Se me pasó despedirme por unos días... pero ya estoy de vuelta por aquí. Entre las vacaciones y algunos otros temas, no he podido escribir nada, pero las ideas están listas para plasmarlas, a ver si en poco tiempo subo el siguiente fragmento.
Que será de la vida de flanker, no se ustedes pero a mi me está matando la intriga
Debe estar en las Baleares disfrutando del verano
Ibiza...
Ese debe de estar morado de tanta Cubata y sol de verano!!!!
Cielos, vaya imagen... ...pero no, este año ha tocado un recorrido cultural y de naturaleza por Castilla la Vieja y tan solo me he hidratado con refrescos y algún que otro Rivera del Duero...
Otro tópico que tampoco a tocado el buen flanker, bien podría ser la lucha de tipo Fluvial,
Gracias por el aporte, algo de eso tengo proyectado, no se preocupe. Sobre algún fragmento de operaciones especiales de unidades venezolanas, algo saldrá también, pero tampoco quiero hacer un reflejo con los fragmentos en uno y otro bando, si sale de uno debe salir de otro, en principio, solo si concuerda y se adapta a la trama principal del relato.
Por cierto, acabo de subir en la pagina 46 del hilo una lámina que me llegó a través del forista Condor Andino, de un Strikemaster de la FAE, y que está muy bien.
Un saludo y disculpen el retraso...
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
It matters not how strait the gate. How charged with punishments the scroll.
I am the master of my fate: I am the captain of my soul. - From "Invictus", poem by William Ernest Henley
Oh, nuestros ruegos han sido escuchados! la vida y razón de Flanker33 se encuentran a salvos! Procederemos con razón a pagar las favores concedidos al Nazareno de Achaguas!
jcmorey2 escribió:Oh, nuestros ruegos han sido escuchados! la vida y razón de Flanker33 se encuentran a salvos! Procederemos con razón a pagar las favores concedidos al Nazareno de Achaguas!
flanker33 escribió:Esto va tomando velocidad de crucero. El siguiente fragmento ya está en postproducción... Espero que esté listo para este fin de semana.
Saludos.
Somos muchos los que esperamos tras bambalinas estimado Flanker. Sin comentar mucho, pero de todos modos ahí, esperando, silentes, pacientes. Así que por favor, no te olvides de nosotros tampoco.
se de buena tinta que hay foristas que seguís o siguen el hilo sin comentar o haciendolo ocasionalmente, y por supuesto el relato es para todos aquellos que les guste o interese, posteen o no, faltaría más. Espero que mañana, o a más tardar el domingo suba el siguiente fragmento.
Un saludo.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
-Mi General, el Cuartel General quiere hablar con usted – dijo el teniente responsable de las comunicaciones en la tienda de mando, a la vez que le ofrecía el auricular y el micro a su superior.
El General Molero, ocupado en mil cosas, realizó en un acto reflejo que tenía desde la Academia al hablar con sus superiores. Se irguió cuan alto era y se alisó el traje de faena, tratando de estar lo más presentable posible, aunque fuera para una conversación radiofónica. Hacía unos minutos que esperaba esa llamada, pero como no podía sentarse y aguardar ya que había una guerra en curso, y él debía seguir ejerciendo el mando de la Operación HUYA en su puesto de mando avanzado. Este estaba formado por una tienda de campaña y algunos vehículos de mando y apoyo, lo más camuflado posible, y protegido por varios policías militares, todo ello, a escasos kilómetros de la línea del frente. Cuando el Teniente le llamó tenía una taza de café en una mano, mientras con la otra agarraba un informe de su oficial de logística que ojeaba con interés, pero que hubo de soltar para coger el equipo que le ofrecía el oficial para hablar con el Cuartel General en Caracas, a la vez que hacía un gesto a los presentes en la tienda para que bajaran el tono de sus conversaciones y el murmullo general en la tienda de campaña.
-Aquí Chacao, adelante – dijo identificándose Molero con su nombre en clave, el de un cacique de la tribu de los Caribes del S. XVI. - Afirmativo...puedo confirmarles que hemos roto el frente enemigo hace unos minutos... la ofensiva ha comenzado al despuntar el sol y en menos de una hora hemos penetrado en su dispositivo defensivo...estamos avanzando tan rápido como es posible...si, entiendo, la velocidad es primordial - “dime algo que no sepa” pensó para si mismo – todavía no puedo darle una apreciación de tiempo ni de avance, es demasiado pronto. El enemigo se retira, pero sigue combatiendo...no, no es una retirada en desbandada, se están retirando como lo hicieron tras abandonar Maicao...afirmativo, ya estamos tomando medidas para hacer que esta vez nuestro avance sea más rápido. De acuerdo, les mantendré informados en todo momento. Chacao corto.
