El tenso Eje Berlin-Roma
- Von Kleist
- General de Cuerpo de Ejército
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El tenso Eje Berlin-Roma
Hola a todos
Me parece interesante abrir un nuevo hilo dedicado a las relaciones político-militares entre Italia y Alemania, un tema que sin duda hemos tratado de pasada y por encima en otros debates anteriores, pero que creo que hasta la fecha no ha sido objeto de un tema específico. Naturalmente, espero que sea un tema abierto para las aportaciones de nuestro ilustre equipo habitual de foristas, y por supuesto, que resulte de interés.
Saludos
Me parece interesante abrir un nuevo hilo dedicado a las relaciones político-militares entre Italia y Alemania, un tema que sin duda hemos tratado de pasada y por encima en otros debates anteriores, pero que creo que hasta la fecha no ha sido objeto de un tema específico. Naturalmente, espero que sea un tema abierto para las aportaciones de nuestro ilustre equipo habitual de foristas, y por supuesto, que resulte de interés.
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- Von Kleist
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El tenso Eje Berlin-Roma
LOS AÑOS DE PREGUERRA (1934-1938)
"Si tengo que elegir entre Gran Bretaña y Mussolini, la elección es clara: Italia es, obviamente, más cercana ideológicamente, pero políticamente solo veo un futuro en la alianza con los británicos."(Adolf Hitler, 1934)
Desde que en 1933 Hitler ascendiera al poder en Alemania, siendo felicitado por un Mussolini personalmente halagado por el hecho de que el fascismo se extendiera más allá de las fronteras italianas, comenzó entre las dos potencias un peculiar idilio político y militar. Sin embargo, lo que en un principio parecía iba a ser una armónica alianza internacional entre dos regimenes políticos afines, pronto fue evolucionando hacia una alianza de conveniencia, plagada de dobleces, traiciones, y desconfianza mutua; que desde luego terminó redundando negativamente para ambos socios del futuro Eje Berlin-Roma. En un primer momento, en el periodo 1934-935 las relaciones entre el Führer y el Duce comenzaron a agriarse a cuenta de la cuestión austriaca, puesto que Mussolini consideraba que Austria estaba dentro de la esfera de influencia italiana, lo cual le llevó incluso a entablar conversaciones con Francia de cara a establecer una posible alianza militar. Hitler, por su parte, tenía muy claro (como puede observarse en la cita que posteo) que pese a su admiración personal hacia el Duce, el pragmatismo de su política internacional no entendía de amistades personales. No obstante, el estallido de la Guerra Civil española en 1936, sirvió para poner nuevamente de acuerdo a ambos dictadores, ya que ambos estaban dispuestos a apoyar al bando rebelde.
Consecuentemente la aproximación entre ambos dictadores se fue intensificando en el periodo comprendido entre 1936-1937, lo cual, influyó en que Mussolini rebajara la tensión en lo relativo a la cuestión austriaca. El 10 de Marzo de 1938, pocos días antes de que se materializase el Anschluss Hitler remitió una misiva a Roma en la que prácticamente suplicaba a Mussolini que no interviniera en Austria si los alemanes ocupaban el país. La contestacion de Mussolini, que llegó a Berlín el día 11, fue positiva: Hitler tenía las manos libres para intervenir. La respuesta telefónica de un eufórico Hitler a su representante en Roma reflejó la importancia que tuvo la actitud italiana en ese momento crucial: “Digalé a Mussolini que nunca olvidaré esto, nunca, nunca, nunca… pase lo que pase”. Sin duda, la anexión de Austria fue uno de los momentos álgidos de la política de cooperación germano-italiana.
Fue un momento de triunfo, que Hitler quiso prolongar estrechando los lazos de amistad con el aliado italiano, ya con la vista puesta en su próxima victima: Checoslovaquia, y para ello Hitler planeó visitar Italia con la idea de embarcar al Duce en su proyecto de conquista de la nación centroeuropea. Sin embargo, el viaje oficial de Hitler a Italia, que tuvo lugar en mayo de 1938, no resultó bien para los intereses alemanes. Como huesped del Rey Victor Manuel III, Hitler tuvo que enfrentarse al rígido protocolo de la casa real italiana, además de afrontar varias situaciones que bordearon el ridículo debido a la corta estatura del monarca y a los repetidos fallos de protocolo que Hitler encontró humillantes. Además, para disgusto de Ribbentrop, los italianos habían desechado firmar el borrador de acuerdo de colaboración militar que había preparado, y cuando Hitler le habló en privado a Mussolini sobre sus intenciones acerca de Checoslovaquia, el Duce se había limitado a afirmar ambiguamente que “Su espada estaba envainada”, e incluso llegó a recordarle a Hitler que este había afirmado con anterioridad que en caso de expansión alemana, “Seguiría la antigua ruta de los caballeros teutónicos, hacia el este”. No obstante, pese a la tibia recepción que Mussolini había mostrado respecto a los planes alemanes para invadir Checoslovaquia, Hitler dedujo que pese a no contar con la colaboración italiana en Checoslovaquia, al menos podía dar por sentada la aquiescencia de Mussolini. En cualquier caso, la crisis checoslovaca supuso la primera gran evidencia de que los planes y objetivos de ambos aliados no iban a resultar en absoluto armónicos.
Saludos
"Si tengo que elegir entre Gran Bretaña y Mussolini, la elección es clara: Italia es, obviamente, más cercana ideológicamente, pero políticamente solo veo un futuro en la alianza con los británicos."(Adolf Hitler, 1934)
Desde que en 1933 Hitler ascendiera al poder en Alemania, siendo felicitado por un Mussolini personalmente halagado por el hecho de que el fascismo se extendiera más allá de las fronteras italianas, comenzó entre las dos potencias un peculiar idilio político y militar. Sin embargo, lo que en un principio parecía iba a ser una armónica alianza internacional entre dos regimenes políticos afines, pronto fue evolucionando hacia una alianza de conveniencia, plagada de dobleces, traiciones, y desconfianza mutua; que desde luego terminó redundando negativamente para ambos socios del futuro Eje Berlin-Roma. En un primer momento, en el periodo 1934-935 las relaciones entre el Führer y el Duce comenzaron a agriarse a cuenta de la cuestión austriaca, puesto que Mussolini consideraba que Austria estaba dentro de la esfera de influencia italiana, lo cual le llevó incluso a entablar conversaciones con Francia de cara a establecer una posible alianza militar. Hitler, por su parte, tenía muy claro (como puede observarse en la cita que posteo) que pese a su admiración personal hacia el Duce, el pragmatismo de su política internacional no entendía de amistades personales. No obstante, el estallido de la Guerra Civil española en 1936, sirvió para poner nuevamente de acuerdo a ambos dictadores, ya que ambos estaban dispuestos a apoyar al bando rebelde.
Consecuentemente la aproximación entre ambos dictadores se fue intensificando en el periodo comprendido entre 1936-1937, lo cual, influyó en que Mussolini rebajara la tensión en lo relativo a la cuestión austriaca. El 10 de Marzo de 1938, pocos días antes de que se materializase el Anschluss Hitler remitió una misiva a Roma en la que prácticamente suplicaba a Mussolini que no interviniera en Austria si los alemanes ocupaban el país. La contestacion de Mussolini, que llegó a Berlín el día 11, fue positiva: Hitler tenía las manos libres para intervenir. La respuesta telefónica de un eufórico Hitler a su representante en Roma reflejó la importancia que tuvo la actitud italiana en ese momento crucial: “Digalé a Mussolini que nunca olvidaré esto, nunca, nunca, nunca… pase lo que pase”. Sin duda, la anexión de Austria fue uno de los momentos álgidos de la política de cooperación germano-italiana.
