Doctrina defensiva Alemana
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Doctrina defensiva Alemana
La Defensa del Grupo de Ejércitos Centro, julio-septiembre de 1941 y el desastre de Yelnia.
A finales de julio, el Grupo de Ejércitos Centro concluyó una exitosa ofensiva cerrando una gran bolsa en Smolensk. Mientras este Kessel estaba siendo liquidado, las fuerzas alemanas resistieron los predecibles asaltos soviéticos contra sus anillos circundantes interior y exterior. Aunque fuertemente presionadas en varios puntos, las líneas alemanas permanecieron generalmente intactas. Desesperado por abrir la trampa en torno a Smolensk, el Alto Mando Soviético lanzó fuerzas de refresco del Ejército Rojo para reforzar los contraataques. Particularmente feroces fueron los ataques de relevo que el Frente Oeste del Mariscal Semen K. Timoshenko lanzó contra las líneas alemanas al norte de Roslavl y cerca de Yelnya. La acometida soviética desde Roslavl erró cuando fuerzas del 2 Grupo Panzer engulleron hábilmente a los rusos atacantes en un nuevo Kessel a comienzos de agosto. Sin embargo, los ataques del Ejército Rojo sobre el estrecho y expuesto saliente alemán en Yelnya iniciaron una encarnizada batalla de seis semanas por esa ciudad.
Tomado por el XLVI Cuerpo Panzer del Grupo Panzer de Guderian el 20 de julio, el saliente de Yelnya incluía una cabeza de puente sobre el río Desna y valioso terreno elevado para la continuación de las operaciones ofensivas alemanas hacia Moscú. Si Yelnya tenía valor estratégico como punto de apoyo desde el cual futuras operaciones podrían ser lanzadas, también ofrecía débitos tácticos: estaba rodeada por tres lados por poderosas soviéticas, sus comunicaciones de retaguardia estaban atoradas con las unidades alemanas combatiendo para doblegar el Kessel de Smolensk, y también estaba a unos 275 millas de los depósitos de suministros alemanes más cercanos. Ya que otras fuerzas alemanas fueron inicialmente distraídas por el ataque soviético desde Roslavl, las unidades motorizadas (la 10 División Panzer y la División Motorizada SS Das Reich) que habían capturado Yelnya tenían que mantenerla hasta que Guderian pudiera traer infantería. Al igual que con la contención de bolsas rodeadas durante batallas de cerco, este tipo de acción defensiva independiente por fuerzas panzer y motorizadas no había sido imaginada en los manuales de preguerra sobre defensa.
Las dos divisiones móviles alemanes combatieron con una severa desventaja. Ambas unidades estaban fatigadas y debilitadas por sus anteriores esfuerzos ofensivos. La munición y el combustible estaban en corto suministro, y el terreno limitante dentro del saliente anulaba su movilidad y efecto de choque. La 10 División Panzer sufría de la escasez de soldados de infantería endémica a tales unidades y por consiguiente era malamente adecuada para defensa posicional. Para contrarrestar estos impedimentos, Guderian solicitó que la Luftwaffe concentrara el apoyo aéreo cercano en el área de Yelnya. Para disgusto de Guderian, el apoyo aéreo alemán sobre Yelnya fue abruptamente retirado después de solamente una breve intervención: con sus efectivos operantes agotados por el desgaste y con una escasez de aeródromos avanzados, la Luftwaffe comenzó a economizar sus recursos para utilizarlos en operaciones de significado “estratégico”. Preferentemente a la defensa “táctica” en Yelnya, la Luftwaffe eligió en lugar de ello concentrar sus planes en el sector del Segundo Ejército para proteger el flanco sur del Grupo de Ejércitos Centro.
Timoshenko continuó concentrando fuerzas frente a Yelnya y comenzó una serie de ataques el 24 de julio. Durante dos semanas, los ataques soviéticos vapulearon las líneas alemanas en Yelnya virtualmente sin interrupción. El 30 de julio, por ejemplo, los defensores alemanes rechazaron trece ataques separados sobre sus posiciones. Una medida del creciente peligro alemán llegó el 3 de agosto cuando Guderian envió a su última reserva disponible –la compañía de guardia para el cuartel general del grupo panzer- a combatir en Yelnya. En un informe telefónico al General Halder en la misma fecha, el Mariscal de Campo Fedor von Bock, comandante del Grupo de Ejércitos Centro, se preocupó en voz alta por su falta de reservas contra los costosos ataques rusos. Bock más aún, comentó que, con los recursos presentes, no podría garantizar contra una “catástrofe” en Yelnya.
La catástrofe temida por Bock fue evitada mediante la oportuna llegada de refuerzos de infantería, los cuales se hicieron disponibles cuando la resistencia rusa en el Kessel de Smolensk murió el 5 de agosto. Guderian trasladó rápidamente divisiones de infantería hacia el saliente de Yelnya, esperando que sus grandes capacidades defensivas repelieran los asaltos rusos. También, baterías antiaéreas del I Cuerpo de Artillería Antiaérea de la Luftwaffe fueron traídas para apuntalar las defensas de Yelnya. El 8 de agosto, todas las unidades móviles de Guderian –incluyendo aquellas que previamente defendieron Yelnya- habían sido retiradas del combate y habían comenzado a reequiparse. Esta anterior fase del combate en Yelnya había mostrado, sin embargo, que los requisitos operacionales no permitirían a los alemanes el lujo de utilizar sus fuerzas móviles panzer solamente en papeles ofensivos. Además, este combate había de nuevo demostrado la inconveniencia de utilizar unidades panzer escasas de infantería en operaciones defensivas estáticas.
Cuando los soldados de infantería alemanes se atrincheraron a lo largo del perímetro de Yelnya, el carácter de la lucha cambió. Hitler, durante una conferencia con Brauchitsch y Bock en el cuartel general del Grupo de Ejércitos Centro el 4 de agosto, confirmó la necesidad de mantener Yelnya. Consecuentemente, la defensa alemana en Yelnya no fue ya una acción oportuna de soporte aguardando que se reanudaran acometidas ofensivas. En lugar de ello, la recién llegada infantería se desplegó como mejor pudo en una deliberada posición defensiva. Admitiendo esto, Halder anotó el 6 de agosto: “En Yelnya, ahora tenemos una guerra regular de posición”. Los soviéticos, también, desviaron su postura algo. Con la capitulación de las fuerzas del Ejército Rojo atrapadas en Smolensk y Roslavl, una penetración de las fuerzas de Timoshenko no tenía ya ningún gran propósito estratégico. Por consiguiente, el 8 de agosto, los ataques soviéticos se apaciguaron temporalmente mientras los rusos aguardaban el siguiente movimiento de los alemanes.
Cuando los rusos se dieron cuenta de que los alemanes no iban a seguir su triunfo de Smolensk con un avance inmediato sobre Moscú, los ataques soviéticos se desencadenaron de nuevo a lo largo del frente central, los alemanes pasivamente ofrecieron a los rusos la oportunidad única de vapulear a todo un grupo de ejércitos alemán bajo las condiciones que los soviéticos escogieran. Por lo tanto, el Frente Oeste del Mariscal Timoshenko instó a nuevos ataques entre Velikiye Luki y Toropets contra el Noveno Ejército Alemán, que estaba sosteniendo la parte más septentrional del sector del Grupo de Ejércitos Centro. Mientras tanto, el recién reunido Frente de Reserva del General Georgi K. Zhukov recibió órdenes de reanudar los ataques sobre el atractivo saliente de Yelnya. Estos asaltos comenzaron durante la segunda semana de agosto y continuaron con intensidad sin precedentes durante casi un mes.
Continuará.
A finales de julio, el Grupo de Ejércitos Centro concluyó una exitosa ofensiva cerrando una gran bolsa en Smolensk. Mientras este Kessel estaba siendo liquidado, las fuerzas alemanas resistieron los predecibles asaltos soviéticos contra sus anillos circundantes interior y exterior. Aunque fuertemente presionadas en varios puntos, las líneas alemanas permanecieron generalmente intactas. Desesperado por abrir la trampa en torno a Smolensk, el Alto Mando Soviético lanzó fuerzas de refresco del Ejército Rojo para reforzar los contraataques. Particularmente feroces fueron los ataques de relevo que el Frente Oeste del Mariscal Semen K. Timoshenko lanzó contra las líneas alemanas al norte de Roslavl y cerca de Yelnya. La acometida soviética desde Roslavl erró cuando fuerzas del 2 Grupo Panzer engulleron hábilmente a los rusos atacantes en un nuevo Kessel a comienzos de agosto. Sin embargo, los ataques del Ejército Rojo sobre el estrecho y expuesto saliente alemán en Yelnya iniciaron una encarnizada batalla de seis semanas por esa ciudad.
Tomado por el XLVI Cuerpo Panzer del Grupo Panzer de Guderian el 20 de julio, el saliente de Yelnya incluía una cabeza de puente sobre el río Desna y valioso terreno elevado para la continuación de las operaciones ofensivas alemanas hacia Moscú. Si Yelnya tenía valor estratégico como punto de apoyo desde el cual futuras operaciones podrían ser lanzadas, también ofrecía débitos tácticos: estaba rodeada por tres lados por poderosas soviéticas, sus comunicaciones de retaguardia estaban atoradas con las unidades alemanas combatiendo para doblegar el Kessel de Smolensk, y también estaba a unos 275 millas de los depósitos de suministros alemanes más cercanos. Ya que otras fuerzas alemanas fueron inicialmente distraídas por el ataque soviético desde Roslavl, las unidades motorizadas (la 10 División Panzer y la División Motorizada SS Das Reich) que habían capturado Yelnya tenían que mantenerla hasta que Guderian pudiera traer infantería. Al igual que con la contención de bolsas rodeadas durante batallas de cerco, este tipo de acción defensiva independiente por fuerzas panzer y motorizadas no había sido imaginada en los manuales de preguerra sobre defensa.
Las dos divisiones móviles alemanes combatieron con una severa desventaja. Ambas unidades estaban fatigadas y debilitadas por sus anteriores esfuerzos ofensivos. La munición y el combustible estaban en corto suministro, y el terreno limitante dentro del saliente anulaba su movilidad y efecto de choque. La 10 División Panzer sufría de la escasez de soldados de infantería endémica a tales unidades y por consiguiente era malamente adecuada para defensa posicional. Para contrarrestar estos impedimentos, Guderian solicitó que la Luftwaffe concentrara el apoyo aéreo cercano en el área de Yelnya. Para disgusto de Guderian, el apoyo aéreo alemán sobre Yelnya fue abruptamente retirado después de solamente una breve intervención: con sus efectivos operantes agotados por el desgaste y con una escasez de aeródromos avanzados, la Luftwaffe comenzó a economizar sus recursos para utilizarlos en operaciones de significado “estratégico”. Preferentemente a la defensa “táctica” en Yelnya, la Luftwaffe eligió en lugar de ello concentrar sus planes en el sector del Segundo Ejército para proteger el flanco sur del Grupo de Ejércitos Centro.
Timoshenko continuó concentrando fuerzas frente a Yelnya y comenzó una serie de ataques el 24 de julio. Durante dos semanas, los ataques soviéticos vapulearon las líneas alemanas en Yelnya virtualmente sin interrupción. El 30 de julio, por ejemplo, los defensores alemanes rechazaron trece ataques separados sobre sus posiciones. Una medida del creciente peligro alemán llegó el 3 de agosto cuando Guderian envió a su última reserva disponible –la compañía de guardia para el cuartel general del grupo panzer- a combatir en Yelnya. En un informe telefónico al General Halder en la misma fecha, el Mariscal de Campo Fedor von Bock, comandante del Grupo de Ejércitos Centro, se preocupó en voz alta por su falta de reservas contra los costosos ataques rusos. Bock más aún, comentó que, con los recursos presentes, no podría garantizar contra una “catástrofe” en Yelnya.
La catástrofe temida por Bock fue evitada mediante la oportuna llegada de refuerzos de infantería, los cuales se hicieron disponibles cuando la resistencia rusa en el Kessel de Smolensk murió el 5 de agosto. Guderian trasladó rápidamente divisiones de infantería hacia el saliente de Yelnya, esperando que sus grandes capacidades defensivas repelieran los asaltos rusos. También, baterías antiaéreas del I Cuerpo de Artillería Antiaérea de la Luftwaffe fueron traídas para apuntalar las defensas de Yelnya. El 8 de agosto, todas las unidades móviles de Guderian –incluyendo aquellas que previamente defendieron Yelnya- habían sido retiradas del combate y habían comenzado a reequiparse. Esta anterior fase del combate en Yelnya había mostrado, sin embargo, que los requisitos operacionales no permitirían a los alemanes el lujo de utilizar sus fuerzas móviles panzer solamente en papeles ofensivos. Además, este combate había de nuevo demostrado la inconveniencia de utilizar unidades panzer escasas de infantería en operaciones defensivas estáticas.
Cuando los soldados de infantería alemanes se atrincheraron a lo largo del perímetro de Yelnya, el carácter de la lucha cambió. Hitler, durante una conferencia con Brauchitsch y Bock en el cuartel general del Grupo de Ejércitos Centro el 4 de agosto, confirmó la necesidad de mantener Yelnya. Consecuentemente, la defensa alemana en Yelnya no fue ya una acción oportuna de soporte aguardando que se reanudaran acometidas ofensivas. En lugar de ello, la recién llegada infantería se desplegó como mejor pudo en una deliberada posición defensiva. Admitiendo esto, Halder anotó el 6 de agosto: “En Yelnya, ahora tenemos una guerra regular de posición”. Los soviéticos, también, desviaron su postura algo. Con la capitulación de las fuerzas del Ejército Rojo atrapadas en Smolensk y Roslavl, una penetración de las fuerzas de Timoshenko no tenía ya ningún gran propósito estratégico. Por consiguiente, el 8 de agosto, los ataques soviéticos se apaciguaron temporalmente mientras los rusos aguardaban el siguiente movimiento de los alemanes.
Cuando los rusos se dieron cuenta de que los alemanes no iban a seguir su triunfo de Smolensk con un avance inmediato sobre Moscú, los ataques soviéticos se desencadenaron de nuevo a lo largo del frente central, los alemanes pasivamente ofrecieron a los rusos la oportunidad única de vapulear a todo un grupo de ejércitos alemán bajo las condiciones que los soviéticos escogieran. Por lo tanto, el Frente Oeste del Mariscal Timoshenko instó a nuevos ataques entre Velikiye Luki y Toropets contra el Noveno Ejército Alemán, que estaba sosteniendo la parte más septentrional del sector del Grupo de Ejércitos Centro. Mientras tanto, el recién reunido Frente de Reserva del General Georgi K. Zhukov recibió órdenes de reanudar los ataques sobre el atractivo saliente de Yelnya. Estos asaltos comenzaron durante la segunda semana de agosto y continuaron con intensidad sin precedentes durante casi un mes.
Continuará.
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El Mariscal de Campo von Bock percibió la amenaza que estos ataques planteaban al Grupo de Ejércitos Centro, Bock no había deseado ver a sus unidades deshechas en fragmento en batallas de desgaste y prefería en lugar de ello reanudar las fluidas batallas de maniobra que habían caracterizado anteriormente la campaña.
Cuando el ataque soviético en Staraya Russa produjo la crisis de mediados de agosto en el área del Grupo de Ejércitos Norte, Bock despreció las aterrorizadas órdenes de Hitler de desviar allí a las fuerzas móviles del Grupo de Ejércitos Centro. El 15 de agosto, Bock replicó a Hitler que el mejor curso de acción contra el enemigo numéricamente superior que se enfrentaba a su grupo de ejércitos era un regreso anticipado a la ofensiva. Cualquier transferencia de poder de ataque blindado desde el mando de Bock para apoyar las ofensivas en las alas alemanas destruiría probablemente las bases de tal avance general para el Grupo de Ejércitos Centro. Una defensa prolongada, continuó Bock, era “imposible en la presente posición. El frente del Grupo de Ejércitos [Centro], con sus cuarenta divisiones diseminadas sobre los 130 kilómetros de frente, está extremadamente sobre extendido, y una conversión a una defensa determinada conlleva planificación de gran alcance, los detalles de la cual no se han pensado anteriormente.
La presente disposición y línea no es el medio adecuado para la defensa sostenida”. En términos doctrinales, Bock reconoció que la amplitud del frente sostenido por el grupo de ejércitos imposibilitaba el uso de la Defensa Elástica, ya que fuerzas insuficientes estaban disponibles para crear profundidad defensiva y reservas listas para contraatacar. También la traza de la línea del frente del Grupo de Ejércitos Centro estaba definida por sus recientes avances ofensivos y por lo tanto tenía pocas probabilidades de proporcionar muchas ventajas de terreno para la defensa. Además, la advertencia de Bock de que no habían sido realizadas provisiones logísticas para una defensa prolongada fueron prontamente afirmada en batalla: las fuerzas alemanas carecieron de reservas de suministros y municiones necesarias para una guerra de posiciones sostenida.
Los peores temores de Bock llegaron a pasar el 21 de agosto cuando Hitler despojó al Grupo de Ejércitos Centro de la mayoría de sus divisiones móviles para apoyar los ataques hacia Leningrado y Kiev. Mientras los boletines aclamaban nuevas victorias alemanas en ambos flancos, el Grupo de Ejércitos Centro manejó un delgado dique defensivo contra una marea de ataques del Ejército Rojo. Como Bock había advertido, las débiles fuerzas y la improvisada postura defensiva de su grupo de ejércitos virtualmente invitaron al desastre.
El Noveno Ejército del General Adolf Strauss guarnecía la mitad norte del frente estacionario del Grupo de Ejércitos Centro. Los nuevos ataques del Mariscal Timoshenko contra el Noveno Ejército no solamente se beneficiaron de bombarderos de artillería pesada y cohetes, sino también de la superioridad aérea local soviética. Las divisiones alemanas aquí estaban sobre extendidas y carecían de profundidad: los frentes divisionarios a menudo excedían las doce millas de ancho, y las defensas alemanas normalmente consistían en una cadena de puntos fuertes en vez de una defensa continua en profundidad.
Desde el 11 de agosto en adelante, los ataques soviéticos crearon crisis locales a lo largo del frente del Noveno Ejército a un ritmo casi diario. A la derecha de Strauss, por ejemplo, los fuertes ataques rusos en el sector del VIII Cuerpo perforaron repetidamente el frente de la 161 División de Infantería. El 17 de agosto, este frente alemán fue mantenido solamente por contraataques de las últimas escasas reservas de la 161 División. Los renovados asaltos soviéticos en el mismo sector rompieron el frente en los días siguientes y capturaron parte de la artillería de la 161 División el 19 de agosto. Su línea fue penetrada de nuevo el 21 de agosto, la 161 División fue totalmente retirada del combate el 24 de agosto. En este momento, se informó que solamente tenía el 25% de sus efectivos –una medida del castigo que todo el VIII Cuerpo había recibido durante este período.
Más al norte, los ataques apoyados por tanques contra los V y VI Cuerpos del Noveno Ejército también pusieron en peligro el frente alemán, logrando muchas pequeñas penetraciones. Bajo enorme presión y en un intento de apretar su sujeción defensiva, el V Cuerpo retiró sus líneas a un mejor terreno defensivo el 25 de agosto.
Incluso esta medida resultó ser en vano, para el 28 de agosto, Bock informó a Halder de que era dudoso que el sector del V Cuerpo pudiera ser mantenido durante cinco días más. El 27 de agosto, los soviéticos hicieron una profunda penetración en el frente de la 26 División Alemana (VI Cuerpo). Los contraataques alemanes para hacer retroceder esta amenaza fueron tan estrechamente exitosos que Bock y Halder abordaron desviar a todo el LVII Cuerpo Panzer (que estaba en ruta hacia el Grupo de Ejércitos Norte para la operación de Leningrado) hacia el amenazado frente del Noveno Ejército.
