Ucronia España vs EE.UU., Duelo de aguilas
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DESTRUCTORES CONTRATORPEDEROS OSADO Y AUDAZ
En cuanto la Escuadra de Reserva se puso en movimiento, los buques ligeros se apartaron de la escuadra para emprender nuevas misiones. El yate armado Giralda, quedaría en la bahía, cubriendo la retaguardia de la escuadra. Mientras, los contratorpederos Audaz y Osado se adentraron velozmente en el río James, superando fácilmente la entrada gracias a sus 28 nudos a tiro forzado.
en cuanto dejaron atrás Fuerte Wool, los rápidos contratorpederos se separaron. Así, mientras en Audaz se dirigía a inspeccionar el puerto de Newport News, e Osado haría lo mismo en el de la bahía Willougby. En esta bahía, sede de los astilleros Bath Iron Works, tan solo encontraría algunos buques amarrados, sin embargo en los propios astilleros había 2 modernos torpederos en construcción. Solo con el fin de extender el pánico, el Tte. D Manuel Guimera y Ros, comandante del buque, ordeno disparar varias veces sobre los muelles antes de salir de la bahía, para a continuación adentrarse en la desembocadura del río Elizabeth. La Norfolk Navy Yard, estaba frente a ellos.
Sería precisamente allí, donde tendría lugar el único combate naval del día, cuando el Osado se enfrentó al remolcador armado USS Apache. De 650 toneladas y 10 nudos de andar, este buque estaba sin embargo ligeramente armado, por lo que no fue rival para el contratorpedero que, lo acribillo con sus cañones semiautomáticos de 75mm, cesando el fuego solo cuando el remolcador arrió su bandera, embarcando inmediatamente una dotación de presa en el remolcador.
A partir de ese momento, el Osado se limitó a patrullar las aguas a la espera de la llegada del resto de la escuadra, disparando en varias ocasiones sobre algún que otro edificio o concentraciones de tropas demasiado grandes.
Mientras tanto, el Audaz había continuado hasta Newport News, donde encontraría una gran congregación de buques mercantes, y especialmente, los astilleros de Newport News, en los que descansaban dos acorazados ya botados, mientras un tercero en construcción aguardaba su turno casi finalizado. La prioridad era evitar la destrucción de los buques por los propios constructores, por lo que rápidamente se acercó a ellos, disparando su artillería sobre los astilleros. Con ello, el Tte. de navío D Guillermo de Ávila y Barrón, esperaba extender el pánico entre los trabajadores civiles y provocar su fuga. Poco después, el Audaz lanzaba dos pequeños botes al mar que, se dirigieron a los acorazados con 12 infantes de marina cada uno.
Tan solo restaba esperar a los refuerzos que, venían de camino en los cruceros Auxiliares Buenos Aires, Meteoro, y Rápido.
En cuanto la Escuadra de Reserva se puso en movimiento, los buques ligeros se apartaron de la escuadra para emprender nuevas misiones. El yate armado Giralda, quedaría en la bahía, cubriendo la retaguardia de la escuadra. Mientras, los contratorpederos Audaz y Osado se adentraron velozmente en el río James, superando fácilmente la entrada gracias a sus 28 nudos a tiro forzado.
en cuanto dejaron atrás Fuerte Wool, los rápidos contratorpederos se separaron. Así, mientras en Audaz se dirigía a inspeccionar el puerto de Newport News, e Osado haría lo mismo en el de la bahía Willougby. En esta bahía, sede de los astilleros Bath Iron Works, tan solo encontraría algunos buques amarrados, sin embargo en los propios astilleros había 2 modernos torpederos en construcción. Solo con el fin de extender el pánico, el Tte. D Manuel Guimera y Ros, comandante del buque, ordeno disparar varias veces sobre los muelles antes de salir de la bahía, para a continuación adentrarse en la desembocadura del río Elizabeth. La Norfolk Navy Yard, estaba frente a ellos.
Sería precisamente allí, donde tendría lugar el único combate naval del día, cuando el Osado se enfrentó al remolcador armado USS Apache. De 650 toneladas y 10 nudos de andar, este buque estaba sin embargo ligeramente armado, por lo que no fue rival para el contratorpedero que, lo acribillo con sus cañones semiautomáticos de 75mm, cesando el fuego solo cuando el remolcador arrió su bandera, embarcando inmediatamente una dotación de presa en el remolcador.
A partir de ese momento, el Osado se limitó a patrullar las aguas a la espera de la llegada del resto de la escuadra, disparando en varias ocasiones sobre algún que otro edificio o concentraciones de tropas demasiado grandes.
Mientras tanto, el Audaz había continuado hasta Newport News, donde encontraría una gran congregación de buques mercantes, y especialmente, los astilleros de Newport News, en los que descansaban dos acorazados ya botados, mientras un tercero en construcción aguardaba su turno casi finalizado. La prioridad era evitar la destrucción de los buques por los propios constructores, por lo que rápidamente se acercó a ellos, disparando su artillería sobre los astilleros. Con ello, el Tte. de navío D Guillermo de Ávila y Barrón, esperaba extender el pánico entre los trabajadores civiles y provocar su fuga. Poco después, el Audaz lanzaba dos pequeños botes al mar que, se dirigieron a los acorazados con 12 infantes de marina cada uno.
Tan solo restaba esperar a los refuerzos que, venían de camino en los cruceros Auxiliares Buenos Aires, Meteoro, y Rápido.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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ESTACIÓN NAVAL DE NORFOLK
La llegada de la escuadra de Reserva española a la bahía de Chesapeake asombro a los miles de norteamericanos que residían en sus orillas. Hasta ese momento para ellos la guerra fue algo lejano de lo que tan solo tenían noticias por los periódicos o las cartas y telegramas de los soldados que en ella combatían, ahora en cambio iban a experimentar toda su crudeza en vivo.
Bahía Willoughby
El crucero auxiliar Patriota llevaba a bordo 800 soldados del regimiento Sicilia, acompañados de una batería de artillería de montaña de 6 Plasencia, servidos por 80 artilleros, 40 ingenieros, y 90 marineros reclutados entre la mercante a bordo.
El vapor se dirigió directamente al muelle disparando sus cañones Schneider-Canet de 14cm y tiro rápido sobre la base naval norteamericana, al tiempo que barrían los muelles con sus ametralladoras. En cubierta, los soldados aportaban sus fusiles al ataque, disparando contra edificios y cuantos hombres veían en las calles y astilleros.
Minutos después de las 8:00, los primeros soldados españoles ponían pie a tierra ocupando los pequeños astilleros y avanzando por la base norteamericana, antes de detenerse para reorganizarse brevemente. Solo cuando 25 minutos después, aparecieron los cañones de montaña, cuyos sirvientes remolcaban a brazo, reanudaron la marcha, aprovechando para buscar monturas que pudiesen aliviar la carga de los artilleros.
A 800 metros les esperaba su siguiente objetivo, el edificio de la ONI.
Navy Yard.
La llegada de la escuadra española había sorprendido a los militares norteamericanos que, vieron incrédulos como sus fuertes eran rápidamente superados por los buques enemigos para a continuación, dirigirse hacia ellos. No tardaron en ser sometidos a un corto pero intenso bombardeo por parte del acorazado Pelayo y del crucero acorazado Cristóbal Colón. Paso previo al desembarco de cientos de infantes de los vapores auxiliares Joaquín del Piélago, Alfonso XII, y Antonio López, debidamente reforzados por el transporte ciudad de Valencia.
En la cubierta de los buques, se agolpaban miles de soldados de los regimientos Zamora, y Saboya, dispuestos a arrasar la base enemiga. Los buques de detendrían brevemente a poca distancia de los muelles, apenas el tiempo suficiente para alargar los botes previamente dispuestos, con los pelotones encargados de asegurar el muelle. No por ello dejarían de bombardear cuanta posición encontrasen sospechosa, utilizando las ametralladoras para barrer las calles y edificios. Solo cuando la infantería aseguro los muelles, los buques se acercarían para atracar en ellos.
Por fin, los 2.400 infantes, 80 artilleros con 6 piezas de montaña Plasencia, 120 ingenieros, y 210 marinos reclutados entre la mercante, destinados a esta misión, desembarcaron en la base naval de Norfolk. Frente a ellos, las fuerzas norteamericanas estaban en serios problemas a causa del feroz bombardeo al que habían sido sometidos, y atacados por el flanco por las tropas desembarcadas en la bahía Willoughby, y de frente por las fuerzas desembarcadas en la Navy Yard, cedían terreno sin remisión. Con todo, en algunos edificios los marines de la base se defendieron vigorosamente, siendo necesario transportar los cañones de montaña hasta ellos, para así destruirlos.
El propio general Martinegui rehusó a permanecer a bordo del Colón, y desembarco junto a su estado mayor, situando su puesto de mando en un edificio cercano al muelle. Desde allí dirigfiría las operaciones ayudado por un equipo de heliografía montado en su azotea.
