What if: Imaginemos un Barbarroja en 2 etapas
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What if: Imaginemos un Barbarroja en 2 etapas
En lo que respecta a la incorporación de las mujeres a las fábricas de producción militar, Speer dice algo interesantísimo:
”Cuando a comienzos de abril de 1942 pedí a Sauckel que incorpore a la mujer alemana a la industria, me respondió sin ambages que era de su exclusiva competencia elegir de donde sacarlos y distribuir a los obreros. Luego de mi insistencia me propuso dejar la decisión en manos de Göring, quen era responsable del Plan Cuatrienal. Éste se sintió halagado con esta entrevista que se celebró en su lujoso palacio de Karinhall.
Göring se mostró exageradamente amable con Sauckel y frío conmigo. Apenas pude exponer mi punto de vista sobre la incorporación de la mujer, pues Göring y Sauckel me interrumpieron una y otra vez. El principal argumento de Sauckel era la degradación moral de la mujer a causa del trabajo en las fábricas. Eso no sólo podía afectar su vida anímica, sino su capacidad reproductora. Una vez acabada la reunión, y sin que yo lo supiera, Sauckel sugirió consultar con Hitler.
Era el primer golpe contra mi posición. Sauckel comunicó su victoria a sus colegas de la jefatura regional por medio de una proclama que anunciaba: “Para procurar un alivio sensible al ama de casa alemana y no seguir poniendo en peligro su salud, el Führer me ha pedido que incorpore al Reich a unas 400 o 500 mil mujeres jóvenes y fuertes procedentes de los territorios orientales al trabajo doméstico”.
Mientras que en Inglaterra se había reducido en dos tercios la cantidad de empleadas domésticas, en Alemania más de 1.400.000 mujeres se dedicaron a ese quehacer hasta el fin de la guerra. Además pronto corrió la voz entre la población que ese medio millón de mujeres fueron destinadas para resolver las carencias de servicios de los funcionarios del partido.
… El 28 de enero de 1944 tuve oportunidad de reprender a Sauckel, diciéndole: “En Inglaterra de un total de 33 millones de mujeres entre 14 y 65 años, 17.200.000 prestan servicio militar o en las fábricas de armamentos, equivalente al 61%. Sin embargo en Alemania tan sólo el 45% de las mujeres lo hacen (unas 14 millones de mujeres)..
En aquella época yo no lo sabía, pero luego de terminada la guerra me enteré que en junio de 1939 el subsecretario del ministerio de trabajo, Syrup, había presentado al consejo de Defensa del Reich la incorporación 5.500.000 de mujeres a la industria bélica. LA PUESTA EN PRÁCTICA DEL PROYECTO DE SYRUP EN 1939 HABRÍA BASTADO PARA CUBRIR NUESTRAS NECESIDADES LABORALES HASTA 1943, INCREMENTANDO A 19.000.000 DE MUJERES, EN VEZ DE LAS 14 MILLONES QUE TRABAJABAN EN 1944..
Esto es INCREIBLE. Y de más está decir que mi Hitler más sabio se va a encargar de que esas millones de mujeres estén trabajando para fines de 1941 o principios de 1942 a más tardar.
Continuará
”Cuando a comienzos de abril de 1942 pedí a Sauckel que incorpore a la mujer alemana a la industria, me respondió sin ambages que era de su exclusiva competencia elegir de donde sacarlos y distribuir a los obreros. Luego de mi insistencia me propuso dejar la decisión en manos de Göring, quen era responsable del Plan Cuatrienal. Éste se sintió halagado con esta entrevista que se celebró en su lujoso palacio de Karinhall.
Göring se mostró exageradamente amable con Sauckel y frío conmigo. Apenas pude exponer mi punto de vista sobre la incorporación de la mujer, pues Göring y Sauckel me interrumpieron una y otra vez. El principal argumento de Sauckel era la degradación moral de la mujer a causa del trabajo en las fábricas. Eso no sólo podía afectar su vida anímica, sino su capacidad reproductora. Una vez acabada la reunión, y sin que yo lo supiera, Sauckel sugirió consultar con Hitler.
Era el primer golpe contra mi posición. Sauckel comunicó su victoria a sus colegas de la jefatura regional por medio de una proclama que anunciaba: “Para procurar un alivio sensible al ama de casa alemana y no seguir poniendo en peligro su salud, el Führer me ha pedido que incorpore al Reich a unas 400 o 500 mil mujeres jóvenes y fuertes procedentes de los territorios orientales al trabajo doméstico”.
Mientras que en Inglaterra se había reducido en dos tercios la cantidad de empleadas domésticas, en Alemania más de 1.400.000 mujeres se dedicaron a ese quehacer hasta el fin de la guerra. Además pronto corrió la voz entre la población que ese medio millón de mujeres fueron destinadas para resolver las carencias de servicios de los funcionarios del partido.
… El 28 de enero de 1944 tuve oportunidad de reprender a Sauckel, diciéndole: “En Inglaterra de un total de 33 millones de mujeres entre 14 y 65 años, 17.200.000 prestan servicio militar o en las fábricas de armamentos, equivalente al 61%. Sin embargo en Alemania tan sólo el 45% de las mujeres lo hacen (unas 14 millones de mujeres)..
En aquella época yo no lo sabía, pero luego de terminada la guerra me enteré que en junio de 1939 el subsecretario del ministerio de trabajo, Syrup, había presentado al consejo de Defensa del Reich la incorporación 5.500.000 de mujeres a la industria bélica. LA PUESTA EN PRÁCTICA DEL PROYECTO DE SYRUP EN 1939 HABRÍA BASTADO PARA CUBRIR NUESTRAS NECESIDADES LABORALES HASTA 1943, INCREMENTANDO A 19.000.000 DE MUJERES, EN VEZ DE LAS 14 MILLONES QUE TRABAJABAN EN 1944..
Esto es INCREIBLE. Y de más está decir que mi Hitler más sabio se va a encargar de que esas millones de mujeres estén trabajando para fines de 1941 o principios de 1942 a más tardar.
Continuará
Última edición por Super Mario el 08 Oct 2012, 17:20, editado 1 vez en total.
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Con respecto a la producción de acero, Speer dice algo interesante:
Durante la PGM la industria de armamento alemana destinó a este fin el 46,5% del acero, pero cuando asumí en el Ministerio en 1942 comprobé que en contraste con aquella cifra de casi 30 años atrás, sólo se dedicaba a la industria de armamentos el 37,5% del acero. (Esto no lo sabía. Yo tenía entendido que el 70% se destinó al esfuerzo de guerra y el 30% a la parte civil. Quizás cuando habla de armamentos no tiene en cuenta la construcción de barcos, U-boote o bunkers y tan sólo se refiere a armas, cañones, tanques, SDKFZ, motocicletas, etc.)
Con el fin de aumentar la cantidad de acero para la fabricación de armas, le propuse a Milch que distribuyéramos juntos la materia prima y que se formara una oficina Central de Planificación que se encargara de la distribución, dándole prioridad a las fábricas de armamentos y que nucleara a Ministros, subsecretarios, técnicos y expertos en cada tema.
El 2 de abril de 1942 asistimos a Karinhall para entrevistarnos con Göring, quien se mostró dispuesto a aceptar nuestra idea de una Central de Planificación, pero nos pidió que nombráramos al frente a Körner, quien era amigo y subsecretario de Göring.
La Central de planificación se convirtió en el dispositivo más importante de nuestra economía de guerra (a pesar de ser muy resistida por los burócratas del partido) porque facilitaba la toma de decisiones, evitaba los engorrosos trámites burocráticos y distribuía las materias primas en forma ágil y efectiva.
Las reuniones de la Central de Planificación se hacían en el gran salón del ministerio y eran agotadoras, ya que cada rama de la industria defendía sus propios intereses y discutían a brazo partido para aumentar sus cupos. Lo más difícil eran las discusiones interminables con las fábricas de bienes de consumo. Yo era partidario de que había que asignar a la economía civil lo menos posible, pero lo mínimo indispensable para que la producción de armamentos no se viera perjudicada por el fallo del abastecimiento de la población.
Yo me esforzaba por disminuir radicalmente la tasa de bienes de consumo, teniendo en cuenta que a principios de 1942 la producción industrial destinada al sector civil era apenas 3% inferior a tiempos de paz (INCREÍBLE).
Pero a pesar de mis esfuerzos en 1942 apenas pude reducir al 12%, pues a los 3 meses de asumido, Hitler ya lamentaba su decisión de desplazar la fabricación hacia los armamentos y el 28 de junio a través de un decreto estableció que había que reemprender la fabricación de bienes de consumo para la producción civil. Protesté alegando que esa consigna incitaría a una renovada resistencia contra la línea actual hacia todos aquellos que hayan mostrado su desagrado hacia la prioridad de armamentos en la industria.
UNA VEZ MÁS MI INTENCIÓN DE IMPLANTAR UNA ECONOMÍA DE GUERRA TOTAL HABÍA FRACASADO POR CULPA DE LAS VACILACIONES DE HITLER.
No quiero sonar redundante, pero de más está decir que mi Hitler más astuto se va a encargar de enmendar ese error.
Fijense que son medidas que tan sólo necesitan de decisión política. NO ESTÁ RELACIONADO CON FALTA DE RECURSOS, NI CON MILAGROS, NI CON IMPOSIBLES.
Es tan sólo una cuestión de DECISIÓN
Continuará
Durante la PGM la industria de armamento alemana destinó a este fin el 46,5% del acero, pero cuando asumí en el Ministerio en 1942 comprobé que en contraste con aquella cifra de casi 30 años atrás, sólo se dedicaba a la industria de armamentos el 37,5% del acero. (Esto no lo sabía. Yo tenía entendido que el 70% se destinó al esfuerzo de guerra y el 30% a la parte civil. Quizás cuando habla de armamentos no tiene en cuenta la construcción de barcos, U-boote o bunkers y tan sólo se refiere a armas, cañones, tanques, SDKFZ, motocicletas, etc.)
Con el fin de aumentar la cantidad de acero para la fabricación de armas, le propuse a Milch que distribuyéramos juntos la materia prima y que se formara una oficina Central de Planificación que se encargara de la distribución, dándole prioridad a las fábricas de armamentos y que nucleara a Ministros, subsecretarios, técnicos y expertos en cada tema.
El 2 de abril de 1942 asistimos a Karinhall para entrevistarnos con Göring, quien se mostró dispuesto a aceptar nuestra idea de una Central de Planificación, pero nos pidió que nombráramos al frente a Körner, quien era amigo y subsecretario de Göring.
La Central de planificación se convirtió en el dispositivo más importante de nuestra economía de guerra (a pesar de ser muy resistida por los burócratas del partido) porque facilitaba la toma de decisiones, evitaba los engorrosos trámites burocráticos y distribuía las materias primas en forma ágil y efectiva.
Las reuniones de la Central de Planificación se hacían en el gran salón del ministerio y eran agotadoras, ya que cada rama de la industria defendía sus propios intereses y discutían a brazo partido para aumentar sus cupos. Lo más difícil eran las discusiones interminables con las fábricas de bienes de consumo. Yo era partidario de que había que asignar a la economía civil lo menos posible, pero lo mínimo indispensable para que la producción de armamentos no se viera perjudicada por el fallo del abastecimiento de la población.
Yo me esforzaba por disminuir radicalmente la tasa de bienes de consumo, teniendo en cuenta que a principios de 1942 la producción industrial destinada al sector civil era apenas 3% inferior a tiempos de paz (INCREÍBLE).
Pero a pesar de mis esfuerzos en 1942 apenas pude reducir al 12%, pues a los 3 meses de asumido, Hitler ya lamentaba su decisión de desplazar la fabricación hacia los armamentos y el 28 de junio a través de un decreto estableció que había que reemprender la fabricación de bienes de consumo para la producción civil. Protesté alegando que esa consigna incitaría a una renovada resistencia contra la línea actual hacia todos aquellos que hayan mostrado su desagrado hacia la prioridad de armamentos en la industria.
UNA VEZ MÁS MI INTENCIÓN DE IMPLANTAR UNA ECONOMÍA DE GUERRA TOTAL HABÍA FRACASADO POR CULPA DE LAS VACILACIONES DE HITLER.
No quiero sonar redundante, pero de más está decir que mi Hitler más astuto se va a encargar de enmendar ese error.
Fijense que son medidas que tan sólo necesitan de decisión política. NO ESTÁ RELACIONADO CON FALTA DE RECURSOS, NI CON MILAGROS, NI CON IMPOSIBLES.
Es tan sólo una cuestión de DECISIÓN
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Con respecto a la vida de reyes que se llevaban los jerarcas nazis, Speer nos dice lo siguiente:
Uno de los emprendimientos del NSDAP en que se despilfarró innecesariamente recursos fue el que se llevó a cabo en 1943 en Obersalzberg, que consistía en una serie de remodelaciones en el Nido del Águila y la construcción de un túnel con ascensores que demandó mucho tiempo y mano de obra necesaria para las fábricas.
