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La tranquilidad se rompería cuando la tarde del 14 los principales buques de la flota abandonaron los Dardanelos navegando pegados a la costa turca para cruzar en el estrecho entre Tenedos y Anatolia, libre de minas y bajo vigilancia desde semanas atrás. No tardo en caer la noche, momento en el que se lanzarían en una desaforada carrera navegando hacia el sur, a 20 nudos de velocidad. Quedaba un largo camino por delante y el vicealmirante Bödicker quería recorrerlo durante la noche, siempre en aguas en las que la sonda marcaba más de 200 metros de profundidad para escapar a la amenaza de las minas enemigas. Restaban eso si los submarinos, pero esperaba que la noche unida a la velocidad a la que viajaban y a la pantalla de destructores que le protegía, e incluía los 23 destructores de la flota española, bastasen para evitar ese peligro. Mientras contemplaba el oscuro cielo a la espera del amanecer, Bödicker no podía dejar de pensar.
¡Nihil novum sub sole! Mientras tanto en Creta el almirante Gauchet estaba preocupado. Desde primeros de septiembre los buques enemigos se habían adueñado el norte del Egeo y sus transportes de tropas habían sido vistos llevando suministros a Esmirna, siempre protegidos por destructores. Allí sin duda descargarían esos suministros para utilizando el ferrocarril llevarlos al frente
(1) en Palestina e Irak. Precisamente desde Lesbos se habían recibido informes indicando que habían sido vistos en el golfo de Esmirna el acorazado pre Dreadnought otomano Turgut Reis, un acorazado de la clase Brandenburg antes llamado Weissenburg adquirido en Alemania ocho años atrás. Junto a este había sido visto también el acorazado pre Dreadnought español Duque de Osuna. Ambos parecían estar haciendo de baterías flotantes y protegiendo aquel importante puerto desde el fondo de la bahía, a su vez protegida por campos de minas lo que dificultaba su ataque
(2).
Esto sería confirmado el día 9, cuando el portahidroaviones HMS Raven II lanzó dos de sus hidroaviones desde el Dodecaneso para reconocer la zona, pudiendo así confirmar la presencia tanto de los buques, como de tropas turcas en las montañas de los alrededores con importantes baterías de artillería. Se trataba sin lugar a dudas de un nuevo problema pues estaba facilitando la llegada de tropas y suministros a Irak y Palestina. Para empeorar las cosas, se antojaba imposible evitar ese desembarco a corto o medio plazo, pues la artillería que estaban emplazando en las montañas de la península de Karaburun podría destrozar a quien tratase de internarse en ese golfo.
En el puente del Moltke el amanecer sorprendió al contralmirante Bödicker navegando entre las islas de Míkonos e Icaria, en busca de los piquetes enemigos que sin duda navegarían entre aquellas islas. Menos de una hora después el destructor Álvaro de Bazán descubriría al destructor francés Glaive bordeando la isla de Patmos, atacándolo poco después el Moltke, que no tardaría en alcanzarlo y hundirlo con sus disparos de 280mm. La batalla acababa de empezar, y la flota combinada acababa de aumentar su andar a 22 nudos.
En Creta supieron del combate poco después, movilizando de inmediato a la flota para acudir en ayuda de sus piquetes de vigilancia, donde el destructor Gavion se había unido al Glaive en el fondo del mar mientras trataba de retirarse hacia la isla de Amorgos para refugiarse tras ella. Los informes que recibía Gauchet eran ahora constantes, y hablaban de una escuadra lanzada a gran velocidad rumbo suroeste siguiendo las costas occidentales de las islas del Dodecaneso. La gran velocidad de los buques enemigos le estaba permitiendo buscar el mar abierto, como habían temido los almirantes semanas atrás, de ahí que dispusiesen los piquetes de vigilancia tan al norte con el fin de disponer de tiempo de reacción, aun conociendo el riesgo que entrañaba dejar esas unidades tan faltas de apoyo en caso de peligro
(3).
Dos submarinos británicos que patrullaban aquellas aguas trataron de atacar al enemigo, pero en un caso este paso demasiado lejos del submarino, y en el otro la gran velocidad de la escuadra le impidió colocarse en posición de ataque y sus torpedos disparados al azar no obtuvieron recompensa. Los buques germano-españoles estaban logrando atravesar el bloqueo sin demasiados contratiempos.
A media mañana el almirante Bödicker contemplaba la isla de Kos, y tras él los restos de dos cruceros protegidos enemigos, uno francés y el segundo británico
(3), cazados mientras trataban de ponerse a salvo entre las islas del Dodecaneso. A estos se sumaban varias naves de cabotaje italianas que hacían la ruta entre estas islas y habían sido sorprendidos por la repentina aparición de la escuadra. Por desgracia sus fuerzas también habían sufrido sus primeras bajas en los cruceros Wiesbaden y Bremse, que habían sufrido sus primeras 28 bajas, además el Wiesbaden tenía ahora una vía de aguas que trataban de reparar, habiendo visto reducida su velocidad en 4 nudos aunque aún lograba mantener el ritmo de la escuadra.
En el puente del acorazado Bretagne el almirante Gauchet contemplaba las azuladas aguas del mar mientras tendía la red que debía atrapar a los buques enemigos en su salida. Sabía que en esos momentos la flota enemiga estaba llegando al cabo Pasaroni, en la pequeña isla de Saria junto a la de Karpatos, lo que significaba que los separaban unas 60 millas, pues él mismo estaba en el cabo de Sideros, en la punta oriental de Creta. En breve la flota enemiga dejaría atrás el Egeo, y podría cerrar su camino de regreso al norte. La flota se dividiría en varias escuadras, la principal compuesta por los acorazados norteamericanos y franceses interceptaría al enemigo al sur del Egeo, mientras tanto los acorazados pre Dreadnought navegarían al este, para situarse entre las islas de Rodas, Saria y la costa de Anatolia, cerrando así el camino de regreso de la flota enemiga.
Un solo pesar preocupaba a Bödicker. Su escuadra estaba siendo seguida a distancia por dos cruceros ligeros británicos que radiaban constantemente su posición y rumbo. Debía decidir si regresaba al norte o se la jugaba tratando de romper el bloqueo
Estaba llegando al punto de no retorno...
- También estaban trasladando miles de soldados del 3er ejército que embarcaban en los puertos del Mar Negro para viajar hacia el sur.
- Esperaban que en caso necesario se retirasen ocultándose entre las islas del Egeo para ganar tiempo hasta la llegada de los acorazados.
- Crucero protegido Guichen y el viejo crucero protegido Leander, convertido en buque de apoyo de destructores para la flota del Mediterráneo.
Continuara...
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.