Crisis de la República romana

Los conflictos armados en la historia de la Humanidad. Los éjércitos del Mundo, sus jefes, estrategias y armamentos, desde la Antiguedad hasta 1939.
de guiner
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Crisis de la República romana

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111


Entran en funciones los consules Publio Cornelio Escipión Nasica Serapión y Lucio Calpurnio Bestia

FC:

[P. Cornelius P.f. P.n. Scipio Nasica], [L. Calpurnius . . .] Bestia

Aquí acaba la laguna que existe en los Fasti Capitolini [129 - 112]



Guerra de Jugurta



A Lucio Calpurnio le correspondió Numidia, mientras que Escipión Nasica permanecería en Italia. Se procedió a reclutar un ejército para la campaña africana.

Por su parte Jugurta, al recibir la noticia de que se le había declarado la guerra (según Salustio, no se lo esperaba), envió como delegados al senado a su hijo y a dos íntimos amigos, encomendándoles que abordasen a todos sus partidarios dinero en mano. Cuando se aproximaron a Roma, Lucio Calpurnio preguntó al senado en sesión si estaban de acuerdo en recibir la delegación numida dentro de las murallas (en caso de considerárseles enemigos no podían penetrar en la ciudad); los senadores determinaron que, si no venían a entregar el reino y al propio Jugurta, saliesen de Italia en el plazo de los diez días siguientes. El cónsul ordenó que la decisión le fuera comunicada a los delegados conforme a la decisión del senado.

Lucio Calpurnio partió con el ejército a través de Italia hasta Reggio, y de allí pasó a Sicilia, desde donde embarcó para África; con la intendencia que le esperaba preparada en la provincia romana, penetró inmediatamente en Numidia, apoderándose en un principio de algunas ciudades.

"Pero cuando Jugurta comenzó a tentarle con dinero a través de sus enviados y a hacerle ver la dificultad de la guerra que dirigía, su espíritu enfermo de avaricia se volvió fácilmente del revés"

Salustio, Guerra de Jugurta 29


Jugurta, con el propósito de aplazar la guerra, dispuso tratar su rendición en persona. Según se acordó, el rey se dirigió al campamento romano y tras hablar un poco en presencia del consejo acerca del rechazo que su acción había despertado, y a fin de que le admitiesen la rendición, el resto lo trató en secreto con Lucio Calpurnio Bestia y Marco Emilio Escauro. Al día siguiente se le aceptó la rendición; a tenor de lo exigido por el consejo, se entregaron al cuestor 30 elefantes, ganado y muchos caballos, junto a una pequeña cantidad de dinero.

Finalizada una guerra que hubiera resultado incómoda, Calpurnio partió para Roma a presidir las elecciones.


• A todo lo dicho, hay que sumarle una serie de factores tales como la larga crisis que padecía el ejército y los imprevisibles movimientos de cimbrios y teutones, que continuaban desplazándose por la periferia de la frontera septentrional. También estaban los intereses de los negotiatores en que se restableciera cuanto antes la paz en África. Pero era muy difícil sustraerse al pensamiento de debilidad en la actuación del senado, cuando no de incompetencia o corrupción. La ocasión era demasiado buena para ser desaprovechada por las facciones rivales a esa nobilitas dominante sobre la que pesaban todavía resentimientos populares generados apenas diez años antes.


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Jugurta en Roma


Caio Memmio, tribuno de la plebe, iba a ser el instrumento de la indignación popular contra los sospechosos términos con los que se había llegado a la paz con Jugurta. En el senado, vista la agitación que se levantó, no se sabía a ciencia cierta si se daría el visto bueno a semejante desvergüenza o se anularía el decreto consular.
En varios discursos dados en la asamblea, Caio Memmio convenció al pueblo de que se iniciara una investigación en la que se iba a tratar de responsabilizar al conjunto del senado, recurriendo para ello al testimonio del testigo más importante, el propio Jugurta. El juego de Memmio era demasiado evidente para que la nobilitas no comprendiese las peligrosas derivaciones que podía acarrear su prosecución.
Se envió al pretor Lucio Casio Longino (será cónsul en 107) para que llevase al rey a Roma, con salvoconducto público y las necesarias garantías de seguridad.

Mientras se adoptaban estas medidas en Roma, las tropas de Lucio Calpurnio Bestia que aguardaban en Numidia:

"... siguiendo la norma de su general, cometieron muchísimos actos de singular infamia. Hubo quienes, comprados a precio de oro, entregaron a Jugurta los elefantes; otros vendían a los desertores; otros saqueaban pueblos pacificados: tan gran avaricia había invadido sus almas, igual que si fuese la peste"

Salustio, Guerra de Jugurta 32


Lucio Casio Longino se presentó ante Jugurta y lo convenció de que podía presentarse en Roma con todas las garantías de poder retornar a su reino una vez finalizada la investigación.