Pero el despilfarro más indignantes que el NSDAP emprendió a mis espaldas fue una serie de remodelaciones de Castillos y hoteles para que las autoridades del partido vacacionaran. El mismo Himmler ordenó remodelar el palacio de Klessheim e hizo construir una gran mansión para su amante.
Bormann, Himmler, Kaltenbrunner, Schirach, Keitel y Jodl destinaron millones de Reichmark y obreros en plena guerra a construcciones personales como casas de fin de semana, viñedos o lujosas residencias.
Tras sólo 9 años de gobierno, las clases dirigentes habían llegado a corromperse de tal forma que ni siquiera en las fases más críticas de la guerra estaban dispuestas a disminuir su suntuoso tren de vida. Con la excusa de considerarse jerarcas importantes que necesitaban “gastos de representación” todos ellos tenían grandes casas de fin de semana, fincas de caza, hacienda y hasta palacios que contaban con un nutrido personal de servicio, una mesa opulenta y una bodega selecta.
El propio Hitler, fuera donde fuera, empezaba por ordenar que se construyeran Bunkers cuyo espesor aumentaba a medida que aumentaba su paranoia, hecho que distraía a obreros y personal que serían muy útiles en las fábricas de armamentos.
Inclusive en 1944 en las montañas de Silesia y Turingia tuve que suspender la construcción de unas industrias de aviones y tanques, nada menos que para destinar esas necesarias e indispensables instalaciones en tres cuarteles generales subterráneos, en los que se despilfarró a miles de obreros y materias primas indispensables para el esfuerzo de guerra.
… Para 1944 se habían gastado 36 millones de marcos en contrucción de Bunkers en Rastenburg, 13 millones en los de Pullach, y 150 millones en Bunkers gigantes en Bad Charlottenbrunn. Esas obras habían requerido 257.000 m3 de hormigón y 10.000 tn de acero y 1 millón de horas hombre.
Pero el jerarca de mayor rango que despilfarraba recursos era Göring. En 1941 hizo remodelar en Veldestein (en la Suiza francesa) un castillo como residencia de descanso. Y en 1942 hizo remodelar el castillo de Karinhall e invitó en el otoño a toda la jerarquía nazi y a la cúpula de gobierno a una fiesta inaugural. El ágape fue fastuoso. Mientras nuestros soldados peleaban en Stalingrado por intentar conquistarla, a 3.000km Göring nos mostraba el lujoso mobiliario con que había decorado las habitaciones, exhibía su colección de cuadros, mostraba el pesado cortinado y las suntuosas alfombras, y se pavoneaba con una inmensa araña de cristal.
Inclusive 1 año y medio después, el 12 de enero de 1944, con motivo del cumpleaños de Göring la flor y nata asistió al Palacio de Karinhall. Todos acudimos con los preciosos regalos que él esperaba: cigarros de Holanda, lingotes de oro de los Balcanes, cuadros de Francia y esculturas de gran valor. Göring me había hecho saber que como regalo de cumpleaños le gustaría un monumental busto de Hitler en mármol hecho por Breker. La mesa de regalos estaba ubicada en la gran Biblioteca y Göring se complacía en mostrarla a sus distinguidos invitados. Extendió también sobre la mesa los planos que había preparado su arquitecto sobre una nueva residencia palaciega.
En la mesa suntuosamente dispuesta en espléndido comedor unos criados vestidos con librea blanca sirvieron unos platos no muy abundantes.
… Después de comer los invitados se diseminaron por las amplias estancias de Karinhall. Yo me pregunté cómo haría Göring para mantener ese nivel de vida y pagar todo ese lujo. Tiempo después, Lorenz me contó que era común que botines rapiñados en los países conquistados (jabones, especias, telas, obras de arte, espejos, muebles) fueran entregados a los jerarcas nazis. Inclusive Milch me contó que recibió del mercado negro italiano un vagón lleno, que él decidió repartir entre sus colaboradores de su ministerio y no lucrar con la desgracia ajena.
Luego me enteré que Plagemann (Intendente del Ministerio del Aire) se encargaba de establecer este tipo de negocios con Göring, enviándole productos y objetos de todo tipo desde los países conquistados.
Al principio me molestó que trenes que eran importantes para el envío de pertrechos al frente, se destinaran para ese tipo de negocios ilegales. Pero luego me di cuenta que lo indignante no era el uso del tren, sino el robo y el enriquecimiento ilícito, mientras miles de soldados morían en el frente y millones de civiles se ajustaban el cinturón y sufrían privaciones de todo tipo.
Era tanto el nivel de hipocresía y corrupción que ni yo me había dado cuenta que mis juicios de valores se estaban modificando al no advertir que lo grave era el lucro de la desgracia ajena y no el uso de trenes para ese cometido (que también era indignante, pero en menor medida que el lucro).
Una vez más perdón por ser reiterativo, pero la solución es sencilla y es tan sól una cuestión de DECISIÓN.
No se necesita ni más acero, ni Tigers, ni Me262, ni nada que no se pueda cambiar tomando un par de decisiones políticas.
Continuará
Uno de los emprendimientos del NSDAP en que se despilfarró innecesariamente recursos fue el que se llevó a cabo en 1943 en Obersalzberg, que consistía en una serie de remodelaciones en el Nido del Águila y la construcción de un túnel con ascensores que demandó mucho tiempo y mano de obra necesaria para las fábricas.
Pero el despilfarro más indignantes que el NSDAP emprendió a mis espaldas fue una serie de remodelaciones de Castillos y hoteles para que las autoridades del partido vacacionaran. El mismo Himmler ordenó remodelar el palacio de Klessheim e hizo construir una gran mansión para su amante.
Bormann, Himmler, Kaltenbrunner, Schirach, Keitel y Jodl destinaron millones de Reichmark y obreros en plena guerra a construcciones personales como casas de fin de semana, viñedos o lujosas residencias.
Tras sólo 9 años de gobierno, las clases dirigentes habían llegado a corromperse de tal forma que ni siquiera en las fases más críticas de la guerra estaban dispuestas a disminuir su suntuoso tren de vida. Con la excusa de considerarse jerarcas importantes que necesitaban “gastos de representación” todos ellos tenían grandes casas de fin de semana, fincas de caza, hacienda y hasta palacios que contaban con un nutrido personal de servicio, una mesa opulenta y una bodega selecta.
El propio Hitler, fuera donde fuera, empezaba por ordenar que se construyeran Bunkers cuyo espesor aumentaba a medida que aumentaba su paranoia, hecho que distraía a obreros y personal que serían muy útiles en las fábricas de armamentos.
Inclusive en 1944 en las montañas de Silesia y Turingia tuve que suspender la construcción de unas industrias de aviones y tanques, nada menos que para destinar esas necesarias e indispensables instalaciones en tres cuarteles generales subterráneos, en los que se despilfarró a miles de obreros y materias primas indispensables para el esfuerzo de guerra.
… Para 1944 se habían gastado 36 millones de marcos en contrucción de Bunkers en Rastenburg, 13 millones en los de Pullach, y 150 millones en Bunkers gigantes en Bad Charlottenbrunn. Esas obras habían requerido 257.000 m3 de hormigón y 10.000 tn de acero y 1 millón de horas hombre.
Pero el jerarca de mayor rango que despilfarraba recursos era Göring. En 1941 hizo remodelar en Veldestein (en la Suiza francesa) un castillo como residencia de descanso. Y en 1942 hizo remodelar el castillo de Karinhall e invitó en el otoño a toda la jerarquía nazi y a la cúpula de gobierno a una fiesta inaugural. El ágape fue fastuoso. Mientras nuestros soldados peleaban en Stalingrado por intentar conquistarla, a 3.000km Göring nos mostraba el lujoso mobiliario con que había decorado las habitaciones, exhibía su colección de cuadros, mostraba el pesado cortinado y las suntuosas alfombras, y se pavoneaba con una inmensa araña de cristal.
Inclusive 1 año y medio después, el 12 de enero de 1944, con motivo del cumpleaños de Göring la flor y nata asistió al Palacio de Karinhall. Todos acudimos con los preciosos regalos que él esperaba: cigarros de Holanda, lingotes de oro de los Balcanes, cuadros de Francia y esculturas de gran valor. Göring me había hecho saber que como regalo de cumpleaños le gustaría un monumental busto de Hitler en mármol hecho por Breker. La mesa de regalos estaba ubicada en la gran Biblioteca y Göring se complacía en mostrarla a sus distinguidos invitados. Extendió también sobre la mesa los planos que había preparado su arquitecto sobre una nueva residencia palaciega.
En la mesa suntuosamente dispuesta en espléndido comedor unos criados vestidos con librea blanca sirvieron unos platos no muy abundantes.
… Después de comer los invitados se diseminaron por las amplias estancias de Karinhall. Yo me pregunté cómo haría Göring para mantener ese nivel de vida y pagar todo ese lujo. Tiempo después, Lorenz me contó que era común que botines rapiñados en los países conquistados (jabones, especias, telas, obras de arte, espejos, muebles) fueran entregados a los jerarcas nazis. Inclusive Milch me contó que recibió del mercado negro italiano un vagón lleno, que él decidió repartir entre sus colaboradores de su ministerio y no lucrar con la desgracia ajena.
Luego me enteré que Plagemann (Intendente del Ministerio del Aire) se encargaba de establecer este tipo de negocios con Göring, enviándole productos y objetos de todo tipo desde los países conquistados.
Al principio me molestó que trenes que eran importantes para el envío de pertrechos al frente, se destinaran para ese tipo de negocios ilegales. Pero luego me di cuenta que lo indignante no era el uso del tren, sino el robo y el enriquecimiento ilícito, mientras miles de soldados morían en el frente y millones de civiles se ajustaban el cinturón y sufrían privaciones de todo tipo.
Era tanto el nivel de hipocresía y corrupción que ni yo me había dado cuenta que mis juicios de valores se estaban modificando al no advertir que lo grave era el lucro de la desgracia ajena y no el uso de trenes para ese cometido (que también era indignante, pero en menor medida que el lucro).
Una vez más perdón por ser reiterativo, pero la solución es sencilla y es tan sól una cuestión de DECISIÓN.
No se necesita ni más acero, ni Tigers, ni Me262, ni nada que no se pueda cambiar tomando un par de decisiones políticas.
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Con respecto al funcionamiento al 66% de las fábricas y a la ausencia de turnos nocturnos, y a sus discusiones con Sauckel y los Jefes Regionales, Speer nos dice:
…Uno de los primeros problemas que tuve que afrontar en marzo de 1942 fue que muchas fábricas no tenían turnos nocturnos. Una noche, al visitar la fábrica de armas Rheimentall Borsig (en las afueras de Berlín), me encontré que su valiosa maquinaria estaba parada por no contar con un segundo turno. Y lo peor que en otras fábricas sucedía lo mismo. Aparte teníamos problemas en el uso de corriente eléctrica, que solía agravarse por las noches.
Para peor se habían ordenado la construcción de nuevas instalaciones fabriles por un valor aproximado a 11 mil millones de marcos, en la cual se encontraban involucrados miles de obreros. Y encima eran industrias que luego habría que equiparlas con herramientas y maquinarias que aún no teníamos.
Me pareció que lo más sensato sería paralizar los trabajos de las fábricas que estuvieran recién empezadas o que tuvieran una fecha de finalización de obra en 1943 o ’44, para destinar esos miles de obreros a cubrir los turnos nocturnos de todas las industrias que estuvieran funcionando al 66% de su capacidad.
Aunque Hitler acogió con agrado esta lógica propuesta y firmó un decreto que reducía el volumen de nuevas construcciones y desarrollos fabriles a un valor de 3mil millones de marcos, se mostró obstinado cuando se enteró que entre los varios proyectos que se iban a paralizar, estaban los de la industria química y de la fabricación de nuevos aviones que recién estarían disponibles para 1944.
Traté de convencerlo, pero él se mostró intransigente, arguyendo que esos proyectos eran fundamentales ya que tenía grandes planes para cuando Rusia fuera derrotada.
Un año después, el 2 de Marzo de 1943, pude constatar que no servía de nada construir grandes fábricas con grandiosos proyectos a futuro, pero que no estarían produciendo hasta fines de 1944 o principio de 1945.
La decisión de Hitler de no parar ciertos proyectos en la primavera de 1943, seguía siendo una carga para la producción de armamentos aún en septiembre de 1944, cuando la situación bélica era ya catastrófica y esos grandes emprendimientos de Hitler no producían ni un producto todavía, pero consumían grandes recursos en hombres y materias primas.
Con respecto a los obreros de la construcción pasaba algo similar. Hitler seguía (aún en 1943 y ’44) imaginando grandes proyectos arquitectónicos, mientras a su alrededor su adorado tercer Reich se hundía en llamas.
A pesar de todo en 1943 pude transferir unos 100.000 obreros de la construcción hacia las fábricas de armamentos. Pero entonces surgió un obstáculo inesperado: el doctor Mansfeld, director del “Grupo de asignación de trabajadores en el plan cuatrienal” me explicó con franqueza que carecía de la autoridad y el poder como para transferir obreros de una región a la otra. Los jefes regionales eran recios, a veces porque tocaba intereses de los distintos burócratas u oficinas, a veces por el problema que representaba reubicar a las familias del obrero.
