La carga del Alcántara.
- tercioidiaquez
- Mariscal de Campo
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- Ubicación: En Empel, pasando frio.
No creo que el hecho sea por que sea un partido o de otro, aunque unos cargan obviamente más las tintas que otros.
Hace unos años, en Madrid, en un barrio de reciente construcción, ante el abandono del ayuntamiento (en esos momentos el alcalde era Álvarez del Manzano, aunque no sé si él llegó a conocer el caso) que no había puesto ni los nombres a las calles, los propios vecinos decidieron ponerle nombres.
Eligieron para ello, los nombres de los hasta entonces soldados españoles muertos en los Balcanes en misión de paz.
La reacción del ayuntamiento fue instantanea, quitar las placas porque decían que ellos no ponían nombres de militares a las calles. Eso fue lo que dijeron.
Lo que quiero decir, es que muchas todo esto, es una falta de cultura y de conocimiento de nuestra puñetera historia (la de España) y de unos complejos que no tienen en otros paises.
En Córcega, por ejemplo, una zona en la que la huella del nacionalismo es patente por los pueblos y las carreteras de la isla, mediante pintadas y carteles típicos pidiendo "independeciu" (más o menos en corso) no se ve ni una pintada ni una mancha en los monumentos a los caidos en las guerras mundiales, por Francia.
Spain is different.
Hace unos años, en Madrid, en un barrio de reciente construcción, ante el abandono del ayuntamiento (en esos momentos el alcalde era Álvarez del Manzano, aunque no sé si él llegó a conocer el caso) que no había puesto ni los nombres a las calles, los propios vecinos decidieron ponerle nombres.
Eligieron para ello, los nombres de los hasta entonces soldados españoles muertos en los Balcanes en misión de paz.
La reacción del ayuntamiento fue instantanea, quitar las placas porque decían que ellos no ponían nombres de militares a las calles. Eso fue lo que dijeron.
Lo que quiero decir, es que muchas todo esto, es una falta de cultura y de conocimiento de nuestra puñetera historia (la de España) y de unos complejos que no tienen en otros paises.
En Córcega, por ejemplo, una zona en la que la huella del nacionalismo es patente por los pueblos y las carreteras de la isla, mediante pintadas y carteles típicos pidiendo "independeciu" (más o menos en corso) no se ve ni una pintada ni una mancha en los monumentos a los caidos en las guerras mundiales, por Francia.
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“…Las piezas de campaña se perdieron; bandera de español ninguna…” Duque de Alba tras la batalla de Heiligerlee.
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- Cabo
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Tiene vuaced razón Tercio Idiaquez, tienen tal desconocimiento que.... juraito por dió ( dicho en canario) vi en Las Palmas, la calle , y cito "Suceso del Terrero), como si hubiere ocurrido algo en un terrero de lucha canaria, cuando es de suponer que se referian al Laureado Caballero Legionario : SUCESO TERREROS.
¡echael mojo!, como dirían mis bienamados canariones.
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"...quedan doce cargas de cañon, al oir la última fuego sobre nosotros..."
cmte.Benitez, Igeriben, 1921
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- Cabo
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siempre me pasa igual, le doy al enter y luego.... mas cosas. Pido disculpa a la dilecta concurrencia.
A vueltas con los nombres.... Incluso en la vieja Rusadir, la calle Teniente Coronel Seguí ahora es : Avenida de la Democracia, bonito nombre, pero...
Se lo podrian haber puesto a otra calle de las nuevas.
Y volviendo a los héroes de Alcántara, recuerdo en mi niñez que habia una callecita, que era un lateral de la vieja comandancia de la Guardia Civil, Calle Héroes de Alcántara, que siempre por el Santo Patrón de España y del Arma de Caballería, aparecía una corona de laurel en la placa. Con la desaparición de la vieja comandancia y el "despeje" de las murallas, ( ahora plaza de las culturas), la calle desapareció ( salvo que algun munícipe la trasladase a vayan vuesas mercedes a saber dónde),y esto en donde tiene su guarnición hace luengos años el glorioso regimiento
De vergüenza.
saludos vergonzosos desde la vieja Rusadir
PD. Menos mal que, creo porque ya no estoy seguro, sigue estanto la plza comandante Benitez, y las calles con nombres de héroes desde cabos a capitanes en el barrio de Calvo Sotelo).
A vueltas con los nombres.... Incluso en la vieja Rusadir, la calle Teniente Coronel Seguí ahora es : Avenida de la Democracia, bonito nombre, pero...
Se lo podrian haber puesto a otra calle de las nuevas.
Y volviendo a los héroes de Alcántara, recuerdo en mi niñez que habia una callecita, que era un lateral de la vieja comandancia de la Guardia Civil, Calle Héroes de Alcántara, que siempre por el Santo Patrón de España y del Arma de Caballería, aparecía una corona de laurel en la placa. Con la desaparición de la vieja comandancia y el "despeje" de las murallas, ( ahora plaza de las culturas), la calle desapareció ( salvo que algun munícipe la trasladase a vayan vuesas mercedes a saber dónde),y esto en donde tiene su guarnición hace luengos años el glorioso regimiento
De vergüenza.
saludos vergonzosos desde la vieja Rusadir
PD. Menos mal que, creo porque ya no estoy seguro, sigue estanto la plza comandante Benitez, y las calles con nombres de héroes desde cabos a capitanes en el barrio de Calvo Sotelo).
"...quedan doce cargas de cañon, al oir la última fuego sobre nosotros..."
cmte.Benitez, Igeriben, 1921
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benitez escribió: Y volviendo a los héroes de Alcántara, recuerdo en mi niñez que habia una callecita, que era un lateral de la vieja comandancia de la Guardia Civil, Calle Héroes de Alcántara, que siempre por el Santo Patrón de España y del Arma de Caballería, aparecía una corona de laurel en la placa. Con la desaparición de la vieja comandancia y el "despeje" de las murallas, ( ahora plaza de las culturas), la calle desapareció ( salvo que algun munícipe la trasladase a vayan vuesas mercedes a saber dónde),y esto en donde tiene su guarnición hace luengos años el glorioso regimiento
De vergüenza.
Querido amigo, pasas mucho tiempo entre salmuera, acido sulfurico y cosas de esas, y no te enteras de ná. Es broma, pero en tu prolongada ausencia de nuestra querida Rusadir, desapareció la mencionada calle, pero su nombre se ha trasladado a la calle que une la carretera de Nador con el Paseo Marítimo, donde curiosamente se encuentra el Cuartel del Regimiento, y a la derecha de la puerta del mismo, veras las placas que recuerdan la gesta de Primo de Ribera y los suyos, y donde esta todavía la corona de laurel que se puso el día 23/7.
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- Cabo
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amigo Alhucemas, como tu comprenderás no voy mirando los letreros de las calles, y menos en esa con el cruce con mala le.... que tiene con la entrada desde beni enzar. Mis disculpas . Lo de la placa si lo se . De todas formas muchas gracias por ilustrarme , como siempre
un abrazo
un abrazo
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cmte.Benitez, Igeriben, 1921
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- Sargento
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- Registrado: 09 Abr 2004, 17:52
Las cargas del Glorioso Alcántara durante la retirada llevada a cabo por los restos del ejército africano desde la posición de Anual hasta Monte Arruit, va más allá de las cuatro dadas en los alrededores del cauce seco del Igan. Ahí va un resumen del libro de Bellido Andreu sobre el Alcántara en el Desastre.
LOS ESCUADRONES ANTES DEL DESASTRE
Con anterioridad al día 21, las fuerzas operativas de Alcántara estaban compuestas y distribuidas de la siguiente manera: cinco escuadrones de sables y uno de Ametralladoras sumando un número aproximado de 650 hombres. Debido a la caída de Abarrán el primero de junio, el regimiento es concentrado en Dar Drius, donde permanecerán hasta el día 15 de Julio. Desde esta fecha hasta el 19, fueron emplazados en las siguientes posiciones:
• 1º. Escuadrón: Segangan
• 2º. Escuadrón: Dar Drius
• 3º. Escuadrón: Zoco el Telata
• 4º. Escuadrón: Zoco el Telata
• 5º. Escuadrón: Ben Tieb
• Escuadrón Ametralladoras: Dar Drius
El 5º Escuadrón, con Plaza en Ben Tieb, prestaba el servicio de protección al convoy a Anual, lugar donde tuvo que pernoctar el 17 (caída de Igueriben). Además, había más personal con los destinos de Plaza y Cuerpo en Melilla. También es preciso señalar que, a parte de los citados, existía personal del Alcántara en otros destacamentos, como:
• Ishafen: 8 Soldados montados
• Segangan: Acuartelamiento del Regimiento, donde había un sargento y dieciocho hombres, donde se daba cuidado al ganado enfermo.
• Zoco el Telata: Una sección del 5º Escuadrón, al mando del sargento Benavent y 32 de tropa, quedará después de la concentración previa a la retirada.
El día 19 de Julio, comienza la concentración del Regimiento en Dar Drius, llegando en este día el 3º y 4º escuadrones, siendo el día 20 cuando llega el primero. Quedan bajo las órdenes del Teniente Coronel Primo de Rivera, ya que el Coronel del Regimiento tenía que prestar el servicio de Jefe de la Circunscripción, rotativo entre los Coroneles allí destinados. El 5º Escuadrón queda en Ben Tieb realizando el servicio antes señalado.
21 de Julio
En este día, con motivo de la llegada del General Silvestre, cinco escuadrones del Alcántara, bajo el mando del Teniente Coronel Primo de Rivera, se dirigen al amanecer hacia Anual. Estos escuadrones, en un principio, iban a formar parte de la columna que se había organizado para el socorro de Igueriben, que finalmente no llegaría a tener lugar.
Al llegar a Izumar el Comandante General, se baja del coche y realiza el descenso a caballo, escoltado por el Regimiento, posiblemente como medida de cara a levantar la moral de las Tropas.
Cuando bajaban desde Izumar, y al pasar por el encajonamiento se les ordena que se despojen de todo cuanto les pudiera entorpecer la marcha, quedando con montura pelada ante una posible acción en aquellas abruptas tierras.
Llegados a Anual, el segundo Jefe de la Comandancia, General Navarro, se hallaba dirigiendo una operación con objeto de proporcionar suministros a Igueriben, y en último caso, liberar la posición evacuando a todo el personal que bajo el mando del Comandante Benítez, todavía estuviera resistiendo.
Dado que el Comandante Benítez exigía vía heliógrafo al Comandante General cumpliera con su obligación como mando y echándole en cara su incapacidad para socorrer una posición que se hallaba a 4 kilómetros del grueso de la fuerza, Silvestre ordena que se dispusiera todo el Regimiento de Caballería para cargar contra el enemigo, poniéndose él personalmente al frente del mismo, con todo su Estado Mayor. Sin embargo, finalmente se le convence de que no diera inicio a tamaña locura, ya que es imposible realizar esa acción dada la resistencia rifeña, por lo que, afligido y hundido moralmente, Silvestre desiste en la aplicación de la misma.
Únicamente el Escuadrón de Ametralladoras entró en posición, dada que su misión era batir por el fuego cubriendo las cargas propias.
Siendo todos los presentes testigos, cayó Igueriben y su glorioso el infante comandante Benítez. Y llegadas las seis de las tarde, regresa el Regimiento a Dar Drius, por el llamado atajo de Izumar. Al inicio de la salida de esta posición, una sección del tercer escuadrón, que iba en cabeza, se ve obligado a echar pie en tierra ya empezaron a recibir fuego enemigo. Una vez pasado este punto, el Regimiento volvió a iniciar marcha, llegando a Drius sin más novedad, destacando que el 5º Escuadrón quedó en su campamento de Ben Tieb.
Al finalizar el día, se ordena al Tcol Primo de Rivera que, al día siguiente, llevaría a cabo la misión de dar protección a una columna de ingenieros con la misión de fortificar una posición que iba a ser designada por un capitán de la Policía indígena, situada entre Yebel Uddía y la Posición “B”.
22 de Julio
Sale en este día el Regimiento, como anteriormente habíamos comentado, para dar seguridad a la columna que se iba a formar para realizar las obras de fortificación de la posición intermedia.
Llegados al punto fijado por el Capitán Fortea, de la Policía indígena, se dirigen hacia el monte los escuadrones 3º y de ametralladoras, para dar seguridad desde ese punto. El 5º escuadrón da protección desde las alturas que hay a la derecha de la carretera, mientras que el 1º y 2º escuadrones se quedan en unos olivos próximos a la posición de Izumar y el 4º a retaguardia, en el centro de la carretera.
Mientras tanto, el desastre como tal había comenzado, y Silvestre ordena a Primo de Rivera se adelante un poco más, para proteger la columna que marchaba desde Anual.
