La Tercera Guerra Púnica
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La Tercera Guerra Púnica
Condiciones de paz al final de la IIª Guerra Púnica
En el año 202 aC. Publio Cornelio Escipión ponía delante de los delegados cartagineses estas exingencias para firmar la paz:
«Que en África los cartagineses retengan las ciudades que poseían antes de declarar esta última guerra a los romanos, que conserven el país que anteriormente tenían, y los rebaños, y los esclavos, y el resto de sus posesiones. Desde este día no se les inferirá daño alguno y podrán regirse por sus leyes y costumbres. No se les impondrá ninguna guarnición romana.» Éstas fueron las condiciones favorables; las contrarias, las siguientes: «Los cartagineses repondrán a los romanos el valor de los daños que les han inferido en tiempos de tregua. Les devolverán los prisioneros y los desertores de todo este tiempo. Les entregarán todas sus naves largas, a excepción de diez trirremes. Lo mismo vale para los elefantes. No podrán declarar la guerra sin la licencia de Roma a ningún país que no sea africano. Entregarán a Masinisa edificios, territorio y ciudades, o cualquier otra cosa que le hubiera pertenecido, a él o a sus antepasados, dentro de unos límites todavía por determinar. Irán suministrando a las fuerzas romanas trigo para tres meses y les abonarán los haberes de tres meses, hasta que llegue de Roma la decisión definitiva acerca del pacto. Dentro de un plazo de cincuenta años los cartagineses abonarán diez mil talentos, de modo que paguen anualmente doscientos talentos de Eubea. Entregarán en fianza cien rehenes, los que prescriba el general romano, mayores de catorce años y menores de treinta.»
Polibio, XV, 18
El senado y el pueblo de Roma ratificarían la paz en la primavera del 201.
En el año 202 aC. Publio Cornelio Escipión ponía delante de los delegados cartagineses estas exingencias para firmar la paz:
«Que en África los cartagineses retengan las ciudades que poseían antes de declarar esta última guerra a los romanos, que conserven el país que anteriormente tenían, y los rebaños, y los esclavos, y el resto de sus posesiones. Desde este día no se les inferirá daño alguno y podrán regirse por sus leyes y costumbres. No se les impondrá ninguna guarnición romana.» Éstas fueron las condiciones favorables; las contrarias, las siguientes: «Los cartagineses repondrán a los romanos el valor de los daños que les han inferido en tiempos de tregua. Les devolverán los prisioneros y los desertores de todo este tiempo. Les entregarán todas sus naves largas, a excepción de diez trirremes. Lo mismo vale para los elefantes. No podrán declarar la guerra sin la licencia de Roma a ningún país que no sea africano. Entregarán a Masinisa edificios, territorio y ciudades, o cualquier otra cosa que le hubiera pertenecido, a él o a sus antepasados, dentro de unos límites todavía por determinar. Irán suministrando a las fuerzas romanas trigo para tres meses y les abonarán los haberes de tres meses, hasta que llegue de Roma la decisión definitiva acerca del pacto. Dentro de un plazo de cincuenta años los cartagineses abonarán diez mil talentos, de modo que paguen anualmente doscientos talentos de Eubea. Entregarán en fianza cien rehenes, los que prescriba el general romano, mayores de catorce años y menores de treinta.»
Polibio, XV, 18
El senado y el pueblo de Roma ratificarían la paz en la primavera del 201.
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De noche todos los gatos son pardos. Menos los negros, que no se ven
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La paz de 201 se había completado de manera satisfactoria para Roma, que con sus exigencias consideraba haber solucionado definitivamente la cuestión de Cartago. El hasta entonces imperio marítimo quedaba reducido a su territorio originario africano, hipotecado por una gran deuda de guerra, cuyo plazo vencía en el año 151.
Del mapa, las zonas que nos interesan son las tres últimas resaltadas
El gobierno púnico, tras el fracaso de la política bárquida pasó a manos de una oligarquía aristocrática, cuya meta era la de enriquecerse sin interferencias de Roma. Como excepción está el periodo posterior a la guerra en el que surge un amago de crisis propiciado por Aníbal que, durante su magistratura como suffete, intentó quitarle el poder a esa oligarquía. El intento acabó con la rápida intervención de Roma que en 195 obligó a Aníbal a exiliarse en la corte del rey Antíoco.
Pero la paz acordada incluía a otro estado africano, Numidia, cuyo rey Massinisa era una pieza clave de la política romana en Africa; su enemistad con Cartago era garantía de que el estado vencido permanecería bajo control sin rebasar sus límites geográficos.
Por su parte, Cartago tenía por delante la reconstrucción, dificultada por la pérdida de sus posesiones de ultramar, y por otro lado, el pago de la deuda de guerra. Estos problemas se agravaban con su recortada integridad territorial y un vecino, Massinisa, que sintiéndose fuerte por el apoyo romano, intentaría una política de expansionismo a costa de la derrotada Cartago.
Del mapa, las zonas que nos interesan son las tres últimas resaltadas
El gobierno púnico, tras el fracaso de la política bárquida pasó a manos de una oligarquía aristocrática, cuya meta era la de enriquecerse sin interferencias de Roma. Como excepción está el periodo posterior a la guerra en el que surge un amago de crisis propiciado por Aníbal que, durante su magistratura como suffete, intentó quitarle el poder a esa oligarquía. El intento acabó con la rápida intervención de Roma que en 195 obligó a Aníbal a exiliarse en la corte del rey Antíoco.
Pero la paz acordada incluía a otro estado africano, Numidia, cuyo rey Massinisa era una pieza clave de la política romana en Africa; su enemistad con Cartago era garantía de que el estado vencido permanecería bajo control sin rebasar sus límites geográficos.
Por su parte, Cartago tenía por delante la reconstrucción, dificultada por la pérdida de sus posesiones de ultramar, y por otro lado, el pago de la deuda de guerra. Estos problemas se agravaban con su recortada integridad territorial y un vecino, Massinisa, que sintiéndose fuerte por el apoyo romano, intentaría una política de expansionismo a costa de la derrotada Cartago.
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Vamos a ver el motivo de ese amago de crisis propiciado por Aníbal que he mencionado en el anterior post.
El primer pago de la deuda se efectúa en el año 199. Al examinar la plata los cuestores declararon que no era de ley pues al someterla al fuego se había perdido la cuarta parte. Para suplir la plata faltante, los delegados cartagineses tuvieron que pedir prestamos en Roma. Una vez completado el total, pidieron que se les devolvieran los rehenes si el senado lo estimaba ya oportuno; les fueron devueltos un centenar prometiéndoles la devolución del resto si se mantenían fieles. Ante su nueva petición de que los rehenes que no eran devueltos fuesen trasladados a otra localidad desde Norba, donde no se encontraban muy bien, se autorizó el traslado a Signia y a Ferentino.
195
Cuando fue elegido para el cargo de suffete •, Aníbal mandó llamar al encargado de llevar las cuentas del estado. Al negarse éste a comparecer fue arrestado y llevado ante la asamblea. Aníbal lanzó sus acusaciones tanto contra él en particular como contra el estamento de los jueces, que obstaculizaban su tarea. Cuando se percató de que su discurso tenía una favorable acogida inmediatamente propuso y sacó adelante una ley según la cual los jueces serían elegidos por un año, y nadie lo sería dos años consecutivos. Todo lo que tuvo de popular entre los ciudadanos esta medida, lo tuvo de ofensiva para la clase oligárquica dominante.
"Los recursos públicos se perdían en parte por dejadez y en parte repartidos como botín entre algunos principales y magistrados, llegando incluso a faltar dinero para pagar cada año el tributo a los romanos, y parecía cernirse sobre los particulares la amenaza de una onerosa contribución.
Cuando Aníbal descubrió a cuánto ascendían las recaudaciones de impuestos de tierra y mar, en qué se invertían, cuánto se empleaba en los gastos corrientes del estado, y qué cantidad era distraída hacia peculios privados, declaró ante la asamblea que el Estado tendría recurso suficientes para hacer efectivo el tributo a los romanos, sin imponer contribuciones a los particulares, si se exigía todo el dinero atrasado; y cumplió lo prometido."
