El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
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El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
Capítulo 5. Escalada
Alto a la Guardia Civil
8 de Septiembre de 1940
—Escucha, imbécil, dime de una vez cómo te llamas —el cabo de la Guardia Civil estaba acostumbrado a que la gente temblase ante él. Al fin y al cabo, la Benemérita tenía reputación de eficiencia pero no tanto de cortesía y de respeto de las formas. Pero el rubito ese le miraba insolentemente a los ojos. El cabo se acercó y le dio un sopapo—. Te he preguntado que cómo te llamas.
El detenido seguía callado. Era alto, delgado, rubio, y joven. Desde luego no parecía un contrabandista. Y el alijo que llevaba… Si no eran explosivos se metía en el Seminario. Bueno, a ver si le sacaba algo.
—Habla de una puta vez, cojo***. Quiero que me digas como te llamas ¿O es que no me entiendes? Igual entiendes esto —y le propinó otro sopapo que casi le tira al suelo. El detenido siguió callado.
—Me parece que no sabes donde te has metido. Mira, te lo voy a explicar. Si fueses otro tipo trapicheando con los Misters de la Roca, pues nada, tú nos dabas el tabaco, nosotros una buena tunda, y aquí paz y después gloria. Pero es que ese tabaco que llevas me parece un poco raro —el prisionero seguía impasible—. Lo malo es que por aquí hemos tenido una guerra ¿No lo sabías? Y todavía hay guerrilleros por el monte ¿Sabes lo que es un guerrillero? Pues un desgraciado que cansado de matar curas ahora se quiere hacer el robinjud.
—Cabo, yo creo que no le entiende.
—Esto sí lo va a entender —desenfunda la Parabellum, la amartilla y se la apoya en la frente—. Resulta que yo no les tengo mucho cariño a los guerrilleros. Y si no me convences de que eres otra cosa, se me escapará un tiro de esta cosita que tengo en la mano ¿Me entiendes ahora?
El detenido empezó a farfullar—. Ah, resulta que esto si lo entiendes ¡Dime cómo te llamas de una jodida vez o te meto un tiro!
El detenido dijo en correcto castellano pero con acento llanito—. Soy el teniente Peter Lowry, y exijo que se me trate como a un prisionero de guerra… —otro bofetón interrumpió al teniente.
—¿Ves como sí sabe español? Mira, chiquito, resulta que no estamos en guerra. Y tú no vas de uniforme. O sea, que ni prisionero ni hostias. Yo creo que eres un brigadista escapado.
—Soy el teniente Peter Lowry, del Regimiento de Fusileros de Lancashire, número tres dos … —un bofetón le cortó.
—Pero teniente, ahora que ya nos conocemos, no me importa un pimiento ni tu número ni si eres de lancasai. Yo ahora lo que quiero saber es lo que querías hacer con esos explosivos.
—Soy el teniente Peter Lowry, del Regimien … Ay —un puñetazo en el estómago le cortó la respiración.
—García, creo que esto va para largo. Avisa a la Comandancia y diles que hemos pillado a un saboteador que dice que es teniente inglés. Yo mientras voy a seguir hablando con el mister.
Alto a la Guardia Civil
8 de Septiembre de 1940
—Escucha, imbécil, dime de una vez cómo te llamas —el cabo de la Guardia Civil estaba acostumbrado a que la gente temblase ante él. Al fin y al cabo, la Benemérita tenía reputación de eficiencia pero no tanto de cortesía y de respeto de las formas. Pero el rubito ese le miraba insolentemente a los ojos. El cabo se acercó y le dio un sopapo—. Te he preguntado que cómo te llamas.
El detenido seguía callado. Era alto, delgado, rubio, y joven. Desde luego no parecía un contrabandista. Y el alijo que llevaba… Si no eran explosivos se metía en el Seminario. Bueno, a ver si le sacaba algo.
—Habla de una puta vez, cojo***. Quiero que me digas como te llamas ¿O es que no me entiendes? Igual entiendes esto —y le propinó otro sopapo que casi le tira al suelo. El detenido siguió callado.
—Me parece que no sabes donde te has metido. Mira, te lo voy a explicar. Si fueses otro tipo trapicheando con los Misters de la Roca, pues nada, tú nos dabas el tabaco, nosotros una buena tunda, y aquí paz y después gloria. Pero es que ese tabaco que llevas me parece un poco raro —el prisionero seguía impasible—. Lo malo es que por aquí hemos tenido una guerra ¿No lo sabías? Y todavía hay guerrilleros por el monte ¿Sabes lo que es un guerrillero? Pues un desgraciado que cansado de matar curas ahora se quiere hacer el robinjud.
—Cabo, yo creo que no le entiende.
—Esto sí lo va a entender —desenfunda la Parabellum, la amartilla y se la apoya en la frente—. Resulta que yo no les tengo mucho cariño a los guerrilleros. Y si no me convences de que eres otra cosa, se me escapará un tiro de esta cosita que tengo en la mano ¿Me entiendes ahora?
El detenido empezó a farfullar—. Ah, resulta que esto si lo entiendes ¡Dime cómo te llamas de una jodida vez o te meto un tiro!
El detenido dijo en correcto castellano pero con acento llanito—. Soy el teniente Peter Lowry, y exijo que se me trate como a un prisionero de guerra… —otro bofetón interrumpió al teniente.
—¿Ves como sí sabe español? Mira, chiquito, resulta que no estamos en guerra. Y tú no vas de uniforme. O sea, que ni prisionero ni hostias. Yo creo que eres un brigadista escapado.
—Soy el teniente Peter Lowry, del Regimiento de Fusileros de Lancashire, número tres dos … —un bofetón le cortó.
—Pero teniente, ahora que ya nos conocemos, no me importa un pimiento ni tu número ni si eres de lancasai. Yo ahora lo que quiero saber es lo que querías hacer con esos explosivos.
—Soy el teniente Peter Lowry, del Regimien … Ay —un puñetazo en el estómago le cortó la respiración.
—García, creo que esto va para largo. Avisa a la Comandancia y diles que hemos pillado a un saboteador que dice que es teniente inglés. Yo mientras voy a seguir hablando con el mister.
Última edición por Domper el 10 Sep 2014, 16:10, editado 4 veces en total.
Tu regere imperio fluctus Hispane memento
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Una patrulla animada
9 de Septiembre de 1940
—Abre bien los ojos, Castiella, que nos va la vida en ello.
—Lo que digas, teniente Fantova, pero ¿estamos en guerra o no?
—Yo creo que no, pero pregúntaselo a los del Bellver. Tú, atento.
El Savoia Marchetti SM–81 volaba sobre un mar desierto. Tras el hundimiento del transporte “Castillo de Bellver” por un crucero inglés, se había enviado a toda prisa a Canarias un grupo aéreo. Se habían escogido aviones de origen italiano para evitar confusiones, y por eso el Ala 46 operaba desde Los Rodeos con una docena de vetustos trimotores. En teoría los SM–81 eran bombarderos, pero ya durante la guerra civil necesitaban escolta. En 1940 si se encontraban con un caza enemigo no podrían sino rezar.
La disponibilidad de aviones siempre había sido un problema en el Ejército del Aire, crónicamente falto de repuestos. Los mecánicos hacían maravillas para mantener los aviones en vuelo, pero las operaciones de reconocimiento desgastaban el material. Por eso solo cuatro SM–81 habían despegado ese día. El aparato del teniente Fantova tenía que patrullar el Noroeste del archipiélago, la zona por donde más probablemente aparecerían los ingleses.
El teniente estaba más tranquilo de lo que aparentaba. Aunque rondase por ahí toda la flota inglesa, toparse con ella era poco probable. Y si la encontraba, el cielo parcialmente cubierto permitiría esconderse. A una mala, el SM–81 era un avión duro y correoso. Más que sus tripulaciones, porque el blindaje de los SM–81 brillaba por su ausencia… las meditaciones del teniente fueron interrumpidas por el observador.
—Teniente, veo estelas a las once. Parecen muchos barcos.
—Nos acercaremos para echar un vistazo —el teniente aceleró los motores para remontarse y poder acercarse a los barcos desconocidos protegido por las nubes—. Yo creo que ya estamos… descendemos. Castiella, no pierdas ojo.
—¡Los tenemos justo debajo! Dos acorazados, tres cruceros ¡un portaaviones! También veo varios mercantes. Rumbo 150°.
—Mecachis, un portaaviones. Nos vamos. Vigila que no haya cazas.
Dos horas después las noticias del avistamiento llegaron a la Capitanía General de Canarias. El General Serrador, veterano de la guerra civil y Capitán General de Canarias, estaba al borde del infarto.
—Lo sabía, esos fatuos de Madrid decían que no, pero yo les repetía que los Misters quieren robarnos las Islas. Y los preparativos, a medias ¿Sánchez, ha conseguido línea con el General de Fuentes o no?
