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"A grandes rasgos estaban armadas de la siguiente manera: alrededor del timón tenían unas picas que sobresalían del yugo diez codos a guisa de cuernos con las que ensartaban todo lo que se pusiera a su alcance; y de cada extremo del yugo salían dos hoces, una al mismo nivel que el yugo y la otra más baja apuntando hacia el suelo, la primera para cortar todo lo que se encontrara a los lados y la segunda para alcanzar a los que estuvieran caídos o arrastrándose; asimismo, en los ejes de las ruedas iban sujetas dos hoces a cada lado orientadas igualmente en distinta dirección"
XXXVII, 41 6-8
Angus McBride
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Antíoco ocupa el ala derecha; al frente del ala izquierda pone a su hijo Seleuco y a su sobrino Antípatro; el centro es confiado a tres jefes, Minión, Zeuxis (strategos de Lidia en 205) y Filipo.
Al amanecer se forma una niebla que impide la visibilidad; después la humedad lo empapó todo. Para los romanos no suponía ningún problema pero sí lo era para las tropas del rey; los romanos tenían todas sus unidades a la vista y la humedad no afectaba a su armamento. Los soldados del rey, al ser tan amplio su frente, ni siquiera distinguían las alas desde el centro; por otro lado, la humedad había ablandado los arcos, las hondas y las correas de las jabalinas.
De repente las cuadrigas reales cargan contra las líneas romanas. Cuando Eumenes observa esto, conociendo el arma de doble filo que suponían esos carros, ordena a la infantería ligera y a algunos escuadrones de caballería que avancen a la carrera, no en formación cerrada sino todo lo espaciados que pudieran.
Los proyectiles comienzan a caer sobre los carros desde todas partes; los caballos, espantados y heridos, se lanzan sin rumbo en todas direcciones. Las tropas ligeras, al perseguirlos aumentan la confusión entre los caballos y los camellos.
Es entonces cuando se da la señal de ataque a todas las tropas.
El desconcierto iniciado en el ala izquierda de Antíoco se expande. Las tropas de apoyo que estaban situadas más cerca (3), aterradas a su vez por el pánico de las cuadrigas, emprenden la huída dejando desguarnecida toda la formación hasta los catafractos (5). Cuando la caballería romana llega hasta éstos, no logran resistir la carga; parte de ellos se desbandan y los demás quedan paralizados por el peso de sus corazas y su armamento.
• Los números en verde son del esquema que puse arriba
Al amanecer se forma una niebla que impide la visibilidad; después la humedad lo empapó todo. Para los romanos no suponía ningún problema pero sí lo era para las tropas del rey; los romanos tenían todas sus unidades a la vista y la humedad no afectaba a su armamento. Los soldados del rey, al ser tan amplio su frente, ni siquiera distinguían las alas desde el centro; por otro lado, la humedad había ablandado los arcos, las hondas y las correas de las jabalinas.
De repente las cuadrigas reales cargan contra las líneas romanas. Cuando Eumenes observa esto, conociendo el arma de doble filo que suponían esos carros, ordena a la infantería ligera y a algunos escuadrones de caballería que avancen a la carrera, no en formación cerrada sino todo lo espaciados que pudieran.
Los proyectiles comienzan a caer sobre los carros desde todas partes; los caballos, espantados y heridos, se lanzan sin rumbo en todas direcciones. Las tropas ligeras, al perseguirlos aumentan la confusión entre los caballos y los camellos.
Es entonces cuando se da la señal de ataque a todas las tropas.
El desconcierto iniciado en el ala izquierda de Antíoco se expande. Las tropas de apoyo que estaban situadas más cerca (3), aterradas a su vez por el pánico de las cuadrigas, emprenden la huída dejando desguarnecida toda la formación hasta los catafractos (5). Cuando la caballería romana llega hasta éstos, no logran resistir la carga; parte de ellos se desbandan y los demás quedan paralizados por el peso de sus corazas y su armamento.
• Los números en verde son del esquema que puse arriba
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Habiendo cedido toda el ala izquierda, el pánico se extendió hasta el centro (1). Allí, tan pronto como se deshacen las líneas, el uso de las sarisas se ve impedido, ya que los que huían se cruzaban mientras las primeras filas de legionarios lanzaban sus jabalinas.
"Ni siquiera los elefantes colocados en medio asustaban a los soldados romanos, avezados ya desde las guerras de África a esquivar la acometida de las bestias y atacarlas de través con las jabalinas o, si podían acercarse más, cortarles los tendones con la espada"
Antíoco, en el ala derecha, viendo que tan solo habían cuatro escuadrones de caballería, ataca por aquel lado con las tropas auxiliares (2) y los catafractos (4). Rodea el ala por el río y persigue a los jinetes hasta el campamento. Al mando del mismo estaba el tribuno militar Marco Emilio. Éste acude con toda la guarnición y repele el ataque del rey, llegando a matar a algunos auxiliares propios para hacer que los que huían frenaran la carrera. También Atalo, hermano de Eumenes, llega con 200 jinetes desde el ala derecha romana. El rey huye.
Los jinetes de Eumenes primero, y luego el resto de la caballería, emprenden la persecución.
"También en el campamento se produjo una enorme carnicería, casi mayor que en el campo de batalla"
La batalla había terminado.
"Se dice que fueron muertos aquel día cerca de cincuenta mil soldados de infantería y tres mil de caballería; se apresaron mil cuatrocientos hombres y quince elefantes con sus cornacas. Por parte romana hubo un cierto número de heridos; y cayeron no más de trescientos hombres de infantería y veinticuatro de caballería, y veinticinco del ejército de Eumenes"
XXXVII, 44, 1-2
"Ni siquiera los elefantes colocados en medio asustaban a los soldados romanos, avezados ya desde las guerras de África a esquivar la acometida de las bestias y atacarlas de través con las jabalinas o, si podían acercarse más, cortarles los tendones con la espada"
Antíoco, en el ala derecha, viendo que tan solo habían cuatro escuadrones de caballería, ataca por aquel lado con las tropas auxiliares (2) y los catafractos (4). Rodea el ala por el río y persigue a los jinetes hasta el campamento. Al mando del mismo estaba el tribuno militar Marco Emilio. Éste acude con toda la guarnición y repele el ataque del rey, llegando a matar a algunos auxiliares propios para hacer que los que huían frenaran la carrera. También Atalo, hermano de Eumenes, llega con 200 jinetes desde el ala derecha romana. El rey huye.
