La Tercera Guerra Púnica
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Situación en Cartago
Los cartagineses quedaban fortalecidos tras la campaña del cónsul Calpurnio Pisón. A éste lo habían derrotado en torno a los muros de Hipágreta (Hippo Dyarrhytus), en tanto que el campamento de Asdrúbal no había sufrido ningún ataque.
En lo tocante a los numidas, Micipsa y Mastanabal, los hijos de Masinissa, prometían dinero y armas a los romanos pero hacían por demorar las entregas, manteniéndose a la expectativa. Los cartagineses, ante este estado de, llamémoslo, pasividad, se crecieron y recorrieron sin temor sus antiguas posesiones en Africa, fortificando el país y reuniendo asambleas en las ciudades para alentar a las poblaciones en contra de los romanos. Aducían como pruba de la cobardía romana sus dos victorias frente a Nepheris, los recientes sucesos de Hipágreta y, sobre todo, el hecho de que no hubieran sido capaces de tomar Cartago, que (según ellos) estaba sin armas y desguarnecida.
Se enviaron emisarios a Micipsa y Mastanabal y a otros pueblos mauritanos libres en demanda de ayuda, haciéndoles ver que, después de los cartagineses, los romanos les atacarían a ellos. También mandaron mensajeros a Macedonia, al supuesto hijo de Perseo ● y le exhortaron a continuar la guerra contra Roma en la seguridad de que recibiría dinero y naves desde Cartago.
Asdrúbal se hace con el poder
Por lo que respecta a Asdrúbal, que estaba a cargo de las fuerzas en el exterior de Cartago, tenía la moral alta al haber derrotado dos veces a Manilio. Asdrúbal también aspiraba a tomar el mando de la ciudad que estaba en manos de otro Asdrúbal (ya se mencionó, que éste era nieto de Masinisa por parte de su madre, hija del rey) al que acusó ante el Consejo cartaginés de que intentaba traicionar a Cartago en favor de Gulussa (su tío). Después de exponerse la acusación en la asamblea, no supo el acusado responder a tan inesperado cargo, y los asistentes le golpearon con los bancos dándole muerte allí mismo.
● Sobre este Andrisco de Adramytio ya puse anteriormente un enlace: http://es.wikipedia.org/wiki/Andrisco . La embajada tendría lugar al inicio o antes de la primavera del 148
Los cartagineses quedaban fortalecidos tras la campaña del cónsul Calpurnio Pisón. A éste lo habían derrotado en torno a los muros de Hipágreta (Hippo Dyarrhytus), en tanto que el campamento de Asdrúbal no había sufrido ningún ataque.
En lo tocante a los numidas, Micipsa y Mastanabal, los hijos de Masinissa, prometían dinero y armas a los romanos pero hacían por demorar las entregas, manteniéndose a la expectativa. Los cartagineses, ante este estado de, llamémoslo, pasividad, se crecieron y recorrieron sin temor sus antiguas posesiones en Africa, fortificando el país y reuniendo asambleas en las ciudades para alentar a las poblaciones en contra de los romanos. Aducían como pruba de la cobardía romana sus dos victorias frente a Nepheris, los recientes sucesos de Hipágreta y, sobre todo, el hecho de que no hubieran sido capaces de tomar Cartago, que (según ellos) estaba sin armas y desguarnecida.
Se enviaron emisarios a Micipsa y Mastanabal y a otros pueblos mauritanos libres en demanda de ayuda, haciéndoles ver que, después de los cartagineses, los romanos les atacarían a ellos. También mandaron mensajeros a Macedonia, al supuesto hijo de Perseo ● y le exhortaron a continuar la guerra contra Roma en la seguridad de que recibiría dinero y naves desde Cartago.
Asdrúbal se hace con el poder
Por lo que respecta a Asdrúbal, que estaba a cargo de las fuerzas en el exterior de Cartago, tenía la moral alta al haber derrotado dos veces a Manilio. Asdrúbal también aspiraba a tomar el mando de la ciudad que estaba en manos de otro Asdrúbal (ya se mencionó, que éste era nieto de Masinisa por parte de su madre, hija del rey) al que acusó ante el Consejo cartaginés de que intentaba traicionar a Cartago en favor de Gulussa (su tío). Después de exponerse la acusación en la asamblea, no supo el acusado responder a tan inesperado cargo, y los asistentes le golpearon con los bancos dándole muerte allí mismo.
● Sobre este Andrisco de Adramytio ya puse anteriormente un enlace: http://es.wikipedia.org/wiki/Andrisco . La embajada tendría lugar al inicio o antes de la primavera del 148
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"Acrópolis de Byrsa"
Se ha identificado esta ciudadela como la ciudad vieja o acrópolis de Cartago, construida sobre una colina cercana al lago de Túnez en el 814 a. C. y hoy ocupada por la Catedral de San Luis. En época púnica clásica contenía el templo de Tanit
http://es.wikipedia.org/wiki/Birsa
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Publio Cornelio Escipión Emiliano es elegido cónsul
Desde los fracasos del cónsul Manio Manilio hasta los de Calpurnio Pisón, la fama de Escipión en Roma había crecido; gran parte de su popularidad se debía a las cartas que los soldados remitían a sus amigos y familiares. A todo esto había que sumarle el descontento que había producido el reforzamiento de Cartago pues los ciudadanos veían reactivarse una guerra que desde un principio les había parecido que iba a ser de corta duración.