Livio XXXIII 46-47
Todos aquellos que se habían beneficiado hasta entonces de los fondos públicos comenzaron a instigar a los romanos contra Aníbal. A excepción de Publio Cornelio Escipión, que consideraba impropio de Roma interferir en los asuntos internos de Cartago, el resto del senado escuchó las denuncias contra Aníbal, "que ya de por sí buscaban una coartada para su odio". Como se percibía en el horizonte político la guerra contra el rey Antíoco, se enviaron embajadores a Cartago para acusar a Aníbal de estar urdiendo planes con el rey para hacer la guerra contra Roma.
Aníbal, plegado a las circunstancias y a la suerte, abandonó furtivamente Cartago y partió para el exilio.
• Sufete (juez en lengua semita) era un miembro del senado de Cartago, similar al senador romano, pero perteneciente a una aristocracia más cerrada, a la cual no se podía acceder salvo por nacimiento. Era un cargo electivo al que se podía presentar cualquier miembro de dicha clase. La magistratura era colegiada, formada por dos sufetes, que se elegían anualmente. Los sufetes presentaban sus propuestas a la asamblea, que se limitaba a su ratificación.
Los sufetes presidían igualmente los juicios que se tenían acerca de los asuntos importantes. Su autoridad se extendía aún más allá de la ciudad de Cartago y entendían no sólo en asuntos civiles, sino también en criminales, encargándose en ciertos casos aun del mando de los ejércitos. Por lo que dice Tito Livio, parece que después de haber concluido el año de su magistratura, se les elegía pretores o grandes jueces, destino muy honorífico y de grandes e interesantes atribuciones.
http://es.wikipedia.org/wiki/Sufete
El primer pago de la deuda se efectúa en el año 199. Al examinar la plata los cuestores declararon que no era de ley pues al someterla al fuego se había perdido la cuarta parte. Para suplir la plata faltante, los delegados cartagineses tuvieron que pedir prestamos en Roma. Una vez completado el total, pidieron que se les devolvieran los rehenes si el senado lo estimaba ya oportuno; les fueron devueltos un centenar prometiéndoles la devolución del resto si se mantenían fieles. Ante su nueva petición de que los rehenes que no eran devueltos fuesen trasladados a otra localidad desde Norba, donde no se encontraban muy bien, se autorizó el traslado a Signia y a Ferentino.
195
Cuando fue elegido para el cargo de suffete •, Aníbal mandó llamar al encargado de llevar las cuentas del estado. Al negarse éste a comparecer fue arrestado y llevado ante la asamblea. Aníbal lanzó sus acusaciones tanto contra él en particular como contra el estamento de los jueces, que obstaculizaban su tarea. Cuando se percató de que su discurso tenía una favorable acogida inmediatamente propuso y sacó adelante una ley según la cual los jueces serían elegidos por un año, y nadie lo sería dos años consecutivos. Todo lo que tuvo de popular entre los ciudadanos esta medida, lo tuvo de ofensiva para la clase oligárquica dominante.
"Los recursos públicos se perdían en parte por dejadez y en parte repartidos como botín entre algunos principales y magistrados, llegando incluso a faltar dinero para pagar cada año el tributo a los romanos, y parecía cernirse sobre los particulares la amenaza de una onerosa contribución.
Cuando Aníbal descubrió a cuánto ascendían las recaudaciones de impuestos de tierra y mar, en qué se invertían, cuánto se empleaba en los gastos corrientes del estado, y qué cantidad era distraída hacia peculios privados, declaró ante la asamblea que el Estado tendría recurso suficientes para hacer efectivo el tributo a los romanos, sin imponer contribuciones a los particulares, si se exigía todo el dinero atrasado; y cumplió lo prometido."
Livio XXXIII 46-47
Todos aquellos que se habían beneficiado hasta entonces de los fondos públicos comenzaron a instigar a los romanos contra Aníbal. A excepción de Publio Cornelio Escipión, que consideraba impropio de Roma interferir en los asuntos internos de Cartago, el resto del senado escuchó las denuncias contra Aníbal, "que ya de por sí buscaban una coartada para su odio". Como se percibía en el horizonte político la guerra contra el rey Antíoco, se enviaron embajadores a Cartago para acusar a Aníbal de estar urdiendo planes con el rey para hacer la guerra contra Roma.
Aníbal, plegado a las circunstancias y a la suerte, abandonó furtivamente Cartago y partió para el exilio.
• Sufete (juez en lengua semita) era un miembro del senado de Cartago, similar al senador romano, pero perteneciente a una aristocracia más cerrada, a la cual no se podía acceder salvo por nacimiento. Era un cargo electivo al que se podía presentar cualquier miembro de dicha clase. La magistratura era colegiada, formada por dos sufetes, que se elegían anualmente. Los sufetes presentaban sus propuestas a la asamblea, que se limitaba a su ratificación.
Los sufetes presidían igualmente los juicios que se tenían acerca de los asuntos importantes. Su autoridad se extendía aún más allá de la ciudad de Cartago y entendían no sólo en asuntos civiles, sino también en criminales, encargándose en ciertos casos aun del mando de los ejércitos. Por lo que dice Tito Livio, parece que después de haber concluido el año de su magistratura, se les elegía pretores o grandes jueces, destino muy honorífico y de grandes e interesantes atribuciones.
http://es.wikipedia.org/wiki/Sufete
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Ya hemos (plural mayestático, herencia de Roma: pluralis maiestatis) mencionado que, tras la IIª Guerra Púnica, Cartago se veía frente al problema de su reconstrucción agravado por el ansia expansionista numida. El primer problema parece haber sido superado rápidamente. En base a su rica agricultura y la reanudación de la actividad comercial marítima, Cartago estaba en condiciones de cancelar completamente su deuda con Roma tan sólo diez años después de finalizada la contienda. Incluso fue capaz de equipar una flota para ponerla a disposición de los romanos en su guerra contra el rey Antíoco. Roma desestimó la cancelación de la deuda debido a que ello significaba el término de la garantía que representaban los rehenes, cuya presencia en Roma aseguraba la dependencia cartaginesa (recordemos que se devolvieron un centenar tras el primer pago y el resto se trasladó a Signia y a Ferentino).
El segundo problema no tardó mucho en presentarse. En el año 181 los romanos hicieron de árbitros sobre el terreno en una disputa entre el pueblo cartaginés y el rey Masinisa a propósito de un territorio que Gala, el padre de Masinisa, les había tomado a los cartagineses.
"Sífax había desalojado de allí a Gala, y posteriormente se lo había dado a los cartagineses como un detalle para congraciarse con su suegro Asdrúbal. Y aquel año Masinisa había echado a los cartagineses. La cuestión fue debatida en presencia de los romanos con tanto apasionamiento como cuando se enfrentaron con las armas en el campo de batalla. Los cartagineses lo reclamaban alegando que había pertenecido a sus antepasados y después había vuelto de manos de Sífax a las suyas. Masinisa sostenía que él había recuperado el territorio perteneciente al reino de su padre y que era suyo en virtud del derecho de los pueblos; que él llevaba la ventaja del título y de la posesión efectiva; lo único que temía en aquel contencioso era que le perjudicasen los escrúpulos de los romanos, preocupados por no dar la impresión de favorecer a un rey aliado y amigo frente a unos enemigos comunes a éste y a ellos"
Livio XL 17, 2-5
Los delegados enviados para dirimir sobre el terreno la disputa no modificaron el derecho de Masinisa a ocupar el territorio y remitieron el caso a Roma, al senado, sin prejuzgarlo.
Para los cartagineses iban a surgir numerosas dificultades, aumentadas por la imposibilidad de respuesta armada a las agresiones numidas, respuesta prohibida de forma tajante en el tratado firmado con Roma, aun en el caso de legítima defensa contra el aliado numida. Todas las diferencias debían ser sometidas al arbitraje de Roma y, como hemos visto, Roma favorecía a su aliado (salvo alguna pequeña excepción que ya veremos).
