Ucronia España vs EE.UU., Duelo de aguilas

La Historia Militar española desde la antiguedad hasta hoy. Los Tercios, la Conquista, la Armada Invencible, las guerras coloniales y de Africa.
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En algún lugar del Golfo de México, 90 millas al noreste del puerto de Veracruz, amanecer del 7 de Diciembre, 1897

Afortunadamente la temporada de huracanes ya había pasado y el día había amanecido despejado y la mar en calma, con los rayos del naciente sol arrancando destellos de las cristalinas aguas azul turquesa. Desde el puente de la fragata de instrucción "Zaragoza", el Brigadier de Marina Ángel Ortiz Monasterio observaba las maniobras de las renovada armada mexicana. Allí estaban, dejando tras de sí una estela de blanca espuma, los nueve cañoreros-torpederos de fabricación alemana y los últimos recién llegados, los cañoneros "Independencia" y "Libertad"(1). Estos dos últimos, construidos en los astilleros Odero, Sestri Ponente de Génova, habían sufrido una serie de retrasos en la construcción, pero finalmente se habían incorporado a la flota a tiempo de jubilar al vetusto "Demócrata", cuyos cañones, una pieza de 120mm y 4 de 57mm, habían pasado a engrosar las defensas de Veracruz.

Su ojo experto le dijo que se trataba de barcos marineros, pero posiblemente demasiado lentos para determinadas misiones. Ambos desplazaban 1.493 toneladas, con una eslora de 73,8 metros, una manga de 10,4 m y un calado de 2,97 m. Montaban dos piezas Armstrong 120/40, 6 Hotchkiss 57/40 y un tubo lanza torpedos de 356 mm a proa. Su mayor defecto estaba en la propulsión, los motores Blechynden de 2.565 cv, que conferían una velocidad de 17 nudos.

Tal y como había ordenado el secretario Reyes, Ortiz no perdía un detalle para evaluar tanto a buques como a tripulaciones. Viendo maniobrar a los 11 cañoneros, decidió que, por su menor calado y velocidad, el "Independencia" y el "Libertad" podrían hacer buenas labores cerca de la costa o en zonas de bancos, tan comunes en aquellas aguas.

A la espera de la llegada de los nuevos acorazados, estaba satisfecho, pero no podía evitar la preocupación que le oprimía el pecho. Sabía que el estallido del conflicto entre Estados Unidos y España por motivo de Cuba era cuestión de tiempo. Y sentía que le hervía la sangre. Respiró profundamente, llenándose los pulmones con el fresco aire del amanecer. Mientras procuraba serenarse, con un lento movimiento de sus dedos acarició la Cruz Roja al Mérito Naval que lucía en su pecho, y a la que había sido acreedor por su abordaje al "Virginius" durante la "Guerra de los diez años".(2)

Pasara lo que pasara, la marina mexicana estaría preparada.



(1) En realidad se trata de los cañoneros "Nicolás Bravo" y "Morelos", entregados en 1904, pero para adaptarlos al desarrollo del relato y evitar confusiones con los nombres, he decidido incorporarlos de esta manera.
(2) Verídico,Ángel Ortiz Monasterio, como otros oficiales de la marina mexicana, había servido con anterioridad en la armada española.
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Palacio de Chapultepec, residencia presidencial, Ciudad de México, Mañana del 16 de Febrero, 1898

El presidente Díaz se encontraba despachando distintos asuntos con el comandante Figueroa, miembro del Estado Mayor Presidencial, cuando la puerta de su despacho se abrió sorprevisamente. Bajo el dintel apareció el Secretario de Relaciones Exteriores, Ignacio Mariscal, intentando recuperar el aliento.

Don Porfirio levantó la vista de los documentos que le ocupaban y se fijo en el sombrío semblante de Mariscal, pálido como un muerto, y con un papel que sostenía en su temblorosa mano derecha.

- "Señor Presidente...".

- "Serénese, señor secretario, ¿qué sucede?".

- "Excelencia, mensaje del Cónsul General en La Habana...".

El viejo general sintió cómo un escalofrío recorría su espalda.

- "Señor presidente, el acorazado "Maine" ha hecho explosión mientras se encontraba fondeado... ha habido centenares muertos...".

El comandante Figueroa no pudo evitar que se le escapase un sonoro "carajo".

- "Es la guerra...". - balbuceó el presidente, mientras se sentía derrumbar en el sillón, como aplastado por un peso invisible.

- "Me temo que así es, excelencia". -respondió Mariscal.

Con la mirada perdida, inmóvil, el viejo general volvió a hablar - "Señor secretario, informe al resto del gabinete y avise a todas nuestras legaciones diplomáticas, quiero conocer las reacciones de las potencias en cuanto sea posible".

- "Así se hará, señor presidente". -dijo Mariscal, comenzando a darse la vuelta para abandonar el despacho.

- "Mariscal, una última cosa...".

- "¿Si, excelencia?".

- "No estaría de más que se pusiera en contacto con esos viejos amigos suyos, Aragón y Martialay...".

Con un gesto de asentimiento, en secretario de Relaciones Exteriores abandonó el despacho, cerrando la puerta.

Don Porfirio continuaba inmovil. -"Me temo que ahora el oso americano se levantará con toda su furia y atacará al viejo león español... ¿y que podrá hacer el pobre puercoespín mexicano en medio de semejante batalla?".
Última edición por El Templario el 10 Mar 2013, 15:23, editado 2 veces en total.


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Palacio de Chapultepec, residencia presidencial, Ciudad de México, mañana del 16 de Febrero, 1898


Mariscal se sentó en su despacho, intentando recobrarse de la impresión. Releyó por enésima vez el cable de Andrés Clemente Vázquez desde La Hababa, como si no terminase de creerlo. Finalmente dejó en documento sobre su mesa, respiro profundamente y después de unos instantes, comenzó a redactar un mensaje para enviar urgentemente por telégrafo.

"Mi estimado primo, por medio de mi hermano que vive en la hacienda, me he enterado del desgraciado accidente que ha afectado a la tía. Ruego transmita mi preocupación por ella. Creo conveniente el visitarle para interesarme por su evolución. Usted propondrá cuándo le viene mejor. Suyo siempre, su primo Ignacio."

