La conquista romana de Hispania
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La conquista romana de Hispania
Batalla cerca de Emporiae
Catón, cuando los indicios de lo que quería hacer creer fueron suficientes (mandar refuerzos a los ilergetes), ordenó que se hiciera desembarcar a los soldados y emplazó el campamento de invierno a tres millas de Emporiae. Desde alli, según se presentaran las circunstancias, se efectuaban constates salidas para devastar los campos que atodavía quedaban en la región, dejando una pequeña guarnición para defender el campamento. Las incursiones se hacían mayoritariamente por la noche para alejarse lo más posible del campamento con la intención de coger por sorpresa al enemigo. Estas acciones servían de entrenamiento a los nuevos reclutas, y a la vez caían prisioneros un gran número de enemigos, los cuales ya no se atrevían a salir de sus plazas fortificadas.
Una vez que puso a prueba la moral de los suyos y del enemigo, el cónsul convocó una reunión de tribunos y prefectos, la caballería en pleno y a los centuriones:
«Ha llegado el momento, tantas veces deseado por vosotros, dijo, de que se os diera la oportunidad de poner a prueba vuestro valor. Hasta ahora habéis llevado una campaña más al estilo de salteadores que de guerreros; ahora vais a enfrentaros en una batalla en toda regla, enemigos contra enemigos; a partir de ahora vais a poder no ya devastar campos sino vaciar las ciudades de sus riquezas. Nuestros padres, a pesar de que los cartagineses tenían generales y ejércitos en Hispania y ellos no tenían ni un soldado, quisieron, no obstante, añadir al tratado de alianza una cláusula estipulando que la frontera de su imperio estaría en el río Ebro. Ahora que Hispania está ocupada por dos pretores, un cónsul y tres ejércitos romanos y desde hace ya casi diez años no hay ni un cartaginés en estas provincias, hemos perdido el dominio del lado de acá del Ebro. Es necesario que lo recuperéis con vuestras armas y vuestro valor y obliguéis a estos pueblos, que más que empeñarse en una guerra sostenida se rebelan de forma temeraria, a aceptar de nuevo el yugo que se sacudieron de encima»
Después de la arenga les anunció que por la noche marcharían contra el campamento enemigo; dicho esto, les mandó marchar a reponer fuerzas.
Catón, cuando los indicios de lo que quería hacer creer fueron suficientes (mandar refuerzos a los ilergetes), ordenó que se hiciera desembarcar a los soldados y emplazó el campamento de invierno a tres millas de Emporiae. Desde alli, según se presentaran las circunstancias, se efectuaban constates salidas para devastar los campos que atodavía quedaban en la región, dejando una pequeña guarnición para defender el campamento. Las incursiones se hacían mayoritariamente por la noche para alejarse lo más posible del campamento con la intención de coger por sorpresa al enemigo. Estas acciones servían de entrenamiento a los nuevos reclutas, y a la vez caían prisioneros un gran número de enemigos, los cuales ya no se atrevían a salir de sus plazas fortificadas.
Una vez que puso a prueba la moral de los suyos y del enemigo, el cónsul convocó una reunión de tribunos y prefectos, la caballería en pleno y a los centuriones:
«Ha llegado el momento, tantas veces deseado por vosotros, dijo, de que se os diera la oportunidad de poner a prueba vuestro valor. Hasta ahora habéis llevado una campaña más al estilo de salteadores que de guerreros; ahora vais a enfrentaros en una batalla en toda regla, enemigos contra enemigos; a partir de ahora vais a poder no ya devastar campos sino vaciar las ciudades de sus riquezas. Nuestros padres, a pesar de que los cartagineses tenían generales y ejércitos en Hispania y ellos no tenían ni un soldado, quisieron, no obstante, añadir al tratado de alianza una cláusula estipulando que la frontera de su imperio estaría en el río Ebro. Ahora que Hispania está ocupada por dos pretores, un cónsul y tres ejércitos romanos y desde hace ya casi diez años no hay ni un cartaginés en estas provincias, hemos perdido el dominio del lado de acá del Ebro. Es necesario que lo recuperéis con vuestras armas y vuestro valor y obliguéis a estos pueblos, que más que empeñarse en una guerra sostenida se rebelan de forma temeraria, a aceptar de nuevo el yugo que se sacudieron de encima»
Después de la arenga les anunció que por la noche marcharían contra el campamento enemigo; dicho esto, les mandó marchar a reponer fuerzas.
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La conquista romana de Hispania
A media noche, después de tomar los auspicios, el cónsul ordenó al ejército que emprendiera la marcha al objeto de tomar la posición más favorable antes de que se percataran los enemigos; dando un rodeo sobrepaso el campamento de éstos y al despuntar el día formó en orden de batalla, enviando tres cohortes hasta el pie mismo de la empalizada. Los hispanos, sorprendidos por la aparición de los romanos a su espalda, corrieron inmediatamente a tomar las armas. Entretanto Catón se dirigió a sus hombres:
«Sólo en el valor hay esperanza, y yo deliberadamente me he ocupado de que así fuese. Entre nuestro campamento y nosotros se encuentran los enemigos, y a nuestra espalda está el territorio enemigo. Tener la esperanza puesta en el valor es lo más hermoso y al mismo tiempo lo más seguro»
Dicho esto dio orden a las tres cohortes que retrocedieran simulando una huida para atraer a los hispanos. Todo ocurrió como Catón había previsto. Los hispanos, convencidos de que los romanos retrocedían presas del pánico, salieron de repente fuera de la puerta y cubrieron de combatientes todo el espacio que mediaba entre su campamento y las líneas romanas. Mientras tratan de formar atropelladamente el frente de combate y están aún desorganizados, Catón da la orden al ejército en pleno de que ataque de forma ordenada. Lanza primero al combate a la caballerías desde las alas, pero la del flanco derecho es rechazado al instante y, al retroceder en tropel, siembra también el pánico entre la infantería. Nada más percatarse de ello, el cónsul ordena que dos cohortes escogidas rodeen al enemigo por su lado derecho para flanquearlo antes de que se produjera el choque del grueso de ambas líneas de infantería. Mientras tanto, Catón tuvo que parar la huida de algunos de los suyos y obligarlos a volver a las filas, dada la confusión que reinaba en su ala derecha. De esta forma la batalla se mantuvo indecisa mientras se combatió con las armas arrojadizas; en el ala derecha, los romanos resistían a duras penas; por el flanco izquierdo y por el centro los hispanos, acosados, se veían rodeados por las cohortes que los habían flanqueado y se habían colocado en su retaguardia, Cuando después de lanzar los venablos de hierro y las faláricas ●, desenvainaron las espadas, fue como si se iniciara de nuevo el combate.
