Batallas de las Guerras de la Independencia
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Batallas de las Guerras de la Independencia
guerras de costa ricahola yo soy nuevo en este foro saludos para todos. yo les voy a contar un poco de la guerra de independencia de costa rica, me imagino que la mayoria sabe que la independencia de costa rica no estubo marcada por guerras pero la que se concidera que fue la guerra de independencia de costa rica fue para el año 1856 contra los filibusteros yanquis y mas o menos es asi.
La Campaña Nacional de 1856-1857 fue iniciada por la República de Costa Rica contra el ejército filibustero estadounidense el cual era encabezado por William Walker, y de la cual se recuerdan principalmente la Batalla de Santa Rosa y las varias Batalla de Rivas
Razones
Se puede decir que hay principalmente tres razones por la que se dio la Campaña Nacional, que son las siguientes:
Intereses expansionistas de las grandes potencias
Los países más desarrollados de esa época eran Inglaterra, Estados Unidos y Francia. Estos países querían facilitar el comercio marítimo entre ellos y otros países que tenían puertos en el Pacífico. Para eso, intentaban usar nuevas rutas en Centroamérica, para no tener que pasar por el Cabo de Hornos o el Estrecho de Magallanes. Las rutas posibles eran: Nicaragua y Panamá. Las rutas más preferibles eran en Nicaragua por el Istmo de Rivas, el Gran Lago de Nicaragua y el río San Juan -la llamada Ruta de Tránsito- y en Pánama por el Istmo de Darién, respectivamente. A Estados Unidos le beneficiaba enormemente tener el control absoluto de Centroamérica, por lo que muchos estados del sur apoyaban a la causa de William Walker, además de las posibilidades esclavistas que presentaba la región.
Situación política de Nicaragua
Los nicaragüenses estaban viviendo una constante guerra civil entre los bandos legitimista y democrático. Esa situación era propicia porque ambos bandos estaban exhaustos y no estaban preparados para una intervención por parte de extranjeros. Con la muerte del general Fruto Chamorro Pérez en plena guerra civil, Ponciano Corral apartó del poder al presidente interino José María Estrada, luego firmo un acuerdo con Walker para nombrarlo Comandante general del ejército legitimista cuando éste se ofreció a llenar el cargo, por la reputación que él tenía como militar. Esto favoreció a Walker porque el lleno puestos gubernamentales con otros filibusteros e hizo una maniobra política en la cual logró declararse 'presidente', lo cual hizo que fuera reconocido inmediatamente por los Estados Unidos.
Ambiciones de William Walker
William Walker era un soldado estadounidense que se basaba en la doctrina del Destino Manifiesto, la cual afirma que los estadounidenses deben traer la civilización a los países latinoamericanos. Él veía en Nicaragua la perfecta oportunidad para incorporar esa doctrina por la situación política que vivía el país. Tenía la ambición de conquistar a Centroamérica y él creía que sí podría si ellos le daban el cargo de Jefe de Ejército. Además, veía el lucro que podría propiciarle la Ruta de Tránsito. Recibía apoyo militar de Estados Unidos y esperaba recibir aún más apoyo si lograba controlar a Nicaragua, si no por parte del gobierno, por parte de los sureños esclavistas.
batallas.
Se conoce como Batalla de Santa Rosa a un enfrentamiento bélico que ocurrió el 20 de marzo de 1856 en la Hacienda Santa Rosa, Guanacaste, Costa Rica. La Batalla de Santa Rosa ocurrió en el marco de la Campaña Nacional de 1856-1857, y tuvo como resultado la expulsión del ejército filibustero comandado por William Walker de territorio costarricense.
En el siglo XIX, Nicaragua atravesaba por problemas políticos, situación aprovechada por William Walker, estadounidense, con tendencias esclavistas, que se regía bajo la doctrina del "Destino Manifiesto".1 Walker ofrece en Nicaragua su ayuda para solucionar los problemas logrando establecerse en ese país, pero sus verdaderas intenciones eran otras. Su presencia en Nicaragua tenía su explicación: tras el descubrimiento de oro en California en 1848, en 1849 se abrió la llamada vía del Tránsito,2 mediante la cual los viajeros que iban del este al oeste de Estados Unidos, se desplazaban de Estados Unidos a San Juan del Norte. El barco que los esperaba aquí, los conducía por el río San Juan y el Lago de Nicaragua a La Virgen, donde tomaban diligencias que los dejaban en San Juan del Sur, sitio en el que se embarcaban para California. El trayecto era a la inversa para quienes iban del oeste al este de Estados Unidos.
El éxito de la vía del Tránsito incrementó el interés por construir un canal interoceánico, y avivó la competencia entre Estados Unidos y Gran Bretaña,2 la cual culminó en la firma del tratado Clayton-Bulwer2 en abril de 1850, por el cual ambas potencias se comprometían a no tener un control exclusivo sobre el posible canal. En tales circunstancias, el interés de Walker por consolidar su presencia en el sur de Nicaragua y el norte de Costa Rica se explica porque tal dominio le garantizaría una posición estratégica en cualquier negociación para la construcción del canal.3 Aunque Walker ganaba apoyo de los liberales nicaragüenses y de los esclavistas de Estados Unidos, que veían la oportunidad de anexionar Centro América, también ganaba cierta aversión en la región centroamericana e incluso del Reino Unido que no admitía su presencia en el territorio.4
En junio de 1855, William Walker desembarcó en el puerto nicaragüense del El Realejo, junto con cincuenta y siete hombres (la llamada "Falange Americana"), a bordo de un bergantín denominado "Vesta".
Cuando Walker llegó a Nicaragua, este país sufría un gran conflicto interno entre dos partidos que se disputaban el poder (Democrático y Legitivista). La intervención del estadounidense en la guerra civil que se produjo por dicho conflicto, decidió el triunfo del grupo demócrata. Sin embargo, Walker se quedó con el mando de las fuerzas armadas y convirtió al presidente, Patricio Rivas, en un instrumento de sus caprichos.
[editar] Preparativos
Ante la presencia de los invasores en Nicaragua, que significaba un peligro para la integridad territorial de Costa Rica, el 25 de febrero de 1856, el presidente de Costa Rica, Juan Rafael Mora Porras, convoca extraordinariamente al Congreso para que lo autorice a llevar la guerra a Nicaragua, lo cual le es aprobado dos días después.5 6 Ese mismo día, mediante decreto, el ejército nacional de Costa Rica se elevó a nueve mil hombres y se ordena que en las provincias de Alajuela y Heredia se organizara inmediatamente una división de mil soldados con sus correspondientes jefes y oficiales.
El 28 de febrero,6 el presidente Juan Rafael Mora Porras decretó no reconocer misión alguna del Gobierno provisorio de Nicaragua y declara que tomará las armas para la defensa de los nicaragüenses del dominio filibustero, hasta arrojarlos de toda la América Central.
Compatriotas:
¡A las armas! Ha llegado el momento que os anuncié. Marchemos a Nicaragua a destruir esa Falange impía que la ha reducido a la más oprobiosa esclavitud. Marchemos a combatir por la libertad de nuestros hermanos.
Ellos os llaman, ellos os esperan para alzarse contra sus tiranos. Su causa es nuestra causa. Los que hoy los vilipendian, roban y asesinan, nos desafían audazmente e intentan arrojar sobre nosotros las mismas ensangrentadas cadenas. Corramos a romper las de nuestros hermanos y a exterminar hasta el último de sus verdugos.
No vamos a lidiar por un pedazo de tierra: no por adquirir efímeros poderes; no por alcanzar misérrimas conquistas, ni mucho menos por sacrílegos partidos. No, vamos a luchar por redimir a nuestros hermanos de la más inicua tiranía: vamos a ayudarlos en la obra fecunda de su regeneración, vamos a decirles: Hermanos de Nicaragua, levantaos: aniquilad a vuestros opresores. Aquí venimos a pelear a vuestro lado por vuestra libertad, por vuestra patria. Unión, nicaragüenses, unión. Inmolad para siempre vuestros enconos; no más partidos, no más discordias fraticidas. Paz, justicia y libertad para todos. Guerra sólo a los filibusteros.7
Juan Rafael Mora Porras.
El 01 de marzo,6 Costa Rica declara la guerra a los filibusteros. El ejército expedicionario costarricense, bajo el mando del General José Joaquín Mora Porras, hermano del presidente, se reúne en San José el 3 de marzo.6 El 4 de marzo6 se inicia la marcha desde hacia la frontera norte, llegando a Liberia el 12 de marzo,6 donde se unen al Batallón de Moracia, organizado en esa ciudad (Departamento de Moracia fue el nombre con el que se conoció a la provincia de Guanacaste hasta 1860), bajo el mando de José María Cañas.
Un día antes, el 11 de marzo,6 el presidente Patricio Rivas de Nicaragua declara la guerra a Costa Rica. William Walker envía a cargo del Coronel Louis Schlessinger, militar de carrera húngaro, que dominaba varias lenguas, entre ellas el francés, alemán, español, y el inglés, un ejército de alemanes, franceses y norteamericanos constituido de entre 280 y 300 hombres.8 9
Las tropas de Walker, salen de La Virgen de Nicaragua el día 13 de marzo6 de 1857 siguiendo la Vía del Tránsito, hasta San Juan del Sur en ruta a Costa Rica. El objetivo era enfrentar a las tropas costarricenses lo más alejadamente posible de dicha vía, con la finalidad de evitar que esta fuese cerrada y de esta forma proteger los interés de la Compañía del Tránsito. Además como medidas adicionales reforzaron las guarniciones del Castillo Viejo y el Punto Hipp, conocido por los costarricenses como La Trinidad.
El día 15 arriban a La Flor, en territorio nicaragüense, un día después cruzan la frontera con Costa Rica y llegan a las Salinas de Bolaños, conocidas hoy como Puerto Soley. En este lugar, aniquilan la guarnición, constituida por siete hombres y una mujer, que realizaba las labores de la cocina. Igual suerte corrieron dos de tres hombres capturados, que habían sido enviados como emisarios a Granada (Nicaragua) por el presidente Juan Rafael Mora Porras.
Después de Salinas, las tropas de Walker se dirigieron a la Hacienda del Naranjo en donde destruyeron muelles y enseres, iguales actos cometieron en las Haciendas del Amo y Sapoá donde son detectadas por una avanzada del ejército costarricense para el día 18. El arribo de las tropas de Walker a la hacienda Santa Rosa se produce la tarde del 19 de marzo.6
La noticia de la invasión del territorio costarricense llega el 17 de marzo6 por medio del dueño de la hacienda Sapoá. Ante esta situación se dispone que el general Cañas se quede en Liberia con el grueso del ejército, mientras que un contingente de 500 hombres al mando del Coronel Lorenzo Salazar y reforzado por cien lanceros bajo las órdenes del Mayor Julián Arias y del Capitán Juan Estrada, salgan en la madrugada del 18 de marzo,6 con el objeto de ir a su encuentro. El 19 de marzo las fuerzas costarricenses reciben el refuerzo del General Mora y del Teniente Coronel José María Gutiérrez con 100 hombres y dos cañones pequeños. La noche del 19 de marzo, el ejército costarricense riposta en la Hacienda "El Pelón", la cual había pertenecido al suegro del General Mora, don Agustín Gutiérrez.9
Los costarricenses reanudan la marcha el día 20 de marzo durante las horas de la madrugada, pero ante el rumor de la presencia del enemigo en la proximidades de los Llanos del Coyol, se decide enviar una avanzada en misión de exploración, que logra apresar un filibustero que se había quedado rezagado. Este soldado pretendió engañar al ejército costarricense llevándolo en sentido contrario, pero fue descubierto en su intento al descubrirse las huellas del grupo invasor, sobre uno de los senderos que conducían a la Hacienda Santa Rosa, por lo que se toma la decisión de enviar en labor de reconocimiento al Teniente Macedonio Esquivel, quien en efecto pudo observar la presencia de los filibusteros en la casa de la hacienda.
"El jueves 20 del corriente, con noticia de haber visto a los filibusteros en el llano del coyol, me puse en marcha con la columna que saqué de Liberia"
"Mucho costó conducir los dos cañoncitos de a tres, por lo quebrado e impracticable del camino."
