El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
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El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
Tournée
17 de junio de 1941
Schellenberg había dedicado dos días a visitar la Ciudad Vieja y ahora iba a visitar los escenarios de las batallas. Con el general Rommel montó en un avión ligero que los llevó hasta el Sinaí. Sobrevolaron el Paso de Mitla y los puntos del cruce del Canal. Luego pudieron ver cientos de carcasas de vehículos que daban fe de la fiereza de los combates. También se veían algunos camiones y grúas, y Rommel le explicó que estaban intentando recuperar los tanques averiados.
Luego el avión voló hacia el Norte, hacia El Arish, donde aterrizó. Allí les esperaba un coche que les llevó hacia Gaza. Ambos lados de la carretera estaban llenos de camiones abandonados, en los que trabajaban algunos mecánicos.
—Esto es como una mina de oro —dijo Rommel—. Con los camiones y los tanques que hemos capturado podríamos seguir hasta la India. Bueno, no tan lejos. Pero parece increíble la cantidad de equipo que tenían los ingleses y lo mal que lo han usado ¿Sabe que la mitad de todos estos camiones han sido fabricados en Estados Unidos?
El coche se acercaba hacia Gaza cuando a Rommel vio cientos de buitres volando en círculos sobre la playa. Era raro porque ahí no se había combatido. Rommel indicó al conductor que se acercase, pero se encontró con un control que les detuvo. Cuando el conductor paró el vehículo sus ocupantes pudieron escuchar disparos en la lejanía.
—General, lo lamento, pero no puede pasar —decía el oficial al mando, ante las insistencias de Rommel.
Rommel, a pesar de ser uno de los pocos generales afables del ejército alemán, no pudo soportar más y empezó a gritar:
—Mire ¿Ve mis insignias? ¡Soy General der Panzertruppe, estoy al mando de este puñetero ejército, y usted está a mis órdenes! ¡Déjeme pasar inmediatamente!
El teniente siguió sin moverse—: general, lo lamento, pero esas son mis órdenes. Ni usted ni nadie, ni siquiera el mismísimo Mariscal Von Manstein, pueden pasar. Menos, con civiles.
Schellenberg descendió del vehículo, rebuscó en su cartera y mostró sus verdaderas credenciales al teniente, que llevaba uniforme de paracaidista. Pero tampoco consiguió paso franco. Rommel tomó a Schellenberg del brazo y lo llevó al coche.
—Vamos a buscar al oficial al mando del sector y volveremos aunque sea con tanques.
Gaza estaba a cargo de los italianos. Rommel encontró por fin al General Dalmazzo, que estaba muy enojado. Aunque Rommel entendía un poco el italiano, prefirió los servicios de un traductor, un italiano del Tirol que supuestamente era bilingüe.
—Generale Rommel, el generale d’Armata Dalmazzo está molto enojato. Un colonnello tudesco le robó los prisioneros que había apresatto in Gaza. Aunque fueron soldati ebrei le honore delo essercito italiano está comprometito.
—General Dalmazzo, el que está comprometido es el honor del ejército alemán. Le ruego que me ceda algunos de sus hombres.
Cada ejército tiene su propio paso. El del inglés es pausado pero constante. El del alemán, fulgurante. Pero el del ejército italiano es de caracol, y hasta el atardecer Rommel no pudo disponer de un grupo de motociclistas. Cuando llegaron a la playa ya no había controles, y solo quedaban buitres y cadáveres. Cientos y cientos de cadáveres, que llevaban el uniforme inglés con la estrella de David cosida en la hombrera.
Rommel ordenó al conductor que volviese a la ciudad. El coche recorrió las calles hasta que encontró a un paracaidista alemán. El general ordenó al conductor que parase, descendió del automóvil, se encaró al soldado y empezó a interrogarlo. Ante la sorpresa de Rommel, el soldado no era paracaidista, sino que pertenecía a un Einsatzkommando que había sido llevado en avión a Gaza dos días antes, llevando uniformes de Fallschirmjäger.
Rommel ordenó al conductor que volviese a Gaza. Ya era tarde para tomar el avión, y tendrían que hacer noche. Los dos generales permanecieron mudos durante el trayecto. Tras conseguir alojamiento de los italianos, Rommel tomó a Schellenberg y lo llevó a un rincón.
—General Schellenberg ¿Usted sabía algo de esto?
Schellenberg, por lo general burlón, mostraba gesto serio—. General Rommel, le juro por mi madre que no sabía nada. Al contrario, yo le recomendé a Goering que dejase de aplicar las leyes de Núremberg. No es que los judíos me resulten especialmente simpáticos, pero creo que el antisemitismo está perjudicando a los intereses alemanes. Además una cosa es romper un escaparate o apalear a un rabino, y otra el asesinato en masa.
—¿Seguro que no había oído nada?
—No, general. Estoy tan indignado como usted. Aunque pensándolo bien, últimamente Goering se está reuniendo con alguna frecuencia con Rosenberg ¿No lo recuerda? Es el autor del panfleto “El mito del Siglo XX”. Si no lo ha leído, mejor: no son sino unas cuantas ideas esotéricas mal hilvanadas mezcladas con un antisemitismo rabioso. A saber que ideas le estará metiendo en la cabeza a Goering. Por de pronto las leyes de Núremberg siguen vigentes aunque me había dicho que las abrogaría. Además vuestra victoria no sabes hasta qué punto le ha inflado. Goering vive en un mundo de sueños, y repite continuamente que su misión es cumplir los designios del líder.
—¿El designio del líder es matar prisioneros judíos?
Schellenberg siguió—: Ese designio, y otros. El otro día supe que estaban rondando por ahí unos documentos que mi querido amigo Hermann me estaba ocultando. Me ha costó un poco obtenerlos, pero aquí están. —Schellenberg se sacó del bolsillo de la camisa un fajo de papeles muy doblados que entregó a Rommel.
—¿Qué es esto?
—Esto es la causa que me ha traído a Palestina. No vengo a preparar conferencias ni monsergas de esas, sino a traer estos papeles para los lean Von Manstein y usted. Me parece un asunto tan importante y tan peligroso que no me he atrevido a usar otros canales. Espero que disculpe mi mala letra, pero no me he arriesgado a escribirlos a máquina: la Gestapo me vigila y todos los días revisan mi papelera, los papeles carbón y hasta la cinta de mi máquina de escribir. Supongo que Goering —Schellenberg seguía sin usar el título oficial— no se fía de nadie y me espía, igual que yo espío a la Gestapo y les espío a ustedes. No ponga esa cara, general ¿No esperaba ningún control? Pero ahora no se preocupe por eso. Me gustaría que enseñase a Von Manstein estos documentos, pero asegúrese que nadie más pueda verlos. Llévelo siempre consigo, no confíe ni en sus ayudantes y menos aun en su conductor. Y cuando los hayan leído, quémenlos.
—Si es algo tan grave…
—Usted mismo lo juzgará. Al darle estos documentos estoy poniendo mi vida en sus manos.
Rommel tomó el papel, lo desplegó y al empezar a leerlo exclamó—: ¡Dios mío!
17 de junio de 1941
Schellenberg había dedicado dos días a visitar la Ciudad Vieja y ahora iba a visitar los escenarios de las batallas. Con el general Rommel montó en un avión ligero que los llevó hasta el Sinaí. Sobrevolaron el Paso de Mitla y los puntos del cruce del Canal. Luego pudieron ver cientos de carcasas de vehículos que daban fe de la fiereza de los combates. También se veían algunos camiones y grúas, y Rommel le explicó que estaban intentando recuperar los tanques averiados.
