Ucronia España vs EE.UU., Duelo de aguilas
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Ucronia España vs EE.UU., Duelo de aguilas
Felicito a El Templario por esta segunda trama que comienza de manera muy prometedora, estoy disfrutando cada vez más.
un saludo.
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"Tu regere Imperio fluctus Hispane memento"
Acuerdate España que tú registe el imperio de los Mares.
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OPERACIÓN MIDAS, DÍA 9 y 10 (26 y 27 de noviembre)
División independiente
Ante la inminente batalla, la mayor parte de la VII brigada se había atrincherado al oeste de Swansea, cerca del río Cole, junto al 3er regimiento de artillería montada. Mientras, los dos batallones de la VIII brigada, se estaban desplazando hacia el norte y posteriormente al oeste, con la intención de flanquear a las fuerzas de milicias de Rhode Island que, estaban acudiendo en ayuda de la ciudad de Fall River.
Faltos de instrucción, los milicianos se lanzaron al asalto de las posiciones españolas, siendo sometidos al duro bombardeo efectuado por los 24 cañones Sotomayor que, las fuerzas españolas tenían en la zona. La metralla destrozo sus fuerzas, causando decenas de muertos y heridos, a los que se sumaron los caídos a causa de los disparos de los infantes españoles.
Cuando tras una hora de combate, aparecieron las fuerzas de la VIII brigada para atacar el flanco izquierdo de las milicias de Rhode Island. Estos, asustados, huyeron en desbandada. Habían sufrido más de 400 bajas, a los que se sumarían 1.349 prisioneros.
Esa misma tarde, las fuerzas de las brigadas VII y VIII, al mando del general Martinegui, ponían rumbo a Providence, la capital del estado, llegando al anochecer, para ocupar la parte este de la ciudad. Al día siguiente entrarían en una ciudad que, ya había perdido sus fuerzas.
Las tropas españolas actuarían sin traba en la ciudad, requisando maquinarias de talleres, enseres, y objetos de valor (1), y destruyendo todo lo demás. Incluso llegaron a visitar la universidad de Brown, donde algunos oficiales, especialmente los médicos, no dudaron en apoderarse de libros y materiales de laboratorio.
Especialmente apreciada sería la captura de la fundición Builders Iron Foundry, en la que se estaban fabricando cañones y morteros de costa. Las instalaciones serían destruidas tras requisar los elementos aprovechables que, serían enviados al puerto para su traslado a España. Junto a ellos debían viajar, 3 morteros modelo M-1890 de 12 pulgadas, y varias piezas de artillería de campaña.
División de caballería
La ciudad de New Haven estaba arrasada, sus industrias, y almacenes habían sido destruidos, y la universidad de Yale saqueada. Solo entonces, abandonaron la ciudad las fuerzas del general Marco, rumbo a Providence. Tras
División independiente
Ante la inminente batalla, la mayor parte de la VII brigada se había atrincherado al oeste de Swansea, cerca del río Cole, junto al 3er regimiento de artillería montada. Mientras, los dos batallones de la VIII brigada, se estaban desplazando hacia el norte y posteriormente al oeste, con la intención de flanquear a las fuerzas de milicias de Rhode Island que, estaban acudiendo en ayuda de la ciudad de Fall River.
Faltos de instrucción, los milicianos se lanzaron al asalto de las posiciones españolas, siendo sometidos al duro bombardeo efectuado por los 24 cañones Sotomayor que, las fuerzas españolas tenían en la zona. La metralla destrozo sus fuerzas, causando decenas de muertos y heridos, a los que se sumaron los caídos a causa de los disparos de los infantes españoles.
Cuando tras una hora de combate, aparecieron las fuerzas de la VIII brigada para atacar el flanco izquierdo de las milicias de Rhode Island. Estos, asustados, huyeron en desbandada. Habían sufrido más de 400 bajas, a los que se sumarían 1.349 prisioneros.
Esa misma tarde, las fuerzas de las brigadas VII y VIII, al mando del general Martinegui, ponían rumbo a Providence, la capital del estado, llegando al anochecer, para ocupar la parte este de la ciudad. Al día siguiente entrarían en una ciudad que, ya había perdido sus fuerzas.
Las tropas españolas actuarían sin traba en la ciudad, requisando maquinarias de talleres, enseres, y objetos de valor (1), y destruyendo todo lo demás. Incluso llegaron a visitar la universidad de Brown, donde algunos oficiales, especialmente los médicos, no dudaron en apoderarse de libros y materiales de laboratorio.
Especialmente apreciada sería la captura de la fundición Builders Iron Foundry, en la que se estaban fabricando cañones y morteros de costa. Las instalaciones serían destruidas tras requisar los elementos aprovechables que, serían enviados al puerto para su traslado a España. Junto a ellos debían viajar, 3 morteros modelo M-1890 de 12 pulgadas, y varias piezas de artillería de campaña.
División de caballería
La ciudad de New Haven estaba arrasada, sus industrias, y almacenes habían sido destruidos, y la universidad de Yale saqueada. Solo entonces, abandonaron la ciudad las fuerzas del general Marco, rumbo a Providence. Tras
Última edición por Gaspacher el 18 Abr 2013, 00:25, editado 2 veces en total.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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Escuadra del Atlántico
Tras reaprovisionarse aceleradamente en Mobile, la Escuadra del Atlántico partió rumbo a Nueva York a la mayor velocidad posible, en este caso, oscilaba entre los 9 y 12 nudos.
Antes de partir el almirante Sampson, había telegrafiado a Washington, solicitando el envío de noticias a varios puertos de la costa este, a los que tenía intención de destacar alguno de los cruceros protegidos para actualizar su conocimiento de la situación. Los buques a su mando, devoraron la distancia que mediaba entre Mobile y Key West, acercándose cada vez más al sur de Florida, donde debía llegar a lo largo de la noche del día 27 de noviembre. Esto era algo que le preocupaba mucho.
Manterola, gracias a su superior velocidad, debía estar ya en La Habana. La misma ciudad en la que los españoles tenían entre 3 y 6 torpederos según los informes. Tanto el almirante Manterola como el capitán Bustamante, comandante del apostadero, conocían la situación en el norte, y la urgencia de su viaje. Sí existía una ocasión para atacar a la escuadra, sería esa, durante la noche.
No tuvo más remedio que aminorar la velocidad para cruzar el estrecho durante el día.
Washington
Las presiones políticas británicas aumentaban por momentos, pues parecían seguros de la victoria española. Sin duda consideraban, que aun de lograr revertir la situación, los daños ocasionados a la economía norteamericana, cercenarían su capacidad comercial durante años.
Mientras, la guerra continuaba en los estados de Maine, New Hampshire, Massachusetts, Rhode Island, y Connecticut. Las fuerzas españolas habían arrasado grandes extensiones de territorio, y las ciudades de Boston y Portland, entre otras muchas, habían quedado aisladas, incomunicadas, o sido conquistadas. La peor de las situaciones parecía haberse abatido sobre Nueva Inglaterra.
Si los españoles superaban Portland y continuaban avanzando hacia Bath, esperaban que el Oregon, lograse salir a mar abierto y romper el bloqueo español.
En Maine, el gobernador Llewellyn Powers no tuvo más remedio que enviar 5 regimientos de milicianos, apresuradamente reunidos, en dirección a Bath.