Desde Ben Tieb llega un suboficial del Regimiento con la orden de que Primo de Rivera adelantara su posición para proteger la retirada. Los trabajos se suspenden sin que se haya establecido la posición. En ese preciso instante llegan en enorme avalancha, en completo desorden, confundidos y procedentes de Anual, las distintas Armas y Cuerpos.
El enemigo recorría los montes a gran velocidad por Tauarda, entre Yebel Udía y la Posición “A”, con objeto de cortar el paso siendo la columna tiroteada por ambos flancos y a retaguardia.
Es entonces cuando el Teniento Coronel Primo de Rivera dice: “La situación, como ustedes verán, es crítica. Ha llegado el momento de sacrificarse por la Patria, cumpliendo la sacratísima misión de nuestra Arma. Que cada ocupe su puesto y cumpla con su deber”.
Se ordenó que, pistola en mano, se dirigieran a contener aquella turba alocada, quienes, ante la presencia del regimiento formado en línea, fueron recobrando la calma. Sin embargo, dado lo accidentado del lugar, hubo individuos que aprovechaban los barrancos para continuar con su inútil huída. Dada la cercanía del enemigo y que era imposible detener y organizar adecuadamente semejante marabunta, el regimiento se vio obligado a tomar varias posiciones en alturas que circundaban el camino para detener mejor el avance enemigo.
Allí permaneció el regimiento hasta que hubo pasado gran parte de la columna de Anual, sosteniendo el fuego con los sublevados y la Harka enemiga. Según órdenes enemigas, Primo de Rivera dio la orden de retirada, comenzando el repliegue de los Escuadrones.
El Teniente Coronel Primo de Rivero reunió a los escuadrones y, después de arengarles, situó secciones en sitios estratégicos a derecha e izquierda del camino, las que, protegidas por los escuadrones que en orden escalonado – por saltos sucesivos – les servían de apoyo, sirvieron de base de la extrema retaguardia, dejando siempre espacio entre la columna que por la carretera se retiraba y la situación de los escuadrones para garantizar por completo su seguridad. De esta forma, el Regimiento evitó que la columna de Anual fuera exterminada antes de llegar a Ben Tieb.
Entre las posiciones “A” y ”B” el comandante Llamas Martín, de Regulares, encontró a Primo de Rivera realizando esta operación de retardo, quien envió a uno de sus escuadrones a proteger la retirada por el flanco derecho, encontrándose con la sorpresa de que el enemigo eran las dos mías de Policía indígena que habían ido en protección de los trabajos de la posición intermedia, que habían desertado de sus puestos.
Finalmente el Alcántara llegó a Ben Tieb, sin dejar atrás ni un solo hombre, recogiendo por el camino del desastre aquellos heridos que se iba encontrando a su paso. De las bajas tenidas por el Regimiento en el transcurso de estos acontecimientos, tanto el Expediente Picasso como el Juicio Contradictorio llevado a cabo durante el estudio de la concesión de la Corbata de San Fernando al Regimiento no revelan claramente el grado de compromiso de la Unidad, ya que los diversos personajes interrogados por los respectivos redactores no aclaran quién cayó y dónde.
Llegados a Ben Tieb, las fuerzas del Alcántara formaron un cordón que impedía la disgregación de los que iban llegando, conteniendo a los dispersos que buscaban abandonar las unidades y reorganizar las fuerzas para no sembrar pánico en Dar Drius. De hecho, tal acto lo realizaron con sable en mano de cara a persuadir a aquellos que tuvieran en mente realizar un acto tal alocado.
Reorganizado el Regimiento, inicia la marcha hacia Dar Drius, a excepción del 5º Escuadrón, quien recogerá su impedimenta y protegerá la retirada de las unidades desde este punto hasta Dar Drius. Los heridos que había en Ben Tieb, fueron acondicionados en algunos de los caballos del Alcántara, continuando la marcha.
La columna fue hostigada durante el corto trayecto, realizando el Alcántara varias cargas, llegando al choque con el enemigo varias veces, haciéndole retroceder y consiguiendo entre la columna dar confianza y seguridad a los que se retiraban.
Es ya por la tarde cuando se ordena abandonar la posición de Ben Tieb por aquellas unidades que todavía quedaban en aquella localidad. Correspondió a una sección del 5º Escuadrón de Voluntarios del Alcántara la misión de desplegar y cargar contra aquellos elementos enemigos que batían con sus fusiles a los restos que recorrían los ocho kilómetros de separación entre esta localidad y Dar Drius.
A mitad de camino, el 4º Escuadrón alcanza a la columna, con la misión de proporcionar la ayuda que fuera necesaria para cumplimentar la operación que se había puesto en marcha.
Esa misma noche, el general Navarro ordena que el ganado que no fuera útil fuera evacuado a Batel, protegido por un Escuadrón del Regimiento. Para llevar a cabo esta misión, se escogió de cada escuadrón los 25 caballos y jinetes que se encontraban en peores condiciones de resistencia. Cada sección estaría mandada por un oficial con orden de continuar con el ganado sobrante de artillería a Melilla, quedando el escuadrón que se había organizado en Zeluán.
A las ocho de la tarde sale dicha columna, con un total de 700 hombres, la mayor parte de ellos sin armas. Los hombres de dicho escuadrón tienen la experiencia de la desbandada de Anual, y han de evitar por todos los medios que se repita, otra vez, lo ocurrido ese día.
Llegada la noche, el general Navarro ordena que sea el Alcántara quien se encargue de le seguridad del campamento. Nuestros jinetes, sin haber quitado sus monturas, ni dar agua al ganado, ni haber comido ellos, salen pie a tierra una sección de cada escuadrón, con la misión de realizar el servicio de patrullas, durante media noche, momento en el cual serían relevados por otras secciones, que terminaron la noche.
23 DE JULIO
Cuenta la Tradición sobre este día del desastre que, los cornetas del Alcántara tocaron diana, todos juntos en círculo, como si tuvieran constancia de que lo harían por última vez.
A las cuatro de la mañana se informa que se iba a evacuar la posición, siendo a las seis cuando el quinto escuadrón realiza el servicio de descubierta. A las siete de la mañana se ordena a la 1ª sección del primer escuadrón dar protección a la aguada que se realizaba hasta el río Kert.
Más o menos a esa misma hora, se le ordena al Primo de Rivera que su regimiento a de dar seguridad en la evacuación de las posición que se hallaban avanzadas a Drius.
El Regimiento da las primeras cargas del día cerca de las posiciones de Ain Kert y Ababda, durante la evacuación de estas posiciones, regresando a Drius, sin ser molestados por el enemigo.
Llegados a Drius, el general Navarro vuelve a ordenar que el Alcántara inicie la protección de la columna que se retira de Drius, con el apoyo de dos baterías. Sin embargo, todavía había escuadrones realizando servicios de protección al repliegue de aquellos destacamentos que todavía no habían sido evacuados, como la columna que venía de Cheif. Dicha columna se distinguió ya que logró realizar una retirada escalonada, no sin pocas bajas, pero que había conseguido mantener al enemigo a raya. Ejemplo que no se siguió el resto de la jornada.
Cerca de Drius, dicha columna se encuentra con Primo de Rivera mandando dos escuadrones cargando por dos veces contra el enemigo y persiguiéndolo con fuego, restableciendo dicha columna su marcha hacia Drius, llegando sin más novedad.
Es digno de reseñar que el Regimiento a su llegada a Drius fuera recibido con aclamaciones y vítores por la labor que estaba realizando hasta ese instante.
La guarnición de Karra Midar inicia a media mañana su salida de la posición que se encontraban ocupando, cuando empezaron a recibir fuego por parte de los rifeños. En las proximidades del río Kert el apoya una sección de Caballería, que consigue que dicha guarnición alcance Drius sin más problemas.
Hacia las once y media, vuelve el Alcántara a salir de Drius con toda la fuerza. Se dirige en esta ocasión a proteger la retirada de las posiciones de Tafersit y Azib de Midar, momento en el cual vuelve a la carga y hace huir en desbandada a aquellos moros que se encontraban hostigando a las unidades que se dirigían a Drius.
Hacia la una, se ordena al Regimiento que vuelva a salir para dar protección a los camiones y ambulancias que circulaban por la carretera de Batel, y que habían sido atacados por el enemigo. Dichos camiones se hallaban atascados en el Igan cuando fueron atacadas violentamente por numeroso enemigo que estaba apostado en el cauce de la rambla.
El regimiento forma con el 5º escuadrón a la derecha de la carretera, el 4º a la izquierda de la carretera y los 1º, 2º , 3º y ametralladoras a continuación. Superada Uestia, el 2º recibe fuego que le obliga a hacer pie a tierra. Nada más rebasar esta posición, situada al otro lado del río, recibe tanto fuego que el 2º escuadrón tuvo que echar pie a tierra y hacer combate a pie así como, igualmente, el 4º que, con el de Ametralladoras, para impedir que el enemigo envolviera la carretera por Uestia e interceptara el paso.
El regimiento había seguido avanzando, sosteniendo nutrido fuego con el enemigo, bastante numeroso, que aparecía por todas partes, parapetado en las casas, chumberas y pinchos; librando continuos combates con los que trataban de impedir el paso; combatiendo, a pie y a caballo; y manteniéndole alejado con las cargas que, en cuanto había ocasión y por estar próximos, se daban.
En esta disposición llegaron al Igan, distante ocho kilómetros de Dar Drius, encontrándose a tres camiones que, con heridos, se habían tenido que volver para no correr la suerte que otros tres, cuyos heridos habían sido rematados por el enemigo.
A su llegada, al galope, fueron recibidos por el enemigo con fuego intenso, lanzándose sobre ellos al aire de carga, llegando el enemigo hasta las riendas de los caballos, y consiguiendo desalojarlo de sus posiciones.
Consiguieron, cargando contra el enemigo, muy superior en número, desalojarle del paso del río, manteniendo las distancias y permitiendo el paso de las fuerzas que estaban detenidas y las que sucesivamente fueron llegando, protegiéndolas y librándolas de caer en poder del enemigo.
Se consiguió el objetivo llegando a los camiones de heridos excepto los que, cuando llegaron los escuadrones, ya habían sido volcados en la carretera y muertos sus ocupantes. El Alcántara se vio forzado a sostener duros combates, a pie y a caballo, con el enemigo, al que infligió duro castigo, sin que decayese la moral un momento, no obstante lo difícil que se hizo la situación y las grandes pérdidas habidas.
Conseguido el objetivo se ordenó el regreso a Drius y, al llegar a dos kilómetros de dicha posición, como se viera que la posición estaba ya ardiendo y que la columna salía de ella, se volvió otra vez a tomar la dirección de Batel. Se ordenó a que parte del Regimiento regresará hacia las unidades que se replegaban hacia Melilla para protegerles de aquellas posiciones enemigas que pudieran ser otra vez tomadas con objeto de hacer blanco sobre la columna.
La cantidad de enemigo emboscado en ambos flancos de la carretera obligó a los jinetes de Alcántara a rudos combates en los que perdieron la mayor parte de sus efectivos, teniendo que retirarse a Batel para reorganizarse y dar reposo al ganado, muy necesitado de él desde el día 19 en que no había dejado de combatir y marchar.
Una vez replegada la columna de Cheif, Primo de Rivera con sus fuerzas, recibió orden de proteger la evacuación de los heridos que, al pasar frente al poblado de Busada, eran atacadas las ambulancias por los moros. En este servicio fue ocupada toda la mañana, hasta que al mediodía, o poco más tarde, se retiró a descansar a la posición de Batel, por cansancio de tropa y ganado, y allí esperó la llegada de la columna de Drius que llegó hacia las siete de la tarde.
24 de julio – 9 de agosto
Comienza la que, en aquellas fechas, fue la última actuación del Alcántara como regimiento. Después de ella, pero no antes, se puede decir que la Caballería había quedado aniquilada. Los escuadrones habían perdido su organización, resultando un aglomerado de fuerzas más que una unidad definitiva, sin embargo, el Espíritu seguía siendo el mismo. Las bajas que, tanto en hombres como en ganado, sufrieron los escuadrones del Alcántara, imposibilitaron a estas fuerzas actuar como jinetes pero, la gran moral de que estaban animadas, las hizo aptas para luchar como infantes, similar a los que antaño fueran Dragones Arcabuceros.
Aquella noche, una parte de Alcántara pernoctó en Batel; otros componentes siguieron a Tistutín, donde quedaron alojados en un almacén de esparto, próximo a la estación, en unión de la batería ligera; y un tercer grupo continuó hasta Zeluán.
