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Los conflictos armados en la historia de la Humanidad. Los éjércitos del Mundo, sus jefes, estrategias y armamentos, desde la Antiguedad hasta 1939.
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Condiciones de paz

Flaminio reúne únicamente a los legados y a los tribunos militares y hace consignar por escrito las condiciones en que se haría la paz con Nabis:

"Habría una tregua de seis meses entre Nabis y los romanos, el rey Éumenes y los rodios. Flaminio y Nabis enviarían inmediatamente embajadores a Roma, para que la paz fuese ratificada con la autoridad del senado. La tregua comenzaría el mismo día en que se le notificasen por escrito a Nabis las condiciones de la paz, y en un plazo de diez días a partir de esa fecha todas las guarniciones que hubiera en territorio argivo serían retiradas de Argos y del resto de las ciudades, que serían entregadas a los romanos desocupadas y libres, sin sacar de ellas ningún esclavo perteneciente al rey, al Estado o a los particulares; y si se había sacado alguno anteriormente por medio de algún subterfugio oficial o particular, sería puntualmente devuelto a su dueño. Nabis devolvería las naves que hubiera quitado a las ciudades de la costa, y él no conservaría nave alguna aparte de dos lembos, y éstos impulsados a lo sumo por dieciséis remos. Devolvería los tránsfugas y los prisioneros a todas las ciudades aliadas del pueblo romano, y a los mesenios todas cuantas pertenencias apareciesen y fuesen indentificadas por sus propietarios. Asimismo, a los lacedemonios exiliados les enviaría los hijos y las esposas que quisieran seguir a sus maridos; ninguna sería obligada a acompañar a un desterrado si no quería. A los mercenarios de Nabis que hubiesen vuelto a sus ciudades o se hubiesen pasado a los romanos, les serían devueltas escrupulosamente sus pertenencias. En la Isla de Creta no tendría ninguna ciudad, y las que hubiera ocupado las entregaría a los romanos. No formaría alianza ni haría la guerra con ningún pueblo de Creta ni con ningún otro. Retiraría sus guarniciones de todas las ciudades que hubiese devuelto él o que se hubieran puesto ellas con sus posesiones bajo la protección y el dominio del pueblo romano, y tanto él como los suyos se mantendrían alejados de ellas. No fortificaría ninguna plaza ni levantaría ninguna fortaleza en territorio propio ni ajeno. Como garantía de que todo iba a ser así, entregaría los cinco rehenes que eligiera el general romano, entre ellos su propio hijo. Pagaría cien talentos de plata al contado, y cincuenta talentos anuales durante ocho años". Liv. XXXIV, 35

Las condiciones son remitidas a Esparta mientras Flaminio acerca el campamento a la ciudad. Nabis no las acepta; no estaba dispuesto a hace ninguna concesión en lo tocante a su flota y sus posesiones en el litoral pues perdería una gran fuente de reclutamiento y los ingresos obtenidos con sus actividades de piratería en toda la costa desde el cabo Maleo .

La salida de unos pocos escaramuceadores y un lanzamiento de venablos a modo de respuesta borran en Flaminio cualquier duda sobre la necesidad de seguir combatiendo.



En la Antigüedad clásica el cabo Malea era un lugar muy concurrido donde descargaban barcos y una de las rutas más importantes para cruzar el Mediterráneo desde el noreste al oeste.

http://es.wikipedia.org/wiki/Cabo_Malea


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Asalto a Esparta

En los primeros cuatro días siguientes se entablan pequeños combates sin ningún resultado decisivo. Al quinto día, en una batalla casi regular, los lacedemonios son rechazados presa del pánico al interior de las murallas hasta tal extremo que algunos soldados romanos penetran en la ciudad, descargando tajos sobre las espaldas de los fugitivos. Flaminio considera que esto era suficiente para disuadir a los enemigos de hacer salidas.

Como no estaba dispuesto a perder el tiempo en un largo asedio se dispone a realizar un asalto a gran escala con todos los efectivos que pudiera reunir. Para ello manda a buscar a Giteo a todas las fuerzas navales de las escuadras romana, rodia y del rey Eumenes; mientras tanto, él con los tribunos militares da una vuelta alrededor de las murallas para estudiar la posición de la ciudad y buscar los lugares por donde se iba a efectuar el ataque. Después de inspeccionarlo todo convenientemente, estima que había que atacar en círculo a modo de distracción e intentar penetrar en la ciudad por tres lugares diferentes.

Para el asalto Flaminio contaba, entre romanos y aliados de infantería, caballería, fuerzas terrestres y navales, con cerca de 50.000 hombres. La mayoría de estos efectivos son desplegados alrededor de la ciudad provistos con escalas, antorchas y distintos elementos con los que atacar y además inspirar pánico mientras el grueso de la infantería es dividida en tres cuerpos; uno tenía la orden de atacar desde el Phoebeo (templo de Apolo, al sur de Esparta), otro desde el Dictynneo y el tercero desde un lugar llamado Heptagonias.