"No recibían heridas por lanzamientos imprevisibles efectuados al azar desde lejos; en el cuerpo a cuerpo confiaban por entero en su valor y su fuerza"
● Cuando Livio menciona los venablos de hierro y las faláricas ("soliferreis phalaricisque"), en el primer caso se está refiriendo al Soliferrum o Soliferreum (llamado también Saunion):
Soliferreum ibero encontrado en la Bastida de les Alcuses
En cuanto a las faláricas, Livio, en su libro XXI 8, 10 ss, nos hace una descripción de las mismas:
"Los saguntinos tenían la falárica, arma arrojadiza de mango de abeto redondeado todo él excepto el extremo en el que se encajaba
el hierro; éste, cuadrado como el del pilum, lo liaban con estopa y lo untaban de pez; el hierro, por otra parte, tenía tres pies de largo a fin de que pudiese traspasar el cuerpo a la vez que la armadura. Pero era especialmente temible, aunque quedase clavado en el escudo y no penetrase en el cuerpo, porque, como se le prendía fuego por el centro antes de lanzarlo y con el propio movimiento la llama que portaba cobraba gran incremento, obligaba a soltar el arma defensiva y dejaba al soldado desprotegido para los golpes siguientes"
«Sólo en el valor hay esperanza, y yo deliberadamente me he ocupado de que así fuese. Entre nuestro campamento y nosotros se encuentran los enemigos, y a nuestra espalda está el territorio enemigo. Tener la esperanza puesta en el valor es lo más hermoso y al mismo tiempo lo más seguro»
Dicho esto dio orden a las tres cohortes que retrocedieran simulando una huida para atraer a los hispanos. Todo ocurrió como Catón había previsto. Los hispanos, convencidos de que los romanos retrocedían presas del pánico, salieron de repente fuera de la puerta y cubrieron de combatientes todo el espacio que mediaba entre su campamento y las líneas romanas. Mientras tratan de formar atropelladamente el frente de combate y están aún desorganizados, Catón da la orden al ejército en pleno de que ataque de forma ordenada. Lanza primero al combate a la caballerías desde las alas, pero la del flanco derecho es rechazado al instante y, al retroceder en tropel, siembra también el pánico entre la infantería. Nada más percatarse de ello, el cónsul ordena que dos cohortes escogidas rodeen al enemigo por su lado derecho para flanquearlo antes de que se produjera el choque del grueso de ambas líneas de infantería. Mientras tanto, Catón tuvo que parar la huida de algunos de los suyos y obligarlos a volver a las filas, dada la confusión que reinaba en su ala derecha. De esta forma la batalla se mantuvo indecisa mientras se combatió con las armas arrojadizas; en el ala derecha, los romanos resistían a duras penas; por el flanco izquierdo y por el centro los hispanos, acosados, se veían rodeados por las cohortes que los habían flanqueado y se habían colocado en su retaguardia, Cuando después de lanzar los venablos de hierro y las faláricas ●, desenvainaron las espadas, fue como si se iniciara de nuevo el combate.
"No recibían heridas por lanzamientos imprevisibles efectuados al azar desde lejos; en el cuerpo a cuerpo confiaban por entero en su valor y su fuerza"
● Cuando Livio menciona los venablos de hierro y las faláricas ("soliferreis phalaricisque"), en el primer caso se está refiriendo al Soliferrum o Soliferreum (llamado también Saunion):
Soliferreum ibero encontrado en la Bastida de les Alcuses
En cuanto a las faláricas, Livio, en su libro XXI 8, 10 ss, nos hace una descripción de las mismas:
"Los saguntinos tenían la falárica, arma arrojadiza de mango de abeto redondeado todo él excepto el extremo en el que se encajaba
el hierro; éste, cuadrado como el del pilum, lo liaban con estopa y lo untaban de pez; el hierro, por otra parte, tenía tres pies de largo a fin de que pudiese traspasar el cuerpo a la vez que la armadura. Pero era especialmente temible, aunque quedase clavado en el escudo y no penetrase en el cuerpo, porque, como se le prendía fuego por el centro antes de lanzarlo y con el propio movimiento la llama que portaba cobraba gran incremento, obligaba a soltar el arma defensiva y dejaba al soldado desprotegido para los golpes siguientes"
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La conquista romana de Hispania
Fin de la batalla
Agotada la primera línea romana, Catón ordena que pasen a la vanguardia las cohortes de reserva desde la segunda línea. Este nuevo frente, atacando con sus armas de lanzamiento, primeramente deshicieron la formación hispana con una dura carga en forma de cuña, y después, una vez dispersados, les hicieron emprender la huida; los hispanos, corriendo en desbandada por los campos trataban de llegar al campamento. Cuando se percató de que la huida era generalizada, el cónsul cabalgó hacia la segunda legión que permanecía de reserva y le dio la orden de marchar tras las enseñas a paso de carga para atacar el campamento enemigo.
"Si algún soldado demasiado fogoso se adelantaba a la formación, él mismo le daba alcance a caballo, lo golpeaba con un pequeño venablo y ordenaba a los tribunos y centuriones que lo castigasen"
Al iniciarse el ataque al campamento, los romanos habían sido mantenidos a distancia de la empalizada a base de piedras, palos y toda clase de proyectiles. Al llegar la legión de refresco subió la moral de los atacantes al tiempo que los hispanos oponían una resistencia, si cabe, más enconada. Catón se hizo una visión de conjunto para dar con el punto en el que la resistencia fuera menor. Vio que junto a la puerta izquierda había menos defensores, y dirigió hacia allí a los principes y hastati de la segunda legión. La guardia apostada junto a la puerta no resistió el ataque; los demás, al ver que los romanos habían penetrado en el campamento, arrojaron las armas y las enseñas.