El día 29 de julio entre 50 y 60 jinetes del Alcántara se harán cargo de la defensa de la puerta de la posición, alentados por su bravo Teniente Coronel, quien animará al resto de la posición a hacer frente a las adversidades y carestías del momento.
El enemigo hostiga la posición, haciendo imposible el conseguir agua, vital sobretodo en aquella calurosa estación. El bombardeo continuo consigue que, desgraciadamente, el día 6 de agosto Primo de Rivera sea herido a causa de las esquirlas de un proyectil de artillería. Teniendo que serle amputado el brazo con navaja de barbero y ninguna anestesia que le hiciera soportable semejante suplicio. La herida, sin ninguna asepsia engangrena rápidamente, muriendo nuestro ilustre héroe dos días más tarde a causa de la misma.
El Alma de la defensa había fallecido, y con él la moral de la posición quedaba hecha añicos; ya que apenas 24 horas más tarde Monte Arruit se rendiría. Y con la rendición, la matanza, la masacre, el deshonor.
Saludos.
LOS ESCUADRONES ANTES DEL DESASTRE
Con anterioridad al día 21, las fuerzas operativas de Alcántara estaban compuestas y distribuidas de la siguiente manera: cinco escuadrones de sables y uno de Ametralladoras sumando un número aproximado de 650 hombres. Debido a la caída de Abarrán el primero de junio, el regimiento es concentrado en Dar Drius, donde permanecerán hasta el día 15 de Julio. Desde esta fecha hasta el 19, fueron emplazados en las siguientes posiciones:
• 1º. Escuadrón: Segangan
• 2º. Escuadrón: Dar Drius
• 3º. Escuadrón: Zoco el Telata
• 4º. Escuadrón: Zoco el Telata
• 5º. Escuadrón: Ben Tieb
• Escuadrón Ametralladoras: Dar Drius
El 5º Escuadrón, con Plaza en Ben Tieb, prestaba el servicio de protección al convoy a Anual, lugar donde tuvo que pernoctar el 17 (caída de Igueriben). Además, había más personal con los destinos de Plaza y Cuerpo en Melilla. También es preciso señalar que, a parte de los citados, existía personal del Alcántara en otros destacamentos, como:
• Ishafen: 8 Soldados montados
• Segangan: Acuartelamiento del Regimiento, donde había un sargento y dieciocho hombres, donde se daba cuidado al ganado enfermo.
• Zoco el Telata: Una sección del 5º Escuadrón, al mando del sargento Benavent y 32 de tropa, quedará después de la concentración previa a la retirada.
El día 19 de Julio, comienza la concentración del Regimiento en Dar Drius, llegando en este día el 3º y 4º escuadrones, siendo el día 20 cuando llega el primero. Quedan bajo las órdenes del Teniente Coronel Primo de Rivera, ya que el Coronel del Regimiento tenía que prestar el servicio de Jefe de la Circunscripción, rotativo entre los Coroneles allí destinados. El 5º Escuadrón queda en Ben Tieb realizando el servicio antes señalado.
21 de Julio
En este día, con motivo de la llegada del General Silvestre, cinco escuadrones del Alcántara, bajo el mando del Teniente Coronel Primo de Rivera, se dirigen al amanecer hacia Anual. Estos escuadrones, en un principio, iban a formar parte de la columna que se había organizado para el socorro de Igueriben, que finalmente no llegaría a tener lugar.
Al llegar a Izumar el Comandante General, se baja del coche y realiza el descenso a caballo, escoltado por el Regimiento, posiblemente como medida de cara a levantar la moral de las Tropas.
Cuando bajaban desde Izumar, y al pasar por el encajonamiento se les ordena que se despojen de todo cuanto les pudiera entorpecer la marcha, quedando con montura pelada ante una posible acción en aquellas abruptas tierras.
Llegados a Anual, el segundo Jefe de la Comandancia, General Navarro, se hallaba dirigiendo una operación con objeto de proporcionar suministros a Igueriben, y en último caso, liberar la posición evacuando a todo el personal que bajo el mando del Comandante Benítez, todavía estuviera resistiendo.
Dado que el Comandante Benítez exigía vía heliógrafo al Comandante General cumpliera con su obligación como mando y echándole en cara su incapacidad para socorrer una posición que se hallaba a 4 kilómetros del grueso de la fuerza, Silvestre ordena que se dispusiera todo el Regimiento de Caballería para cargar contra el enemigo, poniéndose él personalmente al frente del mismo, con todo su Estado Mayor. Sin embargo, finalmente se le convence de que no diera inicio a tamaña locura, ya que es imposible realizar esa acción dada la resistencia rifeña, por lo que, afligido y hundido moralmente, Silvestre desiste en la aplicación de la misma.
Únicamente el Escuadrón de Ametralladoras entró en posición, dada que su misión era batir por el fuego cubriendo las cargas propias.
Siendo todos los presentes testigos, cayó Igueriben y su glorioso el infante comandante Benítez. Y llegadas las seis de las tarde, regresa el Regimiento a Dar Drius, por el llamado atajo de Izumar. Al inicio de la salida de esta posición, una sección del tercer escuadrón, que iba en cabeza, se ve obligado a echar pie en tierra ya empezaron a recibir fuego enemigo. Una vez pasado este punto, el Regimiento volvió a iniciar marcha, llegando a Drius sin más novedad, destacando que el 5º Escuadrón quedó en su campamento de Ben Tieb.
Al finalizar el día, se ordena al Tcol Primo de Rivera que, al día siguiente, llevaría a cabo la misión de dar protección a una columna de ingenieros con la misión de fortificar una posición que iba a ser designada por un capitán de la Policía indígena, situada entre Yebel Uddía y la Posición “B”.
22 de Julio
Sale en este día el Regimiento, como anteriormente habíamos comentado, para dar seguridad a la columna que se iba a formar para realizar las obras de fortificación de la posición intermedia.
Llegados al punto fijado por el Capitán Fortea, de la Policía indígena, se dirigen hacia el monte los escuadrones 3º y de ametralladoras, para dar seguridad desde ese punto. El 5º escuadrón da protección desde las alturas que hay a la derecha de la carretera, mientras que el 1º y 2º escuadrones se quedan en unos olivos próximos a la posición de Izumar y el 4º a retaguardia, en el centro de la carretera.
Mientras tanto, el desastre como tal había comenzado, y Silvestre ordena a Primo de Rivera se adelante un poco más, para proteger la columna que marchaba desde Anual.
Desde Ben Tieb llega un suboficial del Regimiento con la orden de que Primo de Rivera adelantara su posición para proteger la retirada. Los trabajos se suspenden sin que se haya establecido la posición. En ese preciso instante llegan en enorme avalancha, en completo desorden, confundidos y procedentes de Anual, las distintas Armas y Cuerpos.
El enemigo recorría los montes a gran velocidad por Tauarda, entre Yebel Udía y la Posición “A”, con objeto de cortar el paso siendo la columna tiroteada por ambos flancos y a retaguardia.
Es entonces cuando el Teniento Coronel Primo de Rivera dice: “La situación, como ustedes verán, es crítica. Ha llegado el momento de sacrificarse por la Patria, cumpliendo la sacratísima misión de nuestra Arma. Que cada ocupe su puesto y cumpla con su deber”.
Se ordenó que, pistola en mano, se dirigieran a contener aquella turba alocada, quienes, ante la presencia del regimiento formado en línea, fueron recobrando la calma. Sin embargo, dado lo accidentado del lugar, hubo individuos que aprovechaban los barrancos para continuar con su inútil huída. Dada la cercanía del enemigo y que era imposible detener y organizar adecuadamente semejante marabunta, el regimiento se vio obligado a tomar varias posiciones en alturas que circundaban el camino para detener mejor el avance enemigo.
Allí permaneció el regimiento hasta que hubo pasado gran parte de la columna de Anual, sosteniendo el fuego con los sublevados y la Harka enemiga. Según órdenes enemigas, Primo de Rivera dio la orden de retirada, comenzando el repliegue de los Escuadrones.
El Teniente Coronel Primo de Rivero reunió a los escuadrones y, después de arengarles, situó secciones en sitios estratégicos a derecha e izquierda del camino, las que, protegidas por los escuadrones que en orden escalonado – por saltos sucesivos – les servían de apoyo, sirvieron de base de la extrema retaguardia, dejando siempre espacio entre la columna que por la carretera se retiraba y la situación de los escuadrones para garantizar por completo su seguridad. De esta forma, el Regimiento evitó que la columna de Anual fuera exterminada antes de llegar a Ben Tieb.
Entre las posiciones “A” y ”B” el comandante Llamas Martín, de Regulares, encontró a Primo de Rivera realizando esta operación de retardo, quien envió a uno de sus escuadrones a proteger la retirada por el flanco derecho, encontrándose con la sorpresa de que el enemigo eran las dos mías de Policía indígena que habían ido en protección de los trabajos de la posición intermedia, que habían desertado de sus puestos.
Finalmente el Alcántara llegó a Ben Tieb, sin dejar atrás ni un solo hombre, recogiendo por el camino del desastre aquellos heridos que se iba encontrando a su paso. De las bajas tenidas por el Regimiento en el transcurso de estos acontecimientos, tanto el Expediente Picasso como el Juicio Contradictorio llevado a cabo durante el estudio de la concesión de la Corbata de San Fernando al Regimiento no revelan claramente el grado de compromiso de la Unidad, ya que los diversos personajes interrogados por los respectivos redactores no aclaran quién cayó y dónde.
Llegados a Ben Tieb, las fuerzas del Alcántara formaron un cordón que impedía la disgregación de los que iban llegando, conteniendo a los dispersos que buscaban abandonar las unidades y reorganizar las fuerzas para no sembrar pánico en Dar Drius. De hecho, tal acto lo realizaron con sable en mano de cara a persuadir a aquellos que tuvieran en mente realizar un acto tal alocado.
Reorganizado el Regimiento, inicia la marcha hacia Dar Drius, a excepción del 5º Escuadrón, quien recogerá su impedimenta y protegerá la retirada de las unidades desde este punto hasta Dar Drius. Los heridos que había en Ben Tieb, fueron acondicionados en algunos de los caballos del Alcántara, continuando la marcha.
La columna fue hostigada durante el corto trayecto, realizando el Alcántara varias cargas, llegando al choque con el enemigo varias veces, haciéndole retroceder y consiguiendo entre la columna dar confianza y seguridad a los que se retiraban.
Es ya por la tarde cuando se ordena abandonar la posición de Ben Tieb por aquellas unidades que todavía quedaban en aquella localidad. Correspondió a una sección del 5º Escuadrón de Voluntarios del Alcántara la misión de desplegar y cargar contra aquellos elementos enemigos que batían con sus fusiles a los restos que recorrían los ocho kilómetros de separación entre esta localidad y Dar Drius.
A mitad de camino, el 4º Escuadrón alcanza a la columna, con la misión de proporcionar la ayuda que fuera necesaria para cumplimentar la operación que se había puesto en marcha.
Esa misma noche, el general Navarro ordena que el ganado que no fuera útil fuera evacuado a Batel, protegido por un Escuadrón del Regimiento. Para llevar a cabo esta misión, se escogió de cada escuadrón los 25 caballos y jinetes que se encontraban en peores condiciones de resistencia. Cada sección estaría mandada por un oficial con orden de continuar con el ganado sobrante de artillería a Melilla, quedando el escuadrón que se había organizado en Zeluán.
A las ocho de la tarde sale dicha columna, con un total de 700 hombres, la mayor parte de ellos sin armas. Los hombres de dicho escuadrón tienen la experiencia de la desbandada de Anual, y han de evitar por todos los medios que se repita, otra vez, lo ocurrido ese día.
Llegada la noche, el general Navarro ordena que sea el Alcántara quien se encargue de le seguridad del campamento. Nuestros jinetes, sin haber quitado sus monturas, ni dar agua al ganado, ni haber comido ellos, salen pie a tierra una sección de cada escuadrón, con la misión de realizar el servicio de patrullas, durante media noche, momento en el cual serían relevados por otras secciones, que terminaron la noche.
23 DE JULIO
Cuenta la Tradición sobre este día del desastre que, los cornetas del Alcántara tocaron diana, todos juntos en círculo, como si tuvieran constancia de que lo harían por última vez.
A las cuatro de la mañana se informa que se iba a evacuar la posición, siendo a las seis cuando el quinto escuadrón realiza el servicio de descubierta. A las siete de la mañana se ordena a la 1ª sección del primer escuadrón dar protección a la aguada que se realizaba hasta el río Kert.
Más o menos a esa misma hora, se le ordena al Primo de Rivera que su regimiento a de dar seguridad en la evacuación de las posición que se hallaban avanzadas a Drius.