—Lo estoy intentando, mi General.
—Las cosas no se intentan, se consiguen. Y si no le dan línea, la fabrica. Quiero a de Fuentes al teléfono ¡YA!
Unos minutos después Serrador conseguía hablar con el general Anatolio de Fuentes, gobernador militar de Gran Canaria.
—Anatolio, hemos detectado un gran convoy inglés, parece que vienen a por nosotros.
–––
—No, todavía no sabemos a dónde se dirigen, pero eso ya lo hemos discutido ¿no? —Desde principios de siglo los militares españoles creían que, de producirse un ataque a Canarias, sería casi con seguridad contra Gran Canaria, que tenía el Puerto de la Luz, el mejor del archipiélago. El relieve de Gran Canaria era aun más caótico que el de Tenerife, pero la zona de la capital era relativamente llana—. Supongo que irán a por ti. Te ordeno que alertes tus tropas ¿Cómo van las fortificaciones?
–––
—Sí, ya sé que no tienes medios. Ni tú, ni yo, ni nadie. Pero me da igual. Recluta a quienes quieras y ponlos a cavar. Y no te olvides de camuflarlo todo.
–––
—Yo también pienso lo mismo, que usarán sus famosos comandos para infiltrarse. Para eso ya sabes que la receta es la vigilancia.
–––
—Tienes razón, Gando es indefendible, y seguro que van a por el aeródromo. Aguanta si puedes, pero ordena que los aviones estén preparados para venirse a Los Rodeos ¿Has preparado las destrucciones como quedamos? Al menos que tengan que sudar para poderlo usar.
–––
—Pues si quieren desembarcar directamente en el Puerto de la Luz, te defiendes, y punto. Intenta que los paisanos se protejan en plantas bajas y que se alejen de las ventanas. Pero no dejes desembarcar a los ingleses allí. Pase lo que pase.
–––
—Si desembarcan, contraatacas y los echas al mar. Y si no, aguantas todo lo que puedas. Si pintan bastos, te retiras y les cedes la capital, pero mantente en el interior, que en las montañas te podrás defender. Te prohíbo expresamente que te rindas. A lo sumo, si la defensa es imposible, podrás negociar el retirarte de Las Palmas para evitar males mayores. Pero no te permito capitular bajo ninguna condición.
–––
—Ya he dado parte a la Península, pero no podemos esperar mucha ayuda. Están desplegando los Junkers alemanes en Cabo Juby, pero no creo que el aeródromo esté operativo. He dado también la alerta a Lanzarote, por si se les ocurre ir ahí.
–––
—Yo también te deseo suerte.
9 de Septiembre de 1940
—Abre bien los ojos, Castiella, que nos va la vida en ello.
—Lo que digas, teniente Fantova, pero ¿estamos en guerra o no?
—Yo creo que no, pero pregúntaselo a los del Bellver. Tú, atento.
El Savoia Marchetti SM–81 volaba sobre un mar desierto. Tras el hundimiento del transporte “Castillo de Bellver” por un crucero inglés, se había enviado a toda prisa a Canarias un grupo aéreo. Se habían escogido aviones de origen italiano para evitar confusiones, y por eso el Ala 46 operaba desde Los Rodeos con una docena de vetustos trimotores. En teoría los SM–81 eran bombarderos, pero ya durante la guerra civil necesitaban escolta. En 1940 si se encontraban con un caza enemigo no podrían sino rezar.
La disponibilidad de aviones siempre había sido un problema en el Ejército del Aire, crónicamente falto de repuestos. Los mecánicos hacían maravillas para mantener los aviones en vuelo, pero las operaciones de reconocimiento desgastaban el material. Por eso solo cuatro SM–81 habían despegado ese día. El aparato del teniente Fantova tenía que patrullar el Noroeste del archipiélago, la zona por donde más probablemente aparecerían los ingleses.
El teniente estaba más tranquilo de lo que aparentaba. Aunque rondase por ahí toda la flota inglesa, toparse con ella era poco probable. Y si la encontraba, el cielo parcialmente cubierto permitiría esconderse. A una mala, el SM–81 era un avión duro y correoso. Más que sus tripulaciones, porque el blindaje de los SM–81 brillaba por su ausencia… las meditaciones del teniente fueron interrumpidas por el observador.
—Teniente, veo estelas a las once. Parecen muchos barcos.
—Nos acercaremos para echar un vistazo —el teniente aceleró los motores para remontarse y poder acercarse a los barcos desconocidos protegido por las nubes—. Yo creo que ya estamos… descendemos. Castiella, no pierdas ojo.
—¡Los tenemos justo debajo! Dos acorazados, tres cruceros ¡un portaaviones! También veo varios mercantes. Rumbo 150°.
—Mecachis, un portaaviones. Nos vamos. Vigila que no haya cazas.
Dos horas después las noticias del avistamiento llegaron a la Capitanía General de Canarias. El General Serrador, veterano de la guerra civil y Capitán General de Canarias, estaba al borde del infarto.
—Lo sabía, esos fatuos de Madrid decían que no, pero yo les repetía que los Misters quieren robarnos las Islas. Y los preparativos, a medias ¿Sánchez, ha conseguido línea con el General de Fuentes o no?
—Lo estoy intentando, mi General.
—Las cosas no se intentan, se consiguen. Y si no le dan línea, la fabrica. Quiero a de Fuentes al teléfono ¡YA!
Unos minutos después Serrador conseguía hablar con el general Anatolio de Fuentes, gobernador militar de Gran Canaria.
—Anatolio, hemos detectado un gran convoy inglés, parece que vienen a por nosotros.
–––
—No, todavía no sabemos a dónde se dirigen, pero eso ya lo hemos discutido ¿no? —Desde principios de siglo los militares españoles creían que, de producirse un ataque a Canarias, sería casi con seguridad contra Gran Canaria, que tenía el Puerto de la Luz, el mejor del archipiélago. El relieve de Gran Canaria era aun más caótico que el de Tenerife, pero la zona de la capital era relativamente llana—. Supongo que irán a por ti. Te ordeno que alertes tus tropas ¿Cómo van las fortificaciones?
–––
—Sí, ya sé que no tienes medios. Ni tú, ni yo, ni nadie. Pero me da igual. Recluta a quienes quieras y ponlos a cavar. Y no te olvides de camuflarlo todo.
–––
—Yo también pienso lo mismo, que usarán sus famosos comandos para infiltrarse. Para eso ya sabes que la receta es la vigilancia.
–––
—Tienes razón, Gando es indefendible, y seguro que van a por el aeródromo. Aguanta si puedes, pero ordena que los aviones estén preparados para venirse a Los Rodeos ¿Has preparado las destrucciones como quedamos? Al menos que tengan que sudar para poderlo usar.
–––
—Pues si quieren desembarcar directamente en el Puerto de la Luz, te defiendes, y punto. Intenta que los paisanos se protejan en plantas bajas y que se alejen de las ventanas. Pero no dejes desembarcar a los ingleses allí. Pase lo que pase.
–––
—Si desembarcan, contraatacas y los echas al mar. Y si no, aguantas todo lo que puedas. Si pintan bastos, te retiras y les cedes la capital, pero mantente en el interior, que en las montañas te podrás defender. Te prohíbo expresamente que te rindas. A lo sumo, si la defensa es imposible, podrás negociar el retirarte de Las Palmas para evitar males mayores. Pero no te permito capitular bajo ninguna condición.
–––
—Ya he dado parte a la Península, pero no podemos esperar mucha ayuda. Están desplegando los Junkers alemanes en Cabo Juby, pero no creo que el aeródromo esté operativo. He dado también la alerta a Lanzarote, por si se les ocurre ir ahí.
–––
—Yo también te deseo suerte.
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A la carga
12 de Septiembre de 1940
¿Cómo era el dicho? Ah, sí, “los españoles, por mar, que por tierra, que San Jorge nos proteja”. El dicho tenía mucha razón, pensaba el Capitán William Johnston de los Royal Marines. Antes del desembarco bromeaban sobre si los Dons se echarían a correr o si se rendirían. Ahora no bromeaba nadie.
La operación había empezado con mal pie. El maldito avión que les detectó había alertado a la guarnición, y cuando los comandos intentaron desembarcar fueron recibidos a tiros y tuvieron que volverse. El Revenge cañoneó las posiciones de las baterías de costa, pero la calima dificultaba la puntería. El hidro del acorazado intentó dirigir el tiro, pero se le echó encima un caza biplano y lo abatió. Y como si no tuviese bastante, se cargó a dos Swordfish del Hermes. Al final un destructor tuvo que entrar en la bahía de Gando y suprimir las defensas a cañonazos, no sin recibir un par de impactos que le dejaron tullido.