Tras reaprovisionarse aceleradamente en Mobile, la Escuadra del Atlántico partió rumbo a Nueva York a la mayor velocidad posible, en este caso, oscilaba entre los 9 y 12 nudos.
Antes de partir el almirante Sampson, había telegrafiado a Washington, solicitando el envío de noticias a varios puertos de la costa este, a los que tenía intención de destacar alguno de los cruceros protegidos para actualizar su conocimiento de la situación. Los buques a su mando, devoraron la distancia que mediaba entre Mobile y Key West, acercándose cada vez más al sur de Florida, donde debía llegar a lo largo de la noche del día 27 de noviembre. Esto era algo que le preocupaba mucho.
Manterola, gracias a su superior velocidad, debía estar ya en La Habana. La misma ciudad en la que los españoles tenían entre 3 y 6 torpederos según los informes. Tanto el almirante Manterola como el capitán Bustamante, comandante del apostadero, conocían la situación en el norte, y la urgencia de su viaje. Sí existía una ocasión para atacar a la escuadra, sería esa, durante la noche.
No tuvo más remedio que aminorar la velocidad para cruzar el estrecho durante el día.
Washington
Las presiones políticas británicas aumentaban por momentos, pues parecían seguros de la victoria española. Sin duda consideraban, que aun de lograr revertir la situación, los daños ocasionados a la economía norteamericana, cercenarían su capacidad comercial durante años.
Mientras, la guerra continuaba en los estados de Maine, New Hampshire, Massachusetts, Rhode Island, y Connecticut. Las fuerzas españolas habían arrasado grandes extensiones de territorio, y las ciudades de Boston y Portland, entre otras muchas, habían quedado aisladas, incomunicadas, o sido conquistadas. La peor de las situaciones parecía haberse abatido sobre Nueva Inglaterra.
Si los españoles superaban Portland y continuaban avanzando hacia Bath, esperaban que el Oregon, lograse salir a mar abierto y romper el bloqueo español.
En Maine, el gobernador Llewellyn Powers no tuvo más remedio que enviar 5 regimientos de milicianos, apresuradamente reunidos, en dirección a Bath.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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MANILA
La escuadra de Reserva acababa de llegar a la ciudad, en la que se vivían aires de cambio. Sin una escuadra enemiga en la zona, el comercio se había reactivado, y con él, la prosperidad.
Desde la concesión de ciudadanía a los habitantes de Luzón, muchos de ellos habían optado por intentar acceder a puestos de gobierno. De hecho, incluso se estaban reclutando nuevas unidades de voluntarios, casi 4 nuevos batallones, armados con fusiles Remington monotiro, se sumaban a las fuerzas del archipiélago. Miles de filipinos se habían alistado, unos por patriotismo y lealtad, y otros por el deseo de cimentar su carrera política o funcionarial por medio del servicio.
El almirante Cámara, se reuniría esa misma tarde con el contralmirante Montojo. Estaba dispuesto a seguir presionando a los norteamericanos, allá en donde los encontrase. Tras dar dos días de descanso a sus hombres, quería partir hacia Guahán, para iniciar el contraataque.
Contaría para ello con los buques que le acompañaron. El acorazado Pelayo, el crucero Carlos V, los cruceros auxiliares Joaquín del Piélago y Montserrat, los yates torpederos Giralda y Urania, y los transportes Isla de Panay, Deusto, y Apolo, con los batallones de cazadores procedentes de la península. A ellos se unirían los cañoneros Isla de Cuba que, había repuesto la pieza perdida con una procedente del cañonero Velasco, (1), Isabel II, y D Juan de Austria, así como el crucero protegido Reina Cristina (2), y el crucero auxiliar del mismo nombre. También aprovecharían los batallones de voluntarios, para enviar tres de ellos como refuerzo.
No serian los únicos cambios, pues el Isla de Panay sería armado como crucero auxiliar con algunas de las armas rescatadas del USS Raleight (3), y en cuanto finalizasen las reparaciones que se estaban llevando a Cabo en Cavite, debían seguirlos los cañoneros Don Antonio de Ulloa e Isla de Luzón.
Así, con una fuerza compuesta de un acorazado, 4 cruceros auxiliares, 2 cruceros protegidos, 5 cañoneros, y 2 yates auxiliares torpederos, esperaba acabar de una vez por todas con la escuadra del pacifico enemiga.
La escuadra de Reserva acababa de llegar a la ciudad, en la que se vivían aires de cambio. Sin una escuadra enemiga en la zona, el comercio se había reactivado, y con él, la prosperidad.
Desde la concesión de ciudadanía a los habitantes de Luzón, muchos de ellos habían optado por intentar acceder a puestos de gobierno. De hecho, incluso se estaban reclutando nuevas unidades de voluntarios, casi 4 nuevos batallones, armados con fusiles Remington monotiro, se sumaban a las fuerzas del archipiélago. Miles de filipinos se habían alistado, unos por patriotismo y lealtad, y otros por el deseo de cimentar su carrera política o funcionarial por medio del servicio.
El almirante Cámara, se reuniría esa misma tarde con el contralmirante Montojo. Estaba dispuesto a seguir presionando a los norteamericanos, allá en donde los encontrase. Tras dar dos días de descanso a sus hombres, quería partir hacia Guahán, para iniciar el contraataque.
Contaría para ello con los buques que le acompañaron. El acorazado Pelayo, el crucero Carlos V, los cruceros auxiliares Joaquín del Piélago y Montserrat, los yates torpederos Giralda y Urania, y los transportes Isla de Panay, Deusto, y Apolo, con los batallones de cazadores procedentes de la península. A ellos se unirían los cañoneros Isla de Cuba que, había repuesto la pieza perdida con una procedente del cañonero Velasco, (1), Isabel II, y D Juan de Austria, así como el crucero protegido Reina Cristina (2), y el crucero auxiliar del mismo nombre. También aprovecharían los batallones de voluntarios, para enviar tres de ellos como refuerzo.
No serian los únicos cambios, pues el Isla de Panay sería armado como crucero auxiliar con algunas de las armas rescatadas del USS Raleight (3), y en cuanto finalizasen las reparaciones que se estaban llevando a Cabo en Cavite, debían seguirlos los cañoneros Don Antonio de Ulloa e Isla de Luzón.
Así, con una fuerza compuesta de un acorazado, 4 cruceros auxiliares, 2 cruceros protegidos, 5 cañoneros, y 2 yates auxiliares torpederos, esperaba acabar de una vez por todas con la escuadra del pacifico enemiga.
- El Isla de Luzón, dañado tras el combate del mes anterior, permanecía en Cavite para su reparación.
- Eso era un problema, y para los supersticiosos, señal de mal agüero, pensó Cámara. Con dos buques con el mismo nombre, podían darse problemas de comunicación, por lo que ordeno cambiar el nombre de este crucero auxiliar por el de Glorioso.
- 1 cañón de 152mm, y 6 de 127mm
Última edición por Gaspacher el 21 Jul 2013, 11:05, editado 1 vez en total.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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Cañonero Acorazado Wien ( Clase Monarch)
Cortesía de 1898mforos.com
Cañorero Acorazado Budapest ( Clase Monarch)
Torpedokanonenboot SMS Magnet
Su gemelo el Natter
Cañón Saint Chamon-Mondragón 75Mm
Fusil Mondragón
Cordiales saludos,
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OPERACIÓN MIDAS, DÍA 11 (28 de noviembre)
División de caballería
La división de caballería, reforzada por una brigada de infantería montada, y una batería de 6 cañones Sotomayor de artillería también montada, se puso en marcha a media mañana. Durante el resto de la jornada, avanzarían cerca de 40km hasta Killingly y Putnam, donde pasarían la noche y se reunirían con los escuadrones de caballería, destacados días antes como escolta de las requisas.
