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Los conflictos armados en la historia de la Humanidad. Los éjércitos del Mundo, sus jefes, estrategias y armamentos, desde la Antiguedad hasta 1939.
de guiner
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Guerra de Antíoco o Guerra Siria

Antíoco parte hacia Grecia con una flota de 40 naves cubiertas y 60 descubiertas, seguido de 200 de transporte con provisiones de todas clases y otro materal bélico. Primero pone rumbo a la isla de Imbros; de allí cruza a Esciatos, donde reagrupa las naves que se habían dispersado en alta mar y llega a Pteleo, primera etapa del continente. Allí van a encontrarse con él desde Demetriade Euríloco y los dirigentes de los magnetes . Satisfecho de que fueran tantos, al día siguiente hace su entrada en el puerto de la ciudad con la flota y desembarca las tropas no lejos de allí. Había llevado tan solo 10.000 mil soldados de infantería, 500 de caballería y 6 elefantes, fuerzas apenas suficientes para ocupar una Grecia indefensa, cuánto menos para afrontar una guerra contra Roma.
Los etolios, apenas reciben la noticia de que Antíoco había llegado a Demetriade, convocan una asamblea general y elaboran un decreto invitándolo. El rey había salido ya de Demetriade porque sabía que tomarían esa decisión y llega hasta Fálara, en el golfo Malíaco. Tras recibir el decreto marcha de allí a Lamia, siendo recibido por la multitud con enorme entusiasmo entre aplausos y aclamaciones. Al llegar a la asamblea es introducido por el strategos Feneas.

La primera parte de su discurso es para disculparse por haber llegado con fuerzas mucho menos numerosas de lo que todos pensaban y esperaban; debía verse en ello la mejor prueba de su buena disposición hacia ellos, porque a pesar de no estar debidamente preparado en ningún terreno y de no ser aún la época del año propicia para la navegación, había respondido sin poner peros a la llamada de sus embajadores, en el convencimiento de que sólo con verle los etolios estimarían que su defensa se basaba por entero en él, incluso solo. Por lo demás, estaba dispuesto a responder con creces a sus esperanzas, incluso a las de aquellos cuyas expectativas parecían truncadas de momento.

"En efecto, en cuanto la primera estación del año abriese el mar a la navegación, pensaba llenar toda Grecia de armas, soldados y caballos, y de flotas toda la costa, y no iba a escatimar gastos ni fatigas ni peligros hasta sacudir de su cerviz el dominio romano y hacer realmente libre a Grecia y dar a los etolios la supremacía en ella. Con los ejércitos llegarían también de Asia suministros de todas clases; de momento debían ocuparse los etolios de que se proporcionase a sus hombres trigo en abundancia y otros alimentos a un precio asequible"


Los magnetes habitaban en la zona de Pelión y Ossa , en el este de Tesalia

Magnetes


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Antíoco, acabada la asamblea, consulta en consejo por dónde se debía comenzar la guerra. Se estima que lo mejor era dirigirse primero hacia Calcis, objeto infructuoso de los etolios como vimos con anterioridad. Para la empresa más que grandes efectivos había que contar con la rapidez. El rey emprende la marcha a través de la Fócide con 1.000 soldados que le habían seguido desde Demetriade y los jefes etolios, junto a un reducido número de soldados que tomaron otra ruta para reunirse con él en Queronea con 10 naves cubiertas.

El rey emplaza el campamento en Salgánea y desde ahí cruza con las naves el Euripo. Representantes de Calcis salen a parlamentar con el rey, el cual les hace sus peticiones argumentando que había pasado a Europa no para traer la guerra sino para libertar a Grecia; termina su discurso con tono amenazante. La respuesta es clara:

- "Los calcidenses no tenían ninguna necesidad de un libertador, puesto que eran libres"

Añaden que no desdeñan la amistad con los etolios y con el rey pero como muestra de la misma podían retirarse y alejarse de la isla pues estaban resueltos a no dejar entrar a nadie dentro de sus murallas.
Al oir esto, Antíoco decide retirarse a Demetriade pues no contaba ni mucho menos con fuerzas para realizar un asedio. Una vez allí comenta con los etolios cual es el siguiente paso a seguir. Se acuerda sondear a los beocios, atamanes y aqueos: los beocios no dan una contestación y la Liga Aquea se niega rotundamente, mandando como respuesta 500 hombres a Calcis (el rey Eumenes también envía un pequeño número de soldados) y otros tantos al Pireo.


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Sometimiento de la isla de Eubea

192/191

Al enterarse Antíoco de que tanto los aqueos como el rey Eumenes habían enviado tropas a la guarnición de Cálcis piensa que había que darse prisa para que los suyos llegasen antes y, si podían, sorprendiesen a los otros cuando llegasen.
Envía por delante a Menipo con unos 3.000 mil hombres y a Polixénidas con toda la flota, y él marcha pocos días después al frente de 6.000 de sus hombres y un número inferior de etolios de los que así de pronto se pudieron reunir en Lamia. Los 500 aqueos y el pequeño cuerpo de apoyo enviado por el rey Éumenes, mandados por Xenóclides de Cálcide, cruzan el Euripo sin peligro, pues aún no estaban bloqueadas las rutas.