Carajo, Molero se sentía como si fuera un acusado en un interrogatorio. Ni siquiera le habían dejado tiempo para explicarles algunas otras cosas, como que la ruptura del frente había sido más fácil de lo esperado y que la retirada enemiga, bien podía obedecer a una estrategia planeada, más que a una imposibilidad de defender “Cuatro Vías”. Aunque tampoco sabría si habría informado de su sospecha, ya que tampoco él mismo estaba seguro. En realidad, los duros combates del día anterior habían estado a punto de romper las posiciones colombianas en el sector de la 41ª Brigada Blindada, así que hoy, con los dos batallones de la 44ª Brigada Blindada Ligera y sus Scorpion apoyando el ataque, y un Batallón de la IM atacando desde el norte, carretera 88 abajo, sus posibilidades eran mucho mayores, además de contar con más apoyo aéreo, ahora que la AMBV había reducido sus ataques a objetivos estratégicos y podía destinar un mayor número de aparatos al apoyo cercano de sus tropas en tierra. “Si hubiéramos tenido esos efectivos en tierra y el apoyo de la aviación tan solo 48 horas antes, durante la retirada enemiga de Maicao, ahora bien podríamos haber derrotado al enemigo y estar ya en Riohacha de haberlo querido así.”, se decía así mismo, aunque rápidamente apartó esos pensamientos de su cabeza. No servían de nada, y le restaban capacidad para concentrarse en el presente. También había otra variable que le preocupaba, casi tanto como asegurarse de que llegasen al frente los suministros necesarios para mantener en movimiento a sus fuerzas mecanizadas, y eran los escasos refuerzos que según inteligencia habían recibido las tropas enemigas en aquel crucial sector. Gracias al reconocimiento aéreo sabía que había unidades colombianas al sur de su eje de avance a lo largo de la carretera 90, hacia el oeste, y que si bien algunos Grupos y Batallones enemigos se habían unido a la lucha, parecía que estaban dedicando un buen número de fuerzas a proteger cualquier avance venezolano hacia el sur. Quizás esperaban un giro de sus fuerzas hacia las minas de Cerrejón...o quizás eran tan solo tropas “señuelos”, y el grueso de dichas fuerzas los esperaban más al oeste para tenderles una emboscada. No sería la primera vez en la historia militar que se utilizaba una táctica así, ni mucho menos. Se le ocurrían al menos otras tres o cuatro razones más para los relativamente pocos refuerzos que los colombianos habían desplegado frente a su avance, pero tenía un ataque que dirigir, por lo que había delegado esa tarea en su oficial de inteligencia. Era un tipo listo, seguro que daría con la respuesta correcta. Volvió al informe de su oficial de logística, a la vez que de reojo mantenía la mirada en el mapa que marcaba los progresos de sus fuerzas en dirección a “Cuatro Vías”. De pronto se dio cuenta que había como media docena de oficiales que aguardaban expectantes para hablar con él…aquella prometía ser una mañana intensa.
8 de marzo. A cuatro kilómetros al noroeste de “Cuatro Vías”. La Guajira. Colombia.
-Conductor, gira a la izquierda 30 grados. Tenemos una bandera de aviso delante de nosotros, una zanja seguramente. Sigue al tanque del Sargento Jiménez – ordenó el comandante de AMX-30 “Gato Salvaje” – pero deja espacio, no quiero que nos acerquemos demasiado. -Recibido – fue la lacónica respuesta del conductor.
A izquierda y derecha, delante y detrás del tanque, más blindados y vehículos avanzaban hacia el oeste y el suroeste. El humo, el rugido de los motores, el fuego y los disparos de múltiples clases de proyectiles volando de un lado a otro, envolvían el campo de batalla durante el avance de la columna mecanizada del Grupo de Combate “JOUTAI”. Algunos blindados resultaban alcanzados por armas contracarro enemigas, pero en general, las bajas no eran tan importantes como los días anteriores. El peso de las dos brigadas blindadas y parte de la Infantería de Marina, con un apoyo importante de helicópteros y aviones de combate, estaba resultando decisivo para mantener el ritmo del avance venezolano hacia el oeste, a pesar de la resistencia enemiga.
