FILIPINAS, 4 de diciembreMientras los últimos rayos de sol de la jornada bañaban el norte de Luzón, los soldados españoles se desplazaban trabajosamente por la jungla escapando de las playas que bullían de soldados japoneses. Dos horas atrás los japoneses por fin habían logrado romper las defensas españolas tras toda una jornada de combates. Durante toda la mañana los defensores habían logrado repeler al enemigo, en gran parte ayudados por la lentitud del desembarco que les había permitido concentrar su fuego en los indefensos botes causando graves bajas entre sus tripulantes.
Sin embargo a mediodía los japoneses habían logrado establecer una sólida posición en la propia playa, desde la que ganaron el tiempo necesario para que la segunda oleada llegase a las playas con facilidad. Esto marco el principio del fin para los defensores. Superados en 8 a 1, y agotados tras la dura jornada, fueron superados por el duro ataque japonés que siguió, la línea española se quebró al perder los blocaos 2, 4, y 5, viéndose obligados los supervivientes a retirarse dejando atrás a los heridos que no podían moverse. Ahora, las fuerzas del capitán Franco se retiraban hacia el suroeste, separándose inevitablemente del resto de su media brigada que luchaba en el puerto de Irene.
El tte general Angel Aznar y Butigieg, capitán general de FilipinasEsa noche en Manila el Tte. general Aznar contemplaba el mapa del norte de Luzón mientras cavilaba. Los japoneses habían logrado consolidar sus posiciones, aunque su objetivo principal, el puerto de Irene continuaba en manos de la media brigada del Tte coronel López, donde resistía junto a 2.000 hombres. Eso al menos les daba un poco de tiempo.
-Señor Rizal. –Dijo el Tte gral Aznar tras unos minutos, dirigiéndose al Gobernador Civil de Filipinas. –Mucho me temo que los japoneses tomaran el puerto en unos pocos días. A continuación lo emplearan para descargar los suministros necesarios para alimentar a su ejército y avanzaran hacia el sur.
-Entiendo general, por favor, dígame ¿Cuáles son nuestras opciones, y sobre todo nuestras posibilidades?
-No quiero mentirle, señor Rizal, si no recibimos refuerzos desde España estaremos en graves problemas. De momento he ordenado a las unidades de guerrilleros del norte que se concentren en la cordillera Central y en Sierra Madre y operen desde allí cuando los japoneses avancen hacia el sur. Mientras tanto formaremos una lína defensiva en la zona de Nueva Quirino. Las montañas de la zona en la que se unen la cordillera Central y sierra Madre, nos ofrecen buenas posibilidades defensivas y podremos ganar tiempo en ellas, y por supuesto causar serios daños al enemigo.
-¿Podrá defender esa línea, general?
-Solo temporalmente, señor Rizal. El enemigo es muy superior, por lo que deberemos plantear una batalla defensiva. Prepararemos una sucesión de líneas defensivas en las que desgastar al enemigo, y utilizaremos en ellas las dos divisiones de las que disponemos, dejando las tareas de retaguardia a las unidades de reservistas.
-No soy militar, general, pero entiendo que eso pondrá en peligro nuestra propia capital.
-Así es señor Rizal, pero es nuestra única opción. Trataremos de ganar todo el tiempo posible en el norte para retrasar el inevitable asedio de Subic y la propia Manila.
-Y ese asedio no puede evitarse ese ¿Verdad?
-Dudo que podamos evitar la caída. He estado trabajando con mis hombres hasta hace solo unos minutos. Nuestras posibilidades sin refuerzos no son muchas, de hecho solo es una, convertir la conquista de las Filipinas en una tarea desesperante, planteando una serie de acciones encaminadas a agotar al enemigo.
-¿Y qué acciones son esas, general?

La primera era la defensa de las playas y ya se llevó a cabo. Según los primeros informes logramos infringir al enemigo perdidas ampliamente superiores a las propias, más de 10 enemigos caídos por cada uno de los nuestros.

La segunda fase será desgastar al enemigo. En tierra mediante el empleo de guerrillas sobre sus vías de suministros, en el mar mediante los submarinos para atacar sus buques en el norte.

La tercera serán las nuevas líneas defensivas. La más débil será la de Nueva Quirino, y tras ella las de Subic, Manila, y si caen estas nos retiraremos a la península de Batán, en la que estamos emplazando la artillería traída por los alemanes de Tsingtao y algunas viejas piezas que retiramos del arsenal.
Esperemos que eso lleve suficiente tiempo al enemigo como para que recibamos refuerzos desde España…
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.