El segundo problema no tardó mucho en presentarse. En el año 181 los romanos hicieron de árbitros sobre el terreno en una disputa entre el pueblo cartaginés y el rey Masinisa a propósito de un territorio que Gala, el padre de Masinisa, les había tomado a los cartagineses.
"Sífax había desalojado de allí a Gala, y posteriormente se lo había dado a los cartagineses como un detalle para congraciarse con su suegro Asdrúbal. Y aquel año Masinisa había echado a los cartagineses. La cuestión fue debatida en presencia de los romanos con tanto apasionamiento como cuando se enfrentaron con las armas en el campo de batalla. Los cartagineses lo reclamaban alegando que había pertenecido a sus antepasados y después había vuelto de manos de Sífax a las suyas. Masinisa sostenía que él había recuperado el territorio perteneciente al reino de su padre y que era suyo en virtud del derecho de los pueblos; que él llevaba la ventaja del título y de la posesión efectiva; lo único que temía en aquel contencioso era que le perjudicasen los escrúpulos de los romanos, preocupados por no dar la impresión de favorecer a un rey aliado y amigo frente a unos enemigos comunes a éste y a ellos"
Livio XL 17, 2-5
Los delegados enviados para dirimir sobre el terreno la disputa no modificaron el derecho de Masinisa a ocupar el territorio y remitieron el caso a Roma, al senado, sin prejuzgarlo.
Para los cartagineses iban a surgir numerosas dificultades, aumentadas por la imposibilidad de respuesta armada a las agresiones numidas, respuesta prohibida de forma tajante en el tratado firmado con Roma, aun en el caso de legítima defensa contra el aliado numida. Todas las diferencias debían ser sometidas al arbitraje de Roma y, como hemos visto, Roma favorecía a su aliado (salvo alguna pequeña excepción que ya veremos).
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En el año 173 se encontraron en Roma delegados cartagineses y Gulusa, hijo de Masinisa. Entre las dos embajadas hubo un vivo debate en el senado.
"Los cartagineses se quejaban de que, aparte del territorio a propósito del cual ya había sido enviada por Roma una comisión para estudiar la situación sobre el terreno ●, en el transcurso de los dos últimos años Masinisa había ocupado por la fuerza de las armas más de setenta plazas y enclaves fortificados, cosa que no presentaba ninguna dificultad para alguien sin escrúpulos como él; los cartagineses, con las manos atadas por el tratado, tenían que callarse, pues tenían prohibido salir armados fuera de sus fronteras; aun a sabiendas de que combatirían dentro de su territorio si echaban de allí a los númidas, los disuadía de hacerlo aquella cláusula nada ambigua del tratado que les prohibía taxativamente hacer la guerra a unos aliados del pueblo romano. Pero los cartagineses ya no podían seguir soportando la arrogancia, la crueldad y la codicia de Masinisa. Ellos habían sido enviados para pedir al senado que se tuviera a bien concederles una de estas tres cosas: que mediase con imparcialidad entre ellos y Masinisa resolviendo qué pertenecía a cada uno, que autorizase a los cartagineses a defenderse de una agresión injusta con una guerra justa y legítima, o, en último caso, si para los senadores tenía más peso la simpatía que la verdad, que señalasen de una vez por todas qué posesiones ajenas querían que se le regalasen a Masinisa; seguramente los romanos serían más comedidos en sus dádivas, y ellos a su vez sabrían qué habían otorgado; él por sí mismo no pondría a su arbitrariedad más límite que el de su capricho. Si no se les concedía nada de esto, y si habían incurrido en alguna falta después de serles concedida la paz por Publio Escipión, que fuesen más bien los romanos quienes los castigasen. Ellos preferían una servidumbre sin riesgos bajo la dominación de los romanos a una libertad expuesta a los desafueros de Masinisa; era mejor para ellos, en último extremo, perecer de una vez antes que seguir respirando a merced del capricho del más cruel de los verdugos. Dichas estas palabras, se postraron llorando, y, tendidos en tierra, despertaron tanta animosidad hacia el rey como conmiseración hacia ellos"
Livio, XLII, 23, 2-10
Se le dio el turno a Gulusa pero éste dijo que no tenía instrucciones de su padre al respecto ya que la embajada cartaginesa no había dejado entrever de que iban a tratar.
Dicho esto, se le preguntó a Gulusa el motivo de su presencia en Roma a lo que éste contestó que su padre fue informado de unas reuniones secretas de personajes importantes de Cartago, de las cuales nada había trascendido, salvo el envío de embajadores a Roma con instrucciones secretas.
"Ése había sido el motivo de que su padre le enviara a Roma para rogar al senado que no diese el menor crédito a las acusaciones de los enemigos comunes que le odiaban sin más razón que su inalterable lealtad hacia el pueblo romano"
Oídas ambas partes, el senado decidió que Gulusa partiera inmediatamente para Numidia y comunicara a su padre que enviase embajadores al senado cuanto antes para tratar las cuestiones de las que se quejaban los cartagineses, y que lo notificase a los cartagineses para que acudieran a discutir el asunto. Aunque el senado ya tenía su veredicto sobre la cuestión:
"Era voluntad suya que cada uno ejerciese la posesión de aquello que le pertenecía, y no tenía intención de fijar fronteras nuevas, sino de mantener las antiguas. Si les había otorgado a los cartagineses vencidos tanto una ciudad como un territorio, no había sido con el objeto de arrebatarles injustamente en tiempos de paz lo que no les había quitado por derecho de guerra"
● Aquí se menciona el arbitraje de Roma en el 181, que se comentó en el post anterior
"Los cartagineses se quejaban de que, aparte del territorio a propósito del cual ya había sido enviada por Roma una comisión para estudiar la situación sobre el terreno ●, en el transcurso de los dos últimos años Masinisa había ocupado por la fuerza de las armas más de setenta plazas y enclaves fortificados, cosa que no presentaba ninguna dificultad para alguien sin escrúpulos como él; los cartagineses, con las manos atadas por el tratado, tenían que callarse, pues tenían prohibido salir armados fuera de sus fronteras; aun a sabiendas de que combatirían dentro de su territorio si echaban de allí a los númidas, los disuadía de hacerlo aquella cláusula nada ambigua del tratado que les prohibía taxativamente hacer la guerra a unos aliados del pueblo romano. Pero los cartagineses ya no podían seguir soportando la arrogancia, la crueldad y la codicia de Masinisa. Ellos habían sido enviados para pedir al senado que se tuviera a bien concederles una de estas tres cosas: que mediase con imparcialidad entre ellos y Masinisa resolviendo qué pertenecía a cada uno, que autorizase a los cartagineses a defenderse de una agresión injusta con una guerra justa y legítima, o, en último caso, si para los senadores tenía más peso la simpatía que la verdad, que señalasen de una vez por todas qué posesiones ajenas querían que se le regalasen a Masinisa; seguramente los romanos serían más comedidos en sus dádivas, y ellos a su vez sabrían qué habían otorgado; él por sí mismo no pondría a su arbitrariedad más límite que el de su capricho. Si no se les concedía nada de esto, y si habían incurrido en alguna falta después de serles concedida la paz por Publio Escipión, que fuesen más bien los romanos quienes los castigasen. Ellos preferían una servidumbre sin riesgos bajo la dominación de los romanos a una libertad expuesta a los desafueros de Masinisa; era mejor para ellos, en último extremo, perecer de una vez antes que seguir respirando a merced del capricho del más cruel de los verdugos. Dichas estas palabras, se postraron llorando, y, tendidos en tierra, despertaron tanta animosidad hacia el rey como conmiseración hacia ellos"
Livio, XLII, 23, 2-10
Se le dio el turno a Gulusa pero éste dijo que no tenía instrucciones de su padre al respecto ya que la embajada cartaginesa no había dejado entrever de que iban a tratar.