"Fueron degollados en la estrechez de las puertas donde quedaban atascados debido a su propio número. Los soldados de la segunda legión descargaban tajos sobre las espaldas de los enemigos, los demás saqueaban el campamento. Valerio Anciate refiere que fueron muertos aquel día más de cuarenta mil enemigos; el propio Catón, nada dado, por cierto, a rebajar sus propias hazañas, dice que los muertos fueron muchos pero no da la cifra"
Livio XXXIV 15, 8-9
Ni siquiera tras la victoria Catón dio descanso a sus hombres. Una vez dada la señal de retirada llevó a sus tropas de vuelta al campamento cargados de botín, les concedió unas pocas horas de descanso durante la noche y los llevó a los campos a saquear.
● Livio nos relata las claves de la batalla, aceptadas por sus fuentes, entre ellas, como no, el propio Catón:
"Se considera que el cónsul tomó aquel día tres decisiones dignas de encomio. Una, el haber llevado al ejército dando un rodeo lejos de sus naves y de su campamento, iniciando el combate con el enemigo de por medio donde la única esperanza era el valor. La segunda, el haber puesto las cohortes como barrera a la espalda del enemigo. La tercera, el haber ordenado que la legión segunda, mientras todas las demás andaban dispersas en persecución del enemigo, avanzase hasta la puerta del campamento a plena marcha, pero en perfecto orden y formación con las enseñas al frente"
XXXIV 16
Agotada la primera línea romana, Catón ordena que pasen a la vanguardia las cohortes de reserva desde la segunda línea. Este nuevo frente, atacando con sus armas de lanzamiento, primeramente deshicieron la formación hispana con una dura carga en forma de cuña, y después, una vez dispersados, les hicieron emprender la huida; los hispanos, corriendo en desbandada por los campos trataban de llegar al campamento. Cuando se percató de que la huida era generalizada, el cónsul cabalgó hacia la segunda legión que permanecía de reserva y le dio la orden de marchar tras las enseñas a paso de carga para atacar el campamento enemigo.
"Si algún soldado demasiado fogoso se adelantaba a la formación, él mismo le daba alcance a caballo, lo golpeaba con un pequeño venablo y ordenaba a los tribunos y centuriones que lo castigasen"
Al iniciarse el ataque al campamento, los romanos habían sido mantenidos a distancia de la empalizada a base de piedras, palos y toda clase de proyectiles. Al llegar la legión de refresco subió la moral de los atacantes al tiempo que los hispanos oponían una resistencia, si cabe, más enconada. Catón se hizo una visión de conjunto para dar con el punto en el que la resistencia fuera menor. Vio que junto a la puerta izquierda había menos defensores, y dirigió hacia allí a los principes y hastati de la segunda legión. La guardia apostada junto a la puerta no resistió el ataque; los demás, al ver que los romanos habían penetrado en el campamento, arrojaron las armas y las enseñas.
"Fueron degollados en la estrechez de las puertas donde quedaban atascados debido a su propio número. Los soldados de la segunda legión descargaban tajos sobre las espaldas de los enemigos, los demás saqueaban el campamento. Valerio Anciate refiere que fueron muertos aquel día más de cuarenta mil enemigos; el propio Catón, nada dado, por cierto, a rebajar sus propias hazañas, dice que los muertos fueron muchos pero no da la cifra"
Livio XXXIV 15, 8-9
Ni siquiera tras la victoria Catón dio descanso a sus hombres. Una vez dada la señal de retirada llevó a sus tropas de vuelta al campamento cargados de botín, les concedió unas pocas horas de descanso durante la noche y los llevó a los campos a saquear.
● Livio nos relata las claves de la batalla, aceptadas por sus fuentes, entre ellas, como no, el propio Catón:
"Se considera que el cónsul tomó aquel día tres decisiones dignas de encomio. Una, el haber llevado al ejército dando un rodeo lejos de sus naves y de su campamento, iniciando el combate con el enemigo de por medio donde la única esperanza era el valor. La segunda, el haber puesto las cohortes como barrera a la espalda del enemigo. La tercera, el haber ordenado que la legión segunda, mientras todas las demás andaban dispersas en persecución del enemigo, avanzase hasta la puerta del campamento a plena marcha, pero en perfecto orden y formación con las enseñas al frente"
XXXIV 16
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La conquista romana de Hispania
Consecuencias de la batalla
Como los hispanos se habían dispersado en la huida, las operaciones de saqueo se llevaron a cabo en un radio más amplio. Esta circunstancia, no menos que la derrota sufrida, indujo a la rendición de los hispanos de Emporiae y a sus vecinos. También capitularon muchas tropas que habían asistido a la batalla desde regiones más lejanas.
"A todos éstos se dirigió (Catón) en tono amable y los mandó a sus casas después de darles vino y comida"
A continuación el cónsul emprendió la marcha con rapidez; por todas partes por donde pasaba la columna salían a su encuentro diputaciones de ciudades que se le rendían; cuando llegó a Tarraco (Tarragona), toda la zona al norte del Ebro había sido sometida, fundamentalmente la franja costera.
Los hispanos le trajeron al cónsul como regalo los prisioneros romanos y aliados latinos que habían sido sorprendidos por diversas circunstancias.
Corrió luego el rumor de que el cónsul pensaba marchar a la Turdetania al frente de todo su ejército, y a las zonas más alejadas llegó la falsa noticia de que había partido ya. Ante este infundado rumor se sublevaron siete plazas fuertes de los bergistanos ●. Catón acudió allí y los redujo de nuevo a obediencia sin batalla alguna digna de mención.
"Pero el caso es que no mucho después, cuando el cónsul había regresado a Tarragona y antes de que marchase de allí a parte alguna, estos mismos se rebelaron. De nuevo fueron sometidos. Pero no hubo la misma indulgencia con los vencidos: todos ellos fueron vendidos como esclavos, para que no perturbasen la paz cada dos por tres"
● A la Castrum Bergium (en la comarca de Berga) del enlace, habría que añadirle las comarcas de Cardona y Solsona.
No quiero tocar de momento el tema geográfico, ni colocar ningún mapa, puesto que las localizaciones más polémicas aun no han aparecido en el relato.
Como los hispanos se habían dispersado en la huida, las operaciones de saqueo se llevaron a cabo en un radio más amplio. Esta circunstancia, no menos que la derrota sufrida, indujo a la rendición de los hispanos de Emporiae y a sus vecinos. También capitularon muchas tropas que habían asistido a la batalla desde regiones más lejanas.
