Doctrina defensiva Alemana

Los Ejércitos del mundo, sus unidades, campañas y batallas. Los aviones, tanques y buques. Churchill, Roosevelt, Hitler, Stalin y sus generales.
Super Mario
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Doctrina defensiva Alemana

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El fin que se persigue en el desarrollo de este Tema es analizar la doctrina defensiva alemana desde sus conceptos prácticos-teóricos aprendidos durante la PGM y cómo dichos conceptos influyeron en el desarrollo de la blitzkrieg y se adaptaron a fuerza de prueba/error durante los duros acontecimientos de Barbarroja y la contraofensiva rusa del invierno de 1941.

Lo que voy a hacer es "Copiar y Pegar" información de un documento en formato .PDF que obra en mi poder cuyo autor es Timothy A. Wray y fue traducido por el señor Francisco Medina.
Le mandé un mail personal al señor Medina pidiéndole autorización y me dijo que él tan sólo había traducido el texto y que podía usarlo.

El fin que persigo con el desarrollo de este Tema es reforzar los argumentos de un tema que vengo desarrollando desde hace casi 2 años llamado: "Imaginen un Barbarroja en 2 etapas". Y su link es:
what-if-imaginemos-un-barbarroja-en-2-etapas-t35809.html

Si lo que estuviera haciendo al copiar y pegar fuera improcedente o ilegal, por favor hacérmelo saber y no me sancionen por favor. No tengo problema en que se cierre el Tema y se borre todo lo que yo copié y pegué.

Saludos.
Última edición por Super Mario el 21 Dic 2013, 18:32, editado 1 vez en total.


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Mensaje por Super Mario »

Los Orígenes de la Doctrina Defensiva Alemana.

En 1941, la doctrina del Ejército Alemán para operaciones defensivas era casi idéntica a la utilizada por el antiguo Ejército Imperial Alemán en los años finales de la primer Guerra Mundial. La práctica doctrinal de las unidades alemanas en el Frente Occidentalen 1917 y 1918 –la doctrina de defensa elástica en profundidad- había sido solamente ligeramente enmendada y actualizada al comienzo de la Operación Barbarroja. En contraste con la doctrina ofensiva alemana, que desde 1919 a 1939 se movió hacia una innovación radical, la doctrina defensiva alemana siguió un curso conservador de adaptación cautelosa y reafirmación. Consecuentemente, aunque el Ejército Alemán en 1941 aceptó una doctrina ofensiva adecuada para una guerra de maniobra, todavía elaboraba una doctrina defensiva derivada de la guerra de posiciones (Stellungskrieg) de una generación anterior.

La Defensa Elástica: Legado de la Gran Guerra.
El Ejército Imperial Alemán adoptó la defensa elástica en profundidad durante el invierno de 1916-17 por urgentes razones estratégicas y tácticas. En aquel entonces, Alemania estaba atorada en una guerra de desgaste contra una coalición aliada cuyos recursos combinados excedían a los de las Potencias Centrales. El equipo de mando alemán del Mariscal de Campo Paul von Hinderburg y del General Erich Ludendorff esperaba romper el punto muerto estratégico realizando una gran ofensiva en el Frente Ruso en 1917. Por consiguiente, necesitaban economizar los efectivos de Alemania en el Frente Occidental en Francia y Bélgica, minimizar las bajas mientras rechazaban las esperadas ofensivas aliadas. Para lograr esto, aprobaron una retirada estratégica en ciertos sectores hacia posiciones defensivas recién preparadas. Esta Línea Hindenburg recortaba el frente y explotaba más efectivamente las ventajas defensivas del terreno que las posiciones anteriores. Esta retirada fue la partida principal de la filosofía defensiva predominante, que hasta ahora había cuantificado el éxito en la guerra de
trincheras solamente sobre la base de tomar y mantener el terreno. En efecto, Ludendorff adoptó una nueva política que enfatizaba conservar los efectivos humanos alemanas sobre una filosofía estratégica de retener ciegamente el terreno cuyo
componente táctico era una defensa elástica en profundidad.
Para complementar sus diseños estratégicos, Ludendorff ordenó la implementación de la doctrina de la Defensa Elástica. Esta nueva doctrina apoyaba el objetivo estratégico global de minimizar las bajas alemanas y también correspondía mejor que los métodos anteriores a las realidades tácticas de ataque y defensa en la guerra de trincheras.

A través de los dos primeros años de la guerra, la práctica doctrinal alemana (y aliada) había sido defender cada metro de frente concentrando infantería en trincheras de vanguardia. Esto impedía cualquier incursión enemiga en la zona defensiva alemana pero inevitablemente ocasionaba fuertes bajas a las tropas defensoras debido al fuego de la artillería aliada. Tal fuego de artillería fue administrado en dosis progresivamente masivas por los aliados, quienes consideraban a la artillería como absolutamente esencial para el exitoso avance ofensivo aliado. (Por ejemplo, incluso las trincheras alemanas más robustas habían sido casi completamente erradicadas por la preparación artillera de seis días realizada por los británicos antes de su ofensiva del Somme en 1916). Consecuentemente, los alemanes buscaron un despliegue defensivo que
inmunizaría al grueso de sus fuerzas defensoras del aniquilador cañoneo aliado.

La solución simple para este problema fue construir la línea defensiva principal alemana a cierta distancia hacia la retaguardia de una línea de seguridad avanzada.
Aunque todavía dentro del rango de los cañones aliados, las principales posiciones defensivas estarían camufladas de la observación directa. Disparando a ciegas, la mayoría de los fuegos preparatorios aliados serían así desaprovechados.
Al desarrollar la doctrina de la Defensa Elástica, los alemanes analizaron otras lecciones de la guerra de trincheras también. El Ejército Alemán se había dado cuenta de que la potencia de fuego concentrada, en vez de una concentración de personal, era el medio más efectivo de tratar con las oleadas de infantería aliada. También, los alemanes habían aprendido que la capacidad de las fuerzas atacantes para sostener su vigor ofensivo estaba seriamente circunscrito. Las bajas, la fatiga y la confusión debilitaban a la infantería asaltante, causando que la potencia de combate del atacante disminuyera sin parar según prosiguiera su avance. Esta erosión de la fuerza ofensiva era tan cierta y previsible que las fuerzas penetrantes eran fatalmente vulnerables a contraataques, proveyendo, por supuesto, que estuvieran disponibles reservas defensivas para ese fin.

Finalmente, la artillería aliada, tan devastadora cuando arrojaba fuegos preparados sobre blancos observados, era mucho menos efectiva en proporcionar apoyo continuo para la infantería en avance debido a la dificultad en coordinar tales fuegos en los días anteriores a las comunicaciones inalámbricas portátiles. Ciertamente, debido a que el terreno devastado obstaculizaba el desplazamiento de cañones hacia delante a tiempo, cualquier ataque exitoso normalmente perdía el derecho a su apoyo de fuego una vez que avanzaba más allá del alcance inicial de la artillería amiga.
Entre septiembre de 1916 y abril de 1917, los alemanes destilaron estas lecciones tácticas en una nueva doctrina defensiva, la Defensa Elástica. Esta doctrina se concentraba en derrotar los ataques enemigos con un mínimo de bajas para las fuerzas
defensoras en lugar de retener el terreno por motivo de prestigio. La Defensa Elástica quería cansar las energías ofensivas aliadas en un sistema de trincheras fortificadas dispuestas en profundidad. Combatiendo la batalla defensivo dentro de, así como delante de, la zona defensiva alemana, los alemanes podían explotar las limitaciones inherentes y las vulnerabilidades del atacante mientras conservaban sus propias fuerzas.
Solamente mínimas fuerzas de seguridad ocuparían las expuestas trincheras de vanguardia, y así, la mayoría de las tropas defensoras estarían a salvo de los peores efectos de la empalagosa preparación artillera aliada. Además, la potencia de fuego
alemana debilitaría continuamente a las fuerzas atacantes de infantería enemiga. Si se enfrentaban con una potencia de combate abrumadora en cualquier punto, las unidades alemanes serían libres de maniobrar dentro de la red defensiva para desarrollar condiciones más favorables. Cuando el ataque aliado vacilaba, las unidades alemanas (incluyendo reservas cuidadosamente economizadas) contraatacarían ferozmente.