Fue un momento de triunfo, que Hitler quiso prolongar estrechando los lazos de amistad con el aliado italiano, ya con la vista puesta en su próxima victima: Checoslovaquia, y para ello Hitler planeó visitar Italia con la idea de embarcar al Duce en su proyecto de conquista de la nación centroeuropea. Sin embargo, el viaje oficial de Hitler a Italia, que tuvo lugar en mayo de 1938, no resultó bien para los intereses alemanes. Como huesped del Rey Victor Manuel III, Hitler tuvo que enfrentarse al rígido protocolo de la casa real italiana, además de afrontar varias situaciones que bordearon el ridículo debido a la corta estatura del monarca y a los repetidos fallos de protocolo que Hitler encontró humillantes. Además, para disgusto de Ribbentrop, los italianos habían desechado firmar el borrador de acuerdo de colaboración militar que había preparado, y cuando Hitler le habló en privado a Mussolini sobre sus intenciones acerca de Checoslovaquia, el Duce se había limitado a afirmar ambiguamente que “Su espada estaba envainada”, e incluso llegó a recordarle a Hitler que este había afirmado con anterioridad que en caso de expansión alemana, “Seguiría la antigua ruta de los caballeros teutónicos, hacia el este”. No obstante, pese a la tibia recepción que Mussolini había mostrado respecto a los planes alemanes para invadir Checoslovaquia, Hitler dedujo que pese a no contar con la colaboración italiana en Checoslovaquia, al menos podía dar por sentada la aquiescencia de Mussolini. En cualquier caso, la crisis checoslovaca supuso la primera gran evidencia de que los planes y objetivos de ambos aliados no iban a resultar en absoluto armónicos.
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El tenso Eje Berlin-Roma
Fue una alianza que nunca funcionó porque ninguna de los dos países se la tomó en serio. Según el Pacto de Acero, Italia estaba obligada a declararle la guerra a cualquier potencia que se la hubiera declarado previamente a Alemania. Y recordemos que fueron Gran Bretaña y Francia quienes declararon la guerra a Alemania, y no al revés. Sin embargo, Italia se quedó de brazos cruzados, y sólo declaró la guerra casi un año después, con Francia derrotada y Gran Bretaña sacando a sus tropas del continente.
Mussolini se quejó de que se enteró de que Hitler había invadido Polonia por los periódicos, pero a Hitler le pasó algo similar cuando Italia invadió Grecia. Cuando Italia comprendió que ella sola no podía llevar su propia guerra (derrotas en Grecia, Egipto y el África Oriental), asumió que debía integrarse en la estructura militar alemana, y sí que trabajaron codo con codo ambos países; Alemania mandó a Rommel a Libia, del mismo modo que Italia mandó un Cuerpo Aéreo a la Batalla de Inglaterra. Alemania socorrió a Italia entrando en Grecia (y, de paso, en Yugoslavia). E Italia envió un Cuerpo de Ejército (ampliado luego a un ejército entero) a la campaña rusa.
Las cosas habrían sido muy distintas si ambos países hubiesen planificado una posible guerra juntos, antes de septiembre de 1939. Italia tenía la armada y la posición clave en ambas orillas del Mediterráneo que Alemania no tenía. Y Alemania tenía la industria militar de la que Italia carecía. Por no hablar de la calidad de los mandos.
En cualquier caso, Italia fue un aliado bastante leal a Alemania, pese a la mala fama que tiene por motivo de la capitulación de 1943. Mucho más leal que lo que fue Francia hacia Gran Bretaña. Ambos países capitularon cuando el enemigo puso el pie en su suelo patrio, es cierto, La diferencia es que Italia luchó ininterrumpidamente entre junio de 1940 y septiembre de 1943 en todos los frentes, mientras que Francia prefirió rendirse tras escasos diez meses de guerra. De los cuales, auténtica guerra sólo hizo Francia en la campaña e de Noruega y en mayo-junio del 40.
Mussolini se quejó de que se enteró de que Hitler había invadido Polonia por los periódicos, pero a Hitler le pasó algo similar cuando Italia invadió Grecia. Cuando Italia comprendió que ella sola no podía llevar su propia guerra (derrotas en Grecia, Egipto y el África Oriental), asumió que debía integrarse en la estructura militar alemana, y sí que trabajaron codo con codo ambos países; Alemania mandó a Rommel a Libia, del mismo modo que Italia mandó un Cuerpo Aéreo a la Batalla de Inglaterra. Alemania socorrió a Italia entrando en Grecia (y, de paso, en Yugoslavia). E Italia envió un Cuerpo de Ejército (ampliado luego a un ejército entero) a la campaña rusa.
Las cosas habrían sido muy distintas si ambos países hubiesen planificado una posible guerra juntos, antes de septiembre de 1939. Italia tenía la armada y la posición clave en ambas orillas del Mediterráneo que Alemania no tenía. Y Alemania tenía la industria militar de la que Italia carecía. Por no hablar de la calidad de los mandos.
En cualquier caso, Italia fue un aliado bastante leal a Alemania, pese a la mala fama que tiene por motivo de la capitulación de 1943. Mucho más leal que lo que fue Francia hacia Gran Bretaña. Ambos países capitularon cuando el enemigo puso el pie en su suelo patrio, es cierto, La diferencia es que Italia luchó ininterrumpidamente entre junio de 1940 y septiembre de 1943 en todos los frentes, mientras que Francia prefirió rendirse tras escasos diez meses de guerra. De los cuales, auténtica guerra sólo hizo Francia en la campaña e de Noruega y en mayo-junio del 40.
- Von Kleist
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El tenso Eje Berlin-Roma
Buenas
Estoy muy de acuerdo. En principio el Pacto de Acero le ofrecía a ambos paises ventajas estratégicas que podrian haberse aprovechado de haber existido una verdadera alianza y un sentimiento de colaboración mutua entre Roma y Berlin. El problema -a mi modo de ver- fue que tanto Hitler como Mussolini eran dos tunantes, y unos auténticos tahures de la política internacional. Por eso, pese a que ambos dictadores se admiraban mutuamente, al final solo procuraron "sacar tajada" de su alianza en uno solo sentido, el de sus propios intereses y paradójicamente, eso fue nefasto para sus naciones. También había un problema cultural de fondo: los germánicos sentían cierto desprecio hacia los latinos, y viceversa, estos no sentían un especial aprecio por los teutones, en definitiva, existía un inveterado sentimiento de desconfianza mutua que no ayudó demasiado a que las relaciones bilaterales resultasen especialmente fluidas. Para hacernos una idea, Von Rundsted llegó a afimar que Hitler se equivocaba al concertar una alianza con ese "estúpido negroide" de Mussolini; y en visperas de la visita de Hitler a Italia en 1938, el Duce tuvo que instruir a su policía para que reprimiera las muchas manifestaciones antialemanas que se preparaban en Milán para protestar en contra del acercamiento a los alemanes.
Yo creo que la lealtad brilló por su ausencia... por ambas partes. Basta recordar que Alemania quiso utilizar a Italia como escudo político-militar en 1938-39, pero cuando comprobó la poca disposición italiana a una guerra, simplemente actuó por su cuenta y riesgo. El Duce, por su parte, quiso sacar tajada de las victorias alemanas en la primera fase de la guerra, a la vez que expandía su propio imperio colonial sin la colaboración germánica... hasta que a, a partir de 1941 tuvo que aceptarla por la fuerza de las circunstancias. Me temo que, como decía, hubo poco de ejemplar en la alianza, y es algo que veremos en próximos post.
