Eran las casi 5 de la tarde cuando los vigías del Moltke divisaron las columnas de humo de la flota enemiga acercándose desde el noroeste. Estaban en aquellos momentos a unas 18 millas al sur de la isla de Karpatos, y la flota enemiga estaba aproximándose con rumbo sureste, situándose entre la libertad y los buques de Bödicker. Aún faltaban cuatro horas para el anochecer, por lo que no hubo más remedio que navegar hacia el sur para poner distancia entre ambas flotas. Con todo Bödicker era consciente que eso solo significaría ganar un poco de tiempo, y que al final debería dirigirse hacia el oeste, donde la flota enemiga se interponía entre ellos y la libertad.
El almirante Gauchet contemplo como los buques enemigos continuaban navegando hacia el sur, huyendo ante el poder de su flota. Era sin embargo consciente de la inferior velocidad de sus buques y que cuando cayese la noche el enemigo podría tratar de escabullirse cambiando el rumbo. Debido a esto empezó a plantearse la necesidad de dividir su escuadra en varias divisiones de caza que cubriesen un amplio despliegue mientras los destructores y cruceros atacaban al enemigo durante la noche. Sin embargo no tendría ocasión, pues el enemigo no quiso darle tal oportunidad.
A las 18:30 Bödicker considero que ya había logrado la suficiente ventaja para lo que tenía en mente. El enemigo avanzaba tras ellos en columna a unas 12 millas por la aleta de estribor. Fue el momento elegido para virar a estribor y dirigirse al sudoeste cortando la T del enemigo. Pese a la superioridad numérica de la que disponía y como no podía ser de otra forma, el almirante francés no quiso enfrentar sus buques a toda la potencia de fuego enemiga con tan solo la mitad de la suya, o peor aún, con sus buques enfrentando uno a uno al enemigo. Por lo tanto no tardo en virar a su vez a estribor, navegando ahora las flotas en columnas que avanzaban en rumbos convergentes mientras se dirigían al oeste. Las distancias disminuían poco a poco, pero la ventaja de velocidad de los cruceros de batalla estaba permitiendo que redujesen la ventaja de los buques franceses, y tal vez incluso podrían adelantarlos antes de la caída de la noche. Si eso ocurría Bödicker sabía que serían libres.
Estuvo a punto de lograrlo, pero pronto fue evidente que no podría rehuir el enfrentamiento si quería pasar. Podía eso si volver a poner rumbo sur y ganar distancia de nuevo, pero con ello persistía la posibilidad de que los buques enemigos navegasen al suroeste para mantenerse entre ellos y los puertos españoles, y no quería arriesgarse a cruzar durante la noche con la evidente superioridad numérica de los destructores enemigos. No había por lo tanto más remedio que ganar la posición por la fuerza. En esos momentos su flota navegaba en dos columnas separadas 2 millas entre sí. Al norte los cuatro cruceros de batalla, encargados de mantener la distancia con el enemigo con su artillería pesada, mientras tanto al sur navegaban los cruceros ligeros y destructores, manteniéndose a sotafuego del enemigo.
Bödicker se lanzó a cuanto daban sus calderas aun siendo consciente que pronto la distancia se reduciría lo suficiente como para entrar en rango de fuego, cosa que hicieron en cuanto los telémetros marcaron 19.000 metros. Era una distancia ciertamente elevada pero dentro de las posibilidades de su artillería, sin embargo no tuvieron éxito, aunque cuando las distancias se habían reducido a 17.000 el Von der Tann lograría cubrir al acorazado Texas con las salpicaduras provocadas por la salva. Sería el momento elegido por los buques de la Entente para responder al fuego.