"Tomamos un filibustero que procuró engañarnos, guiándonos hacia el enemigo por un lado enteramente opuesto a aquel en que se hallaba, pero desconfiando de él, quise, antes de seguirle, registrar el llano del Coyol. Seguimos la marcha y a corto trecho descubrimos huellas de botas en un camino que conduce a la hacienda de Santa Rosa. Mande a un ayudante adelantarse para observar las casas de dicha hacienda y retornó con la razón de estar allí el enemigo."
El 20 de marzo de 1856, las tropas del Coronel Schlessinger se encontraron en la Hacienda Santa Rosa, a unos 35 kilómetros de Liberia, con las tropas al mando del General José Joaquín Mora, que consistían en unos 600 a 700 hombres de a pie, una unidad de caballería y dos cañones.
Según la descripción que el propio General Mora realiza,12 la tropa costarricense se dividió en cuatro grupos: uno a cargo del Coronel Lorenzo Salazar, con 280 hombres, debía atacar el frente, la izquierda y el flanco derecho de la casa; un segundo grupo, al mando del Capitán Mateo Marín, se encargaría del ataque de artillería con los dos cañones, por el mismo flanco derecho, que era el más accesible. El Capitán José María Gutiérrez, al mando de 200 hombres, flanquearía la casa por la retaguardia, colocando su tropa sobre una colina localizada hacia el norte de la casona. El escuadrón de caballería quedó formado en el callejón hasta recibir la orden de cargar al enemigo, cuando se le desalojara de sus posiciones, y la tropa de Moracia, en número de doscientos hombres, se formó en batalla en el callejón para cubrir la retirada en caso necesario.
Según la crónica de Mora, el enfrentamiento principal tuvo lugar en los corrales aledaños a la casona:
Los filibusteros no hicieron ni un tiro; nos aguardaban de cerca, con la esperanza de que su primer descarga nos derrotaría. Tampoco los nuestros dispararon hasta hallarse a veinte varas del enemigo. Rompieron entonces un fuego sostenido, que duro como tardaron los costarricenses en llegar a las cercas. Desde este instante, solo los piratas dispararon. Los nuestros saltaban a los corrales, sin que el mortífero fuego que sufrían bastara a detenerlos. Allí murió el valiente oficial Manuel Rojas. Una vez dentro no hubo ya esperanza para los malhechores; el sable y la bayoneta los hacían trizas y ellos, aterrados, ni atinaban ofender con sus tiros".
José Joaquín Mora Porras.12
Tras los primeros cinco minutos de batalla, los filibusteros, superados, se atrincheraron en la casa misma, donde se vieron cercados por las tropas de Gutiérrez y el fuego de artillería de los cañones al mando de Marín. En el asalto del patio de la casona, murió el Capitán costarricense Manuel Quirós, quien pertenecía al Estado Mayor. Tras una solicitud del Coronel Salazar para prenderle fuego a la estructura, ésta se vio frustada por el prematuro asalto del Capitán Gutiérrez, quien murió combatiendo con pistola y sable en mano dentro del recinto atestado de enemigos. Tras la muerte de Gutiérrez, la casa fue invadida por todas partes, provocando la confusión entre los diezmados filibusteros. Ante la acometida, Schlessinger dio orden a las compañías francesa y alemana que se retirasen para tomar una mejor posición, pero la orden fue malentendida y creyendo que se les ordenaba la retirada, huyeron en fuga, siendo a continuación perseguidos por la tropa de Moracia y los lanceros del Capitán Estrada. La batalla, en total, había durado unos 14 a 18 minutos.11 12
Las tropas se acobardaron pronto y el Coronel Schlessinger dio orden a las compañías alemana y francesa para que se retirasen y tomasen mejor posición. Esta orden fue mal entendida y creyendo que se les ordenaba la retirada aquellas compañías se pusieron en precipitada fuga. El Coronel según dice, corrió a reunir a los fugitivos, pero se creyó que él también huía y con esto la derrota fue general. Nuestras tropas tomaron diferentes direcciones, esparciéndose en un terreno quebrado y montañoso, enteramente desconocido de ellas. Temerosos nuestros soldados de atravesar el camino, porque podían caer en poder de las partidas que el enemigo había destacado antes para cortarlos, se dividieron en pequeñas porciones y después de una pesadísima jornada, dentro de las montañas y en un camino quebrado, sin pan y sin agua, nuestros infelices compañeros llegaron a la bahía de La Virgen en pequeños grupos, muertos de fatiga, desnudos, descalzos y casi pereciendo.
Diario "El Nicaragüense", 14 de abril de 1856.11
Según el reporte de bajas12 del General Mora enviado al presidente, murieron un total de 19 personas en el bando costarricense (4 oficiales y 15 soldados) y 32 heridos. En el bando filibustero, se contabilizaron 26 muertos, más otros que murieron de sus heridas en el escape en la espesura de la selva y que no fueron contabilizados; hubo 19 prisioneros (18 de ellos fueron fusilados) y numerosos heridos. No se conoce reporte oficial de sus bajas por parte del mando filibustero.
La victoria costarricense en Santa Rosa permitió la expulsión de los filibusteros de suelo costarricense, trasladando el escenario de la guerra a la vecina Nicaragua, en el marco de la Guerra Nacional de Nicaragua, a la vez que llena de optimismo al ejército expedicionario costarricense. La acción de Santa Rosa, también, marca "la raya sur" al expansionismo imperial de los Estados Unidos durante el siglo XIX.
repercuciones
El ex-presidente colombiano Pedro Alcántara Herrán, de visita en Costa Rica y conocido el hecho de Santa Rosa, hace un donativo para huérfanos y viudas y escribe un reconocimiento del suceso, en el que compara al presidente Mora con el General Washington.
En un pequeño recinto de Centroamérica están ocurriendo en este momento hechos grandes y gloriosos que merecen la admiración de naciones poderosas. El pueblo de Costa Rica, modesto, laborioso, honrado e inofensivo con los que no le hacen mal, se levanta de repente como un coloso, vence y aterra a las orgullosas legiones de hombres feroces que la amenazan y da la mano al pueblo vecino para que recobre su libertad. ¡Ojalá que este ejemplo de sublime patriotismo sea apreciado y proclamado como merece en toda la América española! ¡Ojalá que los gobernantes imiten en iguales circunstancias al virtuoso Presidente de Costa Rica, temible como Washington en la guerra, magnánimo como Washington en la paz!
Pedro Alcántara Herrán13
El papa Pío IX, conocido el acontecimiento, al recibir las credenciales del embajador de los Estados Unidos, el Sumo Pontífice saluda una proclama contra «i filibusteri» publicada ese día en la prensa de Roma.
todo Centroamérica se levantará para rechazar esas bandas de forajidos norteamericanos, cuyos principios y actos son antisociales, anticatólicos y antihumanos.
Pío IX13
El maestro mexicano José Vasconcelos escribe, en recuerdo de Santa Rosa:
Costa Rica, rompiendo su aislamiento, venciendo su modestia, se constituye en conciencia de la América española. El 20 de marzo es fecha que debiera ser festejada en todo el continente […] sin rencores, pero también sin arrepentimientos. En este día todos los maestros de escuela de la América española deberían relatar a sus alumnos los pormenores de esta gloriosa acción de armas
la primera guerra expasionista que perdio los estados unidos fue contra costa rica .
La Campaña Nacional de 1856-1857 fue iniciada por la República de Costa Rica contra el ejército filibustero estadounidense el cual era encabezado por William Walker, y de la cual se recuerdan principalmente la Batalla de Santa Rosa y las varias Batalla de Rivas
Razones
Se puede decir que hay principalmente tres razones por la que se dio la Campaña Nacional, que son las siguientes:
Intereses expansionistas de las grandes potencias
Los países más desarrollados de esa época eran Inglaterra, Estados Unidos y Francia. Estos países querían facilitar el comercio marítimo entre ellos y otros países que tenían puertos en el Pacífico. Para eso, intentaban usar nuevas rutas en Centroamérica, para no tener que pasar por el Cabo de Hornos o el Estrecho de Magallanes. Las rutas posibles eran: Nicaragua y Panamá. Las rutas más preferibles eran en Nicaragua por el Istmo de Rivas, el Gran Lago de Nicaragua y el río San Juan -la llamada Ruta de Tránsito- y en Pánama por el Istmo de Darién, respectivamente. A Estados Unidos le beneficiaba enormemente tener el control absoluto de Centroamérica, por lo que muchos estados del sur apoyaban a la causa de William Walker, además de las posibilidades esclavistas que presentaba la región.
Situación política de Nicaragua
Los nicaragüenses estaban viviendo una constante guerra civil entre los bandos legitimista y democrático. Esa situación era propicia porque ambos bandos estaban exhaustos y no estaban preparados para una intervención por parte de extranjeros. Con la muerte del general Fruto Chamorro Pérez en plena guerra civil, Ponciano Corral apartó del poder al presidente interino José María Estrada, luego firmo un acuerdo con Walker para nombrarlo Comandante general del ejército legitimista cuando éste se ofreció a llenar el cargo, por la reputación que él tenía como militar. Esto favoreció a Walker porque el lleno puestos gubernamentales con otros filibusteros e hizo una maniobra política en la cual logró declararse 'presidente', lo cual hizo que fuera reconocido inmediatamente por los Estados Unidos.
Ambiciones de William Walker
William Walker era un soldado estadounidense que se basaba en la doctrina del Destino Manifiesto, la cual afirma que los estadounidenses deben traer la civilización a los países latinoamericanos. Él veía en Nicaragua la perfecta oportunidad para incorporar esa doctrina por la situación política que vivía el país. Tenía la ambición de conquistar a Centroamérica y él creía que sí podría si ellos le daban el cargo de Jefe de Ejército. Además, veía el lucro que podría propiciarle la Ruta de Tránsito. Recibía apoyo militar de Estados Unidos y esperaba recibir aún más apoyo si lograba controlar a Nicaragua, si no por parte del gobierno, por parte de los sureños esclavistas.
batallas.
Se conoce como Batalla de Santa Rosa a un enfrentamiento bélico que ocurrió el 20 de marzo de 1856 en la Hacienda Santa Rosa, Guanacaste, Costa Rica. La Batalla de Santa Rosa ocurrió en el marco de la Campaña Nacional de 1856-1857, y tuvo como resultado la expulsión del ejército filibustero comandado por William Walker de territorio costarricense.
En el siglo XIX, Nicaragua atravesaba por problemas políticos, situación aprovechada por William Walker, estadounidense, con tendencias esclavistas, que se regía bajo la doctrina del "Destino Manifiesto".1 Walker ofrece en Nicaragua su ayuda para solucionar los problemas logrando establecerse en ese país, pero sus verdaderas intenciones eran otras. Su presencia en Nicaragua tenía su explicación: tras el descubrimiento de oro en California en 1848, en 1849 se abrió la llamada vía del Tránsito,2 mediante la cual los viajeros que iban del este al oeste de Estados Unidos, se desplazaban de Estados Unidos a San Juan del Norte. El barco que los esperaba aquí, los conducía por el río San Juan y el Lago de Nicaragua a La Virgen, donde tomaban diligencias que los dejaban en San Juan del Sur, sitio en el que se embarcaban para California. El trayecto era a la inversa para quienes iban del oeste al este de Estados Unidos.
El éxito de la vía del Tránsito incrementó el interés por construir un canal interoceánico, y avivó la competencia entre Estados Unidos y Gran Bretaña,2 la cual culminó en la firma del tratado Clayton-Bulwer2 en abril de 1850, por el cual ambas potencias se comprometían a no tener un control exclusivo sobre el posible canal. En tales circunstancias, el interés de Walker por consolidar su presencia en el sur de Nicaragua y el norte de Costa Rica se explica porque tal dominio le garantizaría una posición estratégica en cualquier negociación para la construcción del canal.3 Aunque Walker ganaba apoyo de los liberales nicaragüenses y de los esclavistas de Estados Unidos, que veían la oportunidad de anexionar Centro América, también ganaba cierta aversión en la región centroamericana e incluso del Reino Unido que no admitía su presencia en el territorio.4
En junio de 1855, William Walker desembarcó en el puerto nicaragüense del El Realejo, junto con cincuenta y siete hombres (la llamada "Falange Americana"), a bordo de un bergantín denominado "Vesta".
