Sobre "El Libro Negro" he de reconocer que no la he visto. No sé, tal vez sea interesante, aunque no deja de ser una historia de holandeses, vista por holandeses y dirigida por un holandés.
En cuanto a los ajustes de cuentas de postguerra contra colaboracionistas, sí he podido descubrir unas cuantas fotos, muy pocas, por cierto.
Detención de ciudadanos holandeses acusados de colaboracionismo.Mujeres holandesas humilladas con el recurrente rapado al cero y listas para ser paseadas por las calles.Navegando por ahí, he extraído que, por ejemplo, con respecto a la relación entre la Alemania nazi y la Holanda de la época, parece ser que había esperanzas, por ambas partes, -más por parte alemana-, de convertir el asunto en una anexión/adhesión al estilo de Austria o Checoslovaquia; a fin de cuentas eran hermanos "raciales". Cuando analizas los primeros embates para la consecución de esta pretensión, parece que esta "hermandad" caló lo suficientemente hondo, y subyace una mezcla de un cierto conformismo holandés, con una forma algo confusa de adhesión a los idearios nacionalsocialistas. El sentimiento antimonárquico llegó a alcanzar importantes cifras, tal vez, nunca conocidas. La represión alemana fue muy tenue en los primeros años, aunque después, con asuntos como el trato a los judíos, que no forzosamente el "antisemitismo", terminaron por poner fin al idilio que les habían vendido. La aparición de la Resistencia holandesa llevó a los alemanes a cometer los errores de costumbre: ejecuciones masivas que no hacían más que empeorar su imagen. Y el nefasto devenir de Alemania en la guerra, hizo lo demás, haciendo que el cambio de chaqueta fuese deporte nacional. Es opinión personal, pero me da que la depuración de responsabilidades, el proceso de localización de colaboracionistas, se llevó a cabo, no obstante, con una cierta tibieza.
Sobre la Resistencia holandesa me ha llamado la atención el hecho de que, para algunos, fuese de tan escasa relevancia en el contexto global de la guerra. Se identifican claramente dos formas de resistencia partisana: la ejercida por los países del este, sobre todo la soviética y la yugoslava, y la occidental, francesa, belga y holandesa. Si las primeras ocupaban a decenas de divisiones alemanas en su desarticulación, distrayendo a ejércitos enteros, las segundas apenas tenían repercusión para el conjunto de las aspiraciones de los combatientes, al menos, comparativamente. Por supuesto, podemos añadir a la lista de las más beligerantes a las ejercidas en el otro frente, el asiático, donde partisanos chinos, indonesios y de otros lugares supusieron un serio problema para las pretensiones japonesas. Dicho de otro modo, si comparamos el sacrificio por la causa de la libertad de ambas formas de resistencia, las cifras de bajas entre civiles y partisanos; los actos de guerra con verdadera repercisión de los segundos frente a los primeros, son de risa.
Un plan que no puede modificarse, no es un buen plan.