Ahora quedaba esperar la respuesta de Aragón y Martialay.
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Estimado Llanero, buenas fotos otra vez, como siempre, un gran trabajo de documentación :claps:


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San Andrés Calchicomula, Estado de Puebla, a medio camino entre Ciudad de México y Veracruz, tarde del 28 de Abril, 1898


El secretario de Relaciones Exteriores, Ignacio Mariscal, esperaba impaciente sentado a la mesa en aquella pequeña posada a las afueras de la ciudad. Encendió un cigarro, apuró el vaso de tequila y estiró las piernas, enfundadas en las altas botas de montar y que formaban parte de la vestimenta que había elegido para aparentar ser un simple viajero más.

Estaba a punto de hacer un gesto al dueño para pedir otro vaso de licor cuando la puerta del local se abrió y pudo distinguir la silueta de dos personas que se recortaba a la luz del cálido sol primaveral.

Ambos hombres entraron en la posada, mirando a su alrededor, mientras se quitaban los sombreros llenos de polvo que cubrían sus cabezas.

Mariscal pudo reconocer al instante a Aragón y Martialay. Con un leve gesto de la mano les indico su presencia en la mesa al fondo del local. Ambos tomaron asiento.

- “Bienvenidos caballeros”. -Saludó el secretario de exteriores. – “Espero que hayan tenido un viaje tranquilo”.

-“Todo bien, dadas las circunstancias”. -Respondió Martialay, esbozando una leve sonrisa.

Tras ser atendidos por el dueño, y asegurarse que nadie cerca podía escuchar su conversación, los tres hombres continuaron son su conversación en un bajo tono de voz.

- “¿Y bien, señores?, ¿qué noticias tenemos?”.

- “Como ya bien sabe, señor Mariscal, hace cinco días que el gobierno español declaró formalmente el estado de guerra con los Estados Unidos de América, y apenas dos que el gobierno norteamericano ha hecho lo propio con España. Hasta el momento continúa en bloqueo sobre Cuba por parte de la marina estadounidense, y se sabe que su flota del Pacífico está preparada para actuar contra las Filipinas”.

- “¿Y qué piensan que puede suceder?”.

- “Es pronto para adelantar acontecimientos, pero no tenga duda que, de una u otra forma, y en cualquier lugar, España va a defenderse de esta alevosa afrenta”.

- “Nunca lo he dudado, caballeros, ni yo ni el presidente Díaz”.

- “Por cierto, señor secretario, ¿va a tomar el gobierno mexicano alguna medida?”.

- “Puedo decirles que nuestro país ha mantenido contactos diplomáticos con los gobiernos de Gran Bretaña, Francia o Alemania a este respecto, y como ellos, la postura oficial de nuestro gobierno es de una estricta neutralidad. Tanto el gobierno norteamericano como el suyo ya han sido informados”.

- “La postura oficial ya la conocemos, señor Mariscal… ¿Y extraoficialmente?”.

- “Por precaución, el gobierno mexicano va a incrementar la vigilancia rutinaria de los intereses de los países beligerantes en nuestro país… para evitar posibles actos de sabotaje, no sé si me entiende…”.

- “Ilumínenos, señor secretario…”.

- “El principal afán del Presidente Díaz es garantizar la seguridad de la República, sus ciudadanos y sus infraestructuras, y como ya he dicho, en la medida de los posible, garantizar que tanto los intereses económicos como las vidas de los ciudadanos norteamericanos y españoles en nuestro país estén salvaguardados y no afecten en modo alguno a la neutralidad mexicana. En este sentido se ordenará al ejército que vigile explotaciones mineras, fábricas, cultivos y transportes propiedad de empresas de sus dos naciones”. –Mariscal terminó la frase con una media sonrisa.

- “Lo cual siempre supone muchos trastornos… “. - dijo Martialay, éste con una sonrisa franca.

- “Aunque creo que son los intereses norteamericanos los que fundamentalmente serán protegidos. Inexplicablemente, en estos tres últimos años, las compañías españolas han desaparecido prácticamente del país”. – el secretario de Exteriores se había unido a la sonrisa.

- “Confío en que no se produzcan problemas de seguridad…”. -La afirmación de Aragón parecía mas una pregunta.

- “Oh, bueno, ustedes ya conocen México… hay opiniones para todos los gustos. Una parte de la población y de la prensa aplauden y apoyan las ansias de independencia del pueblo cubano frente a la dominación española, mientras otra parte se deja llevar por su odio a los gringos. Nuestro país es muy grande y nuestro ejército pequeño… no podemos garantizar con total rotundidad que no ocurra algún incidente”.

- “Lo cual sería muy lamentable”. -Dijo Aragón sonriendo también.

- “Y condenado y perseguido por nuestro gobierno, naturalmente”. - La ceja derecha de Mariscal se arqueó cínicamente. –“Creo que por esta vez ha sido suficiente, caballeros, aunque espero que nos veamos de manera asidua y podamos intercambiar opiniones como hasta ahora”.

Los tres brindaron haciendo chocar sus vasos de tequila.
Última edición por El Templario el 11 Mar 2013, 00:45, editado 2 veces en total.


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Puerto de Veracruz, madrugada del 10 al 11 de Mayo, 1898

Los marineros O'Rourke y Bennington salieron del local tambaleándose y profiriendo sonoras carcajadas.

- "Adios, senorita". -Dijo Bennington, en su mal español, dando una sonora cachetada en las nalgas de la camarera antes de cerrar la puerta tras de sí.

Su barco, el vapor de carga "La Belle", de bandera americana, se encontraba amarrado en el puerto de Veracruz, dispuesto para emprender ruta a Nueva Orleans repleto de tabaco, café y frutas. Después de estibar la carga, la tripulación estaba gozando de una noche de permiso.

- "Regresemos al barco, Benny, creo que mi cuerpo no puede aguantar ni una gota más de este asqueroso pulque".

- "Oh, vamos O'Rourke, no me seas aguafiestas, seguro que tu fino paladar irlandés preferiría un bien trago de bourbon, pero en este miserable país de comedores de pimientos no creo que vayamos a encontrar otra cosa".

- "Es tarde ya, zarpamos con la marea...".

- "Al diablo tú y el maldito barco, una copita más, conozco otro sitio donde la bebida no es mala y las mujeres a estas horas te parecerán hermosas princesas". -dijo Bennington, mientras sujetaba por el hombro a su compañero, al punto que ambos estuvieron a punto de perder el equilibrio y caer.

En su tambaleante caminar, no observaron que dos sombras les seguían a corta distancia.

- "Maldita sea, creo que no es por aquí, todas estas sucias callejas parecen iguales...".

- "Benny, volvamos al "La Belle", por esta vez ya he tenido bastante".

- "Está bien O'Rourke". -dijo con fastidio Bennington. - "Pero en el próximo viaje, recuérdame que me vaya de juerga con Samuelson y no contigo".

