Maniobras en Afganistán
Contra la insurgencia y el 'yala-yala'
- Los efectivos que se desplazan al terreno se forman en Soporte Vital Básico
- Los sanitarios conviven con el estrés de ser responsables de la vida del resto
Dos sanitarios prestan asistencia a un compañero durante una simulación. VEA MÁS FOTOS
Natalia Puga | Pontevedra
Actualizado lunes 17/09/2012 08:09 horas
Los ataques insurgentes son la principal amenaza a la que se enfrentan las tropas españolas en Afganistán y cada nuevo reemplazo recibe formación específica para evitarlos y hacerles frente. Pero este peligro directo no permite que se escape la atención sobre otros riesgos asociados a la propia estancia en el país y la naturaleza de la misión, heridas y enfermedades. Plantarles cara es una de las prioridades de la fase de instrucción de los contingentes antes de su partida hacia zona de operaciones.
La formación sanitaria y la formación de los sanitarios se mima tanto como el adiestramiento en técnicas de combate. Los responsables de ambas son la unidad sanitaria de cada Brigada, coordinada y formada a su vez por la Brigada de Sanidad del Ejército de Tierra. La próxima Brigada en asumir el mando de la misión afgana será la Brilat. ELMUNDO.es ha conocido con ellos el cómo y el por qué de esta instrucción.
La capitán Muñoz es la segundo de a bordo en la Jefatura de Servicios Médicos de la Brigada y este otoño se desplazará a Afganistán como oficial médico en la Unidad de Apoyo Sanitario. Será su tercera misión en suelo afgano. Haberlo vivido con anterioridad le aporta una visión completa de su función de cara al resto del contingente: "Nosotros vivimos la misión de forma distinta por la responsabilidad que tienes. Aparte de ser amigos y compañeros, eres responsable de su vida, igual que ellos te dan protección".
En la instrucción asumen que es tan importante saber actuar cuando un artefacto explosivo improvisado (IED) explosiona al paso del convoy en el que van integrados como en el día a día de la misión. Atajar a tiempo un 'yala-yala', como conocen los militares una diarrea que es difícil que no sufra todo soldado que se desplaza a terreno, marca la diferencia entre que se cure con dos días de dieta o necesite medicación o incluso atención sanitaria mayor. El 'yala-yala' es un momento que todo efectivo teme en la misión. "Toda la gente lo tiene", comenta Muñoz.
Tanto en el supuesto de una herida sufrida en el ejercicio de su misión como en una enfermedad común que les sobrevenga, es vital que los soldados cuenten con la referencia de una unidad de apoyo sanitario, pero también los propios conocimientos individuales de cada cual.
Por ello, todo efectivo que forma parte del Ejército español recibe en su preparación obligatoria como militar formación en primeros auxilios. De cara a la misión de Afganistán, pasan un examen médico a mayores (en el que también se le hace la huella genética) y asisten a un curso de Soporte Vital Básico (SVB) orientado a primeros auxilios en combate. Lo complementan con charlas y conferencias en las que conocen los riesgos sanitarios del país y las medidas a adoptar para minimizarlos.
Capacidad de reacción
La base de la Brilat en Figueirido (Pontevedra) aportará a la inminente misión afgana seis oficiales enfermeros, un oficial médico y un teniente psicólogo y su acuartelamiento de Cabo Noval (Asturias), dos oficiales enfermeros. Los 10 han estado preparándose a nivel teórico y práctico para su integración en las tropas de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad en Afganistán (ISAF).
Saber reaccionar de forma mecánica y dar una correcta asistencia sanitaria a un herido tras un ataque puede incrementar las posibilidades de salvar su vida hasta un 50%. Esta capacidad de actuación la adquieren en las formaciones específicas de Soporte Vital Avanzado (SVA), pero acaban de interiorizarla en su integración diaria en los ejercicios de instrucción del resto del contingente.
