará de poner todas sus fuerzas en frenarnos aquí y ahora, y se lo hemos de impedir.
-Si camarada general
-Y si hemos de tener bajas – dijo Aleyev levantando la voz – las tendremos, pero quiero resultados y los quiero ya ¿entendido camarada general Antonov?
-Perfectamente camarada general – dijo algo molesto e intimidado Antonov.
-No se preocupe general Aleyev – medio Demko – verá como el general logra esa victoria para las armas del glorioso Ejército Rojo.
-No me cabe ninguna duda de que así será – comentó Aleyev serenándose un poco.
Antonov bebió un trago de agua para aliviar la sequedad de su boca y hablo.
-Camaradas – dijo en tono grandilocuente – las fuerzas rusas vencerán o, no volverán. Les doy mi palabra.
Aleyev y Demko le miraron. Parecía que estaba dispuesto a cumplir su palabra. Ambos esperaron no haberse equivocado con la elección de Antonov para comandar el ataque en aquel sector. De momento lo había hecho bien, y tenía un plan de ataque solido, pero sus dudas molestaban a Aleyev.
Con poco más que decir, los tres hombres se despidieron en un tono más amable y se desearon suerte mutuamente. En cuestión de horas, el futuro de la campaña se decidiría en aquellas arenas abrasadoras.
Aleyev, con un polvoriento uniforme de campaña ruso para el desierto sin ninguna insignia de rango, avanzaba con la sola compañía del general Antonov, que estaba al mando del 4º Ejército de Tanques de la Guardia y de toda la ofensiva en el sector costero, y de su inseparable camarada, el general Demko. Tras revisar la zona de retaguardia del ejército, habían pasado por un hospital de campaña para visitar a los heridos, repartir condecoraciones e infundir ánimos a sus hombres.
En aquel infierno de más de 40 grados centigrados, al que los combatientes soviéticos estaban poco acostumbrados, incluso el andar de un lado a otro costaba un esfuerzo importante. Finalmente los tres hombres llegaron a una tienda de campaña en las inmediaciones del aeropuerto de Tanajib, a más de 60 kilómetros tras la linea del frente, donde el jefe del 4º Ejército de Tanques de la Guardia, tenía su puesto de mando principal, ya que el avanzado estaba demasiado cerca del combate, y tras la experiencia de Aleyev en Irán, había recibido ordenes expresas de Moscú de mantenerse alejado de la primera linea.
Los tres hombres tomaron asiento, y un ayudante del general Antonov, les sirvió un vaso de agua fresca y se marchó ante la indicación de su jefe.
-Lamento no poder ofrecerles otra cosa camaradas, pero es todo lo que tenemos por el momento.
-¿Agua fresca? - dijo Aleyev – todo un lujo en esta infame tierra. Demonios, podían tener manantiales de agua fresca en vez del jodido petroleo – ironizó el general.
-Entonces no estaríamos aquí – replicó Demko.
-Bien visto, camarada, como siempre dando en clavo.
Los tres hombres rieron y se relajaron un poco antes de continuar la conversación.
-¿Este es el plano que le pedí?
-Si camarada general – respondió Antonov. - Es el plan de batalla para mañana.
-Bien, veamos que está tramando usted.
Aleyev y Demko se aproximaron al plano donde se podía ver la posición actualizada de las fuerzas soviéticas en el sector costero, con el 2º E. de Guardias y el 4º E. de Tanques de la Guardia así como algunas unidades del 1º E. de Armas Combinadas. Plantándoles cara, las unidades enemigas de las que se tenía constancia, lo que quedaba de la 24º División de Infantería, la 194º Brigada acorazada y parte de la 1º División de Marines.
-¿Cual es es estado de nuestras fuerzas? - Aleyev ya tenía informes, pero quería oírlo de primera mano.
-Camaradas, las 4 divisiones de vanguardia del 2º y el 4º ejércitos, están bastante degradadas, y apenas mantienen algo mas del 50% de su potencial de combate, mientras que la 80º División Motorizada que también ha de unirse a la lucha, ronda el 60%.
-¿Y que hay de las 2 divisiones de tanque de reserva? ¿Están listas?
-Si camarada general. La 2º y la 5º Divisiones de Tanques de la Guardia están preparadas para combatir y aunque han sufrido algunas bajas por los ataques aéreos, están a un más que aceptable 75% de potencial ofensivo.
-¿Y las estimaciones del enemigo? - inquirió Demko.
-Basándonos en los interrogatorios a los prisioneros, las comunicaciones interceptadas y los reconocimientos aéreos y terrestres, la 24º de infantería está muy castigada, y estará por debajo de la mitad de sus hombres y tanques, mientras que la 194º brigada de tanques, rondará porcentajes parecidos. Las fuerzas de sus marines que combaten contra la 80º División Motorizada, están sobre extendidas y con escaso material mecanizado, no serán un gran obstáculo.
Antonov explicó durante unos minutos su plan y al finalizar, Aleyev pensó rápidamente en el gran cuadro general de las operaciones.
En el oeste, los iraquíes que se enfrentaban a los saudies y egipcios eran las fuerzas más atrasadas de la ofensiva, como ya había imaginado, aunque en las últimas horas estaban consiguiendo algunos avances, y ya estaban logrando acercarse a la ciudad militar “Rey Khalid”, en parte gracias a que los egipcios habían tenido que desprenderse de la 6º Brigada Acorazada para reforzar el sector de la pequeña división “Sable” francesa y la Task Force “Iron Shield” inglesa, que combatían en su flanco derecho, y que estaban bajo una fuerte presión de los tanques rusos. Más al oeste, las divisiones ligeras 82º y 101º norteamericanas, más elementos de una brigada mecanizada, sufrían importantes perdidas y debían ceder terreno para no verse superadas. Hacia aquel amenazado sector, había sido desviada la 30º Brigada de infantería mecanizada de la Guardia Nacional norteamericana, que era la primera unidad que llegaba al frente tras ser desembarcada días atrás en Omán. Aleyev quedó satisfecho con que el general americano destinase aquella unidad a un eje secundario, pero posiblemente no podía hacer otra cosa, ya que si se hundía aquel sector, la situación del dispositivo defensivo enemigo quedaría destrozado. Pero no dejaba de beneficiar a sus tropas el que los americanos no enviasen más refuerzos a su eje de avance principal, ya que era en aquel sector donde tendría lugar la batalla decisiva al día siguiente, en algún punto al noroeste de Al Jubail. Inteligencia había estado siguiendo el transito de las 2 divisiones de la Guardia Nacional hacia el frente, identificadas como las 35º y 40º Divisiones de Infantería Mecanizadas, y según todos los informes, aquellas unidades se unirían a la defensa aquella misma noche, o a la mañana siguiente a más tardar. Y ese era el motivo principal de la visita de Aleyev a las posiciones de retaguardia. Quería conocer las operaciones y el estado de animo de sus fuerzas para la decisiva batalla que comenzaría en 24 horas a lo sumo, y era por lo que había instruido a Antonov con algunas directrices para que buscara la destrucción de dichas fuerzas enemigas en una gran batalla.
Volvió a mirar el mapa que había preparado Antonov, y trató de traducir los símbolos que veía delante de sus ojos a cifras en su cabeza. Las 5 divisiones rusas que llevaban luchando desde hacía más de 48 horas, sumaban más de 500 tanques, y la divisiones de tanques de reserva, añadían algo más de 400, para un total de casi mil carros de combate. Por contra, los americanos no llegaban a los 200 tanques con las fuerzas actuales, y las dos nuevas divisiones portarían algo más de 400, luego sus tanquistas deberían enfrentarse a unos 600 carros enemigos. No pudo evitar recordar los cuadros y fotografías que había visto desde niño de la batalla de Kursk en la Gran Guerra Patria.
El apoyo de 3 divisiones de artillería y la prioridad en el uso de las fuerzas aéreas y de helicópteros de ataque, aseguraban una ventaja que Aleyev creía que sería suficiente para desequilibrar la balanza a su favor. De pronto algo llamó la atención del general.
-¿Que es esto camarada Antonov? - dijo señalando un punto en el mapa.
-Es un ataque secundario en Al Jubail por parte de los paracaidistas, camarada. - Aleyev había autorizado el uso a Antonov de la 106º División de Asalto Aéreo – Y tiene por objeto apoderarnos de esas importantes instalaciones petroleras con el menor daño posible y crear un problema a la retaguardia enemiga.
-Con un solo regimiento...es arriesgado camarada.
-No hay más opciones – replico el general Demko – no tenemos más capacidad de aerotransporte, y además, parte del regimiento tendrá que desplegarse sin sus BMD,s.
-Tienen razón, pero tengo dudas sobre si aguantarán un contraataque enemigo.
-Si conseguimos apoderarnos de las instalaciones y atrincherarnos adecuadamente, van a necesitar un numero importante de tropas para sacarnos de allí, lo que restaría tropas para la batalla principal.
-¿Cuando se va a llevar a cabo?
-La próxima madrugada, rayando al alba. De esa manera, todavía no habrá comenzado el encuentro decisivo y los americanos podrían desviar recursos hacia allí.
-¿Y si no lo hacen?
-Pues tendremos las instalaciones sin que hayan recibido mucho daño y una buena posición para observar y dirigir ataques contra la retaguardia enemiga.
Aleyev pensó que era un plan audaz y que tan solo comprometía a un regimiento, así que dio el visto bueno.
-De acuerdo, tiene vía libre para esa operación.
-Gracias camarada general.
-De nada Antonov, y dígame ¿cree usted que tenemos posibilidades de obtener una gran victoria?
Antonov dio un respingo. Aquella pregunta llevaba veneno, por lo que escogió muy bien sus palabras.
-Camarada Aleyev, como usted bien sabe tenemos la correlación de fuerzas terrestres y la iniciativa a nuestro favor, pero en la guerra siempre hay imponderables...
-¿Y cuales son a su juicio los imponderables en este caso? - interrumpió Aleyev.
-Los cazabombarderos y los helicópteros de ataque enemigos, camarada general. Son los que más daños nos están causando, y si no fuera por ellos, ya habríamos conseguido una ruptura limpia del frente.
-Conozco el problema. Nuestras bajas en aviones de combate están siendo particularmente altas, pero de todos modos, he dado prioridad a las unidades de cazas y los sistemas de defensa aérea, para que se centren en este sector desde esta misma tarde, y apoyen a sus fuerzas.
-De cualquier manera camarada, esta batalla puede no ser decisiva. A lo mejor necesitamos mas de uno o dos días para vencer la resistencia.
-Pues es el tiempo que tiene general. Hasta ahora el general americano ha estado cambiando espacio por tiempo para que sus refuerzos pudieran llegar al frente, pero ahora se le agotan las dos cosas. Si nuestra información es buena, ya no va a recibir más refuerzos en bastante tiempo y el espacio para cambiar se le acaba, ya que estamos llegando a las zonas petroleras importantes y apunto de romper el frente para llegar a Riad, así que tratará de poner todas sus fuerzas en frenarnos aquí y ahora, y se lo hemos de impedir.
-Si camarada general
-Y si hemos de tener bajas – dijo Aleyev levantando la voz – las tendremos, pero quiero resultados y los quiero ya ¿entendido camarada general Antonov?
-Perfectamente camarada general – dijo algo molesto e intimidado Antonov.
-No se preocupe general Aleyev – medio Demko – verá como el general logra esa victoria para las armas del glorioso Ejército Rojo.
-No me cabe ninguna duda de que así será – comentó Aleyev serenándose un poco.
Antonov bebió un trago de agua para aliviar la sequedad de su boca y hablo.
-Camaradas – dijo en tono grandilocuente – las fuerzas rusas vencerán o, no volverán. Les doy mi palabra.
Aleyev y Demko le miraron. Parecía que estaba dispuesto a cumplir su palabra. Ambos esperaron no haberse equivocado con la elección de Antonov para comandar el ataque en aquel sector. De momento lo había hecho bien, y tenía un plan de ataque solido, pero sus dudas molestaban a Aleyev.