El desembarco había sido fácil pero confuso. La playa era ideal, protegida, de arena fina y blanca, parecía el Caribe. Pero cuando empezaron a bajar de los botes los cañones españoles empezaron a disparar e hicieron una escabechina en la playa. Luego había alambradas y trincheras con ametralladoras ¿eso eran las Canarias o Gallípoli? Finalmente consiguieron llegar al aeródromo, pero entonces empezaron a estallar bombas de aviación que los españoles habían enterrado. Cuando se hicieron con las ruinas del aeródromo, el regimiento había perdido la mitad de sus efectivos.
Fue entonces cuando llegaron los aviones. Las lumbreras de Londres no habían descubierto que en la isla de al lado había una base aérea, y los trimotores españoles se dedicaron a bombardearles todo el día. Por suerte apuntaron a los barcos y no a la playa, pero una bomba incendió al Glengyle, que se fue al fondo con el equipo pesado del regimiento. Para postre, resultó que el puerto de Gando no era tal, sino un miserable espigón en el que no se podía desembarcar nada, por lo que los tanques se quedaron en los barcos.
Al día siguiente avanzaron por la línea costera hacia el Norte. Al principio todo iba bien, el terreno era llano, semidesértico, y aunque no ofrecía mucha protección solo se oían disparos aislados. Avanzaron con ganas por la llanura entre los cerros del Oeste y el mar. La única molestia fue de un par de ataques aéreos, con bombarderos que lanzaron desde mucha altura y con poco tino. Pensaron que por fin los Dons habían desfallecido. Ojalá. A mediodía llegaron a un rincón llamado “La Montagneta” donde las montañas casi llegaban hasta el mar. La estrecha llanura estaba cubierta por huertos de plataneros, separados por muros construidos por piedras volcánicas. Y fue en ese rincón dejado de la mano de Dios donde los españoles decidieron resistir. Su compañía avanzaba en fila india por un estrecho camino encajonado, cuando las ametralladoras ladraron. Reconoció el sonido enseguida: eran esas malditas Spandaus alemanas que parecían máquinas de coser de cómo disparaban. Al intentar desplegarse se encontraron con que las plataneras estaban cubiertas de alambre de espino. Y entonces empezaron a disparar los morteros.
Tras dos fracasos la compañía tuvo que retirarse. El fuego naval resultó un fiasco porque los dichosos barcos disparaban al buen tun tun, y sus proyectiles rasantes no les hacían nada a los españoles, que estaban a cubierto en unas posiciones que nadie conseguía ver. Cuando el regimiento intentó rodearlas cruzando las colinas del interior se encontraron con que estaban cruzadas por profundos barrancos, llenos de rocas afiladas como cuchillos, entre las que crecían chumberas con espinas largas como dedos.
Lo curioso es que los Dons no habían cavado trincheras continuas, sino solo posiciones aisladas, blocaos las llamaban. Ya se sabe, los españoles son unos vagos, dijo el coronel. Pues serían vagos, pero no tontos, porque el sistema de reductos resultó difícil de roer. Las posiciones parecían fáciles de rodear, pero entonces los soldados infiltrados quedaban bajo el fuego de otras posiciones. Las bajas aumentaron cada vez más, y en toda la tarde no consiguieron avanzar ni un kilómetro.
Pero ya se veía el humo de los incendios de Las Palmas. El mando ordenó un nuevo ataque al amanecer, con el apoyo de la artillería que por fin habían conseguido desembarcar. Su compañía tendría que avanzar por la cresta de una estrecha colina paralela a la costa.
A las 7:30 la artillería dispararía, y a las 7:35 la barrera de fuego iniciaría su avance. Setenta y cinco metros por minuto, sería fácil: el mando inglés no había visto ni los barrancos ni las chumberas. Aunque el asalto al principio fue bien, pues la cresta era suave y el avance resultó sencillo. Las compañías de los flancos parecía que tenían más problemas, pero por la cresta era un paseo. Aparentemente. Lo que Johnston no sabía era que la experiencia de las guerras en Marruecos y de la guerra civil había cambiado el concepto que los españoles tenían de la defensa. En lugar de líneas continuas establecían posiciones que se cubrían con los fuegos, y evitaban como la peste las zonas elevadas, expuestas a la observación y a la artillería.
La compañía de Johnston superó un resalte, pero al descender del segundo cayó de bruces contra una posición cuidadosamente escondida en la contrapendiente. Los españoles contuvieron su fuego hasta que los ingleses estuvieron casi encima. Entonces dispararon los morteros cortándoles la retirada. El capitán intentó desplegar a sus soldados, pero una ráfaga de ametralladora se lo impidió.
12 de Septiembre de 1940
¿Cómo era el dicho? Ah, sí, “los españoles, por mar, que por tierra, que San Jorge nos proteja”. El dicho tenía mucha razón, pensaba el Capitán William Johnston de los Royal Marines. Antes del desembarco bromeaban sobre si los Dons se echarían a correr o si se rendirían. Ahora no bromeaba nadie.
La operación había empezado con mal pie. El maldito avión que les detectó había alertado a la guarnición, y cuando los comandos intentaron desembarcar fueron recibidos a tiros y tuvieron que volverse. El Revenge cañoneó las posiciones de las baterías de costa, pero la calima dificultaba la puntería. El hidro del acorazado intentó dirigir el tiro, pero se le echó encima un caza biplano y lo abatió. Y como si no tuviese bastante, se cargó a dos Swordfish del Hermes. Al final un destructor tuvo que entrar en la bahía de Gando y suprimir las defensas a cañonazos, no sin recibir un par de impactos que le dejaron tullido.
El desembarco había sido fácil pero confuso. La playa era ideal, protegida, de arena fina y blanca, parecía el Caribe. Pero cuando empezaron a bajar de los botes los cañones españoles empezaron a disparar e hicieron una escabechina en la playa. Luego había alambradas y trincheras con ametralladoras ¿eso eran las Canarias o Gallípoli? Finalmente consiguieron llegar al aeródromo, pero entonces empezaron a estallar bombas de aviación que los españoles habían enterrado. Cuando se hicieron con las ruinas del aeródromo, el regimiento había perdido la mitad de sus efectivos.
Fue entonces cuando llegaron los aviones. Las lumbreras de Londres no habían descubierto que en la isla de al lado había una base aérea, y los trimotores españoles se dedicaron a bombardearles todo el día. Por suerte apuntaron a los barcos y no a la playa, pero una bomba incendió al Glengyle, que se fue al fondo con el equipo pesado del regimiento. Para postre, resultó que el puerto de Gando no era tal, sino un miserable espigón en el que no se podía desembarcar nada, por lo que los tanques se quedaron en los barcos.
Al día siguiente avanzaron por la línea costera hacia el Norte. Al principio todo iba bien, el terreno era llano, semidesértico, y aunque no ofrecía mucha protección solo se oían disparos aislados. Avanzaron con ganas por la llanura entre los cerros del Oeste y el mar. La única molestia fue de un par de ataques aéreos, con bombarderos que lanzaron desde mucha altura y con poco tino. Pensaron que por fin los Dons habían desfallecido. Ojalá. A mediodía llegaron a un rincón llamado “La Montagneta” donde las montañas casi llegaban hasta el mar. La estrecha llanura estaba cubierta por huertos de plataneros, separados por muros construidos por piedras volcánicas. Y fue en ese rincón dejado de la mano de Dios donde los españoles decidieron resistir. Su compañía avanzaba en fila india por un estrecho camino encajonado, cuando las ametralladoras ladraron. Reconoció el sonido enseguida: eran esas malditas Spandaus alemanas que parecían máquinas de coser de cómo disparaban. Al intentar desplegarse se encontraron con que las plataneras estaban cubiertas de alambre de espino. Y entonces empezaron a disparar los morteros.
Tras dos fracasos la compañía tuvo que retirarse. El fuego naval resultó un fiasco porque los dichosos barcos disparaban al buen tun tun, y sus proyectiles rasantes no les hacían nada a los españoles, que estaban a cubierto en unas posiciones que nadie conseguía ver. Cuando el regimiento intentó rodearlas cruzando las colinas del interior se encontraron con que estaban cruzadas por profundos barrancos, llenos de rocas afiladas como cuchillos, entre las que crecían chumberas con espinas largas como dedos.
Lo curioso es que los Dons no habían cavado trincheras continuas, sino solo posiciones aisladas, blocaos las llamaban. Ya se sabe, los españoles son unos vagos, dijo el coronel. Pues serían vagos, pero no tontos, porque el sistema de reductos resultó difícil de roer. Las posiciones parecían fáciles de rodear, pero entonces los soldados infiltrados quedaban bajo el fuego de otras posiciones. Las bajas aumentaron cada vez más, y en toda la tarde no consiguieron avanzar ni un kilómetro.
