5 de marzo. Cuartel General Avanzado de la 1º División (COL). En las afueras de Riohacha. Colombia.Apenas había logrado conciliar el sueño treinta o cuarenta minutos de forma discontinua desde que se fuera a su camastro a la una de la madrugada, así que tras estar dando vueltas y vueltas, sobre las tres y cuarto decidió levantarse y hacer algo de provecho. La tensión era demasiada, aún sabiendo que necesitaría estar fresco para lo que se avecinaba aquel día.
Ya en la parte reservada para él de la tienda de mando, el General Suarez se puso a revisar las últimas informaciones que habían llegado a su puesto de mando. Se centró en unos documentos que le ponían al corriente de lo que algunos de sus agentes dentro de Venezuela, cerca de la frontera, habían observado a lo largo de las últimas horas. Aquellos hombres arriesgaban sus vidas enviando aquellas informaciones, pero en aquel momento eran más valiosas de lo que lo habían sido nunca, y el no pensaba desperdiciarlas.
Centenares de vehículos, miles de hombres y numeroso material militar se desplegaban entre Maracaibo y la frontera cerca de Paraguachón, principalmente a lo largo de la carretera número 6, pero también en otras carreteras secundarias e incluso en caminos y campos. Los informes habían ido llegando desde primera hora de la tarde, hasta hacía algo más de una hora, y en todos ellos se observaba la tendencia a que el despliegue venezolano avanzaba hacia el oeste, hacia la frontera común de ambos países.
-Mi General – le interrumpió un teniente de su Estado Mayor.
-¿Si? ¿Que ocurre? - dijo sin apenas levantar la cabeza de los papeles.
-Del Cuartel General del Ejercito – dijo extendiéndole una comunicación por escrito.
-Gracias ¿alguna cosa más?
-No mi General, eso es todo.
-Muy bien, puede retirarse.
La nota que leyó a continuación era bien simple, y en definitiva venía a decirle que revisara su correo electrónico oficial.
Suarez cogió su ordenador portátil, que por algún misterio de la técnica funcionaba al tope de su batería en aquel lugar fuera de la ciudad, e hizo lo que se le ordenaba. Allí estaba el correo que querían que viese, con el titulo de “máximo secreto, solo para el General en Jefe de la 1º División”.
Lo abrió y encontró un fichero codificado para ser extraído al disco duro y descodificado con un programa que había instalado en él. Suarez no era un genio de la tecnología informática, pero había recibido instrucciones de como hacer aquello, y no tardó mucho en tener ante si una colección de imágenes cenitales de alta resolución del sector norte de la frontera entre Colombia y Venezuela, de hacía unas tres horas, y que debían haber sido tomadas por aviones volando a gran altura, o lo que era más probable, por satélites de reconocimiento. Sabía que su país no habría obtenido aquellas imágenes de con sus propios recursos, así que solo quedaba una posibilidad, los Estados Unidos estaban enviando información de inteligencia a Colombia.
Mucho se había discutido en Bogotá sobre la actitud que tomaría Washington en un escenario como al que parecía abocada su patria aquella noche, y no era un debate nuevo. Siempre habían existido dudas sobre el grado de implicación de su poderoso vecino del norte con su aliado colombiano, y a pesar de las decididas palabras de apoyo en público a la postura de su país, sus colegas desde el Ministerio de Defensa, le informaban que el apoyo era mucho más tibio de puertas hacia adentro, y que parecían principalmente interesados en que sus intereses no se vieran perjudicados. Pero aquello no podía mantenerse mucho más. La situación parecía que con toda seguridad desembocaría en un conflicto armado, y Washington debía tomar partido, aunque fuera a medio gas. Y parece que lo había hecho, aunque Suarez no confiaba en que fuera más allá de aquel tipo de informaciones. En cualquier caso, y aunque bienvenida fuera cualquier tipo de colaboración de su aliado, él no esperaba una ayuda decisiva, tendrían que valerse por ellos mismos, y confiaba en estar lo mejor preparados posibles dado el poco tiempo que habían tenido para reaccionar debido a la rapidez con la que había evolucionado la crisis.
Apartó aquellos pensamientos de su cabeza y se centró en las imágenes, que venían a respaldar lo que él ya sabía gracias a sus agentes dentro de Venezuela, quizás con más exactitud y amplitud, ya que el grupo de imágenes iban desde planos abiertos que abarcaban una gran extensión de terreno hasta zonas muy concretas que habían llamado la atención del operador del satélite.