Cuando Walker llegó a Nicaragua, este país sufría un gran conflicto interno entre dos partidos que se disputaban el poder (Democrático y Legitivista). La intervención del estadounidense en la guerra civil que se produjo por dicho conflicto, decidió el triunfo del grupo demócrata. Sin embargo, Walker se quedó con el mando de las fuerzas armadas y convirtió al presidente, Patricio Rivas, en un instrumento de sus caprichos.
[editar] Preparativos
Ante la presencia de los invasores en Nicaragua, que significaba un peligro para la integridad territorial de Costa Rica, el 25 de febrero de 1856, el presidente de Costa Rica, Juan Rafael Mora Porras, convoca extraordinariamente al Congreso para que lo autorice a llevar la guerra a Nicaragua, lo cual le es aprobado dos días después.5 6 Ese mismo día, mediante decreto, el ejército nacional de Costa Rica se elevó a nueve mil hombres y se ordena que en las provincias de Alajuela y Heredia se organizara inmediatamente una división de mil soldados con sus correspondientes jefes y oficiales.
El 28 de febrero,6 el presidente Juan Rafael Mora Porras decretó no reconocer misión alguna del Gobierno provisorio de Nicaragua y declara que tomará las armas para la defensa de los nicaragüenses del dominio filibustero, hasta arrojarlos de toda la América Central.
Compatriotas:
¡A las armas! Ha llegado el momento que os anuncié. Marchemos a Nicaragua a destruir esa Falange impía que la ha reducido a la más oprobiosa esclavitud. Marchemos a combatir por la libertad de nuestros hermanos.
Ellos os llaman, ellos os esperan para alzarse contra sus tiranos. Su causa es nuestra causa. Los que hoy los vilipendian, roban y asesinan, nos desafían audazmente e intentan arrojar sobre nosotros las mismas ensangrentadas cadenas. Corramos a romper las de nuestros hermanos y a exterminar hasta el último de sus verdugos.
No vamos a lidiar por un pedazo de tierra: no por adquirir efímeros poderes; no por alcanzar misérrimas conquistas, ni mucho menos por sacrílegos partidos. No, vamos a luchar por redimir a nuestros hermanos de la más inicua tiranía: vamos a ayudarlos en la obra fecunda de su regeneración, vamos a decirles: Hermanos de Nicaragua, levantaos: aniquilad a vuestros opresores. Aquí venimos a pelear a vuestro lado por vuestra libertad, por vuestra patria. Unión, nicaragüenses, unión. Inmolad para siempre vuestros enconos; no más partidos, no más discordias fraticidas. Paz, justicia y libertad para todos. Guerra sólo a los filibusteros.7
Juan Rafael Mora Porras.
El 01 de marzo,6 Costa Rica declara la guerra a los filibusteros. El ejército expedicionario costarricense, bajo el mando del General José Joaquín Mora Porras, hermano del presidente, se reúne en San José el 3 de marzo.6 El 4 de marzo6 se inicia la marcha desde hacia la frontera norte, llegando a Liberia el 12 de marzo,6 donde se unen al Batallón de Moracia, organizado en esa ciudad (Departamento de Moracia fue el nombre con el que se conoció a la provincia de Guanacaste hasta 1860), bajo el mando de José María Cañas.
Un día antes, el 11 de marzo,6 el presidente Patricio Rivas de Nicaragua declara la guerra a Costa Rica. William Walker envía a cargo del Coronel Louis Schlessinger, militar de carrera húngaro, que dominaba varias lenguas, entre ellas el francés, alemán, español, y el inglés, un ejército de alemanes, franceses y norteamericanos constituido de entre 280 y 300 hombres.8 9
Las tropas de Walker, salen de La Virgen de Nicaragua el día 13 de marzo6 de 1857 siguiendo la Vía del Tránsito, hasta San Juan del Sur en ruta a Costa Rica. El objetivo era enfrentar a las tropas costarricenses lo más alejadamente posible de dicha vía, con la finalidad de evitar que esta fuese cerrada y de esta forma proteger los interés de la Compañía del Tránsito. Además como medidas adicionales reforzaron las guarniciones del Castillo Viejo y el Punto Hipp, conocido por los costarricenses como La Trinidad.
El día 15 arriban a La Flor, en territorio nicaragüense, un día después cruzan la frontera con Costa Rica y llegan a las Salinas de Bolaños, conocidas hoy como Puerto Soley. En este lugar, aniquilan la guarnición, constituida por siete hombres y una mujer, que realizaba las labores de la cocina. Igual suerte corrieron dos de tres hombres capturados, que habían sido enviados como emisarios a Granada (Nicaragua) por el presidente Juan Rafael Mora Porras.
Después de Salinas, las tropas de Walker se dirigieron a la Hacienda del Naranjo en donde destruyeron muelles y enseres, iguales actos cometieron en las Haciendas del Amo y Sapoá donde son detectadas por una avanzada del ejército costarricense para el día 18. El arribo de las tropas de Walker a la hacienda Santa Rosa se produce la tarde del 19 de marzo.6
La noticia de la invasión del territorio costarricense llega el 17 de marzo6 por medio del dueño de la hacienda Sapoá. Ante esta situación se dispone que el general Cañas se quede en Liberia con el grueso del ejército, mientras que un contingente de 500 hombres al mando del Coronel Lorenzo Salazar y reforzado por cien lanceros bajo las órdenes del Mayor Julián Arias y del Capitán Juan Estrada, salgan en la madrugada del 18 de marzo,6 con el objeto de ir a su encuentro. El 19 de marzo las fuerzas costarricenses reciben el refuerzo del General Mora y del Teniente Coronel José María Gutiérrez con 100 hombres y dos cañones pequeños. La noche del 19 de marzo, el ejército costarricense riposta en la Hacienda "El Pelón", la cual había pertenecido al suegro del General Mora, don Agustín Gutiérrez.9
Los costarricenses reanudan la marcha el día 20 de marzo durante las horas de la madrugada, pero ante el rumor de la presencia del enemigo en la proximidades de los Llanos del Coyol, se decide enviar una avanzada en misión de exploración, que logra apresar un filibustero que se había quedado rezagado. Este soldado pretendió engañar al ejército costarricense llevándolo en sentido contrario, pero fue descubierto en su intento al descubrirse las huellas del grupo invasor, sobre uno de los senderos que conducían a la Hacienda Santa Rosa, por lo que se toma la decisión de enviar en labor de reconocimiento al Teniente Macedonio Esquivel, quien en efecto pudo observar la presencia de los filibusteros en la casa de la hacienda.
"El jueves 20 del corriente, con noticia de haber visto a los filibusteros en el llano del coyol, me puse en marcha con la columna que saqué de Liberia"
"Mucho costó conducir los dos cañoncitos de a tres, por lo quebrado e impracticable del camino."
"Tomamos un filibustero que procuró engañarnos, guiándonos hacia el enemigo por un lado enteramente opuesto a aquel en que se hallaba, pero desconfiando de él, quise, antes de seguirle, registrar el llano del Coyol. Seguimos la marcha y a corto trecho descubrimos huellas de botas en un camino que conduce a la hacienda de Santa Rosa. Mande a un ayudante adelantarse para observar las casas de dicha hacienda y retornó con la razón de estar allí el enemigo."
El 20 de marzo de 1856, las tropas del Coronel Schlessinger se encontraron en la Hacienda Santa Rosa, a unos 35 kilómetros de Liberia, con las tropas al mando del General José Joaquín Mora, que consistían en unos 600 a 700 hombres de a pie, una unidad de caballería y dos cañones.
Según la descripción que el propio General Mora realiza,12 la tropa costarricense se dividió en cuatro grupos: uno a cargo del Coronel Lorenzo Salazar, con 280 hombres, debía atacar el frente, la izquierda y el flanco derecho de la casa; un segundo grupo, al mando del Capitán Mateo Marín, se encargaría del ataque de artillería con los dos cañones, por el mismo flanco derecho, que era el más accesible. El Capitán José María Gutiérrez, al mando de 200 hombres, flanquearía la casa por la retaguardia, colocando su tropa sobre una colina localizada hacia el norte de la casona. El escuadrón de caballería quedó formado en el callejón hasta recibir la orden de cargar al enemigo, cuando se le desalojara de sus posiciones, y la tropa de Moracia, en número de doscientos hombres, se formó en batalla en el callejón para cubrir la retirada en caso necesario.
Según la crónica de Mora, el enfrentamiento principal tuvo lugar en los corrales aledaños a la casona:
Los filibusteros no hicieron ni un tiro; nos aguardaban de cerca, con la esperanza de que su primer descarga nos derrotaría. Tampoco los nuestros dispararon hasta hallarse a veinte varas del enemigo. Rompieron entonces un fuego sostenido, que duro como tardaron los costarricenses en llegar a las cercas. Desde este instante, solo los piratas dispararon. Los nuestros saltaban a los corrales, sin que el mortífero fuego que sufrían bastara a detenerlos. Allí murió el valiente oficial Manuel Rojas. Una vez dentro no hubo ya esperanza para los malhechores; el sable y la bayoneta los hacían trizas y ellos, aterrados, ni atinaban ofender con sus tiros".
José Joaquín Mora Porras.12
Tras los primeros cinco minutos de batalla, los filibusteros, superados, se atrincheraron en la casa misma, donde se vieron cercados por las tropas de Gutiérrez y el fuego de artillería de los cañones al mando de Marín. En el asalto del patio de la casona, murió el Capitán costarricense Manuel Quirós, quien pertenecía al Estado Mayor. Tras una solicitud del Coronel Salazar para prenderle fuego a la estructura, ésta se vio frustada por el prematuro asalto del Capitán Gutiérrez, quien murió combatiendo con pistola y sable en mano dentro del recinto atestado de enemigos. Tras la muerte de Gutiérrez, la casa fue invadida por todas partes, provocando la confusión entre los diezmados filibusteros. Ante la acometida, Schlessinger dio orden a las compañías francesa y alemana que se retirasen para tomar una mejor posición, pero la orden fue malentendida y creyendo que se les ordenaba la retirada, huyeron en fuga, siendo a continuación perseguidos por la tropa de Moracia y los lanceros del Capitán Estrada. La batalla, en total, había durado unos 14 a 18 minutos.11 12
Las tropas se acobardaron pronto y el Coronel Schlessinger dio orden a las compañías alemana y francesa para que se retirasen y tomasen mejor posición. Esta orden fue mal entendida y creyendo que se les ordenaba la retirada aquellas compañías se pusieron en precipitada fuga. El Coronel según dice, corrió a reunir a los fugitivos, pero se creyó que él también huía y con esto la derrota fue general. Nuestras tropas tomaron diferentes direcciones, esparciéndose en un terreno quebrado y montañoso, enteramente desconocido de ellas. Temerosos nuestros soldados de atravesar el camino, porque podían caer en poder de las partidas que el enemigo había destacado antes para cortarlos, se dividieron en pequeñas porciones y después de una pesadísima jornada, dentro de las montañas y en un camino quebrado, sin pan y sin agua, nuestros infelices compañeros llegaron a la bahía de La Virgen en pequeños grupos, muertos de fatiga, desnudos, descalzos y casi pereciendo.
Diario "El Nicaragüense", 14 de abril de 1856.11
Según el reporte de bajas12 del General Mora enviado al presidente, murieron un total de 19 personas en el bando costarricense (4 oficiales y 15 soldados) y 32 heridos. En el bando filibustero, se contabilizaron 26 muertos, más otros que murieron de sus heridas en el escape en la espesura de la selva y que no fueron contabilizados; hubo 19 prisioneros (18 de ellos fueron fusilados) y numerosos heridos. No se conoce reporte oficial de sus bajas por parte del mando filibustero.
La victoria costarricense en Santa Rosa permitió la expulsión de los filibusteros de suelo costarricense, trasladando el escenario de la guerra a la vecina Nicaragua, en el marco de la Guerra Nacional de Nicaragua, a la vez que llena de optimismo al ejército expedicionario costarricense. La acción de Santa Rosa, también, marca "la raya sur" al expansionismo imperial de los Estados Unidos durante el siglo XIX.
repercuciones
El ex-presidente colombiano Pedro Alcántara Herrán, de visita en Costa Rica y conocido el hecho de Santa Rosa, hace un donativo para huérfanos y viudas y escribe un reconocimiento del suceso, en el que compara al presidente Mora con el General Washington.