Ambos se dieron la vuelta dispuestos a dirigirse a su barco, cuando se encontraron de frente con las figuras de los dos hombres que, silenciosos, les cerraban el paso.

- "Buenas noches, señores gringos" -dijo uno de ellos. -"No tengan tanta prisa por marcharse".

- "Eh, come pimientos, si venís buscando dinero lo que vais a encontrar es un paliza". -Gritó Bennington bravucón.

A la tenue luz de una de las farolas de gas que alumbraban la estrecha calle desde la distancia, O'Rourke pudo ver, pese a los sombreros que ocultaban en parte sus rostros, un brillo de odio en los ojos de los dos hombres. Aquellos tipos no buscaban dinero.

---------------------

El sargento de policía Sánchez dejó caer la manta que cubría los cuerpos ensangrentados de los dos infelices y se acercó a su superior, que observaba la escena a cierta distancia, con indiferencia, mientras fumaba un cigarro.

- "Señor inspector, no llevan ni documentos ni dinero, pero sin duda son dos gringos, degollados como puercos, seguramente para robarles".

El inspector García miró en silencio hacia los dos cadáveres, mientras con los dedos de su mano derecha sacudía unas pequeñas cenizas de la solapa del traje. -"Si, claro, seguramente para robarles...". - Murmuró.

- "Señor, los gringos... ¿qué quiere que hagamos, Inspector?". -Dijo el sargento, rompiendo el silencio.

- "Detengan a los sospechosos habituales". - Respondió García mientras comenzaba a caminar, alejándose del escenario del crimen.

--------------------

Con las primeras luces del alba, a bordo del vapor "La Belle", el capitán Brockston no podía ocultar su mal humor. La carga estaba completa, la marea era favorable, pero faltaban dos de los miembros de la tripulación. Desde el puente, no dejaba de mirar una y otra vez hacia el muelle, por si en el último momento aquella pareja de borrachines de Bennington y O`Rourke aparecían dando tumbos.

El primer oficial Villeneuve se acercó portando dos tazas de humeante y aromático café recién hecho, entregando una de ellas a Brockston.

- "Capitán, no podemos esperar más...".

Brokston dio un sorbo a la taza, y lanzo un profundo suspiro.

-"Esta bien, Villeneuve, zarpamos".


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Mensaje por ASTUR »

jajaja ¿ Villeneuve primer oficial?, es usted demasiado condescendiente por mi no llegaria ni a grumete.......

Un saludo


"Pienso que se presenta una importante crisis. Jamás hubo cosa tan valiente, tan generosa, tan noble, como la conducta de los asturianos"

Cámara de los comunes el 15 de julio de 1808
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Mensaje por El Templario »

Mina Roncesvalles,Terrenos de la "Batopilas Mining Company" , Estado de Chihuahua, tarde-noche, 11 de Mayo, 1898

Alexander Shepherd se encontraba en su despacho de la caseta de dirección, revisando los datos sobre la explotación del último mes. Estaba muy satisfecho, la cantidad de mineral extraído había aumentado casi un 10%, aunque a costa de doblar los turnos y contratar más peones, pero no cabía duda que con el estallido de la guerra contra España, las necesidades de minerales por parte de la industria de su país se habían disparado, y con ello los precios. Sin duda, él era un patriota, pero eso de España y de esa isla, Cuba, le pillaba demasiado lejos. Al fin y al cabo, ante todo era un próspero empresario. Al comprobar las cifras, se lamentaba de no poder haber adquirido el número de explotaciones que hubiese deseado, pero durante los últimos años casi todas las concesiones habían sido otorgadas a compañías europeas, con el fastidio añadido de tener que soportar a esos remilgados y estirados caballeros ingleses y franceses, o mucho peor, alemanes. Pero a pesar de los inconvenientes, estaba satisfecho, el siguiente envío de mineral le haría todavía más rico. De un trago, liquidó su vaso de bourbon y se sirvió otra copa. Había que brindar porque la guerra durase mucho aún.

Sus felices pensamientos se vieron interrumpidos por una algarabía de voces y música que le sorprendió. Molesto e intrigado, se levantó y abrió la puerta de la caseta, dispuesto a salir al exterior. Todavía bajo el dintel de la entrada, vio acercarse corriendo a Sam Spade, el capataz jefe.

- "Maldita sea Sam, qué demonios es todo ese escándalo?".

- "Lo siento jefe". - respondió Spade, todavía jadeante. - "son esos condenados peones, celebrando yo que sé qué demonios de fiesta suya, paseando la imagen de uno de sus santos y cantando, ya sabe."

- "No Sam, no lo sé, ni me interesa para nada su estúpido santo, lo único que me importa es que estas mamarrachadas suponen tiempo perdido. Y el tiempo aquí es oro".

- "Lo lamento mucho". -logró decir el capataz, todavía intimidado por la bronca de Shepherd.

- "¿Cuántos hombres tenemos ahora trabajando dentro de las galerías?". - preguntó, cada vez más enojado.

- El abrumado Spade bajó la vista. -"Ninguno, jefe. Todos están en la procesión".

- "¿Cómo?, ¿que hemos parado la extracción por esa estúpida superchería?". -El tono del rostro de Shepherd se puso rojo de ira mientras echaba a andar a paso rápido. -"vamos a reunirnos con los guardias, esta estupidez se va a acabar y los hombres volverán al trabajo". -Spade comenzó a trotar tras su jefe, todavía con el sombrero agarrado entre las manos, compungido.

Todavía estaban en medio de la explanada que separaba la caseta de dirección de los barracones de los peones cuando, frente a ellos, tras los tejados de las improvisadas viviendas, vieron brillar las alegres luces de los fuegos artificiales, acompañados por el ruido y las voces de asombro y alegría de los trabajadores.

- "Pero qué demonios...". -Shepherd no pudo terminar la frase. A sus espaldas, se produjo una tremenda explosión que los lanzó de bruces al suelo, ensordecidos.

Los gritos de pánico se entremezclaban con el sonido de nuevas explosiones, más pequeñas, una nube de polvo lo envolvía todo, permitiendo apenas ver a más de un metro de distancia.

Recuperándose un poco del shock producido por la onda expansiva, Sam Spade ayudó a Shepherd a incorporarse. Algunos peones ya corrían hacia la zona de la explosión, con herramientas en la mano, pero la visión todavía era demasiado escasa.