Los jinetes de Eumenes primero, y luego el resto de la caballería, emprenden la persecución.
"También en el campamento se produjo una enorme carnicería, casi mayor que en el campo de batalla"
La batalla había terminado.
"Se dice que fueron muertos aquel día cerca de cincuenta mil soldados de infantería y tres mil de caballería; se apresaron mil cuatrocientos hombres y quince elefantes con sus cornacas. Por parte romana hubo un cierto número de heridos; y cayeron no más de trescientos hombres de infantería y veinticuatro de caballería, y veinticinco del ejército de Eumenes"
XXXVII, 44, 1-2
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Inciso
Como hablé de "estimación moderna" y en concreto de la obra "The Roman War of Antiochus the Great", Ed. Leiden-Boston, Boston, EE. UU. (2002) del tal John D. Grainger, dejo aquí un ejemplo que toma esa fuente:
http://en.wikipedia.org/wiki/Battle_of_Magnesia
Casualties and losses
Bajas romanas:
at least 349 (ancient sources)
5,000 (Grainger)
Bajas seleúcidas:
up to 50,000 dead and captured (ancient sources)
10,000 (Grainger)
Como hablé de "estimación moderna" y en concreto de la obra "The Roman War of Antiochus the Great", Ed. Leiden-Boston, Boston, EE. UU. (2002) del tal John D. Grainger, dejo aquí un ejemplo que toma esa fuente:
http://en.wikipedia.org/wiki/Battle_of_Magnesia
Casualties and losses
Bajas romanas:
at least 349 (ancient sources)
5,000 (Grainger)
Bajas seleúcidas:
up to 50,000 dead and captured (ancient sources)
10,000 (Grainger)
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El rey Antíoco llega a Sardes; enterado de que su hijo Seleuco había marchado en dirección de Apamea, parte Hacia allí con su familia.
Al recibir noticias de la batalla, Polixénidas deja Efeso con la flota, se traslada a Patara, desembarca por temor a las naves rodias que custodiaban la zona y, marchando a pie, se dirige a Siria.
Ante Lucio Cornelio llegan delegados de todas partes para entregar sus ciudades (Tiatira, Magnesia, Trales, Efeso...).
Negociaciones de paz
Un parlamentario de Antíoco, llamado Museo, solicita a Lucio Cornelio permiso para el envío de una embajada. Pocos días más tarde llegan ante el cónsul Zeuxis y Antípatro, sobrino del rey. Se entrevistan primero con Eumenes; luego se presentan ante el Africano y, por mediación de él, al cónsul. Los embajadores llevaban instrucciones de aceptar cualquier condición que se les exigiese.
Lucio Cornelio les pone a los embajadores las misma exigencias que ya hiciera anteriormente:
"Antíoco debía retirarse de Europa y, de Asia, de toda la parte de acá del Tauro. Debían abonar, además, quince mil talentos de Eubea a los romanos en concepto de indemnización de los gastos de guerra. De ellos, quinientos debían ser abonados al contado, dos mil quinientos cuando el senado romano ratificase el tratado; el resto era a satisfacer en doce años, a mil talentos anuales. Además, debían pagarse a Eumenes cuatrocientos talentos que se le debían, y también el trigo que faltaba según lo estipulado por Antíoco y el padre de Eumenes. Debían aún ser entregados a los romanos Aníbal, el cartaginés, Toante, el etolio, Mnasíloco de Acarnania, y Filón y Eubulo, estos últimos de Calcis. En prenda de ello Antíoco debía entregar inmediatamente los veinte rehenes que se le indicaran"
Polibio Frag. XXI, 17
Los embajadores del rey se manifiestan de acuerdo en todo por lo que se concierta enviar conjuntamente emisarios a Roma.
Al recibir noticias de la batalla, Polixénidas deja Efeso con la flota, se traslada a Patara, desembarca por temor a las naves rodias que custodiaban la zona y, marchando a pie, se dirige a Siria.
Ante Lucio Cornelio llegan delegados de todas partes para entregar sus ciudades (Tiatira, Magnesia, Trales, Efeso...).
Negociaciones de paz
Un parlamentario de Antíoco, llamado Museo, solicita a Lucio Cornelio permiso para el envío de una embajada. Pocos días más tarde llegan ante el cónsul Zeuxis y Antípatro, sobrino del rey. Se entrevistan primero con Eumenes; luego se presentan ante el Africano y, por mediación de él, al cónsul. Los embajadores llevaban instrucciones de aceptar cualquier condición que se les exigiese.
Lucio Cornelio les pone a los embajadores las misma exigencias que ya hiciera anteriormente:
"Antíoco debía retirarse de Europa y, de Asia, de toda la parte de acá del Tauro. Debían abonar, además, quince mil talentos de Eubea a los romanos en concepto de indemnización de los gastos de guerra. De ellos, quinientos debían ser abonados al contado, dos mil quinientos cuando el senado romano ratificase el tratado; el resto era a satisfacer en doce años, a mil talentos anuales. Además, debían pagarse a Eumenes cuatrocientos talentos que se le debían, y también el trigo que faltaba según lo estipulado por Antíoco y el padre de Eumenes. Debían aún ser entregados a los romanos Aníbal, el cartaginés, Toante, el etolio, Mnasíloco de Acarnania, y Filón y Eubulo, estos últimos de Calcis. En prenda de ello Antíoco debía entregar inmediatamente los veinte rehenes que se le indicaran"
Polibio Frag. XXI, 17
Los embajadores del rey se manifiestan de acuerdo en todo por lo que se concierta enviar conjuntamente emisarios a Roma.
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189
Entran en funciones los cónsules Marco Fulvio Nobilior y Cneo Manlio Vulso.
FC:
M. Fulvius M.f. Ser.n. Nobilior , Cn. Manlius Cn.f. L.n. Vulso
El senado recibe a una embajada etolia; preguntados los delegados si remitían al pueblo romano la decisión sobre su caso y si estaban dispuestos a tener los mismos aliados y enemigos que el pueblo romano, éstos no dan ninguna respuesta y son invitados a salir del recinto. El senado se muestra unánime por lo que respecta a no otorgarles la paz.
A propuesta de Manio Acilio Glabrión se elabora un decreto ordenando a los etolios salir de Roma aquel mismo día y abandonar Italia en un plazo de quince días. Se envía a Aulo Terencio Varrón para escoltarles durante el viaje, y se les hace saber que si en adelante llegaba a Roma alguna embajada etolia sin la autorización del general que gobernara aquella provincia y sin venir acompañados de un legado romano, sus componentes serían tratados como enemigos.