Vi con claridad que a pesar de lo importante de mi decisión, no podría con los jefes regionales estando yo solo. Necesitaba que uno de los suyos, dotado de un poder especial de Hitler, me ayudara. Elegí a mi viejo amigo Karl Hanke, quien había sido secretario de Goebbels y jefe regional de la baja Silesia.
Hitler estuvo de acuerdo en nombrar un apoderado que me asistiera y que estuviera por encima de la estructura burocrática de los jefes regionales, pero Bormann me salió al paso con éxito, pues Hanke era considerado uno de sus partidarios. Su nombramiento no solo hubiera significado reforzar mi poder, sino, al mismo tiempo, una intromisión en la esfera de poder de Bormann dentro de la jerarquía del Partido.
Dos días después volví a insistir ante Hitler mi deseo e nombrar a Hanke, pero rechazó mi propuesta diciéndome:
- Hanke es un Jefe Regional demasiado joven y le costaría mucho hacerse respetar ante los demás jefes regionales que son más veteranos y experimentados. Yo he hablado con Bormann y él me aconsejó nombrar a Sauckel, quien es un fiel miembro del partido, mucho más enérgico que Hanke.
Bormann se había salido con la suya, y encima había conseguido que Sauckel estuviera bajo sus ordenes directas, sin pasar por mi control. También Sauckel fue incorporado el plan Cuatrienal y encargado de reclutar los trabajadores en los territorios conquistados, en donde según el propio Hitler se encontraba una cantera de 250 millones de obreros.
Continuará
…Uno de los primeros problemas que tuve que afrontar en marzo de 1942 fue que muchas fábricas no tenían turnos nocturnos. Una noche, al visitar la fábrica de armas Rheimentall Borsig (en las afueras de Berlín), me encontré que su valiosa maquinaria estaba parada por no contar con un segundo turno. Y lo peor que en otras fábricas sucedía lo mismo. Aparte teníamos problemas en el uso de corriente eléctrica, que solía agravarse por las noches.
Para peor se habían ordenado la construcción de nuevas instalaciones fabriles por un valor aproximado a 11 mil millones de marcos, en la cual se encontraban involucrados miles de obreros. Y encima eran industrias que luego habría que equiparlas con herramientas y maquinarias que aún no teníamos.
Me pareció que lo más sensato sería paralizar los trabajos de las fábricas que estuvieran recién empezadas o que tuvieran una fecha de finalización de obra en 1943 o ’44, para destinar esos miles de obreros a cubrir los turnos nocturnos de todas las industrias que estuvieran funcionando al 66% de su capacidad.
Aunque Hitler acogió con agrado esta lógica propuesta y firmó un decreto que reducía el volumen de nuevas construcciones y desarrollos fabriles a un valor de 3mil millones de marcos, se mostró obstinado cuando se enteró que entre los varios proyectos que se iban a paralizar, estaban los de la industria química y de la fabricación de nuevos aviones que recién estarían disponibles para 1944.
Traté de convencerlo, pero él se mostró intransigente, arguyendo que esos proyectos eran fundamentales ya que tenía grandes planes para cuando Rusia fuera derrotada.
Un año después, el 2 de Marzo de 1943, pude constatar que no servía de nada construir grandes fábricas con grandiosos proyectos a futuro, pero que no estarían produciendo hasta fines de 1944 o principio de 1945.
La decisión de Hitler de no parar ciertos proyectos en la primavera de 1943, seguía siendo una carga para la producción de armamentos aún en septiembre de 1944, cuando la situación bélica era ya catastrófica y esos grandes emprendimientos de Hitler no producían ni un producto todavía, pero consumían grandes recursos en hombres y materias primas.
Con respecto a los obreros de la construcción pasaba algo similar. Hitler seguía (aún en 1943 y ’44) imaginando grandes proyectos arquitectónicos, mientras a su alrededor su adorado tercer Reich se hundía en llamas.
A pesar de todo en 1943 pude transferir unos 100.000 obreros de la construcción hacia las fábricas de armamentos. Pero entonces surgió un obstáculo inesperado: el doctor Mansfeld, director del “Grupo de asignación de trabajadores en el plan cuatrienal” me explicó con franqueza que carecía de la autoridad y el poder como para transferir obreros de una región a la otra. Los jefes regionales eran recios, a veces porque tocaba intereses de los distintos burócratas u oficinas, a veces por el problema que representaba reubicar a las familias del obrero.
Vi con claridad que a pesar de lo importante de mi decisión, no podría con los jefes regionales estando yo solo. Necesitaba que uno de los suyos, dotado de un poder especial de Hitler, me ayudara. Elegí a mi viejo amigo Karl Hanke, quien había sido secretario de Goebbels y jefe regional de la baja Silesia.
Hitler estuvo de acuerdo en nombrar un apoderado que me asistiera y que estuviera por encima de la estructura burocrática de los jefes regionales, pero Bormann me salió al paso con éxito, pues Hanke era considerado uno de sus partidarios. Su nombramiento no solo hubiera significado reforzar mi poder, sino, al mismo tiempo, una intromisión en la esfera de poder de Bormann dentro de la jerarquía del Partido.
Dos días después volví a insistir ante Hitler mi deseo e nombrar a Hanke, pero rechazó mi propuesta diciéndome:
- Hanke es un Jefe Regional demasiado joven y le costaría mucho hacerse respetar ante los demás jefes regionales que son más veteranos y experimentados. Yo he hablado con Bormann y él me aconsejó nombrar a Sauckel, quien es un fiel miembro del partido, mucho más enérgico que Hanke.
Bormann se había salido con la suya, y encima había conseguido que Sauckel estuviera bajo sus ordenes directas, sin pasar por mi control. También Sauckel fue incorporado el plan Cuatrienal y encargado de reclutar los trabajadores en los territorios conquistados, en donde según el propio Hitler se encontraba una cantera de 250 millones de obreros.
Continuará
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Con respecto a Sauckel y su desempeño, Speer nos dice:
… El trabajo de Sauckel fue mediocre tirando a decepcionante. En 1942 había prometido un millón de trabajadores extranjeros y apenas pudo cubrir una quinta parte del cupo (200.000 trabajadores). Pero en 1943, a pesar de sus alardes, mejoró esa cifra en unos 50.000 trabajadores más (poco más de 20.000 al mes). Es decir que en 2 años apenas pudo reclutar unos 450.000 trabajadores, menos de la mitad de lo que había prometido en 1942. Para peor dicha mano de obra distaba mucho de estar cualificada y el idioma solía ser un condicionante que entorpecía la labor.
Los métodos brutales de Sauckel terminaban siendo contraproducentes, ya que un obrero coaccionado o reclutado a la fuerza no estaba muy motivado ni prestaba una gran predisposición para el trabajo.
Sin embargo yo quería implementar un método superador que consistía en reclutar a los trabajadores extranjeros siguiendo un sistema de estímulos, similar al que aplicaba las Waffen SS para reclutar soldados, a través de un plan agresivo de publicidad. Inclusive lo había hablado con Goebbels, quien se había entusiasmado y me había sugerido una serie de ideas propagandísticas.
También era partidario de no reclutar a la fuerza porque los obreros solían mostrase reluctantes y con pocas ganas de colaborar. Particularmente prefería 100.000 obreros con ganas de trabajar, reclutados a través de un programa de estímulo, que vinieran a Alemania por su propia voluntad, estimulados por iniciativa propia y ambiciones personales, que 250.000 obreros reclutados por Sauckel.
Otra de mis ideas era tratar de mantener a los obreros calificados en sus países de origen, ya que resultaba muy traumático separarlos de sus familias y el idioma representaba una traba. Era preferible un buen tornero francés, o un buen herrero holandés, o un orfebre croata, o un buen obrero eslovaco trabajando en talleres de sus países, que llevados a la fuerza a Alemania, porque el tubo de un cañón lo podía hacer el obrero francés en Francia, un cojinete lo podía hacer el obrero eslovaco en Eslovaquia, o una oruga para tanques que podía hacer el croata en Croacia, o una bala para MG34 la podía hacer un holandés en Holanda, recibiendo una buena paga como estímulo y sin tener que sufrir el desarraigo.
Pero Hitler se mostraba reacio y su conservadurismo le impedía comprender esa ventaja, opinando que ni una fábrica podía tener los mismos estándares de calidad que las industrias alemanas.
Continuará
… El trabajo de Sauckel fue mediocre tirando a decepcionante. En 1942 había prometido un millón de trabajadores extranjeros y apenas pudo cubrir una quinta parte del cupo (200.000 trabajadores). Pero en 1943, a pesar de sus alardes, mejoró esa cifra en unos 50.000 trabajadores más (poco más de 20.000 al mes). Es decir que en 2 años apenas pudo reclutar unos 450.000 trabajadores, menos de la mitad de lo que había prometido en 1942. Para peor dicha mano de obra distaba mucho de estar cualificada y el idioma solía ser un condicionante que entorpecía la labor.
Los métodos brutales de Sauckel terminaban siendo contraproducentes, ya que un obrero coaccionado o reclutado a la fuerza no estaba muy motivado ni prestaba una gran predisposición para el trabajo.
Sin embargo yo quería implementar un método superador que consistía en reclutar a los trabajadores extranjeros siguiendo un sistema de estímulos, similar al que aplicaba las Waffen SS para reclutar soldados, a través de un plan agresivo de publicidad. Inclusive lo había hablado con Goebbels, quien se había entusiasmado y me había sugerido una serie de ideas propagandísticas.
También era partidario de no reclutar a la fuerza porque los obreros solían mostrase reluctantes y con pocas ganas de colaborar. Particularmente prefería 100.000 obreros con ganas de trabajar, reclutados a través de un programa de estímulo, que vinieran a Alemania por su propia voluntad, estimulados por iniciativa propia y ambiciones personales, que 250.000 obreros reclutados por Sauckel.
Otra de mis ideas era tratar de mantener a los obreros calificados en sus países de origen, ya que resultaba muy traumático separarlos de sus familias y el idioma representaba una traba. Era preferible un buen tornero francés, o un buen herrero holandés, o un orfebre croata, o un buen obrero eslovaco trabajando en talleres de sus países, que llevados a la fuerza a Alemania, porque el tubo de un cañón lo podía hacer el obrero francés en Francia, un cojinete lo podía hacer el obrero eslovaco en Eslovaquia, o una oruga para tanques que podía hacer el croata en Croacia, o una bala para MG34 la podía hacer un holandés en Holanda, recibiendo una buena paga como estímulo y sin tener que sufrir el desarraigo.
Pero Hitler se mostraba reacio y su conservadurismo le impedía comprender esa ventaja, opinando que ni una fábrica podía tener los mismos estándares de calidad que las industrias alemanas.
Continuará
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Con respecto a las trabas que tuvo por parte de los Jefes Regionales para reconvertir las fábricas o desplazar obreros de un lado al otro de Alemania, Speer nos dice:
…Otro de los problemas con los que me encontré en la primavera de 1942, ni bien asumí, fue la posibilidad del traslado y reubicación de maquinarias de fábricas de producción civil hacia las fábricas militares. Miles de tornos, plegadoras, fresadoras y maquinarias metalúrgicas descansaban en industrias que producían bienes de consumo, mientras a fábricas de armamentos les faltaban elementos tan básicos como morsas o herramientas. Le propuse a Hitler llevar esas maquinarias tan indispensables hacia la industria armamentística, quien aceptó entusiasmado la propuesta. Pero ni bien trasladé esa orden a los diferentes Jefes Regionales, recibí una andanada de críticas tanto de las autoridades de la NSDAP, como de los industriales dueños de las fábricas. El mayor problema que enfrentaba era el uso de una herramienta legal que me permitiera confiscar o expropiar dichas maquinarias. Los industriales exigían una reparación o indemnización económica, mientras las autoridades del NSDAP reclamaban por el destino de los obreros.
Una vez más Bormann me salió al cruce, indignado porque yo pretendía confiscar a los industriales alemanes usando las mismas herramientas legales que se habían usado para expoliar a los judíos. Para aquietar las aguas propuse una idea original y superadora: “Indemnizar a los industriales y a la vez usar el excedente de obreros en las nuevas fábricas de armamentos.” Pero los industriales no sólo reclamaron una indemnización, sino un pago por el lucro cesante. Las arcas alemanas estaban exhaustas, pero sin cejar en mi intento, se me ocurrió entregar un bono a pagar en 5 años, respaldado por el Reichsbank alemán. Recurrí a Walther Funk (presidente del banco) quien no acogió con buen agrado a mi medida.
Mientras peleaba contra Bormann, los industriales y Funk, el NSDAP reclamó por la casi imposibilidad de trasladar a miles de trabajadores a cientos de kilómetros de sus hogares. Y una vez más yo busqué una idea original que destrabara el conflicto: Propuse reubicar a los obreros en fábricas militares que no estuvieran a más de 100km, ofreciéndoles un sistema de transporte. Y también propuse un aumento de sueldo a aquellos que decidieran por voluntad propia ir a trabajar a industrias alejadas de sus hogares.