Dicho esto, se le preguntó a Gulusa el motivo de su presencia en Roma a lo que éste contestó que su padre fue informado de unas reuniones secretas de personajes importantes de Cartago, de las cuales nada había trascendido, salvo el envío de embajadores a Roma con instrucciones secretas.
"Ése había sido el motivo de que su padre le enviara a Roma para rogar al senado que no diese el menor crédito a las acusaciones de los enemigos comunes que le odiaban sin más razón que su inalterable lealtad hacia el pueblo romano"
Oídas ambas partes, el senado decidió que Gulusa partiera inmediatamente para Numidia y comunicara a su padre que enviase embajadores al senado cuanto antes para tratar las cuestiones de las que se quejaban los cartagineses, y que lo notificase a los cartagineses para que acudieran a discutir el asunto. Aunque el senado ya tenía su veredicto sobre la cuestión:
"Era voluntad suya que cada uno ejerciese la posesión de aquello que le pertenecía, y no tenía intención de fijar fronteras nuevas, sino de mantener las antiguas. Si les había otorgado a los cartagineses vencidos tanto una ciudad como un territorio, no había sido con el objeto de arrebatarles injustamente en tiempos de paz lo que no les había quitado por derecho de guerra"
● Aquí se menciona el arbitraje de Roma en el 181, que se comentó en el post anterior
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Roma había pretendido con la paz del 201 crear un equilibrio de fuerzas que impidiera que Cartago, mediante el contrapeso numida, no tuviera ninguna probabilidad de trastocarlo. Hasta el momento se han visto dos casos de arbitraje romano en el que se ha favorecido a ambos pueblos. En el 181 se aceptaron las reclamaciones de Masinisa, aunque en el 173 Roma no quiso que los númidas cayeran sobre el territorio original de Cartago. La ruptura de este equilibrio va a ser dada por el garante del mismo, Masinisa.
A mediados de los años 60 (algunos autores dan la fecha de 162), Masinisa ocupa militarmente el territorio cartaginés llamado Emporios, que comprendía básicamente la región en torno a la Syrtis Minor, actual Golfo de Gabés.
Roma, contra toda razón, lo adjudicó a Masinisa, obligando a Cartago a evacuarlo.
El hecho se conoce por un fragmento que se ha conservado de la obra de Polibio:
"En África, Masinisa, veía las numerosas ciudades que se habían edificado alrededor de la Pequeña Sirte y la fertilidad de la región llamada Emporia; ya desde tiempo atrás la suma de los ingresos producidos por estos parajes hacía que los contemplara codiciosamente; no mucho antes del tiempo que ahora nos ocupa determinó probar a los cartagineses. Se adueñó del país rápidamente, porque dominaba todos los territorios deshabitados, y los cartagineses, siempre poco dados a las operaciones terrestres, estaban entonces absolutamente enervados debido a la larga paz. No logró apoderarse de las ciudades, porque los cartagineses las vigilaban cuidadosamente. Ambos bandos presentaron al senado romano la cuestión discutida y llegaron con frecuencia mensajeros de uno y otro lado, y siempre ocurrió que ante los romanos los cartagineses llevaron cada vez la peor parte, y ello sin razón alguna, sólo porque los órganos decisorios creían que una opinión así beneficiaba a Roma: no hacía mucho tiempo que el mismo Masinisa, cuando perseguía a un vasallo suyo rebelde, Apter, pidió a los cartagineses paso por este país, que no le fue concedido porque ellos pensaban que la cosa no les importaba nada. Y, al final, los cartagineses, en el tiempo de que ahora hablo, se vieron tan agobiados por las decisiones del senado, que no sólo perdieron las ciudades y el territorio, sino que encima debieron abonar quinientos talentos por las rentas devengadas durante el período en que los territorios estuvieron en disputa"
Fragmentos del XXXI, 21, 1-8
Nota: En el 168 había tenido lugar la Batalla de Pidna:
Pidna representa un punto importante en la política exterior romana; se va a cambiar la concepción defensiva en Oriente a través de un patronato por una intervención directa. Algunos autores ven en este momento el arranque imperialista de Roma.
vae-victis-t36356-765.html
Algunos autores ven en la decisión romana de adjudicar la región de Emporios a Masinisa como una desconfianza creada en Roma tras el fracaso de la política llevada a cabo en Grecia. La muerte de Masinisa o cualquier altercado político podía devolver la primacía de Cartago en Africa.
● Evidentemente sobre Numidia no recayeron sospechas al ser un reino precariamente cohesionado en época reciente en la persona del ya anciano monarca, que contaba con una organización muy inferior, tanto política como económicamente, comparada con Cartago.
A mediados de los años 60 (algunos autores dan la fecha de 162), Masinisa ocupa militarmente el territorio cartaginés llamado Emporios, que comprendía básicamente la región en torno a la Syrtis Minor, actual Golfo de Gabés.
Roma, contra toda razón, lo adjudicó a Masinisa, obligando a Cartago a evacuarlo.
El hecho se conoce por un fragmento que se ha conservado de la obra de Polibio:
"En África, Masinisa, veía las numerosas ciudades que se habían edificado alrededor de la Pequeña Sirte y la fertilidad de la región llamada Emporia; ya desde tiempo atrás la suma de los ingresos producidos por estos parajes hacía que los contemplara codiciosamente; no mucho antes del tiempo que ahora nos ocupa determinó probar a los cartagineses. Se adueñó del país rápidamente, porque dominaba todos los territorios deshabitados, y los cartagineses, siempre poco dados a las operaciones terrestres, estaban entonces absolutamente enervados debido a la larga paz. No logró apoderarse de las ciudades, porque los cartagineses las vigilaban cuidadosamente. Ambos bandos presentaron al senado romano la cuestión discutida y llegaron con frecuencia mensajeros de uno y otro lado, y siempre ocurrió que ante los romanos los cartagineses llevaron cada vez la peor parte, y ello sin razón alguna, sólo porque los órganos decisorios creían que una opinión así beneficiaba a Roma: no hacía mucho tiempo que el mismo Masinisa, cuando perseguía a un vasallo suyo rebelde, Apter, pidió a los cartagineses paso por este país, que no le fue concedido porque ellos pensaban que la cosa no les importaba nada. Y, al final, los cartagineses, en el tiempo de que ahora hablo, se vieron tan agobiados por las decisiones del senado, que no sólo perdieron las ciudades y el territorio, sino que encima debieron abonar quinientos talentos por las rentas devengadas durante el período en que los territorios estuvieron en disputa"
Fragmentos del XXXI, 21, 1-8
Nota: En el 168 había tenido lugar la Batalla de Pidna:
Pidna representa un punto importante en la política exterior romana; se va a cambiar la concepción defensiva en Oriente a través de un patronato por una intervención directa. Algunos autores ven en este momento el arranque imperialista de Roma.
vae-victis-t36356-765.html
Algunos autores ven en la decisión romana de adjudicar la región de Emporios a Masinisa como una desconfianza creada en Roma tras el fracaso de la política llevada a cabo en Grecia. La muerte de Masinisa o cualquier altercado político podía devolver la primacía de Cartago en Africa.
● Evidentemente sobre Numidia no recayeron sospechas al ser un reino precariamente cohesionado en época reciente en la persona del ya anciano monarca, que contaba con una organización muy inferior, tanto política como económicamente, comparada con Cartago.
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Inciso
Cambio del inicio de año
Dejando a un lado las diversas teorías sobre que los romanos quisieron adaptar el calendario lunar desfasado, en el 153 aC. el año comienza el 1 de Enero.
En las Periochae de Livio:
- Consules anno quingentesimo nonagesimo octavo ab urbe condita magistratum kal. ian. inire coeperunt. Mutandi comitia causa fuit quod Hispani rebellabant
- En el año 598 después de la fundación de la ciudad, los cónsules comenzaron a entrar en funciones el 1 de enero. La causa de este cambio en la fecha de las elecciones fue una rebelión en Hispania
Del Libro XLVII
Aquí vemos que el año 598 (para que se ajuste al 153 aC.) no correspondería a la fecha calculada por Marco Terencio Varrón, que nos da el 753 aC. como fecha de la fundación de Roma
http://es.wikipedia.org/wiki/Ab_urbe_condita
El autor de la Períoca tomaría el 750 aC. como año de la fundación de Roma.