Conjuntamente, estas tácticas crearían una condición de “elasticidad” táctica: las fuerzas aliadas en avance perderían sin parar fuerza en proporción inversa a la creciente resistencia alemana. Finalmente, los contraataques alemanes arrollarían a la postrada infantería aliada y “romperían” la defensa de vuelta a sus posiciones originales.
Los alemanes lograron esto diseñando tres zonas defensivas separadas –una zona avanzada, una zona de batalla y una zona de retaguardia. Cada zona consistiría en una serie de trincheras interconectadas ocupadas por unidades designadas. Sin embargo, en contraste a la antigua defensa linear rígida que tenía trincheras colocadas con precisión de patio de armas, estas zonas serían establecidas con una astuta sensibilidad hacia el terreno, las fuerzas disponibles y la probable acción enemiga.
La zona avanzada debía ser ocupada solamente con fuerza suficiente para interceptar las patrullas aliadas y para proporcionar continua observación de las posiciones aliadas. Cuando el fuego de la artillería pesada anunciaba un gran ataque
aliado, las fuerzas en la zona avanzada se moverían para evitar concentraciones locales de artillería. Cuando la infantería aliada se aproximaba, las fuerzas supervivientes de avanzada desorganizarían y retrasarían el avance enemigo en lo posible.
Si una determinada fuerza aliada avanzaba a través de la zona exterior, debía ser parada y derrotada en la zona de batalla, que normalmente tenía una profundidad de 1.500 a 3.000 metros. La parte delantera de la zona de batalla, o línea principal de resistencia, era generalmente la más fuertemente guarnecida y estaba perfectamente camuflada de la observación terrestre de la artillería enemiga en las laderas inversas de colinas y cordilleras. Además de las trincheras y refugios normales, la zona de batalla estaba infestada con ametralladoras y salpicada de reductos del tamaño de escuadra
capaces de defensa de uso variado.
Cuando las fuerzas aliadas penetraban en la zona de batalla, quedarían empantanadas en una serie de enfrentamientos locales contra destacamentos de tropas alemanas. Estos destacamentos alemanes eran libres de combatir en una “defensa
móvil” dentro de la zona de batalla, maniobrando como fuera necesario para llevar a su potencia de fuego a producir. Cuando el avance aliado comenzaba a desplomarse, estos mismos pequeños destacamentos, junto con las reservas tácticas mantenidas en la profundidad de la zona de batalla, iniciarían contraataques locales. Si la situación lo justificaba, las reservas frescas de más allá de la zona de batalla también lanzarían contraataques inmediatos para evitar que las tropas aliadas se recuperasen. Si las fuerzas aliadas podían resistir estos apresurados contraataques, los alemanes entonces
prepararían un deliberado y coordinado contraataque para expulsar al enemigo de esta zona. En este contraataque coordinado, las fuerzas comprometidas serían reforzadas por divisiones de asalto especialmente designadas, previamente mantenidas en reserva. Si asestaban con suficiente habilidad y determinación, estos contraataques alemanes alterarían el contexto entero de la batalla defensiva. De hecho, los defensores alemanes intentaron combatir una “ofensiva defensiva” tomando la iniciativa táctica de las fuerzas asaltantes.
La zona de retaguardia estaba situada más allá del alcance de todos, excepto los más pesados, cañones aliados. Esta zona tenía el grueso de la artillería alemana y también proporcionaba posiciones cubiertas dentro de las cuales las unidades de
vanguardia podían ser rotadas para descansar. Adicionalmente, las divisiones alemanas de contraataque se reunían en la zona de retaguardia cuando una ofensiva aliada era inminente o en camino.
En resumen, a finales de 1916, el Ejército Imperial Alemán adoptó una doctrina táctica defensiva construida sobre los principios de profundidad, potencia de fuego, maniobra y contraataque. Los alemanes utilizaron la profundidad de su posición, junto con su potencia de fuego, para absorber cualquier golpe ofensivo aliado. Durante los ataques, pequeñas unidades alemanas libraban una “defensa móvil” dentro de sus zonas defensivas, confiando en la maniobra para sostener su fuerza mientras vertía fuego sobre la infantería aliada. Finalmente, contraataques agresivos a todos los niveles arrebatan la iniciativa táctica a los bloqueados aliados, permitiendo finalmente a los alemanes recuperar sus posiciones originales.
Utilizando las nuevas técnicas defensivas, el Ejército Imperial Alemán funcionó bien en las batallas de 1917 en el Frente Occidental. En abril, la masiva ofensiva francesa en Nivelle fue detenida de repente, con relativamente pocas bajas alemanas.
Los británicos también probaron las defensas alemanas con ataques en Flandes, en Arras y Passchendaele. Aunque los británicos disfrutaron de algunos éxitos locales, no sucedió ninguna seria ruptura del sistema defensivo alemán.
A todo lo largo de las batallas de 1917, los alemanes modificaron y refinaron la Defensa Elástica: entre otros cambios, la zona de batalla fue profundizada, las ametralladoras fueron removidas de los reductos estáticos para proporcionar fuego de
supresión para los contraataques locales, y la artillería alemana fue alentada a desplazarse rápidamente para evitar el fuego de contrabatería. En general, sin embargo, el nuevo sistema de defensa elástica en profundidad fue completamente vindicado.
Como el Príncipe de la Corona Alemana Friedrich Wilhelm recuerda en sus memorias, “Si nos hubiéramos mantenido en la tenaz resistencia que hasta ahora había sido el caso [en lugar del sistema de la Defensa Elástica], estoy firmemente convencido de que no habríamos salido victoriosamente a través de las grandes batallas defensivas de 1917”.
Un acontecimiento inquietante que parecía desafiar la continuada efectividad de la Defensa Elástica fue el ataque de tanques británico en Cambrai en noviembre de 1917. Allí, tanques británicos en masa penetraron el sistema defensivo alemán al completo, y solamente los efectos combinados de los contraataques alemanes y la irresolución británica restauraron las líneas alemanas. Este uso al por mayor de tanques para sostener el avance de un ataque aliado aparentemente trastocó la lógica sobre la cual el concepto defensivo alemán estaba basado.
Aunque receptivos en otros aspectos del conocimiento del campo de batalla, los alemanes equivocadamente descontaron el valor combativo de los tanques a pesar del incidente de Cambrai. Aunque los alemanes estaban impresionados por el “efecto
moral” que los tanques podían producir contra tropas no preparadas, también consideraron que las contramedidas defensivas locales (obstáculos antitanques, munición especial antiblindaje para fusiles y ametralladoras, fuego directo de la artillería, y el minucioso entrenamiento del soldado) neutralizarían virtualmente el valor ofensivo del tanque. En la valoración alemana, los tanques eran similares al gas venenoso y a los lanzallamas como molestias tecnológicas sin potencial decisivo. Los alemanes minimizaron el éxito británico en Cambrai afirmando que fue el resultado de una sorpresa táctica, lograda por la ausencia de acostumbrada masiva preparación artillería, más que del ataque de los tanques mismos. En consecuencia, ninguna reconsideración de la Defensa Elástica fue estimada necesaria, y ninguna fue emprendida. Por ejemplo, la versión actualizada del manual doctrinal alemán para operaciones defensivas publicado en 1918 no hacía especial referencia a la defensa contra tanques.

Continuará


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CONCLUSIONES

Las memorias distorsionadas de la I Guerra Mundial dejaron atrás un legado militar incierto y aún contradictorio. Durante cuatro sombríos años, el conflicto había sido dominados por la guerra de posiciones. Consecuentemente, el recuerdo primordial de la guerra en el Frente Occidental fue de un estancamiento atrincherado, en el cual la primera prioridad doctrinal era asegurar una fuerte defensa táctica.
En la perspectiva alemana, la guerra como un todo había sido una contienda de desgaste, finalmente decidida por el peso superior de los efectivos y recursos aliados.
Incapaz de igualar a la coalición aliada en cualquiera de estas categorías, los alemanes habían buscado maximizar su poder combativo por medios doctrinales. La Defensa Elástica perduró sola como el mejor sistema para realizar una defensa posicional efectiva con un coste mínimo. (Incluso los aliados confirmaron la superioridad de las técnicas alemanas. Los británicos, por ejemplo, intentaron incorporar los métodos defensivos alemanes en sus regulaciones de servicio en campaña de posguerra).
Consecuentemente, una generación de oficiales alemanes emergió de la Gran Guerra imbuida en los preceptos tácticos de la Defensa Elástica. Para estos, el valor de la Defensa Elástica había sido repetidamente ensayado por pruebas en Francia y en
Flandes. En muchos campos, los alemanes habían opuesto exitosamente profundidad defensiva, potencia de fuego, maniobra y contraataque agresivo contra el peso bruto de la artillería, infantería e incluso tanques aliados. Fue una doctrina táctica que no sería olvidada.
Menos claras, sin embargo, eran las lecciones tácticas aprendidas de los meses finales de la guerra. Entonces, la guerra de posiciones había dejado paso brevemente a batallas de movimiento. Las ofensivas Ludendorff demostraron la posibilidad de
penetrar las trincheras defensivas aliadas a través de ataque por infiltración. Las exitosas contraofensivas aliadas desde agosto en adelante mostraron que quizás incluso la Defensa Elástica no era un talismán perfecto para la renovada guerra de maniobra, ya que las débiles y desmoralizadas fuerzas alemanas no pudieron rechazar los abrumadores asaltos de tanques e infantería solo a través de los encantos doctrinales.
Sin embargo, la mayoría de los alemanes excusaron las victorias finales aliadas como siendo debidas a la postración de los ejércitos alemanes en vez de a cualquier fracaso de la doctrina defensiva. Ciertamente, los ejemplos aislados de éxito defensivo alemán obtenidos hasta el armisticio parecían indicar que la Defensa Elástica habría prevalecido si tropas decididas la hubieran practicado correctamente.

Continuará.


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La Doctrina Defensiva Alemana en los Años de Entreguerras.

En los años siguientes a 1918, todos los ejércitos principales trataron de adivinar de las confusas impresiones de la Gran Guerra la naturaleza de las guerras futuras. ¿Se parecerían los futuros campos de batalla a la atrinchera Stellungskrieg del Frente Occidental en 1914-17? ¿O producirían las nuevas tácticas, junto con la nueva tecnología de vehículos blindados y movimiento motorizado, fluidas batallas de maniobra? El desarrollo de las técnicas ofensivas de la guerra relámpago alemana previó el último escenario, un salto de fe no compartido por los franceses o por los británicos.
La claridad de la visión doctrinal alemana en cuestiones defensivas eran menos ciertas, sin embargo. Por su misma naturaleza, las operaciones defensivas generalmente implican entregar la iniciativa al enemigo. Como consecuencia, las medidas defensivas deben ser capaces de acomodar la táctica de elección del atacante, una circunstancia que cultiva cautela y redundancia. Para los propósitos de definir la doctrina defensiva, los alemanes eran incapaces de predecir como cierto si las guerras futuras serían de naturaleza posicional o de maniobra. Por consiguiente, el Ejército Alemán persiguió un compromiso doctrinal que operaría efectivamente en uno u otro ambiente.
La Defensa Elástica se convirtió en la doctrina defensiva multiuso del Ejército Alemán. Como el método familiar y probado de la I Guerra Mundial, la Defensa Elástica era el punto de partida teórico obvio para el desarrollo doctrinal de entreguerras. Con alteraciones menores, siguió siendo la esencia de la práctica defensiva alemana hasta el comienzo de la II Guerra Mundial. Sin embargo, la retención del concepto básico de Defensa Elástica no fue un proceso simple y franco. Para muchos oficiales alemanes, la Defensa Elástica parecía demasiado orientada a las trincheras, y argumentaban que la retención de una doctrina diseñada para la guerra de posiciones invitaría al desastre en guerras futuras. Como mínimo, la Defensa Elástica necesitaba tener sus propiedades antitanques actualizadas con objeto de confirmar su validez permanente en un ambiente de guerra blindada. Por consiguiente, éstas y otras consideraciones pesaron en el desarrollo de entreguerras de la doctrina defensiva alemana.

La construcción de un nuevo Ejército Alemán comenzó en 1919. Ya que las deserciones al por mayor habían provocado que el antiguo Ejército Imperial Alemán se evaporara en semanas después del armisticio de 1918, el nuevo Reichswehr fue creado virtualmente de la nada. Entre los muchos problemas inmediatos que presionaban al Reichswehr y su suplente jefe de estado mayor, General Hans von Seeckt, estaban la publicación de nuevos manuales de campaña para guiar al entrenamiento de posguerra.
Seeckt trató de compilar la mayoría de los procedimientos prácticos y efectivos de combate de la Gran Guerra en un solo manual doctrinal. Publicado primeramente en 1921, el Führung und Gefecht der verbundenen Waffen (Mando y Combate de los Ejércitos Combinados) permaneció siendo el manual estándar de operaciones para la Reichswehr hasta 1933.

La incertidumbre de posguerra alemana sobre lo posicional frente a las visiones de maniobra de futuras guerras era evidente en el nuevo manual. Aunque Seeckt era un defensor ferviente de la guerra de maniobra, su anterior influencia fue contrabalanceada por otros oficiales superiores de la “escuela de las trincheras”. Para estos, el rudo
catecismo de la Stellungskrieg demandaba la retención de un doctrina defensiva orientada a las trincheras. Führung und Gefecht transigió, concediendo que una y otra forma de combate eran posibles y mostraba cómo la Defensa Elástica podía ser adaptada a una y otra circunstancia.
Para situaciones estabilizadas, Führung und Gefecht prescribía una defensa elástica en profundidad que era idéntica en cada detalle principal a la Defensa Elástica descrita en los folletos del Ejército Imperial Alemán de 1917 y 1918. La defensa debía de ser organizada en tres zonas defensivas principales como antes, dentro de las cuales las fuerzas defensoras “agotarían el poder de ataque [del enemigo] con resistencia en profundidad”. Las fuerzas atacantes enemigas estarían sujetas a una agotadora combinación de fuego de armas pequeñas y de artillería a todo lo largo de la profundidad del área de batalla. Las unidades defensoras “buscarían una oportuna e inadvertida evasión de superioridad hostil en un punto, mientras ofrecía resistencia en otra parte (defensa móvil)”. Finalmente, fieros contraataques por unidades comprometidas así como por fuerzas de reserva preparadas mantenidas en la retaguardia sería “de importancia decisiva”. Führtung und Gefecht endorsaba así las misma fórmula defensiva de profundidad, potencia de fuego, maniobra y contraataque como habían sido desarrolladas durante la I Guerra Mundial.