-¡Coooooooño, que arrecho! ¿Vieron eso? - preguntó por la radio el Sargento Maza a la tripulación del “Gato Salvaje”. -¿Que pasa Paty? - quiso saber el soldado Moreno.
La artillera, la soldado Patricia Vega, gracias a su visor de tiro había visto como delante de su carro, a apenas un kilómetro de distancia, una enorme explosión sacudía el terreno.
-Vi una explosión tremenda ¿Que fue eso mi Sargen... - no acabó la frase al ver que Maza salía por la escotilla del techo del AMX-30V – ¡Sargento, tenga cuidado! ¡Puede haber francotiradores ahí fuera! -Necesito ver esto bien…ahora entro...si, lo que me imaginaba, cazas de la Fuerza Aérea han soltado una buena ristra de bombas sobre el enemigo... - y entrando de nuevo en la seguridad de la torre, continuó explicándose. - Creo que eran dos de nuestros Sujois, y deben haber soltado toda su carga de bombas allá delante...puñetas, no me gustaría haber estado allí abajo cuando cayó todo eso – dijo un tanto eufórico.
Y es que aquel era el estado de ánimo de toda la tripulación del tanque venezolano, y seguramente de casi toda la tropa venezolana que participaba en la ofensiva. Tras un durísimo día de intensos combates la jornada anterior, donde como pensaba la tripulación del “Gato Salvaje”, tan solo un milagro los había salvado de resultar alcanzados como otros muchos de sus compañeros de armas, por fin, durante la mañana, las fuerzas blindadas venezolanas habían penetrado las defensas enemigas y avanzaban hacia “cuatro Vías” y más allá. Para un tanquista, asaltar posiciones estáticas fortificadas era duro y complicado, mientras que el movimiento era vida, su “leitmotiv”, y un avance campo a través, casi un regalo. Así que tras lograr que los colombianos se replegaran, y contando con el apoyo de los tanques ligeros Scorpion recién llegados durante la noche, y el apoyo artillero y sobre todo, de la aviación, como habían acabado de demostrar aquella pareja de Su-30, la jornada se encaraba de otra manera. Aunque no todo era de color de rosas, ya a aquella hora del mediodía, aunque con los objetivos finales para aquel día al alcance de la mano, debían de reconocer que no había sido tan sencillo como les hubiera gustado. De nuevo, las fuerzas mecanizadas venezolanas habían vuelto a enfrentarse a una retirada táctica en combate de las fuerzas colombianas, y se había repetido en gran medida el mismo patrón que durante el abandono de Maicao. Campos de minas, zanjas anticarro, zonas de fuego libre de artillería y armas c/c, francotiradores, IED,s, claymores, contraataques puntuales, y en definitiva, todo lo que se le había ocurrido para aguarles la fiesta al endemoniado General enemigo al mando de todo aquello. Pero los venezolanos habían aprendido, y ahora, un mayor número de fuerzas ligeras de reconocimiento, con algunos ingenieros y controladores de fuego a bordo, marchaban delante del grueso de las fuerzas blindadas, localizando los puntos de resistencia enemigos y dirigiendo a la artillería y a la aviación para machacarlos antes de que pudiesen llegar a disparar sobre los tanques. A su vez, los ingenieros identificaban las defensas antitanque enemigas y las marcaban o eliminaban cuando podían. También la artillería y los morteros tendían barreras de humo delante de zonas sospechosas de poder albergar unidades enemigas, para dificultar su observación y su capacidad de disparo. Pero todo aquello tenía un precio, y dichas unidades de reconocimiento estaban sufriendo un daño significativo en forma de bajas, aunque estaban consiguiendo su objetivo, hacer que las fuerzas blindadas que les seguían resultaran menos castigadas y llegasen más enteras a la retaguardia enemiga. Y eso era algo muy importante, ya que, entre los tanques destruidos desde el inicio de la operación, los dañados y los averiados, el número de AMX-30 operativos, era ahora de aproximadamente la mitad de los que se contaban antes de iniciar la operación “HUYA”, y en el caso de los AMX-13, incluso peor. Y aunque los Scorpions fueron un refuerzo muy bien recibido, el mantener la cohesión y una fuerza blindada lo más numerosa posible, era uno de los objetivos principales para el Mando venezolano en su avance a través de la Guajira. También algunos helicópteros desde el aire apoyaban por el fuego el avance de las fuerzas de vanguardia, a la vez que otros se sumaban a la labor de reconocimiento y advertían de cualquier peligro a las fuerzas de tierra. Por otra parte, el dispositivo defensivo parecía menor que dos días atrás, y las fuerzas venezolanas se habían desplegado avanzando en un frente más amplio, lo que dificultaba el crear cuellos de botella y centrar el fuego enemigo en ellas. Por su parte la infantería de la 11ª Brigada había logrado el control sobre el propio cruce de “Cuatro Vías”, y mientras uno de los batallones proseguía su avance hacia el oeste, el otro se afanaba en preparar posiciones defensivas entorno a tan estratégico punto para evitar posibles contraataques. Sea como fuere, el avance había sido lento, pero profundo, y ya se había progresado casi diez kilómetros desde el inicio de la jornada en algunos puntos. En cuanto a los objetivos de la 41ª Brigada Blindada y el del resto del Grupo de Combate “JOUTAI”, situados unos kilómetros hacia el oeste de “Cuatro Vías”, estaban cerca, al alcance de la mano.