El Regimiento da las primeras cargas del día cerca de las posiciones de Ain Kert y Ababda, durante la evacuación de estas posiciones, regresando a Drius, sin ser molestados por el enemigo.
Llegados a Drius, el general Navarro vuelve a ordenar que el Alcántara inicie la protección de la columna que se retira de Drius, con el apoyo de dos baterías. Sin embargo, todavía había escuadrones realizando servicios de protección al repliegue de aquellos destacamentos que todavía no habían sido evacuados, como la columna que venía de Cheif. Dicha columna se distinguió ya que logró realizar una retirada escalonada, no sin pocas bajas, pero que había conseguido mantener al enemigo a raya. Ejemplo que no se siguió el resto de la jornada.
Cerca de Drius, dicha columna se encuentra con Primo de Rivera mandando dos escuadrones cargando por dos veces contra el enemigo y persiguiéndolo con fuego, restableciendo dicha columna su marcha hacia Drius, llegando sin más novedad.
Es digno de reseñar que el Regimiento a su llegada a Drius fuera recibido con aclamaciones y vítores por la labor que estaba realizando hasta ese instante.
La guarnición de Karra Midar inicia a media mañana su salida de la posición que se encontraban ocupando, cuando empezaron a recibir fuego por parte de los rifeños. En las proximidades del río Kert el apoya una sección de Caballería, que consigue que dicha guarnición alcance Drius sin más problemas.
Hacia las once y media, vuelve el Alcántara a salir de Drius con toda la fuerza. Se dirige en esta ocasión a proteger la retirada de las posiciones de Tafersit y Azib de Midar, momento en el cual vuelve a la carga y hace huir en desbandada a aquellos moros que se encontraban hostigando a las unidades que se dirigían a Drius.
Hacia la una, se ordena al Regimiento que vuelva a salir para dar protección a los camiones y ambulancias que circulaban por la carretera de Batel, y que habían sido atacados por el enemigo. Dichos camiones se hallaban atascados en el Igan cuando fueron atacadas violentamente por numeroso enemigo que estaba apostado en el cauce de la rambla.
El regimiento forma con el 5º escuadrón a la derecha de la carretera, el 4º a la izquierda de la carretera y los 1º, 2º , 3º y ametralladoras a continuación. Superada Uestia, el 2º recibe fuego que le obliga a hacer pie a tierra. Nada más rebasar esta posición, situada al otro lado del río, recibe tanto fuego que el 2º escuadrón tuvo que echar pie a tierra y hacer combate a pie así como, igualmente, el 4º que, con el de Ametralladoras, para impedir que el enemigo envolviera la carretera por Uestia e interceptara el paso.
El regimiento había seguido avanzando, sosteniendo nutrido fuego con el enemigo, bastante numeroso, que aparecía por todas partes, parapetado en las casas, chumberas y pinchos; librando continuos combates con los que trataban de impedir el paso; combatiendo, a pie y a caballo; y manteniéndole alejado con las cargas que, en cuanto había ocasión y por estar próximos, se daban.
En esta disposición llegaron al Igan, distante ocho kilómetros de Dar Drius, encontrándose a tres camiones que, con heridos, se habían tenido que volver para no correr la suerte que otros tres, cuyos heridos habían sido rematados por el enemigo.
A su llegada, al galope, fueron recibidos por el enemigo con fuego intenso, lanzándose sobre ellos al aire de carga, llegando el enemigo hasta las riendas de los caballos, y consiguiendo desalojarlo de sus posiciones.
Consiguieron, cargando contra el enemigo, muy superior en número, desalojarle del paso del río, manteniendo las distancias y permitiendo el paso de las fuerzas que estaban detenidas y las que sucesivamente fueron llegando, protegiéndolas y librándolas de caer en poder del enemigo.
Se consiguió el objetivo llegando a los camiones de heridos excepto los que, cuando llegaron los escuadrones, ya habían sido volcados en la carretera y muertos sus ocupantes. El Alcántara se vio forzado a sostener duros combates, a pie y a caballo, con el enemigo, al que infligió duro castigo, sin que decayese la moral un momento, no obstante lo difícil que se hizo la situación y las grandes pérdidas habidas.
Conseguido el objetivo se ordenó el regreso a Drius y, al llegar a dos kilómetros de dicha posición, como se viera que la posición estaba ya ardiendo y que la columna salía de ella, se volvió otra vez a tomar la dirección de Batel. Se ordenó a que parte del Regimiento regresará hacia las unidades que se replegaban hacia Melilla para protegerles de aquellas posiciones enemigas que pudieran ser otra vez tomadas con objeto de hacer blanco sobre la columna.
La cantidad de enemigo emboscado en ambos flancos de la carretera obligó a los jinetes de Alcántara a rudos combates en los que perdieron la mayor parte de sus efectivos, teniendo que retirarse a Batel para reorganizarse y dar reposo al ganado, muy necesitado de él desde el día 19 en que no había dejado de combatir y marchar.
Una vez replegada la columna de Cheif, Primo de Rivera con sus fuerzas, recibió orden de proteger la evacuación de los heridos que, al pasar frente al poblado de Busada, eran atacadas las ambulancias por los moros. En este servicio fue ocupada toda la mañana, hasta que al mediodía, o poco más tarde, se retiró a descansar a la posición de Batel, por cansancio de tropa y ganado, y allí esperó la llegada de la columna de Drius que llegó hacia las siete de la tarde.
24 de julio – 9 de agosto
Comienza la que, en aquellas fechas, fue la última actuación del Alcántara como regimiento. Después de ella, pero no antes, se puede decir que la Caballería había quedado aniquilada. Los escuadrones habían perdido su organización, resultando un aglomerado de fuerzas más que una unidad definitiva, sin embargo, el Espíritu seguía siendo el mismo. Las bajas que, tanto en hombres como en ganado, sufrieron los escuadrones del Alcántara, imposibilitaron a estas fuerzas actuar como jinetes pero, la gran moral de que estaban animadas, las hizo aptas para luchar como infantes, similar a los que antaño fueran Dragones Arcabuceros.
Aquella noche, una parte de Alcántara pernoctó en Batel; otros componentes siguieron a Tistutín, donde quedaron alojados en un almacén de esparto, próximo a la estación, en unión de la batería ligera; y un tercer grupo continuó hasta Zeluán.
El día 29 de julio entre 50 y 60 jinetes del Alcántara se harán cargo de la defensa de la puerta de la posición, alentados por su bravo Teniente Coronel, quien animará al resto de la posición a hacer frente a las adversidades y carestías del momento.
El enemigo hostiga la posición, haciendo imposible el conseguir agua, vital sobretodo en aquella calurosa estación. El bombardeo continuo consigue que, desgraciadamente, el día 6 de agosto Primo de Rivera sea herido a causa de las esquirlas de un proyectil de artillería. Teniendo que serle amputado el brazo con navaja de barbero y ninguna anestesia que le hiciera soportable semejante suplicio. La herida, sin ninguna asepsia engangrena rápidamente, muriendo nuestro ilustre héroe dos días más tarde a causa de la misma.
El Alma de la defensa había fallecido, y con él la moral de la posición quedaba hecha añicos; ya que apenas 24 horas más tarde Monte Arruit se rendiría. Y con la rendición, la matanza, la masacre, el deshonor.
Saludos.
Flectere si nequeo superos, acheronta movebo
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Un relato de la carga de Alcantara:
La muerte heróica de un Educando de Banda
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DEDICATORIA: A los gloriosos jinetes del Regimiento de Caballería “ALCÁNTARA” Nº14 (Veterinarios y Educandos incluidos), que en la tarde del 23 de Julio de 1921, ofrendaron su vida a la Patria, al cumplirse el LXXXV Aniversario de su heroico y sublime sacrificio.
La monjita que acompañaba al muchacho, en uno de los primeros días de Enero de 1921, hasta el acuartelamiento del Regimiento de Caballería “Cazadores de Alcántara” Nº 14, era la misma que catorce años atrás se encontraba de guardia junto al torno del hospicio donde era depositado un niño en un cesto de mimbre y con una nota escrita a lápiz donde con cierta dificultad podía leerse: “Este niño no ha sido bautizado, cuiden de él por amor de Dios y hagan que el día de mañana sea un hombre honrado y de provecho”. Durante el trayecto, la monja iba recordando esa fria noche de Enero de 1907, cuando, medio adormilada en su guardia, creyó sentir el tintineo de la campanita, producido por el desplazamiento circular del torno al girar sobre sus goznes, así como los pasos presurosos al alejarse, de la persona que había depositado en él la cesta con el niño en su interior. Y este era el muchacho, todavía un niño, que educado por la comunidad religiosa del benéfico centro durante sus primeros 14 años, camina hoy a su lado con cierta tristeza reflejada en sus ojos, al tener que abandonar el centro donde se crió, pero con la alegría que le producía el saber que, si todo iba bien, ese mismo día podría vestir el honroso uniforme de la Caballería Española; ya que desde meses atrás y esperando tener cumplida la edad reglamentaria, había venido manifestando su deseo de “sentar plaza” como educando de banda para luego seguir la honrosa carrera de las armas y poder alcanzar con su esfuerzo y estudio los nobles y honrados galones de Suboficial Maestro de Banda del Arma de Caballería. Empleo éste, que ya habían alcanzado varios de sus mas antiguos compañeros del hospicio, para honra, satisfacción y estímulo de esta noble, caritativa y benéfica Institución.
No hubo problema alguno en la filiación del muchacho. El Coronel prometió a la monjita que podía marcharse tranquila, ya que desde ese momento el chico quedaba bajo su protección y al amparo del glorioso Estandarte del Regimiento. Reconocido por el capitán médico y declarado “útil y apto” para el servicio de las armas, el chico fue filiado como “Educando de Banda” voluntario, por un período de cuatro años y “sin opción a premio”. En el mismo acto, el Sr. Coronel ordenó al Suboficial Maestro de Banda del Regimiento que se hiciera cargo del nuevo educando, al que iniciaría en la enseñanza de los toques de clarín y de trompeta reglamentarios en la Caballería y de cuyos progresos le tuviese puntualmente informado. Esto, sin menoscabo de la asistencia del muchacho a las Academias Regimentales para que siguiera progresando en el noble arte de la escritura, la lectura y las cuatro reglas fundamentales de la aritmética. Ordena finalmente el Coronel al Subayudante, que por la sastrería del Cuerpo se le confeccione un uniforme de paseo al nuevo educando adecuado a su edad y estatura.
Han transcurrido ya seis meses desde aquél día y ahora estamos en el mes de Julio del citado año 1921. El Regimiento de Cazadores de Alcántara se encuentra destacado, en misiones de campaña, en las desérticas llanura de Annual, Zona Oriental del Protectorado de España en el Norte de África. Durante los días 21 y 22 del citado mes de Julio –días tristísimos para la Patria- se ha producido el derrumbamiento de la Comandancia General de Melilla, y la propia plaza de Soberanía española ha estado a punto de caer bajo las hordas rifeñas, sublevadas contra España por el cabecilla Abd-el-Krim. De la Península, acuden en socorro de la plaza melillense varios batallones de Infantería y con la mayor urgencia se trasladan también hasta Melilla, desde la Zona Occidental del Protectorado, los Regulares de González Tablas y el TERCIO DE EXTRANJEROS al mando de su jefe, el Teniente Coronel Don José Millán Terreros.
En Annual nuestras tropas han sido masacradas por las cábilas de harqueños declarados en rebeldía, y la desesperación, el pánico y el desaliento han cundido entre nuestros soldados y han llevado a la deserción de la mayor parte de unidades indígenas que servían bajo nuestra bandera. El Comandante General de Melilla, Don Manuel Fernández Silvestre ha muerto, al parecer disparando su pistola contra el enemigo, aunque su cadáver nunca fue encontrado.(1) Esforzándose en impedir esta insólita desbandada han caído con honor los coroneles Manella y Morales, encuadrados ambos a las órdenes directas del Comandante General. La palabra “Desastre”en esta ocasión, reviste con toda intensidad su cruda acepción terminológica.
