eltopo escribió:muchos otros que una refineria tenlo por seguro y la cosa va desde vias, puentes , vias ferreas en el caso venezolano, cuarteles y bases militares, puertos, estaciones de radar y comunicacion etc pero una refineria como el crp aparte de provocar algun efecto mediatico poco influye desde el aspecto militar, no porque destruyas el crp en el caso de que lo lograras impactas directamente en un conflicto entre ambos paises
Estoy de acuerdo, y en el caso venezolano la Operacion Huya viene cumpliendo con el objetivo de enfrentar a las FFMM y atacar sus instalaciones como se hizo en Cartagena. Ahora bien, aun siendo muy dificil el dejar fuera de accion al CRP, tambien es cierto que la gran mayoria de los derivados de crudo para consumo interno son producidos alli, asi que en un muy corto plazo si tendria cierto impacto en la distribucion de combustibles y lubricantes, al menos hasta que se puedan movilizar reservas y cubrir la demanda con la produccion de otras refinerias. Esto podria llevarse a cabo en algunos dias, y dado a lo corto que podria ser el conflicto, es un importante factor a tomar en cuenta para considerar el ataque al complejo.
Saludos
bueno aclarando que es solo mi opinion y nada mas, el asunto esta en que la destruccion del crp causa si un impacto economico y hasta mediatico que poco o nada hace en el normal funcionamiento de las actividades militares y creo que ese es el punto es mas asumamos que dicha destruccion se cumpla que hace eso?? pues libera una cantidad de unidades sobre ese cuadrante ya que no hay objetivo que defender! repito en un conflicto de tan corto tiempo como siempre lo he sostenido, el destruir este tipo de objetivo seria poco pratico, mas util seria destruir los centros de distribucion y abastecimiento de combustibles como los que se encuentran en el edo zulia y merida por ejemp
eltopo escribió:bueno aclarando que es solo mi opinion y nada mas, el asunto esta en que la destruccion del crp causa si un impacto economico y hasta mediatico que poco o nada hace en el normal funcionamiento de las actividades militares y creo que ese es el punto es mas asumamos que dicha destruccion se cumpla que hace eso?? pues libera una cantidad de unidades sobre ese cuadrante ya que no hay objetivo que defender! repito en un conflicto de tan corto tiempo como siempre lo he sostenido, el destruir este tipo de objetivo seria poco pratico, mas util seria destruir los centros de distribucion y abastecimiento de combustibles como los que se encuentran en el edo zulia y merida por ejemp
Yo pienso que si impacta en cierta medida las operaciones militares que se estan llevando a cabo principalmente en la Guajira. Los centros de abastecimiento que mencionas en el Zulia, de donde logicamente se le suple de combustible a las unidades que van a la ofensiva en el TO, verian mermados sus inventarios al paralizarse las actividades en el CRP a raiz del ataque. El reestablecer el suministro normal a los centros de distribucion llevaria varios dias, pudiendose producir retrasos que serian aprovechados por las FFMM para enfrentar de mejor manera el ataque de las FAS venezolanas. Creo que asumir la total destruccion del CRP de manos de la FFMM es bastante dificil, lo mas que podrian hacer es interrumpir las actividades de algunas lineas de procesamiento del complejo a raiz de un ataque pero nada mas. Y en cuanto a lo provechoso del ataque recuerda que los centros de distribucion mantienen sus inventarios de lo que produce la refineria, al detenerse la produccion de derivados, los centros que mencionas simplemente se quedan sin combustible y lubricantes.
Saludos
Última edición por KL Albrecht Achilles el 06 May 2013, 16:58, editado 1 vez en total.
It matters not how strait the gate. How charged with punishments the scroll.
I am the master of my fate: I am the captain of my soul. - From "Invictus", poem by William Ernest Henley
SAETA2003 escribió:desde mi punto de vista la FAC ha tenido graves perdidas y es por ello que actualmente se limita a permanecer oculta a la espera de una oportunidad para dar un golpe y de esta forma obliga a la AMBV a destinar gran parte de sus limitados recursos a realizar PAC y escoltas es por ello que creo que la mejor opcion ahora es dedicarse de lleno durante las proximas 24 horas a buscar y destruir los Kfir restantes una vez logrado este objetivo la AMBV podria destinar la mayor parte de sus aeronaves al apoyo de las tropas en tierra y el ataque a objetivos estrategicos y militares y de esta forma facilitar el avance del ejercito y consolidar el terreno ganado.
Estoy de acuerdo, sin embargo vemos como ultimamente se han llevado las operaciones como respuesta a lo que hacen las FFMM, saliendose de las directivas planteadas en la "Operacion Huya". Venezuela a actuado de manera reactiva ante los ataques llevados a cabo sobre el puente Rafael Urdaneta y el CRP. Con respecto a esto estoy de acuerdo con el Teniente Coronel Paez, hubiese preferido seguir el plan establecido y procurar la superioridad aerea buscando y destruyendo a las unidades de la FAC, siempre habra tiempo para ocuparme de los puentes y las refinerias una vez conseguido el control del espacio aereo.
Saludos
It matters not how strait the gate. How charged with punishments the scroll.
I am the master of my fate: I am the captain of my soul. - From "Invictus", poem by William Ernest Henley
no me olvidé del relato ya está casi a punto de salir del horno el siguiente fragmento.
Quería aprovechar para agradecer a los que me propusieron para medalla este cuatrimestre, así como agradecer de nuevo a los que seguís el relato, ya que de verdad me da muchos animos para continuar con él.
Saludos.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
Ahí va el siguiente fragmento de "La llamarada del Fénix". Como es un poco largo, lo voy a dividir en dos mensajes. En una parte del mismo, trato de un asunto que se suele hablar mucho en los foros con el tema Venezuela vs Colombia, y es que esa es también una de mis intenciones con el relato, como no se si ya lo he comentado antes, el tratar de plasmar en el relato los grandes temas que se suelen comentar en este caso. Espero que les guste.