Pero ya se veía el humo de los incendios de Las Palmas. El mando ordenó un nuevo ataque al amanecer, con el apoyo de la artillería que por fin habían conseguido desembarcar. Su compañía tendría que avanzar por la cresta de una estrecha colina paralela a la costa.
A las 7:30 la artillería dispararía, y a las 7:35 la barrera de fuego iniciaría su avance. Setenta y cinco metros por minuto, sería fácil: el mando inglés no había visto ni los barrancos ni las chumberas. Aunque el asalto al principio fue bien, pues la cresta era suave y el avance resultó sencillo. Las compañías de los flancos parecía que tenían más problemas, pero por la cresta era un paseo. Aparentemente. Lo que Johnston no sabía era que la experiencia de las guerras en Marruecos y de la guerra civil había cambiado el concepto que los españoles tenían de la defensa. En lugar de líneas continuas establecían posiciones que se cubrían con los fuegos, y evitaban como la peste las zonas elevadas, expuestas a la observación y a la artillería.
La compañía de Johnston superó un resalte, pero al descender del segundo cayó de bruces contra una posición cuidadosamente escondida en la contrapendiente. Los españoles contuvieron su fuego hasta que los ingleses estuvieron casi encima. Entonces dispararon los morteros cortándoles la retirada. El capitán intentó desplegar a sus soldados, pero una ráfaga de ametralladora se lo impidió.
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Como veis, ya empiezan los tiros. Ha costado, pero ya hemos llegado: los ingleses han desembarcado en Canarias.
Espero que os siga interesando el hilo.
Saludos
Espero que os siga interesando el hilo.
Saludos
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- Cabo Primero
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El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
Sí, está resultando muy interesante. Tanto el tema como la forma de narrarlo. ¡Ahora no lo dejes!, que el índice de finalización de los What-if no es precisamente del 100%
Por cierto: ¿entrarás en temas como el desarrollo de nuevas armas y cambios en la producción?. O quizás el post está centrado en la política y los combates.
¡Suerte con el resto de la aventura!.
Por cierto: ¿entrarás en temas como el desarrollo de nuevas armas y cambios en la producción?. O quizás el post está centrado en la política y los combates.
¡Suerte con el resto de la aventura!.
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- General de Ejército
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Esta historia está escrita y finalizada al 95%, ayer mismo acabé el capítulo 32,... lo que no está nada mal contando que en el FMG estamos en el capítulo 5. Yo espero que acabe teniendo unos 35 capítulos y un epílogo. La historia me empieza a agotar y además tengo otros proyectos próximos que van a interferir con el desarrollo de “El visitante”
Respecto al desarrollo de nuevas armas, se cita superficialmente en algún hilo. El problema es el marco temporal que he escogido, que parte de la propuesta del compañero Eriol "La estrategia periférica". Cualquier equipo nuevo puede llevar como mínimo dos o tres años de desarrollo hasta que entra en servicio. La idea de "la estrategia periférica" es propinar un golpe a Inglaterra antes de la generalización de la guerra ¿mortal o no, esa es otra cuestión? Ese plazo no puede ser demasiado prolongado: año, año y pico a lo sumo. Simplemente no da tiempo a desarrollar nada.
De hecho he llegado a escribir alguna escena sobre desarrollo de armas, y las he quitado de la historia, porque poco añaden al hilo argumental y no van a tener repercusiones en el desenlace. Son divertidos, pueden resultar muy polémicos, pero el marco temporal que necesitan es muy prolongado: aunque a Raeder le dé por construir portaaviones en 1940, el Graf Zeppelin se las verá y se las deseará para estar listo antes de ¿finales del 41 como pronto? Las nuevas construcciones, de iniciarse, no podrán estar disponibles antes de 1944. Como guía puede ser interesante el proyecto británico “1942 Light Fleet Carrier”, el origen de las muy exitosas series Colossus, Majestic y Centaur. Se empezó a considerar el diseño en 1941, y en Diciembre de 1941 se inició el diseño del nuevo tipo. A pesar de la urgencia de la guerra, de lo sencillo del diseño, de la experiencia británica en la construcción de portaaviones, a darles máxima prioridad, la primera unidad no fue entregada hasta Diciembre del 44, y las cuatro unidades terminadas durante la guerra no llegaron a combatir.
Por eso nada de flotas de portaaviones alemanes operando en el Atlántico: independientemente de la impractibilidad del concepto, no da tiempo. Incluso tomando un barco ya construido (de los que había muy pocos útiles para su transformación) dudo que hasta 1943 los alemanes pudiesen tener un portaaviones, y eso con asistencia japonesa. A lo sumo se podría tener algo parecido a un portaaviones de escolta a finales del 42… además del Graf Zeppelin, claro, que tenía defectos tan graves que hubiese sido necesario su completa transformación antes de la entrada en servicio.
Lo mismo con otros aspectos. Si se quiere introducir un nuevo modelo de tanque, no entraría en servicio hasta ya avanzado 1942, y eso si se escoge un diseño “conservador” del tipo de una mejora del Pz-IV. De reactores mejor no hablar, etcétera.
Estaba pensando escribir algún “spin-off” sobre el diseño de armas, pero primero tengo que terminar la obra.
Gracias por tu interés, y saludos
Respecto al desarrollo de nuevas armas, se cita superficialmente en algún hilo. El problema es el marco temporal que he escogido, que parte de la propuesta del compañero Eriol "La estrategia periférica". Cualquier equipo nuevo puede llevar como mínimo dos o tres años de desarrollo hasta que entra en servicio. La idea de "la estrategia periférica" es propinar un golpe a Inglaterra antes de la generalización de la guerra ¿mortal o no, esa es otra cuestión? Ese plazo no puede ser demasiado prolongado: año, año y pico a lo sumo. Simplemente no da tiempo a desarrollar nada.
De hecho he llegado a escribir alguna escena sobre desarrollo de armas, y las he quitado de la historia, porque poco añaden al hilo argumental y no van a tener repercusiones en el desenlace. Son divertidos, pueden resultar muy polémicos, pero el marco temporal que necesitan es muy prolongado: aunque a Raeder le dé por construir portaaviones en 1940, el Graf Zeppelin se las verá y se las deseará para estar listo antes de ¿finales del 41 como pronto? Las nuevas construcciones, de iniciarse, no podrán estar disponibles antes de 1944. Como guía puede ser interesante el proyecto británico “1942 Light Fleet Carrier”, el origen de las muy exitosas series Colossus, Majestic y Centaur. Se empezó a considerar el diseño en 1941, y en Diciembre de 1941 se inició el diseño del nuevo tipo. A pesar de la urgencia de la guerra, de lo sencillo del diseño, de la experiencia británica en la construcción de portaaviones, a darles máxima prioridad, la primera unidad no fue entregada hasta Diciembre del 44, y las cuatro unidades terminadas durante la guerra no llegaron a combatir.
Por eso nada de flotas de portaaviones alemanes operando en el Atlántico: independientemente de la impractibilidad del concepto, no da tiempo. Incluso tomando un barco ya construido (de los que había muy pocos útiles para su transformación) dudo que hasta 1943 los alemanes pudiesen tener un portaaviones, y eso con asistencia japonesa. A lo sumo se podría tener algo parecido a un portaaviones de escolta a finales del 42… además del Graf Zeppelin, claro, que tenía defectos tan graves que hubiese sido necesario su completa transformación antes de la entrada en servicio.
Lo mismo con otros aspectos. Si se quiere introducir un nuevo modelo de tanque, no entraría en servicio hasta ya avanzado 1942, y eso si se escoge un diseño “conservador” del tipo de una mejora del Pz-IV. De reactores mejor no hablar, etcétera.
Estaba pensando escribir algún “spin-off” sobre el diseño de armas, pero primero tengo que terminar la obra.
Gracias por tu interés, y saludos
Tu regere imperio fluctus Hispane memento
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El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
Muy interesante. Yo te había leído en el otro foro, pero creo que aquí vas a tener mas audiencia y criticas mas elaboradas.
Felicitaciones!
pd. Seguiras por aqui la historia o iras actualizando el otro también (que va mas avanzado)?
Felicitaciones!
pd. Seguiras por aqui la historia o iras actualizando el otro también (que va mas avanzado)?
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- General de Ejército
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El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
Seguramente mañana mismo pondré un nuevo capítulo en el otro foro. Empezé ahí porque es un foro al que le tengo mucho cariño, y tuve problemas con el FMG.
Saludos
Saludos
Tu regere imperio fluctus Hispane memento
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- General de Ejército
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El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
Venganza
13 de Septiembre de 1940
Las noticias de la matanza de la Línea de la Concepción enfurecieron a los españoles aun más que la invasión de Canarias.
