Diario de Operaciones «El Alcázar de Toledo».
- ZULU 031
- General de Ejército
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Viernes, 28 de Agosto
Las dos piezas de 15,5 cm. rompen el fuego y siempre con el objetivo de abrir más la brecha de la fachada norte. A las 11, 15 y 17:20 horas, lanzando un total de ochenta y un proyectiles, lo que logran hacia la derecha y produciendo el desmoronamiento de la 1ª Compañía, con lo que terminan de obstruir la puerta de entrada principal. Mientras en San Servando han colocado dentro de una casa dos cañones de 7,5 cm. muy próximos a la Sección de Tropa, y hacen unos disparos sobre la explanada oriental, pero en seguida se colocan ametralladoras en la fachada este, que les impiden disparar y los reducen a silencio. También se han visto tres ametralladoras en San Servando, pero que, caso de actuar, pueden ser batidas por las nuestras en posición más dominante. A las 20 horas y desde Santa Cruz, hostilizan con petardos de trilita a las fuerzas de las cuadras del Carmen, como asimismo con morteros, que se suponen emplazados en el Miradero, pero ninguno causa bajas. El Capitán Ossorio requisó por Capuchinos algo de vinagre y sal. Bajas en este día: No hubo.
Sábado, 29 de Agosto
Empieza el día tranquilo y sin apenas “pacos”, hasta las 9:15 horas en que las piezas de 15,5 cm. rompen el fuego, batiendo una la fachada norte y otra la parte de Capuchinos, ensanchando la brecha casi hasta el Torreón norte y este y sin producir efectos notables en Capuchinos, ya que está derrumbado, lanzando veintidós proyectiles. Cesa el fuego a las 10:30 horas. A las 16:35 horas vuelve a comenzar el fuego de artillería, batiendo las dos piezas de 15,5 cm. la brecha de la fachada norte, consiguiendo abrir la brecha perfectamente y derribar dos columnas, una de la fachada norte y otra de la fachada sur, lanzando treinta proyectiles y terminando el fuego a las 18:50 horas. A las 19 horas, con una pieza de 7,5 cm., que se supone emplazada en la puerta de la Iglesia de la Concepción, hostilizaron a Pabellones y 4ª Cuadra de Puerta de Hierro, disparándoles diez proyectiles, que no causaron baja alguna. El resto del día y de la noche transcurrió sin novedad. Bajas en este día: Dos contusos.
Domingo, 30 de Agosto
A las 7:20 horas de la mañana se anuncia por la observación un avión enemigo, que no vuela sobre el Alcázar. A las 8:30 horas se anuncia otros dos que tampoco vuelan sobre el Alcázar y marchan en dirección a Talavera de la Reina. Por la Comandancia se dicta una Orden diciendo que los destrozos causados ayer por la artillería afectan más a la visualidad que a la resistencia del edificio, que sigue siendo tan inexpugnable como al principio, y que estos destrozos, lejos de contraer el espíritu, deben ensalzarlo, pues ya poco es el tiempo que falta para recoger el fruto de las penalidades y sufrimientos. A las l0 horas de la mañana, los cañones de los Alijares hicieron unos cuantos disparos sobre la explanada del Picadero. A las 13 horas, con una botella de gasolina, incendiaron la parte alta de la Puerta de Hierro, y lanzando petardos intentaron evitar que se apagasen, enviándose desde el Alcázar hombres con extintores y agua, logrando dominar el incendio, a pesar de seguir tirando petardos, contestándoles con fusiles y fusiles ametralladores, hasta conseguir reducirlos al silencio. A las 15:55 horas rompen el fuego las piezas de 15,5 cm. lanzando 23 proyectiles sobre el Torreón noreste, terminando el fuego a las 19 horas. El enemigo incendia una casa del frente sur, al lado de lo quemado por nosotros el día 11. A Puerta de Hierro lo vuelven a atacar con petardos a las 18:30 horas, sin efecto notable, terminando el día con “paqueo” poco intenso. Bajas en este día: Un herido y dos contusos.
Lunes, 31 de Agosto
Empieza el día con tranquilidad, pues a pesar de que en las piezas enemigas se nota movimiento como para romper el fuego, no lo hacen. A las l0 horas ataca el enemigo de Santa Cruz a Puerta de Hierro con petardos de dinamita y trilita. La casa que el enemigo incendió ayer sigue quemándose y se observa que la están apagando con una manga de agua, no molestándoles aún estando bajo nuestro alcance, por convenir a este frente que no desaparezcan estas casas, ya que le protegen del fuego de fusil y de las vistas de esta parte de la ciudad. A las 9 horas empiezan otra vez el ataque contra Puerta de Hierro, lanzando, además de petardos, algodones impregnados de gasolina y botellas de líquido inflamable, pero sin conseguir provocar el incendio. A las 12 horas se reanuda otra vez el ataque a Puerta de Hierro con petardos, ataques que son contestados desde el Alcázar con fuego de mortero, fusil ametrallador y mosquetón. Termina el día con tranquilidad, pues el “paqueo” es casi nulo y el fuego de las piezas del 15,5 cm. no se efectuó en este día. Bajas en esta jornada: Dos contusos.
Las dos piezas de 15,5 cm. rompen el fuego y siempre con el objetivo de abrir más la brecha de la fachada norte. A las 11, 15 y 17:20 horas, lanzando un total de ochenta y un proyectiles, lo que logran hacia la derecha y produciendo el desmoronamiento de la 1ª Compañía, con lo que terminan de obstruir la puerta de entrada principal. Mientras en San Servando han colocado dentro de una casa dos cañones de 7,5 cm. muy próximos a la Sección de Tropa, y hacen unos disparos sobre la explanada oriental, pero en seguida se colocan ametralladoras en la fachada este, que les impiden disparar y los reducen a silencio. También se han visto tres ametralladoras en San Servando, pero que, caso de actuar, pueden ser batidas por las nuestras en posición más dominante. A las 20 horas y desde Santa Cruz, hostilizan con petardos de trilita a las fuerzas de las cuadras del Carmen, como asimismo con morteros, que se suponen emplazados en el Miradero, pero ninguno causa bajas. El Capitán Ossorio requisó por Capuchinos algo de vinagre y sal. Bajas en este día: No hubo.
Sábado, 29 de Agosto
Empieza el día tranquilo y sin apenas “pacos”, hasta las 9:15 horas en que las piezas de 15,5 cm. rompen el fuego, batiendo una la fachada norte y otra la parte de Capuchinos, ensanchando la brecha casi hasta el Torreón norte y este y sin producir efectos notables en Capuchinos, ya que está derrumbado, lanzando veintidós proyectiles. Cesa el fuego a las 10:30 horas. A las 16:35 horas vuelve a comenzar el fuego de artillería, batiendo las dos piezas de 15,5 cm. la brecha de la fachada norte, consiguiendo abrir la brecha perfectamente y derribar dos columnas, una de la fachada norte y otra de la fachada sur, lanzando treinta proyectiles y terminando el fuego a las 18:50 horas. A las 19 horas, con una pieza de 7,5 cm., que se supone emplazada en la puerta de la Iglesia de la Concepción, hostilizaron a Pabellones y 4ª Cuadra de Puerta de Hierro, disparándoles diez proyectiles, que no causaron baja alguna. El resto del día y de la noche transcurrió sin novedad. Bajas en este día: Dos contusos.
Domingo, 30 de Agosto
A las 7:20 horas de la mañana se anuncia por la observación un avión enemigo, que no vuela sobre el Alcázar. A las 8:30 horas se anuncia otros dos que tampoco vuelan sobre el Alcázar y marchan en dirección a Talavera de la Reina. Por la Comandancia se dicta una Orden diciendo que los destrozos causados ayer por la artillería afectan más a la visualidad que a la resistencia del edificio, que sigue siendo tan inexpugnable como al principio, y que estos destrozos, lejos de contraer el espíritu, deben ensalzarlo, pues ya poco es el tiempo que falta para recoger el fruto de las penalidades y sufrimientos. A las l0 horas de la mañana, los cañones de los Alijares hicieron unos cuantos disparos sobre la explanada del Picadero. A las 13 horas, con una botella de gasolina, incendiaron la parte alta de la Puerta de Hierro, y lanzando petardos intentaron evitar que se apagasen, enviándose desde el Alcázar hombres con extintores y agua, logrando dominar el incendio, a pesar de seguir tirando petardos, contestándoles con fusiles y fusiles ametralladores, hasta conseguir reducirlos al silencio. A las 15:55 horas rompen el fuego las piezas de 15,5 cm. lanzando 23 proyectiles sobre el Torreón noreste, terminando el fuego a las 19 horas. El enemigo incendia una casa del frente sur, al lado de lo quemado por nosotros el día 11. A Puerta de Hierro lo vuelven a atacar con petardos a las 18:30 horas, sin efecto notable, terminando el día con “paqueo” poco intenso. Bajas en este día: Un herido y dos contusos.
Lunes, 31 de Agosto
Empieza el día con tranquilidad, pues a pesar de que en las piezas enemigas se nota movimiento como para romper el fuego, no lo hacen. A las l0 horas ataca el enemigo de Santa Cruz a Puerta de Hierro con petardos de dinamita y trilita. La casa que el enemigo incendió ayer sigue quemándose y se observa que la están apagando con una manga de agua, no molestándoles aún estando bajo nuestro alcance, por convenir a este frente que no desaparezcan estas casas, ya que le protegen del fuego de fusil y de las vistas de esta parte de la ciudad. A las 9 horas empiezan otra vez el ataque contra Puerta de Hierro, lanzando, además de petardos, algodones impregnados de gasolina y botellas de líquido inflamable, pero sin conseguir provocar el incendio. A las 12 horas se reanuda otra vez el ataque a Puerta de Hierro con petardos, ataques que son contestados desde el Alcázar con fuego de mortero, fusil ametrallador y mosquetón. Termina el día con tranquilidad, pues el “paqueo” es casi nulo y el fuego de las piezas del 15,5 cm. no se efectuó en este día. Bajas en esta jornada: Dos contusos.
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Martes, 1 de Septiembre
A las 8:50 horas rompen el fuego las dos piezas de 15,5 cm. y una de 7,5 cm., disparando veintidós proyectiles y cinco, respectivamente, con los consiguientes desperfectos en la fachada norte, en que la brecha ha aumentado bastante. El fuego dura hasta las 11:30. Al mismo tiempo de empezar el cañoneo enemigo, los que se situaban en Santa Cruz atacaron a la Puerta de Hierro con petardos y botellas de líquido inflamable, no consiguiendo provocar incendios. A las 16:55 rompen el fuego otra vez las piezas del 15,5 cm, disparando treinta y siete granadas, las cuales aumentan el destrozo en la fachada de tal modo que un gran número de proyectiles entran y explotan en el Patio Principal y por la línea de tiro baten el ángulo suroeste del Patio. Terminado el fuego de artillería a las 19 horas, el “paqueo” fue casi nulo. Bajas en este día: Dos contusos.
Miércoles, 2 de Septiembre
A las 6 de la mañana el enemigo de Santa Cruz lanzó dos o tres petardos sobre Puerta de Hierro, provocando un pequeño incendio, que fue sofocado en seguida. A las 7 de la mañana, la pieza de 7,5 cm. emplazada en los Alijares, disparó cuatro proyectiles sin causar efectos notables. A las 10:55 rompe el fuego una de las piezas de 15,5 cm. lanzando dieciséis granadas contra el Torreón noreste por encima del Gabinete de Física. A las 13:55 vuelve a romper el fuego la misma pieza, disparando sobre el mismo torreón cuatro proyectiles y a las 16:20 volvió a romper el fuego la misma pieza y sobre el mismo objetivo, donde empieza a abrir brecha. El “paqueo” durante el día no es intenso. La cocina y horno de campaña se trasladan al local de la Enfermería. Bajas en este día: Dos contusos.
Jueves, 3 de Septiembre
A las 7:20 rompió el fuego la pieza de 15,5 cm. y lo mismo con petardos en Santa Cruz a Puerta de Hierro, no consiguiendo efecto ninguno. A las 8 el cañón del 7,5 cm. hizo unos disparos sin causar daños, terminando el fuego a las 11:30, teniendo siempre como objetivo el Torreón noreste al que le están abriendo cada vez más la brecha con los treinta disparos que hicieron. Por funcionar mejor y estar más protegidos, se dio la Orden de que la cocina y el horno se trasladen al sótano, al sitio de los almacenes. A las 16:30 empieza el fuego otra vez la pieza de 15,5 cm. y siempre sobre el mismo objetivo del Torreón noreste. El cañón del 7,5 cm. dispara también de vez en cuando, sin causar efectos notables, cesando el fuego de dicha pieza a las 19, después de disparar veintitrés proyectiles, que dejan al Torreón noreste muy quebrantado, quedando la cúpula casi en el aire. El “paqueo” al terminar el fuego de la artillería fue más intenso que en días anteriores. El ruido del motor que se supone mueve la perforadora se sigue oyendo, pero no se ha podido aún localizar. El resto de la noche fue tranquilo. Bajas en este día: Tres muertos y dos contusos.
A las 8:50 horas rompen el fuego las dos piezas de 15,5 cm. y una de 7,5 cm., disparando veintidós proyectiles y cinco, respectivamente, con los consiguientes desperfectos en la fachada norte, en que la brecha ha aumentado bastante. El fuego dura hasta las 11:30. Al mismo tiempo de empezar el cañoneo enemigo, los que se situaban en Santa Cruz atacaron a la Puerta de Hierro con petardos y botellas de líquido inflamable, no consiguiendo provocar incendios. A las 16:55 rompen el fuego otra vez las piezas del 15,5 cm, disparando treinta y siete granadas, las cuales aumentan el destrozo en la fachada de tal modo que un gran número de proyectiles entran y explotan en el Patio Principal y por la línea de tiro baten el ángulo suroeste del Patio. Terminado el fuego de artillería a las 19 horas, el “paqueo” fue casi nulo. Bajas en este día: Dos contusos.
Miércoles, 2 de Septiembre
A las 6 de la mañana el enemigo de Santa Cruz lanzó dos o tres petardos sobre Puerta de Hierro, provocando un pequeño incendio, que fue sofocado en seguida. A las 7 de la mañana, la pieza de 7,5 cm. emplazada en los Alijares, disparó cuatro proyectiles sin causar efectos notables. A las 10:55 rompe el fuego una de las piezas de 15,5 cm. lanzando dieciséis granadas contra el Torreón noreste por encima del Gabinete de Física. A las 13:55 vuelve a romper el fuego la misma pieza, disparando sobre el mismo torreón cuatro proyectiles y a las 16:20 volvió a romper el fuego la misma pieza y sobre el mismo objetivo, donde empieza a abrir brecha. El “paqueo” durante el día no es intenso. La cocina y horno de campaña se trasladan al local de la Enfermería. Bajas en este día: Dos contusos.
Jueves, 3 de Septiembre
A las 7:20 rompió el fuego la pieza de 15,5 cm. y lo mismo con petardos en Santa Cruz a Puerta de Hierro, no consiguiendo efecto ninguno. A las 8 el cañón del 7,5 cm. hizo unos disparos sin causar daños, terminando el fuego a las 11:30, teniendo siempre como objetivo el Torreón noreste al que le están abriendo cada vez más la brecha con los treinta disparos que hicieron. Por funcionar mejor y estar más protegidos, se dio la Orden de que la cocina y el horno se trasladen al sótano, al sitio de los almacenes. A las 16:30 empieza el fuego otra vez la pieza de 15,5 cm. y siempre sobre el mismo objetivo del Torreón noreste. El cañón del 7,5 cm. dispara también de vez en cuando, sin causar efectos notables, cesando el fuego de dicha pieza a las 19, después de disparar veintitrés proyectiles, que dejan al Torreón noreste muy quebrantado, quedando la cúpula casi en el aire. El “paqueo” al terminar el fuego de la artillería fue más intenso que en días anteriores. El ruido del motor que se supone mueve la perforadora se sigue oyendo, pero no se ha podido aún localizar. El resto de la noche fue tranquilo. Bajas en este día: Tres muertos y dos contusos.
EX NOTITIA VICTORIA
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Viernes, 4 de Septiembre
A las 7:35 rompen el fuego las piezas del 15,5 cm. y de 7,5 cm. disparando ambas sobre el Torreón noreste, al que por fin logran abatir la cúpula, y una vez conseguido cambian de objetivo y empiezan a batir el Torreón noroeste. El fuego de artillería dura hasta las 13:10, disparando cuarenta y ocho granadas de 15,5 cm. y unas doscientas setenta y cinco de 7,5 cm. El mortero de 50 mm. así como los “pacos”, ayudaron también con su fuego. Durante el cañoneo se hizo una salida a una casa del Corralillo para hacer un empalme con objeto de captar energía para la radio, pero no había fluido. A consecuencia de arrojar de Santa Cruz el enemigo líquidos inflamables sobre Puerta de Hierro, se incendió la Farmacia y por ésta comunicó al resto del edificio, tomando grandes proporciones, que no fue posible atajar con los medios de que se disponía y se vieron obligados a abandonar, retirándose la fuerza en perfecto orden a Santiago. A las 18:15 rompieron nuevamente el fuego las piezas de 15,5 cm. y 7,5 cm. batiendo las primeras el Torreón noroeste, y las segundas la Sección de Tropa, disparando veintitrés granadas las de 15,5 cm. y unas veinte la de 7,5 cm. A consecuencia del primer cañoneo, en la Sala de Motores del Gabinete de Física, se incendiaron las anaquelerías, incendio que se sofocó fácilmente. Durante el día y la noche, el “paqueo” ha sido más intenso que otros días. El Coronel Moscardó dio instrucciones al Jefe del Sector Santiago-Puerta de Hierro, Teniente Coronel Tuero, para los puestos y manera de hacer el servicio en su Sector, como consecuencia de la retirada de Puerta de Hierro. Al anochecer y bajo la dirección del Comandante Araujo, se sacaron cincuenta y tres sacos de trigo. Bajas en este día: Tres heridos y un contuso.