Luego el avión voló hacia el Norte, hacia El Arish, donde aterrizó. Allí les esperaba un coche que les llevó hacia Gaza. Ambos lados de la carretera estaban llenos de camiones abandonados, en los que trabajaban algunos mecánicos.
—Esto es como una mina de oro —dijo Rommel—. Con los camiones y los tanques que hemos capturado podríamos seguir hasta la India. Bueno, no tan lejos. Pero parece increíble la cantidad de equipo que tenían los ingleses y lo mal que lo han usado ¿Sabe que la mitad de todos estos camiones han sido fabricados en Estados Unidos?
El coche se acercaba hacia Gaza cuando a Rommel vio cientos de buitres volando en círculos sobre la playa. Era raro porque ahí no se había combatido. Rommel indicó al conductor que se acercase, pero se encontró con un control que les detuvo. Cuando el conductor paró el vehículo sus ocupantes pudieron escuchar disparos en la lejanía.
—General, lo lamento, pero no puede pasar —decía el oficial al mando, ante las insistencias de Rommel.
Rommel, a pesar de ser uno de los pocos generales afables del ejército alemán, no pudo soportar más y empezó a gritar:
—Mire ¿Ve mis insignias? ¡Soy General der Panzertruppe, estoy al mando de este puñetero ejército, y usted está a mis órdenes! ¡Déjeme pasar inmediatamente!
El teniente siguió sin moverse—: general, lo lamento, pero esas son mis órdenes. Ni usted ni nadie, ni siquiera el mismísimo Mariscal Von Manstein, pueden pasar. Menos, con civiles.
Schellenberg descendió del vehículo, rebuscó en su cartera y mostró sus verdaderas credenciales al teniente, que llevaba uniforme de paracaidista. Pero tampoco consiguió paso franco. Rommel tomó a Schellenberg del brazo y lo llevó al coche.
—Vamos a buscar al oficial al mando del sector y volveremos aunque sea con tanques.
Gaza estaba a cargo de los italianos. Rommel encontró por fin al General Dalmazzo, que estaba muy enojado. Aunque Rommel entendía un poco el italiano, prefirió los servicios de un traductor, un italiano del Tirol que supuestamente era bilingüe.
—Generale Rommel, el generale d’Armata Dalmazzo está molto enojato. Un colonnello tudesco le robó los prisioneros que había apresatto in Gaza. Aunque fueron soldati ebrei le honore delo essercito italiano está comprometito.
—General Dalmazzo, el que está comprometido es el honor del ejército alemán. Le ruego que me ceda algunos de sus hombres.
Cada ejército tiene su propio paso. El del inglés es pausado pero constante. El del alemán, fulgurante. Pero el del ejército italiano es de caracol, y hasta el atardecer Rommel no pudo disponer de un grupo de motociclistas. Cuando llegaron a la playa ya no había controles, y solo quedaban buitres y cadáveres. Cientos y cientos de cadáveres, que llevaban el uniforme inglés con la estrella de David cosida en la hombrera.
Rommel ordenó al conductor que volviese a la ciudad. El coche recorrió las calles hasta que encontró a un paracaidista alemán. El general ordenó al conductor que parase, descendió del automóvil, se encaró al soldado y empezó a interrogarlo. Ante la sorpresa de Rommel, el soldado no era paracaidista, sino que pertenecía a un Einsatzkommando que había sido llevado en avión a Gaza dos días antes, llevando uniformes de Fallschirmjäger.
Rommel ordenó al conductor que volviese a Gaza. Ya era tarde para tomar el avión, y tendrían que hacer noche. Los dos generales permanecieron mudos durante el trayecto. Tras conseguir alojamiento de los italianos, Rommel tomó a Schellenberg y lo llevó a un rincón.
—General Schellenberg ¿Usted sabía algo de esto?
Schellenberg, por lo general burlón, mostraba gesto serio—. General Rommel, le juro por mi madre que no sabía nada. Al contrario, yo le recomendé a Goering que dejase de aplicar las leyes de Núremberg. No es que los judíos me resulten especialmente simpáticos, pero creo que el antisemitismo está perjudicando a los intereses alemanes. Además una cosa es romper un escaparate o apalear a un rabino, y otra el asesinato en masa.
—¿Seguro que no había oído nada?
—No, general. Estoy tan indignado como usted. Aunque pensándolo bien, últimamente Goering se está reuniendo con alguna frecuencia con Rosenberg ¿No lo recuerda? Es el autor del panfleto “El mito del Siglo XX”. Si no lo ha leído, mejor: no son sino unas cuantas ideas esotéricas mal hilvanadas mezcladas con un antisemitismo rabioso. A saber que ideas le estará metiendo en la cabeza a Goering. Por de pronto las leyes de Núremberg siguen vigentes aunque me había dicho que las abrogaría. Además vuestra victoria no sabes hasta qué punto le ha inflado. Goering vive en un mundo de sueños, y repite continuamente que su misión es cumplir los designios del líder.
—¿El designio del líder es matar prisioneros judíos?
Schellenberg siguió—: Ese designio, y otros. El otro día supe que estaban rondando por ahí unos documentos que mi querido amigo Hermann me estaba ocultando. Me ha costó un poco obtenerlos, pero aquí están. —Schellenberg se sacó del bolsillo de la camisa un fajo de papeles muy doblados que entregó a Rommel.
—¿Qué es esto?
—Esto es la causa que me ha traído a Palestina. No vengo a preparar conferencias ni monsergas de esas, sino a traer estos papeles para los lean Von Manstein y usted. Me parece un asunto tan importante y tan peligroso que no me he atrevido a usar otros canales. Espero que disculpe mi mala letra, pero no me he arriesgado a escribirlos a máquina: la Gestapo me vigila y todos los días revisan mi papelera, los papeles carbón y hasta la cinta de mi máquina de escribir. Supongo que Goering —Schellenberg seguía sin usar el título oficial— no se fía de nadie y me espía, igual que yo espío a la Gestapo y les espío a ustedes. No ponga esa cara, general ¿No esperaba ningún control? Pero ahora no se preocupe por eso. Me gustaría que enseñase a Von Manstein estos documentos, pero asegúrese que nadie más pueda verlos. Llévelo siempre consigo, no confíe ni en sus ayudantes y menos aun en su conductor. Y cuando los hayan leído, quémenlos.
—Si es algo tan grave…
—Usted mismo lo juzgará. Al darle estos documentos estoy poniendo mi vida en sus manos.
Rommel tomó el papel, lo desplegó y al empezar a leerlo exclamó—: ¡Dios mío!
Tu regere imperio fluctus Hispane memento
- Luis M. García
- Almirante General
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- Registrado: 23 Jul 2009, 18:04
- Ubicación: Al bressol d'Espanya. Puxa Asturies!!
El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
Ya decía yo que Göring no era trigo limpio...
Ahora nos tiene en ascuas Domper, no se demore, por favor...
Qué gran vasallo, si hubiese buen señor...
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- General de Ejército
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- Registrado: 13 Ago 2014, 16:15
El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
Pues a mi que me parecía tan majete. Una belleza de persona.
Mañana, más... puede.
Saludos
Mañana, más... puede.