"El pueblo, se llenó de cólera y ansiedad ante una guerra que volvía a reactivarse, grande, sin reconciliación posible y próxima. No esperaban, en efecto, la paz, pues habían sido los primeros en ser infieles. Acordándose de los recientes hechos gloriosos de Escipión mientras era tribuno militar en África, y comparándolos con los actuales desearon vivamente enviarle como cónsul a Cartago"
Se aproximaba la fecha para las elecciones del 147, a las que Escipión aspiraba al edilato. Sin embargo, el pueblo lo eligió cónsul junto a Caio Livio Druso ●. Cuando el cónsul Postumio Albino, que presidía las elecciones, expresó al pueblo que la elección de Escipión como cónsul contravenía la ley, importunaron y presionaron aún más y gritando que, según las leyes de Tulio y Rómulo, el pueblo era el juez de las elecciones y que de acuerdo con los poderes que le otorgaba la ley podían confirmar o rechazar al que quisieran. Finalmente, uno de los tribunos de la pleble anunció que presentaría una propuesta para despojar a los cónsules del derecho de celebrar y presidir las elecciones a menos que se cediera ante la petición del pueblo.
"Y el senado permitió a los tribunos de la plebe suspender esta ley y volverla a establecer después de un solo año; tal como los lacedemonios, al verse obligados a exonerar de su deshonra a los que habían sido apresados en Pilos, dijeron: «Que las leyes duerman hoy». De este modo, Escipión, que participaba en la candidatura al edilato, fue elegido cónsul"
Apiano 112
● Su nombre exacto era C. Livius M.Aemiliani f. M.n. Drusus
- Sobre el porqué la elección de Escipión iba contra la ley:
Lex Villia annalis
La Lex Villia annalis o Ley Villia annalis es una ley del tiempo de la República Romana que fue promulgada en el 180 a. C. por el tribuno de la plebe Lucio Vilio (Lucius Villius): La ley establecía por primera vez, para evitar las carreras políticas excesivamente rápidas, las edades mínimas requeridas para los diferentes magistrados romanos y el intervalo necesario de diez años entre dos magistraturas de consulado para repetir.
Para los ediles curules (aedilitas), la edad mínima fijada era de 36 años, 39 para los pretores (praetura), 42 para los cónsules (consul), con un período de dos años entre cada magistratura
http://es.wikipedia.org/wiki/Ley_Villia_annalis
http://es.wikipedia.org/wiki/Cursus_honorum
Escipión tendría unos 37 años y se presentaba al cargo de edil.
Desde los fracasos del cónsul Manio Manilio hasta los de Calpurnio Pisón, la fama de Escipión en Roma había crecido; gran parte de su popularidad se debía a las cartas que los soldados remitían a sus amigos y familiares. A todo esto había que sumarle el descontento que había producido el reforzamiento de Cartago pues los ciudadanos veían reactivarse una guerra que desde un principio les había parecido que iba a ser de corta duración.
"El pueblo, se llenó de cólera y ansiedad ante una guerra que volvía a reactivarse, grande, sin reconciliación posible y próxima. No esperaban, en efecto, la paz, pues habían sido los primeros en ser infieles. Acordándose de los recientes hechos gloriosos de Escipión mientras era tribuno militar en África, y comparándolos con los actuales desearon vivamente enviarle como cónsul a Cartago"
Se aproximaba la fecha para las elecciones del 147, a las que Escipión aspiraba al edilato. Sin embargo, el pueblo lo eligió cónsul junto a Caio Livio Druso ●. Cuando el cónsul Postumio Albino, que presidía las elecciones, expresó al pueblo que la elección de Escipión como cónsul contravenía la ley, importunaron y presionaron aún más y gritando que, según las leyes de Tulio y Rómulo, el pueblo era el juez de las elecciones y que de acuerdo con los poderes que le otorgaba la ley podían confirmar o rechazar al que quisieran. Finalmente, uno de los tribunos de la pleble anunció que presentaría una propuesta para despojar a los cónsules del derecho de celebrar y presidir las elecciones a menos que se cediera ante la petición del pueblo.
"Y el senado permitió a los tribunos de la plebe suspender esta ley y volverla a establecer después de un solo año; tal como los lacedemonios, al verse obligados a exonerar de su deshonra a los que habían sido apresados en Pilos, dijeron: «Que las leyes duerman hoy». De este modo, Escipión, que participaba en la candidatura al edilato, fue elegido cónsul"
Apiano 112
● Su nombre exacto era C. Livius M.Aemiliani f. M.n. Drusus
- Sobre el porqué la elección de Escipión iba contra la ley:
Lex Villia annalis
La Lex Villia annalis o Ley Villia annalis es una ley del tiempo de la República Romana que fue promulgada en el 180 a. C. por el tribuno de la plebe Lucio Vilio (Lucius Villius): La ley establecía por primera vez, para evitar las carreras políticas excesivamente rápidas, las edades mínimas requeridas para los diferentes magistrados romanos y el intervalo necesario de diez años entre dos magistraturas de consulado para repetir.
Para los ediles curules (aedilitas), la edad mínima fijada era de 36 años, 39 para los pretores (praetura), 42 para los cónsules (consul), con un período de dos años entre cada magistratura
http://es.wikipedia.org/wiki/Ley_Villia_annalis
http://es.wikipedia.org/wiki/Cursus_honorum
Escipión tendría unos 37 años y se presentaba al cargo de edil.