-Rápido muchachos. -Gritaba el sargento de infantería de marina Carvallo. -Asegurad esa calle. Cabo Marín, quiero que monte una barricada aquí, así que ya está arrojando todos los muebles de esa casa por la ventana, y usted Marco, quiero que los tiradores suban a esos tejados de ahí y ahí. –Ordeno señalando a ambos lados de la calle. -y controle la zona desde esa posición elevada. Si ve que algún yanqui se asoma demasiado le vuela la cabeza, quiero que hoy volvamos todos a casa, ¿Queda claro?
-¡A la orden mi sargento!
A su espalda, otros trozos de desembarco del Patriota estaban asegurando otras zonas, mientras varios oficiales de inteligencia registraban las oficinas del arsenal revolver en mano, en busca de planos, claves, y cuantas cosas de utilidad pudieran encontrar.
Uno de los encargados de realizar los registros era el comandante Julián O´Donoju, quien asalto revolver en mano la oficina de la ONI en Norkfold seguido de varios hombres. En la oficina sin embargo no quedaba nadie.
-Regístrenlo todo, rápido, y Usted, Manolo, vigile la puerta no sea que nos llevemos una sorpresa. -Dijo mientras se apoderaba de los documentos de la mesa.
-En esta sala hay muchos archivos mi comandante. -Indico el soldado Francisco, a quien todos llamaban Paco. -Y aquí una caja fuerte. -Agrego el soldado Ramón. -Ambos eran estudiantes de bachillerato y tenían conocimientos de inglés a causa de las relaciones comerciales de sus familias, por esa razón habían sido especialmente escogidos para esta sensible misión.
-De acuerdo, revisad los archivos y cargad todo lo que creáis importante, y buscad a uno de los dinamiteros, quiero esa caja fuerte abierta en 20 minutos. -Ordeno rápidamente el comandante. –Y buscad algún medio de transporte para llevarnos todo esto, una carreta o algún carruaje a ser posible.
Dos horas después, las fuerzas españolas abandonaban el edificio cargadas con los archivos de la ONI, por supuesto, prendiéndole fuego al edificio al salir.
La llegada de la escuadra de Reserva española a la bahía de Chesapeake asombro a los miles de norteamericanos que residían en sus orillas. Hasta ese momento para ellos la guerra fue algo lejano de lo que tan solo tenían noticias por los periódicos o las cartas y telegramas de los soldados que en ella combatían, ahora en cambio iban a experimentar toda su crudeza en vivo.
Bahía Willoughby
El crucero auxiliar Patriota llevaba a bordo 800 soldados del regimiento Sicilia, acompañados de una batería de artillería de montaña de 6 Plasencia, servidos por 80 artilleros, 40 ingenieros, y 90 marineros reclutados entre la mercante a bordo.
El vapor se dirigió directamente al muelle disparando sus cañones Schneider-Canet de 14cm y tiro rápido sobre la base naval norteamericana, al tiempo que barrían los muelles con sus ametralladoras. En cubierta, los soldados aportaban sus fusiles al ataque, disparando contra edificios y cuantos hombres veían en las calles y astilleros.
Minutos después de las 8:00, los primeros soldados españoles ponían pie a tierra ocupando los pequeños astilleros y avanzando por la base norteamericana, antes de detenerse para reorganizarse brevemente. Solo cuando 25 minutos después, aparecieron los cañones de montaña, cuyos sirvientes remolcaban a brazo, reanudaron la marcha, aprovechando para buscar monturas que pudiesen aliviar la carga de los artilleros.
A 800 metros les esperaba su siguiente objetivo, el edificio de la ONI.
Navy Yard.
La llegada de la escuadra española había sorprendido a los militares norteamericanos que, vieron incrédulos como sus fuertes eran rápidamente superados por los buques enemigos para a continuación, dirigirse hacia ellos. No tardaron en ser sometidos a un corto pero intenso bombardeo por parte del acorazado Pelayo y del crucero acorazado Cristóbal Colón. Paso previo al desembarco de cientos de infantes de los vapores auxiliares Joaquín del Piélago, Alfonso XII, y Antonio López, debidamente reforzados por el transporte ciudad de Valencia.
En la cubierta de los buques, se agolpaban miles de soldados de los regimientos Zamora, y Saboya, dispuestos a arrasar la base enemiga. Los buques de detendrían brevemente a poca distancia de los muelles, apenas el tiempo suficiente para alargar los botes previamente dispuestos, con los pelotones encargados de asegurar el muelle. No por ello dejarían de bombardear cuanta posición encontrasen sospechosa, utilizando las ametralladoras para barrer las calles y edificios. Solo cuando la infantería aseguro los muelles, los buques se acercarían para atracar en ellos.
Por fin, los 2.400 infantes, 80 artilleros con 6 piezas de montaña Plasencia, 120 ingenieros, y 210 marinos reclutados entre la mercante, destinados a esta misión, desembarcaron en la base naval de Norfolk. Frente a ellos, las fuerzas norteamericanas estaban en serios problemas a causa del feroz bombardeo al que habían sido sometidos, y atacados por el flanco por las tropas desembarcadas en la bahía Willoughby, y de frente por las fuerzas desembarcadas en la Navy Yard, cedían terreno sin remisión. Con todo, en algunos edificios los marines de la base se defendieron vigorosamente, siendo necesario transportar los cañones de montaña hasta ellos, para así destruirlos.
El propio general Martinegui rehusó a permanecer a bordo del Colón, y desembarco junto a su estado mayor, situando su puesto de mando en un edificio cercano al muelle. Desde allí dirigfiría las operaciones ayudado por un equipo de heliografía montado en su azotea.
-Rápido muchachos. -Gritaba el sargento de infantería de marina Carvallo. -Asegurad esa calle. Cabo Marín, quiero que monte una barricada aquí, así que ya está arrojando todos los muebles de esa casa por la ventana, y usted Marco, quiero que los tiradores suban a esos tejados de ahí y ahí. –Ordeno señalando a ambos lados de la calle. -y controle la zona desde esa posición elevada. Si ve que algún yanqui se asoma demasiado le vuela la cabeza, quiero que hoy volvamos todos a casa, ¿Queda claro?
-¡A la orden mi sargento!
A su espalda, otros trozos de desembarco del Patriota estaban asegurando otras zonas, mientras varios oficiales de inteligencia registraban las oficinas del arsenal revolver en mano, en busca de planos, claves, y cuantas cosas de utilidad pudieran encontrar.
Uno de los encargados de realizar los registros era el comandante Julián O´Donoju, quien asalto revolver en mano la oficina de la ONI en Norkfold seguido de varios hombres. En la oficina sin embargo no quedaba nadie.
-Regístrenlo todo, rápido, y Usted, Manolo, vigile la puerta no sea que nos llevemos una sorpresa. -Dijo mientras se apoderaba de los documentos de la mesa.
-En esta sala hay muchos archivos mi comandante. -Indico el soldado Francisco, a quien todos llamaban Paco. -Y aquí una caja fuerte. -Agrego el soldado Ramón. -Ambos eran estudiantes de bachillerato y tenían conocimientos de inglés a causa de las relaciones comerciales de sus familias, por esa razón habían sido especialmente escogidos para esta sensible misión.
-De acuerdo, revisad los archivos y cargad todo lo que creáis importante, y buscad a uno de los dinamiteros, quiero esa caja fuerte abierta en 20 minutos. -Ordeno rápidamente el comandante. –Y buscad algún medio de transporte para llevarnos todo esto, una carreta o algún carruaje a ser posible.
Dos horas después, las fuerzas españolas abandonaban el edificio cargadas con los archivos de la ONI, por supuesto, prendiéndole fuego al edificio al salir.
Última edición por Gaspacher el 19 Abr 2013, 15:17, editado 1 vez en total.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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Interior de Guahán, 20 y 21 de julio de 1898
El Sargento Urquhart se movía hacia una nueva posición de acecho, pero le hervía la cabeza con el descubrimiento del día anterior.
De algún modo debía de advertir a sus compañeros de la presencia de patrullas estadounidenses. Conocía de forma sucinta las disposiciones del General Polavieja, los tiradores selectos, como él, harían todo lo posible por descabezar las secciones y pelotones del enemigo; mientras que algunas partidas, organizadas como guerrilla, debían interceptar los trenes de suministro, y si aparecía la oportunidad, atacar y destruir las estaciones heliográficas estadounidenses.
A medida que pasase los días, las patrullas estadounidenses se adentrarían cada vez más en la espesura isleña, dificultando la misión de las partidas, y poniendo en riesgo las vidas de sus compañeros. 2 años de preparación, de recorrer la isla de cabo a rabo, de vivaquear en la espesura, las noches de aprendizaje para guiarse por las estrellas... le habían granjeado una excelente amistad con sus compañeros, algunos miembros de su misma compañía.
Sabía que la partida del Teniente Moragas haría aguada en el curso del río Talofofo, cerca de la vieja misión a cargo del Padre Castillo, quien hablaba chamorro. Hacia allí se dirigía. Tal vez, coincidiera con Moragas, y tal vez el Padre Castillo, veterano de la Tercera Guerra Carlista bajo mando de Pascual Cucala; podría informar a las restantes partidas de los movimientos estadounidenses. A buen seguro algunas de éstas ahora ya lo sabrían.
