OPERACIÓN MIDAS, DÍA 9 y 10 (26 y 27 de noviembre)División independienteLa mayor parte de la VII brigada se había atrincherado al oeste de Swansea, cerca del río Cole, junto al 3er regimiento de artillería montada. Mientras, los dos batallones de la VIII brigada, se estaban desplazando hacia el norte y posteriormente al oeste, con la intención de flanquear a las fuerzas de milicias de Rhode Island que, estaban acudiendo en ayuda de la ciudad de Fall River.
Faltos de instrucción, los milicianos se lanzaron al asalto de las posiciones españolas, siendo sometidos al duro bombardeo efectuado por los 24 cañones Sotomayor que, las fuerzas españolas tenían en la zona. La metralla destrozo sus fuerzas, causando decenas de muertos y heridos, a los que se sumaron los caídos a causa de los disparos de los infantes españoles.
Cuando tras una hora de combate, aparecieron las fuerzas de la VIII brigada para atacar el flanco izquierdo de las milicias de Rhode Island. Estos, asustados, huyeron en desbandada. Habían sufrido más de 400 bajas, a los que se sumarían 1.349 prisioneros.
Esa misma tarde, las fuerzas de las brigadas VII y VIII, al mando del general Martinegui, ponían rumbo a Providence, la capital del estado, llegando al anochecer, para ocupar la parte este de la ciudad. Al día siguiente entrarían en una ciudad que, ya había perdido sus fuerzas.
Las tropas españolas actuarían sin traba en la ciudad, requisando maquinarias de talleres, enseres, y objetos de valor
(1), y destruyendo todo lo demás. Incluso llegaron a visitar la universidad de Brown, donde algunos oficiales, especialmente los médicos, no dudaron en apoderarse de libros y materiales de laboratorio.
Especialmente apreciada sería la captura de la fundición Builders Iron Foundry, en la que se estaban fabricando cañones y morteros de costa. Las instalaciones serían destruidas tras requisar los elementos aprovechables, que serían enviados al puerto para su traslado a España. Junto a ellos debían viajar, 3 morteros modelo M-1890 de 12 pulgadas.
División de caballeríaLa ciudad de New Haven estaba arrasada, sus industrias, y almacenes habían sido destruidos, y la universidad de Yale saqueada. Solo entonces, abandonaron la ciudad las fuerzas del general Marco, rumbo a Providence. Tras ellos, una recua de más de 400 animales cargados de armas y municiones procedentes de la Winchester, y diversos objetos de valor, esperando encontrarse en aquella zona con alguna de las partidas de saqueo del general Martinegui.
A medida que avanzaban hacia el este, el número de pueblos y granjas abandonadas que encontraban en su camino aumentaba. Los caminos, llenos de refugiados, eran intransitables en algunas zonas, obligando a la columna a abandonar los caminos para avanzar por los campos y bosques. De todas formas, el avanzar por fuera de los caminos era algo en lo que las fuerzas españolas tenían mucha experiencia, a causa de la guerra de Cuba. Así, las distancias recorridas al día se fijaron en unos 80km. Una buena distancia en esas circunstancias.
Al finalizar el primer día, estaban en la ciudad de Norwich. Esta ciudad, famosa por sus manufacturas textiles y armerías, fue saqueada y las industrias destruidas, requisando las fuerzas numerosas armas y textiles.
Al día siguiente se encontrarían con las guerrillas de Martinegui, dirigiéndose a Providence, donde entregaron las recuas de animales que transportaban los bienes requisados. Mientras tomaban un corto descanso en la ciudad, se reaprovisionaron de municiones, especialmente de artillería, por medio de uno de los vapores de transporte.
En la ciudad, los generales Marco y Melguizo conferenciaron durante unas horas. Acordando que al día siguiente, la caballería debía partir de nuevo, solo que ahora lo harían junto a la VIII brigada de la división de Melguizo. El general Martinegui, ante la buena marcha de las operaciones en Connecticut y Rhode Island cedía así una de sus brigadas para lograr un objetivo superior y aumentar la destrucción.
I Cuerpo de EjércitoTras una marcha de 20km, las fuerzas españolas llegaron a las primeras defensas de Portland, las tropas españolas divisaron trincheras a medio construir y no pocas fuerzas de defensa en Fort Williams.