Con poco más que decir, los tres hombres se despidieron en un tono más amable y se desearon suerte mutuamente. En cuestión de horas, el futuro de la campaña se decidiría en aquellas arenas abrasadoras.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
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- Soldado
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Relato. "1989. La Campaña del Golfo"
Hola Flanker33,
Es la primera vez que escribo en el Foro, pero llevo muuuucho tiempo leyendo los diferentes temas de FMG. De la misma forma me encantó tu relato de la 3ª Batalla del Atlántico. Como veo que ultimamente no recibes muchos mensajes de apoyo, sirva éste para continuar tu relato. Espero con impaciencia la ofensiva soviética y la respuesta aliada. Tallyho !!!
Es la primera vez que escribo en el Foro, pero llevo muuuucho tiempo leyendo los diferentes temas de FMG. De la misma forma me encantó tu relato de la 3ª Batalla del Atlántico. Como veo que ultimamente no recibes muchos mensajes de apoyo, sirva éste para continuar tu relato. Espero con impaciencia la ofensiva soviética y la respuesta aliada. Tallyho !!!
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Relato. "1989. La Campaña del Golfo"
No le hagas mucho la pelota a flanker que se sube en los laureles y nos deja de escribir el relato. Y no encontramos forma de bajarlo de las nubes
"Pienso que se presenta una importante crisis. Jamás hubo cosa tan valiente, tan generosa, tan noble, como la conducta de los asturianos"
Cámara de los comunes el 15 de julio de 1808
Cámara de los comunes el 15 de julio de 1808
- flanker33
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Relato. "1989. La Campaña del Golfo"
Hola ferrolanoexiliado,
gracias por tus comentarios, de vez en cuando viene bien inflar un poco el ego aunque el excelente relato de la 3ª Batalla del Atlántico es del inefable compañero forista sergiopl. Ya queda poco para que acabe el relato con la batalla de tanques y la respuesta de los aliados, además de cerrar algunos flecos, el problema es el tiempo, por lo que respondiendo a Astur, dejeme que me duerma un poco en los laureles que le aseguro que el motivo de no escribir más a menudo no es ese de hecho ya estamos trabajando/ investigando para el siguiente relato...
Saludos.
gracias por tus comentarios, de vez en cuando viene bien inflar un poco el ego aunque el excelente relato de la 3ª Batalla del Atlántico es del inefable compañero forista sergiopl. Ya queda poco para que acabe el relato con la batalla de tanques y la respuesta de los aliados, además de cerrar algunos flecos, el problema es el tiempo, por lo que respondiendo a Astur, dejeme que me duerma un poco en los laureles que le aseguro que el motivo de no escribir más a menudo no es ese de hecho ya estamos trabajando/ investigando para el siguiente relato...
Saludos.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
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Relato. "1989. La Campaña del Golfo"
Fantástica metedura de pata ,. Pero bueno, seguro que en la política y en la banca española han ocurrido peores cosas !!
- flanker33
- Teniente Coronel
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Relato. "1989. La Campaña del Golfo"
15 de agosto
Desde su puesto de mando, un bunker escavado a toda prisa cerca de la ciudad fronteriza saudí de Khafji, a unos 150 km tras la linea actual del frente, el general Aleyev observaba todo y a todos en aquel lugar. Aunque tratara de no aparentarlo, estaba nervioso. La batalla que comenzaría en unos minutos, iba a ser la más importante que había librado su ejército desde el comienzo de la campaña, y si bien no había albergado dudas de su victoria sobre los iraníes, la lucha en Arabia Saudí contra los imperialistas americanos y sus títeres europeos y árabes, era bien diferente. Aunque sus fuerzas estaban consiguiendo buenos ratios de avance, la resistencia enemiga era poderosa. La aviación y los helicópteros de combate enemigos eran un mal dolor de cabeza y su fuego de contrabatería bastante perjudicial. También sus tanques, principalmente los M-1 norteamericanos eran para tenerlos muy en cuenta, y las tropas enemigas, estaban mejor preparadas que lo que había supuesto.
Cuando él mismo, años atrás, había preparado el estudio para esta campaña, la fase del ataque a las monarquías del Golfo había sido algo secundario. Primero por que no llegaba a imaginar que realmente se pudiera dar un conflicto contra los americanos sin que se recurriera a las armas atómicas desde un primer momento, pero también, por que no creía capaz a los ejércitos imperialistas de desplegar fuerzas de cierta entidad en un periodo tan corto. La base de la preparación de su campaña, residía en invadir y ocupar Irán, unido a la ocupación de Kuwait por Irak, y la amenaza de atacar el reino saudí y extender la guerra por Europa y Asia, haría que los americanos se avinieran a entablar negociaciones, y solo en último caso, si estas fallaban, se llegaría a la invasión terrestre de Arabia Saudí y los demás países del Golfo, con la idea que los norteamericanos tan solo pudieran oponer algunas fuerzas ligeras y unos pocos aviones.
Pero como decía aquel viejo aforismo “ningún plan resiste el primer contacto con el enemigo”, aunque Aleyev no era de los que se arrugaban ante las dificultades, así que tratando de forzar una pronta terminación de la guerra, en términos ventajosos para su país, pretendía lograr con aquella gran batalla de tanques, un resultado decisivo en uno o dos días a lo sumo.
-Camarada general – le informó su oficial de comunicaciones – el bombardeo preliminar ha concluido. Las tropas de primera linea están preparadas y esperan la orden de avanzar.
Aleyev respiró hondo y con tono pausado ordenó:
-Comunique al general Antonov que puede comenzar el ataque.
-A la orden.
-Y camarada mayor, dentro de 30 minutos pongame con el general Demko.
-Así se hará camarada general.
Aleyev había mandado a Demko al Cuartel General de Antonov para tener una opinión de primera mano de todo lo que pasaba y dejarle cierta libertad a la hora de tomar medidas más inmediatas si las circunstancias lo requerían, ya que a tanta distancia de la primera linea, la información no siempre llegaba con la velocidad ni con los detalles suficientes.
Aleyev se levantó de su silla y, se dirigió a la pequeña mesa donde el general de la 106º División de asalto aéreo miraba un mapa y escuchaba una radio con aspecto preocupado, mientras jugueteaba nerviosamente con su boina azul.
-¿Marcha todo bien Pavel? - le preguntó Aleyev.
-Dadas las circunstancias, podría ir peor, pero la situación es precaria.
-Entiendo tu preocupación, pero descuida, no olvidamos a tus hombres, serán rescatados por mis tanques.
-Espero que para entonces no sea demasiado tarde, camarada general.
Aleyev comprendía la preocupación del paracaidista. Un regimiento de sus hombres había saltado sobre el complejo petrolífero de Al Jubail hacía tan solo tres horas, pero el asalto no había ido demasiado bien, y varios aviones y helicópteros habían sido abatidos o forzados a retirarse, por lo que tan solo se pudo poner en tierra a dos tercios del regimiento y a muy pocos BMD,s. Por suerte, en tierra la resistencia era escasa, y los paracaidistas pudieron superar la critica fase de reagruparse y presentar una cierta cohesión como unidad antes que el enemigo pudiera reaccionar. Primero fueron algunos puñados de soldados de segunda linea saudíes encargados de la protección del lugar, junto a tropas de retaguardia y policías militares norteamericanos los que acudieron a luchar, aunque fueron repelidos sin demasiados problemas. Pero con el paso de las horas, el comandante americanos, que comprendía la amenaza sobre su retaguardia, hizo que parte de los marines que estaban más cercanos a la zona, se desplazaran allí para contener a los paracaidistas rusos y bloquear cualquier intento de avanzar sobre la retaguardia de las divisiones pesadas. A Aleyev le pareció inteligente aquella jugada. Lo más lógico hubiese parecido que fueran tropas mecanizadas las que acudieran a bloquear a los rusos, o incluso unidades acorazadas si querían destruirlos, pero eso hubiese restado efectivos a la batalla que se iba a entablar en pocas horas, por lo que había decidido mandar a los marines, que como tropas más ligeras y menos mecanizadas, no serían tan importantes en la batalla, a la vez que podrían manejar bien a los paracaidistas con su equipamiento ligero. “Al menos, hemos logrado que algunas de sus tropas se retiren de la lucha justo antes de comenzar” pensó Aleyev.
-Camarada general, las tropas informan de los primeros combates. Parece que la resistencia es fuerte.
Aleyev no esperaba otra cosa. Se acercó al mapa que había en una gran tabla sobre dos caballetes y vio como un teniente actualizaba las posiciones, tanto propias como enemigas, a medida que la información iba llegando. Aquel sería un día muy largo.
Desde su puesto de mando, un bunker escavado a toda prisa cerca de la ciudad fronteriza saudí de Khafji, a unos 150 km tras la linea actual del frente, el general Aleyev observaba todo y a todos en aquel lugar. Aunque tratara de no aparentarlo, estaba nervioso. La batalla que comenzaría en unos minutos, iba a ser la más importante que había librado su ejército desde el comienzo de la campaña, y si bien no había albergado dudas de su victoria sobre los iraníes, la lucha en Arabia Saudí contra los imperialistas americanos y sus títeres europeos y árabes, era bien diferente. Aunque sus fuerzas estaban consiguiendo buenos ratios de avance, la resistencia enemiga era poderosa. La aviación y los helicópteros de combate enemigos eran un mal dolor de cabeza y su fuego de contrabatería bastante perjudicial. También sus tanques, principalmente los M-1 norteamericanos eran para tenerlos muy en cuenta, y las tropas enemigas, estaban mejor preparadas que lo que había supuesto.
Cuando él mismo, años atrás, había preparado el estudio para esta campaña, la fase del ataque a las monarquías del Golfo había sido algo secundario. Primero por que no llegaba a imaginar que realmente se pudiera dar un conflicto contra los americanos sin que se recurriera a las armas atómicas desde un primer momento, pero también, por que no creía capaz a los ejércitos imperialistas de desplegar fuerzas de cierta entidad en un periodo tan corto. La base de la preparación de su campaña, residía en invadir y ocupar Irán, unido a la ocupación de Kuwait por Irak, y la amenaza de atacar el reino saudí y extender la guerra por Europa y Asia, haría que los americanos se avinieran a entablar negociaciones, y solo en último caso, si estas fallaban, se llegaría a la invasión terrestre de Arabia Saudí y los demás países del Golfo, con la idea que los norteamericanos tan solo pudieran oponer algunas fuerzas ligeras y unos pocos aviones.
Pero como decía aquel viejo aforismo “ningún plan resiste el primer contacto con el enemigo”, aunque Aleyev no era de los que se arrugaban ante las dificultades, así que tratando de forzar una pronta terminación de la guerra, en términos ventajosos para su país, pretendía lograr con aquella gran batalla de tanques, un resultado decisivo en uno o dos días a lo sumo.
-Camarada general – le informó su oficial de comunicaciones – el bombardeo preliminar ha concluido. Las tropas de primera linea están preparadas y esperan la orden de avanzar.
Aleyev respiró hondo y con tono pausado ordenó:
-Comunique al general Antonov que puede comenzar el ataque.
-A la orden.
-Y camarada mayor, dentro de 30 minutos pongame con el general Demko.
-Así se hará camarada general.
Aleyev había mandado a Demko al Cuartel General de Antonov para tener una opinión de primera mano de todo lo que pasaba y dejarle cierta libertad a la hora de tomar medidas más inmediatas si las circunstancias lo requerían, ya que a tanta distancia de la primera linea, la información no siempre llegaba con la velocidad ni con los detalles suficientes.
Aleyev se levantó de su silla y, se dirigió a la pequeña mesa donde el general de la 106º División de asalto aéreo miraba un mapa y escuchaba una radio con aspecto preocupado, mientras jugueteaba nerviosamente con su boina azul.
-¿Marcha todo bien Pavel? - le preguntó Aleyev.
-Dadas las circunstancias, podría ir peor, pero la situación es precaria.