Sábado, 5 de Septiembre
A las 2:30 de la madrugada se intentó incendiar la casa de la Cuesta del Alcázar, conocida por la de Lucio, detrás de la cual se suponía estaba trabajando el compresor de la supuesta perforadora. Se llevó a efecto con granadas incendiarias, botellas de gasolina y granadas de mano. A las 7:15 rompen el fuego las piezas de 15,5 y 7,5 cm., las primeras sobre la fachada norte y las segundas sobre la Sección de Tropa. Las piezas pesadas hicieron un recorrido sobre la fachada norte, por lo que las granadas entraban en el Patio, lo que produjo el derrumbamiento total del lado sur del ángulo sureste del Patio en sus dos pisos, que estaban ya amenazando ruina desde el día anterior. Las piezas del 7,5 cm. batieron la entrada de la Compañía de Tropa, causando grandes desperfectos. El fuego duró hasta las 10:55, arrojando cuarenta y nueve granadas de 15,5 cm. y unas cien de 7,5 cm. A las 16:40 rompen el fuego nuevamente las dos clases de piezas de artillería, teniendo las primeras como objetivo el Torreón noreste y las segundas sobre la Compañía de Tropa, disparando diecinueve granadas de 15,5 cm. y unas cuarenta de 7,5 cm. La observación sobre las 17:30 avisa que a la Puerta de Hierro de los Pabellones de la Caridad, había llegado una camioneta de enemigos; inmediatamente se disparó, saliendo una sección a ocupar el parapeto avanzado del camino cubierto y retener, y al mismo tiempo se ordenó la construcción de un parapeto delante de la Puerta Principal del Comedor, que bate todo el camino a Pabellones. La fuerza, en una reacción soberbia, ocupó la 4ª Cuadra, a pesar del incendio del edificio, y poco después hizo un reconocimiento sobre la casa del guarda y próximas, llegando hasta la verja, que volvieron a cerrar, porque el enemigo, aprovechando no estar ocupado el edificio por el incendio, entró y se llevó unas colchonetas que había en la 4ª Cuadra y un camión de los que cerraban el paso a la verja. Al hacer estas ocupaciones, el enemigo huyó. En la Orden de la Comandancia Militar aparece ascendido a cabo por Méritos de Guerra un soldado de la Academia, por su buen comportamiento en el incendio de los Pabellones de la Caridad, bajo el fuego enemigo y otros distinguidos, un soldado de la Academia, otro del Regimiento de Infantería núm. 2 y un paisano perteneciente a Falange. El Coronel hace saber en la misma Orden a toda la guarnición que, aunque el Alcázar sufra grandes desperfectos no ofrece peligro, y que la intensificación del fuego enemigo es debido a la presión de nuestras columnas. Al anochecer y bajo la dirección del Comandante de Caballería Pablo González Herrera, se retiraron treinta y seis sacos de trigo. Por la noche se hizo una salida a la casa de Lucio, que se intentó incendiar la noche anterior y que no se logró, para observar dónde trabajaba el compresor, retirándose después de la observación sin novedad, precisando dos compresores, uno en la Plaza de la Magdalena y otro hacia el Teatro Rojas, y que por lo observado creen sea mina dirigida contra el Alcázar, pero como se siguen oyendo explosiones, no se puede aún precisar de manera concreta de qué se trata, si es mina o preparación de las calles para evitar nuestra salida. La noche transcurrió sin novedad. Bajas en este día: Un fallecido, nueve heridos y dos contusos.
A las 7:35 rompen el fuego las piezas del 15,5 cm. y de 7,5 cm. disparando ambas sobre el Torreón noreste, al que por fin logran abatir la cúpula, y una vez conseguido cambian de objetivo y empiezan a batir el Torreón noroeste. El fuego de artillería dura hasta las 13:10, disparando cuarenta y ocho granadas de 15,5 cm. y unas doscientas setenta y cinco de 7,5 cm. El mortero de 50 mm. así como los “pacos”, ayudaron también con su fuego. Durante el cañoneo se hizo una salida a una casa del Corralillo para hacer un empalme con objeto de captar energía para la radio, pero no había fluido. A consecuencia de arrojar de Santa Cruz el enemigo líquidos inflamables sobre Puerta de Hierro, se incendió la Farmacia y por ésta comunicó al resto del edificio, tomando grandes proporciones, que no fue posible atajar con los medios de que se disponía y se vieron obligados a abandonar, retirándose la fuerza en perfecto orden a Santiago. A las 18:15 rompieron nuevamente el fuego las piezas de 15,5 cm. y 7,5 cm. batiendo las primeras el Torreón noroeste, y las segundas la Sección de Tropa, disparando veintitrés granadas las de 15,5 cm. y unas veinte la de 7,5 cm. A consecuencia del primer cañoneo, en la Sala de Motores del Gabinete de Física, se incendiaron las anaquelerías, incendio que se sofocó fácilmente. Durante el día y la noche, el “paqueo” ha sido más intenso que otros días. El Coronel Moscardó dio instrucciones al Jefe del Sector Santiago-Puerta de Hierro, Teniente Coronel Tuero, para los puestos y manera de hacer el servicio en su Sector, como consecuencia de la retirada de Puerta de Hierro. Al anochecer y bajo la dirección del Comandante Araujo, se sacaron cincuenta y tres sacos de trigo. Bajas en este día: Tres heridos y un contuso.
Sábado, 5 de Septiembre
A las 2:30 de la madrugada se intentó incendiar la casa de la Cuesta del Alcázar, conocida por la de Lucio, detrás de la cual se suponía estaba trabajando el compresor de la supuesta perforadora. Se llevó a efecto con granadas incendiarias, botellas de gasolina y granadas de mano. A las 7:15 rompen el fuego las piezas de 15,5 y 7,5 cm., las primeras sobre la fachada norte y las segundas sobre la Sección de Tropa. Las piezas pesadas hicieron un recorrido sobre la fachada norte, por lo que las granadas entraban en el Patio, lo que produjo el derrumbamiento total del lado sur del ángulo sureste del Patio en sus dos pisos, que estaban ya amenazando ruina desde el día anterior. Las piezas del 7,5 cm. batieron la entrada de la Compañía de Tropa, causando grandes desperfectos. El fuego duró hasta las 10:55, arrojando cuarenta y nueve granadas de 15,5 cm. y unas cien de 7,5 cm. A las 16:40 rompen el fuego nuevamente las dos clases de piezas de artillería, teniendo las primeras como objetivo el Torreón noreste y las segundas sobre la Compañía de Tropa, disparando diecinueve granadas de 15,5 cm. y unas cuarenta de 7,5 cm. La observación sobre las 17:30 avisa que a la Puerta de Hierro de los Pabellones de la Caridad, había llegado una camioneta de enemigos; inmediatamente se disparó, saliendo una sección a ocupar el parapeto avanzado del camino cubierto y retener, y al mismo tiempo se ordenó la construcción de un parapeto delante de la Puerta Principal del Comedor, que bate todo el camino a Pabellones. La fuerza, en una reacción soberbia, ocupó la 4ª Cuadra, a pesar del incendio del edificio, y poco después hizo un reconocimiento sobre la casa del guarda y próximas, llegando hasta la verja, que volvieron a cerrar, porque el enemigo, aprovechando no estar ocupado el edificio por el incendio, entró y se llevó unas colchonetas que había en la 4ª Cuadra y un camión de los que cerraban el paso a la verja. Al hacer estas ocupaciones, el enemigo huyó. En la Orden de la Comandancia Militar aparece ascendido a cabo por Méritos de Guerra un soldado de la Academia, por su buen comportamiento en el incendio de los Pabellones de la Caridad, bajo el fuego enemigo y otros distinguidos, un soldado de la Academia, otro del Regimiento de Infantería núm. 2 y un paisano perteneciente a Falange. El Coronel hace saber en la misma Orden a toda la guarnición que, aunque el Alcázar sufra grandes desperfectos no ofrece peligro, y que la intensificación del fuego enemigo es debido a la presión de nuestras columnas. Al anochecer y bajo la dirección del Comandante de Caballería Pablo González Herrera, se retiraron treinta y seis sacos de trigo. Por la noche se hizo una salida a la casa de Lucio, que se intentó incendiar la noche anterior y que no se logró, para observar dónde trabajaba el compresor, retirándose después de la observación sin novedad, precisando dos compresores, uno en la Plaza de la Magdalena y otro hacia el Teatro Rojas, y que por lo observado creen sea mina dirigida contra el Alcázar, pero como se siguen oyendo explosiones, no se puede aún precisar de manera concreta de qué se trata, si es mina o preparación de las calles para evitar nuestra salida. La noche transcurrió sin novedad. Bajas en este día: Un fallecido, nueve heridos y dos contusos.
EX NOTITIA VICTORIA
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Domingo, 6 de Septiembre
A las 7:05 rompen el fuego las piezas de 15,5 cm, y a poco las de 7,5 cm., durando el fuego hasta las 12:50, disparando sesenta y dos granadas del primer calibre y otras tantas del segundo, teniendo como objetivos el Torreón noroeste y el tambor Sur de la fachada este, causando desperfectos de consideración en el primero, no muy grandes en el segundo y escasos en la fachada este, limitándose a derribar almenas. A las 16:40 rompen el fuego otra vez las mismas piezas y sobre los mismos objetivos, en especial al Torreón noroeste, disparando cincuenta y cuatro granadas de 15,5 cm. hasta las 18:45 en que terminó el fuego de artillería, causando grandes desperfectos en el Torreón noroeste. La Orden de la Comandancia publica instrucciones para caso de alarma, y relaciones de distinguidos con motivo de distintos servicios y ascenso por mérito de guerra a un cabo de la Guardia Civil. La observación acusa salida de familias de Toledo por la tarde y noche y llegada de bastantes coches por la carretera de Ávila. Al anochecer y dirigidos por el Comandante Araujo, fuerzas de 1a Guardia Civil hizo una retirada de cuarenta sacos de trigo, operación que se efectuó sin novedad. Por la noche se sa1ió por la Puerta de Carros a observar el trabajo de la perforadora para concretar, su posición y clase de trabajo. Salen el Capitán Vela Hidalgo, el Jefe de Falange Villaescusa y el Teniente de Ingenieros Barber, como técnico, apreciando que el trabajo es de mina, que viene aproximadamente a la altura del pretil de la Cuesta del Alcázar y que para llegar a los cimientos del mismo necesitan unos ocho días: que por la calidad del barreno no deben ser técnicos los que la dirijan, ya que los usan grandes, que pueden dar lugar a variaciones muy notables en la dirección, en vez de usar muchos y pequeños. A Puerta de Hierro la hostilizaron sin intensidad. El resto de la. noche transcurrió sin novedad. Bajas en este día: Un herido.
Lunes, 7 de Septiembre
A las 7:45 rompen el fuego las piezas de 15,5 cm y las de 7,5 cm. sobre sus acostumbrados objetivos, las primeras sobre el Torreón noroeste, y las segundas sobre la Compañía de Tropa y alrededores, causando más desperfectos, sobre todo en el Torreón que está tan batido, que puede derrumbarse de un momento a otro. Duró el fuego hasta las 13:10 lanzando setenta y nueve granadas de 15,5 cm, y alrededor de cien las piezas de 7,5. Por la tarde, a las 16:45, rompen el fuego otra vez sobre los mismos objetivos, durando el fuego hasta las 18:35 y lanzando treinta y cinco granadas de 15,5 que no consiguieron aún derrumbar el torreón. A las 18 vino de Madrid un trimotor enemigo y bombardeó el Alcázar, lanzando diecisiete bombas, algunas de cincuenta kilos, causando desperfectos en las puertas de la galería del Patio principal. El bombardeo duró cuarenta y cinco minutos. Por la mañana, a las 11:30, unos falangistas hicieron una salida, resultando muerto el falangista Maximiliano Flink, quedando su cadáver en un sitio muy batido; salió a recogerlo su compañero Godofredo Bravo, que quedó muerto en el cruce de calles y también en un sitio muy batido; un tercero, José Canosa, logró atar el cadáver del primero, y un cuarto, José Berzosa, retiró el del segundo, quedando el de Flink para retirarlo de noche, ya que en pleno día era aumentar las bajas. Se distinguió notablemente en estas operaciones el falangista José Conde, que resultó herido. Sobre las 22 salieron los falangistas a retirar el cadáver de Flink, lo que lograron valerosamente en medio de un nutrido fuego enemigo, que tenía gran empeño no sólo en que no se retirase el cadáver, sino en apoderarse de él. El “paqueo”, durante la noche y madrugada, fue bastante intenso por el frente sur, sitio donde cayeron los falangistas por la mañana. Los ruidos subterráneos se siguen oyendo con más intensidad. Bajas en este día: Cuatro muertos y nueve heridos.
A las 7:05 rompen el fuego las piezas de 15,5 cm, y a poco las de 7,5 cm., durando el fuego hasta las 12:50, disparando sesenta y dos granadas del primer calibre y otras tantas del segundo, teniendo como objetivos el Torreón noroeste y el tambor Sur de la fachada este, causando desperfectos de consideración en el primero, no muy grandes en el segundo y escasos en la fachada este, limitándose a derribar almenas. A las 16:40 rompen el fuego otra vez las mismas piezas y sobre los mismos objetivos, en especial al Torreón noroeste, disparando cincuenta y cuatro granadas de 15,5 cm. hasta las 18:45 en que terminó el fuego de artillería, causando grandes desperfectos en el Torreón noroeste. La Orden de la Comandancia publica instrucciones para caso de alarma, y relaciones de distinguidos con motivo de distintos servicios y ascenso por mérito de guerra a un cabo de la Guardia Civil. La observación acusa salida de familias de Toledo por la tarde y noche y llegada de bastantes coches por la carretera de Ávila. Al anochecer y dirigidos por el Comandante Araujo, fuerzas de 1a Guardia Civil hizo una retirada de cuarenta sacos de trigo, operación que se efectuó sin novedad. Por la noche se sa1ió por la Puerta de Carros a observar el trabajo de la perforadora para concretar, su posición y clase de trabajo. Salen el Capitán Vela Hidalgo, el Jefe de Falange Villaescusa y el Teniente de Ingenieros Barber, como técnico, apreciando que el trabajo es de mina, que viene aproximadamente a la altura del pretil de la Cuesta del Alcázar y que para llegar a los cimientos del mismo necesitan unos ocho días: que por la calidad del barreno no deben ser técnicos los que la dirijan, ya que los usan grandes, que pueden dar lugar a variaciones muy notables en la dirección, en vez de usar muchos y pequeños. A Puerta de Hierro la hostilizaron sin intensidad. El resto de la. noche transcurrió sin novedad. Bajas en este día: Un herido.
Lunes, 7 de Septiembre
A las 7:45 rompen el fuego las piezas de 15,5 cm y las de 7,5 cm. sobre sus acostumbrados objetivos, las primeras sobre el Torreón noroeste, y las segundas sobre la Compañía de Tropa y alrededores, causando más desperfectos, sobre todo en el Torreón que está tan batido, que puede derrumbarse de un momento a otro. Duró el fuego hasta las 13:10 lanzando setenta y nueve granadas de 15,5 cm, y alrededor de cien las piezas de 7,5. Por la tarde, a las 16:45, rompen el fuego otra vez sobre los mismos objetivos, durando el fuego hasta las 18:35 y lanzando treinta y cinco granadas de 15,5 que no consiguieron aún derrumbar el torreón. A las 18 vino de Madrid un trimotor enemigo y bombardeó el Alcázar, lanzando diecisiete bombas, algunas de cincuenta kilos, causando desperfectos en las puertas de la galería del Patio principal. El bombardeo duró cuarenta y cinco minutos. Por la mañana, a las 11:30, unos falangistas hicieron una salida, resultando muerto el falangista Maximiliano Flink, quedando su cadáver en un sitio muy batido; salió a recogerlo su compañero Godofredo Bravo, que quedó muerto en el cruce de calles y también en un sitio muy batido; un tercero, José Canosa, logró atar el cadáver del primero, y un cuarto, José Berzosa, retiró el del segundo, quedando el de Flink para retirarlo de noche, ya que en pleno día era aumentar las bajas. Se distinguió notablemente en estas operaciones el falangista José Conde, que resultó herido. Sobre las 22 salieron los falangistas a retirar el cadáver de Flink, lo que lograron valerosamente en medio de un nutrido fuego enemigo, que tenía gran empeño no sólo en que no se retirase el cadáver, sino en apoderarse de él. El “paqueo”, durante la noche y madrugada, fue bastante intenso por el frente sur, sitio donde cayeron los falangistas por la mañana. Los ruidos subterráneos se siguen oyendo con más intensidad. Bajas en este día: Cuatro muertos y nueve heridos.
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Martes, 8 de Septiembre
A las 8:35 empiezan el fuego las piezas de 15,5 cm. disparando treinta y seis granadas sobre el Torreón noroeste, al que consiguieron derribar al veintinueve disparo, causando en su caída grandes desperfectos e interceptando por completo la Cuesta del Alcázar, derribando las casas de enfrente del frente oeste. Terminó el fuego a las 11:5 horas. El resto del día fue tranquilo. A las 22:30, desde las casas del frente sur, un parlamentario, el Comandante Rojo, solicitó una entrevista con el Coronel, que la concedió a las 9 de la mañana, dándole toda clase de garantías. Bajas en este día: Tres heridos.
Miércoles, 9 de Septiembre
A las 9 de la mañana y sin oírse ningún disparo en los dos campos, como se había convenido, avanzó por la puerta de Capuchinos el Comandante Rojo con bandera blanca, indicándosele desde los puestos se trasladase a la Puerta de Carros, donde fue recibido por el Comandante Piñar y el Capitán Alamán, designados por el Coronel Moscardó, los cuales, como prescribe el Reglamento de Campaña, le vendaron los ojos y le condujeron a presencia del Coronel. A las 9:45 marchó con las mismas formalidades. Trajo unas condiciones de rendición que, como todas, fueron rechazadas, y en vista de esta contestación, unas amenazas de estrechar lo más posible el cerco, bombardeo y asedio por todos los medios. A las 10:45 empezó el fuego de artillería de todos los calibres, teniendo las piezas del 15,5 como objetivo la fachada norte, en su parte occidental y principio de la 2ª Compañía, disparando treinta y cuatro granadas. A las 16:10 se presentó una escuadrilla de tres aviones que arrojan bombas por el Cerro de los Palos, Cuesta del Alcázar y una en el Torreón noroeste, que no llegó a explotar, después de atravesar el techo y dos pisos. No se pudo averiguar exactamente si eran aviones enemigos o no, aunque por la altura de vuelo, modo de bombardear y sitios batidos, la mayoría opinó eran aparatos nuestros. Estuvieron evolucionando hasta las 16:55, y a esta hora volvieron a romper el fuego las piezas de artillería, disparando sobre el mismo objetivo 41 granadas de 15,5 cm. y unas 75 de 7,5 cm. hasta bien cerrada la noche. La observación acusó la entrada de unos autos, al parecer con reflectores, lo que así fue, pues sobre las 21 horas, emplazaron unos que iluminaban todo el Alcázar desde el norte, suponiendo sería para tirar de noche, como así fue. A las 4 de la mañana y conforme a Órdenes del Comandante Militar, se hizo una salida por diversos elementos de las distintas Unidades y Agrupaciones, a las órdenes del Capitán Vela Hidalgo, para encontrar la boca de la mina, que no se pudo localizar. Se tuvo fuego con el enemigo, al que se le sorprendió en esta operación, y se quemaron varias casas, que pueden estorbar los trabajos de dicha mina. Por observaciones se saca en consecuencia, que la mina que en un principio iban a utilizar y que se dirigía al Torreón suroeste, la continúan con perforadora, suponiendo se hayan enlazado las dos y tengan la misma entrada; se cree que el seguir la primera sea debido a que con la segunda están más distantes y les urja llegar cuanto antes a sus propósitos. Bajas en este día: Un muerto y tres heridos.