Saludos
Tu regere imperio fluctus Hispane memento
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- Teniente Coronel
- Mensajes: 2021
- Registrado: 27 Ene 2009, 18:25
El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
Me da la impresión de que habrá que tocará sustituir al sustituto.
¿A quién se pone entonces?
¿A quién se pone entonces?
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- Teniente
- Mensajes: 987
- Registrado: 17 Nov 2014, 21:39
El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
Eso está muy claro. Al sustituto del sustituto.
- “El sueño de la razón produce monstruos”. Francisco de Goya.
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- General de Ejército
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El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
Si el sustituto se deja sustituir...
Tu regere imperio fluctus Hispane memento
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- General
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- Ubicación: Hoy en mañolandia, mañana ya veremos
El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
Esa actitud con Rommel...
El mismo que obligo a que las SS no formasen delante de su regimiento en una visita de AH...
saludos
El mismo que obligo a que las SS no formasen delante de su regimiento en una visita de AH...
saludos
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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- General de Ejército
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El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
El amigo Rommel fue muy contradictorio. Recordemos su papel en la captura y posterior asesinato de tropas coloniales francesas, por ejemplo. Pero enfrentado a la maldad en estado puro ¿qué haría? ¿o qué no haría? Especialmente si por medio hay una catástrofe militar.
Saludos
Saludos
Tu regere imperio fluctus Hispane memento
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- General de Ejército
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El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
Capítulo 27. Casi negro
Directiva 31c
18 de Junio de 1941
“El Statthalter y Supremo Comandante de la Wehrmacht
OKW/WFSt./Abt.L(I) Nº 31 136/41 g.Kdos.
22 de Mayo de 1941
Máximo Secreto
Directiva nº 31c: Operación Reinigung
La favorable evolución de la guerra contra Inglaterra permite que el Reich alemán inicie las operaciones militares destinadas a la adquisición del espacio vital necesario para el progreso de la raza aria, en la actualidad en posesión de la Unión Soviética.La Directiva 31 (Operación Rotbart) establece los movimientos militares necesarios para la destrucción del régimen bolchevique y la conquista del espacio vital destinado al Pueblo Alemán, que se emprenderán en cuanto sea posible, aunque la guerra contra Inglaterra aun no haya llegado a la indefectible victoria.”
—¡Dios mío! —Exclamó Rommel— ¿Vamos a atacar a los rusos mientras Inglaterra sigue en pie? ¿Es que en Berlín no aprendieron nada de la guerra anterior? Si invadimos Rusia le daremos a Churchill el respiro que necesita. No sé si Alemania puede derrotar al ogro ruso, pero estoy seguro que si lo atacamos sin vencer antes a Inglaterra nos buscamos la ruina.
—Coincido con usted. La ruina es lo que encontraremos si atacamos a Rusia —dijo Schellenberg—. Aunque yo creo que el ejército alemán sí que es capaz de derrotar a los rusos. Usted no conoce las debilidades de la URSS. Pero quien de verdad me da miedo es el presidente norteamericano, Roosevelt. Nos odia y si no nos ha declarado la guerra ya es porque no ha podido convencer a su pueblo, pero sigue intentándolo y antes o después lo conseguirá. Pero aun no ha llegado a lo peor. Siga leyendo, por favor.
“La conquista del espacio vital supondrá una amenaza a la raza aria al estar poblados los territorios que se van a adquirir por razas inferiores y degeneradas. Esas razas son portadoras de ideologías perniciosas que ya han infectado a elementos de toda Europa, incluso pertenecientes al pueblo alemán. Siguiendo el camino marcado por el Führer, debe procederse a la destrucción de los elementos degenerados que atentan contra la culminación del destino de la raza aria.
Las razas inferiores y degeneradas, ya demasiado abundantes en los territorios conquistados durante los dos años de guerra, son especialmente numerosas en los territorios del Este, donde su ideología retorcida ha conseguido crear el estado bolchevique, enemigo de la cultura alemana y de la raza aria, y que debe ser destruido hasta su raíz.
Este documento establece las guías de actuación para evitar la contaminación ideológica y racial, y para crear el espacio vital necesario para la expansión del pueblo alemán.”
—¿Todavía siguen en Berlín con esas pamplinas raciales? —Preguntó Rommel—. Me parece evidente la superioridad de la cultura alemana, y luchar para que Alemania consiga la supremacía europea a la que tiene derecho me parece lógico. Pero mezclarlo con tonterías sobre la raza…
—Si solo fuesen tonterías… Siga leyendo, por favor.
“I. Intención general.
Será misión principal del ejército alemán no solo la derrota del estado bolchevique, sino la destrucción de sus estructuras sociales e ideológicas y la eliminación de los elementos de razas degeneradas que lo mantienen.
Será también misión del ejército alemán crear las condiciones que propicien la disminución de la población de las razas inferiores que ocupan el espacio vital necesario para el pueblo alemán.
Los espacios conquistados en el Este de Europa se utilizarán además para proceder a la limpieza racial e ideológica del Reich y de los territorios ocupados.
La depuración se iniciará en cuanto lo permitan las operaciones militares, sin esperar a la victoria final.
II. Clasificación racial.
El territorio del Este está poblado por multitud de razas por lo que la depuración no podrá ser indiscriminada. Como norma general, se establecerán cinco categorías raciales:
a. Arios puros, con rasgos arios y antecedentes alemanes.
b. Nórdicos y arios mestizos, con rasgos arios pero sin antecedentes alemanes conocidos, o con antecedentes alemanes pero sin rasgos arios.
c. Razas puras no arias, favorables a Alemania, como los pueblos bálticos.
d. Razas inferiores, categoría a la que pertenecen la mayoría de los pueblos eslavos.
e. Razas degeneradas. Se considerarán degenerados los elementos con caracteres raciales incompatibles con la nación alemana, como judíos, gitanos o negros. También se considerará que determinadas conductas indicarán la degeneración ideológica y racial. Entre ellas estarán la pertenencia al Partido Comunista u otras asociaciones revolucionarias, la colaboración con el estado bolchevique, el liderazgo de las poblaciones inferiores, las mezclas raciales, o la resistencia armada contra el pueblo alemán.”
—¿Resistencia armada contra el pueblo alemán? ¿Eso incluye a los soldados?
—No se detenga, por favor —repuso Schellenberg.
“III. Tratamiento de las razas inferiores y degeneradas.
Como norma general los elementos de razas inferiores serán eliminados. Los que empuñen armas contra el ejército alemán, especialmente los comisarios políticos o los oficiales del ejército, serán eliminados en cuanto sean capturados. La eliminación del resto de los elementos degenerados se encomendará a los Einsatzgruppen, que procederán a la clasificación de la población de las áreas capturadas y al tratamiento de los grupos raciales.”
Rommel estaba cada vez más disgustado— ¿Tratamiento? Vaya eufemismo para el asesinato en masa.
“También se tomarán medidas que favorezcan la disminución de la población de las razas inferiores, tales como deportaciones, requisas de alimentos, hambrunas provocadas, etcétera. Se considera de vital importancia la destrucción de las estructuras sociales de las razas inferiores y la eliminación de sus líderes, considerándose como tales las autoridades públicas o los que desempeñen puestos de responsabilidad o con repercusión social, es decir, profesionales, personal de la administración, policía, religiosos...
El mantenimiento del ejército alemán se hará usando recursos capturados, y no dedicará en ningún caso ningún medio a la supervivencia de los grupos raciales inferiores o degenerados.
