Crisis de la República romana
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Crisis de la República romana
Campaña de Mario
Mario, con un número algo mayor de tropas de lo que había sido estipulado, partió para África y, en pocos días, arribó a Utica. El traspaso del ejército lo hizo el legado Publio Rutilio, pues Metelo había rehuido la presencia de Mario.
El cónsul, con sus tropas al completo, marchó hacia las regiones fértiles más próximas y recogió un botín que fue regalado inmediatamente a sus soldados; a continuación atacó los fortines y plazas fuertes poco defendidas por condiciones naturales o escasas de guarnición, trabando muchos combates de poca envergadura.
"Entretanto, los soldados bisoños asistían a la lucha sin temor, observaban cómo los fugitivos eran capturados o liquidados, y cómo los más valerosos se hallaban más seguros, cómo por las armas se protegían la libertad, la patria, los padres y todo lo demás, y se adquirían gloria y riquezas. De este modo, en poco tiempo, bisoños y veteranos se fundieron y quedó igualado el valor de todos"
Salustio, Guerra de Jugurta, 87
Por su parte, Jugurta y Boco, cuando fueron alertados de la llegada de Mario, se retiraron a lugares inaccesibles tomando cada uno direcciones distintas. Esta decisión de dividir los ejércitos la tomó Jugurta con la esperanza de atacar más adelante a los romanos disgregados y por sorpresa.
Mario, atacando más de una vez a los getulos y a Jugurta cuando sacaban botín de los aliados, los iba derrotado sobre la marcha, y al propio rey lo forzó a desprenderse de las armas no lejos de la ciudad de Cirta. Cuando comprendió que estas acciones no servían para concluir la guerra, decidió poner cerco una por una a las ciudades que por sus tropas o la topografía eran las más adecuadas para los numidas y contrarias a él. De esta manera, o se vería privado de sus guarniciones Jugurta, si permitía dicha operación, o tendría que trabar combate. Mientras tanto, el rey Boco enviaba emisarios a los romanos diciendo que quería la amistad con ellos y que no temiesen ningún movimiento hostil por su parte.
Mario, conforme a su resolución, merodeaba en torno de plazas y fortines, y a unos por la fuerza, a otros por el miedo o haciéndoles ver las recompensas, los iba apartando del bando de Jugurta. En un principio llevó a cabo pequeñas operaciones estimando que Jugurta aparecería para defender a los suyos; mas cuando tuvo confirmación de que aquél andaba lejos y ocupado en otros asuntos, fue del parecer de que era tiempo de emprender operaciones de más envergadura y dificultad.
No cabe olvidar de que Mario se había vanagloriado de que pondría fin a la guerra y le urgía cuanto antes entablar un combate decisivo, ya que, en el caso de alargarse la contienda, sería sustituido en el mando de las operaciones militares. Y es en estos momentos cuando puso sus miras en la plaza de Capsa (actual Gafsa), tanto por la utilidad que representaba para la guerra y porque superaba en dificultad a la toma de Thala por parte de Quinto Cecilio Metelo.
"Metelo había conquistado, con gran gloria, la plaza fuerte de Thala, que estaba situada y fortificada de manera similar, excepto que en Thala había algunas fuentes no lejos de las murallas, y los de Capsa se servían sólo de un manantial de agua corriente y éste en el interior de la plaza, y la restante era de lluvia"
Guerra de Jugurta, 89
Mario, con un número algo mayor de tropas de lo que había sido estipulado, partió para África y, en pocos días, arribó a Utica. El traspaso del ejército lo hizo el legado Publio Rutilio, pues Metelo había rehuido la presencia de Mario.
El cónsul, con sus tropas al completo, marchó hacia las regiones fértiles más próximas y recogió un botín que fue regalado inmediatamente a sus soldados; a continuación atacó los fortines y plazas fuertes poco defendidas por condiciones naturales o escasas de guarnición, trabando muchos combates de poca envergadura.
"Entretanto, los soldados bisoños asistían a la lucha sin temor, observaban cómo los fugitivos eran capturados o liquidados, y cómo los más valerosos se hallaban más seguros, cómo por las armas se protegían la libertad, la patria, los padres y todo lo demás, y se adquirían gloria y riquezas. De este modo, en poco tiempo, bisoños y veteranos se fundieron y quedó igualado el valor de todos"
Salustio, Guerra de Jugurta, 87
Por su parte, Jugurta y Boco, cuando fueron alertados de la llegada de Mario, se retiraron a lugares inaccesibles tomando cada uno direcciones distintas. Esta decisión de dividir los ejércitos la tomó Jugurta con la esperanza de atacar más adelante a los romanos disgregados y por sorpresa.
Mario, atacando más de una vez a los getulos y a Jugurta cuando sacaban botín de los aliados, los iba derrotado sobre la marcha, y al propio rey lo forzó a desprenderse de las armas no lejos de la ciudad de Cirta. Cuando comprendió que estas acciones no servían para concluir la guerra, decidió poner cerco una por una a las ciudades que por sus tropas o la topografía eran las más adecuadas para los numidas y contrarias a él. De esta manera, o se vería privado de sus guarniciones Jugurta, si permitía dicha operación, o tendría que trabar combate. Mientras tanto, el rey Boco enviaba emisarios a los romanos diciendo que quería la amistad con ellos y que no temiesen ningún movimiento hostil por su parte.
Mario, conforme a su resolución, merodeaba en torno de plazas y fortines, y a unos por la fuerza, a otros por el miedo o haciéndoles ver las recompensas, los iba apartando del bando de Jugurta. En un principio llevó a cabo pequeñas operaciones estimando que Jugurta aparecería para defender a los suyos; mas cuando tuvo confirmación de que aquél andaba lejos y ocupado en otros asuntos, fue del parecer de que era tiempo de emprender operaciones de más envergadura y dificultad.
No cabe olvidar de que Mario se había vanagloriado de que pondría fin a la guerra y le urgía cuanto antes entablar un combate decisivo, ya que, en el caso de alargarse la contienda, sería sustituido en el mando de las operaciones militares. Y es en estos momentos cuando puso sus miras en la plaza de Capsa (actual Gafsa), tanto por la utilidad que representaba para la guerra y porque superaba en dificultad a la toma de Thala por parte de Quinto Cecilio Metelo.
"Metelo había conquistado, con gran gloria, la plaza fuerte de Thala, que estaba situada y fortificada de manera similar, excepto que en Thala había algunas fuentes no lejos de las murallas, y los de Capsa se servían sólo de un manantial de agua corriente y éste en el interior de la plaza, y la restante era de lluvia"
Guerra de Jugurta, 89
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Toma de Capsa
Mario, tras estudiarlo todo y teniendo en cuenta la falta de trigo que se iba a encontrar por el camino, ya que todo lo que se había producido lo habían trasladado por orden del rey a lugares seguros [1], y además el campo estaba seco y vacío de cosechas por aquella época (era el final del verano), se preparó con suficiente previsión. Asignó a la caballería auxiliar la conducción de todo el ganado que días antes había constituido parte del botín; ordenó a Aulo Manlio, su lugarteniente, que se dirigiera con unas cohortes de infantería ligera a la ciudad de Lares (actual Henchir Lorbeus), en donde se habían depositado las pagas y la intendencia, aseverándole que a los pocos días llegaría él allí realizando correrías. De este modo, manteniendo en secreto su propósito, se encaminó al río Tanais [2].
[1] Estos lugares, entre los cuales probablemente se hallaba Theveste, eran los que Metelo no había atacado.
[2] De difícil localización al ignorarse desde dónde partió Mario.
Durante la marcha se distribuyó el ganado en cantidades proporcionales entre la caballería y la infantería, fabricándose odres con sus pellejos; a los seis días, cuando llegaron al río, se abastecieron de agua usando una gran cantidad de odres que se habían hecho. Allí se levantó un campamento, con ligera protección, en donde se ordenó a los soldados que comieran y estuvieran preparados para salir con la puesta del sol, cargándose ellos mismos y las acémilas sólo de agua, y arrojando todo el equipaje. Llegada la hora, las tropas abandonaron el campamento y, tras marchar toda la noche, se detuvieron; lo mismo se hizo durante los dos días siguientes. Al tercer día de marcha, antes del amanecer, llegaron a una distancia de de dos millas de Capsa, en donde se hizo un alto guardando el mayor secreto posible. Al despuntar el día, los numidas salieron en gran número de la plaza mientras Mario ordenó que toda la caballería, y con ella la infantería más rápida, salieran en carrera hacia Capsa y se apoderaran de las puertas; a continuación, él, atento y a toda velocidad, los siguió con el resto del ejército.
Lo inesperado del ataque provocó la inmediata rendición de la plaza, la cual fue incendiada, los numidas en edad militar ejecutados, todos los demás habitantes tomados prisioneros y el botín repartido entre los soldados.
Mario, tras estudiarlo todo y teniendo en cuenta la falta de trigo que se iba a encontrar por el camino, ya que todo lo que se había producido lo habían trasladado por orden del rey a lugares seguros [1], y además el campo estaba seco y vacío de cosechas por aquella época (era el final del verano), se preparó con suficiente previsión. Asignó a la caballería auxiliar la conducción de todo el ganado que días antes había constituido parte del botín; ordenó a Aulo Manlio, su lugarteniente, que se dirigiera con unas cohortes de infantería ligera a la ciudad de Lares (actual Henchir Lorbeus), en donde se habían depositado las pagas y la intendencia, aseverándole que a los pocos días llegaría él allí realizando correrías. De este modo, manteniendo en secreto su propósito, se encaminó al río Tanais [2].
[1] Estos lugares, entre los cuales probablemente se hallaba Theveste, eran los que Metelo no había atacado.