El General de Brigada de Caballería Don Felipe Navarro y Ceballos-Escalera, 2º Jefe de la Comandancia General asume el mando y concentra las dispersas tropas en Dar Drius, para intentar desde allí la retirada a las sucesivas posiciones de El Batel y Tistutin (donde comienza el ferrocarril minero que facilitará la evacuación de heridos y enfermos hasta Melilla), para enlazar posteriormente con Monte Arruit y esperar allí, en posición defensiva, la llegada de refuerzos urgentemente solicitados. A las tres de la tarde del día 23 de Julio, el General Navarro ordena la retirada hacia la posición de“El Batel”, si bien preocupado sobremanera por el bajo estado moral de las tropas con el consiguiente detrimento de la disciplina. De la protección de la columna encarga al Regimiento de Caballería “ALCÁNTARA” Nº 14, que tras la muerte heroica de su coronel Don Francisco Manella Corrales, ha tomado el mando, el Teniente Coronel Don Fernando Primo de Rivera y Orbaneja, ilustre jefe del Arma de Caballería, Profesor de Equitación Militar y hermano menor del Teniente General de sus mismos apellidos. Don Fernando sabe que la papeleta que le ha encargado el general es de difícil solución. En una palabra, el cumplimiento de la misión implica que el Regimiento se ha de sacrificar, si preciso fuere, en beneficio del resto de sus compañeros de armas. En el Regimiento, a nadie se le oculta la gravedad de la misión encomendada.
Puesta en marcha la columna, escoltada por los escuadrones de “Alcántara”nuestras tropas avanzan sin novedad, si bien y a poco de comenzar el avance ya tiene el Regimiento que dar su primera carga, pues un pequeño convoy, con los heridos mas graves , estaba siendo atacado por los harqueños. El teniente coronel manda cargar a uno de sus escuadrones, haciendo replegarse al enemigo y consiguiendo que el convoy se abra paso y llegue sin novedad a Melilla. Sobre las cuatro de la tarde, y tras una hora de marcha , la columna logra alcanzar el cauce del Rio Igán, que en este mes de Julio baja completamente seco. Allí han tendido los moros una emboscada a la columna y de improviso el fuego rifeño se hace patente desde los montes y laderas cercanas. El enemigo, muy superior en número y crecido por la victoria sobre nuestras tropas en Abarrán, Igueriben y Annual, ataca decidido sobre nuestros desmoralizados efectivos. El Teniente Coronel Primo de Rivera sabe que ha llegado la hora del sacrificio. El Regimiento entero sucumbirá, si es necesario, para que la columna pueda progresar hasta alcanzar “El Batel”. Reagrupado el Regimiento, el teniente coronel manda que los escuadrones formen en “línea de a cuatro”, para acto seguido, con su voz fuerte y bien timbrada, arengar a sus soldados: “Ha llegado para nosotros la hora del sacrificio. Que cada cual cumpla con su deber. Si no lo hacéis, vuestras madres, vuestras novias, todas las mujeres españolas dirán que somos unos cobardes. Vamos a demostrar que no lo somos”.
El joven educando de nuestra historia que habíamos dejado recién filiado el día de su ingreso en el Regimiento, pese a su juventud y al corto tiempo que lleva en el mismo, actúa ya como “trompeta o clarín de órdenes”, y ocupa su puesto en formación “a dos largos de caballo y a la izquierda” del que monta el jefe, esperando con el clarín pegado a los labios la orden de este para dar los toque reglamentarios. Intuyendo que hoy va a ser un día de gloria para el Regimiento, ha adornado su clarín de mando con vestiduras de gala, figurando en su anverso bellamente bordadas las armas de la Caballería y en el reverso, sobre fondo blanco la Cruz flordelisada de la Orden de Alcántara, bordada en verde, que da nombre al Regimiento. El Teniente Coronel lo mira fijamente y compadecido quizás por su extrema juventud, le ordena retirarse a retaguardia junto al resto de la banda, pues no lo necesita, le dice, toda vez que mandará el Regimiento “ a la voz”. El joven trompetilla hace como que obedece y simula retirarse, pero en su mente resuena aún con fuerza la fórmula de su reciente juramento al Estandarte, en lo que dice de “Obedecer y respetar siempre a vuestros jefes, no abandonarles nunca...”. Y si había jurado esto ¿cómo iba él a “abandonar” a su Teniente Coronel en estos momentos de peligro?. Jamás lo haría, sino podía combatir como educando lo haría como soldado, pues ya dejó de ser un niño el día que vistió el honroso uniforme de la Caballería.
Puesto el Regimiento al paso, el Teniente Coronel desenvaina y a la voz ordena a sus escuadrones :¡Saquen... Sables!, y los sables de los jinetes de “Alcántara” brillan refulgentes cual rayos cegadores al salir de sus vainas, mientras golpean con sus espuelas los ijares de sus caballos para pasar “al trote” y alcanzar poco después el galope. De nuevo suena potente la voz del Teniente Coronel Primo de Rivera ordenando: ¡Para cargar! . Y acto seguido da la voz ejecutiva : ¡Carguen! ¡VIVA ESPAÑA!. Como un alud impetuoso la masa de jinetes arremete contra los harqueños recibiendo al descrestar un nutrido fuego de fusilería, que hace aumentar el galope hasta convertirse en un huracán desenfrenado. El combate adquiere una fiereza descomunal. Las cargas se suceden pero el enemigo es muy superior en número y además domina perfectamente el medio y conoce palmo a palmo el terreno en que combate. Las bajas en los escuadrones empiezan a ser muy numerosas. Nuestro trompetilla de órdenes, con el clarín colgado a la espalda, clava las espuelas a su caballo y combatiendo como soldado, su sable, al que su débil brazo le cuesta trabajo sostener, se abate terrible buscando una y otra vez el cuerpo del enemigo. Pero ahora, un golpe seco en el pecho seguido de un fuerte dolor junto al corazón, le hacen tambalearse en el caballo al haber sido alcanzado por una bala rifeña . Derribado al fin, la vista se le nubla y a su mente acude la imagen de una bella mujer que le sonríe y le llama con cariño a su lado. La dama que así se le presenta en su mente febril no es otra que su madre a quien nunca conoció. Después la oscuridad, el vacío, la nada. El joven educando había dejado de existir. De su cuello aún pende su clarín engalanado, salpicado ahora por la sangre tan generosamente derramada.
A estas alturas del combate, el Regimiento ha sufrido un gran quebranto. (también las bajas de los rifeños son muy numerosas). Exhaustos jinetes y caballos por las cargas que llevan dadas, el tormento de la sed se hace insoportable. Una oscura costra formada por el polvo y el sudor surcaba el curtido rostro de los jinetes de Alcántara, denotando bien a las claras las varias horas de feroz refriega soportadas bajo el ardiente sol africano. El desánimo parece que empieza a cundir entre los soldados. Y es en estos momentos de suprema angustia, cuando el Teniente Coronel Primo de Rivera, erguido majestuosamente sobre su caballo “Vendimiar”, un magnífico ejemplar español “pura sangre”,que el ilustre jefe maneja con singular maestría , arenga de nuevo a sus soldados y les pide un postrer sacrificio: El Regimiento va a dar su última carga (la octava); si bien, y dado el grado de extenuación de jinetes y caballos, se va a producir un hecho histórico en los anales de la Caballería. El Regimiento, altamente disminuido por el gran número de bajas, va a dar esta última carga con los caballos ¡Al paso! .
En la extrema retaguardia se encuentra formada a caballo la banda Regimental integrada por 13 jovencísimos “Educandos de Trompeta” – a los que hay que deducir la baja del trompetilla de nuestra historia tan gloriosamente caído- , y al mando del Suboficial Maestro de Banda del Regimiento. Se encuentra también formados en retaguardia, los tres Oficiales Veterinarios, junto al Capellán(2) y al Teniente Médico. Enfrascado el “pater” en reconfortar espiritualmente a los soldados moribundos, y esforzándose el médico en curar a los heridos y aliviar sus sufrimientos; todo ello bajo el fuego enemigo y con los precarios medios clínicos de que dispone.
Enardecidos por la vibrante arenga de su Teniente Coronel, los escuadrones de “Alcántara” vuelven de nuevo sobre los moros, pero – como se ha dicho- a estas alturas del combate, las fuerzas van faltando y los caballos apenas si responden a las espuelas de sus jinetes. Carga por última vez “al paso” el Regimiento, adentrándose con brío entre las zarzas y parapetos de los rifeños y bajo una lluvia de encendidas balas. Muchos de los jinetes caen derribados en tierra y aún se defienden, sable en mano, del enemigo que les rodea. Atentos a la arenga del Jefe del Regimiento, y expectantes ante el cariz que está tomando la desigual pelea, los tres Alféreces Veterinarios (Veterinarios Terceros en la denominación oficial) saben que ha llegado también para ellos la hora del sacrificio. Pese a ser “Oficiales Facultativos” (sin mando de armas) tienen profundamente arraigado el sentimiento de que, por encima de todo, son Oficiales del Regimiento de “Alcántara”, que en esta tarde del 23 de Julio, y en estos momentos de gravísimo peligro para su Regimiento, van a intentar conciliar lo aprendido en sus respectivas Facultades de Veterinaria con la asignatura sublime del amor a España, representada en la defensa del glorioso Estandarte del Regimiento; y así, transformados en un momento en Oficiales de Caballería, intentan cubrir las numerosas bajas de sus compañeros del Arma, cargando con brío contra las posiciones rifeñas. Esa tarde, el Cuerpo de Veterinaria Militar se cubrió de gloria merced al valor y al arrojo de tres de sus mas modestos representantes: Los Alféreces DON JUAN MONTERO MONTERO, DON VIDAL PLATÓN BUENO Y DON EDUARDO CABALLERO MORALES, ofrendando estos dos últimos su vida a la Patria al morir heróicamente en la acción de tan señalado día. ( Tan sólo unos dias mas tarde y en la heroica defensa de Zeluán encontraron también gloriosa muerte los Oficiales Veterinarios Don Enrique Ortiz de Landázuri, Don Luis del Valle Cuevas y Don Tomás López Sánchez; ¡GLORIA Y HONOR PARA ELLOS ¡)(3)
Al fin los esfuerzos de Primo de Rivera y el brío y el tesón puesto de manifiesto por los bravos soldados y oficiales de “ALCÁNTARA” se ven culminados con el éxito. Duramente quebrantados los rifeños por el férreo castigo infligido por nuestros soldados que en impetuosa carga han irrumpido de nuevo entre sus filas, les obliga a ceder ante el terreno replegándose.
Cumplida la misión, cuando ya las sombras de la noche se han hecho patentes sobre el límpido cielo africano, los escuadrones se van incorporando poco a poco hacia la posición de “El Batel”,- muchos de los extenuados soldados marchan a pie, llevando de la brida a su no menos extenuado caballo- donde ya la columna del General Navarro había logrado alcanzar la posición, a costa eso sí, de la casi total destrucción de sus hermanos de Caballería. Entre los que marchan a pie, y mezclado con sus soldados, figura el Teniente Coronel Primo de Rivera, a quien han matado a su corcel “Vendimiar” y ha rehusado aceptar las ofertas de cederle el suyo los soldados que aún lo conservan. Al anochecer de aquel fatídico 23 de Julio de 1921 “ALCÁNTARA”había dejado de ser un Regimiento, pero el Libro de la Historia le abriría desde entonces una de sus mas brillantes páginas.
De los 691 hombres que formaban el Regimiento al toque de diana, al pasar la reglamentaria lista de Retreta en la noche de ese dia 23 de Julio , 541 habían muerto en combate, 5 habían sido heridos (los moros remataron con feroz crueldad a muchos soldados heridos), y 78 quedaron prisioneros de los harqueños. TOTAL: 624 bajas. Sólo 67 jinetes extenuados consiguieron alcanzar la posición de El Batel. Entre los muertos, los 13 jovencísimos trompetas que formaban la banda, y entre ellos, como se ha relatado, el joven educando de nuestra historia. (4)
Epílogo Emotivo.- No tardó el Teniente Coronel Primo de Rivera en acudir al encuentro de sus soldados caídos sobre las ardientes arenas marroquíes. Milagrosamente ileso (aunque una bala rifeña, como se ha visto, le mató a su caballo) en los combates del día 23 de Julio, sin embargo, tan sólo unos días mas tarde y cuando se encontraba sobre el parapeto colaborando activamente en la defensa de la posición de “Monte Arruit”, una granada de cañón le destrozaba un brazo que un cirujano militar tuvo que amputarle sin anestesia ni material adecuado (parece ser que utilizó para la amputación una navaja de barbero y un hacha de carnicero) , pero declarada la gangrena entregó su alma a Dios en la mañana del día 5 de Agosto de 1921. Recuperado su cadáver durante la reconquista llevado a cabo por las tropas españolas, fue trasladado a Madrid y recibido en la estación de Atocha con las máximos honores militares, presidiendo el duelo S.M. El Rey Don Alfonso XIII, que, muy emocionado, puso sobre el féretro del heroico Teniente Coronel la Cruz Laureada de San Fernando, máxima condecoración al valor en España. Ordenó además S.M. que el nombre glorioso de Don Fernando Primo de Rivera y Orbaneja, figurase en lo sucesivo y a perpetuidad a la cabeza del Escalafón de los Tenientes Coroneles del Arma de Caballería. (5)
Y a buen seguro, que al verle llegar por los confines del Cielo, el centinela celestial daría la voz de ordenanza :”¡ Guardia a Formar, el Teniente Coronel!”. Y allí, sobre la celeste bóveda sonarían con fuerza los dos puntos de trompeta,- reglamentarios para recibir a un Teniente Coronel con la guardia formada- tocados con toda la fuerza de sus pulmones etéreos, por aquél educando, casi niño, que mucho antes que para soldado había estudiado para héroe, y que ahora sonreía feliz al haber vuelto a encontrarse con su Teniente Coronel.