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Año 147
Entran en funciones los cónsules Publio Cornelio Escipión Emiliano y Caio Livio Druso
FC:
P. Cornelius [P.f. P.n. Scipio] Africanus Aemilianus , C. Livius M.Aemiliani f. M.n. Drusus
Cuando Livio Druso indicó a Escipión que debían hacer el sorteo para designar quién tendría Africa como provincia, un tribuno de la plebe propuso que la elección la hiciera el pueblo, y el pueblo eligió a Escipión. El senado le permitió reclutar mediante leva un número de soldados igual al que se llevaba perdido en la guerra; por otro lado, se le otorgó la potestad de llevar a cuantos voluntarios pudiera convencer de entre las tropas aliadas y enviar, para ello, misivas escritas en nombre del pueblo romano a los reyes y ciudades que estimara oportuno.
Lucio Hostilio Mancino logra penetrar en la ciudad
Una vez hechos todos los preparativos, Escipión emprendió rumbo a Sicilia y, desde allí, embarcó hacia Útica. Entretanto, Mancino, comandante de la flota, que se encontraba bloqueando Cartago por mar, observó una parte del muro que había sido desprotegida pues estaba defendida de forma natural por precipicios continuos e infranqueables. Es entonces cuando tomó la rápida decisión de intentar escalar aquella parte de la muralla sin ser visto. Ordenó adosar al muro las escalas y algunos soldados lograron trepar hasta lo alto. Los cartagineses, al percatarse del hecho, e infravalorando el intento debido al escaso número de tropas que habían desembarcado en aquella zona, abrieron una puerta adyacente a las rocas y cargaron contra ellos. De repente, los romanos se revolvieron y arremetieron contra los que iban saliendo logrando penetrar en la ciudad a través de la puerta. Al oirse el grito de victoria en las naves, todas las tropas abandonaron los barcos y corrieron en auxilio de los que se habían introducido por la puerta sin tan siquiera armarse por completo. Como era la caída de la tarde, ocuparon una posición fuerte junto a la muralla con el propósito de pasar la noche. Al no tener ningún tipo de suministros por lo precipitado de la acción, Mancino envió emisarios a Calpurnio Pisón y a los magistrados de Útica para que le ayudaran en tan peligrosa situación y le llevaran refuerzos a toda prisa pues corría el riesgo de ser arrojado de allí al amanecer, con el consiguiente peligro de despeñarse contra las rocas en caso de retirada.
Entran en funciones los cónsules Publio Cornelio Escipión Emiliano y Caio Livio Druso
FC:
P. Cornelius [P.f. P.n. Scipio] Africanus Aemilianus , C. Livius M.Aemiliani f. M.n. Drusus
Cuando Livio Druso indicó a Escipión que debían hacer el sorteo para designar quién tendría Africa como provincia, un tribuno de la plebe propuso que la elección la hiciera el pueblo, y el pueblo eligió a Escipión. El senado le permitió reclutar mediante leva un número de soldados igual al que se llevaba perdido en la guerra; por otro lado, se le otorgó la potestad de llevar a cuantos voluntarios pudiera convencer de entre las tropas aliadas y enviar, para ello, misivas escritas en nombre del pueblo romano a los reyes y ciudades que estimara oportuno.
Lucio Hostilio Mancino logra penetrar en la ciudad
Una vez hechos todos los preparativos, Escipión emprendió rumbo a Sicilia y, desde allí, embarcó hacia Útica. Entretanto, Mancino, comandante de la flota, que se encontraba bloqueando Cartago por mar, observó una parte del muro que había sido desprotegida pues estaba defendida de forma natural por precipicios continuos e infranqueables. Es entonces cuando tomó la rápida decisión de intentar escalar aquella parte de la muralla sin ser visto. Ordenó adosar al muro las escalas y algunos soldados lograron trepar hasta lo alto. Los cartagineses, al percatarse del hecho, e infravalorando el intento debido al escaso número de tropas que habían desembarcado en aquella zona, abrieron una puerta adyacente a las rocas y cargaron contra ellos. De repente, los romanos se revolvieron y arremetieron contra los que iban saliendo logrando penetrar en la ciudad a través de la puerta. Al oirse el grito de victoria en las naves, todas las tropas abandonaron los barcos y corrieron en auxilio de los que se habían introducido por la puerta sin tan siquiera armarse por completo. Como era la caída de la tarde, ocuparon una posición fuerte junto a la muralla con el propósito de pasar la noche. Al no tener ningún tipo de suministros por lo precipitado de la acción, Mancino envió emisarios a Calpurnio Pisón y a los magistrados de Útica para que le ayudaran en tan peligrosa situación y le llevaran refuerzos a toda prisa pues corría el riesgo de ser arrojado de allí al amanecer, con el consiguiente peligro de despeñarse contra las rocas en caso de retirada.
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Zona de la incursión de Mancino en Megara
Calpurnio Pisón se hallaba demasiado lejos para socorrer a Mancino, en cambio Escipión había desembarcado la tarde del ataque en Útica. Desde allí partió hacia cartago inmediatamente. Al aproximarse a la parte de la muralla que había ocupado Mancino dio la orden al trompetero para que tocara la señal de combate de inmediato y, a los heraldos, para que convocaran en la playa a las tropas que traía de Italia y a algunos refuerzos aportados por los ciudadanos de Útica. Ordenó llevar provisiones a las naves y soltó a algunos prisioneros para que difundieran el rumor que los romanos se acercaban con más naves y tropas. A Calpurnio Pisón le envió mensajeros con la orden de que se presentara rápidamente. Él mismo levó anclas ordenando a los soldados que, cuando se acercaran a la ciudad, se mantuvieran en su totalidad sobre los puentes para aparentar un número mayor.