…Durante todo 1942 me la pasé luchando contra la burocracia, contra las autoridades de la NSDAP, contra los jefes regionales, contra industriales escrupulosos (o algunos demasiados inescrupulosos) contra Bormann, contra jerarcas corruptos, contra las leyes de confiscación, contra un sistema de producción rígido y antiguo, contra la rigidez mental de funcionarios e inclusive contra el propio Hitler, quien se mostraba dubitativo, y otras veces injustificadamente optimista, haciendo planteos imposibles o alejados de la realidad. Otras veces lo veía eufórico, mostrándome diseños de tanques fantásticos que iban a salvar a Alemania, o exponiendo maquetas de edificios monumentales que iban a transformar a Berlín en una nueva Grecia. Yo pretendía bajarlo a la tierra explicándole mi escasez de mano de obra, la falta de materia prima o los estragos que había ocasionado algún bombardero en las fábricas de rodamientos; pero él parecía no escucharme. Con el avance de la guerra me daría cuenta que Hitler incrementaría esos estados de euforia y depresión, como un mecanismo de evasión de la realidad.
…Mientras en 1942 yo desgastaba mis energías en tratar de destrabar la burocracia y el sistema rígido de producción alemán, imaginaba a los rusos y americanos produciendo millones de toneladas de pertrechos de todo tipo.
… En aquella época mis colaboradores me enseñaron informes de la actividad del ministro socialista de Trabajo Ernest Bevin, quien había organizado en Inglaterra a toda la mano de obra en batallones que enviaba a los lugares en donde fueran necesarios. Posteriormente, en mis años de prisión en Spandau, leí más sobre aquella extraordinaria capacidad organizativa: “El rendimiento industrial bélico de Inglaterra fue mayor que el de cualquier otro país beligerante. Toda la población civil, incluyendo las mujeres, eran en realidad todo un gigantesco ejército de trabajadores que, sin consideración alguna, era llevado de un lugar al otro del país y empleado donde hiciera falta.
Una vez más la solución de este problema es política y no está relacionada con falta de recursos, ni armas milagrosas, sino con DECISIONES FIRMES.
Continuará
…Otro de los problemas con los que me encontré en la primavera de 1942, ni bien asumí, fue la posibilidad del traslado y reubicación de maquinarias de fábricas de producción civil hacia las fábricas militares. Miles de tornos, plegadoras, fresadoras y maquinarias metalúrgicas descansaban en industrias que producían bienes de consumo, mientras a fábricas de armamentos les faltaban elementos tan básicos como morsas o herramientas. Le propuse a Hitler llevar esas maquinarias tan indispensables hacia la industria armamentística, quien aceptó entusiasmado la propuesta. Pero ni bien trasladé esa orden a los diferentes Jefes Regionales, recibí una andanada de críticas tanto de las autoridades de la NSDAP, como de los industriales dueños de las fábricas. El mayor problema que enfrentaba era el uso de una herramienta legal que me permitiera confiscar o expropiar dichas maquinarias. Los industriales exigían una reparación o indemnización económica, mientras las autoridades del NSDAP reclamaban por el destino de los obreros.
Una vez más Bormann me salió al cruce, indignado porque yo pretendía confiscar a los industriales alemanes usando las mismas herramientas legales que se habían usado para expoliar a los judíos. Para aquietar las aguas propuse una idea original y superadora: “Indemnizar a los industriales y a la vez usar el excedente de obreros en las nuevas fábricas de armamentos.” Pero los industriales no sólo reclamaron una indemnización, sino un pago por el lucro cesante. Las arcas alemanas estaban exhaustas, pero sin cejar en mi intento, se me ocurrió entregar un bono a pagar en 5 años, respaldado por el Reichsbank alemán. Recurrí a Walther Funk (presidente del banco) quien no acogió con buen agrado a mi medida.
Mientras peleaba contra Bormann, los industriales y Funk, el NSDAP reclamó por la casi imposibilidad de trasladar a miles de trabajadores a cientos de kilómetros de sus hogares. Y una vez más yo busqué una idea original que destrabara el conflicto: Propuse reubicar a los obreros en fábricas militares que no estuvieran a más de 100km, ofreciéndoles un sistema de transporte. Y también propuse un aumento de sueldo a aquellos que decidieran por voluntad propia ir a trabajar a industrias alejadas de sus hogares.
…Durante todo 1942 me la pasé luchando contra la burocracia, contra las autoridades de la NSDAP, contra los jefes regionales, contra industriales escrupulosos (o algunos demasiados inescrupulosos) contra Bormann, contra jerarcas corruptos, contra las leyes de confiscación, contra un sistema de producción rígido y antiguo, contra la rigidez mental de funcionarios e inclusive contra el propio Hitler, quien se mostraba dubitativo, y otras veces injustificadamente optimista, haciendo planteos imposibles o alejados de la realidad. Otras veces lo veía eufórico, mostrándome diseños de tanques fantásticos que iban a salvar a Alemania, o exponiendo maquetas de edificios monumentales que iban a transformar a Berlín en una nueva Grecia. Yo pretendía bajarlo a la tierra explicándole mi escasez de mano de obra, la falta de materia prima o los estragos que había ocasionado algún bombardero en las fábricas de rodamientos; pero él parecía no escucharme. Con el avance de la guerra me daría cuenta que Hitler incrementaría esos estados de euforia y depresión, como un mecanismo de evasión de la realidad.
…Mientras en 1942 yo desgastaba mis energías en tratar de destrabar la burocracia y el sistema rígido de producción alemán, imaginaba a los rusos y americanos produciendo millones de toneladas de pertrechos de todo tipo.
… En aquella época mis colaboradores me enseñaron informes de la actividad del ministro socialista de Trabajo Ernest Bevin, quien había organizado en Inglaterra a toda la mano de obra en batallones que enviaba a los lugares en donde fueran necesarios. Posteriormente, en mis años de prisión en Spandau, leí más sobre aquella extraordinaria capacidad organizativa: “El rendimiento industrial bélico de Inglaterra fue mayor que el de cualquier otro país beligerante. Toda la población civil, incluyendo las mujeres, eran en realidad todo un gigantesco ejército de trabajadores que, sin consideración alguna, era llevado de un lugar al otro del país y empleado donde hiciera falta.
Una vez más la solución de este problema es política y no está relacionada con falta de recursos, ni armas milagrosas, sino con DECISIONES FIRMES.
Continuará
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Con respecto a los ferrocarriles, Speer nos dice:
El aumento de la producción de armamentos no sólo demandaba más obreros y materias primas, también el ferrocarril tenía que estar a las altura de las circunstancias. En el territorio del reich había largas filas de trenes que no podían llegar a destino y muchos convoyes sufrían retrasos intolerables.
Muchas locomotoras estaban descompuestas, la construcción de vagones se hacía en forma artesanal, y una serie de impericias y trabas burocráticas impedía el tendido de nuevos tramos, indispensables para el transporte hacia el frente oriental.
El 5 de Marzo de 1942 Julius Dorpmüller, nuestro Ministro de Transporte, un hombre ágil a pesar de sus 75 años, me acompañó al cuartel general para exponer ante Hitler sobre los problemas en el transporte. Le expliqué del caos en el que estaban sumido los ferrocarriles y de la necesidad imperiosa de mantenimiento y reparación, pero Dorpmüller se mostró renuente a apoyarme. Hitler, como siempre, eligió la visión más optimista y demoró decidirse sobre un asunto tan importante diciendo que la situación no sería tan grave. Le expliqué que la situación era grave, pero que bastaban un par de decisiones políticas que dimanaran de su persona para que el conflicto se destrabara y se pudieran reparar las máquinas, destinar acero de la construcción a la fabricación de rieles y ocupar personal ocioso en el tendido de nuevos kilómetros de vías férreas.
Se negó rotundamente a renunciar al acero destinado a la construcción civil, arguyendo que lo necesitaba para sus proyectos arquitectónicos. Entonces le pedí si por lo menos podía nombrar a un funcionario joven como secretario de transporte que respondiera a mí directamente, para evitar las trabas burocráticas, y me respondió que lo iba a pensar.
Dos semanas después Hitler accedió al nombramiento de un funcionario joven en reemplazo del subsecretario del Ministerio de Transporte, pero Dorpmüller me salió al cruce diciéndome que el actual subsecretario era de su extrema confianza, que tenía mucha experiencia ya que en 1922 había sido un brillante consejero y que a los 65 años no era tan viejo como para no poder desempeñarse en su cargo.
Lamentablemente, a pesar de contar con el apoyo del Führer, Dorpmüller consiguió suspender el nombramiento, que para mí hubiera representado una ventaja importante, ya que me hubiera permitido agilizar una serie de medidas para destrabar el conflicto.
El 21 de mayo (dos meses después de la interferencia de Dorpmüller) Hitler me expresó su deseo de conocer Ganzenmüller, ya que estaba impresionado con la celeridad con que ese funcionario había reestablecido el tráfico en el frente oriental.
Ganzenmüller era un joven consejero dueño de una gran perspicacia y mucho empeño en su trabajo, quien había conseguido en el invierno de 1942 reestablecer el tráfico férreo entre Minsk y Smolenko.
Luego de la entrevista Hitler quedó muy impresionado y me dijo que le gustaba ese hombre para nombrarlo subsecretario de Transporte, ya que el problema de los ferrocarriles resultaba fundamental solucionarlo.
Yo le pregunté si no sería conveniente consultarlo con Dorpmüller, pero Hitler casi me respondió a los gritos: ¡De ninguna manera Dorpmüller debe enterarse!.
Dos días después (el 23 de mayo) en forma inconsulta Hitler le comunicó a Dorpmüller de que había tomado la decisión de nombrar a Ganzenmüller, arguyendo que el estado de los ferrocarriles era penoso y que se necesitaba sangre nueva con ideas innovadoras para solucionar los graves problemas.
Toda la situación fue incómoda y hasta vergonzosa para los tres, tanto para el Ministro, como para el joven y flamante subsecretario, como para mí.
Para agravar la humillación de Dorpmüller, Hitler nombró a Milch y a mí para que actuáramos interinamente como directores absolutos de todo lo referido al transporte. Debíamos ocuparnos de que las exigencias formuladas sean solucionadas en el menor tiempo posible. Durante todo la reunión Dorpmüller se mantuvo impasible sin emitir ni un tipo de comentarios. Pero cuando salimos de la sala me miró con rencor y desde ese momento siempre se portó de forma fría y distante para conmigo.
Al finalizar la reunión, el Führer manifestó con jactancia:
- ¡No debemos perder la guerra por un problema de transporte!. ¡Hay que solucionarlo!
Y así lo hicimos, y efectivamente el problema se solucionó. Ganzenmüller empleó métodos sencillos para eliminar el atasco, acelerar la circulación y satisfacer las crecientes necesidades del transporte de armamentos hacia el frente.
Una comisión directiva formada por miembros del ferrocarril se encargó de impulsar la reparación de las locomotoras dañadas, de aumentar la fabricación de rieles y de incrementar los kilómetros de vías férreas. Además, cambiaron los métodos artesanales de fabricación de locomotoras, para empezar a fabricarlas en serie lo que incrementó notablemente la producción.
A PESAR DE QUE SE FABRICABAN MÁS ARMAMENTOS LA FLUIDEZ DEL TRANSPORTE SE MANTUVO EN 1942, 1943 Y PARTE DE 1944.
PERO LAMENTABLEMENTE LOS SISTEMÁTICOS ATAQUES AÉREOS DURANTE EL OTOÑO DE 1944 HICIERON COLAPSAR DEFINITIVAMENTE AL TRANSPORTES, REPRESENTADO ESE GRAVE PROBLEMA EN EL MAYOR ESCOLLO DE NUESTRA ECONOMÍA DE GUERRA.
… Una semana después del nombramiento de Ganzenmüller visité a Hitler y le expuse con franqueza que los mandos militares y autoridades del NSDAP debían predicar con el ejemplo en una época tan crítica como la de aquel verano de 1942. Le propuse que los altos cargos del Reich y del partido debían renunciar al privilegio de usar sus vagones particulares. Hitler eludió la decisión, argumentando que esos vagones eran necesarios en el Este por culpa del mal estado de los alojamientos, y que debido a eso los generales y sus estados mayores usaban los vagones como hoteles o residencias.
Le expliqué que si bien eso era cierto, existían innumerables jerarcas que usaban sus trenes particulares para movilizarse dentro del Reich e inclusive en Francia, y para justificar mis palabras le expuse una lista con todos los nombres y apellidos de funcionarios civiles y militares que hacían uso y abuso de ese privilegio.
Pero lamentablemente no obtuve ni una respuesta a mi reclamo.
Una vez más la solución viene del lado de DECISIONES POLÍTICAS.
Continuará
El aumento de la producción de armamentos no sólo demandaba más obreros y materias primas, también el ferrocarril tenía que estar a las altura de las circunstancias. En el territorio del reich había largas filas de trenes que no podían llegar a destino y muchos convoyes sufrían retrasos intolerables.
