ORAN II, 7 de marzoEscuadra francesa-¡Miralos! Allí están tal y como predijo el almirante. –Decía en esos momentos el primer oficial del acorazado Coubert mientras comprobaba con los prismáticos la aparición de dirigibles de observación enemigos.
–No han tardado ni diez minutos desde que amaneció en aparecer.
-Eso es porque vuelan a mucha altura para tener más campo de visión. –Respondió el teniente Marlot.
–Posiblemente vuelen a 3.000 metros de altura o incluso más.
-Cierto, y eso significa que nos están buscando específicamente a nosotros. Cuando buscan submarinos vuelan a menos de 500 metros de altura. Nos esperaban y ya nos tienen localizados, ahora guiaran a sus submarinos sobre nosotros. Esperaba que la ruta mucho más larga y cercana a Sicilia elegida por el almirante sirviese para despistarlos… ahora nos estamos metiendo en una trampa de proporciones colosales, solo espero que el almirante sepa que está haciendo. –En ese momento la voz de su capitán cortó la discusión preparándose ambos a llevar a cabo sus órdenes.Escuadra española, bahía de los andaluces-Los hidroaviones están en el aire, almirante. –Comunicó en capitán de infantería Julio Ortiguera, quien estaba a cargo del grupo aéreo al contralmirante García, quien comandaba la agrupación logística y dirigía el dispositivo de defensa en el que se acababan de integrar los hidroaviones del Dédalo, para reconocer volando a baja altura las aguas situadas entre 30 y 50km de dicha bahía. –Si algún submarino se aproxima a la zona lo localizaremos.
-Gracias, capitán. ¿Sabemos cómo va la construcción del aeródromo en tierra? –Quiso saber el almirante refiriéndose al aeródromo que los ingenieros estaban construyendo para facilitar las operaciones aéreas en la zona.
-Ya han elegido el emplazamiento, almirante, y en breve empezaran a trabajar. Es una zona de cultivo de vides, así que tienen por delante mucho trabajo antes de explanar la zona, así que cálculo que dos días como mínimo.
-De acuerdo, en ese caso esta tarde iniciaremos la descarga de los BCD-1 para su posterior montaje en tierra. Eso les dará a los mecánicos casi un día entero para esas labores. –Dijo justo antes de ser interrumpido por lejanas descargas de artillería.
–Si no me equivoco esa es nuestra artillería disparando sobre la batería de costa de cabo Falcon, solo tres horas de retraso. –Dijo con una sonrisa.
-Eso parece, aunque la infantería aun tardara un tiempo en estar en disposición de atacar aquella zona.
-Cierto, pero de eso sabe usted más que yo. En fin, no perdamos más tiempo, es hora de volver al trabajo. Ya sabe que si precisa algo, Don Julio, me tiene a su disposición. Ahora será mejor que comprobemos que ningún submarino enemigo trata de sorprendernos. –Dijo mientras miraba el islote Plana en el centro de la bahía, en el que ahora un destacamento de infantería de marina se encargaba de vigilar las aguas en busca de periscopios que representasen una amenaza.
-Don Liarte. –Llamo a su jefe de estado mayor.
-¿Situación?-Mi comandante, los cañoneros han tendido dos líneas de minas antes de retirarse. La primera discurre de Sur a Norte partiendo de Cabo Lindles y adentrándose casi 3 millas en el mar. El segundo está a menos de una milla al norte de la isla Plana, y discurre a lo largo de 2 millas y media de oeste a este. Cada uno de esos campos de minas tiene las minas dispuestas en dos líneas paralelas de 100 minas cada una, eso es una cada 50 metros. Disponemos de puestos de observación terrestres en Cabo Lindles y la isla Plana, con 50 infantes de marina dotados con medios de observación cada uno. Fuera de esos campos de minas disponemos de patrullas de destructores en unas 6 millas, y entre 6 y 10 millas de corbetas. –Dijo mientras iba mostrando las posiciones sobre la carta desplegada frente a ellos.
–Más allá de esa distancia será tarea de los hidroaviones el buscar enemigos.
En cuanto a las medidas pasivas los transportes y buques de suministros se encuentran anclados tan cerca de la costa cómo es posible, y los buques de guerra y sus destructores de escolta aguardan tras ellos a la orden de partir al menor indicio de amenaza, sobra decir que los situados al exterior tienen tendidas las redes antitorpedo.
-Gracias Don Liarte. Quiero reforzar el dispositivo hacia el oeste, que uno de los torpederos embarque una unidad de infantería de marina y la traslade a la isla de Habibas, y que una segunda unidad esté preparada para estacionarse en cabo Falcon cuando caiga en nuestras manos. –Señalando el pequeño entrante que dominaba el acceso a la zona de operaciones por su vertiente oriental.
-No creo que pase de hoy sin que aparezcan los primeros submarinos enemigos.Submarino Topase, OranEl capitán Hubert contenía la respiración mientras se aproximaba en inmersión a la bahía de los andaluces. Hasta entonces había navegado sumergido, subiendo a cota de periscopio para echar breves ojeadas que le sirvieron para conocer someramente el dispositivo español de defensa submarina. En primer lugar disponían de patrullas de corbetas que en agrupaciones de 3 buques patrullaban la zona en la lejanía, siendo complementadas estas por destructores que patrullaban las aguas cercanas a la bahía. Por fortuna y pese al elevado número de enemigos habían logrado romper su dispositivo navegando cerca de la costa
(1), para aproximarse lo suficiente a la bahía como para ver el gran número de buques surtos en ella. Extrañamente en su último vistazo había logrado divisar dos boyas sobre las aguas, pero suponiendo que señalizaban la zona de despliegue y servían de guía no les dio mayor importancia.