Se movería de noche, la ausencia de luna le ayudaría, y aquella zona de la isla le era tan familiar como su aldea. Poco antes de amanecer, llegaría a la misión. Esperaría a las primeras luces del día, para evitar un desdichado mal encuentro con la partida de Moragas por causa de la oscuridad. No pudo evitarlo, y rendido como estaba, cayó dormido, pero de algún modo, su cuerpo había aprendido a pequeñas cabezadas. Ligeramente aturdido, vio a unos hombres semidesnudos refrescándose cerca de la orilla del río, con sus armas al alcance... se dirigió hacia ellos, confiado... a medida que se acercaba al grupo, su mente le prevenía de que algo no era como debía ser... nadie hacía guardia, y si había un rubio en la partida de Moragas, pero solo uno, no tantos...
Por suerte los estadounidenses no se habían percatado de su presencia, así que pudo ocultarse, y observar. No había duda, si algunos de ellos se aseaban despreocupadamente, habría otros en la misión, que a buen seguro habían convertido en campamento. ¿Habría caido la partida de Moragas? Dirigió su mirada hacia la vetusta construcción de madera que hacía las veces de parroquia, escuela, dispensario y residencia del Padre Castillo. Cerca de ésta, se encontraban estacionadas dos carretas con depósitos ¡¡aljibes!!...los estadounidenses también hacían la aguada en Talofofo, de ahí su presencia.
Pero ¿y Moragas? Volvió la vista a los “bañistas”que continuaban despreocupados....
Continuará
Con autorización del propieatario de la marca. Todos los derechos Gaspacher.
El Sargento Urquhart se movía hacia una nueva posición de acecho, pero le hervía la cabeza con el descubrimiento del día anterior.
De algún modo debía de advertir a sus compañeros de la presencia de patrullas estadounidenses. Conocía de forma sucinta las disposiciones del General Polavieja, los tiradores selectos, como él, harían todo lo posible por descabezar las secciones y pelotones del enemigo; mientras que algunas partidas, organizadas como guerrilla, debían interceptar los trenes de suministro, y si aparecía la oportunidad, atacar y destruir las estaciones heliográficas estadounidenses.
A medida que pasase los días, las patrullas estadounidenses se adentrarían cada vez más en la espesura isleña, dificultando la misión de las partidas, y poniendo en riesgo las vidas de sus compañeros. 2 años de preparación, de recorrer la isla de cabo a rabo, de vivaquear en la espesura, las noches de aprendizaje para guiarse por las estrellas... le habían granjeado una excelente amistad con sus compañeros, algunos miembros de su misma compañía.
Sabía que la partida del Teniente Moragas haría aguada en el curso del río Talofofo, cerca de la vieja misión a cargo del Padre Castillo, quien hablaba chamorro. Hacia allí se dirigía. Tal vez, coincidiera con Moragas, y tal vez el Padre Castillo, veterano de la Tercera Guerra Carlista bajo mando de Pascual Cucala; podría informar a las restantes partidas de los movimientos estadounidenses. A buen seguro algunas de éstas ahora ya lo sabrían.
Se movería de noche, la ausencia de luna le ayudaría, y aquella zona de la isla le era tan familiar como su aldea. Poco antes de amanecer, llegaría a la misión. Esperaría a las primeras luces del día, para evitar un desdichado mal encuentro con la partida de Moragas por causa de la oscuridad. No pudo evitarlo, y rendido como estaba, cayó dormido, pero de algún modo, su cuerpo había aprendido a pequeñas cabezadas. Ligeramente aturdido, vio a unos hombres semidesnudos refrescándose cerca de la orilla del río, con sus armas al alcance... se dirigió hacia ellos, confiado... a medida que se acercaba al grupo, su mente le prevenía de que algo no era como debía ser... nadie hacía guardia, y si había un rubio en la partida de Moragas, pero solo uno, no tantos...
Por suerte los estadounidenses no se habían percatado de su presencia, así que pudo ocultarse, y observar. No había duda, si algunos de ellos se aseaban despreocupadamente, habría otros en la misión, que a buen seguro habían convertido en campamento. ¿Habría caido la partida de Moragas? Dirigió su mirada hacia la vetusta construcción de madera que hacía las veces de parroquia, escuela, dispensario y residencia del Padre Castillo. Cerca de ésta, se encontraban estacionadas dos carretas con depósitos ¡¡aljibes!!...los estadounidenses también hacían la aguada en Talofofo, de ahí su presencia.
Pero ¿y Moragas? Volvió la vista a los “bañistas”que continuaban despreocupados....
Continuará
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Tempus Fugit
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NEWPORT NEWS
La noticia de la llegada de la escuadra española había sido acogida con escepticismo por los ciudadanos, pero una vez confirmada por el sonido de los cañones que bombardeaban Norfolk, el pánico se había apoderado de la población de la ciudad que huía despavorida tratando de alejarse del mar. A sus espaldas empezaban a vislumbrarse los primeros incendios de la ciudad, todos ellos causados por accidentes provocados por las prisas de unas gentes, que abandonaban sus hogares presas del pánico dejando fuegos encendidos. Durante las primeras horas de invasión ni tan siquiera fue necesario que los buques españoles disparasen contra la ciudad, sus propios moradores se habían encargado de propagar la destrucción mejor de lo que lo harían los cañones de la escuadra.
La llegada de los cruceros auxiliares por fin supuso el relevo del pequeño contratorpedero en su misión de proteger los buques surtos en el astillero de la ciudad. No tardaron en desembarcar sin oposición en una ciudad cuya población, presa del pánico, huía hacia el interior. Inmediatamente, las tropas del Zamora ocuparon los muelles, mientras el Saboya y el tercer batallón del regimiento Sicilia, continuaban avanzado por la ciudad.
A las 09:40 los acorazados habían sido abordados por 200 marinos españoles cada uno, mientras, otros tantos marinos abordaban 4 remolcadores portuarios y 2 vapores norteamericanos que, aprovecharían para capturar. Todo ello bajo la atenta mirada de decenas de marineros británicos y de otras nacionalidades que, observaban la operación sorprendidos desde sus propios buques. Por supuesto, dichos buques serían respetados, acercándose a cada uno de ellos, un oficial de la marina para ofrecer garantías.
Mientras dichos marinos aproximaban sus nuevos buques a la estación de carboneo, donde ayudados por varias locomóviles procedieron a abastecer sus carboneras, otros equipos de marinos embarcaban en cuantas naves consideraban a rechazar, las guiaban hasta el centro del río James, y las hundían, siempre en el mismo punto. Al final del día, el río debía quedar bloqueado por los pecios. Así, bloquearían una de las importantes rutas fluviales de la zona.
Por su parte, el regimiento Zamora, dirigido por los equipos de ingenieros, procedió a dinamitar el acorazado en construcción Illinois, y un vapor que se construía cerca de él, para su destrucción. Otros equipos de soldados, ocuparon las oficinas del astillero, volando las cajas fuertes y apoderándose de los planos de los acorazados clase Kearsage e Illinois, así como de varios vapores y diversos tipos de embarcaciones. El premio sería el robo de las nóminas de los empleados de los astilleros, y del dinero destinado a pagar proveedores, en total, más de 50.000 dólares. Tras la voladura de los buques en construcción y de los astilleros y sus elementos más importantes como grúas, locomóviles, y demás maquinaria, los soldados del Zamora empezarían a trasladar grandes cantidades de carbón, y petróleo del depósito del puerto, al interior del Illinois. Esa tarde, antes de partir, le prenderían fuego a dichos restos que, alimentados por 120 toneladas de carbón y petroleo, arderían durante 3 días.
Mientras tanto, los hombres del Saboya se desplazaron por la ciudad de Newport, destruyendo los negocios que indicaban los ingenieros, por medio de las sempiternas cargas de demolición que, para este tipo de labor, podían ser equipadas con mechas, tanto las pirotécnicas de siempre como las nuevas mechas eléctricas. No por ello dejaron de asaltar varias casas, pertenecientes sin duda a ricoshombres de la ciudad, y los bancos y oficinas de correos o negocios más prósperos que encontraron en su camino. En total, acabarían apoderándose de más de 200.000$ en la zona. Cuando las tropas se retiraron a media tarde, dejaron una ciudad arrasada y en llamas tras de sí.
Peor tarea recayó en el tercer batallón del regimiento Sicilia, pues advertidos de los combates que, seguían en Fuerte Monroe, iniciaron una dura marcha de varios kilómetros para atacar el fuerte desde tierra adentro. Debían recorrer casi 14 kilómetros, primero hasta la cercana Hampton, y a continuación hasta Phoebus, desde donde atacarían Fort Monroe. No por ello dejaron de destruir y prender fuego a los edificios que encontraron por su camino, saqueando varios negocios y otro banco por añadidura.