-Entiendo tu preocupación, pero descuida, no olvidamos a tus hombres, serán rescatados por mis tanques.
-Espero que para entonces no sea demasiado tarde, camarada general.
Aleyev comprendía la preocupación del paracaidista. Un regimiento de sus hombres había saltado sobre el complejo petrolífero de Al Jubail hacía tan solo tres horas, pero el asalto no había ido demasiado bien, y varios aviones y helicópteros habían sido abatidos o forzados a retirarse, por lo que tan solo se pudo poner en tierra a dos tercios del regimiento y a muy pocos BMD,s. Por suerte, en tierra la resistencia era escasa, y los paracaidistas pudieron superar la critica fase de reagruparse y presentar una cierta cohesión como unidad antes que el enemigo pudiera reaccionar. Primero fueron algunos puñados de soldados de segunda linea saudíes encargados de la protección del lugar, junto a tropas de retaguardia y policías militares norteamericanos los que acudieron a luchar, aunque fueron repelidos sin demasiados problemas. Pero con el paso de las horas, el comandante americanos, que comprendía la amenaza sobre su retaguardia, hizo que parte de los marines que estaban más cercanos a la zona, se desplazaran allí para contener a los paracaidistas rusos y bloquear cualquier intento de avanzar sobre la retaguardia de las divisiones pesadas. A Aleyev le pareció inteligente aquella jugada. Lo más lógico hubiese parecido que fueran tropas mecanizadas las que acudieran a bloquear a los rusos, o incluso unidades acorazadas si querían destruirlos, pero eso hubiese restado efectivos a la batalla que se iba a entablar en pocas horas, por lo que había decidido mandar a los marines, que como tropas más ligeras y menos mecanizadas, no serían tan importantes en la batalla, a la vez que podrían manejar bien a los paracaidistas con su equipamiento ligero. “Al menos, hemos logrado que algunas de sus tropas se retiren de la lucha justo antes de comenzar” pensó Aleyev.
-Camarada general, las tropas informan de los primeros combates. Parece que la resistencia es fuerte.
Aleyev no esperaba otra cosa. Se acercó al mapa que había en una gran tabla sobre dos caballetes y vio como un teniente actualizaba las posiciones, tanto propias como enemigas, a medida que la información iba llegando. Aquel sería un día muy largo.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
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Relato. "1989. La Campaña del Golfo"
15 de agosto -continuación
La castigada pero ya veterana 80º División de fusileros Motorizados, debía avanzar en dirección sureste abriéndose paso entre sus enemigos para alcanzar las posiciones de las divisiones pesadas norteamericanas y amenazar su flanco izquierdo, y preferiblemente su retaguardia. Las ordenes eran simples “avancen, ataquen y destruyan al enemigo en su área de operaciones”, pero las implicaciones eran tremendas. Mokin y sus camaradas debían luchar otro día más para mayor gloria del ejército soviético y ayudar a conseguir la victoria en la campaña, ya que aquella iba a ser la batalla decisiva de la guerra y sería recordada durante muchos años, o al menos era lo que les había dicho el comisario político durante la reunión que había tenido lugar al alba. Pero el sargento había prestado más atención a lo que el capitán Kukeev les explicó, y como casi siempre, había cosas buenas y cosas malas. Las buenas podían resumirse en que iban a contar con todo el apoyo aéreo y artillero que el general Aleyev pudiera desviar de otros escenarios, pero también, que por una vez, él y su regimiento no iban a estar en vanguardia, al menos no de salida, ya que los daños causados a sus fuerzas durante los tres días anteriores, lo habían puesto en una situación delicada, y había forzado al mando de la división a unirlo con otro de los regimientos motorizados que también estaba bastante castigado. Así pues, el restante regimiento motorizado y el de tanques de la 80º División, en mejor estado, abrirían la marcha. Las malas noticias se resumían en una, deberían enfrentarse por primera vez en aquella campaña contra tanques enemigos M-1 Abrams. Por lo visto, los imperialistas, anticipándose a la jugada soviética, habían destacado a su sector durante la tarde noche del día anterior, lo que quedaba de la 194º Brigada Acorazada para apoyar a los marines que les hacían frente desde el primer día de lucha. Pero incluso ante esta mala noticia, ya que los tanquistas de la 80º estaban al corriente de las dificultades de sus camaradas que luchaban contra estos carros enemigos, había alguna esperanza. Primero, los vehículos blindados porta personal del enemigo eran los vetustos M-113, y no eran rivales para sus BMP-2, con lo que estos podrían apoyar con sus misiles más eficientemente a los tanques, y el otro motivo para ser optimista era que se tenían indicios desde primera hora de la mañana que unidades de marines se estaban retirando a la retaguardia enemiga, y que si bien en un primer momento se pensó que podía ser un engaño o que simplemente pasaran a ocupar posiciones defensivas en su retaguardia para montar otra linea de resistencia, posteriormente y a tenor de las noticias que iban llegando al puesto de mando del regimiento, los marines estaban siendo enviados a hacer frente a un ataque aerotransportado de los “desantniki” de la VDV en su retaguardia. Así pues, aproximadamente la mitad de la 80º División de fusileros motorizados debería hacer frente a los restos de una brigada acorazada enemiga, para luego atacar el flanco y la retaguardia de las principales formaciones pesadas norteamericanas.
El capitán Kukeev,ahora al mando del batallón, había repartido los mapas para las operaciones y los indicativos de los carros. El tanque de Mokin sería “Granjero 1-7”.
Finalmente, él y sus camaradas salieron hacia la linea inicial de su regimiento “doble”, donde a la hora establecida, las 09:00, los regimientos de vanguardia comenzaron el ataque bajo el paraguas protector de la artillería y la aviación. Los T-72 y BMP-2 chocaron de frente, en la linea de contacto, con los M-1 que habían tenido el tiempo justo de preparar posiciones defensivas para ocultar a alguno de sus carros de los tanques enemigos, mostrando tan solo sus torres desde las que podía hacer fuego. Los atacantes, en formación de linea abierta disparaban y avanzaban a la vez que la artillería seguía profundizando sobre los blancos enemigos más al interior y los aviones y helicópteros combatían con sus contrapartidas enemigos y trataban de apoyar el avance de los tanques. En unos minutos, la lucha se volvió salvaje y el ruido, las explosiones, el humo y las columnas de polvo se adueñaron del campo de batalla.
Cuando Mokin llegó a la linea de contacto tras la estela de sus camaradas de vanguardia, había pasado más de una hora y los restos de chatarra que hasta hacía muy poco fueron poderosos vehículos acorazados, ahora jalonaban todo el paisaje de aquel desierto de roca y arena, muchos vehículos soviéticos, pero también algunos de la brigada imperialista, aunque le llamó la atención los pocos M-113 enemigos que se veían. Mokin salio por última vez de la torre y pudo ver como se estaban aproximando a la lucha.
-Batallón, hemos recibido la orden de unirnos al combate junto a todo el regimiento. Prepárense. Posiciones de batalla al frente. Formación en cuña por compañías.
Mokin entró en la torre, cerró la escotilla e informó a sus compañeros. Ordenó al cabo Smakov cargar un proyectil perforante, ya que en aquella amalgama que se había convertido la lucha, no podía pensar en utilizar un misil a tan larga distancia. Debería aproximarse para poder disparar a algo con seguridad y no alcanzar a otro camarada, lo cual ya había sucedido en demasiadas ocasiones desde que comenzó la guerra.
Las tres compañías de tanques en formación de cuña abrían el avance, formando el batallón un frente que se extendía algo más de dos kilómetros, mientras que a unos doscientos metros, casi todos los BMP,s y BTR,s de los batallones motorizados del regimiento, avanzaban tras los tanques. Detrás de ellos, cinco ZSU-23/4 avanzaban a 300 metros de los elementos de vanguardia, y finalmente, las unidades de mando, ingenieros y algunas piezas de artillería del regimiento “doble” cerraban la marcha, junto a una pequeña fuerza de reserva compuesta por unos pocos tanques y BTR,s más los elementos de las compañías de reconocimiento y antitanque, que en conjunto eran el “as” en la manga del comandante del regimiento.
Idealmente, cuando un comandante llama a sus fuerzas de reserva, las unidades de vanguardia deberían haber logrado penetrar las defensas enemigas. El regimiento debería avanzar en formación de columna hasta la zona inmediatamente anterior a la penetración y luego abrirse paso por su interior hasta la retaguardia enemiga en formación de combate, cercando unidades enemigas o haciendo destrozos en la retaguardia y avanzando lo más rápidamente posible. Pero aquel no era el caso. Los regimientos de vanguardia de la 80º no habían logrado la ruptura, y si bien habían causado daños al enemigo y este estaba cediendo terreno, los norteamericanos no había permitido que los tanques soviéticos sobrepasaran a su brigada, por lo que el comandante de la división soviética, presionado por sus mandos para que amenazara el flanco enemigo, había decidido hacer entrar en acción a sus fuerzas de reserva antes de lo previsto para acelerar el avance.
El sargento Mokin miró por su visor principal y pudo ver, conforme se aproximaban al combate como aquello que desde la distancia parecía un caos, efectivamente lo era, pero un caos medianamente organizado. Entre lo que le dejaba ver el polvo y el humo, distinguía las siluetas de los tanques y los VCI,s y, tuvo que cerciorarse bien de quienes eran amigos y enemigos, aunque al principio, casi todos los que veía eran camaradas soviéticos. Los aviones y helicópteros surcaban los cielos y se abalanzaban sobre tierra o lanzaban sus misiles a distancia y, a su vez, otros misiles y trazadoras ascendían hacia el cielo en busca de los “pájaros”.
-Camaradas – dijo Mokin a sus compañeros de tanque – ya estamos otra vez en el lío. Os quiero concentrados. Hoy también vamos a salir de esta, ¿de acuerdo?
-Lo que tu digas camarada.
-Yo no tengo intención de dejarme matar hoy, ayer conocí a una guapa enfermera en la retaguardia y he quedado esta noche.
-Claro, claro. Venga, ahora dejaros de tonterías y a lo nuestro. Samat comienza a buscar blancos. Anton mantén velocidad de asalto estándar.
Más acero y explosivos se unían a la lucha.
La castigada pero ya veterana 80º División de fusileros Motorizados, debía avanzar en dirección sureste abriéndose paso entre sus enemigos para alcanzar las posiciones de las divisiones pesadas norteamericanas y amenazar su flanco izquierdo, y preferiblemente su retaguardia. Las ordenes eran simples “avancen, ataquen y destruyan al enemigo en su área de operaciones”, pero las implicaciones eran tremendas. Mokin y sus camaradas debían luchar otro día más para mayor gloria del ejército soviético y ayudar a conseguir la victoria en la campaña, ya que aquella iba a ser la batalla decisiva de la guerra y sería recordada durante muchos años, o al menos era lo que les había dicho el comisario político durante la reunión que había tenido lugar al alba. Pero el sargento había prestado más atención a lo que el capitán Kukeev les explicó, y como casi siempre, había cosas buenas y cosas malas. Las buenas podían resumirse en que iban a contar con todo el apoyo aéreo y artillero que el general Aleyev pudiera desviar de otros escenarios, pero también, que por una vez, él y su regimiento no iban a estar en vanguardia, al menos no de salida, ya que los daños causados a sus fuerzas durante los tres días anteriores, lo habían puesto en una situación delicada, y había forzado al mando de la división a unirlo con otro de los regimientos motorizados que también estaba bastante castigado. Así pues, el restante regimiento motorizado y el de tanques de la 80º División, en mejor estado, abrirían la marcha. Las malas noticias se resumían en una, deberían enfrentarse por primera vez en aquella campaña contra tanques enemigos M-1 Abrams. Por lo visto, los imperialistas, anticipándose a la jugada soviética, habían destacado a su sector durante la tarde noche del día anterior, lo que quedaba de la 194º Brigada Acorazada para apoyar a los marines que les hacían frente desde el primer día de lucha. Pero incluso ante esta mala noticia, ya que los tanquistas de la 80º estaban al corriente de las dificultades de sus camaradas que luchaban contra estos carros enemigos, había alguna esperanza. Primero, los vehículos blindados porta personal del enemigo eran los vetustos M-113, y no eran rivales para sus BMP-2, con lo que estos podrían apoyar con sus misiles más eficientemente a los tanques, y el otro motivo para ser optimista era que se tenían indicios desde primera hora de la mañana que unidades de marines se estaban retirando a la retaguardia enemiga, y que si bien en un primer momento se pensó que podía ser un engaño o que simplemente pasaran a ocupar posiciones defensivas en su retaguardia para montar otra linea de resistencia, posteriormente y a tenor de las noticias que iban llegando al puesto de mando del regimiento, los marines estaban siendo enviados a hacer frente a un ataque aerotransportado de los “desantniki” de la VDV en su retaguardia. Así pues, aproximadamente la mitad de la 80º División de fusileros motorizados debería hacer frente a los restos de una brigada acorazada enemiga, para luego atacar el flanco y la retaguardia de las principales formaciones pesadas norteamericanas.