Las poblaciones inferiores que apoyen las operaciones militares contra Alemania, que alberguen a bandidos o a elementos degenerados, o que no colaboren estrechamente con Alemania, serán consideradas razas degeneradas y tratadas en consecuencia.
Aunque el tratamiento de las razas degeneradas e inferiores será realizado por los Einsatzgruppen, el ejército alemán colaborará si es requerido, o si las circunstancias lo hacen aconsejable, teniendo en cuenta que la misión principal del ejército será la creación de un espacio vital para el pueblo ario limpio de elementos raciales e ideológicos perniciosos.
En cuanto la situación militar lo permita se procederá a la deportación de los elementos de raza degenerada de otras regiones de Europa a los territorios adquiridos para su tratamiento. El Ejército alemán colaborará con los Einsatzgruppen en la reunión, custodia, traslado y tratamiento de dichos elementos degenerados.
IV. Normas de la guerra.
La Directiva 31b establece que las normas de la guerra no se aplicarán en la guerra racial. Especialmente los actos realizados contra razas degeneradas o inferiores por el ejército alemán, por las unidades auxiliares o por la administración alemana, o por alemanes actuando individualmente, que sean efectuados contra elementos de razas inferiores o degeneradas, no se considerarán delictivos sean cuales sean las circunstancias.
V. Secreto.
La difusión de este documento sería perjudicial durante la preparación de la operación Rotbart, por lo que solo será distribuido a jefes de cuerpo de ejército y de ejército participantes en la operación Rotbart, a sus jefes de Estado Mayor, y a los jefes de las unidades implicadas en la depuración y el tratamiento de los diferentes grupos raciales. Solo en fases más avanzadas de la preparación de Rotbart se informará a niveles inferiores. Los soldados del ejército alemán serán informados cuando se inicien las operaciones militares ofensivas.
Firmado: Hermann Goering.”
Rommel permaneció en silencio mientras meditaba las implicaciones de lo que había leído. Finalmente le preguntó a Schellenberg:
—¿Este documento es real o se trata de otra de sus maquinaciones? ¿Cómo sé que no me está engañando? Cualquier propagandista puede componer este panfleto en un rato.
—General, yo quería consultar con ustedes porque también tenía dudas. Pero lo que vimos ayer en la playa de Gaza me las quitó.
— ¿Tiene la orden original? —Preguntó Rommel.
—Ya le he dicho que se han distribuido pocas copias y que están numeradas. Además me vigilan de cerca: sé que revisan mis documentos y que leen mi diario. Es fácil comprobarlo: solía dejar trampas para los espías aficionados: un pelo en la puerta, unas motas de polvo en el lugar adecuado… Ya he dejado de hacerlo pues ya sé que todas las noches se registra a fondo mi despacho. Esos inútiles de la Gestapo creen que no dejan huellas ¡Ja!
—Entonces ¿Cómo consiguió esto? —dijo Rommel mirando el documento.
—Yo también sé espiar. Supe que estaba circulando una directiva que Goering no me había mostrado. Eso me alarmó, porque yo pensaba que aun contaba con la confianza de ese gordo morfinómano —era la primera vez que Rommel oía a Schellenberg hablar despectivamente de Goering—. Pero hay en Berlín muchos que me odian por el papel que tuve en cercenar el golpe de Himmler y Heydrich. Veo que se extraña ¿no conoce toda la historia? En otro momento se la contaré. Estuve considerando abordar a Goering y preguntarle por la directiva, pero luego pensé que si no me había dicho nada sería mejor hacerme el tonto. Pensé que Kaltenbrunner estaba metido en el ajo y, ya que el gordo me encomendó en su día la vigilancia de todos esos jerifaltes, dediqué a Kaltenbrunner mi atención especial. Ese animal sabrá mucho de odio racial pero de seguridad, nada. No me costó mucho conseguir el documento, tomar algunas notas y devolvérselo. Le aseguro que yo no dejé ninguna huella. Luego lo he reescrito de memoria. Por eso puede haber errores. Pero le juro que ese documento existe.
Rommel permaneció en silencio unos segundos, y finalmente preguntó:
—¿Cómo se ha podido llegar hasta aquí?
—Visto a posteriori, tenía que pasar. No se puede predicar el odio radial como hacía el perturbado de Hitler y esperar que no pase nada. No ponga esa cara. Yo también admiré a Hitler, pero en mi puesto de jefe de inteligencia he visto muchas cosas ¿Ha viajado últimamente por Polonia? Los judíos están siendo concentrados en guetos en condiciones inhumanas, y están desapareciendo todos los que pueden mantener el espíritu polaco o hebreo: políticos, maestros, religiosos, científicos, investigadores. En Polonia está actuando un grupo especial, un Einsatzgruppe, que depende directamente de Kaltenbrunner. Esa bestia ahora pertenece a la Gestapo y está bajo las órdenes directas de Müller. Como sé que es Müller el encargado de vigilarme yo tampoco le pierdo de vista. Berlín es un nido de espías y de sospechas.
—No sabía nada de eso —repuso Rommel.
—Ustedes los soldados nunca saben nada. Para los militares es muy fácil centrarse en sus mapas y cerrar los ojos a lo que pasa tras los bastidores. No saben lo que se cuece en la cancillería y aunque hayan hablado con Goering, tampoco lo conocen de verdad. Parece un fatuo gordinflón, pero es bastante más inteligente de lo que usted cree, y es tremendamente celoso. Si quiere caer en desgracia no hay nada como meterse en lo que él considera como suyo. Además el gordo adora la adulación. Se había inflado como un globo de aire caliente tras la conquista de El Cairo y de Atenas, y solo faltaba Kaltenbrunner.
—Está nombrando todo el rato a ese Kaltenbrunner ¿No era un ayudante de Heydrich?
—Sí, pero cuando ocurrió el asesinato de Hitler y la intentona golpista tuvo la fortuna de estar fuera de Berlín, y fue lo suficientemente listo como para colaborar en el desmantelamiento de las SS. El caso es que sobrevivió, se metió en la Gestapo, y empezó a intrigar. Goering estaba pasando más tiempo de la cuenta con Rosenberg, y ese imbécil le presentó a Kaltenbrunner, que ha montado un coro para loar las glorias del Statthalter. Ha conseguido convencerle de ser el hombre providencial que está destinado a guiar Alemania a la cima del mundo.
—Es que Alemania debe estar en la cima del mundo.
—No de cualquier forma —repuso Schellenberg—. A mí no me parece mal que se dé un poco de coba al gordinflón. Es la mejor forma de llevarlo por donde uno quiere. Lo malo es que Kaltenbrunner no solo lo aduló, sino que le refrescó las ideas de odio racial que le había metido Hitler, y está repitiéndole constantemente que tiene que cumplir el sueño del Führer. Aunque sea un sueño de sangre.
—¿Usted no puede hacer nada?
—Ni lo intentado. Goering ya no me escucha sobre los judíos. Como apoyé la petición de Von Papen de suavizar el antisemitismo, Kaltenbrunner va diciendo que mi familia tiene mucho que esconder. Tampoco le va demasiado bien a Von Papen, a quien el gordo ya le ha soltado un par de frescas. Si tenía alguna duda sobre el ascenso de Kaltenbrunner, el que el gordinflón me haya escondido esto me las ha despejado —dijo Schellenberg señalando los papeles—. Me importa mi carrera, pero me preocupa más esa barbaridad. Si se lleva a cabo ese plan no solo Alemania podría ser vencida, sino que su nombre quedará enfangado ante la Historia.