Nota: Recordando el pasaje de Livio:

"Tiempo atrás, Esparta no tenía murallas; hacía poco, los tiranos habían levantado un muro en los puntos abiertos y llanos; los sitios elevados y de difícil acceso se protegían con puestos armados (stationibus armatorum) en lugar de fortificaciones". XXXIV, 38

Los tres cuerpos van a atacar por esos puntos en los que el relieve del terreno sustituía a las murallas. El Phoebeo, como ya he dicho, estaba en la parte sur. Sobre el Dictynneo he encontrado un mapa decimonónico que señala un Sacrato di Diana Dittinna, que correspondería a la llamada Diana Dictynnea; si fuera este el lugar mencionado, queda al norte de la ciudad. Sobre el lugar llamado Heptagonias (a no ser que el nombre se refiera a una elevación con siete lados o quebradas) únicamente he visto "a small place near Sparta"

http://www.perseus.tufts.edu/hopper/mor ... tion=5&i=1

La localización de los tres sitios tampoco es que sea relevante para el caso que nos trae, tanto más cuando de esta época no se conserva casi nada; que yo recuerde el santuario de Artemisa Ortia y poco más.

http://es.wikipedia.org/wiki/Santuario_ ... misa_Ortia


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Flaminio da la orden de atacar desde todos los puntos. Se lanza el grito de guerra para que los lacedemonios no supiesen por dónde hacerles frente en primera instancia y por dónde enviar refuerzos. La alarma cunde en derredor por todas partes.

Al principio los lacedemonios contienen a los tres cuerpos romanos en los pasos estrechos; luego, a medida que se va ampliando el combate, la lucha se torna desigual:

"Los lacedemonios, en efecto, luchaban con armas arrojadizas, de las cuales se defendían los soldados romanos con gran facilidad gracias al tamaño de sus escudos, aparte de que unos lanzamientos no daban en el blanco y otros eran demasiado flojos. Y es que, debido a la falta de espacio y a lo apiñados que estaban, no tenían sitio no ya para lanzar sus jabalinas tomando impulso, que es lo que les imprime mayor fuerza, sino ni siquiera para afirmar el pie con estabilidad y sin trabas. Por eso las armas lanzadas frente a frente no se clavaban nunca en el cuerpo, y en los escudos pocas veces; sí hirieron a algunos desde posiciones más elevadas los que estaban situados a los lados; al poco, también a los que iban avanzando los alcanzaron con armas arrojadas desde los tejados e incluso con tejas, con lo que no contaban." XXXIV, 39

Los romanos comienzan a formar la "tortuga", quedando retenidos algún tiempo en los pasos estrechos donde se agolpan ellos y los lacedemonios. A base de presionar sobre el enemigo logran abrirse paso hasta una calle más ancha de la ciudad en donde los lacedemonios no pueden ya contener un ataque frontal y se dan a la fuga tratando de alcanzar posiciones elevadas.

Nabis, creyendo que la ciudad había caído, trataba de huir. Pitágoras, que mantenía la cabeza fría, ordena que se prenda fuego a todos los edificios más próximos a la muralla. Los techos se desploman sobre los romanos; fragmentos de tejas e inclusos maderos a medio quemar alcanzan a los combatientes, las llamas se propagan ampliamente, el humo provoca una alarma mayor aún que el peligro. Los romanos que se encontraban en el exterior de la ciudad y en ese momento estaban imprimiendo mayor impulso al asalto se apartan de la muralla, y los que ya habían entrado se baten en retirada para no quedar aislados de los suyos por el incendio que había estallado a su espalda.

Flaminio, al ver cómo estaba la situación, manda tocar retirada.


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Flaminio cifraba sus esperanzas más en el pánico del enemigo que en los avances reales. Durante los tres días siguientes lo tuvo amedrentado a base de hostigarlo con ataques y obras de asedio, bloqueando algunos puntos para no dejar salida por donde huir.

Nabis, viendo lo inevitable de la situación, envía a Pitágoras a parlamentar. Flaminio, displicente, le manda salir del campamento; después, cuando se pone a rogarle acaba por escucharlo. La negociación avanza hasta acordar una tregua basada en las condiciones transmitidas por escrito pocos días antes; Flaminio no estaba dispuesto a cambiar nada de lo dicho.

Aprovechando la salida de Pitágoras, los argivos que se encontraban dentro de la ciudad ocupan la ciudadela tras desalojar a la guarnición. Todo había acabado.

A Flaminio se le entrega el dinero y los rehenes exigidos (cien talentos de plata al contado como pago inicial y cinco rehenes elegidos por el general romano, entre ellos el hijo de Nabis). Argos pasa inmediatamente a la Liga Aquea.

Según algunas fuentes, las bajas de Nabis fueron de 14.000 muertos y 4.000 prisioneros.

La Liga Etolia criticó la actuación de Flaminio acusándolo de cómplice de la tiranía de Nabis, aunque había fundadas sospechas de que la intención de Nabis había sido la de resistir cuanto pudiera a la espera de refuerzos etolios.


Final de la Guerra contra Nabis


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194

Entran en funciones los cónsules Publio Cornelio Escipión Africano y Tiberio Sempronio Longo.