Gibraltar siempre había sido una espina en el costado de España, cuyos sucesivos gobiernos seguían exigiendo al gobierno del Reino Unido la descolonización de la plaza. Pero esas demandas eran solo declaraciones dirigidas al público: desde que los soldados de Soult se retiraron en 1812, el Peñón había vivido en paz.
Sin embargo la situación había sufrido un vuelco. El general Franco había derrotado al gobierno legítimo con ayuda alemana, y había instaurado un régimen de corte nacionalista y fascista que reclamaba la devolución del Peñón. Además la inesperada derrota de Francia y las veleidades progermanas de Franco había hecho que Gibraltar quedase en primera línea. Por ello se había evacuado a la población civil al Marruecos francés, y la guarnición había sido reforzada con dos batallones de infantería y un batallón antiaéreo, que se sumaban a los dos batallones de infantería y al regimiento de artillería pesada ya presentes.
Eso no había resuelto el problema de Gibraltar. Las fortificaciones que tan bien habían resistido los asedios en la época de la pólvora negra se habían quedado pequeñas y ya no podían proteger la base naval de la artillería enemiga. Y sin base naval, Gibraltar no era nada. Previendo esa situación el gobierno inglés había ocupado la zona neutral durante el siglo XIX, y en el siglo XX se había construido en ella una base aérea, que se estaba ampliando a toda prisa. Pero incluso así la frontera quedaba demasiado cerca, y los españoles podían alcanzar la base naval hasta con morteros de infantería. Un gobierno inglés cada vez más desesperado había puesto en marcha la operación Monkey: el avance rápido de las fuerzas inglesas para destruir las instalaciones españolas y para ocupar un glacis que diese seguridad a la base. Según los planes el día 7 de Septiembre se infiltrarían grupos de soldados ingleses, que el día 10, coincidiendo con la ocupación de Canarias, debían destruir las baterías costeras españolas de Algeciras y los puentes ferroviarios con el Guadalquivir. Simultáneamente dos batallones ingleses avanzarían por el Istmo ocupando la ciudad española de La Línea de la Concepción.
La operación comenzó con desigual fortuna. Uno de los grupos infiltrados fue sorprendido por policías españoles, que alertaron a sus autoridades. Aun así un polvorín español en Algeciras fue destruido. Al amanecer del día 10 dos batallones del 4º de Devonshire y del 4º Black Watch avanzaron hacia La Línea.
A las seis de la mañana sonaron los silbatos y la infantería inglesa avanzó y cruzó la frontera española. Todos temían las primeras descargas, pero las posiciones españolas estaban vacías. Tan solo dos guardias civiles dieron el alto a los invasores. Una pareja contra un batallón. Los ingleses recorrieron las calles mientras algunos españoles les miraban con gesto hosco, pero otros les aplaudían y les vitoreaban. La policía fascista se refugió en sus cuarteles siendo cercada por patrullas inglesas.
Las órdenes eran tajantes: no había que entretenerse en la ciudad, sino cruzarla lo más rápidamente posible para tomar las baterías de Punta Mala y La Atunara, cuyos cañones apuntaban hacia la Roca. Apenas treinta minutos tras iniciarse el ataque las primeras patrullas inglesas empezaron a ascender las laderas de Sierra Carbonera. Tras una corta escaramuza con los reclutas españoles que manejaban los cañones huyeron, ocupando los ingleses la batería. La sorpresa fue que la artillería pesada que se esperaba encontrar eran viejos cañones del sistema Ordóñez fabricados a finales del siglo XIX. Aun con todo, la sierra era una excelente posición defensiva que dominaba el Campo de Gibraltar.
En La Línea la Guardia Civil y algunos policías se retiraron a la casa cuartel, donde intentaron defenderse, pero se rindieron cuando un cañón de seis pulgadas de la batería Princess Caroline comenzó a disparar contra el grupo de edificios. Y entonces comenzó el horror.
La Línea de la Concepción era una ciudad cuya población era de tendencia izquierdista, y había sido duramente reprimida durante la guerra. En el Penal del Puerto de Santa María de Cádiz cientos de lienenses esperaban ser juzgados. Tras rendirse la policía franquista los oficiales ingleses, urgidos por sus comandantes a tomar posiciones más allá de la ciudad, encomendaron la vigilancia a grupos de españoles que se presentaron voluntarios. Y en cuanto estos recibieron las armas buscaron venganza. En lugar de custodiar a los rendidos, los llevaron al patio y los fusilaron. Y luego salieron a buscar a sus enemigos: autoridades franquistas, derechistas, dueños de talleres y negocios. Entraban en sus hogares y los saqueaban, matando a los que se resistía, y llevando a los detenidos al recién cuartel, y tras un juicio sumario por un tribunal popular recién constituido se les llevaba a la playa y se les fusilaba. A media tarde la arena estaba roja. Siguiendo una vieja tradición, también se asesinó a sacerdotes, religiosos y personas pertenecientes a asociaciones religiosas.
Los ingleses se mantenían al margen. El grueso de la infantería se estaba fortificando al norte de la ciudad, y el resto permanecía en el Peñón. Los pocos policías militares quedaron en La Línea se alejaron de la playa. Hubo casos en los que detuvieron a españoles que huían y los entregaron a sus perseguidores. El Gobernador General de Gibraltar, Sir Clive Gerard Liddell, no supo de las matanzas hasta que a la mañana siguiente le solicitaron que enviase grupos de enterradores. Ya para entonces comprendía el problema en que se había metido: La Línea tenía casi cuarenta mil habitantes, y si tenía que alimentarlos, las reservas de alimentos y agua durarían unas pocas semanas.
Por ello decidió echar a los civiles españoles. Solo se autorizó a quedarse a unos pocos centenares, los más significados. Los demás fueron expulsados y tuvieron que irse con lo puesto, en una larga comitiva que a pie se dirigió hacia San Roque. Los enfermos y los ancianos fueron llevados en carretillas y varios fallecieron durante el traslado. Entre los refugiados había un fotógrafo que había estado fotografiando la playa desde su casa. Al día siguiente sus fotos eran noticia de primera plana en los periódicos de medio mundo.
13 de Septiembre de 1940
Las noticias de la matanza de la Línea de la Concepción enfurecieron a los españoles aun más que la invasión de Canarias.
Gibraltar siempre había sido una espina en el costado de España, cuyos sucesivos gobiernos seguían exigiendo al gobierno del Reino Unido la descolonización de la plaza. Pero esas demandas eran solo declaraciones dirigidas al público: desde que los soldados de Soult se retiraron en 1812, el Peñón había vivido en paz.
Sin embargo la situación había sufrido un vuelco. El general Franco había derrotado al gobierno legítimo con ayuda alemana, y había instaurado un régimen de corte nacionalista y fascista que reclamaba la devolución del Peñón. Además la inesperada derrota de Francia y las veleidades progermanas de Franco había hecho que Gibraltar quedase en primera línea. Por ello se había evacuado a la población civil al Marruecos francés, y la guarnición había sido reforzada con dos batallones de infantería y un batallón antiaéreo, que se sumaban a los dos batallones de infantería y al regimiento de artillería pesada ya presentes.
Eso no había resuelto el problema de Gibraltar. Las fortificaciones que tan bien habían resistido los asedios en la época de la pólvora negra se habían quedado pequeñas y ya no podían proteger la base naval de la artillería enemiga. Y sin base naval, Gibraltar no era nada. Previendo esa situación el gobierno inglés había ocupado la zona neutral durante el siglo XIX, y en el siglo XX se había construido en ella una base aérea, que se estaba ampliando a toda prisa. Pero incluso así la frontera quedaba demasiado cerca, y los españoles podían alcanzar la base naval hasta con morteros de infantería. Un gobierno inglés cada vez más desesperado había puesto en marcha la operación Monkey: el avance rápido de las fuerzas inglesas para destruir las instalaciones españolas y para ocupar un glacis que diese seguridad a la base. Según los planes el día 7 de Septiembre se infiltrarían grupos de soldados ingleses, que el día 10, coincidiendo con la ocupación de Canarias, debían destruir las baterías costeras españolas de Algeciras y los puentes ferroviarios con el Guadalquivir. Simultáneamente dos batallones ingleses avanzarían por el Istmo ocupando la ciudad española de La Línea de la Concepción.
La operación comenzó con desigual fortuna. Uno de los grupos infiltrados fue sorprendido por policías españoles, que alertaron a sus autoridades. Aun así un polvorín español en Algeciras fue destruido. Al amanecer del día 10 dos batallones del 4º de Devonshire y del 4º Black Watch avanzaron hacia La Línea.