Las únicas desviaciones de la tradición de la I Guerra Mundial eran menores. Las zonas defensivas fueron aumentadas en profundidad, y la distancia entre ellas fue extendida para asegurar que, “en el caso de una penetración, un desplazamiento por la artillería enemiga sería necesaria antes de que el ataque pudiera continuar contra la siguiente posición”. Además, el manual de 1921 finalmente se dignaba a discutir medidas para defensa contra tanques, aunque las medidas consistían principalmente en obstáculos locales y concentraciones de artillería a lo largo de las vías de aproximación de los tanques.
Cuando las fuerzas se defendían en situaciones abiertas durante batallas de maniobra, el Führung und Gefecht simplemente aconsejaba una aplicación algo más imprecisa de la Defensa Elástica. Ya que el presunto ritmo de las operaciones impediría la construcción de trincheras completamente fortificadas, la zona de avanzada y la zona de batalla consistirían normalmente en un sistema de “trincheras y fosos de armas” sin trincheras de conexión. La zona de retaguardia incluso ni sería construida. Para proporcionar mayor profundidad operacional y prevención, una posición avanzada sería creada donde fuera posible. Este posición sería mantenida por fuerzas de cobertura cuyas misiones eran proporcionar aviso temprano de la aproximación del enemigo, confundir al enemigo sobre la situación de las zonas defensivas reales, y, en general, constituir un intermediario defensivo adicional cuando los ejércitos no estuvieran en estrecho contacto. A pesar de estas leves alteraciones hacia la postura defensiva, la “defensa en situaciones abiertas” todavía conformaban la Defensa Elástica. La profundidad y la maniobra eran enfatizadas con objeto de reforzar el poder combativo de las fuerzas defensoras, y la potencia de fuego y el contraataque integrados todavía se usarían para destruir al enemigo.
La principal publicación doctrinal del Reichswehr dirigía así un curso equívoco entre los escenarios posicional y de maniobra, prescribiendo una forma de Defensa Elástica para cada uno. Sin embargo, en la práctica, el voluntarioso General von Seeckt suspendió temporalmente las instrucciones de la Defensa Elástica en el Führung und Gefecht.

Seeckt, cuya experiencia de guerra había sido en su mayor parte en los más fluidos Frentes Ruso y Balcánico, retuvo un entusiasmo por la maniobra no amortiguado por las sangrientas decepciones de Francia y Flandes. Seeckt estaba convencido de que un énfasis renovado sobre una audaz maniobra ofensiva podría, en el futuro, resultar en rápidas victorias en el campo de batalla. Hombre de fuertes convicciones, Seeckt era intolerante con los subordinados que no respaldaban sus ideas.
Aquellos oficiales de la escuela de la trinchera que eran reacios a adaptarse a las teorías de Seeckt eran silenciados o cesados. Por consiguiente, Seeckt pudo girar tajantemente el entrenamiento del Reichswehr en la dirección de la movilidad y la maniobra. Aunque la Defensa Elástica permaneció en los libros como la doctrina oficial del Reichswehr, Seeckt fustigó al Ejército Alemán hacia una ardiente persecución de la movilidad y de la acción ofensiva que provocó que la Defensa Elástica fuera ignorada en la práctica. Seeckt escribió en 1921 una directiva de entrenamiento en la que la defensa más fuerte yacía en el ataque móvil, una política que cultivaba la acción ofensiva en el nivel táctico para incluso propósitos defensivos. Seeckt insistió en que esa maniobra hábil podría reducir virtualmente todas las acciones del campo de batalla hacia una forma de enfrentamiento ocasional en el cual las acciones agresivas prevalecerían. Donde la abrumadora fuerza del enemigo la posibilidad de un ataque, Seeckt abogaba por una acción móvil dilatoria para preservar la libertad de maniobra de las fuerzas amigas. El uso de la iniciativa y de la velocidad de movimiento para crear oportunidades para acometidas ofensivas fue enfatizado en los ejercicios de campaña del Reichswehr.

También, ya en 1921, las maniobras militares examinaron la viabilidad de utilizar vehículos a motor para incrementar la movilidad y el poder atacante ofensivo en escenarios nominalmente “defensivos”.
El énfasis de Seeckt sobre la veloz acción ofensiva se ajustaba al temperamento y los métodos del Ejército Alemán. Los estudios militares alemanes realizados después de la I Guerra Mundial eran virtualmente unánimes en culpar de la derrota de Alemania a la extenuante Stellungskrieg. Así, las teorías de Seeckt apuntaban una salida de ese desierto desgastador. Por medio de rápidos golpes ofensivos contra rivales incluso superiores, Alemania esperaba evitar el arenal desgastador de la Gran Guerra y regresar en lugar de ello a las batallas de maniobra y aniquilación en las cuales los ejércitos alemanes habían tradicionalmente sobresalido.
También, los lastimosamente pequeños recursos permitidos al Reichswehr por el Tratado de Versalles imposibilitaban la defensa posicional. Restringidos a un ejército de solamente 100.000 hombres, a los alemanes se les prohibió poseer cañones antitanques o antiaéreos y erigir fortificaciones defensivas a lo largo de sus fronteras occidentales.

Estas estipulaciones significaban que, para el futuro previsible, el Reichswehr sería solamente la sombra de un ejército, patentemente incapaz de operaciones defensivas serias a no ser que guardasen relación con la seguridad interna. La impotencia defensiva del Reichswehr se traslució en 1920 y en 1921 cuando incursiones de irregulares polacos y soviéticos a lo largo de las fronteras orientales de Alemania tuvieron que ser opuestas por unidades de Freikorps apresuradamente reunidas en vez de por el insignificante Reichswehr. Cuando las fuerzas francesas ocuparon el Ruhr en 1923, los estudios alemanes evaluando la posibilidad de resistencia del Reichswehr concluyeron que cualesquier acción era militarmente imposible.
La teoría y la realidad convergieron así para implementar una confianza sobre la maniobra y la iniciativa ofensiva dentro del nuevo Ejército Alemán ya que ninguna otra acción defensiva parecía deseable o practicable. Recordando la agotadora carnicería de la Gran Guerra, muchos oficiales alemanes estaban ansiosos por aceptar cualquier sistema táctico que prometiera evitar tales batallas. También, las restricciones de Versalles garantizaban que el Reichswehr no podría recurrir a la Defensa Elástica que
había bloqueado a los aliados en 1917 ya que al Reichswehr se le prohibió tener el material para hacer eso.
Las tácticas ofensivas y defensivas alemanas estaban basadas en las teorías de maniobra y acción agresiva de Seeckt y estuvieron vigentes hasta comienzos de los 30. Entonces, las doctrinas ofensivas y defensivas alemanas divergieron: la práctica ofensiva continuó en el camino hacia la movilidad que llevó finalmente a la guerra relámpago, mientras que la doctrina defensiva revertió hacia prácticas más conservadores reminiscentes de la Gran Guerra. Consecuentemente, la Defensa Elástica fue revivida por tres razones principales.
- Primero, un ensanchamiento gradual de la perspectiva militar alemana comenzó tras la dimisión del General Seeckt en 1926. Aunque las ideas de Seeckt –y el mismo Seeckt- continuaron influyendo durante algún tiempo, sus sucesores eran más tolerantes de las teorías doctrinales tradicionales.
- Segundo, el Ejército Alemán comenzó quedamente a ignorar algunas de las cláusulas más onerosas del Tratado de Versalles, aumentando por consiguiente la fuerza militar alemana. Esto, por lo tanto, permitió a los líderes militares alemanes considerar una variedad más amplia de opciones estratégicas que la desesperada y multiuso fórmula de maniobra ofensiva defendida por Seeckt.
- Finalmente, una reconciliación entre los gobiernos francés y alemán a finales de los 20 redujo la hostilidad francesa y, con ello, la posibilidad de una renovada intervención militar francesa. La amenaza del Ejército Francés –su potencial para diabluras estratégicas fue dolorosamente demostrado con la ocupación del Ruhr en 1923- fue grandemente disminuida por la emergente confianza francesa en la Línea Maginot. Con los recursos militares franceses tan fuertemente comprometidos en la pasiva doctrina de cobertura de Maginot desde 1930 en adelante, la seguridad militar global de Alemania era mejor de la que había sido en cualquier momento desde 1918.

En esta atmósfera de mayor fuerza y seguridad, el Reichsweh tomó una visión más rellenada de la estrategia militar. El énfasis de Seeckt sobre la maniobra agresiva fue relajado, y el Ejército Alemán de nuevo admitió que las operaciones defensivas tradicionales –incluyendo, en ciertas circunstancias, la guerra de posiciones- sería probablemente necesaria en futuros conflictos. Consecuentemente, la Defensa Elástica fue revivida como la técnica defensiva fundamental alemana.
Los manuales de campaña alemanes publicados en la década de los 30 revelaron el renacimiento de la Defensa Elástica y, con pocos cambios en las últimas ediciones, estaban todavía en efecto al comienzo de la II Guerra Mundial. La más importante de estas publicaciones, titulada Truppenführung (Mando de Tropas), apareció en 1933 y reemplazó al Führung und Gefecht como el manual de operaciones básico alemán.
Preparado bajo la supervisión del General Ludwig Beek, jefe del Estado Mayor Alemán de 1933 a 1938, Truppenführung endorsaba el tradicional método alemán de la defensa elástica en profundidad.
De hecho, la doctrina en Truppenführung acababa con la distinción entre defensa posicional y defensa de maniobra que había sido creada en Führung und Gefecht y declaraba específicamente que “la defensa de una posición apresuradamente preparada y sin reforzar [tal como sucedía en la guerra abierta] y la de una posición totalmente completada es realizada sobre los mismos principios”. (Esto es IMPORTANTE para el DESARROLLO DE MI UCRONÍA)-

También, la posición avanzada que Führung und Gefecht había situado enfrente de las zonas defensivas en situaciones abiertas fue estandarizada. Consecuentemente, la versión de 1933 de la Defensa Elástica consistía en las tres mismas zonas defensivas que habían aparecido en el concepto original de Ludendorff, pero con una posición avanzada adicional situada delante.