Caio Memmio convocó a la asamblea y, aunque una parte exigía que metiesen en prisión al rey y otra que, si no delataba a sus cómplices, se le diese suplicio como enemigo público, Memmio logró calmar al pueblo, aseverando finalmente que por su parte la garantía del estado no iba a ser violada. Una vez que se hizo el silencio, el tribuno presentó a Jugurta y comenzó a hablar relatando las actividades de éste en Numidia y Roma.

"Aunque el pueblo romano sabe con la ayuda de quiénes y con qué colaboradores ha hecho esto, no obstante, quiere conseguir de él la prueba más clara: si revela la verdad, en la lealtad y la clemencia del pueblo romano puede poner su mayor esperanza; pero si se calla, no será la salvación de sus cómplices; por el contrario, se perderán él y sus esperanzas"

Salustio, Guerra de Jugurta 33


Acto seguido, Memmio puso punto final a sus palabras y Jugurta fue invitado a responder. De repente, otro tribuno de la plebe, Caio Bebio, se levantó y ordenó al rey de que guardara silencio.

La nobilitas había actuado cínica y tajantemente con el manoseado recurso del veto de un tribuno fiel (Salustio dice que Caio Bebio fue pagado por el propio Jugurta).

La asamblea fue disuelta.


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Otros hechos


• El cónsul Publio Cornelio Escipión Nasica Serapión murió durante su consulado.

• Parte de la ciudad de Roma fue destruida por un incendio, incluyendo el templo de la Magna Mater:

Maxima pars urbis exusta cum aede Matris magnae

Julio Obsecuente 39

http://www.alexthenice.com/obsequens/text/39.html


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Entran en funciones los cónsules Marco Minucio Rufo y Espurio Postumio Albino

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[M. Minucius Q.f. . . Rufus], [Sp. Postumius . . .] Albinus


Reanudación de la guerra


"Había por aquel entonces en Roma un cierto númida de nombre Masiva (primo de Jugurta), hijo de Gulusa y nieto de Masinisa, el cual en la disensión de los reyes, por haberse puesto en contra de Jugurta, se había ido prófugo de su patria, a raíz de la rendición de Cirta y del asesinato de Adherbal. Espurio Albino, que en el año siguiente al de Bestia, desempeñaba el consulado junto a Quinto (error de Salustio, pues era Marco) Minucio Rufo, le convence para que, puesto que es del linaje de Masinisa y sobre Jugurta pesaba el odio y el miedo a causa de sus actos criminales, reclame al senado el reino de Numidia"

Salustio, Guerra de Jugurta 35


A Postumio Albino le había correspondido Numidia, mientras que a su colega Minucio Rufo le había tocado la provincia de Macedonia.

Cuando Masiva empezó a mover las cosas para reclamar el trono de Numidia, Jugurta se vio privado de todo apoyo que tuviera en Roma, por lo que encargó a Bomílcar, amigo de máxima confianza, que tendiera una emboscada a Masiva y le diera muerte. Bomílcar contrató hombres para llevar a cabo el atentado; llegado el día, asaltaron a Masiva dándole muerte pero uno de los asesinos pudo ser capturado y se le llevó a declarar. Bomílcar fue procesado pero Jugurta, amparándose en el derecho de gentes (tenía la garantía del estado, que se extendía a sus acompañantes), lo pudo sacar de Roma y enviarlo a Numidia. Él mismo partió a los pocos días al ordenarle el senado que saliera inmediatamente de Italia.

"Y cuando ya hubo salido de Roma, se cuenta que, mirando hacia ella una y otra vez en silencio, dijo finalmente: «¡Ciudad venal y llamada a perecer al instante, si llega a encontrar un comprador!»"


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Numidia: Campaña de Espurio Postumio Albino



Al reanudarse la guerra, el cónsul Espurio Postumio Albino se apresuró a transportar a África la intendencia, las pagas y demás pertrechos para el ejército, partiendo con el fin de finalizar la guerra bien por las armas, la rendición o el medio que fuese, antes de las elecciones, cuya fecha no estaba muy lejos.

"En cambio, Jugurta daba largas a todo y uno tras otro iba inventando motivos de demora, prometía rendirse, y a continuación fingía miedo; si le acosaban, cedía terreno, y poco después, para que los suyos no desconfiaran, atacaba él"

Salustio, Guerra de Jugurta 36


De este modo, Jugurta logró retrasar un enfrentamiento con los romanos. Hubieron quienes sospecharon que Postumio Albino no era ajeno a los planes del rey y estimaron que, después de tanta premura, la guerra se alargaba más que por inercia de forma intencionada. Transcurrido el tiempo, se acercaba el día de las elecciones por lo que el cónsul dejó a su hermano Aulo en el campamento en calidad de propretor y se desplazó a Roma.

