Vae Victis
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- Alférez
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Vae Victis
te has explicado muy bien pero viendo los hechos no se entiende porque no se rinden de salida si ya entregan sus ciudades y los campos largandose literalmente al monte con la familia con lo que podian llevar a cuestas ¿no sera que el historiador romano les ensalza para ensalzar a su vez a manlio vulso?
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Claro que es posible; es más, Livio se extiende demasiado en esta campaña y da muchos datos de la misma, datos que omito para no hacer esto interminable. Con estos autores nunca se sabe que amistades frecuentaban; bien pudiera ser que un descendiente de Manlio Vulso le invitara a vino del bueno y le endosara todos sus archivos familiares. Estos romanos cuantos más antepasados ilustres tuvieran mucho mejor. Ahí tienes al mismo César remontando a los Julios hasta Venus por mediación del lío que tuvo ésta con Anquises, el padre de Eneas. Peloteo descarado que aparece en la "Eneida" que Virgilio escribe para mayor gloria de Augusto y los Julios.
Todo es posible, estimado Arkangelnllamas; como ya he repetido varias veces, yo doy los datos que hay y que cada uno saque sus conclusiones. Un autor de hace 2.000 años no tiene porqué ser tan diferente de uno actual y de algo tenían que comer.
Todo es posible, estimado Arkangelnllamas; como ya he repetido varias veces, yo doy los datos que hay y que cada uno saque sus conclusiones. Un autor de hace 2.000 años no tiene porqué ser tan diferente de uno actual y de algo tenían que comer.
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Batalla del Monte Magaba
Tras la batalla, Manlio Vulso dirige sus tropas contra los tectosagos llegando en tres jornadas a Ancira; los enemigos se encontraban a poco más de 10 millas de la ciudad.
Al campamento romano se acercan unos delegados de los tectosagos solicitando audiencia para sus jefes asegurando que cualquier condición de paz sería para ellos preferible a una guerra. Se fija para el día siguiente la hora y el lugar que parecía a medio camino aproximadamente entre el campamento de los gálatas y Ancira. El cónsul acude a la hora fijada junto a una escolta de 500 jinetes; al no aparecer nadie opta por regresar al campamento. Vuelven los mismos parlamentarios alegando que sus régulos no habían podido acudir debido a impedimentos de carácter religioso y solicitan un nuevo encuentro a lo que el cónsul responde que acudiría Átalo. Éste se presenta con una escolta de 300 jinetes; aparecen los mismos representantes de los gálatas con la excusa de que estaban autorizados a concluir un tratado que luego sería ratificado por sus líderes. Estas maniobras tenían por objeto en primer lugar hacer tiempo mientras trasladaban al otro lado del río Halis, junto con sus mujeres y sus hijos, los bienes que no querían que corrieran peligro; y en segundo lugar, preparar una emboscada al propio cónsul, que estaría poco en guardia contra la ruptura del derecho de gentes de una negociación. Para este propósito habían escogido de entre todas sus tropas a cerca de 1.000 jinetes.
La delegación gálata llega a unos acuerdos de paz con Átalo que debían ser ratificados por el cónsul y sus régulos. Átalo le asegura a Manlio Vulso que esta vez si que acudirían los cabecillas tectosagos.
Tras la batalla, Manlio Vulso dirige sus tropas contra los tectosagos llegando en tres jornadas a Ancira; los enemigos se encontraban a poco más de 10 millas de la ciudad.
Al campamento romano se acercan unos delegados de los tectosagos solicitando audiencia para sus jefes asegurando que cualquier condición de paz sería para ellos preferible a una guerra. Se fija para el día siguiente la hora y el lugar que parecía a medio camino aproximadamente entre el campamento de los gálatas y Ancira. El cónsul acude a la hora fijada junto a una escolta de 500 jinetes; al no aparecer nadie opta por regresar al campamento. Vuelven los mismos parlamentarios alegando que sus régulos no habían podido acudir debido a impedimentos de carácter religioso y solicitan un nuevo encuentro a lo que el cónsul responde que acudiría Átalo. Éste se presenta con una escolta de 300 jinetes; aparecen los mismos representantes de los gálatas con la excusa de que estaban autorizados a concluir un tratado que luego sería ratificado por sus líderes. Estas maniobras tenían por objeto en primer lugar hacer tiempo mientras trasladaban al otro lado del río Halis, junto con sus mujeres y sus hijos, los bienes que no querían que corrieran peligro; y en segundo lugar, preparar una emboscada al propio cónsul, que estaría poco en guardia contra la ruptura del derecho de gentes de una negociación. Para este propósito habían escogido de entre todas sus tropas a cerca de 1.000 jinetes.
La delegación gálata llega a unos acuerdos de paz con Átalo que debían ser ratificados por el cónsul y sus régulos. Átalo le asegura a Manlio Vulso que esta vez si que acudirían los cabecillas tectosagos.
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Los soldados romanos encargados de recoger forraje y leña son enviados a la zona donde iba a celebrarse la entrevista, considerando los tribunos que así la seguridad sería mayor porque la guardia del cónsul Ies serviría también a ellos de protección frente al enemigo; no obstante y sin confiarse demasiado, colocan un segundo puesto de guardia para ellos formado por 600 jinetes, más cerca del campamento.
El cónsul parte hacia la entrevista acordada junto a su escolta de 500 jinetes; no se hallaba muy lejos del punto de encuentro cuando es atacado por la caballería enemiga. En los primeros momentos logra contener la carga inicial pero en poco tiempo los romanos emprenden la huida. Los gálatas los persiguen; al escuchar los gritos de los que eran masacrados, los 600 jinetes que escoltaban a los forrajeadores marchan rápidamente al lugar del combate. Los gálatas son derrotados a la primera carga; los forrajeadores acuden desde todas partes topándose con los que corrían en desbandada. Muy pocos gálatas lograron escapar vivos.
Manlio Vulso dedica un par de días a estudiar la configuración del monte Magaba; al tercer día saca a sus tropas y las divide en cuatro grupos, dos que llevaría por el centro del monte y dos que haría subir por los lados en dirección a las alas de los gálatas.
Lo mejor de las fuerzas enemigas, los tectosagos y los trocmos, 50.000 hombres, ocupaban el centro de la formación; la caballería desmonta dado lo escarpado del terreno y sus 10.000 hombres son colocados en el ala derecha; los capadocios de Ariarate y las tropas auxiliares de Morcio, un contingente de unos 4.000 hombres, se colocan en el ala izquierda.
Monte Magaba con el río Halis al este
-Ancira (o Ancyra) es la actual Ankara
El cónsul parte hacia la entrevista acordada junto a su escolta de 500 jinetes; no se hallaba muy lejos del punto de encuentro cuando es atacado por la caballería enemiga. En los primeros momentos logra contener la carga inicial pero en poco tiempo los romanos emprenden la huida. Los gálatas los persiguen; al escuchar los gritos de los que eran masacrados, los 600 jinetes que escoltaban a los forrajeadores marchan rápidamente al lugar del combate. Los gálatas son derrotados a la primera carga; los forrajeadores acuden desde todas partes topándose con los que corrían en desbandada. Muy pocos gálatas lograron escapar vivos.
Manlio Vulso dedica un par de días a estudiar la configuración del monte Magaba; al tercer día saca a sus tropas y las divide en cuatro grupos, dos que llevaría por el centro del monte y dos que haría subir por los lados en dirección a las alas de los gálatas.
Lo mejor de las fuerzas enemigas, los tectosagos y los trocmos, 50.000 hombres, ocupaban el centro de la formación; la caballería desmonta dado lo escarpado del terreno y sus 10.000 hombres son colocados en el ala derecha; los capadocios de Ariarate y las tropas auxiliares de Morcio, un contingente de unos 4.000 hombres, se colocan en el ala izquierda.
Monte Magaba con el río Halis al este
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Manlio Vulso sitúa a las tropas ligeras en vanguardia al igual que hizo en el Monte Olimpo, ocupándose de que también en este caso tuvieran a mano una gran cantidad de proyectiles de todas clases.