Minutos más tarde y mientras navegaba a poca velocidad pues las dudas de última hora le acuciaban, escucharon con claridad un chirrido de metal que recorría todo el casco. Apenas se dispuso de unos segundos para ordenar detener el submarino. Se habían enganchado en el cable de una mina, y a duras penas evitaron que esta tocase el casco. Lentamente marcharon en reversa hasta liberarse, ahora Hubert sabía que esas boyas delimitaban los campos de minas que protegían la bahía, por lo que retrocedió para planear nuevas acciones. Esa misma noche emergería brevemente para advertir de las minas y el dispositivo enemigo.
Submarino San IldefonsoEl fino submarino navegaba en superficie con el fin de poder recibir los mensajes enviados por los dirigibles de observación, mientras sus vigías escudriñaban el mar para evitar cualquier peligro. La escuadra francesa acababa de ser localizada a un centenar de millas de su posición, pero muy al este, sobrepasando la zona de patrulla de este moderno sumergible. Si querían interceptarla debían poner rumbo al suroeste para acercarse a Oran e interceptar en un nuevo punto al enemigo.
Dos minutos después habían variado el rumbo y navegaban a toda velocidad en superficie siguiendo las indicaciones del dirigible E-32.
El submarino Topase se había salvado por los pelos de las minas, y esa noche pudo informar sobre el dispositivo español a su mando. Durante los dos días siguientes otros tres submarinos franceses no tendrían tanta suerte y serían destruidos por las patrullas antisubmarinas tras ser detectados, cayendo un cuarto a causa de una mina. El Amphititre sin embargo lograría colarse en la bahía torpedeando al Jaime I. Descubierto al lanzar sus torpedos el submarino sería descubierto y hundido poco después. A bordo del Jaime I los daños, pese a que gran parte del impacto fue absorbido por los bulges antitorpedo eran graves, pero las bombas de achique funcionaron bien y los daños no hacían peligrar el buque que pudo parchearse allí mismo hasta su envío a puerto. Su velocidad eso sí había disminuido en tres nudos.
http://upload.wikimedia.org/wikipedia/c ... etagne.jpgLa escuadra francesa no lo estaba pasando mejor en esos momentos, pues localizada por los dirigibles decenas de submarinos estaban tratando de alcanzarla para atacar. Sus órdenes en cambio eran destruir cualquier buque, fuese este un acorazado o un simple destructor, así que de forma lenta pero inexorable los ataques fueron sucediéndose y con ello llegando las primeras bajas. El primer buque en caer sería el moderno destructor Enseigne Roux, que sería torpedeado por el C-14 hundiéndose con rapidez, siendo seguido dos horas después por el Le cavalier que resultaría hundido por el submarino alemán U-46. La situación empezaba a ser preocupante para el almirante Gauchet cuando el U-48 logro asestar un golpe demoledor.
Hasta ese momento los submarinos enemigos habían atacado desde el exterior de la formación francesa, disparando sus torpedos sobre los escoltas. Acertar a los pequeños y veloces buques era todo un logro, pero su pequeño tamaño los condenaba al abismo cuando sufrían un impacto. Debido a esto la actitud de los destructores era de máxima alerta, y reaccionaban al menor indicio de amenaza, por más que muchas de ellas fuesen falsos contactos. Por desgracia a mediodía el U-48 se encontró de pleno en la trayectoria de la flota francesa, decidiéndose el Kapitänleutnant Karl Edeling a tratar de penetrar en el dispositivo defensivo enemigo.
Tras unos cuidadosos cálculos el submarino emergió y espero lo que parecía una eternidad antes de subir a cota de periscopio. Como esperaba los destructores ya lo habían dejado atrás y frente a él tenía a los grandes acorazados enemigos que avanzaban en rumbo convergente con su submarino. A partir de ese momento fue cuestión de calcular los datos de disparo y lanzar una demoledora salva de torpedos que alcanzo al acorazado Bretagne en la proa con 2 de sus torpedos. El acorazado embarcaría con rapidez más de 800 toneladas de agua que le hicieron navegar con la proa muy hundida. Su tripulación lograría salvarlo, pero el acorazado debía abandonar la escuadra y regresar a puerto para ser reparado.
El almirante Gauchet no queriendo dejar a este acorazado en regresar en solitario por unas aguas infestadas de submarinos, y desconociendo que el Jaime I había sido a su vez torpedeado, decidió regresar a puerto. El U-48 pagaría caro su atrevimiento pues sería hundido no sin antes torpedear al destructor Mangini. Sería el último hundimiento de la jornada, pues la flota regresaría a Tolon sin más percances toda vez que los submarinos 34 submarinos hispano-alemanes asignados a esta misión estaban concentrados en los alrededores de Oran dispuestos a interceptar la llegada de esa escuadra.
- Aunque no lo sabían el cercano ruido de las olas rompiendo contra las rocas les había salvado de ser detectados por los hidrófonos enemigos.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.