Mientras el Noveno Ejército se defendía de estos golpes, el Frente de Reserva del General Zhukov golpeaba el saliente alemán en Yelnya. A pesar de los anteriores intentos alemanes de fortificar la posición de Yelnya, ese sector del frente alemán permanecía corto para la Defensa Elástica ideal.
Al igual que con el Noveno Ejército, entre los primeros problemas alemanes en Yelnya estaba la escasez crónica de hombres. Incluso después de que las divisiones de infantería relevaran a las fuerzas panzer en el saliente en la primera semana de agosto, las fuerzas alemanas allí no eran las suficientes para organizar una defensa elástica en profundidad. Dos oficiales del Estado Mayor, informando de los resultados de un viaje de inspección a Yelnya para el General Halder, describieron rotundamente a las unidades alemanas allí como “sobre extendidas”. Cuando el Cuarto Ejército Alemán tomó el control del sector de Yelnya del cuartel general de Guderian el 22 de agosto, las condiciones allí abrumaron al General Günther Blumentritt, jefe del estado mayor del Cuarto Ejército. Como más tarde escribió: “Cuando digo que nuestras líneas eran delgadas, esto es una descripción que se queda corta. Las divisiones estaban asignadas a sectores de casi veinte millas de ancho. Además, en vista de las fuertes bajas ya sufridas en el curto de la campaña, estas divisiones estaban usualmente debilitadas y las reservas tácticas no eran existentes”.
Con efectivos en tal corto suministro, las defensas alemanas en el área de Yelnya generalmente consistían en una sola línea de trincheras en lugar de la Defensa Elástica multizona. Ninguna posición avanzada o zona avanzada permanecía delante de la línea principal de resistencia, ya que las tropas para estos puestos no podían ser reservadas.
Sin una adecuada seguridad de vanguardia, muchas unidades incluso tuvieron que abandonar el despliegue ladera-reverso que los alemanes preferían para la protección de la observación y fuego enemigos.
Continuará.
Cuando el ataque soviético en Staraya Russa produjo la crisis de mediados de agosto en el área del Grupo de Ejércitos Norte, Bock despreció las aterrorizadas órdenes de Hitler de desviar allí a las fuerzas móviles del Grupo de Ejércitos Centro. El 15 de agosto, Bock replicó a Hitler que el mejor curso de acción contra el enemigo numéricamente superior que se enfrentaba a su grupo de ejércitos era un regreso anticipado a la ofensiva. Cualquier transferencia de poder de ataque blindado desde el mando de Bock para apoyar las ofensivas en las alas alemanas destruiría probablemente las bases de tal avance general para el Grupo de Ejércitos Centro. Una defensa prolongada, continuó Bock, era “imposible en la presente posición. El frente del Grupo de Ejércitos [Centro], con sus cuarenta divisiones diseminadas sobre los 130 kilómetros de frente, está extremadamente sobre extendido, y una conversión a una defensa determinada conlleva planificación de gran alcance, los detalles de la cual no se han pensado anteriormente.
La presente disposición y línea no es el medio adecuado para la defensa sostenida”. En términos doctrinales, Bock reconoció que la amplitud del frente sostenido por el grupo de ejércitos imposibilitaba el uso de la Defensa Elástica, ya que fuerzas insuficientes estaban disponibles para crear profundidad defensiva y reservas listas para contraatacar. También la traza de la línea del frente del Grupo de Ejércitos Centro estaba definida por sus recientes avances ofensivos y por lo tanto tenía pocas probabilidades de proporcionar muchas ventajas de terreno para la defensa. Además, la advertencia de Bock de que no habían sido realizadas provisiones logísticas para una defensa prolongada fueron prontamente afirmada en batalla: las fuerzas alemanas carecieron de reservas de suministros y municiones necesarias para una guerra de posiciones sostenida.
Los peores temores de Bock llegaron a pasar el 21 de agosto cuando Hitler despojó al Grupo de Ejércitos Centro de la mayoría de sus divisiones móviles para apoyar los ataques hacia Leningrado y Kiev. Mientras los boletines aclamaban nuevas victorias alemanas en ambos flancos, el Grupo de Ejércitos Centro manejó un delgado dique defensivo contra una marea de ataques del Ejército Rojo. Como Bock había advertido, las débiles fuerzas y la improvisada postura defensiva de su grupo de ejércitos virtualmente invitaron al desastre.
El Noveno Ejército del General Adolf Strauss guarnecía la mitad norte del frente estacionario del Grupo de Ejércitos Centro. Los nuevos ataques del Mariscal Timoshenko contra el Noveno Ejército no solamente se beneficiaron de bombarderos de artillería pesada y cohetes, sino también de la superioridad aérea local soviética. Las divisiones alemanas aquí estaban sobre extendidas y carecían de profundidad: los frentes divisionarios a menudo excedían las doce millas de ancho, y las defensas alemanas normalmente consistían en una cadena de puntos fuertes en vez de una defensa continua en profundidad.
Desde el 11 de agosto en adelante, los ataques soviéticos crearon crisis locales a lo largo del frente del Noveno Ejército a un ritmo casi diario. A la derecha de Strauss, por ejemplo, los fuertes ataques rusos en el sector del VIII Cuerpo perforaron repetidamente el frente de la 161 División de Infantería. El 17 de agosto, este frente alemán fue mantenido solamente por contraataques de las últimas escasas reservas de la 161 División. Los renovados asaltos soviéticos en el mismo sector rompieron el frente en los días siguientes y capturaron parte de la artillería de la 161 División el 19 de agosto. Su línea fue penetrada de nuevo el 21 de agosto, la 161 División fue totalmente retirada del combate el 24 de agosto. En este momento, se informó que solamente tenía el 25% de sus efectivos –una medida del castigo que todo el VIII Cuerpo había recibido durante este período.
Más al norte, los ataques apoyados por tanques contra los V y VI Cuerpos del Noveno Ejército también pusieron en peligro el frente alemán, logrando muchas pequeñas penetraciones. Bajo enorme presión y en un intento de apretar su sujeción defensiva, el V Cuerpo retiró sus líneas a un mejor terreno defensivo el 25 de agosto.
Incluso esta medida resultó ser en vano, para el 28 de agosto, Bock informó a Halder de que era dudoso que el sector del V Cuerpo pudiera ser mantenido durante cinco días más. El 27 de agosto, los soviéticos hicieron una profunda penetración en el frente de la 26 División Alemana (VI Cuerpo). Los contraataques alemanes para hacer retroceder esta amenaza fueron tan estrechamente exitosos que Bock y Halder abordaron desviar a todo el LVII Cuerpo Panzer (que estaba en ruta hacia el Grupo de Ejércitos Norte para la operación de Leningrado) hacia el amenazado frente del Noveno Ejército.
Mientras el Noveno Ejército se defendía de estos golpes, el Frente de Reserva del General Zhukov golpeaba el saliente alemán en Yelnya. A pesar de los anteriores intentos alemanes de fortificar la posición de Yelnya, ese sector del frente alemán permanecía corto para la Defensa Elástica ideal.
Al igual que con el Noveno Ejército, entre los primeros problemas alemanes en Yelnya estaba la escasez crónica de hombres. Incluso después de que las divisiones de infantería relevaran a las fuerzas panzer en el saliente en la primera semana de agosto, las fuerzas alemanas allí no eran las suficientes para organizar una defensa elástica en profundidad. Dos oficiales del Estado Mayor, informando de los resultados de un viaje de inspección a Yelnya para el General Halder, describieron rotundamente a las unidades alemanas allí como “sobre extendidas”. Cuando el Cuarto Ejército Alemán tomó el control del sector de Yelnya del cuartel general de Guderian el 22 de agosto, las condiciones allí abrumaron al General Günther Blumentritt, jefe del estado mayor del Cuarto Ejército. Como más tarde escribió: “Cuando digo que nuestras líneas eran delgadas, esto es una descripción que se queda corta. Las divisiones estaban asignadas a sectores de casi veinte millas de ancho. Además, en vista de las fuertes bajas ya sufridas en el curto de la campaña, estas divisiones estaban usualmente debilitadas y las reservas tácticas no eran existentes”.
Con efectivos en tal corto suministro, las defensas alemanas en el área de Yelnya generalmente consistían en una sola línea de trincheras en lugar de la Defensa Elástica multizona. Ninguna posición avanzada o zona avanzada permanecía delante de la línea principal de resistencia, ya que las tropas para estos puestos no podían ser reservadas.
Sin una adecuada seguridad de vanguardia, muchas unidades incluso tuvieron que abandonar el despliegue ladera-reverso que los alemanes preferían para la protección de la observación y fuego enemigos.
Continuará.
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Lo que viene a continuación es información MUY útil para el desarrollo de mi What IF:
Un ejemplo es el de la 78 División de Infantería. Durante un reconocimiento de vanguardia el 19 de agosto, mientras se preparaban para relevar a otra división en Yelnya, oficiales de la 78 descubrieron que el frente alemán consistía mayormente en una delgada línea de pozos de tirador desconectados. Ninguna posición de retaguardia había sido preparada, y debido a la escasez de minas y alambradas, solamente un puñado de obstáculos permanecían en el camino de cualquier ataque soviético.
Las líneas alemanas estaban pobremente situadas, estando casi enteramente expuestas a las posiciones enemigas sobre terreno elevado. Como resultado, cualquier movimiento diurno dentro de las líneas alemanas invitaban a una lluvia de proyectiles de artillería y de morteros enemigos. De hecho, el fuego soviético era tan dominante que las bajas alemanas tenían que permanecer en sus trincheras hasta que anocheciera antes de poder ser evacuadas.
A pesar de las buenas intenciones, los jefes de la 78 División hallaron virtualmente imposible mejorar la situación defensiva tras ocupar su sector el 22 de agosto. Un comandante de batallón en el 238 Regimiento de Infantería anotó que la potencia y exactitud del fuego soviético imposibilitaba todos los esfuerzos de extender las trincheras alemanas de día, mientras que la necesidad de defenderse contra las infiltraciones soviéticas de noche evitaban la formación de partidas de trabajo nocturnas. También, no podían encontrarse reservas adecuadas para reforzar los sectores amenazados; tras guarnecer su sector de doce millas de ancho, toda la 78 División mantenía menos de un batallón completo en reserva.
Incapaces de confiarse en cualquier gran extensión a los principios de profundidad y contraataque local de la Defensa Elástica, los alemanes también estaban obstaculizados en sus intentos de debilitar los ataques rusos con potencia de fuego. El fuego alemán de armas cortas era diluido por la amplitud de frente de las unidades, y una escasez perdurable de munición de artillería en torno a Yelnya disminuyó el apoyo de fuego de gran calibre. Con los proyectiles de artillería cortos de suministro, los alemanes no podían realizar fuego de contrabatería o incluso contrapreparaciones contra sospechosas concentraciones de ataque enemigas. En marcado contraste, los rusos martillearon las líneas alemanas sin parar. Los bombardeos soviéticos no solamente incluían proyectiles de artillería y de mortero de todos los calibres, sino también los temibles nuevos cohetes Katyusha y ataques de aviones rusos.
Los prisioneros alemanes capturados en Yelnya confesaron que el duro bombardeo –especialmente en comparación con la paupérrima respuesta alemana- perjudicó de mala manera la moral alemana. Más directamente, ya que el bombardeo siempre juega un gran papel en la guerra de posiciones, el mayor peso del fuego de artillería soviético probablemente provocó una tasa diaria de bajas alemana proporcionalmente más elevada.
Esta información refuerza mi teoría de que no desencadenar la 1er etapa de Taifún hubiera sido un grave error, ya que los rusos hubieran atacado con mucha fuerza contra el GEC, con ejércitos muy poderosos que en la "Historia verdadera" fueron destruidos en la bolsa de Viazma.
Continuará.
Un ejemplo es el de la 78 División de Infantería. Durante un reconocimiento de vanguardia el 19 de agosto, mientras se preparaban para relevar a otra división en Yelnya, oficiales de la 78 descubrieron que el frente alemán consistía mayormente en una delgada línea de pozos de tirador desconectados. Ninguna posición de retaguardia había sido preparada, y debido a la escasez de minas y alambradas, solamente un puñado de obstáculos permanecían en el camino de cualquier ataque soviético.
Las líneas alemanas estaban pobremente situadas, estando casi enteramente expuestas a las posiciones enemigas sobre terreno elevado. Como resultado, cualquier movimiento diurno dentro de las líneas alemanas invitaban a una lluvia de proyectiles de artillería y de morteros enemigos. De hecho, el fuego soviético era tan dominante que las bajas alemanas tenían que permanecer en sus trincheras hasta que anocheciera antes de poder ser evacuadas.
A pesar de las buenas intenciones, los jefes de la 78 División hallaron virtualmente imposible mejorar la situación defensiva tras ocupar su sector el 22 de agosto. Un comandante de batallón en el 238 Regimiento de Infantería anotó que la potencia y exactitud del fuego soviético imposibilitaba todos los esfuerzos de extender las trincheras alemanas de día, mientras que la necesidad de defenderse contra las infiltraciones soviéticas de noche evitaban la formación de partidas de trabajo nocturnas. También, no podían encontrarse reservas adecuadas para reforzar los sectores amenazados; tras guarnecer su sector de doce millas de ancho, toda la 78 División mantenía menos de un batallón completo en reserva.
Incapaces de confiarse en cualquier gran extensión a los principios de profundidad y contraataque local de la Defensa Elástica, los alemanes también estaban obstaculizados en sus intentos de debilitar los ataques rusos con potencia de fuego. El fuego alemán de armas cortas era diluido por la amplitud de frente de las unidades, y una escasez perdurable de munición de artillería en torno a Yelnya disminuyó el apoyo de fuego de gran calibre. Con los proyectiles de artillería cortos de suministro, los alemanes no podían realizar fuego de contrabatería o incluso contrapreparaciones contra sospechosas concentraciones de ataque enemigas. En marcado contraste, los rusos martillearon las líneas alemanas sin parar. Los bombardeos soviéticos no solamente incluían proyectiles de artillería y de mortero de todos los calibres, sino también los temibles nuevos cohetes Katyusha y ataques de aviones rusos.
Los prisioneros alemanes capturados en Yelnya confesaron que el duro bombardeo –especialmente en comparación con la paupérrima respuesta alemana- perjudicó de mala manera la moral alemana. Más directamente, ya que el bombardeo siempre juega un gran papel en la guerra de posiciones, el mayor peso del fuego de artillería soviético probablemente provocó una tasa diaria de bajas alemana proporcionalmente más elevada.
Esta información refuerza mi teoría de que no desencadenar la 1er etapa de Taifún hubiera sido un grave error, ya que los rusos hubieran atacado con mucha fuerza contra el GEC, con ejércitos muy poderosos que en la "Historia verdadera" fueron destruidos en la bolsa de Viazma.
Continuará.
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Doctrina defensiva Alemana
Lo que viene a continuación también me parece MUY IMPORTANTE PARA MI UCRONÍA:
Al comienzo de las renovadas batallas de Yelnya, la defensa alemana se conformó con la doctrina establecida en un importante aspecto: las unidades panzer se mantendrían en reserva en la retaguardia del frente alemán. Aunque teóricamente disponibles para contraatacar, estas fuerzas –el XLVI Cuerpo Panzer, que anteriormente había sido relevado en el perímetro de Yelnya- con una excepción no intervendría en el combate. A lo largo de finales de agosto, el XLVI Cuerpo Panzer (el Regimiento de Infantería Motorizada Grossdeutschland, la 10 División Panzer y la División Motorizada SS Das Reich) fue tardíamente vuelto a equipar y por lo tanto estaba exento de utilizarse en contraataque. Incluso antes de que estas unidades hubieran completado su reparación, Guderian molestó repetidamente a Bock para que las librara para reforzar el avance ofensivo sobre Kiev. Tras una serie de acaloradas discusiones entre Guderian y sus superiores, la Grossdeutschland y la Das Reich fueron finalmente enviadas hacia el sur. Por esas fechas, sin embargo, Bock juzgó que el deteriorado frente defensivo del Cuarto Ejército solamente podría ser salvado por un gran contraataque panzer y por lo tanto separó a la 10 División Panzer del XLVI Cuerpo Panzer y la asignó al Cuarto Ejército. Así fue como la 10 División Panzer, que era la única de las reservas móviles disponibles, la que finalmente se sumó al combate el 30 de agosto.
En su contorno general, las batallas del Cuarto Ejército por el saliente de Yelnya siguieron la misma secuencia que el combate en el área del Noveno Ejército. Los prodigiosos bombardeos soviéticos y los ataques locales erosionaron a las divisiones alemanes defensoras, y cuando las reservas alemanas estaban exhaustas, los rusos explotaban brechas menores para abrir por la fuerza el frente defensivo alemán. Una gran brecha sucedió el 30 de agosto cuando los soviéticos se introdujeron en una cuña de diez kilómetros en la 23 División de Infantería del Cuarto Ejército. (Fue esta seria penetración, la cual fue llevada a una profundidad en línea con el cuartel general del VII Cuerpo, la que apremió el empleo de la 10 División Panzer). Aunque el contraataque panzer estabilizó temporalmente la situación, Brauchitsch, Bock y Halder acordaron el 2 de septiembre que Yelnya ya no era defendible en vista de la tensa condición del Cuarto Ejército. Consecuentemente, el 5 de septiembre, las tropas alemanas abandonaron el saliente de Yelnya en una retirada planeada.
Los ataques rusos contra el Noveno Ejército se suspendieron el 10 de septiembre, y los asaltos contra el Cuarto Ejército cesaron seis días después. En ambas áreas, los soviéticos pudieron apuntarse limitadas ganancias territoriales como los frutos de sus esfuerzos. Ciertamente, la retirada operacional de Yelnya fue la primera impuesta al Ejército Alemán en la II Guerra Mundial. Sin embargo, el significado completo de las batallas defensivas del Grupo de Ejércitos Centro durante agosto y comienzos de septiembre no puede ser medido solamente en términos reales de perder o ganar.
Como una gran bestia sin resuello, el Grupo de Ejércitos Centro había permanecido impasiblemente en su puesto durante más de seis semanas completas mientras los rusos asaltaban su frente. Los rusos habían podido elegir los momentos y lugares de ataque y habían poseído ventajas en cantidades de hombres y material. Los alemanes habían emprendido una defensa improvisada sobre terreno desfavorable, y debido al extendido frente por unidad y a los recursos inadecuados de combate, una Defensa Elástica doctrinal basada en la profundidad, maniobra local, potencia de fuego y contraataque había sido imposible.
Como resultado de estas condiciones, el Grupo de Ejércitos Centro pagó un precio extraordinariamente elevado en sangre. Mientras que la Defensa Elástica había sido diseñada para minimizar las bajas de personal en la guerra de posiciones incluso frente a la superioridad enemiga, los métodos improvisados que las unidades alemanas se vieron obligadas a utilizar en las batallas del frente central ocasionaron fuertes bajas.
En el sector del Noveno Ejército, la 161 División al completo había sido temporalmente desactivada, mientras que todas las divisiones de los V y VIII Cuerpos tenían sus efectivos de combate seriamente disminuidos. Para el Cuarto Ejército, el combate más duro había sucedido en el saliente de Yelnya, donde nueve divisiones habían entrado en combate desde finales de julio. En estas divisiones, las bajas de infantería habían sido particularmente altas. La 263 División de Infantería, por ejemplo, había tenido 1.200 bajas en sólo siete días de combate en Yelnya. La 78 División de Infantería informó de la pérdida de 1.155 oficiales y soldados solamente durante dos semanas, mientras que la 137 División de Infantería perdió casi 2.000 en el mismo período de tiempo. Estas bajas probablemente representaban del 20 al 30% de los efectivos totales de infantería de estas divisiones en el momento en que comenzaron las batallas defensivas. (Las bajas son IMPRESIONANTES. Yelnia fue un error principalmente de Guderian, quien en vez de enviar a la 10° Panzer a cerrar la bolsa de Smolenko, la envió a Yelnia, pensando en Moscú).