—Es repugnante —dijo Rommel— pero ¿está seguro que no es una falsificación para tenderle una trampa?
—Ya le he dicho que al principio tuve mis dudas. Pero conseguí echar un vistazo a la copia que tenía el Mariscal Beck…
—¿Beck? No creo que un oficial alemán se implique en semejante ignominia.
—Pues conoce poco a los oficiales alemanes. Han recibido copias de la Directiva por lo menos Beck, Halder y Keitel. Además de Kaltenbrunner y de Müller, lógicamente. También creo que la tienen Frick, el ministro del interior, Schlegelberger, el de justicia, y Frank, el del Gobierno General de Polonia.
Rommel seguía dudando—: Algo así me parece increíble. Podría ser una añagaza para atraparle.
Schellenberg suspiró— General, usted ha estado conmigo en la playa esta tarde ¿recuerda lo que vio? Ya hay un Einsatzgruppe en Polonia, y ha llegado otro a Palestina.
—¿Y qué quiere que haga? Esta tarde esos asesinos rechazaron mi autoridad. Puedo intentar impedir sus tropelías, pero no le garantizo nada: si no obedezco las órdenes de Berlín me relevarán. Además aquí no faltarán voluntarios para asesinar judíos.
—Por ahora solo quiero que le entregue el documento a Von Manstein —dijo Schellenberg—. Yo no podré dárselo: a mí me vigilan, y ya no tengo motivos para prolongar mi estancia. Me despediré del Mariscal pero en público, pues me parece peligroso reunirme a solas con él ¿sabe que también sospechan del mariscal? Kaltenbrunner le está sugiriendo a Goering que Von Manstein tiene sangre judía y que por eso quiere ser el virrey de Palestina. El gordo no ha necesitado más insinuaciones y lo va a sustituir por Kesselring. Usted tampoco está a salvo, ya que todo el mundo sabe de su amistad con Von Manstein. No crea que sus triunfos le protegen, porque podría sufrir un accidente.
—¿Me amenaza?
—General, yo estoy de su parte. Solo le pido que tenga cuidado. Ya le he dicho que tengo que espiarles y que tengo soplones infiltrados entre su personal, pero igual que me informan a mi pueden chivarse a Müller. Ni siquiera le voy a decir quiénes son mis hombres, porque si no sabe sus nombres irá con más cuidado. Además podría haber algún otro espía que yo no conozca. Sea muy cuidadoso. Lleve siempre encima esos papeles, hasta para dormir. No se fíe ni de amigos ni de ayudantes, porque pueden estar siendo chantajeados. Cuando pueda, entregue el documento a Von Manstein, para que lo lea y lo queme. Pero con disimulo, por favor.
Directiva 31c
18 de Junio de 1941
“El Statthalter y Supremo Comandante de la Wehrmacht
OKW/WFSt./Abt.L(I) Nº 31 136/41 g.Kdos.
22 de Mayo de 1941
Máximo Secreto
Directiva nº 31c: Operación Reinigung
La favorable evolución de la guerra contra Inglaterra permite que el Reich alemán inicie las operaciones militares destinadas a la adquisición del espacio vital necesario para el progreso de la raza aria, en la actualidad en posesión de la Unión Soviética.La Directiva 31 (Operación Rotbart) establece los movimientos militares necesarios para la destrucción del régimen bolchevique y la conquista del espacio vital destinado al Pueblo Alemán, que se emprenderán en cuanto sea posible, aunque la guerra contra Inglaterra aun no haya llegado a la indefectible victoria.”
—¡Dios mío! —Exclamó Rommel— ¿Vamos a atacar a los rusos mientras Inglaterra sigue en pie? ¿Es que en Berlín no aprendieron nada de la guerra anterior? Si invadimos Rusia le daremos a Churchill el respiro que necesita. No sé si Alemania puede derrotar al ogro ruso, pero estoy seguro que si lo atacamos sin vencer antes a Inglaterra nos buscamos la ruina.
—Coincido con usted. La ruina es lo que encontraremos si atacamos a Rusia —dijo Schellenberg—. Aunque yo creo que el ejército alemán sí que es capaz de derrotar a los rusos. Usted no conoce las debilidades de la URSS. Pero quien de verdad me da miedo es el presidente norteamericano, Roosevelt. Nos odia y si no nos ha declarado la guerra ya es porque no ha podido convencer a su pueblo, pero sigue intentándolo y antes o después lo conseguirá. Pero aun no ha llegado a lo peor. Siga leyendo, por favor.
“La conquista del espacio vital supondrá una amenaza a la raza aria al estar poblados los territorios que se van a adquirir por razas inferiores y degeneradas. Esas razas son portadoras de ideologías perniciosas que ya han infectado a elementos de toda Europa, incluso pertenecientes al pueblo alemán. Siguiendo el camino marcado por el Führer, debe procederse a la destrucción de los elementos degenerados que atentan contra la culminación del destino de la raza aria.
Las razas inferiores y degeneradas, ya demasiado abundantes en los territorios conquistados durante los dos años de guerra, son especialmente numerosas en los territorios del Este, donde su ideología retorcida ha conseguido crear el estado bolchevique, enemigo de la cultura alemana y de la raza aria, y que debe ser destruido hasta su raíz.
Este documento establece las guías de actuación para evitar la contaminación ideológica y racial, y para crear el espacio vital necesario para la expansión del pueblo alemán.”
—¿Todavía siguen en Berlín con esas pamplinas raciales? —Preguntó Rommel—. Me parece evidente la superioridad de la cultura alemana, y luchar para que Alemania consiga la supremacía europea a la que tiene derecho me parece lógico. Pero mezclarlo con tonterías sobre la raza…
—Si solo fuesen tonterías… Siga leyendo, por favor.
“I. Intención general.
Será misión principal del ejército alemán no solo la derrota del estado bolchevique, sino la destrucción de sus estructuras sociales e ideológicas y la eliminación de los elementos de razas degeneradas que lo mantienen.
Será también misión del ejército alemán crear las condiciones que propicien la disminución de la población de las razas inferiores que ocupan el espacio vital necesario para el pueblo alemán.
Los espacios conquistados en el Este de Europa se utilizarán además para proceder a la limpieza racial e ideológica del Reich y de los territorios ocupados.
La depuración se iniciará en cuanto lo permitan las operaciones militares, sin esperar a la victoria final.
II. Clasificación racial.
El territorio del Este está poblado por multitud de razas por lo que la depuración no podrá ser indiscriminada. Como norma general, se establecerán cinco categorías raciales:
a. Arios puros, con rasgos arios y antecedentes alemanes.
b. Nórdicos y arios mestizos, con rasgos arios pero sin antecedentes alemanes conocidos, o con antecedentes alemanes pero sin rasgos arios.
c. Razas puras no arias, favorables a Alemania, como los pueblos bálticos.
d. Razas inferiores, categoría a la que pertenecen la mayoría de los pueblos eslavos.
e. Razas degeneradas. Se considerarán degenerados los elementos con caracteres raciales incompatibles con la nación alemana, como judíos, gitanos o negros. También se considerará que determinadas conductas indicarán la degeneración ideológica y racial. Entre ellas estarán la pertenencia al Partido Comunista u otras asociaciones revolucionarias, la colaboración con el estado bolchevique, el liderazgo de las poblaciones inferiores, las mezclas raciales, o la resistencia armada contra el pueblo alemán.”