"Cuando se acercaron, todo era un calco por una y otra parte de lo ocurrido en la batalla anterior exceptuando la moral de combate, crecida en los vencedores como consecuencia del resultado favorable y quebrantada en los enemigos debido a que, a pesar de no haber sido vencidos ellos directamente, consideraban como suya la derrota sufrida por los hombres de su raza. Y así, la acción iniciada en unas condiciones parejas tuvo un desenlace idéntico. Los proyectiles ligeros lanzados contra la formación de los galos la cubrieron como una nube. Ninguno de ellos se atrevía a lanzarse fuera de las filas por temor a exponerse, desprotegido, a los golpes que llegaban de todas partes, y permaneciendo a pie firme recibían más heridas cuanto más apiñados estaban, como blanco seguro para los atacantes. El cónsul pensó que si hacía aparecer las enseñas de las legiones, desconcertados como estaban ya de por sí, se darían todos a la huida inmediatamente, e hizo volver hasta las filas a los velites y las otras tropas auxiliares y mandó avanzar a su ejército en orden de batalla"
Los gálatas no resisten ni siquiera la primera carga. Todos emprenden la huida siendo sólo algunos pocos los que se refugian en el campamento; la mayoría logra escapar al quedarse las tropas romanas asaltando la empalizada. Las alas gálatas resisten un poco más de tiempo debido a que estaban un tanto alejadas del centro pero también ceden. El cónsul, incapaz de detener el pillaje emprendido dentro del campamento, envía en persecución del enemigo a las tropas que habían atacado por los flancos.
Aunque la persecución se prolongó durante bastante tiempo únicamente cayeron muertos 8.000 hombres en la huida; el resto logró cruzar el río Halis.
Los gálatas, tras reagruparse, envían al cónsul parlamentarios de paz. Manlio Ies manda dirigirse a Éfeso; él, como estaban ya a mediados del otoño, se apresura a salir de aquellos lugares gélidos debido a la proximidad de las montañas del Tauro y lleva al ejército de vuelta a los cuarteles de invierno de la costa.
Final de la campaña de Asia (189 aC.)
"Cuando se acercaron, todo era un calco por una y otra parte de lo ocurrido en la batalla anterior exceptuando la moral de combate, crecida en los vencedores como consecuencia del resultado favorable y quebrantada en los enemigos debido a que, a pesar de no haber sido vencidos ellos directamente, consideraban como suya la derrota sufrida por los hombres de su raza. Y así, la acción iniciada en unas condiciones parejas tuvo un desenlace idéntico. Los proyectiles ligeros lanzados contra la formación de los galos la cubrieron como una nube. Ninguno de ellos se atrevía a lanzarse fuera de las filas por temor a exponerse, desprotegido, a los golpes que llegaban de todas partes, y permaneciendo a pie firme recibían más heridas cuanto más apiñados estaban, como blanco seguro para los atacantes. El cónsul pensó que si hacía aparecer las enseñas de las legiones, desconcertados como estaban ya de por sí, se darían todos a la huida inmediatamente, e hizo volver hasta las filas a los velites y las otras tropas auxiliares y mandó avanzar a su ejército en orden de batalla"
Los gálatas no resisten ni siquiera la primera carga. Todos emprenden la huida siendo sólo algunos pocos los que se refugian en el campamento; la mayoría logra escapar al quedarse las tropas romanas asaltando la empalizada. Las alas gálatas resisten un poco más de tiempo debido a que estaban un tanto alejadas del centro pero también ceden. El cónsul, incapaz de detener el pillaje emprendido dentro del campamento, envía en persecución del enemigo a las tropas que habían atacado por los flancos.
Aunque la persecución se prolongó durante bastante tiempo únicamente cayeron muertos 8.000 hombres en la huida; el resto logró cruzar el río Halis.
Los gálatas, tras reagruparse, envían al cónsul parlamentarios de paz. Manlio Ies manda dirigirse a Éfeso; él, como estaban ya a mediados del otoño, se apresura a salir de aquellos lugares gélidos debido a la proximidad de las montañas del Tauro y lleva al ejército de vuelta a los cuarteles de invierno de la costa.
Final de la campaña de Asia (189 aC.)
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Para finalizar el año, únicamente comentar las características de ciertas tropas auxiliares aqueas usadas por los romanos.
El otro cónsul de 189, Marco Fulvio Nobilior, realizó una campaña en la isla de Cefalania. En el asedio de Same usó honderos traídos de Dyme, Patrae y Aigion:
"Tampoco por parte de los sámeos se descuidó nada que pudiese mantener alejadas las obras de asedio o rechazar al enemigo. No obstante, su resistencia se basaba sobre todo en dos operaciones: una, construir incesantemente, por la parte de dentro, un nuevo muro igualmente sólido en sustitución del derrumbado; otra, hacer salidas imprevistas, unas veces contra los trabajos de asedio enemigos y otras contra los puestos de guardia, y la mayoría de las ocasiones salían con ventaja en estos combates. Sólo se encontró un procedimiento, nada digno de especial mención, para reducirlos. Se trajeron cien honderos de Egio, Patras y Dime. Éstos, según cierta costumbre de su pueblo, practicaban desde niños lanzando con la honda a mar abierto cantos rodados de los que suelen estar sembradas las playas, mezclados con la arena. Por eso manejaban esta arma lanzando más lejos y con un tiro más preciso y más fuerte que el hondero balear. Y su honda no tiene una correa simple como las de las Baleares y otros pueblos, sino que tiene una bolsa de tres capas reforzada con costuras apretadas para que al efectuar el lanzamiento no dé vueltas el proyectil al distenderse la correa sino que mantenga el equilibrio y salga derecha como proyectada por la cuerda de un arco. Habituados a atravesar a gran distancia anillos de pequeño diámetro herían al enemigo no ya en la cabeza sino en el punto del rostro al que apuntaran. Estas hondas contuvieron a los sámeos impidiendo que hicieran salidas con tanta frecuencia y con tanta osadía, hasta el extremo de pedir desde los muros a los aqueos que se retiraran por algún tiempo y se estuvieran quietos viéndoles combatir contra los puestos de guardia romanos"
AUC XXXVIII, 29, 1-8
Same resistió un asedio de cuatro meses.
El otro cónsul de 189, Marco Fulvio Nobilior, realizó una campaña en la isla de Cefalania. En el asedio de Same usó honderos traídos de Dyme, Patrae y Aigion:
"Tampoco por parte de los sámeos se descuidó nada que pudiese mantener alejadas las obras de asedio o rechazar al enemigo. No obstante, su resistencia se basaba sobre todo en dos operaciones: una, construir incesantemente, por la parte de dentro, un nuevo muro igualmente sólido en sustitución del derrumbado; otra, hacer salidas imprevistas, unas veces contra los trabajos de asedio enemigos y otras contra los puestos de guardia, y la mayoría de las ocasiones salían con ventaja en estos combates. Sólo se encontró un procedimiento, nada digno de especial mención, para reducirlos. Se trajeron cien honderos de Egio, Patras y Dime. Éstos, según cierta costumbre de su pueblo, practicaban desde niños lanzando con la honda a mar abierto cantos rodados de los que suelen estar sembradas las playas, mezclados con la arena. Por eso manejaban esta arma lanzando más lejos y con un tiro más preciso y más fuerte que el hondero balear. Y su honda no tiene una correa simple como las de las Baleares y otros pueblos, sino que tiene una bolsa de tres capas reforzada con costuras apretadas para que al efectuar el lanzamiento no dé vueltas el proyectil al distenderse la correa sino que mantenga el equilibrio y salga derecha como proyectada por la cuerda de un arco. Habituados a atravesar a gran distancia anillos de pequeño diámetro herían al enemigo no ya en la cabeza sino en el punto del rostro al que apuntaran. Estas hondas contuvieron a los sámeos impidiendo que hicieran salidas con tanta frecuencia y con tanta osadía, hasta el extremo de pedir desde los muros a los aqueos que se retiraran por algún tiempo y se estuvieran quietos viéndoles combatir contra los puestos de guardia romanos"
AUC XXXVIII, 29, 1-8
Same resistió un asedio de cuatro meses.
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188
Entran en funciones los cónsules Marco Valerio Mesala y Caio Livio Salinator
Son censados 258.318 ciudadanos
FC:
M. Valerius M.f. M'.n. Messalla , C. Livius M.f. M.n. Salinator
Censores: T. Quinctius T.f. L.n. Flamininus , M. Claudius M.f. M.n. Marcellus - Completan el 48 lustrum
Nota: En las Periochae el número varía ligeramente:
Se censaron doscientos cincuenta y ocho mil trescientos diez ciudadanos
Lustrum a censoribus conditum est censa sunt civium capita CCLVIII milia CCCX
XXXVIII, 6-7
He puesto el que se conserva de Livio:
T. Quinctio lustrum condidit censa sunt civium capita CCLVIII CCCXVIII
XXXVIII, 36, 10
Entran en funciones los cónsules Marco Valerio Mesala y Caio Livio Salinator
Son censados 258.318 ciudadanos
FC:
M. Valerius M.f. M'.n. Messalla , C. Livius M.f. M.n. Salinator
Censores: T. Quinctius T.f. L.n. Flamininus , M. Claudius M.f. M.n. Marcellus - Completan el 48 lustrum
Nota: En las Periochae el número varía ligeramente:
Se censaron doscientos cincuenta y ocho mil trescientos diez ciudadanos
Lustrum a censoribus conditum est censa sunt civium capita CCLVIII milia CCCX
XXXVIII, 6-7
He puesto el que se conserva de Livio:
T. Quinctio lustrum condidit censa sunt civium capita CCLVIII CCCXVIII
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Paz de Apamea
A Cneo Manlio Vulso se le prorroga el mando en Asia (en calidad de procónsul).
