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Los conflictos armados en la historia de la Humanidad. Los éjércitos del Mundo, sus jefes, estrategias y armamentos, desde la Antiguedad hasta 1939.
de guiner
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Preparativos para la guerra

172



Se encomienda al pretor Caio Licinio la tarea de reparar, de entre las quinquerremes viejas que estaban en dique seco en los astilleros de Roma, aquellas que pudieran servir, hasta equipar 50 navíos. Tenía instrucciones de reclutar entre los ciudadanos romanos soldados de marina, con la condición de libertos, para 25 navíos; para los otros 25, el pretor Cneo Sicinio solicitaría a los aliados un contingente igual. Este pretor exigiría a los aliados de derecho latino 8.000 infantes y 300 jinetes. Para hacerse cargo de estas tropas en Brundisium y enviarlas a Macedonia es elegido Aulo Atilio Serrano en calidad de propretor.

Con esta flota y este ejército, Cneo Sicinio recibe órdenes de pasar a Grecia hasta la llegada del cónsul al que le correspondiera Macedonia.



171

Entran en funciones los cónsules Publio Licinio Craso y Caio Casio Longino.

FC:

P. Licinius C.f. P.n. Crassus , C. Cassius C.f. C.n. Longinus

Se aprueba un decreto del senado disponiendo que los cónsules se repartieran de mutuo acuerdo o por sorteo las provincias de Italia y Macedonia; aquel a quien correspondiese Macedonia haría la guerra al rey Perseo
y a los que hiciesen causa común con él si no ofrecían una satisfacción al pueblo romano. Para el reclutamiento de las dos legiones que serían enviadas a Macedonia se toma una concesión especial pues se ordena el reclutamiento de 6.000 infantes y 300 jinetes para cada una; con respecto a las fuerzas aliadas pasarían a Macedonia 16.000 infantes y y 800 jinetes (además de los 300 que había alistado Cneo Sicinio).

Por sorteo, Macedonia le corresponde a Publio Licinio Craso. Por sorteo también, se resuelve que la Iª y la IIIª legiones se le asignen a Publio Licinio.

A petición de Publio Licinio se añade a su ejército un contingente de tropas auxiliares integrado por 2.000 ligures, un número no especificado de arqueros cretenses (los que enviasen los cretenses previa petición), además de elefantes y jinetes númidas.


A esta leva especial para Macedonia hay que añadirle las disposiciones comentadas en el post anterior
Cuando hablo de "aliados de derecho latino" no me refiero propiamente a los latinos como tal sino a las ciudades, municipios, etc que tienen el Derecho Latino.
http://es.wikipedia.org/wiki/Derecho_latino


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Cneo Sicinio, que había transportado al Epiro 5.000 infantes y 300 jinetes, estaba acampado cerca de Ninfeo en el territorio de Apolonia. Desde allí envía tribunos con 2.000 soldados para ocupar los enclaves fortificados de los desarecios y los ilirios que solicitaban guarniciones para estar mejor protegidos frente a un ataque de sus vecinos macedonios.

El pretor Caio Lucrecio, que estaba al cargo de la flota, sale de la ciudad con 40 quinquerremes; manda por delante con una sola quinquerreme a su hermano Marco Lucrecio con instrucciones de salir al encuentro de la flota en Cefalania después de hacerse cargo de las naves entregadas por los aliados de acuerdo con el tratado. Tras recibir 1 trirreme de los reginos, 2 de los locrenses y 4 de los urites bordea la costa de Italia, dobla el último promontorio de Calabria y cruza el mar Jonio hasta Dirraquium. Aquí se topa con 10 embarcaciones de los propios dirraquinos, 12 de los iseos y 44 del rey ilirio Gencio y, tras llevárselas todas, cruza en tres días a Corcira y de allí, sin detenerse, a Cefalania.

Caio Lucrecio zarpa de Nápoles, cruza el estrecho y llega a Cefalania al quinto día. Allí mantiene fondeada la flota a la espera de que fueran transportadas las fuerzas terrestres y al mismo tiempo a la espera de que les dieran alcance las naves de carga que se habían desviado de su formación durante la travesía por alta mar.

