En Ucrania a esos extremistas se les ha dado participación en el gobierno y eso es lo grave.
Y en Francia, estas fuerzas extremistas, son ya parte del Parlamento. Lo que deseo hacer entender es que Ucrania no es una excepción a la hora de ver aparecidas corrientes extremistas, de un signo o de otro. La particular situación de este país tal vez los haga sentirse con más virulencia, pero no creas que ocurriría otra cosa en cualquier otro estado sometido a una preguerra. Sencillamente, estas posiciones radicales no desaprovechan la ocasión que se les presenta, y una coyuntura como la que ofrece Ucrania es el caldo de cultivo perfecto. No es de extrañar, por tanto, que se hayan hecho valer, aunque sea escasamente, en este gobierno de transición, entre otras cosas porque el gobierno de Kiev, ante tanta desafección y deserción, sin tener muy claro quíen está con ellos o contra ellos entre su propia población, pues mejor tener agrupaditos y controlados a todos los que se manifiestan incondicionalmente ucranianos y proeuropeos (el enemigo de tu enemigo, es tu amigo). Más tarde, cuando las cosas vuelvan a su cauce, estos extremistas de derechas volverán a ocupar su sitio, el de una minoría sin más apoyos que los que tienen en otros países occidentales.
Pero, no; porque la ultraderecha española vote al PP, Rajoy no es un fascista ni lleva a cabo políticas fascistas; ni porque los benevolentemente llamados "antisistema" voten al Psoe, quien carajo mande en el Psoe (yo lo desconozco), tampoco lleva a cabo una política de extrema izquierda ni pretende hacer de este país una Corea del Norte. En Ucrania ocurre la mismo.