[2] De difícil localización al ignorarse desde dónde partió Mario.
Durante la marcha se distribuyó el ganado en cantidades proporcionales entre la caballería y la infantería, fabricándose odres con sus pellejos; a los seis días, cuando llegaron al río, se abastecieron de agua usando una gran cantidad de odres que se habían hecho. Allí se levantó un campamento, con ligera protección, en donde se ordenó a los soldados que comieran y estuvieran preparados para salir con la puesta del sol, cargándose ellos mismos y las acémilas sólo de agua, y arrojando todo el equipaje. Llegada la hora, las tropas abandonaron el campamento y, tras marchar toda la noche, se detuvieron; lo mismo se hizo durante los dos días siguientes. Al tercer día de marcha, antes del amanecer, llegaron a una distancia de de dos millas de Capsa, en donde se hizo un alto guardando el mayor secreto posible. Al despuntar el día, los numidas salieron en gran número de la plaza mientras Mario ordenó que toda la caballería, y con ella la infantería más rápida, salieran en carrera hacia Capsa y se apoderaran de las puertas; a continuación, él, atento y a toda velocidad, los siguió con el resto del ejército.
Lo inesperado del ataque provocó la inmediata rendición de la plaza, la cual fue incendiada, los numidas en edad militar ejecutados, todos los demás habitantes tomados prisioneros y el botín repartido entre los soldados.
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Crisis de la República romana
Inciso sobre Hispania:
Mirando los Fasti Triumphales de un enlace que se dio hace tiempo en otro tema:
http://www.attalus.org/translate/fasti.html#p101
Encuentro que en 107 está atestiguado un triunfo celebrado por Quinto Servilio Cepión:
[Q. Servilius Cn.f. Cn.n.] Caepio, pro[consul, from Further Spain], 5 k.Nov. {28th October}
Cepion no pudo celebrar este triunfo en calidad de procónsul ya que no accedería al consulado hasta el 106. Lo hizo en calidad de propretor:
"Pero Quinto Cepión superó a Craso por la crueldad de su destino. En efecto, después de haber conseguido que se le considerase defensor del senado gracias al esplendor de su pretura, a la importancia de su triunfo, a los logros de su consulado ..."
Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables, VI, 13
Este triunfo lo fue sobre los lusitanos:
"... y los lusitanos en Hispania por Servilio Cepión"
Eutropio IV, 27
Situados en Hispania, se comentó que Caio Mario, en 114, que le había correspondido la Hispania Ulterior, en calidad de propretor, limpió la provincia de bandidos (Plutarco). Este hecho viene dado tras un paréntesis en las fuentes al respecto de la Península. Las noticias que se vuelven a ofrecer de manera esporádica indican la existencia de nuevos conflictos. Los problemas que Mario intentó erradicar en la Ulterior aun permanecían (no es muy seguro) en el 112, ya que por Cicerón se conoce que el gobernador Lucio Cornelio Pisón Frugi murió allí.
"Hay bastantes de vosotros que conocieron a Lucio Pisón, padre del actual Lucio Pisón que fue pretor. Cuando era pretor en Hispania -provincia en la que cayó muerto-"
Verrinas, IV, 25
- Cicerón no dice en qué circunstancias murió pues se limita a contar un hecho sobre cierto anillo de oro que se le rompió. Ciertos autores atribuyen la muerte de Pisón Frugi a un enfrentamiento con los lusitanos.
En 111, Servio Sulpicio Galba, sucesor de Pisón, tuvo que enfrentarse a grandes dificultades, ya que no se pudieron enviar tropas a Hispania a consecuencia de la amenaza que suponían los cimbrios y teutones, sumado al inicio de la guerra contra Jugurta.
- ¡ Ojo !, que aquí veo que, en las dificultades para el envío de tropas, cierto catedrático (o quien le escriba los libros) incluye la 2ª Guerra Servil (104) al malinterpretar el texto de Apiano:
"Posteriormente, al haberse producido otras revueltas en Iberia, fue elegido como general Calpurnio Pisón. A él le sucedió en el mando Servio Galba, Sin embargo, cuando los cimbrios invadieron Italia, y Sicilia se debatía en la segunda guerra de los esclavos, no enviaron ningún ejército a Iberia a causa de sus múltiples preocupaciones, pero enviaron legados para que llevaran la guerra del modo que les fuera posible"
Apiano, Iberia, 99
Ese envío de legados fue posterior al triunfo, mencionado al inicio, de Quinto Servilio Cepión sobre los lusitanos. Por lo que el envío suplementario que menciona el susodicho docente para el 109, como que no. Apiano, simplemente, no menciona a Cepión.
¿Que se enviaran tropas a Quinto Servilio Cepión entre el 109 y el 108?, puede, ¿afirmarlo en base al texto de Apiano?, pues no.
Mirando los Fasti Triumphales de un enlace que se dio hace tiempo en otro tema:
http://www.attalus.org/translate/fasti.html#p101
Encuentro que en 107 está atestiguado un triunfo celebrado por Quinto Servilio Cepión:
[Q. Servilius Cn.f. Cn.n.] Caepio, pro[consul, from Further Spain], 5 k.Nov. {28th October}
Cepion no pudo celebrar este triunfo en calidad de procónsul ya que no accedería al consulado hasta el 106. Lo hizo en calidad de propretor:
"Pero Quinto Cepión superó a Craso por la crueldad de su destino. En efecto, después de haber conseguido que se le considerase defensor del senado gracias al esplendor de su pretura, a la importancia de su triunfo, a los logros de su consulado ..."
Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables, VI, 13
Este triunfo lo fue sobre los lusitanos:
"... y los lusitanos en Hispania por Servilio Cepión"
Eutropio IV, 27
Situados en Hispania, se comentó que Caio Mario, en 114, que le había correspondido la Hispania Ulterior, en calidad de propretor, limpió la provincia de bandidos (Plutarco). Este hecho viene dado tras un paréntesis en las fuentes al respecto de la Península. Las noticias que se vuelven a ofrecer de manera esporádica indican la existencia de nuevos conflictos. Los problemas que Mario intentó erradicar en la Ulterior aun permanecían (no es muy seguro) en el 112, ya que por Cicerón se conoce que el gobernador Lucio Cornelio Pisón Frugi murió allí.
"Hay bastantes de vosotros que conocieron a Lucio Pisón, padre del actual Lucio Pisón que fue pretor. Cuando era pretor en Hispania -provincia en la que cayó muerto-"
Verrinas, IV, 25
- Cicerón no dice en qué circunstancias murió pues se limita a contar un hecho sobre cierto anillo de oro que se le rompió. Ciertos autores atribuyen la muerte de Pisón Frugi a un enfrentamiento con los lusitanos.
En 111, Servio Sulpicio Galba, sucesor de Pisón, tuvo que enfrentarse a grandes dificultades, ya que no se pudieron enviar tropas a Hispania a consecuencia de la amenaza que suponían los cimbrios y teutones, sumado al inicio de la guerra contra Jugurta.
- ¡ Ojo !, que aquí veo que, en las dificultades para el envío de tropas, cierto catedrático (o quien le escriba los libros) incluye la 2ª Guerra Servil (104) al malinterpretar el texto de Apiano:
"Posteriormente, al haberse producido otras revueltas en Iberia, fue elegido como general Calpurnio Pisón. A él le sucedió en el mando Servio Galba, Sin embargo, cuando los cimbrios invadieron Italia, y Sicilia se debatía en la segunda guerra de los esclavos, no enviaron ningún ejército a Iberia a causa de sus múltiples preocupaciones, pero enviaron legados para que llevaran la guerra del modo que les fuera posible"
Apiano, Iberia, 99
Ese envío de legados fue posterior al triunfo, mencionado al inicio, de Quinto Servilio Cepión sobre los lusitanos. Por lo que el envío suplementario que menciona el susodicho docente para el 109, como que no. Apiano, simplemente, no menciona a Cepión.
¿Que se enviaran tropas a Quinto Servilio Cepión entre el 109 y el 108?, puede, ¿afirmarlo en base al texto de Apiano?, pues no.
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Crisis de la República romana
106
Entran en funciones los cónsules Caio Atilio Serrano y Quinto Servilio Cepión.
FC:
[C. Atilius . . . Serranus] , [Q. Servilius] Cn.f. Cn.n. [Caepio]
Al cónsul Quinto Servilio Cepión se le asignó la tarea de recuperar las regiones perdidas en la Galia, mientras que a Mario se le prorrogó el mando en África.
La alianza de grupos de equites y populares, que proporcionó a Mario el consulado y el mando de la guerra en Numidia, no puede considerarse una factio política permanente con un programa definido. Las circunstancias que habían ocasinado su unión (esto es, la rápida terminación de la guerra en África), se habían evidenciado ilusorias. A esto hay que sumarle la grave derrota de Lucio Casio Longino, colega de Mario en el consulado de 107. Por estos motivos, la nobilitas recuperó terreno en este año con el acceso al consulado de Servilio Cepión, un individuo del círculo de los Metelo, cuyos recientes éxitos en Hispania contra los lusitanos habían sido recompensados con el triunfo. El mismo Quinto Cecilio Metelo será recompensado con la celebración de un triunfo sobre Jugurta y se le otorgará el título de "Numidico".
La ocasión se presentaba idónea para una restauración del poder de la nobilitas con una acción contra un peligroso elemento que, apenas unos años antes, había conseguido hacer tambalear el prestigio de la aristocracia senatorial, las quaestiones extraordinariae y la composición de sus jurados, reclutados exclusivamente dentro del orden ecuestre.
-Recordemos la quaestio Mamilia (109):
crisis-de-la-republica-romana-t37134-120.html
Servilio Cepión presentó una propuesta de lex iudiciaria con la intención de arrebatar parcialmente al orden ecuestre el control de los tribunales para repartir la designación de jueces con los senadores; la propuesta fue aprobada.
