División de caballería
A lo largo de la noche, los jinetes españoles anduvieron a pie con los caballos tras ellos, los últimos kilómetros hasta las afueras de Troy. Siempre bajo la guía de sus exploradores, los escuadrones se desplegaron para el ataque en diversos lugares a cubierto de miradas indiscretas.
Al amanecer, cuando la población parecía empezar a despertar a la vida, cargaron a través de los últimos cientos de metros hasta el poblado, mientras la artillería abría fuego desde una posición en desenfilada (1). Los caballos pasaron del paso al trote, para a continuación pasar al galope mientras las cornetas tocaban a degüello. Los jinetes, cada uno de los cuales llevaba como mínimo 1 ó 2 revólveres (2), abrieron fuego, más para fomentar el miedo y el caos que con la esperanza de acertar a alguien. No se molestaron en recargar, se limitaron a enfundar el primer revolver, y desenfundar el segundo. Solo tras agotar sus municiones, desenvainarían sus sables.
El pánico se extendió por las calles de Troy, cuyos ciudadanos que, apenas empezaban a salir a la calle, se escondieron en sus casas atrancando las puertas. Poco después los jinetes cabalgaban por las calles de la ciudad, y cruzaban el río por los puentes de la zona.
Unos minutos después, el Alcántara entablaba combate con la guarnición del arsenal. Estos soldados causaron graves bajas al regimiento (3), merced a sus fusiles Krag Jorgensen. Sin embargo poco después las fuerzas del Lusitania se sumaban al ataque por el flanco, acabando con la resistencia.
No había tiempo para florituras. Soldados del regimiento Almansa entraron en los arsenales. Colocaron cargas D en los puntos que, consideraron más adecuados, altos hornos, hornillos, crisoles, y barrenadoras, y prepararon la demolición del arsenal. Mientras en el exterior, los hombres del Alcántara atendían a sus heridos y preparaban la evacuación, y el Pavía requisaba los animales de monta y tiro, se apoderaba de varios carros y carricoches para trasladar a los heridos, e incendiaba algunos negocios.
La III brigada y la infantería montada, mientras tanto se había interpuesto entre Watervlied y Albany, donde 4 regimientos de milicias se estaban armando apresuradamente. Sin embargo los tiradores dispersos por la zona, y la batería Sotomayor, obligaron a estas fuerzas a adoptar una actitud más cauta, permitiendo al resto de la división, realizar su labor.
Cuando la caballería se retiró de la zona, tras volar el arsenal, en el que también encontraron un monstruoso cañón de 40cm o más, lo hizo con un convoy compuesto por 13 piezas de artillería de sitio (4) y 6 de campaña capturadas (5). Además de importantes cantidades de municiones, y 16 carros requisados en el pueblo para transportar los heridos.
A mediodía ya habían abandonado la ciudad rumbo al este, y cabalgaban tan rápido como podían (6) para alejarse de la zona y regresar a Cod. Al anochecer ya se encontraban a unos 20km. Cerca de los lagos Grafton, viajando con la artillería, impedimenta, y los heridos en el centro, junto a la infantería. La III brigada en retaguardia, para impedir sorpresas de última hora, y la II brigada protegiendo los flancos, quedaba en manos de la I brigada avanzar y requisar los elementos que considerasen útiles.
Al día siguiente, avanzarían otros 40km adentrándose en el sur del estado de Vermont.
División independiente.
En un intento de aumentar la seguridad de la península a la vez que, dificultaban las operaciones del ejército norteamericano, la VIII brigada empezó a desmontar las vías del ferrocarril. Pronto, decenas de rieles y traviesas empezaron a viajar hacia la península de Cod, muchas veces en los propios ferrocarriles de la zona.
I Cuerpo de Ejército
Las divisiones 1ª y 2ª estaban en Portland, tomando un día de merecido descanso. Sin embargo la ciudad estaba en muy mal estado tras los bombardeos, por lo que en realidad no les molesto que, la I brigada partiese en tren hacia el sur, donde la 3ª división ya se encontraba en las afueras de Boston, junto a los guerrilleros.
Al día siguiente, el resto de las divisiones 1ª y 2ª se sumaba a la marcha hacia el sur, empleando para ello los trenes de la zona. Las piezas de sitio y las armas capturadas serían enviadas a la península de Cod. Mientras, la 3ª división desplegaría al norte de Providence. Allí, las granjas que aún no habían sido arrasadas, no tardaron en serlo.
Washington
El ejército del Hudson, como había pasado a llamarse las fuerzas bajo el mando del general Vernor, continuó su avance hacia el este. Tal era el tamaño del ejército que avanzaba en dos columnas, cada una de ellas formada por 2 divisiones, la última división, junto al bagaje, les seguía por detrás.
Cuando llegaron a New Haven, pudieron por fin contemplar los efectos de la guerra. La ciudad estaba arrasada, y miles de paisanos se movían entre las ruinas tratando de recuperar cuanto pudiesen de los hogares. Al menos las bajas civiles parecían haber sido pocas, ya que la ciudad fue evacuada antes del combate, pero las pérdidas económicas eran brutales. Aun peor, miles de personas habían quedado a la intemperie, y con las primeras nevadas de diciembre, podían morir de frio.
Una vez más, los caminos hacia Nueva York se llenaron de refugiados.
A partir de ahora, los ingenieros avanzarían a la vez que tendían o reparaban las líneas telegráficas destruidas por las fuerzas invasoras.
Escuadra del Atlántico
A media tarde del día 2 de diciembre, la Escuadra del Atlántico arribaba al puerto de Nueva York, encontrándolo libre y sin rastros del bloqueo. El peligro era la amenaza de las minas mencionada por marinos internacionales, por lo que no tuvo más remedio que moderar su andar. Durante unas horas, decenas de embarcaciones de cabotaje y remolcadores procedentes de los puertos de la zona, buscaron en las aguas, encontrando varios torpedos fijos.
Poco después, tras haber seguido a varias de estas embarcaciones que, le abrieron un camino, Sampson estaba en Nueva York. Aunque sus buques precisaban de algún mantenimiento, no perdieron más tiempo del necesario para repostar, y al amanecer ya estaban navegando rumbo a la península de Cod.
Aunque la ruta más rápida era a través del Vineyard Sound, este parecía un lugar perfecto para que, los españoles, hubiesen tendido una trampa y tendido algunas minas navales (7). Al anochecer había bordeado la península de Cob a distancia, temeroso de caer en alguna otra trampa. De todas formas su primer movimiento fue seguir hacia el norte, donde comprobó que, la escuadra española ya había abandonado aquellas aguas.
- Afortunadamente, las defensas norteamericanas se concentraban en Albany, unos kilómetros al sur, en lugar de en la suburbial Watervlied.
- Producto de los saqueos de las empresas de armamento las semanas anteriores.
- 59 muertos y 137 heridos, el 20% del regimiento.
- 5 obuses de 5 pulgadas modelo 1890, y 4 obuses de 7 pulgadas modelo 1898.
- Cañones Hotchkiss de 3.2 pulgadas modelo 1885.
- Aunque se había escogido ligeros carros y carricoches por su ligereza, frente a las carretas, seguían forzados a ir al paso a causa de los heridos que cargaban.
- Y así fue, en esa zona se habían tendido dos líneas con 12 minas cada una, como averiguaría Sampson tras enviar botes a Vineyad Haven, donde los lugareños afirmarían haber visto un buque de bandera española maniobrando varias horas en la zona.