"A todos éstos se dirigió (Catón) en tono amable y los mandó a sus casas después de darles vino y comida"
A continuación el cónsul emprendió la marcha con rapidez; por todas partes por donde pasaba la columna salían a su encuentro diputaciones de ciudades que se le rendían; cuando llegó a Tarraco (Tarragona), toda la zona al norte del Ebro había sido sometida, fundamentalmente la franja costera.
Los hispanos le trajeron al cónsul como regalo los prisioneros romanos y aliados latinos que habían sido sorprendidos por diversas circunstancias.
Corrió luego el rumor de que el cónsul pensaba marchar a la Turdetania al frente de todo su ejército, y a las zonas más alejadas llegó la falsa noticia de que había partido ya. Ante este infundado rumor se sublevaron siete plazas fuertes de los bergistanos ●. Catón acudió allí y los redujo de nuevo a obediencia sin batalla alguna digna de mención.
"Pero el caso es que no mucho después, cuando el cónsul había regresado a Tarragona y antes de que marchase de allí a parte alguna, estos mismos se rebelaron. De nuevo fueron sometidos. Pero no hubo la misma indulgencia con los vencidos: todos ellos fueron vendidos como esclavos, para que no perturbasen la paz cada dos por tres"
● A la Castrum Bergium (en la comarca de Berga) del enlace, habría que añadirle las comarcas de Cardona y Solsona.
No quiero tocar de momento el tema geográfico, ni colocar ningún mapa, puesto que las localizaciones más polémicas aun no han aparecido en el relato.
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La conquista romana de Hispania
Acciones en la Hispania Ulterior
Mientras Catón permanecía al norte del Ebro, el pretor Publio Manlio, al que se le había asignado la Hispania Citerior y debía actuar como colaborador de Catón (adiutor consuli), marchó a Turdetania con el ejército que le había entregado su antecesor Quinto Minucio Termo, al que se había unido también el ejército de veteranos de Apio Claudio Nerón procedente de la Ulterior.
Los turdetanos, confiados en su superioridad numérica, salieron al paso de la columna romana, sin embargo, una sola carga de caballería desbarató su formación en un instante. Apenas si hubo combate con la infantería: los soldados veteranos, que tenían experiencia bélica y conocían bien al enemigo, no dejaron ninguna duda acerca del resultado.
Sin embargo la guerra en la Ulterior no quedó decidida con esta batalla. Los túrdulos habían reclutado 10.000 mercenarios celtíberos.
"y preparaban la guerra con armas ajenas"
decem milia Celtiberum mercede Turduli conducunt alienisque armis parabant bellum
Liv. XXXIV 17, 4
Mientras Catón permanecía al norte del Ebro, el pretor Publio Manlio, al que se le había asignado la Hispania Citerior y debía actuar como colaborador de Catón (adiutor consuli), marchó a Turdetania con el ejército que le había entregado su antecesor Quinto Minucio Termo, al que se había unido también el ejército de veteranos de Apio Claudio Nerón procedente de la Ulterior.
Los turdetanos, confiados en su superioridad numérica, salieron al paso de la columna romana, sin embargo, una sola carga de caballería desbarató su formación en un instante. Apenas si hubo combate con la infantería: los soldados veteranos, que tenían experiencia bélica y conocían bien al enemigo, no dejaron ninguna duda acerca del resultado.
Sin embargo la guerra en la Ulterior no quedó decidida con esta batalla. Los túrdulos habían reclutado 10.000 mercenarios celtíberos.
"y preparaban la guerra con armas ajenas"
decem milia Celtiberum mercede Turduli conducunt alienisque armis parabant bellum
Liv. XXXIV 17, 4
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La conquista romana de Hispania
Sumisión de todas las ciudades al norte del Ebro
Hallándose el pretor Publio Manlio en la Ulterior, Catón mientras tanto, movido por la rebelión de los bergistanos y suponiendo que otras ciudades harían lo mismo si se les presentaba la ocasión, envió cartas selladas a cada una de las plazas ordenándoles a sus portadores entregarlas todas en un mismo día. El día lo fijó calculando el tiempo que aproximadamente tardarían en llegar a la ciudad más distante. Las cartas ordenaban a los magistrados de todas las ciudades que destruyesen sus ciudades y entregasen las armas en el mismo día que recibieran la orden; en el caso de que lo aplazaran les amenazaba con la esclavitud. Las protestas no tardaron en surgir. El cónsul convocó a los magistrados y les dijo:
«El no rebelaros va en interés vuestro tanto como nuestro, puesto que hasta ahora la rebelión siempre ha supuesto mayor daño para los hispanos que trabajo para el ejército romano. La única manera de evitar que ello ocurra es, a mi juicio, conseguir que no os sea posible rebelaros. Yo quiero conseguirlo por el procedimiento más suave. Ayudadme también vosotros en este empeño con vuestros consejos; ninguno seguiré de mejor grado que aquel que vosotros mismos me deis»
Como guardaron silencio, les dio un plazo de algunos días para reflexionar. Convocados a una segunda reunión, tampoco dijeron nada. En un solo día el cónsul derribó las murallas de todas las ciudades, marchó contra los que aún no se habían sometido, y a medida que iba llegando a cada comarca se le sometían todos los pueblos que habitaban en el contorno. La importante ciudad de Segéstica (emplazamiento desconocido) fue la única plaza que tomó al asalto.
● Aquí he mezclado las narraciones de Apiano y Livio. El primero difiere en que todo se realiza sin protestas, sin convocatoria de los magistrados y sin plazo alguno, pues nada más recibir las cartas:
"Éstos, vencidos recientemente en una gran batalla y dado que desconocían si estas órdenes se las habían dado a ellos solos o a todos, temían ser objeto de desprecio, con toda razón, si eran los únicos, pero si era a todos, los otros también tenían miedo de ser los únicos en demorarse y, puesto que no había oportunidad de comunicarse unos con otros por medio de emisarios y sentían preocupación por los soldados que habían venido con las cartas y que permanecían ante ellos, estimando cada uno su propia seguridad como lo más ventajoso, destruyeron con prontitud las murallas. Pues, una vez que se decidieron a obedecer, pusieron el máximo celo en tener en su haber, además, una pronta ejecución.