Es en este año cuando se concluye el llamado Tratado de Apamea con el rey Antíoco, siguiendo las instrucciones de los diez comisionados enviados a tal efecto:
«Habrá amistad entre el rey Antíoco y el pueblo romano en estas condiciones y estipulaciones: el rey no dejará pasar por el territorio de su reino o el de aquellos que estén bajo su jurisdicción a ningún ejército que vaya a hacer la guerra al pueblo romano o sus aliados, ni le ayudará con provisiones ni de ninguna otra forma; las mismas garantías darán los romanos y sus aliados a Antíoco y a quienes estén bajo su dominio. El rey Antíoco no tendrá derecho a hacer la guerra a los habitantes de las islas ni a pasar a Europa. Evacuará las ciudades, campos, aldeas y poblados fortificados de este lado de las montañas del Tauro hasta el río Halis, y desde el valle del Tauro hasta las crestas de la vertiente que da a Licaonia. Aparte de las armas, no se llevará nada de las ciudades, campos y poblados fortificados que abandone; si se llevara alguna cosa la devolverá puntualmente a donde proceda en cada caso. No acogerá a ningún soldado ni a ninguna otra persona del reino de Éumenes. Si algún ciudadano de aquellas ciudades que se desgajan de su reino está con el rey Antíoco y dentro de los límites de su reino, regresará, sin excepción, a Apamea antes de una fecha determinada; los súbditos de Antíoco que se encuentran entre los romanos o sus aliados tendrán derecho a marchar o quedarse; devolverá a los romanos y sus aliados los esclavos fugitivos o capturados en guerra, y los ciudadanos libres que hayan sido hechos prisioneros o hayan desertado. Entregará todos los elefantes, y no se procurará otros. Entregará también los navíos de guerra con sus aparejos, y no tendrá más de diez naves ligeras, ninguna de las cuales será impulsada por más de treinta remos, ni monere (de una sola bancada de remos) alguna para una guerra que él piense hacer. No navegará más acá de los promontorios Calicadno y Sarpedonio, salvo el caso de que alguna nave transporte dinero para el tributo, o embajadores o rehenes. El rey Antíoco no tendrá derecho a contratar mercenarios en aquellos pueblos que están bajo el dominio del pueblo romano, ni, incluso, a aceptar voluntarios. Las casas y los edificios de los rodios o de sus aliados que están dentro del territorio del reino de Antíoco pertenecerán a los rodios y sus aliados con el mismo derecho que antes de la guerra. Si se debe algún dinero, se procederá a su abono; si alguna cosa fue sustraída, habrá igualmente derecho a buscarla, identificarla y reclamarla. En el caso de que alguna de las ciudades que deben ser entregadas esté en poder de alguien a quien se las ha dado Antíoco, retirará también de ellas sus guarniciones y se ocupará de que sean entregadas regularmente. Entregará doce mil talentos áticos de plata de buena ley en el término de doce años en plazos iguales (el talento no deberá pesar menos de ochenta libras romanas), y quinientos cuarenta mil modios de trigo. Pagará al rey Éumenes trescientos cincuenta talentos en un plazo de cinco años, y en lugar de trigo, su valor estimado: ciento veintisiete talentos. Entregará a los romanos veinte rehenes, que se renovarán a los tres años, que no tengan menos de dieciocho años ni más de cuarenta y cinco. Si alguno de los aliados del pueblo romano toma la iniciativa de una guerra contra Antíoco, éste tendrá derecho a repeler la fuerza con la fuerza, a condición de que no ocupe ninguna ciudad por derecho de guerra ni la acepte como amiga. Dirimirán sus diferencias mediante el arbitraje y el derecho, o, si ambos así lo deciden, mediante la guerra»
AUC XXXVIII, 38, 2-17
A Cneo Manlio Vulso se le prorroga el mando en Asia (en calidad de procónsul).
Es en este año cuando se concluye el llamado Tratado de Apamea con el rey Antíoco, siguiendo las instrucciones de los diez comisionados enviados a tal efecto:
«Habrá amistad entre el rey Antíoco y el pueblo romano en estas condiciones y estipulaciones: el rey no dejará pasar por el territorio de su reino o el de aquellos que estén bajo su jurisdicción a ningún ejército que vaya a hacer la guerra al pueblo romano o sus aliados, ni le ayudará con provisiones ni de ninguna otra forma; las mismas garantías darán los romanos y sus aliados a Antíoco y a quienes estén bajo su dominio. El rey Antíoco no tendrá derecho a hacer la guerra a los habitantes de las islas ni a pasar a Europa. Evacuará las ciudades, campos, aldeas y poblados fortificados de este lado de las montañas del Tauro hasta el río Halis, y desde el valle del Tauro hasta las crestas de la vertiente que da a Licaonia. Aparte de las armas, no se llevará nada de las ciudades, campos y poblados fortificados que abandone; si se llevara alguna cosa la devolverá puntualmente a donde proceda en cada caso. No acogerá a ningún soldado ni a ninguna otra persona del reino de Éumenes. Si algún ciudadano de aquellas ciudades que se desgajan de su reino está con el rey Antíoco y dentro de los límites de su reino, regresará, sin excepción, a Apamea antes de una fecha determinada; los súbditos de Antíoco que se encuentran entre los romanos o sus aliados tendrán derecho a marchar o quedarse; devolverá a los romanos y sus aliados los esclavos fugitivos o capturados en guerra, y los ciudadanos libres que hayan sido hechos prisioneros o hayan desertado. Entregará todos los elefantes, y no se procurará otros. Entregará también los navíos de guerra con sus aparejos, y no tendrá más de diez naves ligeras, ninguna de las cuales será impulsada por más de treinta remos, ni monere (de una sola bancada de remos) alguna para una guerra que él piense hacer. No navegará más acá de los promontorios Calicadno y Sarpedonio, salvo el caso de que alguna nave transporte dinero para el tributo, o embajadores o rehenes. El rey Antíoco no tendrá derecho a contratar mercenarios en aquellos pueblos que están bajo el dominio del pueblo romano, ni, incluso, a aceptar voluntarios. Las casas y los edificios de los rodios o de sus aliados que están dentro del territorio del reino de Antíoco pertenecerán a los rodios y sus aliados con el mismo derecho que antes de la guerra. Si se debe algún dinero, se procederá a su abono; si alguna cosa fue sustraída, habrá igualmente derecho a buscarla, identificarla y reclamarla. En el caso de que alguna de las ciudades que deben ser entregadas esté en poder de alguien a quien se las ha dado Antíoco, retirará también de ellas sus guarniciones y se ocupará de que sean entregadas regularmente. Entregará doce mil talentos áticos de plata de buena ley en el término de doce años en plazos iguales (el talento no deberá pesar menos de ochenta libras romanas), y quinientos cuarenta mil modios de trigo. Pagará al rey Éumenes trescientos cincuenta talentos en un plazo de cinco años, y en lugar de trigo, su valor estimado: ciento veintisiete talentos. Entregará a los romanos veinte rehenes, que se renovarán a los tres años, que no tengan menos de dieciocho años ni más de cuarenta y cinco. Si alguno de los aliados del pueblo romano toma la iniciativa de una guerra contra Antíoco, éste tendrá derecho a repeler la fuerza con la fuerza, a condición de que no ocupe ninguna ciudad por derecho de guerra ni la acepte como amiga. Dirimirán sus diferencias mediante el arbitraje y el derecho, o, si ambos así lo deciden, mediante la guerra»
AUC XXXVIII, 38, 2-17
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Situación previa a la Tercera Guerra Macedónica
Este tratado no difería mucho de lo acordado con Escipión. Antíoco renunciaba definitivamente a la recomposición del reino de Seleuco; Siria desaparecía como potencia mediterránea y a partir de ahora sería un estado de corte oriental sometido a fuertes presiones internas.
Pérgamo y Rodas eran las grandes beneficiadas aunque muy pronto se desatarán entre ellas fuertes pugnas por llevarse la mejor parte.