Surgiendo de la nube de polvo, emergió la figura tambaleante de uno de los guardias que, al reconocerles, se acercó sin apenas fuerzas para permanecer en pie, cubierto por una capa de escoria blanquecina que le hacía parecer un fantasma. Shepherd y el capataz llegaron junto a él con el tiempo justo para sujetarle por los brazos e impedir que se desplomase.

- "Dios mío, Collins, es Collins". -gritó Spade al reconocer al infortunado guardia. -"¿Qué ha pasado, muchacho?".

- "Señor Shepherd, señor Spade... la caseta de la dinamita... no sé cómo ha podido pasar... todo ha saltado por los aires, se ha ido al infierno...". -consiguió decir el pobre hombre, a duras penas.

- "¿Y mi mina, qué ha pasado con mi mina?". - Shepherd gritaba, fuera de control, agitando al maltrecho Collins.

- "La entrada se ha derrumbado...". -logró responder antes de caer inconsciente.
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Mensaje por El Templario »

ASTUR escribió:jajaja ¿ Villeneuve primer oficial?, es usted demasiado condescendiente por mi no llegaria ni a grumete.......

Un saludo


Primer oficial de un vapor americano, y total, siempre podemos pedir al maestro Gaspacher que la Armada eche a pique al "La Belle" :alegre: :wink:


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Mensaje por El Templario »

En algún punto de la línea férrea entre Monterrey y la frontera de Laredo, Estado de Nuevo León, mañana del 12 de Mayo, 1898

El teniente Ceballos se mantenía en pie, erguido, con las piernas abiertas entre los raíles de la vía del ferrocarril, y haciendo señales con dos banderas rojas para que maquinista parase el convoy. El resto de su destacamento esperaba a caballo a uno de los lados del tendido ferroviario.

Con mucho despliegue de agudos ruidos de frenos, chispas y nubes de vapor, la máquina, tras un último y quejumbroso resoplido, se detuvo finalmente a escasos dos metros del oficial.

Ceballos sacudió el polvo de su lustroso nuevo uniforme reglamentario, color beige arena(1), y se acerco hacia el intrigado maquinista que asomaba curioso la cabeza desde el ténder. Otras rostros también comenzaban a aparecer, tímidamente, por las ventanillas de los primeros vagones.

- "Buenos días, señor oficial, ¿por qué ha detenido mi tren?, ¿en qué podemos ayudarle?".

El teniente se llevo mecánicamente la mano hacia la visera de su gorra, en un saludo, antes de explicarse. -"Mucho me temo que este tren va a tener que regresarse". -dijo mientras observaba de reojo cómo los primeros pasajeros descendían de un vagón y alguno, más osado, se acercaba a la cabecera del convoy.

- "Pero señor oficial, ¿está loco? eso es imposible, debo continuar hasta la frontera de Laredo, cómo voy a dar la vuelta?". - El maquinista maldecía agitando los brazos ante la impasibilidad del teniente.

- "¿Qué es lo que pasa?, ¿a qué viene esta parada?". -el texano John Chisum, capataz de ranchos ganaderos desde hacía más de 30 años, se había acercado hasta los dos hombres que discutían acaloradamente.

Ceballos giró la cabeza, observando de arriba abajo, con gesto de indiferencia, al texano. -"Es un asunto oficial, no se entrometa gringo".

- "Oiga amigo, me entrometeré lo que quiera, debo llegar a la frontera cuanto antes".

- "Me temo que va a resultar imposible".

- "No, lo entiende, es necesario, y mi compañía ha pagado por que así sea".

El oficial, exasperado, se encaro con Chisum. - "Escúcheme bien, gringo del carajo, me vale madre si tiene prisa por llegar a la frontera, vaya por donde quiera, pero no será hoy, ni en este tren, ni por esta vía".

El maquinista, con un gesto de las manos, intentó serenar los ánimos. - "Bueno, bueno, vamos a ver, señor oficial, por qué debo regresar con mi tren a Monterrey?".

Ceballos dirigió una última mirada helada a Chisum y se giró para responder al maquinista. - "Me temo que nos han informado de un posible sabotaje con explosivos en la línea, y en este momento hay varios destacamentos revisando todo el tendido de aquí a la frontera".

- "¡Dios misericordioso, Santa Virgencita de Guadalupe!" -se santiguó supersticioso el maquinista- "¿y para cuándo quedará la vía asegurada?".

- "Un día, dos... ¿quién lo sabe?, no volverá a circular ningún tren hasta que la línea sea segura".

- "Bull Shit". -masculló Chisum.

- "Oigame gringo" -se encaró de nuevo Ceballos- "ya ha oído, tienen que regresar".

El texano, cabizbajo, negaba con la cabeza. -"No lo entiende teniente, en este tren llevo casi 2.000 cabezas de ganado camino de Estados Unidos".

- "Pues ya sabe lo que sucede".

- "¿Y qué se supone que voy a hacer con los animales?

- "Tal como lo veo, puede intentar bajarlos del tren y llevarlos a pie hasta la frontera...".

- "¿Sin hombres?, ¿sin caballos?, eso es imposible".

- "O bien...".

- "O bien qué?".

- "O bien no me causa más problemas y se vuelve de regreso a Monterrey".

Descorazonado, Chisum asintió. -"Está bien, regresemos".

(1) En uniforme beige se introdujo en 1901, pero como me he permitido el lujo de acelerar las reformas del ejército, también me permito esta libertad con la uniformidad.
Última edición por El Templario el 11 Mar 2013, 15:32, editado 1 vez en total.


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Palacio de Chapultepec, residencia presidencial, Ciudad de México, Mañana del 16 de Mayo, 1898

El gabinete de emergencia se encontraba reunido tras ser convocado por el Presidente Díaz.

Al encuentro asistían el Secretario de Exteriores Mariscal, el de Hacienda, José Yves Limantour, y el de Guerra y Marina, General Reyes. El viejo general compareció acompañado del comandante Figueroa, como miembro de su estado mayor.

- "Buenos días caballeros, para comenzar, me gustaría escuchar un resumen conciso de la situación". -solicitó Don Porfirio.

Mariscal tomó la palabra en respuesta. - "Señor presidente, caballeros, como ya saben, tras consultas realizadas con diferentes cancillerías europeas y latinoamericanas, el gobierno mexicano informó a sus homólogos de los Estados Unidos de América y del Reino de España, de su neutralidad en el conflicto que enfrenta a ambas naciones. Desde ese momento, nuestro cuerpo diplomático y consular continúa manteniéndonos puntualmente informados de cualquier noticia o acontecimientos que pueda resultar de importancia para la defensa de nuestros intereses patrios.