NOTAS.
1. He investigado sobre los enigmas de la muerte del General Fernández Silvestre, y los resultados de mi investigación los daré a conocer en un próximo artículo.
2. El Capellán Segundo (Teniente) DON JOSÉ CAMPOY IRIGOYEN, que tan heroicamente se portó en la jornada del 23 de Julio atendiendo espiritualmente a los soldados del Regimiento de “Alcántara”, encontró gloriosa muerte – tan sólo unos días después- en la defensa de Monte-Arruit y en el cumplimiento de su sagrado ministerio.
3. En Octubre de ese año 1921, y coincidiendo con la inauguración del Curso Académico en la antigua Escuela de Veterinaria de la madrileña Calle de Embajadores, se descubrió una bella placa con el nombre de los Veterinarios Militares muertos en combate en África, en el verano de ese año 1921.
4. El Regimiento de “ALCÁNTARA” tuvo, en la jornada gloriosa del 23 de Julio de 1921, un 90´30% de bajas. Habría que remontarnos a la Batalla de Rocroi (19 de Mayo de 1643), donde la Infantería Española quedó destruída (que no vencida) por las baterías del Duque de Enghien, y donde quedaron sobre el campo de batalla la práctica totalidad de nuestros infantes, para encontrar un número similar de bajas.
5. Como en esta vida nada es perdurable, desde el año 1984 ya no figura el glorioso nombre del Teniente Coronel Primo de Rivera a la cabeza del Escalafón de los Tenientes Coroneles de Caballería. Con él, han desaparecido los nombres de otros ilustres oficiales que encabezaban igualmente sus respectivos Escalafones: Como los Capitanes de Artillería Don Luis Daoiz y Torres y Don Pedro Velarde Santillán, el Teniente Don Jacinto Ruiz Mendoza (a la cabeza de los Tenientes de Infantería) y varios más, dignos todos de seguir figurando, de forma honorífica, en los Escalafones Militares.
6. La “OFICIALIDAD DE COMPLEMENTO” creada por Ley de Bases de 29 de Junio de 1918, contó también con un muy digno representante en la heroica jornada del 23 de Julio de 1921. Se trata del Alférez de Complemento de Caballería DON JUAN MAROTO Y PÉREZ DEL PULGAR. Este Oficial, se encontraba dicho día destinado en el Regimiento de Caballería “ALCÁNTARA” 14, y en él se cubre de gloria participando en todas las cargas contra los rifeños dadas por dicho Regimiento. Milagrosamente ileso, consigue llegar a El Batel, y al día siguiente se presenta voluntario y al mando de una sección desmontada, para acudir en auxilio del Aeródromo de Zeluán, en cuya defensa participa hasta caer gravemente herido, quedando prisionero de los rifeños y teniendo que soportar un largo y cruel cautiverio de 18 meses en las mazmorras del Rif. Liberado al fin por Abd-el-Krim –previo pago de un rescate- S.M. EL Rey Don Alfonso XIII lo asciende a Teniente de Complemento de Caballería y le otorga la Cruz que lleva el nombre de la excelsa Madre del Monarca: LA CRUZ DE MARIA CRISTINA.
Fuente: Francisco Ángel Cañete
Fecha: Junio de 2006
La muerte heróica de un Educando de Banda
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DEDICATORIA: A los gloriosos jinetes del Regimiento de Caballería “ALCÁNTARA” Nº14 (Veterinarios y Educandos incluidos), que en la tarde del 23 de Julio de 1921, ofrendaron su vida a la Patria, al cumplirse el LXXXV Aniversario de su heroico y sublime sacrificio.
La monjita que acompañaba al muchacho, en uno de los primeros días de Enero de 1921, hasta el acuartelamiento del Regimiento de Caballería “Cazadores de Alcántara” Nº 14, era la misma que catorce años atrás se encontraba de guardia junto al torno del hospicio donde era depositado un niño en un cesto de mimbre y con una nota escrita a lápiz donde con cierta dificultad podía leerse: “Este niño no ha sido bautizado, cuiden de él por amor de Dios y hagan que el día de mañana sea un hombre honrado y de provecho”. Durante el trayecto, la monja iba recordando esa fria noche de Enero de 1907, cuando, medio adormilada en su guardia, creyó sentir el tintineo de la campanita, producido por el desplazamiento circular del torno al girar sobre sus goznes, así como los pasos presurosos al alejarse, de la persona que había depositado en él la cesta con el niño en su interior. Y este era el muchacho, todavía un niño, que educado por la comunidad religiosa del benéfico centro durante sus primeros 14 años, camina hoy a su lado con cierta tristeza reflejada en sus ojos, al tener que abandonar el centro donde se crió, pero con la alegría que le producía el saber que, si todo iba bien, ese mismo día podría vestir el honroso uniforme de la Caballería Española; ya que desde meses atrás y esperando tener cumplida la edad reglamentaria, había venido manifestando su deseo de “sentar plaza” como educando de banda para luego seguir la honrosa carrera de las armas y poder alcanzar con su esfuerzo y estudio los nobles y honrados galones de Suboficial Maestro de Banda del Arma de Caballería. Empleo éste, que ya habían alcanzado varios de sus mas antiguos compañeros del hospicio, para honra, satisfacción y estímulo de esta noble, caritativa y benéfica Institución.
No hubo problema alguno en la filiación del muchacho. El Coronel prometió a la monjita que podía marcharse tranquila, ya que desde ese momento el chico quedaba bajo su protección y al amparo del glorioso Estandarte del Regimiento. Reconocido por el capitán médico y declarado “útil y apto” para el servicio de las armas, el chico fue filiado como “Educando de Banda” voluntario, por un período de cuatro años y “sin opción a premio”. En el mismo acto, el Sr. Coronel ordenó al Suboficial Maestro de Banda del Regimiento que se hiciera cargo del nuevo educando, al que iniciaría en la enseñanza de los toques de clarín y de trompeta reglamentarios en la Caballería y de cuyos progresos le tuviese puntualmente informado. Esto, sin menoscabo de la asistencia del muchacho a las Academias Regimentales para que siguiera progresando en el noble arte de la escritura, la lectura y las cuatro reglas fundamentales de la aritmética. Ordena finalmente el Coronel al Subayudante, que por la sastrería del Cuerpo se le confeccione un uniforme de paseo al nuevo educando adecuado a su edad y estatura.
Han transcurrido ya seis meses desde aquél día y ahora estamos en el mes de Julio del citado año 1921. El Regimiento de Cazadores de Alcántara se encuentra destacado, en misiones de campaña, en las desérticas llanura de Annual, Zona Oriental del Protectorado de España en el Norte de África. Durante los días 21 y 22 del citado mes de Julio –días tristísimos para la Patria- se ha producido el derrumbamiento de la Comandancia General de Melilla, y la propia plaza de Soberanía española ha estado a punto de caer bajo las hordas rifeñas, sublevadas contra España por el cabecilla Abd-el-Krim. De la Península, acuden en socorro de la plaza melillense varios batallones de Infantería y con la mayor urgencia se trasladan también hasta Melilla, desde la Zona Occidental del Protectorado, los Regulares de González Tablas y el TERCIO DE EXTRANJEROS al mando de su jefe, el Teniente Coronel Don José Millán Terreros.
En Annual nuestras tropas han sido masacradas por las cábilas de harqueños declarados en rebeldía, y la desesperación, el pánico y el desaliento han cundido entre nuestros soldados y han llevado a la deserción de la mayor parte de unidades indígenas que servían bajo nuestra bandera. El Comandante General de Melilla, Don Manuel Fernández Silvestre ha muerto, al parecer disparando su pistola contra el enemigo, aunque su cadáver nunca fue encontrado.(1) Esforzándose en impedir esta insólita desbandada han caído con honor los coroneles Manella y Morales, encuadrados ambos a las órdenes directas del Comandante General. La palabra “Desastre”en esta ocasión, reviste con toda intensidad su cruda acepción terminológica.
El General de Brigada de Caballería Don Felipe Navarro y Ceballos-Escalera, 2º Jefe de la Comandancia General asume el mando y concentra las dispersas tropas en Dar Drius, para intentar desde allí la retirada a las sucesivas posiciones de El Batel y Tistutin (donde comienza el ferrocarril minero que facilitará la evacuación de heridos y enfermos hasta Melilla), para enlazar posteriormente con Monte Arruit y esperar allí, en posición defensiva, la llegada de refuerzos urgentemente solicitados. A las tres de la tarde del día 23 de Julio, el General Navarro ordena la retirada hacia la posición de“El Batel”, si bien preocupado sobremanera por el bajo estado moral de las tropas con el consiguiente detrimento de la disciplina. De la protección de la columna encarga al Regimiento de Caballería “ALCÁNTARA” Nº 14, que tras la muerte heroica de su coronel Don Francisco Manella Corrales, ha tomado el mando, el Teniente Coronel Don Fernando Primo de Rivera y Orbaneja, ilustre jefe del Arma de Caballería, Profesor de Equitación Militar y hermano menor del Teniente General de sus mismos apellidos. Don Fernando sabe que la papeleta que le ha encargado el general es de difícil solución. En una palabra, el cumplimiento de la misión implica que el Regimiento se ha de sacrificar, si preciso fuere, en beneficio del resto de sus compañeros de armas. En el Regimiento, a nadie se le oculta la gravedad de la misión encomendada.
Puesta en marcha la columna, escoltada por los escuadrones de “Alcántara”nuestras tropas avanzan sin novedad, si bien y a poco de comenzar el avance ya tiene el Regimiento que dar su primera carga, pues un pequeño convoy, con los heridos mas graves , estaba siendo atacado por los harqueños. El teniente coronel manda cargar a uno de sus escuadrones, haciendo replegarse al enemigo y consiguiendo que el convoy se abra paso y llegue sin novedad a Melilla. Sobre las cuatro de la tarde, y tras una hora de marcha , la columna logra alcanzar el cauce del Rio Igán, que en este mes de Julio baja completamente seco. Allí han tendido los moros una emboscada a la columna y de improviso el fuego rifeño se hace patente desde los montes y laderas cercanas. El enemigo, muy superior en número y crecido por la victoria sobre nuestras tropas en Abarrán, Igueriben y Annual, ataca decidido sobre nuestros desmoralizados efectivos. El Teniente Coronel Primo de Rivera sabe que ha llegado la hora del sacrificio. El Regimiento entero sucumbirá, si es necesario, para que la columna pueda progresar hasta alcanzar “El Batel”. Reagrupado el Regimiento, el teniente coronel manda que los escuadrones formen en “línea de a cuatro”, para acto seguido, con su voz fuerte y bien timbrada, arengar a sus soldados: “Ha llegado para nosotros la hora del sacrificio. Que cada cual cumpla con su deber. Si no lo hacéis, vuestras madres, vuestras novias, todas las mujeres españolas dirán que somos unos cobardes. Vamos a demostrar que no lo somos”.
El joven educando de nuestra historia que habíamos dejado recién filiado el día de su ingreso en el Regimiento, pese a su juventud y al corto tiempo que lleva en el mismo, actúa ya como “trompeta o clarín de órdenes”, y ocupa su puesto en formación “a dos largos de caballo y a la izquierda” del que monta el jefe, esperando con el clarín pegado a los labios la orden de este para dar los toque reglamentarios. Intuyendo que hoy va a ser un día de gloria para el Regimiento, ha adornado su clarín de mando con vestiduras de gala, figurando en su anverso bellamente bordadas las armas de la Caballería y en el reverso, sobre fondo blanco la Cruz flordelisada de la Orden de Alcántara, bordada en verde, que da nombre al Regimiento. El Teniente Coronel lo mira fijamente y compadecido quizás por su extrema juventud, le ordena retirarse a retaguardia junto al resto de la banda, pues no lo necesita, le dice, toda vez que mandará el Regimiento “ a la voz”. El joven trompetilla hace como que obedece y simula retirarse, pero en su mente resuena aún con fuerza la fórmula de su reciente juramento al Estandarte, en lo que dice de “Obedecer y respetar siempre a vuestros jefes, no abandonarles nunca...”. Y si había jurado esto ¿cómo iba él a “abandonar” a su Teniente Coronel en estos momentos de peligro?. Jamás lo haría, sino podía combatir como educando lo haría como soldado, pues ya dejó de ser un niño el día que vistió el honroso uniforme de la Caballería.