Saludos
Carthapilus escribió:Las cosas habrían sido muy distintas si ambos países hubiesen planificado una posible guerra juntos, antes de septiembre de 1939. Italia tenía la armada y la posición clave en ambas orillas del Mediterráneo que Alemania no tenía. Y Alemania tenía la industria militar de la que Italia carecía. Por no hablar de la calidad de los mandos.
Estoy muy de acuerdo. En principio el Pacto de Acero le ofrecía a ambos paises ventajas estratégicas que podrian haberse aprovechado de haber existido una verdadera alianza y un sentimiento de colaboración mutua entre Roma y Berlin. El problema -a mi modo de ver- fue que tanto Hitler como Mussolini eran dos tunantes, y unos auténticos tahures de la política internacional. Por eso, pese a que ambos dictadores se admiraban mutuamente, al final solo procuraron "sacar tajada" de su alianza en uno solo sentido, el de sus propios intereses y paradójicamente, eso fue nefasto para sus naciones. También había un problema cultural de fondo: los germánicos sentían cierto desprecio hacia los latinos, y viceversa, estos no sentían un especial aprecio por los teutones, en definitiva, existía un inveterado sentimiento de desconfianza mutua que no ayudó demasiado a que las relaciones bilaterales resultasen especialmente fluidas. Para hacernos una idea, Von Rundsted llegó a afimar que Hitler se equivocaba al concertar una alianza con ese "estúpido negroide" de Mussolini; y en visperas de la visita de Hitler a Italia en 1938, el Duce tuvo que instruir a su policía para que reprimiera las muchas manifestaciones antialemanas que se preparaban en Milán para protestar en contra del acercamiento a los alemanes.
En cualquier caso, Italia fue un aliado bastante leal a Alemania, pese a la mala fama que tiene por motivo de la capitulación de 1943. Mucho más leal que lo que fue Francia hacia Gran Bretaña.
Yo creo que la lealtad brilló por su ausencia... por ambas partes. Basta recordar que Alemania quiso utilizar a Italia como escudo político-militar en 1938-39, pero cuando comprobó la poca disposición italiana a una guerra, simplemente actuó por su cuenta y riesgo. El Duce, por su parte, quiso sacar tajada de las victorias alemanas en la primera fase de la guerra, a la vez que expandía su propio imperio colonial sin la colaboración germánica... hasta que a, a partir de 1941 tuvo que aceptarla por la fuerza de las circunstancias. Me temo que, como decía, hubo poco de ejemplar en la alianza, y es algo que veremos en próximos post.
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Estoy muy de acuerdo. En principio el Pacto de Acero le ofrecía a ambos paises ventajas estratégicas que podrian haberse aprovechado de haber existido una verdadera alianza y un sentimiento de colaboración mutua entre Roma y Berlin. El problema -a mi modo de ver- fue que tanto Hitler como Mussolini eran dos tunantes, y unos auténticos tahures de la política internacional. Por eso, pese a que ambos dictadores se admiraban mutuamente, al final solo procuraron "sacar tajada" de su alianza en uno solo sentido, el de sus propios intereses y paradójicamente, eso fue nefasto para sus naciones. También había un problema cultural de fondo: los germánicos sentían cierto desprecio hacia los latinos, y viceversa, estos no sentían un especial aprecio por los teutones. En definitiva, existía un inveterado sentimiento de desconfianza mutua que no ayudó demasiado a que las relaciones bilaterales resultasen especialmente fluidas. Para hacernos una idea, Von Rundsted llegó a afimar que Hitler se equivocaba al concertar una alianza con ese "estúpido negroide" de Mussolini; y en visperas de la visita de Hitler a Italia en 1938, el Duce tuvo que instruir a su policía para que reprimiera las muchas manifestaciones antialemanas que se preparaban en Milán para protestar en contra del acercamiento a los alemanes.
Yo creo que la lealtad brilló por su ausencia... por ambas partes. Basta recordar que Alemania quiso utilizar a Italia como escudo político-militar en 1938-39, pero cuando comprobó la poca disposición italiana a una guerra, simplemente actuó por su cuenta y riesgo. El Duce, por su parte, actuó de manera oportunista y quiso sacar tajada de las victorias alemanas en la primera fase de la guerra, a la vez que expandía su propio imperio colonial sin la colaboración germánica... hasta que a, a partir de 1941 tuvo que aceptarla por la fuerza de las circunstancias. Me temo que, como decía, hubo poco de ejemplar en la alianza, y es algo que veremos en próximos post.
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Carthapilus escribió:Las cosas habrían sido muy distintas si ambos países hubiesen planificado una posible guerra juntos, antes de septiembre de 1939. Italia tenía la armada y la posición clave en ambas orillas del Mediterráneo que Alemania no tenía. Y Alemania tenía la industria militar de la que Italia carecía. Por no hablar de la calidad de los mandos.
Estoy muy de acuerdo. En principio el Pacto de Acero le ofrecía a ambos paises ventajas estratégicas que podrian haberse aprovechado de haber existido una verdadera alianza y un sentimiento de colaboración mutua entre Roma y Berlin. El problema -a mi modo de ver- fue que tanto Hitler como Mussolini eran dos tunantes, y unos auténticos tahures de la política internacional. Por eso, pese a que ambos dictadores se admiraban mutuamente, al final solo procuraron "sacar tajada" de su alianza en uno solo sentido, el de sus propios intereses y paradójicamente, eso fue nefasto para sus naciones. También había un problema cultural de fondo: los germánicos sentían cierto desprecio hacia los latinos, y viceversa, estos no sentían un especial aprecio por los teutones. En definitiva, existía un inveterado sentimiento de desconfianza mutua que no ayudó demasiado a que las relaciones bilaterales resultasen especialmente fluidas. Para hacernos una idea, Von Rundsted llegó a afimar que Hitler se equivocaba al concertar una alianza con ese "estúpido negroide" de Mussolini; y en visperas de la visita de Hitler a Italia en 1938, el Duce tuvo que instruir a su policía para que reprimiera las muchas manifestaciones antialemanas que se preparaban en Milán para protestar en contra del acercamiento a los alemanes.
En cualquier caso, Italia fue un aliado bastante leal a Alemania, pese a la mala fama que tiene por motivo de la capitulación de 1943. Mucho más leal que lo que fue Francia hacia Gran Bretaña.
Yo creo que la lealtad brilló por su ausencia... por ambas partes. Basta recordar que Alemania quiso utilizar a Italia como escudo político-militar en 1938-39, pero cuando comprobó la poca disposición italiana a una guerra, simplemente actuó por su cuenta y riesgo. El Duce, por su parte, actuó de manera oportunista y quiso sacar tajada de las victorias alemanas en la primera fase de la guerra, a la vez que expandía su propio imperio colonial sin la colaboración germánica... hasta que a, a partir de 1941 tuvo que aceptarla por la fuerza de las circunstancias. Me temo que, como decía, hubo poco de ejemplar en la alianza, y es algo que veremos en próximos post.