El panorama político del helenismo había cambiado. Durante dos siglos había estado presidido por el equilibrio de tres grandes reinos. Ahora, con un Egipto debilitado y vencidas Macedonia y Siria, se creaba un nuevo equilibrio al que venían a sumarse Rodas, Pérgamo y la Liga Aquea.
Para Roma este equilibrio, en principio, impedía la creación de un potencial enemigo que interfiriera en su política exterior. Pero muy pronto se desatarán las ambiciones de los beneficiados por la Paz de Apamea; en 186 estallará un primer conflicto entre Pérgamo y el reino de Bitinia por la posesión de una parte de Frigia. Ambos contendientes buscarán el arbitraje de Roma; es entonces cuando Roma exige a Prusias, rey de Bitinia, la entrega de Aníbal:
http://www.tertullian.org/fathers/nepos.htm#Hannibal
XXIII HANNIBAL
En estos momentos Roma empieza a preocuparse por la estabilidad del equilibrio en Asia debido a un excesivo engrandecimiento del reino de Pérgamo.
Las relaciones con Rodas empezarán a enfriarse debido a un arbitraje en contra de ésta y a favor de Licia (esto ya es un poco posterior).
Pero es en la Grecia continental donde van a surgir los problemas para Roma. Aquí había sido la Liga Aquea la principal beneficiada de la nueva regulación y se apresuró a anexionarse todo el Peloponeso bajo la dirección de Filopemen:
http://www.imperivm.org/cont/textos/txt ... pemen.html
Plutarco - Filopemen
Esparta llevó su queja hasta Roma pero antes de que se discutiera el asunto en el senado los aqueos asaltaron la ciudad acabando con los últimos restos del estado espartano. A esto seguiría una insurrección en Mesenia, abortada de igual modo por los aqueos. Roma asistía impotente al fortalecimiento de la Liga Aquea.
Macedonia, por su parte, experimentaba una recuperación debido a medidas internas tomadas por el rey Filipo cuyo propósito era un relanzamiento exterior, pero claro está, siempre sin hacer nada que pudiera afectar su alianza con Roma. Al rey se le había permitido anexionar algunos territorios de la Grecia septentrional como pago a su apoyo durante la guerra contra Antíoco. Filipo, por su cuenta, decidió apoderarse de los últimos restos seleúcidas en Tracia (Ainos y Maronea). Esto le llevará a enfrentarse con Eumenes, rey de Pérgamo, ya que estas posesiones se le habían adjudicado a él.
Pérgamo no tardó demasiado en presentar a los romanos un gran cúmulo de acusaciones contra Macedonia, acusaciones que iban acompañadas por sospechas (infundadas en su mayor parte) que deberían alertar a Roma.
Los manejos e intrigas de Pérgamo poco iban a tardar en producir sus frutos.
Este tratado no difería mucho de lo acordado con Escipión. Antíoco renunciaba definitivamente a la recomposición del reino de Seleuco; Siria desaparecía como potencia mediterránea y a partir de ahora sería un estado de corte oriental sometido a fuertes presiones internas.
Pérgamo y Rodas eran las grandes beneficiadas aunque muy pronto se desatarán entre ellas fuertes pugnas por llevarse la mejor parte.
El panorama político del helenismo había cambiado. Durante dos siglos había estado presidido por el equilibrio de tres grandes reinos. Ahora, con un Egipto debilitado y vencidas Macedonia y Siria, se creaba un nuevo equilibrio al que venían a sumarse Rodas, Pérgamo y la Liga Aquea.
Para Roma este equilibrio, en principio, impedía la creación de un potencial enemigo que interfiriera en su política exterior. Pero muy pronto se desatarán las ambiciones de los beneficiados por la Paz de Apamea; en 186 estallará un primer conflicto entre Pérgamo y el reino de Bitinia por la posesión de una parte de Frigia. Ambos contendientes buscarán el arbitraje de Roma; es entonces cuando Roma exige a Prusias, rey de Bitinia, la entrega de Aníbal:
http://www.tertullian.org/fathers/nepos.htm#Hannibal
XXIII HANNIBAL
En estos momentos Roma empieza a preocuparse por la estabilidad del equilibrio en Asia debido a un excesivo engrandecimiento del reino de Pérgamo.
Las relaciones con Rodas empezarán a enfriarse debido a un arbitraje en contra de ésta y a favor de Licia (esto ya es un poco posterior).
Pero es en la Grecia continental donde van a surgir los problemas para Roma. Aquí había sido la Liga Aquea la principal beneficiada de la nueva regulación y se apresuró a anexionarse todo el Peloponeso bajo la dirección de Filopemen:
http://www.imperivm.org/cont/textos/txt ... pemen.html
Plutarco - Filopemen
Esparta llevó su queja hasta Roma pero antes de que se discutiera el asunto en el senado los aqueos asaltaron la ciudad acabando con los últimos restos del estado espartano. A esto seguiría una insurrección en Mesenia, abortada de igual modo por los aqueos. Roma asistía impotente al fortalecimiento de la Liga Aquea.
Macedonia, por su parte, experimentaba una recuperación debido a medidas internas tomadas por el rey Filipo cuyo propósito era un relanzamiento exterior, pero claro está, siempre sin hacer nada que pudiera afectar su alianza con Roma. Al rey se le había permitido anexionar algunos territorios de la Grecia septentrional como pago a su apoyo durante la guerra contra Antíoco. Filipo, por su cuenta, decidió apoderarse de los últimos restos seleúcidas en Tracia (Ainos y Maronea). Esto le llevará a enfrentarse con Eumenes, rey de Pérgamo, ya que estas posesiones se le habían adjudicado a él.
Pérgamo no tardó demasiado en presentar a los romanos un gran cúmulo de acusaciones contra Macedonia, acusaciones que iban acompañadas por sospechas (infundadas en su mayor parte) que deberían alertar a Roma.
Los manejos e intrigas de Pérgamo poco iban a tardar en producir sus frutos.
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Las sospechas y rumores que recayeron sobre Macedonia comienzan en el mismo año en que se firma el Tratado de Apamea. El procónsul Cneo Manlio Vulso, tras concluir todas las cuestiones en Asia, parte con los diez comisionados y todo el ejército hacia el Helesponto. Allí reúne a todas las naves de la costa y manda llamar a Elea la flota de Eumenes para trasladar todas las tropas a Europa. A continuación marcha a través del Quersoneso en pequeñas etapas con el ejército cargado con toda clase de botín; establece en Lisimaquia un campamento para dar descanso a los animales de carga y poder entrar en Tracia con la columna de marcha fresca, debido a que era una zona poco segura que había que atravesar cuanto antes. Llega hasta el río Mélana el mismo día que sale de Lisimaquia y al día siguiente alcanza Cipsela. A partir de aquí le esperaban unas 10 millas de camino boscoso y accidentado. Debido a la dificultad de la ruta divide al ejército en dos grupos ordenando que uno de ellos avance por delante y el otro cierre la marcha a considerable distancia (debido a lo angosto del terreno), colocando en medio la impedimenta en la que iban los carros cargados con el botín.
Dispuesta la columna de marcha, Manlio Vulso avanza cuando de repente aparecen 10.000 tracios pertenecientes a cuatro pueblos (astios, cenos, maduatenos y corelos) justo en donde se estrechaba más el camino. Los tracios no efectúan movimiento alguno mientras pasan los soldados; en cuanto observan que el grupo de cabeza había salido del paso angosto y que la retaguardia estaba muy alejada, atacan los bagajes dando muerte a los soldados que escoltaban los carros. Al extenderse el griterío, vanguardia y retaguardia se dirigen desordenadamente hacia el centro produciéndose un desordenado combate en muchos puntos simultáneamente. Los tracios, cargados del producto de su saqueo, son perseguidos por todas partes; al acercarse la noche cesan los combates.
Al día siguiente la columna romana se pone en marcha y llega hasta el río Hebro. En las proximidades de Tempira les esperaba otro paso no menos accidentado que el anterior. También con espectativas de botín se concentran allí los trausos. En esta zona los valles permitían avistar a distancia a los que bloqueaban el paso por lo que los romanos avanzan con el frente desplegado; los tracios son desalojados de sus posiciones y se dan a la huida produciéndose una persecución que finaliza en matanza. Tras el combate, los romanos acampan en las cercanías de Sale.
Al cabo de varios días de camino la columna romana alcanza Apolonia y, desde allí, llega a Neápolis, siendo toda esta zona tranquila al estar poblada por colonias griegas.