Más coincidente es la inscripción de los llamados Fasti Anni Juliani:
- Kalendas de Enero
El nuevo año, comienza entonces, porque en este día los nuevos magistrados entran en funciones, lo que comenzó en el año 601 después de la fundación de Roma
Casiodoro en su Chronica:
- [601] {47} Q. Fulvius et P. Annius. Hi primi consules kal. Ianuariis magistratum inierunt propter subitum Celtiberiae bellum
- [601] {47} Quinto Fulvio y P. Annio. Estos fueron los primeros cónsules que entraron en funciones las calendas de enero, debido a la guerra repentina en Celtiberia
Casiodoro, al igual que las Periochae, da el mismo dato de que la causa del cambio del inicio del año fue una rebelión en Hispania.
Por otro lado, Casiodoro da los nombres de los primeros cónsules que entraron en funciones en las kalendas de enero (el día 1). Dato que respaldan los Fasti Capitolini :
{153} [Q. Fulvius M.f. M.n.] Nobilior , T. Annius T.f. [. . Luscus]
• Casiodoro escribe P. Annius pero es más correcto T. Annius (Titus Annius T. F. Luscus)
Nota: Precisamente es por estas fechas cuando se va a romper el equilibrio establecido en Africa
Cambio del inicio de año
Dejando a un lado las diversas teorías sobre que los romanos quisieron adaptar el calendario lunar desfasado, en el 153 aC. el año comienza el 1 de Enero.
En las Periochae de Livio:
- Consules anno quingentesimo nonagesimo octavo ab urbe condita magistratum kal. ian. inire coeperunt. Mutandi comitia causa fuit quod Hispani rebellabant
- En el año 598 después de la fundación de la ciudad, los cónsules comenzaron a entrar en funciones el 1 de enero. La causa de este cambio en la fecha de las elecciones fue una rebelión en Hispania
Del Libro XLVII
Aquí vemos que el año 598 (para que se ajuste al 153 aC.) no correspondería a la fecha calculada por Marco Terencio Varrón, que nos da el 753 aC. como fecha de la fundación de Roma
http://es.wikipedia.org/wiki/Ab_urbe_condita
El autor de la Períoca tomaría el 750 aC. como año de la fundación de Roma.
Más coincidente es la inscripción de los llamados Fasti Anni Juliani:
- Kalendas de Enero
El nuevo año, comienza entonces, porque en este día los nuevos magistrados entran en funciones, lo que comenzó en el año 601 después de la fundación de Roma
Casiodoro en su Chronica:
- [601] {47} Q. Fulvius et P. Annius. Hi primi consules kal. Ianuariis magistratum inierunt propter subitum Celtiberiae bellum
- [601] {47} Quinto Fulvio y P. Annio. Estos fueron los primeros cónsules que entraron en funciones las calendas de enero, debido a la guerra repentina en Celtiberia
Casiodoro, al igual que las Periochae, da el mismo dato de que la causa del cambio del inicio del año fue una rebelión en Hispania.
Por otro lado, Casiodoro da los nombres de los primeros cónsules que entraron en funciones en las kalendas de enero (el día 1). Dato que respaldan los Fasti Capitolini :
{153} [Q. Fulvius M.f. M.n.] Nobilior , T. Annius T.f. [. . Luscus]
• Casiodoro escribe P. Annius pero es más correcto T. Annius (Titus Annius T. F. Luscus)
Nota: Precisamente es por estas fechas cuando se va a romper el equilibrio establecido en Africa
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En Cartago existían tres bandos o facciones; Annón el Grande era jefe del partido filorromano, los partidarios de Masinisa estaban encabezados por Aníbal, apodado el Estornino, y la facción democrática tenía como líderes a Amílcar el Samnita y a Cartalón.
"Estos últimos, aprovechando que los romanos estaban en guerra contra los celtíberos y que Masinisa había marchado en auxilio de su hijo, que estaba rodeado por otras fuerzas iberas, convencieron a Cartalón, jefe de las tropas auxiliares y que, por razón de su cargo, recorría el país, para que atacase a unas tropas de Masinisa acampadas en un territorio en litigio. Éste mató a algunos de ellos, se llevó el botín y azuzó a los africanos rurales contra los númidas. Otros muchos actos de hostilidad tuvieron lugar entre ellos, hasta la llegada de nuevos emisarios romanos, con vistas a restablecer la paz, a los cuales se les ordenó, de igual manera, ayudar en secreto a Masinisa. También ellos consolidaron a Masinisa en los territorios que había ocupado antes con la táctica siguiente. No dijeron ni escucharon nada, a fin de que Masinisa no resultara perjudicado como en un juicio, sino que, situándose en medio de ambos litigantes, estrecharon sus manos. Éste fue el modo en que exhortaron a ambos a mantener la paz"
Apiano 68
Poco después, alrededor del año 153, Masinisa provoca una nueva disputa. Ocupa "el territorio conocido como «los campos grandes» y el país, perteneciente a cincuenta ciudades, que llaman Tisca".
● Los "Campos grandes" (μεγάλων πεδίων) o "Las Grandes Llanuras" se encuentran en el valle medio del actual Medjerda. El país o zona llamada Tisca (χώραΤυσκαν) corresponde al término latino pagus Thusca o pagus Thuscae.
http://www.academia.edu/1132488/_The_Ph ... 2_2007_1-2
http://www.academia.edu/450804/Mibil_-_ ... nic_curiae
Los cartagineses enviaron una delegación a Roma para protestar por la invasión númida de zonas dentro del legítimo territorio púnico. El senado romano demoró demasiado el envío de una delegación para examinar los hechos sobre el terreno.
Desgraciadamente para Cartago, en la delegación que se envió iba Marco Porcio Catón.
Nota: Por si a alguien le interesa y para no entrar en demasiadas cuestiones geográficas, sobre las zonas territoriales administradas por Cartago y los llamados «fosos fenicios»:
http://es.scribd.com/doc/117292945/Cartago-Serge-Lancel
Páginas 241 - 245
"Estos últimos, aprovechando que los romanos estaban en guerra contra los celtíberos y que Masinisa había marchado en auxilio de su hijo, que estaba rodeado por otras fuerzas iberas, convencieron a Cartalón, jefe de las tropas auxiliares y que, por razón de su cargo, recorría el país, para que atacase a unas tropas de Masinisa acampadas en un territorio en litigio. Éste mató a algunos de ellos, se llevó el botín y azuzó a los africanos rurales contra los númidas. Otros muchos actos de hostilidad tuvieron lugar entre ellos, hasta la llegada de nuevos emisarios romanos, con vistas a restablecer la paz, a los cuales se les ordenó, de igual manera, ayudar en secreto a Masinisa. También ellos consolidaron a Masinisa en los territorios que había ocupado antes con la táctica siguiente. No dijeron ni escucharon nada, a fin de que Masinisa no resultara perjudicado como en un juicio, sino que, situándose en medio de ambos litigantes, estrecharon sus manos. Éste fue el modo en que exhortaron a ambos a mantener la paz"
Apiano 68
Poco después, alrededor del año 153, Masinisa provoca una nueva disputa. Ocupa "el territorio conocido como «los campos grandes» y el país, perteneciente a cincuenta ciudades, que llaman Tisca".
● Los "Campos grandes" (μεγάλων πεδίων) o "Las Grandes Llanuras" se encuentran en el valle medio del actual Medjerda. El país o zona llamada Tisca (χώραΤυσκαν) corresponde al término latino pagus Thusca o pagus Thuscae.
http://www.academia.edu/1132488/_The_Ph ... 2_2007_1-2
http://www.academia.edu/450804/Mibil_-_ ... nic_curiae
Los cartagineses enviaron una delegación a Roma para protestar por la invasión númida de zonas dentro del legítimo territorio púnico. El senado romano demoró demasiado el envío de una delegación para examinar los hechos sobre el terreno.