El capitán Kukeev,ahora al mando del batallón, había repartido los mapas para las operaciones y los indicativos de los carros. El tanque de Mokin sería “Granjero 1-7”.
Finalmente, él y sus camaradas salieron hacia la linea inicial de su regimiento “doble”, donde a la hora establecida, las 09:00, los regimientos de vanguardia comenzaron el ataque bajo el paraguas protector de la artillería y la aviación. Los T-72 y BMP-2 chocaron de frente, en la linea de contacto, con los M-1 que habían tenido el tiempo justo de preparar posiciones defensivas para ocultar a alguno de sus carros de los tanques enemigos, mostrando tan solo sus torres desde las que podía hacer fuego. Los atacantes, en formación de linea abierta disparaban y avanzaban a la vez que la artillería seguía profundizando sobre los blancos enemigos más al interior y los aviones y helicópteros combatían con sus contrapartidas enemigos y trataban de apoyar el avance de los tanques. En unos minutos, la lucha se volvió salvaje y el ruido, las explosiones, el humo y las columnas de polvo se adueñaron del campo de batalla.
Cuando Mokin llegó a la linea de contacto tras la estela de sus camaradas de vanguardia, había pasado más de una hora y los restos de chatarra que hasta hacía muy poco fueron poderosos vehículos acorazados, ahora jalonaban todo el paisaje de aquel desierto de roca y arena, muchos vehículos soviéticos, pero también algunos de la brigada imperialista, aunque le llamó la atención los pocos M-113 enemigos que se veían. Mokin salio por última vez de la torre y pudo ver como se estaban aproximando a la lucha.
-Batallón, hemos recibido la orden de unirnos al combate junto a todo el regimiento. Prepárense. Posiciones de batalla al frente. Formación en cuña por compañías.
Mokin entró en la torre, cerró la escotilla e informó a sus compañeros. Ordenó al cabo Smakov cargar un proyectil perforante, ya que en aquella amalgama que se había convertido la lucha, no podía pensar en utilizar un misil a tan larga distancia. Debería aproximarse para poder disparar a algo con seguridad y no alcanzar a otro camarada, lo cual ya había sucedido en demasiadas ocasiones desde que comenzó la guerra.
Las tres compañías de tanques en formación de cuña abrían el avance, formando el batallón un frente que se extendía algo más de dos kilómetros, mientras que a unos doscientos metros, casi todos los BMP,s y BTR,s de los batallones motorizados del regimiento, avanzaban tras los tanques. Detrás de ellos, cinco ZSU-23/4 avanzaban a 300 metros de los elementos de vanguardia, y finalmente, las unidades de mando, ingenieros y algunas piezas de artillería del regimiento “doble” cerraban la marcha, junto a una pequeña fuerza de reserva compuesta por unos pocos tanques y BTR,s más los elementos de las compañías de reconocimiento y antitanque, que en conjunto eran el “as” en la manga del comandante del regimiento.
Idealmente, cuando un comandante llama a sus fuerzas de reserva, las unidades de vanguardia deberían haber logrado penetrar las defensas enemigas. El regimiento debería avanzar en formación de columna hasta la zona inmediatamente anterior a la penetración y luego abrirse paso por su interior hasta la retaguardia enemiga en formación de combate, cercando unidades enemigas o haciendo destrozos en la retaguardia y avanzando lo más rápidamente posible. Pero aquel no era el caso. Los regimientos de vanguardia de la 80º no habían logrado la ruptura, y si bien habían causado daños al enemigo y este estaba cediendo terreno, los norteamericanos no había permitido que los tanques soviéticos sobrepasaran a su brigada, por lo que el comandante de la división soviética, presionado por sus mandos para que amenazara el flanco enemigo, había decidido hacer entrar en acción a sus fuerzas de reserva antes de lo previsto para acelerar el avance.
El sargento Mokin miró por su visor principal y pudo ver, conforme se aproximaban al combate como aquello que desde la distancia parecía un caos, efectivamente lo era, pero un caos medianamente organizado. Entre lo que le dejaba ver el polvo y el humo, distinguía las siluetas de los tanques y los VCI,s y, tuvo que cerciorarse bien de quienes eran amigos y enemigos, aunque al principio, casi todos los que veía eran camaradas soviéticos. Los aviones y helicópteros surcaban los cielos y se abalanzaban sobre tierra o lanzaban sus misiles a distancia y, a su vez, otros misiles y trazadoras ascendían hacia el cielo en busca de los “pájaros”.
-Camaradas – dijo Mokin a sus compañeros de tanque – ya estamos otra vez en el lío. Os quiero concentrados. Hoy también vamos a salir de esta, ¿de acuerdo?
-Lo que tu digas camarada.
-Yo no tengo intención de dejarme matar hoy, ayer conocí a una guapa enfermera en la retaguardia y he quedado esta noche.
-Claro, claro. Venga, ahora dejaros de tonterías y a lo nuestro. Samat comienza a buscar blancos. Anton mantén velocidad de asalto estándar.
Más acero y explosivos se unían a la lucha.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
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Relato. "1989. La Campaña del Golfo"
15 de agosto - continuación
El coronel Peabody miraba como el general Schwarzkopf sudaba profusamente pese al aire acondicionado que había en el puesto de mando del cuartel general del Mando Central, a las afueras de Riad. El coronel, en su calidad de oficial de inteligencia, estaba destinado allí para valorar la amenaza enemiga, sus posibles planes, y sugerir alternativas factibles a CINCCENT. Pero no hacía falta haber servido mucho tiempo en inteligencia militar para darse cuenta de las intenciones soviéticas en las operaciones de aquel día. Básicamente el general soviético estaba echando el resto, ordenando a su ejército un ataque masivo en su eje de avance principal, para atacar y destruir a las dos recién llegadas divisiones de infantería mecanizada de la Guardia Nacional, lo que le abriría de par en par las puertas de Arabia Saudí y de todo el Golfo al ejército rojo.
Schwarzkopf lo sabía, ya que los signos, pese a los intentos de los rusos por ocultarlos, habían sido evidentes. El refuerzo con unidades de artillería y de aviación en la zona, el acercamiento de las dos divisiones de tanques que hasta la fecha había mantenido en reserva, a la inmediata retaguardia del frente y, finalmente el asalto aerotransportado sobre Al Jubail, que si había cogido desprevenido al general norteamericano, sugerían todos aquellos indicios que los rusos preparaban una gran ofensiva para tratar de romper el frente lo antes posible. CINCCENT había respondido variando el despliegue y las misiones de sus cazas y cazabombarderos, así como dando prioridad a los suministros, principalmente las municiones, para que fueran entregadas a las tropas pesadas del XVIII Cuerpo del general Stiner, al cual ordenó que se preparase para la ofensiva enemiga, y que tratara de detener a los soviéticos causándoles el mayor número de bajas posibles, pero sin ceder demasiado terreno, ya que cada vez tenía menos espacio “estratégico” que intercambiar a cambio de tiempo, por que una vez superada las zonas logísticas y de aprovisionamiento que el ejercito americano había situado en las inmediaciones de Riad y Dhahran, además de perder la capital y las zonas petrolíferas más importantes, lo que quedaba detrás, era básicamente un extenso desierto y las restantes monarquías del Golfo, prácticamente indefensas. El Pentágono había trazado ya aquella linea roja y el general Schwarzkopf estaba de acuerdo. Seguir retirándose y cediendo terreno no era una opción viable a aquellas alturas de la guerra. Por lo tanto, el destino de la campaña se decidiría en aquella batalla, y de momento la situación no pintaba demasiado bien.
Las unidades americanas estaban bajo una intensa presión, y aunque había logrado aislar a los paracaidistas rusos en Jubail, los tanques enemigos, pese a encajar numerosas bajas, estaban logrando hacer retroceder a las divisiones americanas. Los restos de la 24º y sus M-1 y M-2 habían sido mezclados en Task Force conjuntas con los M-60 y M-113 de las 35º y 40º Divisiones de infantería de la GN, para tratar así de mejorar las capacidades antitanque de estas unidades. De momento, los primeros informes indicaban que esta táctica estaba dando sus frutos, y que unido a los ataques aéreos y al uso de los misiles contracarro de la infantería, estaban consiguiendo causar importantes perdidas a los rusos, pero las suyas propias, sobre todo de las unidades de la Guardia Nacional, eran también elevadas. Aquellas dos divisiones eran de las mejores de la GN, y en teoría estaban destinadas a reforzar el frente Europeo, pero obviamente no eran tan capaces como las del ejército regular, ni por su entrenamiento ni por su equipamiento, y que si bien a groso modo podrían equipararse a las divisiones de categoría B soviéticas que estaban participando en la ofensiva, no era menos cierto que allí también había dos divisiones rusas de categoría A, aunque ya disminuidas, y que las demás enemigas divisiones contaban ya con una cierta experiencia en combate de la que adolecían los recién llegados norteamericanos. En el flanco izquierdo, lo que quedaba de la 194º Brigada Acorazada, simplemente carecía de la potencia de fuego necesaria para contener a los restos de una división motorizada enemiga, y aunque estaba logrando retrasarla de momento, al final, acabaría amenazando el flanco del dispositivo norteamericano, ya que aunque llegase escasa de fuerzas, las reservas aliadas eran inexistentes y la irrupción, aunque fuera de un batallón enemigo en la retaguardia, podría destrozar la logística y los suministros para las divisiones que luchaban cerca de la costa.
Ni tan siquiera CINCCENT podía echar mano de tropas de otros sectores, ya que también se había desatado una ofensiva general en las demás zonas del frente e, incluso los iraquíes estaban luchando ya por tomar la ciudad militar Rey Khalid. Así pues, tanto Peabody como los demás oficiales de alto rango presentes en aquella sala, no dejaban de pensar en posibles soluciones para frenar el asalto rusos, pero nadie daba con el milagro que estaban buscando. De seguir así las operaciones, simplemente las unidades americanas tendrían tal cantidad de bajas que dejarían de ser operativas, y los rusos tenían más tropas y tanques, así que si no lograban causarles un número muy importante de perdidas, y que desistieran del ataque antes de perder demasiado territorio y llegaran a la linea roja, todo estaría perdido.
El coronel Peabody miraba como el general Schwarzkopf sudaba profusamente pese al aire acondicionado que había en el puesto de mando del cuartel general del Mando Central, a las afueras de Riad. El coronel, en su calidad de oficial de inteligencia, estaba destinado allí para valorar la amenaza enemiga, sus posibles planes, y sugerir alternativas factibles a CINCCENT. Pero no hacía falta haber servido mucho tiempo en inteligencia militar para darse cuenta de las intenciones soviéticas en las operaciones de aquel día. Básicamente el general soviético estaba echando el resto, ordenando a su ejército un ataque masivo en su eje de avance principal, para atacar y destruir a las dos recién llegadas divisiones de infantería mecanizada de la Guardia Nacional, lo que le abriría de par en par las puertas de Arabia Saudí y de todo el Golfo al ejército rojo.