En torno a 500 soldados romanos (recordemos que el pretor Aulo Atilio había arribado a Giteo con 24 quinquerremes) llegaron cuando ya Menipo tenía el campamento delante de Salgánea, cerca del Hermeo, punto de tránsito desde Beocia a la isla de Eubea. Cuando ven que la ruta está bloqueada giran en dirección a Delio con la intención de cruzar desde allí a Eubea. Después de un tiempo de espera, son atacados de improviso por Menipo que les da muerte y toma a unos 50 supervivientes como prisioneros.


-Este hecho lo iban a usar los romanos ante los griegos para dar mayor legitimidad a la guerra pues en Delio había un templo de Apolo protegido por el carácter religioso y el derecho de asilo.


La llegada a Calcis de las tropas del rey y una nueva conferencia dan resultado. Las tropas de los aqueos y de Éumenes ocupan Salgánea, y en el Euripo unos pocos soldados romanos construyen un fuerte en la colina que está justo al norte del puente del Euripo para defender la posición. Menipo se dispone a atacar Salgánea, y el propio rey el fuerte del Euripo: los aqueos y los soldados de Éumenes abandonan la posición tras llegar al acuerdo de que se les permitiera marchar indemnes, los romanos no logran contener el ataque.



Toda la isla de Eubea se pasa al bando del rey. Antíoco tenía así la impresión de haber iniciado la guerra con muy buen pie, puesto que había pasado a su dominio una isla tan grande con muchas ciudades estratégicamente situadas.

Imagen
Situación a inicios del 191 después del sometimiento de Eubea (en verde)


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191

Entran en funciones los cónsules Publio Cornelio Escipión Nasica y Manio Acilio Glabrión

FC:

P. Cornelius Cn.f. L.n. Scipio Nasica , M'. Acilius C.f. L.n. Glabrio


El senado dispone que se someta al pueblo la cuestión de si quería y mandaba que se entrase en guerra contra el rey Antíoco y contra quienes lo secundasen; en caso de ser aprobada esta proposición, entonces los cónsules se servirían someter todo el asunto a la consideración del senado. Publio Cornelio consigue la aprovación del proyecto de ley. Entonces el senado decreta que los cónsules sorteen entre ellos las provincias de Italia y Grecia. Aquel a quien correspondiese Grecia, aparte de los efectivos que había alistado o exigido para dicha provincia el cónsul saliente Lucio Quincio Flaminio en virtud de una decisión del senado, recibiría el ejército que el pretor Marco Bebio Tánfilo había trasladado a Macedonia poco antes en conformidad con un decreto del senado; además, quedaba autorizado para recibir tropas auxiliares de los aliados griegos, si las circunstancias lo requerían, sin rebasar la cifra de los 5.000 hombres.


Recordemos que al pretor Marco Bebio Tánfilo se le habían asignado 2 legiones además de 5.000 infantes y 500 jinetes aliados para el Brucio. De aquí pasa a Brundisium y se traslada a Grecia (posiblemente cuando se están llevando a cabo las elecciones). Por otro lado, Lucio Quincio Flaminio había reclutado casi al término de su cargo 4.000 soldados romanos de infantería y 300 de caballería además de 6.000 aliados latinos y 400 jinetes como refuerzo.
En resumidas cuentas es un ejército consular reforzado: 2 legiones y su correspondiente número de aliados.


La guerra recae en Manio Acilio Glabrión.

Se acuerda nombrar legado para aquella campaña a Lucio Quincio Flaminio, cónsul del año anterior. El pretor Caio Livio, al que había correspondido la flota en el sorteo, recibe orden de trasladarse a Grecia cuanto antes con 30 navíos equipados y hacerse cargo de las naves de Aulo Atilio (las 24 quinquerremes que había llevado el año anterior a Giteo). Se encomienda al pretor Marco Junio la tarea de carenar y armar las naves viejas que había en los astilleros, así como de reclutar entre los libertos (de los censados en las tribus urbanas) marineros para esta flota.

Se envían a África tres comisarios a los cartagineses y tres a Numidia a comprar trigo para mandar a Grecia, corriendo el pueblo romano con los costes.

Manio Acilio Glabrión publica un edicto disponiendo que el 15 de mayo se concentren en Brundisium los soldados que había reclutado Flaminio y los que había exigido a los aliados y latinos, que debían ir con él a su provincia, así como los tribunos militares de las legiones primera y tercera.