Desgraciadamente para Cartago, en la delegación que se envió iba Marco Porcio Catón.
Nota: Por si a alguien le interesa y para no entrar en demasiadas cuestiones geográficas, sobre las zonas territoriales administradas por Cartago y los llamados «fosos fenicios»:
http://es.scribd.com/doc/117292945/Cartago-Serge-Lancel
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Marco Porcio Catón en Cartago
"Cuando Catón encontró la ciudad no devastada ni en miserable situación, como creían los romanos, sino abundante en hombres valerosos de edad juvenil, llena de enormes riquezas, repleta de armas de toda clase y de material bélico y sin ser humilde en absoluto por esto, pensaba que para los romanos no era el momento de establecer y tratar los problemas de los númidas ni de Masinisa, sino que, si no se apoderaban de una ciudad enemiga desde antiguo y que, rencorosa, había prosperado de manera increíble, se hallarían de nuevo en los mismos peligros. Por tanto, regresó rápidamente e informó al senado de que las derrotas y desgracias anteriores de los cartagineses, al haber socavado menos su poder que su insensatez, parecía que los transformaban no en más débiles sino en más entrenados para guerrear, y que ya los combates contra los númidas preludiaban los que harían contra los romanos, y que la paz y los pactos eran un nombre para el retraso de la guerra que esperaba su ocasión.
Además de esto, afirman que Catón, a propósito, dejó caer unos higos de Libia en el senado, sacudiendo su toga; y que cuando, a continuación, admiraron su tamaño y hermosura, dijo que la tierra que los producía distaba de Roma tres días de navegación. Pero ya lo más fuerte era aquello de que, al dar a conocer su opinión sobre cualquier asunto, añadía a lo dicho lo siguiente: «Me parece bien que Cartago no exista ». Pero, en sentido contrario, Publio Escipión, llamado Nasica, siempre terminaba diciendo y declarando: «Me parece bien que Cartago exista». Porque, según parece, al ver éste con frecuencia al pueblo ya descuidándose por la soberbia y por su prosperidad y orgullo inmanejable para el senado, y arrastrando violentamente, debido a su poder, a la ciudad entera adonde se inclinase por sus deseos, quería que este miedo oprimiera, como un freno que sujeta, la audacia de la mayoría; pensaba que los cartagineses tenían poca fuerza para vencer a los romanos, pero mucha para ser despreciados. Pero a Catón esto mismo le parecía peligroso, que al pueblo dominado por el furor y engañado por su enorme poder le amenazase una ciudad siempre grande, y ahora aplacada y castigada por las desgracias, y que no hiciese desaparecer por completo los miedos externos para su hegemonía, después de dejarse recursos para los errores de casa. De esta manera se dice que Catón provocó la tercera y última guerra contra los cartagineses, pero cuando empezaron a pelear murió, tras profetizar sobre el futuro que la guerra la terminaría un hombre, joven entonces, que servía en el ejército como tribuno militar y mostraba acciones de prudencia y audacia en los combates. Cuando se dieron a conocer estos hechos a Roma, afirman que al enterarse Catón dijo:
Sólo él tiene una mente sagaz, los demás vagan por allí como sombras"
Plutarco, Vidas Paralelas, Catón
Sobre esta delegación enviada a Cartago:
Legati ad disceptandum inter Carthaginienses et Masinissam missi nuntiaverunt vim navalis materiae se Carthagine deprehendisse
Los delegados enviados para dirimir la disputa entre Masinisa y los cartagineses regresaron diciendo que habían descubierto en Cartago una gran cantidad de madera para naves
Periochae Libro XLVII
Esta delegación romana era la que había sido enviada para arbitrar sobre la ocupación por parte de Masinisa, de «los campos grandes» y la región de Tisca. En Plutarco y en las Periochae vemos que la delegación, en lugar de tomar medidas sobre las disputas territoriales, parece dedicarse más a observar la rápida recuperación de Cartago. Apiano confirma que la delegación no medió en absoluto entre cartagineses y numidas:
"Entonces, enviaron a los emisarios y, entre otros, a Catón, los cuales, al llegar al territorio que era objeto de disputa, pidieron a ambas partes que dejaran en sus manos todo el asunto. Masinisa, en efecto, dado que ambicionaba más de lo que le correspondía y tenía plena confianza siempre en Roma, consintió, pero los cartagineses sentían sospechas, puesto que sabían que los anteriores embajadores no habían dado decisiones imparciales. Dijeron, por consiguiente, que no deseaban litigar ni hacer rectificación del tratado hecho con Escipión y que sólo se quejaban de su transgresión. Sin embargo, los enviados no aceptaron arbitrar en cuanto a partes y regresaron, no sin antes haber inspeccionado detalladamente el país y ver lo bien cultivado que estaba y los grandes recursos que poseía. También entraron en la ciudad y comprobaron cuán grande era su fuerza y cómo había aumentado su población desde su derrota ante Escipión, no hacía mucho tiempo. Cuando estuvieron de regreso en Roma, manifestaron que, más que envidia, era temor lo que debían sentir ante Cartago, una ciudad enemiga tan grande y próxima que había crecido tan fácilmente. Catón, en especial, dijo que ni siquiera estaría segura la libertad de Roma hasta que destruyeran Cartago. Cuando el senado oyó estas cosas, decidió hacer la guerra, pero necesitaba aún de algún pretexto y mantuvieron su decisión en secreto. Se dice que, desde aquella ocasión, Catón defendía de continuo en el senado la opinión de que Cartago no debía existir, y que Escipión Nasica sostenía una postura contraria, que debía preservarse a Cartago como amenaza de la disciplina romana ya en vías de relajación"
Apiano, 69
Aunque más conocido el empeño de Catón de que Cartago debía ser destruida me gustaría resaltar una frase de este último texto:
- "Cuando el senado oyó estas cosas, decidió hacer la guerra, pero necesitaba aún de algún pretexto y mantuvieron su decisión en secreto"
"Cuando Catón encontró la ciudad no devastada ni en miserable situación, como creían los romanos, sino abundante en hombres valerosos de edad juvenil, llena de enormes riquezas, repleta de armas de toda clase y de material bélico y sin ser humilde en absoluto por esto, pensaba que para los romanos no era el momento de establecer y tratar los problemas de los númidas ni de Masinisa, sino que, si no se apoderaban de una ciudad enemiga desde antiguo y que, rencorosa, había prosperado de manera increíble, se hallarían de nuevo en los mismos peligros. Por tanto, regresó rápidamente e informó al senado de que las derrotas y desgracias anteriores de los cartagineses, al haber socavado menos su poder que su insensatez, parecía que los transformaban no en más débiles sino en más entrenados para guerrear, y que ya los combates contra los númidas preludiaban los que harían contra los romanos, y que la paz y los pactos eran un nombre para el retraso de la guerra que esperaba su ocasión.