FC:

P. Cornelius P.f. L.n. Scipio Africanus II , Ti. Sempronius Ti.f. C.n. Longus


Llegan a Roma los embajadores enviados por Nabis. El senado les da audiencia en el templo de Apolo (estaba fuera del pomerium, el cual no podían traspasar los embajadores de estados que estaban en guerra con Roma). Los lacedemonios piden y obtienen la ratificación de paz acordada con Flaminio.

Sometida a debate la cuestión de las provincias, el senado en pleno era del parecer de que Italia fuese la provincia de los dos cónsules, puesto que en Hispania y en Macedonia estaba finalizada la guerra. Escipión opina que para Italia bastaba un cónsul, y que al otro debía serle asignada Macedonia pues era inminente una guerra con Antíoco, que ya había pasado a Europa por propia iniciativa.

«¿Qué creían que haría a continuación, cuando por un lado lo llamaban a la guerra los etolios, enemigos declarados, y por otro lo estaba azuzando Aníbal, general famoso por las derrotas infligidas a los romanos?»

El senado no aprueba el envío de un nuevo ejército a Grecia; todo lo contrario: el que estaba allí sería conducido de vuelta a Italia y sería licenciado.

Flaminio se encarga personalmente de retirar las guarniciones de Demetriade, Calcis y Acrocorinto.
Todas las tropas son transportadas de Orico a Brundisium desde donde parten hacia Roma.



Fin de la campaña en Grecia


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Para ver un ejemplo de la celebración del Triunfo (bueno, éste es especial) y mostrar que Flaminio no volvió con las manos vacías, pongo el relato del mismo tal y como lo transmite Livio:


Triunfo de Tito Quincio Flaminino

[194/3] T. Quinc[tius T.f. L.n. Flamininus,] procónsul, [frente a Macedonia y el rey] Philippus [por tres días ... ]


"Una vez llegados a Roma, el senado se reunió fuera de la ciudad para escuchar un informe pormenorizado de Quincio sobre las operaciones desarrolladas, y de buen grado decretó un triunfo bien ganado: La ceremonia triunfal duró tres días. El primero hizo desfilar las armas ofensivas y defensivas y las estatuas de bronce y de mármol, siendo más las que había arrebatado a Filipo que las conquistadas en las ciudades. El segundo día hizo desfilar el oro y la plata, labrada, sin labrar, y acuñada. Había dieciocho mil doscientas setenta libras de plata sin labrar, y de plata labrada numerosos vasos de todas clases, en su mayoría cincelados, algunos de notable valor artístico; había también muchos objetos manufacturados en bronce, además de diez escudos de plata. De plata acuñada había ochenta y cuatro mil monedas áticas, llamadas tetracmas, que pesan casi tres denarios cada una. En oro había tres mil setencientas catorce libras, un escudo macizo, y catorce mil quinientos catorce filipos . El tercer día desfilaron ciento catorce coronas de oro, donadas por las ciudades; víctimas para el sacrificio, y delante del carro muchos nobles, prisioneros y rehenes, entre los que se encontraban Demetrio, el hijo del rey Filipo, y el Iacedemonio Armenes, hijo del tirano Nabis. Por último hizo su entrada en la ciudad el propio Quincio. Detrás de su carro iba un gran número de soldados, pues se había traído a todo el ejército de la provincia. Se distribuyeron entre ellos doscientos cincuenta ases a cada soldado de infantería, el doble a los centuriones, y el triple a los de caballería. Dieron realce al triunfo los que habían sido rescatados de la esclavitud, marchando detrás con sus cabezas rapadas". XXXIV, 52



Nota:

Echando cálculos salen unas cuantas toneladas de oro y plata. La duda la tengo en lo de los "14.514 filipos" (). En el original:

et Philippei nummi aurei quattuordecim milia quingenti quattuordecim

Vendría a ser 14.514 monedas de oro de Filipo, más o menos. Aquí no se si se refiere a la estátera macedonia con la leyenda ΦIΛIΠΠOY que pesa alrededor de los 8'6 g.

-También comentar que Livio no está muy fino comparando 1 tetradracma ático con casi 3 denarios

Aquí vienen los pesos y monedas:

http://www.tesorillo.com/roma/1tipos.htm
http://www.tesorillo.com/grecia/griegas1.htm

Por si alguien quiere sacar cuentas


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193

Entran en funciones los cónsules Lucio Cornelio Mérula y Quinto Minucio Termo

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L. Cornelius L.f. [. .] Merula , Q. Minucius Q.f. L.n. Thermus

Cuando los cónsules parten hacia sus provincias, Flaminio pide al senado que escuche su exposición acerca de las medidas que había tomado juntamente con la comisión de los diez, y las ratificase con su autoridad si lo estimaba conveniente; les resultaría más fácil hacerlo si escuchaban las palabras de los diputados llegados de toda Grecia y gran parte de Asia y los enviados por los reyes. Caio Escribonio, pretor urbano, hace pasar a todas las embajadas. Como el debate referente a Antíoco era más largo, es remitido a la comisión de los diez, parte de la cual había estado con el rey en Asia y en Lisimaquia. Se confía a Flaminio la misión de reunirlos y escuchar con ellos las palabras de los embajadores del rey, y darles la respuesta que fuese posible respetando la dignidad y los intereses del pueblo romano.