"... Aulo Postumio, hermano del cónsul Postumio, quien le había puesto al frente de un ejército de cuarenta mil soldados"

Orosio V, 15, 6


• En aquel momento la situación política en roma se hallaba terriblemente agitada. Los tribunos de la plebe Publio Luculo y Lucio Annio batallaban por prorrogar su magistratura ante la resistencia de sus colegas; dicha disensión entorpecía las elecciones del año entero.


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109



Al comienzo del año, las elecciones seguían retrasándose a causa de las reivindicaciones de los tribunos de la plebe Publio Luculo y Lucio Annio.


Derrota de Aulo Postumio Albino



Aulo Postumio Albino concibió la esperanza de terminar la guerra y apoderarse del tesoro de Jugurta. En el mes de enero sacó al ejército de sus cuarteles, y, a marchas forzadas, en lo más crudo del invierno, llegó a la plaza de Sutul, donde estaban los tesoros del rey. Aun cuando no podía tomarla ni asediarla debido al mal tiempo y a su privilegiado emplazamiento (pues en torno del muro levantado al borde de un monte escarpado, la llanura fangosa con sus aguas invernales había creado una laguna), pese a ello, puso en movimiento los manteletes, levantó un terraplén y ejecutó a toda prisa los trabajos de asalto.
Jugurta, al conocer de la impericia de Aulo Postumio, le enviaba una y otra vez embajadores a suplicarle, mientras él en persona conducía su ejército por lugares llenos de desfiladeros como si quisiera evitarle.

"Finalmente, con la esperanza de un arreglo impulsó a Aulo a que abandonase Sutul y le siguiese a él, que iría como retirándose, a un paraje recóndito: así quedaría bien en secreto la fechoría. Entretanto, por medio de tipos astutos tentaba al ejército día y noche, sobornaba a los centuriones y jefes de escuadrón, a unos, para que desertasen, a otros, para que abandonasen su puesto al dar una señal"

Salustio, Guerra de Jugurta 38


Cuando tenía las cosas conforme a su parecer, a altas horas de la noche rodeó el campamento de Aulo con gran cantidad de tropas. Consternados por el inesperado tumulto, los romanos se vieron sorprendidos; unos cogían las armas, otros se escondían, reinando una gran confusión. Una cohorte de ligures junto a dos escuadrones de tracios y unos cuantos legionarios se pasaron al bando de Jugurta. El primer centurión de la tercera legión hizo sitio a los enemigos para que penetrasen por la fortificación que había recibido para su defensa, y por allí irrumpieron todos los numidas. Los romanos, en su huída, tomaron la colina más cercana mientras la noche y el pillaje del campamento retrasaban a los numidas. Al día siguiente, Jugurta entabló conversación con Postumio para que, en caso de llegar a un acuerdo, haría pasar a todos bajo el yugo sin infligirles daño; además, durante los diez días siguientes tenía que abandonar su reino.

"Si bien las condiciones eran duras y cubiertas de infamia, no obstante, como la contrapartida era la muerte, se acordó la paz al gusto del rey"

Cuando llegaron a Roma noticias de la derrota, Espurio Albino (que aun continuaba en el cargo de cónsul) hizo una consulta al senado acerca del pacto, temiendo, por culpa de la falta de su hermano, la indignación general y el subsiguiente riesgo. Pese a ello, entretanto, alistaba un suplemento para el ejército, pedía colaboración militar a los aliados y pueblos latinos.
El senado estableció que sin su permiso y el del pueblo no se podía hacer ningún pacto. Espurio Albino, al que habían impedido los tribunos de la plebe que se llevase consigo las tropas que había preparado, a los pocos días partió para África.
El ejército, según se había acordado, se había retirado de Numidia y se había replegado a la provincia romana.

"Cuando llegó allá, aunque ardía en su corazón por perseguir a Jugurta y poner remedio a la impopularidad de su hermano, al ver a los soldados, a los que aparte de la derrota, faltos de mando como se hallaban, la indisciplina y el libertinaje los tenia corrompidos, a la vista de las circunstancias, decidió no hacer nada"

Guerra de Jugurta, 39




Entran en funciones los cónsules Quinto Cecilio Metelo (Numídico) y Marco Junio Silano

FC:

[Q. Caecilius L.f. Q.n. Metellus (llamado más tarde Numidicus)], [M. Junius D.f. D.n.] Silanus


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La quaestio Mamilia



La derrota de Aulo Postumio Albino produjo en Roma estupor e indignación, lo que sería aprovechado para un renovado ataque al senado, aunque esta vez con una preparación más cuidada y con mayor movilización de fuerzas, entre las que se contaban no pocos equites, a los que la prolongación de la guerra en África perjudicaba directa o indirectamente en sus intereses económicos.
El tribuno de la plebe Caio Mamilio Limetano presentó al pueblo un proyecto de ley para la creación de un tribunal encargado de investigar los delitos de soborno e incompetencia de los magistrados en relación con la guerra. El tribunal sería puesto en manos de iudices Gracchani (recordemos aquella ley de Caio Graco en la se disponía que los jueces de los tribunales o quaestiones de repetundis serían reclutados exclusivamente entre ciudadanos no pertenecientes al orden senatorial), es decir, de caballeros. El proyecto de ley fue aprobado.