De este modo y gracias a una sola estratagema, las ciudades ubicadas a lo largo del río Ebro destruyeron sus murallas en un solo día, y en el futuro, al ser muy accesibles a los romanos, permanecieron durante un largo tiempo en paz"
Apiano, Sobre Iberia 41
Hallándose el pretor Publio Manlio en la Ulterior, Catón mientras tanto, movido por la rebelión de los bergistanos y suponiendo que otras ciudades harían lo mismo si se les presentaba la ocasión, envió cartas selladas a cada una de las plazas ordenándoles a sus portadores entregarlas todas en un mismo día. El día lo fijó calculando el tiempo que aproximadamente tardarían en llegar a la ciudad más distante. Las cartas ordenaban a los magistrados de todas las ciudades que destruyesen sus ciudades y entregasen las armas en el mismo día que recibieran la orden; en el caso de que lo aplazaran les amenazaba con la esclavitud. Las protestas no tardaron en surgir. El cónsul convocó a los magistrados y les dijo:
«El no rebelaros va en interés vuestro tanto como nuestro, puesto que hasta ahora la rebelión siempre ha supuesto mayor daño para los hispanos que trabajo para el ejército romano. La única manera de evitar que ello ocurra es, a mi juicio, conseguir que no os sea posible rebelaros. Yo quiero conseguirlo por el procedimiento más suave. Ayudadme también vosotros en este empeño con vuestros consejos; ninguno seguiré de mejor grado que aquel que vosotros mismos me deis»
Como guardaron silencio, les dio un plazo de algunos días para reflexionar. Convocados a una segunda reunión, tampoco dijeron nada. En un solo día el cónsul derribó las murallas de todas las ciudades, marchó contra los que aún no se habían sometido, y a medida que iba llegando a cada comarca se le sometían todos los pueblos que habitaban en el contorno. La importante ciudad de Segéstica (emplazamiento desconocido) fue la única plaza que tomó al asalto.
● Aquí he mezclado las narraciones de Apiano y Livio. El primero difiere en que todo se realiza sin protestas, sin convocatoria de los magistrados y sin plazo alguno, pues nada más recibir las cartas:
"Éstos, vencidos recientemente en una gran batalla y dado que desconocían si estas órdenes se las habían dado a ellos solos o a todos, temían ser objeto de desprecio, con toda razón, si eran los únicos, pero si era a todos, los otros también tenían miedo de ser los únicos en demorarse y, puesto que no había oportunidad de comunicarse unos con otros por medio de emisarios y sentían preocupación por los soldados que habían venido con las cartas y que permanecían ante ellos, estimando cada uno su propia seguridad como lo más ventajoso, destruyeron con prontitud las murallas. Pues, una vez que se decidieron a obedecer, pusieron el máximo celo en tener en su haber, además, una pronta ejecución.
De este modo y gracias a una sola estratagema, las ciudades ubicadas a lo largo del río Ebro destruyeron sus murallas en un solo día, y en el futuro, al ser muy accesibles a los romanos, permanecieron durante un largo tiempo en paz"
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Campaña en la Turdetania
Al pretor Publio Manlio se le hacía la guerra muy difícil a causa de los mercenarios celtíberos contratados por los túrdulos, es por esto que pidió ayuda al cónsul; Catón marchó hacia allí con sus legiones. En el momento de su llegada, los celtíberos y los turdetanos (Livio lo usa en lugar del término más exacto de "túrdulos") tenían campamentos separados. Con los turdetanos, se entablaron inmediatamente pequeños combates en los cuales los romanos atacaban sus puestos de avanzada. En cuanto a los celtíberos, el cónsul dio instrucciones a unos tribunos militares para que fuesen a entrevistarse con ellos y les diesen a elegir entre tres opciones:
-Pasarse a los romanos, si querían, recibiendo el doble de paga que habían pactado con los turdetanos.
-Marcharse a sus casas recibiendo públicas garantías de que no les acarrearia ningún perjuicio el hecho de haberse unido a los enemigos de los romanos.
-Si a toda costa optaban por la guerra, que fijasen el día y el lugar para medirse con él en una batalla decisiva.
Los celtíberos pidieron un día para deliberar. Celebraron una tumultuosa asamblea en la que participaron los turdetanos, por lo que no pudieron tomar ninguna decisión.
Sin tener muy claro si se iba a combatir con los celtíberos, los romanos traían provisiones de los campos y de las plazas fuertes del enemigo como en tiempos de paz, cruzando a menudo sus trincheras en grupos de diez, como si en una tregua hubieran pactado intercambios recíprocos.
El cónsul, en vista de que no podía atraer al enemigo a una batalla decisiva, primeramente llevó algunas cohortes ligeras a saquear los campos de una comarca aún intacta, y después, enterado de que todos los bagajes y el equipamiento de los celtíberos habían quedado en Seguntia ●, dirigió allí su marcha para atacarla. Como no hubo forma de ponerlos en movimiento abonó la soldada tanto a sus hombres como a los del pretor y regresó al Ebro con siete cohortes dejando el resto del ejército en el campamento del pretor.
● Sobre el emplazamiento de esta ciudad mucho se ha escrito. En líneas generales, parte de la investigación moderna, siguiendo a A. Schulten, sitúan esta Seguntia dentro de la misma Celtiberia, en concreto en la actual Sigüenza. Esta localización es en base a una cita de Aulo Gelio en su obra "Noches Áticas":
"Más tarde, hemos encontrado esta misma sentencia en un discurso que M. [Porcio] Catón pronunció en Numancia ante la caballería"
XVI 1, 3
Sin embargo, en base al relato de Livio y a un texto de Plutarco (Moralia 199 C):
"Cuando estaba en guerra con los que habitaban en las riberas del río Betis, estuvo en peligro por el gran número de sus enemigos; los celtíberos se mostraron dispuestos a venir en su ayuda por doscientos talentos, pero los romanos no permitieron concertar un sueldo para hombres bárbaros, y Catón les dijo que estaban en un error: pues si vencían no pagarían de lo suyo, sino de lo de sus enemigos, y si eran derrotados no serían ni deudores ni acreedores"
Es por esto que otros autores piensan que es más factible situar a esta denominada Seguntia en las proximidades del Betis (Guadalquivir).
-Muchos la colocan en un lugar llamado Baños de Gigonza, en la región de Cádiz; tampoco es que sea una localización muy novedosa pues autores del siglo XVIII ya la situaban allí.