La embajada de Antíoco estaba encabezada por Menipo y Hegesianacte. Menipo aduce que no comprende qué problemas había con su embajada. Flaminio es claro, fija dos condiciones sin las cuales no había ninguna posibilidad de alianza amistosa con el pueblo romano:

«La primera: si quiere que nosotros no nos interesemos en absoluto por lo que atañe a las ciudades de Asia, que él a su vez se mantenga alejado por completo de Europa. Y la segunda: si él no se mantiene dentro de los límites de Asia y pasa a Europa, los romanos por su parte tendrán derecho a defender los tratados de amistad que tienen y a establecer otros nuevos con las ciudades de Asia»

Hegesianacte argumenta que las ciudades de Tracia y del Quersoneso eran legado de Seleuco, bisabuelo de Antíoco, que las había conquistado tras vencer en la guerra y dar muerte al rey Lisímaco.

Entonces habló Publio Sulpicio, el miembro de más edad de la comisión de los diez:

«¿A qué andarnos con rodeos? Elegid una de las dos opciones que con tanta claridad acaba de proponer Quincio, o dejad de hablar de amistad»

La cuestión se aplaza y al día siguiente el senado acuerda enviar al rey como embajadores a los mismos que habían sido recibidos por él en Lisimaquia: Publio Sulpicio, Publio Vilio y Publio Elio.



Al poco tiempo llegan desde Cartago unos diputados anunciando que Antíoco, sin lugar a dudas, se estaba preparando para la guerra con la colaboración de Aníbal. Dicen que el consejo de Aníbal al rey siempre era el mismo:

"La guerra había que hacerla en Italia; Italia proporcionaría suministros y soldados a un enemigo venido de fuera; si se dejaba Italia tranquila y se le permitía al pueblo romano hacer la guerra fuera con los recursos y las tropas de Italia, no había rey ni pueblo alguno que pudiera medirse con los romanos. Pedía que se le confiasen a él cien naves cubiertas, diez mil hombres de infantería y mil de caballería; con una flota así, su primer paso sería dirigirse a África; tenía plena confianza en poder inducir a los cartagineses a reemprender la guerra; si éstos se mostraban remisos, él suscitaría una guerra contra los romanos en alguna parte de Italia; el rey debía pasar a Europa con todas las fuerzas restantes y mantenerlas en algún sitio de Grecia sin cruzar el mar, pero preparado para hacerlo, lo cual era suficiente para suscitar la imagen y los comentarios acerca de una ofensiva."

La fuente provenía de un tal Aristón, un tirio que había llegado a Cartago portando instrucciones de Aníbal y del rey Antíoco, y que había logrado escapar antes de ser detenido.


-Realmente todas estas habladurías precedían al verdadero objetivo de la embajada cartaginesa, que no era otro que las disputas territoriales con Masinisa.


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Censores Sex. Aelius Q.f. [P.n.] Paetus Catus , C. Cornelius L.f. M.n. Cethegus - Completan el 47º lustrum.

Son censados 243.704 ciudadanos

Como me salté la IIª Guerra Púnica, aquí dejo los censos efectuados durante la misma:

209/8 - 137.108 ciudadanos
204/3 - 214 000 ciudadanos


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El año 193 tocaba a su fin y la campaña electoral estaba más reñida que nunca. Había muchos e influyentes candidatos, tanto patricios como plebeyos. Entre los patricios estaban Publio Cornelio Escipión Nasica, Lucio Quincio Flaminino y Gneo Manlio Volsón. Y los plebeyos, Caio Lelio, Cneo Domicio, Caio Livio Salinátor y Manio Acilio. Pero el centro de la atención lo acaparaban Flaminio y Escipión; uno había comandado la flota en la campaña de Grecia, el otro había regresado de Hispania tras realizar grandes empresas. Aunque los verdaderos oponentes eran los dos generales más brillantes del momento: Escipión el Africano, que apoyaba a su primo, y Flaminio, que lo hacía con su hermano.


"La gloria de Escipión era mayor, y precisamente por ello más expuesta a la envidia; la de Quincio era más reciente, pues había desfilado en triunfo aquel año. Aparte de esto estaba el hecho de que a Escipión lo había estado viendo la gente todos los días desde hacía diez años, circunstancia que hace menos venerables a los grandes hombres por el hastío que produce; después de haber derrotado a Aníbal había sido cónsul por segunda vez, y censor. En el caso de Quincio todo era nuevo y reciente para su popularidad; nada había demandado del pueblo después del triunfo, y nada había obtenido". XXXV, 10

Flaminio insistía en que pedía el voto para su hermano de sangre, no para un primo suyo; para quien había sido su legado y copartícipe en la dirección de la campaña: él había dirigido las operaciones en tierra, y su hermano en el mar.
Al salir favorecido Lucio Quincio, Escipión el Africano vuelca su apoyo en el candidato plebeyo Caio Lelio; tampoco pudo aquí su fama e influencia.