A continuación los cónsules ponen en el orden del día la cuestión de las provincias; se decide que se sortearán Etolia y Asia.
Es por aquel entonces cuando llegan a Roma Marco Aurelio Cota, legado de Publio Cornelio Escipión, acompañado de los enviados de Antíoco, el rey Eumenes y los rodios.
Es ahora cuando se iba a decidir como Roma debía resolver el vacío que dejaba Antíoco en Asia Menor.
Entran en funciones los cónsules Marco Fulvio Nobilior y Cneo Manlio Vulso.
FC:
M. Fulvius M.f. Ser.n. Nobilior , Cn. Manlius Cn.f. L.n. Vulso
El senado recibe a una embajada etolia; preguntados los delegados si remitían al pueblo romano la decisión sobre su caso y si estaban dispuestos a tener los mismos aliados y enemigos que el pueblo romano, éstos no dan ninguna respuesta y son invitados a salir del recinto. El senado se muestra unánime por lo que respecta a no otorgarles la paz.
A propuesta de Manio Acilio Glabrión se elabora un decreto ordenando a los etolios salir de Roma aquel mismo día y abandonar Italia en un plazo de quince días. Se envía a Aulo Terencio Varrón para escoltarles durante el viaje, y se les hace saber que si en adelante llegaba a Roma alguna embajada etolia sin la autorización del general que gobernara aquella provincia y sin venir acompañados de un legado romano, sus componentes serían tratados como enemigos.
A continuación los cónsules ponen en el orden del día la cuestión de las provincias; se decide que se sortearán Etolia y Asia.
Es por aquel entonces cuando llegan a Roma Marco Aurelio Cota, legado de Publio Cornelio Escipión, acompañado de los enviados de Antíoco, el rey Eumenes y los rodios.
Es ahora cuando se iba a decidir como Roma debía resolver el vacío que dejaba Antíoco en Asia Menor.
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Intervenciones en el senado sobre la nueva situación en Asia
El senado recibe primeramente al rey Eumenes, Éste da las gracias al pueblo romano y lo felicita por su victoria. Luego se muestra reacio a exponer sus peticiones; ante la insistencia de los senadores el rey continúa sin decir nada claro y sale del recinto. Los senadores acuerdan llamarlo de nuevo y obligarlo a manifestar qué quería y qué pensaba.
Conducido de nuevo al recinto por el pretor, el rey manifiesta que si él expone sus peticiones, los senadores recibirían luego a la embajada rodia y tendría que volver a solicitar sesión. Surge así el verdadero motivo, que era el reparto de lo arrebatado a Antíoco.
Como no estaba presente nadie de la embajada de Rodas, se intercala una breve audiencia a la embajada de Esmirna y se hace entrar a los delegados rodios. Sucede lo mismo que con el rey Eumenes.
Por fin se recibe a los embajadores de Antíoco, Antipatro y Zeuxis. El senado aprueba los términos del tratado concluido por Lucio Cornelio en Asia. Al cabo de unos días el senado los ratifica y Antípatro firma la paz.
• Se nombró una comisión de diez miembros para efectuar el reparto. De forma muy resumida, únicamente decir que Roma no se quedaba ningún territorio en Asia. Pérgamo era el estado más beneficiado, convertido de reino secundario a potencia mediterránea, puente entre Macedonia y Asia. Rodas veía cuadruplicadas sus posesiones continentales.
Las ciudades griegas iban a pagar las ambiciones de Eumenes, las que habían estado sometidas a Antíoco pasarían ahora a pagar tributo a Pérgamo; las restantes serían declaradas liberae et inmunes, es decir, ciudades autónomas no sometidas a tributo.
Roma sólo estaba interesada en crear un equilibrio de poder en la zona, incluso dejando a su suerte a las ciudades costeras griegas.
Final de la Guerra de Antíoco o Guerra Siria
El senado recibe primeramente al rey Eumenes, Éste da las gracias al pueblo romano y lo felicita por su victoria. Luego se muestra reacio a exponer sus peticiones; ante la insistencia de los senadores el rey continúa sin decir nada claro y sale del recinto. Los senadores acuerdan llamarlo de nuevo y obligarlo a manifestar qué quería y qué pensaba.
Conducido de nuevo al recinto por el pretor, el rey manifiesta que si él expone sus peticiones, los senadores recibirían luego a la embajada rodia y tendría que volver a solicitar sesión. Surge así el verdadero motivo, que era el reparto de lo arrebatado a Antíoco.
Como no estaba presente nadie de la embajada de Rodas, se intercala una breve audiencia a la embajada de Esmirna y se hace entrar a los delegados rodios. Sucede lo mismo que con el rey Eumenes.
Por fin se recibe a los embajadores de Antíoco, Antipatro y Zeuxis. El senado aprueba los términos del tratado concluido por Lucio Cornelio en Asia. Al cabo de unos días el senado los ratifica y Antípatro firma la paz.
• Se nombró una comisión de diez miembros para efectuar el reparto. De forma muy resumida, únicamente decir que Roma no se quedaba ningún territorio en Asia. Pérgamo era el estado más beneficiado, convertido de reino secundario a potencia mediterránea, puente entre Macedonia y Asia. Rodas veía cuadruplicadas sus posesiones continentales.
Las ciudades griegas iban a pagar las ambiciones de Eumenes, las que habían estado sometidas a Antíoco pasarían ahora a pagar tributo a Pérgamo; las restantes serían declaradas liberae et inmunes, es decir, ciudades autónomas no sometidas a tributo.
Roma sólo estaba interesada en crear un equilibrio de poder en la zona, incluso dejando a su suerte a las ciudades costeras griegas.
Final de la Guerra de Antíoco o Guerra Siria
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Vae Victis
Siguiendo la obra de Livio (fuente principal al estar perdida parte de la de Polibio), para finalizar el libro XXXVII faltaría comentar las operaciones contra los etolios y unas acciones navales en Creta y Tracia.
En la obra de este autor, ya pasaríamos al siguiente libro, cuya sinopis:
LIBRO XXXVIII
Año 189 a. C.
Oriente: Aminandro reconquista Atamania (1 -2).
Campaña de Fulvio Nobilior contra los etolios. Sitio de Ambracia (3-7) .