Saludos.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
7 de marzo. En las inmediaciones de Puerto Bolivar. Colombia.
Era noche cerrada cuando se produjeron las primeras escaramuzas. Fuego de francotiradores, algún proyectil de mortero aislado, una patrulla en busca de las posiciones enemigas descubierta y el consiguiente tiroteo...escaramuzas al fin y al cabo. La verdadera lucha por el control de Puerto Bolívar dio comienzo casi una hora antes de la salida del sol, cuando los obuses de 105 mm y los morteros pesados de 120 mm del Grupo de Artillería de la IM venezolana, iniciaron el bombardeo sistemático de las posiciones enemigas detectadas durante la noche y el día anterior. El fuego artillero se prolongó por varias horas, con el objeto de causar el mayor número de bajas posibles al enemigo, y ablandar sus posiciones para facilitar el asalto que realizarían a continuación las tropas de tierra. Estas, compuestas por un batallón de IM reforzado, habían sido aumentadas con un centenar de hombres más, reuniendo estas tropas en las demás unidades del Grupo de Combate “OMMALA”, donde otros batallones de IM, los paracaidistas y el Grupo de Caballería habían cedido algunos efectivos para completar ese centenar de efectivos adicionales. A esas fuerzas de infantería, había que sumar los LVTP-7 y EE-11 Urutú de la propia IM, así como una decena de Dragoon del 102º Grupo de Caballería, varios Tiunas, Defenders y camiones, un a pequeña fuerza de ingenieros, y la propia artillería. Del lado colombiano, sus morteros medios y pesados trataban de responder al fuego como podían. Pero su menor alcance les limitaba a la hora de responder a los obuses, por lo que se concentraban en atacar las posiciones venezolanas conocidas, situadas frente a las propias. El despliegue colombiano consistía en el 1º Batallón de Infantería de Marina, que había sido enviado por vía marítima casi tres días antes, y que había preparado desde entonces posiciones defensivas a las afueras del recinto de Puerto Bolívar, a poco más de un kilómetro de la puerta de acceso a las instalaciones. Desplegado de una costa a la otra de la pequeña península donde se situaba Puerto Bolívar, con un frente de casi 5 km, era demasiado terreno para ser defendido de una manera eficiente por un solo batallón, más si había que dejar algunas tropas de reserva, por lo que el mando colombiano ordenó la preparación de algunos puntos fuertes que se apoyasen unos a otros, cavando bien hondo en el desértico terreno, ya que la llana orografía del paisaje, con algo de vegetación baja y algunas rancherías, ayudaba bien poco a los defensores. Estos puntos fuertes se componían de un pelotón de infantería, dotada de ametralladoras y armas anticarro además del armamento individual, rodeados de alambre de puas y unas pocas minas Claymore, antipersonal, y todavía menos anticarro. Más minas, aunque siemrpe escasas, se habían dispuesto especialmente en las zonas frente a las que no habían puntos de resistencia, tratando de encauzar el ataque enemigo hacia aquellos puntos. Tres de ellos se situaban entre la carretera y la costa sur, protegiendo el acceso al aeropuerto, otros tres estaban alrededor de la carretera principal que llegaba directamente a Puerto Bolivar, mientras de dos más se extendían hacia la costa norte. En reserva, un pelotón de infantería con unos pocos vehículos ligeros, los morteros de 81 y 120 mm, y el mando del Batallón, formando una especie de segunda línea defensiva. El comandante del Batallón hubiera preferido establecer sus posiciones principales un poco más atrás, y beneficiarse de un frente más estrecho y de las instalaciones de Puerto Bolivar como posiciones defensivas, pero eso hubiese supuesto ceder sin lucha más terreno, el aeropuerto, y disponer de una muy escasa zona de retaguardia, que hubiese significado prácticamente no tener espacio a donde retirarse o establecer los servicios necesarios tras las lineas de avanzada. También había demandado refuerzos desde el primer momento, pero a parte de munición y unas pocas minas, tan solo unos cuantos comandos fueron helitransportados para hostigar la columna enemiga que avanzaba hacia ellos. Y es que el mando colombiano, aunque conocedor de la importancia de Puerto Bolivar, pensaba que el resultado decisivo de la lucha sería más al sur, contra la poderosa columna mecanizada venezolana que avanzaba por la carretera 90.
Así, se sucedían los minutos y las horas de aquella mañana, con el constante fuego artillero de uno y otro lado, complementado en ocasiones por esporádicas apariciones de la aviación de uno y otro bando sobre los cielos colombianos. Lo primero en aparecer, con las primeras luces del día, fue una formación de dos Tucanos y un Bronco de la FAV que realizaron sendas pasadas sobre las posiciones colombianas de vanguardia, guiados por un controlador aéreo desde tierra. Provocaron algunas bajas y se retiraron por donde habían venido. Pocos minutos después, y llegando desde el mar, dos A-29 colombianos realizaron una pasada sobre la infantería venezolana, y una segunda de regreso sobre la artillería enemiga, logrando destruir un obús y un camión. Algo más tarde, apareciendo por sorpresa, dos Mi-35 Caribe venezolanos atacaron posiciones en la retaguardia colombiana, destruyendo tres morteros y un puesto de observación elevado desde donde guiaban el fuego de dichas armas. Finalmente, y antes de abandonar la zona, lanzaron una andanada de cohetes de 80 mm sobre los tres puntos fuertes cercanos a la carretera, sumiéndolos en una espesa nube de polvo. Cerca de media mañana, hizo su rápida y fugaz aparición un solitario A-37 de la FAC que lanzó una andanada de cohetes y bombas sobre las fuerzas venezolanas, justo cuando estas se preparaban para iniciar su asalto terrestre, logrando destruir un Urutú y un Defender, además de causar algunas bajas. Aunque todas las aeronaves, de uno y otro lado, intentaron ser repelidas por fuego de ametralladoras, y algunas se llevaron algún que otro impacto, todas pudieron regresar sanas y salvas a sus bases. Los pocos misiles RBS-70 venezolanos que había en la Guajira, acompañaban al Grupo de Combate “JOUTAI”, y la CAP venezolana, actuó más al sur en la batalla por el cruce de “Cuatro Vías” que se estaba desarrollando en aquellos mismos momentos.