Los cartagineses, que estaban preparados para atacar a las tropas de Mancino, al divisar las naves de Escipión, mandaron a buscar a Asdrúbal y con fosos y empalizadas protegieron la zona intermedia entre las casas y la zona que ocupaban los romanos. Al haber retrasado el araque cartaginés, Escipión dejó que Mancino se encargara de mantener la posición y partió a unirse con Pisón y su ejército.
Al amanecer los cartagineses atacaron a Mancino desde todos los lados y éste rodeó con 500 hombres (los únicos que se habían podido armar adecuadamente en la precipitada irrupción a la ciudad) a los otros 3.000, que estaban prácticamente desarmados.
"Pero, herido por aquéllos y rechazado hasta las murallas, estaba a punto de ser despeñado cuando se presentó ante sus ojos la flota de Escipión, batiendo los remos con un rumor terrible y llena por todas partes de soldados puestos en pie. Para los cartagineses, que estaban ya enterados por los prisioneros, no constituyó sorpresa alguna, pero, en cambio, trajeron una salvación inesperada a los romanos. Pues, al retirarse un poco los cartagineses, Escipión pudo rescatar en sus naves a los que corrían peligro"
Apiano 114
• Megara era un suburbio bastante extenso de Cartago, como se puede ver en el mapa
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Disposiciones de Escipión
Una vez efectuado el relevo a Calpurnio Pisón, Escipión envió de inmediato a Lucio Hostilio Mancino a Roma, pues éste había sido sustituido en el mando de la flota por Serrano. Fijó su campamento cerca de Cartago a la vez que los cartagineses avanzaron 5 estadios desde las murallas y establecieron un campamento frente a él. A estas tropas de la ciudad se les unieron Asdrúbal y un tal Bitia, jefe de la caballería, con 6.000 infantes y 1.000 jinetes perfectamente adiestrados, tanto por su disciplina como por su veteranía.
Entre las tropas romanas no existía ningún tipo de disciplina ni de orden, "sino que estaban habituados por Pisón a la pereza, la codicia y la rapiña". Con los soldados convivía una multitud ajena al ejército que los seguía a causa del botín y acompañaban a algunos grupos en sus expediciones de saqueo sin permiso, expedidiones que ante la ley eran infracciones muy graves ya que era considerado desertor todo aquel que en tiempo de guerra se alejara sin permiso más allá del sonido de la trompeta.
Escipión observó que el producto de la rapiña era objeto de discordia entre los soldados pues muchos despreciaban a sus compañeros de tienda por el afán de lucro; la emprendían a golpes y heridas criminales y llegaban, incluso, hasta el asesinato. Pensando que jamás podría dominar a los cartagineses si antes no lo hacía con sus soldados, los convocó a una asamblea y, tras subir a una tribuna, se dirigió a ellos:
«Cuando servía con vosotros, soldados, a las órdenes del general Manilio, os di una prueba de obediencia de la que vosotros sois testigos, la misma que ahora os pido como vuestro general. Aunque tengo poder para castigar con la mayor severidad a los que desobedezcan, sin embargo he creído útil advertiros previamente. Sabéis las cosas que habéis hecho. ¿Para qué debo yo hablaros de cosas de las que me siento avergonzado?. Sois más bien salteadores que soldados. Sois fugitivos, no soldados acampados. Vuestra avaricia os asemeja más a los mercaderes que a un ejército sitiador. Deseáis la molicie mientras todavía estáis en guerra sin haber resultado vencedores. Y ciertamente, por ello, los enemigos, desde la situación de debilidad y falta de esperanzas en la que los dejé, se han recobrado hasta un grado tal de fuerza y nuestro trabajo se ha hecho más difícil por causa de vuestra relajación. Si viera que los males radicaban en vosotros, os castigaría de inmediato, pero puesto que se los imputo a otro, os voy a eximir ahora de los yerros cometidos hasta el presente. Sin embargo, yo no me encuentro aquí para hacer de salteador, sino para vencer, ni tampoco para enriquecerme antes de la victoria, sino para vencer primero a los enemigos. Salid hoy mismo del campamento todos aquellos que no sois soldados, a excepción de los que tengan mi permiso para quedarse. A los que salgan no les permito regresar excepto a aquel que traiga comida y ésta debe ser sencilla como corresponde a soldados. A éstos, incluso, les será fijado un tiempo en el que dispondrán sus mercancías, y un cuestor y yo supervisaremos las ventas. Éstas son las órdenes para quienes no son soldados, y para vosotros, soldados, que os valga una sola orden adaptada a todas las ocasiones: que mi comportamiento y mi esfuerzo os sirvan de ejemplo. Si os regís por este criterio, no faltaréis a vuestro deber ni os faltará la recompensa. Ahora, en cambio, hay que trabajar mientras corremos peligro, y el lucro y la molicie se deben posponer para su momento oportuno. Estas cosas las ordeno yo, además de la ley. Los que las obedezcan con docilidad obtendrán una buena recompensa y aquellos que no las obedezcan se arrepentirán»
Tras esta alocución, de inmediato expulsó a una multitud de hombres inútiles, y con ellos, todo lo que era superfluo, vano o lujoso.
Una vez efectuado el relevo a Calpurnio Pisón, Escipión envió de inmediato a Lucio Hostilio Mancino a Roma, pues éste había sido sustituido en el mando de la flota por Serrano. Fijó su campamento cerca de Cartago a la vez que los cartagineses avanzaron 5 estadios desde las murallas y establecieron un campamento frente a él. A estas tropas de la ciudad se les unieron Asdrúbal y un tal Bitia, jefe de la caballería, con 6.000 infantes y 1.000 jinetes perfectamente adiestrados, tanto por su disciplina como por su veteranía.