La noticia de la llegada de la escuadra española había sido acogida con escepticismo por los ciudadanos, pero una vez confirmada por el sonido de los cañones que bombardeaban Norfolk, el pánico se había apoderado de la población de la ciudad que huía despavorida tratando de alejarse del mar. A sus espaldas empezaban a vislumbrarse los primeros incendios de la ciudad, todos ellos causados por accidentes provocados por las prisas de unas gentes, que abandonaban sus hogares presas del pánico dejando fuegos encendidos. Durante las primeras horas de invasión ni tan siquiera fue necesario que los buques españoles disparasen contra la ciudad, sus propios moradores se habían encargado de propagar la destrucción mejor de lo que lo harían los cañones de la escuadra.
La llegada de los cruceros auxiliares por fin supuso el relevo del pequeño contratorpedero en su misión de proteger los buques surtos en el astillero de la ciudad. No tardaron en desembarcar sin oposición en una ciudad cuya población, presa del pánico, huía hacia el interior. Inmediatamente, las tropas del Zamora ocuparon los muelles, mientras el Saboya y el tercer batallón del regimiento Sicilia, continuaban avanzado por la ciudad.
A las 09:40 los acorazados habían sido abordados por 200 marinos españoles cada uno, mientras, otros tantos marinos abordaban 4 remolcadores portuarios y 2 vapores norteamericanos que, aprovecharían para capturar. Todo ello bajo la atenta mirada de decenas de marineros británicos y de otras nacionalidades que, observaban la operación sorprendidos desde sus propios buques. Por supuesto, dichos buques serían respetados, acercándose a cada uno de ellos, un oficial de la marina para ofrecer garantías.
Mientras dichos marinos aproximaban sus nuevos buques a la estación de carboneo, donde ayudados por varias locomóviles procedieron a abastecer sus carboneras, otros equipos de marinos embarcaban en cuantas naves consideraban a rechazar, las guiaban hasta el centro del río James, y las hundían, siempre en el mismo punto. Al final del día, el río debía quedar bloqueado por los pecios. Así, bloquearían una de las importantes rutas fluviales de la zona.
Por su parte, el regimiento Zamora, dirigido por los equipos de ingenieros, procedió a dinamitar el acorazado en construcción Illinois, y un vapor que se construía cerca de él, para su destrucción. Otros equipos de soldados, ocuparon las oficinas del astillero, volando las cajas fuertes y apoderándose de los planos de los acorazados clase Kearsage e Illinois, así como de varios vapores y diversos tipos de embarcaciones. El premio sería el robo de las nóminas de los empleados de los astilleros, y del dinero destinado a pagar proveedores, en total, más de 50.000 dólares. Tras la voladura de los buques en construcción y de los astilleros y sus elementos más importantes como grúas, locomóviles, y demás maquinaria, los soldados del Zamora empezarían a trasladar grandes cantidades de carbón, y petróleo del depósito del puerto, al interior del Illinois. Esa tarde, antes de partir, le prenderían fuego a dichos restos que, alimentados por 120 toneladas de carbón y petroleo, arderían durante 3 días.
Mientras tanto, los hombres del Saboya se desplazaron por la ciudad de Newport, destruyendo los negocios que indicaban los ingenieros, por medio de las sempiternas cargas de demolición que, para este tipo de labor, podían ser equipadas con mechas, tanto las pirotécnicas de siempre como las nuevas mechas eléctricas. No por ello dejaron de asaltar varias casas, pertenecientes sin duda a ricoshombres de la ciudad, y los bancos y oficinas de correos o negocios más prósperos que encontraron en su camino. En total, acabarían apoderándose de más de 200.000$ en la zona. Cuando las tropas se retiraron a media tarde, dejaron una ciudad arrasada y en llamas tras de sí.
Peor tarea recayó en el tercer batallón del regimiento Sicilia, pues advertidos de los combates que, seguían en Fuerte Monroe, iniciaron una dura marcha de varios kilómetros para atacar el fuerte desde tierra adentro. Debían recorrer casi 14 kilómetros, primero hasta la cercana Hampton, y a continuación hasta Phoebus, desde donde atacarían Fort Monroe. No por ello dejaron de destruir y prender fuego a los edificios que encontraron por su camino, saqueando varios negocios y otro banco por añadidura.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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urquhart escribió: tal vez el Padre Castillo, veterano de la Tercera Guerra Carlista bajo mando de Pascual Cucala; podría informar a las restantes partidas de los movimientos estadounidenses. A buen seguro algunas de éstas ahora ya lo sabrían.
Con la iglesia hemos topado y encima amigo de mi paisano, ese Padre se carga a los yankis él solito...
Por supuesto, en nombre de Dios , de España, del Rey , y de la santa tradición
Última edición por Gaspacher el 17 Abr 2013, 21:41, editado 1 vez en total.
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MIENTRAS TANTO, EN LA ESCUADRA
-¡Acabamos de atracar junto a la carbonera almirante! -Informo el capitán Moreu.
-Magnifico Sr Díaz. –Respondió el almirante. -Inicie el repostaje según lo planeado. ¿Sabemos cuál es el estado de los buques enemigos?
-Aun no almirante, las dotaciones de presa ya han desembarcado, pero aún no sabemos nada.
-De acuerdo, voy a bajar a tierra, queda usted al mando. -Dijo Cámara antes de desembarcar y dirigirse al muelle en el que estaban acabando de construir los acorazados norteamericanos Kearsarge, Kentucky, e Illinois.
Minutos después, ya en tierra y debidamente escoltado por 8 infantes de marina, se encontraría con el encargado de poner a punto los buques para su requisa y traslado a España. -¡Capitán Delgado! ¿Puede alguno de esos buques navegar?
-A la orden de vuecencia, mi almirante. Aún es pronto para decirlo, flotar, flotan, pero aun desconocemos si podrán navegar por sus propios medios. Ahora mismo tengo sendos equipos de ingenieros y mecánicos revisando su maquinaria y sistemas.
Minutos más tarde, mientras el almirante Cámara admiraba las hechuras de los nuevos acorazados norteamericanos, se encontraron con un ingeniero que venía hacia ellos con el parte provisional. -A la orden de vuecencia mi almirante. -Indico el ingeniero Arzak, movilizado con el rango de teniente que, llego rápidamente procedente de uno de ellos. -El Kentucky aún no tiene conectado el sistema de calderas, no podrá navegar por sus propios medios, aunque podemos tratar de prepararlo durante el viaje.
-En ese caso… carguen cuanto carbón y agua precisen, y encárguese de capturar un par de esos remolcadores, para que lo lleven a la salida de la bahía. Cuando agoten su combustible los hundiremos e intentaremos remolcarlo con los cruceros auxiliares, solo si no podemos lo hundiremos con un par de torpedos en mar abierto, donde sea imposible reflotarlo.
-¡¡A la orden!! -Respondió Arzak que partió presuroso a cumplir sus órdenes.
-Sr. Delgado, ocúpese de que los buques que puedan navegar por sus propios medios carboneen de inmediato, el resto sáquelos a mar abierto con remolcadores, los utilizaremos para cargar las requisas si es necesario y los recogeremos al salir de aquí.
-A la orden de vuecencia, mi almirante.
Cerca de allí, el Osado estaba atracado en la estación de carboneo mientras los 65 tripulantes, comandante incluido, se afanaban en cargar las 80 toneladas que cabían en sus carboneras. Trabajo imposible de no haber contado con la ayuda de 80 hombres desembarcados del Antonio López y de los sistemas de descarga mecánica de la estación.
Un poco más lejos era el Pelayo el que estaba rellenando sus carboneras.
-¡Acabamos de atracar junto a la carbonera almirante! -Informo el capitán Moreu.
-Magnifico Sr Díaz. –Respondió el almirante. -Inicie el repostaje según lo planeado. ¿Sabemos cuál es el estado de los buques enemigos?
-Aun no almirante, las dotaciones de presa ya han desembarcado, pero aún no sabemos nada.
-De acuerdo, voy a bajar a tierra, queda usted al mando. -Dijo Cámara antes de desembarcar y dirigirse al muelle en el que estaban acabando de construir los acorazados norteamericanos Kearsarge, Kentucky, e Illinois.
Minutos después, ya en tierra y debidamente escoltado por 8 infantes de marina, se encontraría con el encargado de poner a punto los buques para su requisa y traslado a España. -¡Capitán Delgado! ¿Puede alguno de esos buques navegar?
-A la orden de vuecencia, mi almirante. Aún es pronto para decirlo, flotar, flotan, pero aun desconocemos si podrán navegar por sus propios medios. Ahora mismo tengo sendos equipos de ingenieros y mecánicos revisando su maquinaria y sistemas.
Minutos más tarde, mientras el almirante Cámara admiraba las hechuras de los nuevos acorazados norteamericanos, se encontraron con un ingeniero que venía hacia ellos con el parte provisional. -A la orden de vuecencia mi almirante. -Indico el ingeniero Arzak, movilizado con el rango de teniente que, llego rápidamente procedente de uno de ellos. -El Kentucky aún no tiene conectado el sistema de calderas, no podrá navegar por sus propios medios, aunque podemos tratar de prepararlo durante el viaje.