A las 8:35 empiezan el fuego las piezas de 15,5 cm. disparando treinta y seis granadas sobre el Torreón noroeste, al que consiguieron derribar al veintinueve disparo, causando en su caída grandes desperfectos e interceptando por completo la Cuesta del Alcázar, derribando las casas de enfrente del frente oeste. Terminó el fuego a las 11:5 horas. El resto del día fue tranquilo. A las 22:30, desde las casas del frente sur, un parlamentario, el Comandante Rojo, solicitó una entrevista con el Coronel, que la concedió a las 9 de la mañana, dándole toda clase de garantías. Bajas en este día: Tres heridos.
Miércoles, 9 de Septiembre
A las 9 de la mañana y sin oírse ningún disparo en los dos campos, como se había convenido, avanzó por la puerta de Capuchinos el Comandante Rojo con bandera blanca, indicándosele desde los puestos se trasladase a la Puerta de Carros, donde fue recibido por el Comandante Piñar y el Capitán Alamán, designados por el Coronel Moscardó, los cuales, como prescribe el Reglamento de Campaña, le vendaron los ojos y le condujeron a presencia del Coronel. A las 9:45 marchó con las mismas formalidades. Trajo unas condiciones de rendición que, como todas, fueron rechazadas, y en vista de esta contestación, unas amenazas de estrechar lo más posible el cerco, bombardeo y asedio por todos los medios. A las 10:45 empezó el fuego de artillería de todos los calibres, teniendo las piezas del 15,5 como objetivo la fachada norte, en su parte occidental y principio de la 2ª Compañía, disparando treinta y cuatro granadas. A las 16:10 se presentó una escuadrilla de tres aviones que arrojan bombas por el Cerro de los Palos, Cuesta del Alcázar y una en el Torreón noroeste, que no llegó a explotar, después de atravesar el techo y dos pisos. No se pudo averiguar exactamente si eran aviones enemigos o no, aunque por la altura de vuelo, modo de bombardear y sitios batidos, la mayoría opinó eran aparatos nuestros. Estuvieron evolucionando hasta las 16:55, y a esta hora volvieron a romper el fuego las piezas de artillería, disparando sobre el mismo objetivo 41 granadas de 15,5 cm. y unas 75 de 7,5 cm. hasta bien cerrada la noche. La observación acusó la entrada de unos autos, al parecer con reflectores, lo que así fue, pues sobre las 21 horas, emplazaron unos que iluminaban todo el Alcázar desde el norte, suponiendo sería para tirar de noche, como así fue. A las 4 de la mañana y conforme a Órdenes del Comandante Militar, se hizo una salida por diversos elementos de las distintas Unidades y Agrupaciones, a las órdenes del Capitán Vela Hidalgo, para encontrar la boca de la mina, que no se pudo localizar. Se tuvo fuego con el enemigo, al que se le sorprendió en esta operación, y se quemaron varias casas, que pueden estorbar los trabajos de dicha mina. Por observaciones se saca en consecuencia, que la mina que en un principio iban a utilizar y que se dirigía al Torreón suroeste, la continúan con perforadora, suponiendo se hayan enlazado las dos y tengan la misma entrada; se cree que el seguir la primera sea debido a que con la segunda están más distantes y les urja llegar cuanto antes a sus propósitos. Bajas en este día: Un muerto y tres heridos.
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Jueves, 10 de Septiembre
Durante la noche y madrugada y con grandes intervalos, las piezas de 15,5 cm. hacen tres o cuatro disparos sobre el Patio del Alcázar, que causan más molestias y ruido, que efectos materiales. El “paqueo” a estas horas es más intenso que otras noches. A las 6:05 rompen el fuego las piezas de 15,5 cm., batiendo la fachada norte y el Patio en su centro y ángulo suroeste, causando bastantes destrozos con las noventa y cinco granadas que dispararon, hasta las 10:45 en que cesó el fuego. A las 16:55 rompen otra vez el fuego sobre los mismos objetivos y no paran hasta el día siguiente, si bien cuando es de noche cerrada los hacen con un ritmo mucho más lento, disparando unas 149 granadas. A las 20 el enemigo dice desde las casas que ocupa en el frente sur que el Gobierno ha accedido a la petición del Coronel Comandante Militar, y envía al Canónigo Vázquez Camarasa para que nos asista espiritualmente y que vendrá por el mismo camino que hizo el Comandante Rojo y llegará a la misma hora para estar tres horas, que era lo máximo que concedían. El Coronel Moscardó pidió un sacerdote voluntario para que estuviese con nosotros, pero sólo se accedió a lo anterior. Bajas en este día: Un muerto y trece heridos.
Viernes, 11 de Septiembre
A las 4 de la mañana, y dirigida por el Comandante Araujo, se efectuó una salida con fuerzas de Falange, Escuela, Academia y Guardia Civil, para tratar de encontrar la boca de la mina, objetivo que no se pudo lograr por haberse fortificado y ocupado todas las casas de los alrededores. A las 6:05 rompen el fuego las piezas de 15,5 cm. y las de 7,5 cm., batiendo la Compañía de Tropa y Lavaderos, causando grandes desperfectos, así como en el Picadero y Comedor de Alumnos. A las 9 cesó el fuego y a esta hora, conforme lo pactado, apareció por el frente sur con un crucifijo en la mano y vestido de paisano el Canónigo Vázquez Camarasa, que fue entrado de la misma manera que el anterior parlamentario. Durante su estancia dijo la Santa Misa, ofreció la comunión después de dar la absolución general a los heridos y enfermos. A las 12 se marchó con las formalidades reglamentarias. Las granadas disparadas durante el día fueron sesenta y dos del 15,5 cm. Durante la noche tiró otras doce de 15,5 cm., que tuvieron como objetivo el Patio, haciendo un total de setenta y cuatro granadas. De las 19 horas a las 19:15 pide el Comandante Rojo hablar con el Coronel sobre evacuación de mujeres y niños, contestándosele negativamente. A las 20:30 se oyó un fuerte fuego de fusilería y petardos en dirección de Zig-Zag y Puerta de Carros, producido por el enemigo ante la alarma de una salida nuestra. El resto de la noche sin novedad. Las explosiones subterráneas se siguen oyendo en ritmo periódico de tres horas, aproximadamente. Bajas en este día: Un muerto y seis heridos.
Sábado, 12 de Septiembre
A las 6 de la mañana rompen el fuego las piezas de 15,5 cm. que nos tienen en pie durante todo el día. El objetivo es el Patio en sus fachadas oeste, sur y parte del noroeste, causando enormes destrozos, disparando 159 proyectiles de 15,5 cm. y muchos más de 7,5 cm. que, como siempre, disparaban contra la Compañía de Tropa. Los ruidos subterráneos se oyen y suceden con regularidad. Todas las familias se trasladan a los sótanos inferiores y sótanos este y norte. La noche transcurre con relativa tranquilidad. Bajas en este día: Un fallecido y dos heridos leves.
Durante la noche y madrugada y con grandes intervalos, las piezas de 15,5 cm. hacen tres o cuatro disparos sobre el Patio del Alcázar, que causan más molestias y ruido, que efectos materiales. El “paqueo” a estas horas es más intenso que otras noches. A las 6:05 rompen el fuego las piezas de 15,5 cm., batiendo la fachada norte y el Patio en su centro y ángulo suroeste, causando bastantes destrozos con las noventa y cinco granadas que dispararon, hasta las 10:45 en que cesó el fuego. A las 16:55 rompen otra vez el fuego sobre los mismos objetivos y no paran hasta el día siguiente, si bien cuando es de noche cerrada los hacen con un ritmo mucho más lento, disparando unas 149 granadas. A las 20 el enemigo dice desde las casas que ocupa en el frente sur que el Gobierno ha accedido a la petición del Coronel Comandante Militar, y envía al Canónigo Vázquez Camarasa para que nos asista espiritualmente y que vendrá por el mismo camino que hizo el Comandante Rojo y llegará a la misma hora para estar tres horas, que era lo máximo que concedían. El Coronel Moscardó pidió un sacerdote voluntario para que estuviese con nosotros, pero sólo se accedió a lo anterior. Bajas en este día: Un muerto y trece heridos.
Viernes, 11 de Septiembre
A las 4 de la mañana, y dirigida por el Comandante Araujo, se efectuó una salida con fuerzas de Falange, Escuela, Academia y Guardia Civil, para tratar de encontrar la boca de la mina, objetivo que no se pudo lograr por haberse fortificado y ocupado todas las casas de los alrededores. A las 6:05 rompen el fuego las piezas de 15,5 cm. y las de 7,5 cm., batiendo la Compañía de Tropa y Lavaderos, causando grandes desperfectos, así como en el Picadero y Comedor de Alumnos. A las 9 cesó el fuego y a esta hora, conforme lo pactado, apareció por el frente sur con un crucifijo en la mano y vestido de paisano el Canónigo Vázquez Camarasa, que fue entrado de la misma manera que el anterior parlamentario. Durante su estancia dijo la Santa Misa, ofreció la comunión después de dar la absolución general a los heridos y enfermos. A las 12 se marchó con las formalidades reglamentarias. Las granadas disparadas durante el día fueron sesenta y dos del 15,5 cm. Durante la noche tiró otras doce de 15,5 cm., que tuvieron como objetivo el Patio, haciendo un total de setenta y cuatro granadas. De las 19 horas a las 19:15 pide el Comandante Rojo hablar con el Coronel sobre evacuación de mujeres y niños, contestándosele negativamente. A las 20:30 se oyó un fuerte fuego de fusilería y petardos en dirección de Zig-Zag y Puerta de Carros, producido por el enemigo ante la alarma de una salida nuestra. El resto de la noche sin novedad. Las explosiones subterráneas se siguen oyendo en ritmo periódico de tres horas, aproximadamente. Bajas en este día: Un muerto y seis heridos.
Sábado, 12 de Septiembre
A las 6 de la mañana rompen el fuego las piezas de 15,5 cm. que nos tienen en pie durante todo el día. El objetivo es el Patio en sus fachadas oeste, sur y parte del noroeste, causando enormes destrozos, disparando 159 proyectiles de 15,5 cm. y muchos más de 7,5 cm. que, como siempre, disparaban contra la Compañía de Tropa. Los ruidos subterráneos se oyen y suceden con regularidad. Todas las familias se trasladan a los sótanos inferiores y sótanos este y norte. La noche transcurre con relativa tranquilidad. Bajas en este día: Un fallecido y dos heridos leves.
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Domingo, 13 de Septiembre
A las 7 rompen el fuego las piezas de 15,5 cm. sobre el mismo objetivo del día anterior, y con pequeños intervalos, tirando durante todo el día y parte de la noche, disparando sobre la Compañía de Tropa, causando bastantes destrozos en la galería este, oeste y fachada sur. Por la noche, a las 19, anunciaron desde las casas de los alrededores de la fachada sur, que un diplomático chileno quería hablar con el Coronel Moscardó para tratar de que salgan las mujeres, niños y rehenes, que están en el Alcázar, contestándosele que no puede ser el tratar con más parlamentarios y que lo que quieran lo hagan por conducto del Gobierno de Burgos, con el que nosotros tenemos comunicación constante, y que ellos nos contesten lo que tenemos que hacer, siempre que la contestación sea por conducto de los Generales Franco o Mola y con autógrafo de ellos. No se pudo terminar la contestación porque al oír lo de tratar con el Gobierno de Burgos hicieron tres disparos a la ventana e insultaron de manera violenta a los encargados de dar la contestación del Coronel. Los compresores dejaron de funcionar, por lo que se trasladaron los enfermos y heridos a los locales más resguardados, que son provisionales mientras se les preparan los definitivos. Se desalojan los sótanos en el frente oeste e inmediaciones de la escalera. Bajas en este día: Un herido y un contuso.
Lunes, 14 de Septiembre
Por la mañana se oye la marcha irregular de los compresores y también, por el servicio de escuchas, se percibe trabajo de barreno a mano y en el Torreón suroeste parece oírse pala, suponiendo vengan a muy a flor de tierra, incluso que no puedan aparecer los de este lado, debajo del último de los sótanos. A las 8:15 horas empezó el fuego de artillería de los dos calibres y contra los objetivos acostumbrados, y con cadencia muy lenta dispararon las piezas de 15,5 cm. treinta granadas hasta las 11:30 en que terminó el fuego, no volviendo a tirar en todo el resto del día. La enfermería se trasladó definitivamente a los locales más seguros, para caso de que la mina funcionase. El día fue de “paqueo” más intenso y al anochecer fueron lanzados por el enemigo bastantes petardos contra el frente oeste. por las proximidades de la Puerta de Carros y Puerta de Hierro. Por la noche se intensificó mucho el “paqueo” por todos los frentes. El enemigo, desde San Servando, estuvo cerca de media hora insultando y diciendo que soltásemos a las mujeres, niños y rehenes lo antes que pudiésemos, porque si no, ya iba a ser tarde. Se ve tienen un gran interés en coaccionar al mando por este procedimiento y conseguir así lo que no conseguirán de ninguna manera: nuestra destrucción. El Coronel Comandante Militar publicó una Orden para levantar el ánimo a las gentes diciéndoles no hagan caso de bulos propalados por el enemigo, que las columnas nuestras están muy próximas y que hay que resistir hasta la última hora, ya que la parte peor ha sido pasada. Bajas en este día: Siete heridos.
A las 7 rompen el fuego las piezas de 15,5 cm. sobre el mismo objetivo del día anterior, y con pequeños intervalos, tirando durante todo el día y parte de la noche, disparando sobre la Compañía de Tropa, causando bastantes destrozos en la galería este, oeste y fachada sur. Por la noche, a las 19, anunciaron desde las casas de los alrededores de la fachada sur, que un diplomático chileno quería hablar con el Coronel Moscardó para tratar de que salgan las mujeres, niños y rehenes, que están en el Alcázar, contestándosele que no puede ser el tratar con más parlamentarios y que lo que quieran lo hagan por conducto del Gobierno de Burgos, con el que nosotros tenemos comunicación constante, y que ellos nos contesten lo que tenemos que hacer, siempre que la contestación sea por conducto de los Generales Franco o Mola y con autógrafo de ellos. No se pudo terminar la contestación porque al oír lo de tratar con el Gobierno de Burgos hicieron tres disparos a la ventana e insultaron de manera violenta a los encargados de dar la contestación del Coronel. Los compresores dejaron de funcionar, por lo que se trasladaron los enfermos y heridos a los locales más resguardados, que son provisionales mientras se les preparan los definitivos. Se desalojan los sótanos en el frente oeste e inmediaciones de la escalera. Bajas en este día: Un herido y un contuso.
Lunes, 14 de Septiembre
Por la mañana se oye la marcha irregular de los compresores y también, por el servicio de escuchas, se percibe trabajo de barreno a mano y en el Torreón suroeste parece oírse pala, suponiendo vengan a muy a flor de tierra, incluso que no puedan aparecer los de este lado, debajo del último de los sótanos. A las 8:15 horas empezó el fuego de artillería de los dos calibres y contra los objetivos acostumbrados, y con cadencia muy lenta dispararon las piezas de 15,5 cm. treinta granadas hasta las 11:30 en que terminó el fuego, no volviendo a tirar en todo el resto del día. La enfermería se trasladó definitivamente a los locales más seguros, para caso de que la mina funcionase. El día fue de “paqueo” más intenso y al anochecer fueron lanzados por el enemigo bastantes petardos contra el frente oeste. por las proximidades de la Puerta de Carros y Puerta de Hierro. Por la noche se intensificó mucho el “paqueo” por todos los frentes. El enemigo, desde San Servando, estuvo cerca de media hora insultando y diciendo que soltásemos a las mujeres, niños y rehenes lo antes que pudiésemos, porque si no, ya iba a ser tarde. Se ve tienen un gran interés en coaccionar al mando por este procedimiento y conseguir así lo que no conseguirán de ninguna manera: nuestra destrucción. El Coronel Comandante Militar publicó una Orden para levantar el ánimo a las gentes diciéndoles no hagan caso de bulos propalados por el enemigo, que las columnas nuestras están muy próximas y que hay que resistir hasta la última hora, ya que la parte peor ha sido pasada. Bajas en este día: Siete heridos.
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Martes, 15 de Septiembre
mpezó la artillería de 15,5 cm. a disparar a las 6:45 horas, y con ritmo lento lanzaron hasta las 10:45 veinte granadas que ocasionan grandes desperfectos en la fachada sur, bastante estropeada por los disparos anteriores. La observación acusa un camión que lleva a remolque una pieza al parecer de calibre mediano, que va por la carretera de Cobisa a Argés. Los ruidos subterráneos se perciben perfectamente, y el trabajo de la mina es normal, oyéndose periódicamente las explosiones. A las 12:50 y desde el Campamento de los Alijares, donde ha sido emplazado la pieza que reveló la observación, y que es de calibre de 15,5 cm., rompe el fuego contra la fachada este y con preferencia sobre el Paso Curvo y sobre la escalera por su puerta de acceso. El fuego duró hasta las 18 en que ya no actuó la artillería desde ninguno de los dos emplazamientos. La tarde y noche han sido intensos en “paqueos” y lanzamientos de petardos sobre la avanzadilla de Puerta de Hierro. Se siguen oyendo las explosiones de la mina con regularidad. Bajas en este día: Cinco muertos y cuatro heridos.
Miércoles, 16 de Septiembre
A las 7:45 horas rompen el fuego las dos piezas de 15,5 cm. emplazadas en el olivar y otras dos del mismo calibre emplazadas en los Alijares, batiendo las primeras la fachada sur y ángulo suroeste del patio y las segundas la fachada este, empezando a abrir brecha por las ventanas de la Sala de Oficiales, que está lateral a la Biblioteca de Caballería. A las 11:45 se oyeron siete explosiones subterráneas, al parecer de la mina dirigida al Torreón suroeste. La otra mina no trabajó en todo el día. A las 17 rompen otra vez el fuego las piezas de 15,5 cm., y con cadencia no muy rápida, lanzaron ciento cuarenta y cuatro granadas hacia las 18, en que cesó el fuego. También las piezas de 7,5 cm. hicieron algunos disparos. A las 11 se presentaron tres aviones nuestros que hicieron un reconocimiento y bombardearon Zocodover, marchando después en dirección a Ávila. Minutos después aparecieron dos cazas enemigos, que evolucionaron sobre los Alijares y se marcharon en dirección a Madrid. La tarde transcurrió con relativa tranquilidad. Por la noche, bajo la dirección del Comandante Araujo, con fuerzas de la Compañía de Tropa de la Academia y Guardia Civil, se retiraron cuarenta sacos de trigo de los que doce fueron repartidos para el personal del Alcázar. Durante esta operación, desapareció el Teniente D. Fernando Barrientos, de la Escuela Central de Gimnasia. El resto de la noche transcurrió con “paqueo” intenso. Bajas en este día: Un muerto, tres heridos y tres contusos.