En un pequeño recinto de Centroamérica están ocurriendo en este momento hechos grandes y gloriosos que merecen la admiración de naciones poderosas. El pueblo de Costa Rica, modesto, laborioso, honrado e inofensivo con los que no le hacen mal, se levanta de repente como un coloso, vence y aterra a las orgullosas legiones de hombres feroces que la amenazan y da la mano al pueblo vecino para que recobre su libertad. ¡Ojalá que este ejemplo de sublime patriotismo sea apreciado y proclamado como merece en toda la América española! ¡Ojalá que los gobernantes imiten en iguales circunstancias al virtuoso Presidente de Costa Rica, temible como Washington en la guerra, magnánimo como Washington en la paz!
Pedro Alcántara Herrán13
El papa Pío IX, conocido el acontecimiento, al recibir las credenciales del embajador de los Estados Unidos, el Sumo Pontífice saluda una proclama contra «i filibusteri» publicada ese día en la prensa de Roma.
todo Centroamérica se levantará para rechazar esas bandas de forajidos norteamericanos, cuyos principios y actos son antisociales, anticatólicos y antihumanos.
Pío IX13
El maestro mexicano José Vasconcelos escribe, en recuerdo de Santa Rosa:
Costa Rica, rompiendo su aislamiento, venciendo su modestia, se constituye en conciencia de la América española. El 20 de marzo es fecha que debiera ser festejada en todo el continente […] sin rencores, pero también sin arrepentimientos. En este día todos los maestros de escuela de la América española deberían relatar a sus alumnos los pormenores de esta gloriosa acción de armas
la primera guerra expasionista que perdio los estados unidos fue contra costa rica .
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- Cabo
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Batallas de las Guerras de la Independencia
dejando un poco los temas típicos sobre las batallas de Sudamérica,
creo que el Ejercito Realista en la Nueva España realizo una ejemplar acción en la batalla del puente calderón
háganme saber si me equivoco pero en esta batalla los españoles tenían en el campo poco mas de 6,000 profesionales
y apenas unas 10 piezas de artillería,
en contra de 90,00 rebeldes-insurgentes sin entrenamiento militar, pero vaya que enojados que en tenían en su poder unos
10-12mil mosquetes, 20mil montados y 90 piezas de artillería,
Gracias a su entrenamiento y superior disciplina en esta batalla los Realistas aplastaron a la masa de rebeldes propinándoles unas 13mil bajas.
según mi punto de vista esa hazaña militar es mas difícil que lo que paso en carabobo o ayacucho, ademas que tengo entendido que en
la Nueva España es el virreinato en donde los españoles tenían apostados el mayor numero de militares.
creo que el Ejercito Realista en la Nueva España realizo una ejemplar acción en la batalla del puente calderón
háganme saber si me equivoco pero en esta batalla los españoles tenían en el campo poco mas de 6,000 profesionales
y apenas unas 10 piezas de artillería,
en contra de 90,00 rebeldes-insurgentes sin entrenamiento militar, pero vaya que enojados que en tenían en su poder unos
10-12mil mosquetes, 20mil montados y 90 piezas de artillería,
Gracias a su entrenamiento y superior disciplina en esta batalla los Realistas aplastaron a la masa de rebeldes propinándoles unas 13mil bajas.
según mi punto de vista esa hazaña militar es mas difícil que lo que paso en carabobo o ayacucho, ademas que tengo entendido que en
la Nueva España es el virreinato en donde los españoles tenían apostados el mayor numero de militares.
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Batallas de las Guerras de la Independencia
fercho escribió:dejando un poco los temas típicos sobre las batallas de Sudamérica,
creo que el Ejercito Realista en la Nueva España realizo una ejemplar acción en la batalla del puente calderón
háganme saber si me equivoco pero en esta batalla los españoles tenían en el campo poco mas de 6,000 profesionales
y apenas unas 10 piezas de artillería,
en contra de 90,00 rebeldes-insurgentes sin entrenamiento militar, pero vaya que enojados que en tenían en su poder unos
10-12mil mosquetes, 20mil montados y 90 piezas de artillería,
Gracias a su entrenamiento y superior disciplina en esta batalla los Realistas aplastaron a la masa de rebeldes propinándoles unas 13mil bajas.
según mi punto de vista esa hazaña militar es mas difícil que lo que paso en carabobo o ayacucho, ademas que tengo entendido que en
la Nueva España es el virreinato en donde los españoles tenían apostados el mayor numero de militares.
Es un caso muy similar a una batalla en Gran Brteaña durante la ocupacion romana, los rebeldes habian destruido una ciudady con ella la mitad del regimiento total romano en la isla (10000) y los 10,000 sobrantes se enfrentaron a 80 mil rebeldes los cuales incluso llevaron a varios civiles a las colinas aledañas a observar la matanza que creian que ivan a otorgar a los Romanos sin embargo la disciplina y entrenamiento Romano era mucho mas amplio que el de los rebeldes y vencieron dicha batalla. No importa tanto las cantidades sino la calidad ante un conflicto.
Saludos
Yo amo El Escudo ecuatoriano,
por ser símbolo, de mí patria sagrada y bella.
por ser símbolo, de mí patria sagrada y bella.
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Batallas de las Guerras de la Independencia
Si hablamos de la independencia, debemos ver también las armas usadas en ésta.
Armas de la Independencia.
Es difícil hacer un trabajo completo sobre este tema. Hay poca información fidedigna en los archivos, y pocos libros sobre el tema. Por lo menos, acá en Iquique.
Para empezar, diremos que la mayoría de los fusiles usados por los independistas eran de origen francés, inglés y norteamericano. En base a diseños de esos países, acá se hicieron fusiles similares. Pero la gran mayoría (al menos, en las partes finales de la lucha) fue importada.
Como ejemplo, damos el dato de armas llegadas a la Argentina en ese período:
Aunque hubo armas llegadas desde Alemania y los otros países europeos ya mencionados, Estados Unidos fue el gran abastecedor de los países sudamericanos. A fines de 1815 se enviaba a Colombia, para abastecer las tropas de Bolívar, 15.200 fusiles, 300 sables y 200 pares de pistolas. Entre agosto y septiembre del mismo año se enviaba a Buenos Aires 5.000 fusiles, 2.000 sables y 200 barriles de pólvora.
En 1816, febrero a octubre, un total de 7.541 fusiles, sables, pólvora y pistolas.
En 1817, febrero a diciembre, 12.596 fusiles, otros 300 cajones con fusiles (sin saberse la cantidad), 3.000 palos para lanzas provenientes de Amberes, pistolas, sables, piedras de chispa, pólvora.
En 1818, febrero a octubre, 47 cajones de fusiles, cañones y munición de artillería (desde Nueva York). 79 cajones de fusiles, 11 cajones de pistolas, bayonetas, espadas y lanzas (desde Amberes). Desde Nueva York, otros 16 cajones de fusiles, 4 de pistolas, cañones y municiones de artillería.
Posteriormente llegaron 400 fusiles americanos "para recortar a carabina", 2.920 fusiles y dos cajones de sables. Todos estos envíos iban dirigidos a distintos comerciantes, que después se los vendían al gobierno.
Uno de las armas más usadas en esa época en nuestro país, fue el fusil americano Charleville. Con esta arma se equipó también el Ejército Libertador del Perú.
Los fusiles eran de chispa, de hierro fundido, de una longitud total que iba de 1,39 a 1,47 metros. Pesaban aproximadamente 4 Kg. Eran de ánima lisa (sin rayas en el tubo), de avancarga (todo, pólvora y bala se echaba por la boca), con un calibre de ¾ de pulgada (0,75) ó 19 mm. Las balas eran esféricas, de plomo o bronce, que una vez fundidas se redondeaban en toneles de madera o metal mediante un rápido movimiento giratorio alrededor de un eje horizontal. Las piedras, que al producir una chispa provocaban la ignición de la pólvora, eran por lo general españolas. Se prefería las de este país antes que las suecas o inglesas ya que estas últimas, quizá por ser para exportación, eran de un pedernal de baja calidad (al estilo de los tanques rusos de exportación…). Una nota al respecto, del representante del gobierno chileno en Buenos Aires al gobierno argentino (fecha, 6 de diciembre de 1813), decía que las piedras inglesas y suecas no eran muy aceptadas porque "no produciendo chispa, maltratan los fuegos de nuestros rastrillos y dejan sin fruto las operaciones más útiles".
La carga de pólvora, contenida junto con la bala en un cartucho de papel grueso, era de 12,5 gramos. Esta cantidad fue deducida de un cuadro en el cual el Comandante de Artillería del Ejército de los Andes hace constar que, para preparar 283.000 cartuchos de fusil, necesita 77 quintales, 8 libras y 4 onzas de pólvora. El quintal de Castilla equivale a 46 Kg. ó 100 libras. La libra equivale a 460 gramos ó 16 onzas. Así, 25 libras forman una arroba, y cuatro arrobas un quintal.
El fusil carece de alza y guión. Para hacer puntería basta hacer coincidir el punto más alto de la recámara con el más alto de la boca del fusil, y con el objetivo a batir.
Una correa portafusil, pasada por dos anillas colocadas en la caja, permitía llevar el arma colgada. Al costado izquierdo se llevaba la bayoneta en una vaina de cuero. Era de hoja triangular, muy liviana, y de 47 cm de longitud. Su base terminaba en un cilindro hueco, acodado, que permitía ponerla en la boca del fusil, quedando asegurada por un pequeño resalte rectangular que tenía cerca de la boca, y que calzaba en la ranura del cilindro hueco al hacerse girar la bayoneta.
Éste era el fusil normalizado en las compañías de fusileros. Pero las compañías de Cazadores (una en cada batallón), los batallones de esa especialidad (Cazadores se entiende. Nunca faltan los que preguntan "¿cuál…?") y los regimientos de Dragones e infantería montada, usaban un fusil corto. Era de las mismas características que los mencionados arriba, sólo que más cortos y livianos. Su longitud era de 1,12 metros. ¿Será éste el llamado mosquetón? ¿O éste es el mosquete, y el otro el mosquetón? Agradeceré cualquier ayuda al respecto.
¡Ah! Las compañías de Granaderos (una por batallón) usaban granadas de mano y sable. Eso era todo.
La caballería usaba (según la normativa) carabina, espada y pistola. Pero, como siempre andábamos escasos de armas, a lo sumo se llevaba un arma de fuego además de la espada o sable.
La escasez de armas llevó a los argentinos a que todos los sargentos del ejército usasen alabarda en lugar de fusil, y en Chile los milicianos de infantería de Carrera usaron lanzas.
La artillería.
Se subdividía en cañones, obuses y morteros (no ha cambiado mucho la cosa…).
El calibre de los primeros estaba dado por el peso del proyectil en libras. El de obuses y morteros por el diámetro del ánima en la boca, expresado en pulgadas. Así que cuando hablamos de un cañón de 4 (o de 6 u 8), hablamos de un cañón que tira un proyectil esférico, macizo, de 4 libras de peso (o de 6 u 8, se entiende). Fuera de estos modelos, la artllería de batalla se complementaba con obuses de 6 pulgadas.
Las piezas de sitio y de fortaleza de 8 eran mucho más largas (y pesadas) que las de batalla. También habían de 16 y 24 libras. Obuses de 8 pulgadas. Y morteros con calibres entre 8 y 15 pulgadas. En Argentina se generalizó un tipo uniforme de 13 pulgadas.
Como dato para quienes buscan siempre el calibre, damos las equivalencias de los cañones:
4 libras, corresponde a 84,85 mm
8 libras corresponde a 106,1 mm
12 libras corresponde a 121,25 mm
24 libras corresponde a 152,5 mm
El cañón tiraba un proyectil esférico, macizo (bala-rasa), de fundición de hierro y el tarro de metralla (cilindro de hojalata relleno de balines de plomo o de bronce, recortes de metal, clavos, etc.).
El obús empleaba también esta última clase de proyectil y, principalmente, la bala hueca, esférica (llamada granada), provista de una mecha o de una espoleta rudimentaria a percusión, que debía inflamar la carga de explosivo (pólvora negra) contenida en la granada, la que estallaba en fragmentos.
El mortero usaba únicamente bala hueca, a explosión. Los metales usados en las piezas de artillería eran el bronce y el hierro, prefiriéndose lógicamente el primero. Aunque más caro, era más sencillo de trabajar. Más seguro y más durable.