Ya nada podría evitar que los tribunales se utilizaran descaradamente como arma política, y que cada factio buscase desesperadamente su control para contar con ella.
Entran en funciones los cónsules Caio Atilio Serrano y Quinto Servilio Cepión.
FC:
[C. Atilius . . . Serranus] , [Q. Servilius] Cn.f. Cn.n. [Caepio]
Al cónsul Quinto Servilio Cepión se le asignó la tarea de recuperar las regiones perdidas en la Galia, mientras que a Mario se le prorrogó el mando en África.
La alianza de grupos de equites y populares, que proporcionó a Mario el consulado y el mando de la guerra en Numidia, no puede considerarse una factio política permanente con un programa definido. Las circunstancias que habían ocasinado su unión (esto es, la rápida terminación de la guerra en África), se habían evidenciado ilusorias. A esto hay que sumarle la grave derrota de Lucio Casio Longino, colega de Mario en el consulado de 107. Por estos motivos, la nobilitas recuperó terreno en este año con el acceso al consulado de Servilio Cepión, un individuo del círculo de los Metelo, cuyos recientes éxitos en Hispania contra los lusitanos habían sido recompensados con el triunfo. El mismo Quinto Cecilio Metelo será recompensado con la celebración de un triunfo sobre Jugurta y se le otorgará el título de "Numidico".
La ocasión se presentaba idónea para una restauración del poder de la nobilitas con una acción contra un peligroso elemento que, apenas unos años antes, había conseguido hacer tambalear el prestigio de la aristocracia senatorial, las quaestiones extraordinariae y la composición de sus jurados, reclutados exclusivamente dentro del orden ecuestre.
-Recordemos la quaestio Mamilia (109):
crisis-de-la-republica-romana-t37134-120.html
Servilio Cepión presentó una propuesta de lex iudiciaria con la intención de arrebatar parcialmente al orden ecuestre el control de los tribunales para repartir la designación de jueces con los senadores; la propuesta fue aprobada.
Ya nada podría evitar que los tribunales se utilizaran descaradamente como arma política, y que cada factio buscase desesperadamente su control para contar con ella.
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Mario captura un fuerte cerca del río Malva (actual Moulouya)
Mario prosiguió su campaña durante el invierno (107/106) capturando varias ciudades de las que pocas le ofrecieron resistencia; la mayoría habían sido abandonadas ante la suerte sufrida por Capsa.´
No lejos del río Malva, que separaba el reino de Jugurta del de Boco, había en medio de una llanura un monte rocoso de anchura suficiente para un mediano fortín, que alcanzaba una gran altura y con un único acceso sumamente estrecho; pues todo el monte estaba cortado a pico de manera natural.
Mario emprendió con sumo ímpetu la conquista de dicho lugar, porque allí estaban los tesoros del rey. El fortín contaba con suficiente número de hombres y de armas, gran cantidad de trigo y una fuente; el sitio era inapropiado para terraplenes, torres y demás máquinas de guerra, el camino para sus habitantes era bastante estrecho y con precipicios a ambos lados. Por allí se empujaban los manteletes en vano y con enorme riesgo, pues cuando habían avanzado un poco los inutilizaban con fuego o con piedras. Los soldados no podían estar al pie de la obra dado lo desigual del terreno, ni manejarse entre los manteletes sin peligro; los más osados iban cayendo o eran heridos, y el miedo de los demás iba en aumento.
Cuando Mario llevaba varios días dándole vueltas a si abandonaría su propósito, un hecho fortuito llegó en su ayuda. Un soldado ligur de las cohortes auxiliares, que había salido del campamento a traer agua, observó, no lejos del flanco del fortín alejado de los combatientes, unos caracoles que se deslizaban entre las piedras; poniéndose a buscar uno y otro, y luego más, con el ahínco de cogerlos, poco a poco acabó por llegar casi a la cima del monte.
"Cuando se hizo cargo desde allí de la vasta soledad, le entró el deseo, habitual en la naturaleza humana, de realizar algo difícil. Y por casualidad en aquel lugar había crecido entre las rocas una gran encina, que primero se inclinaba un poco, y luego se enderezaba y ascendía en las alturas, hacia donde tienden por naturaleza todas las plantas. El ligur, apoyándose ora en sus ramas, ora en los salientes de las rocas, llegó a la llanura del fortín, porque todos los númidas estaban atentos a los combatientes. Examinado todo lo que, a su juicio, posteriormente habría de servirle, regresa por el mismo sitio, no descuidadamente, como había ascendido, sino tanteando y observándolo todo"
Salustio, Guerra de Jugurta, 93
El ligur abordó a Mario y le informó de todo lo ocurrido, sugiriéndole atacar el fuerte por la parte por la que él había ascendido, ofreciéndose a servirle de guía. Mario decidió enviar un reducido grupo con el ligur. De entre los trompetas y cornetas se eligieron a los cinco más ágiles y con ellos a cuatro centuriones para que les diesen escolta. Tras una dura ascensión, el grupo alcanzó la parte del fuerte que estaba desatendida por los defensores. Cuando Mario recibió noticias de que habían alcanzado su objetivo, aunque había mantenido durante todo el día atentos al combate a los númidas, arengó a los soldados y salió él mismo fuera de los emplazamientos de los manteletes; tras formar la tortuga, los romanos se fueron aproximando, al tiempo que eran protegidos desde lejos por las máquinas de asalto, los honderos y los arqueros. Los numidas, por su parte, como antes les habían desbaratado los manteletes a los romanos muchas veces e incluso se los habían incendiado, no se guarecían dentro de las murallas del fortín, sino que se pasaban el día y la noche delante del muro, lanzado improperios a los romanos y echando en cara a Mario su locura. Estando todos atentos al combate, de repente sonaron las trompetas a la espalda de los numidas.
" ... al principio, las mujeres y los niños, que se habían adelantado para ver, salieron huyendo; luego, los que se hallaban más próximos al muro, y al final todo el mundo, armados y desarmados. Al ocurrir esto, los romanos presionaban con más ímpetu, los atropellaban y se limitaban a herir a la mayoría y luego pasaban por encima de los cuerpos de los caídos, atacaban la muralla, compitiendo ávidos de gloria, y ni a uno solo lo retardaba el botín"
Guerra de Jugurta, 94
Mientras se desarrollaban estos acontecimientos, llegó al campamento un fuerte contingente de caballería al mando del cuestor que se había quedado en Roma para reclutarlos en el Lacio y entre los aliados. El cuestor era un tal Lucio Cornelio Sila.
Nota: La distancia entre Capsa y el Moulouya es de 1.200 Km. El viaje de ida y vuelta se estima que pudo durar entre cuatro y seis meses. Algunos autores sugieren una confusión geográfica por parte de Salustio y en lugar del Moulouya optan por el Cheliff. Sea como fuere, a partir de estos hechos, Jugurta dejó de tener la importancia y el peligro que había supuesto hasta esos momentos.
Mario prosiguió su campaña durante el invierno (107/106) capturando varias ciudades de las que pocas le ofrecieron resistencia; la mayoría habían sido abandonadas ante la suerte sufrida por Capsa.´
No lejos del río Malva, que separaba el reino de Jugurta del de Boco, había en medio de una llanura un monte rocoso de anchura suficiente para un mediano fortín, que alcanzaba una gran altura y con un único acceso sumamente estrecho; pues todo el monte estaba cortado a pico de manera natural.
Mario emprendió con sumo ímpetu la conquista de dicho lugar, porque allí estaban los tesoros del rey. El fortín contaba con suficiente número de hombres y de armas, gran cantidad de trigo y una fuente; el sitio era inapropiado para terraplenes, torres y demás máquinas de guerra, el camino para sus habitantes era bastante estrecho y con precipicios a ambos lados. Por allí se empujaban los manteletes en vano y con enorme riesgo, pues cuando habían avanzado un poco los inutilizaban con fuego o con piedras. Los soldados no podían estar al pie de la obra dado lo desigual del terreno, ni manejarse entre los manteletes sin peligro; los más osados iban cayendo o eran heridos, y el miedo de los demás iba en aumento.
Cuando Mario llevaba varios días dándole vueltas a si abandonaría su propósito, un hecho fortuito llegó en su ayuda. Un soldado ligur de las cohortes auxiliares, que había salido del campamento a traer agua, observó, no lejos del flanco del fortín alejado de los combatientes, unos caracoles que se deslizaban entre las piedras; poniéndose a buscar uno y otro, y luego más, con el ahínco de cogerlos, poco a poco acabó por llegar casi a la cima del monte.
"Cuando se hizo cargo desde allí de la vasta soledad, le entró el deseo, habitual en la naturaleza humana, de realizar algo difícil. Y por casualidad en aquel lugar había crecido entre las rocas una gran encina, que primero se inclinaba un poco, y luego se enderezaba y ascendía en las alturas, hacia donde tienden por naturaleza todas las plantas. El ligur, apoyándose ora en sus ramas, ora en los salientes de las rocas, llegó a la llanura del fortín, porque todos los númidas estaban atentos a los combatientes. Examinado todo lo que, a su juicio, posteriormente habría de servirle, regresa por el mismo sitio, no descuidadamente, como había ascendido, sino tanteando y observándolo todo"
Salustio, Guerra de Jugurta, 93
El ligur abordó a Mario y le informó de todo lo ocurrido, sugiriéndole atacar el fuerte por la parte por la que él había ascendido, ofreciéndose a servirle de guía. Mario decidió enviar un reducido grupo con el ligur. De entre los trompetas y cornetas se eligieron a los cinco más ágiles y con ellos a cuatro centuriones para que les diesen escolta. Tras una dura ascensión, el grupo alcanzó la parte del fuerte que estaba desatendida por los defensores. Cuando Mario recibió noticias de que habían alcanzado su objetivo, aunque había mantenido durante todo el día atentos al combate a los númidas, arengó a los soldados y salió él mismo fuera de los emplazamientos de los manteletes; tras formar la tortuga, los romanos se fueron aproximando, al tiempo que eran protegidos desde lejos por las máquinas de asalto, los honderos y los arqueros. Los numidas, por su parte, como antes les habían desbaratado los manteletes a los romanos muchas veces e incluso se los habían incendiado, no se guarecían dentro de las murallas del fortín, sino que se pasaban el día y la noche delante del muro, lanzado improperios a los romanos y echando en cara a Mario su locura. Estando todos atentos al combate, de repente sonaron las trompetas a la espalda de los numidas.