Por la misma época llegan a Roma los embajadores de los reyes Filipo y Ptolomeo. Filipo se comprometía a enviar tropas, dinero y trigo para la guerra; Ptolomeo también enviaba 1.000 libras de oro y 20.000 de plata. Nada de esto es aceptado; se les da las gracias a los reyes, y como ambos se ofrecían a ir a Etolia con todas sus tropas e intervenir en la guerra, se declina el ofrecimiento de Ptolomeo y se responde a los embajadores de Filipo que si no dejaba desasistido al cónsul Manio Acilio se ganaría el reconocimiento del senado y el pueblo romano.

Igualmente, llegan embajadores de los cartagineses y del rey Masinisa. Los cartagineses prometían 500.000 modios de trigo y 500.000 de cebada para el ejército, estando dispuestos a mandar a Roma la mitad de ese contingente; piden al senado que lo acepten como un regalo de su parte, y se muestran dispuestos a armar una flota a sus expensas, y a entregar en el acto y de una vez el tributo que debían abonar durante muchos años en muchos plazos. Los embajadores de Masinisa prometen que el rey enviaría a Grecia 500.000 modios de trigo y 300.000 de cebada, al cónsul Manio Acilio, 300.000 mil modios de trigo y 250.000 de cebada, además de 500 jinetes y 20 elefantes. Con respecto al trigo, se responde a unos y otros que el pueblo romano haría uso de él a condición de que aceptasen su abono. En cuanto a la flota, no se acepta el ofrecimiento de los cartagineses, salvo que debieran algún navío en virtud del tratado (aparecerán naves púnicas en la guerra). Igualmente, con respecto al dinero se responde que no se aceptaría nada antes del vencimiento del plazo.


Arkangelnllamas
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Mensaje por Arkangelnllamas »

¿no aceptaban esas cosas por orgullo, por no comprometerse o por no perder algun interes futuro?


de guiner
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Por orgullo creo que no, por no comprometerse y por interés futuro más bien sí. Además hay otros motivos, que la mayoría de los mismos se nos escapa pues nunca sabremos lo que se hablaba en el senado entre los distintos grupos y facciones y el consenso al que llegaban en su conjunto. Algo si podemos imaginar; por ejemplo, en el caso de Cartago y Numidia recuerda la delegación púnica que va a acusar a Aníbal con la excusa del tal Aristón y luego pasa a hablar de sus verdaderas intenciones, que no son otras que las disputas territoriales con Masinisa. Roma tiene que mantener un equilibrio en África y por otro lado no está negándose a nada, si te das cuenta. Acepta el trigo y la cebada pero previo pago del mismo para no comprometerse ni con unos ni con otros; a Cartago no le perdona nada, únicamente se les dice a los embajadores que los pagos a los que están obligados desde el fin de la guerra se cumplan anualmente. Ya hubo problemas con el primer pago en el año 199 pues intentaron colar plata que no era de ley, los cuestores se dieron cuenta que al fundirla se perdía una cuarta parte por lo que los que llevaron el pago tuvieron que pedir prestado en la misma Roma para cumplir lo pactado.

En resumen, el senado les está diciendo a los cartagineses que se dejen de promesas de que lo van a pagar todo de golpe pero que lo hagan sin excusas cuando les corresponda, ah, y con plata de la buena. A los numidas tampoco les aceptan nada regalado para que luego estos se lo cobren desvalijando los territorios cartagineses. Todo esto en lo que se refiere al dinero y grano porque las tropas auxiliares numidas no se rechazan, al igual que los navíos cartagineses que se debían aún, que ya comenté que aparecerán en un momento de la guerra.

Roma podría temer o no que Cartago aprovechara los movimientos de Antíoco pero ahí tenían a los numidas, para echárseles encima; lo que no iban a hacer es dejar que se los comieran de un golpe. Cartago debía pagar y no se podía aumentar el poder numida en la zona. Como ya he dicho, Roma busca un equilibrio.

Y luego tenemos a Ptolomeo y a Filipo. Ptolomeo estaba recién casado con una hija de Antíoco pero ni por esas se está poniendo a su lado. El ofrecimiento de 1.000 libras de oro y 20.000 de plata es como decir "oye, que aunque el rey Ptolomeo se haya emparentado con Antíoco, eso no quiere decir nada. Que por el suegro no vamos a dar la cara; y luego cuando le ganéis, ya puestos, el rey no diría que no a parte de los territorios que le quitéis ".

Roma se ha metido en un juego político al estilo oriental pero está aprendiendo rápido.

Con Filipo basta con lo que escribí: "se responde a los embajadores de Filipo que si no dejaba desasistido al cónsul Manio Acilio se ganaría el reconocimiento del senado y el pueblo romano". Creo que está claro; menuda alegría (entre comillas) para los etolios y el rey Antíoco que Macedonia se mantenga al lado de Roma. Otro tanto de lo mismo, "Filipo, se te agradece todo pero con que permanezcas quieto mientras ajustamos cuentas con estos, ya vale como regalo"; la condonación de la deuda de guerra y la devolución de los rehenes ya eran buen pago para que Filipo no se metiera en otro berenjenal.

