Ucronia España vs EE.UU., Duelo de aguilas
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Ucronia España vs EE.UU., Duelo de aguilas
Reconozco que todos los dias busco mi ración de soma "A brave new world" Aldous Huxley
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Buenasss dias
Pregunta Gaspacher No seria mas logico que todas las piezas de artilleria y de sitio capturas por las fuerzas Española, en vez de enviarlas a España se quedaran en Cabo Cob y en la defensa de la peninsula? ya se que diran que son diferente calibre,pero se puede comprar nunicion a 3 paises, Canada esta a tiro de piedra.
Pregunta Gaspacher No seria mas logico que todas las piezas de artilleria y de sitio capturas por las fuerzas Española, en vez de enviarlas a España se quedaran en Cabo Cob y en la defensa de la peninsula? ya se que diran que son diferente calibre,pero se puede comprar nunicion a 3 paises, Canada esta a tiro de piedra.
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No, una pieza de costa precisaba unos cimientos de hormigon para operar, y eso eran meses de trabajo.
En Santiago de Cuba, la unica pieza desmontada durante el bombardeo de principios de junio, lo fue por ceder los cimientos.
En Santiago de Cuba, la unica pieza desmontada durante el bombardeo de principios de junio, lo fue por ceder los cimientos.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
- urquhart
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Hola a todos,
en mi modesta opinión, mover piezas de artillería de costa comportaría la necesidad de alguna grua. ¿No sería mejor clavarlos?
Saludos
en mi modesta opinión, mover piezas de artillería de costa comportaría la necesidad de alguna grua. ¿No sería mejor clavarlos?
Saludos
Tempus Fugit
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En todo caso, retirarles los cierres, y tal vez dinamitarlos.
Las piezas de artillería modernas, son destruidas por medio de termita, y sí, se había inventado poco antes de esta guerra, pero su uso militar aun era desconocido, también el civil ya que estamos.
Digo que se embarcarían por la conjunción de factores, fuertes en obras, con lo que tendrían materiales como grúas, locomóviles, etc., además, había puertos de gran capacidad cerca.
Aun así, más que apoderarse de la pieza entera, pensaba más en el tubo del cañón.
Las piezas de artillería modernas, son destruidas por medio de termita, y sí, se había inventado poco antes de esta guerra, pero su uso militar aun era desconocido, también el civil ya que estamos.
Digo que se embarcarían por la conjunción de factores, fuertes en obras, con lo que tendrían materiales como grúas, locomóviles, etc., además, había puertos de gran capacidad cerca.
Aun así, más que apoderarse de la pieza entera, pensaba más en el tubo del cañón.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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Bueno, llega con retraso, pero ahí voy con la posible postura mexicana en el conflicto. Intentaré acelerar las intervenciones y ponerme al día y llegar a la "Operación Midas". Ante todo, muchas gracias estimado Gaspacher por servir de inspiración y animarme para participar en tu relato. Procuraré atenerme a las normas que has establecido.
El ÁGUILA Y EL NOPAL
Durante todo el siglo XIX la región antillana fue para México una zona geográfica, estratégica, económica y política de significación. Al ser zona de frontera y región limítrofe –en las que las potencias europeas tenían presencia y sobre la que Estados Unidos tenía ambiciones- el Caribe constituyó una preocupación para los gobiernos mexicanos, porque fue considerado uno de los espacios donde se definía la seguridad nacional, se resguardaba su territorio de amenazas externas y, por tanto, se defendía su soberanía. Por ello, los diferentes gobiernos desplegaron un hábil programa encaminado a recabar información abundante y detallada de lo que ocurría a nivel interno en las diferentes islas y en relación a los movimientos de las metrópolis que tenían colonias o intereses en la región. Sin recursos económicos suficientes y abandonadas las ambiciones expansionistas, México estableció una cadena de oficinas consulares encargadas de recopilar esta información y de gravar parte del movimiento marítimo comercial que se dirigía al país.
Este entramado había permitido recabar información sobre el Tratado comercial firmando entre España y Estados Unidos, el convenio de reciprocidad norteamericano con las Islas Occidentales o con el gobierno dominicano –especialmente tras conocerse el proyecto de ejercer un protectorado sobre República Dominicana o sobre algunos de sus puertos, y la compra de Santo Tomás. Todo ello, unido a los proyectos de construcción de un canal interoceánico o al apoyo cada vez menos disimulado hacia los independentistas cubanos, fueron considerados por México como amenaza a sus intereses, lo que llevó a su gobierno a reforzar aún más su red de legaciones. En el caso de Cuba, el consulado en La Habana adquirió el rango de Consulado General y se reforzaron los cuatro viceconsulados en diversos puntos de la isla: Matanzas, Puerto Cárdenas, Trinidad y Santiago. En el resto del área se abrió en Consulado General en Santo Domingo y también se reforzaron las oficinas viceconsulares en San Juan de Puerto Rico, Santo Tomás, Jamaica, Belice y La Martinica. En territorio estadounidense se hallaba el consulado de Nueva Orleans.
En esta situación, Cuba adquirió gran significación por su situación geoestratégica y por la importancia que confería la presencia española en su suelo como contrapeso al avance norteamericano. De hecho, por motivos de interés nacional, la simpatía mexicana por la causa independentista se subordinó a la que se manifestó por España, aunque siempre encubierta por una declaración oficial de neutralidad.
Los sutiles cambios que comenzaron a producirse en la política de España a partir de 1895 y en inicio de la campaña de recogida de fondos entre la colonia española de diferentes países americanos, no pasaron inadvertidos para el gobierno del general Porfirio Díaz. El presidente instó a su Secretario de Relaciones Exteriores, Ignacio Mariscal, a recabar la mayor información posible sobre el tema, y los representantes diplomáticos en el extranjero -fundamentalmente Matías Romero en Estados Unidos, Andrés Clemente Vázquez en Cuba y Vicente Riva (posteriormente Manuel Iturbe) en España- recibieron órdenes de transmitir de manera permanente cualquier noticia que pudiera resultar de interés para los intereses mexicanos. El Águila mexicana parecía dormir, pero mantenía los ojos abiertos.
Palacio Nacional, Ciudad de México, Noche del 16 de Septiembre, día de la Independencia, 1895
La recepción oficial con motivo del Día de la fiesta Nacional había congregado en el Palacio Nacional a lo más selecto de la política y la sociedad mexicana y los representantes diplomáticos de medio mundo. Además de los numerosos comentarios y cotilleos mundanos, uno de los temas de conversación que no podía faltar en los numerosos corrillos que se formaban era la situación en Cuba.
El presidente de la república, General Porfirio Díaz, sabía que era una ocasión que no podía dejar escapar, y de hecho había dado instrucciones precisas a su secretario de Relaciones Exteriores en ese sentido. Mariscal no había perdido el tiempo y ya había hablado del tema con el embajador español, Guillermo Crespo.