Además de esto, afirman que Catón, a propósito, dejó caer unos higos de Libia en el senado, sacudiendo su toga; y que cuando, a continuación, admiraron su tamaño y hermosura, dijo que la tierra que los producía distaba de Roma tres días de navegación. Pero ya lo más fuerte era aquello de que, al dar a conocer su opinión sobre cualquier asunto, añadía a lo dicho lo siguiente: «Me parece bien que Cartago no exista ». Pero, en sentido contrario, Publio Escipión, llamado Nasica, siempre terminaba diciendo y declarando: «Me parece bien que Cartago exista». Porque, según parece, al ver éste con frecuencia al pueblo ya descuidándose por la soberbia y por su prosperidad y orgullo inmanejable para el senado, y arrastrando violentamente, debido a su poder, a la ciudad entera adonde se inclinase por sus deseos, quería que este miedo oprimiera, como un freno que sujeta, la audacia de la mayoría; pensaba que los cartagineses tenían poca fuerza para vencer a los romanos, pero mucha para ser despreciados. Pero a Catón esto mismo le parecía peligroso, que al pueblo dominado por el furor y engañado por su enorme poder le amenazase una ciudad siempre grande, y ahora aplacada y castigada por las desgracias, y que no hiciese desaparecer por completo los miedos externos para su hegemonía, después de dejarse recursos para los errores de casa. De esta manera se dice que Catón provocó la tercera y última guerra contra los cartagineses, pero cuando empezaron a pelear murió, tras profetizar sobre el futuro que la guerra la terminaría un hombre, joven entonces, que servía en el ejército como tribuno militar y mostraba acciones de prudencia y audacia en los combates. Cuando se dieron a conocer estos hechos a Roma, afirman que al enterarse Catón dijo:
Sólo él tiene una mente sagaz, los demás vagan por allí como sombras"
Plutarco, Vidas Paralelas, Catón
Sobre esta delegación enviada a Cartago:
Legati ad disceptandum inter Carthaginienses et Masinissam missi nuntiaverunt vim navalis materiae se Carthagine deprehendisse
Los delegados enviados para dirimir la disputa entre Masinisa y los cartagineses regresaron diciendo que habían descubierto en Cartago una gran cantidad de madera para naves
Periochae Libro XLVII
Esta delegación romana era la que había sido enviada para arbitrar sobre la ocupación por parte de Masinisa, de «los campos grandes» y la región de Tisca. En Plutarco y en las Periochae vemos que la delegación, en lugar de tomar medidas sobre las disputas territoriales, parece dedicarse más a observar la rápida recuperación de Cartago. Apiano confirma que la delegación no medió en absoluto entre cartagineses y numidas:
"Entonces, enviaron a los emisarios y, entre otros, a Catón, los cuales, al llegar al territorio que era objeto de disputa, pidieron a ambas partes que dejaran en sus manos todo el asunto. Masinisa, en efecto, dado que ambicionaba más de lo que le correspondía y tenía plena confianza siempre en Roma, consintió, pero los cartagineses sentían sospechas, puesto que sabían que los anteriores embajadores no habían dado decisiones imparciales. Dijeron, por consiguiente, que no deseaban litigar ni hacer rectificación del tratado hecho con Escipión y que sólo se quejaban de su transgresión. Sin embargo, los enviados no aceptaron arbitrar en cuanto a partes y regresaron, no sin antes haber inspeccionado detalladamente el país y ver lo bien cultivado que estaba y los grandes recursos que poseía. También entraron en la ciudad y comprobaron cuán grande era su fuerza y cómo había aumentado su población desde su derrota ante Escipión, no hacía mucho tiempo. Cuando estuvieron de regreso en Roma, manifestaron que, más que envidia, era temor lo que debían sentir ante Cartago, una ciudad enemiga tan grande y próxima que había crecido tan fácilmente. Catón, en especial, dijo que ni siquiera estaría segura la libertad de Roma hasta que destruyeran Cartago. Cuando el senado oyó estas cosas, decidió hacer la guerra, pero necesitaba aún de algún pretexto y mantuvieron su decisión en secreto. Se dice que, desde aquella ocasión, Catón defendía de continuo en el senado la opinión de que Cartago no debía existir, y que Escipión Nasica sostenía una postura contraria, que debía preservarse a Cartago como amenaza de la disciplina romana ya en vías de relajación"
Apiano, 69
Aunque más conocido el empeño de Catón de que Cartago debía ser destruida me gustaría resaltar una frase de este último texto:
- "Cuando el senado oyó estas cosas, decidió hacer la guerra, pero necesitaba aún de algún pretexto y mantuvieron su decisión en secreto"
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A partir de esta delegación, Cartago había comprendido que los principios que había pactado en la paz de 201 quedaban anulados. Roma no había arbitrado en el caso de la agresión de Masinisa y había dejado abandonados a los cartagineses ante las ambiciones numidas.
La facción prorromana, que se mantenía en el poder, perdió terreno dando lugar a un fortalecimiento de la oposicion (la llamada "facción democrática", mencionada en un post anterior). Esta oposición, no pudiéndose fiar ya del arbitraje romano, veía como única solución a las agresiones numidas la fuerza militar.
Por un lado, la ciudad acababa de satisfacer su deuda de guerra. Las delegaciones romanas enviadas a partir del 153 contemplarán con desasosiego el rápido rearme que se va a producir en Cartago.
Una delegación encabezada por Escipión Nasica partió hacia Cartago para presentar una reclamación y para ordenar a los cartagineses que suspendieran sus preparativos de guerra (o de defensa, según se mire). Estos hicieron responsable a Masinisa y se negaron a hacer lo ordenado.
Escipión Nasica era de la facción senatorial contraria a la que tenía como cabeza visible a Catón. Esta parte del senado estaba intentando apaciguar por todos los medios una situación que desembocaría en un conflicto bélico sin ningún motivo justificado. Escipión consiguió entrevistarse con Masinisa y le persuadió de que abandonara parte de los territorios ocupados.
No obstante, los acontecimientos se van a precipitar ofreciendo a Catón y su facción el pretexto necesario para la declaración de guerra.
La facción prorromana, que se mantenía en el poder, perdió terreno dando lugar a un fortalecimiento de la oposicion (la llamada "facción democrática", mencionada en un post anterior). Esta oposición, no pudiéndose fiar ya del arbitraje romano, veía como única solución a las agresiones numidas la fuerza militar.
Por un lado, la ciudad acababa de satisfacer su deuda de guerra. Las delegaciones romanas enviadas a partir del 153 contemplarán con desasosiego el rápido rearme que se va a producir en Cartago.
Una delegación encabezada por Escipión Nasica partió hacia Cartago para presentar una reclamación y para ordenar a los cartagineses que suspendieran sus preparativos de guerra (o de defensa, según se mire). Estos hicieron responsable a Masinisa y se negaron a hacer lo ordenado.
Escipión Nasica era de la facción senatorial contraria a la que tenía como cabeza visible a Catón. Esta parte del senado estaba intentando apaciguar por todos los medios una situación que desembocaría en un conflicto bélico sin ningún motivo justificado. Escipión consiguió entrevistarse con Masinisa y le persuadió de que abandonara parte de los territorios ocupados.
No obstante, los acontecimientos se van a precipitar ofreciendo a Catón y su facción el pretexto necesario para la declaración de guerra.
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Cartago
Puertos de la ciudad
http://es.wikipedia.org/wiki/Puertos_p% ... de_Cartago
[youtube]EdYhshaAZDY[/youtube]
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Inicio de los combates entre numidas y cartagineses
El gobierno púnico, encabezado por la facción democrática, decidió expulsar de Cartago a cerca de cuarenta elementos pronumidas; Masinisa, a través de una delegación encabezada por sus hijos Gulussa y Micipsa, exigió su reaceptación en la ciudad. Cuando los delegados numidas se aproximaron a las murallas se encontraron con las puertas cerradas. Al emprender el regreso fueron atacados por Amílcar el Samnita que mató a algunos delegados. Éste fue el pretexto que estaba esperando Masinisa para invadir territorio cartaginés.
La acción comenzó con la toma de la ciudad de Oroscopa ( Ὁρόσκοπα), población que el rey deseaba poseer en contra de todos los principios del tratado del 201; la reacción cartaginesa no se va a hacer esperar. Asdrúbal, al mando de cerca de 25.000 infantes y 400 jinetes ciudadanos, marcha contra Masinisa. Asasis y Suba, lugartenientes de Masinisa, se pasaron a su bando con 6.000 jinetes cuando estaban cerca, a causa de algunas diferencias con los hijos del rey. Asdrúbal, animado con estas tropas de refuerzo aproximó su campamento al enemigo obteniendo una ligera ventaja en diversas escaramuzas.