Y como no; tenemos los asuntos internos de Roma. Recuerda que Escipión el Africano apoyó a su primo para el consulado del 192, en el que le ganó el hermano de Flaminio. Pero ahora en 191 si que ha salido electo cónsul Publio Cornelio Escipión Nasica. ¿Que no esté al mando de la guerra?, no importa, espera al año siguiente (190) y verás ya no quién, sino quiénes se van a hacer cargo de la misma.

Con esto te vengo a decir que de los asuntos que se tratan con las embajadas extranjeras nunca sabremos que intereses ocultos de facciones habían.

También añadir que no estoy dando una visión de conjunto de Roma; no se está viendo Hispania, la Galia, una revuelta de esclavos que surge, los problemas con los colonos.... Por ejemplo cuando dije:

El pretor Caio Livio, al que había correspondido la flota en el sorteo, recibe orden de trasladarse a Grecia cuanto antes con 30 navíos equipados


Hay una disputa que se origina con los habitantes de algunas colonias costeras (Ostia, Fregenas, Castrum Novum, Pirgos, Antium, Tarracina, Minturnas y Sinuesa) que piden la exención de prestar servicio y recurren a los tribunos de la plebe. Caio Livio se tiene que esperar a que el senado decida la cuestión. Detalles como éste no puedo ponerlos porque esto se convertiría en un tostón, cosa que ya lo es en parte.

PD: Me dejo mucho por comentar, estimado Arkangelnllamas. No se si me habré explicado o te habré resuelto alguna duda. Pregunta todo lo que quieras que hasta que no se vaya entendiendo el asunto no merece la pena avanzar. Lo importante es que todos aprendamos algo, yo el primero.
Esto va también para los otros dos o tres que me leen por despite o aburrimiento. :cool2:

Un saludo.


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Continuando ...

Durante el invierno Antíoco intenta recabar el apoyo de las ciudades y pueblos enviando mensajeros y acudiendo en persona. Algunas embajadas se dirigen a él por propia iniciativa como la de los epirotas y los eleos. Estos últimos pedían ayuda contra los aqueos pues estaban convencidos de que estos atacarían su ciudad la primera después de su desacuerdo con la declaración de guerra a Antíoco; se les manda 1.000 soldados capitaneados por un cretense llamado Eufanes. La embajada epirota tenía unos intereses bien claros; querían ganarse las simpatías del rey teniendo buen cuidado de evitar roces con los romanos. El rey, al observar lo ambiguo de la embajada, les dice que en su momento les enviaría delegados para hablar de las cuestiones que concernían a ambas partes.

Él parte hacia Beocia confiando en que la región tenía motivos aparentes de resentimiento contra los romanos. En una asamblea nacional convocada en Tebas les dice a todos los dirigentes beocios que les pide no una declaración de guerra a los romanos sino el establecimiento de relaciones de amistad con él. A nadie se le ocultaba lo que pretendía; sin embargo se aprueba un decreto a favor del rey y en contra de los romanos.
Incorporados los beocios, se dirige a Calcis, desde donde previamente había enviado cartas convocando a los dirigentes etolios a una reunión en Demetriade para discutir con ellos la situación en su conjunto; en la asamblea se presentan también Aminandro en representación de Atamania y Aníbal. Se debate la cuestión del pueblo tesalio no llegando a ninguna clase de entendimiento entre las partes. Aníbal rompe su silencio:

«Si desde que pasamos a Grecia se me hubiera invitado al consejo, cuando se debatiera acerca de Eubea y de los aqueos y Beocia, yo habría expuesto el mismo criterio que voy a expresar ahora que se trata de los tesalios. En primer lugar, pienso que es preciso impulsar hacia una alianza militar a Filipo y los macedonios por cualquier medio. Pues en lo concerniente a Eubea y a los beocios y tesalios, ¿quién pone en duda que al no tener fuerzas propias siempre adulan a los que están allí, y para obtener el perdón utilizan como recurso ese mismo temor que muestran para tomar una decisión, y que, en cuanto hayan visto en Grecia un ejército romano, se volverán hacia el poder imperial al que están acostumbrados, y no se les considerará culpables de no haber querido experimentar la fuerza de tu presencia y de tu ejército estando los romanos lejos como estaban? Por consiguiente, ¿no es mucho más urgente y más importante que se una a nosotros Filipo y no ellos? Una vez que éste se una a nuestra causa no tendrá más opción en el futuro y aportará unas fuerzas que por sí solas fueron capaces recientemente de contener a los romanos, y que no serán sólo un refuerzo en la guerra contra Roma»

Continua argumentando que aunque no se pueda atraer a Filipo a su causa por lo menos había que evitar por todos los medios que se posicionara en el bando romano.

