Peñón de Gibraltar, finales de Marzo de 1916Desde la distancia, se podía observar entre la bruma la silueta baja de la gabarra que, cargada de madera, flotaba sobre las aguas a velocidad constante cruzando el estrecho en dirección a Cádiz. La gabarra era dirigida por medio de un telekino, y se disponía a ser blanco de un ejercicio de artillería de costa.
Entre las baterías de 150mm y 280mm (algunas de las antiguas piezas Hontoria de los buques españoles hundidos en Cádiz) del peñón se alojaba un nuevo prototipo de sistema de control de tiro naval que estaba a punto de hacer una de sus pruebas.
Mientras que la Royal Navy o la Kriegsmarine empleaban ya modelos de centrales de control de tiro, su uso no se hallaba del todo extendido entre otras marinas de guerra como al española. Además, las tecnologías estaban lejos de ser perfectas e incluso los sistemas británicos (supuestamente el más avanzado tecnológicamente) se habían mostrado deficientes tras la batalla de Jutlandia.
Mientras que los cruceros de batalla españoles habían recibido los telémetros y equipos de puntería necesarios para su operación, las unidades no contenían una central directora de tiro de modo que dependían de la coordinación de las estaciones de telemetría (binocular de diseño alemán en el caso de los cruceros de batalla, mientras el otro sistema era el británico de coincidencia en el caso de los acorazados España), seguimiento de rumbo y las propias estaciones de cada torre.
Este sistema había sido identificado como evidentemente mejorable en eventos donde las distancias en batalla entre flotas crecían de forma progresiva (el ejemplo de Jutlandia estaba presente), y el empleo de buques modernos con mayor velocidad hacía de la puntería un ejercicio mucho más complejo.
Con este punto de partida el Ministerio de la Guerra se puso en contacto con Torres Quevedo para que en cooperación con expertos artilleros del Ejército y la Marina tratarse de lograr un mecanismo que permitiera recibir las informaciones de los diferentes sistemas, y diera con una solución de disparo adaptada a cada torre del navío. El desafío se antojaba de gran calibre por cuanto se necesitaba considerar factores variables como los atmosféricos, los propios de la dinámica de navegación y la incertidumbre en la batalla derivada de la presencia de humo. Debía pues el sistema lograr por medios electro mecánicos integrar los datos de los diversos sistemas, incluir la influencia de los condicionantes atmosféricos y físicos (como el efecto coriolis), y lograr datos en forma de solución de tiro que pudieran compartirse con cada una de las baterías. Se consideraba conveniente lograr de alguna forma representar gráficamente los datos de derrota de los blancos, dejándose la puerta abierta a su integración final en función de si dificultad.
A la solución más elegante que permitiera centralizar la toma de datos de forma totalmente automática se oponía la falta de tiempo material para su ejecución, de forma que el equipo liderado por Torres Quevedo se centró en una solución en dos pasos. Primero un sistema que recibiera las señales de los operadores de forma manual y los convirtiera en datos que se transmitieran a las torres de forma automática, y luego un sistema que permitiera reducir la interacción manual de los operadores y redujera de forma dramática la probabilidad de error (especialmente en combates prolongados que incrementaban la fatiga de los operarios).
Era precisamente el primer paso de esos sistemas el que había sido instalado en Gibraltar de forma experimental, de forma que dirigiría el tiro de las baterías antes conocidas por los británicos como West, Buffadero y Genista.
La instalación contaba con una estación de telemetría estereoscópica (idéntica a las instaladas en los cruceros de batalla españoles) y dos estaciones de seguimiento para definición de rumbo y derrota. Cada una de las estaciones contaba con dos operarios, siendo uno de ellos el encargado de emplear los instrumentos y transmitir datos al segundo, que los introducía en unos diales que transmitían los valores al propio sistema de solución de tiro.
El sistema de solución de tiro procesaba la información que se transmitía a las baterías, siendo la dotación de estas la que transfería los datos manualmente a las piezas.
El trabajo había sido producto de la cooperación de Torres Quevedo con expertos artilleros de la Marina, en concreto Jaime Janer Robinson y Juan Costilla Arias. La experiencia de Janer en colaboraciones anteriories con Torres Quevedo, y la máquina de Costilla (la dirección de tiro Predictor-Corrector) supusieron los cimientos de la experiencia que, por fin, se había hecho realidad en Gibraltar.
En una segunda fase, el equipo de Torres Quevedo pretendía que la transmisión desde los puestos de los operarios de los equipos fuera posible por el mismo operario que realizaba la medida, simplemente pulsando un botón que capturaría la lectura que lograba por su aparato asignado. La transmisión a las baterías sería automática, siendo la posición de las piezas definida automáticamente por medio de un sistema electrohidráulico. De hacerse realidad, la operación manual del sistema de puntería pasaría a ser el sistema secundario a emplear solo en caso de avería del sistema principal.
De pronto las baterías empezaron a hacer fuego dirigidas por el nuevo sistema de control de tiro . Aún quedaba trabajo que hacer antes de que el ingenio pudiera instalarse en los buques de la Marina, sobre todo en cuanto a buscar una arquitectura que pudiera integrarse en el espacio de los cascos de la Marina Española, pero el potencial del sistema era evidente incluso para su uso en baterías de costa estratégicas como las de Gibraltar que permitían porellas solas abarcar todo el estrecho. España acababa de dar un paso más en su desarrollo naval de combate.
"Qué miedo me dais algunos, rediós. En serio. Cuánto más peligro tiene un imbécil que un malvado". Arturo Pérez-Reverte