Masinisa, con la intención de tenderle una emboscada, se retira poco a poco para dar la impresión de que estaba huyendo. Este repliegue lo efectúa hasta llegar a una gran llanura desierta, rodeada por todos lados de colinas y precipicios. Luego retrocede y fija su campamento en campo abierto; Asdrúbal, por su parte, ocupa las colinas al considerarlas una posición más sólida. Ambos contendientes se dispusieron a entablar combate al día siguiente.
Publio Cornelio Escipión, conocido como Escipión el Joven, que estaba por aquel entonces sirviendo en Hispania bajo el mando de Lucio Licinio Lúculo (cónsul del 151), llega al campamento de Masinisa a donde había sido enviado para pedir elefantes. Masinisa, al estar preparándose para la batalla, envía un destacamento de jinetes a salirle al encuentro y encarga a alguno de sus hijos que lo recibieran cuando llegase. Al amanecer, él mismo en persona (tenía unos 88 años) pone a su ejército en orden de batalla.
"Masinissa, a caballo, ordenaba con detalle a su ejército y Asdrúbal desplegó, a su vez, al suyo, muy numeroso, pues se le habían sumado ya muchos refuerzos procedentes del país. Escipión contemplaba la batalla desde una altura, como un espectador desde las gradas de un teatro. Y, recordó después, muchas veces que, aunque había asistido a combates muy diversos, jamás había disfrutado tanto como en aquella ocasión, pues sólo entonces, dijo, vi sin preocupación trabar combate a ciento diez mil hombres. Y añadió, con aire de solemnidad, que sólo dos antes que él habían contemplado un espectáculo similar: Júpiter, desde el monte Ida, y Neptuno, desde Samotracia durante la guerra de Troya"
Apiano 71
La batalla se prolongó durante todo el día causando numerosas bajas en ambos bandos. Al caer la noche cesaron los combates con cierta ventaja de Masinisa. Al regresar del campo de batalla se encontró con Escipión al que recibió con cordialidad debido a la gran amistad que había tenido con su abuelo ●. Al enterarse los cartagineses de la presencia de Escipión en el campamento numida le pidieron que gestionara una reconciliación con Masinisa. Se concierta una tregua en la que se reunen ambas partes. La propuesta cartaginesa era la cesión de la ciudad de Emporión y el pago inmediato de 200 talentos de plata y 800 en un plazo posterior. Pero cuando el rey solicitó la devolución de los desertores (las tropas de Asasis y Suba) los cartagineses se levantaron de la mesa de negociaciones sin mediar palabra. Por su parte, Escipión regresó a Hispania con los elefantes solicitados.
● Publio Cornelio Escipión el Africano era su abuelo por adopción. Este Escipión el Joven era hijo de Lucio Emilio Paulo, vencedor de la Batalla de Pidna. Fue adoptado por Publio Cornelio Escipión, el hijo mayor del Africano. Muy pronto se convertiría en la cabeza del clan de los Escipiones.
Seguramente en Grecia conoció al historiador Polibio y en 167 a. C., cuando éste fue enviado a Roma, junto con otros exiliados aqueos, Escipión le ofreció su patrocinio y la protección de su poderosa familia y formó con él una gran amistad que continuó sin interrupción durante toda su vida
http://es.wikipedia.org/wiki/Publio_Cor ... n_Emiliano
Más tarde sería recordado como el destructor de Cartago y Numancia.
El gobierno púnico, encabezado por la facción democrática, decidió expulsar de Cartago a cerca de cuarenta elementos pronumidas; Masinisa, a través de una delegación encabezada por sus hijos Gulussa y Micipsa, exigió su reaceptación en la ciudad. Cuando los delegados numidas se aproximaron a las murallas se encontraron con las puertas cerradas. Al emprender el regreso fueron atacados por Amílcar el Samnita que mató a algunos delegados. Éste fue el pretexto que estaba esperando Masinisa para invadir territorio cartaginés.
La acción comenzó con la toma de la ciudad de Oroscopa ( Ὁρόσκοπα), población que el rey deseaba poseer en contra de todos los principios del tratado del 201; la reacción cartaginesa no se va a hacer esperar. Asdrúbal, al mando de cerca de 25.000 infantes y 400 jinetes ciudadanos, marcha contra Masinisa. Asasis y Suba, lugartenientes de Masinisa, se pasaron a su bando con 6.000 jinetes cuando estaban cerca, a causa de algunas diferencias con los hijos del rey. Asdrúbal, animado con estas tropas de refuerzo aproximó su campamento al enemigo obteniendo una ligera ventaja en diversas escaramuzas.
Masinisa, con la intención de tenderle una emboscada, se retira poco a poco para dar la impresión de que estaba huyendo. Este repliegue lo efectúa hasta llegar a una gran llanura desierta, rodeada por todos lados de colinas y precipicios. Luego retrocede y fija su campamento en campo abierto; Asdrúbal, por su parte, ocupa las colinas al considerarlas una posición más sólida. Ambos contendientes se dispusieron a entablar combate al día siguiente.
Publio Cornelio Escipión, conocido como Escipión el Joven, que estaba por aquel entonces sirviendo en Hispania bajo el mando de Lucio Licinio Lúculo (cónsul del 151), llega al campamento de Masinisa a donde había sido enviado para pedir elefantes. Masinisa, al estar preparándose para la batalla, envía un destacamento de jinetes a salirle al encuentro y encarga a alguno de sus hijos que lo recibieran cuando llegase. Al amanecer, él mismo en persona (tenía unos 88 años) pone a su ejército en orden de batalla.
"Masinissa, a caballo, ordenaba con detalle a su ejército y Asdrúbal desplegó, a su vez, al suyo, muy numeroso, pues se le habían sumado ya muchos refuerzos procedentes del país. Escipión contemplaba la batalla desde una altura, como un espectador desde las gradas de un teatro. Y, recordó después, muchas veces que, aunque había asistido a combates muy diversos, jamás había disfrutado tanto como en aquella ocasión, pues sólo entonces, dijo, vi sin preocupación trabar combate a ciento diez mil hombres. Y añadió, con aire de solemnidad, que sólo dos antes que él habían contemplado un espectáculo similar: Júpiter, desde el monte Ida, y Neptuno, desde Samotracia durante la guerra de Troya"
Apiano 71
La batalla se prolongó durante todo el día causando numerosas bajas en ambos bandos. Al caer la noche cesaron los combates con cierta ventaja de Masinisa. Al regresar del campo de batalla se encontró con Escipión al que recibió con cordialidad debido a la gran amistad que había tenido con su abuelo ●. Al enterarse los cartagineses de la presencia de Escipión en el campamento numida le pidieron que gestionara una reconciliación con Masinisa. Se concierta una tregua en la que se reunen ambas partes. La propuesta cartaginesa era la cesión de la ciudad de Emporión y el pago inmediato de 200 talentos de plata y 800 en un plazo posterior. Pero cuando el rey solicitó la devolución de los desertores (las tropas de Asasis y Suba) los cartagineses se levantaron de la mesa de negociaciones sin mediar palabra. Por su parte, Escipión regresó a Hispania con los elefantes solicitados.
● Publio Cornelio Escipión el Africano era su abuelo por adopción. Este Escipión el Joven era hijo de Lucio Emilio Paulo, vencedor de la Batalla de Pidna. Fue adoptado por Publio Cornelio Escipión, el hijo mayor del Africano. Muy pronto se convertiría en la cabeza del clan de los Escipiones.
Seguramente en Grecia conoció al historiador Polibio y en 167 a. C., cuando éste fue enviado a Roma, junto con otros exiliados aqueos, Escipión le ofreció su patrocinio y la protección de su poderosa familia y formó con él una gran amistad que continuó sin interrupción durante toda su vida
http://es.wikipedia.org/wiki/Publio_Cor ... n_Emiliano
Más tarde sería recordado como el destructor de Cartago y Numancia.
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- General de Cuerpo de Ejército
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La Tercera Guerra Púnica
Una vez mas, "chapeau", Ciudadano.
Salut!
Salut!
El vientre de mi enemigo, sera la unica vaina para mi espada. Salut.
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