" ... al principio, las mujeres y los niños, que se habían adelantado para ver, salieron huyendo; luego, los que se hallaban más próximos al muro, y al final todo el mundo, armados y desarmados. Al ocurrir esto, los romanos presionaban con más ímpetu, los atropellaban y se limitaban a herir a la mayoría y luego pasaban por encima de los cuerpos de los caídos, atacaban la muralla, compitiendo ávidos de gloria, y ni a uno solo lo retardaba el botín"
Guerra de Jugurta, 94
Mientras se desarrollaban estos acontecimientos, llegó al campamento un fuerte contingente de caballería al mando del cuestor que se había quedado en Roma para reclutarlos en el Lacio y entre los aliados. El cuestor era un tal Lucio Cornelio Sila.
Nota: La distancia entre Capsa y el Moulouya es de 1.200 Km. El viaje de ida y vuelta se estima que pudo durar entre cuatro y seis meses. Algunos autores sugieren una confusión geográfica por parte de Salustio y en lugar del Moulouya optan por el Cheliff. Sea como fuere, a partir de estos hechos, Jugurta dejó de tener la importancia y el peligro que había supuesto hasta esos momentos.
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Crisis de la República romana
Mario se retira a sus cuarteles de invierno
Jugurta, tras la pérdida de Capsa y otros puntos clave, envió emisarios al rey Boco para que mandase cuanto antes a sus tropas a Numidia con la intención de buscar un combate decisivo contra los romanos. Cuando se enteró que Boco andaba reticente, sobornó a sus más allegados, prometiendo al propio rey la tercera parte de Numidia si los romanos eran expulsados de África o si se obtenía un acuerdo de paz que salvaguardara la integridad de sus territorios. Seducido por esta recompensa, Boco se unió a Jugurta con un gran contingente de tropas.
Una vez unidos los dos ejércitos, decidieron atacar a Mario, que ya se retiraba a sus cuarteles de invierno. Pensando que la noche, que ya se echaba encima, les serviría de protección si eran vencidos, y que, si vencían, no les suponía entorpecimiento alguno, ya que conocían el terreno, se abalanzaron sobre el ejército del procónsul; antes de que los soldados pudiesen formar o recoger los bártulos, antes de que pudieran recibir señal u orden alguna, los jinetes moros (mauri) y getulos •, sin formar ni con trazas algunas de combate, sino en escuadrones, conforme el azar los había reunido, se lanzaron contra los romanos.
"[Los romanos] o bien tomaban las armas o bien defendían de los enemigos a otros que las estaban tomando; unos montaban a caballo y salían al encuentro de los enemigos; el combate que se desarrollaba se parecía más a una pelea de forajidos que a una batalla; sin enseñas, sin filas, jinetes e infantes mezclados, unos retrocedían, otros caían degollados, y muchos que peleaban con el máximo vigor contra los que tenían enfrente eran cercados por la espalda; ni el arrojo ni las armas eran bastante protección, porque el enemigo era superior en número y se había desplegado por doquier"
Salustio, Guerra de Jugurta 96
Finalmente, los romanos, a medida que su ubicación lo permitía, comenzaron a formar círculos defensivos y así, protegidos de esta manera y al mismo tiempo ordenados en un frente, resistieron la presión del enemigo.
En medio de esta situación desfavorable, Mario reunió un grupo de jinetes para prestar apoyo allí donde fuera necesario. La noche se acercaba pero el empuje de los atacantes no cedió un ápice y, conforme a las instrucciones de los reyes, considerando que la noche les era favorable, apretaron con más ganas. Entonces, Mario, para que su ejército tuviera un lugar de retirada, ocupó dos colinas inmediatas entre sí, en una de las cuales, poco ancha para un campamento, había un gran manantial, y la otra era adecuada para servirse de ella, porque, elevada y con precipicios en gran parte, requería pocos parapetos. Ordenó a Sila que pasase la noche junto al manantial con la caballería mientras él fue reuniendo poco a poco a los soldados dispersos, a los cuales hizo trepar a las elevaciones a paso ligero. Los reyes, obligados por la dificultad del lugar, desistieron de continuar la lucha, no obstante no permitieron a sus tropas alejarse mucho, sino que los hicieron acampar alrededor de las dos colinas, cosa que hicieron de forma desordenada.
"Luego, haciendo abundantes fogatas, los bárbaros pasaban la mayor parte de la noche a su estilo, llenos de alegría, exultantes y dando gritos. Y sus propios jefes, engreídos porque no había habido desbandada, se las daban de vencedores"
Guerra de Jugurta 98
Todo esto facilitó le facilitó una visión general de la situación a Mario, que permanecía entre las tinieblas; ordenó guardar el mayor silencio y, al aproximarse el alba, se dio la señal de atacar a todas las tropas. Los moros y los getulos, despertados repentinamente por el sonido desconocido y espantoso, no pudieron coger las armas, ni hacer ni prever nada en absoluto. Todos fueron arrollados y puestos en fuga y capturadas la mayor parte de las armas y de las enseñas militares.
Después de la batalla, Mario se dirigió a los cuarteles de invierno, cercanos a las ciudades costeras por razones de aprovisionamiento.
Jugurta iba a realizar un nuevo intento.
• Empleo estos términos porque, tras la captura del fuerte cerca del Moulouya, Salustio, fuente principal de estos hechos, no habla en adelante de numidas sino de moros o mauri y getulos (Mauri atque Gaetuli), prueba de la precariedad e indefensión en que se encontró el caudillo numida a partir de ese momento.
Evidentemente, uso el término 'moros' ya que, además de ser lo usual en las traducciones, si dijera 'mauri', a la vez tendría que optar por 'gaetuli', en lugar de 'getulos', o 'numidae' para 'numidas'.
Jugurta, tras la pérdida de Capsa y otros puntos clave, envió emisarios al rey Boco para que mandase cuanto antes a sus tropas a Numidia con la intención de buscar un combate decisivo contra los romanos. Cuando se enteró que Boco andaba reticente, sobornó a sus más allegados, prometiendo al propio rey la tercera parte de Numidia si los romanos eran expulsados de África o si se obtenía un acuerdo de paz que salvaguardara la integridad de sus territorios. Seducido por esta recompensa, Boco se unió a Jugurta con un gran contingente de tropas.
Una vez unidos los dos ejércitos, decidieron atacar a Mario, que ya se retiraba a sus cuarteles de invierno. Pensando que la noche, que ya se echaba encima, les serviría de protección si eran vencidos, y que, si vencían, no les suponía entorpecimiento alguno, ya que conocían el terreno, se abalanzaron sobre el ejército del procónsul; antes de que los soldados pudiesen formar o recoger los bártulos, antes de que pudieran recibir señal u orden alguna, los jinetes moros (mauri) y getulos •, sin formar ni con trazas algunas de combate, sino en escuadrones, conforme el azar los había reunido, se lanzaron contra los romanos.
"[Los romanos] o bien tomaban las armas o bien defendían de los enemigos a otros que las estaban tomando; unos montaban a caballo y salían al encuentro de los enemigos; el combate que se desarrollaba se parecía más a una pelea de forajidos que a una batalla; sin enseñas, sin filas, jinetes e infantes mezclados, unos retrocedían, otros caían degollados, y muchos que peleaban con el máximo vigor contra los que tenían enfrente eran cercados por la espalda; ni el arrojo ni las armas eran bastante protección, porque el enemigo era superior en número y se había desplegado por doquier"
Salustio, Guerra de Jugurta 96
Finalmente, los romanos, a medida que su ubicación lo permitía, comenzaron a formar círculos defensivos y así, protegidos de esta manera y al mismo tiempo ordenados en un frente, resistieron la presión del enemigo.
En medio de esta situación desfavorable, Mario reunió un grupo de jinetes para prestar apoyo allí donde fuera necesario. La noche se acercaba pero el empuje de los atacantes no cedió un ápice y, conforme a las instrucciones de los reyes, considerando que la noche les era favorable, apretaron con más ganas. Entonces, Mario, para que su ejército tuviera un lugar de retirada, ocupó dos colinas inmediatas entre sí, en una de las cuales, poco ancha para un campamento, había un gran manantial, y la otra era adecuada para servirse de ella, porque, elevada y con precipicios en gran parte, requería pocos parapetos. Ordenó a Sila que pasase la noche junto al manantial con la caballería mientras él fue reuniendo poco a poco a los soldados dispersos, a los cuales hizo trepar a las elevaciones a paso ligero. Los reyes, obligados por la dificultad del lugar, desistieron de continuar la lucha, no obstante no permitieron a sus tropas alejarse mucho, sino que los hicieron acampar alrededor de las dos colinas, cosa que hicieron de forma desordenada.