Además de Truppenführung, otros manuales especializados tales como el Der Stellungskrieg de 1938 y el Die Ständige Front de 1940, fueron elaborados sobre los problemas de la guerra posicional en mayor detalle táctico. Estos manuales fueron suplementados por material instructivo en publicaciones profesionales. Por ejemplo, desde 1936 en adelante, Militär-Wochenblatt publicó periódicamente problemas tácticos sobre hipotéticas operaciones defensivas estáticas. Significativamente, las soluciones a estos ejercicios discutían las experiencias de 1917 y 1918 como ejemplos ilustrativos de técnica apropiada. Conjuntamente, estos manuales de campaña y los artículos de publicaciones infundieron vida nueva en la doctrina de la Defensa Elástica y revivieron completamente el sistema defensivo que el Ejército Alemán había desarrollado durante la I Guerra Mundial.

Otros autores militares alemanes se ocuparon de las ramificaciones estratégicas de la Defensa Elástica, asegurando a sus lectores que este nuevo interés en las tácticas defensivas no señalaría un completo regreso a la desastrosa estrategia del desgaste. El General Wilhelm Ritter von Leeb (después al mando del Grupo de Ejércitos Norte durante la Operación Barbarroja en 1941) escribió una serie de artículos históricos sobre operaciones defensivas en Militärwissenschaftliche Rundschau en 1936 y 1937. Aunque prediciendo que las guerras futuras serían todavía decididas por la maniobra ofensiva, sostenía que las operaciones estratégicas defensivas no podían ser descontadas:
“Nosotros, los alemanes, tenemos que mirar las operaciones defensivas como un método importante y esencial de conducta de guerra y de conducta de combate, ya que estamos en una posición central, rodeados por naciones altamente equipadas. La defensiva no puede ser mantenida en segundo plano como antes de la última guerra”.

Leeb, por otro lado, enfatizaba que los principios defensivos probados de la Gran Guerra –profundidad y contraataque- podían ser todavía efectivos en modernas batallas de maniobra. Imitando a Leeb, el Mayor General Klingbell advertía a los lectores de Militär-Wochenblatt en 1938 de que no dudaran de las operaciones defensivas posicionales por principio ya que podían crear circunstancias favorables para una acción ofensiva decisiva.

Los nuevos manuales y el torrente de artículos de publicaciones demostraron el notable grado al cual los pensadores militares alemanes se habían reacomodado para la posibilidad de una guerra posicional. Mientras que la mayoría profesaba preferencia por la maniobra ofensiva, los teóricos alemanes admitían que la Stellungskrieg tenía probabilidades de estar presente, al menos en un grado limitado, en futuros campos de batalla. Dentro de este clima intelectual, la resurreción de la doctrina ortodoxa de la Defensa Elástica de Beck parecía no solamente prudente, sino incluso virtualmente indispensable.
El problema de la guerra acorazada, sin embargo, impedía el simple regreso a las tácticas de la Gran Guerra. La I Guerra Mundial había proporcionado breves retazos del potencial valor de combate de los tanques y de los vehículos a motor, y desde 1919 a 1939, todos los ejércitos se rompieron la cabeza sobre cómo sacar mejor provecho de estas nuevas máquinas.
En términos de la doctrina defensiva alemana, el problema de los tanques planteaba dos cuestiones distintas. Primero, ¿cómo podían las defensas alemanas ser hechas a prueba de fuerzas enemigas de tanques y de infantería?. Segundo, ¿cuál era el mejor uso defensivo de las nuevas unidades panzer alemanas? Los alemanes idearon sus respuestas a estas cuestiones dentro del esquema de la Defensa Elástica.

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DEFENSA ANTITANQUE:

Debido a que los aliados utilizaron tanques impresionantemente en 1918, los oficiales alemanes dieron seria consideración a los métodos de defensa antitanque. Arraigado en sus memorias del colapso de 1918 estaba el molesto temor de que –como Ludendorff había finalmente admitido- los tanques se habían convertido en la herramienta más efectiva para romper la Defensa Elástica Alemana. Sin embargo, el General Beck confinó este interés a los canales tradicionales.
Beck, quien en Truppenführung devolvía al Ejército Alemán a la Defensa Elástica, sostenía puntos de vista profundamente ortodoxos. Un síntoma de esta ortodoxia era la renuencia de Beck a aceptar nuevas ideas sobre la guerra de tanques. La lógica de Beck recordaba los enfáticos pronunciamientos de los oficiales alemanes en 1918 de que los tanques eran meramente molestias para una defensa elástica en profundidad apropiadamente organizada. Beck veía a las armas de combate tradicionales –infantería, artillería e incluso caballería- como decisivos, y se resistía a la noción de que las formaciones blindadas pudieran tener un impacto decisivo en el campo de batalla. Dada tal concepción, Beck estimó las medidas de defensa antitanques como secundarias para el problema central de detener los ataques de la infantería enemiga apoyados por la artillería.

Según los nuevos manuales de campaña alemanes, la clave para derrotar los ataques de armas combinadas enemigos yacía así en separar las fuerzas de tanques y de infantería enemigas. Los soldados alemanes fueron entrenados para concentrar su fuego de armas pequeñas sobre los infantes enemigos con objeto de separarlos de los tanques de apoyo. Mientras hacían trizas alas fuerzas de infantería atacantes, se suponía que los defensores alemanes esquivarían a los tanques enemigos, dejando la destrucción de estos monstruos metálicos a los equipos antitanques especialmente diseñados. Una vez que el ataque de la infantería contraria hubiera sido aplastado, cualquiera de los tanques supervivientes serían vulnerables y relativamente insignificantes. Estos tanques, irrumpiendo a través de las zonas defensivas alemanas como elefantes, podrían ser despachados casi a placer por armas antitanques situadas en la retaguardia.
Las medidas específicas prescritas para la defensa antitanque eran en su mayor parte codificaciones de prácticas de 1918. Los tanques serían neutralizados por una combinación de obstáculos, campos de minas, y armas antitanques. Aunque rifles antitanques estarían disponibles en todas las partes de las zonas defensivas alemanas, los cañones antitanques servidos por dotaciones y la artillería de fuego directo estarían generalmente localizadas en la retaguardia de la línea principal de resistencia. (El rearmado Ejército Alemán de 1939 tenía una sección antitanque de siete hombres armada con tres rifles antitanques en cada compañía de infantería. Cada regimiento de infantería también contenía una compañía antitanque, y cada división de infantería tenía un batallón antitanque divisionario de tres compañías antitanque adicionales).
Aunque las secciones antitanque podían ser destinadas a los elementos de vanguardia en ciertas circunstancias, los alemanes pensaban que estos cañones podían ser utilizados más efectivamente como un “apoyo” para los sistemas principales de trinchera de la infantería. Razonaban que estas armas antitanques de retaguardia estarían relativamente a salvo de cualquier bombardeo preliminar artillero, serían libres de oponerse a penetraciones masivas de tanques cuando fuera necesario, y podría enfrentarse a aquellos tanques sin apuro de infantería enemiga. La doctrina alemana también permitía la creación de grupos especiales de asalto antitanque compuestos por equipos pequeños de infantes que intentarían destruir los tanques enemigos con minas y cargas explosivas a corta distancia. Como siempre, se esperaba que todas las unidades alemanas contraatacaran vigorosamente con objeto de recuperar cualquier posición, incluso si había sido temporalmente invadida por tanques hostiles.

A través de los años 30, la doctrina antitanque alemana correspondió así a las técnicas primeramente elaboradas trabajosamente en 1917 y 1918. La primera tarea de las fuerzas defensoras era detener a la infantería enemiga; hecho esto, los aislados tanques enemigos estarían entonces a merced de las armas antitanques alemanas y al asalto cercano. Virtualmente, todos los escritos alemanes sobre combate antitanque en el período de entreguerras estaban basados sobre la suposición de que los tanques sin infantería eran lastimosamente vulnerables a las armas antitanques, un artículo de fe que devolvía a los difíciles últimos días de la Gran Guerra. Un general retirado alabó la habilidad de los “casi invisibles” fusileros antitanques para hacer presa sobre los tanques enemigos. Otro oficial alemán habló por muchos cuando afirmaba que la experiencia en la Guerra Civil Española confirmó que “la defensa es superior” a los tanques ya que cada duelo tanque-antitanque en España había supuestamente acabado con la victoria para los artilleros antitanques. (A pesar de que tanto en Francia como en Rusia los tanques serían presas fáciles del los antitanques alemanes debido a impericias y mal uso del tanque, esa teoría sería revertida con el diseño de tanques más pesados y a la vez ágiles)

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Uso Defensivo de los Tanques Alemanes.

Una notable omisión de la lista de armas antitanque alemanas fue el mismo tanque. El General Ludwig Ritter von Eimannsberger, un escritor prolífico sobre cuestiones antitanques, caracterizó a la mayoría de los oficiales alemanes cuando escribió en 1934 que “el principio afirmando que el tanque será la mejor arma antitanque ha sido ya sobrepasado y dado como falso”. Como otras facetas de la doctrina alemana, esta creencia provenía de los recuerdos de la Gran Guerra, en la cual los tanques alemanas no habían jugado tal papel. El diseño de tanque alemán en la década de los 30 proporcionó evidencia física de este prejuicio, ya que pocos tanques alemanes en producción antes de septiembre de 1939 montaban un cañón antitanque verdaderamente efectivo. Además, durante la I Guerra Mundial, el Ejército Alemán se había convencido de que los tanques eran “expresamente armas de ataque”. Esta opinión fue elevada a dogma en los manuales alemanes de entreguerras y fue frecuentemente reiterada por Heinz Guderian y otros entusiastas alemanes del tanque.

Aunque los panzers no fueron considerados armas antitanques en sí mismas, los alemanes desarrollaron un papel doctrinal para sus fuerzas blindadas que explotaba la naturaleza ofensiva del tanque y se conformaba pulcramente al formado de la Defensa Elástica. En batallas defensivas, las unidades panzer serían mantenidas en reserva para asestar los contraataques vitales para la defensa elástica en profundidad. La sacudida y la movilidad de los panzer prestaría peso a los contragolpes alemanes, asegurando así la aniquilación de la infantería o blindados enemigos enlodados en las zonas defensivas alemanas.
Algunos oficiales alemanes vieron en este sistema una división del trabajo bien definida entre tanques e infantería. Las unidades panzer serían utilizadas exclusivamente en papeles ofensivos, incluso dentro de escenarios defensivos. Las fuerzas de infantería, presumiblemente incapaces de mantenerse con las batallas ofensivas de maniobra visualizadas por los generales panzer, serían indispensables para propósitos defensivos debido a su capacidad para ocupar y mantener terreno. Esas fuerzas panzer podrían tener que realizar operaciones defensivas no aliviadas por divisiones de infantería alemanas, que estaban casi completamente descontadas.

Primeros Ensayos: Polonia y Francia.