«Todavía ahora, mi criterio es que se haga venir a todas las fuerzas navales y terrestres, y que sigan a la flota las naves de carga con los suministros, pues así como somos pocos aquí para las tareas de la guerra, también somos demasiados en proporción a la escasez de aprovisionamientos. Una vez que hayas reunido todas tus fuerzas, divide la flota, y que una parte permanezca fondeada en Corcira para evitar que los romanos tengan el paso franco y seguro; haz que la otra parte se traslade a las costas de Italia que dan a Cerdeña y África; tú, con todas las fuerzas de tierra, avanza hasta el territorio de Bulis; desde allí dominarás Grecia haciendo creer a los romanos que pretendes cruzar, y estarás dispuesto para hacerlo si la situación lo requiere»

Las propuestas de Aníbal son muy bien acogidas pero no se ejecuta ninguna si se exceptúa el hecho de enviar a un tal Polixénidas para traer de Asia una flota y tropas.


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"Enamorado de una joven calcidense hija de Cleoptólemo, por mediación de terceros en un principio y personalmente después agobió con sus ruegos al padre, que se resistía a entrar en relación con un nivel social demasiado gravoso para su fortuna; al fin consiguió su propósito, celebró la boda como si se estuviera en plena paz y, olvidándose de los dos grandes proyectos que había emprendido simultáneamente, la guerra contra Roma y la liberación de Grecia, y dejando a un lado cualquier otra preocupación, pasó el resto del invierno en banquetes, en los placeres que siguen a la bebida, y en el sueño que viene después más por hartazgo que por satisfacción". Liv. XXXVI, 11



Nota: Lo dejo tal y como lo relata Livio porque esto, si lo explico yo, no se me toma en serio. Livio relata multitud de movimientos, los cuales omito por irrelevantes, para llegar a una conclusión:

"Antíoco se encontraba en Cálcide, percatándose al fin de que no había conseguido nada en Grecia aparte de unos agradables cuarteles de invierno y un humillante casamiento"

Apiano dice:

"...a comienzos de la primavera, se dio cuenta de la pereza del ejército y de su incapacidad para cualquier tipo de trabajo y, entonces, se arrepintió de su boda y del festival público". Sobre Siria, 16


• En el post anterior reflejé las palabras (¿reales?) de Aníbal como lo que pudiera haber dictado la lógica en las acciones que debería haber acometido el rey (pudieran ser otras, claro está, pero valgan como ejemplo).

¿Los motivos del comportamiento de Antíoco?, ¿propaganda romana antiseleúcida?.
Algunos autores dan poco crédito al relato (otros no) y argumentan que todo contrasta con la actividad desplegada por Antíoco en el invierno del 192-191


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Después de una ofensiva inicial sobre Tesalia en la que se rinden algunas plazas a Antíoco, Marco Bebio Tánfilo (en calidad de propretor) reúne sus tropas con las del rey Filipo e inician una contraofensiva.
Las ciudades tomadas por Antíoco se rinden una tras otra. En Pelino ponen cerco a la ciudad, la cual estaba defendida por una guarnición de 500 infantes y 40 jinetes al mando de Filipo de Megalópolis. Observando la posibilidad de que se podían sitiar dos plazas simultáneamente, se acuerda que el rey Filipo se dirija a Limneo mientras que Bebio Tánfilo se queda a sitiar Pelineo.

Es por esta época cuando el cónsul Manio Acilio Glabrión llega a Grecia. Al mando de 20.000 infantes, 2.000 jinetes y 15 elefantes ordena a los tribunos militares que marchen con la infantería hacia Larisa mientras que él se dirige con la caballería a Limneo para reunirse con el rey Filipo. A la llegada del cónsul la rendición de Limneo es inmediata. De allí marchan hacia Pelineo en donde se rinden los atamanes y la guarnición al mando de Filipo de Megalópolis.

Manio Acilio marcha a Larisa con la intención de discutir allí las líneas generales de la guerra.

Las ciudades de toda la región comienzan a pasarse a los romanos, en especial los atamanes, a los cuales se les trata con indulgencia para ganarse la adhesión de todo su pueblo. Como el primer objetivo de Manio Acilio era apoderarse de Atamania (Filipo estaba muy interesado en hacerse con esta región) lleva a su ejército en aquella dirección con los prisioneros en vanguardia; estos influyen entre sus conciudadanos resaltando y aclamando la generosidad y la clemencia del rey Filipo. El resultado es que toda Atamania queda bajo la autoridad macedonia; Filipo empezaba a recibir el pago de su apoyo a Roma.


Nota: En el último mapa que puse se puede ver la zona controlada por los atamanes, al O. de Tesalia y al N. de los territorios de la Liga Etolia


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Pasos previos a la Batalla de las Termópilas

Manio Acilio se detiene en Larisa algunos días para dar descanso a los animales de carga, agotados por la travesía marítima y las marchas posteriores; con un ejército ya descansado sigue la marcha hasta Cranón. A su paso se rinden Fársalo, Escotusa y Feras, así como los soldados de Antíoco que se encontraban allí de guarnición. A continuación recupera Proerna y las posiciones fortificadas de sus alrededores, iniciando después una marcha hacia el golfo Malíaco. Cuando se acerca a las gargantas sobre las que está situada Táumacos es atacado desde las alturas; Acilio destaca a un tribuno con dos manípulos para que corten el acceso de regreso a la ciudad de los atacantes y, adelantándose rápidamente, se apodera de una Taumacos indefensa. Los emboscados se percatan de la situación y corren hacia la ciudad siendo masacrados por los dos manípulos destinados a cerrarles el camino.