Por estas fechas, Publio Licinio Craso sale de Roma después de pronunciar los votos en el Capitolio. Con él son enviados como tribunos militares dos excónsules, Caio Claudio Pulcro y Quinto Mucio Escévola.

El cónsul se reúne con el ejército en Brundisium, cruza con todas las tropas e instala el campamento cerca de Ninfeo, en territorio apoloniata.


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Perseo. Revista y arenga al ejército


Perseo celebra un consejo de guerra en el antiguo placio real, en Pela. Después de despachar una circular a sus comandantes concentra sus tropas en Cicio (entre Pela y Berea, al norte del río Haliacmón).
Acabado el consejo se dirige a reunirse con su ejército en Cicio, en donde ya se habían concentrado las fuerzas macedonias y los auxiliares extranjeros. Instala el campamento cerca de la ciudad y forma en la llanura a todos los hombres de armas; en total eran 43.000 hombres armados, la mitad de los cuales, aproximadamente, eran falangitas mandados por Hipias de Berea.


"Estaban luego los dos mil hombres escogidos por su fuerza física y su juventud entre el total de los armados de caetra; a esta legión le daban ellos el nombre de «agema»; tenía como prefectos a los euliestas Leonato y Trasipo. El jefe de los demás hombres armados de caetra, unos tres mil, era Antifilo de Edesa. También alcanzaban una cifra cercana a los tres mil los peones, procedentes de Paroria y Parastrimonia, que son regiones colindantes con Tracia, y los agrianes, a los que se habían unido algunos residentes tracios. Los había reunido y armado Didas de Peonía, el que había asesinado al joven Demetrio. Había también dos mil combatientes galos; su jefe era Asclepiodoto de Heraclea de Síntice; tres mil tracios de condición libre tenían su propio jefe. Un contingente casi igual de cretenses seguía a sus jefes, Suso de Falasarnas y Silo de Gnosos. Por su parte, el lacedemonio Leónides mandaba a quinientos hombres de Grecia; de él se decía que era de estirpe real, un exiliado condenado en una asamblea plenaria de los aqueos tras haber sido interceptada una carta suya dirigida a Perseo. El prefecto de los etolios y los beocios, que en total no rebasaban los quinientos, era el aqueo Licón. Con esta mezcla de tropas auxiliares de tantos pueblos, de tantas naciones, se completaban en torno a los doce mil hombres armados. Por lo que se refiere a los jinetes, había reunido tres millares en toda Macedonia. También se había presentado allí Cotis, hijo de Seutes, rey del pueblo de los odrisas, con un millar de jinetes escogidos y aproximadamente el mismo número de infantes. Resultaba así un total de treinta y nueve mil soldados de infantería y cuatro mil de caballería. Parecía indiscutible que, aparte del ejército que Alejandro Magno había llevado a Asia, ningún rey de Macedonia había reunido jamás tantas tropas"

Perseo, reunidas sus tropas, les asegura que llegaba un cónsul con dos legiones romanas que tenían cada una 6.000 soldados de a pie y 300 de a caballo y aproximadamente el mismo número de infantes y jinetes aliados. Aun sumando a estos efectivos los auxiliares de los reyes Éumenes y Masinisa, no debían de ser más de 37.000 infantes y 2.000 mil jinetes.

"Después de oír las cifras de las tropas enemigas, que considerasen, a la vista de su propio ejército, en qué medida, por el número y la calidad de los soldados, eran superiores a unos reclutas alistados deprisa y corriendo para aquella guerra, ellos que habían sido instruidos desde niños en las artes de la milicia, formados y endurecidos en tantas guerras. Las tropas auxiliares de los romanos estaban integradas por lidios, frigios y númidas, y las suyas por tracios y galos, los pueblos más aguerridos. Los otros tenían las armas que cada soldado, en su pobreza, había podido agenciarse; los macedonios sacaban las suyas de los arsenales reales, fabricadas a lo largo de tantos años de cuidados e inversiones de su padre. El aprovisionamiento de los otros estaba lejos y además iba a estar expuesto a todos los azares del mar; él había reservado dinero y trigo para diez años, sin contar los recursos de las minas"


Arkangelnllamas
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Mensaje por Arkangelnllamas »

me sale una cuestion con ese texto ultimo en referencia a la pobreza de los soldados...

y es que basicamente me cuesta creer que los romanos llevasen a sus auxiliares al combate con "palos con punta"

si los auxiliares andaban mal de armamento roma les daria lo que buenamente pudiera en ese momento ¿no?