Las campañas en Polonia y Francia no provocaron cambios en la doctrina defensiva alemana. Más que nada, las operaciones durante estas espectacularmente exitosas ofensivas alemanas parecieron disminuir la importancia de las precauciones defensivas. Ensartados por las acometidas panzer alemanas, los Ejércitos Polaco y Francés sucumbieron sin probar seriamente a cambio las medidas defensivas alemanas.
En cada campaña, los alemanes libraron un pequeño número de enfrentamientos defensivos. Aunque los alemanes aprendieron algunas valiosas lecciones tácticas, fueron insuficientes para instar una reevaluación de las técnicas defensivas alemanas.
Los informes tras acción de la campaña polaca revelan un descontento general con el entrenamiento y el liderazgo de pequeñas unidades dentro del Ejército Alemán. Singularmente criticadas fueron varias unidades de reservistas que por su entrenamiento y cohesión no estaban preparadas para los rigores de la Defensa Elástica. En octubre de 1939, en un memorando del Alto Mando del Ejército detallando deficiencias reveladas en Polonia, las operaciones defensivas fueron listadas como un área con necesidad de una mejora inmediata. Esta queja, sin embargo, enfatizaba la actuación en vez de la doctrina.

La campaña en Francia asimismo no fue sin sus lecciones defensivas. Más inquietante fue el ataque de tanques británico en Arras el 21 de mayo de 1940. Allí, los rápidamente en avance panzer alemanas se habían separado de su infantería acompañante. Cayendo sobre las fuerzas sin apoyo de infantería alemana, el ataque blindado británico ilustró no solamente el peligro inherente en la política alemana de facto de dar papeles ofensivos y defensivos separados a sus tanques e infantería, sino también la insuficiencia del armamento antitanque alemán. Solamente el oportuno fuego de los cañones antiaéreos de 88 mm y de los cañones de campaña de 105 mm alemanes evitaron a la infantería alemana ser totalmente superada, ya que los proyectiles de los cañones antitanques alemanes de 37 mm y de los fusiles antitanques aún más ligeros alcanzaban a los Matildas británicos sin efecto aparente. Los tanques alemanes, volviendo rápidamente tras sus pasos y regresando a la escena, fueron también superados por los tanques y cañones antitanques británicos.

La llamada cercana en Arras causó algunas ondas de interés dentro del Ejército Alemán; sin embargo, este interés no maduró hacia una reforma. Aunque las fuerzas panzer y de infantería alemanas habían estado peligrosamente divididas durante el avance hacia el Canal –una situación que sería repetida a una escala incluso más grande en Rusia- ni los franceses ni los británicos habían sido capaces de explotar esta vulnerabilidad decisivamente. Los alemanes, por consiguiente, no hicieron caso del potencial peligro.
Unas pocas nuevas divisiones de infantería motorizada fueron activadas en el año entre la caída de Francia y la invasión de Rusia, pero ni con mucho bastante para proporcionar seguridad defensiva para los panzer o tomar el relevo entre las unidades móviles y las lentas fuerzas de infantería. Ciertamente, los alemanes en poco tiempo reafirmaron el papel exclusivamente ofensivo de sus divisiones panzer: un nuevo manual de operaciones panzer publicado en diciembre de 1940 dedicaba veintiséis páginas a discutir técnicas de ataque, pero solamente dos párrafos discutían la defensa.

Más inmediatamente inquietante era el infortunado armamento antitanque alemán. Hitler ordenó que los mal armados Panzer III fueran rearmados, un reglaje que fue completado al año siguiente. Los cañones antitanque alemanes, sin embargo, no podían ser tan fácilmente reemplazados o reparados. Aunque algunos cañones franceses de 47 mm capturados y unos cuantos nuevos cañones antitanques de 50 mm fueron introducidos para incrementar los cañones antitanques de 37 mm, las armas más pequeñas (y virtualmente ineficaces) permanecieron siendo las armas antitanques primarias dedicadas servidas por una dotación de las divisiones de infantería alemanas al comienzo de Barbarroja. Como medida cautelar interina, las unidades de artillería de campaña alemanas pusieron un mayor énfasis en enfrentamientos antitanques a corta distancia durante el entrenamiento en la primavera de 1941.

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VISIÓN de CONJUNTO: La Doctrina Alemana en Vísperas de Barbarroja.

Antes del comienzo de la Operación Barbarroja en 1941, el Ejército Alemán se adhirió a la doctrina defensiva originalmente desarrollada para encargarse de las condiciones del campo de batalla de la I Guerra Mundial. Aunque temporalmente apartada a un lado en la década de los 20 durante la búsqueda de la última novedad de la maniobra ofensiva, las prácticas defensivas conservadores de 1918 habían sido reincorporadas en el Ejército Alemán a mediados de los 30. Esta doctrina defensiva se concentraba en detener los ataques de infantería enemigos por medio de una defensa en profundidad consistente en una serie de zonas defensivas. Dentro de estas zonas, las fuerzas de infantería enemigas serían derrotadas por la potencia de fuego, la maniobra táctica y el contraataque vigoroso.

En la tradición de 1918, los tanques eran considerados como una amenaza inferior que la infantería enemiga. Las medidas antitanque alemanas siguieron los esbozos de 1918: "los tanques enemigos tendrían que ser despojados de su infantería acompañante; su avance sería obstruido por minas y obstáculos; y una mezcla de fuego directo de artillería, fuego antitanque, y asaltos a corta distancia individuales destruirían a aquellos tanques que realmente penetraron las posiciones defensivas alemanas."
Las unidades de tanques alemanas no tenían otro papel defensivo que el de asestar contraataques donde era necesario para ayudar a aplastar las penetraciones enemigas. (ESTO ES CLAVE PARA FUNDAMENTAR MI UCRONÍA)

Sin importar sus defectos potenciales, esta doctrina se ajustaba a la estructura de los ejércitos alemanes de 1941. Aparte de sus pocas unidades panzer, la Wehrmacht era tan abrumadoramente pedestre como lo había sido el Ejército Imperial Alemán de 1918.
La Defensa Elástica se ajustaba a las habilidades, capacidades y disposición de esta considerada habilidosa fuerza basada en la infantería. En vísperas de la II Guerra Mundial, los observadores militares extranjeros concluyeron correctamente que, con respecto a la doctrina defensiva, los “manuales de entrenamiento alemanes [muestran] que el nuevo Ejército Alemán aceptó el legado de la experiencia de guerra de sus predecesores incondicionalmente”.
La doctrina de la Defensa Elástica alemana realizó las siguientes suposiciones sobre la guerra moderna, y éstas serían severamente probadas en la campaña contra Rusia.
• El peso de sostener cualquier combate defensivo sería soportado por las divisiones de infantería, solamente apoyadas según sea necesario por panzers mantenidos en reservas para contraatacar.
• Cantidades suficientes de soldados de infantería alemanes estarían disponibles en situaciones defensivas para organizar una defensa cohesiva en profundidad.
• La principal amenaza sería planteada por las fuerzas de infantería enemigas, y por consiguiente, cualquier defensa alemana debería estar dispuesta primordialmente con miras a derrotar un ataque desmontado.
• A los comandantes alemanes en operaciones defensivas se les permitirá la flexibilidad para seleccionar posiciones y realizar la defensa de manera “elástica” como había sido lo acostumbrado en 1918.

Ninguna de estas suposiciones habían sido desmentidas en las campañas de 1939 o 1940. Sin embargo, durante los dos primeros años de la campaña rusa, el Ejército Alemán realizó grandes operaciones defensivas bajo circunstancias que invalidaban a todas ellas.

La verdad que Rusia puso "patas para arriba" la doctrina defensiva alemana y obligó a un costoso replanteo y aprendizaje.

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BARBARROJA. La iniciativa alemana.

La mayor campaña terrestre de la II Guerra Mundial comenzó el 22 de junio de 1941 cuando Adolf Hitler ordenó a los ejércitos alemanes que avanzaran hacia el este contra la Unión Soviética. Confiando en que la Operación Barbarroja acabaría en una rápida victoria ofensiva sobre los rusos, los alemanes no estaban preparados para el prolongado y salvaje conflicto que siguió. La falta de preparación alemana se mostró de varias formas. La planificación estratégica fue fortuita, el apoyo logístico fue insuficiente, y dada la magnitud del teatro de operaciones y del enemigo, el número de divisiones alemanas empleadas era completamente inadecuado.

El primer año de la Guerra Ruso-Alemana consistió en dos fases separadas. La primera fase –la iniciativa alemana- duró desde el 22 de junio hasta la primera semana de diciembre de 1941. Durante este período, tres grupos de ejércitos alemanes, abarcando a más de tres millones de hombres, marcharon hacia Leningrado, Moscú y Rostov. La segunda fase –la iniciativa soviética- comenzó a finales de 1941, cuando los ataques finales alemanes se detuvieron abruptamente a corta distancia de Moscú. Desde comienzos de diciembre hasta la primavera siguiente, los soviéticos hicieron retroceder a los alemanes con una serie de furiosas contraofensivas.

Las operaciones defensivas alemanas jugaron un gran papel en cada fase. Los relatos de los espectaculares primeros éxitos de Barbarroja tienden a oscurecer el hecho de que estas victorias ofensivas frecuentemente requirieron duros combates defensivos por parte de unidades alemanas. Una vez que las contraofensivas soviéticas de invierno comenzaron, las operaciones militares alemanas fueron, por supuesto, casi enteramente defensivas.

En ambas fases, el Ejército Alemán fue mayormente incapaz de ejecutar las técnicas defensivas prescritas por la doctrina alemana. Según los ejércitos alemanes avanzaban desde junio a diciembre de 1941, la postura de despliegue de las divisiones alemanas estuvo gobernada por consideraciones ofensivas más que defensivas.

Consecuentemente, las unidades alemanas rara vez tuvieron la ocasión o la inclinación de organizar la clase de cuidadosa defensa en profundidad descrita en sus manuales de entrenamiento. Asimismo, las operaciones defensivas alemanas durante las contraofensivas soviéticas de invierno rara vez se conformaron a los procedimientos de Truppenfünrung. Las limitaciones impuestas por el terreno y el clima; la crítica escasez de hombres, suministros y equipos en el frente; y la reluctancia de Hitler de permitir cualquier retirada de elementos de vanguardia impidieron una implementación general de la Defensa Elástica. En lugar de ello, las divisiones alemanas en batalla recurrieron a métodos defensivos viables dictados por las excepcionales condiciones en las cuales se hallaban.

(Esto es clave para el desarrollo de mi ucronía, ya que refuerza mi idea de pasar a cuarteles de invierno, de armar defensas en profundidad y de llevar las divisiones Panzer a la retaguardia para respetar la Doctrina Defensiva Alemana).
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Los Aspectos Defensivos de la Guerra Relámpago.