En todo caso, eran piezas sumamente pesadas. Un cañón de a 8, corto, pesaba más de 700 Kg. Y el de a 8, largo, pesaba casi el doble. A todo eso, había que sumarle el peso del armazón de madera (cureña) para transportarlo.
Volviendo a la infantería. Las cartucheras estaban formadas por un bloque rectangular de madera, recubierto de cuero, en el cual se hacían varios agujeros de la medida del cartucho. Si los cartuchos se colocaban sueltos en una cartuchera sin divisiones, el solo movimiento de la marcha destruía con facilidad su envoltura de papel y los inutilizaba.
En 1816 el Ejército de los Andes tenía en sus depósitos 6.000 fusiles remitidos desde Buenos Aires. También tenía repuestos para armar otros 500 fusiles. Había 100 carabinas y 200 pistolas. De todo esto, se trajo en el cruce de la cordillera 5.000 fusiles con bayoneta completos. 741 tercerolas y carabinas, 1.130 sables, 5.000 fornituras de infantería y 741 cananas. Un millón de cartuchos de fusil a bala, 10 quintales de pólvora y 97.000 piedras de chispa de fusil.
La artillería estaba compuesta por 22 piezas (2 obuses, 7 cañones de a 4, 9 de montaña, 2 de hierro y 2 de 10 onzas).
Veamos ahora los cochinos pesos.
Los cañones de bronce de a 4 costaban 540 pesos c/u; las cureñas para los mismos, 350 pesos; los cañones de montaña de a 4, 135 pesos c/u, sus cureñas 200 pesos y sus armones 100 pesos. Los cañones de plaza de bronce de a 8 valían 1.200 pesos, y los mismos (pero de hierro) 1.000 pesos.
Los fusiles con bayoneta, 14 pesos c/u. Las carabinas, 8 pesos.
Los cartuchos de fusil a bala, un real c/u. Las piedras de chispa costaban 10 pesos el millar.
Las pistolas, 4 pesos c/u. Los sables de caballería, 8 pesos. La pólvora costaba 60 pesos el quintal.
Los datos fueron tomados del libro Historia de las armas de fuego en la Argentina, de Rafael Demaría, y de una enciclopedia sobre La Argentina Criolla 1810-1852.
Armas de la Independencia.
Es difícil hacer un trabajo completo sobre este tema. Hay poca información fidedigna en los archivos, y pocos libros sobre el tema. Por lo menos, acá en Iquique.
Para empezar, diremos que la mayoría de los fusiles usados por los independistas eran de origen francés, inglés y norteamericano. En base a diseños de esos países, acá se hicieron fusiles similares. Pero la gran mayoría (al menos, en las partes finales de la lucha) fue importada.
Como ejemplo, damos el dato de armas llegadas a la Argentina en ese período:
Aunque hubo armas llegadas desde Alemania y los otros países europeos ya mencionados, Estados Unidos fue el gran abastecedor de los países sudamericanos. A fines de 1815 se enviaba a Colombia, para abastecer las tropas de Bolívar, 15.200 fusiles, 300 sables y 200 pares de pistolas. Entre agosto y septiembre del mismo año se enviaba a Buenos Aires 5.000 fusiles, 2.000 sables y 200 barriles de pólvora.
En 1816, febrero a octubre, un total de 7.541 fusiles, sables, pólvora y pistolas.
En 1817, febrero a diciembre, 12.596 fusiles, otros 300 cajones con fusiles (sin saberse la cantidad), 3.000 palos para lanzas provenientes de Amberes, pistolas, sables, piedras de chispa, pólvora.
En 1818, febrero a octubre, 47 cajones de fusiles, cañones y munición de artillería (desde Nueva York). 79 cajones de fusiles, 11 cajones de pistolas, bayonetas, espadas y lanzas (desde Amberes). Desde Nueva York, otros 16 cajones de fusiles, 4 de pistolas, cañones y municiones de artillería.
Posteriormente llegaron 400 fusiles americanos "para recortar a carabina", 2.920 fusiles y dos cajones de sables. Todos estos envíos iban dirigidos a distintos comerciantes, que después se los vendían al gobierno.
Uno de las armas más usadas en esa época en nuestro país, fue el fusil americano Charleville. Con esta arma se equipó también el Ejército Libertador del Perú.
Los fusiles eran de chispa, de hierro fundido, de una longitud total que iba de 1,39 a 1,47 metros. Pesaban aproximadamente 4 Kg. Eran de ánima lisa (sin rayas en el tubo), de avancarga (todo, pólvora y bala se echaba por la boca), con un calibre de ¾ de pulgada (0,75) ó 19 mm. Las balas eran esféricas, de plomo o bronce, que una vez fundidas se redondeaban en toneles de madera o metal mediante un rápido movimiento giratorio alrededor de un eje horizontal. Las piedras, que al producir una chispa provocaban la ignición de la pólvora, eran por lo general españolas. Se prefería las de este país antes que las suecas o inglesas ya que estas últimas, quizá por ser para exportación, eran de un pedernal de baja calidad (al estilo de los tanques rusos de exportación…). Una nota al respecto, del representante del gobierno chileno en Buenos Aires al gobierno argentino (fecha, 6 de diciembre de 1813), decía que las piedras inglesas y suecas no eran muy aceptadas porque "no produciendo chispa, maltratan los fuegos de nuestros rastrillos y dejan sin fruto las operaciones más útiles".
La carga de pólvora, contenida junto con la bala en un cartucho de papel grueso, era de 12,5 gramos. Esta cantidad fue deducida de un cuadro en el cual el Comandante de Artillería del Ejército de los Andes hace constar que, para preparar 283.000 cartuchos de fusil, necesita 77 quintales, 8 libras y 4 onzas de pólvora. El quintal de Castilla equivale a 46 Kg. ó 100 libras. La libra equivale a 460 gramos ó 16 onzas. Así, 25 libras forman una arroba, y cuatro arrobas un quintal.
El fusil carece de alza y guión. Para hacer puntería basta hacer coincidir el punto más alto de la recámara con el más alto de la boca del fusil, y con el objetivo a batir.
Una correa portafusil, pasada por dos anillas colocadas en la caja, permitía llevar el arma colgada. Al costado izquierdo se llevaba la bayoneta en una vaina de cuero. Era de hoja triangular, muy liviana, y de 47 cm de longitud. Su base terminaba en un cilindro hueco, acodado, que permitía ponerla en la boca del fusil, quedando asegurada por un pequeño resalte rectangular que tenía cerca de la boca, y que calzaba en la ranura del cilindro hueco al hacerse girar la bayoneta.
Éste era el fusil normalizado en las compañías de fusileros. Pero las compañías de Cazadores (una en cada batallón), los batallones de esa especialidad (Cazadores se entiende. Nunca faltan los que preguntan "¿cuál…?") y los regimientos de Dragones e infantería montada, usaban un fusil corto. Era de las mismas características que los mencionados arriba, sólo que más cortos y livianos. Su longitud era de 1,12 metros. ¿Será éste el llamado mosquetón? ¿O éste es el mosquete, y el otro el mosquetón? Agradeceré cualquier ayuda al respecto.
¡Ah! Las compañías de Granaderos (una por batallón) usaban granadas de mano y sable. Eso era todo.
La caballería usaba (según la normativa) carabina, espada y pistola. Pero, como siempre andábamos escasos de armas, a lo sumo se llevaba un arma de fuego además de la espada o sable.
La escasez de armas llevó a los argentinos a que todos los sargentos del ejército usasen alabarda en lugar de fusil, y en Chile los milicianos de infantería de Carrera usaron lanzas.
La artillería.
Se subdividía en cañones, obuses y morteros (no ha cambiado mucho la cosa…).
El calibre de los primeros estaba dado por el peso del proyectil en libras. El de obuses y morteros por el diámetro del ánima en la boca, expresado en pulgadas. Así que cuando hablamos de un cañón de 4 (o de 6 u 8), hablamos de un cañón que tira un proyectil esférico, macizo, de 4 libras de peso (o de 6 u 8, se entiende). Fuera de estos modelos, la artllería de batalla se complementaba con obuses de 6 pulgadas.
Las piezas de sitio y de fortaleza de 8 eran mucho más largas (y pesadas) que las de batalla. También habían de 16 y 24 libras. Obuses de 8 pulgadas. Y morteros con calibres entre 8 y 15 pulgadas. En Argentina se generalizó un tipo uniforme de 13 pulgadas.
Como dato para quienes buscan siempre el calibre, damos las equivalencias de los cañones:
4 libras, corresponde a 84,85 mm
8 libras corresponde a 106,1 mm
12 libras corresponde a 121,25 mm
24 libras corresponde a 152,5 mm
El cañón tiraba un proyectil esférico, macizo (bala-rasa), de fundición de hierro y el tarro de metralla (cilindro de hojalata relleno de balines de plomo o de bronce, recortes de metal, clavos, etc.).
El obús empleaba también esta última clase de proyectil y, principalmente, la bala hueca, esférica (llamada granada), provista de una mecha o de una espoleta rudimentaria a percusión, que debía inflamar la carga de explosivo (pólvora negra) contenida en la granada, la que estallaba en fragmentos.
El mortero usaba únicamente bala hueca, a explosión. Los metales usados en las piezas de artillería eran el bronce y el hierro, prefiriéndose lógicamente el primero. Aunque más caro, era más sencillo de trabajar. Más seguro y más durable.
En todo caso, eran piezas sumamente pesadas. Un cañón de a 8, corto, pesaba más de 700 Kg. Y el de a 8, largo, pesaba casi el doble. A todo eso, había que sumarle el peso del armazón de madera (cureña) para transportarlo.
Volviendo a la infantería. Las cartucheras estaban formadas por un bloque rectangular de madera, recubierto de cuero, en el cual se hacían varios agujeros de la medida del cartucho. Si los cartuchos se colocaban sueltos en una cartuchera sin divisiones, el solo movimiento de la marcha destruía con facilidad su envoltura de papel y los inutilizaba.
En 1816 el Ejército de los Andes tenía en sus depósitos 6.000 fusiles remitidos desde Buenos Aires. También tenía repuestos para armar otros 500 fusiles. Había 100 carabinas y 200 pistolas. De todo esto, se trajo en el cruce de la cordillera 5.000 fusiles con bayoneta completos. 741 tercerolas y carabinas, 1.130 sables, 5.000 fornituras de infantería y 741 cananas. Un millón de cartuchos de fusil a bala, 10 quintales de pólvora y 97.000 piedras de chispa de fusil.
La artillería estaba compuesta por 22 piezas (2 obuses, 7 cañones de a 4, 9 de montaña, 2 de hierro y 2 de 10 onzas).
Veamos ahora los cochinos pesos.
Los cañones de bronce de a 4 costaban 540 pesos c/u; las cureñas para los mismos, 350 pesos; los cañones de montaña de a 4, 135 pesos c/u, sus cureñas 200 pesos y sus armones 100 pesos. Los cañones de plaza de bronce de a 8 valían 1.200 pesos, y los mismos (pero de hierro) 1.000 pesos.
Los fusiles con bayoneta, 14 pesos c/u. Las carabinas, 8 pesos.
Los cartuchos de fusil a bala, un real c/u. Las piedras de chispa costaban 10 pesos el millar.
Las pistolas, 4 pesos c/u. Los sables de caballería, 8 pesos. La pólvora costaba 60 pesos el quintal.
Los datos fueron tomados del libro Historia de las armas de fuego en la Argentina, de Rafael Demaría, y de una enciclopedia sobre La Argentina Criolla 1810-1852.
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Batallas de las Guerras de la Independencia
El 16 de Junio de 1818 se crea el cuerpo de Soldados de Marina, o sea la Infantería de Marina de Chile. Tenían por función disparar desde las cofas (y de donde se pudiera) en los combates. E ir en la delantera en los abordajes. También eran los encargados de los desembarcos en territorio hostil.
Cuando Cochrane asume el mando de la escuadra, trae ideas nuevas. De haberse materializado alguna de ellas, habríamos hecho más historia que la que hicimos. Se le ocurrió la idea de atacar con cohetes El Callao, pero el gobierno chileno puso a los prisioneros españoles a fabricarlos. Lógicamente sabotearon las armas, y salieron para cualquier lado. Para un año nuevo estaría bien, pero no para un ataque a la principal plaza enemiga…
También quería hacer un barco a vapor. Incluso se encargó. Pero la tecnología de motores todavía no estaba para tareas tan grandes, y el barco fracasó.