Muchas locomotoras estaban descompuestas, la construcción de vagones se hacía en forma artesanal, y una serie de impericias y trabas burocráticas impedía el tendido de nuevos tramos, indispensables para el transporte hacia el frente oriental.
El 5 de Marzo de 1942 Julius Dorpmüller, nuestro Ministro de Transporte, un hombre ágil a pesar de sus 75 años, me acompañó al cuartel general para exponer ante Hitler sobre los problemas en el transporte. Le expliqué del caos en el que estaban sumido los ferrocarriles y de la necesidad imperiosa de mantenimiento y reparación, pero Dorpmüller se mostró renuente a apoyarme. Hitler, como siempre, eligió la visión más optimista y demoró decidirse sobre un asunto tan importante diciendo que la situación no sería tan grave. Le expliqué que la situación era grave, pero que bastaban un par de decisiones políticas que dimanaran de su persona para que el conflicto se destrabara y se pudieran reparar las máquinas, destinar acero de la construcción a la fabricación de rieles y ocupar personal ocioso en el tendido de nuevos kilómetros de vías férreas.
Se negó rotundamente a renunciar al acero destinado a la construcción civil, arguyendo que lo necesitaba para sus proyectos arquitectónicos. Entonces le pedí si por lo menos podía nombrar a un funcionario joven como secretario de transporte que respondiera a mí directamente, para evitar las trabas burocráticas, y me respondió que lo iba a pensar.
Dos semanas después Hitler accedió al nombramiento de un funcionario joven en reemplazo del subsecretario del Ministerio de Transporte, pero Dorpmüller me salió al cruce diciéndome que el actual subsecretario era de su extrema confianza, que tenía mucha experiencia ya que en 1922 había sido un brillante consejero y que a los 65 años no era tan viejo como para no poder desempeñarse en su cargo.
Lamentablemente, a pesar de contar con el apoyo del Führer, Dorpmüller consiguió suspender el nombramiento, que para mí hubiera representado una ventaja importante, ya que me hubiera permitido agilizar una serie de medidas para destrabar el conflicto.
El 21 de mayo (dos meses después de la interferencia de Dorpmüller) Hitler me expresó su deseo de conocer Ganzenmüller, ya que estaba impresionado con la celeridad con que ese funcionario había reestablecido el tráfico en el frente oriental.
Ganzenmüller era un joven consejero dueño de una gran perspicacia y mucho empeño en su trabajo, quien había conseguido en el invierno de 1942 reestablecer el tráfico férreo entre Minsk y Smolenko.
Luego de la entrevista Hitler quedó muy impresionado y me dijo que le gustaba ese hombre para nombrarlo subsecretario de Transporte, ya que el problema de los ferrocarriles resultaba fundamental solucionarlo.
Yo le pregunté si no sería conveniente consultarlo con Dorpmüller, pero Hitler casi me respondió a los gritos: ¡De ninguna manera Dorpmüller debe enterarse!.
Dos días después (el 23 de mayo) en forma inconsulta Hitler le comunicó a Dorpmüller de que había tomado la decisión de nombrar a Ganzenmüller, arguyendo que el estado de los ferrocarriles era penoso y que se necesitaba sangre nueva con ideas innovadoras para solucionar los graves problemas.
Toda la situación fue incómoda y hasta vergonzosa para los tres, tanto para el Ministro, como para el joven y flamante subsecretario, como para mí.
Para agravar la humillación de Dorpmüller, Hitler nombró a Milch y a mí para que actuáramos interinamente como directores absolutos de todo lo referido al transporte. Debíamos ocuparnos de que las exigencias formuladas sean solucionadas en el menor tiempo posible. Durante todo la reunión Dorpmüller se mantuvo impasible sin emitir ni un tipo de comentarios. Pero cuando salimos de la sala me miró con rencor y desde ese momento siempre se portó de forma fría y distante para conmigo.
Al finalizar la reunión, el Führer manifestó con jactancia:
- ¡No debemos perder la guerra por un problema de transporte!. ¡Hay que solucionarlo!
Y así lo hicimos, y efectivamente el problema se solucionó. Ganzenmüller empleó métodos sencillos para eliminar el atasco, acelerar la circulación y satisfacer las crecientes necesidades del transporte de armamentos hacia el frente.
Una comisión directiva formada por miembros del ferrocarril se encargó de impulsar la reparación de las locomotoras dañadas, de aumentar la fabricación de rieles y de incrementar los kilómetros de vías férreas. Además, cambiaron los métodos artesanales de fabricación de locomotoras, para empezar a fabricarlas en serie lo que incrementó notablemente la producción.
A PESAR DE QUE SE FABRICABAN MÁS ARMAMENTOS LA FLUIDEZ DEL TRANSPORTE SE MANTUVO EN 1942, 1943 Y PARTE DE 1944.
PERO LAMENTABLEMENTE LOS SISTEMÁTICOS ATAQUES AÉREOS DURANTE EL OTOÑO DE 1944 HICIERON COLAPSAR DEFINITIVAMENTE AL TRANSPORTES, REPRESENTADO ESE GRAVE PROBLEMA EN EL MAYOR ESCOLLO DE NUESTRA ECONOMÍA DE GUERRA.
… Una semana después del nombramiento de Ganzenmüller visité a Hitler y le expuse con franqueza que los mandos militares y autoridades del NSDAP debían predicar con el ejemplo en una época tan crítica como la de aquel verano de 1942. Le propuse que los altos cargos del Reich y del partido debían renunciar al privilegio de usar sus vagones particulares. Hitler eludió la decisión, argumentando que esos vagones eran necesarios en el Este por culpa del mal estado de los alojamientos, y que debido a eso los generales y sus estados mayores usaban los vagones como hoteles o residencias.
Le expliqué que si bien eso era cierto, existían innumerables jerarcas que usaban sus trenes particulares para movilizarse dentro del Reich e inclusive en Francia, y para justificar mis palabras le expuse una lista con todos los nombres y apellidos de funcionarios civiles y militares que hacían uso y abuso de ese privilegio.
Pero lamentablemente no obtuve ni una respuesta a mi reclamo.
Una vez más la solución viene del lado de DECISIONES POLÍTICAS.
Continuará
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Con respecto a la industria francesa, Speer nos dice:
En términos industriales, Francia era el país más poderoso y desarrollado industrialmente de los países conquistados. HASTA LA PRIMAVERA DE 1943 SU CAPACIDAD EN ESE SENTIDO APENAS NOS BENEFICIÓ.
El reclutamiento forzoso de Suackel nos causó más perjuicios que beneficios, pues los obreros huían de las fábricas francesas (muchas de las cuales producían armamentos para nosotros), para evitar el reclutamiento obligatorio que los deportaría a Alemania.
Me quejé de Sauckle por primera vez en mayo de 1943. En julio del mismo año, en una reunión en París, propuse que por lo menos las industrias francesas que trabajaban para nosotros, quedasen a salvo del sistema de reclutamiento forzoso de Sauckel.
Mis colaboradores y yo pretendíamos fabricar bienes de consumo en grandes cantidades para la población civil alemana, como zapatos, ropas, muebles, usando las fábricas francesas y también aplicar ese método en Holanda, Bélgica y Dinamarca, con el fin de destinar a todas las fábricas alemanas a la fabricación exclusivamente de armamentos.
Cuando en septiembre de 1943 Hitler me dio el poder como para hacerme cargo de TODA LA PRODUCCIÓN ALEMANA, invité al ministro de industria francés, Bichelonne, quien era profesor de la Sorbona y tenía fama de ser una persona enérgica y eficiente.
A pesar de algunas trabas que me impuso el Ministerio del Interior, conseguí que Bichelonne fuera recibido como invitado oficial. Para ello tuve que apelar a Hitler.
Cinco días antes de que Bichelonne llegara, hice que Hitler me confirmara que estaba de acuerdo con el plan industrial a nivel europeo, que permitiría destinar las fábricas de Francia y los Paises Bajos en la producción de bienes de consumo para la sociedad civil alemana, así de esa manera se liberaban cientos de fábricas y millones de obreros alemanes para destinar esos recursos e instalaciones en la fabricación exclusiva de armamentos.
El 17 de Septiembre recibí a Bichelonne, con quien me sentí identificado en lo personal. Ambos éramos jóvenes y los dos creíamos tener el futuro en nuestras manos…
El último día de su visita, Bichelonne me pidió que habláramos a solas y me dijo que Laval le había pedido (por imposición de Sauckel) de que no hablara conmigo sobre el envío forzoso de trabajadores franceses a Alemania.
Luego me preguntó si yo estaría dispuesto a hablar de ello a pesar de todo. Le contesté que sí y le dije si sería de gran ayuda si yo protegía a la industria francesa. Bichelonne me respondió:
- Si eso fuera posible, todos mis problemas habrían desaparecido, pero eso implicaría también el traslado de los obreros franceses hacia el Reich.
Yo no tenía ninguna duda, pero sólo así yo podía conseguir que las fábricas francesas trabajaran para nosotros.
Ambos hicimos algo arriesgado: Bichelonne desoyó las recomendaciones de Laval y yo desautoricé a Sauckel, y sin ningún tipo de respaldo, establecimos un acuerdo de palabra.
A continuación nos fuimos a una reunión donde un grupo de juristas discutieron durante horas sobre algunos puntos controvertidos, como para cuadrar legalmente nuestro pacto.
Cansado de esa discusión estéril sobre detalles accesorios que no conducía a nada, cerca de la medianoche decidí interrumpir la fatigosa discusión y propuse dar por concertado nuestro acuerdo con un simple apretón de manos. Los juristas de ambas partes quedaron asombrados, no obstante yo respeté hasta el final de la guerra nuestro pacto informal.
Nuestro plan era ventajoso para ambas partes, ya que yo podía ganar en potencial armamentístico dedicando todas las fábricas a producir armamentos, mientras los franceses se beneficiaban con alcanzar su potencial económico en tiempos de paz.
Con ayuda del Comandante en jefe de las tropas de ocupación en Francia se designaron las industrias protegidas en todo el país, prometiéndose protección frente a Sauckel, llegándose a proteger unas 10.000 fábricas.
A principios de la siguiente semana informé a los colaboradores de Sauckel del acuerdo firmado y de la conveniencia de que los trabajadores franceses trabajaran en industrias francesas.
Diez días más tarde me encontré en el cuartel general para explicarle a Hitler los alcances del convenio establecido con Bichelonne. Hitler estuvo de acuerdo y aprobó mis acuerdos, aún a riesgo de posibles huelgas entre los sindicatos franceses.
El acuerdo al cual arribamos con Bichelonne puso fin a las prácticas abusivas de Sauckel. De los 50.000 obreros franceses llevados a la fuerza por Sauckle, se redujeron a 5.000 para principios de 1944.
Unos meses más tarde, el 1 de marzo de 1944) Sauckel informó con enojo:
- Mis jefes regionales de Francia me han informado que todo tipo de reclutamiento se ha terminado. En todas las industrias les dicen que un convenio firmado entre Bichelonne y Speer ha protegido las fábricas francesas. Y Laval me ha manifestado que no va a poner más obreros franceses a mi disposición.
Poco tiempo después procedí de la misma manera en los Países Bajos e Italia.
Esto si que es muy interesante. Pero no sé si en mi ucroná esto me va a servir.
Yo necesito tomar medidas de facil implementación, ya que para fines de 1942 o principios de 1943 rusia debe estar derrotada.
Continuará
En términos industriales, Francia era el país más poderoso y desarrollado industrialmente de los países conquistados. HASTA LA PRIMAVERA DE 1943 SU CAPACIDAD EN ESE SENTIDO APENAS NOS BENEFICIÓ.
El reclutamiento forzoso de Suackel nos causó más perjuicios que beneficios, pues los obreros huían de las fábricas francesas (muchas de las cuales producían armamentos para nosotros), para evitar el reclutamiento obligatorio que los deportaría a Alemania.
Me quejé de Sauckle por primera vez en mayo de 1943. En julio del mismo año, en una reunión en París, propuse que por lo menos las industrias francesas que trabajaban para nosotros, quedasen a salvo del sistema de reclutamiento forzoso de Sauckel.
Mis colaboradores y yo pretendíamos fabricar bienes de consumo en grandes cantidades para la población civil alemana, como zapatos, ropas, muebles, usando las fábricas francesas y también aplicar ese método en Holanda, Bélgica y Dinamarca, con el fin de destinar a todas las fábricas alemanas a la fabricación exclusivamente de armamentos.
Cuando en septiembre de 1943 Hitler me dio el poder como para hacerme cargo de TODA LA PRODUCCIÓN ALEMANA, invité al ministro de industria francés, Bichelonne, quien era profesor de la Sorbona y tenía fama de ser una persona enérgica y eficiente.
A pesar de algunas trabas que me impuso el Ministerio del Interior, conseguí que Bichelonne fuera recibido como invitado oficial. Para ello tuve que apelar a Hitler.