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El tenso Eje Berlin-Roma
LA CRISIS DE LOS SUDETES
Cuando Hitler volvió de su viaje oficial a Italia, en mayo de 1938, trajo consigo dos certezas: una, que el Duce no sentía ningún entusiasmo por embarcarse en una guerra europea, y otra, que –como había podido comprobar personalmente el propio Hitler durante su gira- que Italia distaba mucho de estar militarmente preparada para una guerra moderna. Seguramente ambos factores influyeron en su decisión de acabar con Checoslovaquia por sus propios medios. Una operación que, como Hitler no iba a tardar en comprobar, no suscitaba el más mínimo entusiasmo dentro de la Werhmacht ni de la camarilla gobernante de III Reich. Dentro de la cúpula del gobierno germano, solo Ribbentrop, deseoso de provocar a Gran Bretaña y de acabar con la nación checoslovaca, se mostró abiertamente partidario del denominado “Plan Verde”, el plan de invasión de Checoslovaquia, cuya directiva fue autorizada por Hitler el 30 de Mayo de 1938.
Pero ¿Cuál era la actitud de Mussolini?. Como le había dejado medianamente claro a Hitler cuando se entrevistaron en suelo italiano, no tenía interés en participar en una guerra europea para la cual Italia distaba mucho de estar militarmente preparada. No obstante, durante los meses de junio y julio, tanto el ministro de Asuntos Exteriores Ciano como el embajador italiano en Berlin, Attolico, trataron de sondear a los altos cargos alemanes acerca de las intenciones de Hitler respecto a Checoslovaquia. Ante los sondeos italianos Ribbentrop se encargó de desinformar repetidamente a Ciano, asegurándole que todo lo que Hitler quería era la anexión de los Sudetes, por la vía diplomática. Sin embargo, Attolico recibió distintas filtraciones provenientes de las altas esferas (siendo la más notable la del jefe del Abwerh, Almirante Canaris) acerca de las verdaderas intenciones alemanas respecto a los checoslovacos. Curiosamente, Canaris había filtrado la información con la esperanza de que el Duce se alarmara ante la perspectiva de una guerra general, y convenciera a Hitler de desistir del proyecto. Pero lo cierto es que Mussolini no solo no se alarmó, sino que -contrariamente a lo que había esperado Canaris- le comentó a Ciano que si Francia se enfrentaba a Alemania, Italia no tendría otra alternativa que ponerse del lado de su aliado.
En cualquier caso, Ciano seguía sin tener ninguna confirmación del gobierno alemán acerca de "Verde" y quería obtener una declaración oficial de Berlin, cosa que intentó lograr a través del embajador Attolico sin éxito, puesto que a finales de Agosto, Ribbentrop seguía dando largas a las peticiones del diplomático italiano para que les informaran de la fecha prevista para la invasión. Pese a ello, Mussolini no se tomó esta actitud alemana como un desaire sino que, por el contrario, siguió dando pasos para apoyar los planes alemanes. De este modo, a principios de septiembre, el Duce expresó su apoyo al líder del partido alemán de los Sudetes y denunció públicamente al gobierno de Praga como una marioneta al servicio de los intereses de Francia y la URSS. La razón de esta actitud, quizás un tanto sorprendente si tenemos en cuenta que Hitler había dejado totalmente de lado a Italia en la preparación de "Verde", e incluso le había ocultado deliberadamente a los italianos la fecha del ataque, parecía ser ideológica, pues Mussolini le comentó a Ciano que “Si Gran Bretaña interviene (…) Italia y el fascismo no podrían permanecer neutrales”.
Ahora, hago una pausa en la exposición y me pregunto ¿Cual puede ser la causa de esta actitud por parte del Duce?.
Saludos
Cuando Hitler volvió de su viaje oficial a Italia, en mayo de 1938, trajo consigo dos certezas: una, que el Duce no sentía ningún entusiasmo por embarcarse en una guerra europea, y otra, que –como había podido comprobar personalmente el propio Hitler durante su gira- que Italia distaba mucho de estar militarmente preparada para una guerra moderna. Seguramente ambos factores influyeron en su decisión de acabar con Checoslovaquia por sus propios medios. Una operación que, como Hitler no iba a tardar en comprobar, no suscitaba el más mínimo entusiasmo dentro de la Werhmacht ni de la camarilla gobernante de III Reich. Dentro de la cúpula del gobierno germano, solo Ribbentrop, deseoso de provocar a Gran Bretaña y de acabar con la nación checoslovaca, se mostró abiertamente partidario del denominado “Plan Verde”, el plan de invasión de Checoslovaquia, cuya directiva fue autorizada por Hitler el 30 de Mayo de 1938.
Pero ¿Cuál era la actitud de Mussolini?. Como le había dejado medianamente claro a Hitler cuando se entrevistaron en suelo italiano, no tenía interés en participar en una guerra europea para la cual Italia distaba mucho de estar militarmente preparada. No obstante, durante los meses de junio y julio, tanto el ministro de Asuntos Exteriores Ciano como el embajador italiano en Berlin, Attolico, trataron de sondear a los altos cargos alemanes acerca de las intenciones de Hitler respecto a Checoslovaquia. Ante los sondeos italianos Ribbentrop se encargó de desinformar repetidamente a Ciano, asegurándole que todo lo que Hitler quería era la anexión de los Sudetes, por la vía diplomática. Sin embargo, Attolico recibió distintas filtraciones provenientes de las altas esferas (siendo la más notable la del jefe del Abwerh, Almirante Canaris) acerca de las verdaderas intenciones alemanas respecto a los checoslovacos. Curiosamente, Canaris había filtrado la información con la esperanza de que el Duce se alarmara ante la perspectiva de una guerra general, y convenciera a Hitler de desistir del proyecto. Pero lo cierto es que Mussolini no solo no se alarmó, sino que -contrariamente a lo que había esperado Canaris- le comentó a Ciano que si Francia se enfrentaba a Alemania, Italia no tendría otra alternativa que ponerse del lado de su aliado.
En cualquier caso, Ciano seguía sin tener ninguna confirmación del gobierno alemán acerca de "Verde" y quería obtener una declaración oficial de Berlin, cosa que intentó lograr a través del embajador Attolico sin éxito, puesto que a finales de Agosto, Ribbentrop seguía dando largas a las peticiones del diplomático italiano para que les informaran de la fecha prevista para la invasión. Pese a ello, Mussolini no se tomó esta actitud alemana como un desaire sino que, por el contrario, siguió dando pasos para apoyar los planes alemanes. De este modo, a principios de septiembre, el Duce expresó su apoyo al líder del partido alemán de los Sudetes y denunció públicamente al gobierno de Praga como una marioneta al servicio de los intereses de Francia y la URSS. La razón de esta actitud, quizás un tanto sorprendente si tenemos en cuenta que Hitler había dejado totalmente de lado a Italia en la preparación de "Verde", e incluso le había ocultado deliberadamente a los italianos la fecha del ataque, parecía ser ideológica, pues Mussolini le comentó a Ciano que “Si Gran Bretaña interviene (…) Italia y el fascismo no podrían permanecer neutrales”.
Ahora, hago una pausa en la exposición y me pregunto ¿Cual puede ser la causa de esta actitud por parte del Duce?.
Saludos
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El tenso Eje Berlin-Roma
Ahora, hago una pausa en la exposición y me pregunto ¿Cual puede ser la causa de esta actitud por parte del Duce?.
La pregunta es compleja porque la política exterior italiana cambió mucho en los años 30. Italia no quedó muy satisfecha con el escaso territorio ganado tras la PGM. Ni siquiera estuvo entre las principales naciones a la hora de las negociaciones, a pesar del inmenso sacrifico. Además, temía que Austria quedase en manos alemanas porque esto podría significar que Alemania pidiese el control de algunas zonas fronterizas con mayoría de población germano parlante.
En mi opinión el punto de inflexión fue la invasión de Abisina. Alemania fue el único país que apoyó claramente a Italia. Además, franceses y británicos no aceptaron los reclamos italianos en el Norte de Africa. Se podría decir que con Hitler había mucho más que ganar que con los aliados.