Varios autores señalan este momento como el punto en el que se aprecia una politización de importantes grupos del orden ecuestre, los cuales abrían brecha en el monopolio de la nobilitas e introducían un nuevo elemento de complejidad en la política interior romana. Generalmente se suele ver aquí el establecimiento formal de un enfrentamiento entre el orden ecuestre y el senado, aunque más bien se trate de que se abría la posibilidad para que miembros o grupos del orden ecuestre usaran los tribunales en beneficio propio, por intereses contrarios al senado pero otras veces coincidentes con el mismo.

"Así que, estando los demás paralizados de miedo, Marco Escauro, de quien dijimos arriba que fue lugarteniente de Bestia, logró en medio de la alegría de la plebe y la desbandada de los suyos, todavía entonces temblorosa la ciudad, que, comoquiera que, según la propuesta de Mamilio, había que nombrar tres jueces instructores, él fuese admitido en dicho número. El proceso fue llevado a cabo descarnadamente y con violencia, a la medida del rumor público y capricho de la plebe. Igual que con tanta frecuencia le había pasado a la nobleza, así en esta ocasión la insolencia se había apoderado de la plebe en razón de su éxito"

Salustio, Guerra de Jugurta 40


• Salustio es el único autor que da este dato sobre Marco Emilio Escauro, afirmación que puede resultar sorprendente ya que Escauro era también sospechoso de complicidad. En cuanto a aquellos que fueron procesados, Salustio omite los nombres, no así Cicerón:

"Porque apoyados en la odiosa ley Mamilia, los jueces adictos a Graco condenaron a los cuatro consulares Lucio Bestia, Caio Caton, Espurio Albino y al sacerdote Caio Galba, y al ilustre Lucio Opimio"

Bruto o de los ilustres oradores [128]
Última edición por de guiner el 15 Mar 2015, 05:56, editado 1 vez en total.


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Campaña de Quinto Cecilio Metelo



Los problemas internos de la política romana no podían anular la necesidad de proseguir la guerra contra Jugurta. El cónsul Quinto Cecilio Metelo, al que le había correspondido Numidia, era uno de los miembros de la facción senatorial que mayor potencial de prestigio acumulaba, general experimentado y, con ello, augurio de una feliz terminación del conflicto. Mientras sobre su colega Marco Junio Silano recaía la responsabilidad de conjurar la amenaza sobre Italia de las tribus germanas de cimbrios y teutones, que aún merodeaban en la cercana Galia, Cecilio Metelo, no fiándose del ejército antiguo, se dispuso a reclutar nuevos soldados, a buscar refuerzos por todas partes, a disponer el armamento, caballos y demás efectos militares, así como también una abundante intendencia. Por lo demás, colaboraron en la consecución de estos objetivos el senado con su autoridad, los aliados, la gente latina y los reyes con el envío de tropas de apoyo. Dispuesto y arreglado todo conforme a su parecer, partió para África, llevando como legado a Caio Mario.

Cuando Cecilio Metelo llegó a África, el procónsul Espurio Albino le entregó un ejército apático, derrotado e incapaz de aguantar riesgos y fatigas. Al cónsul le vino más preocupación por la baja moral de los soldados que una fundada esperanza por su cantidad. Con todo, Cecilio Metelo, si bien el retraso de las elecciones había recortado el tiempo de la campaña de verano y entendía que el ánimo de sus compatriotas estaba en suspenso con la expectativa de lo que pudiera pasar, resolvió no emprender la guerra hasta obligar a los soldados a ejercitarse en la disciplina tradicional.

"Pues Albino, deprimido por el desastre de su hermano Aulo y del ejército, una vez que hubo decidido no salir de la provincia, todo el tiempo de verano que estuvo al mando de ellos tenía a los soldados casi siempre en campamentos permanentes, excepto cuando el mal olor o la falta de forraje le obligaba a cambiar de sitio. Pero ni eran fortificados, ni se sacaban guardias según el estilo de la milicia; cuando a cada cual le venía en gana, se alejaba de las banderas; los cantineros andaban mezclados con los soldados día y noche, y, sin ir con rumbo fijo, saqueaban los campos, esquilmaban los caseríos, conducían sus botines de animales y esclavos, rivalizando entre sí, y cambiaban estas mercancías con los mercaderes por vino importado y otros artículos parecidos; además, vendían el trigo que les daba el Estado y compraban el pan día a día; en fin, todo oprobio de vagancia y disipación que pueda decirse o imaginarse se hallaba en aquel ejército, y algo más"