8 de marzo. Al oeste de “Cuatro Vías”. La Guajira. Colombia.
La sensación de frustración e impotencia tan solo se veían superadas por su enfado, el legendario enfado del Teniente Coronel Torres, algo que no conocía de límites, verbales o gestuales para con quien se encontrara en el centro del blanco de su ira. Desde que el día anterior la intervención de su Grupo de reacción lograra frenar primero, y estabilizar después la situación en el frente al noreste de “Cuatro Vías”, Torres pensaba que podrían detener la ofensiva venezolana en aquel punto, solo necesitaban que recibiesen los refuerzos y los suministros necesarios, y fijarían al enemigo indefinidamente allí…o al menos eso pensaba él. Y aunque no le gustaba el punto muerto en que se habría convertido aquella situación, era mil veces mejor que seguir retrocediendo, cediendo terreno y minando la moral de la tropa y los mandos del Ejército colombiano en la Guajiara. Así que cuando de madrugada, recibió ordenes por escrito del Cuartel General de Suárez ordenándole ceder su parte del frente a la infantería y retroceder hacia el oeste, en principio pensó que se trataría de volver a mantenerlo en la reserva para contraatacar o taponar alguna brecha, pero cuando vio que no llegaban nuevos refuerzos, sino que la infantería presente en sus flancos extendía todavía más sus posiciones, y el punto de reunión final estaba a medio camino entre “Cuatro Vías” y Riohacha, se le subió la mosca a la oreja. La retirada de sus posiciones estuvo enmascarada con algunos disparos de artillería y movimientos de vehículos de uno a otro lado, para tratar de evitar que los venezolanos se dieran cuenta de sus intenciones. A aquella hora todavía no sabía si su estratagema dio resultado o no. De noche, y tras encontrar en su camino el trabajo de los ingenieros preparando la zona con obstáculos, minas, etc…su marcha resultó bastante lenta. Aquellos trabajos defensivos le molestaron todavía más. Pensó que podía ser una especie de anillos defensivos o una segunda zona por si acaso el enemigo lograba a pesar de todo romper el frente, pero muy bien pudieran ser trabajos destinados a frenar el avance enemigo durante una retirada táctica de las tropas colombianas a nuevas posiciones, más al oeste todavía, y aquello no le gustaba nada. Durante el viaje, ya por la mañana, no dejaba de atender los asuntos de la unidad bajo su mando, pero mantenía un oído pegado a la emisora, tratando de mantenerse informado sobre el desarrollo de las operaciones. Y lo que oía había pasado de lo malo a lo peor con gran rapidez. Primero la continuación del ataque venezolano al alba, luego la solicitud de ayuda por parte de las tropas en el frente, después la ruptura del mismo y finalmente la retirada de todas las tropas colombianas en la zona de “Cuatro Vías”. El Teniente Coronel todavía se preguntaba a que mierda estaba jugando el General Suárez. Lo tenía por un mando competente, bastante competente, pero la conducción de las operaciones desde el inicio del conflicto, le hacía dudar de su valoración, y a aquellas horas del ocho de marzo, todavía más. Por la emisora escuchaba los comentarios de los mandos de las unidades, las ordenes, las contraordenes, las solicitudes de apoyo, etc…mientras que a lo lejos, con la ventanilla bajada de su Humvee, escuchaba el sonido de las explosiones y el tiroteo, además de ver a su espalda, hacia el este, las columnas de humo negro elevarse en el horizonte, mezclado con humo blanco que avanzaba con el viento como si de una espesa niebla se tratara, y pequeñas figuras oscuras “danzar” en el aire...