Saludos.
- urquhart
- General de Ejército
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El tenso Eje Berlin-Roma
Hola a todos,
cierto Alejandro. La oposición británica a la expansión en Abisinia supuso el punto de inflexión de la política italiana hacia Alemania. El PActo Hoare-Laval para acabar con la Guerra, al que estaba dispuesto Mussolinni, pero el Partido LAborista en Gran Bretaña y el PArtido Socialista de Leon Blum en Francia se opusieron a tal PActo, que cedía el Ogaden y el Tigré a Italia, a acmbio de un corredor hacia el mar, que The Times en una editorial contraria al PActo lo denominó A Corridor for Camels; palabras que el Arzobispo de Canterbury también empleó. Miembros del Partido Conservador también mostrarón su oposición. Cambio de actitud de dos de los componentes del Frente de Stressa... aunque en 1938, cuando la crisis checa, reconocieron las conquistas italianas
Francia y Reino Unido compensaban así a la Italia que en 1934 movilizó sus tropas hacia el Brennero/Brenner para asegurar la independencia de Austria.
El Pacto o Frente de Stressa: http://historyonline.chadwyck.co.uk/get ... df&IE=.pdf
cierto Alejandro. La oposición británica a la expansión en Abisinia supuso el punto de inflexión de la política italiana hacia Alemania. El PActo Hoare-Laval para acabar con la Guerra, al que estaba dispuesto Mussolinni, pero el Partido LAborista en Gran Bretaña y el PArtido Socialista de Leon Blum en Francia se opusieron a tal PActo, que cedía el Ogaden y el Tigré a Italia, a acmbio de un corredor hacia el mar, que The Times en una editorial contraria al PActo lo denominó A Corridor for Camels; palabras que el Arzobispo de Canterbury también empleó. Miembros del Partido Conservador también mostrarón su oposición. Cambio de actitud de dos de los componentes del Frente de Stressa... aunque en 1938, cuando la crisis checa, reconocieron las conquistas italianas
Francia y Reino Unido compensaban así a la Italia que en 1934 movilizó sus tropas hacia el Brennero/Brenner para asegurar la independencia de Austria.
El Pacto o Frente de Stressa: http://historyonline.chadwyck.co.uk/get ... df&IE=.pdf
Tempus Fugit
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- Coronel
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El tenso Eje Berlin-Roma
Bajo mi punto de vista, fueron los británicos y franceses (sobre todo los primeros) quienes echaron a Italia en brazos de Hitler. Alemania era en 1936 un paria internacional, que sólo mantenía buenas relaciones con Hungría, Bulgaria y poco más. Estaba totalmente aislada, rodeada de vecinos hostiles satélites de París y Londres (Polonia, Checoslovaquia) y cerca de países no muy amigables (Italia, Rumanía, Yugoslavia). El viraje diplomático cambió cuando Italia apoyó a Alemania en Austria, en respuesta del apoyo alemán a Italia en Abisinia. Y así empezó del desplome de las alianzas de las potencias europeas con las naciones de Europa del Este. Yugoslavia y Rumanía cayeron en la órbita alemana, Albania se convirtió en un protectorado italiano, Hungría y Bulgaria ya estaban metidas en el ajo, Checoslovaquia estaba liquidada y los alemanas planeaban con los rusos cómo hacer lo propio con Polonia.
Un desastre la diplomacia aliada en 1936-40.
Un desastre la diplomacia aliada en 1936-40.
- reytuerto
- Mariscal de Campo
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El tenso Eje Berlin-Roma
Hola a todos:
Creo que el punto de inflexion "como si la fortuna reconociese su dueño y cambiase de bando" en 1936 fue, mas que Abisinia o España, la ocupacion de Renania (con solo 6 batallones!), en un momento en que el Ejercito Frances era muy superior al aleman. Eso determino que Belgica se declarase neutral (eso, y la muerte del rey Alberto) y que las potencias totalitarias se acercasen aun mas: la anexion de Austria y la verguenza de Munich no estaban muy lejos en el horizonte. Saludos cordiales.
Creo que el punto de inflexion "como si la fortuna reconociese su dueño y cambiase de bando" en 1936 fue, mas que Abisinia o España, la ocupacion de Renania (con solo 6 batallones!), en un momento en que el Ejercito Frances era muy superior al aleman. Eso determino que Belgica se declarase neutral (eso, y la muerte del rey Alberto) y que las potencias totalitarias se acercasen aun mas: la anexion de Austria y la verguenza de Munich no estaban muy lejos en el horizonte. Saludos cordiales.
La verdad nos hara libres
- Von Kleist
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El tenso Eje Berlin-Roma
Buenas
Gracias por la respuesta. Mi pregunta iba mas bien en el sentido de como Mussolini se puso del lado de Hitler en el tema de la crisis checoslovaca, pese a que los alemanes en primer lugar, le habían dejado de lado en cuanto a sus planes, y luego, directamente le habian mentido a Attolico sobre las intenciones hitlerianas, e incluso le habían ocultado a los italianos -pese a las reiteradas preguntas que se hicieron a Berlin por via diplomática- la fecha prevista para "Verde". Pero supongo que todo viene de lo que comentais, el hecho de que Hitler hubiera apoyado a Mussolini en la invasión de Abisinia, el apaciguamiento franco-británico, y sobre todo, la colaboracion italo-alemana en la Guerra Civil española.
Como bien señala Urquhart, en una fecha como 1935 GB, Francia e Italia firmaron el pacto de Stresa lo cual no era sino un intento de las tres naciones para crear un contrapeso a las aspiraciones revisionistas alemanas respecto a Versalles. Sin embargo, los propios británicos ignoraron el pacto para firmar el tratado naval anglo-alemán, y cuando Mussolini decidió intervenir vigorosamente en España para apoyar a Franco, supongo que no había marcha atras, o se alineaba con Alemania o Italia se quedaría aislada frente al eje franco-británico. Por eso posiblemente en Septiembre de 1938 no tuvo mas remedio que "tragar" con los desaires del Führer.
Saludos
Gracias por la respuesta. Mi pregunta iba mas bien en el sentido de como Mussolini se puso del lado de Hitler en el tema de la crisis checoslovaca, pese a que los alemanes en primer lugar, le habían dejado de lado en cuanto a sus planes, y luego, directamente le habian mentido a Attolico sobre las intenciones hitlerianas, e incluso le habían ocultado a los italianos -pese a las reiteradas preguntas que se hicieron a Berlin por via diplomática- la fecha prevista para "Verde". Pero supongo que todo viene de lo que comentais, el hecho de que Hitler hubiera apoyado a Mussolini en la invasión de Abisinia, el apaciguamiento franco-británico, y sobre todo, la colaboracion italo-alemana en la Guerra Civil española.
Como bien señala Urquhart, en una fecha como 1935 GB, Francia e Italia firmaron el pacto de Stresa lo cual no era sino un intento de las tres naciones para crear un contrapeso a las aspiraciones revisionistas alemanas respecto a Versalles. Sin embargo, los propios británicos ignoraron el pacto para firmar el tratado naval anglo-alemán, y cuando Mussolini decidió intervenir vigorosamente en España para apoyar a Franco, supongo que no había marcha atras, o se alineaba con Alemania o Italia se quedaría aislada frente al eje franco-británico. Por eso posiblemente en Septiembre de 1938 no tuvo mas remedio que "tragar" con los desaires del Führer.