Salustio, Guerra de Jugurta 44



Metelo, por medio de un edicto, prohibió que nadie vendiera pan en el campamento o cualquier otro alimento cocido, los cantineros no seguirían al ejército, los soldados no tendrían, ni en el campamento ni en marcha, esclavo o acémila. Además, todos los días cambiaba de campamento por caminos transversales, lo fortificaba con empalizada y foso, como si el enemigo estuviese a la vista, ponía numerosos puestos de guardia y les pasaba revista con sus oficiales; del mismo modo, durante la marcha, se hacía presente bien en vanguardia, bien en retaguardia, y muchas veces en el centro, para que nadie se saliese de su fila, para que marchasen apiñados en torno a sus banderas, para que los soldados llevasen su alimento y armas.


Cuando Jugurta se enteró por sus agentes de los preparativos de Metelo decidió volver a proponer un tratado de paz. En consecuencia envió al cónsul delegados para suplicarle y pedirle la vida exclusivamente para él y para sus hijos, y para que todo lo demás lo pusieran a disposición del pueblo romano. Metelo, desconfiando del rey, convenció a los delegados para que se lo entregaran vivo o muerto; públicamente les ordenó que le comunicaran que todo se haría conforme a sus deseos. A continuación, a los pocos días, entró en Numidia con el ejército preparado para combatir.


No se sabe en qué circunstancias el clan Metelo se había reconciliado con Mario, ni si se trataba de un perdón sincero u obligado por el momento.


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Al internarse Quinto Cecilio Metelo en Numidia, contra toda apariencia de guerra, se encontró con los campos y los poblados tranquilos; de las ciudades le salían a su encuentro los mandatarios reales dispuestos a abastecer de trigo al ejército romano, a acarrear los víveres y a servirles en todo lo que quisieran. Pero no por ello el cónsul se confió y marchó como si estuviera próximo el enemigo.

La forma narrada por Salustio de la marcha de Cecilio Metelo sugiere que lo hizo en la formación que se ha dado en llamar quadrato agmine, esto es, tres columnas protegidas en vanguardia, retaguardia y flancos por infantería ligera y caballería con la intención de evitar un ataque por sorpresa:


"Pero no por ello Metelo marchaba con su columna menos preparado, sino igual que si tuviese a la vista al enemigo, y exploraba todo por doquier, pensando que aquellos signos de rendición no eran sino apariencia y que estaban tanteando el lugar para una emboscada. Por ello, él mismo iba en vanguardia con batallones de armas ligeras (cum expeditis cohortibus), y una brigada selecta (delecta manu) de honderos y arqueros; en la retaguardia mandaba Caio Mario, su lugarteniente, con la caballería, y los jinetes de las fuerzas auxiliares los había repartido a ambos flancos entre los tribunos de las legiones y los comandantes de batallón , a fin de que la infantería ligera, mezclada con ellos, rechazase a la caballería enemiga por cualquier parte que se aproximase"

Salustio, Guerra de Jugurta 46


En la traducción usada (Ed. Gredos) viene el término "comandantes de batallón", aunque en el original consta como praefectis cohortium o prefectos de las cohortes.
Los otros dos términos, que pueden encontrarse de varias maneras, los he puesto entre paréntesis en el texto: cum expeditis cohortibus y delecta manu. Lo de batallones y brigada no es que suene muy "romano".

Dejo aquí una traducción bilingüe que he encontrado:


https://docs.google.com/viewer?a=v&pid= ... ZTY0ZjYzYg

- No es para tirar cohetes, pero servir, sirve.


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Batalla del río Muthul


No lejos del itinerario que seguía Quinto Cecilio Metelo (el valle del Bagradas, actual Medjerda) se encontraba la ciudad de Vaga, el lugar de mercado más concurrido del reino, en donde acostumbraban a fijar su residencia y comerciar muchos individuos de origen itálico. Aquí estableció el cónsul una guarnición dado lo ventajoso de la plaza. Además, exigió que le acarreasen víveres y demás cosas necesarias para abastecer a su ejército.
Jugurta continuaba enviando embajadores al cónsul para pedir la paz, poniendo todo a disposición de Metelo a cambio de su vida y la de sus hijos, pero al igual que hizo con los demás, el cónsul los devolvía tras incitarlos a que le entregasen al rey. A Jugurta ni le negaba ni le prometía nada, esperando que con la demora se lograra que alguno de los delegados reales llevara a cabo la traición.
Jugurta, cuando comparó las palabras y los hechos de Metelo, cayó en la cuenta de que le estaba atacando con sus mismas armas, puesto que no se le negaba la paz de palabra pero se le iban arrebatando la mayoría de ciudades y tanteando el ánimo de su gente. Obligado por la fuerza de las circunstancias, decidió enfrentarse a los romanos con las armas. De modo que, tras espiar el itinerario de los romanos, reunió el mayor contingente de tropas que pudo y por senderos secretos se anticipó al ejército de Metelo.