Durante los siguientes minutos ambas escuadras navegaron a máxima velocidad mientras se cañoneaban mutuamente, aunque pronto se hizo evidente que la inferior velocidad de los buques franco-norteamericanos decidiría la jornada. No tardaron en lograrse los primeros impactos, sería precisamente el Von der Tann el primero en alcanzar a su enemigo ya certeramente horquillado por las salvas precedentes. Con todo el Texas absorbió los daños y continuó combatiendo como si nada hubiese pasado. No tardo el Moltke en hacer otro tanto alcanzando al acorazado Bretagne, también sin resultados aparentes. En esos momentos ambas escuadras navegaban rumbo suroeste, con la escuadra francesa unas 4 millas más adelantada al oeste navegando con rumbo sur y unos 16.000 metros de distancia entre ellas. Fue el momento elegido por Gauchet para virar en simultáneo hacia el sur, dirigiéndose hacia el suroeste, siguiendo un rumbo de interceptación con la flota hispano-germana.
Bödicker tan solo preciso unos instantes para ordenar a sus destructores que se lanzasen a un ataque de torpedos sobre sus enemigos, cosa que hicieron sin mayor dilación, aunque en realidad se trataba de una treta mediante la cual obligaron a los acorazados a volver a virar a estribor con el fin de presentar sus baterías secundarias. Fue suficiente para Bödicker, había logrado ganar unos pocos precioso minutos y queriendo mantener sus destructores a salvo les ordeno regresar a sotafuego mientras le cubrían con una nube de humo, todo ello mientras eran perseguidos por los disparos de la artillería secundaria enemiga que disparaba desde más de 13.000 metros y no logro alcanzarlos. Ahora eran cuestión de tiempo. Los cruceros de batalla navegaban a 25 nudos de velocidad mientras los acorazados lo hacían a 20, por lo que pronto quedarían atrás.
Por supuesto los cruceros de batalla no saldrían indemnes, habiendo sido alcanzados ya en varias ocasiones el Almirante Cámara, el Moltke, y el Álvaro de Bazán, aunque por fortuna su blindaje y solidez estructural evitaron males mayores. La escuadra había logrado pasar por poco, y esa era la tarea de Bödicker, pasar, no empeñarse en un combate inútil. Pronto los últimos rayos de sol caerían sobre el mar, dejando paso a la oscuridad, y cuando eso ocurriese rompería el contacto para alejarse de allí.
La amenaza estaba quedando atrás, cada vez más alejada.
Se habían salvado del primer peligro y ahora navegaban libres. Esa noche cambiaron su rumbo y redujeron la velocidad a 18 nudos, alejándose de aquella rumbo sur para a continuación caer al este. Ahora navegaban en un clásico despliegue antisubmarino, sin embargo la desgracia estaba a punto de alcanzarles. Tres días después de dejar atrás a la escuadra enemiga el SMS Karlsruhe
(1) exploto sin motivo aparente, yéndose al fondo con rapidez, y tan solo la rápida actuación de los destructores de escolta permitió rescatar a 187 hombres.
Dos días después y ya habiendo sobrepasado Malta durante la noche, un submarino francés encontraría a la escuadra por sorpresa al norte de Túnez. Para desgracia de la flota, su rumbo los llevaba directos hacia el acechante enemigo, que no necesito ni utilizar sus motores para colocarse en posición de ataque, y de todas formas la marejada de ese día dificultaba su localización a baja velocidad. A las cuatro de la tarde el submarino Germinal logro lanzar un torpedo que alcanzo al Álvaro de Bazán, causándole una gran vía de agua. La rápida reacción de los destructores acabo con el sumergible enemigo con cargas de profundidad, pero el Álvaro de Bazán precisaría pasar al menos 2 meses en dique seco.
Por fin y sin más contratiempos el 30 de septiembre llegarían a Mallorca, donde se realizaron algunas reparaciones inmediatas en los buques antes de dirigirse a los diques de Gibraltar. Se habían ganado un merecido descanso.
- Realmente el Karlsruhe se hundió el 4 de noviembre de 1914 por una explosión interna espontanea, tras navegar de forma constante desde antes del estallido de la guerra. Aquí pospuse ese destino por haber estado mucho más tiempo en puerto con el debido mantenimiento, pero el destino al final lo ha alcanzado.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.