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Aquí de momento lo único que ha cambiado es la relación Ejército - Centurias y Tribus

vae-victis-t36356-480.html

El ejército de Roma sigue siendo ciudadano.

La leva se realiza entre las tribus pero las clases de los comicios centuriados se mantienen. Cada uno se paga lo que puede. Los velites, por ejemplo, no son auxiliares pero tampoco se pueden costear un equipo mejor.

La frase "Los otros tenían las armas que cada soldado, en su pobreza, había podido agenciarse" significa eso, que en base a su clase determinada por el capital llevan lo que se pueden pagar. Y mucho más para aquellos que pensaban que por edad no iban a volver a ser llamados a filas.

Si te refieres a los aportados por los aliados, a esos el armamento se los costea cada ciudad. Roma no da nada; el ejército sigue siendo ciudadano y cada uno se costea lo que puede. ¿Que hay soldados como el caso de Espurio Ligustino que cargan más de 20 años de campañas a sus espaldas?, claro que los hay y su buena parte del botín se llevaban. Esta gente, como el mencionado Ligustino, acababa de centurión o centurión primipilo como mucho. Por su posición en el censo no podrían servir como jinetes (al no ser de la clase de los equites) y mucho menos ser elegidos como tribunos militares.

En esta guerra que empieza Livio dice que se obliga a alistarse a gente de hasta 50 años, lo que no quiere decir que vaya a ser un ejército de veteranos, todo lo contrario como se verá muy pronto. Estos soldados que rondan los 50 deben sacarle brillo a las espadas que se compraron en su día y que las tendrían medio oxidadas y olvidadas en cualquier rincón. Los nuevos reclutas, según sus medios, se han comprado el equipo que se han podido costear.

Y repito, esto sigue siendo un ejército ciudadano. Aun queda bastante para las llamadas "Reformas de Mario".

me cuesta creer que los romanos llevasen a sus auxiliares al combate con "palos con punta"


Aquí no se si confundes a los velites con las tropas auxiliares. Los velites (ya lo mencioné) llevaban un escudo pequeño, varias jabalinas y el gladius hispaniensis al cinto; que por cierto, en la Batalla del Monte Magaba llegaron a sacarlas cuando la acometida gálata.

Y los auxiliares propiamente, pues ya está dicho, cada ciudad debía armarlos y darles la paga y el sustento. Si estos se presentaban en el lugar de reunión con "palos con punta" ten por seguro que el senado iba a tardar bien poco en despacharlos y "llamar a capítulo" a los delegados de sus ciudades. Más les valía que no se requiriera su presencia.

- ¡Ojo!, también hay que diferenciar aliados latinos, aliados de derecho latino y gran número de pueblos y ciudades que están ligadas a Roma por distintos tratados, pactos, acuerdos, alianzas, etc. . No confundamos en estos momentos (por poner un ejemplo que comenté hace poco) "aliados de derecho romano" con las tropas auxiliares que puedan aportar los aliados africanos, ilirios, griegos y Pérgamo. Pero ya sea unos u otros, a ir al punto de reunión bien pertrechados; ni los propios romanos tenían excusa (en base a sus posibilidades, claro).



Por cierto, aprovecho para poner el texto de Asclepiodoto (que seguro que al final lo pierdo), es corto, no está de más y no recuerdo si puse el enlace:

http://penelope.uchicago.edu/Thayer/E/R ... /home.html

Lo miré pero no voy a comentar nada sobre él.