-En ese caso… carguen cuanto carbón y agua precisen, y encárguese de capturar un par de esos remolcadores, para que lo lleven a la salida de la bahía. Cuando agoten su combustible los hundiremos e intentaremos remolcarlo con los cruceros auxiliares, solo si no podemos lo hundiremos con un par de torpedos en mar abierto, donde sea imposible reflotarlo.
-¡¡A la orden!! -Respondió Arzak que partió presuroso a cumplir sus órdenes.
-Sr. Delgado, ocúpese de que los buques que puedan navegar por sus propios medios carboneen de inmediato, el resto sáquelos a mar abierto con remolcadores, los utilizaremos para cargar las requisas si es necesario y los recogeremos al salir de aquí.
-A la orden de vuecencia, mi almirante.
Cerca de allí, el Osado estaba atracado en la estación de carboneo mientras los 65 tripulantes, comandante incluido, se afanaban en cargar las 80 toneladas que cabían en sus carboneras. Trabajo imposible de no haber contado con la ayuda de 80 hombres desembarcados del Antonio López y de los sistemas de descarga mecánica de la estación.
Un poco más lejos era el Pelayo el que estaba rellenando sus carboneras.
Última edición por Gaspacher el 14 Jul 2013, 13:33, editado 1 vez en total.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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Hola a todos,
Gaspacher, Castillo es un digno representante de aquella iglesia española decimonónica, especialmente la rural, que proviene de la Tradición, y en la mayor parte de los casos engrosada por segundones y tercerones de familias de pequeños propitarios rurales, fieles a la Iglesia, de los que abundaban en el Maestrazgo, el Matarranya y Els Ports.
Desencantados muchos de ellos con la sociedad de finales de siglo, formarían parte de la última oleada de misioneros hacia las colonias de Asia, donde esperaban crear una sociedad basada en sus valores, alejados del vendaval liberal y capitalista, y que posteriormente les haría dificil entender encíclicas como Rerum Novarum, y más cerca de nuestro tiempo el Concilio Vaticano II... ahí están los lebfevrianos a día de hoy.
Claro que Castillo está deseoso de envíar a unos cuantos herejes a reunirse con el Sumo Hacedor, como sacerdote; y enviarlos al diablo, como buen español; pero se debe a su comunidad nativa, que ha abrazado el catolicismo apostólico y romano, en versión claro está del Padre CAstillo. Los chamorros son temerosos de Dios, devotos de Nuestra Señora de Vallivana y de San Pascual Baylón ( )
Saludos
Gaspacher, Castillo es un digno representante de aquella iglesia española decimonónica, especialmente la rural, que proviene de la Tradición, y en la mayor parte de los casos engrosada por segundones y tercerones de familias de pequeños propitarios rurales, fieles a la Iglesia, de los que abundaban en el Maestrazgo, el Matarranya y Els Ports.
Desencantados muchos de ellos con la sociedad de finales de siglo, formarían parte de la última oleada de misioneros hacia las colonias de Asia, donde esperaban crear una sociedad basada en sus valores, alejados del vendaval liberal y capitalista, y que posteriormente les haría dificil entender encíclicas como Rerum Novarum, y más cerca de nuestro tiempo el Concilio Vaticano II... ahí están los lebfevrianos a día de hoy.
Claro que Castillo está deseoso de envíar a unos cuantos herejes a reunirse con el Sumo Hacedor, como sacerdote; y enviarlos al diablo, como buen español; pero se debe a su comunidad nativa, que ha abrazado el catolicismo apostólico y romano, en versión claro está del Padre CAstillo. Los chamorros son temerosos de Dios, devotos de Nuestra Señora de Vallivana y de San Pascual Baylón ( )
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Tempus Fugit
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Sí, y aun más importante, antiguo compañero de armas de un gaspacher
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Hola a todos,
Gaspacher, esta será el arma del Padre CAstillo,
y este su resultado:
como buen cristiano, hará suya la frase de Jesucristo, a su manera, A Dios lo que es de Dios; y al César lo que es del César....
Saludos
Gaspacher, esta será el arma del Padre CAstillo,
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WASHINGTON DC, la casa Blanca, 08:00
-¡Señor presidente! Rápido debemos evacuarle a usted y a su familia a un lugar más seguro. –Dijo el jefe de seguridad, los españoles están atacando Newport al sur de aquí.
-¿A A A Atac caando? -Tartamudeo el presidente McKinley, sorprendido durante unos instantes, aunque por supuesto, recobrándose de inmediato. -¿Pero cómo es posible? Les tenemos bloqueados en Cuba.
-Lo desconocemos aun señor presidente. Pero es un hecho, llevan al menos una hora en combate con las fortalezas del río, y es posible que traten de desembarcar en Norfolk. Vamos, tenemos un carruaje preparado.
El presidente acompaño al agente hasta la puerta, pero una vez allí se detuvo en seco.
-No señor O´Toole, no huiré, evacue a mi familia pero yo permaneceré aquí, llame a mis secretarios y consejeros, les quiero aquí antes de una hora. Y mientras tanto, quiero que organice la evacuación de la ciudad y auxilien a los ciudadanos. No podemos permitir que el pánico, se apodere de ellos. Si hay evacuación, esta debe ser ordenada.
A continuación, el presidente entro en la Casa Blanca, no estaba dispuesto a pasar a la historia como el presidente que huyo de la Casa Blanca.
-¡Señor presidente! Rápido debemos evacuarle a usted y a su familia a un lugar más seguro. –Dijo el jefe de seguridad, los españoles están atacando Newport al sur de aquí.
-¿A A A Atac caando? -Tartamudeo el presidente McKinley, sorprendido durante unos instantes, aunque por supuesto, recobrándose de inmediato. -¿Pero cómo es posible? Les tenemos bloqueados en Cuba.
-Lo desconocemos aun señor presidente. Pero es un hecho, llevan al menos una hora en combate con las fortalezas del río, y es posible que traten de desembarcar en Norfolk. Vamos, tenemos un carruaje preparado.
El presidente acompaño al agente hasta la puerta, pero una vez allí se detuvo en seco.
-No señor O´Toole, no huiré, evacue a mi familia pero yo permaneceré aquí, llame a mis secretarios y consejeros, les quiero aquí antes de una hora. Y mientras tanto, quiero que organice la evacuación de la ciudad y auxilien a los ciudadanos. No podemos permitir que el pánico, se apodere de ellos. Si hay evacuación, esta debe ser ordenada.
A continuación, el presidente entro en la Casa Blanca, no estaba dispuesto a pasar a la historia como el presidente que huyo de la Casa Blanca.
Última edición por Gaspacher el 14 Jul 2013, 13:35, editado 1 vez en total.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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MIEDO
Poco después del amanecer los ciudadanos de varias ciudades como Delaware, y Newport News se acercaron a la orilla atraídos por los disparos que, se deban en las cercanías. Desde esas orillas, solo cuando vieron los buques españoles enfilando sus ciudades mientras disparaban su artillería, tomaron conciencia de estar siendo sometidos a una invasión. El miedo se apodero de ellos, provocando una huida desaforada hacia el interior.
Cuando esas noticias llegaron a los ciudadanos de Virginia, ciudad situada a escasos kilómetros de Newport, el pánico se contagió como una enfermedad, sus habitantes empezaron a huir tierra adentro presas del miedo.
Media hora después los telegramas empezaron a llegar a Washington DC, y a las capitales de sus diversos estados. Tras unos minutos iniciales de desconcierto, y los habituales mensajes solicitando confirmación, no quedó más remedio que aceptar que los alarmantes mensajes, decían la verdad. Estaban siendo sometidos a un ataque, y carecían de medios para impedirlo.
A las 07:10, el yate armado Urania (1) se adentró en el canal Chesapeake&Delaware, atacando cuanta gabarra comercial encontraba en su camino hacia la bahía de Chesapeake, con lo que destruiría la mayor parte del comercio de la zona. La propia ciudad de Chesapeake City sería brevemente bombardeada. Tras alcanzar la bahía de Chesapeake, se dirigiría hacia el sur a 12 nudos, recorriendo toda la bahía de Chesapeake, y regresando después por sus propios medios a España. (2)
A las 08:00, los telegramas hablaban de buques españoles remontando el río James (3) en dirección a Richmond, y recorriendo la bahía de Chesapeake (4). El miedo se extendió por Richmond, Chesterfield, Petersburg, o Gloucester que, serían abandonadas por sus ciudadanos. El miedo continuaba extendiéndose.
Miedo, minutos antes de las 8, el Carlos V, seguido de sus cruceros auxiliares, alcanzo Wilmington a 24 millas de Filadelfia. Bombardeando los astilleros Harlan & Hollingsworth según pasaban frente a ellos. Alcanzados por los disparos de 28, 14 y 12cm, los astilleros saltarían por los aires, incluyendo al torpedero Stringham en construcción en aquellos momentos. La población abandono la ciudad de forma masiva, y no hubo nadie que apagase los fuegos que se extendieron por los muelles.