Al pretor Publio Manlio se le hacía la guerra muy difícil a causa de los mercenarios celtíberos contratados por los túrdulos, es por esto que pidió ayuda al cónsul; Catón marchó hacia allí con sus legiones. En el momento de su llegada, los celtíberos y los turdetanos (Livio lo usa en lugar del término más exacto de "túrdulos") tenían campamentos separados. Con los turdetanos, se entablaron inmediatamente pequeños combates en los cuales los romanos atacaban sus puestos de avanzada. En cuanto a los celtíberos, el cónsul dio instrucciones a unos tribunos militares para que fuesen a entrevistarse con ellos y les diesen a elegir entre tres opciones:
-Pasarse a los romanos, si querían, recibiendo el doble de paga que habían pactado con los turdetanos.
-Marcharse a sus casas recibiendo públicas garantías de que no les acarrearia ningún perjuicio el hecho de haberse unido a los enemigos de los romanos.
-Si a toda costa optaban por la guerra, que fijasen el día y el lugar para medirse con él en una batalla decisiva.
Los celtíberos pidieron un día para deliberar. Celebraron una tumultuosa asamblea en la que participaron los turdetanos, por lo que no pudieron tomar ninguna decisión.
Sin tener muy claro si se iba a combatir con los celtíberos, los romanos traían provisiones de los campos y de las plazas fuertes del enemigo como en tiempos de paz, cruzando a menudo sus trincheras en grupos de diez, como si en una tregua hubieran pactado intercambios recíprocos.
El cónsul, en vista de que no podía atraer al enemigo a una batalla decisiva, primeramente llevó algunas cohortes ligeras a saquear los campos de una comarca aún intacta, y después, enterado de que todos los bagajes y el equipamiento de los celtíberos habían quedado en Seguntia ●, dirigió allí su marcha para atacarla. Como no hubo forma de ponerlos en movimiento abonó la soldada tanto a sus hombres como a los del pretor y regresó al Ebro con siete cohortes dejando el resto del ejército en el campamento del pretor.
● Sobre el emplazamiento de esta ciudad mucho se ha escrito. En líneas generales, parte de la investigación moderna, siguiendo a A. Schulten, sitúan esta Seguntia dentro de la misma Celtiberia, en concreto en la actual Sigüenza. Esta localización es en base a una cita de Aulo Gelio en su obra "Noches Áticas":
"Más tarde, hemos encontrado esta misma sentencia en un discurso que M. [Porcio] Catón pronunció en Numancia ante la caballería"
XVI 1, 3
Sin embargo, en base al relato de Livio y a un texto de Plutarco (Moralia 199 C):
"Cuando estaba en guerra con los que habitaban en las riberas del río Betis, estuvo en peligro por el gran número de sus enemigos; los celtíberos se mostraron dispuestos a venir en su ayuda por doscientos talentos, pero los romanos no permitieron concertar un sueldo para hombres bárbaros, y Catón les dijo que estaban en un error: pues si vencían no pagarían de lo suyo, sino de lo de sus enemigos, y si eran derrotados no serían ni deudores ni acreedores"
Es por esto que otros autores piensan que es más factible situar a esta denominada Seguntia en las proximidades del Betis (Guadalquivir).
-Muchos la colocan en un lugar llamado Baños de Gigonza, en la región de Cádiz; tampoco es que sea una localización muy novedosa pues autores del siglo XVIII ya la situaban allí.
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La conquista romana de Hispania
Inciso
Algunos autores (la minoría) suelen cometer un error al interpretar los datos geográficos en los textos clásicos. En el caso que nos trae, por ejemplo, una visión de Hispania podría ser ésta:
La Península Ibérica deducida de la obra de Estrabón. Según A. García y Bellido
• He marcado en azul el Ebro.
Esta interpretación de la visión de Estrabón, se podría decir que es un tanto "personalizada".
En la llamada Tabula Peutingeriana, la visión de Hispania es ésta:
Si Roma está en el centro (falta la otra parte, que no cabe), vemos qué posición ocupa la Península Ibérica con respecto a la misma. Con esto vengo a decir que, por ejemplo, cuando un autor (Livio, mismo) habla de "en el otro lado de, en la parte de allá de, a este lado de, etc", lo está haciendo con Roma por referencia.
Hay gente que cae en el error de interpretar la posición a la que se refiere el autor en base a un mapa de la España actual.
No se si me explico.
Algunos autores (la minoría) suelen cometer un error al interpretar los datos geográficos en los textos clásicos. En el caso que nos trae, por ejemplo, una visión de Hispania podría ser ésta:
La Península Ibérica deducida de la obra de Estrabón. Según A. García y Bellido
• He marcado en azul el Ebro.
Esta interpretación de la visión de Estrabón, se podría decir que es un tanto "personalizada".
En la llamada Tabula Peutingeriana, la visión de Hispania es ésta:
Si Roma está en el centro (falta la otra parte, que no cabe), vemos qué posición ocupa la Península Ibérica con respecto a la misma. Con esto vengo a decir que, por ejemplo, cuando un autor (Livio, mismo) habla de "en el otro lado de, en la parte de allá de, a este lado de, etc", lo está haciendo con Roma por referencia.
Hay gente que cae en el error de interpretar la posición a la que se refiere el autor en base a un mapa de la España actual.
No se si me explico.
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La conquista romana de Hispania
Campaña contra lacetanos y bergistanos
Como ya se ha dicho, el cónsul regresó a la Citerior con siete cohortes. Como era de esperar algunos pueblos aprovecharon su partida a la Turdetania para volver a alzarse en armas. Catón, con tan reducidas fuerzas, tomó algunas plazas contando con la ayuda de sedetanos, ausetanos y suesetanos ●. Los lacetanos continuaban en armas y habían aprovechado la ausencia del cónsul para saquear a los pueblos vecinos con incursiones sorpresa. Por eso el cónsul, para atacar su ciudad fortificada (¿Iesso ?), además de las cohortes romanas llevó contingentes auxiliares hispanos de los pueblos que habían sufrido las incursiones de los lacetanos.