Al día siguiente Acilio marcha hacia el río Esperqueo y desde allí saquea los campos de Hípata (ya en territorio de la Liga Etolia).


El rey Antíoco, que se encontraba en Calcis, envía mensajeros a los etolios para que movilicen a todos los hombres que puedan y se reúnan con él en Lamia hacia donde se dirige al frente de 10.000 soldados y 500 jinetes. Al llegar al punto de reunión, el rey encuentra que el número de efectivos no es el esperado.

Imagen
Recorrido aproximado


Incapaz de hacer frente a los romanos en campo abierto se retira al desfiladero de las Termópilas.


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Inciso

Antes de pasar a la batalla, hacer un pequeño apunte. Livio, cuando nos narra la batalla habla de :

"lo mejor de los macedonios, los llamados sarisóforos" - tum Macedonum robur, quos sarisophorus appellabant XXXVI 18.2. Aquí se está refiriendo a un soldado de las características de un piquero macedonio, un portador de sarissa.

http://es.wikipedia.org/wiki/Sarissa

En la narración podemos encontrar frases como:

- ab dextro Macedonibus 18.4
- Macedones pro vallo locati 18.5
- Macedones quique alii in castris 19.2

Livio se está refiriendo a este tipo de soldado, el sarisóforo. No nos habla de macedonios en el sentido geográfico.

Para resumir el tema, copio y pego:

El ejército seléucida era la fuerza armada del Imperio seléucida, uno de los numerosos estados helenísticos que surgieron después de la muerte de Alejandro Magno.
Al igual que los otros ejércitos helenísticos, el ejército seléucida utilizaba principalmente el estilo greco-macedonio, con su arma principal la falange. La falange era una gran formación densa de hombres armados con escudos pequeños y largas picas llamadas sarissa. Esta forma de lucha había sido desarrollada por el ejército macedonio en el reinado de Filipo II de Macedonia y su hijo Alejandro Magno. Junto a la falange, el ejército seléucida utilizó una gran cantidad de tropas nativas y mercenarios para complementar sus fuerzas greco-macedonias, que eran limitadas debido a la distancia entre la patria macedonia y los gobernantes seléucidas.


http://es.wikipedia.org/wiki/Ej%C3%A9rc ... C3%A9ucida

Sobre estos "Argiráspidas" y demás unidades (y no son pocas) que se mencionan en el enlace poco o nada voy a comentar. Por ahí existen libros, revistas, artículos y demás que tratan el tema del ejército seleúcida. Buscando aparecen a las primeras de cambio, o a las segundas, a las terceras, etc.


Espero haberme explicado porque no se que término emplearé en la descripción: macedonios o sarisóforos.

Supongo que el segundo, al contrario de lo que hacen Livio y las traducciones en castellano que he mirado.


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Batalla de las Termópilas

Antíoco establece su campamento dentro del desfiladero, añadiendo defensas para dificultar el paso. Lo fortifica todo con doble empalizada y foso e incluso con un muro donde la situación lo requería, empleando las piedras que había tiradas en gran abundancia por todas partes; después, plenamente confiado en que el ejército romano jamás atacaría por allí, envía una parte de los 4.000 etolios (esa era la cifra que se había reunido en Lamia) a ocupar como guarnición Heraclea, situada justo antes del desfiladero, y otra parte la envía a Hípata, pues estaba convencido de que Manio Acilio atacaría Heraclea.

Manio Acilio devasta primero el territorio de Hípata y luego el de Heraclea, resultando ineficaz en ambos casos la ayuda de los etolios, y después acampa en el desfiladero mismo, junto a las fuentes termales, enfrente del rey.

Los dos destacamentos etolios se encierran en Heraclea.

Antíoco, que antes de ver al enemigo consideraba suficientemente fortificados y cubiertos por tropas todos los puntos de su posición, teme que Acilio descubra entre las crestas que se alzaban en torno algún sendero por donde pasar. Envía a Heraclea un mensaje a los etolios para que le proporcionasen cuando menos la ayuda de ocupar y bloquear las cimas de los montes de alrededor, de suerte que los romanos no pudiesen pasar por ningún sitio. Cuando los etolios oyen este mensaje, surgen disensiones entre ellos. Unos estimaban que se debía obedecer la orden del rey y acudir, y otros, que había que permanecer en Heraclea a la espera de cualquiera de los dos resultados, para tener dispuestas tropas frescas con que prestar ayuda a sus ciudades vecinas si el rey era vencido por el cónsul, y si él resultaba vencedor, para perseguir a los romanos cuando huyesen en desbandada. Unos y otros mantienen su criterio e incluso ponen en práctica su propuesta: 2.000 se quedan en Heraclea, y los otros 2.000, repartidos en tres grupos, ocupan el Calídromo, el Roduncia y el Tiquiunte, que así se llaman las crestas.