Sobre las 11 de la mañana, finalmente se dio la orden de avanzar a las fuerzas venezolanas. Su objetivo, derrotar a las tropas colombianas y tomar Puerto Bolivar. Con la captura de este, se eliminaría una base logística enemiga a la retaguardia de las posiciones actuales, se derrotaría a una fuerza enemiga importante, y se destruiría a conciencia una instalación de gran importancia económica para Colombia, tal y como estipulaban los planes operativos de la operación “HUYA”, ya que desde allí salía hacia el exterior el carbón extraído de las minas del Cerrajón, y era, no solo el terminal carbonífero más importante del país, sino de toda Suramerica y uno de los más importantes del mundo. Con una barrera de humo lanzada por la artillería, y una orden emitida por radio, comenzó el asalto venezolano sobre Puerto Bolivar...
-”Atalaya”, “Atalaya”, aquí “Veloz 3” a dos minutos para llegar a Puerto Bolivar. ¿Tienen algo para mi? -Afirmativo “Veloz 3” - respondió el controlador aéreo desde tierra – creemos que el enemigo ha situado un nuevo puesto de observación elevado para sus morteros, tras el que ha sido destruido esta mañana – dijo refiriéndose al puesto de observación situado en la pequeña torre de control del aeropuerto que había sido atacada por la mañana por otro Mi-35 - ¿Podrían encargarse de él? -Por supuesto. Denme su posición y denlo por eliminado – dijo con confianza el Capitán Camilo Ramírez, a los mandos de su Mi-35 Caribe. -Esta situado en lo alto de una torre blanca y roja, al sur de la zona de viviendas, al este del complejo, cerca de la costa de Bahía Portete...¿lo localiza? -Un momento. – y dirigiéndose a su artillero situado delante de él, le preguntó – ¿Lo tienes Iván?
Este, observaba la pantalla LCD de su cabina donde se presentaban los datos del sistema de observación y designación de blancos OPS-24N. Iván aumentó el zoom en su pantalla y lo dirigió hacia donde le habían indicado desde tierra. No tardó mucho en localizarlo, una estructura como aquella en aquel paisaje no podía pasar desapercibida.
-Localizada. Preparo misil. -De acuerdo...“Atalaya”, tenemos el blanco. Procedemos a atacarlo. -Recibido.
El artillero centró la parte superior de la torre en su retícula, accionó los interruptores oportunos, y disparó el misil.
-¡Misil en camino! - anunció, mientras comenzaba a corregir la trayectoria del proyectil para que siguiese centrada en su objetivo mediante ordenes vía radio.
Pocos segundos después, tras un vuelo de 5 km, el misil impactó en su objetivo produciendo una pequeña explosión. Pero la estructura seguía allí, dañada, pero en pie. Ramírez no tenía la seguridad de haber acabado con el puesto de observación, y no estando dispuesto a faltar a su palabra, ordenó un ataque con cohetes a su artillero. El helicóptero estaba armado, además de con su cañón bitubo de 23 mm, con 8 misiles Ataka V (AT-9 Spiral 2), y dos lanzadores de cohetes de 80 mm con 20 tubos cada uno. El Mi-35, volaba unos 200 metros de altura, y a mas de 270 km/h, por lo que el objetivo pronto estuvo cerca del alcance de sus cohetes. Entrando sobre sus tropas de tierra, el Capitán Ramírez pudo ver como estas avanzaban sobre Puerto Bolivar, el fuego de las trazadoras de un lado a otro y explosiones de diversa potencia en lo que parecía ser la linea defensiva y atacante de ambas fuerzas.
-Objetivo centrado – anunció el artillero – disparando.
El primer cohete salió cuando el Mi-35 ya sobrevolaba posiciones colombianas, y estaba pasando por encima del aeropuerto. Aunque los cohetes no son el sistema más preciso de ataque, los sistemas de puntería estaban bien equilibrados y el artillero tenía buena puntería, más sobre un blanco de aquel tamaño, así que al segundo cohete, logró un impacto, pero lanzó un tercer, un cuarto y un quinto por si acaso. Dos más de aquellos lograron acertar en lo alto de la torre, que quedó oculta tras un buen montón de humo.
-“Veloz 3”, buen trabajo – dijo por la radio el controlador aéreo desde tierra – objetivo destruido. Ahora den la vuelta y ataquen con cohetes las posiciones enemigas cercanas a la carretera principal. ¿Pueden ver nuestras trazadoras dirigiéndose hacia las posiciones enemigas? -Afirmativo “Atalaya” - dijo Ramírez girando la cabeza a la izquierda mientras hacía virar a su helicóptero hacia la misma dirección y recibía algo de fuego antiaéreo desde abajo – pero no puedo identificar las posiciones enemigas con claridad...¿artillero?
Entonces, tres proyectiles de 7,62 disparados desde una ametralladora media, lograron acertar en el Caribe, pero su blindaje absorbió los impactos. -Estamos bien, estamos bien – dijo Iván al haber sentido los proyectiles y comprobar rápidamente los sistemas. - Creo que tengo las posiciones enemigas, al menos dos de ellas, una a cada lado de la carretera, a no mas de 100 o 150 metros de la vía ¿correcto? -Afirmativo, esas deben de ser...aguarden un segundo... -¿“Atalaya”? -¡coñ*, helicópteros enemigos!...¡Arpias en el aire hacia ustedes!