Pero, y aquí viene lo bueno, traía ideas nuevas en la utilización de recursos humanos. Y con los infantes de marina creo las primeras unidades de comandos. No se llamaban así (ese nombre apareció en la 2GM), pero el concepto era el mismo. Unidades de elite, pequeñas pero efectivas, que desembarcaban en los lugares más inesperados. Destruían lo que había que destruir, capturaban lo que había que capturar, y sembraban el temor y el desconcierto en las tropas enemigas. Estas unidades estaban mandadas en un principio por oficiales ingleses, que eran los que más experiencia tenían en el mundo. Venían de la mejor escuela.
Entre ellos destacaron Guillermo Miller y Jaime Charles (castellanizaron sus nombres). En la época del primer bloqueo a la plaza fuerte del Callao desembarcaron muchas veces. Por ejemplo, el 4 de noviembre de 1819 desembarcan en el puerto amurallado de Pisco. El 7 avanzan por la playa y desalojan a los realistas del sector de Las Lomas. Lamentablemente en este combate caen heridos Charles y Miller. Ambos son llevados, junto a otros heridos, a bordo del O’Higgins. Ninguno de los soldados heridos permitió que lo curaran antes de que los médicos atendieran a sus queridos comandantes. En la enfermería Miller y Charles se despidieron, y este último cerró los ojos para siempre. Miller estaba destinado a ganar más laureles para su patria adoptiva…
Cuando Cochrane asume el mando de la escuadra, trae ideas nuevas. De haberse materializado alguna de ellas, habríamos hecho más historia que la que hicimos. Se le ocurrió la idea de atacar con cohetes El Callao, pero el gobierno chileno puso a los prisioneros españoles a fabricarlos. Lógicamente sabotearon las armas, y salieron para cualquier lado. Para un año nuevo estaría bien, pero no para un ataque a la principal plaza enemiga…
También quería hacer un barco a vapor. Incluso se encargó. Pero la tecnología de motores todavía no estaba para tareas tan grandes, y el barco fracasó.
Pero, y aquí viene lo bueno, traía ideas nuevas en la utilización de recursos humanos. Y con los infantes de marina creo las primeras unidades de comandos. No se llamaban así (ese nombre apareció en la 2GM), pero el concepto era el mismo. Unidades de elite, pequeñas pero efectivas, que desembarcaban en los lugares más inesperados. Destruían lo que había que destruir, capturaban lo que había que capturar, y sembraban el temor y el desconcierto en las tropas enemigas. Estas unidades estaban mandadas en un principio por oficiales ingleses, que eran los que más experiencia tenían en el mundo. Venían de la mejor escuela.
Entre ellos destacaron Guillermo Miller y Jaime Charles (castellanizaron sus nombres). En la época del primer bloqueo a la plaza fuerte del Callao desembarcaron muchas veces. Por ejemplo, el 4 de noviembre de 1819 desembarcan en el puerto amurallado de Pisco. El 7 avanzan por la playa y desalojan a los realistas del sector de Las Lomas. Lamentablemente en este combate caen heridos Charles y Miller. Ambos son llevados, junto a otros heridos, a bordo del O’Higgins. Ninguno de los soldados heridos permitió que lo curaran antes de que los médicos atendieran a sus queridos comandantes. En la enfermería Miller y Charles se despidieron, y este último cerró los ojos para siempre. Miller estaba destinado a ganar más laureles para su patria adoptiva…
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Batallas de las Guerras de la Independencia
Irritado Cochrane por su fracaso en el ataque al Callao, y más que nada por los obstáculos que Zenteno le ponía, deja la escuadra al mando de Blanco Encalada y pone rumbo al sur sólo con la O’Higgins.
Al fin solo, sin órdenes molestas, concibe su próximo plan. Baja donde Miller y le expone su plan. Este se incorpora como puede y le dice “Milord, temo que os habeis vuelto loco”. Porque la idea es tomarse una de las tres más grandes fortificaciones españolas del Pacífico, con sólo una fragata.
El 18 de enero entra en la bahía de Corral enarbolando bandera española. Solicita práctico, y se le envía uno acompañado de un oficial y cuatro soldados. Estos son rápidamente apresados y Cochrane recorre toda la bahía viendo sus defensas. Eran en total 10 fuertes, baterías y castillos con un total de 118 cañones, 800 soldados de línea y 1.000 milicianos. Con estos datos se dirige a Talcahuano, a solicitar la ayuda del general Ramón Freire. Dice Subercaseaux que este sonrió ante la idea loca, pero que diablos. Había que hacer algo. Le pasa al mayor Jorge Beauchef y 250 hombres de las compañías de granaderos de los batallones 1° y 3° de Chile. Claro que con el compromiso de que les dijeran su destino en alta mar. No fuera a ser cosa de que se atemorizaran…
Por el contrario, cuando supieron su destino todos gritaron y saltaron de alegría. Sabían que estaban haciendo historia.
También Freire le pasa dos buques que estaban bajo su comando, el Intrépido y el Moctezuma. Pero por acá comienza la típica mala suerte del chileno. La O’Higgins encalla en isla Mocha. Se inunda la santa barbara, y se moja toda la pólvora. Los soldados quedan con lo que llevaban en sus cartucheras. ¿Qué dice Cochrane? “Mejor, porque así nuestros soldados tendrán que usar la bayoneta que tanto temen los españoles". Cochrane y los soldados de marina se pasan al Intrepido continuando viaje hasta Valdivia (Corral mejor dicho).
Llegan de nuevo con bandera española, el 3 de febrero de 1820, solicitando práctico. En Corral había españoles, pero ningún gallego. Ya no se la tragaron tan fácil. “Manden un bote” respondieron.
“Los perdimos en el Cabo de Hornos” exclaman los chilenos.
Mientras, se juntaba tropa española en la playa del Inglés. Este era el único sitio apto para un desembarco.
Como es lógico, algo tenía que fallar. Alguien no hizo bien la amarra, y un bote (que estaban escondidos al otro lado de los buques) se suelta y aparece detrás del Moctezuma. De inmediato el fuerte Inglés dispara dos cañonazos sobre el Intrépido, causándole dos muertos y algunos heridos. Los buques chilenos enarbolan nuestra bandera y comienzan a bombardear el fuerte. Con dos botes y un lanchón se desembarcan 44 infantes de marina al mando de Miller (convaleciente todavía de sus heridas). Eran las 18:00 horas.
Los infantes disparan una vez y atacan a la bayoneta. Mientras los botes regresan a buscar al resto de los soldados. En el curso de una hora bajan a tierra un total de 300 hombres. Después de una hora de lucha la playa es limpiada de enemigos y comienza el ataque al fuerte mismo. El subteniente Juan Francisco Vidal, de origen peruano, conduce a sus 24 hombres por un sendero al borde de un precipicio. Es un sendero por donde sólo pasa de un hombre a la vez. Se dirige a la parte posterior del fuerte y encuentra un espacio pequeño. Ingresa con sus hombres haciendo descargas al aire y dando gritos terribles. Los españoles piensan que son muchos más y huyen. Cae la noche, y con ella el fuerte. Hay que recordar que en la zona de Valdivia el sol se oculta a eso de las 21:00 a 21:30 en febrero.
Es ahora cuando comienza la locura más grande todas. A las 21:30 comienza el ataque a las otras fortificaciones del lado sur de la desembocadura del río. Era una carrera nocturna donde iban mezclados perseguidos y perseguidores. Los españoles abandonaban un fuerte y corrían al siguiente. Cuando les abrían las puertas para que entraran, también lo hacían los infantes de Cochrane. Hubo muchas oportunidades en que un soldado tenía que parar y darse vuelta, para dispararle o clavar la bayoneta a uno que venía arrancando detrás de él. Las heridas le pasaron la cuenta a Miller y no pudo seguir el paso de los suyos. Entonces lo tomaron entre dos hombres y lo llevaron con ellos.
A las 22:15 habían caído San Carlos, El Barro, Amargos y Chorocamayo. Entonces nuestras fuerzas se reagrupan. Soldados e infantes de marina descansan unos minutos y a la 1:00 de la madrugada atacan el castillo de Corral por todos lados. Este sitio era el más poderoso, y acá estaba el mando realista de todo el sistema de fuertes de defensa. Se libró un combate feroz, en el cual cayó la mitad de los defensores. El resto se rindió, incluyendo el coronel Fausto del Hoyo que ejercía el mando.
Descansaron el resto de la noche. Faltaban los fuertes de la ribera norte…
Cuando amaneció los españoles se encontraron con que todos los fuertes del sur habían caído. Pensaron que los atacaban unos 2.000 hombres. Ya estaban atemorizados, y justo entonces entra en la bahía el O’Higgins. Su tripulación lo había liberado, y llegó a Corral en la mañana del día 4. Esto bastó para quebrar totalmente la moral de los defensores. Si habían caído todas las defensas del lado sur sólo con dos buques, ¿qué podían hacer ellos frente a esos mismos atacantes reforzados por una fragata?
Rápidamente huyeron hacia dentro abandonando los fuertes Niebla, Carbonero y Piojo además del ubicado en la isla Mancera.
Valdivia fue ocupada el 6 de febrero por las fuerzas de Cochrane. Y un combate victorioso en El Toro le dio también la posesión de la zona de Osorno.
Al fin solo, sin órdenes molestas, concibe su próximo plan. Baja donde Miller y le expone su plan. Este se incorpora como puede y le dice “Milord, temo que os habeis vuelto loco”. Porque la idea es tomarse una de las tres más grandes fortificaciones españolas del Pacífico, con sólo una fragata.
El 18 de enero entra en la bahía de Corral enarbolando bandera española. Solicita práctico, y se le envía uno acompañado de un oficial y cuatro soldados. Estos son rápidamente apresados y Cochrane recorre toda la bahía viendo sus defensas. Eran en total 10 fuertes, baterías y castillos con un total de 118 cañones, 800 soldados de línea y 1.000 milicianos. Con estos datos se dirige a Talcahuano, a solicitar la ayuda del general Ramón Freire. Dice Subercaseaux que este sonrió ante la idea loca, pero que diablos. Había que hacer algo. Le pasa al mayor Jorge Beauchef y 250 hombres de las compañías de granaderos de los batallones 1° y 3° de Chile. Claro que con el compromiso de que les dijeran su destino en alta mar. No fuera a ser cosa de que se atemorizaran…
Por el contrario, cuando supieron su destino todos gritaron y saltaron de alegría. Sabían que estaban haciendo historia.
También Freire le pasa dos buques que estaban bajo su comando, el Intrépido y el Moctezuma. Pero por acá comienza la típica mala suerte del chileno. La O’Higgins encalla en isla Mocha. Se inunda la santa barbara, y se moja toda la pólvora. Los soldados quedan con lo que llevaban en sus cartucheras. ¿Qué dice Cochrane? “Mejor, porque así nuestros soldados tendrán que usar la bayoneta que tanto temen los españoles". Cochrane y los soldados de marina se pasan al Intrepido continuando viaje hasta Valdivia (Corral mejor dicho).
Llegan de nuevo con bandera española, el 3 de febrero de 1820, solicitando práctico. En Corral había españoles, pero ningún gallego. Ya no se la tragaron tan fácil. “Manden un bote” respondieron.
“Los perdimos en el Cabo de Hornos” exclaman los chilenos.
Mientras, se juntaba tropa española en la playa del Inglés. Este era el único sitio apto para un desembarco.
Como es lógico, algo tenía que fallar. Alguien no hizo bien la amarra, y un bote (que estaban escondidos al otro lado de los buques) se suelta y aparece detrás del Moctezuma. De inmediato el fuerte Inglés dispara dos cañonazos sobre el Intrépido, causándole dos muertos y algunos heridos. Los buques chilenos enarbolan nuestra bandera y comienzan a bombardear el fuerte. Con dos botes y un lanchón se desembarcan 44 infantes de marina al mando de Miller (convaleciente todavía de sus heridas). Eran las 18:00 horas.
