AMBARÈS ET LAGRAVE, cerca de Burdeos, 24 de septiembreEl sargento Juan Vilanova volaba esa mañana en un BCD-1, un aeroplano mucho más moderno y potente que aquel Bleriot XI con el que empezase a volar 3 años atrás en Valencia. Quien le iba a decir entonces que la incipiente industria, o más bien taller aeronáutico que trato de montar junto a su hermano, acabaría siendo absorbido por el ejército y él mismo se convertiría en profesor de la incipiente escuela de aviación durante unos meses, hasta que el ejército tuvo sus primeros profesores y él pudo regresar al taller que servía para mantener los aviones del ejército.
El estallido de la guerra europea había significado su movilización e inmediato traslado a Navarra, donde se constituyó un grupo aéreo al mando de otro piloto movilizado, el también valenciano Joan Olivert. Tal vez debido a ser un grupo eminentemente movilizado, la disciplina era escasa, y nada parecida a la que recordaba de sus años de servicio militar. Empero su labor durante la ofensiva había sido constante, participando en misiones de ataque y reconocimiento casi a diario. Al menos hasta ahora que el avance por fin se había detenido, con lo que por fin habían logrado un respiro permitiendo al ingeniero de su grupo aéreo, su amigo Luís Acedo
(1), dirigir las tareas de mantenimiento con mayor eficacia.
Las misiones sin embargo continuaban, centrándose ahora en misiones de reconocimiento a lo largo del río Garona para detectar cualquier intento de cruce o de establecer una pasarela permanente por las fuerzas francesas. Esa misma mañana estaba volando en compañía de su amigo Adanez sobre la vertical del río, cuando divisaron a lo lejos un avión francés volando en solitario…¿Un Caudron?
El avión reconstruido ya en Madrid.-¡César! –Grito tratando de llamar la atención de Adanez. -¡Cesar! –Repitió hasta que este volvió su cabeza hacia él, momento en el que le indico con las manos que quería girar hacia la izquierda y descender hacia el avión francés, indicándole con un gesto perentorio la ametralladora frente a él. Sin duda César lo entendió, pues el mismo acciono la palanca de montar de su ametralladora, preparándose para seguirlo en el loco descenso que realizaron a continuación para, mediante un tirabuzón
(2), colocarse al lado del piloto francés.
El piloto francés no tardo en localizarle en su loca acometida desde su izquierda, realizando una abrupta maniobra para alejarse de él que hizo que fallase los disparos sobre el avión… poco después un nuevo intento de aproximación se acabó con el mismo resultado, al igual que los dos siguientes…¡Dios, que difícil era acertar a ese maldito aparato tan rápido! Se dijo.
Sería su amigo César el que acabaría solucionando el asunto poco después. Este se había mantenido medio expectante, limitándose a interponerse en el camino de huida del francés si era necesario, y observando detenidamente el desarrollo de la acción. Sería tras el que era el quinto intento de destruir el avión enemigo que realizaba Vilanova, cuando César se colocó discretamente tras el avión francés, acercándose rápidamente a este…
Sí, medio exclamo Vilanova, desde ahí no puede verte… dicho y hecho, César siguió al avión francés pese al giro que este imprimió hacia la derecha, momento en el que empezó a disparar sobre el Breguet alcanzándolo visiblemente. Inmediatamente el avión francés empezó a caer en barrena yendo a estrellarse en las afueras de Izon.
César Adanez había estado contemplando detenidamente los intentos de su amigo Vilanova de acabar con el piloto francés, contentándose con actuar en una o dos ocasiones para impedir la huida de este. No por ello se mantuvo ocioso, pues contemplando la evolución del combate fue sacando sus primeras conclusiones. Atacar de lado era casi inútil, pues el piloto francés podía romper el contacto virando hacia el lado contrario o incluso hacia el lado del ataque mientras descendía, en una maniobra imposible de seguir por el atacante que recibía unas fuerzas descomunales en su frágil aparato. Sí, sin duda debía ser mucho mejor colocarse tras él, pensó, de esa forma podría seguir cualquier maniobra que realizase el francés hasta lograr colocarse en la posición adecuada para disparar…
Con esa idea en mente, en cuanto vio su oportunidad se colocó justo tras el piloto francés, siguiéndolo en un abrupto giro que realizó hacia la derecha. Desgraciadamente para este piloto las prestaciones del avión BCD eran superiores, y no tardo en acortar distancias hasta 50 ó 60 metros, momento en el que alineo su avión con el adversario y empezó a disparar…
Maniobra de tirabuzón, posteriormente pasaría a denominarse de barrenaPudo observar claramente los efectos de sus balas en el avión enemigo que, alcanzado, no tardo en precipitarse hacia el suelo…
Tras regresar inmediatamente a su base, en la que aterrizaron gritando que habían cazado un francés, fueron recibidos por el propio Joan Olivert y gran parte del personal de tierra y los pilotos presentes en ese momento.
Tras las oportunas explicaciones a su comandante, que se retiró a su oficina para comunicarse con las fuerzas de tierra desplegadas en ese sector, Vilanova y Adanez fueron aclamados por sus compañeros, y festejaron la victoria con unas botellas de vino retiradas de unas bodegas cercanas…
- Luis Acedo fue el ingeniero que acondiciono el Bleriot XI entregado a Vilanova por S Garcia Cames, aquí como homenaje ha sido nombrado jefe de mantenimiento o de mecánicos del grupo aéreo.
- Maniobra de barrena, como no existían los combates aéreos y el pilotaje acrobático era casi anecdótico y desconocido, he buscado un término que pueda describir la maniobra mínimamente, de ahí el tirabuzón.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.