El Capitán Ramírez y su artillero quedaron sorprendidos por un instante. Elevaron la vista, y vieron como desde el suroeste, y también por encima de las posiciones venezolanas, dos oscuros helicópteros enemigos avanzaban rápidamente hacia ellos en un encuentro frontal. Aunque con el giro había perdido algo de velocidad, el Mi-35 superaba los 230 km/h mientras que los aparatos enemigos debían volar a una velocidad parecida. Iban en formación de escalón abierto, con el punto más retrasado y a la izquierda de su líder. Los dos Arpías se aproximaban al frente de batalla con ordenes de atacar a las tropas terrestres venezolanas, cuando desde tierra fueron informados que un Mi-35 estaba en la zona. El comandante de la misión decidió que no podían arriesgarse a completar su misión original, mientras el helicóptero enemigo estuviera por allí, por lo que ordenó enfrentar antes esa amenaza.
-¡Camilo, se acercan rápidamente! -Tranquilo, vamos a por ellos. Lanza el misil con cabeza expansiva. -Recibido.
De los 8 misiles que armaban al Mi-35, uno de ellos iba equipado con una cabeza expansiva para su uso contra blancos aéreos, principalmente helicópteros. Pero el proceso de lanzamiento requería de unos instantes antes de poder disparar el misil, y el primer helicóptero colombiano que se acercaba, parecía que no estaba dispuesto a concedérselos. El Capitán Ramírez pudo ver como comenzaban a salir cohetes y fuego de ametralladora pesada de sus semialas.
-¡Date prisa, que...! -¡Misil fuera! - dijo el artillero antes de que su piloto acabara la frase.
Por suerte para el helicóptero venezolano, en aquel encuentro frontal, su aparato presentaba un blanco muy estrecho contra la munición no guiada de su contrincante, y los proyectiles, disparados por lo más, a gran distancia, fallaron en encontrar su objetivo. Al poco, el Ataka V llegó a las cercanías del Arpía III y su cabeza de guerra detonó, lanzando fragmentos de metal incandescente en múltiples direcciones, y pese a la violenta maniobra evasiva de última hora realizada por el piloto colombiano, varios fragmentos alcanzaron el aparato. Este comenzó a dejar tras de si una estela de humo, a la vez que perdía altura y viraba a la derecha, envuelto en llamas. La tripulación del Caribe estaba absorta en el encuentro, y cuando vieron como el Arpía era alcanzado y comenzaba a descender y a girar, no pudieron evitar un grito de júbilo, pero aquello, les había hecho perder de vista al segundo helicóptero enemigo. Este, se había abierto a la izquierda de la senda de vuelo del encuentro frontal, mientras ascendía por encima del Caribe. Cuando Ramírez lo volvió a localizar, estaba casi cruzándose con ellos, a su derecha y a más altura. Entonces se el heló la sangre al ver como desde el portón del Arpía, una ametralladora pesada servida por un artillero, escupía una enorme cantidad de proyectiles hacia su aparato. Inmediatamente, realizó un brusco giro a la derecha, tratando de ponerse debajo de su adversario e impedir que este le siguiera disparando, pero entonces el Mi-35 recibió varios impactos. Proyectiles perforantes del 12,7 disparados por la ametralladora pesada GAU-19 del Arpía impactaron en varias zonas del Caribe. Estos proyectiles, que habían sido cargados pensando en los blindados venezolanos, serían una buena baza contra el blindaje del Caribe. Pese a todo, el Capitán logró terminar su giro, aunque el Arpía había comenzado a girar a su vez, tratando de encontrar una posición ventajosa en la cola de su adversario, como si de un “dogfight” entre cazas a reacción se tratara, ya que aunque en las películas quedaba muy bien la táctica de ocultarse y tender emboscadas a otros helicópteros, en la realidad, un combate entre este tipo de aeronaves, se parecía más a un combate aéreo cercano entre cazas que otra cosa. Se trataba de no perder de vista al enemigo, de conservar la energía del aparato, de aprovechar al máximo las posibilidades del helicóptero, de mantener una ventaja en altitud y velocidad, y sobre todo, mantener la mejor percepción situacional por parte del piloto.
Y en eso estaban ambos pilotos, tratando de maniobrar para impedir disparar al enemigo a la vez que intentaban centrarlos en sus visores de puntería, cuando el Caribe recibió otra ráfaga.
-¡coñ*! ¡La puta que parió …! ¡Perdemos fluido hidráulico, los mandos se están volviendo más rígidos! – informó Ramírez a su artillero.
El piloto luchaba por controlar su aparato, mientras intentaba dar un giro de 3 G y ascendía, aplicando más potencia a los motores, para tener un angulo de tiro favorable con el cañón bitubo. El Arpía no se lo ponía fácil y seguía girando por encima suyo y con el artillero lateral escupiendo fuego. Entonces, el piloto venezolano invirtió el giro, y logró sorprender al helicóptero colombiano, al que tuvo a tiro durante tres o cuatro segundos, suficientes para que Ramírez utilizara su cañón y disparase una larga ráfaga. Tres proyectiles se abrieron paso a través del blindado piso del helicóptero. Uno acabó con el artillero que les estaba dando tantos problemas, el segundo destrozó el sistema de alimentación de la GAU del otro lado, y el último, se alojó en la zona de las turbinas, dañándolas y haciendo que el aparato perdiera potencia.
El Caribe logró alejarse algo y colocarse a la altura del Arpía, pero los mandos cada vez respondían menos y vibraban enormemente.
-Vamos, vamos, aguanta un poco pequeñín... -¡Cuidado Capitán! - advirtió el artillero – ¡está disparando cohetes!