Los infantes disparan una vez y atacan a la bayoneta. Mientras los botes regresan a buscar al resto de los soldados. En el curso de una hora bajan a tierra un total de 300 hombres. Después de una hora de lucha la playa es limpiada de enemigos y comienza el ataque al fuerte mismo. El subteniente Juan Francisco Vidal, de origen peruano, conduce a sus 24 hombres por un sendero al borde de un precipicio. Es un sendero por donde sólo pasa de un hombre a la vez. Se dirige a la parte posterior del fuerte y encuentra un espacio pequeño. Ingresa con sus hombres haciendo descargas al aire y dando gritos terribles. Los españoles piensan que son muchos más y huyen. Cae la noche, y con ella el fuerte. Hay que recordar que en la zona de Valdivia el sol se oculta a eso de las 21:00 a 21:30 en febrero.
Es ahora cuando comienza la locura más grande todas. A las 21:30 comienza el ataque a las otras fortificaciones del lado sur de la desembocadura del río. Era una carrera nocturna donde iban mezclados perseguidos y perseguidores. Los españoles abandonaban un fuerte y corrían al siguiente. Cuando les abrían las puertas para que entraran, también lo hacían los infantes de Cochrane. Hubo muchas oportunidades en que un soldado tenía que parar y darse vuelta, para dispararle o clavar la bayoneta a uno que venía arrancando detrás de él. Las heridas le pasaron la cuenta a Miller y no pudo seguir el paso de los suyos. Entonces lo tomaron entre dos hombres y lo llevaron con ellos.
A las 22:15 habían caído San Carlos, El Barro, Amargos y Chorocamayo. Entonces nuestras fuerzas se reagrupan. Soldados e infantes de marina descansan unos minutos y a la 1:00 de la madrugada atacan el castillo de Corral por todos lados. Este sitio era el más poderoso, y acá estaba el mando realista de todo el sistema de fuertes de defensa. Se libró un combate feroz, en el cual cayó la mitad de los defensores. El resto se rindió, incluyendo el coronel Fausto del Hoyo que ejercía el mando.
Descansaron el resto de la noche. Faltaban los fuertes de la ribera norte…
Cuando amaneció los españoles se encontraron con que todos los fuertes del sur habían caído. Pensaron que los atacaban unos 2.000 hombres. Ya estaban atemorizados, y justo entonces entra en la bahía el O’Higgins. Su tripulación lo había liberado, y llegó a Corral en la mañana del día 4. Esto bastó para quebrar totalmente la moral de los defensores. Si habían caído todas las defensas del lado sur sólo con dos buques, ¿qué podían hacer ellos frente a esos mismos atacantes reforzados por una fragata?
Rápidamente huyeron hacia dentro abandonando los fuertes Niebla, Carbonero y Piojo además del ubicado en la isla Mancera.
Valdivia fue ocupada el 6 de febrero por las fuerzas de Cochrane. Y un combate victorioso en El Toro le dio también la posesión de la zona de Osorno.
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Batallas de las Guerras de la Independencia
Después intenta Cochrane la toma de Chiloé, pero sus fuerzas son derrotadas por los chilotes en el combate de Agüí.
Vuelve al Perú, donde sus fuerzas de IM continúan desembarcando por sorpresa en cualquier lugar. Pero en sí era una campaña aburrida. Las fuerzas españolas se negaban a salir de su refugio en el Callao.
De nuevo se le ocurre algo que el resto toma como una locura. Apoderarse del mejor buque español, que está protegido por 15 lanchas cañoneras, 2 bergantines de guerra, 3 transportes armados y los más de 300 cañones de las fortalezas del Callao: la fragata Esmeralda. Pide voluntarios entre las tripulaciones, y no le cuesta nada reunir 240 hombres. Infantes de marina y marineros. Practica algunos días, y el 5 de noviembre da la señal desde la isla san Lorenzo al mediodía. Todos los buques contestaron la señal y partieron mar adentro. Sólo quedó el O’Higgins, los hombres que iban a efectuar el asalto y los botes de los otros barcos.
Los españoles pensaron que había aparecido algún otro buque en el horizonte, y que los bloqueadores partían en su caza. Así que se prepararon para una noche tranquila.
A las 23:00 empieza el embarque de los asaltantes en 14 botes. Se organizaron en dos columnas y remaron durante dos horas. Los remos iban forrados en genero para evitar ruidos. Nadie hablaba. Entraron al puerto en el más absoluto silencio. Pasaron frente a una fragata estadounidense donde el vigía los vio…y comprendió. Good luck boys fue todo lo que susurró. También los vieron desde una fragata inglesa, y salió a flote todo el rencor que sentían los oficiales ingleses hacia el expulsado de la marina real…
¡Quién vive! Fue el grito que se oyó. Afortunadamente esto se oía cada noche en el puerto.
A la 1:00 de la madrugada del 6 de noviembre llegaron por ambos lados de la Esmeralda. El primero que sube es Cochrane, con tan mala suerte que se encuentra cara a cara con un vigía español. De un culatazo es enviado de espaldas al bote, pero se recupera y sube nuevamente. Esta vez da muerte al guardia.
Los chilenos suben por todos lados al buque español. Otro enemigo dispara contra el almirante, pero falla. Cochrane no yerra su tiro.
Pero el dolor de la espalda es demasiado grande y tiene que sentarse en una escalera. Al lado se el se pone un guardiamarina con dos pistolas protegiéndolo. Mira hacia arriba y grita a las figuras en los palos. Desde ahí le contestan. Ya todos estaban en sus puestos. Después diría sobre esto “ninguna tripulación de la marina real actuó con más rapidez y eficacia”.
La Esmeralda tenía una tripulación de 330 hombres, y resistieron valerosamente. Pero ya no había caso, y 204 de ellos se entregaron prisioneros. Sobre 60 quedaron muertos en cubierta y el resto se tiró al agua.
Cochrane había recibido un tiro en un muslo, y cuenta entre los 11 muertos y 31 heridos que costó la acción. Esta había durado unos 17 minutos, y desde tierra ya se daban cuenta de que habían perdido la nave. Entonces comenzaron a cañonearla desde los fuertes.
Cochrane ve que las naves neutrales encienden unas luces especiales, y ordena que se haga lo mismo en la Esmeralda. Entonces los artilleros de tierra, confundidos, reparten sus disparos entre todos los buques que estaban en el Callao. Entonces, sin fuegos enemigos, los chilenos pueden sacar su presa desde el puerto.
El gobierno ofrece darle el nombre de Cochrane a la presa, pero este prefiere un nombre que recuerde el heroísmo de sus hombres. La Esmeralda pasa a llamarse Valdivia.
Vuelve al Perú, donde sus fuerzas de IM continúan desembarcando por sorpresa en cualquier lugar. Pero en sí era una campaña aburrida. Las fuerzas españolas se negaban a salir de su refugio en el Callao.
De nuevo se le ocurre algo que el resto toma como una locura. Apoderarse del mejor buque español, que está protegido por 15 lanchas cañoneras, 2 bergantines de guerra, 3 transportes armados y los más de 300 cañones de las fortalezas del Callao: la fragata Esmeralda. Pide voluntarios entre las tripulaciones, y no le cuesta nada reunir 240 hombres. Infantes de marina y marineros. Practica algunos días, y el 5 de noviembre da la señal desde la isla san Lorenzo al mediodía. Todos los buques contestaron la señal y partieron mar adentro. Sólo quedó el O’Higgins, los hombres que iban a efectuar el asalto y los botes de los otros barcos.
Los españoles pensaron que había aparecido algún otro buque en el horizonte, y que los bloqueadores partían en su caza. Así que se prepararon para una noche tranquila.
A las 23:00 empieza el embarque de los asaltantes en 14 botes. Se organizaron en dos columnas y remaron durante dos horas. Los remos iban forrados en genero para evitar ruidos. Nadie hablaba. Entraron al puerto en el más absoluto silencio. Pasaron frente a una fragata estadounidense donde el vigía los vio…y comprendió. Good luck boys fue todo lo que susurró. También los vieron desde una fragata inglesa, y salió a flote todo el rencor que sentían los oficiales ingleses hacia el expulsado de la marina real…
¡Quién vive! Fue el grito que se oyó. Afortunadamente esto se oía cada noche en el puerto.
A la 1:00 de la madrugada del 6 de noviembre llegaron por ambos lados de la Esmeralda. El primero que sube es Cochrane, con tan mala suerte que se encuentra cara a cara con un vigía español. De un culatazo es enviado de espaldas al bote, pero se recupera y sube nuevamente. Esta vez da muerte al guardia.
Los chilenos suben por todos lados al buque español. Otro enemigo dispara contra el almirante, pero falla. Cochrane no yerra su tiro.
Pero el dolor de la espalda es demasiado grande y tiene que sentarse en una escalera. Al lado se el se pone un guardiamarina con dos pistolas protegiéndolo. Mira hacia arriba y grita a las figuras en los palos. Desde ahí le contestan. Ya todos estaban en sus puestos. Después diría sobre esto “ninguna tripulación de la marina real actuó con más rapidez y eficacia”.
La Esmeralda tenía una tripulación de 330 hombres, y resistieron valerosamente. Pero ya no había caso, y 204 de ellos se entregaron prisioneros. Sobre 60 quedaron muertos en cubierta y el resto se tiró al agua.
Cochrane había recibido un tiro en un muslo, y cuenta entre los 11 muertos y 31 heridos que costó la acción. Esta había durado unos 17 minutos, y desde tierra ya se daban cuenta de que habían perdido la nave. Entonces comenzaron a cañonearla desde los fuertes.
Cochrane ve que las naves neutrales encienden unas luces especiales, y ordena que se haga lo mismo en la Esmeralda. Entonces los artilleros de tierra, confundidos, reparten sus disparos entre todos los buques que estaban en el Callao. Entonces, sin fuegos enemigos, los chilenos pueden sacar su presa desde el puerto.
El gobierno ofrece darle el nombre de Cochrane a la presa, pero este prefiere un nombre que recuerde el heroísmo de sus hombres. La Esmeralda pasa a llamarse Valdivia.
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Batallas de las Guerras de la Independencia
Quiero profundizar un poco más en los hechos del corsario Rosa de Los Andes.
Como en casi todos los corsarios de esa época, la tripulación era en gran parte inglesa. Pero había tripulantes chilenos también, especialmente los 80 infantes de marina y dos oficiales que embarcaba.
Con ellos zarpó el 27 de abril de 1819 hacia el norte y capturó una fragata mercante española, mandándola hacia Valparaiso.
En Junio combate contra la fragata Piedad, sufriendo gran cantidad de bajas.
El 17 de septiembre ataca el puerto de Taboga, en la costa panameña, y se toma al abordaje una cantidad de lanchas cañoneras que ahí estaban.
También asalta y toma los fuertes de Guapi, en Colombia, entregándolos a las fuerzas de Bolivar.
Para noviembre había liberado toda la costa del alto Chocó, incluyendo Guapi, Iscuandé y Micay. También ocupó el puerto de Lumaco, donde asaltó la plaza fortificada.
En enero de 1820 tuvo noticias de una supuesta expedición española que llegaría a la costa atlántica de Panamá. Así que desembarca su gente, se llevan consigo una embarcación menor y atraviesan Panamá. Navegaron por el Caribe sin encontrar a los realistas, por lo que en febrero vuelven a su barco.
Ahora atacan y capturan Popayán, que también entregan a las fuerzas de Bolivar.
Después se enfrentan con la fragata Puebla, pero es herido su capitán y se retiran. La Prueba no los sigue.
Finalmente atacan nuevamente en la zona de Iscuandé, pero esta vez la nave encalla y se pierde totalmente. La tripulación llega a tierra y se dirige caminando hacia el sur, a juntarse con las fuerzas colombianas.
Como en casi todos los corsarios de esa época, la tripulación era en gran parte inglesa. Pero había tripulantes chilenos también, especialmente los 80 infantes de marina y dos oficiales que embarcaba.
Con ellos zarpó el 27 de abril de 1819 hacia el norte y capturó una fragata mercante española, mandándola hacia Valparaiso.
En Junio combate contra la fragata Piedad, sufriendo gran cantidad de bajas.
El 17 de septiembre ataca el puerto de Taboga, en la costa panameña, y se toma al abordaje una cantidad de lanchas cañoneras que ahí estaban.
También asalta y toma los fuertes de Guapi, en Colombia, entregándolos a las fuerzas de Bolivar.