Cuando el cónsul ve que estaban ocupadas por los etolios las alturas, envía a los legados consulares Marco Porcio Catón y Lucio Valerio Flaco con 2.000 hombres de infantería cada uno a los puntos fuertes de los etolios: Flaco al Roduncia y al Tiquiunte, y Catón al Calídromo. Él, antes de hacer avanzar las tropas contra el enemigo, convoca a los soldados a una asamblea y les dirige una breve arenga en la que les dice que el desfiladero del río Aoo era más difícil de salvar que éste, y Flaminio lo había hecho. Los soldados, al marchar de esta asamblea, preparan sus armas defensivas y ofensivas antes de reponer fuerzas. Al despuntar el día se iza la señal de combate y el cónsul forma al ejército en orden de batalla con un frente poco abierto, a tenor de la configuración y la estrechez del terreno.

Antíoco, nada más avistar las enseñas de los romanos, saca también él sus tropas. Coloca parte de la infantería ligera en primera posición, delante de la empalizada; a continuación, como bastión alrededor mismo de las defensas, sitúa lo mejor de sus tropas, los llamados sarisóforos. Junto a estos, en el flanco izquierdo, al pie mismo de la montaña coloca una unidad de lanzadores de venablos, arqueros y honderos, con la misión de hostigar el flanco descubierto del enemigo desde su posición más elevada. Desde la derecha de los sarisóforos hasta el final mismo de las fortificaciones, donde el fango pantanoso y las arenas movedizas cierran una zona intransitable hasta el mar, coloca los elefantes con la habitual protección armada; detrás de ellos, la caballería, y a continuación, dejando un breve espacio, el resto de las tropas en la segunda línea.

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Sobre las alturas Calídromo, Roduncia y Tiquiunte (Flaccum in Rhoduntiam et Tichiunta, Catonem in Callidromum mittit) , el primer monte está bien localizado a la izquierda del desfiladero mirando desde la posición seleúcida:

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Monte Calídromo.

Roduncia es identificada como la actual Drakospilia (en la Ftiótide).

Tiquiunte aparece en algunos mapas como Mont Tichius:


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de guiner
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El cuerpo principal de la infantería situado delante de la empalizada, al principio contiene sin dificultad a los romanos que intentaban la penetración por todas partes; contaban con la valiosa ayuda de los que, desde su posición más elevada, disparaban con sus hondas una lluvia de proyectiles así como flechas y venablos.
Llega un momento en el que la presión de los romanos se hace incontenible y las primeras filas son desalojadas de sus posiciones, siendo obligados a retroceder en formación hasta dentro de las fortificaciones; desde el
vallado forman una especie de segunda empalizada tendiendo por delante sus sarissas; la altura proporcionaba una posición de combate más elevada y, debido a la longitud de las lanzas, se mantiene el empuje romano.

Muchos son atravesados al escalar temerariamente la empalizada cuando de repente, sobre la colina que dominaba el campamento, aparece Marco Porcio Catón, que venía de la cima del Calídromo, tras desalojar de ella a los etolios y dar muerte a la mayor parte.
Lucio Valerio Flaco no había corrido la misma suerte en el Tiquiunte y el Roduncia, posiciones a las que había intentado llegar en vano.

Las tropas de Antíoco confunden en un principio a los soldados de Marco Porcio con los etolios, pero cuando se percatan de su equivocación al identificar desde cerca las enseñas, arrojan las armas y emprenden la huida.

Los romanos se ven obstaculizados por las fortificaciones, por la angostura del valle que era preciso atravesar en la persecución, y sobre todo porque al final de la columna iban los elefantes, y resultaba difícil para los de a pie e imposible para los de a caballo rebasarlos, pues los caballos se espantaban y provocaban entre ellos una confusión mayor que en un combate.

El campamento del rey es saqueado y se persigue a sus tropas hasta Escarfea.
Al regresar los romanos a su campamento se percatan de que éste había sufrido un ataque, durante el transcurso la batalla, por los etolios de la guarnición que ocupaba Heraclea, sin que el intento diera el menor resultado.

Durante el tercer relevo de la guardia de la noche siguiente el cónsul envía por delante a la caballería en persecución de Antíoco, y al amanecer pone en movimiento las enseñas de las legiones.
El rey llevaba bastante ventaja, pues hasta llegar a Elacia no detuvo su desenfrenada carrera; allí reagrupó a los supervivientes de la batalla y de la huida, y con un reducidísimo grupo de hombres casi desarmados se refugió en Calcis. La caballería romana no dio alcance al rey mismo en Elacia, pero cayó sobre gran parte de sus hombres cuando se detenían extenuados o se dispersaban y extraviaban.

De todo el ejército sólo se salvaron los 500 que acompañaban al rey.
Los romanos tuvieron 150 bajas en la batalla propiamente dicha y no más de 50 en la defensa contra el asalto de los etolios.