Tal como estaba previsto, Crespo se encontraba conversando con dos de los principales empresarios españoles en el país, los señores Aragón y Martialay, ambos dueños de prósperos emporios comerciales situados en Veracruz, y líderes destacados de la campaña de recogida de fondos que se había realizado entre los miembros de la colonia española en México.
Mariscal se acercó al grupo y saludó a los tres hombres, cruzando una mirada cómplice con el embajador español.
- "Encantado de saludarles señores, espero que estén disfrutando de la velada."
- "Es un placer, como siempre señor Secretario" -dijo Crespo- "me gustaría presentarle a los señores Aragón y Martialay, dos de nuestros más destacados compatriotas afincados en su país."
- "Un gusto conocerles, señores, quizás quieran acompañarme a saludar al general Díaz."
- "Sería un honor, señor secretario" –dijo Crespo- "¿verdad caballeros?"
Los cuatro se acercaron al presidente, que siempre atento a su alrededor, no perdía detalle de lo que acontecía en la recepción.
-"Excelencia, el embajador de España, señor Crespo, y los empresarios españoles señores Aragón y Martialay."
- "Un gusto volver a verle señor Crespo, y un placer conocerles caballeros, he oído hablar mucho de ustedes. Considero que uno de mis deberes como presidente de esta república es conocer a aquellas personas que pueden colaborar en hacer más fuerte y próspera la nación mexicana."
El tono de esa última afirmación no pasó desapercibida a ninguno de los contertulios.
El presidente hizo una leve seña a Mariscal, el cual tomó por el brazo al embajador español.
- "Bien señor Crespo, vayamos a saludar al resto del cuerpo diplomático… veo por allí al embajador francés…"
Ambos se separaron con una leve inclinación de cabeza, no sin antes haber observado la mirada escrutadora del embajador americano, que se mantuvo hasta el momento en que cada uno se alejó por su lado.
- "Caballeros, tengo entendido que su gobierno está muy agradecido por su campaña de recogida de fondos, sin duda un sacrificio que su país tendrá en alta estima." - El presidente Díaz se alejaba un poco del bullicio de la multitudinaria recepción mientras continuaba conversando con los empresarios españoles. – "Me gustaría saber hasta qué punto estarían dispuestos a seguir sacrificándose por la Madre Patria… y por su patria adoptiva." – Aragón y Martialay se miraron. Sin duda Don Porfirio acababa de poner las cartas sobre la mesa.
Palacio de Chapultepec, residencia presidencial, Ciudad de México, Mañana del 17 de Septiembre, 1895
La reunión entre el presidente Díaz, el secretario de relaciones exteriores y el secretario de guerra, general Pedro Hinojosa estaba resultando de todo menos tranquila.
- "Señor presidente, esto es una locura, los gringos aplastarán a los españoles" – dijo Hinojosa de manera acalorada.
- "¿Y según usted debemos seguir dejando hacer?, ¿como con Texas?, ¿como con la Mesilla (1) o como con el Chamizal (2)?" - Bramó el presidente Díaz.
- "Hinojosa, usted ya conoce de sobra la Doctrina Monroe…" - añadió el secretario Mariscal.
- "Pero aún así, nuestro ejército no está preparado para una guerra..." – argumentó el secretario de guerra.
- "Nadie ha hablado de guerra, general. Al menos no una guerra abierta." – afirmó Díaz
- "Excelencia, aún así, es una locura."
- "Locura sería permanecer de brazos cruzados mientras esos gringos nos roban el país a pedazos, saquean nuestras riquezas, convierten el golfo de México en su lago particular o proyectan canales para unir sus costas… si alguien no les detiene, acabarán quedándose con todo y no nos quedará más remedio que arrodillarnos." – Un puñetazo sobre la mesa acompañó las palabras del presidente.
- "General" - dijo Mariscal en tono conciliador- "al menos escuche antes de oponerse tajantemente… nosotros no somos los únicos preocupados. Británicos, franceses o alemanes, por no hablar de España, también observan con preocupación la política norteamericana… nuestros intereses no son los únicos que peligran… ya ha visto usted lo que está ocurriendo en Venezuela." (3)
- "México no es Europa, ni nuestro ejército es el francés o el inglés." – respondió obstinado Hinojosa.
- "Hay muchas maneras de defender nuestros intereses y estar preparados para lo que venga." – terció de nuevo Mariscal.
El secretario de guerra irguió el cuerpo y dijo en tono amenazante- "Excelencia, he de expresar mi completa oposición."
Don Porfirio observo en silencio, con una mirada heladora, al militar que tenía enfrente, durante unos segundos que parecieron años - "General Hinojosa" –dijo finalmente- "Entiendo que está agotado, son muchos años ya de servicio a la patria. Se ha ganado el derecho a descansar. Comprendo sus razones para dejar el cargo y acepto su dimisión por motivos de salud."
- "Excelencia…" - balbuceó el secretario de guerra.
- "De nuevo le doy las gracias por todo, general."- dijo don Porfirio, retirando su mirada del infeliz y concentrándose aparentemente en los documentos que permanecían sobre la mesa.
Pálido como un muerto, Hinojosa se cuadró y abandonó el despacho tambaleándose. Estaba al borde de un síncope.
El presidente Díaz y el secretario Mariscal observaron en silencio al general mientras se alejaba. Al cerrar la puerta, Don Porfirio dejó escapar un suspiro de alivio.
- "Viejo testarudo… señor secretario, haga llamar a Reyes."
- "El general Reyes ya está esperando fuera, excelencia."
(1) y (2) Mesilla y el Chamizal se incorporaron a territorio norteamericano después del tratado de Guadalupe-Hidalgo por las presiones llevadas a cabo por el gobierno de Estados Unidos. El Chamizal continuó siendo motivo de litigio hasta 1963.
(3) El largo litigio entre Venezuela y Gran Bretaña con motivo de las fronteras entre la república americana y el territorio de La Guayana pasaba en aquel instante por graves momentos de tensión, al amenazar los Estados Unidos con desplegar su marina en caso de intervención militar británica en la zona.
El ÁGUILA Y EL NOPAL
Durante todo el siglo XIX la región antillana fue para México una zona geográfica, estratégica, económica y política de significación. Al ser zona de frontera y región limítrofe –en las que las potencias europeas tenían presencia y sobre la que Estados Unidos tenía ambiciones- el Caribe constituyó una preocupación para los gobiernos mexicanos, porque fue considerado uno de los espacios donde se definía la seguridad nacional, se resguardaba su territorio de amenazas externas y, por tanto, se defendía su soberanía. Por ello, los diferentes gobiernos desplegaron un hábil programa encaminado a recabar información abundante y detallada de lo que ocurría a nivel interno en las diferentes islas y en relación a los movimientos de las metrópolis que tenían colonias o intereses en la región. Sin recursos económicos suficientes y abandonadas las ambiciones expansionistas, México estableció una cadena de oficinas consulares encargadas de recopilar esta información y de gravar parte del movimiento marítimo comercial que se dirigía al país.