Estas bajas de personal disminuyeron permanentemente la potencia de combate del Grupo de Ejércitos Centro, y como el General Halder había previsto anteriormente, los reemplazos de personal alemanes estaban agotándose. El jefe del Estado Mayor anotó el 26 de septiembre que el regreso al servicio de los convalecientes constituía la única fuente restante a corto plazo de reemplazar los efectivos. Aunque unos pocos reemplazos fueron en cuentagotas a las cansadas divisiones de Bock durante septiembre, el Grupo de Ejércitos Centro todavía informó de una escasez nata de 80.000 hombres el 1 de octubre. Ya que la mayoría de estas bajas irremplazables eran soldados de infantería, la capacidad alemana de tomar y defender terreno fue seriamente erosionada.
Además, la creciente escasez de oficiales y suboficiales de frente también afectó al valor de combate de las unidades alemanas. Por ejemplo, el cronista de guerra para el Grupo de Ejércitos Centro anotó que, dos meses y medio después de su casi destrucción por las fuerzas de Timoshenko en agosto, la desafortunada 161 División continuaba sufriendo bajas innecesarias debido a la carencia de la división de jefes inferiores experimentados.
El continuo combate defensivo también evitó que el Grupo de Ejércitos Centro formara cualquier reserva apreciable de municiones. Al defenderse de los ataques sobre los Noveno y Cuarto Ejércitos, los alemanes habían consumido la munición casi tan rápidamente como las abrumadas columnas de suministro la podían entregar. Esto significaba que el Grupo de Ejércitos Centro tendría que esperar el aprovisionamiento de los depósitos de suministro de vanguardia antes de reanudar la ofensiva o continuar operando con un cordón logístico cada vez más largo. Como se desarrollaron los acontecimientos, el Grupo de Ejércitos Centro hizo eventualmente un poco de ambos.
Las batallas posicionales del Grupo de Ejércitos Centro dejaron otras cicatrices menos visibles. Los ataques de Timoshenko sobre el Noveno Ejército desorganizaron el programa para desviar unidades móviles hacia el norte para apoyar el ataque de Leeb sobre Leningrado. También se desarrolló un grado de antagonismo de mando entre Bock y Leeb según los dos mariscales de campo, con sus nervios deshilachados, regatearon sobre la disponibilidad de estas fuerzas. También, la relación de mando entre el Mariscal de Campo von Bock y el General Guderian fue permanentemente agriada por discusiones sobre el control y uso de las reservas móviles en el área de Yelnya. Esta creciente fricción entre comandantes superiores apenas hubiera tenido importancia si no hubiese sido por el declive de la salud y de la influencia del Mariscal de Campo von Brauchitsch, el comandante en jefe del Ejército Alermán. (Brauchitsch finalmente sufrió un ataque cardíaco el 10 de noviembre). Sin la mano firme y estable de Brauchitsch, la coordinación entre los ejércitos alemanes recayó progresivamente en el principiante Hitler. Consecuentemente, las extenuantes batallas defensivas de agosto y septiembre ayudaron a fomentar estos problemas.
Esta información que nos brinda el libro de Timothy A. Wray para mí es clave ya que fundamenta mi decisión de que lo mejor hubiera sido desencadenar Taifún y hacer el parate a fines de octubre.
Algunos foristas cuestionan esa decisión y sin embargo dicen que lo mejor hubiera sido hacer el parate a fines de septiembre cuando colapsó la bolsa de Kiev. Para mí eso hubiera sido un error gravísimo, ya que se hubieran dejado intactos 5 ejércitos que fueron destruidos en la bolsa de Viazma-Briansk, quienes hubieran castigado duramente las defensas alemanas y hubieran reconquistado Smolenko, perdiendo los alemanes un nudo ferroviario clave para la logística alemana.
Para los que deseen leer mi What IF, expongo el siguiente link:
what-if-imaginemos-un-barbarroja-en-2-etapas-t35809.html
Continuará.
Al comienzo de las renovadas batallas de Yelnya, la defensa alemana se conformó con la doctrina establecida en un importante aspecto: las unidades panzer se mantendrían en reserva en la retaguardia del frente alemán. Aunque teóricamente disponibles para contraatacar, estas fuerzas –el XLVI Cuerpo Panzer, que anteriormente había sido relevado en el perímetro de Yelnya- con una excepción no intervendría en el combate. A lo largo de finales de agosto, el XLVI Cuerpo Panzer (el Regimiento de Infantería Motorizada Grossdeutschland, la 10 División Panzer y la División Motorizada SS Das Reich) fue tardíamente vuelto a equipar y por lo tanto estaba exento de utilizarse en contraataque. Incluso antes de que estas unidades hubieran completado su reparación, Guderian molestó repetidamente a Bock para que las librara para reforzar el avance ofensivo sobre Kiev. Tras una serie de acaloradas discusiones entre Guderian y sus superiores, la Grossdeutschland y la Das Reich fueron finalmente enviadas hacia el sur. Por esas fechas, sin embargo, Bock juzgó que el deteriorado frente defensivo del Cuarto Ejército solamente podría ser salvado por un gran contraataque panzer y por lo tanto separó a la 10 División Panzer del XLVI Cuerpo Panzer y la asignó al Cuarto Ejército. Así fue como la 10 División Panzer, que era la única de las reservas móviles disponibles, la que finalmente se sumó al combate el 30 de agosto.
En su contorno general, las batallas del Cuarto Ejército por el saliente de Yelnya siguieron la misma secuencia que el combate en el área del Noveno Ejército. Los prodigiosos bombardeos soviéticos y los ataques locales erosionaron a las divisiones alemanes defensoras, y cuando las reservas alemanas estaban exhaustas, los rusos explotaban brechas menores para abrir por la fuerza el frente defensivo alemán. Una gran brecha sucedió el 30 de agosto cuando los soviéticos se introdujeron en una cuña de diez kilómetros en la 23 División de Infantería del Cuarto Ejército. (Fue esta seria penetración, la cual fue llevada a una profundidad en línea con el cuartel general del VII Cuerpo, la que apremió el empleo de la 10 División Panzer). Aunque el contraataque panzer estabilizó temporalmente la situación, Brauchitsch, Bock y Halder acordaron el 2 de septiembre que Yelnya ya no era defendible en vista de la tensa condición del Cuarto Ejército. Consecuentemente, el 5 de septiembre, las tropas alemanas abandonaron el saliente de Yelnya en una retirada planeada.
Los ataques rusos contra el Noveno Ejército se suspendieron el 10 de septiembre, y los asaltos contra el Cuarto Ejército cesaron seis días después. En ambas áreas, los soviéticos pudieron apuntarse limitadas ganancias territoriales como los frutos de sus esfuerzos. Ciertamente, la retirada operacional de Yelnya fue la primera impuesta al Ejército Alemán en la II Guerra Mundial. Sin embargo, el significado completo de las batallas defensivas del Grupo de Ejércitos Centro durante agosto y comienzos de septiembre no puede ser medido solamente en términos reales de perder o ganar.
Como una gran bestia sin resuello, el Grupo de Ejércitos Centro había permanecido impasiblemente en su puesto durante más de seis semanas completas mientras los rusos asaltaban su frente. Los rusos habían podido elegir los momentos y lugares de ataque y habían poseído ventajas en cantidades de hombres y material. Los alemanes habían emprendido una defensa improvisada sobre terreno desfavorable, y debido al extendido frente por unidad y a los recursos inadecuados de combate, una Defensa Elástica doctrinal basada en la profundidad, maniobra local, potencia de fuego y contraataque había sido imposible.
Como resultado de estas condiciones, el Grupo de Ejércitos Centro pagó un precio extraordinariamente elevado en sangre. Mientras que la Defensa Elástica había sido diseñada para minimizar las bajas de personal en la guerra de posiciones incluso frente a la superioridad enemiga, los métodos improvisados que las unidades alemanas se vieron obligadas a utilizar en las batallas del frente central ocasionaron fuertes bajas.
En el sector del Noveno Ejército, la 161 División al completo había sido temporalmente desactivada, mientras que todas las divisiones de los V y VIII Cuerpos tenían sus efectivos de combate seriamente disminuidos. Para el Cuarto Ejército, el combate más duro había sucedido en el saliente de Yelnya, donde nueve divisiones habían entrado en combate desde finales de julio. En estas divisiones, las bajas de infantería habían sido particularmente altas. La 263 División de Infantería, por ejemplo, había tenido 1.200 bajas en sólo siete días de combate en Yelnya. La 78 División de Infantería informó de la pérdida de 1.155 oficiales y soldados solamente durante dos semanas, mientras que la 137 División de Infantería perdió casi 2.000 en el mismo período de tiempo. Estas bajas probablemente representaban del 20 al 30% de los efectivos totales de infantería de estas divisiones en el momento en que comenzaron las batallas defensivas. (Las bajas son IMPRESIONANTES. Yelnia fue un error principalmente de Guderian, quien en vez de enviar a la 10° Panzer a cerrar la bolsa de Smolenko, la envió a Yelnia, pensando en Moscú).
Estas bajas de personal disminuyeron permanentemente la potencia de combate del Grupo de Ejércitos Centro, y como el General Halder había previsto anteriormente, los reemplazos de personal alemanes estaban agotándose. El jefe del Estado Mayor anotó el 26 de septiembre que el regreso al servicio de los convalecientes constituía la única fuente restante a corto plazo de reemplazar los efectivos. Aunque unos pocos reemplazos fueron en cuentagotas a las cansadas divisiones de Bock durante septiembre, el Grupo de Ejércitos Centro todavía informó de una escasez nata de 80.000 hombres el 1 de octubre. Ya que la mayoría de estas bajas irremplazables eran soldados de infantería, la capacidad alemana de tomar y defender terreno fue seriamente erosionada.
Además, la creciente escasez de oficiales y suboficiales de frente también afectó al valor de combate de las unidades alemanas. Por ejemplo, el cronista de guerra para el Grupo de Ejércitos Centro anotó que, dos meses y medio después de su casi destrucción por las fuerzas de Timoshenko en agosto, la desafortunada 161 División continuaba sufriendo bajas innecesarias debido a la carencia de la división de jefes inferiores experimentados.
El continuo combate defensivo también evitó que el Grupo de Ejércitos Centro formara cualquier reserva apreciable de municiones. Al defenderse de los ataques sobre los Noveno y Cuarto Ejércitos, los alemanes habían consumido la munición casi tan rápidamente como las abrumadas columnas de suministro la podían entregar. Esto significaba que el Grupo de Ejércitos Centro tendría que esperar el aprovisionamiento de los depósitos de suministro de vanguardia antes de reanudar la ofensiva o continuar operando con un cordón logístico cada vez más largo. Como se desarrollaron los acontecimientos, el Grupo de Ejércitos Centro hizo eventualmente un poco de ambos.
Las batallas posicionales del Grupo de Ejércitos Centro dejaron otras cicatrices menos visibles. Los ataques de Timoshenko sobre el Noveno Ejército desorganizaron el programa para desviar unidades móviles hacia el norte para apoyar el ataque de Leeb sobre Leningrado. También se desarrolló un grado de antagonismo de mando entre Bock y Leeb según los dos mariscales de campo, con sus nervios deshilachados, regatearon sobre la disponibilidad de estas fuerzas. También, la relación de mando entre el Mariscal de Campo von Bock y el General Guderian fue permanentemente agriada por discusiones sobre el control y uso de las reservas móviles en el área de Yelnya. Esta creciente fricción entre comandantes superiores apenas hubiera tenido importancia si no hubiese sido por el declive de la salud y de la influencia del Mariscal de Campo von Brauchitsch, el comandante en jefe del Ejército Alermán. (Brauchitsch finalmente sufrió un ataque cardíaco el 10 de noviembre). Sin la mano firme y estable de Brauchitsch, la coordinación entre los ejércitos alemanes recayó progresivamente en el principiante Hitler. Consecuentemente, las extenuantes batallas defensivas de agosto y septiembre ayudaron a fomentar estos problemas.
Esta información que nos brinda el libro de Timothy A. Wray para mí es clave ya que fundamenta mi decisión de que lo mejor hubiera sido desencadenar Taifún y hacer el parate a fines de octubre.
Algunos foristas cuestionan esa decisión y sin embargo dicen que lo mejor hubiera sido hacer el parate a fines de septiembre cuando colapsó la bolsa de Kiev. Para mí eso hubiera sido un error gravísimo, ya que se hubieran dejado intactos 5 ejércitos que fueron destruidos en la bolsa de Viazma-Briansk, quienes hubieran castigado duramente las defensas alemanas y hubieran reconquistado Smolenko, perdiendo los alemanes un nudo ferroviario clave para la logística alemana.
Para los que deseen leer mi What IF, expongo el siguiente link:
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Continuará.
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- Sargento
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Doctrina defensiva Alemana
Esas defensas tan inútiles eran por las ordenes de no ceder terreno, si hubieran dejado maniobrar en su oportunidad hubieran hecho grandes cosas, varias veces se les fue el botín delas manos.
No se como no lespidieron a los japoneses barrer con las líneas ferreas de ese lado,o en todo caso amenazar a las fuerzas de esa parte.
Si hubieran mantenido el caúcaos y cortado todo combustible los hubieran ahogado, pero no. Si hubieran hecho una defensa política en vez de dejar a als bestias arruinar su capital político con los terrenos conquistados, hubieran tenido grandes aliados o al menos muchas tropas para detener a los rusos mientras sus principales fuerzas alemanas maniobraban sobre las masas rusas. Si hubieran usado la propaganda en vez de llegar maltratando hubieran tenido que la URSS colapsaría por dentro moralmente. También la defensa en ese sentido es válida. Un estilo de confederación germánica pero ahora eslava.
No se como no lespidieron a los japoneses barrer con las líneas ferreas de ese lado,o en todo caso amenazar a las fuerzas de esa parte.
Si hubieran mantenido el caúcaos y cortado todo combustible los hubieran ahogado, pero no. Si hubieran hecho una defensa política en vez de dejar a als bestias arruinar su capital político con los terrenos conquistados, hubieran tenido grandes aliados o al menos muchas tropas para detener a los rusos mientras sus principales fuerzas alemanas maniobraban sobre las masas rusas. Si hubieran usado la propaganda en vez de llegar maltratando hubieran tenido que la URSS colapsaría por dentro moralmente. También la defensa en ese sentido es válida. Un estilo de confederación germánica pero ahora eslava.
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- General de Brigada
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Doctrina defensiva Alemana
ogma escribió:Esas defensas tan inútiles eran por las ordenes de no ceder terreno, si hubieran dejado maniobrar en su oportunidad hubieran hecho grandes cosas, varias veces se les fue el botín delas manos.
No sé si tanto como un botín, pero se hubieran salvado vidas y se hubiera defendido con más eficacia y eficiencia. El mejor ejemplo que se me ocurre es el de Bragation, en donde por culpa de Hitler miles de tropas cayeron prisioneras por quedarse en ciudades fortalezas (como Vitebsk).
No se como no lespidieron a los japoneses barrer con las líneas ferreas de ese lado,o en todo caso amenazar a las fuerzas de esa parte.
Si hubieran mantenido el caúcaos y cortado todo combustible los hubieran ahogado, pero no. Si hubieran hecho una defensa política en vez de dejar a als bestias arruinar su capital político con los terrenos conquistados, hubieran tenido grandes aliados o al menos muchas tropas para detener a los rusos mientras sus principales fuerzas alemanas maniobraban sobre las masas rusas. Si hubieran usado la propaganda en vez de llegar maltratando hubieran tenido que la URSS colapsaría por dentro moralmente. También la defensa en ese sentido es válida. Un estilo de confederación germánica pero ahora eslava.
Pensar que los japoneses hubieran tenido la remota posibilidad de intervenir contra Rusia a mediados de 1941 es de Ciencia Ficción.
Varios historiadores han especulado con que Hitler debió haber involucrado a Japón. SI bien eso es muy cierto, la pregunta es: - ¿Japón hubiera aceptado, aunque sea con un ataque simbólico, participar en la guerra contra Rusia?.
PARA MÍ NO. Y por 2 motivos:
1) Después del "Incidente de Nomonhan" en Mongolia y la paliza de Zukhov en Jaljin Gol (O Kalhin Gol), Japón no iba a intentar nada contra Rusia.
2) Para Octubre de 1941 los militares japoneses estaban ultimando los planes para el ataque a Pearl Harbour y no iban a destinar ni una bala contra los rusos, ni a sumar un problema logístico y estratégico.
Con respecto a mantener el Cáucaso y ahogar a los rusos, también lo veo un poco verde. Quizás si Hitler no hubiera sido Hitler, en vez de desgastar y luego condenar al Sexto ejército en Stalingrado, lo hubiera destinado a apuntar contra Astrakan colaborando en paralelo con el 1er Panzermee de Kleist y a eso le sumamos el XI ejército de Manstein bajando por la costa del Mar Negro apuntando a Batumi, quizás se hubiera cortado el Cáucaso y aislado del resto de Rusia.
Pero la contraofensiva rusa de invierno quizás hubiera sido más dañina, ya que hubieran apuntado directamente a Rostov, aislando 3 ejércitos.
No sé que hubiera pasado.
Estaría bueno armar un What IF con ese argumento.
Saludos.
Saludos.
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- General de Brigada
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- Ubicación: Chacoi
Doctrina defensiva Alemana
PRELUDIO DEL INVIERNO
En el contexto global de la campaña Barbarroja, la acometida alemana hacia Leningrado y el cerco de Kiev ensombrecieron la posición defensiva del Grupo de Ejércitos Centro. La exitosa ejecución de estas operaciones, que pulverizaron las concentraciones rusas en ambos flancos del frente, parecieron en el momento un regreso razonable para la dura prueba del Grupo de Ejércitos Centro.
Reforzado por elementos panzer arrebatados al Grupo de Ejércitos Centro, el Grupo de Ejércitos Norte de Leeb avanzó hacia la línea Lago Ladoga-Río Volkhov-Lago Ilmen-Colinas Valdai-Demyansk. Este avance agotó a las fuerzas alemanas de tanques y de infantería motorizada, cuyo progreso fue ralentizado por el terreno boscoso y pantanoso y la desesperada resistencia soviética. Los implacables contraataques nocturnos soviéticos negaban el descanso a las exhaustas tropas de asalto alemanas, e incluso los soldados de la División Waffen SS de elite Totenkopf refunfuñaron que esa penosa rutina de atacar de día y defenderse de noche se estaba volviendo insoportable.
No obstante, a comienzos de septiembre, el avance alemán había cortado las comunicaciones terrestres de Leningrado, y las unidades de Leeb se abalanzaban para capturar la ciudad. En este punto, sin embargo, Hitler de nuevo hizo valer su prerrogativa estratégica ordenando que Leningrado no fuese asaltada. En lugar de ello, el Führer ordenó que las tropas alemanas se colocaran meramente ante Leningrado y dejaran que cayese por su propio peso.
En el sur, el cerco de las fuerzas soviéticas en el saliente de Kiev produjo la victoria Kessel más espectacular hasta la fecha: 665.000 prisioneros, 824 tanques y 3.018 piezas de artillería cayeron en manos alemanas el 26 de septiembre. Hasta que la caldera de Kiev pudiera ser liquidado por las unidades de infantería de los Segundo y Sexto Ejércitos Alemanes, las usualmente dificultosas batallas defensivas fueron libradas por las divisiones panzer y de infantería que formaban los anillos circundantes.
Al describir los intentos soviéticos de ruptura, el General Halder escribió el 17 de septiembre que “las unidades enemigas cercadas rebotan como bolas de billar dentro del anillo cerrado en torno a Kiev”.