—¿Resistencia armada contra el pueblo alemán? ¿Eso incluye a los soldados?
—No se detenga, por favor —repuso Schellenberg.
“III. Tratamiento de las razas inferiores y degeneradas.
Como norma general los elementos de razas inferiores serán eliminados. Los que empuñen armas contra el ejército alemán, especialmente los comisarios políticos o los oficiales del ejército, serán eliminados en cuanto sean capturados. La eliminación del resto de los elementos degenerados se encomendará a los Einsatzgruppen, que procederán a la clasificación de la población de las áreas capturadas y al tratamiento de los grupos raciales.”
Rommel estaba cada vez más disgustado— ¿Tratamiento? Vaya eufemismo para el asesinato en masa.
“También se tomarán medidas que favorezcan la disminución de la población de las razas inferiores, tales como deportaciones, requisas de alimentos, hambrunas provocadas, etcétera. Se considera de vital importancia la destrucción de las estructuras sociales de las razas inferiores y la eliminación de sus líderes, considerándose como tales las autoridades públicas o los que desempeñen puestos de responsabilidad o con repercusión social, es decir, profesionales, personal de la administración, policía, religiosos...
El mantenimiento del ejército alemán se hará usando recursos capturados, y no dedicará en ningún caso ningún medio a la supervivencia de los grupos raciales inferiores o degenerados.
Las poblaciones inferiores que apoyen las operaciones militares contra Alemania, que alberguen a bandidos o a elementos degenerados, o que no colaboren estrechamente con Alemania, serán consideradas razas degeneradas y tratadas en consecuencia.
Aunque el tratamiento de las razas degeneradas e inferiores será realizado por los Einsatzgruppen, el ejército alemán colaborará si es requerido, o si las circunstancias lo hacen aconsejable, teniendo en cuenta que la misión principal del ejército será la creación de un espacio vital para el pueblo ario limpio de elementos raciales e ideológicos perniciosos.
En cuanto la situación militar lo permita se procederá a la deportación de los elementos de raza degenerada de otras regiones de Europa a los territorios adquiridos para su tratamiento. El Ejército alemán colaborará con los Einsatzgruppen en la reunión, custodia, traslado y tratamiento de dichos elementos degenerados.
IV. Normas de la guerra.
La Directiva 31b establece que las normas de la guerra no se aplicarán en la guerra racial. Especialmente los actos realizados contra razas degeneradas o inferiores por el ejército alemán, por las unidades auxiliares o por la administración alemana, o por alemanes actuando individualmente, que sean efectuados contra elementos de razas inferiores o degeneradas, no se considerarán delictivos sean cuales sean las circunstancias.
V. Secreto.
La difusión de este documento sería perjudicial durante la preparación de la operación Rotbart, por lo que solo será distribuido a jefes de cuerpo de ejército y de ejército participantes en la operación Rotbart, a sus jefes de Estado Mayor, y a los jefes de las unidades implicadas en la depuración y el tratamiento de los diferentes grupos raciales. Solo en fases más avanzadas de la preparación de Rotbart se informará a niveles inferiores. Los soldados del ejército alemán serán informados cuando se inicien las operaciones militares ofensivas.
Firmado: Hermann Goering.”
Rommel permaneció en silencio mientras meditaba las implicaciones de lo que había leído. Finalmente le preguntó a Schellenberg:
—¿Este documento es real o se trata de otra de sus maquinaciones? ¿Cómo sé que no me está engañando? Cualquier propagandista puede componer este panfleto en un rato.
—General, yo quería consultar con ustedes porque también tenía dudas. Pero lo que vimos ayer en la playa de Gaza me las quitó.
— ¿Tiene la orden original? —Preguntó Rommel.
—Ya le he dicho que se han distribuido pocas copias y que están numeradas. Además me vigilan de cerca: sé que revisan mis documentos y que leen mi diario. Es fácil comprobarlo: solía dejar trampas para los espías aficionados: un pelo en la puerta, unas motas de polvo en el lugar adecuado… Ya he dejado de hacerlo pues ya sé que todas las noches se registra a fondo mi despacho. Esos inútiles de la Gestapo creen que no dejan huellas ¡Ja!
—Entonces ¿Cómo consiguió esto? —dijo Rommel mirando el documento.
—Yo también sé espiar. Supe que estaba circulando una directiva que Goering no me había mostrado. Eso me alarmó, porque yo pensaba que aun contaba con la confianza de ese gordo morfinómano —era la primera vez que Rommel oía a Schellenberg hablar despectivamente de Goering—. Pero hay en Berlín muchos que me odian por el papel que tuve en cercenar el golpe de Himmler y Heydrich. Veo que se extraña ¿no conoce toda la historia? En otro momento se la contaré. Estuve considerando abordar a Goering y preguntarle por la directiva, pero luego pensé que si no me había dicho nada sería mejor hacerme el tonto. Pensé que Kaltenbrunner estaba metido en el ajo y, ya que el gordo me encomendó en su día la vigilancia de todos esos jerifaltes, dediqué a Kaltenbrunner mi atención especial. Ese animal sabrá mucho de odio racial pero de seguridad, nada. No me costó mucho conseguir el documento, tomar algunas notas y devolvérselo. Le aseguro que yo no dejé ninguna huella. Luego lo he reescrito de memoria. Por eso puede haber errores. Pero le juro que ese documento existe.
Rommel permaneció en silencio unos segundos, y finalmente preguntó:
—¿Cómo se ha podido llegar hasta aquí?
—Visto a posteriori, tenía que pasar. No se puede predicar el odio radial como hacía el perturbado de Hitler y esperar que no pase nada. No ponga esa cara. Yo también admiré a Hitler, pero en mi puesto de jefe de inteligencia he visto muchas cosas ¿Ha viajado últimamente por Polonia? Los judíos están siendo concentrados en guetos en condiciones inhumanas, y están desapareciendo todos los que pueden mantener el espíritu polaco o hebreo: políticos, maestros, religiosos, científicos, investigadores. En Polonia está actuando un grupo especial, un Einsatzgruppe, que depende directamente de Kaltenbrunner. Esa bestia ahora pertenece a la Gestapo y está bajo las órdenes directas de Müller. Como sé que es Müller el encargado de vigilarme yo tampoco le pierdo de vista. Berlín es un nido de espías y de sospechas.
—No sabía nada de eso —repuso Rommel.
—Ustedes los soldados nunca saben nada. Para los militares es muy fácil centrarse en sus mapas y cerrar los ojos a lo que pasa tras los bastidores. No saben lo que se cuece en la cancillería y aunque hayan hablado con Goering, tampoco lo conocen de verdad. Parece un fatuo gordinflón, pero es bastante más inteligente de lo que usted cree, y es tremendamente celoso. Si quiere caer en desgracia no hay nada como meterse en lo que él considera como suyo. Además el gordo adora la adulación. Se había inflado como un globo de aire caliente tras la conquista de El Cairo y de Atenas, y solo faltaba Kaltenbrunner.
—Está nombrando todo el rato a ese Kaltenbrunner ¿No era un ayudante de Heydrich?