Este entramado había permitido recabar información sobre el Tratado comercial firmando entre España y Estados Unidos, el convenio de reciprocidad norteamericano con las Islas Occidentales o con el gobierno dominicano –especialmente tras conocerse el proyecto de ejercer un protectorado sobre República Dominicana o sobre algunos de sus puertos, y la compra de Santo Tomás. Todo ello, unido a los proyectos de construcción de un canal interoceánico o al apoyo cada vez menos disimulado hacia los independentistas cubanos, fueron considerados por México como amenaza a sus intereses, lo que llevó a su gobierno a reforzar aún más su red de legaciones. En el caso de Cuba, el consulado en La Habana adquirió el rango de Consulado General y se reforzaron los cuatro viceconsulados en diversos puntos de la isla: Matanzas, Puerto Cárdenas, Trinidad y Santiago. En el resto del área se abrió en Consulado General en Santo Domingo y también se reforzaron las oficinas viceconsulares en San Juan de Puerto Rico, Santo Tomás, Jamaica, Belice y La Martinica. En territorio estadounidense se hallaba el consulado de Nueva Orleans.
En esta situación, Cuba adquirió gran significación por su situación geoestratégica y por la importancia que confería la presencia española en su suelo como contrapeso al avance norteamericano. De hecho, por motivos de interés nacional, la simpatía mexicana por la causa independentista se subordinó a la que se manifestó por España, aunque siempre encubierta por una declaración oficial de neutralidad.
Los sutiles cambios que comenzaron a producirse en la política de España a partir de 1895 y en inicio de la campaña de recogida de fondos entre la colonia española de diferentes países americanos, no pasaron inadvertidos para el gobierno del general Porfirio Díaz. El presidente instó a su Secretario de Relaciones Exteriores, Ignacio Mariscal, a recabar la mayor información posible sobre el tema, y los representantes diplomáticos en el extranjero -fundamentalmente Matías Romero en Estados Unidos, Andrés Clemente Vázquez en Cuba y Vicente Riva (posteriormente Manuel Iturbe) en España- recibieron órdenes de transmitir de manera permanente cualquier noticia que pudiera resultar de interés para los intereses mexicanos. El Águila mexicana parecía dormir, pero mantenía los ojos abiertos.
Palacio Nacional, Ciudad de México, Noche del 16 de Septiembre, día de la Independencia, 1895
La recepción oficial con motivo del Día de la fiesta Nacional había congregado en el Palacio Nacional a lo más selecto de la política y la sociedad mexicana y los representantes diplomáticos de medio mundo. Además de los numerosos comentarios y cotilleos mundanos, uno de los temas de conversación que no podía faltar en los numerosos corrillos que se formaban era la situación en Cuba.
El presidente de la república, General Porfirio Díaz, sabía que era una ocasión que no podía dejar escapar, y de hecho había dado instrucciones precisas a su secretario de Relaciones Exteriores en ese sentido. Mariscal no había perdido el tiempo y ya había hablado del tema con el embajador español, Guillermo Crespo.
Tal como estaba previsto, Crespo se encontraba conversando con dos de los principales empresarios españoles en el país, los señores Aragón y Martialay, ambos dueños de prósperos emporios comerciales situados en Veracruz, y líderes destacados de la campaña de recogida de fondos que se había realizado entre los miembros de la colonia española en México.
Mariscal se acercó al grupo y saludó a los tres hombres, cruzando una mirada cómplice con el embajador español.
- "Encantado de saludarles señores, espero que estén disfrutando de la velada."
- "Es un placer, como siempre señor Secretario" -dijo Crespo- "me gustaría presentarle a los señores Aragón y Martialay, dos de nuestros más destacados compatriotas afincados en su país."
- "Un gusto conocerles, señores, quizás quieran acompañarme a saludar al general Díaz."
- "Sería un honor, señor secretario" –dijo Crespo- "¿verdad caballeros?"
Los cuatro se acercaron al presidente, que siempre atento a su alrededor, no perdía detalle de lo que acontecía en la recepción.
-"Excelencia, el embajador de España, señor Crespo, y los empresarios españoles señores Aragón y Martialay."
- "Un gusto volver a verle señor Crespo, y un placer conocerles caballeros, he oído hablar mucho de ustedes. Considero que uno de mis deberes como presidente de esta república es conocer a aquellas personas que pueden colaborar en hacer más fuerte y próspera la nación mexicana."
El tono de esa última afirmación no pasó desapercibida a ninguno de los contertulios.
El presidente hizo una leve seña a Mariscal, el cual tomó por el brazo al embajador español.
- "Bien señor Crespo, vayamos a saludar al resto del cuerpo diplomático… veo por allí al embajador francés…"
Ambos se separaron con una leve inclinación de cabeza, no sin antes haber observado la mirada escrutadora del embajador americano, que se mantuvo hasta el momento en que cada uno se alejó por su lado.
- "Caballeros, tengo entendido que su gobierno está muy agradecido por su campaña de recogida de fondos, sin duda un sacrificio que su país tendrá en alta estima." - El presidente Díaz se alejaba un poco del bullicio de la multitudinaria recepción mientras continuaba conversando con los empresarios españoles. – "Me gustaría saber hasta qué punto estarían dispuestos a seguir sacrificándose por la Madre Patria… y por su patria adoptiva." – Aragón y Martialay se miraron. Sin duda Don Porfirio acababa de poner las cartas sobre la mesa.
Palacio de Chapultepec, residencia presidencial, Ciudad de México, Mañana del 17 de Septiembre, 1895
La reunión entre el presidente Díaz, el secretario de relaciones exteriores y el secretario de guerra, general Pedro Hinojosa estaba resultando de todo menos tranquila.
- "Señor presidente, esto es una locura, los gringos aplastarán a los españoles" – dijo Hinojosa de manera acalorada.
- "¿Y según usted debemos seguir dejando hacer?, ¿como con Texas?, ¿como con la Mesilla (1) o como con el Chamizal (2)?" - Bramó el presidente Díaz.
- "Hinojosa, usted ya conoce de sobra la Doctrina Monroe…" - añadió el secretario Mariscal.
- "Pero aún así, nuestro ejército no está preparado para una guerra..." – argumentó el secretario de guerra.
- "Nadie ha hablado de guerra, general. Al menos no una guerra abierta." – afirmó Díaz
- "Excelencia, aún así, es una locura."
