GIBRALTAR, 15 de septiembre de 1914Sir Herbert Miles revisaba por enésima vez las defensas de Gibraltar. La situación era por supuesto descorazonadora. Únicamente tres batallones de infantería, y el equivalente a 3 compañías de fortaleza, y dos baterías de artillería, a las que se unían algunos servicios, debían enfrentarse al poder del ejército español, que si bien se estaba concentrando en el norte, sin duda trataría de realizar alguna acción decisiva en el sur. Ciertamente el alto mando confiaba en que la inexpugnabilidad de la roca les proporcionaría el tiempo preciso para enviar ayuda por mar, pero él, buen conocedor de los adelantos técnicos de las últimas décadas, no estaba tan seguro. Solo veinte años atrás no parecía haber ninguna arma capaz de destruir las defensas de la roca y permitir el asalto, pero hoy día los modernos cañones y obuses de sitio eran capaces de colocar proyectiles de cientos de libras en el peñón y volatilizar las baterías. Era pues necesario acelerar los preparativos y alistar a cuanto varón estuviese dispuesto a empuñar un arma a la espera de los refuerzos… si llegaban.
-Capitán Everet. Quiero que reclute a todos los varones de la colonia. Deben acudir inmediatamente a ayudar a completar las defensas. –Estaba diciendo a su ayudante. –
A continuación diríjase al puerto, y compruebe que las torpederas y los submarinos están preparadas para hacerse a la mar de inmediato. –Continúo refiriéndose a las unidades navales asignadas al peñón: La vieja corbeta reconvertida en tender HMS Rapid, junto a los sumergibles B-6, 7, y 8, así como 10 modernos torpederos de unas 70 toneladas, Tb-83, 88, 89, 90, 91, 92, 93, 94, 95, 96, y 97.
-Sir, ¿Debemos ordenar la evacuación de los medios navales? –Preguntó ahora el capitán Everet, también convencido de que las defensas podrían ser insuficientes, sin duda preocupado por la posibilidad de que estas unidades fuesen destruidas o capturadas.
-No, Everet. El día 11 la escuadra española de Cádiz cruzo de nuevo al mediterráneo (1). Sin duda estarán esperando por si tratamos de evacuar rumbo a Malta como prueba ese dirigible que hace días no se mueve de nuestra vertical, y como el resto de escuadras estarán en Cádiz por si tratamos de dirigirnos a Gran Bretaña vía Portugal, tampoco podemos retirarlas por dicha zona. Esperaremos al apoyo enviado por las fuerzas navales del mediterráneo para retirarlas.
-Como usted ordene mi general. Ayer informamos al almirante Milne sobre la actuación de los cañoneros españoles (2) y el probable minado del estrecho al sur de Punta Carnero. Según nos comunicó, se dirige hacía aquí con dos de sus cruceros de batalla, aunque no llegara hasta dentro de 3 ó 4 días pues deberá carbonear en Malta y reunirse con alguna unidad francesa.
-Magnifico, capitán. –Respondió Miles antes de proseguir.
–Vayamos a comprobar las posiciones de la artillería, capitán, y luego quiero ver otra vez el recuento de provisiones.----------------------------------------------------------------------------------
No lejos de allí, al otro lado de la frontera, los trabajadores civiles movilizados a tal efecto por fin habían concluido su trabajo. Durante 5 días, cientos de trabajadores contratados en la zona del campo de Gibraltar, habían excavado sendas trincheras de 4 metros de profundidad y 5 de ancho a lo largo de más de 5 km. Tras ellos, sendos equipos de ferrocarriles construyeron una vía férrea que enlazaba dichos ramales con la línea ferroviaria Algeciras cerca de Taraguilla, extendiéndola hasta las cercanías de San Roque.
Ahora, con las grandes obras por fin finalizadas, en parte gracias a los dinamiteros, y obreros, y en parte gracias a los grandes tractores del ejército, los trenes de artillería por fin podían emplazarse en sus posiciones fortificadas. Al atardecer, dos grandes obuses de 305mm
(3) estaban en posición de abrir fuego sobre la Roca.
Tras inspeccionar las posiciones de la artillería ferroviaria, el Tte. coronel Joaquín Argüelles de los Ríos decidió que esperaría al amanecer para iniciar el bombardeo. Si, esas posiciones eran magnificas para la artillería, aun si los británicos lograban responder al fuego de artillería con acierto, las trincheras concederían una buena probabilidad de supervivencia a las piezas. Era el momento de acumular más municiones y suministros antes de pasar al ataque, se dijo segundos antes de impartir las órdenes oportunas.
Al amanecer iniciaría el bombardeo de la fortaleza con las piezas de 305, corrigiendo el tiro por medio de un dirigible asignado a su cuerpo de ejército. Este ataque sería acompañado por la acción de 6 aeroplanos destinados a la zona, con los que trataría de bombardear puntos selectos que por la difícil orografía de la zona, quedaban fuera del alcance de la artillería. Además la marina había puesto a su disposición varias docenas de lanchas teledirigidas, con las que ayudaría a saturar las defensas del peñón sin arriesgar tropas propias, aunque a fuer de ser sincero, en Cádiz esperaban las escuadras de operaciones 2 y 3 por si era precisa su intervención.
Tan solo cuando considerase que las defensas del peñón habían sido castigadas lo suficiente, el general Julio Ardanaz Crespo ordenaría a su infantería pasar al asalto, por supuesto tras una dura barrera de artillería de campaña encargada de destrozar a los defensores. Para ello contaba con la 21 división de infantería, apoyada por la artillería de sus dos brigadas. En este caso, la artillería pesada del cuerpo de ejército había sido enviada junto al resto del cuerpo de ejército rumbo a Cataluña, para desde allí pasar a Francia. Esperaba que su cuerpo de ejército actuase con acierto hasta que pudiese reincorporarse a su mando, él, de momento, debía cumplir con la parte que los planes de guerra le asignaban.
- El día 8 había llegado a Cádiz donde se concentraron las 3 escuadras de operaciones en previsión de un posterior viaje a Japón. Al no ser atendidos los requerimientos españoles sobre el tema, las fuerzas se dividieron una vez más para acometer diferentes misiones. Ya hemos visto el ataque a Casablanca.
- María de Molina, Marques de la Victoria, Recalde, Juan Díaz de Solís.
- Cañones M-1895 capturados en la guerra del 98. Peso del cañón 52tn, alcance 26.000mts, proyectil 470kg, carga de proyección 144kg de pólvora.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.