Para evitar la disipación de una guerra en dos frentes, el Alto Mando Alemán esperaba “aplastar a la Rusia Soviética en una campaña relámpago” durante el verano de 1941. La clave para esta rápida victoria residía en destruir “el grueso del Ejército Ruso estacionado en la Rusia Occidental… mediante atrevidas operaciones encabezadas por puntas de lanza blindadas penetrando profundamente”. Para lograr este objetivo, los alemanes planearon atrapar a los ejércitos soviéticos en una serie de “bolsas” rodeadas.
Esta estrategia no solamente cortaría a las numéricamente superiores fuerzas soviéticas en pedazos manejables, sino que también evitaría que los soviéticos prolongaran las hostilidades ejecutando una retirada estratégica hacia el vasto interior ruso. En las batallas de apertura de la campaña, los alemanes utilizaron las tácticas Keil und Kessel (la cuña y el caldero) para efectuar el cerco y destrucción del Ejército Rojo en la Rusia occidental. Tras penetrar las defensas soviéticas, las fuerzas alemanas rápidamente avanzando –sus puntas de lanza Keil formadas por cuatro grupos panzer independientes- encerrarían al enemigo dentro de dos anillos concéntricos. El primer anillo sería cerrado por las fuerzas panzer en cabeza y aislaría al enemigo. Siguiendo de cerca los pasos de los elementos motorizados, las divisiones de infantería marchando a pie formarían un segundo anillo interior alrededor de las atrapadas unidades soviéticas.
De cara hacia dentro, estas fuerzas de infantería alemanas sellarían a los combatientes rusos, conteniendo cualquier intento de huída hasta que el caldero, o bolsa, pudiera ser liquidado. Mientras tanto, las fuerzas móviles en el anillo más ancho de cara hacia fuera, simultáneamente pararía cualquier ataque de relevo enemigo mientras se preparaban para un nuevo golpe ofensivo una vez que la aniquilación de la bolsa fuera completada.

Generalmente, en maniobras ofensivas, los alemanes buscaban situar a sus unidades en una posición desde la cual pudieran realizar operaciones defensivas tácticas. Así, los alemanes podían disfrutar de las ventajas de la iniciativa estratégica u operacional y de los beneficios de la defensa táctica. Fieles a este principio, las operaciones de cerco realizadas durante Barbarroja contenían grandes componentes defensivos. Una vez que un Kessel era formado, la misión temporal de los anillos panzer y de infantería era defensiva: el anillo interno (infantería) bloqueaba la huída enemiga, mientras que el externo (blindados) vedaba el rescate enemigo. El combate defensivo que asistía a la formación y liquidación de estas bolsas revelaba, sin embargo, serios problemas en aplicar la doctrina defensiva alemana.

Temibles en el ataque, las divisiones panzer alemanas eran impropias para misiones defensivas estáticas debido a su falta relativa de infantería. La doctrina defensiva alemana de preguerra había vislumbrado utilizar a la infantería para el combate defensivo y utilizar a las unidades panzer en reserva para contraataques, un papel en proporción con su supuestamente naturaleza ofensiva. Las divisiones panzer ni estaban entrenadas ni organizadas para combatir defensivamente sin apoyo de infantería. Sin embargo, durante los profundos y rápidos avances de Barbarroja, los panzer alemanas rutinariamente se extendían muy por delante de la infantería en marcha y estaban por consiguiente combatiendo defensivamente por sí mismas.

Durante sus profundos cercos, las divisiones panzer incluso encontraron que su propia autodefensa era un problema. El Mariscal de Campo Erich von Manstein, al describir sus experiencias como comandante de un cuerpo panzer en Rusia durante el verano de 1941, observó que “la seguridad de una formación de tanques operando en la retaguardia enemiga [depende] grandemente en su capacidad de mantenerse en movimiento. Una vez que se detiene, será inmediatamente atacada por todos los lados por las reservas del enemigo”. La posición de tal unidad panzer estacionaria, añadía Manstein, puede ser mejor descrita como “arriesgada”. Para defenderse, una unidad panzer detenida se acomodará en un laager defensivo llamado erizo. Estos erizos proporcionaran seguridad en todo el alrededor para los panzers estacionarios y sirvieron para posiciones defensivas nocturnas así como para paradas de resuministro.

Los erizos panzer resolvieron el problema de la autodefensa pero no sirvieron para controlar amplios trechos de territorio. Las tácticas ofensivas alemanas de Keil und Kessel, sin embargo, requerían que las divisiones panzer envolventes controlaran el terreno desde una postura defensiva: primero, hasta que la infantería que le seguía pudiera echar un nudo corredizo alrededor del enemigo rodeado y luego como una barrera contra los ataques de relevo de las reservas enemigas. Como es lógico, las divisiones panzer a menudo tenían dificultad en realizar estas dos tareas.

En al menos una ocasión, por ejemplo, una unidad panzer sitiadora alemana tuvo realmente que defenderse de ataques simultáneos desde sus frentes interno y externo. La 7° División Panzer, habiendo justo cerrado el anillo inicial en torno a la bolsa de Smolensk, se enfrentó a tal crisis el 1 de agosto de 1941. El General Franz Halder, el jefe del estado mayor del Alto Mando del Ejército, escribió taciturno en su diario personal que “no necesitamos apenas sorprendernos si la 7 División Panzer finalmente es mal herida”.

Idealmente, las divisiones de infantería motorizada alemanas debían de haber ayudado a los panzers en situaciones defensivas. Sin embargo, en 1941, el número de divisiones motorizadas era demasiado escaso y el alcance de las operaciones demasiado grande para que esto ocurriera en la práctica. (Como todos sabemos la falta de fuerzas mecanizadas y de un ejército hipomóvil fue uno de los motivos del fracaso de Barbarroja).

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Hasta ser relevadas por la infantería, las divisiones panzer alemanas estaban duramente presionadas para contener a las fuerzas enemigas rodeadas. Según las unidades del Ejército Rojo intentaban escapar de una bolsa, los panzer alemanes tenían continuamente que ajustar sus líneas para mantener la presión concéntrica sobre las retaguardias soviéticas y para bloquear grandes esfuerzos de huída.
La contención de tal “bolsa errante” requería un movimiento casi constante por las divisiones panzer, un proceso que impedía incluso que las unidades de infantería divisionarias formaran más que apresuradas posiciones defensivas. Aún así, hasta que las siguientes divisiones de infantería se acercaran, el anillo panzer alrededor de un Kessel permanecía extremadamente poroso. Como consecuencia, muchas tropas soviéticas evitaron caer prisioneras de guerra de los alemanes simplemente filtrándose a través de la línea del piquete del erizo. Aunque las divisiones panzer hicieron lo mejor para desorganizar estas partidas con fuego de artillería e incursiones ocasionales de tanques, los comandantes alemanes admitieron que grandes cantidades de rusos lograron deslizarse a través de las líneas alemanas.

Los ataques de relevo soviéticos plantearon problemas de tipo diferente para las unidades panzer alemanas. Mientras los alemanes se dedicaban a formar y digerir un Kessel particular, las unidades soviéticas fuera de la bolsa a menudo tenían tiempo de reunir a sus cerebros operacionales y organizar un contragolpe coordinado. Cuando se asestaban, estos contraataques caían fuertemente sobre el anillo externo de los blindados alemanes. Las unidades panzer actuaban mejor en estas circunstancias, ya que podían a menudo utilizar su propia movilidad y efecto de choque para atacar a los soviéticos que se aproximaban.

Sin embargo, el problema defensivo alemán era grandemente complicado cuando los contraataques soviéticos incluían tanques modelos T-34 o KV, los cuales eran virtualmente invulnerables al fuego de los tanques alemanes. El apuro de los blindados alemanes en estas circunstancias podría haber sido verdaderamente desesperado si no hubiera sido por el apoyo de las baterías antiaéreas adjuntas de la Luftwaffe proporcionadas a la mayoría de las divisiones panzer. Originalmente asignadas a las divisiones en la punta de lanza para protegerlas contra los ataques aéreos soviéticos, estas baterías de la Luftwaffe –y especialmente los cañones antiaéreos de 88mm de alta velocidad- tuvieron su misión primaria gradualmente alterada desde la defensa aérea al apoyo terrestre. Aunque las unidades blindadas alemanas fueron así generalmente exitosas en repeler contraataques, el peso total de estos intentos coordinados de relevo –especialmente cuando estaban apoyados por los tanques soviéticos más pesados- golpeó duramente a las divisiones panzer como ningún otro combate en la guerra lo había aún hecho.

Las divisiones de infantería alemanas, andando pesadamente adelante a la estela de las vanguardias motorizadas, tenían la doble responsabilidad de proporcionar apoyo oportuno para las puntas de lanza blindadas y al mismo tiempo guardar los flancos del avance alemán contra contraataques soviéticos. El General Halder describió a la infantería en marcha como una pantalla defensiva de “cinta transportadora” a lo largo de la cual unidades sucesivas pasaban en ruta hacia las batallas del Kessel en el frente. La infantería alemana avanzaban a un ritmo de marcha forzada con objeto de alcanzar a las fuerzas móviles tan rápidamente como fuera posible. (Aquellas divisiones de infantería que marchaban inmediatamente a la retaguardia de los grupos panzer eran especialmente abusadas al ser desviadas hacia carreteras secundarias con objeto de evitar congestionar las arterias de suministro de los veloces panzers).
Como las fuerzas panzer, las unidades de infantería alemanas tenían sus propias dificultades defensivas. La premura del avance de la infantería reducía la eficacia defensiva, ya que había poco tiempo para organizar posiciones defensivas. De acuerdo con la doctrina publicada alemana, las unidades de infantería intentaron situar sus
emplazamientos en las laderas inversas de colinas y montes y aguantar con desenvoltura para expulsar a las fuerzas enemigas penetrantes con contraataques inmediatos. Como regla general, sin embargo, solamente apresuradas posiciones defensivas podían ser preparadas durante las paradas, e incluso entonces, las unidades de infantería permanecían desplegadas más en posición de marcha que en las alineaciones especificadas por la Defensa Elástica.

Si bien el avance de la infantería era rápido, las unidades de infantería no recibieron la misma clase de protección a los contraataques soviéticos que la movilidad proporcionaba a las unidades motorizadas. Desde el comienzo de la campaña, los contragolpes soviéticos eran casi un suceso diario para las unidades de infantería alemanas. Una temprana directiva del Alto Mando Soviético ordenaba al Ejército Rojo contraatacar en cada oportunidad. Esta directiva continuó animando las tácticas soviéticas a lo largo del verano y del otoño de 1941.
Para suministrar fuego protectivo adicional para las unidades de infantería alemanas en marcha, las baterías de artillería de diversos calibres fueron espaciadas a todo lo largo de las columnas de marcha. Al proporcionar apoyo de fuego de respuesta a las unidades cercanas, estas baterías simplificaron el por otro lado complejo problema del control de fuego para fuerzas de infantería dispersas, en movimiento y ocasionalmente entremezcladas. En algunas unidades, improvisadas escuadras de combate antiaéreas, consistente en 2 cañones antiaéreos de 88 mm y 3 de 20 mm, fueron también distribuidas entre las fuerzas terrestres de infantería para reforzar el poder de fuego defensivo. Además, la dispersión de las unidades de artillería y antiaéreas a lo largo de las columnas divisionarias redujo la vulnerabilidad de los cañones al ataque terrestre –una consideración importante en el caos de junio y julio de 1941 cuando unidades del Ejército Rojo sorteadas o sobrepasadas aparecían a menudo inesperadamente a lo largo de la ruta de marcha.
El posicionamiento de unidades de artillería y antiaéreas en las columnas de marcha de la infantería también prestó potencia de fuego antitanque adicional a los soldados de a pie. Al igual que los panzer en cualquiera otra parte, la infantería hallaba sus cañones antitanques y rifles antitanques inefectivos contra cualquiera de los tanques soviéticos excepto los más ligeros. El resultado, como un comandante alemán escribió, fue que “la defensa contra los tanques enemigos tenía que ser dejada a los pocos cañones antiaéreos de 88 mm disponibles, a los cañones medios de 105 mm, y a la artillería divisionaria”. Aunque el uso de artillería en un papel antitanque y de fuego directo era consistente con la doctrina alemana en Truppenführung –y estaba, en cuanto a eso, de acuerdo con las prácticas alemanas de 1917 y 1918- la experiencia antitanque fue desagradable para los artilleros alemanes. Las piezas de artillería alemanas y sus arcones de armas eran incómodos, tenían siluetas elevadas, y eran demasiadas valiosas para ser arriesgadas en duelos rutinarios con tanques soviéticos.