- "Locura sería permanecer de brazos cruzados mientras esos gringos nos roban el país a pedazos, saquean nuestras riquezas, convierten el golfo de México en su lago particular o proyectan canales para unir sus costas… si alguien no les detiene, acabarán quedándose con todo y no nos quedará más remedio que arrodillarnos." – Un puñetazo sobre la mesa acompañó las palabras del presidente.
- "General" - dijo Mariscal en tono conciliador- "al menos escuche antes de oponerse tajantemente… nosotros no somos los únicos preocupados. Británicos, franceses o alemanes, por no hablar de España, también observan con preocupación la política norteamericana… nuestros intereses no son los únicos que peligran… ya ha visto usted lo que está ocurriendo en Venezuela." (3)
- "México no es Europa, ni nuestro ejército es el francés o el inglés." – respondió obstinado Hinojosa.
- "Hay muchas maneras de defender nuestros intereses y estar preparados para lo que venga." – terció de nuevo Mariscal.
El secretario de guerra irguió el cuerpo y dijo en tono amenazante- "Excelencia, he de expresar mi completa oposición."
Don Porfirio observo en silencio, con una mirada heladora, al militar que tenía enfrente, durante unos segundos que parecieron años - "General Hinojosa" –dijo finalmente- "Entiendo que está agotado, son muchos años ya de servicio a la patria. Se ha ganado el derecho a descansar. Comprendo sus razones para dejar el cargo y acepto su dimisión por motivos de salud."
- "Excelencia…" - balbuceó el secretario de guerra.
- "De nuevo le doy las gracias por todo, general."- dijo don Porfirio, retirando su mirada del infeliz y concentrándose aparentemente en los documentos que permanecían sobre la mesa.
Pálido como un muerto, Hinojosa se cuadró y abandonó el despacho tambaleándose. Estaba al borde de un síncope.
El presidente Díaz y el secretario Mariscal observaron en silencio al general mientras se alejaba. Al cerrar la puerta, Don Porfirio dejó escapar un suspiro de alivio.
- "Viejo testarudo… señor secretario, haga llamar a Reyes."
- "El general Reyes ya está esperando fuera, excelencia."
(1) y (2) Mesilla y el Chamizal se incorporaron a territorio norteamericano después del tratado de Guadalupe-Hidalgo por las presiones llevadas a cabo por el gobierno de Estados Unidos. El Chamizal continuó siendo motivo de litigio hasta 1963.
(3) El largo litigio entre Venezuela y Gran Bretaña con motivo de las fronteras entre la república americana y el territorio de La Guayana pasaba en aquel instante por graves momentos de tensión, al amenazar los Estados Unidos con desplegar su marina en caso de intervención militar británica en la zona.
Última edición por El Templario el 08 Mar 2013, 21:33, editado 3 veces en total.
"IN HOC SIGNO TUETUR PIUS, IN HOC SIGNO VINCITUR INIMICUS"
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- Sargento
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Ucronia España vs EE.UU., Duelo de aguilas
Que bueno Templario, que pena que no se haya contado con esa benévola no beligerancia de México desde el principio...
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- Sargento
- Mensajes: 276
- Registrado: 27 Jul 2009, 19:58
Ucronia España vs EE.UU., Duelo de aguilas
Gaspacher escribió:Tanto el almirante Manterola como el capitán Bustamante, comandante del apostadero, conocían la situación en el norte, y la urgencia de su viaje. Sí existía una ocasión para atacar a la escuadra
Batalla en el estrecho, batalla en el estrecho!!
- Llanero
- Suboficial Primero
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- Llanero
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Ucronia España vs EE.UU., Duelo de aguilas
El ÁGUILA Y EL NOPAL
¡¡ Excelente !!
Estaría bien desarrollarla como historia paralela, y en el momento en el que el "Tio Sam" enarbole la bandera blanca contra nosotros, los Aztecas los invaden por toda la frontera.
Cordiales saludos,
¡¡ Excelente !!
Estaría bien desarrollarla como historia paralela, y en el momento en el que el "Tio Sam" enarbole la bandera blanca contra nosotros, los Aztecas los invaden por toda la frontera.
Cordiales saludos,
ספרד תמיד עם ישראל
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- General de Cuerpo de Ejército
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- Registrado: 19 Jun 2012, 01:06
Ucronia España vs EE.UU., Duelo de aguilas
Cuando enarbolen la bandera blanca contra nosotros? no.no.no cuando estemos en lo mas gordo del fregado los Mexicanos los invaden por el Sur .
No me parece que Mexico vayan a meterse de lleno en el fregado , me parece mas bien que sera un apoyo mas sutil , pero ya veremos como se desarrolla esta historia paralela
buen relato El Templario .
Un saludo .
No me parece que Mexico vayan a meterse de lleno en el fregado , me parece mas bien que sera un apoyo mas sutil , pero ya veremos como se desarrolla esta historia paralela
buen relato El Templario .
Un saludo .
Año de Rojos , año de hambre , peste y piojos
- El Templario
- Alférez
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- Registrado: 26 Sep 2006, 14:43
Ucronia España vs EE.UU., Duelo de aguilas
Estimados Llanero y Ñugares, agradezco los ánimos... pero por expreso deseo de Gaspacher -el alma de este hilo- la condición para desarrollar esta historia paralela es que México no puede entrar en guerra contra los Estados Unidos... en muchos aspectos me voy a basar en hechos reales, pero adelantando las fechas. En otros, es pura recreación intentando enlazar los acontecimientos con la ya desarrollado por Gaspacher hasta ahora. No hay que precipitarse con invasiones desde el sur... como ya he puesto en boca de Porfirio Díaz, "nadie ha hablado de guerra... al menos una guerra abierta"
"IN HOC SIGNO TUETUR PIUS, IN HOC SIGNO VINCITUR INIMICUS"
- El Templario
- Alférez
- Mensajes: 711
- Registrado: 26 Sep 2006, 14:43
Ucronia España vs EE.UU., Duelo de aguilas
Ciudad de México, tarde-noche del 17 de Septiembre, 1895
Don Porfirio necesitaba aire. Salió solo a los jardines del palacio, caminando sin rumbo por los caminos de tierra que se perdían entre los árboles. Había sido una jornada extenuante, pero parecía que un mecanismo imparable se había puesto en marcha. Ahora pedía a Dios que su corazonada no les llevase a todos al desastre. Desde el inicio de su mandato, y pese a su rango de general, había mantenido una relación de amor-odio con el ejército. Sabía que sin un ejército moderno jamás podría aspirar a una posición importante en su ámbito regional, pero era consciente que el país necesitaba dirigir sus recursos a las áreas de Fomento o Hacienda, que incentivasen la reactivación y el desarrollo de la agricultura, el comercio, la industria y la atracción de inversiones extranjeras. Además, el fantasma de un ejército fortalecido que se llegase a plantear el apartarle del poder, como tantas veces había sucedido antes, era un peligro que no podía subestimar. A pesar de ello, había seguido con sumo interés las ideas del general Bernardo Reyes, expresadas en sus obras “Conversaciones militares”, de 1879, y sobre todo “Ensayo sobre un nuevo sistema de reclutamiento para el ejército y organización de la Guardia Nacional”, publicado en 1885. Hasta ese momento se había opuesto a que el ejército superase los 30.000 hombres, pero confiaba en Reyes para llevar a cabo la tarea de reformarlo y aumentar su número y capacidades. Era una apuesta arriesgada, pero el premio podía ser muy grande, y confiaba en aquel hombre. Ahora esperaba que Mariscal incorporase al proyecto al secretario de hacienda. Limantour era ante todo pragmático -y de origen europeo, recordó- no creyó que hubiese problemas. Pero aquella descabellada aventura no había hecho nada más que empezar.