"Luego, haciendo abundantes fogatas, los bárbaros pasaban la mayor parte de la noche a su estilo, llenos de alegría, exultantes y dando gritos. Y sus propios jefes, engreídos porque no había habido desbandada, se las daban de vencedores"
Guerra de Jugurta 98
Todo esto facilitó le facilitó una visión general de la situación a Mario, que permanecía entre las tinieblas; ordenó guardar el mayor silencio y, al aproximarse el alba, se dio la señal de atacar a todas las tropas. Los moros y los getulos, despertados repentinamente por el sonido desconocido y espantoso, no pudieron coger las armas, ni hacer ni prever nada en absoluto. Todos fueron arrollados y puestos en fuga y capturadas la mayor parte de las armas y de las enseñas militares.
Después de la batalla, Mario se dirigió a los cuarteles de invierno, cercanos a las ciudades costeras por razones de aprovisionamiento.
Jugurta iba a realizar un nuevo intento.
• Empleo estos términos porque, tras la captura del fuerte cerca del Moulouya, Salustio, fuente principal de estos hechos, no habla en adelante de numidas sino de moros o mauri y getulos (Mauri atque Gaetuli), prueba de la precariedad e indefensión en que se encontró el caudillo numida a partir de ese momento.
Evidentemente, uso el término 'moros' ya que, además de ser lo usual en las traducciones, si dijera 'mauri', a la vez tendría que optar por 'gaetuli', en lugar de 'getulos', o 'numidae' para 'numidas'.
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Crisis de la República romana
Mario, en previsión de un ataque, ordenó marchar en formación cuadrangular (quadrato agmine incedere): Sila, en el ala derecha, con la caballería; en la izquierda, Aulo Manlio ejercía el mando de honderos y arqueros, además de las cohortes de ligures; los tribunos se colocaron en la vanguardia y en la retaguardia con la infantería ligera (cum expeditis manipulis). Los desertores numidas exploraban el itinerario del ejército de los dos reyes •. Mientras tanto, Mario iba y venía revisándolo todo.
"Y no de modo distinto a como hacía la marcha fortificaba el campamento, mandaba cohortes de legionarios a montar guardia en la puerta, y delante del campamento a jinetes de las tropas auxiliares. Además, disponía a otros sobre la valla en las obras de defensa, y él mismo hacía la ronda de los puestos, no porque desconfiase de que se hiciese lo que ordenaba, sino para que, al compartir la fatiga el general con los soldados, éstos la aceptasen de buen grado"
Salustio, Guerra de Jugurta, 100
Finalmente, al cuarto día, no lejos de la ciudad de Cirta, se dejaron ver por todas partes y al mismo tiempo a los batidores (speculatores), por lo cual se comprendió que el enemigo estaba a la vista. Pero como todos regresaban por separado cada uno de una parte y todos daban la alerta, Mario, incierto sobre el modo de ordenar el frente, aguardó en el mismo sitio sin variar la formación de marcha que llevaba, preparado para el ataque desde cualquier dirección. De este modo se frustraron las espectativas de Jugurta, quien había distribuido sus tropas en cuatro contingentes en la creencia de que, entre todos, algunos de los suyos lograrían atacar la retaguardia de los romanos. Entretanto, Sila, que fue el primero en ser atacado, formó la caballería en escuadrones lo más juntos posible; los demás permanecieron en sus puestos protegiéndose de los disparos. Boco atacó las últimas líneas romanas con la infantería que había traido su hijo Voluce y que, por haberse retardado en la marcha, no había participado en el combate anterior. Mario actuaba en primera línea, porque allí estaba Jugurta con el grueso de sus tropas.
"Luego, el númida, al enterarse de la llegada de Boco, gira sigilosamente para dirigirse con unos pocos hacia los infantes. Llegado allí grita en latín (pues había aprendido a hablarlo en Numancia) que era baldía la lucha de los nuestros, que poco antes había matado a Mario con su propia mano; al tiempo mostraba una españa teñida de sangre que había ensangrentado en la lucha matando no sin decisión a un infante nuestro"
Guerra de Jugurta, 101
Cuando los soldados oyeron esto, se asustaron y ,al mismo tiempo, los atacantes cobraron ánimos y avanzaron con más denuedo contra los sorprendidos romanos. Y ya estaban al borde de la huida, cuando Sila, que regresaba de aniquilar a aquellos con los que se había enfrentado, acometió a los enemigos por un flanco. Boco cambió de dirección al instante, mientras que Jugurta se abría camino entre los disparos de los romanos, tratando de evitarlos. Y entretanto Mario, puestos en fuga los jinetes, acudió en auxilio de los suyos, que ya sabía que iban retrocediendo. Por último, los enemigos fueron puestos en desbandada.
"Entonces, en la llanura abierta se ofrecía un espectáculo horripilante: persecuciones, fugas, matanzas, apresamientos; hombres y caballos malheridos; muchos, con las heridas que habían recibido, no podían ni escapar ni soportar la inmovilidad, trataban de incorporarse y al momento se derrumbaban; en fin, todo lo que había a la vista se hallaba cubierto de armas, escudos y cadáveres, y entre todo ello la tierra estaba manchada de sangre"
Guerra de Jugurta, 101
Mario, vencedor, alcanzó la ciudad de Cirta.
Transcurridos cinco días del segundo enfrentamiento, llegaron a Cirta unos delegados de Boco que en nombre del rey pidieron a Mario que le enviase a los dos más leales que tuviese, que quería discutir con ellos asuntos de interés suyo y del pueblo romano. Mario ordenó a Sila y a Aulo Manlio partir al momento.
• Orosio habla de 90.000 soldados:
"Tras ello, estos reyes se presentaron en una nueva batalla con noventa mil soldados"
V, 15, 18
-Salustio, en su "Guerra de Jugurta", entre sus fuentes, ha venido usando (entre otras) las memorias de Publio Rutilio Rufo, aquel que hizo frente a Bomílcar y que transfirió el ejército a Mario, al no querer hacerlo Cecilio Metelo. Pero este Rutilio Rufo, muy posiblemente, había partido hacia Roma para preparar las elecciones del 106. Sila escribió unas Memorias en 22 libros que constituyen una fuente en primera persona para Salustio. Muy posiblemente, estos hechos relatados fueron sacados de esos Commentarii de Sila.
"Y no de modo distinto a como hacía la marcha fortificaba el campamento, mandaba cohortes de legionarios a montar guardia en la puerta, y delante del campamento a jinetes de las tropas auxiliares. Además, disponía a otros sobre la valla en las obras de defensa, y él mismo hacía la ronda de los puestos, no porque desconfiase de que se hiciese lo que ordenaba, sino para que, al compartir la fatiga el general con los soldados, éstos la aceptasen de buen grado"
Salustio, Guerra de Jugurta, 100
Finalmente, al cuarto día, no lejos de la ciudad de Cirta, se dejaron ver por todas partes y al mismo tiempo a los batidores (speculatores), por lo cual se comprendió que el enemigo estaba a la vista. Pero como todos regresaban por separado cada uno de una parte y todos daban la alerta, Mario, incierto sobre el modo de ordenar el frente, aguardó en el mismo sitio sin variar la formación de marcha que llevaba, preparado para el ataque desde cualquier dirección. De este modo se frustraron las espectativas de Jugurta, quien había distribuido sus tropas en cuatro contingentes en la creencia de que, entre todos, algunos de los suyos lograrían atacar la retaguardia de los romanos. Entretanto, Sila, que fue el primero en ser atacado, formó la caballería en escuadrones lo más juntos posible; los demás permanecieron en sus puestos protegiéndose de los disparos. Boco atacó las últimas líneas romanas con la infantería que había traido su hijo Voluce y que, por haberse retardado en la marcha, no había participado en el combate anterior. Mario actuaba en primera línea, porque allí estaba Jugurta con el grueso de sus tropas.
"Luego, el númida, al enterarse de la llegada de Boco, gira sigilosamente para dirigirse con unos pocos hacia los infantes. Llegado allí grita en latín (pues había aprendido a hablarlo en Numancia) que era baldía la lucha de los nuestros, que poco antes había matado a Mario con su propia mano; al tiempo mostraba una españa teñida de sangre que había ensangrentado en la lucha matando no sin decisión a un infante nuestro"
Guerra de Jugurta, 101
Cuando los soldados oyeron esto, se asustaron y ,al mismo tiempo, los atacantes cobraron ánimos y avanzaron con más denuedo contra los sorprendidos romanos. Y ya estaban al borde de la huida, cuando Sila, que regresaba de aniquilar a aquellos con los que se había enfrentado, acometió a los enemigos por un flanco. Boco cambió de dirección al instante, mientras que Jugurta se abría camino entre los disparos de los romanos, tratando de evitarlos. Y entretanto Mario, puestos en fuga los jinetes, acudió en auxilio de los suyos, que ya sabía que iban retrocediendo. Por último, los enemigos fueron puestos en desbandada.
"Entonces, en la llanura abierta se ofrecía un espectáculo horripilante: persecuciones, fugas, matanzas, apresamientos; hombres y caballos malheridos; muchos, con las heridas que habían recibido, no podían ni escapar ni soportar la inmovilidad, trataban de incorporarse y al momento se derrumbaban; en fin, todo lo que había a la vista se hallaba cubierto de armas, escudos y cadáveres, y entre todo ello la tierra estaba manchada de sangre"
Guerra de Jugurta, 101
Mario, vencedor, alcanzó la ciudad de Cirta.
Transcurridos cinco días del segundo enfrentamiento, llegaron a Cirta unos delegados de Boco que en nombre del rey pidieron a Mario que le enviase a los dos más leales que tuviese, que quería discutir con ellos asuntos de interés suyo y del pueblo romano. Mario ordenó a Sila y a Aulo Manlio partir al momento.