En ambas poblaciones, los animales de tiro o monta serían requisados, pasando a formar parte de la nueva recua de la división (1). Los ingenios como molinos, o empresas manufactureras, serían destruidos, al igual que la estación de ferrocarril y un tramo de cientos de metros de vías. En algunas ocasiones con cargas D, en otras, mediante hogueras en las que, a semejanza de los actos de Sherman 34 años antes, se anudaron sobre si mismas en “corbatas”.
División independiente
Con la perdida de la VII brigada, la capacidad de las fuerzas de Martinegui habían quedado muy reducidas. Tan solo los diversos destacamentos desembarcados de los vapores, suponían un alivio. Debido a esto, en los días siguientes, la división se ocuparía de trasladar todas las requisas efectuadas a la península de Cod, o a embarcarlas en los vapores para su envío a España.
Mientras, los efectivos de la IX brigada, habían continuado las labores de fortificación en la península. Una vez cavada la línea de trincheras, dos compañías de zapadores se emplearon en continuar creando nuevos ramales de trincheras, con los que comunicar la línea del frente con la retaguardia. Mientras, el resto de los zapadores acudieron a auxiliar a los pontoneros.
Estas compañías de pontoneros, habían construido un muelle provisional cerca de Dennis, y ahora, pasaban a engrosar las compañías de trabajo, en las que también participarían los artilleros de las baterías destinadas a la defensa de las costas.
Finalizadas o muy avanzadas las tareas de fortificación, era hora de pasar a construir las infraestructuras necesarias para pasar el invierno si fuese necesario. A partir de ese momento, los zapadores empezaron a desmontar los botes y goletas de pesca capturados en la zona. Primero, retiraban todos los elementos útiles, dejando únicamente la madera. A continuación, destrozaban las cubiertas y mamparos internos para hacer leña y aprovechaban los mástiles como vigas. Por último, si era posible, los botes eran sacados del agua, mediante yuntas de bueyes y dos locomóviles capturadas en la zona.
Dichos cascos, trasladados al interior de la península, ocultos y en ocasiones semienterrados, serían empleados como graneros (2). Otros serían utilizados para facilitar la construcción de viviendas de campaña, formando techos con ellos.
I Cuerpo de Ejército
El bombardeo de Portland continuaba. La noche anterior, el general Weyler había concedido al general Chamberlain, jefe militar de la ciudad, hasta mediodía para que los civiles evacuasen la ciudad. Pues pese a que en días anteriores muchas personas ya habían huido hacia el interior, aún quedaban miles de civiles en ella. Durante unas horas, los caminos se llenaron de refugiados que huían del próximo bombardeo. Al cruzar las líneas españolas, pudieron observar a miles de soldados de infantería esperando frente a sus campamentos, y tras las baterías de artillería dispuestas a destruir sus hogares.
Finalizado el plazo de tregua, desde el oeste de la ciudad los regimientos de artillería montada se emplearon a fondo, bombardeando las defensas de las milicias. Desde el sur, las baterías de sitio, una vez constatada la falta de artillería del fuerte Preble, sumaron sus disparos a la destrucción de la ciudad. Tal era el volumen de fuego, que incluso fue necesario desembarcar más municiones de artillería del crucero auxiliar Alfonso XIII (3). Las granadas destrozaban edificios y barricadas, ocasionando algunos incendios, mientras las granadas de metralla, especialmente las de los obuses, equipadas con las espoletas a tiempo modelo 1892, barrían calles y plazas con bolas de acero. Sin embargo las tropas norteamericanas parecían dispuestas a resistir, y el general Weyler no deseaba asaltar la población, una operación sin duda costosa en vidas.
El bombardeo continuaría durante la noche, aunque sería llevado a cabo por algunas baterías de forma aleatoria, para así dar descanso a los hombres.
A pesar de las dificultades de conquistar Portland, el general Weyler estaba preocupado por la anunciada llegada de la escuadra norteamericana. No podía permitirse perder más tiempo en la ciudad. Por ello, esa mañana ordeno a los batallones Sicilia y Nápoles, marchar al norte, para ocupar las localidades de Falmouth y Cumberland. Con ello preparaba la futura marcha del ejército, asegurando su camino.
Esa noche caería la primera nevada consistente, cuajando un par de centímetros de nieve.
Key West
Al amanecer, el almirante Sampson ordeno reemprender la marcha, con el fin de cruzar junto a Key West a pleno día.
Había perdido al menos 6 horas al esperar a las luces del día para atravesar la zona, pero sus precauciones se vieron recompensadas al divisar poco después sus vigías, a los contratorpederos españoles navegando de vuelta a La Habana. Si hubiese continuado navegando por la noche, se hubiese visto enfrentado a los contratorpederos que tan buenos resultados dieran meses atrás en Santiago de Cuba. En las actuales circunstancias, incluso la perdida de los cruceros protegidos y cañoneros que, le acompañaban, podía suponer un desastre.
La navegación rumbo a New York continuaba, aunque no por ello dejaría de tomar precauciones, rodeando con sus cruceros protegidos a sus unidades principales.
En la Habana, Manterola y Bustamante lamentaron la oportunidad perdida. Pero no tenían tiempo para mayores lamentaciones. Las operaciones debían continuar.
División de caballería
La división de caballería, reforzada por una brigada de infantería montada, y una batería de 6 cañones Sotomayor de artillería también montada, se puso en marcha a media mañana. Durante el resto de la jornada, avanzarían cerca de 40km hasta Killingly y Putnam, donde pasarían la noche y se reunirían con los escuadrones de caballería, destacados días antes como escolta de las requisas.
En ambas poblaciones, los animales de tiro o monta serían requisados, pasando a formar parte de la nueva recua de la división (1). Los ingenios como molinos, o empresas manufactureras, serían destruidos, al igual que la estación de ferrocarril y un tramo de cientos de metros de vías. En algunas ocasiones con cargas D, en otras, mediante hogueras en las que, a semejanza de los actos de Sherman 34 años antes, se anudaron sobre si mismas en “corbatas”.
División independiente
Con la perdida de la VII brigada, la capacidad de las fuerzas de Martinegui habían quedado muy reducidas. Tan solo los diversos destacamentos desembarcados de los vapores, suponían un alivio. Debido a esto, en los días siguientes, la división se ocuparía de trasladar todas las requisas efectuadas a la península de Cod, o a embarcarlas en los vapores para su envío a España.
Mientras, los efectivos de la IX brigada, habían continuado las labores de fortificación en la península. Una vez cavada la línea de trincheras, dos compañías de zapadores se emplearon en continuar creando nuevos ramales de trincheras, con los que comunicar la línea del frente con la retaguardia. Mientras, el resto de los zapadores acudieron a auxiliar a los pontoneros.
Estas compañías de pontoneros, habían construido un muelle provisional cerca de Dennis, y ahora, pasaban a engrosar las compañías de trabajo, en las que también participarían los artilleros de las baterías destinadas a la defensa de las costas.