------------------------------------------
Tras su precipitado nombramiento y la reunión que había tenido lugar, el general Reyes llegó a su casa exhausto, abrumado por la tarea que el presidente le había encomendado. En parte, su ego estaba satisfecho al comprobar que sus ideas reformadoras habían sido escuchadas y atendidas, pero por otro… una labor ingente le esperaba: reformar el ejército, modernizarlo, potenciar la marina de guerra… y todo ello en el menor tiempo posible. Solo de pensarlo se sentía desfallecer. Su mujer, Aurelia de Ochoa, observó preocupada a su marido.
- "Mi amor, la reunión con don Porfirio… ¿qué ha sucedido?"
- "Aurelia… soy el nuevo secretario de guerra y marina…"
- "Cielo mío, enhorabuena." – dijo ella, alegre. – "descansa un poco y celebremos la noticia."
- "No voy a tener tiempo para celebraciones, Aurelia… en los próximos tiempos no voy a tener tiempo para nada."
---------------------------------------------
Ignacio Mariscal se dirigió a su casa meditabundo. La reunión había terminado bien. En realidad muy bien. No había sido posible convencer al viejo general Hinojosa pero, a sus ojos, la opción de Reyes como nuevo secretario de guerra y marina favorecía sus planes. Ahora restaba poner en antecedentes al secretario de Hacienda, José Yves Limantour. De su adhesión dependía en buena parte que todo aquel enloquecido proyecto llegara a buen puerto sin que les estallara en pleno rostro. No era un hombre bebedor, pero se dijo que aquella noche necesitaría un par de copas de tequila reposado. Era una tarea enorme.
Don Porfirio necesitaba aire. Salió solo a los jardines del palacio, caminando sin rumbo por los caminos de tierra que se perdían entre los árboles. Había sido una jornada extenuante, pero parecía que un mecanismo imparable se había puesto en marcha. Ahora pedía a Dios que su corazonada no les llevase a todos al desastre. Desde el inicio de su mandato, y pese a su rango de general, había mantenido una relación de amor-odio con el ejército. Sabía que sin un ejército moderno jamás podría aspirar a una posición importante en su ámbito regional, pero era consciente que el país necesitaba dirigir sus recursos a las áreas de Fomento o Hacienda, que incentivasen la reactivación y el desarrollo de la agricultura, el comercio, la industria y la atracción de inversiones extranjeras. Además, el fantasma de un ejército fortalecido que se llegase a plantear el apartarle del poder, como tantas veces había sucedido antes, era un peligro que no podía subestimar. A pesar de ello, había seguido con sumo interés las ideas del general Bernardo Reyes, expresadas en sus obras “Conversaciones militares”, de 1879, y sobre todo “Ensayo sobre un nuevo sistema de reclutamiento para el ejército y organización de la Guardia Nacional”, publicado en 1885. Hasta ese momento se había opuesto a que el ejército superase los 30.000 hombres, pero confiaba en Reyes para llevar a cabo la tarea de reformarlo y aumentar su número y capacidades. Era una apuesta arriesgada, pero el premio podía ser muy grande, y confiaba en aquel hombre. Ahora esperaba que Mariscal incorporase al proyecto al secretario de hacienda. Limantour era ante todo pragmático -y de origen europeo, recordó- no creyó que hubiese problemas. Pero aquella descabellada aventura no había hecho nada más que empezar.
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Tras su precipitado nombramiento y la reunión que había tenido lugar, el general Reyes llegó a su casa exhausto, abrumado por la tarea que el presidente le había encomendado. En parte, su ego estaba satisfecho al comprobar que sus ideas reformadoras habían sido escuchadas y atendidas, pero por otro… una labor ingente le esperaba: reformar el ejército, modernizarlo, potenciar la marina de guerra… y todo ello en el menor tiempo posible. Solo de pensarlo se sentía desfallecer. Su mujer, Aurelia de Ochoa, observó preocupada a su marido.
- "Mi amor, la reunión con don Porfirio… ¿qué ha sucedido?"
- "Aurelia… soy el nuevo secretario de guerra y marina…"
- "Cielo mío, enhorabuena." – dijo ella, alegre. – "descansa un poco y celebremos la noticia."
- "No voy a tener tiempo para celebraciones, Aurelia… en los próximos tiempos no voy a tener tiempo para nada."
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Ignacio Mariscal se dirigió a su casa meditabundo. La reunión había terminado bien. En realidad muy bien. No había sido posible convencer al viejo general Hinojosa pero, a sus ojos, la opción de Reyes como nuevo secretario de guerra y marina favorecía sus planes. Ahora restaba poner en antecedentes al secretario de Hacienda, José Yves Limantour. De su adhesión dependía en buena parte que todo aquel enloquecido proyecto llegara a buen puerto sin que les estallara en pleno rostro. No era un hombre bebedor, pero se dijo que aquella noche necesitaría un par de copas de tequila reposado. Era una tarea enorme.
"IN HOC SIGNO TUETUR PIUS, IN HOC SIGNO VINCITUR INIMICUS"
- Luis M. García
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Ucronia España vs EE.UU., Duelo de aguilas
Fantástico, El Templario y bien relatado.
Saludos.
Saludos.
Qué gran vasallo, si hubiese buen señor...
- El Templario
- Alférez
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Ucronia España vs EE.UU., Duelo de aguilas
El ÁGUILA Y EL NOPAL (II)
Efectivamente, el plan que había concebido aquellos hombres podía parecer descabellado. O directamente una locura. Pero el presidente Díaz había decidió seguir su intuición. Hasta aquel momento, se resignaba a ver cómo su poderoso vecino del norte crecía económica y militarmente, y paralelo a ese crecimiento se producía su ansia expansionista, ansia que ya había sufrido su país en carne propia. Por eso, las noticias llegadas de España, que parecían presagiar una mayor firmeza de la vieja Madre Patria, unido a la preocupación -y en muchos casos abierto malestar- que producían las políticas norteamericanas en otras potencias como Gran Bretaña, Francia o Alemania, le llevaron a decidir jugar sus cartas.