• Orosio habla de 90.000 soldados:
"Tras ello, estos reyes se presentaron en una nueva batalla con noventa mil soldados"
V, 15, 18
-Salustio, en su "Guerra de Jugurta", entre sus fuentes, ha venido usando (entre otras) las memorias de Publio Rutilio Rufo, aquel que hizo frente a Bomílcar y que transfirió el ejército a Mario, al no querer hacerlo Cecilio Metelo. Pero este Rutilio Rufo, muy posiblemente, había partido hacia Roma para preparar las elecciones del 106. Sila escribió unas Memorias en 22 libros que constituyen una fuente en primera persona para Salustio. Muy posiblemente, estos hechos relatados fueron sacados de esos Commentarii de Sila.
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Servilio Cepión recupera los territorios de la Galia - El Aurum Tolosanum
Al cónsul Quinto Servilio Cepión le fue asignada la tarea de recuperar las regiones perdidas en la Galia. Cepión, militar experimentado, pareció calmar la situación al dirigir sus esfuerzos a recuperar la región de Tolosa, lo que consiguió sin derramamiento de sangre; este giro favorable, después de tantas desgracias, le confirmó en el mando del ejército gálico, en calidad de procónsul, para el 105.
Es en este contexto en donde surge el famoso Aurum Tolosanum (Oro de Tolosa). Existía la creencia de que los tectósages (Volcae Tectosages) habían participado en la expedición contra Delfos (279 aC.), y que los tesoros, que Servilio Cepión encontró en la ciudad de Tolosa, formaban parte de las riquezas procedentes de allí. También se pensaba que, para lograr el perdón del dios Apolo, los tectósages incrementaron con ofrendas de bienes particulares aquel tesoro.
Pero existía también otra versión:
"Pero es más convincente la versión de Posidonio, que valoraba las riquezas halladas en Tolosa en unos quince mil talentos, depositados unos en santuarios y otros en lagunas sagradas, en forma de oro y plata en bruto, sin pulimento de ningún tipo, mientras que el santuario de Delfos carecía por completo ya en aquellos tiempos de este tipo de riquezas, tras haber sido saqueado por los focenses durante la Guerra Sagrada. Si de algo se hubieran apoderado estaría, además, repartido entre muchos, puesto que tampoco es verosímil que regresaran sin problemas a su patria después de salir de Delfos, lo cual ocurrió de forma lamentable, divididos por la discordia en múltiples facciones"
Estrabón IV. C188
• Ya hablaremos en su momento del proceso extraordinadio (la quaestio auri Tolosani) que se consiguió incoarle a Servilio Cepión a propósito del expolio y posterior desaparición del tesoro proveniente de los templos de Tolosa.
Al cónsul Quinto Servilio Cepión le fue asignada la tarea de recuperar las regiones perdidas en la Galia. Cepión, militar experimentado, pareció calmar la situación al dirigir sus esfuerzos a recuperar la región de Tolosa, lo que consiguió sin derramamiento de sangre; este giro favorable, después de tantas desgracias, le confirmó en el mando del ejército gálico, en calidad de procónsul, para el 105.
Es en este contexto en donde surge el famoso Aurum Tolosanum (Oro de Tolosa). Existía la creencia de que los tectósages (Volcae Tectosages) habían participado en la expedición contra Delfos (279 aC.), y que los tesoros, que Servilio Cepión encontró en la ciudad de Tolosa, formaban parte de las riquezas procedentes de allí. También se pensaba que, para lograr el perdón del dios Apolo, los tectósages incrementaron con ofrendas de bienes particulares aquel tesoro.
Pero existía también otra versión:
"Pero es más convincente la versión de Posidonio, que valoraba las riquezas halladas en Tolosa en unos quince mil talentos, depositados unos en santuarios y otros en lagunas sagradas, en forma de oro y plata en bruto, sin pulimento de ningún tipo, mientras que el santuario de Delfos carecía por completo ya en aquellos tiempos de este tipo de riquezas, tras haber sido saqueado por los focenses durante la Guerra Sagrada. Si de algo se hubieran apoderado estaría, además, repartido entre muchos, puesto que tampoco es verosímil que regresaran sin problemas a su patria después de salir de Delfos, lo cual ocurrió de forma lamentable, divididos por la discordia en múltiples facciones"
Estrabón IV. C188
• Ya hablaremos en su momento del proceso extraordinadio (la quaestio auri Tolosani) que se consiguió incoarle a Servilio Cepión a propósito del expolio y posterior desaparición del tesoro proveniente de los templos de Tolosa.
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Crisis de la República romana
Ánimo Valerio. Este episodio del oro de Tolosa es apasionante. A veces parece que nuestra "casta" actual es sofisticada, pero anda que no sabían nada estos romanos.....
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Crisis de la República romana
Gracias por los ánimos, estimado capricornio, aunque sobre este asunto se pondrá lo que haya, no más. La tarea de novelar los hechos se la dejamos a otros.
Recuerda lo que hizo este pájaro a inicios de año:
Precavido y allanando el camino.
Un saludo y a ver si nos prodigamos más.
anda que no sabían nada estos romanos
Recuerda lo que hizo este pájaro a inicios de año:
Servilio Cepión presentó una propuesta de lex iudiciaria con la intención de arrebatar parcialmente al orden ecuestre el control de los tribunales para repartir la designación de jueces con los senadores; la propuesta fue aprobada
Precavido y allanando el camino.
Un saludo y a ver si nos prodigamos más.
- tercioidiaquez
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Crisis de la República romana
Una duda sobre el famoso oro, ¿Si no provenía de Delfos, vendría de algún lugar concreto, o sería el producto de rapiñas y "ahorro" variado a lo largo de los años?
“…Las piezas de campaña se perdieron; bandera de español ninguna…” Duque de Alba tras la batalla de Heiligerlee.
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Crisis de la República romana
Pues Estrabón, que es el que descarta Delfos como procedencia de ese oro, dice al respecto de los tectósages:
"Habitan una tierra rica en oro. Existen indicios de que antaño eran poderosos y tenían un territorio tan superpoblado que, después de una guerra civil, hubo que expulsar a gran cantidad de habitantes de sus propias tierras"
Y a continuación del párrafo que puse:
"Más bien parece que, como Posidonio y otros muchos afirman, al ser la región rica en oro y sus habitantes supersticiosos y de vida sin lujos, son frecuentes en ella los tesoros. Las lagunas les parece que evitan mejor el sacrilegio y por eso hunden en ellas barras de plata e incluso de oro. Cuando los romanos conquistaron esos lugares vendieron las lagunas para incrementar el erario público, y muchos de los adquisidores encontraron en ellas láminas de plata repujada. En la misma Tolosa había también un santuario sagrado, muy venerado por los habitantes de la región, en el que abundaban las riquezas como resultado de las numerosas ofrendas que recibía y de que nadie se hubiera atrevido a apoderarse de ellas"
IV. C188
Al parecer, y según Posidonio, ese oro lo sacaban de sus tierras y debió ser acumulado, a modo de ofrendas, desde esa supremacía de la que se habla en el primer párrafo.
Un saludo.
"Habitan una tierra rica en oro. Existen indicios de que antaño eran poderosos y tenían un territorio tan superpoblado que, después de una guerra civil, hubo que expulsar a gran cantidad de habitantes de sus propias tierras"
Y a continuación del párrafo que puse:
"Más bien parece que, como Posidonio y otros muchos afirman, al ser la región rica en oro y sus habitantes supersticiosos y de vida sin lujos, son frecuentes en ella los tesoros. Las lagunas les parece que evitan mejor el sacrilegio y por eso hunden en ellas barras de plata e incluso de oro. Cuando los romanos conquistaron esos lugares vendieron las lagunas para incrementar el erario público, y muchos de los adquisidores encontraron en ellas láminas de plata repujada. En la misma Tolosa había también un santuario sagrado, muy venerado por los habitantes de la región, en el que abundaban las riquezas como resultado de las numerosas ofrendas que recibía y de que nadie se hubiera atrevido a apoderarse de ellas"
IV. C188
Al parecer, y según Posidonio, ese oro lo sacaban de sus tierras y debió ser acumulado, a modo de ofrendas, desde esa supremacía de la que se habla en el primer párrafo.
Un saludo.
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Crisis de la República romana
105
Entran en funciones los cónsules Publio Rutilio Rufo y Cneo Malio Máximo
FC:
[P. Rutilius P.f. . . Rufus] , [Cn. Mallius] Cn.f. [. . Maximus]
Para continuar con este asunto del Aurum Tolosanum (visto el interés suscitado), Justino, en su Epítome a Pompeyo Trogo, dice;
"Por su parte los tectósagos, cuando llegaron a su antigua patria, Tolosa, fueron atacados por una enfermedad contagiosa y no recuperaron la salud antes de, advertidos por la respuesta de los adivinos, haber sumergido en el lago de Tolosa el oro y la plata que habían conseguido con guerras y sacrilegios; mucho tiempo después Cepión, cónsul romano, se lo llevó todo. Y se trataba de ciento diez mil libras de plata y de millón y medio de libras de oro. Este sacrilegio fue después la causa del desastre de Cepión y de su ejército"
En la frase: Fuere autem argenti pondo centum decem milia, auri pondo quinquies decies centum milia, las 110.000 libras de plata están claras, no así el oro. Aquí, por ejemplo, se traduce como cinco millones de libras; "et l'or à cinq millions"
http://agoraclass.fltr.ucl.ac.be/concor ... e=4&mot=et
He dejado un millón y medio al ver que predomina en otras traducciones. Pero si tenemos en cuenta que una libra romana oscilaba alrededor de 327 gr., la cifra es un tanto desorbitada, al igual que esos 15.000 talentos que menciona Estrabón (Cártago pagó diez mil talentos de plata, tras la IIª Guerra Púnica, en concepto de reparación de guerra).