"Se pensaba que esta acción no se había producido sin una traición de Filipo, el rey de Macedonia; él sabía que los romanos no podían regresar más que por Tracia, y cuánto dinero llevaban consigo"
Dispuesta la columna de marcha, Manlio Vulso avanza cuando de repente aparecen 10.000 tracios pertenecientes a cuatro pueblos (astios, cenos, maduatenos y corelos) justo en donde se estrechaba más el camino. Los tracios no efectúan movimiento alguno mientras pasan los soldados; en cuanto observan que el grupo de cabeza había salido del paso angosto y que la retaguardia estaba muy alejada, atacan los bagajes dando muerte a los soldados que escoltaban los carros. Al extenderse el griterío, vanguardia y retaguardia se dirigen desordenadamente hacia el centro produciéndose un desordenado combate en muchos puntos simultáneamente. Los tracios, cargados del producto de su saqueo, son perseguidos por todas partes; al acercarse la noche cesan los combates.
Al día siguiente la columna romana se pone en marcha y llega hasta el río Hebro. En las proximidades de Tempira les esperaba otro paso no menos accidentado que el anterior. También con espectativas de botín se concentran allí los trausos. En esta zona los valles permitían avistar a distancia a los que bloqueaban el paso por lo que los romanos avanzan con el frente desplegado; los tracios son desalojados de sus posiciones y se dan a la huida produciéndose una persecución que finaliza en matanza. Tras el combate, los romanos acampan en las cercanías de Sale.
Al cabo de varios días de camino la columna romana alcanza Apolonia y, desde allí, llega a Neápolis, siendo toda esta zona tranquila al estar poblada por colonias griegas.
"Se pensaba que esta acción no se había producido sin una traición de Filipo, el rey de Macedonia; él sabía que los romanos no podían regresar más que por Tracia, y cuánto dinero llevaban consigo"
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Inciso
187
Entran en funciones los cónsules Marco Emilio Lépido y Caio Flaminio
FC:
M. Aemilius M.f. M.n. Lepidus , C. Flaminius C.f. C. n.
• Aquí nos da Livio un dato:
comitia consulibus rogandis fuerunt a. d. XII. Kal.
"Los comicios para la designación de cónsules se celebraron el dieciocho de febrero"
-Recordemos que hasta el momento los cónsules entran en su cargo a primeros de año (1 de marzo)
En este año tienen lugar las acusaciones contra Publio Cornelio Escipión el Africano.
En Roma se llevaba gestando desde hacía algún tiempo lo que se conocerá como "La Crisis de la República":
http://historicodigital.com/la-crisis-d ... blica.html
Lo que no puede decirse son cosas como ésta:
"La crisis de la República Romana comenzó con Sila"
http://www.canal.uned.es/mmobj/index/id/4890
Bueno, decir si que se puede decir.
Sólo apuntar que ya empieza a gestarse esa crisis que se va a quedar aparcada en el tema hasta que no quede más remedio que entrar con estos "optimates y populares", que parecen surgir para algunos autores por generación espontánea.
A partir de ahora iremos directamente a la Tercera Guerra Macedónica.
187
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• Aquí nos da Livio un dato:
comitia consulibus rogandis fuerunt a. d. XII. Kal.
"Los comicios para la designación de cónsules se celebraron el dieciocho de febrero"
-Recordemos que hasta el momento los cónsules entran en su cargo a primeros de año (1 de marzo)
En este año tienen lugar las acusaciones contra Publio Cornelio Escipión el Africano.
En Roma se llevaba gestando desde hacía algún tiempo lo que se conocerá como "La Crisis de la República":
http://historicodigital.com/la-crisis-d ... blica.html
Lo que no puede decirse son cosas como ésta:
"La crisis de la República Romana comenzó con Sila"
http://www.canal.uned.es/mmobj/index/id/4890
Bueno, decir si que se puede decir.
Sólo apuntar que ya empieza a gestarse esa crisis que se va a quedar aparcada en el tema hasta que no quede más remedio que entrar con estos "optimates y populares", que parecen surgir para algunos autores por generación espontánea.
A partir de ahora iremos directamente a la Tercera Guerra Macedónica.
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Tercera Guerra Macedónica
Perseo queda como heredero al trono de Macedonia tras la muerte de su hermano Demetrio:
"El veneno le fue suministrado durante esta cena, según dicen. Nada más apurarla copa se dio cuenta, y poco después, al manifestarse los dolores, tras abandonar el banquete y retirarse a su habitación, se retorcía lamentándose de la crueldad de su padre y denunciando el parricidio de su hermano"
En el año 179 fallecía el rey Filipo ocupando su hijo Perseo el trono
http://mcadams.posc.mu.edu/txt/ah/Livy/ ... hist.40.54
Las fuentes nos hablan de una guerra que era inevitable desde antes de la muerte del rey (la toma de Ainos y Maronea, por ejemplo), una situación que va a heredar Perseo y va a propiciar con mayor ímpetu que su padre.
Pérgamo seguía avivando los rumores de que Macedonia se preparaba para una guerra contra Roma, rumores fundamentados principalmente en la política de fortalecimiento interno llevada por Filipo, política que le había llevado entre otras cosas a repoblar zonas fronterizas con tracios y otros pueblos.
Hacia el año 173 una embajada romana retorna sin haberse podido entrevistar con el rey:
"Con todo, no les había resultado difícil percatarse de que se estaba preparando la guerra y que el rey acudiría a las armas sin más dilación. Asimismo, en Etolia la sedición iba a más de día en día y su autoridad no había sido capaz de reducir a los promotores de los disturbios. Como se estaba a la espera de una guerra contra Macedonia, antes de entrar en ella se decidió expiar los prodigios e invocar con plegarias la paz de los dioses indicados por los libros del destino"
Perseo queda como heredero al trono de Macedonia tras la muerte de su hermano Demetrio:
"El veneno le fue suministrado durante esta cena, según dicen. Nada más apurarla copa se dio cuenta, y poco después, al manifestarse los dolores, tras abandonar el banquete y retirarse a su habitación, se retorcía lamentándose de la crueldad de su padre y denunciando el parricidio de su hermano"
En el año 179 fallecía el rey Filipo ocupando su hijo Perseo el trono
http://mcadams.posc.mu.edu/txt/ah/Livy/ ... hist.40.54
Las fuentes nos hablan de una guerra que era inevitable desde antes de la muerte del rey (la toma de Ainos y Maronea, por ejemplo), una situación que va a heredar Perseo y va a propiciar con mayor ímpetu que su padre.
Pérgamo seguía avivando los rumores de que Macedonia se preparaba para una guerra contra Roma, rumores fundamentados principalmente en la política de fortalecimiento interno llevada por Filipo, política que le había llevado entre otras cosas a repoblar zonas fronterizas con tracios y otros pueblos.
Hacia el año 173 una embajada romana retorna sin haberse podido entrevistar con el rey:
"Con todo, no les había resultado difícil percatarse de que se estaba preparando la guerra y que el rey acudiría a las armas sin más dilación. Asimismo, en Etolia la sedición iba a más de día en día y su autoridad no había sido capaz de reducir a los promotores de los disturbios. Como se estaba a la espera de una guerra contra Macedonia, antes de entrar en ella se decidió expiar los prodigios e invocar con plegarias la paz de los dioses indicados por los libros del destino"
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173
Entran en funciones los cónsules Lucio Postumio Albino y Marco Popilio Laenas
FC:
L. Postumius A.f. A.n. Albinus , M. Popillius P.f. P.n. Laenas
Livio, principal fuente para estos momentos, se pierde en divagaciones sobre el papel mediador de Roma en Grecia.
Por poner algunos ejemplos:
Llegan a Roma noticias de que hay varias regiones en las que se han llegado a enfrentar bandos opuestos por cuestiones de deudas. El senado envía a Apio Claudio como embajador para examinar y resolver la situación:
"Éste, después de reconvenir a los líderes de las dos facciones, redujo las deudas gravadas con unos intereses injustos, aviniéndose a ello una gran parte de los mismos que los habían impuesto, y distribuyó en diez plazos anuales la amortización de los préstamos legales"
Por el mismo procedimiento se arregla la situación en Perrebia.
Marco Claudio Marcelo examina en Delfos unas quejas presentadas por los etolios envueltos en enfrentamientos internos. De Delfos cruza a Egio en donde había convocado a los aqueos (¿alertarlos de la proximidad de la guerra con Macedonia?...).
El rey Eumenes de Pérgamo llega a Roma con un exhaustivo informe sobre los planes de guerra elaborados por Perseo. Una delegación formada por Caio Valerio, Caio Lutacio Cercón, Quinto Bebio Sulca, Marco Cornelio Mámula y Marco Cecilio Dentre parte para Macedonia a examinar la situación, llevando a la vez instrucciones de desplazarse después a Alejandría para renovar el tratado de amistad con Ptolomeo.