Jueves, 17 de Septiembre
A las 8:10 rompen el fuego las piezas del 15,5 cm. de los dos frentes y hasta las 9:30 lanzan diez proyectiles; baten el frente este y el ángulo suroeste del patio. La observación de las minas no acusa ruido subterráneo alguno, por lo que se dan órdenes para el traslado definitivo de mujeres, niños, Enfermería y Capilla, que quedan instalados definitivamente en los sótanos del frente norte y anejos, y parte del sótano este, dejando solamente puesto en las proximidades de la Puerta de Carros que, de cuando en cuando, mandan un observador. La Enfermería quedó establecida en el Parque de Armamento y la Capilla en la sala del botiquín antiguo. A las 17 rompen el fuego otra vez las piezas de 15,5 cm. de los dos frentes, habiendo acusado la observación momentos antes, el emplazamiento de una 3ª pieza del 15,5 cm. en el Campamento de los Alijares. Momentos después se acusa por la observación el emplazamiento de dos piezas más del calibre 15,5 cm. en el Campamento de los Alijares, que hacen un disparo sobre la fachada este, para tener corregido el tiro. Al anochecer y por la noche, el “paqueo” fue muy intenso en todo el frente. El motor compresor funcionó también, por lo visto, con miras a desorientar a la guarnición sobre la terminación de la mina. Termina el día sin más novedades. Bajas en este día: Tres heridos.
mpezó la artillería de 15,5 cm. a disparar a las 6:45 horas, y con ritmo lento lanzaron hasta las 10:45 veinte granadas que ocasionan grandes desperfectos en la fachada sur, bastante estropeada por los disparos anteriores. La observación acusa un camión que lleva a remolque una pieza al parecer de calibre mediano, que va por la carretera de Cobisa a Argés. Los ruidos subterráneos se perciben perfectamente, y el trabajo de la mina es normal, oyéndose periódicamente las explosiones. A las 12:50 y desde el Campamento de los Alijares, donde ha sido emplazado la pieza que reveló la observación, y que es de calibre de 15,5 cm., rompe el fuego contra la fachada este y con preferencia sobre el Paso Curvo y sobre la escalera por su puerta de acceso. El fuego duró hasta las 18 en que ya no actuó la artillería desde ninguno de los dos emplazamientos. La tarde y noche han sido intensos en “paqueos” y lanzamientos de petardos sobre la avanzadilla de Puerta de Hierro. Se siguen oyendo las explosiones de la mina con regularidad. Bajas en este día: Cinco muertos y cuatro heridos.
Miércoles, 16 de Septiembre
A las 7:45 horas rompen el fuego las dos piezas de 15,5 cm. emplazadas en el olivar y otras dos del mismo calibre emplazadas en los Alijares, batiendo las primeras la fachada sur y ángulo suroeste del patio y las segundas la fachada este, empezando a abrir brecha por las ventanas de la Sala de Oficiales, que está lateral a la Biblioteca de Caballería. A las 11:45 se oyeron siete explosiones subterráneas, al parecer de la mina dirigida al Torreón suroeste. La otra mina no trabajó en todo el día. A las 17 rompen otra vez el fuego las piezas de 15,5 cm., y con cadencia no muy rápida, lanzaron ciento cuarenta y cuatro granadas hacia las 18, en que cesó el fuego. También las piezas de 7,5 cm. hicieron algunos disparos. A las 11 se presentaron tres aviones nuestros que hicieron un reconocimiento y bombardearon Zocodover, marchando después en dirección a Ávila. Minutos después aparecieron dos cazas enemigos, que evolucionaron sobre los Alijares y se marcharon en dirección a Madrid. La tarde transcurrió con relativa tranquilidad. Por la noche, bajo la dirección del Comandante Araujo, con fuerzas de la Compañía de Tropa de la Academia y Guardia Civil, se retiraron cuarenta sacos de trigo de los que doce fueron repartidos para el personal del Alcázar. Durante esta operación, desapareció el Teniente D. Fernando Barrientos, de la Escuela Central de Gimnasia. El resto de la noche transcurrió con “paqueo” intenso. Bajas en este día: Un muerto, tres heridos y tres contusos.
Jueves, 17 de Septiembre
A las 8:10 rompen el fuego las piezas del 15,5 cm. de los dos frentes y hasta las 9:30 lanzan diez proyectiles; baten el frente este y el ángulo suroeste del patio. La observación de las minas no acusa ruido subterráneo alguno, por lo que se dan órdenes para el traslado definitivo de mujeres, niños, Enfermería y Capilla, que quedan instalados definitivamente en los sótanos del frente norte y anejos, y parte del sótano este, dejando solamente puesto en las proximidades de la Puerta de Carros que, de cuando en cuando, mandan un observador. La Enfermería quedó establecida en el Parque de Armamento y la Capilla en la sala del botiquín antiguo. A las 17 rompen el fuego otra vez las piezas de 15,5 cm. de los dos frentes, habiendo acusado la observación momentos antes, el emplazamiento de una 3ª pieza del 15,5 cm. en el Campamento de los Alijares. Momentos después se acusa por la observación el emplazamiento de dos piezas más del calibre 15,5 cm. en el Campamento de los Alijares, que hacen un disparo sobre la fachada este, para tener corregido el tiro. Al anochecer y por la noche, el “paqueo” fue muy intenso en todo el frente. El motor compresor funcionó también, por lo visto, con miras a desorientar a la guarnición sobre la terminación de la mina. Termina el día sin más novedades. Bajas en este día: Tres heridos.
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Viernes, 18 de Septiembre
En las primeras horas de la madrugada, sigue el “paqueo” intenso del día anterior, que va aumentando e incluso toman parte en el fuego las piezas de 7,5 cm. que baten la Sección de Tropa. El ruido del compresor se sigue oyendo, pero como no se ha oído la perforadora desde el día anterior, se supone que sea con ánimo de desorientarnos. A las 6:05 de la mañana rompen las piezas de 15,5 cm. desde los dos emplazamientos un violento fuego contra el frente este de la Compañía de Tropa, Patio del Alcázar y frente oeste, por el interior. A las 6:30, cuando llevaban disparadas treinta y seis granadas, se oye una detonación más fuerte seguida de muchísimo humo negro, que invadió todos los locales, haciendo creer a todo el mundo que ha sido un cañonazo en sus inmediaciones; se comprueba acto seguido que ha sido la explosión de dos minas, que ha derribado el Torreón suroeste y casi toda la fachada oeste, más toda las casas de los frentes oeste y sur en su mitad derecha. Inmediatamente a esto un tiroteo intensísimo en todos los frentes, en especial norte y oeste, nos anuncia el asalto, que es rechazado con gran espíritu por todas las fuerzas. A las 13 horas se puede considerar que el ataque ha fracasado, aunque el tiroteo sigue intenso en los frentes noroeste y sur. El enemigo, por los escombros del Torreón noroeste y procedente del Zig-Zag, coronó éste y allí se hizo fuerte, lanzando granadas de mano por el techo de las galerías y habitaciones del frente oeste. Costó gran trabajo ocupar las ruinas por encontrarse todas las escaleras obstruidas y rotas, y con escaleras de mano empalmadas y escalas marinas se pudo ocupar esa parte, la más peligrosa, cogiendo al enemigo una bandera que tenían para ponerla, en su creencia en la victoria. Al mismo tiempo atacaron también por el Corralillo y Puerta de Hierro, ataques que también fueron rechazados, a pesar de intervenir en Puerta de Hierro un tanque de artillería que forzó la verja y separó los coches que había de barricada, pero que tuvo que retroceder ante el empuje de nuestras fuerzas de la Compañía de Tropa y la instalada en el Comedor y Lavadero. Como a las 10:20 iba decayendo el empuje del enemigo, rompen otra vez el fuego las piezas del 15,5 cm. de los Alijares, y hasta las 13:10 horas disparan setenta y dos granadas. A esta hora callan las piezas y sigue el “paqueo” muy intenso, sobre todo por el frente sur. A las once aparecen dos aviones nuestros, que hacen vuelos de reconocimiento sobre nosotros; al poco rato aparecen tres aviones enemigos que también vuelan en reconocimiento, y cuando éstos se retiran, aparecen cuatro más enemigos, que, como los anteriores, hacen reconocimientos y observación. El “paqueo” sigue muy intenso, y a las 18:30 rompen el fuego otra vez las piezas de 15,5 cm. de los dos emplazamientos y, con ritmo muy lento, baten sus objetivos acostumbrados. Como los caballos y mulos corren el peligro de ser batidos en la cuadra de los Fregaderos, donde habían sido llevados por el mismo motivo, se trasladan otra vez a las cuadras de los sótanos laterales a la Piscina. El fuego de la artillería sigue con ritmo lento. La comida de este día ha sido distinta a las normales por haber estropeado la artillería de 15,5 cm. la carne de caballo y mulo preparadas para este fin; consistieron la primera en arroz con chorizo y bacalao, y la segunda en arroz y judías. La artillería de 15,5 cm. bate la parte oriental de Depósito de Armamento, donde se había instalado la Enfermería y parte del botiquín, por lo que inmediatamente se da la orden de trasladar los enfermos a un sitio más seguro. La noche sigue con “paqueo” menos intenso que durante el día. La artillería sigue con ritmo muy rápido, disparando unas setenta y cinco granadas sobre la fachada este, Lavaderos, Paso Curvo, Capuchinos y de vez en cuando a la fachada sur, por el interior. El total de proyectiles disparados fueron 272. El día transcurrió sin novedad. Bajas en este día: Trece muertos, cuarenta y ocho heridos y once contusos.
Sábado, 19 de Septiembre
Por la madrugada se oye el fuego de la artillería con el ritmo del día anterior, y hasta las 6:30 disparan las piezas del 15,5 cm. unos setenta y cinco proyectiles. Las tres piezas de 7,5 cm. también tiran sobre la Compañía de Tropa. Han causado grandes desperfectos en Paso Curvo, Puerta de entrada al sótano, Piscina y en el Torreón sureste, llegando a cegar el paso de la Piscina al Paso Curvo, por lo que se comienza a trabajar para establecer las comunicaciones del Alcázar con el Paso Curvo, Comedor de Alumnos y Compañía de Tropa. Por estar en peligro el Depósito de Víveres instalado en el Depósito de Armamento, se da orden de trasladarlo a la habitación que ocupaban antes los productos farmacéuticos en la fachada sur. Sobre las 7, apenas la artillería calla, empieza un intensísimo tiroteo por todos los frentes, dando la impresión de un ataque en serio, como el de ayer, pues aunque es muy nutrido se observa que es desde los edificios que rodean nuestro frente. El Corralillo es donde parece ser más factible, pero tampoco se lanzan al asalto. Las piezas del 15,5 cm. han disparado setenta y cinco proyectiles y las de 7,5 cm. cien. El “paqueo” a las 9:30 sigue, pero con mucha menos intensidad. Por la Comandancia Militar se da una OOrden para que todo aquel que tenga más de una prenda de abrigo, la entregue en el almacén, con objeto de proveer a las fuerzas que hacen el servicio de noche a la intemperie. También se publica una relación de distinguidos por su comportamiento en el ataque de ayer. A las 13:20 horas rompe el fuego las piezas del 15,5 cm. de los dos emplazamientos y lanzan cuarenta y dos proyectiles sobre sus acostumbrados objetivos. Al terminar se reproduce el “paqueo”, aunque no con la intensidad de por la mañana. A las 16:45 la observación del frente este acusa el paso por la carretera de La Sisla de dos camiones arrastrando sendas piezas de artillería, sin poder precisar aún el calibre ni características. Poco después se comprueba que son piezas ligeras de campaña de 7,5 cm. El total de granadas disparadas por la Artillería fue de ochenta y ocho, que causaron grandes destrozos en la fachada este, en el Comedor, Distribuidor y Lavaderos, cuya guarnición, por lo duro y peligroso de este puesto, es relevada por treinta hombres pertenecientes a la Escuela de Gimnasia, Falange y Cuartel Guardia Civil, a las órdenes del Comandante Llorente, Jefe de aquel sector. Por la tarde, a las 13 y a las 16, hubo por el enemigo dos intentos de asalto por el Zig-Zag y Puerta de Hierro, saliendo inmediatamente fuerzas de Falange, Escuela y Guardia Civil, a las órdenes del Comandante Méndez, de Artillería, que hacen reconocimiento por estos sitios, poniéndose al habla con los de Puerta de Hierro, arrebatándole al enemigo un fusil, granadas de mano y una bandera roja. La observación acusa el emplazamiento de dos nuevas piezas en el Campamento los Alijares, apreciándose son contra aeronaves, una terrestre y otra de barco, y a poco llega un camión transportando cuarenta y cinco cajas de granadas. El “paqueo” sigue intenso en todos los frentes. Bajas en este día: Cuatro muertos, treinta y un herido y dos contusos.
En las primeras horas de la madrugada, sigue el “paqueo” intenso del día anterior, que va aumentando e incluso toman parte en el fuego las piezas de 7,5 cm. que baten la Sección de Tropa. El ruido del compresor se sigue oyendo, pero como no se ha oído la perforadora desde el día anterior, se supone que sea con ánimo de desorientarnos. A las 6:05 de la mañana rompen las piezas de 15,5 cm. desde los dos emplazamientos un violento fuego contra el frente este de la Compañía de Tropa, Patio del Alcázar y frente oeste, por el interior. A las 6:30, cuando llevaban disparadas treinta y seis granadas, se oye una detonación más fuerte seguida de muchísimo humo negro, que invadió todos los locales, haciendo creer a todo el mundo que ha sido un cañonazo en sus inmediaciones; se comprueba acto seguido que ha sido la explosión de dos minas, que ha derribado el Torreón suroeste y casi toda la fachada oeste, más toda las casas de los frentes oeste y sur en su mitad derecha. Inmediatamente a esto un tiroteo intensísimo en todos los frentes, en especial norte y oeste, nos anuncia el asalto, que es rechazado con gran espíritu por todas las fuerzas. A las 13 horas se puede considerar que el ataque ha fracasado, aunque el tiroteo sigue intenso en los frentes noroeste y sur. El enemigo, por los escombros del Torreón noroeste y procedente del Zig-Zag, coronó éste y allí se hizo fuerte, lanzando granadas de mano por el techo de las galerías y habitaciones del frente oeste. Costó gran trabajo ocupar las ruinas por encontrarse todas las escaleras obstruidas y rotas, y con escaleras de mano empalmadas y escalas marinas se pudo ocupar esa parte, la más peligrosa, cogiendo al enemigo una bandera que tenían para ponerla, en su creencia en la victoria. Al mismo tiempo atacaron también por el Corralillo y Puerta de Hierro, ataques que también fueron rechazados, a pesar de intervenir en Puerta de Hierro un tanque de artillería que forzó la verja y separó los coches que había de barricada, pero que tuvo que retroceder ante el empuje de nuestras fuerzas de la Compañía de Tropa y la instalada en el Comedor y Lavadero. Como a las 10:20 iba decayendo el empuje del enemigo, rompen otra vez el fuego las piezas del 15,5 cm. de los Alijares, y hasta las 13:10 horas disparan setenta y dos granadas. A esta hora callan las piezas y sigue el “paqueo” muy intenso, sobre todo por el frente sur. A las once aparecen dos aviones nuestros, que hacen vuelos de reconocimiento sobre nosotros; al poco rato aparecen tres aviones enemigos que también vuelan en reconocimiento, y cuando éstos se retiran, aparecen cuatro más enemigos, que, como los anteriores, hacen reconocimientos y observación. El “paqueo” sigue muy intenso, y a las 18:30 rompen el fuego otra vez las piezas de 15,5 cm. de los dos emplazamientos y, con ritmo muy lento, baten sus objetivos acostumbrados. Como los caballos y mulos corren el peligro de ser batidos en la cuadra de los Fregaderos, donde habían sido llevados por el mismo motivo, se trasladan otra vez a las cuadras de los sótanos laterales a la Piscina. El fuego de la artillería sigue con ritmo lento. La comida de este día ha sido distinta a las normales por haber estropeado la artillería de 15,5 cm. la carne de caballo y mulo preparadas para este fin; consistieron la primera en arroz con chorizo y bacalao, y la segunda en arroz y judías. La artillería de 15,5 cm. bate la parte oriental de Depósito de Armamento, donde se había instalado la Enfermería y parte del botiquín, por lo que inmediatamente se da la orden de trasladar los enfermos a un sitio más seguro. La noche sigue con “paqueo” menos intenso que durante el día. La artillería sigue con ritmo muy rápido, disparando unas setenta y cinco granadas sobre la fachada este, Lavaderos, Paso Curvo, Capuchinos y de vez en cuando a la fachada sur, por el interior. El total de proyectiles disparados fueron 272. El día transcurrió sin novedad. Bajas en este día: Trece muertos, cuarenta y ocho heridos y once contusos.
Sábado, 19 de Septiembre
Por la madrugada se oye el fuego de la artillería con el ritmo del día anterior, y hasta las 6:30 disparan las piezas del 15,5 cm. unos setenta y cinco proyectiles. Las tres piezas de 7,5 cm. también tiran sobre la Compañía de Tropa. Han causado grandes desperfectos en Paso Curvo, Puerta de entrada al sótano, Piscina y en el Torreón sureste, llegando a cegar el paso de la Piscina al Paso Curvo, por lo que se comienza a trabajar para establecer las comunicaciones del Alcázar con el Paso Curvo, Comedor de Alumnos y Compañía de Tropa. Por estar en peligro el Depósito de Víveres instalado en el Depósito de Armamento, se da orden de trasladarlo a la habitación que ocupaban antes los productos farmacéuticos en la fachada sur. Sobre las 7, apenas la artillería calla, empieza un intensísimo tiroteo por todos los frentes, dando la impresión de un ataque en serio, como el de ayer, pues aunque es muy nutrido se observa que es desde los edificios que rodean nuestro frente. El Corralillo es donde parece ser más factible, pero tampoco se lanzan al asalto. Las piezas del 15,5 cm. han disparado setenta y cinco proyectiles y las de 7,5 cm. cien. El “paqueo” a las 9:30 sigue, pero con mucha menos intensidad. Por la Comandancia Militar se da una OOrden para que todo aquel que tenga más de una prenda de abrigo, la entregue en el almacén, con objeto de proveer a las fuerzas que hacen el servicio de noche a la intemperie. También se publica una relación de distinguidos por su comportamiento en el ataque de ayer. A las 13:20 horas rompe el fuego las piezas del 15,5 cm. de los dos emplazamientos y lanzan cuarenta y dos proyectiles sobre sus acostumbrados objetivos. Al terminar se reproduce el “paqueo”, aunque no con la intensidad de por la mañana. A las 16:45 la observación del frente este acusa el paso por la carretera de La Sisla de dos camiones arrastrando sendas piezas de artillería, sin poder precisar aún el calibre ni características. Poco después se comprueba que son piezas ligeras de campaña de 7,5 cm. El total de granadas disparadas por la Artillería fue de ochenta y ocho, que causaron grandes destrozos en la fachada este, en el Comedor, Distribuidor y Lavaderos, cuya guarnición, por lo duro y peligroso de este puesto, es relevada por treinta hombres pertenecientes a la Escuela de Gimnasia, Falange y Cuartel Guardia Civil, a las órdenes del Comandante Llorente, Jefe de aquel sector. Por la tarde, a las 13 y a las 16, hubo por el enemigo dos intentos de asalto por el Zig-Zag y Puerta de Hierro, saliendo inmediatamente fuerzas de Falange, Escuela y Guardia Civil, a las órdenes del Comandante Méndez, de Artillería, que hacen reconocimiento por estos sitios, poniéndose al habla con los de Puerta de Hierro, arrebatándole al enemigo un fusil, granadas de mano y una bandera roja. La observación acusa el emplazamiento de dos nuevas piezas en el Campamento los Alijares, apreciándose son contra aeronaves, una terrestre y otra de barco, y a poco llega un camión transportando cuarenta y cinco cajas de granadas. El “paqueo” sigue intenso en todos los frentes. Bajas en este día: Cuatro muertos, treinta y un herido y dos contusos.