Schwarzkopf lo sabía, ya que los signos, pese a los intentos de los rusos por ocultarlos, habían sido evidentes. El refuerzo con unidades de artillería y de aviación en la zona, el acercamiento de las dos divisiones de tanques que hasta la fecha había mantenido en reserva, a la inmediata retaguardia del frente y, finalmente el asalto aerotransportado sobre Al Jubail, que si había cogido desprevenido al general norteamericano, sugerían todos aquellos indicios que los rusos preparaban una gran ofensiva para tratar de romper el frente lo antes posible. CINCCENT había respondido variando el despliegue y las misiones de sus cazas y cazabombarderos, así como dando prioridad a los suministros, principalmente las municiones, para que fueran entregadas a las tropas pesadas del XVIII Cuerpo del general Stiner, al cual ordenó que se preparase para la ofensiva enemiga, y que tratara de detener a los soviéticos causándoles el mayor número de bajas posibles, pero sin ceder demasiado terreno, ya que cada vez tenía menos espacio “estratégico” que intercambiar a cambio de tiempo, por que una vez superada las zonas logísticas y de aprovisionamiento que el ejercito americano había situado en las inmediaciones de Riad y Dhahran, además de perder la capital y las zonas petrolíferas más importantes, lo que quedaba detrás, era básicamente un extenso desierto y las restantes monarquías del Golfo, prácticamente indefensas. El Pentágono había trazado ya aquella linea roja y el general Schwarzkopf estaba de acuerdo. Seguir retirándose y cediendo terreno no era una opción viable a aquellas alturas de la guerra. Por lo tanto, el destino de la campaña se decidiría en aquella batalla, y de momento la situación no pintaba demasiado bien.
Las unidades americanas estaban bajo una intensa presión, y aunque había logrado aislar a los paracaidistas rusos en Jubail, los tanques enemigos, pese a encajar numerosas bajas, estaban logrando hacer retroceder a las divisiones americanas. Los restos de la 24º y sus M-1 y M-2 habían sido mezclados en Task Force conjuntas con los M-60 y M-113 de las 35º y 40º Divisiones de infantería de la GN, para tratar así de mejorar las capacidades antitanque de estas unidades. De momento, los primeros informes indicaban que esta táctica estaba dando sus frutos, y que unido a los ataques aéreos y al uso de los misiles contracarro de la infantería, estaban consiguiendo causar importantes perdidas a los rusos, pero las suyas propias, sobre todo de las unidades de la Guardia Nacional, eran también elevadas. Aquellas dos divisiones eran de las mejores de la GN, y en teoría estaban destinadas a reforzar el frente Europeo, pero obviamente no eran tan capaces como las del ejército regular, ni por su entrenamiento ni por su equipamiento, y que si bien a groso modo podrían equipararse a las divisiones de categoría B soviéticas que estaban participando en la ofensiva, no era menos cierto que allí también había dos divisiones rusas de categoría A, aunque ya disminuidas, y que las demás enemigas divisiones contaban ya con una cierta experiencia en combate de la que adolecían los recién llegados norteamericanos. En el flanco izquierdo, lo que quedaba de la 194º Brigada Acorazada, simplemente carecía de la potencia de fuego necesaria para contener a los restos de una división motorizada enemiga, y aunque estaba logrando retrasarla de momento, al final, acabaría amenazando el flanco del dispositivo norteamericano, ya que aunque llegase escasa de fuerzas, las reservas aliadas eran inexistentes y la irrupción, aunque fuera de un batallón enemigo en la retaguardia, podría destrozar la logística y los suministros para las divisiones que luchaban cerca de la costa.
Ni tan siquiera CINCCENT podía echar mano de tropas de otros sectores, ya que también se había desatado una ofensiva general en las demás zonas del frente e, incluso los iraquíes estaban luchando ya por tomar la ciudad militar Rey Khalid. Así pues, tanto Peabody como los demás oficiales de alto rango presentes en aquella sala, no dejaban de pensar en posibles soluciones para frenar el asalto rusos, pero nadie daba con el milagro que estaban buscando. De seguir así las operaciones, simplemente las unidades americanas tendrían tal cantidad de bajas que dejarían de ser operativas, y los rusos tenían más tropas y tanques, así que si no lograban causarles un número muy importante de perdidas, y que desistieran del ataque antes de perder demasiado territorio y llegaran a la linea roja, todo estaría perdido.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- KL Albrecht Achilles
- General de Ejército
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- Ubicación: Venezuela
Relato. "1989. La Campaña del Golfo"
Excelente!
Estaremos a la expectativa de los proximos capitulos.
Saludos
Estaremos a la expectativa de los proximos capitulos.
Saludos
It matters not how strait the gate. How charged with punishments the scroll.
I am the master of my fate: I am the captain of my soul. - From "Invictus", poem by William Ernest Henley
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- flanker33
- Teniente Coronel
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Relato. "1989. La Campaña del Golfo"
Gracias KL. Ahora mismo pongo algo más. Esto ya va llegando al final.
Saludos.
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- flanker33
- Teniente Coronel
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- Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
Relato. "1989. La Campaña del Golfo"
15 agosto - continuación
-Caballo rojo 1. Caballo rojo 1. Aquí Chalie Alpha 2. Tenemos blancos para ustedes. Iluminamos objetivos, tanques enemigos Tango siete dos.
-Recibido. Vamos con la primera pasada.
El capitán Malloy y el teniente Spencer se alinearon para lanzar sus misiles Maverick de guiado láser, mientras esperaban recibir los datos en su HUD de los controladores aéreos avanzados que desde tierra y con sus designadores láser portátiles, estaban apuntando a los T-72 soviéticos que tantos problemas les estaban causando aquel día.
Para “Dallas” y “Prince” aquella era la tercera misión desde que por la mañana habían comenzado a volar, para apoyar a las tropas de tierra a frenar a la “apisonadora” rusa. Estaban cansados, ya que apenas arrojaban sus armas sobre el enemigo, volvían, recargaban armas y combustible y volvían a salir. En el último regreso a su base, ni siquiera llegaron a salir de la cabina, ni repostaron combustible, ya que los equipos de tierra se limitaron a añadir un deposito suplementario en el soporte ventral y tras rearmarlos, les hicieron salir de nuevo. Las escasas 200 millas que los separaban de sus blancos, les ayudaba a no perder demasiado tiempo en el trayecto, pero al llegar a la zona de combate había que tomar precauciones ya que la actividad antiaérea enemiga era muy alta y la lucha entre los cazas de ambos bandos por aquella porción de cielo sobre donde tenía lugar la batalla terrestre era de una fiereza enorme, y aquello a Malloy le traía malos recuerdos de su derribo hacía apenas 48 horas. También la alta densidad de aviones propios entrando y saliendo en la zona, y lo extensa de esta, hacía complicado el maniobrar en un ambiente tan saturado, pero a pesar de todo, Malloy se sentía más cómodo volando bajo y atacando al enemigo en tierra, y aquello era precisamente lo que él y los 3 F-18 restantes de su escuadrón estaban haciendo por parejas en aquellos momentos.
-Blanco enganchado – anuncio Malloy tras que apareciera el símbolo de un objetivo en tierra que estaba siendo marcado por un láser y su AGM-65 le “dijera” que ya podía dispararlo. - ¡Rifle!
-¡Rifle! – dijo también “Prince” y, acto seguido los dos restantes pilotos también lanzaron su primer Maverick.
Antes de que los primeros misiles hubieran llegado a sus blancos, los pilotos cambiaron de objetivos gracias a que los controladores aéreos avanzados disponían de bastantes designadores, y pudieron preparar otro lanzamiento del segundo y último Maverick que les quedaba a cada uno.
Pero de pronto el equipo ESM se activó, un radar desde tierra los estaba iluminando. Aparecieron sendas columnas de humo que salieron proyectadas desde el suelo en dirección a los F-18. Malloy fue el primero en reaccionar.
-¡Misiles en el aire, misiles en el aire! ¡Romped, romped! - ordenó Malloy, pero aquello era más fácil de decir que de hacer. Con casi toda la carga, compuesta por 2 Sidewinders, un Maverick y 4 bombas de 1.000 libras, a baja altitud, y con las “recomendaciones” de no soltar la carga para no dejar de apoyar a las tropas de tierra, no era sencillo evadir a un SAM. De todas formas los F-18 comenzaron a virar todo lo que podían y, soltaron bengalas y “chaff” como posesos en un último intento por esquivar los misiles antiaéreos. El primer misil se confundió con los señuelos y pasó de largo, pero el segundo se centró en Caballo rojo cuatro y lo hizo saltar en mil pedazos, sin dar opción al piloto que lo tripulaba a poder saltar.
Malloy hubiese querido salir de allí ya, pero no podía, todavía tenía armas por lanzar, así que ordenó a sus compañeros que volviesen al ataque. Tenían que vengar a su compañero antes de llorarlo.
-Caballos Rojos, vamos a terminar esto. Pasada rápida, ¡vamos!
-Estoy contigo “Dallas”
-Me pego a tus 5 “Prince” - dijo Caballo Rojo 3.
-Bien, disparad ya.
Los blancos seguían activos en su HUD cuando volvieron a alinearse para el ataque y en rápida sucesión lanzaron los Mavericks que les quedaban. Malloy adelantó su palanca de gases a la vez que tiraba de la palanca de mando, y el Hornet ganó velocidad y altitud. Los otros dos Hornets le seguían de cerca. Desde esa posición el capitán pudo dar un rápido vistazo al frente, y su experto ojo le indicó cual era la mejor opción para soltar sus bombas para hacer daño sin exponerse demasiado a las defensas enemigas.
Allí delante, a sus 11, un grupo de BMP,s avanzaban disparando mientras pequeños puntitos que pululaban a su alrededor y que no podían ser otra cosa que soldados, fueron los escogidos para las Mk.83 de los aviones norteamericanos. Malloy anunció el blanco a sus compañeros y corrigió levemente el rumbo a la vez que cambiaba el armamento en el panel correspondiente y activaba el modo de bombardeo en el HUD. Los tres aparatos realizaron un suave y rápido picado, arrojando sobre los infortunados infantes y vehículos, un total de 6 toneladas de alto explosivo.
Al salir de la zona, y ya libres de tanto peso, los Hornets realizaron un pronunciado viraje a la izquierda, pero las trazadoras de dos ZSU-23/4 los acompañaron hasta que algunos proyectiles impactaron en el avión del teniente Spencer.
-Caballo Rojo 2. ¿”Prince” estas bien? - preguntó alarmado Malloy al ver salir humo de la parte trasera del avión de su punto.
-Un momento...creo...espera... parece que los mandos responden, pero van un poco duros.
-¿Puedes llegar a la base?
-No se, este cacharro comienza a temblar...estoy perdiendo algo de presión en el sistema hidráulico. No, no creo que pueda llegar.
-Esta bien, dirigite a Dhahran ¿podrás llegar?
-No lo se, pero lo intentaré, es la mejor opción – dijo “Prince” tras comprobar que apenas 70 millas le separaban de la castigada base aérea de Dhahan. - Pero ¿está operativa?
-Con que tenga un pequeño trozo de pista disponible debería bastarte, pero si tienes dudas, salta y no te arriesgues ¿entendido?
-Si, que haga lo que tu hiciste anteayer ¿no?
-No jodas teniente. Haz lo que te ordeno.
-De acuerdo, no sufras, no quiero ser un héroe muerto. Tengo que machacar muchos rusos todavía.
-Vale, eso me gusta más. Nosotros regresamos a la base para volver al combate. Nos vemos pronto. Buena suerte.
-Roger. Hasta luego Caballos Rojos.