Negociaciones con una embajada etolia. Tratado de paz ( 8 - 11 ) .
Campaña del cónsul Manlio Vulsón en Asia: marcha hacia el Sur (12 - 15).
La invasión de los galos en Asia. Llegada del ejército romano (16 - 19).
Batallas de los montes Olimpo y Magaba (20 - 24).
Campaña contra los tectosagos (25 - 27).
Roma: acción de los censores (28, 1 - 28).
Oriente: campaña de Cefalania. Conquista de Same. Filopemén contra Esparta (28, 5 - 34).
Año 188 a. C.
Roma: elecciones, medidas censales (35 - 36).
Asia: embajadas ante Gneo Manlio. Tratado de Apamea (37 - 39).
Incidentes en Tracia al regresar de Asia el ejército romano (40 - 41).
Año 187 a. C.
Roma: elecciones y destinos. Debates políticos (42 - 44, 8).
Oposición al triunfo de Gneo Manlio (44, 9 - 46).
Gneo Manlio se defiende (47 - 50, 3).
Procesamiento de Escipión Africano (50, 4 - 53).
Procesamiento de Lucio Escipión (54 - 60).
-De este periodo algo hay en los fragmentos del libro XXI de Polibio (también en otros autores, aunque relatan lo mismo de forma más resumida y con pequeñas variantes).
• Al menos, aunque sea de pasada, comentaré las batallas de los montes Olimpo y Magaba, y algo sobre los etolios.
En la obra de este autor, ya pasaríamos al siguiente libro, cuya sinopis:
LIBRO XXXVIII
Año 189 a. C.
Oriente: Aminandro reconquista Atamania (1 -2).
Campaña de Fulvio Nobilior contra los etolios. Sitio de Ambracia (3-7) .
Negociaciones con una embajada etolia. Tratado de paz ( 8 - 11 ) .
Campaña del cónsul Manlio Vulsón en Asia: marcha hacia el Sur (12 - 15).
La invasión de los galos en Asia. Llegada del ejército romano (16 - 19).
Batallas de los montes Olimpo y Magaba (20 - 24).
Campaña contra los tectosagos (25 - 27).
Roma: acción de los censores (28, 1 - 28).
Oriente: campaña de Cefalania. Conquista de Same. Filopemén contra Esparta (28, 5 - 34).
Año 188 a. C.
Roma: elecciones, medidas censales (35 - 36).
Asia: embajadas ante Gneo Manlio. Tratado de Apamea (37 - 39).
Incidentes en Tracia al regresar de Asia el ejército romano (40 - 41).
Año 187 a. C.
Roma: elecciones y destinos. Debates políticos (42 - 44, 8).
Oposición al triunfo de Gneo Manlio (44, 9 - 46).
Gneo Manlio se defiende (47 - 50, 3).
Procesamiento de Escipión Africano (50, 4 - 53).
Procesamiento de Lucio Escipión (54 - 60).
-De este periodo algo hay en los fragmentos del libro XXI de Polibio (también en otros autores, aunque relatan lo mismo de forma más resumida y con pequeñas variantes).
• Al menos, aunque sea de pasada, comentaré las batallas de los montes Olimpo y Magaba, y algo sobre los etolios.
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Para que no se me olvide luego:
Estos pugiones son del siglo III d. C. (Armería del castillo de Künzing, Alemania), pero el pugio será introducido como puñal militar en las últimas décadas del siglo II a. C.
PUGIONES (II sec. a.C.- III sec. d.C.)
http://www.roma-victrix.com/armamentari ... giones.htm
• Algunos autores datan la adopción del pugio entre el 218 a.C. y el asedio de Numancia.
- Polibio no lo menciona en su descripción del armamento romano.
Estos pugiones son del siglo III d. C. (Armería del castillo de Künzing, Alemania), pero el pugio será introducido como puñal militar en las últimas décadas del siglo II a. C.
PUGIONES (II sec. a.C.- III sec. d.C.)
http://www.roma-victrix.com/armamentari ... giones.htm
• Algunos autores datan la adopción del pugio entre el 218 a.C. y el asedio de Numancia.
- Polibio no lo menciona en su descripción del armamento romano.
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Retomando el año 189:
Entran en funciones los cónsules Marco Fulvio Nobilior y Cneo Manlio Vulso.
FC:
M. Fulvius M.f. Ser.n. Nobilior , Cn. Manlius Cn.f. L.n. Vulso
Los cónsules plantean el reparto de provincias. Se decide que sortearan Etolia y Asia. Al que le fuera asignada ésta última debería de hacerse cargo del ejército de Lucio Cornelio Escipión y, como complemento, podría reclutar 4.000 infantes romanos y 200 jinetes, y 8.000 aliados y latinos de infantería y 400 de caballería. Al que le tocara Etolia se le autorizaba el reclutamiento, como complemento, de el mismo número de tropas que a su colega. Este cónsul también debía equipar y llevar con él las naves que habían sido reparadas y construidas el año anterior. Tendría como misión, aparte de llevar la guerra contra los etolios, pasar a la isla de Cefalania.
Etolia le corresponde en suerte a Marco Fulvio y Asia a Cneo Manlio.
Mientras en Asia se había desarrollado la guerra contra Antíoco, los etolios no habían permanecido quietos. Atamania, tras la expulsión de Aminandro, estaba ocupada por una guarnición macedonia. Aminandro, recabando ayuda en Etolia, logró sublevar las plazas de Heraclea, Tetrafilia, Teudoria y Argitea. Envía misivas a las otras ciudades de Atamania y los macedonios acaban siendo expulsados de casi todas, a excepción del fuerte de Ateneo (al E. de Argitera, en dirección a Gonfos), situado junto a la frontera de Macedonia.
Atamania
El rey Filipo intentó sin éxito recuperar las ciudades perdidas.
Una vez recuperado su reino, Aminandro envía embajadores a Roma y a los Escipiones, que se habían quedado en Efeso tras la batalla de Magnesia. Solicitaba la paz y se disculpaba de haber recuperado su reino por mediación de los etolios.
Mientras tanto, los etolios siguen con su campaña militar. Desde Atamania marchan contra Anfiloquia; después de tomar la ciudad se apoderan de Aperancia (ésta nunca había pertenecido a Etolia).