Inmediatamente, la 3ª división se desplegó para atacar este fuerte. Fort Williams estaba compuesto de varias baterías de costa equipadas por modernos cañones, y diversas edificaciones para las tropas, aunque carecía de defensas ante un ataque por tierra. Aun así, parecían que las milicias de Portland habían elegido defenderlo, cuando tal vez hubiese sido más aconsejable su abandono. A su alrededor, se habían cavado una línea de trincheras, pero a diferencia de las trincheras de tipo carlista que, empleaban los españoles
(2), los milicianos habían amontonado la tierra frente a la trinchera, formando un montículo.
A causa de esto, la artillería pudo apuntar con mayor precisión, al apreciar correctamente las distancias. Al mismo tiempo, los cuerpos de los milicianos, quedaban más expuestos, pues la zanja solo les cubría hasta la cintura, siendo la tierra amontonada frente a ellos la encargada de cubrir el resto del cuerpo, excepto por la espalda.
EL general Sotomayor emplazo sus dos regimientos de artillería montada, equipados con 48 de los cañones diseñados por él mismo, años antes. Aun no eran las 2 de la tarde, cuando las granadas de 87mm empezaron a llover sobre las posiciones enemigas. Primero munición explosiva en un intento de acallar los 4 cañones de campaña norteamericanos, pero pronto granadas de metralla que, se cobraron un alto tributo entre los defensores. Los milicianos, faltos de entrenamiento, huyeron en desbandada ante el feroz bombardeo y el asalto de las fuerzas del regimiento Saboya y el Del Rey.
726 milicianos y 237 artilleros regulares serían capturados, sufriendo la guarnición 213 bajas, incluyendo 89 muertos. Con el fuerte, serían capturados 4 cañones de campaña, 5 cañones de 10 pulgadas M-1888, y 1 Armstrong de 6 pulgadas M-1888, además de numerosos fusiles, tanto Krag Jorgensen y Sprinfield, como modelos sin duda de procedencia particular.
Esa misma noche, con los prisioneros norteamericanos encerrados en las propias edificaciones del fuerte, bajo una fuerte custodia, los soldados del regimiento Del Rey empezarían a desmontar la artillería del fuerte
(3), labor que continuarían al día siguiente. Mientras, las fuerzas del Saboya trasladarían a los prisioneros sanos a la costa, donde serían recogidos en botes del Ciudad de Cádiz, ahora desarmado. En el mismo vapor, serían embarcados el resto de prisioneros capturados en Providence y otros lugares, partiendo esa noche rumbo a España.
El resto de la división había seguido camino hacia el norte, donde la IV brigada ocupo South Porland, mientras el resto de la III ocupaba la zona de Turner Island la tarde del 27 de noviembre. Allí tuvieron que esperar a la batería de sitio que venía retrasada, y no sería emplazada hasta el día siguiente, cuando inicio el bombardeo de Fort Preble, en donde las milicias de la ciudad se habían atrincherado pese a que aún no disponía de armamento pesado.
Las divisiones 1 y 2 continuaron camino hacia el norte, pernoctando la noche del 27 en el oeste de la península de Portland. La ciudad quedaba así cercada e incomunicada, tras cortar los cables del telégrafo las fuerzas españolas.
El día 28, la artillería de los regimientos montado abrió fuego sobre las defensas occidentales de la ciudad. Los 48 cañones cubrieron las trincheras de granadas y metralla, trasladando el fuego hacia el este, donde afectarían a los edificios, destruyendo muchos de ellos. Sin embargo, las fuerzas de la ciudad estaban decididas a resistir. Sabían que eran lo único que separaba a los españoles de Bath. La situación aún empeoraría con la llegada de la segunda batería de sitio española.
Ese mismo día, un yate de bandera británica
(4) se aproximó al crucero auxiliar Rápido, llevando la noticia de la partida de la escuadra norteamericana días atrás. El almirante Manterola calculaba que, les restaban, 7 días de tiempo.
- Fueron especialmente apreciadas las joyas obtenidas en la ciudad.
- La tierra extraída se esparcía en otros lugares, quedando la zanja a nivel del suelo, dificultando así la observación y apreciación de distancias.
- Como el resto de fuertes y arsenales capturados durante la guerra, tras su abandono sería demolido con cargas D.
- El mensaje, una vez recibido en España, había sido enviado a Francia para su envío entre dos países neutrales. En un mensaje totalmente inocente que hablaba de la llegada del nacimiento de un sobrino. Una vez en Canadá, un agente español embarco en un yate contratado para acudir al encuentro de Weyler con la noticia.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.