Saludos
- Von Kleist
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El tenso Eje Berlin-Roma
EL PACTO DE MUNICH
A finales de Septiembre de 1938, Hitler había puesto a Europa al borde la guerra, dando un ultimátum al gobierno checoslovaco que expiraba el 28 de Septiembre, para que abandonara el territorio de los Sudetes de cara a su inmediata anexión al Reich. Aunque Mussolini había expresado en privado que apoyaría a Hitler en caso de guerra, lo cierto es que el Estado Mayor le había informado que en esos momentos su ejército no podría hacer gran cosa salvo efectuar un despliegue de carácter limitado en la frontera alpina con Francia. Influido por este conocimiento, el Duce tomo conciencia que era preciso buscar alguna salida negociada a la crisis. Además el propio Hitler comenzaba a tener serias dudas, pues conforme se acercaba la fecha límite del ultimátum dado al gobierno de Praga, el Führer comenzó a plantearse las consecuencias de su propia decisión de invadir Checoslovaquia.
Los generales alemanes, y en particular Göring, Halder, y Brauchistch le transmitieron a Hitler sus serias dudas acerca del estado de preparación de la Werhmacht para una guerra con las potencias occidentales, y en la misma mañana del 28, Hitler fue informado que la Royal Navy había sido puesta en estado de guerra. Esta noticia fue la que terminó de decantar la balanza a favor de los que abogaban por suspender los planes de invasión. Ante estos acontecimientos Hitler se mostró dispuesto a dar marcha atrás, aunque dudaba de cómo hacerlo sin dar la impresión que Alemania reculaba por la presión exterior. En ese momento fue fundamental la intervención de Mussolini, quien al mediodia del 28 le rogó a Hitler que pospusiera la movilización al menos un día mas, porque los británicos querian negociar la entrega de los Sudetes y le habían pedido que intercediera para celebrar una conferencia internacional a tal efecto.
De este modo, la intervención del Duce como mediador, prácticamente en el último minuto, vino a “salvar la cara” de las exigencias alemanas y a contentar las aspiraciones franco-británicas de evitar una guerra europea mediante el Pacto de Munich. En ese sentido, Mussolini se felicitó a si mismo por evitar ser arrastrado a una guerra que Italia no podía sostener en esos momentos. Hitler, por su parte, salió con un regusto amargo de Munich. En un primer momento se mostró eufórico por el logro diplomático obtenido frente a franceses y británicos, pero, al día siguiente de la firma del acuerdo, comenzó a pensar que quizás los engranajes de la diplomacia le habían privado de obtener una gran conquista militar y de la anexión de la totalidad de Checoslovaquia. Tanto es asi que poco después declaró en privado que “La próxima vez actuaré tan rápido que ninguna viejecita podrá detenerme”. La vista de Hitler ya estaba puesta en la próxima victima, Polonia.
A finales de Septiembre de 1938, Hitler había puesto a Europa al borde la guerra, dando un ultimátum al gobierno checoslovaco que expiraba el 28 de Septiembre, para que abandonara el territorio de los Sudetes de cara a su inmediata anexión al Reich. Aunque Mussolini había expresado en privado que apoyaría a Hitler en caso de guerra, lo cierto es que el Estado Mayor le había informado que en esos momentos su ejército no podría hacer gran cosa salvo efectuar un despliegue de carácter limitado en la frontera alpina con Francia. Influido por este conocimiento, el Duce tomo conciencia que era preciso buscar alguna salida negociada a la crisis. Además el propio Hitler comenzaba a tener serias dudas, pues conforme se acercaba la fecha límite del ultimátum dado al gobierno de Praga, el Führer comenzó a plantearse las consecuencias de su propia decisión de invadir Checoslovaquia.
Los generales alemanes, y en particular Göring, Halder, y Brauchistch le transmitieron a Hitler sus serias dudas acerca del estado de preparación de la Werhmacht para una guerra con las potencias occidentales, y en la misma mañana del 28, Hitler fue informado que la Royal Navy había sido puesta en estado de guerra. Esta noticia fue la que terminó de decantar la balanza a favor de los que abogaban por suspender los planes de invasión. Ante estos acontecimientos Hitler se mostró dispuesto a dar marcha atrás, aunque dudaba de cómo hacerlo sin dar la impresión que Alemania reculaba por la presión exterior. En ese momento fue fundamental la intervención de Mussolini, quien al mediodia del 28 le rogó a Hitler que pospusiera la movilización al menos un día mas, porque los británicos querian negociar la entrega de los Sudetes y le habían pedido que intercediera para celebrar una conferencia internacional a tal efecto.
De este modo, la intervención del Duce como mediador, prácticamente en el último minuto, vino a “salvar la cara” de las exigencias alemanas y a contentar las aspiraciones franco-británicas de evitar una guerra europea mediante el Pacto de Munich. En ese sentido, Mussolini se felicitó a si mismo por evitar ser arrastrado a una guerra que Italia no podía sostener en esos momentos. Hitler, por su parte, salió con un regusto amargo de Munich. En un primer momento se mostró eufórico por el logro diplomático obtenido frente a franceses y británicos, pero, al día siguiente de la firma del acuerdo, comenzó a pensar que quizás los engranajes de la diplomacia le habían privado de obtener una gran conquista militar y de la anexión de la totalidad de Checoslovaquia. Tanto es asi que poco después declaró en privado que “La próxima vez actuaré tan rápido que ninguna viejecita podrá detenerme”. La vista de Hitler ya estaba puesta en la próxima victima, Polonia.
- urquhart
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El tenso Eje Berlin-Roma
Hola a todos,
la verdad es que a excepción de Hitler, nadie quería la Guerra en 1938. Ni siquiera el ofrecimiento soviético a parís y Londres fue tenido en cuenta, prefiriendo la mediación de Mussolini para desmembrar Checoeslovaquia.
Pocos en Europa alertaban del peligro, entre ellos Churchill con su famososo discurso, a posteriori, y su advertencia:
Hemos sufrido una derrota total y absoluta. Estamos en medio de una catástrofe de enormes proporciones. El camino de la desembocadura del Danubio, el camino del mar Negro, está abierto. Uno tras otro, todos los países de Europa central y de la cuenca del Danubio se verán arrastrados por el vasto sistema de la política nazi emanada desde Berlín. Y no vayáis a creer que ése será el final, no, ése no es más que el principio
Teníais que escoger entre la guerra y el deshonor. Habéis escogido el deshonor. Tendréis la guerra.
Hasta Daladier, firmante, según Sartre, tendría un momento d elucidez, cuando llegado de Munich era aclamado por el gentío:
¡Ah, esos gilipollas! ¡Esos gilipollas ya están advertidos!...
Pero que podía esperarse, cuando días antes de Munich, Chamberlain declarara:
¿No es espantoso, fantástico, inaudito, que todos estemos cavando trincheras por culpa de una disputa surgida en un país lejano, entre gente de la que no sabemos nada?
Como efecto inmediato, la República Española se queda sin el único proveedor de armas con garantías....
la verdad es que a excepción de Hitler, nadie quería la Guerra en 1938. Ni siquiera el ofrecimiento soviético a parís y Londres fue tenido en cuenta, prefiriendo la mediación de Mussolini para desmembrar Checoeslovaquia.
Pocos en Europa alertaban del peligro, entre ellos Churchill con su famososo discurso, a posteriori, y su advertencia:
Hemos sufrido una derrota total y absoluta. Estamos en medio de una catástrofe de enormes proporciones. El camino de la desembocadura del Danubio, el camino del mar Negro, está abierto. Uno tras otro, todos los países de Europa central y de la cuenca del Danubio se verán arrastrados por el vasto sistema de la política nazi emanada desde Berlín. Y no vayáis a creer que ése será el final, no, ése no es más que el principio
Teníais que escoger entre la guerra y el deshonor. Habéis escogido el deshonor. Tendréis la guerra.