192

Entran en funciones los cónsules Lucio Quincio Flaminino y Cneo Domicio Ahenobarbo

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L. Quinctius T.f. L.n. Flamininus , Cn. Domitius L.f. L.n. Ahenobarbus


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Situación en Grecia

Los etolios, tras la retirada de Grecia de los romanos, al principio habían concebido esperanzas de que Antíoco se adueñaría de una Europa desocupada, y que tampoco Filipo o Nabis permanecerían pasivos. Cuando vieron que en ninguna parte se producía ningún movimiento convocan una asamblea en Naupacto.

En la asamblea, presidida por Toante (strategos en 203, 194, 181 y 173), la principal queja que se expone es que los etolios eran, de todos los pueblos y ciudades de Grecia, los menos recompensados. Tras largas discusiones se decide enviar embajadores a los reyes de su entorno no sólo para sondear sus intenciones sino además para impulsarlos, con los estímulos apropiados en cada caso, a una guerra contra Roma.

Damócrito (strategos en 200 y 196) recibe la misión de entrevistarse con Nabis de Esparta, Nicandro (strategos en 190, 184 y 177) lo haría con Filipo de Macedonia, , mientras que la principal embajada recae en Dicearco (strategos en 195), que debía reunirse con el rey Antíoco.

Damocrito y Nicandro realizan su misión. Dicearco se entrevista con Antíoco y le hace saber qué número de tropas de infantería y de caballería estaban en condiciones de poner los etolios a su disposición para la guerra, qué base para las tropas de tierra, y qué puertos para las fuerzas navales. A continuación le dice al rey que tanto Nabis como Filipo estaban dispuestos para levantarse en armas y que aprovecharían la primera ocasión que se presentase, cualquiera que fuese, para recuperar lo que habían perdido con la guerra.

• Evidentemente Dicearco no tenía ninguna certeza de que Filipo y Nabis iban a apoyar a Antíoco en el momento en el que se lo afirma al monarca; se lo dijo a Antíoco para alentarlo pero ¿el rey se lo había creído?.


El primero en efectuar un movimiento es Nabis de Esparta.

Manda inmediatamente emisarios a todas las poblaciones de la costa para promover revueltas en ellas, y a base de regalos atrae a su causa algunos dirigentes mientras que a otros, obstinados en mantenerse dentro de la alianza con Roma, les da muerte.

Flaminio había encomendado a la Liga Aquea la misión de defender a todos los lacones de la costa. Por consiguiente, envían de inmediato una diputación al tirano para recordarle el pacto de alianza con Roma e instarlo a que no turbara la paz que había pedido con tanto empeño. Por otro lado mandan refuerzos a Giteo que estaba ya siendo atacada por el tirano, y embajadores a Roma para informar de estos hechos.


Nota: Ahora toca intentar conocer aproximadamente el motivo del conflicto que va a surgir contra Antíoco III. Los orígenes del mismo se han comentado ya pero de forma aislada pues entran dentro del contexto de una, llamémosla, "guerra fría"; ahora hay que agruparlos para tener una visión de conjunto.
Veremos si logro explicarme


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Orígenes del conflicto con Antíoco III

Desde que Roma entra en Grecia no puede ignorar la existencia del Imperio Seleúcida como factor político.

Imagen

Como punto de inicio tenemos la idea de Antíoco III de restaurar a sus fronteras primitivas el imperio de Seleuco.

La alianza de Antíoco con Filipo no había sido más que un reparto de influencias mientras hubiera suficiente territorio por conquistar, basado en un respeto mutuo siempre que los intereses de ambos no entraran en conflicto. Antíoco ignoró los apuros macedonios en su lucha con los romanos a la espera de un beneficio propio ante la perspectiva de una ganancia a costa del debilitamiento de Filipo. El erróneo cálculo de que él iba a rellenar el vacío dejado por Macedonia en el Egeo, tras la derrota de ésta a manos de los romanos, es lo que precipitará el conflicto.

Cuando Antíoco subyuga la Celesiria (198 aC) tras la llamada Quinta Guerra Siria, Roma muestra un carácter tolerante en apariencia (recordemos la amistad con Ptolomeo y los intereses romanos en Egipto) Antíoco se ve animado a emprender de inmediato las operaciones en Asia Menor y esto inevitablemente iba a chocar de frente con el Reino de Pérgamo y Rodas, aliados de los romanos durante la Guerra Macedónica.

En el 197 Antíoco se hace con buen número de plazas costeras ptolemáicas y macedonias lo que provoca una severa advertencia de Rodas. Antíoco ignora el problema y traslada sus operaciones a la región del Helesponto en donde toma la ciudad de Abydos; para entonces ya se había dado la batalla de Cinoscéfalos.

Tras finalizar la Guerra Macedónica los intereses de Antíoco se iban a ver afectados pues una de las exigencias romanas a Filipo era la de liberar las ciudades griegas de Tracia y de la zona del Helesponto, objetivo de Antíoco. Por otro lado, Esmirna y Lampsaco (ciudades de Anatolia) aprovechan la situación y se ponen bajo la protección de Roma (recordemos que la comisión de los diez legados enviados a Grecia hacen especial hincapié en nombrar la liberación de las ciudades de Asia menor).