Entre las tropas romanas no existía ningún tipo de disciplina ni de orden, "sino que estaban habituados por Pisón a la pereza, la codicia y la rapiña". Con los soldados convivía una multitud ajena al ejército que los seguía a causa del botín y acompañaban a algunos grupos en sus expediciones de saqueo sin permiso, expedidiones que ante la ley eran infracciones muy graves ya que era considerado desertor todo aquel que en tiempo de guerra se alejara sin permiso más allá del sonido de la trompeta.
Escipión observó que el producto de la rapiña era objeto de discordia entre los soldados pues muchos despreciaban a sus compañeros de tienda por el afán de lucro; la emprendían a golpes y heridas criminales y llegaban, incluso, hasta el asesinato. Pensando que jamás podría dominar a los cartagineses si antes no lo hacía con sus soldados, los convocó a una asamblea y, tras subir a una tribuna, se dirigió a ellos:
«Cuando servía con vosotros, soldados, a las órdenes del general Manilio, os di una prueba de obediencia de la que vosotros sois testigos, la misma que ahora os pido como vuestro general. Aunque tengo poder para castigar con la mayor severidad a los que desobedezcan, sin embargo he creído útil advertiros previamente. Sabéis las cosas que habéis hecho. ¿Para qué debo yo hablaros de cosas de las que me siento avergonzado?. Sois más bien salteadores que soldados. Sois fugitivos, no soldados acampados. Vuestra avaricia os asemeja más a los mercaderes que a un ejército sitiador. Deseáis la molicie mientras todavía estáis en guerra sin haber resultado vencedores. Y ciertamente, por ello, los enemigos, desde la situación de debilidad y falta de esperanzas en la que los dejé, se han recobrado hasta un grado tal de fuerza y nuestro trabajo se ha hecho más difícil por causa de vuestra relajación. Si viera que los males radicaban en vosotros, os castigaría de inmediato, pero puesto que se los imputo a otro, os voy a eximir ahora de los yerros cometidos hasta el presente. Sin embargo, yo no me encuentro aquí para hacer de salteador, sino para vencer, ni tampoco para enriquecerme antes de la victoria, sino para vencer primero a los enemigos. Salid hoy mismo del campamento todos aquellos que no sois soldados, a excepción de los que tengan mi permiso para quedarse. A los que salgan no les permito regresar excepto a aquel que traiga comida y ésta debe ser sencilla como corresponde a soldados. A éstos, incluso, les será fijado un tiempo en el que dispondrán sus mercancías, y un cuestor y yo supervisaremos las ventas. Éstas son las órdenes para quienes no son soldados, y para vosotros, soldados, que os valga una sola orden adaptada a todas las ocasiones: que mi comportamiento y mi esfuerzo os sirvan de ejemplo. Si os regís por este criterio, no faltaréis a vuestro deber ni os faltará la recompensa. Ahora, en cambio, hay que trabajar mientras corremos peligro, y el lucro y la molicie se deben posponer para su momento oportuno. Estas cosas las ordeno yo, además de la ley. Los que las obedezcan con docilidad obtendrán una buena recompensa y aquellos que no las obedezcan se arrepentirán»
Tras esta alocución, de inmediato expulsó a una multitud de hombres inútiles, y con ellos, todo lo que era superfluo, vano o lujoso.
- emanuel
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Permítame VM un pequeño incíso para los poco ilustrados como yo mesmo, en la Gloriosa Historia de Roma.
[youtube]5_aAROOXrtY[/youtube]
[youtube]5_aAROOXrtY[/youtube]
Shema Israel...
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Vaya tela con los dos incisos que llevan hechos VV. MM.
Aquí Hispania no pinta nada.
Ya se encargará Escipión Emiliano de ir a ponerles en su sitio cuando acabe el tema, cuadrilla de indígenas indocumentados.
Aquí Hispania no pinta nada.
Ya se encargará Escipión Emiliano de ir a ponerles en su sitio cuando acabe el tema, cuadrilla de indígenas indocumentados.
- emanuel
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¿Así que somos un atajo de indígenas indocumentados...?
VM pase un feliz día.
VM pase un feliz día.
Shema Israel...
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Asalto a Megara
Una vez que el ejército estuvo dispuesto a seguir la disciplina y cumplir las órdenes, Escipión planeó un ataque nocturno contra el suburbio de Megara por dos lugares diferentes. Envió a una parte de sus tropas dando un rodeo hacia un extremo de la muralla mientras que él avanzó unos 20 estadios (cerca de 3,5 Km.) directamente contra el otro lado con hachas, escalas y palancas en total silencio. Cuando se hallaba bastante cerca del punto elegido para el asalto, fue descubierto produciéndose un griterío en la muralla.
"Escipión y sus tropas respondieron, a su vez, los primeros con otro clamor y, luego, los soldados enviados al lado opuesto, con otro lo más fuerte que pudieron, hasta el punto de que los cartagineses se asustaron, por primera vez, al sentirse atacados por tantos enemigos por ambos lados, de improviso y en plena noche"
En este asalto contra la muralla, Escipión, a pesar de intentar tomarla, no lo consiguió pero envió a varios soldados a una torre abandonada que estaba fuera de la muralla y era de igual altura que ésta. Desde la torre, los romanos lograron hacer retroceder con sus jabalinas a los defensores y colocaron planchas de madera desde su posición hasta el muro; pasaron a través de ellas, bajaron a Megara y rompieron una puerta por la que penetró Escipión con 4.000 hombres. Los cartagineses huyeron rápidamente hacia Birsa en la creencia de que toda la zona había sido tomada.