Finalizadas o muy avanzadas las tareas de fortificación, era hora de pasar a construir las infraestructuras necesarias para pasar el invierno si fuese necesario. A partir de ese momento, los zapadores empezaron a desmontar los botes y goletas de pesca capturados en la zona. Primero, retiraban todos los elementos útiles, dejando únicamente la madera. A continuación, destrozaban las cubiertas y mamparos internos para hacer leña y aprovechaban los mástiles como vigas. Por último, si era posible, los botes eran sacados del agua, mediante yuntas de bueyes y dos locomóviles capturadas en la zona.
Dichos cascos, trasladados al interior de la península, ocultos y en ocasiones semienterrados, serían empleados como graneros (2). Otros serían utilizados para facilitar la construcción de viviendas de campaña, formando techos con ellos.
I Cuerpo de Ejército
El bombardeo de Portland continuaba. La noche anterior, el general Weyler había concedido al general Chamberlain, jefe militar de la ciudad, hasta mediodía para que los civiles evacuasen la ciudad. Pues pese a que en días anteriores muchas personas ya habían huido hacia el interior, aún quedaban miles de civiles en ella. Durante unas horas, los caminos se llenaron de refugiados que huían del próximo bombardeo. Al cruzar las líneas españolas, pudieron observar a miles de soldados de infantería esperando frente a sus campamentos, y tras las baterías de artillería dispuestas a destruir sus hogares.
Finalizado el plazo de tregua, desde el oeste de la ciudad los regimientos de artillería montada se emplearon a fondo, bombardeando las defensas de las milicias. Desde el sur, las baterías de sitio, una vez constatada la falta de artillería del fuerte Preble, sumaron sus disparos a la destrucción de la ciudad. Tal era el volumen de fuego, que incluso fue necesario desembarcar más municiones de artillería del crucero auxiliar Alfonso XIII (3). Las granadas destrozaban edificios y barricadas, ocasionando algunos incendios, mientras las granadas de metralla, especialmente las de los obuses, equipadas con las espoletas a tiempo modelo 1892, barrían calles y plazas con bolas de acero. Sin embargo las tropas norteamericanas parecían dispuestas a resistir, y el general Weyler no deseaba asaltar la población, una operación sin duda costosa en vidas.
El bombardeo continuaría durante la noche, aunque sería llevado a cabo por algunas baterías de forma aleatoria, para así dar descanso a los hombres.
A pesar de las dificultades de conquistar Portland, el general Weyler estaba preocupado por la anunciada llegada de la escuadra norteamericana. No podía permitirse perder más tiempo en la ciudad. Por ello, esa mañana ordeno a los batallones Sicilia y Nápoles, marchar al norte, para ocupar las localidades de Falmouth y Cumberland. Con ello preparaba la futura marcha del ejército, asegurando su camino.
Esa noche caería la primera nevada consistente, cuajando un par de centímetros de nieve.
Key West
Al amanecer, el almirante Sampson ordeno reemprender la marcha, con el fin de cruzar junto a Key West a pleno día.
Había perdido al menos 6 horas al esperar a las luces del día para atravesar la zona, pero sus precauciones se vieron recompensadas al divisar poco después sus vigías, a los contratorpederos españoles navegando de vuelta a La Habana. Si hubiese continuado navegando por la noche, se hubiese visto enfrentado a los contratorpederos que tan buenos resultados dieran meses atrás en Santiago de Cuba. En las actuales circunstancias, incluso la perdida de los cruceros protegidos y cañoneros que, le acompañaban, podía suponer un desastre.
La navegación rumbo a New York continuaba, aunque no por ello dejaría de tomar precauciones, rodeando con sus cruceros protegidos a sus unidades principales.
En la Habana, Manterola y Bustamante lamentaron la oportunidad perdida. Pero no tenían tiempo para mayores lamentaciones. Las operaciones debían continuar.
- Los animales capturados anteriormente se dejaron en Providence con el general Melguizo.
- Sería especialmente famosa una versión de los hórreos del norte de España. El bote, vuelto del revés para favorecer la evacuación de la nieve, sería suspendido sobre una plataforma situada sobre varios pilares, muchas veces hechos con los propios mástiles de la embarcación.
- Al igual que el general Melguizo era apoyado por el Antonio López, y de vez en cuando por el Patriota y el Meteoro (que bloqueaban los accesos a Nueva York, Weyler era apoyado por el Rápido y el Alfonso XIII.
Última edición por Gaspacher el 18 Abr 2013, 00:26, editado 2 veces en total.
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Falmouth 1906-1917
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OPERACIÓN MIDAS, DÍA 12 (29 de noviembre)
División de caballería
Tras pasar la noche en Killingly y Putnam, la división de caballería cabalgo hacia Springfield de nuevo, llegando a la ciudad arrasada días atrás sin mayores contratiempos que, pasar por una región ya arrasada con anterioridad. Aun así, no dejaron pasar la oportunidad de incendiar los ingenios y elementos que, pudiesen podido pasárseles por alto la primera vez.
En esta ciudad pasarían la noche, en la seguridad que, aun no había presencia de tropas enemigas en las cercanías y el telégrafo seguía cortado. Con todo, el tiempo se acababa. Antes de la invasión, el Estado Mayor del general Valeriano Weyler, había calculado en 14 días, el tiempo necesario para reorganizar las fuerzas norteamericanas, y trasladarlas al norte, en cantidad suficiente para iniciar operaciones militares. Por ello, se había tratado de ganar un poco más de tiempo mediante la destrucción de varios puentes ferroviarios de la costa. Pero aun así no quedarían más de 3 ó 4 días, para ver las primeras divisiones norteamericanas en la zona.
En los 2 ó 3 días que quedaban, debían aumentar la destrucción de las infraestructuras de la zona.
División independiente
Tras los primeros días iniciales de locura, con patrullas de requisa avanzando en todas direcciones y trabajando en las fortificaciones a destajo, la actividad de la división independiente se había reducido mucho.
Los vapores que habían trasladado a las fuerzas de invasión, acudían uno tras otro a Fall River, Providence, o la propia Plymouth, donde eran cargados con maquinaria, manufacturas, y artillería, para a continuación, en cuanto sus comandantes daban la conformidad a la carga. Partir de forma individual rumbo a España.
También en la península los trabajos de fortificación continuaban, poniendo especial atención en preparar almacenes de alimentos y corrales para los animales capturados. Para ello, ahora se estaban incluso requisando grandes cantidades de heno y otros alimentos para los animales. El propio ganado requisado hasta esos momentos, fue llevado a pastar a la zona aledaña a la península, para respetar en la medida de lo posible los pastos de la propia península. Más de 3.000 cabezas de ganado, sin contar los animales de tiro, estaban en poder de las fuerzas españolas, y su numero crecía día a día.
La VIII brigada mientras tanto, seguía acarreando grandes cantidades de alimentos hacia la península, grano, conservas, salazones, vino, y cerveza, e incluso heno para los animales, eran transportados en carro y en tren a la zona. Para ello, las fuerzas españolas no habían dudado en poner en funcionamiento nuevamente 3 locomotoras capturadas en la zona.
I Cuerpo de ejército.
Por tercer día, el bombardeo de la ciudad continuaba. El general Weyler, seguía sin decidirse a resolver la situación mediante un asalto, mientras, el ya anciano general Chamberlain, parecía decidido a defender la ciudad hasta el último extremo.