Viendo la debilidad de Filipo para hacerles frente, los etolios planean apoderarse de otras ciudades cuando les llega la noticia de que el cónsul Marco Fulvio había desembarcado en Apolonia y discutía con los epirotas el lugar más conveniente para iniciar los combates. Los epirotas proponen atacar Ambracia, que se había unido a los etolios; como argumentos le pesentan al cónsul la situación de la ciudad, rodeada de llanuras despejadas que propiciarían un combate fácil en el caso de que los etolios acudieran en su defensa y, por otra parte, al pie de las murallas discurría el río Aretonte, que era navegable y útil para trasportar material de asedio y suministros. Con estos argumentos, Marco Fulvio emprende la marcha a través del Epiro.
Entran en funciones los cónsules Marco Fulvio Nobilior y Cneo Manlio Vulso.
FC:
M. Fulvius M.f. Ser.n. Nobilior , Cn. Manlius Cn.f. L.n. Vulso
Los cónsules plantean el reparto de provincias. Se decide que sortearan Etolia y Asia. Al que le fuera asignada ésta última debería de hacerse cargo del ejército de Lucio Cornelio Escipión y, como complemento, podría reclutar 4.000 infantes romanos y 200 jinetes, y 8.000 aliados y latinos de infantería y 400 de caballería. Al que le tocara Etolia se le autorizaba el reclutamiento, como complemento, de el mismo número de tropas que a su colega. Este cónsul también debía equipar y llevar con él las naves que habían sido reparadas y construidas el año anterior. Tendría como misión, aparte de llevar la guerra contra los etolios, pasar a la isla de Cefalania.
Etolia le corresponde en suerte a Marco Fulvio y Asia a Cneo Manlio.
Mientras en Asia se había desarrollado la guerra contra Antíoco, los etolios no habían permanecido quietos. Atamania, tras la expulsión de Aminandro, estaba ocupada por una guarnición macedonia. Aminandro, recabando ayuda en Etolia, logró sublevar las plazas de Heraclea, Tetrafilia, Teudoria y Argitea. Envía misivas a las otras ciudades de Atamania y los macedonios acaban siendo expulsados de casi todas, a excepción del fuerte de Ateneo (al E. de Argitera, en dirección a Gonfos), situado junto a la frontera de Macedonia.
Atamania
El rey Filipo intentó sin éxito recuperar las ciudades perdidas.
Una vez recuperado su reino, Aminandro envía embajadores a Roma y a los Escipiones, que se habían quedado en Efeso tras la batalla de Magnesia. Solicitaba la paz y se disculpaba de haber recuperado su reino por mediación de los etolios.
Mientras tanto, los etolios siguen con su campaña militar. Desde Atamania marchan contra Anfiloquia; después de tomar la ciudad se apoderan de Aperancia (ésta nunca había pertenecido a Etolia).
Viendo la debilidad de Filipo para hacerles frente, los etolios planean apoderarse de otras ciudades cuando les llega la noticia de que el cónsul Marco Fulvio había desembarcado en Apolonia y discutía con los epirotas el lugar más conveniente para iniciar los combates. Los epirotas proponen atacar Ambracia, que se había unido a los etolios; como argumentos le pesentan al cónsul la situación de la ciudad, rodeada de llanuras despejadas que propiciarían un combate fácil en el caso de que los etolios acudieran en su defensa y, por otra parte, al pie de las murallas discurría el río Aretonte, que era navegable y útil para trasportar material de asedio y suministros. Con estos argumentos, Marco Fulvio emprende la marcha a través del Epiro.
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Asedio de Ambracia
Al llegar a Ambracia, Marco Fulvio observa que el asedio de la ciudad no iba a ser taréa fácil tal y como se lo habían presentado los epirotas.
"La ciudad, por donde la muralla se extiende hacia la llanura y el río, mira a occidente, y la ciudadela, construida sobre el cerro, mira a oriente. El río Aretonte, que nace en Atamania, desemboca en el golfo llamado de Ambracia por el nombre de la ciudad cercana. Aparte de estar protegida por un lado por el río y por otro por las colinas, también estaba rodeada por una sólida muralla de algo más de, cuatro millas de perímetro" •
Fulvio instala dos campamentos en el llano a corta distancia uno de otro y emplaza un fuerte en una posición elevada enfrente de la ciudadela. Comienza a unirlo todo construyendo una empalizada y un foso para impedir la salida desde la ciudad.
Al recibir la noticia del asedio de Ambracia, los etolios se rehunen en asamblea convocados por el strategos Nicandro. Su primera reacción es la de acudir con todas las tropas en ayuda de la ciudad pero al ver que las taréas estaban casi terminadas y los epirotas acampaban al otro lado del río decide dividir sus fuerzas.
Eupólemo marcha hacia Ambracia con 1.000 infantes ligeros y consigue penetrar en la ciudad cruzando por las partes inacabadas de la empalizada. En cuanto a Nicandro, su plan inicial era atacar el campamento epirota de noche, pues al estar el río por en medio no era fácil el auxilio de las tropas romanas; pero declina el ataque al pensar que el cónsul se anticipara a sus movimientos. Desiste del ataque y marcha a saquear la región.
Concluidos los trabajos de asedio, Marco Fulvio ataca la ciudad simultáneamente por cinco puntos. Hace avanzar tres máquinas de asedio a igual distancia una de otra. Con los arietes se baten los muros y con pértigas provistas de hoces se derriban las almenas.
Los habitantes de la ciudad, al ver que las murallas resistían, por medio de palancas, vuelcan sobre los arietes cargas de plomo, piedras y grandes maderos; lanzan ganchos de hierro rompiendo las pértigas que derribaban las almenas. Por otro lado comienzan a efectuar salidas para hostigar los puestos de guardia.
Nicandro, una vez saqueada la región, regresa a Estrato; desde allí concibe la esperanza de romper el asedio con un golpe de audacia para lo que hace entrar en Ambracia a un tal Nicódamo con 500 hombres. Su plan consistía en efectuar una salida de la ciudad mientras él atacaba desde el exterior el campamento romano; el doble ataque debía realizarse aprovechando la noche.
Llegado el día, los asediados atacan las obras según lo planeado pero Nicandro no se presenta:
"...fuese porque el pretor (strategos) se echó atrás por miedo o porque se consideró preferible llevar ayuda a Anfiloquia, reconquistada poco antes, que estaba siendo atacada con la mayor violencia por Perseo, hijo de Filipo, enviado para reconquistar Dolopia y Anfiloquia"
Al advertir la salida desde la ciudad, se da la alerta en el campamento romano. Los dos jefes etolios, Eupólemo y Nicódamo, tenían la certeza de que de un momento a otro llegaría Nicandro. Esta expectativa les hace mantener los combates por cierto tiempo pero al ver que la ayuda no llegaba y veían que el número de efectivos romanos se iba incrementando, comienzan a aflojar la tensión; al final renuncian a la ofensiva y emprenden la huída.