- "Bien, ¿algo más, señor secretario?". -preguntó Don Porfirio.

- "Si Excelencia, a nivel no oficial mantenemos ciertas vías indirectas de contacto con el gobierno español, que nos permiten entender nuestra posición neutral de una manera un tanto más flexible y ajustable a nuestros objetivos".

Ninguno de los contertulios pudo reprimir una sonrisa. Era un eufemismo que todos entendieron.

- "Por cierto, Mariscal... sobre esos desgraciados sabotajes e incidentes que han acontecido...". - el presidente dejó la frase en el aire.

- "Excelencia, ya se han presentado disculpas oficiales al gobierno norteamericano por lo sucedido, y tanto la policía como el ejército se encargan, en la medida de sus posibilidades, de esclarecer los hechos y desenmascarar a los culpables.

- "Así es, mi general". - corroboró el secretario Reyes. - "el ejército está patrullando fronteras, vías férreas y determinados intereses extranjeros para evitar que se repitan estos actos... lamentablemente, es un área tan extensa...".

- "Ha sido afectado algún bien o ciudadano español?". -se intereso Don Porfirio.

Tomando de nuevo la palabra, Mariscal explicó. - "Aquí en Ciudad de México, en Puebla y en Tampico, tenemos noticias de algún establecimiento, regentado por ciudadanos españoles, que ha resultado apedreado y sufrido algunos desperfectos. En cualquier caso, pueden considerarse hechos aislados, pues, como todos saben, de un tiempo a esta parte no contamos con excesiva presencia económica española en nuestro país". - el comentario provocó una sonrisa burlona en Don Porfirio. - "Naturalmente, también se han presentado las correspondientes disculpas".

- "Y también tenemos el editorial de hoy de "El impacial". -dijo Limantuor- "del que me gustaría destacar el siguiente párrafo". -una vez colocadas sus lentes, comenzó a leer- "México debe volar a tomar parte en esa lucha. No hablo del México oficial; nada nos importa esa cobarde hipocresía de la diplomacia: el pueblo es el que debe lanzarse a ayudar a sus hermanos cubanos, porque sus sentimientos no se norman por esas mentidas reglas del dolo que se llama derecho internacional".(1)

Don Porfirio pareció repasar mentalmente el contenido del artículo. -"Feliciten de mi parte al director, el señor Spíndola".

De nuevo los asistentes no pudieron evitar sonreír.

Tras esa breve pausa, Díaz continuó con sus preguntas. - "Señor Limantour, ¿la situación nos está afectando económicamente?".

- "Hasta el momento no, señor presidente". -respondió el secretario de hacienda. -"Se habían tomado con anterioridad las medidas necesarias para limitar el impacto que este conflicto pudiera ocasionarnos, y hasta el momento se está demostrando su efectividad. De cómo evolucione el conflicto bélico y cuánto se prolongue en el tiempo, dependerá que se deban tomar nuevas medidas".

- "Bien caballeros, entonces hasta el momento todo parece estar bajo control. Ahora bien, me gustaría que las medidas conjuntas que se tomen a partir de ahora se ajusten a un plan concreto y pormenorizado".

- "¿Como llamaremos a ese plan, Excelencia?". -preguntó el general Reyes.

Durante unos instantes se hizo un silencio de duda.

- "Operación Trampa para Osos". -se escuchó sorpresivamente decir al comandante Figueroa.

- "¿Trampa para osos?". -preguntó con curiosidad Limantour, expresando la extrañeza que compartía con sus homólogos de gabinete.

De una memoria envidiable, Don Porfirio no pudo evitar dejar escapar una sonrisa. -"Comandante, ¿lo dice por la lucha entre un oso y un puercoespín?".

Figueroa devolvió la sonrisa al presidente. - "Así es, excelencia".

- "Bien caballeros, ya tenemos un nombre. Pongámonos a trabajar". -dijo para terminar Díaz. - "Sólo espero que nadie, alguna vez, nos tache de cínicos sin escrúpulos por lo que estamos haciendo".


(1) Frase real extraída de uno de los artículos publicado en "El Imparcial" en defensa de la causa cubana.


"IN HOC SIGNO TUETUR PIUS, IN HOC SIGNO VINCITUR INIMICUS"
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urquhart
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Ucronia España vs EE.UU., Duelo de aguilas

Mensaje por urquhart »

Hola a todos,

está muy bien la ola de patriotismo ucrónico, pero por favor, Sam Spade??? dios mío, nombrarle es visualizar a Humphrey Bogart en el Halcón Maltés

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Respecto a John Chisum, existió un importante ganadero tejano, nacido en Tennessee, extendiendo la ganadería hacia Nuevo México (inicio de la necesidad de la compra Gadsen, para transportar por vía férrea el ganado y por la vía más corta). Su rancho a orillas del Pecos, era frontera con México. Involucrado en las guerras entre ganaderos, estuvo vinculado a Patt Garret... pero a todos nos viene a la memoria otro John como Chisum, y no es otro que el Duque...

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El verdadero John Simpson Chisum

En cuanto a Alexander "Boss" Shepherd, ex Gobernador del Distrito de Columbia, fue realmente el dueño de la mina de plata de Batopilas, y estuvo mezclado en los turbios asuntos de simonía durante la Presdidencia de U.S. Grant, así como algo tan nuestro como los presupuestos desviados, al alza, of course.

Excelente documentación, Templario, y excelente relato.

Saludos


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Mensaje por Gaspacher »

OPERACIÓN MIDAS, DÍA 13 (30 de noviembre)

División de caballería

La caballería al mando del general Marco, partió antes del amanecer rumbo norte, pero pronto cambiarían de dirección para ir hacia el noroeste. En esos momentos les separaban 120km de Waterliev, el importante arsenal responsable de la fundición de la mayor parte de los cañones norteamericanos. Sin embargo no podían ir hacia la ciudad siguiendo el camino, y aún menos en línea recta. Con unas fuerzas norteamericanas en alerta, dependía totalmente de la sorpresa.

Debido a esto había decidido cabalgar a campo traviesa, alejándose de las poblaciones y en la medida de lo posible de las granjas. Si esto no era posible, trataría de capturar los animales de monta, para evitar así que, se propagase la alarma. Sería difícil, pero quería recorrer entre 50 y 60km durante ese día, y acampar en la zona de Peru y Savoy, dos poblaciones a mitad de camino de Watervlied. Al menos en su opinión, los densos bosques de la zona le otorgarían bastantes oportunidades de permanecer oculto, algo siempre difícil para una fuerza de ese tamaño.