El envite hacía Bath no podía esperar más, decidió Weyler que, ordeno a la 1ª división avanzar hacia la ciudad de Bath, con el apoyo de uno de los regimientos de artillería. Por el camino se reunirían con los batallones Sicilia y Nápoles, encargados de abrirles camino. Sin embargo, al avanzar hacia el norte, se encontraron con 5 regimientos de Maine, más de 5.000 hombres, al oeste de Brunswick. Aunque la brigada reforzada española se detuvo inmediatamente, este movimiento, asusto enormemente a los mandos militares norteamericanos. Bath pendía de un hilo.
Mientras tanto, seleccionado un punto de las defensas que, la artillería había castigado especialmente, los regimientos Asturias y Reina pasaron al ataque. Los combates fueron duros, y hubo muestras de heroísmo por ambas partes. Pero tras una hora de combate, las tropas españolas habían entrado en la ciudad. Poco después serían reforzadas por el resto de la brigada, aumentando la presión. En la ciudad, los hombres hicieron uso extensamente de las granadas, para desalojar con ellas los edificios en los que se atrincheraban los milicianos. Durante todo el tiempo la artillería siguió disparando sobre la ciudad.
A media tarde el general Chamberlain solicito finalmente parlamentar, dispuesto a rendir Portland. La ciudad había quedado totalmente arrasada tras el duro bombardeo al que la artillería española la había sometido. A Dios gracias, la artillería había solucionado la situación sin hacer necesario un asalto general, pensó el general Weyler mientras los 4.000 prisioneros capturados eran trasladados a retaguardia (1), y los 3.000 heridos a los pueblos cercanos para que fuesen atendidos. Los muertos, eran innumerables.
En el puerto, la tripulación del monitor USS Montauck, había autohundido su buque esa mañana, para no incluirlo en las negociaciones y evitar así su captura. Cerca de 10.000 fusiles, la mitad de ello Krag Jorgensen militares o armas de repetición civiles, y 6 cañones Hotchkiss modelo 1885 de 3.2 pulgadas serían capturados.
Esa noche, mientras la 3ª división se hacía cargo de la ciudad, el general Weyler se entrevistó brevemente con el general Chamberlain, el héroe de Getysburg. La defensa que este había realizado de la ciudad, pese a sus paupérrimos medios, era una vez más, asombrosa, y tan solo la superioridad de la artillería española permitió rendir la ciudad. Con ella también se rendirían los fuertes de la entrada del puerto.
Esto, unido al hecho que no esperaban a Sampson en al menos 7 u 8 días más, decidió al gobernador Powers a ordenar partir en cuanto estuviese listo al acorazado Oregon. Al mismo tiempo se prepararon para botar nuevamente el Massachusetts, dispuestos a hundirlo en medio del río para evitar su captura.
Washington
Para el gobierno norteamericano, la situación distaba de estar controlada. El Ejército de Florida se había dividido en 3 cuerpos. El primero permanecía en Florida, protegiendo la zona de un ataque español. Mientras, el segundo, y el tercero, compuesto por los nombrados Cuerpos de Ejército I al IV, cada uno de ellos, compuesto de 3 ó 4 divisiones, se dirigía hacia el norte.
El Primer ejército, compuesto por los cuerpos de ejército I y II, estaba siguiendo la ruta de la costa, disperso a lo largo de cientos de millas en diferentes trenes, y en algunos casos, haciendo el recorrido a pie. Al menos la división del general Theodore Schwan, estaba ya a punto de llegar a Nueva York (2), tras haber dejado atrás Washington. En esta última ciudad se encontraba en esos momentos otras de sus divisiones.
El III cuerpo de ejército había seguido la ruta del interior, evitando así los puentes destruidos por las fuerzas españolas. Gracias a ello habían avanzado con mayor rapidez. Tras viajar siguiendo la ruta a través de Montgomery y Atlanta, su ruta se unía a la de la costa en Washington DC, ciudad que ya habían superado, encontrándose en esos momentos al norte de Washington, e incluso una de sus divisiones, en la propia Nueva York para reforzar la defensa de la ciudad.
En Londres, su embajador había sido llamado una vez más por el gobierno británico que, se ofrecía a mediar en el conflicto.
División de caballería
Tras pasar la noche en Killingly y Putnam, la división de caballería cabalgo hacia Springfield de nuevo, llegando a la ciudad arrasada días atrás sin mayores contratiempos que, pasar por una región ya arrasada con anterioridad. Aun así, no dejaron pasar la oportunidad de incendiar los ingenios y elementos que, pudiesen podido pasárseles por alto la primera vez.
En esta ciudad pasarían la noche, en la seguridad que, aun no había presencia de tropas enemigas en las cercanías y el telégrafo seguía cortado. Con todo, el tiempo se acababa. Antes de la invasión, el Estado Mayor del general Valeriano Weyler, había calculado en 14 días, el tiempo necesario para reorganizar las fuerzas norteamericanas, y trasladarlas al norte, en cantidad suficiente para iniciar operaciones militares. Por ello, se había tratado de ganar un poco más de tiempo mediante la destrucción de varios puentes ferroviarios de la costa. Pero aun así no quedarían más de 3 ó 4 días, para ver las primeras divisiones norteamericanas en la zona.
En los 2 ó 3 días que quedaban, debían aumentar la destrucción de las infraestructuras de la zona.
División independiente
Tras los primeros días iniciales de locura, con patrullas de requisa avanzando en todas direcciones y trabajando en las fortificaciones a destajo, la actividad de la división independiente se había reducido mucho.
Los vapores que habían trasladado a las fuerzas de invasión, acudían uno tras otro a Fall River, Providence, o la propia Plymouth, donde eran cargados con maquinaria, manufacturas, y artillería, para a continuación, en cuanto sus comandantes daban la conformidad a la carga. Partir de forma individual rumbo a España.
También en la península los trabajos de fortificación continuaban, poniendo especial atención en preparar almacenes de alimentos y corrales para los animales capturados. Para ello, ahora se estaban incluso requisando grandes cantidades de heno y otros alimentos para los animales. El propio ganado requisado hasta esos momentos, fue llevado a pastar a la zona aledaña a la península, para respetar en la medida de lo posible los pastos de la propia península. Más de 3.000 cabezas de ganado, sin contar los animales de tiro, estaban en poder de las fuerzas españolas, y su numero crecía día a día.
La VIII brigada mientras tanto, seguía acarreando grandes cantidades de alimentos hacia la península, grano, conservas, salazones, vino, y cerveza, e incluso heno para los animales, eran transportados en carro y en tren a la zona. Para ello, las fuerzas españolas no habían dudado en poner en funcionamiento nuevamente 3 locomotoras capturadas en la zona.
I Cuerpo de ejército.
Por tercer día, el bombardeo de la ciudad continuaba. El general Weyler, seguía sin decidirse a resolver la situación mediante un asalto, mientras, el ya anciano general Chamberlain, parecía decidido a defender la ciudad hasta el último extremo.
El envite hacía Bath no podía esperar más, decidió Weyler que, ordeno a la 1ª división avanzar hacia la ciudad de Bath, con el apoyo de uno de los regimientos de artillería. Por el camino se reunirían con los batallones Sicilia y Nápoles, encargados de abrirles camino. Sin embargo, al avanzar hacia el norte, se encontraron con 5 regimientos de Maine, más de 5.000 hombres, al oeste de Brunswick. Aunque la brigada reforzada española se detuvo inmediatamente, este movimiento, asusto enormemente a los mandos militares norteamericanos. Bath pendía de un hilo.