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Domingo, 20 de Septiembre
A las 9:30 horas rompe el fuego las piezas del 15,5 cm. de ambos emplazamientos, batiendo las fachadas este y oeste por el interior del patio, disparando hasta las 5:30 ciento cincuenta proyectiles. Desde esta hora sigue el fuego con ritmo más lento, batiendo únicamente las de los Alijares el Torreón sureste, único que queda, fachada del este y en ella con más tenacidad, la puerta de acceso de la piscina a la explanada, por donde se efectúan todas las salidas. El Coronel da orden que se releve la guarnición de los Lavaderos por fuerza de los mismos grupos y en la misma proporción, relevándose el Comandante Llorente por el Comandante Lecanda. A las 7:30 se reproduce el fuego de cañón y fusilería, batiendo con insistencia la Puerta de salida de la Piscina por lo que el relevo de la guarnición de los Lavaderos no puede incorporarse a su sitio por impedirlo las piezas del 15,5 cm. que se dedican, como si fuesen un fusil, al disparar al que se asoma por la puerta, no pudiéndose coger la cadencia para avanzar en el intervalo de disparos, por ser completamente irregular. En algunas ocasiones aumenta el fuego de fusil, de tal manera, que parece como si se intentase un asalto, que por lo visto no están muy decididos a llevar a efecto. En esta segunda etapa de fuego de cañón han disparado las piezas del 15,5 cm.,doscientos proyectiles. Sobre las 13 horas la observación acusa que el enemigo está en el Zig-Zag, ordenándose una salida a la fuerza de maniobra, que rechaza el enemigo que abandona sus posiciones. La dificultad grande consiste en la salida de la Piscina, ya que la batería está en plan de fusil y por un hombre que vea dispara en seguida con sus consiguientes enormes destrozos. De Puerta de Hierro y 4ª Cuadra se reciben noticias de que el enemigo hostiliza con cañón de 15,5 cm., de 7,5 cm., granadas de mano y petardos, que les han causado muchas bajas, por lo que el Coronel Moscardó dispone que resistan a toda costa hasta la noche para hacer una retirada ordenada sobre el Alcázar, debiendo traerse todos los elementos posibles, destruyendo los que no se puedan transportar e incendiar los locales. Como la gente se encuentra muy agotada y hay bastante trigo en la Compañía de Tropa, se dispone que vayan fuerzas de la Guardia Civil del Alcázar para retirar ese trigo. El cañoneo sigue sin cesar con ritmo variable, y hasta las 17:30 desde la última etapa, cien proyectiles más, que hacen un total hasta esta hora de cuatrocientos cincuenta desde que empezó a las 0:30 horas. Sobre las 16 aparecen varios aviones nuestros y enemigos, que evolucionan muy alto, y al rato marchan cada uno a su destino después de observar y reconocer. La artillería sigue disparando con ritmo más lento hasta las 18:30 en que cesa, habiendo disparado en total del día cuatrocientos setenta y dos proyectiles de 15,5 cm. A las 19:30 se tiene todo preparado para la evacuación de la 4ª Cuadra, Santiago, víveres y fregaderos. A las 20 salen los Tenientes Del Pino y Catalán con 60 Guardias Civiles para retirar el trigo existente en la Compañía de Tropa. A las 22:30 horas se ha efectuado, con todo orden y sin novedad, la evacuación preparada, inutilizándose el material que no se puede trasladar e incendiando los edificios. El resto de la noche con “paqueo” intenso, pero sin fuego de artillería. Bajas en este día: Siete muertos, un fallecido y cincuenta y siete heridos.
Lunes, 21 de Septiembre
Por la madrugada hacen las piezas de 15,5 cm. dos disparos hasta las 7:20 horas, en que rompen el fuego nuevamente. La noche transcurre sin novedad en fuego de artillería. Desde que rompen el fuego por segunda vez con ritmo desigual, baten las piezas de los dos desplazamientos el frente este y en particular el Torreón único que queda en pie, el suroeste, que, ya muy quebrantado por días anteriores, logran derribarlo, con lo que queda sin defensa la Biblioteca de Infantería, por lo que la fuerza que la ocupa tiene que desplazarse, dejando únicamente los frentes. Un poco antes de la caída del Torreón logran entrar los proyectiles en la Biblioteca, que no producen bajas. El fuego de la artillería cesa a las 18 horas, habiendo disparado un total de 238 proyectiles. El “paqueo”, exceptuando el momento en que cayó el Torreón, que fue un poco intenso, no se hizo notar con la intensidad de los días anteriores. El resto del día y de la noche hasta las 24, fue relativamente muy tranquilo. Con el traslado de fuerzas se estudia el nuevo alojamiento para la mejor defensa y situación. Bajas en este día: Cinco muertos, un fallecido, veinticuatro heridos y un contuso.
Martes, 22 de Septiembre
Sobre las 3 de la madrugada empieza el fuego la pieza de 15,5 cm., batiendo el camino cubierto y fachada este y hacen catorce disparos hasta las 5. Se supone ignoran la evacuación de Puerta de Hierro, Santiago, Comedor y fregaderos, pues siguen tirando a Puerta de Hierro con petardos y ametralladoras, como si aún estuviese ocupado, indicio claro de su poca acometividad. Desde que cesó el fuego de la artillería no han vuelto a disparar, y en este momento, 10:40, la observación acusa traslado de piezas de 15,5 cm., de las que se llevan dos del campamento, una antiaérea y una del frente norte, así como movimientos de gente, a la que se cree como en plan de marcha; desde luego, el “paqueo” es mínimo. A las 11 rompen el fuego las piezas de 15,5 cm. del frente norte, lanzando unos dieciséis proyectiles, y a continuación empieza un tiroteo de armas automáticas y de fusil intensísimo, como si fuera para proceder a un asalto; se toman todas las medidas y a la hora va decreciendo y termina, volviendo al poco rato a recrudecerse, y por fin queda el “paquear” ordinario, aumentando en el frente norte a causa de la evacuación de Puerta de Hierro. Se vieron grupos en el Zig-Zag y en el Comedor de Alumnos, que fueron rechazados. La observación acusa que la pieza de 15,5 cm., de la dirección norte sigue en el mismo sitio, pero que las ligeras y contra aeronaves se las han llevado, así como dos de 15,5 cm., del Campamento de los Alijares, suponiendo sea debido a la presión ejercida por nuestras columnas en su avance sobre Toledo. A las 16 dos cazas enemigos evolucionan sobre Toledo, y a las 18 un trimotor nuestro bombardea Zocodover, el Seminario y Cigarrales de San Servando. El avión en su vuelo es señalado por el enemigo con multitud de disparos de bengalas rojas. El resto de la tarde, reducido al “paqueo”. Por la noche, a las 22:45, se produce una alarma en el sótano oeste por oírse en los escombros de Puerta de Carros un derrumbamiento que se supone provocado por el enemigo, viéndose al mismo tiempo un fogonazo. Renace en seguida la tranquilidad. Bajas en este día: Dos muertos, veintidós heridos y cinco contusos.
A las 9:30 horas rompe el fuego las piezas del 15,5 cm. de ambos emplazamientos, batiendo las fachadas este y oeste por el interior del patio, disparando hasta las 5:30 ciento cincuenta proyectiles. Desde esta hora sigue el fuego con ritmo más lento, batiendo únicamente las de los Alijares el Torreón sureste, único que queda, fachada del este y en ella con más tenacidad, la puerta de acceso de la piscina a la explanada, por donde se efectúan todas las salidas. El Coronel da orden que se releve la guarnición de los Lavaderos por fuerza de los mismos grupos y en la misma proporción, relevándose el Comandante Llorente por el Comandante Lecanda. A las 7:30 se reproduce el fuego de cañón y fusilería, batiendo con insistencia la Puerta de salida de la Piscina por lo que el relevo de la guarnición de los Lavaderos no puede incorporarse a su sitio por impedirlo las piezas del 15,5 cm. que se dedican, como si fuesen un fusil, al disparar al que se asoma por la puerta, no pudiéndose coger la cadencia para avanzar en el intervalo de disparos, por ser completamente irregular. En algunas ocasiones aumenta el fuego de fusil, de tal manera, que parece como si se intentase un asalto, que por lo visto no están muy decididos a llevar a efecto. En esta segunda etapa de fuego de cañón han disparado las piezas del 15,5 cm.,doscientos proyectiles. Sobre las 13 horas la observación acusa que el enemigo está en el Zig-Zag, ordenándose una salida a la fuerza de maniobra, que rechaza el enemigo que abandona sus posiciones. La dificultad grande consiste en la salida de la Piscina, ya que la batería está en plan de fusil y por un hombre que vea dispara en seguida con sus consiguientes enormes destrozos. De Puerta de Hierro y 4ª Cuadra se reciben noticias de que el enemigo hostiliza con cañón de 15,5 cm., de 7,5 cm., granadas de mano y petardos, que les han causado muchas bajas, por lo que el Coronel Moscardó dispone que resistan a toda costa hasta la noche para hacer una retirada ordenada sobre el Alcázar, debiendo traerse todos los elementos posibles, destruyendo los que no se puedan transportar e incendiar los locales. Como la gente se encuentra muy agotada y hay bastante trigo en la Compañía de Tropa, se dispone que vayan fuerzas de la Guardia Civil del Alcázar para retirar ese trigo. El cañoneo sigue sin cesar con ritmo variable, y hasta las 17:30 desde la última etapa, cien proyectiles más, que hacen un total hasta esta hora de cuatrocientos cincuenta desde que empezó a las 0:30 horas. Sobre las 16 aparecen varios aviones nuestros y enemigos, que evolucionan muy alto, y al rato marchan cada uno a su destino después de observar y reconocer. La artillería sigue disparando con ritmo más lento hasta las 18:30 en que cesa, habiendo disparado en total del día cuatrocientos setenta y dos proyectiles de 15,5 cm. A las 19:30 se tiene todo preparado para la evacuación de la 4ª Cuadra, Santiago, víveres y fregaderos. A las 20 salen los Tenientes Del Pino y Catalán con 60 Guardias Civiles para retirar el trigo existente en la Compañía de Tropa. A las 22:30 horas se ha efectuado, con todo orden y sin novedad, la evacuación preparada, inutilizándose el material que no se puede trasladar e incendiando los edificios. El resto de la noche con “paqueo” intenso, pero sin fuego de artillería. Bajas en este día: Siete muertos, un fallecido y cincuenta y siete heridos.
Lunes, 21 de Septiembre
Por la madrugada hacen las piezas de 15,5 cm. dos disparos hasta las 7:20 horas, en que rompen el fuego nuevamente. La noche transcurre sin novedad en fuego de artillería. Desde que rompen el fuego por segunda vez con ritmo desigual, baten las piezas de los dos desplazamientos el frente este y en particular el Torreón único que queda en pie, el suroeste, que, ya muy quebrantado por días anteriores, logran derribarlo, con lo que queda sin defensa la Biblioteca de Infantería, por lo que la fuerza que la ocupa tiene que desplazarse, dejando únicamente los frentes. Un poco antes de la caída del Torreón logran entrar los proyectiles en la Biblioteca, que no producen bajas. El fuego de la artillería cesa a las 18 horas, habiendo disparado un total de 238 proyectiles. El “paqueo”, exceptuando el momento en que cayó el Torreón, que fue un poco intenso, no se hizo notar con la intensidad de los días anteriores. El resto del día y de la noche hasta las 24, fue relativamente muy tranquilo. Con el traslado de fuerzas se estudia el nuevo alojamiento para la mejor defensa y situación. Bajas en este día: Cinco muertos, un fallecido, veinticuatro heridos y un contuso.
Martes, 22 de Septiembre
Sobre las 3 de la madrugada empieza el fuego la pieza de 15,5 cm., batiendo el camino cubierto y fachada este y hacen catorce disparos hasta las 5. Se supone ignoran la evacuación de Puerta de Hierro, Santiago, Comedor y fregaderos, pues siguen tirando a Puerta de Hierro con petardos y ametralladoras, como si aún estuviese ocupado, indicio claro de su poca acometividad. Desde que cesó el fuego de la artillería no han vuelto a disparar, y en este momento, 10:40, la observación acusa traslado de piezas de 15,5 cm., de las que se llevan dos del campamento, una antiaérea y una del frente norte, así como movimientos de gente, a la que se cree como en plan de marcha; desde luego, el “paqueo” es mínimo. A las 11 rompen el fuego las piezas de 15,5 cm. del frente norte, lanzando unos dieciséis proyectiles, y a continuación empieza un tiroteo de armas automáticas y de fusil intensísimo, como si fuera para proceder a un asalto; se toman todas las medidas y a la hora va decreciendo y termina, volviendo al poco rato a recrudecerse, y por fin queda el “paquear” ordinario, aumentando en el frente norte a causa de la evacuación de Puerta de Hierro. Se vieron grupos en el Zig-Zag y en el Comedor de Alumnos, que fueron rechazados. La observación acusa que la pieza de 15,5 cm., de la dirección norte sigue en el mismo sitio, pero que las ligeras y contra aeronaves se las han llevado, así como dos de 15,5 cm., del Campamento de los Alijares, suponiendo sea debido a la presión ejercida por nuestras columnas en su avance sobre Toledo. A las 16 dos cazas enemigos evolucionan sobre Toledo, y a las 18 un trimotor nuestro bombardea Zocodover, el Seminario y Cigarrales de San Servando. El avión en su vuelo es señalado por el enemigo con multitud de disparos de bengalas rojas. El resto de la tarde, reducido al “paqueo”. Por la noche, a las 22:45, se produce una alarma en el sótano oeste por oírse en los escombros de Puerta de Carros un derrumbamiento que se supone provocado por el enemigo, viéndose al mismo tiempo un fogonazo. Renace en seguida la tranquilidad. Bajas en este día: Dos muertos, veintidós heridos y cinco contusos.
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Miércoles, 23 de Septiembre
A las 5 de la mañana se intensifica el tiroteo sobre el frente norte, en el que predominan los petardos y al cuarto de hora cesa, volviendo a su ritmo normal. La observación acusa que las piezas de 15,5 cm. que quedaron en los Alijares se las han llevado y no se puede precisar si definitivamente o para cambiarlas de emplazamiento. A las 8 hay un intento de asalto por el frente norte, empleando el enemigo fusiles, armas automáticas y un tanque de artillería, que desde el Zig-Zag hace varios disparos sobre la parte alta de las ruinas, con objeto de batir los puestos situados en ellas. Es rechazado y al cabo de una hora de combate se retiró el enemigo con el tanque. A las 16:10 rompen el fuego las piezas emplazadas al norte y disparan veintinueve proyectiles, batiendo principalmente los escombros acumulados en la Puerta Principal, con objeto de abrir brecha y facilitar el camino al tanque. Algunos proyectiles entran también en el patio, sin que causen grandes destrozos. A las 17:30 terminó el fuego de artillería. A las 18 comienza otro asalto, también sobre la Puerta Principal, y con los mismos elementos que por la mañana, pero con mayor intensidad, asalto que también fue rechazado, durando el combate hasta las 19:15 en que se retiró el enemigo, causándole bastantes bajas. Después quedó sólo un “paqueo” intenso, que fue decreciendo hasta convertirse en normal. El resto de la noche transcurrió tranquilo. Bajas en este día: Un muerto, veintidós heridos y nueve contusos.
Jueves, 24 de Septiembre
La observación acusa movimiento de coches en gran número por las carreteras de Ávila y Madrid. Las piezas de artillería que estaban emplazadas en los Alijares, no dan señales de vida, suponiéndose han sido llevadas a Madrid en un tren que salió de Toledo muy temprano. Por la mañana hay nutrido “paqueo”, y a las 10:30 aparece un avión nuestro, que bombardea los alrededores de Toledo. A las 10:45 rompe el fuego una de las piezas de 15,5 cm. emplazadas al norte y con ritmo muy lento bate la fachada oeste por el interior y los escombros de la Puerta Principal, así como la parte superior de esta fachada, donde tenemos instalados los puestos de observación, algunos de los cuales consiguen cegar. La Orden de la Comandancia publica ascensos de distinguidos, premios en metálico y relación de distinguidos al rechazar los intentos de asalto enemigo en los días 18, 22 y 23. A las 12 y a las 16:45 tira la misma pieza anterior con el mismo ritmo y sobre los mismo objetivos anteriores, disparando en total treinta granadas. Al cesar la artillería, el “paqueo” se reduce y aunque no es muy intenso es bastante molesto, sobre todo en los frentes oeste y norte. La observación acusa poco movimiento de personal, suponiendo por las noticias capciosas que Unión Radio da, que nuestras columnas están muy cerca, pues desde hace unos días se ignora el sitio de nuestras columnas, porque ni Radio Club Portugués ni Radio Italia se han podido captar bien, y las últimas de éstas nos las situaron en Santa Olalla, Maqueda y próximas a Torrijos. En la emisión de las 22:30 se pudo captar de Radio Club Portugués que Yagüe, con su columna, había pasado Torrijos, habiendo tomado Barcience y Rielves, y en otra emisión posterior, dice están pasando el Guadarrama. Estas noticias levantan nuestro espíritu de manera notable, aunque éste nunca se ha deprimido, por estar dispuestos desde un principio a no rendirse, prefiriendo morir antes. Bajas en este día: Doce heridos y un contuso.