Hasta Daladier, firmante, según Sartre, tendría un momento d elucidez, cuando llegado de Munich era aclamado por el gentío:
¡Ah, esos gilipollas! ¡Esos gilipollas ya están advertidos!...
Pero que podía esperarse, cuando días antes de Munich, Chamberlain declarara:
¿No es espantoso, fantástico, inaudito, que todos estemos cavando trincheras por culpa de una disputa surgida en un país lejano, entre gente de la que no sabemos nada?
Como efecto inmediato, la República Española se queda sin el único proveedor de armas con garantías....
Tempus Fugit
- Von Kleist
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El tenso Eje Berlin-Roma
El Pacto de Acero
Oficialmente, los Acuerdos de Munich fueron un triunfo diplomático para los intereses alemanes. Pero para Hitler, como vimos, habían supuesto una decepción al tener que renunciar a sus planes de conquista militar. En Marzo de 1939, otra vez sin que mediara previo aviso a su aliado italiano, Hitler ordenó la ocupación de los territorios de Bohemia y Moravia, es decir, los territorios de Checoslovaquia que no habían sido anexionado al Reich en 1938. Esta nueva jugada de Hitler a espaldas de Roma indignó al Duce que solo fue informado a posteriori por Berlin, cuando la ocupación era ya un hecho consumado. Al respecto de estos acontecimientos, Mussolini declaró en privado: “Los italianos se reirían de mi, [si supieran que] cada vez que Hitler se apodera de un estado, me manda un mensaje”. Sin embargo, obligado por la prudencia política, Mussolini aprobó públicamente la decisión de Hitler. Ciano anotó que:
Pese a este nuevo desaire deliberademente realizado, en Berlin comprendieron que Mussolini podía tomarse la actuación alemana como una afrenta personal, lo que podía poner en riesgo la alianza con Italia, en un momento en que la misma aun era necesaria para los intereses del Reich. Para evitar ese riesgo Hitler y Ribbentrop enviaron sendas cartas personales a Mussolini y Ciano. El canciller alemán se deshizo en alabanzas hacia el fascismo, y le reconoció al Duce su condición de campeón anticomunista, al mismo tiempo que ensalzaba la alianza italo-germana en su odio común contra las democracias. Ribbentrop, por su parte, aseguró en su carta a Ciano que la esfera de influencia italiana en Croacia y el Mediterraneo era plenamente respetada por Alemania. Sin duda estas misivas contribuyeron a serenar los ánimos italianos respecto a su aliado.
Sin embargo, Mussolini ya había decidido jugar su propia carta al margen de Alemania. El Duce había puesto sus ojos en el pequeño reino de Albania, cuya ocupación podría servir como excelente base de partida para ampliar la esfera de influencia italiana en Los Balcanes, a lo que se unía el hecho de que la costa albanesa podría servir para instalar bases navales italianas con el objetivo de cerrar el Adriatico. En abril de 1939, Mussolini lanzó a su ejército a la conquista del pequeño estado Balcánico. Esta acción militar italiana no agradó a en absoluto Hitler, partidario de no agitar el complicado avispero balcánico, pero dada la muy reciente acción unilateral alemana en Bohemia-Moravia, no pudo hacer otra cosa que apoyar públicamente la campaña militar del Duce.
En esa primera mitad de 1939, por tanto, puede decirse que ambos aliados estaban actuando por su cuenta (y dando pocas cuentas al otro socio), en política internacional. Pese a ello, ante el estrechamiento de las relaciones franco-británicas, alemanes e italianos decidieron seguir profundizando en sus relaciones. El 15 y 16 de abril, Göring visitó a Mussolini para asegurarle que Yugoslavia, el Mediterraneo y el Adriatico quedarían bajo la esfera de influencia italiana. Estas conversaciones bilaterales siguieron con la posterior visita de Ribbentrop a Italia para entrevistarse con Ciano a principio de mayo. En el curso de esta visita, ambos ministros de asuntos discutieron un punto clave en las relaciones italo-alemanas: la posibilidad de una guerra europea y el momento en que esta se desencadenaría. A través de Ciano, Mussolini le hizo saber a Ribbentrop que Italia necesitaria un plazo no inferior a tres años (es decir, no antes de 1942-43) para estar preparada para un conflicto bélico, y consecuentemente, resultaba absolutamente vital que Alemania evitara desencadenar la guerra antes de dicho plazo. Aparentemente, Ribbentrop se mostró de acuerdo con esta propuesta italiana, pese a que conocía perfectamente la intención de Hitler de atacar Polonia ese mismo año. En cualquier caso, la sintonía diplomática entre Roma y Berlin era muy fluida, de modo que los dos gobiernos del Eje decidieron plasmar su alianza político-militar en un pacto que reflejara las relaciones de los socios del Eje: el Pacto de Acero. El borrador del Pacto fue preparado por Ribbentrop y entregado a Ciano el 12 de mayo, siendo aprobado el texto definitivo por Mussolini el dia 17, para que el pacto fuera solemnemente firmado en la Cancillería de Berlin el 22 de Mayo. De esta forma Mussolini unía de manera definitiva su suerte a la de la Alemania Nazi.
Saludos
Oficialmente, los Acuerdos de Munich fueron un triunfo diplomático para los intereses alemanes. Pero para Hitler, como vimos, habían supuesto una decepción al tener que renunciar a sus planes de conquista militar. En Marzo de 1939, otra vez sin que mediara previo aviso a su aliado italiano, Hitler ordenó la ocupación de los territorios de Bohemia y Moravia, es decir, los territorios de Checoslovaquia que no habían sido anexionado al Reich en 1938. Esta nueva jugada de Hitler a espaldas de Roma indignó al Duce que solo fue informado a posteriori por Berlin, cuando la ocupación era ya un hecho consumado. Al respecto de estos acontecimientos, Mussolini declaró en privado: “Los italianos se reirían de mi, [si supieran que] cada vez que Hitler se apodera de un estado, me manda un mensaje”. Sin embargo, obligado por la prudencia política, Mussolini aprobó públicamente la decisión de Hitler. Ciano anotó que:
“Alemania podría usar la alianza [con Italia] únicamente para llevar más a fondo su expansión en Europa Central”.
Pese a este nuevo desaire deliberademente realizado, en Berlin comprendieron que Mussolini podía tomarse la actuación alemana como una afrenta personal, lo que podía poner en riesgo la alianza con Italia, en un momento en que la misma aun era necesaria para los intereses del Reich. Para evitar ese riesgo Hitler y Ribbentrop enviaron sendas cartas personales a Mussolini y Ciano. El canciller alemán se deshizo en alabanzas hacia el fascismo, y le reconoció al Duce su condición de campeón anticomunista, al mismo tiempo que ensalzaba la alianza italo-germana en su odio común contra las democracias. Ribbentrop, por su parte, aseguró en su carta a Ciano que la esfera de influencia italiana en Croacia y el Mediterraneo era plenamente respetada por Alemania. Sin duda estas misivas contribuyeron a serenar los ánimos italianos respecto a su aliado.
