La firma del Pacto de Acero fue favorablemente acogida por Ciano y Mussolini, quienes, -pese a que el texto inicial había sido redactado por Ribbentrop- apenas introdujeron modificaciones en el mismo. En ese sentido, resulta bastante extraña la ingenuidad de Mussolini y Ciano al aceptar de ese modo el pacto, puesto que los términos del mismo resultaban muy favorables a Alemania, y no tanto para Italia. Los alemanes no ofrecían garantias en cuanto a Polonia, ni se comprometían a preservar la paz hasta 1942, y tampoco se hacían concesiones concretas a Italia en materia territorial. Como el embajador británico en Roma escribió, al tener conocimiento de los terminos del acuerdo:
En resumidas cuentas [Mussolini] se ha ganado el derecho a ser consultado por Hitler, y el precio que ha pagado es la Alianza.
El pacto no fue acogido con demasiado entusiasmo en Italia. El Rey Victor Manuel III escribió a Mussolini que los alemanes se mostrarían corteses mientras la ayuda italiana les fuera necesaria, pero que a la primera oportunidad volverían a actuar como mejor conviniera a sus intereses, unas palabras del Monarca italiano que resultaron ser absolutamente proféticas.
En cualquier caso, en los días finales de mayo de 1939 Mussolini estaba ya convencido que la guerra con las plutocracias era inevitable, razón por la que procedió a estrechar aun más los lazos ecónomicos con Alemania, mediante el envio de varias comisiones técnicas a Berlin. Al mismo tiempo, remitió un memorandum a Hitler en el que le reiteraba, conforme a lo hablado con Ribbentrop en mayo, que Italia necesitaba como mínimo esperar hasta 1942 para entrar en guerra. Las razones fundamentales para esta petición, explicadas en el documento, radicaban en la necesidad de reforzar militarmente Libia, Albania y Etiopia; renovar la artilleria pesada, finalizar el programa de construccion naval y profundizar en las medidas de autarquía económica para evitar las consecuencias de un potencial bloqueo. El 31 de Mayo el general italiano Cavallero viajó a Berlin para entregar el memorandum a Hitler, cosa que hizo el dia 3 de junio. Tras estudiar las afirmaciones del Duce, el canciller alemán hizo saber a Attolico que en general estaba de acuerdo con ellas, sin embargo, deseaba discutir los detalles personalmente con Mussolini, proponiendo que ambos se encontraran antes del final del verano, en el paso de Brenero. Mientras Hitler aumentaba la tensión con los polacos en torno a la cuestión de Danzig, en Roma, la propuesta del encuentro no fue acogida con demasiado entusiasmo, pues Mussolini temía que Hitler quisiera presionarlo para entrar en guerra.
Como los italianos seguían siendo ajenos a los planes a corto plazo de Hitler, el 2 de julio de 1939, a través del embajador Attolico, Ciano le pidió a Ribbentrop que le informara oficialmente de cuales eran las intenciones alemanas respecto a Polonia. Ribbentrop se limitó a contestar altivamente que Hitler no se proponía crear un conflicto armado y que en caso de que asi fuera, Italia sería debidamente informada (lo que no era otra cosa que la enésima mentira diplomática que Ribbentrop hacía llegar a Roma). De paso, el ministro de exteriores alemán volvió a reiterar la propuesta de conferenciar con el Duce, indicando la fecha del 4 de agosto para que se produjera el encuentro en el Paso de Brenero. Ciano contestó dando largas, pero la insistencia del embajador Attolico de que era urgente hablar con los alemanes antes de que actuaran nuevamente por su cuenta, hizo que finalmente confirmara la fecha propuesta por Ribbentrop para la conferencia entre Hitler y Mussolini, aunque finalmente se canceló la cita. Ciano visitaria a Hitler y Ribbentrop durante varios dias a partir del 12 agosto, en la residencia del Berghof. Durante los dos días que duraron las conversaciones entre los alemanes y el ministro de exteriores italiano, el ambiente fue más que frio. Hitler no sentía una especial simpatía por Ciano, y este, por su parte, no dejó de percibir el poco entusiasmo que los alemanes sentían hacia Italia, anotando certeramente en su diario que:
Ciano escribió:En el fondo siento que la alianza con nosotros vale para los alemanes solamente por la cantidad de fuerzas que podemos distraer de sus frentes. Nada mas. Nuestra suerte no les interesa. Saben que la guerra está decidida por ellos, y no por nosotros… nos prometen al final una limosna.
El día 13, Ciano fue informado por Ribbentrop de las intenciones alemanas de declarar la guerra a Polonia. Ciano protestó porque nuevamente no habían sido informados al respecto, y le recordó a su homólogo alemán el memorandum del Duce del mes de julio y las promesas verbales hechas a Mussolini de que se tendrían en cuenta las intenciones italianas de no desencadenar la guerra antes de 1942. Hitler trató de calmar los ánimos explicandole a Ciano que las provocaciones polacas habían llegado a un nivel intolerable por lo que la decisión de atacar Polonia era ya irrevocable. Pese a ello, Ciano le comunicó a Hitler que dado el nivel de preparación militar de las fuerzas italianas, Roma no podía comprometerse en ningun caso a ir a la guerra en 1939, y partió rumbo a Italia con ánimo sombrio.
Los alemanes no dejaron de percibir el poco entusiasmo que los italianos tenian ante la perspectiva de un conflicto. El secretario de estado de Exteriores, Weisäcker, anotó: Por primera vez nos damos cuenta de que la alianza con italia es un fastidio. Porque en esta última semana nuestro deseo de ir a la guerra se ha hecho más fuerte. Himmler, Ribbentrop y el gauleiter Forster han estado promoviendo la idea de la guerra en sus respectivos ámbitos de influencia. Ribbentrop dice que los ingleses no intervendrán mientras liquidemos a Polonia en los tres primeros días. Dice que esto es seguro.
Sin embargo los alemanes iban hacer otra jugada maquiavelica. Pese a que Ciano había acordado con Ribbentrop que no se publicara ninguna nota de prensa sobre los encuentros del Berghof, agencias alemanas de noticias difundieron la información –completamente falsa- de que ambos aliados se mostraban de acuerdo en las medidas militares a adoptar en caso de conflicto. Con este movimiento, los alemanes estaban tratando de forzar públicamente a Mussolini a cumplir los términos el Pacto de Acero y por ende, de arrastrar a Italia a la guerra.
Saludos