A partir de aquella noche, tanto los habitantes de la ciudad como los etolios que en ella había se sintieron traicionados.
• Por los restos de muralla que se conservan se deduce un perímetro de 5 km, un poco más de tres millas, no de cuatro.
Al llegar a Ambracia, Marco Fulvio observa que el asedio de la ciudad no iba a ser taréa fácil tal y como se lo habían presentado los epirotas.
"La ciudad, por donde la muralla se extiende hacia la llanura y el río, mira a occidente, y la ciudadela, construida sobre el cerro, mira a oriente. El río Aretonte, que nace en Atamania, desemboca en el golfo llamado de Ambracia por el nombre de la ciudad cercana. Aparte de estar protegida por un lado por el río y por otro por las colinas, también estaba rodeada por una sólida muralla de algo más de, cuatro millas de perímetro" •
Fulvio instala dos campamentos en el llano a corta distancia uno de otro y emplaza un fuerte en una posición elevada enfrente de la ciudadela. Comienza a unirlo todo construyendo una empalizada y un foso para impedir la salida desde la ciudad.
Al recibir la noticia del asedio de Ambracia, los etolios se rehunen en asamblea convocados por el strategos Nicandro. Su primera reacción es la de acudir con todas las tropas en ayuda de la ciudad pero al ver que las taréas estaban casi terminadas y los epirotas acampaban al otro lado del río decide dividir sus fuerzas.
Eupólemo marcha hacia Ambracia con 1.000 infantes ligeros y consigue penetrar en la ciudad cruzando por las partes inacabadas de la empalizada. En cuanto a Nicandro, su plan inicial era atacar el campamento epirota de noche, pues al estar el río por en medio no era fácil el auxilio de las tropas romanas; pero declina el ataque al pensar que el cónsul se anticipara a sus movimientos. Desiste del ataque y marcha a saquear la región.
Concluidos los trabajos de asedio, Marco Fulvio ataca la ciudad simultáneamente por cinco puntos. Hace avanzar tres máquinas de asedio a igual distancia una de otra. Con los arietes se baten los muros y con pértigas provistas de hoces se derriban las almenas.
Los habitantes de la ciudad, al ver que las murallas resistían, por medio de palancas, vuelcan sobre los arietes cargas de plomo, piedras y grandes maderos; lanzan ganchos de hierro rompiendo las pértigas que derribaban las almenas. Por otro lado comienzan a efectuar salidas para hostigar los puestos de guardia.
Nicandro, una vez saqueada la región, regresa a Estrato; desde allí concibe la esperanza de romper el asedio con un golpe de audacia para lo que hace entrar en Ambracia a un tal Nicódamo con 500 hombres. Su plan consistía en efectuar una salida de la ciudad mientras él atacaba desde el exterior el campamento romano; el doble ataque debía realizarse aprovechando la noche.
Llegado el día, los asediados atacan las obras según lo planeado pero Nicandro no se presenta:
"...fuese porque el pretor (strategos) se echó atrás por miedo o porque se consideró preferible llevar ayuda a Anfiloquia, reconquistada poco antes, que estaba siendo atacada con la mayor violencia por Perseo, hijo de Filipo, enviado para reconquistar Dolopia y Anfiloquia"
Al advertir la salida desde la ciudad, se da la alerta en el campamento romano. Los dos jefes etolios, Eupólemo y Nicódamo, tenían la certeza de que de un momento a otro llegaría Nicandro. Esta expectativa les hace mantener los combates por cierto tiempo pero al ver que la ayuda no llegaba y veían que el número de efectivos romanos se iba incrementando, comienzan a aflojar la tensión; al final renuncian a la ofensiva y emprenden la huída.
A partir de aquella noche, tanto los habitantes de la ciudad como los etolios que en ella había se sintieron traicionados.
• Por los restos de muralla que se conservan se deduce un perímetro de 5 km, un poco más de tres millas, no de cuatro.
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La no asistencia de Nicandro pudo estar justificada por la presencia del hijo del rey Filipo, Perseo, que estaba asolando la regiones de Anfiloquia y Dolopia.
Perseo, al ser advertido de la llegada de tropas etolias, regresa a Macedonia aunque no descarta emprender una nueva ofensiva.
La liga etolia no sólo se veía con dos frentes abiertos pues Pléurato, rey de los ilirios, había entrado con 60 embarcaciones ligeras en el Golfo de Corinto y, junto a la flota aquea, estaba devastando las costas de Etolia.
Mientras tanto, en Ambracia, los romanos a pesar de haber derribado partes de la muralla se veían incapaces de penetrar en la ciudad. Marco Fulvio decide excavar una galería bajo tierra en lugar cubierto previamente con manteletes; a pesar de estar día y noche sacando tierra, los romanos logran pasar desapercibidos por los enemigos. Cuando los habitantes de la ciudad se percatan, y temiendo que los muros estuvieran ya socavados, se ponen a excavar una fosa desde el interior de la ciudad, junto a los muros y frente a la obra cubierta por manteletes. Cuando llegan a la profundidad en la que calcularon que podía estar la galería romana guardan silencio y permanecen a la expectativa. De repente captan el ruido de los zapadores romanos y se ponen a excavar hacia aquella dirección; no tardaron mucho pues en poco tiempo salieron a la parte en la que estaba apuntalado el muro. De repente se desencadena un combate bajo tierra con las propias herramientas con las que se estaba excavando, también se intenta bloquear la galería con barreras. Desde fuera de la fosa idearon un sistema:
"Prepararon un tonel agujereado en el fondo de forma que se pudiera hacer pasar un tubo mediano, y un tubo de hierro y una tapa también de hierro para el tonel perforada a su vez en muchos puntos. Colocaron este tonel, lleno de plumas ligeras, con la boca vuelta hacia la galería. Por los orificios de la tapadera sobresalían lanzas muy largas, de las que llaman sarisas, para mantener a distancia a los enemigos. Aplicando una pequeña llama a la pluma, la reavivaron soplando con un fuelle de fragua sujeto al extremo del tubo. Luego, cuando llenó por completo la galería una densa humareda que hacía aún más mortificante el mal olor despedido por la pluma quemada, difícilmente podía nadie resistir allí dentro"
Negociaciones de paz
Así estaban las cosas en Ambracia cuando se presentan ante el cónsul Feneas y Damóteles como embajadores de los etolios, investidos de plenos poderes para firmar la paz. Nicandro había aceptado la realidad y había expuesto en asamblea que era totalmente imposible mantener tres frentes abiertos, esto es, los macedonios amenazando Anfiloquia y Dolopia, los ilirios y aqueos asolando las costas, y los romanos asediando Ambracia.