Eran casi las 10 de la mañana cuando el Carlos V y su división alcanzaron Chester, para ese momento, la ciudad estaba casi desierta.
La propia Filadelfia seria atacada cerca de las 11 de la mañana, siendo duramente bombardeada por los cruceros españoles y castigada por un posterior desembarco.
A mediodía, se extendió la noticia indicando que la escuadra española estaba ya en la entrada al Potomac. El miedo se extendió como si de un incendio se tratase. La población de los pueblos rivereños se alejaba de estos conforme llegaban las noticias. Se trataba en realidad del yate armado Giralda que, lanzado a 16 nudos, recorría la bahía atacando cuanto interés comercial norteamericano encontrase.
Mientras tanto, en Delaware, el Mar Negro, retrocedería para patrullar aquellas aguas, tratando así de impedir desagradables sorpresas. El mayor peligro al que estaba sometida la escuadra era que los norteamericanos tratasen de hundir algunos buques río abajo para bloquear a la escuadra española, y esos eran los buques encargados de impedirlo, para lo que no dudaron en arrasar varios pequeños puertos de la zona.
Poco después del amanecer los ciudadanos de varias ciudades como Delaware, y Newport News se acercaron a la orilla atraídos por los disparos que, se deban en las cercanías. Desde esas orillas, solo cuando vieron los buques españoles enfilando sus ciudades mientras disparaban su artillería, tomaron conciencia de estar siendo sometidos a una invasión. El miedo se apodero de ellos, provocando una huida desaforada hacia el interior.
Cuando esas noticias llegaron a los ciudadanos de Virginia, ciudad situada a escasos kilómetros de Newport, el pánico se contagió como una enfermedad, sus habitantes empezaron a huir tierra adentro presas del miedo.
Media hora después los telegramas empezaron a llegar a Washington DC, y a las capitales de sus diversos estados. Tras unos minutos iniciales de desconcierto, y los habituales mensajes solicitando confirmación, no quedó más remedio que aceptar que los alarmantes mensajes, decían la verdad. Estaban siendo sometidos a un ataque, y carecían de medios para impedirlo.
A las 07:10, el yate armado Urania (1) se adentró en el canal Chesapeake&Delaware, atacando cuanta gabarra comercial encontraba en su camino hacia la bahía de Chesapeake, con lo que destruiría la mayor parte del comercio de la zona. La propia ciudad de Chesapeake City sería brevemente bombardeada. Tras alcanzar la bahía de Chesapeake, se dirigiría hacia el sur a 12 nudos, recorriendo toda la bahía de Chesapeake, y regresando después por sus propios medios a España. (2)
A las 08:00, los telegramas hablaban de buques españoles remontando el río James (3) en dirección a Richmond, y recorriendo la bahía de Chesapeake (4). El miedo se extendió por Richmond, Chesterfield, Petersburg, o Gloucester que, serían abandonadas por sus ciudadanos. El miedo continuaba extendiéndose.
Miedo, minutos antes de las 8, el Carlos V, seguido de sus cruceros auxiliares, alcanzo Wilmington a 24 millas de Filadelfia. Bombardeando los astilleros Harlan & Hollingsworth según pasaban frente a ellos. Alcanzados por los disparos de 28, 14 y 12cm, los astilleros saltarían por los aires, incluyendo al torpedero Stringham en construcción en aquellos momentos. La población abandono la ciudad de forma masiva, y no hubo nadie que apagase los fuegos que se extendieron por los muelles.
Eran casi las 10 de la mañana cuando el Carlos V y su división alcanzaron Chester, para ese momento, la ciudad estaba casi desierta.
La propia Filadelfia seria atacada cerca de las 11 de la mañana, siendo duramente bombardeada por los cruceros españoles y castigada por un posterior desembarco.
A mediodía, se extendió la noticia indicando que la escuadra española estaba ya en la entrada al Potomac. El miedo se extendió como si de un incendio se tratase. La población de los pueblos rivereños se alejaba de estos conforme llegaban las noticias. Se trataba en realidad del yate armado Giralda que, lanzado a 16 nudos, recorría la bahía atacando cuanto interés comercial norteamericano encontrase.
Mientras tanto, en Delaware, el Mar Negro, retrocedería para patrullar aquellas aguas, tratando así de impedir desagradables sorpresas. El mayor peligro al que estaba sometida la escuadra era que los norteamericanos tratasen de hundir algunos buques río abajo para bloquear a la escuadra española, y esos eran los buques encargados de impedirlo, para lo que no dudaron en arrasar varios pequeños puertos de la zona.
- Dos cañones de 47mm, y armas ligeras.
- Gracias a su gran autonomía, capaz de realizar la ruta de ida y vuelta entre España y Cuba sin repostar.
- Se trataba del contratorpedero Audaz que, corría a gran velocidad hacia Richmond, dispuesto a bombardear y destruir los astilleros William R Trigg Company.
- El Yate armado giralda patrullo las aguas de la bahía durante varias horas, capturando o hundiendo tres vapores, y obligando a los buques extranjeros a amarrar cerca de la costa por su propia seguridad. Desde esos buques, los extranjeros contemplaron las evoluciones del buque entre la curiosidad y la preocupación por el quebranto económico que ellos mismos podían sufrir.
Última edición por Gaspacher el 14 Jul 2013, 13:39, editado 1 vez en total.
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Por cierto, si alguien quiere aportar su granito de arena, escribiendo la correría del Audaz, es libre de hacerlo
cuantos más participemos mejor
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FILADELFIA
Cuando la escuadra española arribo a la ciudad a eso de las diez de la mañana, la noticia ya se había extendido como la pólvora por medio de rumores, más o menos veraces. La incredulidad y el miedo se adueñaron de los ciudadanos, indecisos entre creer los alarmantes rumores o creer a unos periódicos que, en la última edición, hablaban de un duro ataque español rechazado en Cuba, con muchas bajas entre las filas españolas. La llegada de la escuadra enemiga a su ciudad, disiparía todas las dudas.
Cerca de allí, en la cercana ciudad de Chester, se encontraba el astillero de John Roach & Sons, que sería bombardeado por la escuadra al pasar junto a él, destruyendo las instalaciones y los buques en construcción. A continuación empezaría el bombardeo de la propia ciudad de Filadelfia, cuando los buques españoles bordeando la isla Little Tinicum empezaron a tirar sobre ella, y proseguiría durante los 40 minutos que la escuadra tardo en recorrer las 6 millas que mediaban entre esta, y el puerto de la ciudad. Durante media hora, tan solo se escucharon las explosiones de los proyectiles españoles, y los gritos de la muchedumbre que, huía despavorida al norte.
Mientras en cubierta de los buques españoles, los hombres del regimiento Nápoles, y 400 infantes de marina y los artilleros del cuerpo expedicionario, aferraban sus fusiles, y preparaban sus cañones, mientras rezaban las últimas oraciones antes de desembarcar. Debían allanar el camino a los ingenieros y personal de las dotaciones de presa a todo trance.
Cuando llegaron al puerto, el duro bombardeo al que habían sometido a la ciudad había facilitado enormemente su trabajo, pudiendo desembarcar sin demasiadas complicaciones. Gracias a ello el destacamento de infantería de marina logró acordonar la zona del puerto con la ayuda de la artillería, con lo que los ingenieros y las dotaciones de marina pudieron trabajar con cierta libertad.
En los astilleros William Cramp & Sons, los ingenieros asaltaron las oficinas para apoderarse de cuanto documento encontrasen, al mismo tiempo que disponían cargas de demolición en las grúas, locomóviles, demás maquinaria de la zona. No muy lejos de este astillero, otro equipo de ingenieros sometía al astillero Neafie & Levy al mismo tratamiento, destruyendo en el proceso los dos remolcadores que estaban construyendo en aquel momento.
Inmediatamente, las dotaciones de presa tomarían el control del acorazado Alabama que sería revisado para su posterior traslado a España, cargándose carbón, agua y alimentos para el viaje. Paralelamente, otros equipos de presa capturarían 7 vapores y 2 Clipper norteamericanos para su traslado a España. No lejos de ellos, el contratorpedero Proserpina se acercó a la estación de carboneo para reaprovisionarse. A las 13:40 el Alabama ya bajo control español iniciaba su singladura hacia el sur, remolcado por varios buques capturados en el puerto, y acompañado del resto de buques capturados, todos ellos escoltados por el Proserpina. Tras ellos aun restaban los cruceros españoles y las tropas de desembarco.
Mientras tanto en tierra, los hombres del regimiento Nápoles tenían otra labor. Divididos en tres columnas tomaron las calles Chesnut, Walnut y Market para avanzar hacia el oeste. Así, mientras las columnas de Walnut y Market protegían los flancos, enfrentándose a milicias y fuerzas del orden de la ciudad, la columna principal, podía realizar su labor. Saquear los bancos de la calle Chesnut, una de las principales avenidas comerciales del país.