Catón llegó a las cercanías de su fortaleza e hizo un alto a unos 400 pasos de distancia. Dejó allí un retén de tropas romanas y les dio la orden de no moverse de aquella posición hasta su regreso; con el resto de las tropas dio un rodeo hasta el extremo opuesto de la ciudad. El contingente más numeroso de sus fuerzas auxiliares estaba compuesto por jóvenes suesetanos, a los que dio la orden de avanzar para atacar la muralla. Cuando los lacetanos reconocieron sus armas y enseñas recordaron con cuánta frecuencia se habían paseado impunemente por su territorio y cuántas veces les habían derrotado y puesto en fuga en batallas campales, abrieron súbitamente la puerta y se precipitaron en masa sobre ellos. Los suesetanos apenas si resistieron su grito de guerra, cuánto menos su ataque. Cuando vio el cónsul que las cosas se desarrollaban como había pensado que ocurriría galopó a lo largo de la muralla enemiga hasta las cohortes, se las llevó con él mientras andaban todos dispersos en persecución de los suesetanos, las metió en la ciudad por la parte en que estaba silenciosa y desierta, y lo tomó todo antes de que volvieran los lacetanos. Poco después, como únicamente les quedaban las armas, se le rindieron.
Inmediatamente después, Catón marchó hacia el frente de Bergio. Desde allí se acercó al cónsul un jefe bergistano para informarle que las fuerzas que había dejado entrar en su territorio se habían apoderado de su ciudad (Bergium castrum).
"El cónsul le dijo que volviese a casa y que inventase alguna explicación plausible de su ausencia; cuando viera que él estaba al pie de las murallas y que los bandidos estaban concentrados en la defensa de las fortificaciones, que estuviese atento para ocupar la ciudadela con los hombres que estaban de su parte. Se hizo todo según sus instrucciones; de repente cundió entre los bárbaros el pánico por un doble motivo: por una parte, los romanos estaban escalando los muros, y por otra, la ciudadela había sido ocupada. Dueño de esta posición el cónsul dispuso que quienes habían ocupado la ciudadela quedaran libres junto con sus parientes y conservaran sus bienes; dio órdenes al cuestor de poner en venta a los demás bergistanos, y a los bandidos los hizo ejecutar"
Livio XXXIV, 43, 21 4-6
● Sobre la ubicación problemática de los suesetanos tenemos como ejemplo el mapa que he puesto. Esa ubicación en concreto se hace a partir de la derrota de los lacetanos y la marcha de Catón contra el Bergium castrum.
La localización geográfica de los Suesetanos
Como ya se ha dicho, el cónsul regresó a la Citerior con siete cohortes. Como era de esperar algunos pueblos aprovecharon su partida a la Turdetania para volver a alzarse en armas. Catón, con tan reducidas fuerzas, tomó algunas plazas contando con la ayuda de sedetanos, ausetanos y suesetanos ●. Los lacetanos continuaban en armas y habían aprovechado la ausencia del cónsul para saquear a los pueblos vecinos con incursiones sorpresa. Por eso el cónsul, para atacar su ciudad fortificada (¿Iesso ?), además de las cohortes romanas llevó contingentes auxiliares hispanos de los pueblos que habían sufrido las incursiones de los lacetanos.
Catón llegó a las cercanías de su fortaleza e hizo un alto a unos 400 pasos de distancia. Dejó allí un retén de tropas romanas y les dio la orden de no moverse de aquella posición hasta su regreso; con el resto de las tropas dio un rodeo hasta el extremo opuesto de la ciudad. El contingente más numeroso de sus fuerzas auxiliares estaba compuesto por jóvenes suesetanos, a los que dio la orden de avanzar para atacar la muralla. Cuando los lacetanos reconocieron sus armas y enseñas recordaron con cuánta frecuencia se habían paseado impunemente por su territorio y cuántas veces les habían derrotado y puesto en fuga en batallas campales, abrieron súbitamente la puerta y se precipitaron en masa sobre ellos. Los suesetanos apenas si resistieron su grito de guerra, cuánto menos su ataque. Cuando vio el cónsul que las cosas se desarrollaban como había pensado que ocurriría galopó a lo largo de la muralla enemiga hasta las cohortes, se las llevó con él mientras andaban todos dispersos en persecución de los suesetanos, las metió en la ciudad por la parte en que estaba silenciosa y desierta, y lo tomó todo antes de que volvieran los lacetanos. Poco después, como únicamente les quedaban las armas, se le rindieron.
Inmediatamente después, Catón marchó hacia el frente de Bergio. Desde allí se acercó al cónsul un jefe bergistano para informarle que las fuerzas que había dejado entrar en su territorio se habían apoderado de su ciudad (Bergium castrum).
"El cónsul le dijo que volviese a casa y que inventase alguna explicación plausible de su ausencia; cuando viera que él estaba al pie de las murallas y que los bandidos estaban concentrados en la defensa de las fortificaciones, que estuviese atento para ocupar la ciudadela con los hombres que estaban de su parte. Se hizo todo según sus instrucciones; de repente cundió entre los bárbaros el pánico por un doble motivo: por una parte, los romanos estaban escalando los muros, y por otra, la ciudadela había sido ocupada. Dueño de esta posición el cónsul dispuso que quienes habían ocupado la ciudadela quedaran libres junto con sus parientes y conservaran sus bienes; dio órdenes al cuestor de poner en venta a los demás bergistanos, y a los bandidos los hizo ejecutar"
Livio XXXIV, 43, 21 4-6
● Sobre la ubicación problemática de los suesetanos tenemos como ejemplo el mapa que he puesto. Esa ubicación en concreto se hace a partir de la derrota de los lacetanos y la marcha de Catón contra el Bergium castrum.
La localización geográfica de los Suesetanos
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La conquista romana de Hispania
Fin de la campaña de Catón
Pacificada la provincia, Catón estableció un elevado impuesto sobre las minas de hierro y plata.
Con motivo de las operaciones en Hispania se le concedió el Triunfo (en calidad de procónsul, pues ya había pasado el año de su magistratura).