A las 5 de la mañana se intensifica el tiroteo sobre el frente norte, en el que predominan los petardos y al cuarto de hora cesa, volviendo a su ritmo normal. La observación acusa que las piezas de 15,5 cm. que quedaron en los Alijares se las han llevado y no se puede precisar si definitivamente o para cambiarlas de emplazamiento. A las 8 hay un intento de asalto por el frente norte, empleando el enemigo fusiles, armas automáticas y un tanque de artillería, que desde el Zig-Zag hace varios disparos sobre la parte alta de las ruinas, con objeto de batir los puestos situados en ellas. Es rechazado y al cabo de una hora de combate se retiró el enemigo con el tanque. A las 16:10 rompen el fuego las piezas emplazadas al norte y disparan veintinueve proyectiles, batiendo principalmente los escombros acumulados en la Puerta Principal, con objeto de abrir brecha y facilitar el camino al tanque. Algunos proyectiles entran también en el patio, sin que causen grandes destrozos. A las 17:30 terminó el fuego de artillería. A las 18 comienza otro asalto, también sobre la Puerta Principal, y con los mismos elementos que por la mañana, pero con mayor intensidad, asalto que también fue rechazado, durando el combate hasta las 19:15 en que se retiró el enemigo, causándole bastantes bajas. Después quedó sólo un “paqueo” intenso, que fue decreciendo hasta convertirse en normal. El resto de la noche transcurrió tranquilo. Bajas en este día: Un muerto, veintidós heridos y nueve contusos.
Jueves, 24 de Septiembre
La observación acusa movimiento de coches en gran número por las carreteras de Ávila y Madrid. Las piezas de artillería que estaban emplazadas en los Alijares, no dan señales de vida, suponiéndose han sido llevadas a Madrid en un tren que salió de Toledo muy temprano. Por la mañana hay nutrido “paqueo”, y a las 10:30 aparece un avión nuestro, que bombardea los alrededores de Toledo. A las 10:45 rompe el fuego una de las piezas de 15,5 cm. emplazadas al norte y con ritmo muy lento bate la fachada oeste por el interior y los escombros de la Puerta Principal, así como la parte superior de esta fachada, donde tenemos instalados los puestos de observación, algunos de los cuales consiguen cegar. La Orden de la Comandancia publica ascensos de distinguidos, premios en metálico y relación de distinguidos al rechazar los intentos de asalto enemigo en los días 18, 22 y 23. A las 12 y a las 16:45 tira la misma pieza anterior con el mismo ritmo y sobre los mismo objetivos anteriores, disparando en total treinta granadas. Al cesar la artillería, el “paqueo” se reduce y aunque no es muy intenso es bastante molesto, sobre todo en los frentes oeste y norte. La observación acusa poco movimiento de personal, suponiendo por las noticias capciosas que Unión Radio da, que nuestras columnas están muy cerca, pues desde hace unos días se ignora el sitio de nuestras columnas, porque ni Radio Club Portugués ni Radio Italia se han podido captar bien, y las últimas de éstas nos las situaron en Santa Olalla, Maqueda y próximas a Torrijos. En la emisión de las 22:30 se pudo captar de Radio Club Portugués que Yagüe, con su columna, había pasado Torrijos, habiendo tomado Barcience y Rielves, y en otra emisión posterior, dice están pasando el Guadarrama. Estas noticias levantan nuestro espíritu de manera notable, aunque éste nunca se ha deprimido, por estar dispuestos desde un principio a no rendirse, prefiriendo morir antes. Bajas en este día: Doce heridos y un contuso.
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Viernes, 25 de Septiembre
El “paqueo” de madrugada, es intenso en los frentes sur y oeste y casi nulo en los otros. Por la mañana se percibe claramente el ruido del cañoneo de nuestra columna y la del enemigo, y al ser más de día, se percibe claramente las dos baterías que tiene el enemigo emplazadas en las alturas que las proximidades a la casilla del Peón Caminero y dominan el cauce del Guadarrama y Venta del Hoyo. Las noticias de la radio siguen siendo excelentes, acusando un gran castigo al enemigo. Se están viviendo los últimos momentos de este asedio, llevado con tanto sacrificio y espíritu por parte de todos. Al avanzar la mañana, tres aviones nuestros bombardean las baterías, y en seguida las baterías de nuestra columna las localizan, corrigiendo el tiro sobre ellas, neutralizándolas, viéndose al mismo tiempo gente que viene por la carretera de Ávila a pie y en camiones, que son batidos por nuestras baterías, como asimismo los camiones de la batería enemiga, que tiene que abandonar sus posiciones. Sobre las 13, se ve al enemigo que por la carretera de Madrid va en dirección a Bargas, suponiendo que los nuestros van a cortar la carretera de Madrid a esa altura, y por tanto, cortarles la retirada a los que están próximos a Toledo, y desde luego a las piezas de 15,5 cm. de Pinedo, las cuales hasta el momento actual, no han hecho un solo disparo. A las 15, se ve volver al enemigo que iniciaba su marcha sobre Bargas. La observación acusa mucha gente en las cercanías de la Plaza de Toros, como asimismo muchos coches. De la parte de Ávila sigue retirándose gente por la carretera, y nuestra artillería batiéndolos. Las dos baterías enemigas que fueron acalladas por las de nuestros hermanos, han sido retiradas de sus emplazamientos. A las 17 han volado sobre los alrededores de Toledo y en dirección a Ávila tres trimotores nuestros y una escuadrilla de cinco cazas. Concluye la tarde sin variación visible en las posiciones del enemigo. La noche tranquila, pues el “paqueo” no es muy intenso. Bajas en este día: Un muerto, doce heridos y un contuso.
Sábado, 26 de Septiembre
La madrugada es tranquila, poco “paqueo” que sobre las 14 horas aumenta en intensidad, para en seguida decaer y seguir como antes. Al ser de día se ve una batería emplazada a media ladera cerca de la casa del guarda, y el enemigo a caballo a la misma altura sobre la carretera, pero sin verse a nadie en la cresta, ni enemigo ni nuestro. La observación acusó durante la madrugada gran movimiento de coches de Toledo a Madrid y viceversa. A las 7 se oye un intenso cañoneo y se ven algunas explosiones de las baterías de nuestra columna. El día va pasando con “paqueo” que en algunos momento aumenta su intensidad, pero en seguida vuelve al ritmo lento. Sobre la marcha de las operaciones de nuestra columna, no es posible consignar nada fijo, por ignorar los propósitos del mando y no verse desde el Alcázar el sitio donde posiblemente se está desarrollando la acción, que se supone sea una vez pasado el río Guadarrama, marcha en dirección a Bargas a tomar las alturas que dominan la carretera de Madrid y la entrada a Toledo. En los emplazamientos de las baterías enemigas sólo quedan dos piezas que al parecer disparaban en dirección a Bargas. Se ha visto perfectamente por nuestra observación cómo un avión caza enemigo ha batido un trimotor de bombardeo nuestro, arrojándose con paracaídas los cuatro tripulantes, no viéndose el sitio en que han podido caer. Durante todo el día se oye el cañoneo lejano que confirma la creencia de que la operación consiste en tomar Bargas, al obscurecer. Una batería enemiga emplazada en las proximidades de la carretera de Bargas con la de Madrid, tira en dirección hacia Bargas, lo que asegura aún más nuestra anterior creencia. En el resto del día transcurre con “paqueo” no muy intenso. Bajas en este día. Un muerto: Seis heridos y un contuso.
El “paqueo” de madrugada, es intenso en los frentes sur y oeste y casi nulo en los otros. Por la mañana se percibe claramente el ruido del cañoneo de nuestra columna y la del enemigo, y al ser más de día, se percibe claramente las dos baterías que tiene el enemigo emplazadas en las alturas que las proximidades a la casilla del Peón Caminero y dominan el cauce del Guadarrama y Venta del Hoyo. Las noticias de la radio siguen siendo excelentes, acusando un gran castigo al enemigo. Se están viviendo los últimos momentos de este asedio, llevado con tanto sacrificio y espíritu por parte de todos. Al avanzar la mañana, tres aviones nuestros bombardean las baterías, y en seguida las baterías de nuestra columna las localizan, corrigiendo el tiro sobre ellas, neutralizándolas, viéndose al mismo tiempo gente que viene por la carretera de Ávila a pie y en camiones, que son batidos por nuestras baterías, como asimismo los camiones de la batería enemiga, que tiene que abandonar sus posiciones. Sobre las 13, se ve al enemigo que por la carretera de Madrid va en dirección a Bargas, suponiendo que los nuestros van a cortar la carretera de Madrid a esa altura, y por tanto, cortarles la retirada a los que están próximos a Toledo, y desde luego a las piezas de 15,5 cm. de Pinedo, las cuales hasta el momento actual, no han hecho un solo disparo. A las 15, se ve volver al enemigo que iniciaba su marcha sobre Bargas. La observación acusa mucha gente en las cercanías de la Plaza de Toros, como asimismo muchos coches. De la parte de Ávila sigue retirándose gente por la carretera, y nuestra artillería batiéndolos. Las dos baterías enemigas que fueron acalladas por las de nuestros hermanos, han sido retiradas de sus emplazamientos. A las 17 han volado sobre los alrededores de Toledo y en dirección a Ávila tres trimotores nuestros y una escuadrilla de cinco cazas. Concluye la tarde sin variación visible en las posiciones del enemigo. La noche tranquila, pues el “paqueo” no es muy intenso. Bajas en este día: Un muerto, doce heridos y un contuso.
Sábado, 26 de Septiembre
La madrugada es tranquila, poco “paqueo” que sobre las 14 horas aumenta en intensidad, para en seguida decaer y seguir como antes. Al ser de día se ve una batería emplazada a media ladera cerca de la casa del guarda, y el enemigo a caballo a la misma altura sobre la carretera, pero sin verse a nadie en la cresta, ni enemigo ni nuestro. La observación acusó durante la madrugada gran movimiento de coches de Toledo a Madrid y viceversa. A las 7 se oye un intenso cañoneo y se ven algunas explosiones de las baterías de nuestra columna. El día va pasando con “paqueo” que en algunos momento aumenta su intensidad, pero en seguida vuelve al ritmo lento. Sobre la marcha de las operaciones de nuestra columna, no es posible consignar nada fijo, por ignorar los propósitos del mando y no verse desde el Alcázar el sitio donde posiblemente se está desarrollando la acción, que se supone sea una vez pasado el río Guadarrama, marcha en dirección a Bargas a tomar las alturas que dominan la carretera de Madrid y la entrada a Toledo. En los emplazamientos de las baterías enemigas sólo quedan dos piezas que al parecer disparaban en dirección a Bargas. Se ha visto perfectamente por nuestra observación cómo un avión caza enemigo ha batido un trimotor de bombardeo nuestro, arrojándose con paracaídas los cuatro tripulantes, no viéndose el sitio en que han podido caer. Durante todo el día se oye el cañoneo lejano que confirma la creencia de que la operación consiste en tomar Bargas, al obscurecer. Una batería enemiga emplazada en las proximidades de la carretera de Bargas con la de Madrid, tira en dirección hacia Bargas, lo que asegura aún más nuestra anterior creencia. En el resto del día transcurre con “paqueo” no muy intenso. Bajas en este día. Un muerto: Seis heridos y un contuso.
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Domingo, 27 de Septiembre
Durante la madrugada sigue el “paqueo” como en la noche anterior, y a las 5:30 rompen el fuego las piezas de 15,5 cm. emplazadas en Pinedo, y entre las treinta detonaciones que disparan, se oye una de mayor intensidad, que llena de polvo y humo muy negro todas las dependencias del Alcázar, creyendo que ha sido una granada cercana, por lo que se supuso pudiese ser la explosión de un hornillo con fogata, comprobándose lo primero, pues en la explanada este y cerca del Torreón norte se veía el embudo producido por el hornillo, que tiene aproximadamente unos treinta metros de diámetro por cuatro o cinco de profundidad, como asimismo el aumento que sufrió la brecha hecha por el cañón en esta fachada este. Inmediatamente de la explosión y cañoneo, empieza el intento de asalto que, como siempre, fue rechazado con gran espíritu. Sobre las 7, en que había decrecido el fuego, se vio en la Puerta Principal una gran columna de humo negro y llamas, que se eleva verticalmente, no entrando en el Patio, como era su propósito. Estas llamas fueron producidas por el incendio de la gasolina que arrojaban con una bomba. Aumentó otra vez el tiroteo, rechazándose por segunda vez este otro intento de asalto. La observación acusa que por el horizonte hacia Bargas se ven las guerrillas de nuestras columnas, que avanzan sin gran resistencia, y como se ven los mandos de las Secciones a caballo, se supone fundadamente sean el Tercio y Regulares, y además por su perfecta formación en orden de combate. La artillería de nuestra columna bate la Plaza de Toros y después las lomas de Pinedo, donde estaban emplazadas las piezas de 15,5 cm., que apenas terminaron el fuego dejaron el emplazamiento. Se ordena izar la bandera bicolor en las ruinas del Torreón noroeste, que apenas es vista por el enemigo intensifica notablemente su fuego. Se toman las disposiciones para establecer contacto con heliógrafo y radio con nuestra columna. Esta sigue avanzando, al parecer, sin gran resistencia, muy cerca de la dehesa de Carrasco. En los mensajes se les saluda, abraza y se les dice resistimos bien. A las 10:50 se oyen una serie de detonaciones subterráneas por las calles que circundan el Alcázar y se supone sean las fogatas que tenían preparadas en los alrededores para caso de una salida nuestra. Al mismo tiempo nuestros aparatos bombardean los alrededores del Alcázar y Santa Cruz. A las 12 horas se ven ya perfectamente las guerrillas de nuestra columna por las lomas que dominan el Cementerio, marchando hacia la Fábrica de Armas. No se oye tengan mucho fuego. El Coronel Moscardó dispone que por conducto de nuestros rehenes, se envíen cartas a los dirigentes de Toledo, comunicándoles que nosotros en nuestra salida respetaremos sus familias, siempre, y como es natural, que ellos hayan respetado las nuestras y las sigan respetando hasta el último momento. Estos contestaron que no les había ocurrido nada a las familias, las cuales se encontraban bien, aconsejándoles nosotros que se marchasen o rindiesen, para evitar luchas fratricidas en las calles de Toledo. Aseguraron respetarían nuestras familias, siempre que los Regulares y Tercio no cometiesen los desmanes que, según ellos decían, venían cometiendo por todos los sitios de paso. Todo esto se les comunicó a las columnas. El cañón de montaña de 7 cm. que estaba emplazado en el sótano frente a la Puerta de Capuchinos, fue trasladado a la Biblioteca de Caballería, desde donde se batió el camino de Algodor y la carretera de Mocejón, por donde el enemigo se retiraba. A las 16 horas se nota por el Cerro de los Palos un cañón disparando en dirección a la Fábrica y que en seguida se lo llevan por la carretera de Navalpino. A las 17, tres trimotores de bombardeo nuestros, protegidos por cinco cazas, vuelan sobre el Alcázar bombardeando sobre algunos puntos de Toledo. A esa hora, la columna de nuestros hermanos se encuentra sobre San Eugenio y Pista de Caballería. A las 18:30 avisa nuestra observación que hay Regulares en Zocodover y explanada norte. Una vez identificados, pasan por los escombros un Teniente con un pelotón, después sucesivamente va llegando el resto de su Compañía y la 5ª Bandera del Tercio, que pernocta en el Alcázar. Por la noche se consigue hablar con el aparato de luces con el General Varela, que nos saluda y pide datos, que por su naturaleza van destinados a informar al General Franco y periodistas que vienen con la columna. Durante la noche, no se oye un solo tiro. Bajas en este día: Dos muertos, treinta y nueve heridos y dieciocho contusos.
Lunes, 28 de Septiembre
A las 6 salen del Alcázar la Compañía de Regulares y la 5ª Bandera a ocupar los objetivos designados por su mando, y conforme avanza la mañana, van llegando las distintas fracciones de la columna. Sobre las 10, entra el General Varela, que recorre todas las dependencias. Un sacerdote viene con la columna, dice Misa en los sótanos. La Plana Mayor se traslada al Hotel Castilla, y allí empiezan los trabajos de organización de la Capital en sus distintos aspectos, que después se extenderá a la Provincia. Bajas en este día: Tres muertos, seis heridos y un contuso.
Durante la madrugada sigue el “paqueo” como en la noche anterior, y a las 5:30 rompen el fuego las piezas de 15,5 cm. emplazadas en Pinedo, y entre las treinta detonaciones que disparan, se oye una de mayor intensidad, que llena de polvo y humo muy negro todas las dependencias del Alcázar, creyendo que ha sido una granada cercana, por lo que se supuso pudiese ser la explosión de un hornillo con fogata, comprobándose lo primero, pues en la explanada este y cerca del Torreón norte se veía el embudo producido por el hornillo, que tiene aproximadamente unos treinta metros de diámetro por cuatro o cinco de profundidad, como asimismo el aumento que sufrió la brecha hecha por el cañón en esta fachada este. Inmediatamente de la explosión y cañoneo, empieza el intento de asalto que, como siempre, fue rechazado con gran espíritu. Sobre las 7, en que había decrecido el fuego, se vio en la Puerta Principal una gran columna de humo negro y llamas, que se eleva verticalmente, no entrando en el Patio, como era su propósito. Estas llamas fueron producidas por el incendio de la gasolina que arrojaban con una bomba. Aumentó otra vez el tiroteo, rechazándose por segunda vez este otro intento de asalto. La observación acusa que por el horizonte hacia Bargas se ven las guerrillas de nuestras columnas, que avanzan sin gran resistencia, y como se ven los mandos de las Secciones a caballo, se supone fundadamente sean el Tercio y Regulares, y además por su perfecta formación en orden de combate. La artillería de nuestra columna bate la Plaza de Toros y después las lomas de Pinedo, donde estaban emplazadas las piezas de 15,5 cm., que apenas terminaron el fuego dejaron el emplazamiento. Se ordena izar la bandera bicolor en las ruinas del Torreón noroeste, que apenas es vista por el enemigo intensifica notablemente su fuego. Se toman las disposiciones para establecer contacto con heliógrafo y radio con nuestra columna. Esta sigue avanzando, al parecer, sin gran resistencia, muy cerca de la dehesa de Carrasco. En los mensajes se les saluda, abraza y se les dice resistimos bien. A las 10:50 se oyen una serie de detonaciones subterráneas por las calles que circundan el Alcázar y se supone sean las fogatas que tenían preparadas en los alrededores para caso de una salida nuestra. Al mismo tiempo nuestros aparatos bombardean los alrededores del Alcázar y Santa Cruz. A las 12 horas se ven ya perfectamente las guerrillas de nuestra columna por las lomas que dominan el Cementerio, marchando hacia la Fábrica de Armas. No se oye tengan mucho fuego. El Coronel Moscardó dispone que por conducto de nuestros rehenes, se envíen cartas a los dirigentes de Toledo, comunicándoles que nosotros en nuestra salida respetaremos sus familias, siempre, y como es natural, que ellos hayan respetado las nuestras y las sigan respetando hasta el último momento. Estos contestaron que no les había ocurrido nada a las familias, las cuales se encontraban bien, aconsejándoles nosotros que se marchasen o rindiesen, para evitar luchas fratricidas en las calles de Toledo. Aseguraron respetarían nuestras familias, siempre que los Regulares y Tercio no cometiesen los desmanes que, según ellos decían, venían cometiendo por todos los sitios de paso. Todo esto se les comunicó a las columnas. El cañón de montaña de 7 cm. que estaba emplazado en el sótano frente a la Puerta de Capuchinos, fue trasladado a la Biblioteca de Caballería, desde donde se batió el camino de Algodor y la carretera de Mocejón, por donde el enemigo se retiraba. A las 16 horas se nota por el Cerro de los Palos un cañón disparando en dirección a la Fábrica y que en seguida se lo llevan por la carretera de Navalpino. A las 17, tres trimotores de bombardeo nuestros, protegidos por cinco cazas, vuelan sobre el Alcázar bombardeando sobre algunos puntos de Toledo. A esa hora, la columna de nuestros hermanos se encuentra sobre San Eugenio y Pista de Caballería. A las 18:30 avisa nuestra observación que hay Regulares en Zocodover y explanada norte. Una vez identificados, pasan por los escombros un Teniente con un pelotón, después sucesivamente va llegando el resto de su Compañía y la 5ª Bandera del Tercio, que pernocta en el Alcázar. Por la noche se consigue hablar con el aparato de luces con el General Varela, que nos saluda y pide datos, que por su naturaleza van destinados a informar al General Franco y periodistas que vienen con la columna. Durante la noche, no se oye un solo tiro. Bajas en este día: Dos muertos, treinta y nueve heridos y dieciocho contusos.