A pesar de los argumentos presentados por los embajadores etolios, Marco Fulvio alega que únicamente hablará de paz con los etolios desarmados; primeramente debían entregar las armas y todos los caballos, después pagar 1.000 talentos de plata, haciendo efectivo la mitad en el acto y, el punto más importante de todos, "añadiría una cláusula en el tratado según la cual tendrían los mismos amigos y enemigos que el pueblo romano" (esta frase, como se verá después, era el punto más duro de las condiciones impuestas •).
Al escuchar las condiciones, los embajadores no dan ninguna respuesta. Regresan para consultarlo con Nicandro y los demás dirigentes etolios.
Ante el cónsul llegan enviados de Atenas y de Rodas para interceder por los etolios; también se presenta Aminandro, rey de los atamanes.
Al regreso de los embajadores etolios, el rey Aminandro consigue que Ambracia se rinda a los romanos.
"A continuación se Ies comunicaron a los etolios las condiciones de paz: entregarían quinientos talentos euboicos, doscientos de ellos en el acto y trescientos en seis anualidades iguales; devolverían a los romanos los prisioneros y desertores; no incluirían dentro de su jurisdicción a ninguna ciudad que hubiese sido tomada al asalto por los romanos o hubiese entrado voluntariamente en amistad con ellos con posterioridad al momento en que Tito Quincio había cruzado a Grecia; la isla de Cefalania quedaría fuera del alcance del tratado"
Las condiciones eran menos duras de las esperadas pero aun debían ser ratificadas en Roma. El acuerdo final fue:
«El pueblo de los etolios reconocerá lealmente la soberanía y la majestad del pueblo romano; no dejará que pase por su territorio ningún ejército que marche contra sus aliados y amigos, ni les prestará ninguna clase de ayuda; tendrá los mismos enemigos que el pueblo romano, tomará las armas contra ellos y les hará la guerra junto con él; devolverá a los romanos y sus aliados los desertores, esclavos fugitivos y prisioneros salvo el caso de aquellos que, habiendo sido repatriados después de caer prisioneros, hayan sido cogidos de nuevo o aquellos que hayan sido hechos prisioneros en su momento entre los que combatían contra Roma en la época en que los etolios formaban parte de las guarniciones romanas; del resto, los que aparezcan en el término de cien días serán entregados fielmente a los magistrados de Corcira, y los que no aparezcan serán devueltos tan pronto como se vaya encontrando a cada uno; los etolios entregarán a los romanos cuarenta rehenes a elección del cónsul no menores de doce años ni mayores de cuarenta; no serán rehenes ni un pretor, ni un jefe de la caballería, ni un secretario público, ni quien anteriormente haya estado como rehén en poder de los romanos; Cefalania quedará excluida de las condiciones de paz»
Livio XXXVIII, 11, 2-9
• Esto viene a ser llamado un foedus iniquum; resumiendo, éste tratado es el primero en que Roma priva de política exterior a un Estado griego.
Perseo, al ser advertido de la llegada de tropas etolias, regresa a Macedonia aunque no descarta emprender una nueva ofensiva.
La liga etolia no sólo se veía con dos frentes abiertos pues Pléurato, rey de los ilirios, había entrado con 60 embarcaciones ligeras en el Golfo de Corinto y, junto a la flota aquea, estaba devastando las costas de Etolia.
Mientras tanto, en Ambracia, los romanos a pesar de haber derribado partes de la muralla se veían incapaces de penetrar en la ciudad. Marco Fulvio decide excavar una galería bajo tierra en lugar cubierto previamente con manteletes; a pesar de estar día y noche sacando tierra, los romanos logran pasar desapercibidos por los enemigos. Cuando los habitantes de la ciudad se percatan, y temiendo que los muros estuvieran ya socavados, se ponen a excavar una fosa desde el interior de la ciudad, junto a los muros y frente a la obra cubierta por manteletes. Cuando llegan a la profundidad en la que calcularon que podía estar la galería romana guardan silencio y permanecen a la expectativa. De repente captan el ruido de los zapadores romanos y se ponen a excavar hacia aquella dirección; no tardaron mucho pues en poco tiempo salieron a la parte en la que estaba apuntalado el muro. De repente se desencadena un combate bajo tierra con las propias herramientas con las que se estaba excavando, también se intenta bloquear la galería con barreras. Desde fuera de la fosa idearon un sistema:
"Prepararon un tonel agujereado en el fondo de forma que se pudiera hacer pasar un tubo mediano, y un tubo de hierro y una tapa también de hierro para el tonel perforada a su vez en muchos puntos. Colocaron este tonel, lleno de plumas ligeras, con la boca vuelta hacia la galería. Por los orificios de la tapadera sobresalían lanzas muy largas, de las que llaman sarisas, para mantener a distancia a los enemigos. Aplicando una pequeña llama a la pluma, la reavivaron soplando con un fuelle de fragua sujeto al extremo del tubo. Luego, cuando llenó por completo la galería una densa humareda que hacía aún más mortificante el mal olor despedido por la pluma quemada, difícilmente podía nadie resistir allí dentro"
Negociaciones de paz
Así estaban las cosas en Ambracia cuando se presentan ante el cónsul Feneas y Damóteles como embajadores de los etolios, investidos de plenos poderes para firmar la paz. Nicandro había aceptado la realidad y había expuesto en asamblea que era totalmente imposible mantener tres frentes abiertos, esto es, los macedonios amenazando Anfiloquia y Dolopia, los ilirios y aqueos asolando las costas, y los romanos asediando Ambracia.
A pesar de los argumentos presentados por los embajadores etolios, Marco Fulvio alega que únicamente hablará de paz con los etolios desarmados; primeramente debían entregar las armas y todos los caballos, después pagar 1.000 talentos de plata, haciendo efectivo la mitad en el acto y, el punto más importante de todos, "añadiría una cláusula en el tratado según la cual tendrían los mismos amigos y enemigos que el pueblo romano" (esta frase, como se verá después, era el punto más duro de las condiciones impuestas •).