Para ello eran necesarias varias cosas. Desde el punto de vista diplomático, la labor a llevar a cabo era normalizar las relaciones con las potencias europeas –que favoreciesen los intercambios comerciales y las inversiones extrajeras tan necesarias- y dotarse de una amplia red de contactos que permitiesen a su gobierno recabar la mayor información posible que pudiese afectar a la seguridad del país.
Desde el punto de vista militar, el ejército mexicano necesitaba una profunda reforma que mejorase su operatividad. Era un cambio en su política, pero algo necesario para la consecución de sus planes.
Por otro lado, el país necesitaba de una inyección de capital extranjero que ayudase a completar infraestructuras de las que tanto necesitaba el país. Hasta ahora, habían sido los norteamericanos los que habían invertido dinero, pero con el fin de poder explotar de manera más efectiva los recursos mexicanos. Ahora se trataba de revertir esa situación y, de manera sutil, ir minimizando la importancia de las inversiones estadounidenses.
Se habían dado un plazo de dos años, tres a lo sumo. Después todo parecía indicar que los acontecimientos podrían precipitarse. Por eso urgía estar preparados.
La reforma militar
Entre las primeras acciones que el nuevo y enérgico secretario de guerra llevó a cabo, fue la de mejorar y expandir el número de escuelas de tropa. Esta acción obedeció a que el general Reyes estuvo siempre convencido de quela instrucción de los elementos del ejército era una de las armas más eficaces para imbuir, especialmente en la tropa, los sentimientos del deber, patriotismo y abnegación que, según él, debía de tener todo soldado, sin mencionar que de esta manera se elevaría la moral y el sentimiento de cuerpo se fortalecería.
Otra cuestión importante fue la de los sueldos, en especial la de los soldados, la clase más sufrida de la milicia nacional. Reyes trató de mejorar la situación de esta parte del ejército al aumentar sus haberes, con lo que buscaba incentivar el reclutamiento y hacer disminuir la tasa de deserción.
Además de la mejora en los sueldos, el ministro de guerra se dio cuenta de que algunos individuos de tropa se “distinguían en el cumplimiento de sus deberes, así como por su aplicación y espíritu militar”, por lo que se dispuso que dichos elementos pudieran ser promovidos a cabos o sargentos, lo que implicaba un gran avance en su condición militar.
Esto sirvió, nuevamente, como un estímulo para motivar a los soldados a que se preparasen para hacerse acreedores a estos reconocimientos y, por supuesto, para evitar que desertaran.
De igual manera, se dotó de mejor armamento al ejército y se invirtió en investigaciones por mejorar el material bélico existente. En este sentido hay que destacar la labor del general Manuel Mondragón, cuyos diseños en cuanto a artillería, con el cañón de 75mm Saint Chamond-Mondragón, con un alcance máximo efectivo de 4.000 metros, y a nivel de armamento individual, con el fusil Mondragón de 7mm, supusieron un salto cualitativo de primera magnitud.
El Mondragón se trataba del primer fusil semiautomático y automático de la historia bélica, con lo que el ejército mexicano se convertía en pionero al utilizar un arma personal semiautomática y automática. En este caso la suerte se había aliado con el gobierno mexicano, pues justo antes de llevar adelante la producción, Mondragón había ofrecido su fabricación al ejército norteamericano, aunque éste finalmente desestimó la oferta. Posteriormente, y ya con la aquiescencia de Reyes, el recién creado SIM español contactó con Mondragón para fabricar el fusil en España. El fusil Mondragón era accionado por los gases del disparo, pero podía funcionar como un fusil de cerrojo si se cerraba la válvula montada en el tubo de gases. Su munición era la 7x57 Mauser y empleaba dos modelos de bayoneta, una tipo cuchillo y otra tipo espátula, que tenía un filo para cortar alambre y otro para cortar madera.(1)
Para acelerar la producción, durante este periodo varias casas fabricantes de armas surtieron a México, en especial la casa Krupp, la también alemana Schweizerische Industrie Gesellschaft (SIG) y la francesa Saint Chamond.
No obstante lo anterior, la reforma más importante fue la de la Segunda Reserva, con un propósito sencillo: crear un cuerpo de voluntarios cuyos miembros reunieran ciertos requisitos de instrucción media, es decir, se buscaba reunir e instruir a la naciente clase media mexicana que, al ser aceptados en la Segunda Reserva, recibirían el grado de subteniente y, si lo deseaban, podrían enrolarse de manera permanente en el ejército federal con tan sólo un ligero aumento en el conocimiento de ciertas materias.
Se reunirían sólo un día por semana, los domingos, a recibir instrucción militar, y se estipulaba por ley que no serian llamados al servicio activo más que en el caso de “peligro para la Patria”, es decir, que no podrían ser llamados para combatir contra los indios ni contra partidas de salteadores. Tendrían ciertas prerrogativas, tales como vestir uniforme y —esto es importante—, no aparecer en las listas de reclutas que tendrían que ser enviados a servir en el ejército regular. El objeto de esta Segunda Reserva era la capacitación de oficiales que pudieran mandar con éxito a un ejército de más de 75.000 hombres que, en el caso de guerra, tendría que levantarse de manera inmediata.
En este sentido y por las características mencionadas de los reservistas, podría considerarse a esta institución como formada por una élite poseedora de cierta educación y deseosa de una mejora en la escala socio-económica. Además, se efectúo un amplio movimiento de propaganda para dar a conocer e invitar a los interesados a unirse a la Segunda Reserva. Para este efecto, se formó una junta central en la ciudad de México, cuyo objeto fue impulsar la creación de círculos pro-reservistas en las diferentes capitales y municipios de los estados de la República Mexicana. En apenas dos años, para otoño de 1897, había 210 unidades de reservistas en todo el país, compuestas de 30,433 hombres recibiendo entrenamiento.
Pero la marina era el verdadero quebradero de cabeza de Reyes. Hasta ese momento, México no contaba con una armada operativa y a diferencia de países como Brasil, que ya había encargado sus primeros cruceros a acorazados astilleros británicos, o Argentina, en el país azteca apenas se había hecho nada desde los ya lejanos tiempos de la independencia.
La primera medida a tomar fue la creación de la Escuela Naval Militar, centro de formación de la futura oficialidad de marina. Paralelamente se inició el estudio de posibles adquisiciones que paliaran la lamentable situación del país, por lo que rápidamente se inició la búsqueda de buques en construcción en países sin intereses en el área. Por motivos obvios, Estados Unidos quedaba descartado.