Mientras tanto, seleccionado un punto de las defensas que, la artillería había castigado especialmente, los regimientos Asturias y Reina pasaron al ataque. Los combates fueron duros, y hubo muestras de heroísmo por ambas partes. Pero tras una hora de combate, las tropas españolas habían entrado en la ciudad. Poco después serían reforzadas por el resto de la brigada, aumentando la presión. En la ciudad, los hombres hicieron uso extensamente de las granadas, para desalojar con ellas los edificios en los que se atrincheraban los milicianos. Durante todo el tiempo la artillería siguió disparando sobre la ciudad.
A media tarde el general Chamberlain solicito finalmente parlamentar, dispuesto a rendir Portland. La ciudad había quedado totalmente arrasada tras el duro bombardeo al que la artillería española la había sometido. A Dios gracias, la artillería había solucionado la situación sin hacer necesario un asalto general, pensó el general Weyler mientras los 4.000 prisioneros capturados eran trasladados a retaguardia (1), y los 3.000 heridos a los pueblos cercanos para que fuesen atendidos. Los muertos, eran innumerables.
En el puerto, la tripulación del monitor USS Montauck, había autohundido su buque esa mañana, para no incluirlo en las negociaciones y evitar así su captura. Cerca de 10.000 fusiles, la mitad de ello Krag Jorgensen militares o armas de repetición civiles, y 6 cañones Hotchkiss modelo 1885 de 3.2 pulgadas serían capturados.
Esa noche, mientras la 3ª división se hacía cargo de la ciudad, el general Weyler se entrevistó brevemente con el general Chamberlain, el héroe de Getysburg. La defensa que este había realizado de la ciudad, pese a sus paupérrimos medios, era una vez más, asombrosa, y tan solo la superioridad de la artillería española permitió rendir la ciudad. Con ella también se rendirían los fuertes de la entrada del puerto.
Esto, unido al hecho que no esperaban a Sampson en al menos 7 u 8 días más, decidió al gobernador Powers a ordenar partir en cuanto estuviese listo al acorazado Oregon. Al mismo tiempo se prepararon para botar nuevamente el Massachusetts, dispuestos a hundirlo en medio del río para evitar su captura.
Washington
Para el gobierno norteamericano, la situación distaba de estar controlada. El Ejército de Florida se había dividido en 3 cuerpos. El primero permanecía en Florida, protegiendo la zona de un ataque español. Mientras, el segundo, y el tercero, compuesto por los nombrados Cuerpos de Ejército I al IV, cada uno de ellos, compuesto de 3 ó 4 divisiones, se dirigía hacia el norte.
El Primer ejército, compuesto por los cuerpos de ejército I y II, estaba siguiendo la ruta de la costa, disperso a lo largo de cientos de millas en diferentes trenes, y en algunos casos, haciendo el recorrido a pie. Al menos la división del general Theodore Schwan, estaba ya a punto de llegar a Nueva York (2), tras haber dejado atrás Washington. En esta última ciudad se encontraba en esos momentos otras de sus divisiones.
El III cuerpo de ejército había seguido la ruta del interior, evitando así los puentes destruidos por las fuerzas españolas. Gracias a ello habían avanzado con mayor rapidez. Tras viajar siguiendo la ruta a través de Montgomery y Atlanta, su ruta se unía a la de la costa en Washington DC, ciudad que ya habían superado, encontrándose en esos momentos al norte de Washington, e incluso una de sus divisiones, en la propia Nueva York para reforzar la defensa de la ciudad.
En Londres, su embajador había sido llamado una vez más por el gobierno británico que, se ofrecía a mediar en el conflicto.
- Al día siguiente serían embarcados rumbo a España.
- En realidad irían llegando a lo largo de 2 días e incluso más tiempo.
Última edición por Gaspacher el 21 Jul 2013, 12:34, editado 1 vez en total.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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Ucronia España vs EE.UU., Duelo de aguilas
Estimado Llanero, estupendas fotos, muchas gracias No pintan mal los nuevos cañones y fusiles mexicanos, ¿verdad?. Y esos buques tampoco tienen mala pinta...
Voy a tener que correr más, que al ritmo que está imprimiendo Gaspacher al relato, no voy a poder darle alcance!!
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Ucronia España vs EE.UU., Duelo de aguilas
EL ÁGUILA Y EL NOPAL (III)
Diplomacia y Economía
La diplomacia mexicana no se mantenía ociosa. Como se vio anteriormente, el gobierno mexicano había tejido una extensa red de consulados y viceconsulados en el área caribeña con la misión añadida de recabar la mayor información posible acerca de los acontecimientos en la zona. Por otro lado, Matías Romero fue nombrado embajador plenipotenciario de los Estados Unidos Mexicanos en Washington. Romero debía mantener un tono cordial en las relaciones con los norteamericanos y a su vez recabar información sobre las intenciones del poderoso vecino. Pronto comprendió que Estados Unidos no era una sola entidad monolítica, sino que estaba compuesto de diversos grupos con distintos intereses, así que de lo que se trataba era de atraer a los intereses adecuados para neutralizar a los otros, en un juego encaminado a laminar soterradamente la influencia norteamericana en su país. El personal de la legación fue reforzado con el fin de recoger y analizar cualquier dato susceptible de interés. El veterano Romero, además, no dejo escapar la ocasión de tratarse con el resto de embajadores de otras potencias, especialmente con el británico, francés, alemán y, naturalmente, español.
Paralelamente, Mariscal puso todo su empeño en normalizar y fortalecer las relaciones con Gran Bretaña, logrando firmar un acuerdo para resolver el problema de Belice y favorecer la entrada de capital británico en diferentes proyectos económicos en el país.
Esta labor se extendió al resto de potencias europeas, siempre en busca de estrechar lazos en ámbitos, político, económico y militar que reforzaran la imagen del gobierno mexicano en el exterior. Este cambio de política hacía de Europa una fuerza moderadora de la influencia, hasta entonces única, de Estados Unidos.
De manera sutil pero imparable, la sombra del gigante norteamericano se hacía más pequeña.
Solventados los problemas fronterizos en Belice, la diplomacia se encaminó a cerrar definitivamente los otros contenciosos en el sur del país, logrando el establecimiento de un acuerdo con Guatemala sobre el Socobusco que garantizara el final de las disputas entre ambos países.
En cuanto a las relaciones con España, Mariscal mantuvo la apariencia de neutralidad, pero permitiendo que continuasen las campañas organizadas por las colonia española, especialmente de recogida de fondos y de alimentos para sostener la lucha en Cuba.(1)
Así mismo, el gobierno mexicano rehusó otorgar la categoría de beligerantes a los rebeldes cubanos, pese a las presiones norteamericanas en ese sentido.
Ningún observador malintencionado podría asegurarlo con rotundidad, pero algo parecía haber cambiado muy sutilmente en las relaciones entre ambos países.
En el ámbito económico, las labores diplomáticas poco a poco van surtiendo el efecto deseado en la entrada de nuevo capital proveniente de países europeos a los que se ofrecen grandes concesiones, especialmente a inversores británicos, franceses y alemanes.
En años anteriores, Limantour había conseguido equilibrar las finanzas del país, llegando incluso a obtener un superávit presupuestario en 1895 de 2 millones de pesos (aprox. 1 millón de dólares). Amparado en esa base, se realizan una serie de políticas encaminadas a la obtención de recursos.