Dada la anémica potencia de fuego de los antitanques alemanes y la renuencia de los artilleros, el soldado de infantería alemán a menudo se convirtió en el arma antitanque de última instancia. Los informes de combate alemanes hablan frecuentemente de tanques soviéticos siendo destruidos en combate cuerpo a cuerpo por soldados de infantería alemanes utilizando minas y racimos de granadas. Tal heroísmo exigió un elevado precio, y las fuertes bajas de infantería a menudo resultaron cuando tanques soviéticos realmente invadían posiciones alemanes. El 10 de julio, por ejemplo, el Once Ejército Alemán informó que elementos de su 198 División de Infantería habían sido cogidos sin apoyo antitanque y quedaron maltrechos por un fuerte ataque de tanques. Como es lógico, tales incidentes provocaron que algunas unidades de infantería alemanas se inquietaran haciendo frente a asaltos de tanques. La experiencia resultó ser el mejor tónico para este estado: los comandantes de división alemanes informaron que cualquier miedo persistente a los tanques desapareció después de la primera derrota exitosa de una acometida de tanques rusa.
Una de las primeras acciones antitanque libradas por la infantería alemana en la II Guerra Mundial sucedió el 25-26 de junio cerca de Magierov. Allí, la 97 División de Infantería Ligera Alemana desplegó apresuradamente a sus fuerzas de infantería y de artillería en profundidad para derrotar a un ataque de tanques soviéticos del tamaño de una división. En este enfrentamiento, los contingentes de tanques y de infantería rusos fueron separados y luego aniquilados en una aplicación de libro de texto de la técnica antitanque alemana.


Durante los primeros meses de Barbarroja, la infantería alemana libró algunos de sus combates defensivos más duros mientras contenía a las unidades soviéticas rodeadas. Las tácticas Keil und Kessel requerían que las divisiones de infantería alemanas redujeran a las fuerzas rusas embolsadas mediante presión ofensiva y también bloquear los frenéticos intentos rusos de huída.
Uno de los primeros enfrentamientos defensivos de la campaña fue ampliamente reportado en ser reportado ampliamente por la prensa alemana ilustra la difícil táctica de estas batalla. Mientras obstruía la escapada hacia el este de unidades del Ejército Rojo del Kessel de Bialystok durante la noche del 29-30 de junio, el 82 Regimiento de Infantería (31 División de Infantería) fue objeto de ataques sucesivos de fuerzas de infantería, caballería y tanques rusas. Este regimiento alemán había sido incapaz de establecer una defensa en profundidad o incluso una línea defensiva continua debido a la anchura extrema –más de diez kilómetros- del sector regimental. Los furiosos asaltos soviéticos realizados a lo largo de la noche penetraron la línea alemana en varios puntos, y algunas unidades alemanas se encontraron atacadas simultáneamente desde frente, flancos y retaguardia. De hecho, la situación llegó a ser tan crítica que el personal del cuartel general regimental y el personal de comunicaciones tuvieron que combatir como infantería para evitar que las líneas alemanas fueran completamente invadidas. Aunque los alemanes lograron evitar una ruptura a gran escala de su frente defensivo, no pudieron bloquear la huída de pequeñas bandas de tropas soviéticas que, abandonando sus armas más pesadas y equipo, se deslizaron a través de las líneas alemanas durante el caos del combate.

Afortunadamente para los alemanes, los contraataques rusos durante las primeras semanas de Barbarroja eran frecuentemente descoordinados y carecían de sofisticación táctica. La acometida sorpresa alemana había cogido al Ejército Rojo en un estado de desarreglo, y la velocidad y profundidad del avance alemán evitaron que los rusos recobraran su equilibrio operacional. Como resultado, los contraataques soviéticos a menudo se tambaleaban hacia delante de manera fragmentada, con poca cooperación efectiva entre armas de apoyo o unidades adyacentes. Las unidades atacantes en las primeras semanas de julio contra los flancos sostenidos por la infantería del Grupo de Ejércitos Sur Alemán, por ejemplo, utilizaron tácticas que eran “singularmente pobres.

Los fusileros en camiones lado a lado con tanques [avanzando] contra nuestra línea de fuego, y el resultado inevitable [fue] bajas muy elevadas al enemigo”. Un general alemán, informando de sus observaciones del frente al General Halder, describió el método de ataque ruso como “un bombardeo de artillería de tres minutos, luego una pausa, luego la infantería atacando como mucho con una profundidad de doce filas, sin apoyo de armas pesadas. Los rusos [comenzaban] dando vítores desde lejos. [Hubo] bajas rusas increíblemente elevadas”.

A finales de julio, el Ejército Alemán había triunfalmente concluido las batallas de cerco diseñadas para destruir a las fuerzas soviéticas en Rusia occidental. Mientras hacían trizas a los soviéticos con operaciones ofensivas de guerra relámpago, las unidades alemanas habían librado una gran cantidad de enfrentamientos defensivos tácticos. Las fuerzas alemanas habían sido generalmente exitosas en estas acciones, aunque las condiciones de combate les habían permitido raramente el completo uso de la doctrina estándar alemana.
En lugar de estar decisivamente aplastada, sin embargo, la resistencia militar soviética continuó sin reducir. A pesar de la destrucción de varios ejércitos rusos en cercos en Bialystok, Minsk y Smolensk, así como en bolsas menores en otros sitios, Halder admitió que “la situación global pone en claro incesantemente que habíamos menospreciado al Coloso Ruso… Al comienzo de la guerra contamos alrededor de 200 divisiones enemigas. Ahora, hemos ya contado 360. Estas divisiones ciertamente no
están armadas y equipadas de acuerdo a nuestros estándares, y su liderazgo táctico a menudo es pobre. Pero allí están, y si aplastamos a una docena de ellas, los rusos simplemente ponen otra docena”.
Como toda la estrategia alemana para Barbarroja había apostado en destrozar la resistencia soviéticas en unas cuantas batallas de cerco, la prolongada acometividad soviética confundió a la planificación alemana y provocó una reconsideración estratégica del Alto Mando Alemán.
Esta reconsideración estratégica forjó la siguiente serie de batallas defensivas libradas por los soldados alemanes en Rusia.

Continuará.


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Mensaje por Super Mario »

La Estrategia Alemana Reconsiderada.

A finales de julio de 1941, el liderazgo alemán estaba perplejo por la situación estratégica sobre el terreno. En apenas cinco semanas de campaña, los ejércitos alemanes comenzaban a actuar torpemente en la inmensidad del espacio ruso. El teatro de operaciones ruso era tan inmenso –y cada vez más amplio según los alemanes avanzaban hacia el este- que la fuerza concentrada alemana solamente podía ser aplicadas en unas cuantas áreas. La proporción global de fuerza alemana para el espacio ruso era tan baja, de hecho, que una línea continua de frente alemana no podía ser mantenida. En lugar de ello, brechas considerables rutinariamente se abrían entre las grandes unidades alemanas. También, sustanciales obstáculos geográficos dividieron a los grupos de ejércitos alemanes: la región de los Pantanos del Pripyat quedaba entre los Grupos de Ejércitos Centro y Sur, mientras que bosques, riachuelos y malas carreteras reducían el movimiento lateral dentro y entre los Grupos de Ejércitos Norte y Centro.
Las unidades alemanas se separaron peligrosamente en profundidad así como también en anchura. Las diferencias de movilidad entre los elementos motorizados y no motorizados de la Wehrmacht provocaron que los alemanes avanzaran, de hecho, en dos escalones distintos. Durante las batallas fronterizas de cerco, los alemanes habían manejado esta disparidad a través de sus tácticas Keil und Kessel. Sin embargo, las extendidas distancias sobre las cuales ahora los alemanes operaban agravaron este problema, abriendo grandes abismos entre los panzer en avance y la infantería que le seguían. Progresivamente, las fuerzas alemanas no solamente avanzaron separadamente sino que también combatieron separadamente.

Las áreas abiertas entre las unidades alemanas estaban, por supuesto, pobladas por unidades del Ejército Rojo sobrepasadas, y estas brechas constituían puntos débiles que podían ser fácilmente explotados por contraataques rusos. Ya en la campaña, fuerzas del Ejército Rojo sobrepasadas habían emboscado a la 268 División de Infantería Alemana, saliendo en estampida las tropas alemanas. Este incidente había ocasionado la captura de una parte de la artillería de la división y había causado consternación en el Alto Mando Alemán.
El aturdimiento de la posición alemana no fue perdida en los soviéticos. El 19 de julio, el Grupo de Ejércitos Centro informó de la captura de una orden rusa “indicando que el Alto Mando Ruso [está] teniendo como meta separar a los blindados alemanes del apoyo de la infantería realizando ataques entre ellos”. Halder descartó esto como “un esquema muy bonito, pero que en la práctica es algo que solamente puede ser llevado a cabo por un oponente superior en número y generalato”. Halder no podía imaginar a los rusos aplicando tal técnica contra los alemanes.

Hitler era menos sanguíneo que Halder en su evaluación de la vulnerable posición alemana. En julio, para desesperación del General Halder y del Mariscal de Campo Walther von Brauchitsch, comandante en jefe del Ejército Alemán, Hitler comenzó a reanudar la interferencia entrometida en las operaciones tácticas que había practicado en la campaña francesa. Dirigió el desvío de unidades alemanes para “poner en orden” y asegurar los flancos alemanes contra los contingentes acechadores del Ejército Rojo. Hitler llevó esta idea más allá a mediados de julio, restando importancia a las operaciones a gran escala a favor de aplastar al enemigo “fragmentariamente mediante pequeñas operaciones tácticas”. Explicando el concepto del Führer durante una visita al cuartel general del Grupo de Ejércitos Centro el 25 de julio, el Mariscal de Campo Wilhelm Keitel, del Alto Mando Alemán, anunció que, por lo pronto, las operaciones alemanes se concentrarían en acciones de limpieza a pequeña escala. Estas acciones completarían la destrucción de aquellos elementos del Ejército Rojo que habían escapado al cerco y a la destrucción en las batallas Kessel y asegurarían los flancos alemanes para futuras operaciones. Además, Keitel explicó el alcance más pequeño de estas operaciones reducirían la distancia entre los tanques y la infantería alemanes, reduciendo por consiguiente las fuertes bajas por combate inflingidas sobre los panzers sin apoyo por los contraataques soviéticos.