[194/3] M. Por[cius M.f. Cato, proconsul,] from [Nearer Spain ... ]
http://www.attalus.org/translate/fasti.html#p101
"Llevó en este desfile triunfal veinticinco mil libras de plata en bruto, ciento veintitrés mil de plata acuñada con la biga, quinientas cuarenta mil de plata oscense, y mil cuatrocientas libras de oro. Del producto del botín dio a cada soldado doscientos setenta ases de bronce, y el triple a cada jinete"
Livio XXXIV 46, 2-3
● De esta campaña de Catón no quiero dejar pasar por alto el detalle del texto de Aulo Gelio, en su obra "Noches Áticas", que mencioné anteriormente:
"Más tarde, hemos encontrado esta misma sentencia en un discurso que M. [Porcio] Catón pronunció en Numancia ante la caballería"
XVI 1, 3
Si bien es cierto que en su paso a la Ulterior siguió la llamada Vía Heraclea, Heráclea o Heraklea
Vía Augusta, trazada en parte sobre la Vía Heraclea
Muchos autores argumentan (en base al citado texto) que Catón efectuó su viaje de regreso a través de la Celtiberia. Si lo hizo, no tuvo ninguna pretensión de anexión del territorio celtibérico. Los que dan por hecho que Catón atravesó este territorio afirman que lo hizo con la intención de intimidar a las tribus de la zona con vistas a impedir que estos pueblos incursionaran en áreas de influencia romana (como en el caso de la Turdetania), buscando también contener su apoyo (como mercenarios) a los pueblos sometidos. Si tal fue su pretensión, no es seguro que lo consiguiera. También infieren que los movimientos de Catón en la Celtiberia únicamente consiguieron crear la hostilidad que acabaría pagando Roma años más tarde.
Pacificada la provincia, Catón estableció un elevado impuesto sobre las minas de hierro y plata.
Con motivo de las operaciones en Hispania se le concedió el Triunfo (en calidad de procónsul, pues ya había pasado el año de su magistratura).
[194/3] M. Por[cius M.f. Cato, proconsul,] from [Nearer Spain ... ]
http://www.attalus.org/translate/fasti.html#p101
"Llevó en este desfile triunfal veinticinco mil libras de plata en bruto, ciento veintitrés mil de plata acuñada con la biga, quinientas cuarenta mil de plata oscense, y mil cuatrocientas libras de oro. Del producto del botín dio a cada soldado doscientos setenta ases de bronce, y el triple a cada jinete"
Livio XXXIV 46, 2-3
● De esta campaña de Catón no quiero dejar pasar por alto el detalle del texto de Aulo Gelio, en su obra "Noches Áticas", que mencioné anteriormente:
"Más tarde, hemos encontrado esta misma sentencia en un discurso que M. [Porcio] Catón pronunció en Numancia ante la caballería"
XVI 1, 3
Si bien es cierto que en su paso a la Ulterior siguió la llamada Vía Heraclea, Heráclea o Heraklea
Vía Augusta, trazada en parte sobre la Vía Heraclea
Muchos autores argumentan (en base al citado texto) que Catón efectuó su viaje de regreso a través de la Celtiberia. Si lo hizo, no tuvo ninguna pretensión de anexión del territorio celtibérico. Los que dan por hecho que Catón atravesó este territorio afirman que lo hizo con la intención de intimidar a las tribus de la zona con vistas a impedir que estos pueblos incursionaran en áreas de influencia romana (como en el caso de la Turdetania), buscando también contener su apoyo (como mercenarios) a los pueblos sometidos. Si tal fue su pretensión, no es seguro que lo consiguiera. También infieren que los movimientos de Catón en la Celtiberia únicamente consiguieron crear la hostilidad que acabaría pagando Roma años más tarde.
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La conquista romana de Hispania
Año 194
Entran en funciones los cónsules Publio Cornelio Escipión Africano y Tiberio Sempronio Longo
FC:
P. Cornelius P.f. L.n. Scipio Africanus II , Ti. Sempronius Ti.f. C.n. Longus
Para este año el senado en pleno fue del parecer que Italia correspondiera como provincia a los dos cónsules, puesto que en Hispania y en Macedonia estaba finalizada la guerra.
En el sorteo de pretores a Sexto Digicio le correspondió Ia Hispania Citerior y a Publio Cornelio Escipión Nasica la Ulterior.
Por otro lado se decretó que fuera licenciado el ejército que había estado a las órdenes de Marco Porcio Catón.
Publio Cornelio acabó sistemáticamente en la Ulterior con todas aquellas comunidades que habían apoyado las rebeliones anteriores:
"Publio Cornelio Escipión, hijo de Gneo, libró con éxito muchas batallas al otro lado del Ebro provocando tal pánico que se pasaron a él no menos de cincuenta plazas fortificadas. Estas acciones las llevó a cabo Escipión cuando era pretor"
Livio XXXV 1, 3
● Livio resalta lo de "cuando era pretor" porque Publio Cornelio Escipión Nasica tendrá un enfrentamiento con los lusitanos en calidad de propretor, como veremos para el año siguiente.
-También vemos un ejemplo de lo que comenté en el inciso: "al otro lado del Ebro"
Entran en funciones los cónsules Publio Cornelio Escipión Africano y Tiberio Sempronio Longo
FC:
P. Cornelius P.f. L.n. Scipio Africanus II , Ti. Sempronius Ti.f. C.n. Longus
Para este año el senado en pleno fue del parecer que Italia correspondiera como provincia a los dos cónsules, puesto que en Hispania y en Macedonia estaba finalizada la guerra.
En el sorteo de pretores a Sexto Digicio le correspondió Ia Hispania Citerior y a Publio Cornelio Escipión Nasica la Ulterior.
Por otro lado se decretó que fuera licenciado el ejército que había estado a las órdenes de Marco Porcio Catón.
Publio Cornelio acabó sistemáticamente en la Ulterior con todas aquellas comunidades que habían apoyado las rebeliones anteriores:
"Publio Cornelio Escipión, hijo de Gneo, libró con éxito muchas batallas al otro lado del Ebro provocando tal pánico que se pasaron a él no menos de cincuenta plazas fortificadas. Estas acciones las llevó a cabo Escipión cuando era pretor"
Livio XXXV 1, 3
● Livio resalta lo de "cuando era pretor" porque Publio Cornelio Escipión Nasica tendrá un enfrentamiento con los lusitanos en calidad de propretor, como veremos para el año siguiente.
-También vemos un ejemplo de lo que comenté en el inciso: "al otro lado del Ebro"
- neride
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La conquista romana de Hispania
Valerio escribió:Catón
Tengo entendido que el pájaro ese no estaba en su sano juicio. Por no mencionar a su banda...
Saludos
"Cuanto es más eficaz mandar con el ejemplo que con mandatos; más quiere el soldado llevar los ojos en las espaldas de su capitán, que traer los ojos de su capitán a sus espaldas. Lo que se manda se oye, lo que se ve se imita. Quien ordena lo que no hace, deshace lo que ordena".
Carpe diem
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