Su Grupo por fin había llegado al punto de reunión hacía un par de horas, y los vehículos y hombres se habían dispersado y camuflado de la mejor manera posible para evitar ataques aéreos, que por fortuna habían logrado evitar durante el viaje, seguramente porque la aviación enemiga estaba más ocupada en allanar el camino a sus tanques en el frente. A aquella hora del mediodía, ya con el sol en todo lo alto del azulado cielo, el calor comenzaba a sentirse..., aunque aquello era el menor de sus problemas. Sus blindados y el resto de sus vehículos necesitaban mantenimiento, repostar y rearmarse, a la vez que sus hombres necesitarían un descanso, aunque fueran dos o tres horas, pero aquel era un lujo que no podía otorgar a sus soldados. Incluso la munición comenzaba a llegar con cuentagotas, así que el cabreo que tenía Torres encima en aquel momento, le hacía muy difícil de tratar, incluso para sus oficiales.
-Mi Teniente Coronel – llamó la atención uno de sus capitanes. -¿Qué? – espetó con fuerza el aludido, mientras sin levantar la vista, revisaba otra vez el número de proyectiles de 90 mm que habían conseguido para municionar a sus blindados Cascavel – como coja al inútil que se ha quedado a cargo de la logística de la División, se va a acordar de mi durante toda su vida. – Finalmente desvió la mirada hacia el Capitán, con gesto de impaciencia. -El General Suárez está de camino, llegará en unos minutos, y ha pedido expresamente hablar con usted. -Bien, bien, bien, bien…por fin, yo también tengo muchas ganas de hablar con él – dijo con mirada furibunda y apretando los puños – tengo que comentarle cuatro cosas. -¿Aviso al Mayor Cepeda para que esté presente en la reunión? – preguntó el Capitán, conocedor que el Mayor podía servir de bálsamo para apaciguar la hoguera en que se había convertido Torres. -…si, si, hágalo, pero si está ocupado en otra cosa, no le moleste, me puedo ocupar solo. -A la orden, mi Teniente Coronel – dijo el Capitán, que salió raudo en busca del Mayor.
Minutos después llegaba a las inmediaciones del disperso y camuflado grupo de Torres, a un kilómetro al norte de la carretera 90, el pequeño convoy del General Suárez compuesto por un par de Humvees blindados. El General prefería moverse ligero y sin llamar demasiado la atención, y un convoy mayor sería un imán para los ataques enemigos, ya fuera de aviones, helicópteros o comandos. En medio de la polvareda que levantaron los Humvees al detenerse, la figura de Suárez y sus ayudantes abandonaron los vehículos y se dirigieron a alguien para preguntar por la localización de Torres. No tuvieron que esperar mucho. El Teniente Coronel salía a su encuentro, cuando fue “interceptado” por el Mayor Cepeda. Este, había sido trasladado al Grupo de Torres tras haber recibido el 5º BICOR un nuevo mando la tarde anterior, y solicitar el Teniente Coronel su traslado urgente a su unidad.
-¿No tienes nada que hacer Roberto? – fue la molesta pregunta de Torres, que sabía con que intenciones se quería unir a él el Mayor. -Nada tan importante como evitar que metas la pata hasta el fondo – dijo mientras ambos hombres avanzaban hacia el General. – Recuerda que tus soldados te necesitan, y si te vas de la lengua, como tu sabes, seguramente acabes destituido. Suárez es un buen mando, pero es un General, y no tolerará ciertas cosas…¿me explico? -Por supuesto, como siempre…de acuerdo, párame si ves que voy a cometer alguna estupidez de la que tenga que arrepentirme…aunque te juro por Dios que tengo muchas ganas de cometerla.
Tras esas palabras, los dos oficiales llegaron a la altura de Suárez y su séquito. Primero el saludo militar de rigor y luego un apretón de manos. Aquello fue bastante para que el General se diera cuenta del horrendo humor que tenía Torres. “Será mejor que tenga más paciencia de lo habitual con él, es un buen mando y no puedo perderlo a estas alturas…a no ser que me obligue”, pensó el Suárez.