En cuanto la estrangulación de Leningrado y la reducción de la bolsa de Kiev estuvieron en camino, Hitler, excitado con el éxito, ordenó el 6 de septiembre que las fuerzas alemanas se reconcentraran en el sector del Grupo de Ejércitos Centro para un demorado ataque sobre Moscú.
La cambiante decisión de Adolf Hitler de atacar Moscú no resultó de cualquier conversión de último momento a los puntos de vista estratégicos de sus asesores militares. Más bien, las inminentes victorias en Leningrado y Kiev habían disparado la imaginación de Hitler, apremiándole a imaginar un renovado gran avance en las profundidades rusas. La pieza central de este esfuerzo debía de ser una nueva serie de batallas Kessel por el Grupo de Ejércitos Centro que destruirían a los ejércitos soviéticos desplegados ante Moscú. En el sur, el Grupo de Ejércitos Sur del Mariscal de Campo Gerd von Rundstedt avanzaría por el espacio vacío creado por la victoria de Kiev, apuntando hacia Kharkov, Rostov y el área industrial de la Cuenca del Don. El Grupo de Ejércitos Norte de Leeb continuaría ahogando Leningrado mientras protegía el flanco norte del Grupo de Ejércitos Centro. En la mente de Hitler, estas proyecciones estratégicas constituían la fase final y triunfante de Barbarroja: el aplastamiento de las últimas fuerzas de campaña del Ejército Rojo, la captura de la capital enemiga y el saqueo de la riqueza económica rusa.
La mayoría de los comandantes alemanes respaldaban el concepto de un ataque sobre Moscú, aunque estimaban que sería una operación mucho más precaria que la hecha por el animado Führer. Su preocupación procedía de las reducidas capacidades combativas y logísticas de las fuerzas alemanas, de la resistencia continua del Ejército Rojo y por la aproximación de la estación lluviosa otoñal, todo lo cual aumentaban las probabilidades en contra de una ofensiva exitosa. Debilitado por las batallas defensivas contra Timoshenko y Zhukov, el Grupo de Ejércitos Centro, en particular, era incapaz de una pronta acción ofensiva al menos que fuera fuertemente reforzado. Ya que casi todas las divisiones alemanas en Rusia estaban ya empleadas, los refuerzos solamente podían ser reunidos retirando unidades de otras partes del frente y redesplegándolas en el área del Grupo de Ejércitos Centro. Tal reacomodo de fuerzas alemanas causaría tremendas dificultades logísticas y de mando y malgastaría también la mayor parte del buen tiempo restante. Hitler, sin embargo, descartó estas dificultades, comentando frívolamente el 5 de septiembre que el ataque de Moscú “debería, si es posible, ser lanzado dentro de 8-10 días”. (Esta estimación era tan imposiblemente optimista que Halder prontamente la descartó como “imposible”).
Como Hitler permaneció inflexible en sus demandas para una acción inmediata, la segunda mitad de septiembre se pasó moviendo fuerzas alemanes en posición para la Operación Taifun, el nombre del ataque de Moscú. En total, más de veinticinco divisiones se unieron, o se reunieron, al Grupo de Ejércitos Centro. Esta maniobra enmarañó aún más las comunicaciones alemanas según las unidades se entrecruzaban con las líneas de abastecimiento de otras. (Realmente nunca entendí porqué se cruzaron el 3er y 4to ejército Panzer. Era más fácil que el 4° Panzer de Hoepner estuviera al Norte del 3er Panzer de Hoth y no al revés.)
No todas las unidades seleccionadas para el ataque de Moscú pudieron ser incluso concentradas para la fecha de comienzo del 2 de octubre: el 2 Grupo Panzer de Guderian tuvo que recibir un eje de avance independiente y más al sur con objeto de acortar su marcha de regreso desde las batallas de Kiev, mientras que algunos panzer que regresaban del Grupo de Ejércitos Norte llegaron demasiado tarde para participar en las fases de apertura del ataque. Tan confuso fue el intercambio de unidades que el 3 Grupo Panzer de Hoth y el 4 Grupo Panzer del General Erich Hoepner realmente intercambiaron sus mandos al completo durante el mes de septiembre.
Afortunadamente para los alemanes, los soviéticos hicieron poco para interferir estos preparativos ofensivos. Las fuerzas del Ejército Rojo que se enfrentaban a los Grupos de Ejércitos Centro y Sur estaban debilitadas por las batallas de agosto y principios de septiembre, y utilizaron este tiempo para restaurar sus propias fuerzas.
Continuará.
En el contexto global de la campaña Barbarroja, la acometida alemana hacia Leningrado y el cerco de Kiev ensombrecieron la posición defensiva del Grupo de Ejércitos Centro. La exitosa ejecución de estas operaciones, que pulverizaron las concentraciones rusas en ambos flancos del frente, parecieron en el momento un regreso razonable para la dura prueba del Grupo de Ejércitos Centro.
Reforzado por elementos panzer arrebatados al Grupo de Ejércitos Centro, el Grupo de Ejércitos Norte de Leeb avanzó hacia la línea Lago Ladoga-Río Volkhov-Lago Ilmen-Colinas Valdai-Demyansk. Este avance agotó a las fuerzas alemanas de tanques y de infantería motorizada, cuyo progreso fue ralentizado por el terreno boscoso y pantanoso y la desesperada resistencia soviética. Los implacables contraataques nocturnos soviéticos negaban el descanso a las exhaustas tropas de asalto alemanas, e incluso los soldados de la División Waffen SS de elite Totenkopf refunfuñaron que esa penosa rutina de atacar de día y defenderse de noche se estaba volviendo insoportable.
No obstante, a comienzos de septiembre, el avance alemán había cortado las comunicaciones terrestres de Leningrado, y las unidades de Leeb se abalanzaban para capturar la ciudad. En este punto, sin embargo, Hitler de nuevo hizo valer su prerrogativa estratégica ordenando que Leningrado no fuese asaltada. En lugar de ello, el Führer ordenó que las tropas alemanas se colocaran meramente ante Leningrado y dejaran que cayese por su propio peso.
En el sur, el cerco de las fuerzas soviéticas en el saliente de Kiev produjo la victoria Kessel más espectacular hasta la fecha: 665.000 prisioneros, 824 tanques y 3.018 piezas de artillería cayeron en manos alemanas el 26 de septiembre. Hasta que la caldera de Kiev pudiera ser liquidado por las unidades de infantería de los Segundo y Sexto Ejércitos Alemanes, las usualmente dificultosas batallas defensivas fueron libradas por las divisiones panzer y de infantería que formaban los anillos circundantes.
Al describir los intentos soviéticos de ruptura, el General Halder escribió el 17 de septiembre que “las unidades enemigas cercadas rebotan como bolas de billar dentro del anillo cerrado en torno a Kiev”.
En cuanto la estrangulación de Leningrado y la reducción de la bolsa de Kiev estuvieron en camino, Hitler, excitado con el éxito, ordenó el 6 de septiembre que las fuerzas alemanas se reconcentraran en el sector del Grupo de Ejércitos Centro para un demorado ataque sobre Moscú.
La cambiante decisión de Adolf Hitler de atacar Moscú no resultó de cualquier conversión de último momento a los puntos de vista estratégicos de sus asesores militares. Más bien, las inminentes victorias en Leningrado y Kiev habían disparado la imaginación de Hitler, apremiándole a imaginar un renovado gran avance en las profundidades rusas. La pieza central de este esfuerzo debía de ser una nueva serie de batallas Kessel por el Grupo de Ejércitos Centro que destruirían a los ejércitos soviéticos desplegados ante Moscú. En el sur, el Grupo de Ejércitos Sur del Mariscal de Campo Gerd von Rundstedt avanzaría por el espacio vacío creado por la victoria de Kiev, apuntando hacia Kharkov, Rostov y el área industrial de la Cuenca del Don. El Grupo de Ejércitos Norte de Leeb continuaría ahogando Leningrado mientras protegía el flanco norte del Grupo de Ejércitos Centro. En la mente de Hitler, estas proyecciones estratégicas constituían la fase final y triunfante de Barbarroja: el aplastamiento de las últimas fuerzas de campaña del Ejército Rojo, la captura de la capital enemiga y el saqueo de la riqueza económica rusa.
La mayoría de los comandantes alemanes respaldaban el concepto de un ataque sobre Moscú, aunque estimaban que sería una operación mucho más precaria que la hecha por el animado Führer. Su preocupación procedía de las reducidas capacidades combativas y logísticas de las fuerzas alemanas, de la resistencia continua del Ejército Rojo y por la aproximación de la estación lluviosa otoñal, todo lo cual aumentaban las probabilidades en contra de una ofensiva exitosa. Debilitado por las batallas defensivas contra Timoshenko y Zhukov, el Grupo de Ejércitos Centro, en particular, era incapaz de una pronta acción ofensiva al menos que fuera fuertemente reforzado. Ya que casi todas las divisiones alemanas en Rusia estaban ya empleadas, los refuerzos solamente podían ser reunidos retirando unidades de otras partes del frente y redesplegándolas en el área del Grupo de Ejércitos Centro. Tal reacomodo de fuerzas alemanas causaría tremendas dificultades logísticas y de mando y malgastaría también la mayor parte del buen tiempo restante. Hitler, sin embargo, descartó estas dificultades, comentando frívolamente el 5 de septiembre que el ataque de Moscú “debería, si es posible, ser lanzado dentro de 8-10 días”. (Esta estimación era tan imposiblemente optimista que Halder prontamente la descartó como “imposible”).
Como Hitler permaneció inflexible en sus demandas para una acción inmediata, la segunda mitad de septiembre se pasó moviendo fuerzas alemanes en posición para la Operación Taifun, el nombre del ataque de Moscú. En total, más de veinticinco divisiones se unieron, o se reunieron, al Grupo de Ejércitos Centro. Esta maniobra enmarañó aún más las comunicaciones alemanas según las unidades se entrecruzaban con las líneas de abastecimiento de otras. (Realmente nunca entendí porqué se cruzaron el 3er y 4to ejército Panzer. Era más fácil que el 4° Panzer de Hoepner estuviera al Norte del 3er Panzer de Hoth y no al revés.)
No todas las unidades seleccionadas para el ataque de Moscú pudieron ser incluso concentradas para la fecha de comienzo del 2 de octubre: el 2 Grupo Panzer de Guderian tuvo que recibir un eje de avance independiente y más al sur con objeto de acortar su marcha de regreso desde las batallas de Kiev, mientras que algunos panzer que regresaban del Grupo de Ejércitos Norte llegaron demasiado tarde para participar en las fases de apertura del ataque. Tan confuso fue el intercambio de unidades que el 3 Grupo Panzer de Hoth y el 4 Grupo Panzer del General Erich Hoepner realmente intercambiaron sus mandos al completo durante el mes de septiembre.
Afortunadamente para los alemanes, los soviéticos hicieron poco para interferir estos preparativos ofensivos. Las fuerzas del Ejército Rojo que se enfrentaban a los Grupos de Ejércitos Centro y Sur estaban debilitadas por las batallas de agosto y principios de septiembre, y utilizaron este tiempo para restaurar sus propias fuerzas.
Continuará.
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Doctrina defensiva Alemana
Situación en el Norte y Centro
Solamente en el frente del Grupo de Ejércitos Norte los rusos permanecieron activos, lanzando una serie de ataques bien definidos con la esperanza de romper el cerco alemán sobre Leningrado. Entre el 18 y el 28 de septiembre, por ejemplo, una oleada de ataques soviéticos colapsaron las diluidas líneas de la División Waffen SS Totenkopf al sur del Lago Ilmen. Las bajas alemanas en este combate fueron tan elevadas –un batallón SS perdió 889 hombres, incluyendo a todos sus oficiales, entre el 24 y el 29 de septiembre- que el comandante de la división avisó el 29 de septiembre que el valor de combate continuado de su unidad estaba en duda. La 30 División de Infantería, atrincherada a la izquierda de la Totenkopf, se defendió asimismo contra oleadas aparentemente interminables de tanques e infantería rusos. La defensa efectiva estuvo plagada por los mismos defectos que existieron en otros sitios: un excesivamente ancho frente de división (sobre treinta kilómetros para la 30 División de Infantería), posiciones defensivas consistentes únicamente en una sola línea de trincheras sin profundidad u obstáculos, y sin reservas. Después de que la artillería alemana aplastara exitosamente varias penetraciones rusas, los soviéticos cambiaron sus tácticas para crear penetraciones poco profundas de gran amplitud. Esto no dejó a los alemanes otra elección que cerrar estas brechas mediante contraataques, sufriendo fuertes bajas al hacerlo. De este modo, la 30 División perdió 31 oficiales y 1.440 soldados en tres semanas de combate defensivo de pesadilla.
El avance alemán sobre Moscú comenzó el 2 de octubre e inmediatamente se desarrolló “sobre un patrón verdaderamente clásico”. Tres grupos panzer alemanes aplastaron las defensas soviéticas y encerraron a más de seis ejércitos soviéticos en dos grandes calderos en Vyazma y Bryansk. Aunque realizados a propósito con poca profundidad con objeto de librar a las fuerzas panzer de la agonía de un prolongado combate defensivo, estas bolsas produjeron más de 550.000 prisioneros en la tercera semana de octubre. Como en las anteriores batallas Kessel, las unidades alemanas libraron muchos enfrentamientos defensivos extemporáneos con objeto de contener a las atrapadas divisiones del Ejército Rojo. Los ataques de relevo soviéticos desde el exterior de las bolsas no pudieron materializarse, sin embargo. Las pinzas alemanas habían encerrado al grueso de las unidades rusas aptas para el combate que guardaban Moscú, y las pocas que permanecían fuera de las bolsas estaban ocupadas formando una nueva línea defensiva delante de la capital soviética.
Estos éxitos alentaron tanto al General Halder que el jefe del Estado Mayor del Ejército predijo en su diario el 8 de octubre que “con una razonablemente buena dirección de batalla [esto es, sin la interferencia fatal de Hitler] y un moderadamente buen tiempo, no podemos sino lograr rodear Moscú”. Del optimismo de Halder se hizo eco Otto Dietrich, jefe de prensa del Reich, quien el 9 de octubre anunció que “para todos los propósitos militares, la Rusia Soviética se ha terminado”. (Un mes y medio después los rusos lo dejarían mudo, desencadenando una ofensiva que destrozaría a la desgastada Wehrmacht.)
El optimismo siguiente a las batallas de Vyazma y Bryansk fue prematuro. Las fuertes lluvias comenzaron el 7 de octubre y continuaron a lo largo del resto del mes, convirtiendo el campo ruso en un tremedal y ahogando las operaciones ofensivas del Grupo de Ejércitos Centro. Las fuerzas alemanas continuaron avanzando con dificultad aquí y allá, con el progreso táctico siendo hecho con gran dificultad. Sin embargo, el barro paralizó el sistema logístico alemán, que dependía enteramente de vehículos motorizados y tirados por caballos para entregar suministros por tierra desde las cabezas de líneas ferroviarias en la retaguardia. Aunque la estación enlodada también obstaculizó las operaciones soviéticas, los rusos disfrutaron de dos importantes ventajas sobre sus enemigos: una línea de comunicaciones más corta y una red ferroviaria casi intacta.
La pausa inducida por la lluvia que suspendió grandes operaciones durante cinco semanas cruciales en octubre y noviembre trabajó así grandemente en ventaja de los soviéticos. Cuando los ataques alemanes sobre el terreno endurecido por el hielo se reanudaron el 14 de noviembre, el camino hacia Moscú estaba de nuevo obstruido por fuerzas del Ejército Rojo de refresco y formidables trabajos defensivos.
(Yo no dejo de asombrarme de lo que hicieron los rusos- Fue el "triunfo de la voluntad", ya que a pesar de las terroríficas pérdidas una y otra vez levantaron de las cenizas nuevas divisiones y ejércitos. Imaginense que en Octubre los alemanes le destruyeron 5 ejércitos y consiguieron tener supremacía en hombres y tanques. Un mes después los rusos revirtieron esa desventaja ya que tenían más hombres y tanques que los alemanes. INCREIBLE.
Cómo lo hicieron, yo aún no puedo entenderlo. La guerra germano-rusa no puede ser entendida ni analizada bajo el cristal de la racionalidad, sino desde la IRRACIONALIDAD Y LA DESMESURA. Lo que Stalin obligó a sus pobres soldados a pelear hasta la muerte, mal dirigidos y mal entrenados, no puede ser entendido desde la lógica. Quizás por eso los generales alemanes siempre creyeron que los rusos estaban a un paso de colapsar, ya que con "sentido común" los estrategas de la Wehrmacht analizaban las miles de bajas, los millones de prisioneros, la cantidad de territorio y fábricas que habían conquistado y la cantidad de tanques, aviones y pertrechos que habían destruido y pensaban que con semejantes perdidas ni un ejército podía regenerarse. Pero claro jamás se hubieran imaginado que Stalin iba a mandar millones de civiles a pelear sin ningún tipo de entrenamiento militar, ni que iba a armar divisiones ad hoc sin estar con el mínimo de equipamiento, ni que iba a desperdiciar millones de vidas en ataques mal dirigidos y planificados. Y mucho menos se iban a imaginar que los rusos iban a empacar miles de fábricas y las iba a enviar detrás de los Urales y que para 1942 ya iban a estar produciendo toneladas de pertrechos, tanques y aviones. Por eso yo digo que fue el "Triunfo de la Voluntad". Es cierto que Stalin fue un asesino y que mandar a sus propios conciudadanos a morir sin entrenamiento en ofensivas obtusas, frontales, incoherentes y mal planificadas puede ser visto como irresponsable. Pero sin ese desperdicio de vidas humanas y sin ese esfuerzo titánico, los alemanes hubiera conquistado Moscú, Stalingrado, Leningrado, el Cáucaso y hubieran derrotado a los Rusos.
Nadie en su sano juicio se hubiera imaginado que las órdenes draconianas de Stalin iban a obligar al soldado ruso a luchar hasta la muerte, aún en condiciones no sólo de inferioridad, sino bajo situaciones ilógicas y hasta aberrantes.
Son conocidos los casos de soldados, cercados, sin alimentos ni municiones, que tomados de la mano corrían frente a una MG34 que los mataba como a moscas.
Ni hablar de los ataques irracionales durante casi 2 meses (Del 20 de julio del ‘41 y hasta principio de Septiembre) de Timoshenko ante el GEC, con la ilusión de recuperar Smolenko, y cuyo único beneficio fue la recuperación de Yelnia (victoria pírrica si las hay) a costa de más de medio millón de muertos, heridos y desaparecidos. Ni hablar de la orden 227 de “ni un paso atrás”. Ni hablar del sitio de Leningrado en donde Stalin condenó a millones de civiles a la inanición. Ni hablar de la brutal batalla de Stalingrado, en donde por dar un solo ejemplo la 13ª div de fusileros tan solo sobrevivieron 168 soldados de 10.000. Ni hablar de los miles de soldados rusos que fueron asesinados por la espalda por los propios camaradas y comisarios políticos. Ni hablar del fiasco de la operación Marte, que nuestro querido Zukov se encargó de disimular.
Y puedo seguir nombrando irracionalidades que nadie, ni yo, ni Churchill, ni Eisenhower, ni Patton, ni Monty, ni ningún general cuerdo o ser humano que sea digno, hubiera cometido.
Yo pienso que si la URSS hubiera sido una democracia burguesa, Rusia hubiera perdido por la sencilla razón de que un pueblo culto, formado por personas bienpensantes de clase media, dirigido por un gobierno similar al occidental (Francia, Suiza, Finlandia), no hubiera aceptado el trato brutal que Stalin le propició a sus conciudadanos.
Y ya que nombro a Francia, doy un ejemplo: “Si Petain hubiera tenido la patología sicótica y paranoide de Stalin, hubiera luchado hasta las últimas consecuencias, sin importarle el sufrimiento de su pueblo, despreciando la vida de millones de compatriotas”.
