Por cierto, los textos parten de la Web del autor:
http://carlosparrillapenagos.es/pintura-naval/[youtube]iD_M0Kw_btQ[/youtube]
Honor a su nombre - Carlos Padilla Penagos.Representación del último combate del navío “Glorioso”.
Vemos al navío español batiéndose con el Russell inglés de tres puentes y 92 cañones, al fondo a la derecha el Darmouth arde en llamas, mientras unas fragatas se mantienen apartadas de la acción después de haber recibido lo suyo.
Verano de 1747, el navío Glorioso de 70 cañones parte de La Habana con cuatro millones de pesos de plata y su comandante, Don Pedro Mesía de la Cerda, tiene órdenes de evitar a toda costa que caigan en manos de los ingleses y llegar a España con la preciada carga.
El primer tramo de la travesía se realiza sin contratiempos, y el 25 de julio de 1747 se avistan las islas Azores. Sin embargo por la tarde aparecen un gran número de velas, revelándose como un convoy de doce mercantes ingleses protegidos por el navío Warwick de 60 cañones, la fragata Lark de 40 cañones, y un bergantín de 20. Inmediatamente los ingleses se lanzan a la caza del Glorioso hasta que cae la noche. En la madrugada del 26 comienza el cañoneo, el Glorioso primero se encarga de la fragata Lark mandándola a pique, después le toca el turno al Warwick al que deja sin palo mayor y sin mastelero de trinquete. El navío español decide no rematar al inglés, y siguiendo las órdenes recibidas, pone rumbo al Este y continúa hacia la península. Los escasos daños sufridos pudieron ser reparados en plena navegación.
El 14 de agosto aparece a la vista el cabo Finisterre, a la vez que otra escuadra inglesa compuesta por el navío Oxford de 50 cañones, la fragata Soreham de 24 cañones y el bergantín Falcon de 20. Enseguida comienza el intercambio de disparos, al cabo de tres horas el navío español queda con la popa destrozada, pierde el botalón de foque, y sufre otras averías sobre todo en el velamen, sin embargo nuevamente el bravo navío hace que los ingleses prueben lo duro del hierro español ya que el Oxford queda desarbolado, y tanto la fragata como el bergantín sufren serios daños. El Glorioso otra vez logra zafarse y continúa viaje.
El 16 de agosto entra en Corcubión y cumpliendo con su misión desembarca el tesoro. Allí se desembarcaron a los heridos más graves y se avitualló de víveres y munición, saliendo otra vez a la mar con rumbo a El Ferrol para reparar los daños sufridos en este segundo combate. Sin embargo un fuerte viento en contra obliga al Glorioso a arrumbar al sur, hacia Cádiz. Para evitar a los barcos enemigos que pululan por la zona desde los puertos portugueses, el Glorioso se aleja de la costa y navega hacia alta mar, dando un amplio rodeo.
El 17 de octubre, al llegar al Cabo de San Vicente, se topa con una escuadra de corsarios británicos apodada “The Royal Family” por los nombres de los barcos que la componen. Son cuatro fragatas que en total montan 120 cañones, la King George, la Prince Frederick, la Duke y la Princess Amelia, llevando en total 1000 hombres en sus dotaciones.
El Glorioso sostiene tres horas de combate y todo parece ir bien para los británicos, más aún cuando se les une otro navío de 50 cañones, el Darmouth. Sin embargo, al poco de llegar el navío inglés salta por los aires fruto de un certero disparo del Glorioso que alcanzó su polvorín, salvándose sólo 14 hombres. Pero un nuevo refuerzo para los ingleses aparece en escena, nada menos que un navío de línea de tres puentes y 92 cañones, el Russell. El Glorioso continúa valientemente el combate prolongándose hasta el amanecer del día siguiente. A estas alturas el casco tiene tantos impactos y vías de agua que amenaza con hundirse, la munición está agotada y su aparejo ha desaparecido casi por completo, por lo que la defensa ya no es posible. Con 33 muertos y 130 heridos a bordo, desarbolado y la munición agotada, el comandante Pedro Mesía ordena arriar el pabellón real y rinde su barco.
En esta ocasión los ingleses no pudieron robar nada ya que el tesoro había quedado en Corcubión, e incluso ni el navío pudieron aprovechar, pues se encontraba en tan mal estado que al llegar a Lisboa, se vendió para desguace.
El trato que tuvieron los marinos españoles fue correcto, siendo elogiado su valor. El Comandante Pedro Mesía y parte de la tripulación fueron llevados a Londres, y posteriormente serían puestos en libertad, regresando a España.
El Rey, ascendió a Pedro Mesía de la Cerda a Jefe de Escuadra, así como a los supervivientes de la dotación, que por su valor y destreza se les proporcionó recompensas y ascensos.
Para hacerse con el Glorioso los ingleses sufrieron la pérdida de un navío de línea y una fragata, así como otros dos navíos desarbolados, tres fragatas desmanteladas, y otro navío, otra fragata y un bergantín con serios daños. No se tiene constancia del número exacto de bajas inglesas aunque sólo en el útimo combate los muertos ascendieron a 340 (286 en el Darmouth), de los heridos no se tiene información, así como de las bajas en los tres combates previos. Por el resultado de los combates contra el solitario navío español, las bajas se presumen demasiado dolorosas como para ser recordadas sin vergüenza.