-Le veo preocupado Teniente Coronel ¿que le ocurre? - dijo el General sabiendo que era mejor no andarse con rodeos. -Mi General, es verdad que estoy algo – dijo remarcando esta palabra – preocupado. General, anoche teníamos buenas posiciones defensivas y habíamos detenido al enemigo, solo necesitábamos suministros y refuerzos para detenerlos definitivamente. ¿Por que...- estuvo a punto de escaparsele una palabra malsonante - ...nos hemos retirado? ¿Por que? “De momento la cosa no va demasiado mal” pensó Cepeda, mientras Suárez asentía con gesto comprensivo, pero tenso a la vez. -Torres, creame que entiendo su postura, pero usted no tiene una visión del “gran cuadro” del conflicto... -¿El gran cuadro? - interrumpió el Teniente Coronel visiblemente molesto, como si le estuviese tratando de meter gato por liebre. -Si, efectivamente, el “gran cuadro de las operaciones” - dijo con tono más serio el General. - Yo tengo la responsabilidad sobre todo este Teatro de Operaciones, y he de valorar muchas más cosas de las que puedes controlar como mando de un Batallón o un Grupo, cosas que desde tu punto de vista pueden resultar extrañas, e incluso difíciles de comprender, pero le aseguro – dijo enfatizando sus palabras – que usted no quiere más que yo que las tropas venezolanas abandonen nuestra patria con el rabo entre las piernas, y que estoy haciendo todo lo posible para que así sea – sentenció el General, pero Torres distaba de darse por satisfecho. -Déjeme que se lo plantee de otra manera mi General. ¿Donde están los refuerzos que están llegando al Teatro de Operaciones de otras Divisiones que no sea la 1ª? Por que apenas han llegado con cuenta gotas a la lucha...si no recuerdo mal, un Grupo de Caballería, y dos Batallones de infantería, y estos últimos solo se han limitado a guardar nuestro flanco derecho. -Se olvida usted de un Batallón de Infantería de Marina que ha sufrido fuertes bajas en la lucha en puerto Bolivar, o de otro de infantería que guarda el flanco izquierdo, pero si, hay más tropas de refuerzo, algunas están preparando posiciones defensivas para defender Riohacha y otras están en la reserva para ser usadas en el momento adecuado, aunque no creo que la estrategia general de la campaña y lo acertado o no de mis decisiones sean algo de su incumbencia, al menos no hasta que alcance el Generalato...¿estamos de acuerdo? Por que si no es así, todavía hay una vacante en logística, y usted es un oficial que conoce el trabajo...
Tras la velada amenaza de Suárez, la vena del cuello de Torres parecía que iba a estallar en cualquier momento, pero entonces intervino el Mayor Cepeda.
-Si me permite, mi General, creo que el Teniente Coronel Torres está de acuerdo en sus apreciaciones, pero ha de comprendernos, – dijo resaltando el plural, para incluirse a él y a los hombres – es normal que estemos un poco frustrados después de estos días de dura lucha, y en la que no hemos parado de recibir golpes, y cuando creíamos que podíamos ofrecer una defensa estable, la retirado nos ha contrariado un tanto...mi General. -Y lo entiendo, no crea que es el único oficial que me comenta lo mismo, pero si debatiera con todos y cada uno de ellos la estrategia a seguir, ¿como demonios cree que podría dirigir las operaciones? Estará de acuerdo conmigo, Mayor, que cada uno tenemos nuestras responsabilidades y obligaciones ¿verdad? -Por su puesto mi General, por supuesto. Solo quería decir que algo más de información a las unidades combatientes no nos iría mal. -Si mi General, – dijo Torres algo más calmado – sería de gran ayuda saber donde está nuestra aviación en el día de hoy y si vamos a poder contar con algo más que migajas a la hora de rearmar nuestros blindados y armas antitanque,...mi General. - A Suárez le pareció casi gracioso el tono que empleo Torres, así que optó por relajar algo más el ambiente, ya que al fin y al cabo, necesitaba a aquel hombre, a sus soldados y a sus vehículos...además, Torres le caía bien. -Teniente Coronel, nuestra Fuerza Aérea en el sector está siendo sometida a ataques en sus bases avanzadas, por lo que han debido retirarse más hacia el interior para poder combatir en otro momento. Digamos que durante el día