El primero de ellos sería el First National Bank, situado muy cerca del edificio de Aduanas y el Independence Hall, a solo 450 metros del puerto. No por ello se detendría la columna que, dejando un pelotón de infantería apoyando a los ingenieros en su labor de volar las cámaras acorazadas y posterior traslado de los bienes al puerto, continuo su camino hacia el oeste.
A continuación, y a solo unos metros del primero, entre la 120 South Street y la 3ª, el Firts Bank of USA, y a su espalda, a solo 200 metros, el Second bank of the USA, y el Banco de Filadelfia. Además tan importante como los bancos, el edificio Drexel, situado entre la 5ª y Chesnut, albergaba la Philadelphia Merchant´s Exchange Company, ni más ni menos la bolsa de Filadelfia (1).
Durante 4 horas toda la actividad española se redujo a volar las cajas de los bancos, y un largo ir y venir de los hombres, auxiliados por varios carromatos y dos locomóviles capturadas, entre los diversos bancos y el puerto, donde cargaron los bienes saqueados en los buques. A pesar de todo, en algunos momentos también se producirían saqueos de viviendas de la zona, pero ya a cargo de los soldados que lograron reunir así un botín de gran valor.
Cuando las fuerzas iniciaron el reembarque, habían sufrido 132 bajas, incluyendo 12 muertos. Casi todas ellas en enfrentamientos con diversas partidas de orden público o de milicias ciudadanas, aunque también se registraron 38 heridos por las llamas de los incendios o por diversos accidentes durante las demoliciones.
Cuando abandonaron la ciudad ya anocheciendo, las llamas, producto de los incendios con los que cubrieron su retirada, iluminaban su camino.
Cuando la escuadra española arribo a la ciudad a eso de las diez de la mañana, la noticia ya se había extendido como la pólvora por medio de rumores, más o menos veraces. La incredulidad y el miedo se adueñaron de los ciudadanos, indecisos entre creer los alarmantes rumores o creer a unos periódicos que, en la última edición, hablaban de un duro ataque español rechazado en Cuba, con muchas bajas entre las filas españolas. La llegada de la escuadra enemiga a su ciudad, disiparía todas las dudas.
Cerca de allí, en la cercana ciudad de Chester, se encontraba el astillero de John Roach & Sons, que sería bombardeado por la escuadra al pasar junto a él, destruyendo las instalaciones y los buques en construcción. A continuación empezaría el bombardeo de la propia ciudad de Filadelfia, cuando los buques españoles bordeando la isla Little Tinicum empezaron a tirar sobre ella, y proseguiría durante los 40 minutos que la escuadra tardo en recorrer las 6 millas que mediaban entre esta, y el puerto de la ciudad. Durante media hora, tan solo se escucharon las explosiones de los proyectiles españoles, y los gritos de la muchedumbre que, huía despavorida al norte.
Mientras en cubierta de los buques españoles, los hombres del regimiento Nápoles, y 400 infantes de marina y los artilleros del cuerpo expedicionario, aferraban sus fusiles, y preparaban sus cañones, mientras rezaban las últimas oraciones antes de desembarcar. Debían allanar el camino a los ingenieros y personal de las dotaciones de presa a todo trance.
Cuando llegaron al puerto, el duro bombardeo al que habían sometido a la ciudad había facilitado enormemente su trabajo, pudiendo desembarcar sin demasiadas complicaciones. Gracias a ello el destacamento de infantería de marina logró acordonar la zona del puerto con la ayuda de la artillería, con lo que los ingenieros y las dotaciones de marina pudieron trabajar con cierta libertad.
En los astilleros William Cramp & Sons, los ingenieros asaltaron las oficinas para apoderarse de cuanto documento encontrasen, al mismo tiempo que disponían cargas de demolición en las grúas, locomóviles, demás maquinaria de la zona. No muy lejos de este astillero, otro equipo de ingenieros sometía al astillero Neafie & Levy al mismo tratamiento, destruyendo en el proceso los dos remolcadores que estaban construyendo en aquel momento.
Inmediatamente, las dotaciones de presa tomarían el control del acorazado Alabama que sería revisado para su posterior traslado a España, cargándose carbón, agua y alimentos para el viaje. Paralelamente, otros equipos de presa capturarían 7 vapores y 2 Clipper norteamericanos para su traslado a España. No lejos de ellos, el contratorpedero Proserpina se acercó a la estación de carboneo para reaprovisionarse. A las 13:40 el Alabama ya bajo control español iniciaba su singladura hacia el sur, remolcado por varios buques capturados en el puerto, y acompañado del resto de buques capturados, todos ellos escoltados por el Proserpina. Tras ellos aun restaban los cruceros españoles y las tropas de desembarco.
Mientras tanto en tierra, los hombres del regimiento Nápoles tenían otra labor. Divididos en tres columnas tomaron las calles Chesnut, Walnut y Market para avanzar hacia el oeste. Así, mientras las columnas de Walnut y Market protegían los flancos, enfrentándose a milicias y fuerzas del orden de la ciudad, la columna principal, podía realizar su labor. Saquear los bancos de la calle Chesnut, una de las principales avenidas comerciales del país.
El primero de ellos sería el First National Bank, situado muy cerca del edificio de Aduanas y el Independence Hall, a solo 450 metros del puerto. No por ello se detendría la columna que, dejando un pelotón de infantería apoyando a los ingenieros en su labor de volar las cámaras acorazadas y posterior traslado de los bienes al puerto, continuo su camino hacia el oeste.
A continuación, y a solo unos metros del primero, entre la 120 South Street y la 3ª, el Firts Bank of USA, y a su espalda, a solo 200 metros, el Second bank of the USA, y el Banco de Filadelfia. Además tan importante como los bancos, el edificio Drexel, situado entre la 5ª y Chesnut, albergaba la Philadelphia Merchant´s Exchange Company, ni más ni menos la bolsa de Filadelfia (1).
Durante 4 horas toda la actividad española se redujo a volar las cajas de los bancos, y un largo ir y venir de los hombres, auxiliados por varios carromatos y dos locomóviles capturadas, entre los diversos bancos y el puerto, donde cargaron los bienes saqueados en los buques. A pesar de todo, en algunos momentos también se producirían saqueos de viviendas de la zona, pero ya a cargo de los soldados que lograron reunir así un botín de gran valor.
Cuando las fuerzas iniciaron el reembarque, habían sufrido 132 bajas, incluyendo 12 muertos. Casi todas ellas en enfrentamientos con diversas partidas de orden público o de milicias ciudadanas, aunque también se registraron 38 heridos por las llamas de los incendios o por diversos accidentes durante las demoliciones.
Cuando abandonaron la ciudad ya anocheciendo, las llamas, producto de los incendios con los que cubrieron su retirada, iluminaban su camino.
- El actual NASDAQ
Última edición por Gaspacher el 14 Jul 2013, 13:45, editado 1 vez en total.
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FIRST NATIONAL BANK
Mientras la columna al mando del capitán Carballo continuaba avanzando hacia el oeste, el sargento Sergio Pérez lidero el asalto al banco First National Bank. A priori, no debería haber demasiados problemas, pues la mayor parte de la población estaba huyendo desaforada, alejándose del río.
-¡Toledo, Asturiano, cubrid las puertas! –Ordenaba el sargento. –¡Carrizo, lanza una granada al interior del banco!
Segundos más tarde, tras la explosión de la granada, los soldados Narganes, y Villalba entraban en el banco fusil en mano, cubiertos por Toledo y el Asturiano. Pronto resonaron tres disparos, respondidos eficazmente por los cuatro máuseres de los soldados españoles. Solo cuando se hizo el silencio, el sargento Pérez entro a comprobar que la zona estaba asegurada. Junto a la puerta, el soldado Narganes se abrazaba el costado, donde un disparo del guardia de seguridad había causado una fea herida. El propio guardia estaba sentado un poco más lejos con una herida en el brazo, vigilado por Villalba, quien tenía en la mano el colt del vigilante.
-Buen trabajo señores. Llamad al médico y ayudad a Narganes. –Dijo el sargento. –Comprobad el banco y avisad a los ingenieros, que revienten la cámara acorazada. –Continuo mientras inspeccionaba la pesada caja fuerte.
A su alrededor, los soldados saqueaban las cajas del banco, llevándose un apreciable botín, en cambio el contenido de la caja seria para el gobierno bajo la mirada del guardia de seguridad.
-Es usted un hombre valiente. –Dijo el sargento, aunque imaginaba que el guardia no entendería nada.
Mientras la columna al mando del capitán Carballo continuaba avanzando hacia el oeste, el sargento Sergio Pérez lidero el asalto al banco First National Bank. A priori, no debería haber demasiados problemas, pues la mayor parte de la población estaba huyendo desaforada, alejándose del río.
-¡Toledo, Asturiano, cubrid las puertas! –Ordenaba el sargento. –¡Carrizo, lanza una granada al interior del banco!