• También ten en cuenta que Livio exagera algunos detalles y barre para casa a la hora de adornar el relato. :cool2:

Eso sí, reitero que el ejército no es lo que pueda parecer desde un principio. Ha sido reclutado de manera muy forzada y no cuenta con los efectivos adecuados.


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Movimientos iniciales de Perseo

Perseo recibe a distintas delegaciones de las ciudades macedonias que se habían presentado para ofrecer dinero y trigo para la guerra. El rey les da las gracias y únicamente solicita vehículos de transporte para llevar las máquinas y gran cantidad de armas arrojadizas, así como el resto de material bélico.

Sale de Cicio (próxima a Pella) con todo el ejército y se dirige a Eordea, acampando junto al lago Begorritis; al día siguiente avanza hasta el río Haliacmón, en Elimea. A continuación cruza los montes llamados Cambunios por un estrecho desfiladero y baja hacia Azoro, Pitoo y Dolique, lo que los lugareños llamaban "Tripolis"; las tres plazas se rinden sin ofrecer resistencia.
Convencido de que los perrebos iban a hacer otro tanto, recibe la sumisión de Malea ; en cuanto se aproxima a Cirecias es rechazado el primer día tras un violento choque armado junto a la puerta. Al día siguiente efectúa un ataque con la totalidad del ejército recibiendo la rendición de la ciudad antes del anochecer.

Milas, la siguiente plaza, confiando en la inexpugnabilidad de sus defensas logra detener el ataque macedonio durante tres días. Al cuarto día, cuando se colgaban el los muros escalas por todas partes y sobre la puerta se lanzaba una acometida más violenta que las anteriores, los habitantes de la ciudad repelen el ataque de las murallas y corren todos a defender la puerta efectuando una salida repentina contra los macedonios. Rechazados fácilmente, vuelven la espalda y huyen permitiendo la entrada a los sitiadores por las puertas abiertas. Milas es saqueada y sus habitantes de condición libre que habían sobrevivido a la matanza son puestos en venta.

Perseo, después de derruir los muros de Milas, marcha hacia Falana y desde allí llega a Girtón.

Imagen


El año anterior, Aulo Atilio fue enviado a Tesalia para ocupar Larisa con órdenes de recabar de Cneo Sicinio el envío de 2.000 soldados. A Publio Léntulo, que regresaba de entrevistarse con los aqueos, le fueron asignados 300 aliados itálicos para que se encargara desde Tebas de mantener Beocia bajo control.

Aquí hay una laguna en el texto; algunos autores proponen Malea y otros Ericio. He puesto Malea por su situación geográfica, pues la laguna continúa con la aproximación a Cirecias desde la llamada Trípolis (Azoro, Pitoo y Dolique) y posteriormente se atacará Milas:

Imagen


Perseo, enterado de que Tito Minucio Rufo e Hipias, strategos de los tesalios, habían logrado entrar en Girtón (apoyados desde Larisa) con un grupo de tropas, pasa de largo y recibe la sumisión de Elacia y Gonno haciéndose de esta manera con el paso del Valle del Tempe; por este motivo asegura la ciudad de Gonno con una guarnición más sólida de caballería e infantería y fortifica además con foso triple y empalizada el perímetro de la plaza.

Hecho todo esto, Perseo sigue adelante hasta Sicurio en donde, aprovechando la posición de la ciudad en las faldas del Monte Osa, decide esperar a los romanos.


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Avance romano

Publio Licinio Craso dirige su ejército a Tesalia a través del Epiro; una vez atravesada Atamania llega a Gonfos con grandes dificultades y en pequeñas etapas.

"Si el rey, en el lugar y el momento apropiados, le hubiera salido al paso cuando marchaba al frente de su bisoño ejército con los hombres y los caballos maltrechos, incluso los propios romanos reconocen que habrían sufrido una severa derrota en caso de tener que combatir"

El cónsul distribuye trigo entre los soldados y se detiene unos pocos días para que descasen los hombres y los animales; al enterarse de que los macedonios vagaban a sus anchas por Tesalia y devastaban los campos de los aliados, sale hacia Larisa. A tres millas de la ciudad instala el campamento cerca de la Tripolis llamada Escea, a orillas del río Peneo.