de hoy, nuestra cobertura aérea sera...escasa. Y en cuanto a sus suministros, no se preocupe. Por eso quería parar aquí, para comunicarle que en Riohacha hay un cargamento de munición, armamento, algunos vehículos y soldados designados para reforzar su Grupo. Debe enviar inmediatamente a parte de sus hombres en camiones para recoger todo eso, lamentablemente andamos muy escasos de transporte motorizado en estos momentos. Mientras, llevará su unidad 15 kilómetros más al oeste, será la reserva blindada para las fuerzas que defenderán Riohacha. - El General hizo un gesto esperando el asentimiento de Torres. -Claro, a sus ordenes mi General, así se hará...y agradezco que tengamos más suministros y refuerzos, comenzábamos a sentirnos un poco solos. -Pues no lo están, se lo aseguro – dijo poniéndole la mano en el hombre al Teniente Coronel en un extraño gesto conciliador del General. - Ah, Torres, y en cuanto pueda, de un poco de descanso a sus hombres...y a ustedes dos tampoco les vendrían mal algunas horas de sueño. -Cuando acabe la guerra mi General, cuando acabe la guerra... – respondió el Teniente Coronel – pero no se preocupe, en cuanto sea posible ordenaré descanso obligatorio para mis hombres. -Excelente, excelente. Y ahora les dejo, que debo seguir camino y ustedes tienen mucho que hacer. Hasta la próxima, y buena suerte.
Se estrecharon las manos y se saludaron marcialmente antes de despedirse. Luego, cuando los Humvees de Suárez se alejaban, Torres miró a Cepeda con cara de no haber roto un plato en su vida, mientras este le devolvía una mirada acusadora.
-¿Que? No me mires así, no ha ido tan mal ¿no? Todavía estoy al mando. -Has estado a un pelo de cagarla, y si eso llega a pasar, ¿sabes quien se hubiera tenido que hacer cargo del problema? Pues si, hubiera sido yo. -Bueno, pero aquí estabas para salvarme...así que olvidemoslo, tenemos cosas más importantes en las que pensar.
El Teniente Coronel Torres, ya de mejor humor ante la noticia de los refuerzos y los suministro para su Grupo, y la impresión de que su superior no se había vuelto loco, volvió a sus quehaceres ordinarios, “disparando” toda una serie de ordenes a efectos de cumplir lo ordenado por el General. El Mayor Cepeda también volvió a ocuparse de sus asuntos. Él sería el que dirigiese el pequeño convoy para recoger los refuerzos y suministros en Riohacha, y mientras impartía las ordenes oportunas, pensaba con una sonrisa en la boca, que no le pagaban lo suficiente por actuar de niñera de Torres.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
Como de costumbre una narrativa fantastica, interesante, entretenida y dinamica .
Felicitaciones otra vez
Pd: como que en ¨Cuatro vias¨ es la cosa .
Saludos
La excelencia moral es resultado del hábito. Nos volvemos justos realizando actos de justicia; templados, realizando actos de templanza; valientes, realizando actos de valentía.
Aristóteles
flanker33 escribió:Disculpame, pero creo que no entiendo bien la cuestión/pregunta.
Asumí que una batalla decisiva se podria dar cerca de ese punto.
Saludos
La excelencia moral es resultado del hábito. Nos volvemos justos realizando actos de justicia; templados, realizando actos de templanza; valientes, realizando actos de valentía.
Aristóteles
Peace Maker escribió:Asumí que una batalla decisiva se podria dar cerca de ese punto.
De acuerdo, ya entiendo. Pues me remito al siguiente fragmento que está por venir y que no tardará mucho (ya está medio hecho) para ver por donde van a ir los tiros a partir de ahora.
Un saludo.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
me imagino que los altos mandos deben estar pensando lo mismo que nosotros, de seguro por parte de Venezuela no se escatimaran esfuerzos por parte de la aviación y de la artillería para darle apoyo al huracán blindado.
por otra parte no me extrañaría que justo antes del asalto final sean lanzados uno o dos batallones paracaidistas en la retaguardia enemiga para desorganizar sus lineas de defensa ya que el empleo conjunto de paracaidistas y blindados esta profundamente arraigado en la doctrina operacional del ejercito venezolano, por algo la 42 brigada paracaidista es orgánica de la 4 división blindada.