Lunes, 28 de Septiembre
A las 6 salen del Alcázar la Compañía de Regulares y la 5ª Bandera a ocupar los objetivos designados por su mando, y conforme avanza la mañana, van llegando las distintas fracciones de la columna. Sobre las 10, entra el General Varela, que recorre todas las dependencias. Un sacerdote viene con la columna, dice Misa en los sótanos. La Plana Mayor se traslada al Hotel Castilla, y allí empiezan los trabajos de organización de la Capital en sus distintos aspectos, que después se extenderá a la Provincia. Bajas en este día: Tres muertos, seis heridos y un contuso.
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Declaración del General Moscardó.
Don José Moscardó e Ituarte, General de División, Caballero de la Orden Militar de San Fernando y Jefe del Cuerpo de Ejército de Aragón,
Certifico:
Que con arreglo al cuestionario de preguntas que se me presenta,
Declaro:
A la primera pregunta: El Alzamiento Nacional en Toledo hasta quedar sitiado el Alcázar.
En el año 1936 era Coronel Director de la Escuela Central de Gimnasia y Comandante Militar de Toledo.
Toledo carecía de guarnición militar; en él estaban la Academia especial de Infantería y Caballería, Escuela Central de Gimnasia, Colegio de Huérfanos de María Cristina, Fábrica Nacional de Armas, Caja de Recluta número 3, Cabecera de Tercio de la Guardia Civil y Comandancia de la Guardia Civil y una Comisión de Guardias de Asalto y locales.
Todos estos elementos eran afectos al Movimiento y solamente no se tenía seguridad de algunos elementos de Asalto (Oficiales) y de la Fábrica de Armas (Oficiales).
Como el ambiente social se iba enrareciendo cada vez más, dividí la población en sectores, al frente de los cuales puse un Jefe, a cuyos Jefes reuní en mi despacho para estudiar todo lo relativo a la defensa de Toledo, caso de llegar el Alzamiento o que los rojos lo provocasen.
Con motivo de un incidente provocado por un vendedor de periódicos con un alumno de la Academia de Infantería se llegó a una tirantez que estuvo a punto de hacer estallar una situación grave, pero que también puso de manifiesto la unión de todos los elementos con que se creía contar desde el principio. A consecuencia de estos incidentes la Academia fue trasladada al Campamento de los Alijares, y el curso de Oficiales de la Escuela de Gimnasia se suspendió, como también trajo consigo la destitución del Gobernador Civil, Vicente Costales. A éste le sustituyó el de Albacete, D. Manuel María González, quien desde el primer momento se sumó a los elementos de orden, haciendo que volviese la Academia del Campamento, por cuyo motivo se le hizo un gran recibimiento por los elementos de derechas y causando gran contrariedad en los elementos contrarios, que provocaron incidentes, que fueron rápidamente zanjados.
En esta situación llegó el 18 de julio, fecha en que me encontraba en Madrid preparando el viaje a Berlín para asistir a la Olimpiada de 1936, en calidad de Director de la Escuela de Gimnasia, y en esta población tuve conocimiento del Alzamiento de las guarniciones africanas, punto inicial esperado para emprender nuestra Santa Cruzada, e inmediatamente abandoné todo proyecto de viaje y me incorporé con toda urgencia a Toledo, adonde llegué sobre las tres de la tarde, e inmediatamente circulé órdenes a todos para que se incorporasen a los puestos que previamente tenían designados.
Mi puesto de mando lo establecí en el Gobierno Militar, aunque el lugar de reunión durante el día era el Alcázar, con el que tenía comunicación el Gobierno sin pasar por las calles de la ciudad.
Se me ofrecieron bastantes elementos de orden y se procedió a su organización, así como a la ocupación de los puntos estratégicos de la población, entre los que se contaban la Fábrica de Armas, que tenía una sección de guarnición procedente del Regimiento de Madrid, a la que se reforzó con Guardia Civil, y Escuela de Gimnasia, avanzada en el camino de Madrid, que fue guarnecida por fuerzas de la misma Escuela, reforzada por algunos números de la Guardia Civil.
Por la noche de este día habló por radio la diputado comunista «Pasionaria» excitando a las masas para que saliesen armadas a la calle, y al final de la emisión salieron los rojos de los locales del Sindicato en dirección a la Plaza de Zocodover, y desde las bocacalles hicieron fuego sobre el retén de la Guardia Civil que había en los soportales de la citada Plaza, hiriendo a tres guardias; oídos los disparos desde el Alcázar bajé con Oficiales armados a Zocodover, repeliendo la agresión y causándoles dos muertos y varios heridos, que quedaron abandonados, y enterado que tenían cercados a los elementos de Falange y Acción Popular en el local de estos últimos, ordené se les liberara, lo que se efectuó, incorporándose todos al Alcázar, procediendo a armarlos y encuadrarlos.
Como por la situación especial del Gobernador Civil con relación al Ejército no hacía falta la declaración del estado de guerra, se siguió trabajando en la organización de todos los elementos para la ocupación y defensa de Toledo, entre los que se tenía estudiados, y así se hizo la concentración en Toledo de las fuerzas de la Comandancia de la Guardia Civil de la provincia, la que se hizo en camiones desde las cabeceras de las compañías respectivas el día 21 de julio, trayendo consigo los guardias sus familias y enseres.
Desde el Gobierno Civil y por teléfono me comunicaron que un Diputado socialista se había presentado con orden del Gobierno de hacerse cargo del armamento de los Caballeros Alumnos y de la Guardia Civil, y se le contestó que subiese al Alcázar, que allí se trataría el asunto; pero el Diputado optó como mejor solución la de marcharse a Madrid directamente, viendo, indudablemente, que no sólo no conseguiría su objeto, sino que él corría un verdadero peligro de caer en rehenes. Dándose cuenta en Madrid de que la actitud de los elementos militares de Toledo no estaba nada clara, y por otra parte no se había declarado el estado de guerra, dieron orden por teléfono desde el Ministerio de la Guerra de que se formase un convoy con todas las municiones existentes en la Fábrica de Armas, cuyo convoy debería ser escoltado por doscientos Guardias Civiles.
Con objeto de obstaculizar todo pedí la orden por escrito, pues aunque se me decía que era Sarabia en persona, podía ser otra persona, y siendo asunto de tanta monta, necesitaba tener la seguridad completa de la certeza de la persona y orden. Todo esto exasperó en Madrid y dieron órdenes por teléfono en todos los tonos, y ya a la vista de la tirantez existente, se dispuso la declaración del estado de guerra el día 21 y la recogida de las municiones, que fueron llevadas, naturalmente, al Alcázar, y desde este momento empieza el asedió del Alcázar, adonde se llevó al Gobernador Civil con sus familiares y varias personas más izquierdistas en calidad de rehenes.
A pesar de declarar el estado de guerra, apareció un avión rojo que arrojó proclamas para la tropa, diciéndoles estaban licenciados, que no tenían que obedecer a sus jefes, pudiendo marcharse a sus casas, y en vista de no conseguir resultado alguno, volvió nuevamente un avión que arrojó unas bombas sobre el Alcázar y sus alrededores.
Los destacamentos fueron atacados al presentarse la columna que de Madrid, y mandada por el General Riquelme, tenía por misión ocupar Toledo y reducirnos.
La Escuela de Gimnasia, avanzada sobre el camino de Madrid, en la que se concentraron los elementos previstos para su defensa, no reunía condiciones ningunas para ella, por lo que se trasladaron al Colegio de Huérfanos de María Cristina, en donde se encontraban algunos alumnos y profesores, y como aumentase el empuje del enemigo se hubo de trasladar al Hospital de Talavera, que reunía mejores condiciones. En estos destacamentos resistieron hasta que, por falta material de víveres y municiones, no se pudo hacer más, y en perfecto orden y evacuando primeramente los enfermos y ancianos, se replegaron las fuerzas sobre el Alcázar, el día 22 por la tarde, después de haber tenido detenida a la columna provista de todos los elementos y con artillería y aviación.
Resistieron las cuarenta y ocho horas últimas completamente solos, pues la Fábrica de Armas se rindió a un cabo parlamentario que mandó el General Riquelme; este destacamento formaba, con el Hospital, la línea avanzada, y no habiendo comunicación con la Fábrica se hacía por intermedio del Hospital, y cuando aún se creía estaba en nuestro poder, pues reunía mejores condiciones para su defensa y contaba con más elementos materiales, ya se había rendido al enemigo sin ninguna clase de lucha.
A la segunda pregunta: Elementos que contaba para su defensa (hombres, material y víveres).
Los elementos reunidos en el Alcázar fueron:
Hombres
Jefes y Oficiales: 100
Comandancia Guardia Civil: 800
Tropa Academia: 150
Tropa Escuela de Gimnasia: 40
Falange, Acción Popular y varios: 200
En total, unos 1.300; 1.200 para defensa efectiva, por tener que atender a los distintos servicios los no combatientes.
A esta guarnición hay que añadir
Mujeres 550
Niños 50
Procedentes, en su mayoría, de familiares de la Guardia Civil, de algunos profesores de la Academia y elementos de Toledo que se refugiaron en el Alcázar, que en total hace una población en el recinto de unas dos mil almas.
Material
De defensa se contaba con el armamento de la Guardia Civil, Academia, Escuela de Gimnasia y Guardias de Asalto y Seguridad, que tenían unos mil doscientos fusiles y mosquetones, y de la Academia se contaba con dos piezas de montaña de 7 cm., con 50 disparos de rompedora; trece ametralladoras Hotckiss de 7 mm., y trece fusiles ametralladores, de la misma marca y calibre, todo en uso por los alumnos en sus prácticas, y un mortero de 50 mm.
Municiones se contaba con las del Alcázar y las de las Fábricas de Armas, que se trasladaron, que en cartuchos de fusil y ametralladora sumaban unos 800.000; 50 granadas rompedoras de 7 cm.; 50 granadas de mortero Valero de 51 cm.; cuatro cajas de granadas de mano Laffite -ofensivas, 200-; una caja de granadas de mano -incendiarias, 25-, y unos 200 petardos pequeños de trilita y un explosivo eléctrico.
De material de defensa contra gases se puede decir no existía, pues en la clase de guerra química se encontraban unas veinticinco máscaras, pero cada una de modelo distinto y la mayor parte de ellas sin eficacia alguna.
Material de fortificación: sólo se contaba con algunos picos y palas de la Academia, pues Toledo carecía de Parque de Ingenieros.
De Transmisiones, los primeros días se contaba con el teléfono automático, y cuando lo cortaron, una vez asediado el Alcázar, se hacía solamente con el interior por líneas militares de campaña tendidas a los sitios y puestos que se juzgaban más interesantes. La fuerza de la Guardia Civil llevó al Alcázar la emisora transmisora de la Comandancia; pero por no tener grupo electrógeno, apenas cortaron el fluido cesó su funcionamiento.
De material de transmisiones para comunicarse con el exterior había el de la Academia, pero la falta de fluido no permitía funcionar a las radios de campaña, ya muy usadas, y tras grandes esfuerzos, reuniendo las baterías de los coches automóviles, se pudo establecer una estación receptora con auriculares que permitió saber la situación en el exterior.
De material sanitario se contaba con el de la Academia (Enfermería), mas el de la Farmacia Militar, que quedaba dentro del recinto de defensa, teniendo elementos hasta muy avanzado el asedio, quedando al final vendajes y algodón.
Víveres
Escasearon desde el principio, pues la Academia, en su vida normal, tenía un economato muy bien surtido; pero por la reducción de Academias, su número de alumnos (unos setenta entre Infantería y Caballería) y empezar el Alzamiento en julio, época de vacaciones, no estaba previsto y sólo quedaban pequeñas cantidades de lo más necesario, como eran judías, garbanzos, arroz, aceite, sal, azúcar, café, especias, y aparte esto había botellas de vinos finos en cantidad, así como latería de anchoas, espárragos y almejas, pues aunque su cantidad no resolvía nada en las comidas que confeccionar, y por tanto desde un principio se dispuso no tocar nada y sólo por excepción de un trabajo excesivo o para enfermos se tomaban de allí vinos generosos, vermut o latería. Víveres para comer un plato en cada comida había para cinco o seis días, y pan; como tampoco había servicio de Intendencia, en Toledo se tenía por contrato con una panadería particular, así que apenas comenzó el asedio no se pudo suministrar.
Agua: Aunque se racionó para evitar su despilfarro, había en abundancia en los distintos pozos aljibes del Alcázar, que permitió no faltase este elemento vital tan necesario, pero que en todo momento estuvo debida y rigurosamente inspeccionada, tanto en su distribución diaria como en el traslado a diversos lugares para evitar su pérdida por bombardeos de artillería y aviación.
La falta de pan se pensó subsanar al principio consumiendo el trigo agorgojado que había para alimentación del ganado, como así se empezó, y después consumir la cebada del ganado; pero afortunadamente se descubrió un depósito de trigo propiedad de un Banco que estaba en las inmediaciones del Alcázar por la parte Este, que contenía unos dos mil sacos de trigo de noventa kilos cada uno y de excelente calidad. Con este hallazgo providencial y los caballos y mulos de la Academia y Guardia Civil se resolvió el problema de la alimentación, aunque en forma muy precaria, hasta que terminó el asedio, ya que la ración de pan que se podía fabricar en el horno de campaña no llegaba a los 18o gramos por el número tan elevado que había que producir y lo poco que rendía la pequeña molturación de trigo que había en el Museo de Intendencia; la carne tenía que estar severamente racionada, pues el asedio se prolongaba, y baste decir que al final de éste sólo quedaron sin sacrificar un caballo y cinco mulos, que hubiesen permitido, a lo máximo, la alimentación escasísima durante seis días.
A la tercera pregunta: Fecha del comienzo y fin del asedio.
Aunque los elementos se concentraron en el Alcázar el 18 de julio de 1936 y solo por contadas necesidades se bajó a la población, la verdadera fecha de comienzo del asedio fue la de 22 de julio, día en que se replegaron al Alcázar todas las fuerzas que prestaban servicios exteriores, con excepción de algunos destacamentos, a los que no les fue posible hacerlo por la entrada de los rojos en Toledo.
La fecha final del asedio fue el 28 de septiembre de 1936, día en que entraron las columnas en Toledo y salimos los sitiados en el Alcázar.
En el día anterior, sin embargo, ya subieron y pernoctaron en el Alcázar elementos de las columnas liberadoras, como fue una compañía de Regulares de Tetuán y la Quinta Bandera de la Legión.
A la cuarta pregunta: Ataques de todas clases que resistió.
Desde que comenzó el asedio el tiroteo de fusil y ametralladora era casi permanente y con alternativas en su violencia, que aumentaba en el centro del día y disminuía por la noche.
Asaltos con infantería, en plan de lograr entrar en el Alcázar, se hicieron dos: uno, el 18 de septiembre, en que llegaron a coronar las ruinas de la fachada norte, donde colocaron una bandera roja, siendo rechazados, intentando seguidamente tres veces mas, pero cada vez con menor decisión, hasta que desistieron y degeneraron en el diario tiroteo, con un poco mas de violencia.
Con artillería fue también el ataque casi permanente. En los primeros días emplearon una batería de 7,5 centímetros, que aumentaron al poco tiempo con otra de 10,5 centímetros; pero, en vista del poco efecto material que causaban al Alcázar, trajeron dos piezas de 15,5 centímetros que emplazaron en la Dehesa de Pinedo, a unos 3.500 metros del Alcázar, y en las inmediaciones de la carretera de Madrid.
Hacían fuego al principio solamente durante el día: una vez, sobre las siete de la mañana; otra, sobre las doce, y últimamente por la tarde, alrededor de las cinco y media, y cada vez duraba aproximadamente una hora.
Conforme fue avanzando el asedio y la resistencia del Alcázar no cedía, aumentaron el número de piezas y la intensidad en el fuego, que al final lo efectuaban hasta de noche, para lo cual iluminaban el Alcázar con potentes reflectores.
Llegaron a emplear dos baterías de 10,5 centímetros; dos de 7,5 centímetros; piezas sueltas de 7 centímetros; dos de 15,5 centímetros en Pinedo; cinco de 15,5 centímetros en los Alijares, y dos antiaéreas, una terrestre y otra de marina, también en los Alijares, y que hicieron fuego sobre el Alcázar.
Hacia el 18 de agosto hicieron los primeros disparos las piezas del 15,5 centímetros de Pinedo, y el tres días dispararon 98 granadas, y en los últimos días del asedio lanzaron en un solo día 478 granadas, calculándose muy exactamente en 3.500 los disparos de 15,5 centímetros efectuados durante el asedio, y en unos 10.000 aproximadamente, los hechos con calibres inferiores.
Ataques con mortero no se efectuaron, y si solo de vez en cuando lanzaban algunas granadas sobre la explanada Este y alguna que otra en el patio central. Si este arma la hubiesen sabido emplear habrían causado bastante daño a los defensores; pero, o no supieron usarla, o ignoraban sus efectos.
La aviación enemiga, aunque no con muchos aparatos, atacaban casi diariamente el Alcázar, empleando bombas de 12 kilogramos y de 50 kilogramos, que causaban desperfectos materiales, sobre todo en el edificio de Capuchinos, que desapareció a consecuencia de un bombardeo de aviación.
Además de bombas lanzaban latas de gasolina, con el intento de incendiar el Alcázar, lo que no consiguieron; esto lo intentaron unas ocho veces, y, al ver su fracaso, desistieron.
Atacaron también con gases de colivacetofenona (lacrimógenos), lanzados en bombas desde avión, cayendo algunas en el patio central, tejados y calles próximas produciendo las molestias consiguientes, que se soportaron hasta con regocijo al comprobar que no eran gases sofocantes, como se esperaban fuesen usados.