Tras un viaje que parecía no acabarse nunca, finalmente “Prince” logró aterrizar su Hornet en apenas 450 metros de pista sin sufrir más daños. El joven piloto salió ileso y tras consultar con sus mandos en la base aérea de Kharj, se quedó en Dhahran mientras los mecánicos intentaban arreglar el Hornet. A 200 millas de allí, los dos F-18 restantes del VMFA-314 aterrizaban en su base y se preparaban para otra misión, mientras que los agotados pilotos corrían al lavabo con la vejiga a punto de reventar.
-Caballo rojo 1. Caballo rojo 1. Aquí Chalie Alpha 2. Tenemos blancos para ustedes. Iluminamos objetivos, tanques enemigos Tango siete dos.
-Recibido. Vamos con la primera pasada.
El capitán Malloy y el teniente Spencer se alinearon para lanzar sus misiles Maverick de guiado láser, mientras esperaban recibir los datos en su HUD de los controladores aéreos avanzados que desde tierra y con sus designadores láser portátiles, estaban apuntando a los T-72 soviéticos que tantos problemas les estaban causando aquel día.
Para “Dallas” y “Prince” aquella era la tercera misión desde que por la mañana habían comenzado a volar, para apoyar a las tropas de tierra a frenar a la “apisonadora” rusa. Estaban cansados, ya que apenas arrojaban sus armas sobre el enemigo, volvían, recargaban armas y combustible y volvían a salir. En el último regreso a su base, ni siquiera llegaron a salir de la cabina, ni repostaron combustible, ya que los equipos de tierra se limitaron a añadir un deposito suplementario en el soporte ventral y tras rearmarlos, les hicieron salir de nuevo. Las escasas 200 millas que los separaban de sus blancos, les ayudaba a no perder demasiado tiempo en el trayecto, pero al llegar a la zona de combate había que tomar precauciones ya que la actividad antiaérea enemiga era muy alta y la lucha entre los cazas de ambos bandos por aquella porción de cielo sobre donde tenía lugar la batalla terrestre era de una fiereza enorme, y aquello a Malloy le traía malos recuerdos de su derribo hacía apenas 48 horas. También la alta densidad de aviones propios entrando y saliendo en la zona, y lo extensa de esta, hacía complicado el maniobrar en un ambiente tan saturado, pero a pesar de todo, Malloy se sentía más cómodo volando bajo y atacando al enemigo en tierra, y aquello era precisamente lo que él y los 3 F-18 restantes de su escuadrón estaban haciendo por parejas en aquellos momentos.
-Blanco enganchado – anuncio Malloy tras que apareciera el símbolo de un objetivo en tierra que estaba siendo marcado por un láser y su AGM-65 le “dijera” que ya podía dispararlo. - ¡Rifle!
-¡Rifle! – dijo también “Prince” y, acto seguido los dos restantes pilotos también lanzaron su primer Maverick.
Antes de que los primeros misiles hubieran llegado a sus blancos, los pilotos cambiaron de objetivos gracias a que los controladores aéreos avanzados disponían de bastantes designadores, y pudieron preparar otro lanzamiento del segundo y último Maverick que les quedaba a cada uno.
Pero de pronto el equipo ESM se activó, un radar desde tierra los estaba iluminando. Aparecieron sendas columnas de humo que salieron proyectadas desde el suelo en dirección a los F-18. Malloy fue el primero en reaccionar.
-¡Misiles en el aire, misiles en el aire! ¡Romped, romped! - ordenó Malloy, pero aquello era más fácil de decir que de hacer. Con casi toda la carga, compuesta por 2 Sidewinders, un Maverick y 4 bombas de 1.000 libras, a baja altitud, y con las “recomendaciones” de no soltar la carga para no dejar de apoyar a las tropas de tierra, no era sencillo evadir a un SAM. De todas formas los F-18 comenzaron a virar todo lo que podían y, soltaron bengalas y “chaff” como posesos en un último intento por esquivar los misiles antiaéreos. El primer misil se confundió con los señuelos y pasó de largo, pero el segundo se centró en Caballo rojo cuatro y lo hizo saltar en mil pedazos, sin dar opción al piloto que lo tripulaba a poder saltar.
Malloy hubiese querido salir de allí ya, pero no podía, todavía tenía armas por lanzar, así que ordenó a sus compañeros que volviesen al ataque. Tenían que vengar a su compañero antes de llorarlo.
-Caballos Rojos, vamos a terminar esto. Pasada rápida, ¡vamos!
-Estoy contigo “Dallas”
-Me pego a tus 5 “Prince” - dijo Caballo Rojo 3.
-Bien, disparad ya.
Los blancos seguían activos en su HUD cuando volvieron a alinearse para el ataque y en rápida sucesión lanzaron los Mavericks que les quedaban. Malloy adelantó su palanca de gases a la vez que tiraba de la palanca de mando, y el Hornet ganó velocidad y altitud. Los otros dos Hornets le seguían de cerca. Desde esa posición el capitán pudo dar un rápido vistazo al frente, y su experto ojo le indicó cual era la mejor opción para soltar sus bombas para hacer daño sin exponerse demasiado a las defensas enemigas.
Allí delante, a sus 11, un grupo de BMP,s avanzaban disparando mientras pequeños puntitos que pululaban a su alrededor y que no podían ser otra cosa que soldados, fueron los escogidos para las Mk.83 de los aviones norteamericanos. Malloy anunció el blanco a sus compañeros y corrigió levemente el rumbo a la vez que cambiaba el armamento en el panel correspondiente y activaba el modo de bombardeo en el HUD. Los tres aparatos realizaron un suave y rápido picado, arrojando sobre los infortunados infantes y vehículos, un total de 6 toneladas de alto explosivo.
Al salir de la zona, y ya libres de tanto peso, los Hornets realizaron un pronunciado viraje a la izquierda, pero las trazadoras de dos ZSU-23/4 los acompañaron hasta que algunos proyectiles impactaron en el avión del teniente Spencer.
-Caballo Rojo 2. ¿”Prince” estas bien? - preguntó alarmado Malloy al ver salir humo de la parte trasera del avión de su punto.
-Un momento...creo...espera... parece que los mandos responden, pero van un poco duros.
-¿Puedes llegar a la base?
-No se, este cacharro comienza a temblar...estoy perdiendo algo de presión en el sistema hidráulico. No, no creo que pueda llegar.
-Esta bien, dirigite a Dhahran ¿podrás llegar?
-No lo se, pero lo intentaré, es la mejor opción – dijo “Prince” tras comprobar que apenas 70 millas le separaban de la castigada base aérea de Dhahan. - Pero ¿está operativa?
-Con que tenga un pequeño trozo de pista disponible debería bastarte, pero si tienes dudas, salta y no te arriesgues ¿entendido?
-Si, que haga lo que tu hiciste anteayer ¿no?
-No jodas teniente. Haz lo que te ordeno.
-De acuerdo, no sufras, no quiero ser un héroe muerto. Tengo que machacar muchos rusos todavía.
-Vale, eso me gusta más. Nosotros regresamos a la base para volver al combate. Nos vemos pronto. Buena suerte.
-Roger. Hasta luego Caballos Rojos.
Tras un viaje que parecía no acabarse nunca, finalmente “Prince” logró aterrizar su Hornet en apenas 450 metros de pista sin sufrir más daños. El joven piloto salió ileso y tras consultar con sus mandos en la base aérea de Kharj, se quedó en Dhahran mientras los mecánicos intentaban arreglar el Hornet. A 200 millas de allí, los dos F-18 restantes del VMFA-314 aterrizaban en su base y se preparaban para otra misión, mientras que los agotados pilotos corrían al lavabo con la vejiga a punto de reventar.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
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Relato. "1989. La Campaña del Golfo"
15 de agosto - continuación
La voz de Kukeev sonó en los auriculares del sargento Mokin.
-Reagrupaos. Formad en torno a mi tanque. Deprisa, el general quiere que hagamos otro intento más.
“Y ¿por que no lo encabeza él el próximo ataque?” se preguntó a si mismo el sargento, pero obviamente no dijo nada de eso.
-Recibido. “Granjero 1-7” se dirige al punto de reunión.
Cuando tras recorrer unos centenares de metros llego a la altura del tanque de Kukeev, le dio miedo ver que tan solo quedaban ocho tanques del batallón, y a los BMP,s no les había ido mucho mejor.
En total, a la división entera le restaban unos 47 tanques y menos de 60 BMP,s y BTR,s, debido a las grandes bajas que había sufrido en los combates de la mañana.
Tras haber recurrido el comandante de la 80ª División a su regimiento “doble”, el impulso se aceleró algo, pero los americanos aparecieron con sus M-113 “antitanque” algunos con afustes de misiles TOW y otros con misiles Dragon montados sobre el techo del APC “artesanalmente” pero también con infantes en pozos de tirador, con toda suerte de armas que utilizaron incluso a corta distancia, para dañar o incluso a veces destruir a los vehículos soviéticos, lo que volvió a ralentizar el avance de los T-72, pero sobre todo fue la aparición en el campo de batalla hacia mediodía de nuevos tanques, en este caso un batallón reducido de M-60 de la Guardia Nacional, desviados del combate principal para detener aquella peligrosa amenaza sobre el flanco de las divisiones pesadas del XVIII Cuerpo. Fue entonces cuando el comandante soviético, viendo las bajas que sufría y habiendo perdido todo control, hizo un alto en el avance y ordenó que sus tropas se replegaran unos cuatro kilómetros para reagruparse y volver al asalto. Fue la primera pausa y el primer reagrupamiento. El general echo mano de todo lo que tenía entonces y envió a la fuerza de reserva de la división. Las tropas de reconocimiento, antitanque e incluso ingeniero se unieron a la lucha, apoyados de nuevo por lo que quedaba de la artillería divisionaria. En un principio el ataque pareció evolucionar bien, pero de nuevo quedó estancado y desorganizado tras unos violentos intercambios de disparos y misiles que no hicieron sino ganar un par de kilómetros de desierto y perder un valioso tiempo. Ahora, en plena tarde de verano, volvían a reagruparse los tanques de la 80º para otro intento más.
Smakov y Chichulin estaban agotados y comenzaban a tener errores, y lo que era peor, a perder la moral y hacerse preguntas.
-¿Para que vamos a volver Aleksandr? La última vez ya nos han dado bien duro y hemos perdido muchos compañeros ¿Acaso no se dan cuenta?
-Y puede que los próximos seamos nosotros – sentenció el conductor. - No tendrían que obligarnos a cometer un suicidio ¿verdad sargento?
Mokin se encontraba entre la espada y la pared. Opinaba exactamente igual que sus compañeros. Estaba claro que no poseían la capacidad de fuego suficiente para destruir la resistencia enemiga, y con cada baja perdían más y más potencial, pero por otro lado él estaba al mando del tanque y era un suboficial del ejército rojo. No podía desobedecer una orden directa o se arriesgaría a que lo fusilaran si huía del combate o simulaba alguna avería.
-Vamos camaradas, un último intento – se obligó a decir – esta vez lo conseguiremos, o si no, ya quedará claro incluso para nuestro general que no podemos romper esas defensas. De una manera u otra las cosas han de mejorar, por lo que tratemos de salir con vida una vez más y mantened la concentración, que un error a estas alturas de la batalla nos puede costar muy caro.
Sus camaradas del tanque no dijeron nada aunque notaron el tono abatido de su sargento. De todas maneras no habían esperado que les hiciera caso, ambos sabían que no se arriesgaría a ser fusilado por las protestas de ellos dos.
-Artillero, recuento de munición – dijo Mokin para mantener ocupados a sus homrbes en algo de provecho.
-Cuatro proyectiles perforantes y diez de alto explosivo. Y todavía nos queda el misil.
-¿Combustible?
-Menos de un cuarto respondió el conductor. ¿No deberíamos reaprovisionarnos?
-Deberíamos, pero por lo visto no hay tiempo, así que lucharemos hasta que nos quedemos sin munición o sin gasolina.
-A la orden camarada.