Por estas fechas atraca el rey Eumenes en Calcis acompañado de sus hermanos Átalo y Ateneo. Desde Calcis parte con Átalo al encuentro del cónsul con 4.000 infantes y 1.000 jinetes; en Calcis quedan 2.000 infantes al mando de Ateneo.


"También les llegaron al mismo lugar a los romanos otras tropas auxiliares procedentes de todos los pueblos de todos los puntos de Grecia, la mayoría de los cuales, tan reducido era su número, cayeron en el olvido. Los apoloniatas enviaron trescientos soldados de caballería y cien de infantería. Los etolios constituían el equivalente a un ala con todos los jinetes que habían llegado de toda la nación, y en cuanto a los tesalios, de los que se esperaba la caballería al completo, no había más de trescientos jinetes en el campamento romano. Los aqueos aportaron unos mil quinientos de sus jóvenes, la gran mayoría de ellos con armamento cretense"


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El pretor Caio Lucrecio, que estaba al mando de la flota, ordena a su hermano Marco Lucrecio que se dirija a Calcis con la armada doblando el cabo Maleo; él embarca en una trirreme y pone rumbo al Golfo de Corinto para adelantarse y controlar la situación en Beocia.

Cuando Marco Lucrecio llega a Calcis se entera de que Publio Léntulo (recordemos que se le había encargado, que desde Tebas, debía mantener Beocia bajo control) estaba asediando Haliarto; envía un mensajero para ordenarle en nombre del pretor que se retire de allí. El legado, que había acometido aquella empresa con los partidarios prorromanos de Beocia, se aleja de las murallas. El levantamiento del asedio da lugar a otro nuevo, pues inmediatamente Marco Lucrecio pone cerco a Haliarto con las tropas de marina, 10.000 hombres, además de los 2.000 que habían quedado bajo el mando de Ateneo en Calcis. Cuando se dispone a lanzar el ataque llega a Creusa (puerto en el Golfo de Corinto) el pretor.

Por estos días llegan a Cálcis las naves enviadas por los aliados: 2 quinquerremes cartaginesas (en virtud del tratado de paz), 2 trirremes de Heraclea del Ponto, 4 de Calcedón y otras tantas de Samos, así como 5 cuatrirremes de Rodas. Caio Lucrecio las devuelve a los aliados al no haber guerra naval en ninguna parte.

También llega Quinto Marcio a Calcis después de tomar Álope de Ftiótide y atacar Larisa Cremaste.


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Inciso:

Para las búsquedas y localizaciones geográficas he ampliado un poco lo ya dicho, aunque por el carácter del post (dos por los enlaces) lo he puesto en su hilo correspondiente:

logistica-y-talleres-t36524-30.html#p1551954

He tomado como ejemplo tres de las últimas ciudades mencionadas: Creusa, Haliartos y Calcis. Si hay dudas al respecto, al citado hilo.


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Batalla del Calínico

Perseo, después de hacer acopio de trigo en todos los campos de los alrededores, manda tropas a devastar el territorio de Feras convencido de que podría coger a los romanos si les hacía alejarse del campamento para ayudar a las ciudades de los aliados. Al percatarse de que no efectuaban movimiento alguno reparte entre sus soldados el botín para que organicen un banquete.

En los días posteriores tanto el cónsul como el rey celebran consejo para decidir que estrategia iban a seguir. La moral de los macedonios era alta al haber consentido los romanos que devastaran el territorio de Feras; de ahí que la opinión general era que se debía marchar contra ellos sin más demora.

Los romanos eran conscientes de que su indecisión era objeto de comentarios negativos entre los aliados, indignados sobre todo por que no se hubiera prestado ayuda a los fereos.

En plena deliberación sobre que se podía hacer llega un mensajero despavorido con la noticia de la aproximación de un gran ejército. Disuelto el consejo se llama inmediatamente a las armas; como medida inicial se decide que salgan 100 jinetes y 100 infantes ligeros de las tropas de Eumenes.