En esta zona de Numidia que había pertenecido anteriormente a Adherbal, había un río que nacía hacia el sur, llamado Muthul (Mellégue), a pocos kilómetros de distancia del cual y en línea paralela a él había una cordillera, falta de vegetación y sin ninguna clase de campo de cultivo. Aproximadamente a la mitad de ésta se levantaba una especie de colina que se extendía a lo lejos (estaba entre el río y el monte, formando ángulos rectos con ambos), cubierta de acebuches, arrayanes y otras especies arbóreas que crecen en terrenos secos y arenosos. En cambio, la llanura central estaba desierta por falta de agua, excepto el espacio próximo a la corriente; éste estaba cuajado de arbustos y era frecuentado por ganado y agricultores. Jugurta tomó posiciones en la colina con un frente no muy ancho.

Imagen
Itinerario aproximado de Quinto Cecilio Metelo

"Dio el mando de los elefantes y de parte de las tropas de infantería a Bomilcar, explicándole qué es lo que tiene que hacer; él se coloca más cerca del monte con toda la caballería e infantería selecta. A continuación, pasando revista uno por uno a los escuadrones y manípulos les exhorta y conjura a que tengan presente su prístino valor y su victoria, y le defiendan a él y su reino de la codicia de los romanos: el combate lo iban a librar con quienes antes habían hecho pasar vencidos bajo su yugo; habían cambiado de general, no de espíritu; todo cuanto correspondía a un general lo había previsto él para el bien de los suyos: un lugar ventajoso, para que luchasen prevenidos contra incautos, y ni inferiores en número contra muchos, ni inexpertos contra verdaderos guerreros"

Salustio, Guerra de Jugurta 49


Pese a las descripciones dadas por Salustio ha sido imposible fijar el lugar en donde se dio la batalla. En cuanto al río Muthul se especula sobre su localización; he dejado la que se suele aceptar generalmente, el río Mellégue, principal afluente del Medjerda (Bagradas).


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Cuando el ejército romano descendía de un monte, el cónsul divisa a las tropas numidas en la colina. A lo primero se quedó dudando ante el insólito cuadro que se le ofrecía, pues los numidas y sus caballos habían tomado posiciones entre el ramaje, pero ni estaban ocultos por completo, dada la poca altura de los árboles, ni tampoco dejaban ver de qué se trataba, pues se hallaban disimulados, ellos y las enseñas militares, por la naturaleza del paraje; luego, reconociendo que se trataba de una emboscada, ordenó detenerse a la columna. Allí cambió la formación disponiendo a la tropa en tripe línea de combate hacia el flanco derecho, que era el más cercano al enemigo. Distribuyó a los honderos y arqueros entre los manípulos y colocó a toda la caballería en las alas, y, después de arengar a los soldados a tenor de las circunstancias, trasladó las tropas a la llanura tal como las había formado, imprimiéndoles un giro a la izquierda.

Pero al darse cuenta de que los numidas se estaban quietos y no bajaban de la colina, temiendo, por la época del año y la falta de agua, que la sed acabase con el ejército, ordenó a su lugarteniente Publio Rutilio (sería cónsul en 105) que se adelantara con unas cohortes armadas a la ligera y parte de la caballería en dirección al río, a fin de que eligiera un lugar para levantar el campamento, estimando que el enemigo retardaría su marcha con continuos ataques y escaramuzas en los flancos, y que, puesto que no tenía confianza en las armas, pondría a prueba el cansancio y la sed de los soldados. Luego, Metelo comenzó a avanzar lentamente, a tenor de la situación y el terreno, de la misma manera que había descendido del monte, llevando a Mario en la retaguardia y yendo él con los jinetes del ala izquierda, que en el orden de marcha habían quedado los primeros.


• A ver si así se entiende un poco mejor:

Imagen

1 - Metelo marcha por el monte y al descender descubre a las tropas de Jugurta posicionadas en la colina de enfrente y ordena cambiar la formación hacia el flanco derecho.

2 - Con esa formación baja hasta la llanura imprimiendo un giro hacia la izquierda para igualar su frente con el de los numidas.

3 - Formado de esa manera, tras enviar a Publio Rutilio en dirección al río, emprende la marcha.

Resumiendo, lo que hace es esto (más o menos, que no he encontrado nada mejor):

Imagen

Cambiar el orden de arriba al de abajo.

Los movimientos no serían tan exagerados, pero los he puesto tal que así para que se aprecien mejor. Por supuesto que las direcciones reflejadas son un ejemplo al desconocerse el lugar de la batalla. Lo que se pretende es mostrar el cambio u orden de la columna.