A las seis de la mañana sonaron los silbatos y la infantería inglesa avanzó y cruzó la frontera española. Todos temían las primeras descargas, pero las posiciones españolas estaban vacías. Tan solo dos guardias civiles dieron el alto a los invasores. Una pareja contra un batallón. Los ingleses recorrieron las calles mientras algunos españoles les miraban con gesto hosco, pero otros les aplaudían y les vitoreaban. La policía fascista se refugió en sus cuarteles siendo cercada por patrullas inglesas.
Las órdenes eran tajantes: no había que entretenerse en la ciudad, sino cruzarla lo más rápidamente posible para tomar las baterías de Punta Mala y La Atunara, cuyos cañones apuntaban hacia la Roca. Apenas treinta minutos tras iniciarse el ataque las primeras patrullas inglesas empezaron a ascender las laderas de Sierra Carbonera. Tras una corta escaramuza con los reclutas españoles que manejaban los cañones huyeron, ocupando los ingleses la batería. La sorpresa fue que la artillería pesada que se esperaba encontrar eran viejos cañones del sistema Ordóñez fabricados a finales del siglo XIX. Aun con todo, la sierra era una excelente posición defensiva que dominaba el Campo de Gibraltar.
En La Línea la Guardia Civil y algunos policías se retiraron a la casa cuartel, donde intentaron defenderse, pero se rindieron cuando un cañón de seis pulgadas de la batería Princess Caroline comenzó a disparar contra el grupo de edificios. Y entonces comenzó el horror.
La Línea de la Concepción era una ciudad cuya población era de tendencia izquierdista, y había sido duramente reprimida durante la guerra. En el Penal del Puerto de Santa María de Cádiz cientos de lienenses esperaban ser juzgados. Tras rendirse la policía franquista los oficiales ingleses, urgidos por sus comandantes a tomar posiciones más allá de la ciudad, encomendaron la vigilancia a grupos de españoles que se presentaron voluntarios. Y en cuanto estos recibieron las armas buscaron venganza. En lugar de custodiar a los rendidos, los llevaron al patio y los fusilaron. Y luego salieron a buscar a sus enemigos: autoridades franquistas, derechistas, dueños de talleres y negocios. Entraban en sus hogares y los saqueaban, matando a los que se resistía, y llevando a los detenidos al recién cuartel, y tras un juicio sumario por un tribunal popular recién constituido se les llevaba a la playa y se les fusilaba. A media tarde la arena estaba roja. Siguiendo una vieja tradición, también se asesinó a sacerdotes, religiosos y personas pertenecientes a asociaciones religiosas.
Los ingleses se mantenían al margen. El grueso de la infantería se estaba fortificando al norte de la ciudad, y el resto permanecía en el Peñón. Los pocos policías militares quedaron en La Línea se alejaron de la playa. Hubo casos en los que detuvieron a españoles que huían y los entregaron a sus perseguidores. El Gobernador General de Gibraltar, Sir Clive Gerard Liddell, no supo de las matanzas hasta que a la mañana siguiente le solicitaron que enviase grupos de enterradores. Ya para entonces comprendía el problema en que se había metido: La Línea tenía casi cuarenta mil habitantes, y si tenía que alimentarlos, las reservas de alimentos y agua durarían unas pocas semanas.
Por ello decidió echar a los civiles españoles. Solo se autorizó a quedarse a unos pocos centenares, los más significados. Los demás fueron expulsados y tuvieron que irse con lo puesto, en una larga comitiva que a pie se dirigió hacia San Roque. Los enfermos y los ancianos fueron llevados en carretillas y varios fallecieron durante el traslado. Entre los refugiados había un fotógrafo que había estado fotografiando la playa desde su casa. Al día siguiente sus fotos eran noticia de primera plana en los periódicos de medio mundo.
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El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
Lo pactado es lo pactado
15 de Septiembre de 1940
“El día 10 de Septiembre la nación española fue atacada sin declaración de guerra y sin provocación por las fuerzas armadas británicas, que cometieron crímenes incalificables contra la población civil.
Reunida la comisión permanente de la Asamblea Paneuropea, los representantes de las naciones signatarias del Pacto de Aquisgrán exigen al Gobierno del Reino Unido de Gran Bretaña que desista de sus ataques a España, retirando inmediatamente las tropas de su territorio y sus buques de las aguas territoriales españolas. Asimismo exigimos que el Gobierno del Reino Unido de Gran Bretaña indemnice al Gobierno Español por los daños causados y entregue a los responsables de los crímenes para ser juzgados según las leyes españolas.
Si a las 11:00 del 17 de Septiembre el Reino Unido no ha dado muestras inequívocas de aceptar dichas exigencias, la Asamblea Paneuropea considerará que se han agotado todas las vías pacíficas, por lo que se considerará en guerra con el Reino Unido.”
—Magnífico, Primer Ministro, ya lo ha conseguido. Estamos en guerra con medio mundo —ironizó Lord Halifax—. Debemos considerar aceptar el ultimátum. Porque ¿qué se nos ha perdido en Canarias y en Gibraltar?
—Lord Halifax, nuestros informantes aseguraban que Franco iba a declararnos la guerra. Simplemente nos hemos asegurado de hacerlo en nuestras condiciones —respondió Churchill.
—¿Cuáles son nuestras condiciones? Porque no se han discutido en el Gabinete. Además ¿cómo va la invasión de Canarias? —preguntó Halifax—. Ya que nos ha metido en un lío, que por lo menos valga la pena.
—Bueno, la operación ha sido dificultosa pero avanza. La resistencia inicial fue mayor de lo esperado porque los españoles habían sido alertados y tenían en Canarias más aviones de los que pensábamos. Los primeros días sufrimos algunas bajas a causa de los ataques, hasta que enviamos al portaaviones Ark Royal cuyos aviones acabaron con los de los españoles. En tierra el avance fue algo lento porque el terreno era difícil, pero tengo la satisfacción de anunciarles que ayer nuestras tropas consiguieron ocupar la capital de la isla, quedando solo focos aislados de resistencia. Por desgracia, parte de las tropas españolas pudieron escapar y siguen dominando el interior de la isla. Pero derrotarlas es solo es cuestión de tiempo.
—¿Y qué pasó en Gibraltar?
—Nosotros no hemos tenido nada que ver. Fueron algunos de esos españoles locos que en cuanto vieron que los franquistas huían, se tomaron la justicia por su mano.
—O sea, hemos conquistado un aeródromo, un puerto y un villorrio. A cambio hemos conseguido ser la vergüenza del mundo y hemos conseguido unir a nuestros enemigos.— Halifax seguía disconforme con el curso de los acontecimientos—. Primer Ministro, debemos aceptar las exigencias del Pacto de Aquisgrán.
—Aceptar ese ultimátum sería igual que rendirnos. Si mostramos debilidad, los lobos se nos echarán encima.
—Gracias a usted ya tenemos los lobos encima —dice Halifax—. Primer Ministro, si no acepta mis recomendaciones, no tengo nada que hacer en este gabinete. Presento mi dimisión irrevocable.
15 de Septiembre de 1940
“El día 10 de Septiembre la nación española fue atacada sin declaración de guerra y sin provocación por las fuerzas armadas británicas, que cometieron crímenes incalificables contra la población civil.
Reunida la comisión permanente de la Asamblea Paneuropea, los representantes de las naciones signatarias del Pacto de Aquisgrán exigen al Gobierno del Reino Unido de Gran Bretaña que desista de sus ataques a España, retirando inmediatamente las tropas de su territorio y sus buques de las aguas territoriales españolas. Asimismo exigimos que el Gobierno del Reino Unido de Gran Bretaña indemnice al Gobierno Español por los daños causados y entregue a los responsables de los crímenes para ser juzgados según las leyes españolas.
Si a las 11:00 del 17 de Septiembre el Reino Unido no ha dado muestras inequívocas de aceptar dichas exigencias, la Asamblea Paneuropea considerará que se han agotado todas las vías pacíficas, por lo que se considerará en guerra con el Reino Unido.”
—Magnífico, Primer Ministro, ya lo ha conseguido. Estamos en guerra con medio mundo —ironizó Lord Halifax—. Debemos considerar aceptar el ultimátum. Porque ¿qué se nos ha perdido en Canarias y en Gibraltar?
—Lord Halifax, nuestros informantes aseguraban que Franco iba a declararnos la guerra. Simplemente nos hemos asegurado de hacerlo en nuestras condiciones —respondió Churchill.
—¿Cuáles son nuestras condiciones? Porque no se han discutido en el Gabinete. Además ¿cómo va la invasión de Canarias? —preguntó Halifax—. Ya que nos ha metido en un lío, que por lo menos valga la pena.