"Entonces se produjeron gritos de todas clases, se hicieron algunos prisioneros y hubo tal tumulto, que, incluso los que estaban acampados afuera, abandonaron su fortificación y corrieron a la vez con los demás hacia Birsa. Como Mégara estaba plantada de huertos y llena de árboles frutales separados por cercados de piedra y setos de zarzas y espinos, además de canales de agua profundos que corrían en todas direcciones, Escipión temía que fuera impracticable y peligrosa la persecución del enemigo, sobre todo dado su desconocimiento de los caminos, y que pudiera caer en una emboscada durante la noche. Por tanto retrocedió"
Apiano 117
Una vez que el ejército estuvo dispuesto a seguir la disciplina y cumplir las órdenes, Escipión planeó un ataque nocturno contra el suburbio de Megara por dos lugares diferentes. Envió a una parte de sus tropas dando un rodeo hacia un extremo de la muralla mientras que él avanzó unos 20 estadios (cerca de 3,5 Km.) directamente contra el otro lado con hachas, escalas y palancas en total silencio. Cuando se hallaba bastante cerca del punto elegido para el asalto, fue descubierto produciéndose un griterío en la muralla.
"Escipión y sus tropas respondieron, a su vez, los primeros con otro clamor y, luego, los soldados enviados al lado opuesto, con otro lo más fuerte que pudieron, hasta el punto de que los cartagineses se asustaron, por primera vez, al sentirse atacados por tantos enemigos por ambos lados, de improviso y en plena noche"
En este asalto contra la muralla, Escipión, a pesar de intentar tomarla, no lo consiguió pero envió a varios soldados a una torre abandonada que estaba fuera de la muralla y era de igual altura que ésta. Desde la torre, los romanos lograron hacer retroceder con sus jabalinas a los defensores y colocaron planchas de madera desde su posición hasta el muro; pasaron a través de ellas, bajaron a Megara y rompieron una puerta por la que penetró Escipión con 4.000 hombres. Los cartagineses huyeron rápidamente hacia Birsa en la creencia de que toda la zona había sido tomada.
"Entonces se produjeron gritos de todas clases, se hicieron algunos prisioneros y hubo tal tumulto, que, incluso los que estaban acampados afuera, abandonaron su fortificación y corrieron a la vez con los demás hacia Birsa. Como Mégara estaba plantada de huertos y llena de árboles frutales separados por cercados de piedra y setos de zarzas y espinos, además de canales de agua profundos que corrían en todas direcciones, Escipión temía que fuera impracticable y peligrosa la persecución del enemigo, sobre todo dado su desconocimiento de los caminos, y que pudiera caer en una emboscada durante la noche. Por tanto retrocedió"
Apiano 117
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La Tercera Guerra Púnica
Al amanecer, Asdrúbal, enfadado por el ataque contra Megara, hizo que llevaran a lo alto de la muralla a todos los prisioneros romanos que había en la ciudad. Desde aquella zona en la que las tropas de Escipión podían ver perfectamente a sus compañeros maniatados, Asdrúbal dio la orden:
"A unos les arrancó los ojos, la lengua, los tendones y órganos genitales con garfios de hierro; a otros les laceró la planta de los pies, les cortó los dedos y les arrancó la piel del cuerpo a tiras, y a todos ellos, todavía vivos, los despeñó. Con ello, pretendió hacer imposible una reconciliación entre romanos y cartagineses. Y los enardecía de esta manera, a fin de que tuvieran sus esperanzas de salvación sólo en la lucha"
El resultado entre sus conciudadanos fue contrario al que esperaba pues en lugar de enardecerse se atemorizaron y acusaron a Asdrúbal de haberles privado de toda esperanza de perdón. El senado cartaginés lo acusó de haber cometido actos crueles y salvajes en medio de calamidades públicas tan grandes. La reacción de Asdrúbal fue tajante al ordenar que se diera muerte a parte del Senado.
"...haciéndose temer en todos los aspectos, se convirtió más en un tirano que en un general, al pensar que su seguridad radicaba sólo en ser temible para ellos y, por esto mismo, más difícil de atacar"
"A unos les arrancó los ojos, la lengua, los tendones y órganos genitales con garfios de hierro; a otros les laceró la planta de los pies, les cortó los dedos y les arrancó la piel del cuerpo a tiras, y a todos ellos, todavía vivos, los despeñó. Con ello, pretendió hacer imposible una reconciliación entre romanos y cartagineses. Y los enardecía de esta manera, a fin de que tuvieran sus esperanzas de salvación sólo en la lucha"
El resultado entre sus conciudadanos fue contrario al que esperaba pues en lugar de enardecerse se atemorizaron y acusaron a Asdrúbal de haberles privado de toda esperanza de perdón. El senado cartaginés lo acusó de haber cometido actos crueles y salvajes en medio de calamidades públicas tan grandes. La reacción de Asdrúbal fue tajante al ordenar que se diera muerte a parte del Senado.