—Sí, pero cuando ocurrió el asesinato de Hitler y la intentona golpista tuvo la fortuna de estar fuera de Berlín, y fue lo suficientemente listo como para colaborar en el desmantelamiento de las SS. El caso es que sobrevivió, se metió en la Gestapo, y empezó a intrigar. Goering estaba pasando más tiempo de la cuenta con Rosenberg, y ese imbécil le presentó a Kaltenbrunner, que ha montado un coro para loar las glorias del Statthalter. Ha conseguido convencerle de ser el hombre providencial que está destinado a guiar Alemania a la cima del mundo.
—Es que Alemania debe estar en la cima del mundo.
—No de cualquier forma —repuso Schellenberg—. A mí no me parece mal que se dé un poco de coba al gordinflón. Es la mejor forma de llevarlo por donde uno quiere. Lo malo es que Kaltenbrunner no solo lo aduló, sino que le refrescó las ideas de odio racial que le había metido Hitler, y está repitiéndole constantemente que tiene que cumplir el sueño del Führer. Aunque sea un sueño de sangre.
—¿Usted no puede hacer nada?
—Ni lo intentado. Goering ya no me escucha sobre los judíos. Como apoyé la petición de Von Papen de suavizar el antisemitismo, Kaltenbrunner va diciendo que mi familia tiene mucho que esconder. Tampoco le va demasiado bien a Von Papen, a quien el gordo ya le ha soltado un par de frescas. Si tenía alguna duda sobre el ascenso de Kaltenbrunner, el que el gordinflón me haya escondido esto me las ha despejado —dijo Schellenberg señalando los papeles—. Me importa mi carrera, pero me preocupa más esa barbaridad. Si se lleva a cabo ese plan no solo Alemania podría ser vencida, sino que su nombre quedará enfangado ante la Historia.
—Es repugnante —dijo Rommel— pero ¿está seguro que no es una falsificación para tenderle una trampa?
—Ya le he dicho que al principio tuve mis dudas. Pero conseguí echar un vistazo a la copia que tenía el Mariscal Beck…
—¿Beck? No creo que un oficial alemán se implique en semejante ignominia.
—Pues conoce poco a los oficiales alemanes. Han recibido copias de la Directiva por lo menos Beck, Halder y Keitel. Además de Kaltenbrunner y de Müller, lógicamente. También creo que la tienen Frick, el ministro del interior, Schlegelberger, el de justicia, y Frank, el del Gobierno General de Polonia.
Rommel seguía dudando—: Algo así me parece increíble. Podría ser una añagaza para atraparle.
Schellenberg suspiró— General, usted ha estado conmigo en la playa esta tarde ¿recuerda lo que vio? Ya hay un Einsatzgruppe en Polonia, y ha llegado otro a Palestina.
—¿Y qué quiere que haga? Esta tarde esos asesinos rechazaron mi autoridad. Puedo intentar impedir sus tropelías, pero no le garantizo nada: si no obedezco las órdenes de Berlín me relevarán. Además aquí no faltarán voluntarios para asesinar judíos.
—Por ahora solo quiero que le entregue el documento a Von Manstein —dijo Schellenberg—. Yo no podré dárselo: a mí me vigilan, y ya no tengo motivos para prolongar mi estancia. Me despediré del Mariscal pero en público, pues me parece peligroso reunirme a solas con él ¿sabe que también sospechan del mariscal? Kaltenbrunner le está sugiriendo a Goering que Von Manstein tiene sangre judía y que por eso quiere ser el virrey de Palestina. El gordo no ha necesitado más insinuaciones y lo va a sustituir por Kesselring. Usted tampoco está a salvo, ya que todo el mundo sabe de su amistad con Von Manstein. No crea que sus triunfos le protegen, porque podría sufrir un accidente.
—¿Me amenaza?
—General, yo estoy de su parte. Solo le pido que tenga cuidado. Ya le he dicho que tengo que espiarles y que tengo soplones infiltrados entre su personal, pero igual que me informan a mi pueden chivarse a Müller. Ni siquiera le voy a decir quiénes son mis hombres, porque si no sabe sus nombres irá con más cuidado. Además podría haber algún otro espía que yo no conozca. Sea muy cuidadoso. Lleve siempre encima esos papeles, hasta para dormir. No se fíe ni de amigos ni de ayudantes, porque pueden estar siendo chantajeados. Cuando pueda, entregue el documento a Von Manstein, para que lo lea y lo queme. Pero con disimulo, por favor.
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- urquhart
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Hola a todos
inesperado y sorprendente giro... de todos modos no veo al General Schellenberg conspirando contra este digamos neonacional socialismo de Göering y su trouppe de la Gestapo. Pero si San Pablo cayó del caballo, también puede ver la luz el tal Schellenberg.
La verdad, fantástico.
inesperado y sorprendente giro... de todos modos no veo al General Schellenberg conspirando contra este digamos neonacional socialismo de Göering y su trouppe de la Gestapo. Pero si San Pablo cayó del caballo, también puede ver la luz el tal Schellenberg.
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Tempus Fugit
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Cierto que en la realidad Schellenberg fue un oportunista demucho cuidado, pero es significativo que a pesar del alto cargo que ostentó, le cayó una condena muy leve, y fue de los pocos nazis que encontró testigos que hablaron en su favor durante el juicio. Claro que ocupando el cargo que ocupaba, algo tuvo que saber ¿no? Pero creo que es diferente sumergirse poco a poco en la degradación a que te la echen a la cara de golpe... sobre todo si viene de la mano de un rival político.
Saludos
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- Luis M. García
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El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
Vaya, menudo coup de theatre...
Pero me parece floja la justificación del giro del gordinflón. Cómo Schellenberg no se da cuenta antes de lo que sucede y de acuerdo con Con Papen no toma alguna medida antes de que las cosas degeneren tanto? Kaltennbruner no dejaba de ser un personaje secundario en aquella época, máxime si tenemos en cuenta la disolución de la SS.
Y de cualquier forma ni Rommel ni Manstein se mostraron jamás enérgicamente contrarios a lo que sucedía y no podían ignorar, sobre todo el último.
En fin, a ver como deriva...
Pero me parece floja la justificación del giro del gordinflón. Cómo Schellenberg no se da cuenta antes de lo que sucede y de acuerdo con Con Papen no toma alguna medida antes de que las cosas degeneren tanto? Kaltennbruner no dejaba de ser un personaje secundario en aquella época, máxime si tenemos en cuenta la disolución de la SS.
Y de cualquier forma ni Rommel ni Manstein se mostraron jamás enérgicamente contrarios a lo que sucedía y no podían ignorar, sobre todo el último.
En fin, a ver como deriva...
Qué gran vasallo, si hubiese buen señor...
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- Teniente Coronel
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El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
Extraño juego al que juega Göering.
Si pensaba hacerlo su sucesor, no debería dejarlo fuera del "negocio familiar", pero aún encima le hace espiar y vigilar, es peligroso con alguién que ha demostrado tantas habilidades en el juego del espionaje y la conspiración como Schellenberg.
Va a hacer que piense que su posición no es segura y conseguir que se vuelva totalmente contra él.
Como dije antes me da la nariz de que toca nuevo cambio en la directiva.
Si pensaba hacerlo su sucesor, no debería dejarlo fuera del "negocio familiar", pero aún encima le hace espiar y vigilar, es peligroso con alguién que ha demostrado tantas habilidades en el juego del espionaje y la conspiración como Schellenberg.
Va a hacer que piense que su posición no es segura y conseguir que se vuelva totalmente contra él.
Como dije antes me da la nariz de que toca nuevo cambio en la directiva.