Leyó el documento adjunto de los especialista de fotoreconocimiento del Estado Mayor en Bogotá. Le informaban de la presencia de una brigada venezolana en la zona, casi con toda seguridad por los vehículos Tpz-1 que se observaban y las comunicaciones interceptadas debía ser la 11º Brigada de infantería. También destacaba la presencia de carros de combate AMX-30 y AMX-13 que habían llegado a la zona a última hora de la noche, estimándose su composición en un batallón de cada uno de los modelos. Al menos le informaban que el resto de la brigada blindada y de la 4ª División Blindada venezolana, no llegarían hasta el próximo día como pronto.
Blindados Tpz-1 venezolanos cerca de la frontera.Más al sur, la restante brigada de la 1ª División de Infantería de Venezuela, había comenzado un reposicionamiento de sus batallones a última hora de la tarde, y sobre todo lo que era de especial interés para él, era el desplazamiento hacia el norte de lo que parecía un batallón entero, supuestamente para unirse a la 11ª Brigada. El resto de la serranía de Perijá se mantenía tranquila, pero mucho más al norte, cerca del puesto de Cojoro en la península de La Guajira, al batallón venezolano equipado con vehículos blindados Dragoon 300 se estaba uniendo una fuerza de Infantería de Marina, dotada de vehículos blindados y camiones.
Aquello parecía un ataque de flanqueo, un “gancho de derecha” sobre el ataque principal a lo largo del eje Maicao-Riohacha. Pero aunque solo fuera un ataque secundario, y quizás le permitiera olvidarse de una posible amenaza de un desembarco anfibio en otro punto de suelo colombiano, le preocupaba bastante, por que tan solo contaba con dos tercios del Grupo de Caballería “Gustavo Matamoros” para enfrentarse a él, y que dicho ataque pudiera llegar a la retaguardia o el flanco de su dispositivo defensivo. Meditó durante unos instantes y llamó a su oficial de operaciones.
-Luis Fernando, ¿puedes venir acá un momento?
-¿Si, mi General? – dijo el Coronel presentándose ante su superior.
-Mira esto – le dijo indicándole una columna de tropas desplazándose en dirección a Cojoro en una de las imágenes - ¿Cual es su concepto?
-Si, recibimos informes de tropas enemigas en esa zona, lo cual puede suponer un serio problema a nuestro despliegue.
-Estoy de acuerdo. Vamos a reforzar a la caballería con algunos de esos comandos que llegaron este mediodía. Están más habituados a la lucha contra los terroristas, pero son profesionales duros y seguro que serán un buen refuerzo. De la orden de enviar una compañía inmediatamente y asegúrese de que reciban suficientes armas y munición contra los blindados. No quiero que se enfrenten a ellos de forma directa, que hagan como la caballería, que los frenen, golpeen y luego se retiren, necesitamos que el enemigo sufra bajas y se retrase, pero si les plantamos cara y tratamos de defender nuestras posiciones a toda costa, con su superioridad numérica y de blindados, llevamos todas las de perder. Ah, y despliegue también al menos una batería de artillería para apoyarlos dentro de su alcance.
-A sus ordenes, ahora mismo lo transmito...ah, mi General, tenía otra cuestión que plantearle.
-¿Si?
-Ha llamado el Teniente Coronel Torres. No puede contactar con el Cuartel General de la Brigada y nos ha pedido autorización a nosotros para poder quedarse en su batallón con 4 vehículos TPM-113 que pertenecen al 6º Batallón, pero que con la premura de su marcha no pudieron llevarse por estar siendo reparados o revisados. Ahora la tripulación solicita unirse a su batallón, pero Torres los ha retenido y requiere que se unan a sus fuerzas. También nos informa que puede estar listo para salir al amanecer hacia el este, a Maicao o a donde usted ordene.
Los hombres del 5º Batallón ansiosos por llegar a posiciones de vanguardiaSuarez lo pensó durante unos momentos antes de responder.
-Vamos a ver. Le dice a Torres que se puede quedar con los blindados, pero que espere a ser relevado por las fuerzas de la Infantería de Marina en la defensa de Riohacha, y sobre todo que acuse recibo de esa última orden, no se moverá ni un minutito antes, y necesita de mi autorización expresa para salir de la ciudad, que eso le quede bien claro.
-Descuide mi General, ahora voy a trasmitir esas ordenes, y hablaré personalmente con Torres de esto.
-Muy bien, gracias...ah, Luis Fernando, convoca una reunión aquí dentro de una hora. Quiero informes de situación actualizados.
-A la orden.
Mientras el Coronel se retiraba, Suarez volvió a escudriñar las imágenes a la vez que pidió el desayuno con una taza de café bien cargado, algunas tostadas y algo de fruta. Se lo tomó en la mesa, mientras seguía trabajando. Si no podía dormir, al menos necesitaba reponer fuerzas.
Credito de la lámina del Tpz-1: Erika MatheusCredito de la lámina del TPM-113: Lord Henry
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