En el terreno financiero, el secretario de hacienda inicia las gestiones para la firma de un acuerdo de financiación estatal a largo plazo con bancos alemanes y británicos, mientras que promulga una ley que permite la apertura de un restringido número de nuevos bancos, todos ellos europeos, en territorio mexicano.
Por otro lado, se promulgan una serie de leyes por medio de las cuales se ponía a disposición de compradores privados, y a precias muy bajos, las tierras consideradas como baldías, lo que dio entrada a numerosas compañías extranjeras. Aunque estas leyes fueron menos laxas en los estados fronterizos con Estados Unidos, lo que no fomentó la inversión norteamericana en este ámbito.
El acondicionamiento de todas estas tierras, unido a las mejoras en las infraestructuras de comunicación supuso un incremento de la producción agropecuaria.
En este aspecto, se comienzan a tender más de 18.000 km de nuevas vías férreas, se realizan mejoras en los puertos y se amplían las comunicaciones telegráficas gracias a las inversiones europeas que mejoran las conexiones ya existentes con la frontera con Estados Unidos, extendiéndolas hacia otros puntos del país.
Estas mejoras también provocan que la producción de minería registre un aumento notable con la entrada de nuevo capital británico y francés.
Un factor importante en el crecimiento de la industria minera fue la tecnología, sobre todo con la introducción de la fuerza hidroeléctrica.
En el ámbito industrial, nuevas fábricas se establecieron principalmente en las grandes ciudades como México, Monterrey o Puebla. En el sector textil se inicia una importante entrada de capital británico, que se dedica a la manufactura de tejidos de yute. La industria tabacalera estaba principalmente financiada por franceses y alemanes. La industria cervecera recibe un gran impulso gracias a capitales alemanes, al igual que sucede con la industria química, metalúrgica y de armamento, ésta auspiciada también por capital francés.
El comercio también comienza a despuntar, destacando la aparición de compañías comerciales como La Francia Marítima, El Puerto de Liverpool, El Correo Francés, El Centro Mercantil, La Ciudad de Londres, La Sorpresa y Primavera Unidas, El Puerto de Veracruz, y El Palacio de Hierro, entre muchos otros, casi todas bajo dirección británica o francesa, pero con gran número de socios mexicanos y españoles anónimos.
Curiosamente, se aprecia un descenso importantísimo de la inversiones españolas, al asociarse los empresarios con homólogos de europeos de distinta nacionalidad.(2)
En este ámbito tampoco un observador malintencionado podría apreciar nada sospechoso, pero es indudable la importancia de todas estas nuevas inversiones que, poco a poco, comienzan a reducir el peso de la inversión norteamericana en el conjunto del país.
Sin lugar a dudas, el presidente Díaz podía estar satisfecho con el trabajo de Ignacio Mariscal y José Yves Limantour.
(1)Tras su reunión con el Presidente Díaz, los señores Aragón y Martialay obtuvieron el beneplácito del gobierno mexicano para continuar su labor, lo que se concretó en los envíos de alimentos a la isla realizados a primeros de 1896.
(2) Resulta destacable que, precisamente tras la reunión informal de Don Porfirio con Aragón y Martialay, se inicie un proceso de fusión entre compañías españolas y otras, fundamentalmente francesas, alemanas o propiamente mexicanas, lo que “aparentemente” se traduce en la desaparición de la inversión española en México.
Diplomacia y Economía
La diplomacia mexicana no se mantenía ociosa. Como se vio anteriormente, el gobierno mexicano había tejido una extensa red de consulados y viceconsulados en el área caribeña con la misión añadida de recabar la mayor información posible acerca de los acontecimientos en la zona. Por otro lado, Matías Romero fue nombrado embajador plenipotenciario de los Estados Unidos Mexicanos en Washington. Romero debía mantener un tono cordial en las relaciones con los norteamericanos y a su vez recabar información sobre las intenciones del poderoso vecino. Pronto comprendió que Estados Unidos no era una sola entidad monolítica, sino que estaba compuesto de diversos grupos con distintos intereses, así que de lo que se trataba era de atraer a los intereses adecuados para neutralizar a los otros, en un juego encaminado a laminar soterradamente la influencia norteamericana en su país. El personal de la legación fue reforzado con el fin de recoger y analizar cualquier dato susceptible de interés. El veterano Romero, además, no dejo escapar la ocasión de tratarse con el resto de embajadores de otras potencias, especialmente con el británico, francés, alemán y, naturalmente, español.
Paralelamente, Mariscal puso todo su empeño en normalizar y fortalecer las relaciones con Gran Bretaña, logrando firmar un acuerdo para resolver el problema de Belice y favorecer la entrada de capital británico en diferentes proyectos económicos en el país.
Esta labor se extendió al resto de potencias europeas, siempre en busca de estrechar lazos en ámbitos, político, económico y militar que reforzaran la imagen del gobierno mexicano en el exterior. Este cambio de política hacía de Europa una fuerza moderadora de la influencia, hasta entonces única, de Estados Unidos.
De manera sutil pero imparable, la sombra del gigante norteamericano se hacía más pequeña.
Solventados los problemas fronterizos en Belice, la diplomacia se encaminó a cerrar definitivamente los otros contenciosos en el sur del país, logrando el establecimiento de un acuerdo con Guatemala sobre el Socobusco que garantizara el final de las disputas entre ambos países.
En cuanto a las relaciones con España, Mariscal mantuvo la apariencia de neutralidad, pero permitiendo que continuasen las campañas organizadas por las colonia española, especialmente de recogida de fondos y de alimentos para sostener la lucha en Cuba.(1)
Así mismo, el gobierno mexicano rehusó otorgar la categoría de beligerantes a los rebeldes cubanos, pese a las presiones norteamericanas en ese sentido.
Ningún observador malintencionado podría asegurarlo con rotundidad, pero algo parecía haber cambiado muy sutilmente en las relaciones entre ambos países.
En el ámbito económico, las labores diplomáticas poco a poco van surtiendo el efecto deseado en la entrada de nuevo capital proveniente de países europeos a los que se ofrecen grandes concesiones, especialmente a inversores británicos, franceses y alemanes.
En años anteriores, Limantour había conseguido equilibrar las finanzas del país, llegando incluso a obtener un superávit presupuestario en 1895 de 2 millones de pesos (aprox. 1 millón de dólares). Amparado en esa base, se realizan una serie de políticas encaminadas a la obtención de recursos.
En el terreno financiero, el secretario de hacienda inicia las gestiones para la firma de un acuerdo de financiación estatal a largo plazo con bancos alemanes y británicos, mientras que promulga una ley que permite la apertura de un restringido número de nuevos bancos, todos ellos europeos, en territorio mexicano.
Por otro lado, se promulgan una serie de leyes por medio de las cuales se ponía a disposición de compradores privados, y a precias muy bajos, las tierras consideradas como baldías, lo que dio entrada a numerosas compañías extranjeras. Aunque estas leyes fueron menos laxas en los estados fronterizos con Estados Unidos, lo que no fomentó la inversión norteamericana en este ámbito.
El acondicionamiento de todas estas tierras, unido a las mejoras en las infraestructuras de comunicación supuso un incremento de la producción agropecuaria.
En este aspecto, se comienzan a tender más de 18.000 km de nuevas vías férreas, se realizan mejoras en los puertos y se amplían las comunicaciones telegráficas gracias a las inversiones europeas que mejoran las conexiones ya existentes con la frontera con Estados Unidos, extendiéndolas hacia otros puntos del país.