Mokin tenía la escotilla abierta para que entrara algo de aire, y aunque sonara extraño en aquella calurosa tarde de agosto, y pese al humo y el fuego que envolvía el campo de batalla, se estaba más fresco fuera que dentro del carro. Se asomó oteando el horizonte en busca de aviones o helicópteros enemigos. Durante todo el día, habían sido una pesadilla y habían matado a un gran número de camaradas, pero creía que también habían recibido lo suyo, aunque al verlo a través de su visor, no podía discernir a que bando pertenecían los aviones que resultaban abatidos. Al menos, desde hacía ya un buen rato, les estaban dando una anhelada tregua. El sargento miró a sus compañeros de otros tanques y vio como algunos señalaban al noreste. El hizo lo mismo y contemplo una solida columna de arena desplazarse hacia su posición. Se alarmó durante unos instantes ¿Quienes eran aquellos que aparecían a sus espaldas? Pero el capitán Kukeev lo aclaró pronto por la radio.
-Camaradas, estamos de suerte. El alto mando ha decidido que este es un ataque de vital importancia y ha destinado un regimiento de tanques adicional. En cuanto lleguen a nuestra posición, formaremos para un nuevo ataque.
Se oyeron algunos vítores y exclamaciones de alegría por la emisora, antes de que el capitán ordenara prepararse para el combate.
Tras media hora, la formación de ataque estaba lista, y con el nuevo regimiento de la 14º División de Tanques añadido a la 80ª División Motorizada, (aunque de hecho debería ser al revés, ya que aquel regimiento de carros era ya de mayor tamaño que la división) se impartieron las ordenes de avanzar y el ataque se reanudó de nuevo, con “Granjero 1-7” en primera linea.
Esta vez Mokin había cargado el misil como primer disparo y cuando descubrieron la alta torreta de un M-60 que sobresalía del suelo a poco menos de tres kilómetros, ordenó a Smakov disparar.
El proyectil dio en el blanco y el tanque enemigo comenzó a arder, mientras el artillero cargaba un proyectil perforante. De nuevo los tanques y la infantería enemiga devolvía el fuego con todo lo que tenía. Un par de helicópteros Cobra de la 35º División norteamericana aparecieron sobre el campo de batalla destruyendo a dos tanques y un BTR antes de que uno de ellos fuera derribado por un misil SA-9 y obligara al otro aparato a retirarse.
Smakov vio un blanco.
-Sargento, tengo un M-1 al descubierto en la mira. Parece que tiene una cadena destrozada.
-Acaba con él – ordenó Mokin.
-Apuntando – respondió el artillero.
Pero cuando estaba a punto de disparar, el Abrams recibió un impacto. “Mierda” pensó Smakov “era mio”, pero cuando todavía seguía mirando al tanque enemigo en busca de efectos secundarios como fuego o explosiones, vio que el tanque giraba la torre y su cañón escupía un proyectil hacia algún lado a la derecha de “Granjero 1-7”.
-¡No está destruido! - dijo el tirador un poco asombrado.
-Pues acaba con él, vamos. Anton para el tanque.
-Ya voy...- y tras un par de segundos Smakov gritó - ...¡Fuego!
El proyectil impacto en la parte lateral de la torre y consiguió abrirse paso a través del blindaje y mató a dos de los ocupantes del carro, mientras que los otros dos eran malheridos. Una fina columna de humo saliendo de la torre y la ausencia de movimiento convenció a Mokin que aquel tanque estaba inoperativo.
-Sigue buscando blancos artillero – ordenó.
-Buscando objetivos, sargento.
-Conductor adelante rápido.
-A la orden camarada.
El combate se recrudecía por momentos, pero esta vez los norteamericanos no podían desgastar a los vehículos blindados enemigos tan rápido como antes, y sus propias bajas comenzaban a ser insoportables, y ya combatían en franca retirada. Sencillamente las fuerzas rusas eran demasiadas para ser contenidas.
-A toda velocidad camaradas – ordenó Kukeev desde “Granjero 1-1” - persigamos a los imperialistas y acabemos con ellos.
-“Granjero 1-7” te sigue detrás a tu derecha
-“Granjero 1-4” a la izquierda.
-Bien camaradas ¿alguien más...
De pronto Mokin vio como una estela de humo se acercaba al carro de Kukeev desde el cielo y lo alcanzaba de pleno. El tanque explotó y la torre salió despedida hacia lo alto.
-¡Joder! ¡Mierda! ¡Aviones enemigos! - anunció Mokin por la radio – Anton comienza a girar a un lado y a otro ¡ya!
-Recibido.
No hacía falta más para que el conductor del carro comenzara a zigzaguear para tratar de dificultar la puntería a los aviones enemigos, mientras el sargento intentaba sin éxito ver donde se encontraban los aviones agresores, pero lo único que vio fue como otro misil daba cuenta de otro tanque a su izquierda. Aquella era la pesadilla del sargento, un ataque de la aviación lanzado a muchos kilómetros de distancia contra el que poco o nada podía hacer, y en el que únicamente podía esperar que sus camaradas de las armas antiaéreas o de la aviación acabasen con ellos antes de que los aviones enemigos lo destruyesen. Pero esta vez tuvo suerte, ya que cuatro Mig-23 aparecieron en el cielo y ahuyentaron a los F-16 que estaban lanzando misiles Maverick. Y eso solo fue el preludio de lo mejor que estaba por venir. Aunque Mokin no pudo verlos al principio, ocho Su-25 llegaron a la zona y comenzaron a lanzar misiles y bombas sobre los tanques enemigos, y sobre sus pasos, aparecieron cuatro helicópteros Mi-24 que en unos minutos lanzaron todo lo que tenían, que no era poco. Parecía que por fin el alto mando había apostado seriamente por aquel ataque. Cuando el general ruso de la 80ª División pensaba que ya tenía la ruptura al alcance de su mano, nuevos refuerzos de tanques M-1 y algunos M-2 de la 24ª División de infantería se unieron a la lucha, logrando frenar la desbandada en que se estaba convirtiendo la retirada americana, y ralentizar el avance soviético.
Los combates, tanto en ese sector como en el que se enfrentaban las dos divisiones de la Guardia Nacional con los tanques de los ejércitos rusos que avanzaban por el eje costero, prosiguieron durante toda la tarde hasta que finalmente la noche y el agotamiento, impuso una pausa en los combates a las dos castigadas fuerzas acorazadas. Al final, el XVIII Cuerpo se había visto obligado a abandonar Al Jubail y retirarse a nuevas posiciones a medio camino entre esa ciudad y Dhahran, y con ellos todo el frente, acercándose peligrosamente a la linea roja trazada por el Pentágono y CINCCENT. Los rusos por su parte habían logrado contactar con los paracaidistas y ocupar las importantes instalaciones petroleras, a la vez que avanzaban tras los pasos norteamericanos.
Mokin y sus hombres había sobrevivido otro día más, y cuando solo le quedaban dos proyectiles por emplear y estaban en la reserva de combustible, su tanque sufrió un impacto en el faldón lateral y destrozó las cadenas del tren de rodaje izquierdo, pero como los soviéticos se habían adueñado del campo de batalla, pudieron recuperarlo para que fuera reparado en la retaguardia, mientras que los vehículos inmovilizados enemigos quedaron en manos rusas.
Durante toda la noche, y hasta las primeras horas de la madrugada, las dos enormes formaciones acorazadas estuvieron lamiéndose las heridas y preparándose para el encuentro definitivo que tendría lugar al día siguiente. Aquel día podría decirse que la batalla había sido una victoria rusa por puntos.
La voz de Kukeev sonó en los auriculares del sargento Mokin.
-Reagrupaos. Formad en torno a mi tanque. Deprisa, el general quiere que hagamos otro intento más.
“Y ¿por que no lo encabeza él el próximo ataque?” se preguntó a si mismo el sargento, pero obviamente no dijo nada de eso.
-Recibido. “Granjero 1-7” se dirige al punto de reunión.
Cuando tras recorrer unos centenares de metros llego a la altura del tanque de Kukeev, le dio miedo ver que tan solo quedaban ocho tanques del batallón, y a los BMP,s no les había ido mucho mejor.
En total, a la división entera le restaban unos 47 tanques y menos de 60 BMP,s y BTR,s, debido a las grandes bajas que había sufrido en los combates de la mañana.
Tras haber recurrido el comandante de la 80ª División a su regimiento “doble”, el impulso se aceleró algo, pero los americanos aparecieron con sus M-113 “antitanque” algunos con afustes de misiles TOW y otros con misiles Dragon montados sobre el techo del APC “artesanalmente” pero también con infantes en pozos de tirador, con toda suerte de armas que utilizaron incluso a corta distancia, para dañar o incluso a veces destruir a los vehículos soviéticos, lo que volvió a ralentizar el avance de los T-72, pero sobre todo fue la aparición en el campo de batalla hacia mediodía de nuevos tanques, en este caso un batallón reducido de M-60 de la Guardia Nacional, desviados del combate principal para detener aquella peligrosa amenaza sobre el flanco de las divisiones pesadas del XVIII Cuerpo. Fue entonces cuando el comandante soviético, viendo las bajas que sufría y habiendo perdido todo control, hizo un alto en el avance y ordenó que sus tropas se replegaran unos cuatro kilómetros para reagruparse y volver al asalto. Fue la primera pausa y el primer reagrupamiento. El general echo mano de todo lo que tenía entonces y envió a la fuerza de reserva de la división. Las tropas de reconocimiento, antitanque e incluso ingeniero se unieron a la lucha, apoyados de nuevo por lo que quedaba de la artillería divisionaria. En un principio el ataque pareció evolucionar bien, pero de nuevo quedó estancado y desorganizado tras unos violentos intercambios de disparos y misiles que no hicieron sino ganar un par de kilómetros de desierto y perder un valioso tiempo. Ahora, en plena tarde de verano, volvían a reagruparse los tanques de la 80º para otro intento más.
Smakov y Chichulin estaban agotados y comenzaban a tener errores, y lo que era peor, a perder la moral y hacerse preguntas.
-¿Para que vamos a volver Aleksandr? La última vez ya nos han dado bien duro y hemos perdido muchos compañeros ¿Acaso no se dan cuenta?
-Y puede que los próximos seamos nosotros – sentenció el conductor. - No tendrían que obligarnos a cometer un suicidio ¿verdad sargento?
Mokin se encontraba entre la espada y la pared. Opinaba exactamente igual que sus compañeros. Estaba claro que no poseían la capacidad de fuego suficiente para destruir la resistencia enemiga, y con cada baja perdían más y más potencial, pero por otro lado él estaba al mando del tanque y era un suboficial del ejército rojo. No podía desobedecer una orden directa o se arriesgaría a que lo fusilaran si huía del combate o simulaba alguna avería.
-Vamos camaradas, un último intento – se obligó a decir – esta vez lo conseguiremos, o si no, ya quedará claro incluso para nuestro general que no podemos romper esas defensas. De una manera u otra las cosas han de mejorar, por lo que tratemos de salir con vida una vez más y mantened la concentración, que un error a estas alturas de la batalla nos puede costar muy caro.
Sus camaradas del tanque no dijeron nada aunque notaron el tono abatido de su sargento. De todas maneras no habían esperado que les hiciera caso, ambos sabían que no se arriesgaría a ser fusilado por las protestas de ellos dos.
-Artillero, recuento de munición – dijo Mokin para mantener ocupados a sus homrbes en algo de provecho.
-Cuatro proyectiles perforantes y diez de alto explosivo. Y todavía nos queda el misil.
-¿Combustible?
-Menos de un cuarto respondió el conductor. ¿No deberíamos reaprovisionarnos?
-Deberíamos, pero por lo visto no hay tiempo, así que lucharemos hasta que nos quedemos sin munición o sin gasolina.
-A la orden camarada.