"De maniobras, de cara a la misión, los técnicos ya trabajan como oficial sanitario", explica la capitán Muñoz. Realizan "ejercicios siempre simulados lo más posible, de minas a heridas de bala" en los que el personal sanitario atiende tanto bajas simuladas por un ataque insurgente como "incidencias reales" propias de toda instrucción militar.
"Nuestra atención siempre va a ser real en maniobras, siempre hay incidencias reales. Puede haber un desmayo o alguien que cayó en la pista de obstáculos", explica la oficial médico. Este realismo ante un paciente 'de verdad' también se lo da su tarea habitual en la base, donde la unidad sanitaria "es un centro de salud para 2.500 personas (todo el personal de la base pontevedresa)".
Recursos en zona de operaciones
En estos meses previos a la misión también aprovechan cualquier oportunidad para poner en práctica los protocolos de actuación que deben seguir en terreno. Los oficiales enfermeros los conocen en cursos de Soporte Vital en el Trauma Prehospitalario (PHTLS) y Técnico de Salud Comuinitaria (TSC) y los médicos en Reanimación Cardiopulmonar (RCP) y diversos niveles de Formaciones Sanitarias de Tratamiento (FST).
"Se ha desmayado, vamos, atendedlo, ese ABC", sugiere de repente la capitán Muñoz a dos integrantes del equipo sanitario. Un compañero permanece tumbado "por una bajada de tensión o un golpe de calor", dos situaciones muy habituales en zona de operaciones, y deben atenderlo. El ejercicio les ayuda a interiorizar situaciones de estrés, actuar con la cabeza fría. "Hay que seguir un protocolo, es ABC, vía aérea, respiración y circulación", contemplar todos los aspectos, "no siempre es necesario el uso de botiquín".
Eso sí, todo soldado lleva consigo un botiquín individual del que puede tirar y que incluye material adaptado a las circunstancias de la misión. Desde un par de guantes a prueba de rasgaduras y pinchazos a Celox para detener una hemorragia, manta térmica, vendaje de emergencia, material para hacer un torniquete con una sola mano o 'spray' protector para neutralizar posibles contagios.
A mayores, el personal sanitario lleva en cada convoy una mochila para SVA respiratorio (oficiales médicos) y otra para SVA circulatorio (oficiales enfermeros), específicas para misiones en el exterior y maniobras. Y trabajan con ambulancias acorazadas RG-31, con las que se familiarizan en los cursos que reciben en la Escuela Militar de Sanidad (EMISAN). El uso de todo este material hace, si cabe, más necesarios, los cursos de reciclaje continuo que realizan.
Riesgos asociados a la misión
Las características propias de una misión que, en esta ocasión, durará seis meses (de dos meses a 80 días para el personal médico), exigen una preparación específica que incluye charlas para que se preparen psicológicamente para el despliegue. El teniente psicólogo Rodríguez Alonso valora que es importante de que se conciencien aún en territorio nacional de que "lo más duro es estar tanto tiempo separado de la familia" y de que tendrán una "convivencia 24 horas en grupos reducidos de gente".
El teniente Adarve ya se desplegó dos veces en Afganistán y cree que, en el caso del personal sanitario, "lo más duro es tratar a una persona que fallece", pero que se enfrentan a una dificultad común a todo el contingente: el estrés. También a las complicaciones del trabajo en condiciones climatológicas extremas (vivirán un verano de más de 40 grados y un invierno con 10 grados bajo cero) o la convivencia con población con una cultura completamente diferente.
"Se espera que haya problemas respiratorios, infecciones, gastroenteritis y, por las bajas temperaturas, alguna lesión por frío, pero no que no llegarán al extremo de la congelación porque los equipos individuales están preparados", explica la capitán Muñoz.
También alerta de los riesgos de la falta de condiciones higiénicas en las que vive la población local, las tormentas de arena o la alimentación diferente. Aunque para ella, al igual que para las tenientes Naveira y Jiménez, que aún estuvieron en territorio afgano este mismo año, "lo más duro que puedes vivir en una misión es la pérdida de un compañero".