Cinco días antes de que Bichelonne llegara, hice que Hitler me confirmara que estaba de acuerdo con el plan industrial a nivel europeo, que permitiría destinar las fábricas de Francia y los Paises Bajos en la producción de bienes de consumo para la sociedad civil alemana, así de esa manera se liberaban cientos de fábricas y millones de obreros alemanes para destinar esos recursos e instalaciones en la fabricación exclusiva de armamentos.
El 17 de Septiembre recibí a Bichelonne, con quien me sentí identificado en lo personal. Ambos éramos jóvenes y los dos creíamos tener el futuro en nuestras manos…
El último día de su visita, Bichelonne me pidió que habláramos a solas y me dijo que Laval le había pedido (por imposición de Sauckel) de que no hablara conmigo sobre el envío forzoso de trabajadores franceses a Alemania.
Luego me preguntó si yo estaría dispuesto a hablar de ello a pesar de todo. Le contesté que sí y le dije si sería de gran ayuda si yo protegía a la industria francesa. Bichelonne me respondió:
- Si eso fuera posible, todos mis problemas habrían desaparecido, pero eso implicaría también el traslado de los obreros franceses hacia el Reich.
Yo no tenía ninguna duda, pero sólo así yo podía conseguir que las fábricas francesas trabajaran para nosotros.
Ambos hicimos algo arriesgado: Bichelonne desoyó las recomendaciones de Laval y yo desautoricé a Sauckel, y sin ningún tipo de respaldo, establecimos un acuerdo de palabra.
A continuación nos fuimos a una reunión donde un grupo de juristas discutieron durante horas sobre algunos puntos controvertidos, como para cuadrar legalmente nuestro pacto.
Cansado de esa discusión estéril sobre detalles accesorios que no conducía a nada, cerca de la medianoche decidí interrumpir la fatigosa discusión y propuse dar por concertado nuestro acuerdo con un simple apretón de manos. Los juristas de ambas partes quedaron asombrados, no obstante yo respeté hasta el final de la guerra nuestro pacto informal.
Nuestro plan era ventajoso para ambas partes, ya que yo podía ganar en potencial armamentístico dedicando todas las fábricas a producir armamentos, mientras los franceses se beneficiaban con alcanzar su potencial económico en tiempos de paz.
Con ayuda del Comandante en jefe de las tropas de ocupación en Francia se designaron las industrias protegidas en todo el país, prometiéndose protección frente a Sauckel, llegándose a proteger unas 10.000 fábricas.
A principios de la siguiente semana informé a los colaboradores de Sauckel del acuerdo firmado y de la conveniencia de que los trabajadores franceses trabajaran en industrias francesas.
Diez días más tarde me encontré en el cuartel general para explicarle a Hitler los alcances del convenio establecido con Bichelonne. Hitler estuvo de acuerdo y aprobó mis acuerdos, aún a riesgo de posibles huelgas entre los sindicatos franceses.
El acuerdo al cual arribamos con Bichelonne puso fin a las prácticas abusivas de Sauckel. De los 50.000 obreros franceses llevados a la fuerza por Sauckle, se redujeron a 5.000 para principios de 1944.
Unos meses más tarde, el 1 de marzo de 1944) Sauckel informó con enojo:
- Mis jefes regionales de Francia me han informado que todo tipo de reclutamiento se ha terminado. En todas las industrias les dicen que un convenio firmado entre Bichelonne y Speer ha protegido las fábricas francesas. Y Laval me ha manifestado que no va a poner más obreros franceses a mi disposición.
Poco tiempo después procedí de la misma manera en los Países Bajos e Italia.
Esto si que es muy interesante. Pero no sé si en mi ucroná esto me va a servir.
Yo necesito tomar medidas de facil implementación, ya que para fines de 1942 o principios de 1943 rusia debe estar derrotada.
Continuará
Última edición por Super Mario el 24 Sep 2012, 05:53, editado 1 vez en total.
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Con respecto a poder poner a toda la industria alemana (civil y militar) en una economía de GUERRA TOTAL, Speer nos dice:
… Luego del fracaso de Kursk y del peligroso desembarco de los americanos en el sur de Italia, comprendí que había que transformar de una vez por todas la estructura económica de Alemania, QUE EN GRAN PARTE SEGUÍA COMO EN TIEMPOS DE PAZ de tal modo que los 6 millones de obreros que trabajaban en la industria de bienes de consumo, un millón y medio se pasara a las fábricas de armamentos.
Sin dudar manifesté en una reunión con los Jefes Regionales:
- Soy de la opinión de que si queremos ganar la guerra, vamos a tener que ser los primeros en sacrificarnos. Les ruego que tengan en cuenta lo siguiente: Hasta ahora algunas regiones se han librado del cierre de las fábricas que producen bienes de consumo, pero eso no podrá seguir tolerándose por mucho tiempo. Y si las regiones en cuestión no obedecen mis órdenes en 15 días, tomaré medidas al respecto. ¡Tengo la intención de imponer mi autoridad en todo el Reich, cueste lo que costare!. He hablado del asunto con el jefe nacional de las SS (Himmler) y a partir de ahora trataré como es debido que no ejecuten estas medidas.
En cuanto terminé mi discurso, algunos Jefes Regionales se dirigieron coléricos hacia mí, liderados por uno de los jefes más antiguos apellidado Bürkel, arguyendo si yo los estaba amenazando con recluirlos en campos de concentración.
Para aclarar dicha confusión, le solicité a Bormann de que me diera nuevamente la palabra, pero éste me la negó con la clara intención de mantener vivo el malentendido.
A la mañana siguiente le pedí a Hitler apoyo político, pero éste prefirió respaldar a sus viejos camaradas políticos del NSDAP.
Por otra parte Bormann se encargó de informarle a Hitler sobre mi airada discusión con los Jefes Regionales, dejándome mal parado.
Hitler se mostró molesto por mi enfrentamiento y me dio a entender que los Jefes estaban alterados por mi actitud irrespetuosa.
Enseguida me di cuenta de que Bormann se había encargado de minar mi prestigio frente a él y durante varios meses siguió machacando sobre el incidente con la clara intención de desautorizarme y restarme autoridad.
Continuará
… Luego del fracaso de Kursk y del peligroso desembarco de los americanos en el sur de Italia, comprendí que había que transformar de una vez por todas la estructura económica de Alemania, QUE EN GRAN PARTE SEGUÍA COMO EN TIEMPOS DE PAZ de tal modo que los 6 millones de obreros que trabajaban en la industria de bienes de consumo, un millón y medio se pasara a las fábricas de armamentos.
Sin dudar manifesté en una reunión con los Jefes Regionales:
- Soy de la opinión de que si queremos ganar la guerra, vamos a tener que ser los primeros en sacrificarnos. Les ruego que tengan en cuenta lo siguiente: Hasta ahora algunas regiones se han librado del cierre de las fábricas que producen bienes de consumo, pero eso no podrá seguir tolerándose por mucho tiempo. Y si las regiones en cuestión no obedecen mis órdenes en 15 días, tomaré medidas al respecto. ¡Tengo la intención de imponer mi autoridad en todo el Reich, cueste lo que costare!. He hablado del asunto con el jefe nacional de las SS (Himmler) y a partir de ahora trataré como es debido que no ejecuten estas medidas.
En cuanto terminé mi discurso, algunos Jefes Regionales se dirigieron coléricos hacia mí, liderados por uno de los jefes más antiguos apellidado Bürkel, arguyendo si yo los estaba amenazando con recluirlos en campos de concentración.
Para aclarar dicha confusión, le solicité a Bormann de que me diera nuevamente la palabra, pero éste me la negó con la clara intención de mantener vivo el malentendido.
A la mañana siguiente le pedí a Hitler apoyo político, pero éste prefirió respaldar a sus viejos camaradas políticos del NSDAP.
Por otra parte Bormann se encargó de informarle a Hitler sobre mi airada discusión con los Jefes Regionales, dejándome mal parado.
Hitler se mostró molesto por mi enfrentamiento y me dio a entender que los Jefes estaban alterados por mi actitud irrespetuosa.
Enseguida me di cuenta de que Bormann se había encargado de minar mi prestigio frente a él y durante varios meses siguió machacando sobre el incidente con la clara intención de desautorizarme y restarme autoridad.
Continuará
Última edición por Super Mario el 24 Sep 2012, 05:54, editado 1 vez en total.
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Con respecto al poder casi feudal de los Jefes Regionales y a su lucha de poder contra Bormann, Speer nos dice:
A mediados de 1943 Himmler me dijo que estaba dispuesto a enfrentar el poderío de los jefes regionales para de una vez por todas terminar con los privilegios y con las trabas burocráticas que aquejaban al tercer Reich.
Pero pronto comprendí que eso también era una quimera, porque a fines de 1943 le envié documentación a Himmler relativa a graves enfrentamientos con los Jefes Regionales, quienes habían desautorizados mis órdenes o directamente las habían ignorado, lo cual había ocasionado pérdidas o retrasos en la producción de armamentos.
Luego de varias semanas recibí la desagradable noticia de que mis críticas habían sido analizadas por Bormann, quien las había desestimados por improcedentes. Inclusive se le había dado la oportunidad a los Jefes Regionales de que se defendieran, quienes se habían encargado de explicar que la desobediencia a mis órdenes era totalmente justificadas, ya que ocasionarían un perjuicio a la sociedad civil, y ellos como delegados del pueblo debían velar por el bienestar de los ciudadanos alemanes.
Así pues Himmler fracasó estrepitosamente en intentar disciplinar a los Jefes regionales y asumir el control administrativo del Tercer Reich. Luego por intermedio de Hanke (jefe de la baja silesia) me contó que Himmler había pretendido atacar la soberanía de varios Jefes Regionales y que le había transmitido órdenes directas a oficiales de las SS, pero que éstos no habían podido doblegar a los Jefes Regionales porque contaban con protección directa del NSDAP.
Unos días después, al enterarse Bormann de la intención de Himmler de avanzar por sobre la autoridad de los Jefes Regionales, intercedió ante Hitler y obtuvo de este una orden que prohibía la intervención de Himmler, lo cual dejó demostrado que ni siquiera las SS podían quebrantar la unión entre el NSDAP y su Führer.
Con el correr de los meses los Jefes Regionales agravarían su radicalismo ideológico y su intransigencia, transformándose en una traba para la producción de armamentos.
… Con el correr de los meses, Bormann se fue transformando en un escollo que por culpa de su ambición personal se encargó de enfrentarme, quizás temeroso de que yo pudiera opacar su poder y su ambición de suceder algún día a Hitler. En la intimidad yo llamaba a Bormann ”el hombre con las tijeras de podar”, pues se dedicaba a impedir que nadie se destacara, y lo hacía con tesón, brutalidad y astucia. Siempre Bormann hizo todo lo que pudo para cercenar mi poder. A partir de octubre de 1943, los Jefes Regionales formaron un frente común contra mí, apoyados por Bormann y autoridades del NSDAP. Tal fue el éxito de sus trabas, que en varias oportunidades de 1944 tuve deseos de renunciar.
La lucha entre Bormann y yo siguió hasta el final de la guerra.
Una vez más la solución es sencilla: MATAR A BORMANN Y NOMBRAR A SCHIRACH.
Continuará
A mediados de 1943 Himmler me dijo que estaba dispuesto a enfrentar el poderío de los jefes regionales para de una vez por todas terminar con los privilegios y con las trabas burocráticas que aquejaban al tercer Reich.
Pero pronto comprendí que eso también era una quimera, porque a fines de 1943 le envié documentación a Himmler relativa a graves enfrentamientos con los Jefes Regionales, quienes habían desautorizados mis órdenes o directamente las habían ignorado, lo cual había ocasionado pérdidas o retrasos en la producción de armamentos.
Luego de varias semanas recibí la desagradable noticia de que mis críticas habían sido analizadas por Bormann, quien las había desestimados por improcedentes. Inclusive se le había dado la oportunidad a los Jefes Regionales de que se defendieran, quienes se habían encargado de explicar que la desobediencia a mis órdenes era totalmente justificadas, ya que ocasionarían un perjuicio a la sociedad civil, y ellos como delegados del pueblo debían velar por el bienestar de los ciudadanos alemanes.
Así pues Himmler fracasó estrepitosamente en intentar disciplinar a los Jefes regionales y asumir el control administrativo del Tercer Reich. Luego por intermedio de Hanke (jefe de la baja silesia) me contó que Himmler había pretendido atacar la soberanía de varios Jefes Regionales y que le había transmitido órdenes directas a oficiales de las SS, pero que éstos no habían podido doblegar a los Jefes Regionales porque contaban con protección directa del NSDAP.
Unos días después, al enterarse Bormann de la intención de Himmler de avanzar por sobre la autoridad de los Jefes Regionales, intercedió ante Hitler y obtuvo de este una orden que prohibía la intervención de Himmler, lo cual dejó demostrado que ni siquiera las SS podían quebrantar la unión entre el NSDAP y su Führer.
Con el correr de los meses los Jefes Regionales agravarían su radicalismo ideológico y su intransigencia, transformándose en una traba para la producción de armamentos.