Puesto el Regimiento al paso, el Teniente Coronel desenvaina y a la voz ordena a sus escuadrones :¡Saquen... Sables!, y los sables de los jinetes de “Alcántara” brillan refulgentes cual rayos cegadores al salir de sus vainas, mientras golpean con sus espuelas los ijares de sus caballos para pasar “al trote” y alcanzar poco después el galope. De nuevo suena potente la voz del Teniente Coronel Primo de Rivera ordenando: ¡Para cargar! . Y acto seguido da la voz ejecutiva : ¡Carguen! ¡VIVA ESPAÑA!. Como un alud impetuoso la masa de jinetes arremete contra los harqueños recibiendo al descrestar un nutrido fuego de fusilería, que hace aumentar el galope hasta convertirse en un huracán desenfrenado. El combate adquiere una fiereza descomunal. Las cargas se suceden pero el enemigo es muy superior en número y además domina perfectamente el medio y conoce palmo a palmo el terreno en que combate. Las bajas en los escuadrones empiezan a ser muy numerosas. Nuestro trompetilla de órdenes, con el clarín colgado a la espalda, clava las espuelas a su caballo y combatiendo como soldado, su sable, al que su débil brazo le cuesta trabajo sostener, se abate terrible buscando una y otra vez el cuerpo del enemigo. Pero ahora, un golpe seco en el pecho seguido de un fuerte dolor junto al corazón, le hacen tambalearse en el caballo al haber sido alcanzado por una bala rifeña . Derribado al fin, la vista se le nubla y a su mente acude la imagen de una bella mujer que le sonríe y le llama con cariño a su lado. La dama que así se le presenta en su mente febril no es otra que su madre a quien nunca conoció. Después la oscuridad, el vacío, la nada. El joven educando había dejado de existir. De su cuello aún pende su clarín engalanado, salpicado ahora por la sangre tan generosamente derramada.
A estas alturas del combate, el Regimiento ha sufrido un gran quebranto. (también las bajas de los rifeños son muy numerosas). Exhaustos jinetes y caballos por las cargas que llevan dadas, el tormento de la sed se hace insoportable. Una oscura costra formada por el polvo y el sudor surcaba el curtido rostro de los jinetes de Alcántara, denotando bien a las claras las varias horas de feroz refriega soportadas bajo el ardiente sol africano. El desánimo parece que empieza a cundir entre los soldados. Y es en estos momentos de suprema angustia, cuando el Teniente Coronel Primo de Rivera, erguido majestuosamente sobre su caballo “Vendimiar”, un magnífico ejemplar español “pura sangre”,que el ilustre jefe maneja con singular maestría , arenga de nuevo a sus soldados y les pide un postrer sacrificio: El Regimiento va a dar su última carga (la octava); si bien, y dado el grado de extenuación de jinetes y caballos, se va a producir un hecho histórico en los anales de la Caballería. El Regimiento, altamente disminuido por el gran número de bajas, va a dar esta última carga con los caballos ¡Al paso! .
En la extrema retaguardia se encuentra formada a caballo la banda Regimental integrada por 13 jovencísimos “Educandos de Trompeta” – a los que hay que deducir la baja del trompetilla de nuestra historia tan gloriosamente caído- , y al mando del Suboficial Maestro de Banda del Regimiento. Se encuentra también formados en retaguardia, los tres Oficiales Veterinarios, junto al Capellán(2) y al Teniente Médico. Enfrascado el “pater” en reconfortar espiritualmente a los soldados moribundos, y esforzándose el médico en curar a los heridos y aliviar sus sufrimientos; todo ello bajo el fuego enemigo y con los precarios medios clínicos de que dispone.
Enardecidos por la vibrante arenga de su Teniente Coronel, los escuadrones de “Alcántara” vuelven de nuevo sobre los moros, pero – como se ha dicho- a estas alturas del combate, las fuerzas van faltando y los caballos apenas si responden a las espuelas de sus jinetes. Carga por última vez “al paso” el Regimiento, adentrándose con brío entre las zarzas y parapetos de los rifeños y bajo una lluvia de encendidas balas. Muchos de los jinetes caen derribados en tierra y aún se defienden, sable en mano, del enemigo que les rodea. Atentos a la arenga del Jefe del Regimiento, y expectantes ante el cariz que está tomando la desigual pelea, los tres Alféreces Veterinarios (Veterinarios Terceros en la denominación oficial) saben que ha llegado también para ellos la hora del sacrificio. Pese a ser “Oficiales Facultativos” (sin mando de armas) tienen profundamente arraigado el sentimiento de que, por encima de todo, son Oficiales del Regimiento de “Alcántara”, que en esta tarde del 23 de Julio, y en estos momentos de gravísimo peligro para su Regimiento, van a intentar conciliar lo aprendido en sus respectivas Facultades de Veterinaria con la asignatura sublime del amor a España, representada en la defensa del glorioso Estandarte del Regimiento; y así, transformados en un momento en Oficiales de Caballería, intentan cubrir las numerosas bajas de sus compañeros del Arma, cargando con brío contra las posiciones rifeñas. Esa tarde, el Cuerpo de Veterinaria Militar se cubrió de gloria merced al valor y al arrojo de tres de sus mas modestos representantes: Los Alféreces DON JUAN MONTERO MONTERO, DON VIDAL PLATÓN BUENO Y DON EDUARDO CABALLERO MORALES, ofrendando estos dos últimos su vida a la Patria al morir heróicamente en la acción de tan señalado día. ( Tan sólo unos dias mas tarde y en la heroica defensa de Zeluán encontraron también gloriosa muerte los Oficiales Veterinarios Don Enrique Ortiz de Landázuri, Don Luis del Valle Cuevas y Don Tomás López Sánchez; ¡GLORIA Y HONOR PARA ELLOS ¡)(3)
Al fin los esfuerzos de Primo de Rivera y el brío y el tesón puesto de manifiesto por los bravos soldados y oficiales de “ALCÁNTARA” se ven culminados con el éxito. Duramente quebrantados los rifeños por el férreo castigo infligido por nuestros soldados que en impetuosa carga han irrumpido de nuevo entre sus filas, les obliga a ceder ante el terreno replegándose.
Cumplida la misión, cuando ya las sombras de la noche se han hecho patentes sobre el límpido cielo africano, los escuadrones se van incorporando poco a poco hacia la posición de “El Batel”,- muchos de los extenuados soldados marchan a pie, llevando de la brida a su no menos extenuado caballo- donde ya la columna del General Navarro había logrado alcanzar la posición, a costa eso sí, de la casi total destrucción de sus hermanos de Caballería. Entre los que marchan a pie, y mezclado con sus soldados, figura el Teniente Coronel Primo de Rivera, a quien han matado a su corcel “Vendimiar” y ha rehusado aceptar las ofertas de cederle el suyo los soldados que aún lo conservan. Al anochecer de aquel fatídico 23 de Julio de 1921 “ALCÁNTARA”había dejado de ser un Regimiento, pero el Libro de la Historia le abriría desde entonces una de sus mas brillantes páginas.
De los 691 hombres que formaban el Regimiento al toque de diana, al pasar la reglamentaria lista de Retreta en la noche de ese dia 23 de Julio , 541 habían muerto en combate, 5 habían sido heridos (los moros remataron con feroz crueldad a muchos soldados heridos), y 78 quedaron prisioneros de los harqueños. TOTAL: 624 bajas. Sólo 67 jinetes extenuados consiguieron alcanzar la posición de El Batel. Entre los muertos, los 13 jovencísimos trompetas que formaban la banda, y entre ellos, como se ha relatado, el joven educando de nuestra historia. (4)
Epílogo Emotivo.- No tardó el Teniente Coronel Primo de Rivera en acudir al encuentro de sus soldados caídos sobre las ardientes arenas marroquíes. Milagrosamente ileso (aunque una bala rifeña, como se ha visto, le mató a su caballo) en los combates del día 23 de Julio, sin embargo, tan sólo unos días mas tarde y cuando se encontraba sobre el parapeto colaborando activamente en la defensa de la posición de “Monte Arruit”, una granada de cañón le destrozaba un brazo que un cirujano militar tuvo que amputarle sin anestesia ni material adecuado (parece ser que utilizó para la amputación una navaja de barbero y un hacha de carnicero) , pero declarada la gangrena entregó su alma a Dios en la mañana del día 5 de Agosto de 1921. Recuperado su cadáver durante la reconquista llevado a cabo por las tropas españolas, fue trasladado a Madrid y recibido en la estación de Atocha con las máximos honores militares, presidiendo el duelo S.M. El Rey Don Alfonso XIII, que, muy emocionado, puso sobre el féretro del heroico Teniente Coronel la Cruz Laureada de San Fernando, máxima condecoración al valor en España. Ordenó además S.M. que el nombre glorioso de Don Fernando Primo de Rivera y Orbaneja, figurase en lo sucesivo y a perpetuidad a la cabeza del Escalafón de los Tenientes Coroneles del Arma de Caballería. (5)
Y a buen seguro, que al verle llegar por los confines del Cielo, el centinela celestial daría la voz de ordenanza :”¡ Guardia a Formar, el Teniente Coronel!”. Y allí, sobre la celeste bóveda sonarían con fuerza los dos puntos de trompeta,- reglamentarios para recibir a un Teniente Coronel con la guardia formada- tocados con toda la fuerza de sus pulmones etéreos, por aquél educando, casi niño, que mucho antes que para soldado había estudiado para héroe, y que ahora sonreía feliz al haber vuelto a encontrarse con su Teniente Coronel.
NOTAS.
1. He investigado sobre los enigmas de la muerte del General Fernández Silvestre, y los resultados de mi investigación los daré a conocer en un próximo artículo.
2. El Capellán Segundo (Teniente) DON JOSÉ CAMPOY IRIGOYEN, que tan heroicamente se portó en la jornada del 23 de Julio atendiendo espiritualmente a los soldados del Regimiento de “Alcántara”, encontró gloriosa muerte – tan sólo unos días después- en la defensa de Monte-Arruit y en el cumplimiento de su sagrado ministerio.
3. En Octubre de ese año 1921, y coincidiendo con la inauguración del Curso Académico en la antigua Escuela de Veterinaria de la madrileña Calle de Embajadores, se descubrió una bella placa con el nombre de los Veterinarios Militares muertos en combate en África, en el verano de ese año 1921.
4. El Regimiento de “ALCÁNTARA” tuvo, en la jornada gloriosa del 23 de Julio de 1921, un 90´30% de bajas. Habría que remontarnos a la Batalla de Rocroi (19 de Mayo de 1643), donde la Infantería Española quedó destruída (que no vencida) por las baterías del Duque de Enghien, y donde quedaron sobre el campo de batalla la práctica totalidad de nuestros infantes, para encontrar un número similar de bajas.
5. Como en esta vida nada es perdurable, desde el año 1984 ya no figura el glorioso nombre del Teniente Coronel Primo de Rivera a la cabeza del Escalafón de los Tenientes Coroneles de Caballería. Con él, han desaparecido los nombres de otros ilustres oficiales que encabezaban igualmente sus respectivos Escalafones: Como los Capitanes de Artillería Don Luis Daoiz y Torres y Don Pedro Velarde Santillán, el Teniente Don Jacinto Ruiz Mendoza (a la cabeza de los Tenientes de Infantería) y varios más, dignos todos de seguir figurando, de forma honorífica, en los Escalafones Militares.
6. La “OFICIALIDAD DE COMPLEMENTO” creada por Ley de Bases de 29 de Junio de 1918, contó también con un muy digno representante en la heroica jornada del 23 de Julio de 1921. Se trata del Alférez de Complemento de Caballería DON JUAN MAROTO Y PÉREZ DEL PULGAR. Este Oficial, se encontraba dicho día destinado en el Regimiento de Caballería “ALCÁNTARA” 14, y en él se cubre de gloria participando en todas las cargas contra los rifeños dadas por dicho Regimiento. Milagrosamente ileso, consigue llegar a El Batel, y al día siguiente se presenta voluntario y al mando de una sección desmontada, para acudir en auxilio del Aeródromo de Zeluán, en cuya defensa participa hasta caer gravemente herido, quedando prisionero de los rifeños y teniendo que soportar un largo y cruel cautiverio de 18 meses en las mazmorras del Rif. Liberado al fin por Abd-el-Krim –previo pago de un rescate- S.M. EL Rey Don Alfonso XIII lo asciende a Teniente de Complemento de Caballería y le otorga la Cruz que lleva el nombre de la excelsa Madre del Monarca: LA CRUZ DE MARIA CRISTINA.