• Cabe preguntarse, ¿dónde tenía puestas las miras el senado?. Livio no nos va a contar el trasfondo de la situación interna de Roma pero nos narra los hechos.
El cónsul Marco Popilio Laenas, tras una victoria sobre los ligures que fue rematada con una serie de represalias innecesarias, remite un informe al senado. Tomando como base que se había atacado a los estatelates, pueblo ligur amigo de Roma, el senado toma la decisión de que Marco Popilio reembolse el importe de los cautivos vendidos y se ocupe de devolverles su bienes en la medida en que fuese posible; por otro lado, el cónsul no debía abandonar Liguria hasta haber llevado a cabo todas las resoluciones acordadas. Marco Popilio, desobedeciendo al senado, envía sus legiones de regreso a Pisa y regresa a Roma en donde convoca al senado en el templo de Belona (este templo ya ha salido varias veces); allí lanza acusaciones contra el pretor y varios senadores no consiguiendo nada y debiendo volver a su provincia.
El hecho en sí no es muy relevante a primera vista. Por su parte, el otro cónsul, Lucio Postumio Albino, no llegó a pisar en todo el año su provincia y se dedicó únicamente a revisar las tierras públicas.
172
Entran en funciones los cónsules Caio Popilio Laenas Lenate y Publio Elio Lígur
Caio Popilio Laenas Lenate era hermano de Marco Popilio Laenas y evidentemente el asunto de Liguria iba a predominar este año.
Sobre la situación interna en Roma no voy a hablar más de momento porque no viene a cuento y me perdería (el censo de ciudadanos relativamente bajo a causa de cierto edicto... ) pero algo sí que estaba sucediendo. Era la primera vez que dos plebeyos compartían el consulado:
FC:
{172} C. Popillius P.f. P.n. Laenas , P. Aelius P.f. P.n. Ligus - both consuls were from the plebs for the first time
http://www.attalus.org/translate/fasti3.html
Al final me he enrollado y no me quiero meter en un berenjenal que no nos trae al caso de la guerra.
Nota: Post prescindible.
Entran en funciones los cónsules Lucio Postumio Albino y Marco Popilio Laenas
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L. Postumius A.f. A.n. Albinus , M. Popillius P.f. P.n. Laenas
Livio, principal fuente para estos momentos, se pierde en divagaciones sobre el papel mediador de Roma en Grecia.
Por poner algunos ejemplos:
Llegan a Roma noticias de que hay varias regiones en las que se han llegado a enfrentar bandos opuestos por cuestiones de deudas. El senado envía a Apio Claudio como embajador para examinar y resolver la situación:
"Éste, después de reconvenir a los líderes de las dos facciones, redujo las deudas gravadas con unos intereses injustos, aviniéndose a ello una gran parte de los mismos que los habían impuesto, y distribuyó en diez plazos anuales la amortización de los préstamos legales"
Por el mismo procedimiento se arregla la situación en Perrebia.
Marco Claudio Marcelo examina en Delfos unas quejas presentadas por los etolios envueltos en enfrentamientos internos. De Delfos cruza a Egio en donde había convocado a los aqueos (¿alertarlos de la proximidad de la guerra con Macedonia?...).
El rey Eumenes de Pérgamo llega a Roma con un exhaustivo informe sobre los planes de guerra elaborados por Perseo. Una delegación formada por Caio Valerio, Caio Lutacio Cercón, Quinto Bebio Sulca, Marco Cornelio Mámula y Marco Cecilio Dentre parte para Macedonia a examinar la situación, llevando a la vez instrucciones de desplazarse después a Alejandría para renovar el tratado de amistad con Ptolomeo.
• Cabe preguntarse, ¿dónde tenía puestas las miras el senado?. Livio no nos va a contar el trasfondo de la situación interna de Roma pero nos narra los hechos.
El cónsul Marco Popilio Laenas, tras una victoria sobre los ligures que fue rematada con una serie de represalias innecesarias, remite un informe al senado. Tomando como base que se había atacado a los estatelates, pueblo ligur amigo de Roma, el senado toma la decisión de que Marco Popilio reembolse el importe de los cautivos vendidos y se ocupe de devolverles su bienes en la medida en que fuese posible; por otro lado, el cónsul no debía abandonar Liguria hasta haber llevado a cabo todas las resoluciones acordadas. Marco Popilio, desobedeciendo al senado, envía sus legiones de regreso a Pisa y regresa a Roma en donde convoca al senado en el templo de Belona (este templo ya ha salido varias veces); allí lanza acusaciones contra el pretor y varios senadores no consiguiendo nada y debiendo volver a su provincia.
El hecho en sí no es muy relevante a primera vista. Por su parte, el otro cónsul, Lucio Postumio Albino, no llegó a pisar en todo el año su provincia y se dedicó únicamente a revisar las tierras públicas.
172
Entran en funciones los cónsules Caio Popilio Laenas Lenate y Publio Elio Lígur
Caio Popilio Laenas Lenate era hermano de Marco Popilio Laenas y evidentemente el asunto de Liguria iba a predominar este año.
Sobre la situación interna en Roma no voy a hablar más de momento porque no viene a cuento y me perdería (el censo de ciudadanos relativamente bajo a causa de cierto edicto... ) pero algo sí que estaba sucediendo. Era la primera vez que dos plebeyos compartían el consulado:
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{172} C. Popillius P.f. P.n. Laenas , P. Aelius P.f. P.n. Ligus - both consuls were from the plebs for the first time
http://www.attalus.org/translate/fasti3.html
Al final me he enrollado y no me quiero meter en un berenjenal que no nos trae al caso de la guerra.
Nota: Post prescindible.
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Informe de Eumenes ante el senado
El rey Eumenes pide abiertamente la guerra contra Macedonia en un viaje que realiza a Roma (172). El pretor lo introduce en el senado para que refiera las pruebas que ha recabado sobre las intenciones de Perseo de emprender la guerra contra los romanos. Enumera los planes iniciales de Filipo, la muerte de su hijo Demetrio, contrario a la guerra, y pasa a exponer los preparativos hechos por Perseo. Éste había firmado un pacto con los beocios, cosa que su padre nunca había logrado; por otro lado, la asamblea aquea había llegado casi al extremo de flanquearle la entrada en el Peloponeso, aunque la propuesta no llegó a prosperar por la intervención de unos pocos partidarios de Roma. Por lo que respecta a los etolios, habían llamado como mediador de sus conflictos internos a Perseo en lugar de a los romanos.
Confiado en estas alianzas había almacenado trigo para mantener durante diez años a 30.000 infantes y 5.000 jinetes de manera que podía pasarse sin recurrir a sus campos ni a los de posibles enemigos para hacer acopio de trigo. Disponía de tal cantidad de dinero que tenía preparada la paga militar, también para diez años, de 10.000 soldados mercenarios, aparte de las tropas macedonias y sin contar la renta que recaudaba anualmente de las minas reales. En sus arsenales había almacenado armamento como para un ejército tres veces mayor. En cuanto al ejército, aun en el caso de que en Macedonia llegaran a faltar jóvenes para las levas, ya contaba con zonas sometidas de Tracia como fuente inagotable.