División independiente.

Los trabajos de fortificación y adecuación de las posiciones españolas continuaban sin pausa. Auxiliados por las tripulaciones de los cruceros auxiliares Patriota y Meteoro, las fuerzas españolas llevaron varios remolcadores, dos carboneros y 8 viejas goletas capturadas en la zona al este de Brad Rock, donde serían hundidos para dificultar la navegación. Igualmente, otras 7 goletas serían hundidas en la entrada de Duxburry, cegando el puerto de Plymouth. No serían las únicas naves capturadas y hundidas, pues los cruceros auxiliares Rápido y Antonio López, llevarían a remolque varias goletas pesqueras procedentes de Portland (1), hundiéndolas en diversas zonas de la costa de Cod para reforzar las defensas.

I Cuerpo de Ejército

Tras la conquista de Portland, la 3ª división procedió a ocupar los fuertes (2) rendidos el día anterior por el general Chamberlain. Este en un principio se había negado a que, entrasen en la negociación, pero la amenaza de Weyler, de llevar a cabo una guerra sin cuartel, le decidió a aceptar los términos impuestos. De todas formas, las tropas españolas ya estaban avanzando hacia el norte sin necesidad de rendir la ciudad, por lo que la resistencia únicamente serviría para aumentar las bajas.

La primera división, que había pasado la noche en Freeport, avanzo unos 10 ó 12 kilómetros al norte, antes de poner rumbo al este, tratando así de flanquear a la división de Maine. Allí, en las colinas situadas al norte de Topsham, tendrían lugar varios combates, entre las fuerzas de la división y avanzadillas de milicianos. Sin embargo, en cuanto ocurría el contacto, las fuerzas españolas reaccionaban realizando movimientos de flanqueo, provocando la huida de los milicianos faltos de entrenamiento. A lo largo del día lograrían capturar a muchos de ellos con ese procedimiento.

Mientras, la 2ª división avanzo hacia Freeport, dispuesta a mantener la presión sobre el frente de la división de Maine. La verdadera batalla, debía tener lugar al día siguiente.

Bath

Con dos divisiones que totalizaban más de 10.000 hombres, equipados con casi medio centenar de cañones, situadas frente a la división de Maine y en su flanco derecho, la situación era insostenible. Al día siguiente la división de milicias sería arrollada, y las fuerzas españolas llegarían a Bath sin dificultad. Eso, si no optaban por atacar directamente la ciudad, obligando a las fuerzas de Maine a acudir en su ayuda, abandonando las trincheras. Lo que a la postre significaría su destrucción. No había más remedio que retirar los buques del astillero de Bath y tratar de romper el bloqueo.

El capitán Charles Edgar Clarck, era de distinta opinión. Pensaba que salir a mar abierto, y enfrentarse a un crucero acorazado español y un mínimo de dos o tres cruceros auxiliares, era un suicidio. Ante la actual situación, era mejor autohundir su acorazado en el río. Por fuerza el ejército español debería retirarse en una o dos semanas a no más tardar. Entonces, podrían reflotar el acorazado, y repararlo en unos meses. Logrando así salvar el buque.
Las órdenes de salir eran sin embargo taxativas.

Tras aprestar su nave para el combate, el capitán Clarck se dirigió a mar abierto descendiendo por el río. Al menos, había elegido salir a mar abierto a última hora de la tarde. Así, el combate sería cortado por el anochecer en poco tiempo. Sin embargo, no esperaba encontrarse con 7 buques enemigos esperándole fuera del río.

Ante el previsto movimiento de las fuerzas de 1ª división, el capitán de navío Eulate había ordenado a los cruceros auxiliares Antonio López, Rápido y Alfonso XIII, acudir a reunirse con el Vizcaya y los cruceros auxiliares Alfonso XII, San Francisco, y Buenos Aires. Estos buques, dispuestos en una línea que se movía en la zona sureste del estuario, estaban preparados para cazar al acorazado, y abrieron fuego en cuanto el acorazado asomo por North Sugarloaf Island.

-¡Capitán! Tenemos una vía de escape a estribor. –Llamo el primer oficial al capitán Clarck. –Por el suroeste no hay ningún buque enemigo.

-No teniente Taylor, eso no es una ruta de huida, es una celada.
–Respondió el capitán Clarck. –Los españoles nos ceden esa ruta de huida, sabiendo que si la tomamos, solo podremos presentarles nuestro costado de babor. Por lo tanto reducen a la mitad nuestro potencial artillero.

-¿Qué hacemos entonces? ¿Tratamos de embestirles para poder utilizar toda la artillería?

-De momento tratemos de salir del río y dejar atrás las islas de la entrada.
–Dijo el capitán Clarck. –Después, ya veremos.

A pesar de la distancia de más de 6.000 metros, el fuego procedente de los numerosos cañones de 15, 14, y 12cm de los cruceros era tan intenso que, pronto empezaron a lograr sus primeros impactos. Tras solo unos minutos, los daños se empezaban a acumular con rapidez, pese a que, los grandes cañones de 28cm del Vizcaya fallaron ostensiblemente. El acorazado sin embargo estaba bien blindado, y disponía de sus grandes cañones de 33cm y los no menos peligrosos de 20cm. Estaba sin embargo en clara desventaja en número de piezas. En esos momentos, tan solo podía abrir fuego con la torre principal, y las dos baterías de 20cm proeles, a las que ocasionalmente se sumaban las piezas de 15cm de estribor. Aun peor, había demasiados blancos y demasiado veloces frente a él.

Bombardeado de forma constante por los 30 cañones medios de la escuadra española, a los que no tardaron en sumarse los ligeros de tiro rápido de 57mm, no tenía ninguna oportunidad. Pronto, dos de sus cañones medios enmudecieron, tras ser alcanzados por los disparos españoles. Su mejor baza, los pesados cañones de 33cm, fallaron tan ostensiblemente como los españoles, y su cadencia de disparo era demasiado reducida para decidir el combate.

Tras 15 minutos de combate, lograría alcanzar a uno de los cruceros auxiliares con al menos dos disparos de 20cm, sin embargo esto difícilmente acabaría con él, y aunque el buque español se retiró rápidamente unos cientos de metros, siguió combatiendo desde lejos con sus piezas medias. Falto de velocidad para contraatacar apropiadamente, pues su buque no daba más de 12 nudos, los daños empezaban a ser demasiado graves. Ese sería el momento elegido por el capitán español, Antonio Eulate, para cerrar distancias buscando un ataque de torpedos.