Fuente: Francisco Ángel Cañete
Fecha: Junio de 2006
"Nunca la pluma embotó la espada".
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Alcantara
Hola a todos:
soy nuevo en el foro y me interesa la aviación en general y no tanto los temas militares aunque si algunas batallas históricas en concreto.
En fin no os canso mas, el motivo de mi visita es mostraros unos papeles de mi abuelo que participó como veis en alguna de las cargas del famoso cuerpo.
Espero os interesen
cordialmente
soy nuevo en el foro y me interesa la aviación en general y no tanto los temas militares aunque si algunas batallas históricas en concreto.
En fin no os canso mas, el motivo de mi visita es mostraros unos papeles de mi abuelo que participó como veis en alguna de las cargas del famoso cuerpo.
Espero os interesen
cordialmente
Última edición por jordiser el 03 Feb 2009, 16:18, editado 1 vez en total.
saludos
jordi
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...ya están en su sitiojordiser escribió:gracies endrass
me faltaba el segundo paso
la tabla del estado de la fuerza corresponde a un pequeño librito (no se conserva la tapa) que le entregaron junto a una condecoración (que se perdió)
mi abuelo y algunos compañeros a su vuelta a la Península fueron recibidos por la Reina (s/ me contaba)
saludos
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jordi
jordi
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La carga del Alcántara.
La Laureada de Alcántara
Arturo Pérez-Reverte
A veces se hace justicia, aunque sea tardía. Aunque sólo sirva para conmover las entrañas de los pocos que aún recuerdan. Es cierto que el ondear de banderas tiene algo de sospechoso, pues entre los pliegues de éstas, sin distinción de colores, suele esconderse mucho hijo de puta. Tampoco quienes conceden o reciben medallas son siempre de limpia ejecutoria. Pero a veces hay excepciones; momentos en los que las cosas se hacen como es debido. Y éste es uno de esos momentos. Noventa y un años después del desastre de Annual de 1921, donde 8.000 soldados españoles fueron exterminados por la estupidez de un rey, la venalidad de los políticos -nada hay nuevo bajo el sol-, la incompetencia de los generales y la desvergüenza de numerosos jefes y oficiales, el gobierno español ha concedido la Laureada de San Fernando, con carácter colectivo, al regimiento de caballería Alcántara, que se sacrificó casi en su totalidad para proteger la retirada de sus compañeros. La Laureada es la máxima condecoración militar española, y se obtiene por acciones extraordinarias en combate. Por aquella jornada, el jefe del regimiento recibió a título póstumo la Laureada individual; pero la tropa, como de costumbre, fue olvidada. Ninguno de los intentos posteriores por honrar su memoria tuvo éxito. Políticos y espadones de diversa ideología, desde el general Franco a la ministra Chacón, coincidieron en no querer remover aquello. Pero al fin, para satisfacción de los nietos y bisnietos de esos hombres, se repara la vergüenza.
Imaginen la escena: las harkas de moros sublevados por Abd el Krim acosan a la desorganizada columna que intenta escapar hacia Melilla abandonando a su suerte a heridos y enfermos. Aquello es una matanza inaudita, y millares de soldados abandonados por jefes y oficiales corren despavoridos, atormentados por la sed, intentando ponerse a salvo. En el camino de Dar Dríus a El Batel y Monte Arruit, la protección de la retaguardia de los fugitivos recae en un regimiento de caballería que todavía se encuentra intacto y bien mandado, el Alcántara nº 14. Su jefe es el teniente coronel Fernando Primo de Rivera, hermano del teniente general del mismo apellido, que en seguida comprende que se está pidiendo a sus 691 hombres que se dejen la piel por salvar a los compañeros. Pero no hay otra. Hace de tripas corazón, arenga a su gente, les dice que toca bailar con la más fea del Rif, y el regimiento, disciplinado y silencioso, se pone en marcha con sus escuadrones protegiendo los flancos y la retaguardia de la columna en retirada. A las cuatro de la tarde, aparte infinidad de escaramuzas parciales, los jinetes de Alcántara ya han tenido que dar su primera carga al galope contra una fuerte concentración enemiga. Pero es en el cruce del río Igán, que está seco y en torno al que se atrincheran miles de rifeños que hacen fuego graneado, donde la columna se arriesga a quedar cercada. Entonces, el teniente coronel les toca a sus hombres la única fibra que a esas alturas, con semejante panorama, cree que puede funcionar: «Si no lo hacemos, vuestras madres, vuestras mujeres, vuestras novias, dirán que somos unos cobardes. Vamos a demostrar que no lo somos».
Y no lo fueron. Siete veces cargó Alcántara monte arriba y sable en mano, reagrupándose tras cada carga, cada vez menos hombres, más heridos, exhaustos y sedientos jinetes y caballos, una y otra vez bajo la granizada de balas enemigas, entre las zarzas y parapetos rifeños, tan diezmados y agotados al final que la última carga, octava del día, hubo que darla con los caballos al paso, pues ya no podían ni trotar; y aún después se continuó ladera arriba, a pie, combatiendo al arma blanca. Cargaron los soldados, y también el joven trompeta de quince años que llevaba el cornetín de órdenes. Y cuando a la quinta o sexta carga ya no hubo hombres suficientes para cerrar las filas, cargaron también, aunque nadie los obligaba a ello, los tres alféreces veterinarios, y el teniente médico, y hasta el capellán fue adelante con la tropa. Y cuando ya no quedó nadie a quien recurrir, cargaron también los catorce maestros herradores, y con ellos los trece chiquillos de catorce y quince años de la banda de música del regimiento; que, como el joven corneta de órdenes, murieron todos. Y al anochecer, cuando los supervivientes consiguieron llegar a la posición de El Batel, agotados, llenos de heridas, caminando entre las sombras con sus extenuados caballos cogidos de la brida, de los 691 hombres del regimiento sólo quedaban 67. Desde luego, aquel 23 de julio de 1921 los del regimiento Alcántara cumplieron con su teniente coronel. A ellos, ninguna madre, mujer o novia los llamó cobardes.
http://www.finanzas.com/xl-semanal/firm ... -2817.html
Arturo Pérez-Reverte
A veces se hace justicia, aunque sea tardía. Aunque sólo sirva para conmover las entrañas de los pocos que aún recuerdan. Es cierto que el ondear de banderas tiene algo de sospechoso, pues entre los pliegues de éstas, sin distinción de colores, suele esconderse mucho hijo de puta. Tampoco quienes conceden o reciben medallas son siempre de limpia ejecutoria. Pero a veces hay excepciones; momentos en los que las cosas se hacen como es debido. Y éste es uno de esos momentos. Noventa y un años después del desastre de Annual de 1921, donde 8.000 soldados españoles fueron exterminados por la estupidez de un rey, la venalidad de los políticos -nada hay nuevo bajo el sol-, la incompetencia de los generales y la desvergüenza de numerosos jefes y oficiales, el gobierno español ha concedido la Laureada de San Fernando, con carácter colectivo, al regimiento de caballería Alcántara, que se sacrificó casi en su totalidad para proteger la retirada de sus compañeros. La Laureada es la máxima condecoración militar española, y se obtiene por acciones extraordinarias en combate. Por aquella jornada, el jefe del regimiento recibió a título póstumo la Laureada individual; pero la tropa, como de costumbre, fue olvidada. Ninguno de los intentos posteriores por honrar su memoria tuvo éxito. Políticos y espadones de diversa ideología, desde el general Franco a la ministra Chacón, coincidieron en no querer remover aquello. Pero al fin, para satisfacción de los nietos y bisnietos de esos hombres, se repara la vergüenza.
Imaginen la escena: las harkas de moros sublevados por Abd el Krim acosan a la desorganizada columna que intenta escapar hacia Melilla abandonando a su suerte a heridos y enfermos. Aquello es una matanza inaudita, y millares de soldados abandonados por jefes y oficiales corren despavoridos, atormentados por la sed, intentando ponerse a salvo. En el camino de Dar Dríus a El Batel y Monte Arruit, la protección de la retaguardia de los fugitivos recae en un regimiento de caballería que todavía se encuentra intacto y bien mandado, el Alcántara nº 14. Su jefe es el teniente coronel Fernando Primo de Rivera, hermano del teniente general del mismo apellido, que en seguida comprende que se está pidiendo a sus 691 hombres que se dejen la piel por salvar a los compañeros. Pero no hay otra. Hace de tripas corazón, arenga a su gente, les dice que toca bailar con la más fea del Rif, y el regimiento, disciplinado y silencioso, se pone en marcha con sus escuadrones protegiendo los flancos y la retaguardia de la columna en retirada. A las cuatro de la tarde, aparte infinidad de escaramuzas parciales, los jinetes de Alcántara ya han tenido que dar su primera carga al galope contra una fuerte concentración enemiga. Pero es en el cruce del río Igán, que está seco y en torno al que se atrincheran miles de rifeños que hacen fuego graneado, donde la columna se arriesga a quedar cercada. Entonces, el teniente coronel les toca a sus hombres la única fibra que a esas alturas, con semejante panorama, cree que puede funcionar: «Si no lo hacemos, vuestras madres, vuestras mujeres, vuestras novias, dirán que somos unos cobardes. Vamos a demostrar que no lo somos».
Y no lo fueron. Siete veces cargó Alcántara monte arriba y sable en mano, reagrupándose tras cada carga, cada vez menos hombres, más heridos, exhaustos y sedientos jinetes y caballos, una y otra vez bajo la granizada de balas enemigas, entre las zarzas y parapetos rifeños, tan diezmados y agotados al final que la última carga, octava del día, hubo que darla con los caballos al paso, pues ya no podían ni trotar; y aún después se continuó ladera arriba, a pie, combatiendo al arma blanca. Cargaron los soldados, y también el joven trompeta de quince años que llevaba el cornetín de órdenes. Y cuando a la quinta o sexta carga ya no hubo hombres suficientes para cerrar las filas, cargaron también, aunque nadie los obligaba a ello, los tres alféreces veterinarios, y el teniente médico, y hasta el capellán fue adelante con la tropa. Y cuando ya no quedó nadie a quien recurrir, cargaron también los catorce maestros herradores, y con ellos los trece chiquillos de catorce y quince años de la banda de música del regimiento; que, como el joven corneta de órdenes, murieron todos. Y al anochecer, cuando los supervivientes consiguieron llegar a la posición de El Batel, agotados, llenos de heridas, caminando entre las sombras con sus extenuados caballos cogidos de la brida, de los 691 hombres del regimiento sólo quedaban 67. Desde luego, aquel 23 de julio de 1921 los del regimiento Alcántara cumplieron con su teniente coronel. A ellos, ninguna madre, mujer o novia los llamó cobardes.
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La carga del Alcántara.
Me hace gracia que durante mucho tiempo, por motivos mil, no he entrado en este foro. Resulta que mucho Alcántara, Anual, mucho patriotismo y un único lacónico mensaje "conmemora" la recién bienmerecida medalla a los jinetes inmortales. Pues nada...
http://www.boe.es/boe/dias/2012/06/02/p ... 2-7367.pdf
Por cierto, Pérez Reverte debería de corregir lo que escribe: en el Igan fueron cuatro cargas; otra cosa es el cúmulo que llevaran durante los dos últimos días.
Atentamente.
http://www.boe.es/boe/dias/2012/06/02/p ... 2-7367.pdf
Por cierto, Pérez Reverte debería de corregir lo que escribe: en el Igan fueron cuatro cargas; otra cosa es el cúmulo que llevaran durante los dos últimos días.
Atentamente.
Flectere si nequeo superos, acheronta movebo
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La carga del Alcántara.
Un mensaje aquí, en este hilo, y dos docenas en otros hilos que esos también cuentan
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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La carga del Alcántara.
Juan de Urbieta escribió:Me hace gracia que durante mucho tiempo, por motivos mil, no he entrado en este foro. Resulta que mucho Alcántara, Anual, mucho patriotismo y un único lacónico mensaje "conmemora" la recién bienmerecida medalla a los jinetes inmortales. Pues nada...
http://www.boe.es/boe/dias/2012/06/02/p ... 2-7367.pdf
Por cierto, Pérez Reverte debería de corregir lo que escribe: en el Igan fueron cuatro cargas; otra cosa es el cúmulo que llevaran durante los dos últimos días.
Atentamente.
Me parece amigo Juan de Urbieta, que quizás por la razón que expones, no has leído el resto de hilos, como muy bien dice Gaspacher.
Un saludo.
El vientre de mi enemigo, sera la unica vaina para mi espada. Salut.
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