El Arpía ahora comenzaba a descender y perder velocidad rápidamente, pero había logrado situarse con un angulo de tiro para usar sus armas frontales, y comenzó a disparar todas sus armas que colgaban bajo sus semialas. El Mi-35 intentaba lograr maniobrar a su vez, girando y presentando un blanco frontal más pequeño, pero justo antes de lograrlo, un cohete de 70 mm lo alcanzó en la rueda trasera izquierda del tren de aterrizaje, destruyéndola y destrozando el semiala que había justo encima de ella, con el armamento que portaba. Entonces el Caribe se tornó ingobernable, y el Capitán Ramírez comenzó a perder el control del helicóptero. Perdió de vista al Arpía y centró todos sus esfuerzos en tratar de realizar un aterrizaje de emergencia. Sin una rueda del tren de aterrizaje, con una semiala muy dañada y casi sin fluido hidráulico, el aparato cayó casi como una roca, y tan solo la pericia de Ramírez y la legendaria robustez del aparato ruso, lograron salvar la vida a su tripulación tras impactar con el suelo. Pero aunque salvaron la vida, ambos tripulantes quedaron malheridos dentro de sus cabinas blindadas, esperando que llegara ayuda para poder salir y recibir tratamiento para sus heridas. Por suerte para ellos, habían caído tras las lineas venezolanas, y pronto serían rescatados y recibirían cuidados médicos. Pero el segundo Arpía tampoco pudo disfrutar de su victoria sobre el Caribe durante mucho tiempo, ya que sus motores habían sido dañados y apenas aguantaban para mantener el helicóptero en el aire, y pronto se vio abocado también a realizar un aterrizaje forzoso. Por suerte para la tripulación del Arpía, pudo maniobrar lo suficiente y desplazarse hasta llegar tras las lineas colombianas, cerca de las instalaciones de carga y descarga del puerto, donde finalmente tocó tierra. Del primer Arpía, solo quedaba una columna de fuego y humo, y los restos del rotor de cola, como una negruzca mancha en medio del desierto. Desde que ambas formaciones se localizasen visualmente, el encuentro aéreo no había durado más de 70 segundos. Así de furiosos, rápidos y excepcionales eran los encuentros aéreos entre helicópteros.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
Mientras las “aves de presa” combatían en el cielo, las fuerzas venezolanas avanzaban hacia las posiciones colombianas. El combate fue confuso y furioso. El humo que la artillería venezolana había lanzado para cubrir el avance de sus tropas se estaba estancando en la zona, y unido a todo el humo y polvo que levantaban las explosiones y el fuego de todas las demás armas, la visibilidad quedó rápidamente reducida. Los blindados trataban de disparar desde larga distancia para no exponerse demasiado a las armas anticarro, mientras que el fuego de ametralladoras y morteros de los defensores, obligaba a la infantería venezolana a guarecerse cada pocos metros. El mando venezolano sabía que había minas protegiendo las lineas enemigas, pero no tenían la localización exacta de todos los campos, por lo que cuando algunas tropas llegaron a ellos, sufrieron varias bajas antes de que los zapadores que acompañaban a la infantería, se dedicasen a abrir pasos en ellos. El combate se extendió por espacio de casi una hora, antes que el comandante del Batallón venezolano diese la orden de replegarse. Las fuerzas colombianas todavía no estaban lo suficientemente desgastadas, y que pese a que tenía orden de terminar con la resistencia en Puerto Bolívar lo antes posible, creyó que el precio a pagar por continuar el ataque sería muy alto para sus hombres. Debían reagruparse, continuar con el bombardeo y los ataques aéreos al menos durante una o dos horas más, y luego hacer otro intento. Ahora ya tenía una idea más exacta de la fortaleza de las posiciones enemigas, de sus campos minados y de su estrategia. Debía usarlo para que el segundo ataque tuviera éxito. Por su parte, los soldados colombianos estaban tensos y cansados, pero exultantes por haber repelido el asalto enemigo. La confianza entre ellos había crecido, pero su comandante sabía que su posición seguía siendo precaria. Durante la siguiente hora y media, se continuó machacando las posiciones colombianas, con artillería y otro ataque aéreo realizado con dos Tucanos y un Mi-17, especialmente este último, hizo un buen trabajo con sus cuatro lanzadores de cohetes de 80 mm, produciendo varias bajas en los dos puntos fuertes situados más al norte.