En el Vizcaya, el capitán Eulate había observado la evolución de los combates, aun indecisa pese a haber alcanzado en varias ocasiones al acorazado. Consciente de la proximidad de la noche, y el peligro que esta supondría, ordenó a su artillería principal que dejase de disparar, y meter máxima presión a las calderas, esperando el momento apropiado para atacar. Este llegaría en cuanto el acorazado disparo sus pesadas piezas de 33cm, fallando una vez más.

Había llegado el momento, ahora el acorazado tardaría entre 3 y 4 minutos en poder disparar de nuevo sus cañones pesados. Tras poner proa hacia el acorazado, se abalanzó sobre este a en un rumbo de intercepción que le llevaría a encontrarse con el acorazado. Navegando a gran velocidad, su buque cortaba las aguas a casi 19 nudos, y reducía a gran velocidad la distancia con el acorazado norteamericano. Tras él, los cruceros auxiliares aumentaron la cadencia de fuego, en un intento de cubrirle.

Advertido del ataque, la artillería del acorazado respondió con todas sus fuerzas, alcanzando varias veces al crucero acorazado, con disparos tanto de 57mm como de 20cm (3). No sirvió de nada, el crucero acorazado reservo su artillería principal para disparar a 1.500mts. Desde esa distancia por fin alcanzo al acorazado con facilidad. Los dos proyectiles de 28cm perforaron la cubierta del pesado acorazado, destrozando 3 de sus piezas secundarias y creando una gran vía de agua.

En el acorazado, una vez recargadas las piezas principales, apuntaron sobre el buque español que, seguía cerrando distancias. Sin embargo siempre había tenido problemas de estabilidad en las torres al apuntar hacia los lados, y ahora, las vías de agua habían aumentado ese problema, amenazando con hacer zozobrar el buque. De los 4 disparos de 33cm, tan solo uno lograría acertar en el crucero acorazado español. El capitán Clarck no tuvo más remedio que alejar su buque de las fuerzas españolas virando a babor, en un intento de embarrancarlo y salvar así a los hombres de las frías aguas del norte. (4)

El acorazado terminaría embarrancando no lejos de allí, en una playa cercana. Abandonando inmediatamente el buque. A la mañana siguiente, un dañado Vizcaya (5), torpedearía al Oregon, disparando varios cañonazos del 28 y otros tantos del 14 sobre el pecio. A continuación, el buque desembarcaría su dotación de infantería de marina, y sus piezas de desembarco, para emprender el regreso a la península en compañía de 3 vapores y el crucero auxiliar Alfonso XIII, también dañado.

El resto del cuerpo de cruceros auxiliares permanecería en la zona, apoyando al general Weyler, aunque algunos de ellos también habían resultado dañados. Dos días después, partirían rumbo a España los últimos buques españoles de la zona. No sin antes desembarcar sus dotaciones de infantería de marina y algunos artilleros.

Washington

En Nueva York se estaban agrupando por fin las primeras divisiones norteamericanas. Las dos divisiones del III Cuerpo de Ejército, y 3 divisiones de Milicias procedentes de Nueva York, Nueva Jersey, y Pennsilvania. Con esas importantes fuerzas, el general Guy Vernor Henry, comandante del III cuerpo de Ejército, organizo las fuerzas puestas bajo su mando para avanzar hacia el norte, dispuesto a entrar en Nueva Inglaterra.

Ahora sin embargo, marcharían a pie, reservando los ferrocarriles para el transporte de suministros. La situación era apremiante, por lo que a duras penas dispuso de un día para preparar su ejército. Al día siguiente, avanzaría hacia el norte.

  1. La flota pesquera de la ciudad dejo de existir.
  2. Las tropas se apoderarían de los fuertes y sus armas. Incluyendo 9 cañones Hotchkiss 1885. Tras transportar esas piezas y las armas ligeras, así como sus municiones a tierra firme, dinamitarían los fuertes.
  3. Su batería lateral, de 15cm, había resultado destruida.
  4. Serían capturados a excepción de 39 muertos y 41 hombres que, lograron llegar a la orilla.
  5. Había recibido 1 impacto de 33cm, y otros 7 de 20cm.
Última edición por Gaspacher el 18 Abr 2013, 00:30, editado 1 vez en total.


A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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Mensaje por Gaspacher »

OPERACIÓN MIDAS, DÍA 14 (1 de diciembre)

División de caballería

Para los caballos, una marca de 60 kilómetros al día era todo un logro, sobre todo en el terreno boscoso en el que se movían. Afortunadamente el terreno era bastante llano, y tan solo algunas suaves colinas truncaban el paisaje. Gracias a ello, la marcha pudo ser rápida en extremo, sirviendo los bosques de la zona para ocultar el movimiento.

Ese día, la caballería partió poco antes del amanecer, desplazándose hacia el noroeste con determinación. Debían llegar a Watervlied como fuese. No tardaron en encontrarse con algunos destacamentos de milicianos de Nueva York, sin embargo estas fuerzas poco podían hacer frente a la poderosa unidad, de unos 6.900 jinetes.

Los caballos devoraron los kilómetros sin tregua, siguiendo una ruta paralela al camino de Pittsfield a Albany, a unos 10km al norte de esta. Gracias a ello, lograron esquivar los poblados de la zona, en los que milicias armadas, se habían atrincherado. Esto favoreció el anonimato de la marcha, pues no había nadie en el campo que pudiese descubrirlos. (1)

Poco después de las 14:20, los observadores pudieron observar la ciudad de Troy, y al otro lado del río, Watervlied, sede de los arsenales del mismo nombre. Los bosques y arboles eran densos, y permitirían a la fuerza acercarse hasta las afueras de la ciudad sin ser detectados.

Desde el bosque, el general Marco observaba la población, tranquila e ignorante de la amenaza, y sin embargo, alerta. No había más remedio que cargar por sorpresa. Atacaría al día siguiente, al amanecer para lograr el máximo impacto, y esperaba estar de nuevo en camino por la tarde, tras destruir el arsenal. Poco después uno de sus mensajeros partió hacia el este, donde a 6 kilómetros de allí, esperaba el resto de su división.

I Cuerpo de ejército.

Tras una preparación de artillería de dos horas, las divisiones 1 y 2 pasaron al ataque de las posiciones de la división de Maine. El combate fue duro, y por momentos las tropas de Maine parecieron capaces de resistir el embate. Sin embargo, eran milicianos deficientemente armados, con un repertorio de fusiles Winchester, Springfield, Henry e incluso, viejos fusiles de avancarga modificados a trapdoor o no.