Durante la celebración de los Juegos Ístmicos en Corinto (196) y tras la proclamación de la liberación de Grecia los embajadores de Antíoco son convocados. La advertencia es clara: se les conmina a que Antíoco debe abandonar inmediatamente las ciudades de Asia que hubieran pertenecido a Filipo y a Ptolomeo, debía respetar a las ciudades autónomas (Esmirna y Lampsaco entre ellas) y se le insta sobre todo a no pasar ni él ni sus tropas a Europa


Esto significaba el derrumbamiento del sueño seleúcida en su última fase , la dominación de la costa anatolia y de la rivera septentrional del Egeo. Tracia, al ser europea, iba incluida en la prohibición hecha por Roma.

Antíoco, creyéndose en posesión del derecho sobre los territorios que habían pertenecido en su día al imperio seleúcida, se tomó la prohibición romana como una provocación lejos de convertirse en el origen de un conflicto armado. El rey trató de contrarrestar lo que él consideraba como provocación pasando a Europa e instalándose en la ciudad tracia de Lisimaquia; los romanos no pensaban en una guerra inmediata pues no estaban preparados para la misma pero se le vuelve a advertir al rey sobre la prohibición de pasar a Europa.

Cabe destacar que dentro del senado romano había dos facciones. Recordemos que, cuando inicia su consulado en 194, Publio Cornelio Escipión Africano opinaba que para Italia bastaba un cónsul, y que al otro debía serle asignada Macedonia pues era inminente una guerra con Antíoco, que ya había pasado a Europa por propia iniciativa:

«¿Qué creían que haría a continuación, cuando por un lado lo llamaban a la guerra los etolios, enemigos declarados, y por otro lo estaba azuzando Aníbal, general famoso por las derrotas infligidas a los romanos?»

El senado no aprobó el envío de un nuevo ejército a Grecia; todo lo contrario: el que estaba allí fue conducido de vuelta a Italia y licenciado.

En estas elecciones para el 192 ya hemos visto la pugna entre Flaminio y Escipión apoyando al hermano y al primo respectivamente.



Nota: Creo que con esto se comprenderá mejor lo que cuente a partir de ahora. Ya dije que los datos los había comentado de forma aislada, únicamente restaba agruparlos. Supongo que me habré explicado; o eso espero.


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Continuando...

Durante el invierno (193/92) Antíoco casa a su hija Cleopatra Sira con Ptolomeo, dándole como dote la Celesiria, buscando así congraciarse con el joven rey para que se mantuviera al margen de la guerra contra los romanos. A su hija Antióquide la envía a Ariárates, rey de los capadocios, y a la que le quedaba, a Eumenes, rey de Pérgamo; éste rehúsa la oferta comentándole a sus hermanos:

«Y yo, si vencen los romanos, me veré consolidado en mi reino, y si resulta Antíoco vencedor, puedo esperar verme despojado de todo por mi vecino o que me permita seguir siendo rey, pero sometido, a su vez, a él»

Antíoco, a comienzos de la primavera, envía a su hijo (llamado también Antíoco) a Siria para prevenir cualquier movimiento que pudiera surgir a su espalda durante su ausencia; él, con todas las fuerzas de tierra ataca a los písidas que habitan en los aledaños de Sida.

Los legados Publio Sulpicio y Publio Vilio llegan a Pérgamo y se entrevistan con Eumenes, el cual reafirma su compromiso con Roma. Sulpicio enferma y tiene que permanecer un tiempo en Pérgamo mientras que Publio Vilio, a la espera de entrevistarse con Antíoco (estaba en la campaña de Psidia), marcha a Éfeso sabedor de que Aníbal estaba allí.

Inciso: Aquí es donde la tradición cuenta que a Publio Sulpicio y Publio Vilio los acompañaba Escipión el Africano, el cual es el que se entrevista con Aníbal. Tito Livio toma como fuente a Quinto Claudio Cuadrigario, el cual recoge el suceso de unos anales escritos en griego por Caio Acilio, al que algunos autores confunden con el censor Manio Acilio pero Plutarco, siguiendo estos anales:

"Caio Acilio refiere que antes de la fundación sucedió que los ganados de Rómulo y Remo..." Vidas Paralelas, Rómulo

Centrándonos, dejo como curiosidad el texto:

"...al preguntarle el Africano a Aníbal quien había sido, en su opinión, el más grande de los generales, respondió que Alejandro, el rey de los macedonios, porque con un puñado de hombres había derrotado a ejércitos incalculablemente numerosos, y porque había recorrido regiones remotísimas que el hombre no tenía esperanzas de visitar. Cuando a continuación le preguntó a quién ponía en segundo lugar, dijo que Pirro, que había sido el primero en enseñar el arte de emplazar un campamento, aparte de que nadie lo había superado en habilidad para elegir el terreno y organizar una defensa; además había demostrado tal arte para atraerse a la gente que los pueblos de Italia preferían el imperio de un rey extranjero al del pueblo romano, tanto tiempo a la cabeza de aquel país. Le siguió preguntando a quién consideraba el tercero, y dijo que sin lugar a dudas a él mismo. Entonces Escipión rompió a reír y añadió: «¿Qué dirías si me hubieras vencido?» «En ese caso, la verdad, —replicó— me pondría delante de Alejandro y de Pirro y de cualquier otro general». Y la respuesta, elaborada con púnica sutileza, así como aquella forma de adulación con la que no contaba, impresionaron a Escipión, porque lo había situado fuera del conjunto de los generales, como si no admitiera parangón"
Liv. XXXV, 14


Únicamente añadir que Livio no vuelve a nombrar a Escipión en ningún momento de esta embajada a Antíoco.