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- General de Ejército
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El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
Como os dije, la historia ya ha sido publicada en otro foro, donde ya se va por la continuación. Pero al presentarla aquí ha sido reescrita. Algunas escenas son iguales, otras han cambiado, hay algunas nuevas (por ejemplo está reescrita por completo la parte del asalto a Gibraltar).
La cuestión es que al ponerla me ha parecido que en esta parte había un salto que no quedaba muy bien, y creo que en la versión definitiva, que espero publicar este año, tendré que modificar o añadir algo a lo ya escrito. Por eso os agradezco tanto vuestras críticas, porque estáis encontrando las debilidades de la historia.
En cualquier caso, dos detalles:
– Goering fue una persona tremendamente contradictoria. Muy inteligente (el más inteligente de toda la camarilla, tal vez con la salvedad de Schellenberg o Speer), en los testo hechos tras la guerra rozaba la superdotación. Aunque se le ha criticado mucho, su gestión de la Luftwaffe fue bastante buena (al menos, mucho mejor que la de la R.A.F.), y la obesidad, la adicción al lujo o a la morfina podrán ser motivo de chiste pero no menoscababan su inteligencia. En esta línea, hoy hay consenso en que un adicto a opiáceos que tome sus dosis (sean de heroína o de metadona) no sufre ni deterioro físico ni mental (cosa que no se puede decir de drogas más “benignas” como el cannabis). Los problemas de los heroinómanos se deben a la marginación y a las enfermedades que se pillan.
Pero al mismo tiempo que era inteligente, también era contradictorio. Lo mismo protegía a algunos judíos como presidía la conferencia de Wansee. Fue in intrigante cuyo objetivo fue el poder, aunque tenía suficiente lucidez como para saber lo que iba a pasar. Yo creo que el problema de Goering se debió en parte a la adoración que profesó a la Bestia: lo que decía Adolfo era palabra de ley. Pero, por otra parte, creo que era tremendamente influenciable y bastante veleta. No sé si he acertado o no con el personaje, pero es mi opinión sobre él.
– Por otra parte, en el Berlín nazi, en la realidad, todo el mundo espiaba y conspiraba contra todo el mundo. Había varios servicios de inteligencia cuya principal misión era buscar pruebas contra los otros servicios, y que eran usados por sus jefes para la lucha por el poder. En el caso de Schellenberg, se metió en medio de todos los líos, lo mismo se unía a Canaris que buscaba su perdición, y con Himmler exactamente lo mismo. Yo, por lo menos, le pondría un perro guardián detrás. Como Goering no fue ajeno a esas intrigas lo lógico sería pensar que vigilaría a Schellenberg.
Además en esta historia las SS han desaparecido y los servicios de inteligencia se han unificado, siendo dirigidos por Schellenberg… luego solo queda la alternativa de la RSHA, que (lógicamente) no depende de Himmler, que está criando malvas.
Reconozco que no me he metido demasiado en la organización interna del estado nazi tras el asesinato (mejor dicho, ejecución) de la Bestia. En buena parte porque es un tema que me parece desagradable. Pero ¿de verdad creéis que Goering no hubiese vigilado a Schellenberg?
Saludos, y gracias de nuevo.
La cuestión es que al ponerla me ha parecido que en esta parte había un salto que no quedaba muy bien, y creo que en la versión definitiva, que espero publicar este año, tendré que modificar o añadir algo a lo ya escrito. Por eso os agradezco tanto vuestras críticas, porque estáis encontrando las debilidades de la historia.
En cualquier caso, dos detalles:
– Goering fue una persona tremendamente contradictoria. Muy inteligente (el más inteligente de toda la camarilla, tal vez con la salvedad de Schellenberg o Speer), en los testo hechos tras la guerra rozaba la superdotación. Aunque se le ha criticado mucho, su gestión de la Luftwaffe fue bastante buena (al menos, mucho mejor que la de la R.A.F.), y la obesidad, la adicción al lujo o a la morfina podrán ser motivo de chiste pero no menoscababan su inteligencia. En esta línea, hoy hay consenso en que un adicto a opiáceos que tome sus dosis (sean de heroína o de metadona) no sufre ni deterioro físico ni mental (cosa que no se puede decir de drogas más “benignas” como el cannabis). Los problemas de los heroinómanos se deben a la marginación y a las enfermedades que se pillan.
Pero al mismo tiempo que era inteligente, también era contradictorio. Lo mismo protegía a algunos judíos como presidía la conferencia de Wansee. Fue in intrigante cuyo objetivo fue el poder, aunque tenía suficiente lucidez como para saber lo que iba a pasar. Yo creo que el problema de Goering se debió en parte a la adoración que profesó a la Bestia: lo que decía Adolfo era palabra de ley. Pero, por otra parte, creo que era tremendamente influenciable y bastante veleta. No sé si he acertado o no con el personaje, pero es mi opinión sobre él.
– Por otra parte, en el Berlín nazi, en la realidad, todo el mundo espiaba y conspiraba contra todo el mundo. Había varios servicios de inteligencia cuya principal misión era buscar pruebas contra los otros servicios, y que eran usados por sus jefes para la lucha por el poder. En el caso de Schellenberg, se metió en medio de todos los líos, lo mismo se unía a Canaris que buscaba su perdición, y con Himmler exactamente lo mismo. Yo, por lo menos, le pondría un perro guardián detrás. Como Goering no fue ajeno a esas intrigas lo lógico sería pensar que vigilaría a Schellenberg.
Además en esta historia las SS han desaparecido y los servicios de inteligencia se han unificado, siendo dirigidos por Schellenberg… luego solo queda la alternativa de la RSHA, que (lógicamente) no depende de Himmler, que está criando malvas.
Reconozco que no me he metido demasiado en la organización interna del estado nazi tras el asesinato (mejor dicho, ejecución) de la Bestia. En buena parte porque es un tema que me parece desagradable. Pero ¿de verdad creéis que Goering no hubiese vigilado a Schellenberg?
Saludos, y gracias de nuevo.
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Hola a todos,
Herman no dejaba de ser un arribista, y como tal desconfiaba de todos, con excepción del Maestro del Demonio. Pero al igual que los personajes, las organizaciones satelitales del Estado y del Partido conspiraban unas contra otras, buscando una primigenia en la Galaxia Pardinegra. Es lógico que nuestro Lord Protector vigilará al vigilante, y éste no tuviera dudas de ello, incluso sin necesidad de plantear trampas a una Gestapo cuyo principal activo operacional era la simple fuerza bruta.
La ausencia del Führer y el aniquilamiento de su presunta Guardia de Corps, en realidad un estado dentro del estado, aceleraría la lucha interna, más cuando para muchos actores del NDSAP consideraban a Göering un estorbo, cuando no un aburguesado traidor.
Herman no dejaba de ser un arribista, y como tal desconfiaba de todos, con excepción del Maestro del Demonio. Pero al igual que los personajes, las organizaciones satelitales del Estado y del Partido conspiraban unas contra otras, buscando una primigenia en la Galaxia Pardinegra. Es lógico que nuestro Lord Protector vigilará al vigilante, y éste no tuviera dudas de ello, incluso sin necesidad de plantear trampas a una Gestapo cuyo principal activo operacional era la simple fuerza bruta.
La ausencia del Führer y el aniquilamiento de su presunta Guardia de Corps, en realidad un estado dentro del estado, aceleraría la lucha interna, más cuando para muchos actores del NDSAP consideraban a Göering un estorbo, cuando no un aburguesado traidor.
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