Sin embargo Petain era un ser racional y cuando se dio cuenta de que no valía la pena seguir sacrificando sangre francesa, buscó la paz.
Pero Francia (o Noruega, o Bélgica u Holanda) estaba formada por ciudadanos burgueses que querían la paz, mientras que la URSS era un conglomerado de razas y nacionalidades distintas, formado por hombres la mayoría analfabetos, campesinos o pertenecientes a tribus con culturas y costumbres muy distintas entre sí. Un ciudadano Ucraniano no tenía nada en común con un Checheno, y un Checheno no compartía ni siquiera el mismo idioma con un Mongól o un Tártaro.
Semejante sistema sólo podía funcionar bajo un dominio basado en la represión y el terror, un sistema dictatorial que reprimía con la muerte a todo aquel que se le opusiera.
La batalla de Stalingrado debe ser analizada desde la irracionalidad. Lo que Chuikov hizo fue un asesinato en masa (más allá de que ese plan inhumano hubiera sido efectivo y le hubiera permitido triunfar, lo cual abre un dilema moral de si el fin justifica los medios).
El problema es que gracias a ese derroche de vidas, la URSS ganó. Por lo tanto la crueldad de Stalin y la irracionalidad de los combates, fueron tan determinantes como la falta de logística de la Wehrmacht, o la falta de Alemania de una economía de guerra y de una política industrial al 110%
Continuará.
Solamente en el frente del Grupo de Ejércitos Norte los rusos permanecieron activos, lanzando una serie de ataques bien definidos con la esperanza de romper el cerco alemán sobre Leningrado. Entre el 18 y el 28 de septiembre, por ejemplo, una oleada de ataques soviéticos colapsaron las diluidas líneas de la División Waffen SS Totenkopf al sur del Lago Ilmen. Las bajas alemanas en este combate fueron tan elevadas –un batallón SS perdió 889 hombres, incluyendo a todos sus oficiales, entre el 24 y el 29 de septiembre- que el comandante de la división avisó el 29 de septiembre que el valor de combate continuado de su unidad estaba en duda. La 30 División de Infantería, atrincherada a la izquierda de la Totenkopf, se defendió asimismo contra oleadas aparentemente interminables de tanques e infantería rusos. La defensa efectiva estuvo plagada por los mismos defectos que existieron en otros sitios: un excesivamente ancho frente de división (sobre treinta kilómetros para la 30 División de Infantería), posiciones defensivas consistentes únicamente en una sola línea de trincheras sin profundidad u obstáculos, y sin reservas. Después de que la artillería alemana aplastara exitosamente varias penetraciones rusas, los soviéticos cambiaron sus tácticas para crear penetraciones poco profundas de gran amplitud. Esto no dejó a los alemanes otra elección que cerrar estas brechas mediante contraataques, sufriendo fuertes bajas al hacerlo. De este modo, la 30 División perdió 31 oficiales y 1.440 soldados en tres semanas de combate defensivo de pesadilla.
El avance alemán sobre Moscú comenzó el 2 de octubre e inmediatamente se desarrolló “sobre un patrón verdaderamente clásico”. Tres grupos panzer alemanes aplastaron las defensas soviéticas y encerraron a más de seis ejércitos soviéticos en dos grandes calderos en Vyazma y Bryansk. Aunque realizados a propósito con poca profundidad con objeto de librar a las fuerzas panzer de la agonía de un prolongado combate defensivo, estas bolsas produjeron más de 550.000 prisioneros en la tercera semana de octubre. Como en las anteriores batallas Kessel, las unidades alemanas libraron muchos enfrentamientos defensivos extemporáneos con objeto de contener a las atrapadas divisiones del Ejército Rojo. Los ataques de relevo soviéticos desde el exterior de las bolsas no pudieron materializarse, sin embargo. Las pinzas alemanas habían encerrado al grueso de las unidades rusas aptas para el combate que guardaban Moscú, y las pocas que permanecían fuera de las bolsas estaban ocupadas formando una nueva línea defensiva delante de la capital soviética.
Estos éxitos alentaron tanto al General Halder que el jefe del Estado Mayor del Ejército predijo en su diario el 8 de octubre que “con una razonablemente buena dirección de batalla [esto es, sin la interferencia fatal de Hitler] y un moderadamente buen tiempo, no podemos sino lograr rodear Moscú”. Del optimismo de Halder se hizo eco Otto Dietrich, jefe de prensa del Reich, quien el 9 de octubre anunció que “para todos los propósitos militares, la Rusia Soviética se ha terminado”. (Un mes y medio después los rusos lo dejarían mudo, desencadenando una ofensiva que destrozaría a la desgastada Wehrmacht.)
El optimismo siguiente a las batallas de Vyazma y Bryansk fue prematuro. Las fuertes lluvias comenzaron el 7 de octubre y continuaron a lo largo del resto del mes, convirtiendo el campo ruso en un tremedal y ahogando las operaciones ofensivas del Grupo de Ejércitos Centro. Las fuerzas alemanas continuaron avanzando con dificultad aquí y allá, con el progreso táctico siendo hecho con gran dificultad. Sin embargo, el barro paralizó el sistema logístico alemán, que dependía enteramente de vehículos motorizados y tirados por caballos para entregar suministros por tierra desde las cabezas de líneas ferroviarias en la retaguardia. Aunque la estación enlodada también obstaculizó las operaciones soviéticas, los rusos disfrutaron de dos importantes ventajas sobre sus enemigos: una línea de comunicaciones más corta y una red ferroviaria casi intacta.
La pausa inducida por la lluvia que suspendió grandes operaciones durante cinco semanas cruciales en octubre y noviembre trabajó así grandemente en ventaja de los soviéticos. Cuando los ataques alemanes sobre el terreno endurecido por el hielo se reanudaron el 14 de noviembre, el camino hacia Moscú estaba de nuevo obstruido por fuerzas del Ejército Rojo de refresco y formidables trabajos defensivos.
(Yo no dejo de asombrarme de lo que hicieron los rusos- Fue el "triunfo de la voluntad", ya que a pesar de las terroríficas pérdidas una y otra vez levantaron de las cenizas nuevas divisiones y ejércitos. Imaginense que en Octubre los alemanes le destruyeron 5 ejércitos y consiguieron tener supremacía en hombres y tanques. Un mes después los rusos revirtieron esa desventaja ya que tenían más hombres y tanques que los alemanes. INCREIBLE.
Cómo lo hicieron, yo aún no puedo entenderlo. La guerra germano-rusa no puede ser entendida ni analizada bajo el cristal de la racionalidad, sino desde la IRRACIONALIDAD Y LA DESMESURA. Lo que Stalin obligó a sus pobres soldados a pelear hasta la muerte, mal dirigidos y mal entrenados, no puede ser entendido desde la lógica. Quizás por eso los generales alemanes siempre creyeron que los rusos estaban a un paso de colapsar, ya que con "sentido común" los estrategas de la Wehrmacht analizaban las miles de bajas, los millones de prisioneros, la cantidad de territorio y fábricas que habían conquistado y la cantidad de tanques, aviones y pertrechos que habían destruido y pensaban que con semejantes perdidas ni un ejército podía regenerarse. Pero claro jamás se hubieran imaginado que Stalin iba a mandar millones de civiles a pelear sin ningún tipo de entrenamiento militar, ni que iba a armar divisiones ad hoc sin estar con el mínimo de equipamiento, ni que iba a desperdiciar millones de vidas en ataques mal dirigidos y planificados. Y mucho menos se iban a imaginar que los rusos iban a empacar miles de fábricas y las iba a enviar detrás de los Urales y que para 1942 ya iban a estar produciendo toneladas de pertrechos, tanques y aviones. Por eso yo digo que fue el "Triunfo de la Voluntad". Es cierto que Stalin fue un asesino y que mandar a sus propios conciudadanos a morir sin entrenamiento en ofensivas obtusas, frontales, incoherentes y mal planificadas puede ser visto como irresponsable. Pero sin ese desperdicio de vidas humanas y sin ese esfuerzo titánico, los alemanes hubiera conquistado Moscú, Stalingrado, Leningrado, el Cáucaso y hubieran derrotado a los Rusos.
Nadie en su sano juicio se hubiera imaginado que las órdenes draconianas de Stalin iban a obligar al soldado ruso a luchar hasta la muerte, aún en condiciones no sólo de inferioridad, sino bajo situaciones ilógicas y hasta aberrantes.
Son conocidos los casos de soldados, cercados, sin alimentos ni municiones, que tomados de la mano corrían frente a una MG34 que los mataba como a moscas.
Ni hablar de los ataques irracionales durante casi 2 meses (Del 20 de julio del ‘41 y hasta principio de Septiembre) de Timoshenko ante el GEC, con la ilusión de recuperar Smolenko, y cuyo único beneficio fue la recuperación de Yelnia (victoria pírrica si las hay) a costa de más de medio millón de muertos, heridos y desaparecidos. Ni hablar de la orden 227 de “ni un paso atrás”. Ni hablar del sitio de Leningrado en donde Stalin condenó a millones de civiles a la inanición. Ni hablar de la brutal batalla de Stalingrado, en donde por dar un solo ejemplo la 13ª div de fusileros tan solo sobrevivieron 168 soldados de 10.000. Ni hablar de los miles de soldados rusos que fueron asesinados por la espalda por los propios camaradas y comisarios políticos. Ni hablar del fiasco de la operación Marte, que nuestro querido Zukov se encargó de disimular.
Y puedo seguir nombrando irracionalidades que nadie, ni yo, ni Churchill, ni Eisenhower, ni Patton, ni Monty, ni ningún general cuerdo o ser humano que sea digno, hubiera cometido.
Yo pienso que si la URSS hubiera sido una democracia burguesa, Rusia hubiera perdido por la sencilla razón de que un pueblo culto, formado por personas bienpensantes de clase media, dirigido por un gobierno similar al occidental (Francia, Suiza, Finlandia), no hubiera aceptado el trato brutal que Stalin le propició a sus conciudadanos.
Y ya que nombro a Francia, doy un ejemplo: “Si Petain hubiera tenido la patología sicótica y paranoide de Stalin, hubiera luchado hasta las últimas consecuencias, sin importarle el sufrimiento de su pueblo, despreciando la vida de millones de compatriotas”.
Sin embargo Petain era un ser racional y cuando se dio cuenta de que no valía la pena seguir sacrificando sangre francesa, buscó la paz.
Pero Francia (o Noruega, o Bélgica u Holanda) estaba formada por ciudadanos burgueses que querían la paz, mientras que la URSS era un conglomerado de razas y nacionalidades distintas, formado por hombres la mayoría analfabetos, campesinos o pertenecientes a tribus con culturas y costumbres muy distintas entre sí. Un ciudadano Ucraniano no tenía nada en común con un Checheno, y un Checheno no compartía ni siquiera el mismo idioma con un Mongól o un Tártaro.
Semejante sistema sólo podía funcionar bajo un dominio basado en la represión y el terror, un sistema dictatorial que reprimía con la muerte a todo aquel que se le opusiera.
La batalla de Stalingrado debe ser analizada desde la irracionalidad. Lo que Chuikov hizo fue un asesinato en masa (más allá de que ese plan inhumano hubiera sido efectivo y le hubiera permitido triunfar, lo cual abre un dilema moral de si el fin justifica los medios).
El problema es que gracias a ese derroche de vidas, la URSS ganó. Por lo tanto la crueldad de Stalin y la irracionalidad de los combates, fueron tan determinantes como la falta de logística de la Wehrmacht, o la falta de Alemania de una economía de guerra y de una política industrial al 110%
Continuará.
Última edición por Super Mario el 21 Dic 2013, 19:56, editado 2 veces en total.
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Doctrina defensiva Alemana
SITUACIÓN EN EL SUR
Esta es la parte que más me interesa, porque en mi What IF yo decido que el GES únicamente va a avanzar hasta el río Mius y luego va a hacer el parate a fines de octubre, pasar a cuarteles de invierno y aprovechar el río como una barrera defensiva natural.
Es decir que no desgasto el 1° ejército Panzer de Von Kleist en conquistar un objetivo imposible, sino que lo resguardo para que esté más fortalecido.
Copio y pego, y lo destaco con color azul:
En la parte sur del frente, el Grupo de Ejércitos Sur del Mariscal de Campo von Rundstedt sostuvo exitosamente su avance ofensivo. El Primer Ejército Panzer del General Ewald von Kleist formó el filo cortante del ataque sur y avanzó rápidamente a lo largo de la costa de Azov hacia Rostov. La lluvia, el barro y los contraataques soviéticos ralentizaron el avance de los Diecisiete y Sexto Ejércitos, alineados en el flanco norte de Kleist, lo que provocó que la punta de lanza blindada alemana perdiera virtualmente contacto con las fuerzas de infantería escalonadas a su retaguardia. A pesar de este progreso, Rundstedt dudó de la capacidad alemana de aplastar a las restantes fuerzas del Ejército Rojo que se enfrentaban a él y de cumplir los objetivos territoriales de gran alcance exigidos por Hitler. Rundstedt urgió, sin éxito, que las operaciones alemanas en el frente sur fueran reducidas.
El III Cuerpo Panzer Alemán tomó Rostov el 20 de noviembre, capturando intacto un puente sobre el río Don que llevaba a las regiones productoras de petróleo del Cáucaso codiciadas por Hitler. Inmediatamente, los contraataques rusos comenzaron a desgarrar el saliente alemán en Rostov desde tres lados, mientras que otras fuerzas del Ejército Rojo se abalanzaban por la brecha entre el Primer Ejército Panzer y el Diecisiete Ejército. El 28 de noviembre, con las energías ofensivas del Grupo de Ejércitos Sur exhaustas y sin ningún propósito estratégico que sirviera sostener Rostov en una arriesgada batalla defensiva contra fuerzas soviéticas superiores, Rundstedt ordenó al Primer Ejército Panzer que se retirara hacia el río Mius donde una línea defensiva invernal podía ser consolidada. Esta propuesta era militarmente prudente y conforme a la tradición defensiva alemana de conservar poder de combate mientras no se defendía terreno para su propio bien.
Hitler, sin embargo, no estimaba los problemas estratégicos en las formas tradicionales. En la mente del dictador alemán, el valor del prestigio de sostener Rostov pesaba más que cualquier riesgo que las fuerzas alemanas podrían tener resistiendo para mantenerlo.
El 30 de noviembre, tras una vitriólica conversación con Brauchitsch, Hitler anuló la orden de retirada de Rundstedt ordenando que las fuerzas alemanas resistieran y lucharan en el Don. Afrentado por esta interferencia en su mando, Rundstedt solicitó ser relevado. Hitler prontamente consintió la petición de Rundstedt y nombró al Mariscal de Campo Walter von Reichenau como el nuevo comandante del Grupo de Ejércitos Sur.
El cambio de liderazgo en el grupo de ejércitos, sin embargo, no alteró la situación táctica en torno a Rostov, la presión rusa contra el Primer Ejército Panzer abrumó los intentos de Reichenau de mantener posiciones defensivas adelantadas, y el 1 de diciembre, Hitler permitió que el Grupo de Ejércitos Sur retrocediera a la línea defensiva del Mius, que era la posición que había sido apoyada por Rundstedt anteriormente. (Hitler siempre fue un obtuso que negó la realidad de los hechos y se aferró a objetivos imposibles para al final reconocer que sus generales tenían razón. De más está decir que yo no voy a cometer esos errores).
De la obstinación e interferencia de Hitler, Halder anotó con sombría satisfacción que “ahora estamos donde podíamos haber estado anoche. Fue una pérdida de tiempo sin sentido, y para colmo, también perdimos a Rundstedt”.
Los esfuerzos defensivos del Primer Ejército Panzer en Rostov y durante la retirada hacia la línea del Mius fueron enormes. De hecho, la retirada en combate del ala sur alemana podría haber acabado desastrosamente si no hubiese sido por los intensos ataques de la Luftwaffe contra los soviéticos en avance. El ejército panzer de Kleist estaba compuesto casi enteramente de formaciones blindadas y de infantería motorizada que, como anteriormente se ha explicado, eran intrínsicamente menos adecuadas para defender terreno que las divisiones de infantería alemanas. Este problema fue exacerbado por el creciente surgimiento de los nuevos tanques soviéticos T-34, contra los cuales los tanques y cañones antitanques alemanes causaban poca impresión. En un caso, la 60 División de Infantería Motorizada Alemana tuvo algunos de sus cañones antitanque literalmente “apisonados” por los T-34 durante el combate defensivo dentro del mismo Rostov.
Además, las fuerzas alemanas mantenían un frente defensivo excesivamente ancho y lo hacían con unidades que estaban muy agotadas en efectivos. El III Cuerpo Panzer, por ejemplo, inicialmente sostuvo su perímetro de 100 kilómetros de longitud alrededor de Rostov con solamente una división panzer y dos divisiones motorizadas.
Los ataques rusos, caracterizados por Halder como “bien dirigidos” y “numéricamente muy superiores”, inflingieron fuertes bajas a estas unidades alemanas apenas esparcidas.
El 22 de noviembre, por ejemplo, la 16 División Panzer pudo reunir solamente 350 fusileros en sus posiciones defensivas que guardaban el flanco norte alemán de Rostov.
Los fuertes asaltos soviéticos costaron a uno de los debilitados batallones de infantería de la 16 División Panzer setenta hombres en un día, una pérdida que diezmó a esa unidad. La temperatura, que descendió a más de -20º C, disminuyó el valor de obstáculo de corrientes y ríos congelándolos sólidamente y convirtió el terreno en tan duro que las posiciones defensivas solamente podían ser excavadas con explosivos.
Finalmente, la lisa retirada de las fuerzas alemanas hacia la línea del Mius fue interrumpida por la orden temporal de Hitler de “resistir y combatir”. Este orden llegó a las unidades de vanguardia alemanas después de que la retirada hubiera ya comenzado, provocando así una considerable confusión durante los dos siguientes días según las fuerzas de combate y las unidades de servicio escalonadas en la retaguardia se enredaban en marchas y contramarchas.
A finales de la primera semana de diciembre, el Grupo de Ejércitos Sur había establecido una línea defensiva invernal que corría generalmente desde el norte del río Mius a lo largo del río Donets. Asimismo, las posiciones del Grupo de Ejércitos Norte se habían estabilizado en un vasto saliente que se extendía desde el este de Leningrado hasta Tikhvin y luego al sur hasta el Lago Ilmen y las Colinas Valdai. Las líneas del grupo de ejércitos de Leeb se quedaron a corta distancia del objetivo establecido por Hitler de enlazar con los finlandeses, pero no más acciones ofensivas podían esperarse.
(Al final la línea del frente quedó donde Rundstedt había pedido retirarse que era el río Mius. Pero yo insisto que en mi “Historia Alternativa” no se van a desperdiciar esos recursos ni van a sufrir esas duras bajas, sino que se las va a resguardar)
Solamente en la parte central del frente abrigaban los alemanes esperanzas de más éxitos ofensivos.
Continuará.
Esta es la parte que más me interesa, porque en mi What IF yo decido que el GES únicamente va a avanzar hasta el río Mius y luego va a hacer el parate a fines de octubre, pasar a cuarteles de invierno y aprovechar el río como una barrera defensiva natural.
Es decir que no desgasto el 1° ejército Panzer de Von Kleist en conquistar un objetivo imposible, sino que lo resguardo para que esté más fortalecido.
Copio y pego, y lo destaco con color azul:
En la parte sur del frente, el Grupo de Ejércitos Sur del Mariscal de Campo von Rundstedt sostuvo exitosamente su avance ofensivo. El Primer Ejército Panzer del General Ewald von Kleist formó el filo cortante del ataque sur y avanzó rápidamente a lo largo de la costa de Azov hacia Rostov. La lluvia, el barro y los contraataques soviéticos ralentizaron el avance de los Diecisiete y Sexto Ejércitos, alineados en el flanco norte de Kleist, lo que provocó que la punta de lanza blindada alemana perdiera virtualmente contacto con las fuerzas de infantería escalonadas a su retaguardia. A pesar de este progreso, Rundstedt dudó de la capacidad alemana de aplastar a las restantes fuerzas del Ejército Rojo que se enfrentaban a él y de cumplir los objetivos territoriales de gran alcance exigidos por Hitler. Rundstedt urgió, sin éxito, que las operaciones alemanas en el frente sur fueran reducidas.