- Apiano (entre otros), en su libro sobre Siria, también refiere esta entrevista:

http://www.livius.org/ap-ark/appian/app ... %5B%A79%5D

De Polibio se conserva:

"En la época en que Aníbal, derrotado por los romanos, acabó por exiliarse de su patria y vivía en la corte de Antíoco, los romanos, que intuían ya las intendeciones de los etolios, enviaron embajadores a Antíoco para no quedar en la ignorancia acerca de las intenciones del rey". III, 11, 1-2

• Sobre la autenticidad de la entrevista, cada cual...


de guiner
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Desde Éfeso, Publio Vilio sigue adelante hasta Apamea. Antíoco, enterado de la llegada del delegado romano, va también allí a su encuentro. El debate entre los reunidos en Apamea es prácticamente el mismo que el que había habido en Roma entre Flaminio y los embajadores del rey.

La noticia de la muerte de Antíoco, el hijo del rey, que como ya se ha dicho antes había sido enviado a Siria, interrumpe las conversaciones. Durante varios días el palacio real se entrega a manifestaciones de profundo dolor, y Publio Vilio, por temor a ser un visitante inoportuno en un momento poco apropiado, se dirige a Pérgamo.

Antíoco discute sus planes en privado con su amigo Minión; el rey no iba a recibir a los embajadores romanos por lo que le encarga la tarea a su amigo.

Publio Vilio y Publio Sulpicio, ya restablecido de su enfermedad, son citados en Éfeso por Minión. Tras mucho hablar no se llega a ningún acuerdo; sin haber conseguido ni concedido nada, los delegados regresan a Roma tal como habían venido, sin saber a qué atenerse en ninguna cuestión.

Antíoco, una vez que se han marchado los romanos, trata en consejo el tema de la guerra con Roma.
Un macedonio llamado Alejandro, amigo del rey Filipo en otro tiempo, experto en las cuestiones de Grecia y aceptable conocedor de las romanas, da por sentado que el tema del debate no era si procedía hacer la guerra o no, sino dónde y de qué manera había que hacerla. Asegura que él preveía una victoria incuestionable si el rey pasaba a Europa y tomaba algún lugar de Grecia como base para las operaciones bélicas; en principio iba a encontrar ya en armas a los etolios. Nabis, partiendo del Peloponeso, distraería la atención tratando de recuperar la ciudad de Argos e intentando reconquistar las ciudades costeras de donde lo habían desalojado los romanos; desde Macedonia, Filipo empuñaría las armas en cuanto se iniciasen las hostilidades. También había que enviar a Aníbal a África sin dilación para dividir la atención de los romanos.
Aníbal, excluido en un principio del consejo por haber suscitado sospechas por su entrevista con Publio Vilio (aparte de lo dicho de Escipión), consigue convencer a Antíoco de su fidelidad a la causa contra los romanos.


Del consejo se sale con la idea de que habría guerra.


de guiner
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La situación en Roma

En el año 192 fueron elegidos para en mando en Hispania los pretores Marco Bebio Tánfilo (la citerior) y Aulo Atilio Serrano (la ulterior). Pero en virtud de un decreto del senado respaldado por un plebiscito (era la única forma legal) se le asigna a Aulo Atilio el mando de una flota para Grecia y a Marco Bebio la provincia del Brutio.
Para el Brucio se enviarían dos legiones y se exigiría de los aliados 15.000 infantes y 500 jinetes. Se ordena construir 30 quinquerremes, sacar de los astilleros las naves viejas si había alguna que pudiera servir, y enrolar soldados de marina; además se da orden a los cónsules de que entregasen para la flota 2.000 aliados y latinos así como 1.000 romanos de infantería.

Se comentaba que estos dos pretores y sus dos ejércitos, el de tierra y el naval, estaban preparados para hacer frente a Nabis, que estaba ya atacando abiertamente a los aliados del pueblo romano; pero en realidad se estaba esperando a los diputados enviados a Antíoco.

Mientras el año transcurre, en Roma, rumores de los que nadie se hacía responsable mezclaban muchas noticias falsas con las verdaderas. Entre otras circula el de que tan pronto como Antíoco llegase a Etolia iba a enviar a Sicilia una flota inmediatamente. Por ello el senado, a pesar de que había enviado ya a Grecia al pretor Atilio con una flota, envá a Grecia como delegados a Tito Quincio, Gneo Octavio, Gneo Servilio y Publio Vilio. También se decide que Marco Bebio traslade sus legiones desde el Brucio a Tarento y Brundisium, y que, si las circunstancias lo requerían, hiciera la travesía desde allí a Macedonia. En Sicilia se toman también medidas urgentes en el caso de que hubiera que defender la costa.