Al escuchar las condiciones, los embajadores no dan ninguna respuesta. Regresan para consultarlo con Nicandro y los demás dirigentes etolios.
Ante el cónsul llegan enviados de Atenas y de Rodas para interceder por los etolios; también se presenta Aminandro, rey de los atamanes.
Al regreso de los embajadores etolios, el rey Aminandro consigue que Ambracia se rinda a los romanos.
"A continuación se Ies comunicaron a los etolios las condiciones de paz: entregarían quinientos talentos euboicos, doscientos de ellos en el acto y trescientos en seis anualidades iguales; devolverían a los romanos los prisioneros y desertores; no incluirían dentro de su jurisdicción a ninguna ciudad que hubiese sido tomada al asalto por los romanos o hubiese entrado voluntariamente en amistad con ellos con posterioridad al momento en que Tito Quincio había cruzado a Grecia; la isla de Cefalania quedaría fuera del alcance del tratado"
Las condiciones eran menos duras de las esperadas pero aun debían ser ratificadas en Roma. El acuerdo final fue:
«El pueblo de los etolios reconocerá lealmente la soberanía y la majestad del pueblo romano; no dejará que pase por su territorio ningún ejército que marche contra sus aliados y amigos, ni les prestará ninguna clase de ayuda; tendrá los mismos enemigos que el pueblo romano, tomará las armas contra ellos y les hará la guerra junto con él; devolverá a los romanos y sus aliados los desertores, esclavos fugitivos y prisioneros salvo el caso de aquellos que, habiendo sido repatriados después de caer prisioneros, hayan sido cogidos de nuevo o aquellos que hayan sido hechos prisioneros en su momento entre los que combatían contra Roma en la época en que los etolios formaban parte de las guarniciones romanas; del resto, los que aparezcan en el término de cien días serán entregados fielmente a los magistrados de Corcira, y los que no aparezcan serán devueltos tan pronto como se vaya encontrando a cada uno; los etolios entregarán a los romanos cuarenta rehenes a elección del cónsul no menores de doce años ni mayores de cuarenta; no serán rehenes ni un pretor, ni un jefe de la caballería, ni un secretario público, ni quien anteriormente haya estado como rehén en poder de los romanos; Cefalania quedará excluida de las condiciones de paz»
Livio XXXVIII, 11, 2-9
• Esto viene a ser llamado un foedus iniquum; resumiendo, éste tratado es el primero en que Roma priva de política exterior a un Estado griego.
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Campaña de Asia
El otro cónsul de 189, Cneo Manlio Vulso, llega a comienzos de la primavera a Efeso en donde se hace cargo de las tropas de Lucio Cornelio Escipión. Su objetivo era emprender una expedición punitiva contra los territorios que habían ayudado a Antíoco con el envío de tropas auxiliares; para asegurar la zona no bastaba con haber fijado los límites más allá de la cadena del Tauro, había que quebrar la moral de los gálatas.
• Sobre estos gálatas o galogriegos:
Según cuenta el historiador y geógrafo griego del siglo II, Pausanias, en el año 279 a. C., algunas tribus de galos se dirigieron hacia Grecia a través de los Balcanes llegando a atacar el oráculo de Delfos y el santuario de Apolo, siendo finalmente derrotados, cayendo muerto Brennos, su comandante.
Tras esta derrota, esta tribu se dirigió hacia Asia Menor donde, después de grandes enfrentamientos con los reyes de Pérgamo, fueron rechazados por éstos y se dirigieron a la zona central de Capadocia, donde se asentaron formando una región que pasó a llamarse Galacia, formando pequeños Estados independientes que se irían consolidando durante los reinados de los reyes sucesores de Antíoco, y, por tanto, sus habitantes (los galos) pasaron a llamarse gálatas.
http://es.wikipedia.org/wiki/G%C3%A1latas
Manlio Vulso consideraba un contratiempo la ausencia de Eumenes, pues éste se encontraba por aquellas fechas en Roma, buen conocedor del terreno. Para sustituirlo hace llamar a su hermano Átalo y le anima a emprender la campaña con él.
Pocos días después, el cónsul sale de Efeso y se dirige a Magnesia en donde se reúne con Átalo que llega con 1.000 infantes y 500 jinetes; éste había dejando orden a su hermano Ateneo de seguirlo a corta distancia con el resto de las tropas y encomendando la protección de Pérgamo a los fieles a su hermano y al trono.
El otro cónsul de 189, Cneo Manlio Vulso, llega a comienzos de la primavera a Efeso en donde se hace cargo de las tropas de Lucio Cornelio Escipión. Su objetivo era emprender una expedición punitiva contra los territorios que habían ayudado a Antíoco con el envío de tropas auxiliares; para asegurar la zona no bastaba con haber fijado los límites más allá de la cadena del Tauro, había que quebrar la moral de los gálatas.
• Sobre estos gálatas o galogriegos:
Según cuenta el historiador y geógrafo griego del siglo II, Pausanias, en el año 279 a. C., algunas tribus de galos se dirigieron hacia Grecia a través de los Balcanes llegando a atacar el oráculo de Delfos y el santuario de Apolo, siendo finalmente derrotados, cayendo muerto Brennos, su comandante.
Tras esta derrota, esta tribu se dirigió hacia Asia Menor donde, después de grandes enfrentamientos con los reyes de Pérgamo, fueron rechazados por éstos y se dirigieron a la zona central de Capadocia, donde se asentaron formando una región que pasó a llamarse Galacia, formando pequeños Estados independientes que se irían consolidando durante los reinados de los reyes sucesores de Antíoco, y, por tanto, sus habitantes (los galos) pasaron a llamarse gálatas.
http://es.wikipedia.org/wiki/G%C3%A1latas
Manlio Vulso consideraba un contratiempo la ausencia de Eumenes, pues éste se encontraba por aquellas fechas en Roma, buen conocedor del terreno. Para sustituirlo hace llamar a su hermano Átalo y le anima a emprender la campaña con él.
Pocos días después, el cónsul sale de Efeso y se dirige a Magnesia en donde se reúne con Átalo que llega con 1.000 infantes y 500 jinetes; éste había dejando orden a su hermano Ateneo de seguirlo a corta distancia con el resto de las tropas y encomendando la protección de Pérgamo a los fieles a su hermano y al trono.
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