Sobre la hora cuarta del día, a poco más de una milla de distancia del campamento romano, Perseo da la orden de hacer alto; él se adelanta con la caballería y la infantería ligera junto a Cotis y los jefes de los otros contingentes de sus tropas auxiliares. Cuando están a menos de 500 pasos del campamento romano se topan con dos alas de caballería (duae alae) formadas en gran parte por gálatas, mandados por Casignato, y unos 150 misios y cretenses de armamento ligero. Perseo, dudando de cuantas serían las tropas del enemigo, se detiene y destaca de la formación 2 escuadrones (turmas) de tracios y 2 de macedonios acompañados de 2 cohortes (cohortibus) de cretenses y de tracios cada uno de ellos.

El combate finaliza sin que se decidiera la victoria, pues estaban en igualdad numérica y no llegaron nuevos refuerzos ni de un lado ni del otro. De los hombres de Eumenes cayeron unos 30, entre ellos el jege gálata Casignato.

Perseo regresa a su campamento de Sicurio. Al día siguiente, en torno a la misma hora (la cuarta) avanza hasta el mismo lugar con las tropas seguidas de carros con agua, pues a lo largo de las 12 millas que había que recorrer el camino era seco y polvoriento. Como los romanos no se habían movido, e incluso habían retirado al interior de la empalizada los puestos de guardia, las tropas del rey regresan a su vez al campamento.

Esta operación se repite durante varios días a la espera de que los jinetes romanos atacasen la retaguardia de la columna cuando se retirase pues la intención de Perseo era atraerlos a bastante distancia del campamento y hacerles frente aprovechando la superioridad de su caballería e infantería ligera.

Perseo, al ver que su plan no daba resultado, aproxima su campamento y lo fortifica a 5 millas del de los romanos. Al rayar el alba sale con toda la caballería y la infantería ligera.


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La vista de un volumen mayor de tropas y de una polvareda más próxima que de costumbre causa desconcierto en el campamento romano.

Perseo alinea a sus hombres a menos de 500 pasos de la empalizada, sobre un cerro denominado Calínico. Cotis, rey de los odrisas, estaba en cabeza del ala izquierda con 1.000 jinetes y 1.000 infantes, las líneas de jinetes estaban separadas por tropas de armamento ligero intercaladas; en el ala derecha estaban los jinetes macedonios con los cretenses entremezclados en sus escuadrones; Midonte de Berea mandaba estas tropas ligeras, y Menón de Antigonea la caballería y el conjunto de este sector. Contiguos a las alas estaban formados los jinetes reales y tropas auxiliares de elite de varios pueblos con Patrocles de Antigonea y el gobernador de Peonía, Didas, al frente de las mismas. En medio de todos se encontraba Perseo; en torno a él, la llamada «agema» y los jinetes de los escuadrones sagrados. Ante él coloca a 400 honderos y 400 lanzadores, al mando de los cuales pone a Ión de Tesalónica y al dólope Artemón.


Publio Licinio Craso forma a la infantería en el interior de la empalizada y hace salir a toda la caballería y la infantería ligera, que forman delante del campamento. Caio Licinio Craso, hermano del cónsul, asume el mando en el ala derecha con toda la caballería itálica y los velites intercalados; en el ala izquierda, Marco Valerio Levino mandaba a los jinetes y los infantes ligeros de los pueblos aliados griegos. El centro lo ocupa Quinto Minucio con el resto de la caballería. Delante forman 200 jinetes gálatas y 300 soldados auxiliares de Eumenes del pueblo cirtio. 400 jinetes tesalios se sitúan a corta distancia por delante del ala izquierda. Eumenes y Átalo ocupan la retaguardia, entre la última línea y la empalizada.