Cuando el Batallón reforzado venezolano de Infantería de Marina volvió a avanzar, esta vez la artillería lanzó menos humo delante de las posiciones enemigas, y más explosivos sobre las cabezas de los defensores colombianos. Con los campos minados ya detectados, e intuyendo o conociendo su escasa profundidad, los infantes avanzaron a la par que los blindados, y junto a ellos los zapadores. También está vez, el comandante venezolano introdujo otro cambio en el ataque, y en vez de presionar en toda la línea, mandó fuerzas menores contra las posiciones más alejadas de la carretera, centrándose los esfuerzos del ataque en tomar las posiciones centrales del dispositivo enemigo. La lucha fue más enconada si cabe que el anterior ataque, y las bajas iban en aumento en los dos bandos, aunque los colombianos, bien protegidos en sus puntos fuertes, resistían bien, pese a su inferioridad en hombres y poder de fuego. Conforme pasaban los minutos, el asalto parecía haber vuelto a estancarse, y aquello no era bueno para el comandante venezolano. Vociferó ordenes por radio y arengó a sus hombres a seguir adelante, tenía que poner de nuevo en marcha el ataque. La lucha contra los puntos fuertes que defendían la carretera se desarrollaba ya a muy corta distancia, y las bajas, entre muertos y heridos, aumentaban rápidamente. Mientras buscaba nuevos cursos de acción para romper las posiciones enemigas, recibió en su puesto de mando un mensaje de las tropas que combatían contra la posición más septentrional del dispositivo colombiano. En él, un joven Teniente le informaba que aquel puesto parecía estar más dañado y en peores condiciones que los demás, y creía que un ataque decidido, podría tomarlo y continuar más allá. Tras valorarlo durante unos instantes, se dio la orden de que todos los blindados se redesplegaran hacia allí, a la vez que mandaba la reserva de infantería, que en forma de una compañía ad hoc, había formado con el centenar de hombres sacados de otras unidades, y que era el as que se había guardado en la manga. Cuando la maniobra se completó, el comandante ordenó que todas las bocas de fuego de su artillería se concentraran sobre aquel punto. Por su parte, el comandante colombiano vio el nuevo despliegue enemigo mientras se desarrollaba y trató de reforzar la posición a la que parecía que se dirigían los blindados enemigos. Pero el envío de soldados, chocaba con el fuego graneado de morteros y ametralladoras pesadas, que dificultaban y ralentizaban su llegada desde otros puntos fuertes. El mando dudaba si emplear sus exiguas reservas allí, o mantenerlas donde estaban. Si las posiciones eran rebasadas, aquel pelotón, debía ganar tiempo para que las demás fuerzas se retiraran a las nuevas, ya dentro del complejo de Puerto Bolivar. Al fin, los blindados y algunas fuerzas de infantería acometieron el asalto contra la más septentrional de las posiciones colombianas. En un principio parecía que se iba a seguir la tónica de los combates de todo el día, pero en un momento dado, la defensa colombiana comenzó a ceder. Aquellos hombres habían sido muy castigados, y algunos cohetes y proyectiles lanzados durante el día, habían producido muchas bajas. Además, los puntos fuertes más al norte, eran los más alejados entre si, por lo que el apoyo mutuo era menor. Los venezolanos habían detectado efectivamente el eslabón más débil de las posiciones colombianas. Los infantes de marina colombianos supervivientes y que estaban en condiciones de moverse, comenzaron a salir de su puesto conforme los blindados se acercaban más y más. Algunos se dirigieron al puesto defensivo contiguo al sur, pero la distancia era muy grande y las armas enemigas ya los buscaban. La mayoría retrocedió hacia nuevas posiciones en la retaguardia, aunque también fueron perseguidos por los cañones y ametralladoras venezolanas. Anticipando el éxito de aquél asalto, se había ordenado que la mitad de los hombres que atacaban el centro del despliegue colombiano, se retirase y fuera enviado mediante camiones a donde estaba a punto de caer la posición enemiga, y por lo tanto, no solo las fuerzas de la primera oleada del asalto lograron tomar el punto fuerte y continuar avanzando, sino que contaban ya con el respaldo de fuerzas de infantería significativas, que llegaban justo detrás de ellas.
Ambos comandantes comprendieron que aquel era el punto álgido de la batalla. De lo que pasara en los próximos minutos dependería el desenlace de la lucha. Del lado venezolano se veía la excelente oportunidad de rebasar las lineas colombianas, adentrarse en su despliegue, tomar su Cuartel General, sus suministros y rodear los restantes puntos fuertes. Pero la Infantería de Marina colombiana no estaba dispuesta a colaborar, y pese a lo confuso de la situación, finalmente se dio la orden de replegarse hacia las nuevas posiciones defensivas dentro del complejo. Aquella era la segunda y última linea de defensa. Pero para que los colombianos llegaran a ellas, se debía ganar tiempo. El pelotón de reserva fue enviado inmediatamente a enfrentarse a las fuerzas que ahora avanzaban ya por los primeros metros del complejo, mientras que todos los morteros supervivientes colombianos dirigían su fuego contra aquellas tropas venezolanas. En un golpe de suerte para el mando colombiano, una pareja de aviones A-29 llegó en aquel preciso momento, ametrallando, bombardeando y “coheteando” a la vanguardia enemiga, produciendo algunas bajas y obligándola a detener su avance. El pelotón de reserva tomó contacto con los atacantes y en su lucha desesperada contra fuerzas superiores, lograron retrasar el avance enemigo lo suficiente para permitir que la mayoría de sus compañeros de armas lograsen llegar a sus nuevas posiciones, aunque esa no fue una maniobra exenta de bajas. Finalmente, el destrozado pelotón con poco más de la mitad de sus efectivos originales, logró retroceder y unirse a los demás en la nueva linea defensiva. Por aquella acción, un suboficial recibiría la Orden Militar de San Mateo a titulo póstumo, y el Teniente al mando y uno de sus soldados recibirían la Orden “Antonio Nariño” por sus actos de valor frente al enemigo. Las nuevas posiciones colombianas se extendían algo más de 3 kilómetros, y tenía algunas instalaciones en la zona de la carretera y pequeñas edificaciones al sur, quedando de nuevo la zona norte como la menos adecuada para la defensa. La profundidad de las posición colombiana era ahora de poco más de 2 kilómetros y medio.
Las fuerzas venezolanas se vieron obligadas a detenerse tras completar el repliegue los colombianos, para reagruparse, municionarse y descansar brevemente. De nuevo se llamó a los Caribes para que echasen una mano, mientras se estudiaba el nuevo curso de las acciones a emprender. Mientras tanto, la artillería continuo lanzando proyectiles contra las posiciones enemigas, pero está vez fueron menos, ya que los proyectiles comenzaban a escasear tras todo el día haciendo uso de ellos. También algunos tubos comenzaban a dar problemas por su intensivo uso, y las exhaustas dotaciones de las piezas no podían seguir con el mismo ritmo. Pero la pausa también fue aprovechada por el comandante colombiano. Dado lo difícil de su situación, contactó con el Cuartel General de Suárez para reportarse, y fue el mismo General quien ordenó que no se resistiera a ultranza, y que llegado el caso, tratara de evacuar al mayor número de sus hombres. Al General le dolía dar aquella orden, pero dado el curso de los acontecimientos en todo el Teatro de Operaciones, lo consideró lo más correcto. En parte, aquel Batallón de Infantería de Marina había cumplido con su objetivo, y no tenía sentido sacrificarlo si no había posibilidades de resistir, por lo que dio libertad de acción a su comandante para actuar como considerase más oportuno conforme a las directrices marcadas. El comandante colombiano, tras consultar con sus subordinados, ordenó estar preparados para un posible reembarque e inició los preparativos para que una pequeña flotilla de embarcaciones de todo tipo que incluía remolcadores, pequeños patrulleros, unos pocos pesqueros e incluso un pequeño tanquero, y que aguardaba a pocas millas mar adentro en espera de una situación así, se acercara a la costa amparados en la creciente oscuridad, con instrucciones de llegar a puerto y embarcar a las tropas si la orden era dada.