… Con el correr de los meses, Bormann se fue transformando en un escollo que por culpa de su ambición personal se encargó de enfrentarme, quizás temeroso de que yo pudiera opacar su poder y su ambición de suceder algún día a Hitler. En la intimidad yo llamaba a Bormann ”el hombre con las tijeras de podar”, pues se dedicaba a impedir que nadie se destacara, y lo hacía con tesón, brutalidad y astucia. Siempre Bormann hizo todo lo que pudo para cercenar mi poder. A partir de octubre de 1943, los Jefes Regionales formaron un frente común contra mí, apoyados por Bormann y autoridades del NSDAP. Tal fue el éxito de sus trabas, que en varias oportunidades de 1944 tuve deseos de renunciar.
La lucha entre Bormann y yo siguió hasta el final de la guerra.
Una vez más la solución es sencilla: MATAR A BORMANN Y NOMBRAR A SCHIRACH.
Continuará
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Con respecto a los bombarderos y el traslado de las fábricas a zonas más seguras de Alemania, Speer nos dice:
En agosto de 1943 un gran bombardeo a la ciudad de Schweinfurt afectó seriamente la fabricación de rodamientos, piezas tan importantes para los tanques, cañones y hasta para los camiones. En dicha ciudad se encontraban concentradas las fábricas de rodamientos y el golpe a nuestra logística fue muy duro. Por lo tanto decidí dispersar las fábricas a lugares más tranquilos de la campiña alemana. Hitler acogió de buen agrado mi decisión, pero una vez más los Jefes regionales interpusieron sus quejas. Pasaron varios meses preciosos de indecisiones, hasta que el 14 de octubre de 1943, otro gran bombardeo terminó por paralizar la manufactura de rodamientos, lo que retrasó la línea de producción de los tanques, por lo tanto decidí trasladar las fábricas al este de Alemania, que aún era una zona segura, pero también fue resistida dicha decisión.
En enero de 1944 todavía se seguía discutiendo sobre la conveniencia o no del traslado de las industrias hacia una zona más segura.
Pero lo peor de todo, es que esas medidas preventivas yo ya las había tomado 8 meses antes del ataque a Schweinfurt!!!.
El 19 de diciembre de 1942, publiqué un decreto dirigido a toda la industria armamentística. El texto del decreto era el siguiente:
“- Debido a la creciente intensidad de los bombarderos aliados, me obliga a adoptar rápidamente medidas para trasladar las industrias de armamentos más importantes a lugares más tranquilos de Alemania.”
Pero una vez más tropecé con toda clase de resistencia.
A esto no le encuntro una utilidad práctica para mi ucronía, pero me pareció interesante destacarlo.
Continuará
En agosto de 1943 un gran bombardeo a la ciudad de Schweinfurt afectó seriamente la fabricación de rodamientos, piezas tan importantes para los tanques, cañones y hasta para los camiones. En dicha ciudad se encontraban concentradas las fábricas de rodamientos y el golpe a nuestra logística fue muy duro. Por lo tanto decidí dispersar las fábricas a lugares más tranquilos de la campiña alemana. Hitler acogió de buen agrado mi decisión, pero una vez más los Jefes regionales interpusieron sus quejas. Pasaron varios meses preciosos de indecisiones, hasta que el 14 de octubre de 1943, otro gran bombardeo terminó por paralizar la manufactura de rodamientos, lo que retrasó la línea de producción de los tanques, por lo tanto decidí trasladar las fábricas al este de Alemania, que aún era una zona segura, pero también fue resistida dicha decisión.
En enero de 1944 todavía se seguía discutiendo sobre la conveniencia o no del traslado de las industrias hacia una zona más segura.
Pero lo peor de todo, es que esas medidas preventivas yo ya las había tomado 8 meses antes del ataque a Schweinfurt!!!.
El 19 de diciembre de 1942, publiqué un decreto dirigido a toda la industria armamentística. El texto del decreto era el siguiente:
“- Debido a la creciente intensidad de los bombarderos aliados, me obliga a adoptar rápidamente medidas para trasladar las industrias de armamentos más importantes a lugares más tranquilos de Alemania.”
Pero una vez más tropecé con toda clase de resistencia.
A esto no le encuntro una utilidad práctica para mi ucronía, pero me pareció interesante destacarlo.
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Con respecto al aumento de la fabricación de U-Boote, Speer nos dice:
En junio de 1942 tuve oportunidad de conocer a Döenitz, quien me manifestó su preocupación debido al creciente éxito de los aliados en la guerra submarina. Me explicó que el mayor problema era que no se podía recuperar las pérdidas, y que a este paso debería retirar a los pocos submarinos que le quedarían.
La fabricación de los U-Boote se hacía en forma casi artesanal, demandando 11 meses construir un submarino. Aparte sus motores eléctricos tenían poca autonomía, por lo que era necesario duplicar su poder para que los U-Boote pudieran estar muchas más horas bajo el agua. Como ocurre siempre en estos casos, era necesario encontrar a la persona indicada para ocuparse de esa misión. (Acá se refiere a lo que yo digo sobre el TALENTO).
Elegí a un suabo (Otto Merker) que hasta ese momento había hecho méritos construyendo coches de bomberos, lo cual representaba toda una provocación para los ingenieros navales. El 5 de julio de 1943 Merker expuso un nuevo sistema para la construcción de submarinos, que consistía en construirlos por sección en distintas industrias de Alemania, para luego ensamblarlos en los astilleros, usando un sistema similar al implementado por al americanos en la fabricación de los barcos Kayser.
Este nuevo método permitió reducir de 11 meses A 2 MESES LA CONSTRUCCIÓN DE LOS U-BOOTE.
Recuerdo que Döenitz, emocionado manifestó:”- Ahora comenzamos una nueva vida”
De más está decir que el astuto Otto Merker asumirá en octubre de 1941, 18 meses antes. (Aunque eriol se revuelque de tirria por culpa de mi falta de "motivo histórico")
Continuará
En junio de 1942 tuve oportunidad de conocer a Döenitz, quien me manifestó su preocupación debido al creciente éxito de los aliados en la guerra submarina. Me explicó que el mayor problema era que no se podía recuperar las pérdidas, y que a este paso debería retirar a los pocos submarinos que le quedarían.
La fabricación de los U-Boote se hacía en forma casi artesanal, demandando 11 meses construir un submarino. Aparte sus motores eléctricos tenían poca autonomía, por lo que era necesario duplicar su poder para que los U-Boote pudieran estar muchas más horas bajo el agua. Como ocurre siempre en estos casos, era necesario encontrar a la persona indicada para ocuparse de esa misión. (Acá se refiere a lo que yo digo sobre el TALENTO).
Elegí a un suabo (Otto Merker) que hasta ese momento había hecho méritos construyendo coches de bomberos, lo cual representaba toda una provocación para los ingenieros navales. El 5 de julio de 1943 Merker expuso un nuevo sistema para la construcción de submarinos, que consistía en construirlos por sección en distintas industrias de Alemania, para luego ensamblarlos en los astilleros, usando un sistema similar al implementado por al americanos en la fabricación de los barcos Kayser.
Este nuevo método permitió reducir de 11 meses A 2 MESES LA CONSTRUCCIÓN DE LOS U-BOOTE.
Recuerdo que Döenitz, emocionado manifestó:”- Ahora comenzamos una nueva vida”
De más está decir que el astuto Otto Merker asumirá en octubre de 1941, 18 meses antes. (Aunque eriol se revuelque de tirria por culpa de mi falta de "motivo histórico")
Continuará
Última edición por Super Mario el 24 Sep 2012, 05:58, editado 1 vez en total.
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Con respecto a la fabricación del Tiger y de los nuevos proyectos de inmensos y pesados tanques, Speer nos dice:
Con la desagradable aparición del T34 Hitler se mostró eufórico, diciendo que él siempre había tenido razón y que lo mejor era tener un tanque cuyo cañón pudiera batir a cualquier otro a miles de metro y que estuviera tan bien blindado que fuera indestructible, y puso como ejemplo a las contiendas navales, en donde el navío con el cañón más potente que tuviera el alcance más lejano, ganaría la batalla.
Para salir del aprieto el Departamento de armamentos diseñó de apuro un tanque muy similar al T34, de unas 30 toneladas de peso y con un cañón de 75mm de 48 calibres, que inmediatamente fue rechazado por Hitler, quien se inclinó por el diseño de su amigo Ferdinand Porsche, de un tanque con motores eléctricos.
El diseño de Porsche no cumplió con las expectativas y fue derrotado por el diseño de Henschel&Sohn. Pero para quedar bien con su amigo, Hitler ordenó que el diseño de la torre fuera el de Porsche. En un primer momento el diseño no debió tener más de 50 toneladas, pero las intromisiones de Hitler llevaron el diseño a 60 toneladas.
Mis expertos en la industria no participaban directamente de estas discusiones ya que nosotros teníamos que fabricar los tanques tal cual como nos lo pidieran, independientemente de si los requisitos técnicos provinieran de Hitler, del estado Mayor o del departamento de armamentos.
De todas maneras a instancias de los especialistas de fuerzas mecanizadas decidimos diseñar un tanque más ágil que el Tigre, de unas 30 toneladas, pero tan potente como éste, y lo llamamos “Pantera”, ya que su nombre reflejaba el espíritu de la agilidad que los especialistas nos solicitaban. Pero Hitler una vez intervino para perturbar nuestro proyecto, sobrecargando nuestro diseño a tal punto que terminó pesando 48 toneladas, lo que debería haber pesado el diseño del Tigre original.
Nuestra idea se basaba en el rediseño del tanque checo de la Skoda, el T38, pero alargando su chasis para obtener una plataforma estable y adecuada para soportar el cañón kwk 75mm L/48, e inclusive los técnicos habían hecho los cálculos pertinentes para soportar un cañón de mayor calibre, de tal manera de hacer un diseño dinámico y con visión de futuro, que se pudiera adaptar más adelante nuevas armas y a cañones más poderosos.
Molestos con las intromisiones de Hitler (y aconsejado por los técnicos y expertos en tanques) en octubre de 1944 una vez más traté de convencer a Hitler de la conveniencia de fabricar tanques más ligeros y fáciles de construir debido a la escasez de mano de obra y materias primas. Le expliqué que los oficiales de la 26° División Panzer nos habían explicado que en Italia eran necesarios tanques ágiles con una gran potencia de fuego con cañones largos que pudieran destruir tanques a más de un kilómetro. Que el tanque Sherman era el mejor ejemplo, ya que era muy rápido y ágil, y que podía subir las pendientes del terreno montañoso italiano sin problemas, mientras que nuestros pesados tanques sufrían averías y eran incapaces de trepar la colina más pequeña.
También le dije que en el frente oriental el terreno barroso del otoño y el hielo del invierno solían trabar los mecanismos de las cadenas y los pesados tanques alemanes debían ser abandonados y destruidos por su tripulación.
Pero Hitler no quiso entender las recomendaciones, aún cuando provenían de tropas de élite como las divisiones Panzer y mecanizadas.
…Las decisiones de Hitler sobre el rediseño de los tanques hicieron caótica la producción de tanques y condujeron a que no sólo hubiera muchos proyectos paralelos (con el uso innecesarios de insumos, mano de obra y tiempo), sino también a problemas de abastecimiento, de logística y de repuestos cada vez más difíciles de resolver.
(Debo reconocer que el tanque Tiger nunca me convenció del todo. El Tiger era un tanque muy caro, lento de fabricas, que demandaba más de un millón de horas hombre y que tenía muchos desperfectos.
En 30 meses se fabricaron tan sólo 1.200 tanques, unos 40 tanque al mes. (poquísimo si tenemos en cuenta que en esos mismos 30 meses los rusos fabricaron 60.000 tanques, 2.000 por mes).
El Tiger estaba verde y aparte necesitaba mucho mantenimiento porque era como una pieza de relojería. Imagínate que se perdieron más Tiger abandonados o destruidos por su propia tripulación que por efecto de los ataques rusos.
Cada 150 kilómetros había que hacerle un mantenimiento y debido a la falta de materiales, los alemanes habían tenido que usar Wolframio de mala calidad para sus planchas de acero.
Era pesado y torpe, y su sistema de ruedas dobles se atascaba con el barro. (nunca entendí ese sistema. Mejor dicho lo habrán hecho al propósito, para encarecer el tanque, aprovechando ese sistema vicioso de "Tanto alzado" con que los industriales alemanes se enriquecieron.
Pero Yo, en el rol del jefe supremo de toda Alemania, voy a descartar el diseño del Tiger, voy a alejar lo más posible a Porsche el diseño de tanques y voy a promover la fabricación de un tanque mucho más sencillo y fácil de fabricar, pero tan potente como el TIGER).
Continuará
Con la desagradable aparición del T34 Hitler se mostró eufórico, diciendo que él siempre había tenido razón y que lo mejor era tener un tanque cuyo cañón pudiera batir a cualquier otro a miles de metro y que estuviera tan bien blindado que fuera indestructible, y puso como ejemplo a las contiendas navales, en donde el navío con el cañón más potente que tuviera el alcance más lejano, ganaría la batalla.