No tuvieron nada que hacer. Asaltados por la infantería española desde el frente y el flanco derecho, echaron a correr hacia el este, siendo seguidos por las fuerzas españolas en persecución, donde la caballería logro explotar el éxito y capturar a muchos de los fugitivos, allanando el camino hasta la población.

En Bath parecieron recobrar brevemente la confianza, pero las primeras tropas llegadas prendieron fuego a los edificios, viéndose acosados por el fuego, prosiguieron la huida hasta el río. Allí, el dañado Massachusetts había sido hundido esa mañana, junto al viejo monitor Catskill, por lo que las tropas españolas, tras incendiar y destruir los astilleros de la población, y arrojar varias cargas de dinamita sobre los buques hundidos, emprendieron el regreso escoltando a 3.423 prisioneros (2). Las bajas españolas en el combate, habían sido de 673, incluyendo 261 muertos (3).

En Portland, la 3ª división había culminado la destrucción de las industrias, y ahora, iniciaba el viaje de regreso al sur, empleando los trenes capturados y las líneas de ferrocarril de la zona. Ese mismo día, los primeros batallones estaban en las afueras de Boston, donde los 1.200 hombres de las guerrillas dejadas alrededor de la ciudad, mantenían la ciudad asediada (4).

Washington

Las fuerzas del general Vernor, avanzaron hasta Stamford, en su primera jornada de campaña. Aun sin rastro de los españoles, no tuvieron mayores problemas, aunque a muchos de los hombres se les hiciera un nudo en el estómago, al contemplar las granjas y pueblos abandonados por la huida de sus moradores.

Tras ellos, en Nueva York, estaba empezando a reunirse el IV Cuerpo de ejército al mando del general Miles, y tras él, llegaban los Cuerpos de ejército I y II. En breve, las fuerzas norteamericanas estarían en disposición de contraatacar con más de 100.000 hombres. Aunque aproximadamente ¼ parte, eran milicias sin instrucción ni armamento moderno.

En cuanto a la escuadra de Sampson, se esperaba su llegada a Nueva York a lo largo del día siguiente. Con ello levantarían el bloqueo español (5), y tras repostar, contraatacarían destruyendo o bloqueando a las fuerzas de invasión.

BETHLEHEM

El supuesto emigrante portugués Joao Sousa Marques llevaba tres años residiendo en Bethlehem con el fin de controlar la fundición del mismo nombre, una industria que trabajaba al servicio del ejército fabricando artillería y otras manufacturas para el ejército y la marina. Por ejemplo blindaje para los acorazados y cruceros de la US Navy. En realidad, Joao se llamaba José Sousa Marques y era un gallego de una población fronteriza con Portugal cercana a Celanova, en Orense.

Durante tres años el capitán Sousa se había tragado sus opiniones viendo los constantes insultos y ultrajes a España de los ciudadanos de la zona. Tres años en los que se había contentado con dar cuenta de la fundición de cañones para artillar las costas del país y poco más. Sin embargo ahora estaban en guerra, y aunque carecía de ordenes especificas para ello, él también estaba dispuesto a aportar su grano de arena en la defensa de su patria. Cual sería su sorpresa al ir constatando las sucesivas victorias españolas. Cierto que eran victorias menores, casi pirricas, pero resonaron a lo largo y ancho del país empujando a muchos ciudadanos a alistarse como voluntarios para vengar a sus compatriotas, eso por supuesto supuso que muchos trabajadores de la Bethlehem Iron Compani abandonaron su trabajo, gracias a lo cual pudo entrar a trabajar en ella poco después. Sería desde dicha línea de montaje donde recibiría asombrado las noticias de la destrucción de Philadelphia y otras ciudades norteamericanas, y aun las más asombrosas de la victoria naval de Santiago de Cuba. Ahora tan solo era cuestión de esperar su momento, pensaba.

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La Bethlehem Iron Company en 1881

Su ocasión por fin llegaría a mediados de noviembre, cuando se dio a conocer la invasión española en Nueva Inglaterra. Los objetivos de esa invasión eran claramente industriales, pensó, las industrias de armamento de la región eran muy abundantes, y sin ellas el ejército norteamericano quedaría inerme pese a su gran numero. Era la ocasión perfecta.

Durante varios días traslado varias botellas de acetona hasta la planta ocultas entre su almuerzo, junto a ellas, derivados del petroleo, parafina, y otros conocidos acelerantes se fueron acumulando para cuando estuviese dispuesto a actuar. Allí la noche del 30 de noviembre impregno una parte del deposito de carbón utilizado en la fundición en la que abundaba el polvo de carbón, y cogiendo una de las lentes de los anteojos que se le habían roto meses antes (6), la situó de forma que a primera hora de la mañana incidiera en la zona, concentrando los rayos de sol en el carbón. Una técnica que había calculado cuidadosamente en los últimos meses.

Gracias a ello cuando el fuego empezó, él llevaba más de 2 horas en la cama, descansando tras trabajar en el turno nocturno. Los gritos y las sirenas de los carros de bomberos no tardaron en hacerle salir a la calle, desde donde pudo comprobar las grandes llamas que devoraban la factoría y sus depósitos de carbón. Esa misma tarde contemplo como el propio alto horno caía envuelto en llamas, fundidos sus soportes por el intenso incendio.


  1. Las granjas que encontraron en su ruta habían sido abandonadas por sus moradores.
  2. Los heridos fueron dejados en Bath y Brunswick, para ser atendidos allí.
  3. Al día siguiente, los heridos españoles serían embarcados en el Meteoro y el Rápido que, partirían hacia España.
  4. La falta de noticias tuvo más que ver con el asedio que los propios soldados españoles que, solo se ocuparon de atacar a las patrullas y mensajeros que trataban de salir de la ciudad.
  5. Desconocían que, ese mismo día los cruceros auxiliares que bloqueaban Nueva York, partían de regreso a España, tras haber abandonado las aguas de la zona el día anterior.
  6. En realidad él mismo había roto sus gafas pensando ya en la forma de destruir la industria
Última edición por Gaspacher el 21 Jul 2013, 13:13, editado 2 veces en total.


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Mensaje por urquhart »

Hola a todos,

Gaspacher, gracias por incluir al General Joshua Lawrence Chamberlain en el relato.

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General Lawrence Chamberlain, Medalla de Honor del Congreso, Gobernador de Maine, Decano del Bowdoin College.

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La casa del General Lawrence Chamberlain en Portland, Maine.

Saludos


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