Átalo, hermano del rey Eumenes, trajo la noticia de que el rey Antíoco había cruzado el Helesponto con un ejército, y que los etolios se estaban preparando para estar movilizados en el momento de su llegada.

El año tocaba ya a su fin, y de día en día iban en aumento los rumores de guerra con Antíoco así como la preocupación de los senadores, por ello, se comienza a tratar la cuestión de las provincias de los magistrados designados, para que todos estuviesen más alerta. Se decide que las provincias de los cónsules fuesen Italia y aquella que el senado acordase (todo el mundo sabía que ésta sería la guerra contra el rey Antíoco). A aquel a quien correspondiese ésta en suerte se le asignarían 4.000 soldados romanos de infantería y 300 de caballería, y 6.000 aliados latinos y 400 jinetes como refuerzo (del ejército que tenía este año el pretor Marco Bebio Tánfilo, claro). Se encarga al cónsul Lucio Quincio Flaminio que lleve a cabo su reclutamiento para que nada impidiera al nuevo cónsul entrante partir inmediatamente hacia el destino que hubiese decidido el senado.


Nota: En el caso de los pretores, Tito Livio parece mezclar algunas veces las tareas y asignaciones. Por eso me he limitado a poner los hechos más seguros obviando asignaciones un tanto contradictorias. Los datos que da el autor para estos momentos son muchos y a veces repite sucesos que a primera vista (por la variación del texto, tanto en castellano como en el original) pueden llevar a interpretaciones un tanto erróneas.
Tampoco es que influyan en los acontecimientos que están por venir; únicamente era por evitar precisar sin tener conocimiento seguro


de guiner
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Mientras Roma se preparaba para responder a cualquier movimiento de Antíoco, Nabis de Esparta centraba sus esfuerzos bélicos para tomar Giteo. La Liga Aquea no se decide inicialmente a entrar en guerra hasta esperar una respuesta de Roma. Reunidos en asamblea todos votan por ir contra Nabis aunque la llegada de una carta de Flaminio aplaza momentáneamente las acciones pues les decía que esperasen la llegada del pretor Aulo Atilio y la flota a su cargo.
La última palabra era de Filopemén, strategos de la Liga.


Plutarco, en sus "Vidas Paralelas", une a Filopemen con Flaminio. Por si a alguno le interesa:

Filopemen
Tito Quincio Flaminino
Comparación de Filopemen y Tito Quincio Flaminino



Filopemen convence a la asamblea de que se inicie inmediatamente la guerra.

El strategos aqueo es derrotado inicialmente en un combate naval. Nabis, dominando el mar, quiere cerrar los pasos terrestres situando tropas estratégicamente, pero en este campo es superior Filopemen, que tras derrotar al tirano parte hacia Laconia a devastar las tierras. Convencido de que la única manera de levantar el asedio de Giteo era atacar Esparta, marcha hacia allí. Nabis, después de tomar Giteo, se dirige al encuentro del aqueo siendo derrotado en varias ocasiones y acabando encerrado tras las murallas de Esparta.
Filopemen se dedica durante treinta días a desvastar los campos de Laconia y regresa a su tierra dejando debilitadas y casi destrozadas las fuerzas del tirano.


Mientras se desenvolvía la guerra, los delegados romanos recorren todas las ciudades aliadas para contrarrestar la propaganda etolia. Primero se dirigen a Atenas, luego a Calcis, después a Demetriade en donde se convoca una asamblea. Aquí debían medir mucho lo que se iba a decir pues gran parte de los asistentes eran partidarios por entero de Antíoco y de los etolios (la razón era que se había corrido el rumor de que los romanos le habían devuelto a Filipo a su hijo, que tenían en calidad de rehén, le habían condonado el tributo impuesto y pensaban devolverle Demetriade).

Toda Grecia estaba pendiente de la llegada de noticias sobre Antíoco. Los etolios queriendo provocar un cambio en la situación toman la decisión de ocupar Demetriade, Calcis y Esparta.
Demetriade pasa inmediatamente a manos etolias. A Esparta se envían 1.000 hombres con la escusa de ayudar al tirano; Nabis cae en la trampa y es asesinado pero los etolios son repelidos de la ciudad incorporándose los ciudadanos a la Liga Aquea. Calcis se niega a abandonar el bando romano.

Por aquellas fechas llega Aulo Atilio a Giteo con veinticuatro quinquerremes.




A Antíoco lo retenían las ciudades de Esmirna, Alejandría de Tróade y Lampsaco. Hasta entonces se había visto incapaz de tomarlas ya sea por la fuerza o con promesas; no quería dejarlas a sus espaldas cuando él pasara a Europa. Al conocer la noticia de que Demetriade había pasado a manos etolias ya no espera más.

Comienza la guerra.


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