Mokin tenía la escotilla abierta para que entrara algo de aire, y aunque sonara extraño en aquella calurosa tarde de agosto, y pese al humo y el fuego que envolvía el campo de batalla, se estaba más fresco fuera que dentro del carro. Se asomó oteando el horizonte en busca de aviones o helicópteros enemigos. Durante todo el día, habían sido una pesadilla y habían matado a un gran número de camaradas, pero creía que también habían recibido lo suyo, aunque al verlo a través de su visor, no podía discernir a que bando pertenecían los aviones que resultaban abatidos. Al menos, desde hacía ya un buen rato, les estaban dando una anhelada tregua. El sargento miró a sus compañeros de otros tanques y vio como algunos señalaban al noreste. El hizo lo mismo y contemplo una solida columna de arena desplazarse hacia su posición. Se alarmó durante unos instantes ¿Quienes eran aquellos que aparecían a sus espaldas? Pero el capitán Kukeev lo aclaró pronto por la radio.
-Camaradas, estamos de suerte. El alto mando ha decidido que este es un ataque de vital importancia y ha destinado un regimiento de tanques adicional. En cuanto lleguen a nuestra posición, formaremos para un nuevo ataque.
Se oyeron algunos vítores y exclamaciones de alegría por la emisora, antes de que el capitán ordenara prepararse para el combate.
Tras media hora, la formación de ataque estaba lista, y con el nuevo regimiento de la 14º División de Tanques añadido a la 80ª División Motorizada, (aunque de hecho debería ser al revés, ya que aquel regimiento de carros era ya de mayor tamaño que la división) se impartieron las ordenes de avanzar y el ataque se reanudó de nuevo, con “Granjero 1-7” en primera linea.
Esta vez Mokin había cargado el misil como primer disparo y cuando descubrieron la alta torreta de un M-60 que sobresalía del suelo a poco menos de tres kilómetros, ordenó a Smakov disparar.
El proyectil dio en el blanco y el tanque enemigo comenzó a arder, mientras el artillero cargaba un proyectil perforante. De nuevo los tanques y la infantería enemiga devolvía el fuego con todo lo que tenía. Un par de helicópteros Cobra de la 35º División norteamericana aparecieron sobre el campo de batalla destruyendo a dos tanques y un BTR antes de que uno de ellos fuera derribado por un misil SA-9 y obligara al otro aparato a retirarse.
Smakov vio un blanco.
-Sargento, tengo un M-1 al descubierto en la mira. Parece que tiene una cadena destrozada.
-Acaba con él – ordenó Mokin.
-Apuntando – respondió el artillero.
Pero cuando estaba a punto de disparar, el Abrams recibió un impacto. “Mierda” pensó Smakov “era mio”, pero cuando todavía seguía mirando al tanque enemigo en busca de efectos secundarios como fuego o explosiones, vio que el tanque giraba la torre y su cañón escupía un proyectil hacia algún lado a la derecha de “Granjero 1-7”.
-¡No está destruido! - dijo el tirador un poco asombrado.
-Pues acaba con él, vamos. Anton para el tanque.
-Ya voy...- y tras un par de segundos Smakov gritó - ...¡Fuego!
El proyectil impacto en la parte lateral de la torre y consiguió abrirse paso a través del blindaje y mató a dos de los ocupantes del carro, mientras que los otros dos eran malheridos. Una fina columna de humo saliendo de la torre y la ausencia de movimiento convenció a Mokin que aquel tanque estaba inoperativo.
-Sigue buscando blancos artillero – ordenó.
-Buscando objetivos, sargento.
-Conductor adelante rápido.
-A la orden camarada.
El combate se recrudecía por momentos, pero esta vez los norteamericanos no podían desgastar a los vehículos blindados enemigos tan rápido como antes, y sus propias bajas comenzaban a ser insoportables, y ya combatían en franca retirada. Sencillamente las fuerzas rusas eran demasiadas para ser contenidas.
-A toda velocidad camaradas – ordenó Kukeev desde “Granjero 1-1” - persigamos a los imperialistas y acabemos con ellos.
-“Granjero 1-7” te sigue detrás a tu derecha
-“Granjero 1-4” a la izquierda.
-Bien camaradas ¿alguien más...
De pronto Mokin vio como una estela de humo se acercaba al carro de Kukeev desde el cielo y lo alcanzaba de pleno. El tanque explotó y la torre salió despedida hacia lo alto.
-¡Joder! ¡Mierda! ¡Aviones enemigos! - anunció Mokin por la radio – Anton comienza a girar a un lado y a otro ¡ya!
-Recibido.
No hacía falta más para que el conductor del carro comenzara a zigzaguear para tratar de dificultar la puntería a los aviones enemigos, mientras el sargento intentaba sin éxito ver donde se encontraban los aviones agresores, pero lo único que vio fue como otro misil daba cuenta de otro tanque a su izquierda. Aquella era la pesadilla del sargento, un ataque de la aviación lanzado a muchos kilómetros de distancia contra el que poco o nada podía hacer, y en el que únicamente podía esperar que sus camaradas de las armas antiaéreas o de la aviación acabasen con ellos antes de que los aviones enemigos lo destruyesen. Pero esta vez tuvo suerte, ya que cuatro Mig-23 aparecieron en el cielo y ahuyentaron a los F-16 que estaban lanzando misiles Maverick. Y eso solo fue el preludio de lo mejor que estaba por venir. Aunque Mokin no pudo verlos al principio, ocho Su-25 llegaron a la zona y comenzaron a lanzar misiles y bombas sobre los tanques enemigos, y sobre sus pasos, aparecieron cuatro helicópteros Mi-24 que en unos minutos lanzaron todo lo que tenían, que no era poco. Parecía que por fin el alto mando había apostado seriamente por aquel ataque. Cuando el general ruso de la 80ª División pensaba que ya tenía la ruptura al alcance de su mano, nuevos refuerzos de tanques M-1 y algunos M-2 de la 24ª División de infantería se unieron a la lucha, logrando frenar la desbandada en que se estaba convirtiendo la retirada americana, y ralentizar el avance soviético.
Los combates, tanto en ese sector como en el que se enfrentaban las dos divisiones de la Guardia Nacional con los tanques de los ejércitos rusos que avanzaban por el eje costero, prosiguieron durante toda la tarde hasta que finalmente la noche y el agotamiento, impuso una pausa en los combates a las dos castigadas fuerzas acorazadas. Al final, el XVIII Cuerpo se había visto obligado a abandonar Al Jubail y retirarse a nuevas posiciones a medio camino entre esa ciudad y Dhahran, y con ellos todo el frente, acercándose peligrosamente a la linea roja trazada por el Pentágono y CINCCENT. Los rusos por su parte habían logrado contactar con los paracaidistas y ocupar las importantes instalaciones petroleras, a la vez que avanzaban tras los pasos norteamericanos.
Mokin y sus hombres había sobrevivido otro día más, y cuando solo le quedaban dos proyectiles por emplear y estaban en la reserva de combustible, su tanque sufrió un impacto en el faldón lateral y destrozó las cadenas del tren de rodaje izquierdo, pero como los soviéticos se habían adueñado del campo de batalla, pudieron recuperarlo para que fuera reparado en la retaguardia, mientras que los vehículos inmovilizados enemigos quedaron en manos rusas.
Durante toda la noche, y hasta las primeras horas de la madrugada, las dos enormes formaciones acorazadas estuvieron lamiéndose las heridas y preparándose para el encuentro definitivo que tendría lugar al día siguiente. Aquel día podría decirse que la batalla había sido una victoria rusa por puntos.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- flanker33
- Teniente Coronel
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Relato. "1989. La Campaña del Golfo"
15 de agosto - continuación.
Faltaba una hora para la medianoche y el desanimo cundía en el cuartel general del Mando Central en Riad. El general Schwarzkopf se devanaba los sesos pensando en alguna solución impedir que los rusos consiguieran una victoria total al día siguiente, pero no era nada fácil. Las bajas estimadas del enemigo eran altas, pero el hecho que fueran estimaciones y que los rusos hubieran quedado en posesión del campo de batalla, le hacía casi imposible saber a ciencia cierta la magnitud real del daño causado al enemigo. Y no era raro, pensando que ni siquiera tenía una estimación fiables de sus propias perdidas, pero que de todas formas eran lo suficientemente graves para preocupar a todo el Estado Mayor. Nadie se hacía demasiadas ilusiones respecto a una próxima victoria, y se conformaban con negarla al enemigo, al menos durante unos días más, con la intención de solicitr más refuerzos al Pentágono, aviones, helicópteros, misiles antitanque, carros, lo que fuera que pudiese ayudar a desgastar y detener el avance enemigo. Era su única posibilidad en aquellos momentos...o no.
El general Schwarzkopf pidió silencio en la sala y hablo.
-Señores, ya saben como está la situación. Necesito opciones rápidas y eficaces, no es momento de medias tintas. Estoy pensando seriamente en un repliegue general hacia Riad para establecer una linea entre la capital y Dhahran y dejar solo fuerzas de cobertura al oeste de la capital. Eso acortaría la linea del frente y permitiría una mayor concentración de fuerzas, además estoy valorando llevar hacia el sector de Dhahran a todas las fuerzas americanas, y que los saudies, kuwaities y fuerzas del Golfo se hagan cargo de la capital y los europeos y egipcios de mantener la linea entre las dos fuerzas.
Todos vieron que era una solución desesperada, que si bien podía tener efecto a corto plazo, en cuestión de pocos días las fuerzas aliadas serían rodeadas y destruidas una por una, y mientras tanto no había tiempo para recibir refuerzos importantes. Nadie decía nada, así que el coronel Peabody, se armó de valor y tomó la palabra.
-General, caballeros, antes de que nuestras situación sea más desesperada, quizás haya llegado ya la hora...
Faltaba una hora para la medianoche y el desanimo cundía en el cuartel general del Mando Central en Riad. El general Schwarzkopf se devanaba los sesos pensando en alguna solución impedir que los rusos consiguieran una victoria total al día siguiente, pero no era nada fácil. Las bajas estimadas del enemigo eran altas, pero el hecho que fueran estimaciones y que los rusos hubieran quedado en posesión del campo de batalla, le hacía casi imposible saber a ciencia cierta la magnitud real del daño causado al enemigo. Y no era raro, pensando que ni siquiera tenía una estimación fiables de sus propias perdidas, pero que de todas formas eran lo suficientemente graves para preocupar a todo el Estado Mayor. Nadie se hacía demasiadas ilusiones respecto a una próxima victoria, y se conformaban con negarla al enemigo, al menos durante unos días más, con la intención de solicitr más refuerzos al Pentágono, aviones, helicópteros, misiles antitanque, carros, lo que fuera que pudiese ayudar a desgastar y detener el avance enemigo. Era su única posibilidad en aquellos momentos...o no.
El general Schwarzkopf pidió silencio en la sala y hablo.
-Señores, ya saben como está la situación. Necesito opciones rápidas y eficaces, no es momento de medias tintas. Estoy pensando seriamente en un repliegue general hacia Riad para establecer una linea entre la capital y Dhahran y dejar solo fuerzas de cobertura al oeste de la capital. Eso acortaría la linea del frente y permitiría una mayor concentración de fuerzas, además estoy valorando llevar hacia el sector de Dhahran a todas las fuerzas americanas, y que los saudies, kuwaities y fuerzas del Golfo se hagan cargo de la capital y los europeos y egipcios de mantener la linea entre las dos fuerzas.
Todos vieron que era una solución desesperada, que si bien podía tener efecto a corto plazo, en cuestión de pocos días las fuerzas aliadas serían rodeadas y destruidas una por una, y mientras tanto no había tiempo para recibir refuerzos importantes. Nadie decía nada, así que el coronel Peabody, se armó de valor y tomó la palabra.
-General, caballeros, antes de que nuestras situación sea más desesperada, quizás haya llegado ya la hora...
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
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- Soldado
- Mensajes: 46
- Registrado: 29 Ene 2012, 22:19
Relato. "1989. La Campaña del Golfo"
Ummm, voy a hacer una predicción. No habrá uso de armas nucleares tácticas: Israel intervendrá con su aviación, fuerzas acorazadas lo dudo mucho.
Por lo demás...
Por lo demás...
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