—Bueno, la operación ha sido dificultosa pero avanza. La resistencia inicial fue mayor de lo esperado porque los españoles habían sido alertados y tenían en Canarias más aviones de los que pensábamos. Los primeros días sufrimos algunas bajas a causa de los ataques, hasta que enviamos al portaaviones Ark Royal cuyos aviones acabaron con los de los españoles. En tierra el avance fue algo lento porque el terreno era difícil, pero tengo la satisfacción de anunciarles que ayer nuestras tropas consiguieron ocupar la capital de la isla, quedando solo focos aislados de resistencia. Por desgracia, parte de las tropas españolas pudieron escapar y siguen dominando el interior de la isla. Pero derrotarlas es solo es cuestión de tiempo.
—¿Y qué pasó en Gibraltar?
—Nosotros no hemos tenido nada que ver. Fueron algunos de esos españoles locos que en cuanto vieron que los franquistas huían, se tomaron la justicia por su mano.
—O sea, hemos conquistado un aeródromo, un puerto y un villorrio. A cambio hemos conseguido ser la vergüenza del mundo y hemos conseguido unir a nuestros enemigos.— Halifax seguía disconforme con el curso de los acontecimientos—. Primer Ministro, debemos aceptar las exigencias del Pacto de Aquisgrán.
—Aceptar ese ultimátum sería igual que rendirnos. Si mostramos debilidad, los lobos se nos echarán encima.
—Gracias a usted ya tenemos los lobos encima —dice Halifax—. Primer Ministro, si no acepta mis recomendaciones, no tengo nada que hacer en este gabinete. Presento mi dimisión irrevocable.
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El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
Cuenta atrás
16 de Septiembre de 1940
—Amigos míos —Goering estaba exultante, los triunfos diplomáticos compensaban de sobra el fracaso de la Luftwaffe sobre Inglaterra—, ha resultado todo mejor aun de lo esperado.
—Statthalter, la idea de la Asamblea Paneuropea fue suya— dice Von Papen—. Yo tan solo la he ayudado a nacer.
—No sea modesto, por favor. Bien, tengo el placer de comunicarle que voy a designarle vicecanciller y Ministro de Asuntos Exteriores. Se lo ha ganado.
—Gracias, Statthalter. Siempre estaré dispuesto a servir a Alemania. En cualquier puesto.
—Y usted, Schellenberg, también tendrá su recompensa. Voy a fusionar los diferentes servicios de inteligencia en una Agencia Germana de Inteligencia. Bajo su dirección. Claro que un simple coronel no puede dirigir una agencia tan importante. Será tarea del General Schellenberg.
—Gracias, Statthalter, pero el Almirante Canaris es mucho más antiguo que yo.
—Usted lo ha dicho, es más antiguo. Merece ya la jubilación. Yo creo que una embajada sería de su agrado ¿Qué tal la de París? ¿Le parece bien, Ministro de Asuntos exteriores? — dice mirando a Von Papen.
—Sería un puesto adecuado, Statthalter.
—Bien, el Almirante disfrutará de un nuevo destino. General Von Manstein —sigue Goering—, voy a seguir necesitando sus servicios en un cometido especial. General Schellenberg, cuéntele a nuestro común amigo su última maquinación.
—Statthalter, no es una maquinación, sino la consecuencia del Pacto. España ha sido atacada y ha pedido ayuda. Si para mañana a las once los ingleses no han cedido, la Asamblea Paneuropea declarará la guerra a Inglaterra.
—Sí, eso ya lo sé. Ha conseguido que media Europa se nos una. Será de gran ayuda —dice Von Manstein.
—No se adelante, general —reprende amablemente Goering— y deje seguir a Schellenberg.
—Como le decía, según el artículo cuarto, los signatarios deben declararle la guerra a Inglaterra. Pero no establece ni plazos ni condiciones. Los signatarios no podrán retirarse aunque expulsemos a los ingleses de Canarias. Y lo mejor es el artículo quinto. Que establece una estructura de mando unificada. Como nosotros vamos a ser los que pongamos la parte del león también tendremos el mando. Con concesiones cara a la galería con nuestros nuevos aliados, por supuesto.
—Gracias, Schellenberg. Coronel General Von Manstein —dice Goering— ahora va a ser su turno. No puedo ofrecerle por ahora el mando unificado, aunque creo que está más que capacitado para ello. Tendré que poner a algún figurón como Von Rundstedt. Pero recordará que usted propuso que atacásemos Egipto.
—Como no, Statthalter ¿desea que estudie los requisitos de la operación?
—Mejor que eso. Usted me dijo el otro día que añoraba mandar tropas en el campo de batalla. Pues ahora tendrá la oportunidad. La dirección de las operaciones navales en el Mediterráneo tendrá que estar bajo mando italiano, pero a cambio pensaba exigirles que aceptasen un mando alemán para las fuerzas terrestres. Mi intención en enviarle a Libia al frente de un cuerpo de ejército alemán ¿le interesa?
16 de Septiembre de 1940
—Amigos míos —Goering estaba exultante, los triunfos diplomáticos compensaban de sobra el fracaso de la Luftwaffe sobre Inglaterra—, ha resultado todo mejor aun de lo esperado.
—Statthalter, la idea de la Asamblea Paneuropea fue suya— dice Von Papen—. Yo tan solo la he ayudado a nacer.
—No sea modesto, por favor. Bien, tengo el placer de comunicarle que voy a designarle vicecanciller y Ministro de Asuntos Exteriores. Se lo ha ganado.
—Gracias, Statthalter. Siempre estaré dispuesto a servir a Alemania. En cualquier puesto.
—Y usted, Schellenberg, también tendrá su recompensa. Voy a fusionar los diferentes servicios de inteligencia en una Agencia Germana de Inteligencia. Bajo su dirección. Claro que un simple coronel no puede dirigir una agencia tan importante. Será tarea del General Schellenberg.
—Gracias, Statthalter, pero el Almirante Canaris es mucho más antiguo que yo.
—Usted lo ha dicho, es más antiguo. Merece ya la jubilación. Yo creo que una embajada sería de su agrado ¿Qué tal la de París? ¿Le parece bien, Ministro de Asuntos exteriores? — dice mirando a Von Papen.
—Sería un puesto adecuado, Statthalter.
—Bien, el Almirante disfrutará de un nuevo destino. General Von Manstein —sigue Goering—, voy a seguir necesitando sus servicios en un cometido especial. General Schellenberg, cuéntele a nuestro común amigo su última maquinación.
—Statthalter, no es una maquinación, sino la consecuencia del Pacto. España ha sido atacada y ha pedido ayuda. Si para mañana a las once los ingleses no han cedido, la Asamblea Paneuropea declarará la guerra a Inglaterra.
—Sí, eso ya lo sé. Ha conseguido que media Europa se nos una. Será de gran ayuda —dice Von Manstein.
—No se adelante, general —reprende amablemente Goering— y deje seguir a Schellenberg.
—Como le decía, según el artículo cuarto, los signatarios deben declararle la guerra a Inglaterra. Pero no establece ni plazos ni condiciones. Los signatarios no podrán retirarse aunque expulsemos a los ingleses de Canarias. Y lo mejor es el artículo quinto. Que establece una estructura de mando unificada. Como nosotros vamos a ser los que pongamos la parte del león también tendremos el mando. Con concesiones cara a la galería con nuestros nuevos aliados, por supuesto.
—Gracias, Schellenberg. Coronel General Von Manstein —dice Goering— ahora va a ser su turno. No puedo ofrecerle por ahora el mando unificado, aunque creo que está más que capacitado para ello. Tendré que poner a algún figurón como Von Rundstedt. Pero recordará que usted propuso que atacásemos Egipto.
—Como no, Statthalter ¿desea que estudie los requisitos de la operación?
—Mejor que eso. Usted me dijo el otro día que añoraba mandar tropas en el campo de batalla. Pues ahora tendrá la oportunidad. La dirección de las operaciones navales en el Mediterráneo tendrá que estar bajo mando italiano, pero a cambio pensaba exigirles que aceptasen un mando alemán para las fuerzas terrestres. Mi intención en enviarle a Libia al frente de un cuerpo de ejército alemán ¿le interesa?
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- Luis M. García
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El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
Jopé Domper, me tienes con el gancho al cuello. Apenas llego a seguir con asiduidad la ucronía de Gaspacher, pasándome de cuando en cuando por lo de Super Mario y ahora vienes tú con este relato...
Bueno, la verdad es que la hipótesis me parece muy improbable, pero al margen de eso el relato está muy bien consruido y estructurado.
Así que intentaré seguir tu relato, pero no aceleres mucho.
Saludos.
Bueno, la verdad es que la hipótesis me parece muy improbable, pero al margen de eso el relato está muy bien consruido y estructurado.
Así que intentaré seguir tu relato, pero no aceleres mucho.
Saludos.
Qué gran vasallo, si hubiese buen señor...
-
- General de Ejército
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- Registrado: 13 Ago 2014, 16:15
El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
¿Improbable por qué?