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Episodios posteriores a la batalla


Antíoco parte de Calcis cuando el cónsul estaba al llegar, poniendo rumbo a Teno primeramente y cruzando después a Éfeso. A la llegada de Manio Acilio a Calcis se le abren las puertas a la vez que todas las ciudades de Eubea se rinden sin oponer resistencia.

En cuanto a los etolios, Manio Acilio comienza las tareas de asedio en Heraclea, tomando la ciudad tras largo tiempo y duros combates. Los etolios piden una tregua para iniciar negociaciones; se les concede un tiempo para someter a votación los términos de paz. Manio Acilio, enterado de que no había planes de finalizar los combates y de que los etolios se habían concentrado en Naupacto para llevar desde allí todo el peso de la guerra, envía a Apio Claudio por delante con 4.000 hombres para ocupar las cumbres en los puntos donde los pasos montañosos eran difíciles.

El rey Filipo pregunta al cónsul, que partía hacia Naupacto, si quería que él, mientras tanto, reconquistase las ciudades que habían abandonado la alianza con Roma. Obtenida la autorización, avanza con sus tropas hacia Demetriade.

Flaminio, que realizaba labores de mediación por todo el territorio griego, viendo que el asedio de Naupacto duraba ya dos meses, se percata de la situación y se presenta ante el cónsul:


-«¿No te das cuenta de lo que está ocurriendo, Manio Acilio, o a pesar de verlo bastante claro consideras que no afecta mucho al planteamiento general?»
-«¿Por qué no aclaras de qué se trata?»
-«¿Es que no ves que después de haber derrotado a Antíoco estás malgastando el tiempo en el asedio de un par de ciudades cuando está a punto de finalizar el año de tu mandato? En cambio Filipo, que no ha visto el ejército ni las enseñas del enemigo, se ha anexionado ya no sólo ciudades sino un gran número de pueblos: Atamania, Perrebia, Aperancia, Dolopia; y como recompensa por tu victoria, tú y tus hombres aún no tenéis dos ciudades, mientras que Filipo es dueño de tantos pueblos de Grecia. Ahora bien, lo que nos interesa no es tanto que se debilite el poder y la fuerza de los etolios sino que Filipo no crezca de forma desmedida»


Acilio deja que Flaminio se encargue de la situación en Naupacto. Éste pide hablar con los etolios y les sugiere que soliciten una tregua lo bastante larga como para poder enviar embajadores a Roma y entregarse a la discreción del senado. Los etolios aceptan y Manio Acilio no rechaza los términos de la tregua.

Tras determinar la fecha en la que pudiese estar de vuelta de Roma una delegación con la respuesta, se levanta el asedio y se envía el ejército a la Fócide para pasar el invierno.


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Campaña naval


El pretor Caio Livio, prefecto de la flota romana, sale de Roma con 50 naves cubiertas en dirección a Nápoles, donde había ordenado a los aliados de la costa que concentraran las naves descubiertas que debían de acuerdo con el tratado. Desde allí pone rumbo a Sicilia. Cuando deja atrás el estrecho de Messina recibe 6 naves púnicas enviadas como refuerzo (ya mencionadas anteriormente) y reclama a los reginos, los locrenses y los aliados del mismo estatuto las naves a que estaban obligados.

Después de pasar revista a la flota frente a Lacinio (a la entrada del golfo de Tarento) pone rumbo a mar abierto.

Llega a Corcira, la primera ciudad de Grecia donde aborda; se informa acerca de la marcha de la guerra y del paradero de la flota romana, y cuando se entera de que el cónsul y el rey habían tomado posiciones cerca del desfiladero de las Termopilas y de que la flota estaba fondeada en el Pireo, piensa que había todos los motivos para darse prisa y sigue adelante costeando el Peloponeso. Sobre la marcha arrasa Same (Cefalonia) y Zacinto porque habían preferido pasarse al bando de los etolios, pone rumbo a Malea, y disfrutando de una travesía favorable llega en pocos días al Pireo, junto a la antigua flota.

Cerca de Escileo sale a su encuentro con 3 navios el rey Éumenes; había permanecido largo tiempo en Egina dudando entre volver para defender su reino (pues le llegaron rumores de que Antíoco estaba preparando fuerzas navales y terrestres en Éfeso) o no separarse de los romanos.

Aulo Atilio entrega a su sucesor 25 naves provistas de cubierta (de ellas, por pasajes anteriores, sabemos que 24 eran quinquerremes) y parte hacia Roma desde el Pireo.

Caio Livio hace la travesía hasta Delos con 81 naves cubiertas y muchas otras de menor tamaño, unas descubiertas y con espolón y otras de reconocimiento sin espolón.

Los vientos contrarios retuvieron a Livio durante varios días en Delos.


Para unir estos acontecimientos con el resto del relato, comentar que, aproximadamente, por esta misma época el cónsul Acilio asediaba Naupacto.


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