Un cuadro para una de esas historias desconocidas en la ingrata España:
«El último combate del Glorioso», el navío de la Armada que plantó feroz lid a 12 barcos ingleses en tres batallas diferentes en 1747.
Acorralado, sin más munición que los mosquetes de sus marinos, despellejados sus mástiles, el «Glorioso» -comandado por
don Pedro Mesía de la Cerda (Córdoba, 1700-Madrid, 1783)- finalmente rindió pabellón ante el inglés después de volar a uno y hundir a otro de sus barcos en los tres meses en los que su afamada carrera hizo estremecer de nuevo al inglés, quien bien vivo tenía el espanto de Cartagena de Indias y la encarnizada defensa que
Blas de Lezo perpetró para su escarnio en 1741.
En aquel contexto -la conocida como la guerra de la oreja de Jenkins o del Asiento- se sitúa el cuadro que el «marino»
Arturo Pérez-Reverte (académico y escritor) y el pintor
Augusto Ferrer-Dalmau ultiman estos días con el propósito de presentarlo próximamente en el Museo Naval de Madrid, institución que encargó este lienzo para saldar una cuenta pendiente: hasta ahora el único lienzo de aquellas batallas que libró el «Glorioso» consistía en una versión inglesa de
Charles Brooking.
«Ha sido un cuadro de máxima dificultad. Por los vientos reflejados, las velas en facha, la marejada y la multitud de detalles que se podrán encontrar. Hay muchas figuras e historias dentro del cuadro», explica el pintor barcelonés
Ferrer-Dalmau, quien en los últimos años ha espoleado en España el género de la pintura histórica-militar.
Cuadros como
«Jinetes de Alcántara» (sobre el Desastre de Annual),
«Rocroi, el último Tercio», «Mi bandera» (batalla del Cabo de San Vicente),
«Agustina de Aragón», «El Camino Español» (sobre la ruta de los Tercios hacia Flandes) o
«La Patrulla» (guerra de Afganistán) son ejemplos de su obra.
PRIMERA BATALLA: Ahora, y durante los últimos tres meses,
Ferrer-Dalmau ha contado con el asesoramiento de
Pérez-Reverte para pergeñar al alimón una historia que comienza el 15 de julio de 1747, cerca de las Azores, cuando el «Glorioso» y sus 70 cañones se toparon con un convoy de barcos ingleses en el que se hallaban tres buques de guerra que casi lo doblaban en número de cañones: el navío «Warwick», la fragata «Lark» y un bergantín.
SEGUNDA BATALLA: Tras zafarse de aquella primera embestida del inglés en la que hundió a su fragata, el «Glorioso» tiene una segunda batalla rumbo a Finisterre el 14 de agosto tras avistar tres buques ingleses: el navío «Oxford», la fragata «Shoreham» y la corbeta «Falcon». ¿Resultado? El buque de la Armada española libró batalla durante tres horas para después proseguir su ruta dejando maltrechos a los tres buques de la Royal Navy.
TERCERA BATALLA: Después de fondear en Corcubión y luego poner rumbo a Cádiz para su reparación, el «Glorioso» fue interceptado de nuevo el 17 de octubre en el cabo de San Vicente por una fuerza naval compuesta por cuatro fragatas corsarias bajo el mando del
Comodoro Walker: «King George», «Prince Frederick», «Princess Amelia» y «Duke», que sumaban 960 hombres y 120 cañones.
«Siguieron tres horas de carnicería muy bien sostenida por el “Glorioso”; pero al rato se unieron a la fiesta las otras fragatas y dos navíos de línea ingleses que navegaban cerca, el “Darmouth” y el “Russell”: seis barcos y 250 cañones contra los 70 del solitario español, maltrecho y corto de gente por los combates anteriores y la travesía del Atlántico», escribió
Pérez-Reverte en su artículo
«No siempre fue una vergüenza» (XL Semanl 16-7-2012).
Tras hacer blanco en la santabárbara del «Darmouth» y volarlo por los aires, al día siguiente don
Pedro Mesía de la Cerda rindió el «Glorioso»:
«El 19 de octubre -33 muertos y 130 heridos a bordo, agotada la munición, el barco desarbolado, chorreando sangre por los imbornales, raso como un pontón y a punto de hundirse-, el comandante convocó a los oficiales que seguían vivos, los puso por testigos de que la tripulación había hecho lo imposible, y arrió la bandera», relata el autor de
«El capitán Alatriste» o
«Cabo Trafalgar», quien cuenta con una de las bibliotecas navales más ricas de España.
Remolcado hasta Lisboa, finalmente halló hundimiento en la capital portuguesa donde los ingleses pretendían repararlo. El Museo Naval de Madrid aguarda ya a este cuadro de 170×190 centímetros.
«Refleja el amanecer. Los últimos cañonazos de los ingleses, con el “Glorioso” sin munición. En desafiante actitud aún», explica
Ferrer-Dalmau.PD-Esta historia se publicó en la edición impresa de ABC el pasado 23 de noviembre en la sección de Cultura. Hoy ha sido presentado con la presencia de
Su Majestad el Rey.
http://abcblogs.abc.es/tierra-mar-aire/ ... 18108.asp/