Para salir del aprieto el Departamento de armamentos diseñó de apuro un tanque muy similar al T34, de unas 30 toneladas de peso y con un cañón de 75mm de 48 calibres, que inmediatamente fue rechazado por Hitler, quien se inclinó por el diseño de su amigo Ferdinand Porsche, de un tanque con motores eléctricos.
El diseño de Porsche no cumplió con las expectativas y fue derrotado por el diseño de Henschel&Sohn. Pero para quedar bien con su amigo, Hitler ordenó que el diseño de la torre fuera el de Porsche. En un primer momento el diseño no debió tener más de 50 toneladas, pero las intromisiones de Hitler llevaron el diseño a 60 toneladas.
Mis expertos en la industria no participaban directamente de estas discusiones ya que nosotros teníamos que fabricar los tanques tal cual como nos lo pidieran, independientemente de si los requisitos técnicos provinieran de Hitler, del estado Mayor o del departamento de armamentos.
De todas maneras a instancias de los especialistas de fuerzas mecanizadas decidimos diseñar un tanque más ágil que el Tigre, de unas 30 toneladas, pero tan potente como éste, y lo llamamos “Pantera”, ya que su nombre reflejaba el espíritu de la agilidad que los especialistas nos solicitaban. Pero Hitler una vez intervino para perturbar nuestro proyecto, sobrecargando nuestro diseño a tal punto que terminó pesando 48 toneladas, lo que debería haber pesado el diseño del Tigre original.
Nuestra idea se basaba en el rediseño del tanque checo de la Skoda, el T38, pero alargando su chasis para obtener una plataforma estable y adecuada para soportar el cañón kwk 75mm L/48, e inclusive los técnicos habían hecho los cálculos pertinentes para soportar un cañón de mayor calibre, de tal manera de hacer un diseño dinámico y con visión de futuro, que se pudiera adaptar más adelante nuevas armas y a cañones más poderosos.
Molestos con las intromisiones de Hitler (y aconsejado por los técnicos y expertos en tanques) en octubre de 1944 una vez más traté de convencer a Hitler de la conveniencia de fabricar tanques más ligeros y fáciles de construir debido a la escasez de mano de obra y materias primas. Le expliqué que los oficiales de la 26° División Panzer nos habían explicado que en Italia eran necesarios tanques ágiles con una gran potencia de fuego con cañones largos que pudieran destruir tanques a más de un kilómetro. Que el tanque Sherman era el mejor ejemplo, ya que era muy rápido y ágil, y que podía subir las pendientes del terreno montañoso italiano sin problemas, mientras que nuestros pesados tanques sufrían averías y eran incapaces de trepar la colina más pequeña.
También le dije que en el frente oriental el terreno barroso del otoño y el hielo del invierno solían trabar los mecanismos de las cadenas y los pesados tanques alemanes debían ser abandonados y destruidos por su tripulación.
Pero Hitler no quiso entender las recomendaciones, aún cuando provenían de tropas de élite como las divisiones Panzer y mecanizadas.
…Las decisiones de Hitler sobre el rediseño de los tanques hicieron caótica la producción de tanques y condujeron a que no sólo hubiera muchos proyectos paralelos (con el uso innecesarios de insumos, mano de obra y tiempo), sino también a problemas de abastecimiento, de logística y de repuestos cada vez más difíciles de resolver.
(Debo reconocer que el tanque Tiger nunca me convenció del todo. El Tiger era un tanque muy caro, lento de fabricas, que demandaba más de un millón de horas hombre y que tenía muchos desperfectos.
En 30 meses se fabricaron tan sólo 1.200 tanques, unos 40 tanque al mes. (poquísimo si tenemos en cuenta que en esos mismos 30 meses los rusos fabricaron 60.000 tanques, 2.000 por mes).
El Tiger estaba verde y aparte necesitaba mucho mantenimiento porque era como una pieza de relojería. Imagínate que se perdieron más Tiger abandonados o destruidos por su propia tripulación que por efecto de los ataques rusos.
Cada 150 kilómetros había que hacerle un mantenimiento y debido a la falta de materiales, los alemanes habían tenido que usar Wolframio de mala calidad para sus planchas de acero.
Era pesado y torpe, y su sistema de ruedas dobles se atascaba con el barro. (nunca entendí ese sistema. Mejor dicho lo habrán hecho al propósito, para encarecer el tanque, aprovechando ese sistema vicioso de "Tanto alzado" con que los industriales alemanes se enriquecieron.
Pero Yo, en el rol del jefe supremo de toda Alemania, voy a descartar el diseño del Tiger, voy a alejar lo más posible a Porsche el diseño de tanques y voy a promover la fabricación de un tanque mucho más sencillo y fácil de fabricar, pero tan potente como el TIGER).
Continuará
Última edición por Super Mario el 20 Nov 2012, 23:22, editado 2 veces en total.
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Con respecto a las medidas de austeridad que se quisieron implementar, Speer nos dice:
Luego de la catástrofe de Stalingrado Goebbels pronunció su memorable discurso de la guerra total. Sus palabras me impactaron mucho y yo mismo me consustancié con el grave problema que estábamos enfrentando luego de la destrucción del VI ejército.
Las noticias que provenían del frente eran funestas y los rusos parecían que iban a arrasar con todo el frente Sur. Goebbels se puso al frente de esa cruzada y comenzó a ordenar toda una serie de medidas que tenían como fin ajustar el nivel de vida de la sociedad civil alemana y de destinar todos los recursos posibles al esfuerzo de guerra.
A partir de ese momento tuve a Goebbels como uno de mis mejores aliados, ya que su duro discurso me daba fuerzas y a la vez autoridad para exigir a la industria mayores esfuerzos.
Goebbels y Funk apoyaban mis medidas radicales y mis demandas sobre más mano de obra y sobre quitarles privilegios a la sociedad civil, mientras que Frick (Ministro del interior) y Lammers (Jefe de la cancillería del Reich) oponían sus obvios reparos, siempre explicando los costos políticos que esas medidas antipopulares iban a causar en la población alemana.
… Una vez Goebbels reclamó a los jefes del partido y autoridades del Reich que renunciaran a su nivel de vida lleno de lujos y prerrogativas. E inclusive propuso que se cerraran los restaurantes, los teatros y que las fábricas químicas que producían cosméticos para las mujeres fueran reconvertidas para que pasen a fabricar armamentos. Eva Braun al enterarse que iban a prohibir la permanente y las tinturas para el cabello, hizo actuar a Hitler, quien recomendó que la medida sea gradual y que se la tome con discreción para evitar el descontento en la población.
Lammers reclamó que el cine y el teatro era un entretenimiento para la población, que ya estaba pasando muchas penurias a causa de los bombardeos aliados.
Pero el reclamo más insólito vino de parte de Göring, quien al enterarse de la medida de Goebbels de cerrar los restaurantes, acudió enseguida a proteger a su restaurante favorito (el Horcher). Pero cuando aparecieron algunos manifestantes enviados por Goebbels a romper sus cristales, tuvo que ceder.
Pero a partir de ese incidente la relación entre ambos quedó resentida.
Continuará
Luego de la catástrofe de Stalingrado Goebbels pronunció su memorable discurso de la guerra total. Sus palabras me impactaron mucho y yo mismo me consustancié con el grave problema que estábamos enfrentando luego de la destrucción del VI ejército.
Las noticias que provenían del frente eran funestas y los rusos parecían que iban a arrasar con todo el frente Sur. Goebbels se puso al frente de esa cruzada y comenzó a ordenar toda una serie de medidas que tenían como fin ajustar el nivel de vida de la sociedad civil alemana y de destinar todos los recursos posibles al esfuerzo de guerra.
A partir de ese momento tuve a Goebbels como uno de mis mejores aliados, ya que su duro discurso me daba fuerzas y a la vez autoridad para exigir a la industria mayores esfuerzos.
Goebbels y Funk apoyaban mis medidas radicales y mis demandas sobre más mano de obra y sobre quitarles privilegios a la sociedad civil, mientras que Frick (Ministro del interior) y Lammers (Jefe de la cancillería del Reich) oponían sus obvios reparos, siempre explicando los costos políticos que esas medidas antipopulares iban a causar en la población alemana.
… Una vez Goebbels reclamó a los jefes del partido y autoridades del Reich que renunciaran a su nivel de vida lleno de lujos y prerrogativas. E inclusive propuso que se cerraran los restaurantes, los teatros y que las fábricas químicas que producían cosméticos para las mujeres fueran reconvertidas para que pasen a fabricar armamentos. Eva Braun al enterarse que iban a prohibir la permanente y las tinturas para el cabello, hizo actuar a Hitler, quien recomendó que la medida sea gradual y que se la tome con discreción para evitar el descontento en la población.
Lammers reclamó que el cine y el teatro era un entretenimiento para la población, que ya estaba pasando muchas penurias a causa de los bombardeos aliados.
Pero el reclamo más insólito vino de parte de Göring, quien al enterarse de la medida de Goebbels de cerrar los restaurantes, acudió enseguida a proteger a su restaurante favorito (el Horcher). Pero cuando aparecieron algunos manifestantes enviados por Goebbels a romper sus cristales, tuvo que ceder.
Pero a partir de ese incidente la relación entre ambos quedó resentida.
Continuará
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What if: Imaginemos un Barbarroja en 2 etapas
Con respecto al aumento de la producción, Speer expone los siguientes números:
Producción mensual……..1941……….1943………1944
Total fusiles……………. 133.000…… 209.000….. 307.000
Fusil de Asalto’44………………………. 2.60……. 55.100
Nuevo fusil ’43……………---------….. 7.900 ……...32.500
Ametralladoras………… 7.100……… 14.100 ……. 28.700
Municiones fusil……….76 millone… 203 millones.. 486 millones
Granadas para fusil……………….… 1.850.000 ….2.987.000
Minas…………………. 79.000…… 1.560.000…. 3.810.000
Granadas de mano…….. 1.210.000…4.920.000…. 3.050.000
Existe una anécdota que Speer cuenta en sus memorias, que no tiene nada que ver con la producción de armamentos, pero que me parece muy interesante destacar sobre una actitud miserable que tuvo Hitler y que habla de lo ido que estaba de la realidad:
En tiempos de paz, durante su gobierno, Hitler solía mostrase al pueblo a través de la ventanilla de su vagón personal en el andén de cada estación, saludando afectuosamente a los ciudadanos que se acercaban para verlo. Pero a medida que la guerra se fue tornando adversa para nuestros ejércitos, dejó de mostrarse por la ventanilla del Tren.
En la tarde del 7 de noviembre de 1942 acompañé a Hitler en un viaje a Munich en su tren personal. Por la noche nos fuimos a cenar al vagón comedor, que era muy lujoso y estaba revestido con palisandro. La mesa estaba ricamente servida y todos nos sentamos a cenar. El tren se encontraba parado en una estación y en un momento un tren que volvía del frente se detuvo frente a nosotros. Pudimos ver por las ventanillas los rostros demacrados y pálidos de los soldados alemanes que llegaban derrotados y heridos del frente oriental, quienes hambrientos miraban nuestro banquete. Al levantar la vista Hitler observó la siniestra escena a metros de su ventana. Sin saludar ni demostrar emoción alguna, ordenó a su criado que bajara las cortinas.
FIN
THE END
ENDE
Producción mensual……..1941……….1943………1944
Total fusiles……………. 133.000…… 209.000….. 307.000
Fusil de Asalto’44………………………. 2.60……. 55.100
Nuevo fusil ’43……………---------….. 7.900 ……...32.500
Ametralladoras………… 7.100……… 14.100 ……. 28.700
Municiones fusil……….76 millone… 203 millones.. 486 millones
Granadas para fusil……………….… 1.850.000 ….2.987.000
Minas…………………. 79.000…… 1.560.000…. 3.810.000
Granadas de mano…….. 1.210.000…4.920.000…. 3.050.000
Existe una anécdota que Speer cuenta en sus memorias, que no tiene nada que ver con la producción de armamentos, pero que me parece muy interesante destacar sobre una actitud miserable que tuvo Hitler y que habla de lo ido que estaba de la realidad:
En tiempos de paz, durante su gobierno, Hitler solía mostrase al pueblo a través de la ventanilla de su vagón personal en el andén de cada estación, saludando afectuosamente a los ciudadanos que se acercaban para verlo. Pero a medida que la guerra se fue tornando adversa para nuestros ejércitos, dejó de mostrarse por la ventanilla del Tren.
En la tarde del 7 de noviembre de 1942 acompañé a Hitler en un viaje a Munich en su tren personal. Por la noche nos fuimos a cenar al vagón comedor, que era muy lujoso y estaba revestido con palisandro. La mesa estaba ricamente servida y todos nos sentamos a cenar. El tren se encontraba parado en una estación y en un momento un tren que volvía del frente se detuvo frente a nosotros. Pudimos ver por las ventanillas los rostros demacrados y pálidos de los soldados alemanes que llegaban derrotados y heridos del frente oriental, quienes hambrientos miraban nuestro banquete. Al levantar la vista Hitler observó la siniestra escena a metros de su ventana. Sin saludar ni demostrar emoción alguna, ordenó a su criado que bajara las cortinas.
FIN
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