Formados de esta manera, a grandes rasgos, con un número casi igual de jinetes y de tropas ligeras por ambas partes, corren a enfrentarse una vez iniciado el combate por los honderos y lanzadores. Los tracios cargan contra los jinetes itálicos en el ala derecha romana sembrando el desconcierto; "los de infantería golpeaban las lanzas con sus espadas, les seccionaban los tendones a los caballos o los ensartaban por el costado". Perseo se lanza contra el ala izquierda y el centro de las líneas poniendo en fuga a los griegos a la primera carga; cuando éstos se dispersan y son acosados por los macedonios, la caballería tesalia, que se había mantenido en la reserva sin intervenir en el choque separada del ala izquierda por un corto espacio, al principio se limita a mirar y después, cuando la situación toma un mal cariz, se repliega poco a poco sin romper las filas y se une a las tropas auxiliares de Eumenes facilitando de esta manera a los soldados dispersos por la huida un refugio seguro entre sus filas.

Perseo vencedor en el combate de la caballería, clamaba a gritos que con una pequeña ayuda que se le hubiese prestado se habría resuelto la guerra. Como respuesta a su arenga se presenta la falange que Hipias y Leonato, por propia iniciativa y para no perderse la audaz operación, habían traído a toda prisa al enterarse de los buenos resultados del combate de la caballería. Cuando el rey se debate entre la esperanza y el temor a afrontar una empresa tan ardua, el cretense Evandro, en cuanto ve llegar a la columna de infantería con las enseñas desplegadas corre junto al rey y le advierte con insistencia que no se deje llevar por la euforia arriesgándolo todo sin necesidad de forma tan irreflexiva. Perseo le hace caso a Evandro y ordena que se replieguen las enseñas y regrese al campamento la columna de infantería; a su vez, se da el toque de retirada a la caballería.


En el bando romano cayeron aquel día 200 jinetes y 2.000 infantes, siendo 600 los prisioneros. De las tropas de Perseo únicamente murieron 20 jinetes y 40 infantes.

-cecidere eo die ab Romanis ducenti equites, duo milia haud minus peditum, capti sescenti ferme; ex regiis autem viginti equites, quadraginta pedites interfecti XLII, 60, 1



"Cuando retornaron victoriosos al campamento, si bien es cierto que todos estaban contentos, llamaba la atención entre el resto la inusual euforia de los tracios, pues regresaban cantando y portando las cabezas de los enemigos clavadas en el extremo de sus lanzas"


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El «cestros» o «cestrosphendone»

Sobre esta época quedan algunos fragmentos de la obra de Polibio. En los conservados de su libro XXVII nos describe el "cestros" o "cestrosphendone":

"El llamado cestros fue una invención que se vio por primera vez en la guerra de Perseo. La forma del artilugio era como sigue: tenía dos palmos de largo y el soporte era de la misma longitud que el hierro que disparaba. Éste tenia ajustado un astil de madera de un palmo de largo, del grosor de un dedo: en medio del dardo había tres clavijas firmemente implantadas y que no sobresalían demasiado. Las correas del perigallo desde las cuales se disparaba el proyectil no medían lo mismo, y éste se insertaba en el arco de aquéllas de modo que se soltara fácilmente. Así, cuando se volteaba el artilugio, mientras las dos cuerdas permanecían tensas el proyectil quedaba inmóvil, pero cuando, al efectuar la descarga, se soltaba un bramante, el tiro, expulsado por la cuerda, salía como la pella de plomo salta de la honda. El impacto era muy violento y, si daba en alguien, éste lo pasaba francamente mal"

Polibio Frag. XXVII, 11, 1-7

[youtube]0mMUOZZBDuY[/youtube]



- No confundir con los llamados "plumbatae" o "mattiobarbuli", son otra cosa diferente:

http://www.roma-victrix.com/armamentari ... mbatae.htm

Hay diversas teorías sobre como se lanzaban; algunos autores sugieren que dardos lastrados con plomo se disparaban igual que el "cestrosphendone", pero no es el caso que nos trae.