El III Cuerpo Panzer Alemán tomó Rostov el 20 de noviembre, capturando intacto un puente sobre el río Don que llevaba a las regiones productoras de petróleo del Cáucaso codiciadas por Hitler. Inmediatamente, los contraataques rusos comenzaron a desgarrar el saliente alemán en Rostov desde tres lados, mientras que otras fuerzas del Ejército Rojo se abalanzaban por la brecha entre el Primer Ejército Panzer y el Diecisiete Ejército. El 28 de noviembre, con las energías ofensivas del Grupo de Ejércitos Sur exhaustas y sin ningún propósito estratégico que sirviera sostener Rostov en una arriesgada batalla defensiva contra fuerzas soviéticas superiores, Rundstedt ordenó al Primer Ejército Panzer que se retirara hacia el río Mius donde una línea defensiva invernal podía ser consolidada. Esta propuesta era militarmente prudente y conforme a la tradición defensiva alemana de conservar poder de combate mientras no se defendía terreno para su propio bien.
Hitler, sin embargo, no estimaba los problemas estratégicos en las formas tradicionales. En la mente del dictador alemán, el valor del prestigio de sostener Rostov pesaba más que cualquier riesgo que las fuerzas alemanas podrían tener resistiendo para mantenerlo.
El 30 de noviembre, tras una vitriólica conversación con Brauchitsch, Hitler anuló la orden de retirada de Rundstedt ordenando que las fuerzas alemanas resistieran y lucharan en el Don. Afrentado por esta interferencia en su mando, Rundstedt solicitó ser relevado. Hitler prontamente consintió la petición de Rundstedt y nombró al Mariscal de Campo Walter von Reichenau como el nuevo comandante del Grupo de Ejércitos Sur.
El cambio de liderazgo en el grupo de ejércitos, sin embargo, no alteró la situación táctica en torno a Rostov, la presión rusa contra el Primer Ejército Panzer abrumó los intentos de Reichenau de mantener posiciones defensivas adelantadas, y el 1 de diciembre, Hitler permitió que el Grupo de Ejércitos Sur retrocediera a la línea defensiva del Mius, que era la posición que había sido apoyada por Rundstedt anteriormente. (Hitler siempre fue un obtuso que negó la realidad de los hechos y se aferró a objetivos imposibles para al final reconocer que sus generales tenían razón. De más está decir que yo no voy a cometer esos errores).
De la obstinación e interferencia de Hitler, Halder anotó con sombría satisfacción que “ahora estamos donde podíamos haber estado anoche. Fue una pérdida de tiempo sin sentido, y para colmo, también perdimos a Rundstedt”.
Los esfuerzos defensivos del Primer Ejército Panzer en Rostov y durante la retirada hacia la línea del Mius fueron enormes. De hecho, la retirada en combate del ala sur alemana podría haber acabado desastrosamente si no hubiese sido por los intensos ataques de la Luftwaffe contra los soviéticos en avance. El ejército panzer de Kleist estaba compuesto casi enteramente de formaciones blindadas y de infantería motorizada que, como anteriormente se ha explicado, eran intrínsicamente menos adecuadas para defender terreno que las divisiones de infantería alemanas. Este problema fue exacerbado por el creciente surgimiento de los nuevos tanques soviéticos T-34, contra los cuales los tanques y cañones antitanques alemanes causaban poca impresión. En un caso, la 60 División de Infantería Motorizada Alemana tuvo algunos de sus cañones antitanque literalmente “apisonados” por los T-34 durante el combate defensivo dentro del mismo Rostov.
Además, las fuerzas alemanas mantenían un frente defensivo excesivamente ancho y lo hacían con unidades que estaban muy agotadas en efectivos. El III Cuerpo Panzer, por ejemplo, inicialmente sostuvo su perímetro de 100 kilómetros de longitud alrededor de Rostov con solamente una división panzer y dos divisiones motorizadas.
Los ataques rusos, caracterizados por Halder como “bien dirigidos” y “numéricamente muy superiores”, inflingieron fuertes bajas a estas unidades alemanas apenas esparcidas.
El 22 de noviembre, por ejemplo, la 16 División Panzer pudo reunir solamente 350 fusileros en sus posiciones defensivas que guardaban el flanco norte alemán de Rostov.
Los fuertes asaltos soviéticos costaron a uno de los debilitados batallones de infantería de la 16 División Panzer setenta hombres en un día, una pérdida que diezmó a esa unidad. La temperatura, que descendió a más de -20º C, disminuyó el valor de obstáculo de corrientes y ríos congelándolos sólidamente y convirtió el terreno en tan duro que las posiciones defensivas solamente podían ser excavadas con explosivos.
Finalmente, la lisa retirada de las fuerzas alemanas hacia la línea del Mius fue interrumpida por la orden temporal de Hitler de “resistir y combatir”. Este orden llegó a las unidades de vanguardia alemanas después de que la retirada hubiera ya comenzado, provocando así una considerable confusión durante los dos siguientes días según las fuerzas de combate y las unidades de servicio escalonadas en la retaguardia se enredaban en marchas y contramarchas.
A finales de la primera semana de diciembre, el Grupo de Ejércitos Sur había establecido una línea defensiva invernal que corría generalmente desde el norte del río Mius a lo largo del río Donets. Asimismo, las posiciones del Grupo de Ejércitos Norte se habían estabilizado en un vasto saliente que se extendía desde el este de Leningrado hasta Tikhvin y luego al sur hasta el Lago Ilmen y las Colinas Valdai. Las líneas del grupo de ejércitos de Leeb se quedaron a corta distancia del objetivo establecido por Hitler de enlazar con los finlandeses, pero no más acciones ofensivas podían esperarse.
(Al final la línea del frente quedó donde Rundstedt había pedido retirarse que era el río Mius. Pero yo insisto que en mi “Historia Alternativa” no se van a desperdiciar esos recursos ni van a sufrir esas duras bajas, sino que se las va a resguardar)
Solamente en la parte central del frente abrigaban los alemanes esperanzas de más éxitos ofensivos.
Continuará.
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EL LENTO AVANCE EN EL CENTRO
Esta información que viene a continuación es clave, porque refuerza mi argumento de que la 2da etapa de Taifún fue un grave error. Y los más IMPORTANTE es que dicho error surge de la CONFERENCIA DE ORSHA, que es el documento histórico CLAVE en el que se basa mi “Historia Alternativa” desarrollada en este foro con el título: “What IF: Imaginemos un Barbarroja en 2 fases”.
En Dicha conferencia celebrada el 13 de noviembre de 1941, TODOS LOS GENERALES, rogaban por pasar a cuarteles de invierno, menos Halder, Guderian y Von Bock.
Pero Halder manipuló los hechos de tal manera de presentarle a Hitler un panorama favorable, diciendo que los rusos estaban acabados y que un último esfuerzo les permitiría conquistar Moscú, que estaba al alcance de la mano.
Esa deducción de Halder resultó ser FALSA y la Wehrmacht SE DESANGRÓ en un ataque bajo la nieve, con soldados muertos de hambre y ateridos de frío ya que no tenían ropa de invierno. Y lo peor fue que expuso a todo el GEC a un contraataque que JUSTAMENTE FUE EXITOSO NO POR MÉRITO DE LOS RUSOS, SINO POR CULPA DE QUE LA WEHRMACHT ESTABA ABATIDA, DESGASTADA SIN DEFENSAS, CON SU LOGÍSTICA COLAPSADA, CON DIVISIONES HILACHADAS Y SOLDADOS APÁTICOS Y FATIGADOS.
Copio y pego y resalto con color azul:
El Grupo de Ejércitos Centro de Bock había irrumpido hacia delante el 15 de noviembre en un último y desesperado intento de tomar Moscú. Este ataque había colisionado inmediatamente con las preparadas defensas soviéticas guarnecidas por ejércitos rusos recientemente reforzados. Acosada por un deficiente sistema logístico, por la severa escasez de personal y equipo, y por el comienzo del duro clima invernal, la ofensiva alemana hizo un lento progreso. Aunque Hitler urgía salvajemente a Bock para que emprendiera profundos envolvimientos, permanecía el hecho de que los ejércitos del Grupo de Ejércitos Centro habían menguado tanto en fuerza y movilidad que solamente ataques frontales podían ser montados.
A finales de mes, las unidades alemanas habían alcanzado el límite extremo de su resistencia. Aunque los mapas del cuartel general de Hitler todavía proyectaban una gran ofensiva, en el frente las dispersas y débiles acometidas de las unidades alemanas incesantemente se parecían a los espasmos reflexivos de un animal moribundo.
(Es decir que para fines de noviembre la ofensiva alemana ya había fracasado y no tenían fuerza ni voluntad para seguir avanzando. Es decir que la ofensiva alemana duró tan sólo dos semanas y fue más bien espasmódica, ya que todas las divisiones estaban por debajo del 50%. A eso había que sumarle el frío extremo y los problemas de logística. Se desperdiciaron recursos, municiones, tanques, combustible muy valiosos en un objetivo inútil, Y QUE ENCIMA DESGASTÓ MÁS A LA WEHRMACHT LO QUE FACILITÓ EL CONTRAATAQUE RUSO)
Incluso antes de que sus esperanzas de capturar Moscú murieran totalmente, los planificadores alemanes se apuraban en evaluar los requisitos para extendidas operaciones defensivas a lo largo del invierno ruso. Sin importar el resultado de las batallas de Moscú, los ejércitos alemanes en Rusia serían incapaces de realizar nuevas operaciones ofensivas hasta la primavera siguiente. Consecuentemente, como se hizo aparente que ningún colapso final soviético o capitulación iba a ocurrir, los oficiales de estado mayor alemanes dirigieron sus esfuerzos a planificar una defensa invernal en el Frente Ruso.
Tan pronto como el 19 de noviembre, con la Operación Taifun todavía en plena marcha, Hitler conferenció con sus asesores militares sobre la construcción de una línea defensiva en la “muro este”, pero el dictador postergó cualquier decisión hasta una fecha posterior. Cuatro días después, Halder discutió la construcción de una línea defensiva y fortificaciones de retaguardia con el General Hans von Greiffenberg, jefe del estado mayor del Grupo de Ejércitos Centro. El 29 de noviembre, tras una revisión de la situación en el Frente del Este con el jefe de la Sección de Operaciones del Estado Mayor, Halder autorizó la preparación de órdenes para una defensa invernal general.
(Son conscientes de lo que nos está diciendo Timothy Wray: El 19 de noviembre 4 DÍAS DESPUÉS DE COMENZAR LA 2da ETAPA DE TAIFÚN YA PENSABAN EN UNA LÍNEA DEFENSIVA. El desgraciado de Halder sabía que la Wehrmacht no tenía fuerza para conquistar Moscú y aún así siguió azuzando a las divisiones alemanas y a los pobres soldados a que sigan atacando, cuando el sentido común y la LÓGICA DECÍA QUE HABÍA QUE DETENERSE).
Redactada durante la siguiente semana, esta orden se convirtió en la Directiva del Führer 39, que Hitler firmó el 8 de diciembre.
La directiva 39 será analizada en el siguiente post y es tan clave para mi ucronía como la Conferencia de Orsha.
Continuará.
Esta información que viene a continuación es clave, porque refuerza mi argumento de que la 2da etapa de Taifún fue un grave error. Y los más IMPORTANTE es que dicho error surge de la CONFERENCIA DE ORSHA, que es el documento histórico CLAVE en el que se basa mi “Historia Alternativa” desarrollada en este foro con el título: “What IF: Imaginemos un Barbarroja en 2 fases”.
En Dicha conferencia celebrada el 13 de noviembre de 1941, TODOS LOS GENERALES, rogaban por pasar a cuarteles de invierno, menos Halder, Guderian y Von Bock.
Pero Halder manipuló los hechos de tal manera de presentarle a Hitler un panorama favorable, diciendo que los rusos estaban acabados y que un último esfuerzo les permitiría conquistar Moscú, que estaba al alcance de la mano.
Esa deducción de Halder resultó ser FALSA y la Wehrmacht SE DESANGRÓ en un ataque bajo la nieve, con soldados muertos de hambre y ateridos de frío ya que no tenían ropa de invierno. Y lo peor fue que expuso a todo el GEC a un contraataque que JUSTAMENTE FUE EXITOSO NO POR MÉRITO DE LOS RUSOS, SINO POR CULPA DE QUE LA WEHRMACHT ESTABA ABATIDA, DESGASTADA SIN DEFENSAS, CON SU LOGÍSTICA COLAPSADA, CON DIVISIONES HILACHADAS Y SOLDADOS APÁTICOS Y FATIGADOS.
Copio y pego y resalto con color azul:
El Grupo de Ejércitos Centro de Bock había irrumpido hacia delante el 15 de noviembre en un último y desesperado intento de tomar Moscú. Este ataque había colisionado inmediatamente con las preparadas defensas soviéticas guarnecidas por ejércitos rusos recientemente reforzados. Acosada por un deficiente sistema logístico, por la severa escasez de personal y equipo, y por el comienzo del duro clima invernal, la ofensiva alemana hizo un lento progreso. Aunque Hitler urgía salvajemente a Bock para que emprendiera profundos envolvimientos, permanecía el hecho de que los ejércitos del Grupo de Ejércitos Centro habían menguado tanto en fuerza y movilidad que solamente ataques frontales podían ser montados.
A finales de mes, las unidades alemanas habían alcanzado el límite extremo de su resistencia. Aunque los mapas del cuartel general de Hitler todavía proyectaban una gran ofensiva, en el frente las dispersas y débiles acometidas de las unidades alemanas incesantemente se parecían a los espasmos reflexivos de un animal moribundo.
(Es decir que para fines de noviembre la ofensiva alemana ya había fracasado y no tenían fuerza ni voluntad para seguir avanzando. Es decir que la ofensiva alemana duró tan sólo dos semanas y fue más bien espasmódica, ya que todas las divisiones estaban por debajo del 50%. A eso había que sumarle el frío extremo y los problemas de logística. Se desperdiciaron recursos, municiones, tanques, combustible muy valiosos en un objetivo inútil, Y QUE ENCIMA DESGASTÓ MÁS A LA WEHRMACHT LO QUE FACILITÓ EL CONTRAATAQUE RUSO)
Incluso antes de que sus esperanzas de capturar Moscú murieran totalmente, los planificadores alemanes se apuraban en evaluar los requisitos para extendidas operaciones defensivas a lo largo del invierno ruso. Sin importar el resultado de las batallas de Moscú, los ejércitos alemanes en Rusia serían incapaces de realizar nuevas operaciones ofensivas hasta la primavera siguiente. Consecuentemente, como se hizo aparente que ningún colapso final soviético o capitulación iba a ocurrir, los oficiales de estado mayor alemanes dirigieron sus esfuerzos a planificar una defensa invernal en el Frente Ruso.
Tan pronto como el 19 de noviembre, con la Operación Taifun todavía en plena marcha, Hitler conferenció con sus asesores militares sobre la construcción de una línea defensiva en la “muro este”, pero el dictador postergó cualquier decisión hasta una fecha posterior. Cuatro días después, Halder discutió la construcción de una línea defensiva y fortificaciones de retaguardia con el General Hans von Greiffenberg, jefe del estado mayor del Grupo de Ejércitos Centro. El 29 de noviembre, tras una revisión de la situación en el Frente del Este con el jefe de la Sección de Operaciones del Estado Mayor, Halder autorizó la preparación de órdenes para una defensa invernal general.
(Son conscientes de lo que nos está diciendo Timothy Wray: El 19 de noviembre 4 DÍAS DESPUÉS DE COMENZAR LA 2da ETAPA DE TAIFÚN YA PENSABAN EN UNA LÍNEA DEFENSIVA. El desgraciado de Halder sabía que la Wehrmacht no tenía fuerza para conquistar Moscú y aún así siguió azuzando a las divisiones alemanas y a los pobres soldados a que sigan atacando, cuando el sentido común y la LÓGICA DECÍA QUE HABÍA QUE DETENERSE).
Redactada durante la siguiente semana, esta orden se convirtió en la Directiva del Führer 39, que Hitler firmó el 8 de diciembre.
La directiva 39 será analizada en el siguiente post y es tan clave para mi ucronía como la Conferencia de Orsha.
Continuará.
Última edición por Super Mario el 20 Dic 2013, 22:29, editado 1 vez en total.
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Doctrina defensiva Alemana
ANÁLISIS DE LA DIRECTIVA 39
Esta información es clave y demuestra mi teoría de que lo MEJOR HUBIERA SIDO NO DESENCADENAR LA 2da. ETAPA DE TAIFÚN Y PASAR A CUARTELES DE INVIERNO A FINES DE OCTUBRE.
La información que nos brinda Timothy Wray sobre la Directiva 39 es muy rica y si se la analiza en el contexto en el que fue labrada dicha Directiva se puede apreciar el valor histórico que posee y lo importante que es si lo analizamos en retrospectiva a los dramáticos sucesos de fines de 1941 y a lo fútil que fue para la Wehrmacht; desde mi modesto punto de vista fue más importante que la directiva 33 de desviar en agosto al 2do ejército Panzer de Guderian hacia el Sur, en vez de lanzarse hacia Moscú.
¿Por qué es más importante?:
- Porque deja al descubierto que la 2da etapa de Taifún jamás debió haberse iniciado. Y lo más importante que nos dice la Directiva 39 es: Esa directiva se debió haber ejecutado el 20 de octubre, entonces se hubiera tenido un mes para implementarla, tiempo suficiente para armar una "Defensa Elástica" que respete la Doctrina Defensiva Alemana.
Copio y Pego la Directiva 39 para que la analicemos:
Tomada literalmente, la Directiva del Führer 39 recordaba al astuto plan de 1917 para retirarse a la Línea Hindenburg que había inaugurado la Defensa Elástica Alemana.
Aunque enmarcada en términos estratégicos, la Directiva del Führer 39 (y las instrucciones de implementación del Alto Mando del Ejército que la acompañaban) seguía generalmente los principios tradicionales de la defensa elástica en profundidad.
A Brauchitsch, el comandante en jefe del Ejército Alemán, se le ordenó diseñar una línea defensiva invernal. A su discreción, esta línea podía ser situada a la retaguardia de las actuales posiciones alemanas, aunque las fortificaciones de retaguardia estarían preparadas antes de cualquier retirada táctica. (Significativamente, a consecuencia de los acontecimientos subsiguientes, esto muestra una voluntad inicial incluso de parte de Hitler de ceder terreno que no contribuía materialmente a los objetivos alemanes). La misma línea defensiva debía de ser mantenida con fuerzas mínimas, permitiendo a las unidades de combate –y especialmente a las divisiones panzer y motorizadas- ser reequipadas en posiciones de reserva más a la retaguardia. (Esto es clave y es lo mismo que yo propongo hacer en mi What IF, con la gran ventaja que lo voy a hacer entre octubre y noviembre, con más tiempo, con más y mejores tropas, con más tanques y con mejor logística).
Estas áreas de rehabilitación y de reserva estarían situadas lo suficientemente cerca de las líneas del frente para facilitar el rápido refuerzo de los sectores amenazados. Las posiciones defensivas estarían situadas para la óptima efectividad defensiva y el alojamiento confortable de las tropas. Además, para proporcionar profundidad defensiva adicional, la orden enfatizaba la construcción de posiciones defensivas a retaguardia, utilizando cualquier mano de obra que pudiera ser reunida.