Durante la pausa, la tarde había dado paso a la noche, y apenas algunos rayos de luz se escapaban del horizonte cuando la Infantería de Marina venezolana comenzó su nuevo ataque, mientras los Caribe se retiraban tras agotar su munición y dejando un rastro de destrucción a su paso. La fuerza atacante era ahora bastante más reducida que cuando inició su primer ataque por la mañana, sus bajas alcanzaban casi el 30% y la mitad de sus blindados habían sido destruidos o necesitaban reparaciones. El cansancio hacía mella entre los hombres, y el ímpetu ofensivo se resentía algo. Pero pese a todo, y como fuerzas de élite que eran, se sobreponían y continuaban atacando una y otra vez. Los defensores estaban igualmente agotados, y aunque luchaban con la fuerza de la desesperación al saber que tras de si estaba el mar, o una incierta operación de reembarco en el mejor de los casos, sus bajas también habían sido altísimas, y se aproximaban a un tercio de sus efectivos totales. Las nuevas posiciones carecían de la resistencia de las abandonadas, así como de los campos minados, y en general eran mucho más precarias.
Los infantes de marina venezolanos volvieron a realizar la misma táctica del último ataque, y mientras un puñado de soldados mantenía ocupados a los demás defensores colombianos, el grueso de los atacantes con sus blindados, volvieron a atacar la zona norte, menos protegida. Los colombianos enviaron pequeñas partidas de hombres a reforzar aquella posición, pero no eran suficientes, ni contaban con el suficiente poder de fuego para detener a los atacantes por mucho tiempo. Sus armas pesadas también comenzaban a resentirse de su excesivo uso, y la munición comenzaba a escasear. Llegados a ese punto, se dio finalmente la orden de reembarque para las fuerzas defensoras. Un reembarque de fuerzas mientras se está en contacto con el enemigo es una de las operaciones militares más arriesgadas y peligrosas que existen, y aquella se iba a realizar de noche y con toda suerte de pequeñas embarcaciones. Por suerte, los infantes de marina no eran unos desconocedores de las operaciones de embarque en buques, lo cual mejoró notablemente sus posibilidades, así como la oscuridad, que si bien era un handicap, también significaba una oportunidad para tener menos bajas por el fuego enemigo. Todo comenzó cuando las embarcaciones se fueron acercando al puerto, primero las pequeñas patrulleras de la Armada, seguidas por el pequeño tanquero y luego el resto de embarcaciones. Su destino era la bahía de la Media Luna, y en ella, el muelle del puerto, el muelle de carga del carbón e incluso alguna playa a donde llegarían las barcas que recogerían a los soldados. Las fuerzas de tierra comenzaron a “desengancharse” del enemigo. Primero las tropas del sur y el centro de las posiciones defensivas, las menos hostigadas, siempre dejando un pequeño grupo de voluntarios con un buen número de armas y casi toda la munición restante para seguir dando sensación de número, mientras que sus compañeros se escabullían en silencio y amparados por la oscuridad. En el norte se intentaba hacer algo parecido, pero el ataque enemigo era más contundente, y se hubo de ceder algo de terreno a la vez que se iban perdiendo soldados al replegarse estos. Finalmente se llegó a ocupar tan solo una cabeza de playa de poco más de un kilómetro de profundidad y kilómetro y medio de longitud. Por supuesto, y aunque en un principio no fueron evidentes las intenciones colombianas, los venezolanos se dieron cuenta de lo que pretendía el enemigo más pronto que tarde, y trataron de imprimir mayor ritmo a su ataque. Mientras los primeros soldados comenzaban a llegar a las embarcaciones que eran acosadas por las explosiones de algunos obuses que caían cerca de ellas, el combate en tierra se tornó de una fiereza tal, que después de la guerra se consideraría uno de los episodios más violentos y trágicos, por el número de bajas, de todo el conflicto. Pero la suerte estaba echada. Los últimos combates tuvieron lugar entre las grandes montañas de carbón que había cerca de la zona de carga, entre la vía férrea y los muelles, y fue allí donde el comandante colombiano, herido, y mientras veía alejarse al último de los patrulleros con algunos de sus hombres, y a un remolcador ardía en llamas en el muelle, ordenó el alto el fuego a sus tropas. Ya no tenía sentido seguir perdiendo vidas, la lucha debía concluir allí. Menos de doscientos soldados colombianos fueron los que lograron salvarse del cautiverio, a bordo de las embarcaciones que les habían rescatado en el último momento, llegamdo cuatro horas después a Manaure, donde se unirían a las tropas colombianas en la ciudad. Mientras, los infantes de marina venezolanos culminaron su victoria y la toma de Puerto Bolivar. Organizaron la evacuación de los prisioneros hacia la retaguardia, a territorio venezolano, mientras los zapadores se dedicaban a sabotear y destruir a conciencia las instalaciones industriales, logísticas y de cualquier tipo que pudiera dificultar la puesta en marcha de nuevo de aquella salida al mar para las minas de carbón de Cerrajón. Los agotados infantes tomaron posiciones defensivas para pasar la noche, y aunque nadie contaba que los colombianos contraatacaran, los comandos enemigos colombianos se estaban ganando rápidamente la reputación entre los venezolanos de atacar en los lugares menos esperados y a las horas más intempestivas, así que su merecido descanso se vio algo alterado por aquello. También la fatiga acumulada, el estrés y el recuerdo de la fiereza del combate y de los compañeros caídos, perturbó a los soldados venezolanos durante la noche. Pero pese a todo, suya había sido la victoria, y aquello era algo por lo que también se sentían eufóricos, y aunque hubiesen querido descansar y reponerse en aquel lugar durante al menos un día, la guerra no suele permitir semejantes lujos al fatigado combatiente de a pie, y en pocas horas, volverían a ser llamados a la lucha.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
Interesante relato, Sólo tendría una observación. En el relato se menciona que las fuerzas colombianas sólo disponían de morteros medianos y pesados y que estaban en condiciones de inferioridad frente a las fuerzas venezolanas que disponían de morteros y de obuses (de mayor alcance). Qué pasa entonces con el alto número de obuses de 105 mms (M-101) de que disponen las fuerzas colombianas (viejitos pero igual de viejos que los obuses venezolanos)
por lo que he podido leer, la Infantería de Marina colombiana no posee ninguna unidad de artillería, ni obuses de 105, solo morteros, de ahí lo expuesto.