Sea cual sea la cifra, la cantidad debió ser considerable. Orosio narra lo sucedido con la misma:
"El procónsul Cepión, con la toma de la ciudad gala llamada Tolosa, sacó del templo de Apolo cien mil libras de oro y ciento diez mil de plata: este botín, cuando fue enviado con escolta a Marsella, ciudad amiga del pueblo romano, se dice que fue todo criminalmente robado por él tras haber asesinado a escondidas —según atestiguan algunos— a aquellos a los que había encomendado la custodia y el transporte del mismo"
V, 15, 25
Aquí vemos que esas 110.000 libras de plata se mantienen, mientras que la cantidad de oro se reduce a 100.000 libras (cerca de las 33 toneladas).
-También es reseñable que Orosio apunta que el templo expoliado en Tolosa pertenecía a Apolo, al igual que el de Delfos. Ese oro (y plata, claro), tomarían en las tradiciones romana y griega un carácter de maldito por su condición de sacrílego.
Y hasta aquí el asunto del Aurum Tolosanum, por el momento, claro.
Entran en funciones los cónsules Publio Rutilio Rufo y Cneo Malio Máximo
FC:
[P. Rutilius P.f. . . Rufus] , [Cn. Mallius] Cn.f. [. . Maximus]
Para continuar con este asunto del Aurum Tolosanum (visto el interés suscitado), Justino, en su Epítome a Pompeyo Trogo, dice;
"Por su parte los tectósagos, cuando llegaron a su antigua patria, Tolosa, fueron atacados por una enfermedad contagiosa y no recuperaron la salud antes de, advertidos por la respuesta de los adivinos, haber sumergido en el lago de Tolosa el oro y la plata que habían conseguido con guerras y sacrilegios; mucho tiempo después Cepión, cónsul romano, se lo llevó todo. Y se trataba de ciento diez mil libras de plata y de millón y medio de libras de oro. Este sacrilegio fue después la causa del desastre de Cepión y de su ejército"
En la frase: Fuere autem argenti pondo centum decem milia, auri pondo quinquies decies centum milia, las 110.000 libras de plata están claras, no así el oro. Aquí, por ejemplo, se traduce como cinco millones de libras; "et l'or à cinq millions"
http://agoraclass.fltr.ucl.ac.be/concor ... e=4&mot=et
He dejado un millón y medio al ver que predomina en otras traducciones. Pero si tenemos en cuenta que una libra romana oscilaba alrededor de 327 gr., la cifra es un tanto desorbitada, al igual que esos 15.000 talentos que menciona Estrabón (Cártago pagó diez mil talentos de plata, tras la IIª Guerra Púnica, en concepto de reparación de guerra).
Sea cual sea la cifra, la cantidad debió ser considerable. Orosio narra lo sucedido con la misma:
"El procónsul Cepión, con la toma de la ciudad gala llamada Tolosa, sacó del templo de Apolo cien mil libras de oro y ciento diez mil de plata: este botín, cuando fue enviado con escolta a Marsella, ciudad amiga del pueblo romano, se dice que fue todo criminalmente robado por él tras haber asesinado a escondidas —según atestiguan algunos— a aquellos a los que había encomendado la custodia y el transporte del mismo"
V, 15, 25
Aquí vemos que esas 110.000 libras de plata se mantienen, mientras que la cantidad de oro se reduce a 100.000 libras (cerca de las 33 toneladas).
-También es reseñable que Orosio apunta que el templo expoliado en Tolosa pertenecía a Apolo, al igual que el de Delfos. Ese oro (y plata, claro), tomarían en las tradiciones romana y griega un carácter de maldito por su condición de sacrílego.
Y hasta aquí el asunto del Aurum Tolosanum, por el momento, claro.
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Crisis de la República romana
Embajada del rey Boco
Sila y Aulo Manlio llegaron ante la presencia del rey Boco; éste les expuso que el motivo de haber tomado las armas no era por simpatía hacia Jugurta, sino que lo hizo para defender su reino, pues la parte de Numidia de donde había expulsado a Jugurta por la fuerza y la había hecho suya por el derecho de guerra, no había podido permitir que la arrasase Mario (la tierra en disputa es la misma tercera parte de Numidia que Jugurta prometió a Boco para ganarse su apoyo). El rey continuó diciendo que, aunque antes había enviado una delegación a Roma, habían rechazado su amistad. En esos momentos estaba dispuesto a emprender conversaciones de paz y, que si Mario lo aprobaba, enviaría una nueva delegación a Roma.
Mario, entretanto, instalado el ejército en los cuarteles de inviernol (106/105), se encaminó con unas cohortes ligeras y parte de la caballería a unos parajes solitarios (posiblemente hacia la zona sur), a sitiar una fortaleza del rey, donde Jugurta había puesto de guarnición a todos los desertores. Boco, que retardaba el envío de la delegación por presión de los partidarios de Jugurta, reconsiderando su suerte en los dos últimos combates, eligió entre sus íntimos a cinco cuya lealtad conocía. Les ordenó que se presentaran ante Mario y, si éste estaba de acuerdo, partieran hacia Roma, dándoles licencia para actuar y terminar con la guerra como fuese. Aquéllos se encaminaron apresuradamente hacia los cuarteles de invierno de los romanos; después, asaltados y desvalijados en su camino por bandoleros getulos, lograron llegar ante la presencia de Sila, a quien Mario, al partir en expedición, había dejado al mando. Instruidos por Sila de como debían actuar, los embajadores de Boco esperaron cuarenta días.
Mario, cuando regresó a Cirta tras concluir el asunto que se había propuesto y se enteró del regreso de los delegados, ordenó venir de Tuca a Sila y a aquéllos, así como al pretor Lucio Belieno de Utica, y además a todos los de la clase senatorial, estuviesen donde estuviesen, y con ellos examinó las propuestas de Boco. Se les concedió a los delegados la potestad de ir a Roma, y entretanto solicitaron del procónsul una tregua. Marcharon tres a Roma junto a Cneo Octavio Rusón, el cuestor que había transportado a África las pagas, y dos regresaron junto al rey Boco para informarle.
En Roma, al solicitar los delegados la amistad y la alianza, después de pedir perdón porque el rey se había equivocado y dejado llevar por los crímenes de Jugurta, se les respondió del siguiente modo:
«El senado y el pueblo romano suelen guardar memoria de los favores y de las afrentas. Por lo demás, puesto que Boco se ha arrepentido, le perdonan su falta. La alianza y la amistad se le concederán cuando se haga acreedor de ellas»
Nota: En 105, Mario prosigue la campaña en calidad de procónsul. Sila, que había finalizado su cargo como cuestor, actuaba en calidad de procuestor propretor, por llamarlo de alguna manera (propretor en el sentido de que tenía mando militar en ausencia de Mario). En cuanto al nuevo cuestor, Cneo Octavio Rusón, hubo un lugarteniente de Cneo Pompeyo Estrabón durante la Guerra Social que llevaba el mismo nombre; de ser el mismo, fue pretor entre 94 y 91. Lucio Belieno, el pretor de Utica, tal vez fuera el tío de Catilina, pero lo dejaremos estar porque faltan al menos veinte años para que vuelva a aparecer en escena.
Sila y Aulo Manlio llegaron ante la presencia del rey Boco; éste les expuso que el motivo de haber tomado las armas no era por simpatía hacia Jugurta, sino que lo hizo para defender su reino, pues la parte de Numidia de donde había expulsado a Jugurta por la fuerza y la había hecho suya por el derecho de guerra, no había podido permitir que la arrasase Mario (la tierra en disputa es la misma tercera parte de Numidia que Jugurta prometió a Boco para ganarse su apoyo). El rey continuó diciendo que, aunque antes había enviado una delegación a Roma, habían rechazado su amistad. En esos momentos estaba dispuesto a emprender conversaciones de paz y, que si Mario lo aprobaba, enviaría una nueva delegación a Roma.
Mario, entretanto, instalado el ejército en los cuarteles de inviernol (106/105), se encaminó con unas cohortes ligeras y parte de la caballería a unos parajes solitarios (posiblemente hacia la zona sur), a sitiar una fortaleza del rey, donde Jugurta había puesto de guarnición a todos los desertores. Boco, que retardaba el envío de la delegación por presión de los partidarios de Jugurta, reconsiderando su suerte en los dos últimos combates, eligió entre sus íntimos a cinco cuya lealtad conocía. Les ordenó que se presentaran ante Mario y, si éste estaba de acuerdo, partieran hacia Roma, dándoles licencia para actuar y terminar con la guerra como fuese. Aquéllos se encaminaron apresuradamente hacia los cuarteles de invierno de los romanos; después, asaltados y desvalijados en su camino por bandoleros getulos, lograron llegar ante la presencia de Sila, a quien Mario, al partir en expedición, había dejado al mando. Instruidos por Sila de como debían actuar, los embajadores de Boco esperaron cuarenta días.
Mario, cuando regresó a Cirta tras concluir el asunto que se había propuesto y se enteró del regreso de los delegados, ordenó venir de Tuca a Sila y a aquéllos, así como al pretor Lucio Belieno de Utica, y además a todos los de la clase senatorial, estuviesen donde estuviesen, y con ellos examinó las propuestas de Boco. Se les concedió a los delegados la potestad de ir a Roma, y entretanto solicitaron del procónsul una tregua. Marcharon tres a Roma junto a Cneo Octavio Rusón, el cuestor que había transportado a África las pagas, y dos regresaron junto al rey Boco para informarle.