Los primeros contactos se mantuvieron con el gobierno austro-húngaro, concretándose el interés en los cañoneros acorazados clase Monarch, por los que en su momento también España llegó a plantearse su adquisición. Se trataba de buques con un desplazamiento de 5.547 toneladas, una eslora de 99.27 m, manga de 17.00 m y un calado de 6.40 m y capaces de desarrollar una velocidad de 17,5 nudos. El armamento estaba compuesto por 4 cañones Krupp de 240 mm, 6 cañones Krupp de 150 mm, 14 cañones de Skoda de 47 mm, 2 obuses de 70 mm y 2 tubos lanza torpedos de 450 mm. El blindaje blindaje oscilaba desde los 220-270 mm en la cintura, los 40 mm de la cubierta, los 80 de las casamatas hasta los 250 de las torres principales. Su dotación se componía de 426 hombres. El primero de ellos, y que daba nombre a la clase, había sido botado el 9 de mayo de 1895, el siguiente el 6 de julio y el último estaba previsto para agosto del siguiente año. El coste de la operación estuvo cercano a los 45 millones de pesetas de la época. Su entrada en servicio estaba prevista para mayo de 1898 con los nombres de A-01 Miguel Hidalgo, A-02 José María Morelos y A-03 Benito Juárez.
Para complementar a estos, fue seleccionado el cañonero-torpedero de la clase Magnet, que se encontraba en construcción para la marina imperial austro-húngara en los astilleros Schichau de Alemania. El gobierno mexicano comprometió la compra del buque y la ampliación de la serie a 8 buques más.
Los Magnet contaban con un desplazamiento de 540 toneladas, una eslora de 71 m, manga de 8,4 metros y un calado de 3,3 metros. Sus cuatro calderas Thornycroft desarrollaban una potencia de 5.776 cv que proporcionaban una velocidad de 26 nudos. El armamento estaba compuesto por 2 cañones de 70mm, 6 cañones de 47mm y 2 tubos lanza torpedos de 356 mm. Su dotación estaba compuesta por 80 hombres. Debido a la ampliación del número de unidades, su entrada en servicio no estaba prevista hasta julio de 1897 con los nombres de CT-01 Usumacinta, CT-02 Papaloapan, CT-03 Grijalva, CT-04 Coatzacoalcos, CT-05 Balsas, CT-06 Pánuco, CT-07 Lerma, CT-08 Santiago y CT-09 Tecolutla.
El problema añadido fue el tener que incorporar marinos y oficiales de otros países hasta que el nuevo sistema de academia naval pudiese completar todas las tripulaciones.(2)
El gasto era desmesurado, pero la cesión de la patentes de armamento podían ayudar a paliar el monumental presupuesto. Para el resto, José Yves Limantour ya estaba manos a la obra.
El águila ya afilaba sus garras.
(1) el fusil es real, aunque entró en producción años más tarde. La posibilidad de fabricarlo en España forma parte del argumento de Gaspacher.
(2) verídico, hasta 1917, con el gobierno de Venustiano Carranza, tanto la armada como la marina mercante contaban en las dotaciones de sus buques con mayoría de personal extranjero.
Efectivamente, el plan que había concebido aquellos hombres podía parecer descabellado. O directamente una locura. Pero el presidente Díaz había decidió seguir su intuición. Hasta aquel momento, se resignaba a ver cómo su poderoso vecino del norte crecía económica y militarmente, y paralelo a ese crecimiento se producía su ansia expansionista, ansia que ya había sufrido su país en carne propia. Por eso, las noticias llegadas de España, que parecían presagiar una mayor firmeza de la vieja Madre Patria, unido a la preocupación -y en muchos casos abierto malestar- que producían las políticas norteamericanas en otras potencias como Gran Bretaña, Francia o Alemania, le llevaron a decidir jugar sus cartas.
Para ello eran necesarias varias cosas. Desde el punto de vista diplomático, la labor a llevar a cabo era normalizar las relaciones con las potencias europeas –que favoreciesen los intercambios comerciales y las inversiones extrajeras tan necesarias- y dotarse de una amplia red de contactos que permitiesen a su gobierno recabar la mayor información posible que pudiese afectar a la seguridad del país.
Desde el punto de vista militar, el ejército mexicano necesitaba una profunda reforma que mejorase su operatividad. Era un cambio en su política, pero algo necesario para la consecución de sus planes.
Por otro lado, el país necesitaba de una inyección de capital extranjero que ayudase a completar infraestructuras de las que tanto necesitaba el país. Hasta ahora, habían sido los norteamericanos los que habían invertido dinero, pero con el fin de poder explotar de manera más efectiva los recursos mexicanos. Ahora se trataba de revertir esa situación y, de manera sutil, ir minimizando la importancia de las inversiones estadounidenses.
Se habían dado un plazo de dos años, tres a lo sumo. Después todo parecía indicar que los acontecimientos podrían precipitarse. Por eso urgía estar preparados.
La reforma militar
Entre las primeras acciones que el nuevo y enérgico secretario de guerra llevó a cabo, fue la de mejorar y expandir el número de escuelas de tropa. Esta acción obedeció a que el general Reyes estuvo siempre convencido de quela instrucción de los elementos del ejército era una de las armas más eficaces para imbuir, especialmente en la tropa, los sentimientos del deber, patriotismo y abnegación que, según él, debía de tener todo soldado, sin mencionar que de esta manera se elevaría la moral y el sentimiento de cuerpo se fortalecería.
Otra cuestión importante fue la de los sueldos, en especial la de los soldados, la clase más sufrida de la milicia nacional. Reyes trató de mejorar la situación de esta parte del ejército al aumentar sus haberes, con lo que buscaba incentivar el reclutamiento y hacer disminuir la tasa de deserción.
Además de la mejora en los sueldos, el ministro de guerra se dio cuenta de que algunos individuos de tropa se “distinguían en el cumplimiento de sus deberes, así como por su aplicación y espíritu militar”, por lo que se dispuso que dichos elementos pudieran ser promovidos a cabos o sargentos, lo que implicaba un gran avance en su condición militar.
Esto sirvió, nuevamente, como un estímulo para motivar a los soldados a que se preparasen para hacerse acreedores a estos reconocimientos y, por supuesto, para evitar que desertaran.
De igual manera, se dotó de mejor armamento al ejército y se invirtió en investigaciones por mejorar el material bélico existente. En este sentido hay que destacar la labor del general Manuel Mondragón, cuyos diseños en cuanto a artillería, con el cañón de 75mm Saint Chamond-Mondragón, con un alcance máximo efectivo de 4.000 metros, y a nivel de armamento individual, con el fusil Mondragón de 7mm, supusieron un salto cualitativo de primera magnitud.