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Cuando Jugurta observa que la retaguardia de Metelo había rebasado a sus primeros hombres, ocupa con un destacamento de alrededor 2.000 soldados de infantería el monte por donde había bajado el ejército romano, para evitar que, llegado el caso de que retrocediesen, sirviese a sus adversarios de retirada y, más tarde, de fortificación. A continuación dio la señal de que sus tropas se abalanzaran sobre los romanos.

"Unos numidas hacían estragos en la retaguardia, otros probaban por izquierda y derecha, se mostraban atacando y presionaban, en todos los puntos desorganizaban las filas de los romanos. Entre éstos, incluso los que habían hecho frente al enemigo con ánimo más firme se veían burlados por la confusión del combate, y mientras ellos eran heridos sólo de lejos, no tenían posibilidad de herir a su vez o de trabar combate. Aleccionados ya con anterioridad por Jugurta los jinetes, cuando el escuadrón de los romanos comenzaba a perseguirlos, se retiraban, no en filas cerradas ni al mismo punto, sino lo más alejados posible los unos de los otros. De este modo, al ser superiores en número, si no podían hacer desistir al enemigo de su persecución, los atacaban por la espada y por los flancos cuando estaban desanimados. Y si para huir resultaba más adecuada una colina que los llanos, los caballos de los númidas, que estaban acostumbrados, se abrían paso por allí con facilidad entre los ramajes, mientras que a los nuestros lo abrupto y desconocido del lugar los entorpecía"

Salustio, Guerra de Jugurta 50


El desarrollo de la batalla se tornó incierto para los romanos. Aislados de los suyos, unos retrocedían, otros avanzaban, no prestando atención a las enseñas ni a las filas; donde el combate les sorprendía, allí se quedaban tratando de rechazar a los numidas. Así transcurrió gran parte del día quedando el resultado del enfrentamiento en el aire. Finalmente, agotados por el esfuerzo y el calor (en agosto y con siroco se pueden alcanzar los 52º), Metelo ve que los numidas aflojan el ataque y va reuniendo poco a poco a sus soldados, reorganiza las filas y coloca cuatro cohortes de legionarios romanos cara a la infantería numida; la mayor parte de ésta había tomado posiciones, exhausta, en puntos elevados. Durante todo el tiempo, Jugurta no paró intentando reavivar el combate; con tropas elegidas probaba a atacar por todas partes, socorría a los suyos, presionaba a los enemigos vacilantes; a los que sabía que estaban firmes, los inmovilizaba peleando de lejos.

Entretanto, Bomílcar, a quien como se ha dicho anteriormente, Jugurta había puesto al frente de los elefantes y de parte de las tropas de infantería, cuando Publio Rutilio lo hubo rebasado, hizo descender a sus tropas a terreno llano y, mientras Rutilio continuaba apresuradamente su marcha hacia el río, preparó con calma el frente de combate, no dejando de enviar exploradores en ambas direcciones para estar al tanto de los acontecimientos. Al enterarse de que Rutilio había hecho alto y aumentando al tiempo el griterío del combate de Jugurta, temiendo que el oficial romano acudiese en socorro de los suyos, extendió su frente de batalla y marchó contra Rutilio.

Imagen

1 - Jugurta ocupa con 2.000 soldados el monte por el que habían descendido los romanos.
2 - Se inicia el ataque numida.
3 - Bomílcar sale tras Publio Rutilo.
4 - Rutilio se dirige al río para preparar un campamento.


de guiner
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Llegó un momento en el que Cecilio Metelo, al comprender que el grueso del ejército no tenía escapatoria y que los numidas no les daban la posibilidad de combatir, ordenó que se alcanzaran trepando las alturas. Perdidas sus posiciones, los numidas fueron arrollados y puestos en fuga; murieron unos pocos, pero la velocidad y el paraje, que los romanos no conocían, salvaron a la mayoría.

Mientras tanto, Publio Rutilio, que había logrado montar un campamento cerca del río, se percató de que se aproximaba una gran polvareda. Los romanos primero pensaron que el viento levantaba la tierra seca, luego, al ver que permanecía igual y que, conforme se movía la tropa, se iba aproximando sin cesar, al descubrir que se trataba de las tropas de Bomílcar, cogieron a toda velocidad las armas y formaron delante del campamento. Cuando se llegó a corta distancia, ambos bandos salieron corriendo con gran griterío. Los numidas aguantaron sólo mientras vieron ayuda en los elefantes; luego, al verlos enredados en las ramas de los árboles y que, diseminados de este modo, los acorralaban, salieron en desbandada y los más, después de arrojar sus armas, escaparon sanos y salvos con el amparo de la colina y de la noche, que ya se echaba encima. Fueron capturados cuatro elefantes y muertos los cuarenta restantes.
Como Metelo se retrasaba más de lo habitual, Rutilio ordenó marchar en orden de batalla; caída la oscuridad, jinetes enviados para explorar, lograron contactar con otros enviados por el cónsul.