Saludos.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
Felicitarte Flanker primero por tu tricolor medalla que ahora luces orgulloso en la pechera y bueno que otra mas que pedir que sigas con el suministro de la "buena" saludos.
"Con el puño cerrado no se puede dar un apretón de manos"
Hombre Andrés, así va a ser absolutamente todo el relato, es simple, donde Colombia tiene absolutamente toda la ventaja igual va a perder (V.b. aparece un buzo salido de alguna alcantarilla o algo), y donde tiene desventaja (ataque aéreo vs Sukhoi) pues simplemente pasa lo que tiene que pasar..., donde la situación es equilibrada (Mi35 vs Arpía) igual ellos van a ganar, ¿qué pensaba?...
Mientras un ataque por acá y uno por allá para que no se piense que el relato está cargado...
Este relato es cansino y absolutamente largo para un resultado que se conoce de antemano, podemos terminar señalando, y chávez entra triunfal en Bogotá en su caballo blanco, y tras él, un tiuna con una jaula llevando a Uribe, mientras el pueblo colombiano totalmente extasiado en un estado orgásmico vitorea al nuevo lider..., y algunos se orinan con ideas como ¡atacaron mi refinería! ahora si van a ver...
En fin..., es una ucronía, la idea de una guerra entre venezuela y Colombia narrada por aguien llamado ¡Flanker!..., igual se pudo llamar Tiuna o chávez directamente...
GUARIPETE escribió:Felicitarte Flanker primero por tu tricolor medalla que ahora luces orgulloso en la pechera saludos.
Muchas gracias Guaripete, y a ustedes por leerlo y proponerme.
Andrés Eduardo González escribió::cool: Sí, claro, disfruten mientras puedan...
Soy una tumba y no pienso adelantar nada...
TiunaVE escribió:Por cierto amigo, por favor no te olvides de los combates en la frontera entre Ecuador y Colombia los cuales estaban muy interesantes también. Saludos.
Hola Tiuna. No, no se preocupe, no me olvido, solo que esta vez irán al final de que cuente del día 7 de marzo.
Carlos Bautista escribió:En fin..., es una ucronía, la idea de una guerra entre venezuela y Colombia narrada por aguien llamado ¡Flanker!..., igual se pudo llamar Tiuna o chávez directamente...
Discúlpeme y sin animo de polemizar, pero su mensaje me ha hecho sonreír...solo dos cosas: lo del nick, fue porque en su día, cuando me registré, no estaba libre el de Fulcrum que era mi primera opción, así que seguí por la corriente de cazas sovietico/rusos, por lo que siguiendo su razonamiento, bien podría haberme llamado GAZ69 o Putin. Obviamente, y si mira la fecha de mi registro, comprenderá que en esa fecha, Venezuela ni había adquirido los Su-30. Y lo segundo, es que yo me pongo a escribir y a imaginar situaciones "belicosas", quizás demasiadas, y a lo mejor está quedando un poco largo, ... ¿debería acelerarlo un poco más, resumiendo algunas cosas?
Saludos.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
No Flanker. No resumas nada. El trabajo que estas desarrollando para esta ucronia es excelente. De la forma que escribes, lo transporta a uno al sitio mismo de los combates. Yo tambien espero para leer a cerca de los eventos en la frontera sur de Colombia. Saludos cordiales.
AVIADORES DEL BRAVO ECUADOR.
SOBRE SELVAS, VOLCANES Y MARES.
NO HAY ALAS QUE VUELEN MEJOR !
Y lo segundo, es que yo me pongo a escribir y a imaginar situaciones "belicosas", quizás demasiadas, y a lo mejor está quedando un poco largo, ... ¿debería acelerarlo un poco más, resumiendo algunas cosas?
No señor Flanker, Tiuna o chávez directamente Usted Continuar con su loable labor de escribidor, que si el amigo se "pico" pues que se rasque, no por nada tirios y troyanos le reconocen la fabulosa Ucronia con que nos viene entreteniendo desde hace bastante rato, si el señor Carlos Bautista no le gusta su prosa, pues yo propongo que de plano el mismo escriba su versión y todos contentos, lo que si no estoy muy seguro es que tendrá el innegable éxito que tiene esta, y ganara los reconocimientos que hasta ahora le adjudican al forista Flanker media comunidad forera del FMG, no me crees Carlos? asómate a las postulaciones de medallas del cuatrimestre pasado y suma la cantidad de menciones al forista Flanker hechas hasta por el "gato con botas". y si todavía no estas conforme date una vueltica por sus otras ucronias en los hilos de Fuerzas navales y aéreas del mundo. saludos.
"Con el puño cerrado no se puede dar un apretón de manos"