Segundos más tarde, tras la explosión de la granada, los soldados Narganes, y Villalba entraban en el banco fusil en mano, cubiertos por Toledo y el Asturiano. Pronto resonaron tres disparos, respondidos eficazmente por los cuatro máuseres de los soldados españoles. Solo cuando se hizo el silencio, el sargento Pérez entro a comprobar que la zona estaba asegurada. Junto a la puerta, el soldado Narganes se abrazaba el costado, donde un disparo del guardia de seguridad había causado una fea herida. El propio guardia estaba sentado un poco más lejos con una herida en el brazo, vigilado por Villalba, quien tenía en la mano el colt del vigilante.
-Buen trabajo señores. Llamad al médico y ayudad a Narganes. –Dijo el sargento. –Comprobad el banco y avisad a los ingenieros, que revienten la cámara acorazada. –Continuo mientras inspeccionaba la pesada caja fuerte.
A su alrededor, los soldados saqueaban las cajas del banco, llevándose un apreciable botín, en cambio el contenido de la caja seria para el gobierno bajo la mirada del guardia de seguridad.
-Es usted un hombre valiente. –Dijo el sargento, aunque imaginaba que el guardia no entendería nada.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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Ucronia España vs EE.UU., Duelo de aguilas
EN ALGUN LUGAR DEL RIO JAMES
El teniente de navio Barron aun recordaba cuando le encomendaron esta dichosa misión, remontar el estuario del James llegar a un astillero reconocerlo y destruirlo. Asi dicho sonaba hasta fácil. Pero cuando pregunto que crucero auxiliar y cuantas tropas le acompañarian y le dijeron nada de cruceros y 40 infantes de marina y 20 marineros. La cosa cambiaba.
Ahora ahí estaba el remontando el estuario del james a poco mas de 100 kilometros del objetivo, Donde esperaba estar en algo mas de 3 horas.
-Mi teniente – le saco de de sus pensamientos el cabo Perez.
-Si digame cabo.
-Los vigias informan que han avistado un gran barco remontando el rio.
-Como de grande cabo?
-Un vapor de grandes dimensiones señor.
-Que raro. Preparen un trozo de abordaje. Dispongan todas las armas al mas minimo intento de cambiar de rumbo por su parte ya sea para embestirnos o bloquearnos se le disparara con todo, incluidos los torpedos.
Empiecen a hacer fuego de advertencia.
El vapor al recibir los primeros impactos de las ametralladoras del audaz en su puente y ver como un provectil de 75 mm le quedaba muy cerca se detuvo. Pero la mayor sorpresa vino cuando el trozo de abordaje informo de la carga del vapor. Armas , el vapor estaba cargado con municiones y armas de todo tipo con destino seguramente a cuba.
El teniente Barron tubo que desprenderse de unos cuantos infantes y marineros para mandar rio abajo el barco.
-Vaya buena presa pero nos ha retrasado.
Aumenten velocidad, den orden a las baterías de disparar sobre muelles y toda embarcación que nos encontremos a la minima sospecha abran fuego contra lo que sea. No quiero sorpresas. Doblen el numero de vigias tanto para las orillas como para el cauce.
A las pocas horas después de haber cañoneado varias gabarras y muelles por el camino.
-Empiecen a a prepararlo todo, Que los primeros cañonazos inutilicen las exclusas del astillero. Despues seguiremos remontando hasta llegar a la isla.
Preparen el material a desembarcar y a los hombres. Cañoneen a placer las instalaciones según avanzamos, quiero las gruas y todo los barcos que tengan en grada ardiendo.
El audaz en una marcha lenta continuo cañoneando a placer el astillero. Una vez llegaron a la isla desembarcaron la mayor parte de los infantes entre los que había artilleros. Asi como 6 tubos de acero y un monton de cajas. Los tubos eran lanzadores y las cajas contenían una copia del cohete ingles hale, eso si con cabeza incendiaria. Esto había sido idea del teniente Barron, el cual siempre había sido un apasionado de la historia y de la técnica, en un principio pensó utilizar los congrave al estilo de Nelson pero los hale eran mas precisos .
En poco rato la batería de cohetes empezó a disparar sobre el astillero asi como el audaz con toda su artillería. Mientras en la cubierta del audaz y en la isla los soldados y marineros no esenciales para las baterías o la navegación montaban guardia con sus máuser disparando a todo lo que cosideraban sopechoso.
En poco tiempo el astillero muchos de cuyos edificios eran en gran parte de madera estaba ardiendo por los 4 costados. El audaz además realizo disparos casi a bocajarro con su artilleria principal sobre las gruas y depósitos del astillero. El reembarque fue rápido tal y como habían practicado veces y veces.
-Rumbo rio abajo, máximas precauciones , vamos al punto de encuentro de la unidad del SIM que dejamos al venir. Y si vamos con tiempo pararemos a tomar carbón de la gabarra que hicimos embarrancar a la mitad del curso.
EL asalto de Richmond había concluido, Pero los mandos americanos no lo sabrían hasta mucho después.
astilleros William R Trigg Company.
Lanzador de cohetes hale, la copia española realizada a instancias de Barron no tubo designacion oficial alguna, pero si alguna no oficial.
PD: si tengo que modificar o lo que sea cualquier parte o borrar solo decirlo . espero estar al nivel de las otras aportaciones
El teniente de navio Barron aun recordaba cuando le encomendaron esta dichosa misión, remontar el estuario del James llegar a un astillero reconocerlo y destruirlo. Asi dicho sonaba hasta fácil. Pero cuando pregunto que crucero auxiliar y cuantas tropas le acompañarian y le dijeron nada de cruceros y 40 infantes de marina y 20 marineros. La cosa cambiaba.
Ahora ahí estaba el remontando el estuario del james a poco mas de 100 kilometros del objetivo, Donde esperaba estar en algo mas de 3 horas.
-Mi teniente – le saco de de sus pensamientos el cabo Perez.
-Si digame cabo.
-Los vigias informan que han avistado un gran barco remontando el rio.
-Como de grande cabo?
-Un vapor de grandes dimensiones señor.
-Que raro. Preparen un trozo de abordaje. Dispongan todas las armas al mas minimo intento de cambiar de rumbo por su parte ya sea para embestirnos o bloquearnos se le disparara con todo, incluidos los torpedos.
Empiecen a hacer fuego de advertencia.
El vapor al recibir los primeros impactos de las ametralladoras del audaz en su puente y ver como un provectil de 75 mm le quedaba muy cerca se detuvo. Pero la mayor sorpresa vino cuando el trozo de abordaje informo de la carga del vapor. Armas , el vapor estaba cargado con municiones y armas de todo tipo con destino seguramente a cuba.
El teniente Barron tubo que desprenderse de unos cuantos infantes y marineros para mandar rio abajo el barco.
-Vaya buena presa pero nos ha retrasado.
Aumenten velocidad, den orden a las baterías de disparar sobre muelles y toda embarcación que nos encontremos a la minima sospecha abran fuego contra lo que sea. No quiero sorpresas. Doblen el numero de vigias tanto para las orillas como para el cauce.
A las pocas horas después de haber cañoneado varias gabarras y muelles por el camino.
-Empiecen a a prepararlo todo, Que los primeros cañonazos inutilicen las exclusas del astillero. Despues seguiremos remontando hasta llegar a la isla.
Preparen el material a desembarcar y a los hombres. Cañoneen a placer las instalaciones según avanzamos, quiero las gruas y todo los barcos que tengan en grada ardiendo.
El audaz en una marcha lenta continuo cañoneando a placer el astillero. Una vez llegaron a la isla desembarcaron la mayor parte de los infantes entre los que había artilleros. Asi como 6 tubos de acero y un monton de cajas. Los tubos eran lanzadores y las cajas contenían una copia del cohete ingles hale, eso si con cabeza incendiaria. Esto había sido idea del teniente Barron, el cual siempre había sido un apasionado de la historia y de la técnica, en un principio pensó utilizar los congrave al estilo de Nelson pero los hale eran mas precisos .
En poco rato la batería de cohetes empezó a disparar sobre el astillero asi como el audaz con toda su artillería. Mientras en la cubierta del audaz y en la isla los soldados y marineros no esenciales para las baterías o la navegación montaban guardia con sus máuser disparando a todo lo que cosideraban sopechoso.
En poco tiempo el astillero muchos de cuyos edificios eran en gran parte de madera estaba ardiendo por los 4 costados. El audaz además realizo disparos casi a bocajarro con su artilleria principal sobre las gruas y depósitos del astillero. El reembarque fue rápido tal y como habían practicado veces y veces.
-Rumbo rio abajo, máximas precauciones , vamos al punto de encuentro de la unidad del SIM que dejamos al venir. Y si vamos con tiempo pararemos a tomar carbón de la gabarra que hicimos embarrancar a la mitad del curso.
EL asalto de Richmond había concluido, Pero los mandos americanos no lo sabrían hasta mucho después.
astilleros William R Trigg Company.
Lanzador de cohetes hale, la copia española realizada a instancias de Barron no tubo designacion oficial alguna, pero si alguna no oficial.
PD: si tengo que modificar o lo que sea cualquier parte o borrar solo decirlo . espero estar al nivel de las otras aportaciones
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