Sin embargo, Mussolini ya había decidido jugar su propia carta al margen de Alemania. El Duce había puesto sus ojos en el pequeño reino de Albania, cuya ocupación podría servir como excelente base de partida para ampliar la esfera de influencia italiana en Los Balcanes, a lo que se unía el hecho de que la costa albanesa podría servir para instalar bases navales italianas con el objetivo de cerrar el Adriatico. En abril de 1939, Mussolini lanzó a su ejército a la conquista del pequeño estado Balcánico. Esta acción militar italiana no agradó a en absoluto Hitler, partidario de no agitar el complicado avispero balcánico, pero dada la muy reciente acción unilateral alemana en Bohemia-Moravia, no pudo hacer otra cosa que apoyar públicamente la campaña militar del Duce.
En esa primera mitad de 1939, por tanto, puede decirse que ambos aliados estaban actuando por su cuenta (y dando pocas cuentas al otro socio), en política internacional. Pese a ello, ante el estrechamiento de las relaciones franco-británicas, alemanes e italianos decidieron seguir profundizando en sus relaciones. El 15 y 16 de abril, Göring visitó a Mussolini para asegurarle que Yugoslavia, el Mediterraneo y el Adriatico quedarían bajo la esfera de influencia italiana. Estas conversaciones bilaterales siguieron con la posterior visita de Ribbentrop a Italia para entrevistarse con Ciano a principio de mayo. En el curso de esta visita, ambos ministros de asuntos discutieron un punto clave en las relaciones italo-alemanas: la posibilidad de una guerra europea y el momento en que esta se desencadenaría. A través de Ciano, Mussolini le hizo saber a Ribbentrop que Italia necesitaria un plazo no inferior a tres años (es decir, no antes de 1942-43) para estar preparada para un conflicto bélico, y consecuentemente, resultaba absolutamente vital que Alemania evitara desencadenar la guerra antes de dicho plazo. Aparentemente, Ribbentrop se mostró de acuerdo con esta propuesta italiana, pese a que conocía perfectamente la intención de Hitler de atacar Polonia ese mismo año. En cualquier caso, la sintonía diplomática entre Roma y Berlin era muy fluida, de modo que los dos gobiernos del Eje decidieron plasmar su alianza político-militar en un pacto que reflejara las relaciones de los socios del Eje: el Pacto de Acero. El borrador del Pacto fue preparado por Ribbentrop y entregado a Ciano el 12 de mayo, siendo aprobado el texto definitivo por Mussolini el dia 17, para que el pacto fuera solemnemente firmado en la Cancillería de Berlin el 22 de Mayo. De esta forma Mussolini unía de manera definitiva su suerte a la de la Alemania Nazi.
Saludos
- Von Kleist
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El tenso Eje Berlin-Roma
Buenas
En mi anterior posteo, se me pasó por alto el comentario de Sir Roy
Lo curioso es que casi nadie de la plana mayor del III Reich quería la guerra. Solo Ribbentrop (que en esas semanas del verano de 1938 se volvió mas belicista que Hitler) apoyaba abiertamente una acción armada contra Checoslovaquia. Pero en su apoyo a los planes de Hitler se encontró muy solo, y además topó con un adversario de peso (literal y figurado): Göring. El Reichsmarshall no deseaba una guerra en la que podía perder su privilegiada posición en caso de derrota, y removió cielo y tierra para evitarla. Además de tratar de persuadir a Hitler directamente, hizo uso de todos sus canales, tanto oficiales como extraoficiales, para impedir la ejecución de "Verde", realizó intensas gestiones diplomáticas con los ingleses e italianos, e incluso se enfrentó directamente a Ribbentrop, llegando a sostener una acalorada discusión con este último enfrente de Hitler, y en la que llegó a afirmar que "Yo sí conozco lo que es una guerra. Y si la guerra estalla estaré dispuesto a volar en el primer avión... con Ribbentrop a mi lado". La cara del ministro de exteriores en ese momento debió ser un poema. En definitiva, no es exagerado afirmar que uno de los grandes artífices del Acuerdo de Munich fue Göring, lo que -todo hay que decirlo- le valió que Hitler lo relegara a un segundo plano en 1939, impidiendole intervenir en política exterior con tanta asiduidad. No en vano Hitler tuvo un sentimiento muy negativo (a posteriori) sobre las circunstancias que concluyeron en el pacto de 1938.
En cuanto a la cúpula militar, la oposición a que Alemania entrara en guerra en 1938 era abrumadora. Tal fue el grado de reticencia que existía en la plana mayor de la Werhmacht respecto a una declaración de guerra, que Hitler afirmó, ojo a la frase:
La tensión dentro del ejército llevó incluso a que se fraguara un golpe de estado entre algunos de los opositores más notorios al régimen nazi, sin embargo, la salida negociada de la crisis hizo que la conspiración militar para derribar a Hitler quedara en agua de borrajas.
En cuanto a Daladier,está claro que le perseguía la mala conciencia por lo que se ventiló en Munich, ya que a diferencia de Chamberlain, no dudaba de que acababan de entregarle a Hitler en bandeja de plata la independencia de una nación aliada.
Saludos
En mi anterior posteo, se me pasó por alto el comentario de Sir Roy
Urquhart escribió:La verdad es que a excepción de Hitler, nadie quería la Guerra en 1938. Ni siquiera el ofrecimiento soviético a parís y Londres fue tenido en cuenta, prefiriendo la mediación de Mussolini para desmembrar Checoeslovaquia.
Lo curioso es que casi nadie de la plana mayor del III Reich quería la guerra. Solo Ribbentrop (que en esas semanas del verano de 1938 se volvió mas belicista que Hitler) apoyaba abiertamente una acción armada contra Checoslovaquia. Pero en su apoyo a los planes de Hitler se encontró muy solo, y además topó con un adversario de peso (literal y figurado): Göring. El Reichsmarshall no deseaba una guerra en la que podía perder su privilegiada posición en caso de derrota, y removió cielo y tierra para evitarla. Además de tratar de persuadir a Hitler directamente, hizo uso de todos sus canales, tanto oficiales como extraoficiales, para impedir la ejecución de "Verde", realizó intensas gestiones diplomáticas con los ingleses e italianos, e incluso se enfrentó directamente a Ribbentrop, llegando a sostener una acalorada discusión con este último enfrente de Hitler, y en la que llegó a afirmar que "Yo sí conozco lo que es una guerra. Y si la guerra estalla estaré dispuesto a volar en el primer avión... con Ribbentrop a mi lado". La cara del ministro de exteriores en ese momento debió ser un poema. En definitiva, no es exagerado afirmar que uno de los grandes artífices del Acuerdo de Munich fue Göring, lo que -todo hay que decirlo- le valió que Hitler lo relegara a un segundo plano en 1939, impidiendole intervenir en política exterior con tanta asiduidad. No en vano Hitler tuvo un sentimiento muy negativo (a posteriori) sobre las circunstancias que concluyeron en el pacto de 1938.
En cuanto a la cúpula militar, la oposición a que Alemania entrara en guerra en 1938 era abrumadora. Tal fue el grado de reticencia que existía en la plana mayor de la Werhmacht respecto a una declaración de guerra, que Hitler afirmó, ojo a la frase:
Hitler escribió:"¿Que clase de generales son estos que tengo yo que empujarlos a la guerra?.
La tensión dentro del ejército llevó incluso a que se fraguara un golpe de estado entre algunos de los opositores más notorios al régimen nazi, sin embargo, la salida negociada de la crisis hizo que la conspiración militar para derribar a Hitler quedara en agua de borrajas.
En cuanto a Daladier,está claro que le perseguía la mala conciencia por lo que se ventiló en Munich, ya que a diferencia de Chamberlain, no dudaba de que acababan de entregarle a Hitler en bandeja de plata la independencia de una nación aliada.
Saludos
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