Metelo permaneció cuatro días en el campamento frente al río mientras se curaba a los heridos y se daba descanso a la tropa. Allí repartió condecoraciones y les dio las gracias a sus soldados, exhortándolos para que mostraran idéntico espíritu para lo que restaba de campaña. Entretanto, despachó a algunos desertores numidas para que exploraran por dónde andaba Jugurta y con cuántos hombres contaba. Pero el rey se había retirado acompañado únicamente de la caballería real.

"... ni uno solo de entre todos los numidas acompaña al rey después de la derrota. Cada cual se va adonde le da la gana y ello no se considera una vergüenza militar: sus costumbres son ésas"

Salustio, Guerra de Jugurta 54

Cecilio Metelo sabía muy bien que Jugurta en manera alguna había sido derrotado de forma decisiva y que la guerra, la cual como no fuera a la manera del rey, no se podía hacer, además la pugna con el enemigo era desigual, y que menos pérdidas revestía para ellos ser vencidos que para los suyos vencer, decidió que había que hacer la guerra, no a golpe de batallas y frentes de combate, sino de otra manera. Es así como se encaminó a los lugares más ricos de Numidia para devastar los campos y tomar e incendiar fortines y plazas mal protegidas o sin guarnición, dando orden de matar a todo aquel capaz de ser reclutado.


de guiner
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Derrota de Marco Junio Silano

El cónsul Marco Junio Silano, ante la amenaza que los cimbrios suponían para las tribus galas aliadas de Roma, marchó hacia la Galia Narbonense. Los cimbrios enviaron embajadores al campamento de Silano con el ruego de solicitar tierras en las que asentarse a cambio de ofrecer sus servicios; el cónsul los envió a Roma en donde recibieron la rotunda negativa del senado.

"Mas ¿qué tierras podía conceder un pueblo que iba a pelear entre sí por unas leyes agrarias?"

Lucio Anneo Floro I, 38

Silano, confiado en sus tropas, presentó batalla en el valle del Ródano y fue derrotado:

"El cónsul Marco Junio Silano perdió una batalla contra los cimbrios"

Periochae 65

La frontera romana de la Galia y la propia provincia Narbonense quedaron de esta manera inermes ante el empuje germano, lo que suscitó la rebelión de algunas tribus galas, anteriormente aliadas de Roma, como las asentadas alrededor de la región de Toulouse.


Nota: Quinto Asconio Pediano da algunos datos al respecto pero únicamente encuentro el texto en latín:

http://www.attalus.org/latin/asconius3

Concretamente en Orationum Ciceronis quinque enarratio, Pro Cornelio de maiestate 68'b y 80'b-c
No es que aporte nada nuevo a lo ya dicho sobre la derrota de Silano; únicamente mencionar la existencia de sus textos.


de guiner
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Marco Minucio Rufo derrota a los escordiscos


A Marco Minucio Rufo, en calidad de procónsul (cónsul en 110), le había correspondido la provincia de Macedonia. Allí logró derrotar a los escordiscos:

"El procónsul Marco Minucio combatió contra los tracios con resultado favorable"

Periochae, 65



• Para hechos como la victoria de Minucio Rufo no hay fuentes que mantengan una continuidad. Para tener una visión general habría que ver varios autores. Por ejemplo, Frontino, en su Strategemata:

"El general Minucio Rufo, presionado fuertemente por los escordiscos y dacios, para quienes él no era partido alguno en cuanto a número de tropas, envió a su hermano y un pequeño escuadrón de caballería adelante, junto con un destacamento de trompeteros encargándole que, tan pronto como viera comenzar la batalla, se mostrase repentinamente desde el emplazamiento de enfrente y ordenara que los trompeteros soplaran sus cuernos. Entonces, cuando las cimas devolvieron el eco del sonido, cayó sobre el enemigo la impresión de una enorme multitud, huyendo aterrorizado"

II, 4, 3



Para la situación geográfica de la campaña:

"Minucio devastó todo el valle del Ebro, mas no sin perder a muchos al cruzar su caballería el río, traicionero por el hielo"

Lucio Anneo Floro, I, 39, 5

"Minucio los aniquiló en el hielo del río Hebrus"

Rufo Festo, Breviarium rerum gestarum populi Romani 9,2

Este río Hebrus o Ebro es el actual Maritsa o Evros:

http://es.wikipedia.org/wiki/R%C3%ADo_Maritsa


Eutropio menciona también a los tribalos:

" ... los escordiscos y tribalos en Macedonia por Minucio Rufo"

IV, 27, 3


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