El Mondragón se trataba del primer fusil semiautomático y automático de la historia bélica, con lo que el ejército mexicano se convertía en pionero al utilizar un arma personal semiautomática y automática. En este caso la suerte se había aliado con el gobierno mexicano, pues justo antes de llevar adelante la producción, Mondragón había ofrecido su fabricación al ejército norteamericano, aunque éste finalmente desestimó la oferta. Posteriormente, y ya con la aquiescencia de Reyes, el recién creado SIM español contactó con Mondragón para fabricar el fusil en España. El fusil Mondragón era accionado por los gases del disparo, pero podía funcionar como un fusil de cerrojo si se cerraba la válvula montada en el tubo de gases. Su munición era la 7x57 Mauser y empleaba dos modelos de bayoneta, una tipo cuchillo y otra tipo espátula, que tenía un filo para cortar alambre y otro para cortar madera.(1)
Para acelerar la producción, durante este periodo varias casas fabricantes de armas surtieron a México, en especial la casa Krupp, la también alemana Schweizerische Industrie Gesellschaft (SIG) y la francesa Saint Chamond.
No obstante lo anterior, la reforma más importante fue la de la Segunda Reserva, con un propósito sencillo: crear un cuerpo de voluntarios cuyos miembros reunieran ciertos requisitos de instrucción media, es decir, se buscaba reunir e instruir a la naciente clase media mexicana que, al ser aceptados en la Segunda Reserva, recibirían el grado de subteniente y, si lo deseaban, podrían enrolarse de manera permanente en el ejército federal con tan sólo un ligero aumento en el conocimiento de ciertas materias.
Se reunirían sólo un día por semana, los domingos, a recibir instrucción militar, y se estipulaba por ley que no serian llamados al servicio activo más que en el caso de “peligro para la Patria”, es decir, que no podrían ser llamados para combatir contra los indios ni contra partidas de salteadores. Tendrían ciertas prerrogativas, tales como vestir uniforme y —esto es importante—, no aparecer en las listas de reclutas que tendrían que ser enviados a servir en el ejército regular. El objeto de esta Segunda Reserva era la capacitación de oficiales que pudieran mandar con éxito a un ejército de más de 75.000 hombres que, en el caso de guerra, tendría que levantarse de manera inmediata.
En este sentido y por las características mencionadas de los reservistas, podría considerarse a esta institución como formada por una élite poseedora de cierta educación y deseosa de una mejora en la escala socio-económica. Además, se efectúo un amplio movimiento de propaganda para dar a conocer e invitar a los interesados a unirse a la Segunda Reserva. Para este efecto, se formó una junta central en la ciudad de México, cuyo objeto fue impulsar la creación de círculos pro-reservistas en las diferentes capitales y municipios de los estados de la República Mexicana. En apenas dos años, para otoño de 1897, había 210 unidades de reservistas en todo el país, compuestas de 30,433 hombres recibiendo entrenamiento.
Pero la marina era el verdadero quebradero de cabeza de Reyes. Hasta ese momento, México no contaba con una armada operativa y a diferencia de países como Brasil, que ya había encargado sus primeros cruceros a acorazados astilleros británicos, o Argentina, en el país azteca apenas se había hecho nada desde los ya lejanos tiempos de la independencia.
La primera medida a tomar fue la creación de la Escuela Naval Militar, centro de formación de la futura oficialidad de marina. Paralelamente se inició el estudio de posibles adquisiciones que paliaran la lamentable situación del país, por lo que rápidamente se inició la búsqueda de buques en construcción en países sin intereses en el área. Por motivos obvios, Estados Unidos quedaba descartado.
Los primeros contactos se mantuvieron con el gobierno austro-húngaro, concretándose el interés en los cañoneros acorazados clase Monarch, por los que en su momento también España llegó a plantearse su adquisición. Se trataba de buques con un desplazamiento de 5.547 toneladas, una eslora de 99.27 m, manga de 17.00 m y un calado de 6.40 m y capaces de desarrollar una velocidad de 17,5 nudos. El armamento estaba compuesto por 4 cañones Krupp de 240 mm, 6 cañones Krupp de 150 mm, 14 cañones de Skoda de 47 mm, 2 obuses de 70 mm y 2 tubos lanza torpedos de 450 mm. El blindaje blindaje oscilaba desde los 220-270 mm en la cintura, los 40 mm de la cubierta, los 80 de las casamatas hasta los 250 de las torres principales. Su dotación se componía de 426 hombres. El primero de ellos, y que daba nombre a la clase, había sido botado el 9 de mayo de 1895, el siguiente el 6 de julio y el último estaba previsto para agosto del siguiente año. El coste de la operación estuvo cercano a los 45 millones de pesetas de la época. Su entrada en servicio estaba prevista para mayo de 1898 con los nombres de A-01 Miguel Hidalgo, A-02 José María Morelos y A-03 Benito Juárez.
Para complementar a estos, fue seleccionado el cañonero-torpedero de la clase Magnet, que se encontraba en construcción para la marina imperial austro-húngara en los astilleros Schichau de Alemania. El gobierno mexicano comprometió la compra del buque y la ampliación de la serie a 8 buques más.
Los Magnet contaban con un desplazamiento de 540 toneladas, una eslora de 71 m, manga de 8,4 metros y un calado de 3,3 metros. Sus cuatro calderas Thornycroft desarrollaban una potencia de 5.776 cv que proporcionaban una velocidad de 26 nudos. El armamento estaba compuesto por 2 cañones de 70mm, 6 cañones de 47mm y 2 tubos lanza torpedos de 356 mm. Su dotación estaba compuesta por 80 hombres. Debido a la ampliación del número de unidades, su entrada en servicio no estaba prevista hasta julio de 1897 con los nombres de CT-01 Usumacinta, CT-02 Papaloapan, CT-03 Grijalva, CT-04 Coatzacoalcos, CT-05 Balsas, CT-06 Pánuco, CT-07 Lerma, CT-08 Santiago y CT-09 Tecolutla.
El problema añadido fue el tener que incorporar marinos y oficiales de otros países hasta que el nuevo sistema de academia naval pudiese completar todas las tripulaciones.(2)
El gasto era desmesurado, pero la cesión de la patentes de armamento podían ayudar a paliar el monumental presupuesto. Para el resto, José Yves Limantour ya estaba manos a la obra.
El águila ya afilaba sus garras.
(1) el fusil es real, aunque entró en producción años más tarde. La posibilidad de fabricarlo en España forma parte del argumento de Gaspacher.
(2) verídico, hasta 1917, con el gobierno de Venustiano Carranza, tanto la armada como la marina mercante contaban en las dotaciones de sus buques con mayoría de personal extranjero.
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