Brauchitsch, Halder, y otros oficiales superiores estaban vehemente en desacuerdo con los propósitos de Hitler, argumentando que tales políticas violaban los principios de concentración y maniobre decisiva. Urgieron, en lugar de ello, una marcha inmediata sobre Moscú, que consideraban como la yugular militar, política y económica de la Unión Soviética. Tal oposición fuerte y casi unánime provocó que Hitler vacilara temporalmente, y como resultado, emitió una serie de directivas estratégicas conflictivas entre el 30 de julio y la parte final de agosto.
Mientras los alemanes discutían la estrategia, los soviéticos demostraron que podían, de hecho, explotar las fisuras en el frente alemán. Durante la segunda semana de agosto, poderosas fuerzas rusas (el Treinta y Cuatro Ejército y partes del Once Ejército) avanzaron en una brecha entre los X y II Cuerpos Alemanes, al sur del Lago Ilmen.
Avanzando hacia el norte y el oeste desde el área sur de Staraya Russa, los rusos avanzaron casi sesenta kilómetros el 14 de agosto y amenazaron no solamente el flanco del X Cuerpo Alemán sino todas las comunicaciones de retaguardia del Dieciséis Ejército y del Grupo de Ejércitos Norte. Trabadas en un desesperado combate defensivo, las divisiones del X Cuerpo Alemán no pudieron establecer una defensa elástica en profundidad debido a la extensión del frente y a una severa escasez de reservas. Además, ya que los elementos motorizados del Grupo de Ejércitos Norte estaban concentrados en el 4 Grupo Panzer en el área norte del Lago Ilmen, ningún panzer estaba disponible para contraatacar las penetraciones enemigas como había sido ideado en Truppenführung. El Mariscal de Campo von Leeb, comandante del Grupo de Ejércitos Norte y autor de artículos de preguerra sobre operaciones defensivas, dio un sombrío informe de situación para el Estado Mayor del Ejército el 18 de agosto. Halder escribió en su diario: “Cuadro muy sombrío de la situación en el X Cuerpo. El último hombre ha sido lanzado al combate; las tropas están exhaustas. El enemigo continúa presionando al norte de Staraya Russa. Solamente las compañías de ingenieros quedan para su empleo. El General al mando del X Cuerpo y el Comandante en Jefe del Grupo de Ejércitos Norte creen que serán afortunados si este frente se mantiene otro día”.

Hitler estaba sumamente agitado por este golpe soviético y creó revuelo en el Alto Mando Alemán ordenando frenéticamente que las unidades móviles fueran sacadas de otros sectores para ocuparse de esta nueva emergencia. El XLVI Cuerpo Panzer de Manstein (la 3 División de Infantería Motorizada y la División Motorizada Waffen SS Totenkopf) fue destacado del 4 Grupo Panzer y llevado en una tortuosa marcha hacia atrás para atacar el flanco oeste enemigo el 19 de agosto. Este contragolpe por sorpresa rápidamente provocó que la ofensiva soviética se colapsara.

Aunque los alemanes podían reclamar la victoria en esta batalla –la primera crisis defensiva sustancial en el Frente Ruso- tuvo poco parecido a la impecable doctrina alemana de la Defensa Elástica. La amplitud del frente y la escasez de fuerzas habían privado a los alemanes de su profundidad defensiva deseada y de reservas listas.
Consecuentemente, la línea defensiva alemana había permanecido en peligro inminente de colapso hasta que fue salvada por el contraataque de la fuerza mecanizada de Manstein. Incluso este uso de fuerzas móviles alemanas había sido más propiamente una contraofensiva que un contraataque, ya que había sido situado y asestado aparte de la batalla defensiva por sí
.
El 21 de agosto, Hitler clarificó la estrategia alemana ordenando nuevos avances ofensivos en ambas alas del Frente del este. En el área del Grupo de Ejércitos Norte, las fuerzas alemanas atacarían hacia Leningrado para aislar esta ciudad y enlazar con los finlandeses al este del Lago Ladoga. Más al sur, incluso elementos más fuertes avanzarían hacia el sur desde el flanco derecho del Grupo de Ejércitos Centro para rodear y aniquilar a los ejércitos soviéticos que se enfrentaban al Grupo de Ejércitos Sur en el saliente de Kiev. Esta última acción abriría el camino hacia Crimea, el área industrial de la cuenca del Don y a las regiones productoras de petróleo del Cáucaso. El Grupo de Ejércitos Centro, que desde la segunda mitad de julio había estado primordialmente ocupado en combates defensivos mientras intentaba consolidar y reequipar a sus divisiones, asumiría una postura categóricamente defensiva con el resto de sus fuerzas.
Hitler justificó esta controvertida nueva estrategia sobre dudosos argumentos económicos y políticos, decidiendo por consiguiente en contra de los puntos de vista puramente militares de sus oficiales superiores. La reciente ofensiva soviética cerca de Staraya Russa probablemente había ayudado a Hitler a tomar su decisión demostrando el peligro de dejar intactas fuerzas soviéticas en los flancos del Grupo de Ejércitos Centro. A este respecto, el curso de acción decidido por Hitler –muy criticado por oficiales alemanes en los últimos años como quizás el error decisivo de la II Guerra Mundial- parecía militarmente prudente ya que erradicaba, de una vez por todas, las amenazas para los flancos alemanes.

Continuará.


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Mensaje por ogma »

Bueno leyendo el libro de Liddel Hart sobre estrategia, justamente ayer en al noche leí sobre Barbarroja. La defensa elástica era la mejor maniobra que tenían, en especial cuando von Manstein la aplicaba. Hubo muchas oportunidades de desequilibrar a los rusos pero las ideas absurdas de Hitler sobre siempre estar a laofensiva arruinó los planes. Para el nivel de maniobra y movilidad,la defensa elástica se convirtió siempre en lamejor doctrina, no así laestática que además tendía a ser menos efectiva por la superioridad numérica rusa.

Así que una sola doctrina no había, y ciertmente los grandes generales no abogaban por la estática pero la necedad de Hitler de no ceder terreno hizo que le desbarataran sus ejércitos cuando pudo maniobrar efectivamente.

Por cierto,compre el libro Truppenführung en estados unidos, aun no me llega,espero encontrar excelente información ahí.


ogma
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Mensaje por ogma »

Lástima que este gratis en inglés jajaja, y aquí en México no lo venden en español.


Super Mario
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Mensaje por Super Mario »

ogma escribió:Bueno leyendo el libro de Liddel Hart sobre estrategia, justamente ayer en al noche leí sobre Barbarroja. La defensa elástica era la mejor maniobra que tenían, en especial cuando von Manstein la aplicaba. Hubo muchas oportunidades de desequilibrar a los rusos pero las ideas absurdas de Hitler sobre siempre estar a laofensiva arruinó los planes. Para el nivel de maniobra y movilidad,la defensa elástica se convirtió siempre en lamejor doctrina, no así laestática que además tendía a ser menos efectiva por la superioridad numérica rusa.

Así que una sola doctrina no había, y ciertmente los grandes generales no abogaban por la estática pero la necedad de Hitler de no ceder terreno hizo que le desbarataran sus ejércitos cuando pudo maniobrar efectivamente.


Es cierto, tanto lo exitoso que resultó Manstein en sus defensas elásticas, como que no había una sola doctrina, sino una adaptación sobre la marcha en base a prueba/error de lo que iba aconteciendo en la guerra con los rusos. Obviamente que la doctrina defensiva alemana en 1941 no era la misma en 1944.
Como toda doctrina, por un carril más idealista viaja la teoría y por un carril más pedestre viaja la realidad. En base a la aplicación de la doctrina y a los efectos de la realidad se produciría un proceso de retroalimentación, que dependería de la sabiduría de aprender de los generales alemanes.

De una cosa estoy seguro: Hitler estaría ajeno a todo esto, ya que él vivía en la irrealidad del Berghoff.
Justamente Manstein fue uno de los que pagó con su destitución sus retiradas estratégicas, cuando Hitler bogaba por "no retroceder ni un centímetro".

Saludos estimado ogma. :militar-beer:


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Mensaje por Super Mario »

PROBLEMAS DE LOGÍSTICA

El poder de combate alemán fue adversamente afectado también por las consideraciones logísticas. Las reservas disponibles de combustible, alimentos y munición habían descendido a unos niveles peligrosamente bajos en muchas unidades, y las entregas de suministros se estaban volviendo más erráticas según aumentaban las distancias. Las execrables carreteras rusas se estaban cobrado un duro precio en las unidades móviles por lo que los tanques y otros vehículos a motor alemanes necesitaban desesperadamente mantenimiento extensivo. (Increíblemente, a lo largo de julio, Hitler había ordenado que los tanques de reemplazo fueran retenidos desde el este para construir nuevas divisiones para uso posterior en otro sitio. Esta política complicó el ya difícil mantenimiento y los problemas de reemplazo de equipamiento de las divisiones panzer). Los reemplazos de personal alemanes –originalmente medidos para una campaña corta- escaseaban. También, el reemplazo de armas perdidas y otro equipamiento procedía lentamente: la economía de guerra alemana no había sido preparada para Barbarroja, y la producción actual quedaba por detrás del consumo.

Ciertamente, en previsión de una rápida victoria en Rusia, la producción de armamento alemán desviaba ya énfasis fuera del material del ejército. De hecho, en diciembre de 1941, la producción mensual de armas había descendido a un 29% desde el anterior pico de producción.
Con las fuerzas alemanas disipadas, las operaciones divergentes que Hitler había ordenado hacia el norte y el sur frustraron las esperanzas del Alto Mando del Ejército de un avance culminante sobre Moscú. Para prestar peso al ataque sobre Leningrado y al gran envolvimiento en Kiev, el Grupo de Ejércitos Centro tuvo que renunciar a la mayoría de sus blindados y a una gran parte de su infantería. El 3 Grupo Panzer del General Hermann Hoth tenía que mantener una parte del estático frente del Grupo de Ejércitos Centro con divisiones de infantería no motorizadas puesto que sus XXXIX y LVII Cuerpos Panzer fueron enviados para ayudar al Grupo de Ejércitos Norte. El 2 Grupo Panzer del General Heinz Guderian (menos un cuerpo) y el Segundo Ejército del General Freiherr von Weichs fueron enviados al sur para caer sobre la retaguardia del Frente Sudoeste Soviético que guardaba Kiev.

Despojado de sus filos cortantes ofensivos, el Grupo de Ejércitos Centro tuvo que permanecer así a la defensiva hasta que las operaciones a su izquierda y derecha concluyeron. Las batallas defensivas emprendidas por el Grupo de Ejércitos Centro desde finales de julio hasta finales de septiembre de 1941 son instructivas por ser el primer intento alemán en la II Guerra Mundial de sostener una defensa posicional a gran escala.

Continuará


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