En Roma, al solicitar los delegados la amistad y la alianza, después de pedir perdón porque el rey se había equivocado y dejado llevar por los crímenes de Jugurta, se les respondió del siguiente modo:
«El senado y el pueblo romano suelen guardar memoria de los favores y de las afrentas. Por lo demás, puesto que Boco se ha arrepentido, le perdonan su falta. La alianza y la amistad se le concederán cuando se haga acreedor de ellas»
Nota: En 105, Mario prosigue la campaña en calidad de procónsul. Sila, que había finalizado su cargo como cuestor, actuaba en calidad de procuestor propretor, por llamarlo de alguna manera (propretor en el sentido de que tenía mando militar en ausencia de Mario). En cuanto al nuevo cuestor, Cneo Octavio Rusón, hubo un lugarteniente de Cneo Pompeyo Estrabón durante la Guerra Social que llevaba el mismo nombre; de ser el mismo, fue pretor entre 94 y 91. Lucio Belieno, el pretor de Utica, tal vez fuera el tío de Catilina, pero lo dejaremos estar porque faltan al menos veinte años para que vuelva a aparecer en escena.
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Crisis de la República romana
Sila se entrevista con el rey Boco
Conocida la resolución del senado, Boco solicitó por carta a Mario que le enviase a Sila para discutir con él como interlocutor los asuntos comunes. Éste fue enviado con un destacamento de jinetes y honderos baleares; además, marcharon arqueros y una cohorte de pelignos con armamento de infantería ligera para hacer con más rapidez el camino. Pero al quinto día de marcha se mostró de repente Voluce, hijo de Boco, en la llanura abierta (tal vez la llanura de Medjana, a 170 Km de Cirta), con más de 1.000 jinetes; como marchaban distraídamente y de manera dispersa, dieron la impresión a Sila de ser un número más amplio que el real. A pesar de la alarma suscitada en un primer momento, Voluce saludó a Sila, diciéndole que lo había enviado su padre para salir a recibirlos y darles escolta. Al comenzar a anochecer, y cuando permanecían acampados, llegaron noticias de la presencia de tropas de Jugurta en las inmediaciones. Sila ordenó que acabasen de cenar rápidamente los soldados en el campamento y que hicieran el mayor número posible de fuegos, y luego, a la primera guardia, que salieran en silencio. Cuando todos estaban cansados por la larga marcha nocturna y Sila medía el lugar para el campamento justo a la salida del sol, los jinetes moros anunciaron que Jugurta había acampado delante de ellos, a una distancia alrededor de dos millas. Los romanos creyeron que habían sido traicionados por Voluce y copados en una emboscada, y hubo quienes dijeron que había que tomarse la justicia por su mano, mas Sila protegió al hijo del rey. Partieron con celeridad mientras Jugurta dudaba ante la manera de reaccionar, momento de vacilación que aprovecharon Sila y Voluce para pasar sin problemas. Luego, a los pocos días llegaron a donde se habían propuesto.
Allí vivía en estrecha amistad con Boco un numida de nombre Áspar, a quien Jugurta había enviado antes, al enterarse de que se había hecho venir a Sila, en calidad de embajador, pero para espiar bajo cuerda los planes de Boco. Además, estaba Dábar, hijo de Masúgrada (quizá nieto de Masinisa, posiblemente rival de Jugurta). A éste, Boco, que había comprobado mucho tiempo antes que era leal a los romanos, lo envió inmediatamente a Sila a comunicarle que estaba dispuesto a hacer lo que quisiera el pueblo romano; que eligiese él mismo fecha, lugar y hora para la entrevista, y no tuviese miedo del embajador de Jugurta.
"Mas yo hallo que Boco retenía con la esperanza de paz al mismo tiempo a los romanos y al numida más por su mala fe cartaginesa que por los motivos que alegaba, y que no hacía sino dar vueltas en su interior a si entregaría a Jugurta a los romanos o a Sila a Jugurta: la pasión le aconsejaba ir contra nosotros, y su miedo, a favor de nosotros"
Salustio, Guerra de Jugurta 108
De modo que Sila respondió que hablaría poco delante de Áspar, y que lo demás se lo diría en secreto, sin ningún testigo o con los menos posibles; al mismo tiempo le instruyó en lo que se le debía responder. Una vez que se entrevistaron como lo había deseado él, afirmó que había sido venido enviado por Mario para investigar si sus intenciones eran hacer la guerra o la paz. Entonces, Boco, según las instrucciones recibidas, le ordenó regresar a los diez días, que todavía no había decidido nada, pero que ese día le respondería. A continuación, ambos partieron para sus campamentos. Pero cuando hubo transcurrido buena parte de la noche, Boco mandó llamar a Sila en secreto. El rey accedió a cesar las hostilidades con la promesa de no rebasar el río Malva (Moulouya), ni permitir que Jugurta rebasase el mismo. Sila hizo ver al rey que lo que él prometía no iban a tomarlo como favor el pueblo y el senado romano; él tendría que hacer algo que se viese que era más del interés de aquéllos que del suyo propio. Cosa que tenía al alcance de la mano puesto que podía disponer de Jugurta, al que, si entregaba a los romanos, sin duda se le habría de deber muchísimo: en ese momento vendrían para él sin más la amistad, la alianza y la parte de Numidia que ahora ambicionaba. El rey se negó insistentemente al principio, pero finalmente cedió y convino entregar a Jugurta. Por lo demás, a fin de simular la paz, de la que el numida estaba más que ávido por cansancio de la guerra, acordaron las medidas que parecieron útiles. De este modo, tramado el engaño, se separaron.
Conocida la resolución del senado, Boco solicitó por carta a Mario que le enviase a Sila para discutir con él como interlocutor los asuntos comunes. Éste fue enviado con un destacamento de jinetes y honderos baleares; además, marcharon arqueros y una cohorte de pelignos con armamento de infantería ligera para hacer con más rapidez el camino. Pero al quinto día de marcha se mostró de repente Voluce, hijo de Boco, en la llanura abierta (tal vez la llanura de Medjana, a 170 Km de Cirta), con más de 1.000 jinetes; como marchaban distraídamente y de manera dispersa, dieron la impresión a Sila de ser un número más amplio que el real. A pesar de la alarma suscitada en un primer momento, Voluce saludó a Sila, diciéndole que lo había enviado su padre para salir a recibirlos y darles escolta. Al comenzar a anochecer, y cuando permanecían acampados, llegaron noticias de la presencia de tropas de Jugurta en las inmediaciones. Sila ordenó que acabasen de cenar rápidamente los soldados en el campamento y que hicieran el mayor número posible de fuegos, y luego, a la primera guardia, que salieran en silencio. Cuando todos estaban cansados por la larga marcha nocturna y Sila medía el lugar para el campamento justo a la salida del sol, los jinetes moros anunciaron que Jugurta había acampado delante de ellos, a una distancia alrededor de dos millas. Los romanos creyeron que habían sido traicionados por Voluce y copados en una emboscada, y hubo quienes dijeron que había que tomarse la justicia por su mano, mas Sila protegió al hijo del rey. Partieron con celeridad mientras Jugurta dudaba ante la manera de reaccionar, momento de vacilación que aprovecharon Sila y Voluce para pasar sin problemas. Luego, a los pocos días llegaron a donde se habían propuesto.
Allí vivía en estrecha amistad con Boco un numida de nombre Áspar, a quien Jugurta había enviado antes, al enterarse de que se había hecho venir a Sila, en calidad de embajador, pero para espiar bajo cuerda los planes de Boco. Además, estaba Dábar, hijo de Masúgrada (quizá nieto de Masinisa, posiblemente rival de Jugurta). A éste, Boco, que había comprobado mucho tiempo antes que era leal a los romanos, lo envió inmediatamente a Sila a comunicarle que estaba dispuesto a hacer lo que quisiera el pueblo romano; que eligiese él mismo fecha, lugar y hora para la entrevista, y no tuviese miedo del embajador de Jugurta.
"Mas yo hallo que Boco retenía con la esperanza de paz al mismo tiempo a los romanos y al numida más por su mala fe cartaginesa que por los motivos que alegaba, y que no hacía sino dar vueltas en su interior a si entregaría a Jugurta a los romanos o a Sila a Jugurta: la pasión le aconsejaba ir contra nosotros, y su miedo, a favor de nosotros"
Salustio, Guerra de Jugurta 108
De modo que Sila respondió que hablaría poco delante de Áspar, y que lo demás se lo diría en secreto, sin ningún testigo o con los menos posibles; al mismo tiempo le instruyó en lo que se le debía responder. Una vez que se entrevistaron como lo había deseado él, afirmó que había sido venido enviado por Mario para investigar si sus intenciones eran hacer la guerra o la paz. Entonces, Boco, según las instrucciones recibidas, le ordenó regresar a los diez días, que todavía no había decidido nada, pero que ese día le respondería. A continuación, ambos partieron para sus campamentos. Pero cuando hubo transcurrido buena parte de la noche, Boco mandó llamar a Sila en secreto. El rey accedió a cesar las hostilidades con la promesa de no rebasar el río Malva (Moulouya), ni permitir que Jugurta rebasase el mismo. Sila hizo ver al rey que lo que él prometía no iban a tomarlo como favor el pueblo y el senado romano; él tendría que hacer algo que se viese que era más del interés de aquéllos que del suyo propio. Cosa que tenía al alcance de la mano puesto que podía disponer de Jugurta, al que, si entregaba a los romanos, sin duda se le habría de deber muchísimo: en ese momento vendrían para él sin más la amistad, la alianza y la parte de Numidia que ahora ambicionaba. El rey se negó insistentemente al principio, pero finalmente cedió y convino entregar a Jugurta. Por lo demás, a fin de simular la paz, de la que el numida estaba más que ávido por cansancio de la guerra, acordaron las medidas que parecieron útiles. De este modo, tramado el engaño, se separaron.
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