Para noviembre había liberado toda la costa del alto Chocó, incluyendo Guapi, Iscuandé y Micay. También ocupó el puerto de Lumaco, donde asaltó la plaza fortificada.
En enero de 1820 tuvo noticias de una supuesta expedición española que llegaría a la costa atlántica de Panamá. Así que desembarca su gente, se llevan consigo una embarcación menor y atraviesan Panamá. Navegaron por el Caribe sin encontrar a los realistas, por lo que en febrero vuelven a su barco.
Ahora atacan y capturan Popayán, que también entregan a las fuerzas de Bolivar.
Después se enfrentan con la fragata Puebla, pero es herido su capitán y se retiran. La Prueba no los sigue.
Finalmente atacan nuevamente en la zona de Iscuandé, pero esta vez la nave encalla y se pierde totalmente. La tripulación llega a tierra y se dirige caminando hacia el sur, a juntarse con las fuerzas colombianas.
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Batallas de las Guerras de la Independencia
Aunque no tienen mucho que ver con las batallas de la Independencia (la verdad no encontre otro sitio) Tiene que ver con los planes para despues de la independencia y la verdad algo que llama mucho la atencion
LOS PROYECTOS MONÁRQUICOS EN PERU, COLOMBIA Y ECUADOR EN EL SIGLO XIX
Por el Dr. Francisco M. de las Heras y Borrero
Presidente de la Diputación de esta Casa Troncal .
En este año de 2010, en el que se conmemora el Bicentenario de la Independencia de Hispanoamérica, se vuelve a desempolvar los hechos históricos que dieron origen a tan significativo acontecimiento.
Exceptuado el caso de México, donde se establecieron dos imperios tras su independencia de España, el tema de la eventual instauración de una monarquía en las antiguas colonias españolas en el periodo post-independentista ha permanecido ignorado, sin que se le haya dedicado la atención e importancia que el mismo requiere.
Fruto de las contradicciones de una época convulsa, confrontación ideológica y pasiones encontradas, la fórmula de gobierno republicana no aparecía en los primeros momentos como la única posible ni la más deseable por la ciudadanía. La causa de la monarquía también tenía sus partidarios entre los independentistas, muchos de los cuales militaron dentro y fuera de las filas republicanas.
Animados por el interesantísimo estudio de Bernardo Lozier Almazán, Caballero del Capítulo de Argentina de los Doce Linajes de Soria, relativo a los proyectos de instauración de una monarquía en los territorios del Río de la Plata, y al que recientemente hemos hecho referencia en el Blog, incursionamos hoy brevemente a través de los proyectos para establecer una monarquía en Perú, Colombia y Ecuador, episodios que, mucho de ellos, no son de conocimiento público.
Ojala que la historiografía actual, sobre todo los numerosos especialistas en Historia de América de nuestras universidades, profundicen en esta materia tan poco estudiada.
1 – PROYECTOS PARA ESTABLECER UN REINO EN PERU.
El compartir sentimiento monárquicos y republicanos no fue en los primeros momentos de la independencia un hecho excepcional. Un buen ejemplo de ello nos lo brinda don José de la Riva-Agüero y Sánchez Boquete, V Marqués de Montealegre de Aulestia, quien dejando a un lado honores, títulos, fortuna y posición social, militó de forma decidida en pro de la causa revolucionaria, lo cual no le impidió contemplar, al mismo tiempo, la monarquía como una respuesta a la nueva situación política.
Tras algunas vacilaciones iniciales, Riva-Agüero coincide en lo básico con las ideas del General José de San Martín, expuestas en septiembre de 1820 en la Conferencia de Miraflores. Allí, en forma reservada, se plantea la coronación de un príncipe de España en el Perú independizado. San Martín quería realizar la independencia por medio de los españoles, pero quería que previamente fuese reconocida por la metrópolis, fracasando por esta causa las negociaciones, bastante avanzadas, de Punchauca. Ante esta situación, el General San Martín, ya rigiendo el Protectorado, opta por la acción directa ante las potencias europeas de acuerdo y en conexión con la nobleza limeña. Así, al crearse por el Estatuto Provisorio, el 8 de octubre de 1821, un Consejo de Estado se encomienda a García del Río y Paroisien y otros comisionados la búsqueda de un rey para el Perú. Llevaban en cartera una lista compuesta por Leopoldo de Saxe Coburgo, que más tarde sería rey de los belgas, algún príncipe de la casa de Brunswick, Austria, Rusia, Francia o Portugal, y en último caso solicitar de España a don Luís de Borbón, duque de Luca, sin que se llegue a nada en concreto.
En sintonía con la idea monárquica, el Consejo de Estado declara a los títulos de Castilla como títulos de Perú, previa convalidación de los oportunos despachos y crea la Orden del Sol, cuyos miembros tenían carácter hereditario para así formar una nueva nobleza.
Años más tarde, Riva-Agüero, desterrado en Europa, casado en julio de 1826 con la princesa Carolina de Loos Corswarem, perteneciente a una casa que había sido soberana de un ducado pequeño en el antiguo imperio germánico, es acusado de financiar, según la información despachada por el gobierno de Méjico al gobierno de Perú en octubre de 1827, una expedición de aventureros a América con el objeto de coronarse él o coronar a un príncipe alemán o al infante don Francisco de Paula de Borbón.
Vemos, pues, cómo el dilema monarquía-república estuvo presente durante casi una década y media entre los partidarios de la independencia del Perú, que no tenían claro en los primeros años la fórmula o sistema de gobierno más aconsejable. Intrigas internacionales y los intereses políticos de Inglaterra y otras potencias darían al traste con estos proyectos.
No obstante, el sentimiento monárquico y estima de la nobleza quedó hondamente arraigado en la sociedad peruana. En 1869, casi cincuenta años después de iniciado el proceso independentista, aún seguía figurando en las partidas matrimoniales la condición noble de los desposados. A este respecto, tenemos delante de nuestra vista la partida de casamiento de Don Marcelino Arévalo y Orbe, quien contrajo matrimonio el 29 de Octubre de 1869 en la Santa Iglesia de Tarapoto, Perú, con Doña María de las Mercedes Iglesias y Pérez-Albán, registrados ambos con el calificativo de "Nobles". Entre los brillantes entronques del linaje de Don Marcelino figura el establecido con Doña María Catalina de Caravantes y Arana, Dama nacida en Soria perteneciente al Linaje Don Vela de la Casa Troncal de los Doce Linajes, casada con Don Hernando de Cárdenas y Zapata, Conquistador de Perú, fallecido en 1583. Los datos, anteriormente expuestos, lo hemos extraído de la documentación obrante en el expediente de ingreso, presentado ante esta Casa Troncal por el joven caballero peruano don Alexis Rolando Arévalo y Vergara.
2 - COLOMBIA: UNA CORONA PARA SIMÓN BOLIVAR.
General victorioso, hombre querido y admirado, Simón Bolívar pudo convertirse en "Rey". En efecto, El Libertador recibió la propuesta formal de ceñir la corona real de la Gran Colombia. Esta propuesta, dentro de una cierta efervescencia, fue efectuada por los mantuanos de Caracas y un partido de Bogotá. Pero con la llegada, en 1827, de Bolívar a Colombia y Venezuela se calman los ánimos.
No obstante, el 14 de abril de 1829 se presentan en Bogotá el conde Charles de Bresson y el duque de Montebello quienes, a despecho de la opinión de Simón Bolívar, comienzan a trabajar para la instauración de una monarquía en Colombia. El duque de Montebello propone, nada menos, que casar a El Libertador con una princesa de la Casa de Orleans.
Con Bolívar ausente, enfermo en Guayaquil, los encargados en Bogotá del poder ejecutivo, Urdaneta, Castillo, Restrepo y Castillo y Rada, apoyados por Estanislao Vergara, un monárquico de toda la vida, conspiran para complacer a los enviados franceses. El General Páez, pese a la insistencia epistolar de Urdaneta, no es partidario de cambiar la forma de gobierno.
Cuando El Libertador regresa de nuevo a Bogotá, se reúne, el 16 de enero de 1830, con el Consejo de Ministros y recibe un documento en el que se le informa de que dicho Consejo “después de un detenido estudio sobre la forma de gobierno que más conviene a la nación, acordó por unanimidad que la monarquía constitucional presenta todo el vigor y estabilidad que debe tener un gobierno bien cimentado”.
Bolívar ante semejante proposición monta en cólera, pide la renuncia inmediata a los ministros e instala su Congreso Admirable el 20 de enero, retomando Colombia su curso republicano. El proyecto monárquico había, definitivamente, fracasado.
3 – PROYECTOS MONÁRQUICOS EN ECUADOR.
Un primer intento de establecer una monarquía propia en el territorio de la Real Audiencia de Quito se produce tras la revolución quiteña de 10 de agosto de 1809.
Los criollos, sublevados al poder de Madrid, nombraron la Junta de Gobierno Autónoma, a cuyo frente pusieron al más popular de los nobles locales de aquel entonces, Juan Pío de Montúfar, II Marqués de Selva Alegre, al que en el acta de independencia pasan a denominar “Su Alteza Serenísima”, prueba inequívoca del destino real del interesado. El proyecto no sigue adelante ya que la otra facción de la Junta Soberana decide devolver el poder al rey de España.
Un segundo proyecto se debe al General Juan José Flores, quien, tras 14 años en el poder, se convenció de que sólo la monarquía podía rescatar a Ecuador del caos en que le había sumergido la república.
Flores había nacido en Puerto Cabello, Venezuela, en 1800. Su madre, Rita Flores, era una mujer humilde y su padre, Juan José Aramburu, un rico comerciante vasco, aunque no existen documentos que lo avale. A la edad de treinta años ya estaba en la cumbre de su vida política al ser nombrado Primer Presidente del Ecuador, cargo que desempeñó en tres oportunidades hasta que en 1845 fue obligado a salir del país tras la derrota sufrida en la Revolución del 6 de marzo.
Fue casi al final de su mandato cuando decidió enviar una serie de cartas a la Reina Regente de España María Cristina de Borbón, viuda de Fernando VII, quien había contraído nuevas nupcias con don Agustín Muñoz y Sánchez, I duque de Riánsares. En dichas cartas, el Presidente Flores solicitaba la restauración de la monarquía en Ecuador en la persona de Agustín Muñoz y de Borbón, I Duque de Tarancón, que contaba 8 años, hijo de la Regente y el Duque de Riánsares.
El plan de Juan José Flores constaba de dos partes. En la primera se declaraba Príncipe de Ecuador al Duque de Tarancón, bajo la regencia de su madre Doña María Cristina. En la segunda se le convertiría en monarca de un hipotético Reino Unido de Ecuador, Perú y Bolivia, con trono en la ciudad de Quito. Cuando todo estaba organizado, Flores fue depuesto y los planes se vinieron abajo. Desde el exilio intrigaría y movería influencias a favor de su proyecto sin resultado alguno.
Aún todavía en 1859 se produciría un último intento de instaurar un régimen monárquico en Ecuador, condenado igualmente al más absoluto trabajo. El entonces Presidente Gabriel García Moreno desarrolló un proyecto de protectorado que envió a Napoleón III, quien lo rechazaría de plano.
Y aquí concluimos estas breves notas sobre los intentos de establecer una monarquía en estos antiguos territorios de la Corona de España, dejando a plumas mucho más capacitadas que la mía el estudio minucioso de los acontecimientos esbozados. La celebración del Bicentenario de la Independencia de la América Hispana es más que una buena excusa para ello.
"La única guerra que se gana huyendo, es contra las mujeres"
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Batallas de las Guerras de la Independencia
Pará celebra la Independencia de Brasil, el 15 de agosto
El 15 de agosto de 1823, casi un año después de que el grito de Ipiranga, la provincia de Gran Pará y Maranhão, finalmente se unió a la Independencia de Brasil en el dominio del imperio portugués.
Así que hoy es un día de fiesta en todo el estado.
Echa un vistazo a la historia de Johnnatas Rodrigues :
[youtube]z7OScf6hAGA[/youtube]
sds.
El 15 de agosto de 1823, casi un año después de que el grito de Ipiranga, la provincia de Gran Pará y Maranhão, finalmente se unió a la Independencia de Brasil en el dominio del imperio portugués.
Así que hoy es un día de fiesta en todo el estado.
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