El resto de su discurso fue una exhortación:
«Lo que presento ante vosotros, padres conscriptos, no son habladurías que se traen y llevan en vagos rumores a las que he dado crédito con demasiada facilidad porque quería que fuesen ciertas las acusaciones lanzadas contra un enemigo, sino que son hechos que he investigado y comprobado, como si os estuviera refiriendo, tras ser enviado por vosotros en misión de espionaje, lo que ocurrió ante mis propios ojos; y yo no habría dejado mi reino, que vosotros hicisteis tan grande y glorioso, y cruzado el mar, para arruinar mi credibilidad viniéndoos con historias inconsistentes. Yo veía que las ciudades más famosas de Asia y de Grecia dejaban traslucir sus intenciones cada día con mayor claridad, y que pronto, si se dejaba hacer, llegarían a un punto del que no cabría volver atrás por arrepentimiento. Veía cómo Perseo no se circunscribía a los límites de su reino, ocupaba otros por las armas y envolvía con sus favores y su benevolencia aquellos otros a los que no era posible someter por la fuerza; veía qué desigual era la situación, pues vosotros le deparabais una paz sin riesgos mientras él preparaba contra vosotros una guerra, y eso que a mí, la verdad, me daba la impresión de que no estaba preparándola, sino prácticamente haciéndola. Expulsó de su reino a Abrúpolis (rey de los tracios sapeos), aliado y amigo vuestro; hizo matar a Artetauro del Ilírico, igualmente aliado y amigo vuestro, porque descubrió que os había dirigido alguna comunicación escrita. Se ocupó de que fuesen eliminados Eversa y Calícrito de Tebas porque habían hablado con cierta libertad contra él en la asamblea de los beocios y habían manifestado que os informarían de lo que se estaba haciendo; prestó ayuda a los bizantinos, contraviniendo el tratado; llevó la guerra a Dolopia; invadió con su ejército Tesalia y Dóride para quebrantar al bando mejor con su ayuda al peor en una guerra civil; creó una confusión y un desbarajuste totales en Tesalia y Perrebia al abrir perspectivas de unos nuevos registros de deudas para aplastar a la aristocracia por medio de la tropa de deudores que le estaban obligados. Como hizo estas cosas mientras vosotros permanecíais inactivos consintiéndoselo, y como ve que vosotros le habéis cedido Grecia, da por hecho que nadie le saldrá armado al paso antes de pasar él a Italia. Vosotros veréis en qué medida se compagina esto con vuestra seguridad y con vuestro honor; al menos yo consideré que sería una vergüenza para mí que Perseo llegara a Italia a traer la guerra antes que yo, vuestro aliado, a advertiros para que estuvieseis sobre aviso. Una vez cumplido un deber para mí inexcusable, y en cierto modo liberado y exonerado de mi compromiso, ¿qué otra cosa puedo hacer aparte de suplicar a los dioses y diosas que veléis tanto por vuestra república como por nosotros, vuestros aliados y amigos, que dependemos de vosotros?»
• Toda la exposición se hizo bajo el más alto secreto pues no se informó al pueblo. El discurso del rey únicamente trascendería al finalizar la guerra.
A los pocos días se recibe en audiencia a los embajadores de Perseo cuyas argumentaciones son tachadas de demagógicas e inaceptables para el senado e inútiles para Macedonia.
Los informes de las embajadas romanas enviadas para examinar la situación en Macedonia, junto a otros llegados de las facciones pro romanas de las ciudades de Grecia, respaldaban lo dicho por Eumenes.
La guerra es pospuesta para el año siguiente.
El rey Eumenes pide abiertamente la guerra contra Macedonia en un viaje que realiza a Roma (172). El pretor lo introduce en el senado para que refiera las pruebas que ha recabado sobre las intenciones de Perseo de emprender la guerra contra los romanos. Enumera los planes iniciales de Filipo, la muerte de su hijo Demetrio, contrario a la guerra, y pasa a exponer los preparativos hechos por Perseo. Éste había firmado un pacto con los beocios, cosa que su padre nunca había logrado; por otro lado, la asamblea aquea había llegado casi al extremo de flanquearle la entrada en el Peloponeso, aunque la propuesta no llegó a prosperar por la intervención de unos pocos partidarios de Roma. Por lo que respecta a los etolios, habían llamado como mediador de sus conflictos internos a Perseo en lugar de a los romanos.
Confiado en estas alianzas había almacenado trigo para mantener durante diez años a 30.000 infantes y 5.000 jinetes de manera que podía pasarse sin recurrir a sus campos ni a los de posibles enemigos para hacer acopio de trigo. Disponía de tal cantidad de dinero que tenía preparada la paga militar, también para diez años, de 10.000 soldados mercenarios, aparte de las tropas macedonias y sin contar la renta que recaudaba anualmente de las minas reales. En sus arsenales había almacenado armamento como para un ejército tres veces mayor. En cuanto al ejército, aun en el caso de que en Macedonia llegaran a faltar jóvenes para las levas, ya contaba con zonas sometidas de Tracia como fuente inagotable.
El resto de su discurso fue una exhortación:
«Lo que presento ante vosotros, padres conscriptos, no son habladurías que se traen y llevan en vagos rumores a las que he dado crédito con demasiada facilidad porque quería que fuesen ciertas las acusaciones lanzadas contra un enemigo, sino que son hechos que he investigado y comprobado, como si os estuviera refiriendo, tras ser enviado por vosotros en misión de espionaje, lo que ocurrió ante mis propios ojos; y yo no habría dejado mi reino, que vosotros hicisteis tan grande y glorioso, y cruzado el mar, para arruinar mi credibilidad viniéndoos con historias inconsistentes. Yo veía que las ciudades más famosas de Asia y de Grecia dejaban traslucir sus intenciones cada día con mayor claridad, y que pronto, si se dejaba hacer, llegarían a un punto del que no cabría volver atrás por arrepentimiento. Veía cómo Perseo no se circunscribía a los límites de su reino, ocupaba otros por las armas y envolvía con sus favores y su benevolencia aquellos otros a los que no era posible someter por la fuerza; veía qué desigual era la situación, pues vosotros le deparabais una paz sin riesgos mientras él preparaba contra vosotros una guerra, y eso que a mí, la verdad, me daba la impresión de que no estaba preparándola, sino prácticamente haciéndola. Expulsó de su reino a Abrúpolis (rey de los tracios sapeos), aliado y amigo vuestro; hizo matar a Artetauro del Ilírico, igualmente aliado y amigo vuestro, porque descubrió que os había dirigido alguna comunicación escrita. Se ocupó de que fuesen eliminados Eversa y Calícrito de Tebas porque habían hablado con cierta libertad contra él en la asamblea de los beocios y habían manifestado que os informarían de lo que se estaba haciendo; prestó ayuda a los bizantinos, contraviniendo el tratado; llevó la guerra a Dolopia; invadió con su ejército Tesalia y Dóride para quebrantar al bando mejor con su ayuda al peor en una guerra civil; creó una confusión y un desbarajuste totales en Tesalia y Perrebia al abrir perspectivas de unos nuevos registros de deudas para aplastar a la aristocracia por medio de la tropa de deudores que le estaban obligados. Como hizo estas cosas mientras vosotros permanecíais inactivos consintiéndoselo, y como ve que vosotros le habéis cedido Grecia, da por hecho que nadie le saldrá armado al paso antes de pasar él a Italia. Vosotros veréis en qué medida se compagina esto con vuestra seguridad y con vuestro honor; al menos yo consideré que sería una vergüenza para mí que Perseo llegara a Italia a traer la guerra antes que yo, vuestro aliado, a advertiros para que estuvieseis sobre aviso. Una vez cumplido un deber para mí inexcusable, y en cierto modo liberado y exonerado de mi compromiso, ¿qué otra cosa puedo hacer aparte de suplicar a los dioses y diosas que veléis tanto por vuestra república como por nosotros, vuestros aliados y amigos, que dependemos de vosotros?»
• Toda la exposición se hizo bajo el más alto secreto pues no se informó al pueblo. El discurso del rey únicamente trascendería al finalizar la guerra.
A los pocos días se recibe en audiencia a los embajadores de Perseo cuyas argumentaciones son tachadas de demagógicas e inaceptables para el senado e inútiles para Macedonia.
Los informes de las embajadas romanas enviadas para examinar la situación en Macedonia, junto a otros llegados de las facciones pro romanas de las ciudades de Grecia, respaldaban lo dicho por Eumenes.
La guerra es pospuesta para el año siguiente.
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La preparación para esta guerra va a diferir en varios aspectos de lo que se solía hacer de forma habitual. El cónsul que obtuviese Macedonia en el sorteo alistaría a los soldados veteranos que quisiera hasta un límite de edad de 50 años. Los tribunos militares no serían elegidos aquel año mediante sufragio, sino que su nombramiento quedaría al libre criterio de los cónsules y los pretores. Los centuriones veteranos serían reclutados en mayor número posible sin concesiones de exención para nadie que no sobrepasase los 50 años. Aquí surge un problema pues los tribunos militares comienzan a asignar cargos a los centuriones no por selección sino por el orden en el que se presentan. Veintitrés centuriones que habían sido primipilos apelaron a los tribunos de la plebe cuando fueron inscritos. Dos miembros de este colegio, Marco Fulvio Nobilior y Marco Claudio Marcelo, eran partidarios de remitir la cuestión a los cónsules.
El examen del caso tuvo lugar ante los bancos de los tribunos; allí acudieron el ex cónsul Marco Popilio, asesor de los centuriones, los centuriones y el cónsul. El cónsul (Publio Licinio Craso) solicitó en seguida que se tratara el caso ante la asamblea, a la que fue convocado el pueblo.
La petición de los centuriones era que no se les asignase un rango inferior al que tenían cuando estaban en activo. Espurio Ligustino, centurión voluntario y mayor de 50 años, solicitó del cónsul y de los tribunos permiso para dirigir al pueblo unas breves palabras.