La Directiva del Führer 39 fue históricamente significativa porque implícitamente admitía que los ejércitos alemanes habían fracasado en lograr los objetivos estratégicos de Barbarroja, la Unión Soviética, aunque sufriendo enormes pérdidas en las batallas de verano y otoño, no había sido conquistada en una “sola campaña relámpago”.
Moscú, tardíamente designado el objetivo operacional culminante, permaneció más allá del alcance alemán. La Directiva del Führer 39 culpaba de estos fracasos al prematuro clima invernal y a las dificultades de suministro resultantes.
Más crucial, sin embargo, fue el ampliamente agotado poder combativo alemán. Los excesivos esfuerzos ofensivos de los cinco meses anteriores habían agotado tanto los efectivos alemanes que las unidades alemanas se habían convertido en inadecuadas para el combate de cualquier clase, ya sea ofensivo o defensivo. (Esto demuestra que fue un error desencadenar la 2da etapa de Taifún y que lo mejor hubiera sido pasar a cuarteles de invierno, armar defensas, llevar los tanques a la retaguardia, abrigar a la tropa y hacerla descansar).
En una situación análoga a la que encontraron los aliados en 1918 tras las ofensivas de Ludendorff, los contraataques soviéticos revelaron que las unidades alemanas eran apenas capaces de mantener el terreno que recientemente habían ganado.
Los soldados del Ejército Rojo, probando las líneas alemanas a las afueras de Moscú con contraataques locales, descubrieron para su sorpresa que la resistencia alemana era esporádica. Explotando éxitos tácticos, estos contragolpes soviéticos gradualmente aumentaron en alcance e intensidad. (Esto demuestra mi teoría de que el éxito de los rusos en su contraataque no se debió a MÉRITO PROPIO, sino a la debilidad de los alemanes)
A comienzos de diciembre, el Alto Mando Soviético había reconocido la debilidad de la posición alemana y lanzó todas las fuerzas disponibles en una contraofensiva general. Comenzando el 6 de diciembre, este contragolpe rompió el frente alemán y creó la mayor crisis estratégica a la que se enfrentaron los alemanes en la guerra.
Así fue que la Directiva del Führer 39, aunque significativa al reflejar las intenciones defensivas alemanas, no pudo tener ningún efecto real en la realización de operaciones invernales por el Ejército Alemán. Mientras que la orden defensiva invernal alemana asumió una suave y deliberada transición hacia la defensa posicional, los contraataques soviéticos estaban ya forzando a las agotadas por el combate unidades alemanas de cabeza a la retirada. Tardíamente expedida el 8 de diciembre, la orden defensiva alemana había sido ya hecha obsoleta por los acontecimientos. Como en las batallas defensivas durante el avance hacia el este de Barbarroja, las tácticas defensivas invernales alemanas estuvieron más dictadas por las condiciones locales que por prescripción doctrinal. .
Es decir, analizando la información podemos decir:
1) Fue un error seguir la ofensiva el 15 de noviembre.
2) La Wehrmacht no tenía la fuerza ni la logística para alcanzar los objetivos propuestos por Halder en la Conferencia de Orsha.
3) Las divisiones alemanas estaban muy desgastadas, muy cansadas, sin ropa de invierno y con la logística extendida.
4) Lo mejor hubiera sido pasar a cuarteles de invierno a fines de octubre.
5) La ofensiva del 15 de noviembre lo que hizo fue degastar aún más las divisiones alemanas y les brindó en bandeja el éxito a la contraofensiva rusa.
6) El éxito de los rusos NO se debió a que eran expertos en contraataques, ni dominaban las tácticas de armas combinados o las modernas estrategias de la guerra mecanizada, sino a la debilidad alemana.
Me quiero centrar en el último punto porque es CLAVE y MUY IMPORTANTE para el desarrollo de mi What IF:
El éxito de los soviéticos no fue mérito de ellos, sino un defecto de los alemanes, quienes le entregaron en bandeja una victoria al gastar sus últimas fuerzas en un objetivo inalcanzable.
Pero si los alemanes hubieran hecho el parate a fines de Octubre, con todos los beneficios que ello implica (ahorro de vidas humanas, ahorro de logística, descanso de la tropa, creación de defensas en profundidad, etc.); los soviéticos hubieran chocado contra una Wehrmacht mejor plantada, que HUBIERA RESPETADO SU DOCTRINA DEFENSIVA.
Sin embargo los rusos se encontraron con divisiones a la intemperie, ateridas de frío, sin defensas, sin logística, sin municiones y con los tanques congelados por culpa de las imprevisiones alemanas.
Saludos.
Esta información es clave y demuestra mi teoría de que lo MEJOR HUBIERA SIDO NO DESENCADENAR LA 2da. ETAPA DE TAIFÚN Y PASAR A CUARTELES DE INVIERNO A FINES DE OCTUBRE.
La información que nos brinda Timothy Wray sobre la Directiva 39 es muy rica y si se la analiza en el contexto en el que fue labrada dicha Directiva se puede apreciar el valor histórico que posee y lo importante que es si lo analizamos en retrospectiva a los dramáticos sucesos de fines de 1941 y a lo fútil que fue para la Wehrmacht; desde mi modesto punto de vista fue más importante que la directiva 33 de desviar en agosto al 2do ejército Panzer de Guderian hacia el Sur, en vez de lanzarse hacia Moscú.
¿Por qué es más importante?:
- Porque deja al descubierto que la 2da etapa de Taifún jamás debió haberse iniciado. Y lo más importante que nos dice la Directiva 39 es: Esa directiva se debió haber ejecutado el 20 de octubre, entonces se hubiera tenido un mes para implementarla, tiempo suficiente para armar una "Defensa Elástica" que respete la Doctrina Defensiva Alemana.
Copio y Pego la Directiva 39 para que la analicemos:
Tomada literalmente, la Directiva del Führer 39 recordaba al astuto plan de 1917 para retirarse a la Línea Hindenburg que había inaugurado la Defensa Elástica Alemana.
Aunque enmarcada en términos estratégicos, la Directiva del Führer 39 (y las instrucciones de implementación del Alto Mando del Ejército que la acompañaban) seguía generalmente los principios tradicionales de la defensa elástica en profundidad.
A Brauchitsch, el comandante en jefe del Ejército Alemán, se le ordenó diseñar una línea defensiva invernal. A su discreción, esta línea podía ser situada a la retaguardia de las actuales posiciones alemanas, aunque las fortificaciones de retaguardia estarían preparadas antes de cualquier retirada táctica. (Significativamente, a consecuencia de los acontecimientos subsiguientes, esto muestra una voluntad inicial incluso de parte de Hitler de ceder terreno que no contribuía materialmente a los objetivos alemanes). La misma línea defensiva debía de ser mantenida con fuerzas mínimas, permitiendo a las unidades de combate –y especialmente a las divisiones panzer y motorizadas- ser reequipadas en posiciones de reserva más a la retaguardia. (Esto es clave y es lo mismo que yo propongo hacer en mi What IF, con la gran ventaja que lo voy a hacer entre octubre y noviembre, con más tiempo, con más y mejores tropas, con más tanques y con mejor logística).
Estas áreas de rehabilitación y de reserva estarían situadas lo suficientemente cerca de las líneas del frente para facilitar el rápido refuerzo de los sectores amenazados. Las posiciones defensivas estarían situadas para la óptima efectividad defensiva y el alojamiento confortable de las tropas. Además, para proporcionar profundidad defensiva adicional, la orden enfatizaba la construcción de posiciones defensivas a retaguardia, utilizando cualquier mano de obra que pudiera ser reunida.
La Directiva del Führer 39 fue históricamente significativa porque implícitamente admitía que los ejércitos alemanes habían fracasado en lograr los objetivos estratégicos de Barbarroja, la Unión Soviética, aunque sufriendo enormes pérdidas en las batallas de verano y otoño, no había sido conquistada en una “sola campaña relámpago”.
Moscú, tardíamente designado el objetivo operacional culminante, permaneció más allá del alcance alemán. La Directiva del Führer 39 culpaba de estos fracasos al prematuro clima invernal y a las dificultades de suministro resultantes.
Más crucial, sin embargo, fue el ampliamente agotado poder combativo alemán. Los excesivos esfuerzos ofensivos de los cinco meses anteriores habían agotado tanto los efectivos alemanes que las unidades alemanas se habían convertido en inadecuadas para el combate de cualquier clase, ya sea ofensivo o defensivo. (Esto demuestra que fue un error desencadenar la 2da etapa de Taifún y que lo mejor hubiera sido pasar a cuarteles de invierno, armar defensas, llevar los tanques a la retaguardia, abrigar a la tropa y hacerla descansar).
En una situación análoga a la que encontraron los aliados en 1918 tras las ofensivas de Ludendorff, los contraataques soviéticos revelaron que las unidades alemanas eran apenas capaces de mantener el terreno que recientemente habían ganado.
Los soldados del Ejército Rojo, probando las líneas alemanas a las afueras de Moscú con contraataques locales, descubrieron para su sorpresa que la resistencia alemana era esporádica. Explotando éxitos tácticos, estos contragolpes soviéticos gradualmente aumentaron en alcance e intensidad. (Esto demuestra mi teoría de que el éxito de los rusos en su contraataque no se debió a MÉRITO PROPIO, sino a la debilidad de los alemanes)
A comienzos de diciembre, el Alto Mando Soviético había reconocido la debilidad de la posición alemana y lanzó todas las fuerzas disponibles en una contraofensiva general. Comenzando el 6 de diciembre, este contragolpe rompió el frente alemán y creó la mayor crisis estratégica a la que se enfrentaron los alemanes en la guerra.
Así fue que la Directiva del Führer 39, aunque significativa al reflejar las intenciones defensivas alemanas, no pudo tener ningún efecto real en la realización de operaciones invernales por el Ejército Alemán. Mientras que la orden defensiva invernal alemana asumió una suave y deliberada transición hacia la defensa posicional, los contraataques soviéticos estaban ya forzando a las agotadas por el combate unidades alemanas de cabeza a la retirada. Tardíamente expedida el 8 de diciembre, la orden defensiva alemana había sido ya hecha obsoleta por los acontecimientos. Como en las batallas defensivas durante el avance hacia el este de Barbarroja, las tácticas defensivas invernales alemanas estuvieron más dictadas por las condiciones locales que por prescripción doctrinal. .
Es decir, analizando la información podemos decir:
1) Fue un error seguir la ofensiva el 15 de noviembre.
2) La Wehrmacht no tenía la fuerza ni la logística para alcanzar los objetivos propuestos por Halder en la Conferencia de Orsha.
3) Las divisiones alemanas estaban muy desgastadas, muy cansadas, sin ropa de invierno y con la logística extendida.
4) Lo mejor hubiera sido pasar a cuarteles de invierno a fines de octubre.
5) La ofensiva del 15 de noviembre lo que hizo fue degastar aún más las divisiones alemanas y les brindó en bandeja el éxito a la contraofensiva rusa.
6) El éxito de los rusos NO se debió a que eran expertos en contraataques, ni dominaban las tácticas de armas combinados o las modernas estrategias de la guerra mecanizada, sino a la debilidad alemana.
Me quiero centrar en el último punto porque es CLAVE y MUY IMPORTANTE para el desarrollo de mi What IF:
El éxito de los soviéticos no fue mérito de ellos, sino un defecto de los alemanes, quienes le entregaron en bandeja una victoria al gastar sus últimas fuerzas en un objetivo inalcanzable.
Pero si los alemanes hubieran hecho el parate a fines de Octubre, con todos los beneficios que ello implica (ahorro de vidas humanas, ahorro de logística, descanso de la tropa, creación de defensas en profundidad, etc.); los soviéticos hubieran chocado contra una Wehrmacht mejor plantada, que HUBIERA RESPETADO SU DOCTRINA DEFENSIVA.
Sin embargo los rusos se encontraron con divisiones a la intemperie, ateridas de frío, sin defensas, sin logística, sin municiones y con los tanques congelados por culpa de las imprevisiones alemanas.
Saludos.
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Doctrina defensiva Alemana
En la página 45 del documento .PDF comienza el capítulo 3
Batallas Invernales, 1941-42.
La Guerra Ruso-Alemana entró en su segunda gran fase en diciembre de 1941. Durante los cinco meses anteriores, los alemanes habían mantenido la iniciativa estratégica, pero el 6 de diciembre, el Ejército Rojo tomó la iniciativa, contraatacando primero contra el Grupo de Ejércitos Centro y después contra todos los tres grupos de ejércitos alemanes. Perdurando hasta finales de febrero, estos ataques alteraron los cálculos de la Directiva del Führer 39, que había sumido que el frente permanecería inactivo hasta la primavera siguiente.
Las contraofensivas de invierno soviéticas impulsaron cambios significativos en la estrategia y métodos tácticos alemanes. Estas alteraciones emergieron durante el combate invernal y ayudaron a formar las prácticas defensivas alemanas que fueron utilizadas a lo largo del resto de la guerra.
En el nivel estratégico, la crisis de diciembre en el Frente del Este provocó que Hitler pasara por encima de las recomendaciones de sus asesores militares ordenando una implacable política de no retirada que cruelmente arriesgaba la aniquilación de todos los ejércitos alemanes. Su paciencia con los oficiales de pensamiento independiente finalmente llegó a su fin, el dictador alemán entonces siguió este mandato estratégico con una purga del cuerpo de oficiales superiores del Ejército Alemán que dejó al Führer con el control directo y diario de todas las actividades militares alemanas.
Estos acontecimientos tuvieron ominosas implicaciones a largo plazo en la que la rigidez de mando personal de Hitler, junto con su insistencia crónica de “ninguna retirada” en situaciones defensivas, corrompieron eventualmente el estilo y la sustancia de las operaciones militares alemanas.
El invierno de 1941-42 dejó su huella en las tácticas defensivas alemanas también. Durante las batallas defensivas de diciembre a febrero, los intentos alemanas de realizar una Defensa Elástica doctrinal fueron generalmente infructuosos. En lugar de ello, las unidades alemanas gradualmente empezaron a combatir los ataques soviéticos desde una cadena de puntos fuertes estáticos. Este método defensivo se basó en la conveniencia táctica y fue exitoso debido tanto a la desorganización soviética como a la determinación alemana.
Continuará.
Batallas Invernales, 1941-42.
La Guerra Ruso-Alemana entró en su segunda gran fase en diciembre de 1941. Durante los cinco meses anteriores, los alemanes habían mantenido la iniciativa estratégica, pero el 6 de diciembre, el Ejército Rojo tomó la iniciativa, contraatacando primero contra el Grupo de Ejércitos Centro y después contra todos los tres grupos de ejércitos alemanes. Perdurando hasta finales de febrero, estos ataques alteraron los cálculos de la Directiva del Führer 39, que había sumido que el frente permanecería inactivo hasta la primavera siguiente.
Las contraofensivas de invierno soviéticas impulsaron cambios significativos en la estrategia y métodos tácticos alemanes. Estas alteraciones emergieron durante el combate invernal y ayudaron a formar las prácticas defensivas alemanas que fueron utilizadas a lo largo del resto de la guerra.
En el nivel estratégico, la crisis de diciembre en el Frente del Este provocó que Hitler pasara por encima de las recomendaciones de sus asesores militares ordenando una implacable política de no retirada que cruelmente arriesgaba la aniquilación de todos los ejércitos alemanes. Su paciencia con los oficiales de pensamiento independiente finalmente llegó a su fin, el dictador alemán entonces siguió este mandato estratégico con una purga del cuerpo de oficiales superiores del Ejército Alemán que dejó al Führer con el control directo y diario de todas las actividades militares alemanas.
Estos acontecimientos tuvieron ominosas implicaciones a largo plazo en la que la rigidez de mando personal de Hitler, junto con su insistencia crónica de “ninguna retirada” en situaciones defensivas, corrompieron eventualmente el estilo y la sustancia de las operaciones militares alemanas.
El invierno de 1941-42 dejó su huella en las tácticas defensivas alemanas también. Durante las batallas defensivas de diciembre a febrero, los intentos alemanas de realizar una Defensa Elástica doctrinal fueron generalmente infructuosos. En lugar de ello, las unidades alemanas gradualmente empezaron a combatir los ataques soviéticos desde una cadena de puntos fuertes estáticos. Este método defensivo se basó en la conveniencia táctica y fue exitoso debido tanto a la desorganización soviética como a la determinación alemana.
Continuará.
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Doctrina defensiva Alemana
A PIE FIRME.
El Alto Mando Alemán estuvo lento en apreciar la magnitud de la contraofensiva de invierno soviética. Durante las semanas anteriores a la acometida rusa, las unidades alemanas habían estado informando de incesantes contraataques enemigos durante su avance hacia Moscú. Tan rutinarios se habían convertido estos contraataques que los analistas alemanas no pudieron reconocer inmediatamente el cambio ruso desde contraataques locales hacia una contraofensiva general.
Ya que los alemanes aparentemente habían descartado operaciones ofensivas a gran escala para ellos mismos debido a las fuertes bajas, las dificultades de suministro, y las severas condiciones meteorológicas, supusieron que los rusos harían lo mismo. De hecho, el anexo de inteligencia respaldando a la Directiva del Führer 39 descontaba la capacidad del Ejército Rojo de montar más que ataques limitados durante el invierno entrante.
Los líderes alemanes de alto nivel también menospreciaron la vergonzante debilidad de sus propias unidades. La ofensiva Taifun había sobre extendido a los ejércitos alemanes en el este, y sus gastadas divisiones yacían esparcidas como restos de naufragio desde Leningrado a Rostov.
Como un desalentado General Guderian escribió el 8 de Diciembre: “Nos enfrentamos con el triste hecho de que el Mando Supremo se ha pasado de listo negándose a creer nuestros informes de la creciente debilidad de las tropas… [He decidido] retirarme a una línea previamente seleccionada y relativamente corta, la cual espero que podré mantener con lo que queda de mis fuerzas. Los rusos nos persiguen de cerca y debemos esperar que ocurran desgracias”.
El mayor peligro inmediato surgía amenazadoramente en el frente del Grupo de Ejércitos Centro. Empleadas en acción ofensiva hasta que se empantanaron por el contragolpe soviético, las divisiones del grupo de ejércitos del Mariscal de Campo von Bock habían preparado escasos trabajos realmente defensivos. El 8 de diciembre –el mismo día en que Guderian por propia iniciativa había ordenado a su Segundo Ejército Panzer que comenzara a retirarse- Bock evaluó que su grupo de ejércitos era incapaz de detener una fuerte contraofensiva. Las fuerzas más expuestas eran los 3 y 4 Grupos Panzer al norte de Moscú y el Segundo Ejército Panzer de Guderian al sur de la capital rusa. Ocupando salientes formados durante la Operación Taifun, estas expuestas divisiones panzer y motorizadas experimentaron un cruel revés. Otra vez, el éxito ofensivo se había convertido en un peligro defensivo para los panzers, ya que las formaciones más duramente acosadas por los ataques soviéticos eran también aquellas menos capaces para sostener una defensa posicional. (Esto es clave y refuerza mi Teoría de que las divisiones mecanizadas por culpa de estar a la ofensiva fueron destruídas o superadas con facilidad, ya que no estaban preparadas para cambiar a una posición de defensa. Se encontraban expuestas y no es fácil pasar de una posición ofensiva a otra defensiva. Dicha maniobra requiere de divisiones bien entrenadas y de mucha pericia táctica y técnica, y encima en un clima invernal, bajo tormentas de nieve y condiciones adversas. Para peor las divisiones Panzer no son aptas para estar en la primera línea de defensa, sino en la retaguardia para contratacar las penetraciones del enemigo y taponar los rompimientos.)