"...haciéndose temer en todos los aspectos, se convirtió más en un tirano que en un general, al pensar que su seguridad radicaba sólo en ser temible para ellos y, por esto mismo, más difícil de atacar"
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Escipión aisla Cartago por tierra
Escipión incendió la fortificación que el enemigo había abandonado, en su huida a la ciudad, el día antes y, con todo el istmo en su poder, comenzó a atravesarlo con un foso de mar a mar a una distancia del enemigo no mayor de un tiro de lanza. Los cartagineses lo hostigaban sin cesar y debía trabajar y luchar, a la vez, en un frente de veinticinco estadios (alrededor de 4'5 Km.). Cuando tuvo terminada la obra, cavó otra trinchera igual, no muy distante de la anterior mirando hacia el continente. Después hizo otras dos transversales a ellas, a fin de que el foso, en su conjunto, formara un cuadrado y lo erizó, todo él, de agudas estacas. Además de las estacas, construyó empalizadas ante los fosos, y en el que miraba hacia Cartago levantó un muro de veinticinco estadios de largo y de doce pies (unos 3'6 metros) de altura, sin contar las almenas y las torres que a intervalos estaban sobre la muralla, y cuyo grosor era aproximadamente la mitad de la altura. La torre más alta estaba en el medio y, sobre ella, había otra de madera de cuatro pisos, desde la que veía lo que ocurría en la ciudad. Después de acabar esta obra en veinte días y noches con el esfuerzo de todo el ejército que trabajaba y combatía, comía y descansaba por turnos, llevó a todo su ejército al interior de esta fortificación.
Esta obra le servía, a un tiempo, de campamento y de gran baluarte extendido contra el enemigo, desde el que, tomándolo como base de operaciones, podía cortar el suministro de víveres desde el interior a los cartagineses.
Escipión incendió la fortificación que el enemigo había abandonado, en su huida a la ciudad, el día antes y, con todo el istmo en su poder, comenzó a atravesarlo con un foso de mar a mar a una distancia del enemigo no mayor de un tiro de lanza. Los cartagineses lo hostigaban sin cesar y debía trabajar y luchar, a la vez, en un frente de veinticinco estadios (alrededor de 4'5 Km.). Cuando tuvo terminada la obra, cavó otra trinchera igual, no muy distante de la anterior mirando hacia el continente. Después hizo otras dos transversales a ellas, a fin de que el foso, en su conjunto, formara un cuadrado y lo erizó, todo él, de agudas estacas. Además de las estacas, construyó empalizadas ante los fosos, y en el que miraba hacia Cartago levantó un muro de veinticinco estadios de largo y de doce pies (unos 3'6 metros) de altura, sin contar las almenas y las torres que a intervalos estaban sobre la muralla, y cuyo grosor era aproximadamente la mitad de la altura. La torre más alta estaba en el medio y, sobre ella, había otra de madera de cuatro pisos, desde la que veía lo que ocurría en la ciudad. Después de acabar esta obra en veinte días y noches con el esfuerzo de todo el ejército que trabajaba y combatía, comía y descansaba por turnos, llevó a todo su ejército al interior de esta fortificación.
Esta obra le servía, a un tiempo, de campamento y de gran baluarte extendido contra el enemigo, desde el que, tomándolo como base de operaciones, podía cortar el suministro de víveres desde el interior a los cartagineses.
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Escipión bloquea la ciudad por el mar
La fortificación del istmo impedía cualquier contacto por tierra. La situación en la ciudad se veía agravada por la gran masa de gente que había quedado aislada dentro del recinto, pues se habían trasladado desde el campo a la ciudad y ahora no podían salir debido al asedio. Se disponía de trigo en abundancia, pero estas reservas disminuirían al no poder más que reponerse en escaso número por mar.
Bitia, el jefe de la caballería, que había sido enviado a por suministros, no se atrevió a forzar las obras de asedio por lo que dio un rodeo y logró enviar las provisiones por mar pese a que las naves de Escipión bloqueaban el puerto de Cartago.
"(Las naves romanas) no podían permanecer continuamente en su lugar ni agrupadas en gran número, dado que se trataba de un mar sin puertos y lleno de arrecifes, ni tampoco podían echar el ancla junto a la misma ciudad, pues los cartagineses estaba sobre las murallas y las olas batían allí con más fuerza a causa de las rocas. Por esta razón, las naves de transporte de Bitia y de algún otro mercader que se atrevía a correr el riesgo voluntariamente por su afán de ganancias, aguardando a que soplara un viento fuerte desde el mar, atravesaban el bloqueo con las velas desplegadas, sin que las trirremes pudieran perseguirlas, llevadas por el velamen y el viento a su favor. Este hecho, no obstante, ocurría en raras ocasiones y sólo cuando soplaba un fuerte viento desde el mar"
La escasez de comida empezó a hacer efecto entre la población. Asdrúbal repartía gran parte de los víveres entre los 30.000 hombres que había elegido para combatir en detrimento del resto de la población.
Escipión, al darse cuenta de ello, planeó cerrarles la entrada del puerto. Para ello ordenó la construcción de un dique hacia el interior del mar.
Las obras se iniciaron desde la franja de tierra que estaba entre la laguna y el mar, avanzando hasta la embocadura del puerto. Para la empresa se empleó gran cantidad de enormes bloques de piedra a fin de resistir la fuerza de las olas. Una vez finalizado, el dique tenía una anchura de 24 pies (poco más de 7 metros) y cuatro veces más de profundidad.
La fortificación del istmo impedía cualquier contacto por tierra. La situación en la ciudad se veía agravada por la gran masa de gente que había quedado aislada dentro del recinto, pues se habían trasladado desde el campo a la ciudad y ahora no podían salir debido al asedio. Se disponía de trigo en abundancia, pero estas reservas disminuirían al no poder más que reponerse en escaso número por mar.
Bitia, el jefe de la caballería, que había sido enviado a por suministros, no se atrevió a forzar las obras de asedio por lo que dio un rodeo y logró enviar las provisiones por mar pese a que las naves de Escipión bloqueaban el puerto de Cartago.