Y son estas palabras, que Livio refleja en su obra, las que no quiero dejar pasar por alto pues reflejan lo que podíamos llamar:
Carrera de un soldado en un ejército ciudadano
«Quirites, soy Espurio Ligustino, de la tribu crustumina, oriundo de la Sabina. Mi padre me dejó una yugada de tierra y una pequeña cabaña en la que nací y me crié, y en la que vivo en la actualidad. Cuando tuve edad para ello, mi padre me dio por esposa a la hija de su hermano, que lo único que trajo consigo fue su condición de libre y su honestidad, y, además de estas dotes, una fecundidad que incluso para una casa rica sería suficiente.Tenemos seis hijos y dos hijas, ambas casadas ya. Cuatro de los hijos visten la toga viril y dos la pretexta. Me hice soldado cuando el consulado de Publio Sulpicio y Gayo Aurelio (año 200). En aquel ejército que se trasladó a Macedonia milité durante dos años como simple soldado en la campaña contra el rey Filipo; al tercer año, Tito Quincio Flaminino me asignó, por mi valor, el décimo manípulo de hastati. Una vez derrotados Filipo y los macedonios, volvimos a Italia y fuimos licenciados, e inmediatamente partí hacia Hispania como voluntario con el cónsul Marco Porcio (195). Quienes en su largo servicio han tenido la experiencia de militar a las órdenes de éste y de otros generales saben que ningún otro entre todos los generales vivientes ha sido un observador y un juez más riguroso de la valentía. Este general me consideró digno de recibir el mando de la primera centuria de hastati. Por tercera vez, de nuevo como voluntario, me incorporé a aquel ejército que fue enviado contra los etolios y el rey Antíoco (191). Manio Acilio me asignó el rango de primer centurión de la primera centuria de los principes. Tras la expulsión del rey Antíoco y el sometimiento de los etolios nos trajeron de nuevo a Italia y después serví dos veces en las legiones, que hacían campañas de un año. Posteriormente hice dos campañas en Hispania, una con el pretor Quinto Fulvio Flaco (181) y otra con el pretor Tiberio Sempronio Graco (180). Flaco me incluyó entre los que se llevaba de la provincia, en consideración a su valor, para el desfile triunfal. A Tiberio Graco lo acompañé a su provincia a petición suya. Fui centurión primipilo cuatro veces en el transcurso de pocos años; treinta y cuatro veces recibí de mis generales la recompensa al valor. He recibido seis coronas cívicas. Tengo cumplidos veintidós años de servicio en el ejército, y he superado los cincuenta. Aun cuando no hubiera cumplido por entero mi período de servicio y no estuviera exento en razón de la edad, incluso en ese caso, Publio Licinio, sería justo que se me licenciase, puesto que puedo proporcionaros cuatro soldados en mi lugar. Pero me gustaría que toméis estas palabras como pronunciadas en defensa de mi situación: personalmente no pretenderé nunca quedar exento mientras me considere apto para el servicio cualquiera que lleve a cabo un reclutamiento. A los propios tribunos militares compete decidir de qué rango me consideran digno, y yo pondré los medios para que nadie en el ejército me gane en valor; tanto mis generales como los que hicieron el servicio conmigo son testigos de que siempre actué así. En vuestro caso, camaradas, aunque al apelar estáis ejerciendo vuestro derecho, como al ser tan jóvenes no habéis hecho nunca nada en contra de la autoridad de los magistrados y del senado, justo es que también ahora estéis a disposición de los cónsules y del senado y consideréis honroso cualquier puesto y estéis dispuestos a defender desde él a la república»
XLI 34, 2-15
La preparación para esta guerra va a diferir en varios aspectos de lo que se solía hacer de forma habitual. El cónsul que obtuviese Macedonia en el sorteo alistaría a los soldados veteranos que quisiera hasta un límite de edad de 50 años. Los tribunos militares no serían elegidos aquel año mediante sufragio, sino que su nombramiento quedaría al libre criterio de los cónsules y los pretores. Los centuriones veteranos serían reclutados en mayor número posible sin concesiones de exención para nadie que no sobrepasase los 50 años. Aquí surge un problema pues los tribunos militares comienzan a asignar cargos a los centuriones no por selección sino por el orden en el que se presentan. Veintitrés centuriones que habían sido primipilos apelaron a los tribunos de la plebe cuando fueron inscritos. Dos miembros de este colegio, Marco Fulvio Nobilior y Marco Claudio Marcelo, eran partidarios de remitir la cuestión a los cónsules.
El examen del caso tuvo lugar ante los bancos de los tribunos; allí acudieron el ex cónsul Marco Popilio, asesor de los centuriones, los centuriones y el cónsul. El cónsul (Publio Licinio Craso) solicitó en seguida que se tratara el caso ante la asamblea, a la que fue convocado el pueblo.
La petición de los centuriones era que no se les asignase un rango inferior al que tenían cuando estaban en activo. Espurio Ligustino, centurión voluntario y mayor de 50 años, solicitó del cónsul y de los tribunos permiso para dirigir al pueblo unas breves palabras.
Y son estas palabras, que Livio refleja en su obra, las que no quiero dejar pasar por alto pues reflejan lo que podíamos llamar:
Carrera de un soldado en un ejército ciudadano
«Quirites, soy Espurio Ligustino, de la tribu crustumina, oriundo de la Sabina. Mi padre me dejó una yugada de tierra y una pequeña cabaña en la que nací y me crié, y en la que vivo en la actualidad. Cuando tuve edad para ello, mi padre me dio por esposa a la hija de su hermano, que lo único que trajo consigo fue su condición de libre y su honestidad, y, además de estas dotes, una fecundidad que incluso para una casa rica sería suficiente.Tenemos seis hijos y dos hijas, ambas casadas ya. Cuatro de los hijos visten la toga viril y dos la pretexta. Me hice soldado cuando el consulado de Publio Sulpicio y Gayo Aurelio (año 200). En aquel ejército que se trasladó a Macedonia milité durante dos años como simple soldado en la campaña contra el rey Filipo; al tercer año, Tito Quincio Flaminino me asignó, por mi valor, el décimo manípulo de hastati. Una vez derrotados Filipo y los macedonios, volvimos a Italia y fuimos licenciados, e inmediatamente partí hacia Hispania como voluntario con el cónsul Marco Porcio (195). Quienes en su largo servicio han tenido la experiencia de militar a las órdenes de éste y de otros generales saben que ningún otro entre todos los generales vivientes ha sido un observador y un juez más riguroso de la valentía. Este general me consideró digno de recibir el mando de la primera centuria de hastati. Por tercera vez, de nuevo como voluntario, me incorporé a aquel ejército que fue enviado contra los etolios y el rey Antíoco (191). Manio Acilio me asignó el rango de primer centurión de la primera centuria de los principes. Tras la expulsión del rey Antíoco y el sometimiento de los etolios nos trajeron de nuevo a Italia y después serví dos veces en las legiones, que hacían campañas de un año. Posteriormente hice dos campañas en Hispania, una con el pretor Quinto Fulvio Flaco (181) y otra con el pretor Tiberio Sempronio Graco (180). Flaco me incluyó entre los que se llevaba de la provincia, en consideración a su valor, para el desfile triunfal. A Tiberio Graco lo acompañé a su provincia a petición suya. Fui centurión primipilo cuatro veces en el transcurso de pocos años; treinta y cuatro veces recibí de mis generales la recompensa al valor. He recibido seis coronas cívicas. Tengo cumplidos veintidós años de servicio en el ejército, y he superado los cincuenta. Aun cuando no hubiera cumplido por entero mi período de servicio y no estuviera exento en razón de la edad, incluso en ese caso, Publio Licinio, sería justo que se me licenciase, puesto que puedo proporcionaros cuatro soldados en mi lugar. Pero me gustaría que toméis estas palabras como pronunciadas en defensa de mi situación: personalmente no pretenderé nunca quedar exento mientras me considere apto para el servicio cualquiera que lleve a cabo un reclutamiento. A los propios tribunos militares compete decidir de qué rango me consideran digno, y yo pondré los medios para que nadie en el ejército me gane en valor; tanto mis generales como los que hicieron el servicio conmigo son testigos de que siempre actué así. En vuestro caso, camaradas, aunque al apelar estáis ejerciendo vuestro derecho, como al ser tan jóvenes no habéis hecho nunca nada en contra de la autoridad de los magistrados y del senado, justo es que también ahora estéis a disposición de los cónsules y del senado y consideréis honroso cualquier puesto y estéis dispuestos a defender desde él a la república»
XLI 34, 2-15
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