Cogidos con la guardia baja por la contraofensiva soviética, los alemanes carecían de cualquier concepto real para ocuparse de la deteriorada situación en el frente central. El jefe del Estado Mayor del Ejército Alemán escribió en su diario que “el Mando Supremo [Hitler] no se da cuenta de la condición en la que está nuestras tropas y se permite el gusto de chapuzas inapreciables donde solamente grandes decisiones pueden ayudar. Una de las decisiones que deberían ser tomadas es la retirada del Grupo de Ejércitos Centro…”. Todavía escocido por el pronto abandono de Rostov por el Grupo de Ejércitos Sur, sin embargo, Hitler era renuente a ver con buenos ojos cualquier retirada. En lugar de ello, las contramedidas alemanas durante las primeras dos semanas de la ofensiva rusa fueron reminiscentes de las frenéticas medidas a medias tomadas durante las crisis defensivas veraniegas en Yelnya y Toropets: retiradas locales menores e intentos fragmentados de contener las penetraciones soviéticas. Por ejemplo, la apresurada retirada de las asediadas divisiones del Segundo Ejército Panzer desde el área este de Tula fue hecha por propia iniciativa de Guderian y no como parte de un plan general coordinado.
Aunque estas medidas redujeron la probabilidad inmediata de que las unidades expuestas fueran aisladas y destruidas, el problema estratégico fundamental alemán no fue abordado. Las delgadas líneas de las exhaustas tropas alemanas parecían estar al borde del colapso, pocos refuerzos estaban disponibles, y las insignificantes contramedidas locales invitaban meramente a un peligro mayor. Por ejemplo, del mismo modo que las fuerzas de Guderian fueron retiradas de Tula, se abrieron brechas entre sus unidades, y considerables fuerzas rusas entraron a raudales en la retaguardia alemana. Luego, entre el 9 y el 15 de diciembre, un masivo ataque soviético sobre el flanco derecho de Guderian superó y virtualmente aniquiló a las 45, 95 y 134 Divisiones de Infantería del Segundo Ejército Alemán. Esta completa destrucción de divisiones alemanas fue sin precedentes en la II Guerra Mundial y un augurio inequívoco del inminente desastre.
(Recordar la tragedia del XXXIV Cuerpo de infantería dirigido por el general Metz, que estaba formado por las divisiones 45º, 95º y 134º de infantería alemana. Esas 3 divisiones fueron cercadas y casi destruidas en Livny, y el General Von Cochenhausen (Comandante de la 134º) se suicidó ante la probabilidad de caer prisionero.
Masacraron a esas 3 divisiones, perdiendo todo su material pesado, artillería, transporte, caballos etc. Fueron LIQUIDADAS SIN PIEDAD).
(NOTA: Para los que quieren interesarse por el desastre de la 134º división de infantería ver este link: http://forum.axishistory.com/viewtopic. ... ilit=jelez )
Continuará.
El Alto Mando Alemán estuvo lento en apreciar la magnitud de la contraofensiva de invierno soviética. Durante las semanas anteriores a la acometida rusa, las unidades alemanas habían estado informando de incesantes contraataques enemigos durante su avance hacia Moscú. Tan rutinarios se habían convertido estos contraataques que los analistas alemanas no pudieron reconocer inmediatamente el cambio ruso desde contraataques locales hacia una contraofensiva general.
Ya que los alemanes aparentemente habían descartado operaciones ofensivas a gran escala para ellos mismos debido a las fuertes bajas, las dificultades de suministro, y las severas condiciones meteorológicas, supusieron que los rusos harían lo mismo. De hecho, el anexo de inteligencia respaldando a la Directiva del Führer 39 descontaba la capacidad del Ejército Rojo de montar más que ataques limitados durante el invierno entrante.
Los líderes alemanes de alto nivel también menospreciaron la vergonzante debilidad de sus propias unidades. La ofensiva Taifun había sobre extendido a los ejércitos alemanes en el este, y sus gastadas divisiones yacían esparcidas como restos de naufragio desde Leningrado a Rostov.
Como un desalentado General Guderian escribió el 8 de Diciembre: “Nos enfrentamos con el triste hecho de que el Mando Supremo se ha pasado de listo negándose a creer nuestros informes de la creciente debilidad de las tropas… [He decidido] retirarme a una línea previamente seleccionada y relativamente corta, la cual espero que podré mantener con lo que queda de mis fuerzas. Los rusos nos persiguen de cerca y debemos esperar que ocurran desgracias”.
El mayor peligro inmediato surgía amenazadoramente en el frente del Grupo de Ejércitos Centro. Empleadas en acción ofensiva hasta que se empantanaron por el contragolpe soviético, las divisiones del grupo de ejércitos del Mariscal de Campo von Bock habían preparado escasos trabajos realmente defensivos. El 8 de diciembre –el mismo día en que Guderian por propia iniciativa había ordenado a su Segundo Ejército Panzer que comenzara a retirarse- Bock evaluó que su grupo de ejércitos era incapaz de detener una fuerte contraofensiva. Las fuerzas más expuestas eran los 3 y 4 Grupos Panzer al norte de Moscú y el Segundo Ejército Panzer de Guderian al sur de la capital rusa. Ocupando salientes formados durante la Operación Taifun, estas expuestas divisiones panzer y motorizadas experimentaron un cruel revés. Otra vez, el éxito ofensivo se había convertido en un peligro defensivo para los panzers, ya que las formaciones más duramente acosadas por los ataques soviéticos eran también aquellas menos capaces para sostener una defensa posicional. (Esto es clave y refuerza mi Teoría de que las divisiones mecanizadas por culpa de estar a la ofensiva fueron destruídas o superadas con facilidad, ya que no estaban preparadas para cambiar a una posición de defensa. Se encontraban expuestas y no es fácil pasar de una posición ofensiva a otra defensiva. Dicha maniobra requiere de divisiones bien entrenadas y de mucha pericia táctica y técnica, y encima en un clima invernal, bajo tormentas de nieve y condiciones adversas. Para peor las divisiones Panzer no son aptas para estar en la primera línea de defensa, sino en la retaguardia para contratacar las penetraciones del enemigo y taponar los rompimientos.)
Cogidos con la guardia baja por la contraofensiva soviética, los alemanes carecían de cualquier concepto real para ocuparse de la deteriorada situación en el frente central. El jefe del Estado Mayor del Ejército Alemán escribió en su diario que “el Mando Supremo [Hitler] no se da cuenta de la condición en la que está nuestras tropas y se permite el gusto de chapuzas inapreciables donde solamente grandes decisiones pueden ayudar. Una de las decisiones que deberían ser tomadas es la retirada del Grupo de Ejércitos Centro…”. Todavía escocido por el pronto abandono de Rostov por el Grupo de Ejércitos Sur, sin embargo, Hitler era renuente a ver con buenos ojos cualquier retirada. En lugar de ello, las contramedidas alemanas durante las primeras dos semanas de la ofensiva rusa fueron reminiscentes de las frenéticas medidas a medias tomadas durante las crisis defensivas veraniegas en Yelnya y Toropets: retiradas locales menores e intentos fragmentados de contener las penetraciones soviéticas. Por ejemplo, la apresurada retirada de las asediadas divisiones del Segundo Ejército Panzer desde el área este de Tula fue hecha por propia iniciativa de Guderian y no como parte de un plan general coordinado.
Aunque estas medidas redujeron la probabilidad inmediata de que las unidades expuestas fueran aisladas y destruidas, el problema estratégico fundamental alemán no fue abordado. Las delgadas líneas de las exhaustas tropas alemanas parecían estar al borde del colapso, pocos refuerzos estaban disponibles, y las insignificantes contramedidas locales invitaban meramente a un peligro mayor. Por ejemplo, del mismo modo que las fuerzas de Guderian fueron retiradas de Tula, se abrieron brechas entre sus unidades, y considerables fuerzas rusas entraron a raudales en la retaguardia alemana. Luego, entre el 9 y el 15 de diciembre, un masivo ataque soviético sobre el flanco derecho de Guderian superó y virtualmente aniquiló a las 45, 95 y 134 Divisiones de Infantería del Segundo Ejército Alemán. Esta completa destrucción de divisiones alemanas fue sin precedentes en la II Guerra Mundial y un augurio inequívoco del inminente desastre.
(Recordar la tragedia del XXXIV Cuerpo de infantería dirigido por el general Metz, que estaba formado por las divisiones 45º, 95º y 134º de infantería alemana. Esas 3 divisiones fueron cercadas y casi destruidas en Livny, y el General Von Cochenhausen (Comandante de la 134º) se suicidó ante la probabilidad de caer prisionero.
Masacraron a esas 3 divisiones, perdiendo todo su material pesado, artillería, transporte, caballos etc. Fueron LIQUIDADAS SIN PIEDAD).
(NOTA: Para los que quieren interesarse por el desastre de la 134º división de infantería ver este link: http://forum.axishistory.com/viewtopic. ... ilit=jelez )
Continuará.
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Doctrina defensiva Alemana
En la tercera semana de diciembre, las profundas penetraciones soviéticas en ambos flancos del grupo de ejércitos de Bock amenazaban con desarrollar un doble envolvimiento de todo el frente central alemán. Tras visitar las fracturadas líneas alemanas, el enfermo Mariscal de Campo von Brauchitsch confesó a Halder que “no podía ver ninguna manera de liberar al Ejército de su presente aprieto”.
De hecho, solamente dos alternativas ofrecían una escapada de la profunda crisis. Una opción era realizar una inmediata retirada a gran escala, confiando en que las fuerzas alemanas pudieran consolidar una línea defensiva de retaguardia antes de que los soviéticos en persecución pudieran inflingirles pérdidas decisivas. La otra opción era mantenerse firme y aguantar los ataques soviéticos en las presentes posiciones. Ningún curso de acción garantizaba el éxito, y cada uno estaba cargado de considerable riesgo.
Una retirada invernal costaría a los alemanes la mayoría de su artillería y equipamiento pesado, que tendría que ser abandonado por carecer de transporte. Por la desidia de Hitler en noviembre, ninguna línea defensiva de retaguardia en la “muralla oriental” había sido preparada; por consiguiente, una retirada prometía poca mejora sobre la situación táctica a la que los alemanes ya se enfrentaban. También, como ya se demostró en el frente sur de Moscú de Guderian, las operaciones retrógradas podían fácilmente conducir a una crisis incluso mayor si las unidades enemigas lograban avanzar entre las columnas alemanas en retirada. Finalmente, una retirada a través del invierno ruso evocaba la sombra de la Grand Armée de Napoleón de 1812.
Aunque la moral en las agotadas divisiones alemanas todavía permanecía generalmente intacta a pesar de las duras condiciones, los oficiales alemanes se recordaban temerosamente uno a otro el repentino colapso de la moral que había convertido la retirada francesa en una derrota completa casi un siglo y medio antes.
La alternativa parecía aún más desesperada. Una defensa continuada desde las posiciones presentes podía lograrse solamente si el aguante defensivo alemán excedía al aguante ofensivo ruso –una delgada perspectiva considerando el estado exhausto de las fuerzas alemanas. Las oportunidades para el éxito eran mejores en las alas de los extremos norte y sur, donde los trabajos de asedio de Leningrado y la línea del río Mius ofrecían alguna protección.
Entre estos dos polos, sin embargo, una defensa a pie firme seguramente costaría muchísimo a los alemanes. La ausencia de reservas y la carencia de profundidad defensiva aseguraban que algunas unidades serían invadidas o aisladas durante el invierno. Además, este curso de acción hacía perder el derecho a la posibilidad de una nueva ofensiva alemana en el sector central la siguiente primavera o comienzos de verano, ya que las divisiones alemanas supervivientes del Grupo de Ejércitos Centró precisarían una reconstrucción sustancial. (Por culpa de las imprevisiones de Hitler, la situación era bien desesperada).
Continuará.
De hecho, solamente dos alternativas ofrecían una escapada de la profunda crisis. Una opción era realizar una inmediata retirada a gran escala, confiando en que las fuerzas alemanas pudieran consolidar una línea defensiva de retaguardia antes de que los soviéticos en persecución pudieran inflingirles pérdidas decisivas. La otra opción era mantenerse firme y aguantar los ataques soviéticos en las presentes posiciones. Ningún curso de acción garantizaba el éxito, y cada uno estaba cargado de considerable riesgo.
Una retirada invernal costaría a los alemanes la mayoría de su artillería y equipamiento pesado, que tendría que ser abandonado por carecer de transporte. Por la desidia de Hitler en noviembre, ninguna línea defensiva de retaguardia en la “muralla oriental” había sido preparada; por consiguiente, una retirada prometía poca mejora sobre la situación táctica a la que los alemanes ya se enfrentaban. También, como ya se demostró en el frente sur de Moscú de Guderian, las operaciones retrógradas podían fácilmente conducir a una crisis incluso mayor si las unidades enemigas lograban avanzar entre las columnas alemanas en retirada. Finalmente, una retirada a través del invierno ruso evocaba la sombra de la Grand Armée de Napoleón de 1812.
Aunque la moral en las agotadas divisiones alemanas todavía permanecía generalmente intacta a pesar de las duras condiciones, los oficiales alemanes se recordaban temerosamente uno a otro el repentino colapso de la moral que había convertido la retirada francesa en una derrota completa casi un siglo y medio antes.
La alternativa parecía aún más desesperada. Una defensa continuada desde las posiciones presentes podía lograrse solamente si el aguante defensivo alemán excedía al aguante ofensivo ruso –una delgada perspectiva considerando el estado exhausto de las fuerzas alemanas. Las oportunidades para el éxito eran mejores en las alas de los extremos norte y sur, donde los trabajos de asedio de Leningrado y la línea del río Mius ofrecían alguna protección.
Entre estos dos polos, sin embargo, una defensa a pie firme seguramente costaría muchísimo a los alemanes. La ausencia de reservas y la carencia de profundidad defensiva aseguraban que algunas unidades serían invadidas o aisladas durante el invierno. Además, este curso de acción hacía perder el derecho a la posibilidad de una nueva ofensiva alemana en el sector central la siguiente primavera o comienzos de verano, ya que las divisiones alemanas supervivientes del Grupo de Ejércitos Centró precisarían una reconstrucción sustancial. (Por culpa de las imprevisiones de Hitler, la situación era bien desesperada).
Continuará.
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Doctrina defensiva Alemana
Condicionados por su entrenamiento profesional para estimar los riesgos cuidadosamente y para conservar fuerzas para futuros requerimientos, los comandantes y oficiales de estado mayor alemanes preferían los peligros potenciales de una retirada invernal a los peligros ciertos de mantenerse firme. Guderian, por ejemplo, estimó “una retirada presta y extensa a una línea donde el terreno era adecuado para la defensa… [sería] la mejor y más económica manera de rectificar la situación”, mientras que Brauchitsch y Halder estaban de acuerdo en que “el Grupo de Ejércitos Centro debe recibir discreción para retirarse… según lo requiera la situación”. Anticipándose a que este curso de acción sería seguido, los civiles rusos y las unidades de trabajo alemanas fueron rápidamente reunidos para trabajar en una línea defensiva de retaguardia que corría desde Kursk a través de Orel hasta Gzhatsk.
De nuevo, Adolf Hitler confundió los planes de sus asesores militares, Hitler vigiló la desintegración del frente alemán con gran desmayo y se convenció de que cada retirada simplemente añadiría ímpetu a la ofensiva soviética. El 16 de diciembre, el dictador alemán telefoneó a Bock para ordenar que el Grupo de Ejércitos Centro cesara todas las retiradas y defendiera sus presentes posiciones. Los soldados alemanes no darían “ni un solo paso atrás”. En la conferencia final nocturna de esa misma noche, Hitler extendió la orden de mantenerse firme a todo el Frente del Este.
Una retirada general, declaró, estaba “fuera de cuestión”. Hitler situó argumentos reales y fantasiosos para justificar su decisión. Citando información recogida por su ayudante personal, Coronel Rudolf Schmundt, Hitler marcó las desventajas de una retirada: las unidades alemanas sacrificarían artillería y valioso equipamiento con cada retirada, no existían líneas preparadas a las cuales las fuerzas alemanas podrían retirar con prontitud, y “la idea de preparar posiciones de retaguardia” equivalía a “babear sinsentido”. Además, replicó Hitler, los intentos de crear posiciones de retirada debilitaba la determinación de las fuerzas combatientes sugiriendo que las posiciones actuales eran prescindibles. Todos estos argumentos eran, al menos, parcialmente correctos, aunque los oficiales superiores prefirieron descontarlos. (Creo que en parte Hitler tenía razón y su argumento era válido).
Sin embargo, los razonamientos de Hitler iban más allá. Contrariamente a la evidencia visible, Hitler insistió en que los rusos estaban al borde del colapso tras sufrir entre 8 y 10 millones de bajas militares. (Esta estimación exageraba las bajas soviéticas en casi el 100 por ciento). La artillería del Ejército Rojo, afirmaba, estaba tan diezmada por las bajas que ya no existía como un arma efectiva –una afirmación para la cual no hubo pruebas en absoluto. Hitler aseguró que el único activo del enemigo era el número superior de soldados, una ventaja sin valor real ya que “no eran tan buenos como los nuestros”. En una extraña tergiversación de lógica, Hitler incluso argumentó que los enormemente anchos frentes sostenidos por las divisiones alemanas probaban la debilidad del enemigo, ya que de otro modo los soviéticos habrían explotado esta vulnerabilidad en un grado mayor de lo que ya habían hecho. (Llegado un momento, cuando todo el frente alemán estaba amenazando flaquear frente a la presión ofensiva soviética, esta afirmación debió haber parecido totalmente indignante).
Continuará.
De nuevo, Adolf Hitler confundió los planes de sus asesores militares, Hitler vigiló la desintegración del frente alemán con gran desmayo y se convenció de que cada retirada simplemente añadiría ímpetu a la ofensiva soviética. El 16 de diciembre, el dictador alemán telefoneó a Bock para ordenar que el Grupo de Ejércitos Centro cesara todas las retiradas y defendiera sus presentes posiciones. Los soldados alemanes no darían “ni un solo paso atrás”. En la conferencia final nocturna de esa misma noche, Hitler extendió la orden de mantenerse firme a todo el Frente del Este.
Una retirada general, declaró, estaba “fuera de cuestión”. Hitler situó argumentos reales y fantasiosos para justificar su decisión. Citando información recogida por su ayudante personal, Coronel Rudolf Schmundt, Hitler marcó las desventajas de una retirada: las unidades alemanas sacrificarían artillería y valioso equipamiento con cada retirada, no existían líneas preparadas a las cuales las fuerzas alemanas podrían retirar con prontitud, y “la idea de preparar posiciones de retaguardia” equivalía a “babear sinsentido”. Además, replicó Hitler, los intentos de crear posiciones de retirada debilitaba la determinación de las fuerzas combatientes sugiriendo que las posiciones actuales eran prescindibles. Todos estos argumentos eran, al menos, parcialmente correctos, aunque los oficiales superiores prefirieron descontarlos. (Creo que en parte Hitler tenía razón y su argumento era válido).
Sin embargo, los razonamientos de Hitler iban más allá. Contrariamente a la evidencia visible, Hitler insistió en que los rusos estaban al borde del colapso tras sufrir entre 8 y 10 millones de bajas militares. (Esta estimación exageraba las bajas soviéticas en casi el 100 por ciento). La artillería del Ejército Rojo, afirmaba, estaba tan diezmada por las bajas que ya no existía como un arma efectiva –una afirmación para la cual no hubo pruebas en absoluto. Hitler aseguró que el único activo del enemigo era el número superior de soldados, una ventaja sin valor real ya que “no eran tan buenos como los nuestros”. En una extraña tergiversación de lógica, Hitler incluso argumentó que los enormemente anchos frentes sostenidos por las divisiones alemanas probaban la debilidad del enemigo, ya que de otro modo los soviéticos habrían explotado esta vulnerabilidad en un grado mayor de lo que ya habían hecho. (Llegado un momento, cuando todo el frente alemán estaba amenazando flaquear frente a la presión ofensiva soviética, esta afirmación debió haber parecido totalmente indignante).
Continuará.
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