Reconozco que la premisa de la que parto es muy restrictiva. Esta ucronía surgió de un intercambio de mensajes con Eriol (espero que su “Estrategia Periférica” siga adelante) y poco a poco el asunto creció.
La cuestión es de salud mental: yo no puedo imaginar una ucronía con el Reich por medio y con genocidio. Me parecería aceptable un racismo tipo el de Espados Unidos de la época, en la que los negros eran peor que un cero a la izquierda. Incluso podría aceptar expulsiones, etcétera. No es que me parezca bien, no hará falta decirlo, pero es que pensar en posibilidades para una Alemania genocida y con Hitler a la cabeza me parece tan repugnante que en ese caso mi ucronía sería muy sencilla: Aníbal se reencarna en un belga, que derrota a los alemanes en la batalla de Mons, gana la guerra, y Hitler es ejecutado con algún método chino. Como me esa historia parecería un poco sosa he tenido que pensar en otras opciones.
Pero hay que partir de hechos más o menos posibles. En 1940 el sucesor de Hitler era Goeing (lo siguió siendo hasta 1945) y además estaba en la cumbre de su prestigio. Himmler, un personaje especialmente desagradable, aun no disponía de tanto poder como el que tendría posteriormente. La posibilidad de un golpe de estado no me parece tan extraña, porque algo parecido pasó tras la muerte de Stalin, solo que la defenestración de Beria llevó tres meses.
Con lo que estamos con el primer problema. Siempre he creído que Alemania tuvo seis meses de gracia. En enero de 1941, tras el desastre italiano en Libia, el Reich seguía teniendo muchas posibilidades de ganar pero la victoria británica había tenido un efecto parecido al de Bailén con Napoleón: mostrar al resto del mundo que el Eje no era invencible, y de paso crear un serio problema en África. Simplemente la reconquista de Cirenaica y los preparativos contra Egipto implicarían muchos meses, y para cuando los alemanes llegasen a Suez Estados Unidos ya estaría en la espiral que conducía a la guerra.
Por tanto mi hipótesis necesita un cambio rápido en la cúpula. Candidatos no hay muchos, y todos son desagradables. Como un suceso en el que pereciese toda la cúpula nazi me parece muy improbable, la única alternativa sería un intento de golpe que llevase a Goering a tenerse que apoyar en el ala más rancia del Ejército y no del NSDP.
Respecto al asesinato de Hitler, parece que el Indigno nació con una flor en... bueno, nos entendemos. Porque sobrevivió a tantos intentos que lo realmente extraño es que nadie llegase a matarle. Como mínimo en dos ocasiones estuvo a punto (con lo de la cervecería y con la bomba en el avión). Historias sobre la cervecería o la bomba se están desarrollando en una historia en inglés en el foro Alternate History Board. Pero en la realidad durante su visita a París hubi alguna conspiración, incluyendo planes de detenerle y matarle, pero no llegaron a nada entre otros motivos porque la visita a París fue un tanto sorpresiva y pilló a los conspiradores a contrapié. Pero ¿Y si algún conspirador hubiese sabido con un poco de tiempo que el Repugnante iba a llegar? Con todo es cierto que la historia se trata muy sucintamente, y la investigación posterior no llega a nada. Tal vez convenga desarrollar un poco ese apartado.
Otra cuestión es la persona misma de Goering. Aunque siempre ha sido despreciado como un fatuo gordinflón, no era tonto, y tenía detrás una notable carrera. Su actitud respecto al genocidio fue doble: fue el promotor de la conferencia de Wansee, pero sin embargo protegió a algunos judíos. Mi opinión es que Goering idolatraba a Hitler y hubiese hecho cualquier cosa que le pidiese. Pero era un oportunista bastante pragmático, no tan condicionado por la ideología, por lo que al no estar la Bestia por medio es posible que su política tomase otro rumbo. Reconozco que es un salto en el vacío, pero hipótesis más extrañas se han visto.
Respecto al resto, ahí está el resto de la historia, que iré subiendo poco a poco. Os aviso que ya está casi terminada, pero (claro está) os agradecería todas las sugerencias que podáis hacerme.
Saludos
Reconozco que la premisa de la que parto es muy restrictiva. Esta ucronía surgió de un intercambio de mensajes con Eriol (espero que su “Estrategia Periférica” siga adelante) y poco a poco el asunto creció.
La cuestión es de salud mental: yo no puedo imaginar una ucronía con el Reich por medio y con genocidio. Me parecería aceptable un racismo tipo el de Espados Unidos de la época, en la que los negros eran peor que un cero a la izquierda. Incluso podría aceptar expulsiones, etcétera. No es que me parezca bien, no hará falta decirlo, pero es que pensar en posibilidades para una Alemania genocida y con Hitler a la cabeza me parece tan repugnante que en ese caso mi ucronía sería muy sencilla: Aníbal se reencarna en un belga, que derrota a los alemanes en la batalla de Mons, gana la guerra, y Hitler es ejecutado con algún método chino. Como me esa historia parecería un poco sosa he tenido que pensar en otras opciones.
Pero hay que partir de hechos más o menos posibles. En 1940 el sucesor de Hitler era Goeing (lo siguió siendo hasta 1945) y además estaba en la cumbre de su prestigio. Himmler, un personaje especialmente desagradable, aun no disponía de tanto poder como el que tendría posteriormente. La posibilidad de un golpe de estado no me parece tan extraña, porque algo parecido pasó tras la muerte de Stalin, solo que la defenestración de Beria llevó tres meses.
Con lo que estamos con el primer problema. Siempre he creído que Alemania tuvo seis meses de gracia. En enero de 1941, tras el desastre italiano en Libia, el Reich seguía teniendo muchas posibilidades de ganar pero la victoria británica había tenido un efecto parecido al de Bailén con Napoleón: mostrar al resto del mundo que el Eje no era invencible, y de paso crear un serio problema en África. Simplemente la reconquista de Cirenaica y los preparativos contra Egipto implicarían muchos meses, y para cuando los alemanes llegasen a Suez Estados Unidos ya estaría en la espiral que conducía a la guerra.
Por tanto mi hipótesis necesita un cambio rápido en la cúpula. Candidatos no hay muchos, y todos son desagradables. Como un suceso en el que pereciese toda la cúpula nazi me parece muy improbable, la única alternativa sería un intento de golpe que llevase a Goering a tenerse que apoyar en el ala más rancia del Ejército y no del NSDP.
Respecto al asesinato de Hitler, parece que el Indigno nació con una flor en... bueno, nos entendemos. Porque sobrevivió a tantos intentos que lo realmente extraño es que nadie llegase a matarle. Como mínimo en dos ocasiones estuvo a punto (con lo de la cervecería y con la bomba en el avión). Historias sobre la cervecería o la bomba se están desarrollando en una historia en inglés en el foro Alternate History Board. Pero en la realidad durante su visita a París hubi alguna conspiración, incluyendo planes de detenerle y matarle, pero no llegaron a nada entre otros motivos porque la visita a París fue un tanto sorpresiva y pilló a los conspiradores a contrapié. Pero ¿Y si algún conspirador hubiese sabido con un poco de tiempo que el Repugnante iba a llegar? Con todo es cierto que la historia se trata muy sucintamente, y la investigación posterior no llega a nada. Tal vez convenga desarrollar un poco ese apartado.
Otra cuestión es la persona misma de Goering. Aunque siempre ha sido despreciado como un fatuo gordinflón, no era tonto, y tenía detrás una notable carrera. Su actitud respecto al genocidio fue doble: fue el promotor de la conferencia de Wansee, pero sin embargo protegió a algunos judíos. Mi opinión es que Goering idolatraba a Hitler y hubiese hecho cualquier cosa que le pidiese. Pero era un oportunista bastante pragmático, no tan condicionado por la ideología, por lo que al no estar la Bestia por medio es posible que su política tomase otro rumbo. Reconozco que es un salto en el vacío, pero hipótesis más extrañas se han visto.
Respecto al resto, ahí está el resto de la historia, que iré subiendo poco a poco. Os aviso que ya está casi terminada, pero (claro está) os agradecería todas las sugerencias que podáis hacerme.
Saludos
Tu regere imperio fluctus Hispane memento
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- General de Cuerpo de Ejército
- Mensajes: 8597
- Registrado: 19 Jun 2012, 01:06
El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
Hola Domper , estoy empezando a leer tu Ucronia ya te iré contando , lo poco que e leído tiene muy buena pinta , ya te iré contando
Un saludo .
Un saludo .
Año de Rojos , año de hambre , peste y piojos
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- General de Ejército
- Mensajes: 14687
- Registrado: 13 Ago 2014, 16:15
El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
Gracias por tu interés. Espero que te guste y, casi seguro, mañana habrá más.
Saludos
Saludos
Tu regere imperio fluctus Hispane memento
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