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Entre los romanos había abatimiento por lo mal que se habían hecho las cosas. A esto había que sumarle el temor ante un inmediato ataque al campamento. Eumenes aconseja a Publio Licinio que traslade el ejército al otro lado del río por lo que el cónsul ordena que las tropas vadeen el cauce por la noche y fortifica su campamento en la otra orilla. Al día siguiente Perseo avanza para provocar a los romanos al combate y, al percatarse de que se había instalado el campamento en posición segura al otro lado del río, reconoce su error de no haber acosado al enemigo el día anterior y no haber estado a la expectativa por si estos aprovechaban la oscuridad de la noche; fácilmente hubiera podido lanzar a la caballería y la infantería ligera pudiendo destruir una gran parte de las tropas enemigas desorganizadas durante el paso del río.

Al día siguiente Perseo se marcha de allí y acampa en Mopselo, altura que dominaba el Valle del Tempe, a medio camino entre Larisa y Gonno.

Los romanos, sin apartarse de la orilla del Peneo, trasladan el campamento a un lugar más seguro. Allí se presenta el numida Misagenes con 1.000 jinetes y 1.000 infantes, además de 22 elefantes.


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Propuesta de paz de Perseo:

Pasada la euforia de la batalla se celebra una asamblea en el campamento macedonio. Algunos amigos del rey le aconsejan que aproveche la racha favorable con miras a unas condiciones honrosas de paz, en lugar de exponerse a riesgos irreversibles dejándose llevar de vanas esperanzas. Le señalan que era indispensable remitir un legado al cónsul para aceptar, incluso en tales circunstancias, las mismas condiciones en que Flaminio había concedido la paz a su padre Filipo.

El rey no se muestra contrario y envía a Pantauco, hijo de Balacro, y Midón de Berea, en calidad de embajadores. Llegados ante el cónsul, Licinio reúne el consejo. Los legados le exponen las instrucciones que tenían y, hecho esto, el cónsul les pide que se retiren pues iban a deliberar acerca de sus propuestas. El acuerdo unánime fue dar una respuesta lo más severa posible.



En este punto, vamos a ver lo sucedido a continuación relatado por Polibio y por Tito Livio:

"Lo cierto es que en aquella ocasión los romanos contestaron con la exigencia de que Perseo se entregara incondicionalmente y de que resignara en el senado romano la potestad de decidir a su arbitrio los asuntos de Macedonia. Pantauco y sus colegas, oído esto, se retiraron y lo comunicaron a Perseo y a sus asesores, algunos de los cuales, estupefactos ante tamaña altivez, se enfurecieron y recomendaron a Perseo que ni enviara delegados ni tan siquiera comunicaciones referentes a cualquier punto. Pero Perseo no era un hombre de redaños: mandó muchas veces emisarios a Licinio, ofreciendo cada vez una suma de dinero mayor. Pero no logró nada: la mayoría de sus consejeros se lo discutían y le echaban en cara que, tras vencer, se comportaba como un vencido, como un completo derrotado, de manera que, desengañado de enviar mensajes, se vio forzado a trasladar su campamento, instalándolo de nuevo en Sicurio"

Pol. XXVII Frag.

"Se adoptó la decisión de responder que se concedía la paz a condición de que el rey dejara libertad al senado, en lo referente a la situación en su conjunto, para determinar su estatuto jurídico personal y el de toda Macedonia. Cuando volvieron los embajadores con esta respuesta, entre los que no conocían la manera de ser de los romanos causó estupor su obstinación, y eran muchos los que querían que no se volviese a mencionar la paz, que muy pronto pedirían por sí mismos aquellos que desdeñaban cuando les era ofrecido. Perseo temía precisamente aquella arrogancia, pues era síntoma de confianza en las propias fuerzas, y, aumentando la suma de dinero por si podía comprar la paz, no cesó de tantear el ánimo del cónsul. En vista de que no se producía el menor cambio en su primera respuesta, perdidas las esperanzas de paz regresó a Sicurio, su punto de partida, dispuesto a probar de lleno la suerte de la guerra"

Liv. XLII, 62, 9-15


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Autentic
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Vae Victis

Mensaje por Autentic »

Ciudadano, un impresionante, y esplendido trabajo.

Muchas gracias. :lee2:


El vientre de mi enemigo, sera la unica vaina para mi espada. Salut.

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