"(Las naves romanas) no podían permanecer continuamente en su lugar ni agrupadas en gran número, dado que se trataba de un mar sin puertos y lleno de arrecifes, ni tampoco podían echar el ancla junto a la misma ciudad, pues los cartagineses estaba sobre las murallas y las olas batían allí con más fuerza a causa de las rocas. Por esta razón, las naves de transporte de Bitia y de algún otro mercader que se atrevía a correr el riesgo voluntariamente por su afán de ganancias, aguardando a que soplara un viento fuerte desde el mar, atravesaban el bloqueo con las velas desplegadas, sin que las trirremes pudieran perseguirlas, llevadas por el velamen y el viento a su favor. Este hecho, no obstante, ocurría en raras ocasiones y sólo cuando soplaba un fuerte viento desde el mar"
La escasez de comida empezó a hacer efecto entre la población. Asdrúbal repartía gran parte de los víveres entre los 30.000 hombres que había elegido para combatir en detrimento del resto de la población.
Escipión, al darse cuenta de ello, planeó cerrarles la entrada del puerto. Para ello ordenó la construcción de un dique hacia el interior del mar.
Las obras se iniciaron desde la franja de tierra que estaba entre la laguna y el mar, avanzando hasta la embocadura del puerto. Para la empresa se empleó gran cantidad de enormes bloques de piedra a fin de resistir la fuerza de las olas. Una vez finalizado, el dique tenía una anchura de 24 pies (poco más de 7 metros) y cuatro veces más de profundidad.
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Los cartagineses intentan romper el bloqueo marítimo
En un principio, los cartagineses no concedieron importancia a la construcción del dique en sus comienzos, al estimar que llevaría mucho tiempo y que, tal vez, sería imposible de realizar. Sin embargo, al observar que todos los efectivos de Escipión emprendían la tarea sin dejar los trabajos ni de día ni de noche, empezó a cundir la alarma. Tras reflexionar la manera de contrarrestar el bloqueo marítimo decidieron excavar una salida al otro lado del puerto, en una zona que daba a mar abierto, por donde a los romanos les resultaría imposible llegar con el dique a causa de la profundidad y la fuerza del viento (las naves debían estar relativamente quietas en las tareas de construcción).
Decididos a la empresa, los ciudadanos de Cartago comenzaron las obras, a las que se sumaron mujeres y niños; comenzaron desde el interior ocultando por completo lo que hacían. Al mismo tiempo, construyeron quinquerremes y trirremes con madera vieja y todos los materiales que pudieron encontrar. Todo se mantuvo en secreto; ni siquiera los prisioneros que se capturaban podían dar una información clara a Escipión, tan sólo que en los puertos había un ruido enorme sin cesar ni de día ni de noche, pero que no sabían de qué se trataba.
Cuando estuvieron concluidas las obras, los cartagineses abrieron la entrada e hicieron una salida con 50 trirremes y otros muchos barcos más pequeños.
"La aparición repentina de la escuadra saliendo por esta nueva entrada impresionó tanto a los romanos, que si los cartagineses hubieran atacado de inmediato sus barcos, de los que se habían despreocupado durante las operaciones de sitio y en los que no había ni marineros ni remeros, hubieran vencido por completo a toda la flota. Sin embargo, en la ocasión presente —puesto que Cartago estaba condenada por el destino a ser apresada— hicieron una salida de exhibición tan sólo y después de mofarse del enemigo de manera presuntuosa retornaron al interior del puerto"
Apiano 122
Tres días más tarde, los cartagineses se dispusieron a entablar combate naval.
En un principio, los cartagineses no concedieron importancia a la construcción del dique en sus comienzos, al estimar que llevaría mucho tiempo y que, tal vez, sería imposible de realizar. Sin embargo, al observar que todos los efectivos de Escipión emprendían la tarea sin dejar los trabajos ni de día ni de noche, empezó a cundir la alarma. Tras reflexionar la manera de contrarrestar el bloqueo marítimo decidieron excavar una salida al otro lado del puerto, en una zona que daba a mar abierto, por donde a los romanos les resultaría imposible llegar con el dique a causa de la profundidad y la fuerza del viento (las naves debían estar relativamente quietas en las tareas de construcción).
Decididos a la empresa, los ciudadanos de Cartago comenzaron las obras, a las que se sumaron mujeres y niños; comenzaron desde el interior ocultando por completo lo que hacían. Al mismo tiempo, construyeron quinquerremes y trirremes con madera vieja y todos los materiales que pudieron encontrar. Todo se mantuvo en secreto; ni siquiera los prisioneros que se capturaban podían dar una información clara a Escipión, tan sólo que en los puertos había un ruido enorme sin cesar ni de día ni de noche, pero que no sabían de qué se trataba.
Cuando estuvieron concluidas las obras, los cartagineses abrieron la entrada e hicieron una salida con 50 trirremes y otros muchos barcos más pequeños.
"La aparición repentina de la escuadra saliendo por esta nueva entrada impresionó tanto a los romanos, que si los cartagineses hubieran atacado de inmediato sus barcos, de los que se habían despreocupado durante las operaciones de sitio y en los que no había ni marineros ni remeros, hubieran vencido por completo a toda la flota. Sin embargo, en la ocasión presente —puesto que Cartago estaba condenada por el destino a ser apresada— hicieron una salida de exhibición tan sólo y después de mofarse del enemigo de manera presuntuosa retornaron al interior del puerto"
Apiano 122
Tres días más tarde, los cartagineses se dispusieron a entablar combate naval.
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