Estas mejoras también provocan que la producción de minería registre un aumento notable con la entrada de nuevo capital británico y francés.
Un factor importante en el crecimiento de la industria minera fue la tecnología, sobre todo con la introducción de la fuerza hidroeléctrica.
En el ámbito industrial, nuevas fábricas se establecieron principalmente en las grandes ciudades como México, Monterrey o Puebla. En el sector textil se inicia una importante entrada de capital británico, que se dedica a la manufactura de tejidos de yute. La industria tabacalera estaba principalmente financiada por franceses y alemanes. La industria cervecera recibe un gran impulso gracias a capitales alemanes, al igual que sucede con la industria química, metalúrgica y de armamento, ésta auspiciada también por capital francés.
El comercio también comienza a despuntar, destacando la aparición de compañías comerciales como La Francia Marítima, El Puerto de Liverpool, El Correo Francés, El Centro Mercantil, La Ciudad de Londres, La Sorpresa y Primavera Unidas, El Puerto de Veracruz, y El Palacio de Hierro, entre muchos otros, casi todas bajo dirección británica o francesa, pero con gran número de socios mexicanos y españoles anónimos.
Curiosamente, se aprecia un descenso importantísimo de la inversiones españolas, al asociarse los empresarios con homólogos de europeos de distinta nacionalidad.(2)
En este ámbito tampoco un observador malintencionado podría apreciar nada sospechoso, pero es indudable la importancia de todas estas nuevas inversiones que, poco a poco, comienzan a reducir el peso de la inversión norteamericana en el conjunto del país.
Sin lugar a dudas, el presidente Díaz podía estar satisfecho con el trabajo de Ignacio Mariscal y José Yves Limantour.
(1)Tras su reunión con el Presidente Díaz, los señores Aragón y Martialay obtuvieron el beneplácito del gobierno mexicano para continuar su labor, lo que se concretó en los envíos de alimentos a la isla realizados a primeros de 1896.
(2) Resulta destacable que, precisamente tras la reunión informal de Don Porfirio con Aragón y Martialay, se inicie un proceso de fusión entre compañías españolas y otras, fundamentalmente francesas, alemanas o propiamente mexicanas, lo que “aparentemente” se traduce en la desaparición de la inversión española en México.
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Ucronia España vs EE.UU., Duelo de aguilas
En algún lugar del desierto de San Luis Potosí, 480 kilómetros al norte de Ciudad de México, mañana del 8 de octubre, 1897
El Coronel Millán observaba por sus prismáticos el fuego certero de la batería de Saint Chamond-Mondragón. –"impresionante" -se dijo- "verdaderamente impresionante."
- "Están disparando al máximo de alcance, Coronel." - dijo a su lado el capitán Salvoch.
- "4.000 metros" -murmuró el coronel- "y alcanzando los blancos…".
-------------
- "¡¡Alto el fuego!!" -El Teniente Barbosa tuvo que gritar la orden con todas sus fuerzas para que su voz se escuchase por encima de las descargas de fusilería de su sección.
- "Sargento García, acompáñeme a revisar los blancos, mientras, que la tropa se refresque un poco y recargue sus armas."
Protegiéndose del sol, oficial y suboficial caminaron a paso vivo el centenar de metros que los separaban de los lacerados cactus que habían servido de improvisadas dianas.
- "Qué le parece, sargento?" -Preguntó Barbosa.
García no dejaba de manosear su fusil Mondragón. -"Que no me gustaría ser cactus, mi teniente."
Ambos se fijaron mejor. Las pobres plantas chorreaban un viscoso líquido por los centenares de agujeros que acribillaban sus destrozadas cortezas dejando ver la pulpa verde pálido.
--------------------
En el exterior de la tienda de mando, el Secretario de Guerra, Bernardo Reyes, hizo una pausa en su conversación mientras un asistente servía sobre la mesa de mapas las tazas con el café recién hecho . Una vez solos de nuevo, prosiguió.
- "General, es prioritario que todas las unidades continúen con estas prácticas según el calendario previsto."
- "Como ordene, señor secretario" - respondió el Brigadier Antúnez.
- "Qué le opinión le merece la actuación de las unidades de la Segunda Reserva?".
- "Se están demostrando plenamente operativas y familiarizadas con el nuevo armamento, señor secretario."
El coronel Von Below, uno de los instructores militares que el gobierno alemán había enviado para colaborar con el gobierno mexicano, no pudo reprimir un amago de sonrisa de satisfacción, mientras se atusaba el lado derecho de su bien cuidado mostacho.
- "Buen trabajo caballeros, y recuerden, todas las unidades deben seguir realizando las maniobras según el plan."
El Coronel Millán observaba por sus prismáticos el fuego certero de la batería de Saint Chamond-Mondragón. –"impresionante" -se dijo- "verdaderamente impresionante."
- "Están disparando al máximo de alcance, Coronel." - dijo a su lado el capitán Salvoch.
- "4.000 metros" -murmuró el coronel- "y alcanzando los blancos…".
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- "¡¡Alto el fuego!!" -El Teniente Barbosa tuvo que gritar la orden con todas sus fuerzas para que su voz se escuchase por encima de las descargas de fusilería de su sección.
- "Sargento García, acompáñeme a revisar los blancos, mientras, que la tropa se refresque un poco y recargue sus armas."
Protegiéndose del sol, oficial y suboficial caminaron a paso vivo el centenar de metros que los separaban de los lacerados cactus que habían servido de improvisadas dianas.
- "Qué le parece, sargento?" -Preguntó Barbosa.
García no dejaba de manosear su fusil Mondragón. -"Que no me gustaría ser cactus, mi teniente."
Ambos se fijaron mejor. Las pobres plantas chorreaban un viscoso líquido por los centenares de agujeros que acribillaban sus destrozadas cortezas dejando ver la pulpa verde pálido.
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En el exterior de la tienda de mando, el Secretario de Guerra, Bernardo Reyes, hizo una pausa en su conversación mientras un asistente servía sobre la mesa de mapas las tazas con el café recién hecho . Una vez solos de nuevo, prosiguió.
- "General, es prioritario que todas las unidades continúen con estas prácticas según el calendario previsto."
- "Como ordene, señor secretario" - respondió el Brigadier Antúnez.
- "Qué le opinión le merece la actuación de las unidades de la Segunda Reserva?".
- "Se están demostrando plenamente operativas y familiarizadas con el nuevo armamento, señor secretario."
El coronel Von Below, uno de los instructores militares que el gobierno alemán había enviado para colaborar con el gobierno mexicano, no pudo reprimir un amago de sonrisa de satisfacción, mientras se atusaba el lado derecho de su bien cuidado mostacho.
- "Buen trabajo caballeros, y recuerden, todas las unidades deben seguir realizando las maniobras según el plan."
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El Templario escribió:Estimado Llanero, estupendas fotos, muchas gracias No pintan mal los nuevos cañones y fusiles mexicanos, ¿verdad?. Y esos buques tampoco tienen mala pinta...
Voy a tener que correr más, que al ritmo que está imprimiendo Gaspacher al relato, no voy a poder darle alcance!!
No se merecen . Encantando de aportar, aunque solo sea un "grano de arena".
Cordiales saludos,
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USS Montauk en compañia de sus hermanos
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