También fueron empleados en el asedio toda clase de petardos y líquidos inflamables, que lanzaban con hondas, desde el Hospital de Santa Cruz, sobre los edificios del Gobierno Militar, Pabellones, Farmacia y Cuadras de la Academia, que formaban conjunto dentro del recinto de defensa.
Hicieron también dos ataques con mangas de gasolina sobre la cuarta cuadra y fachada Norte (principal) del Alcázar, no consiguiendo efectivo positivo ninguno.
Como colofón, en sus medios de ataques, viendo que nada doblegaba el alto espíritu y patriotismo que animaba a los defensores del Alcázar y del honor de España, recurrió el enemigo a la guerra subterránea, a la guerra de minas, que pudieron hacer impunemente por no contar en el Alcázar con elementos para contrarrestar los trabajos de estas minas.
Construyeron tres: una que, partiendo de una casa de la calle de Juan Labrador, se bifurcaba; una que iba a caer bajo el torreón Sudoeste del Alcázar, y otra bajo los cimientos de la fachada Oeste y en las proximidades de la puerta de Carros; las cargaron con 3.000 kilogramos de trilita cada una, y las volaron con explosivo eléctrico desde el Ayuntamiento, habiendo previamente evacuado a la población civil a los montes cercanos a Toledo, el día 18 de septiembre de 1936, y causando enormes efectos materiales en el edificio, y milagrosamente sólo cinco bajas entre los defensores. En este día estaba preparado el asalto definitivo, para lo cual prepararon todo ello con gran meticulosidad.
Empezó la preparación artillera a las seis de la mañana, lanzando las piezas de 15,5 centímetros unos 90 proyectiles, desde los Alijares, contra la fachada Este, con objeto de que mujeres, niños y enfermos se concentraran, naturalmente, en los sótanos del lado contrario, Oeste, y a las 6,21 de la mañana, calculando estarían ya donde ellos esperaban, hicieron explotar las minas, y a los cinco minutos, una vez que fueron disipándose los gases, se lanzaron con todo ímpetu al asalto en dos direcciones: una, por la fachada Norte, a la que llegaron a cubierto por los escombros del Hotel Imperial y zig-zag, y otra por la parte Sur, en los comedores y depósito de víveres (corralillo), creyendo aniquilados a los defensores, los que en ningún momento abandonamos nuestros puestos y rechazamos con gran espíritu todos los ataques desencadenados ese día.
Otra mina la construyeron entre el período de tiempo de la explosión de la primera y el 27 de septiembre, que la volaron cuando nuestras tropas estaban en las alturas que dominan Toledo por el Norte.
Como no disponían de tiempo para trabajar, por el avance de nuestras columnas, aprovecharon una alcantarilla que, partiendo de la calle de Pabellones, sube al Alcázar por las proximidades del torreón Noreste; pero, a pesar de ello, no pudieron llegar a los cimientos, quedando corta, porque sus efectos fueron nulos, produciendo un embudo de unos 30 metros de ancho y cuatro de profundidad, y ninguna baja entre los defensores.
A la quinta pregunta: Requerimientos y conminaciones a la evacuación del Alcázar, relatándolos por orden cronológico, pero con especial detalle la conversación telefónica en que entregó a la Patria la vida de su hijo y la visita de los emisarios Comandante Rojo, Padre Camarasa y Decano del Cuerpo Diplomático.
Desde que se concentraron en el Alcázar y su recinto los defensores, casi diariamente hablaban por teléfono conminándoles a la rendición. Así, el primero en hacerlo fue el general Pozas, quien, al ver que no se enviaban las municiones ni los doscientos Guardias Civiles, amenazó con «no dejar piedra sobre piedra del Alcázar». Después, el día 21 de julio, fue el General Riquelme quien telefoneó, pretendiendo que nos rindiésemos y pidiendo razones de nuestra actitud, al que contesté que nuestra actitud era la que correspondía a todo militar con honor, que veía los derroteros por los que llevaban a España los Gobiernos marxistas; la identificación absoluta con el General Franco y el asco a cumplir la orden de que el armamento de los Caballeros Alumnos y Guardia Civil fuese entregado a la chusma, para armar a ésta. Insistió en que era descabellada nuestra actitud y que se vería precisado a actuar enérgicamente, a lo que contesté que preferíamos morir todos a convertir el Alcázar en un muladar, como suponía al entregarlo a los enemigos de la Patria. Al día siguiente fue el Ministro Barnés, de Instrucción Pública, quien intentó hacernos desistir de nuestra actitud patriótica, diciendo que por ella sufriría Toledo, que era una joya artística; que se tuviese ello en cuenta, pues, de no cesar en nuestra actitud, se vería obligado a usar medios violentos, y que no esperaba llegásemos a estos extremos, ya que él veía nuestra actitud con simpatía, calificándola de «muchachada». También le contesté que nuestra actitud era irreductible, y que no cederíamos ante nada ni ante nadie para salvar a la Patria con nuestros esfuerzos.
El día 23 de julio, por la tarde, sonó el teléfono, pidiendo hablar conmigo. Me pongo al aparato, y resultó ser el Jefe de Milicias de Toledo, quien, con voz tonante, me dijo: «Son ustedes responsables de los crímenes y de todo lo que está ocurriendo en Toledo, y le doy un plazo de diez minutos para que rinda el Alcázar, y, de no hacerlo, fusilaré a su hijo Luis, que lo tengo aquí a mi lado». Contesté: «No creo».
Jefe de Milicias.-«Para que vea que es verdad, ahora se pone al aparato». Hijo. -«¡Papá!»
Yo.-«¿Qué hay, hijo mío?»
Hijo.-«¡Nada; que dicen que si no te rindes me van a fusilar!»
Yo.-«¡Pues encomienda tu alma a Dios y muere como un patriota, dando un grito de ¡Viva Cristo Rey! y ¡Viva España!»
Hijo.-«¡Un beso muy fuerte, papá!»
Yo, al Jefe de Milicias. -«¡Puede ahorrarse el plazo que me ha dado y fusilar a mi hijo, pues el Alcázar no se rendirá jamás!»
Los días siguientes pretendían hablar desde la calle, bien paisanos, bien Guardias Civiles de los puestos que no se pudieron incorporar, y un Teniente, también de la Guardia Civil, a los que no se les contestaba siquiera, ya que siempre pretendían nuestra rendición sin condiciones.
El día 8 de septiembre de 1936, desde las casas de enfrente de la fachada Sur, y con megáfono, sobre las seis de la tarde llamaron al Alcázar diciendo que el Comandante Rojo quería hablar conmigo; mas, creyendo que sería un Comandante rojo, no se les hizo caso, y se les contestó que no se hablaba con nadie, y entonces rectificaron, diciendo que era el Comandante D. Vicente Rojo, y ante esto, por ser persona muy conocida de todos, por haber sido Profesor de la Academia de Infantería, dije a mi Ayudante se cerciorara si en efecto era él, quien me aseguró que al hablar fue perfectamente identificado, y pretendía tener una entrevista conmigo, por traer una comisión del Gobierno de la República, pidiendo hora de ser recibido al día siguiente, contestándosele podía venir a las nueve de la mañana, y que, conforme al Reglamento de Campaña, sería recibido como parlamentario y con suspensión de hostilidades por ambas partes, que dando en que duraría de nueve a diez de la mañana, y que se presentaría delante de la fachada Sur, por el sitio en que hablaba.
En efecto, al día siguiente 9, a las nueve de su mañana, vocearon con megáfono que llegada la hora fijada, el Comandante Rojo salía como parlamentario, y apareció éste vistiendo mono caqui, gorra de plato y correaje reglamentario, llevando la insignia de su empleo en el pecho y debajo un trozo de tela con los colores de la bandera republicana, y en una mano una banderita blanca.
Se quedó en el centro de la calle y se le dijo desde las ventanas que marchase en dirección a la puerta de Carros, por donde entraría al Alcázar, y allí fue recibido por dos Oficiales, antiguos compañeros suyos de profesorado y con los que le unía una gran amistad.
Ese mismo día se dio orden a las mujeres y niños y hombres que vivían en los sótanos que mientras pasase el Comandante Rojo entre ellos (pues era paso obligado para ir al despacho) observasen un absoluto y riguroso silencio para que no pudiera apreciar el número de habitantes.
Apareció delante de la puerta de Carros y los Oficiales nombrados para recibirle le vendaron los ojos y le condujeron a mi despacho, procurando en el trayecto desorientarle, ya que, como profesor mucho tiempo en el Alcázar, conocía perfectamente el edificio.
Llevado a mi presencia, ordené le quitasen la venda; me saludó, no dándole yo la mano, observando una actitud fría y correctamente militar, y me pidió estuvieran delante los compañeros que le habían conducido, a lo que accedí, como asimismo que entrasen también mis ayudantes, poco más de mediada la entrevista.
Me dijo que traía las condiciones de rendición que imponía el Comité de Defensa de Toledo, las que me entregó por escrito, y en ellas decían que se respetarían las vidas de todos y que saldrían por grupos de a cinco, primero mujeres, niños, ancianos, enfermos y heridos, soldados y Guardias Civiles, los que irían depositando su armamento en sitio determinado, y el último punto en que decía que los Jefes y Oficiales saldrían del mismo modo y que, según la participación que hubieran tenido en el Movimiento, serían juzgados por los Tribunales populares.
Por escrito rechacé las condiciones, manifestando que nunca sentía más honor que al mandar la guarnición del Alcázar y que me comprometía a mantener, con la defensa del edificio, el honor de España y que nunca nos rendiríamos, prefiriendo antes morir.
Después, en plan particular, se le hicieron varias preguntas, a las que contestó, pero no de una manera categórica y que, por tanto, no satisfacieron.
Lo que más interesaba era, naturalmente, saber dónde estaba la boca de la mina, con objeto de hacer una salida, ocuparla y destruirla, pues ya se habían hecho dos y por des orientación no se pudo encontrar y, por el contrario, el enemigo, apercibido de nuestras intenciones, había redoblado su vigilancia y reforzado sus servicios; contestó que él no había visto la mina y que sólo oyó comentar a los rojos que en nuestras salidas habíamos logrado llegar muy cerca de ella.
Le pregunté también sobre la marcha de nuestras columnas del Sur y Norte, y contestó que marchaban bien, pero con mucha lentitud, en especial la columna del General Mola, y que el enemigo escaseaba muchísimo de municiones.
Algún compañero le indicó que por qué no se quedaba en el Alcázar, contestando que tenía su mujer e hijos en Madrid y si no volvía se los matarían, objetándole los allí presentes que casi todos tenían sus familiares en Toledo y no dudaron nunca cuál era su puesto, tratándose de salvar el honor de la Patria; se notó no tenía intención de quedarse, por lo que no se le insistió más sobre el particular.
Un punto interesantísimo para la vida de la población del Alcázar era la de conseguir un sacerdote para que los defensores pudieran satisfacer sus deseos religiosos y espirituales y sobre todo la asistencia a moribundos, y le dije que, en nuestro nombre, dijera al Gobierno que si tenían algún sacerdote condenado a muerte nos lo enviasen y corriese la suerte nuestra, lo que prometió hacer apenas llegase a Madrid.
Se le hicieron algunas preguntas y encargos de carácter particular, y como llegase el final del armisticio concedido se le vendaron los ojos, y con las mismas formalidades y conducido por los mismos compañeros salió del Alcázar por la puerta de Carros, diciendo visiblemente emocionado a los que le acompañaban al despedirse de ellos: «¡Que tengáis mucha suerte! y ¡Viva España!»
Al día siguiente, 10 de septiembre, y también al atardecer, avisan desde las casas ya indicadas del frente Sur que el Gobierno, accediendo a los deseos de los defensores, ex puestos por mí, envía al Canónigo de Madrid Sr. Vázquez Camarasa, para que nos preste sus auxilios espirituales, y que pide hora y tiempo para la entrevista; se le contestó que, como al Comandante Rojo, se le consideraría parlamentario y que por tanto se daría orden de suspender las hostilidades; que ellos hiciesen lo mismo, y como hora, las nueve de la mañana y entrando por el mismo itinerario que el anterior parlamentario.
Quedaron conformes, y que estuviese dos horas, a lo que contesté que con ese tiempo no teníamos suficiente y que como mínimum necesitábamos tres horas, a lo que, después de unos cabildeos con los dirigentes, manifestaron su acuerdo.
Indagué entre los Oficiales si alguno conocía personalmente al Canónigo Vázquez Camarasa, con objeto de no ser víctima de un engaño, y había un Oficial que le conocía y otros que le habían visto predicar hacía poco tiempo y que estaban seguros de identificarle; ante esto dispuse que el Oficial que le conocía le recibiese y acompañase hasta el despacho al día siguiente.
En tal día -11 de septiembre- y a la hora fijada, mediante aviso por parte del enemigo, hizo su presentación el Padre Vázquez Camarasa, el cual se presentó vestido correctamente de paisano, llevando en una mano un Crucifijo; se le marcó desde las ventanas el camino a seguir hasta la puerta de carros y allí fue recibido por el Oficial nombrado, que le vendó y le condujo al despacho mío, donde le recibí en unión de mis Ayudantes y varios Jefes y Oficiales.
Le pedimos detalles sobre la situación de Madrid, contestando era casi normal, pues aunque había colas eran pequeñas y por tanto, poco duraderas; que las iglesias estaban precintadas y respetadas y que a él le saquearon su casa, pero que al día siguiente, sin hacer ninguna gestión, le devolvieron todo y le pusieron en su domicilio un cartel con la inscripción «Protegido por la C. N. T.», y que a él los milicianos que le acompañaron le trataron con todo respeto aun sabiendo su calidad de sacerdote. Me preguntó, así como distraído o sin darse cuenta de la trascendencia de la pregunta, que cuántos éramos dentro del Alcázar, contestándole que, con los debidos respetos a su condición sacerdotal, no podía, a lo que él, con grandes aspavientos, como dándose entonces cuenta de la indiscreción que suponía su pregunta, pidió perdón por estar distraído. Seguidamente celebró el Santo Sacrificio de la Misa, dirigiendo unas palabras a todos, hablando de la gloria que nos alcanzaría, pero referida a la celestial y no a la terrena, pues su convencimiento absoluto era que sucumbiríamos.
Por la imposibilidad absoluta de confesar a todos, dio la absolución general, momento de emoción inenarrable, y dio la Sagrada Comunión, con los pedazos de las Formas que guardaban las Hermanas de la Caridad del Alcázar, a mí, a mis Ayudantes, a algunos Jefes y Oficiales, Hermanas de la Caridad y algunas señoras, y a continuación, en procesión magnífica de fervor y patriotismo, se llevó el Santísimo a la enfermería de los heridos graves, desarrollándose escenas de un patriotismo exaltado e imposible de describir.
Una vez terminada su misión espiritual, volvimos al despacho y entonces descubrió el verdadero motivo que allí le llevaba, pues dijo, entre otras cosas, que comprendía nuestra actitud defendiéndonos de los ataques de los de fuera; pero que no comprendía el porqué las mujeres y los inocentes niños, ajenos a toda culpa, tenían que soportar los riesgos y privaciones de asedio, y al comprender claramente su intención de atacar a mi conciencia por este hecho y ver si así se podía poner en libertad a mujeres y niños (objetivo que le llevaba, como misión principal, al Alcázar), mandé llamar a una mujer, la que habló en nombre de todas, diciéndole que se encontraba muy bien entre caballeros y defendidas por éstos y que la suerte de ellas estaba unida a la de ellos, fuese cual fuese la solución del asedio; y ante estas rotundas y valientes declaraciones, tuvo que convencerse que por este lado no sacaría ningún provecho.
Algunos le consultaron casos de conciencia, por lo que quedaron solos, y varios defensores que tenían familiares en Madrid le entregaron notas con la dirección de éstos para que les comunicase se encontraban bien, a lo que se ofreció muy gustoso; pero en seguida pensé era un procedimiento muy peligroso, puesto que era dejar en poder de los rojos a una serie de rehenes, que ellos aprovecharían para sus fines, por lo que con tacto se las pedí, devolviéndomelas acto seguido.
A este parlamentario, dada su dignidad, se le enseñó el patio para que viese su estado, y quedó profundamente impresionado al ver cómo se encontraba, manifestando que de ello tenían tanta culpa los que nos defendíamos como los que atacaban, frase inoportuna y antipatriótica, que se le toleró por ser quien era; pero que descubría sus pensamientos íntimos de simpatía a la causa que nosotros combatíamos, como también los dejó traslucir al manifestar que la labor de quitar el veneno infiltrado en las masas sociales sería labor de varias generaciones.
Aprovechando el armisticio del parlamento, salieron varios defensores a la calle, conversando con otros rojos, los que dijeron que con buena voluntad por parte de unos y otro se podía arreglar la situación, que, según ellos, era que nos entregásemos, rechazando, naturalmente, tales insinuaciones. Durante el armisticio un rojo hizo un disparo a una de las ventanas donde estaban asomados unos defensores, matando a uno de ellos, de lo que protesté a los que estaban en la calle, que se sumaron a nuestra protesta de que incumplían lo pactado y diciendo sería «algún canalla de los muchos que había, que estaban deseando hacer carne», pues se había avisado a todos los puestos, pero que se harían averiguaciones para castigar al autor. Cumplido el plazo del armisticio, salió del Alcázar con las mismas formalidades con que entró, rompiendo el fuego el enemigo a los cinco minutos de su salida, los mismos que lo suspendieron momentos antes de las nueve de la mañana, hora fijada para su entrada.
El Embajador de Chile, Decano del Cuerpo Diplomático, no estuvo en el Alcázar ni se supo nada de él hasta que Radio Club portugués dijo en su emisión que había estado en Toledo tratando de hablar conmigo para sacar las mujeres y niños, pues lo que ocurrió me hizo sospechar que era una broma burda de los rojos, tomando el nombre del diplomático antes citado.
Por la tarde, ya anochecido, hablaron los rojos desde las casas de enfrente de la fachada Sur, diciendo que el Embajador de Chile quería hablar conmigo, lo que me transmitió un Oficial que estaba de observación en el torreón SO.
Mi primera impresión, y no teniendo seguridad fuese cierto, fue no entablar conversación; pero ante la insistencia del Oficial que me trajo el recado, de que podía oírle a ver qué quería y tratarse de un diplomático, accedí y ordené a mis Ayudantes fuesen al puesto de observación, y que después de saludar al representante de la Nación hermana, le hiciesen saber que todo lo que me tuviese que comunicar lo hiciese por conducto del Gobierno Nacional de Burgos, con quien estábamos en contacto (cosa inexacta, puesto que no teníamos comunicación con nadie en absoluto), y precisamente por nota manuscrita por los Generales Mola o Franco, de los que conocía su letra.
Marcharon los Ayudantes a cumplir mi orden, y apenas llegó el que hablaba por el megáfono a la frase «del Gobierno Nacional de Burgos», los rojos exclamaron: «¡Cabrones!; hijos de puta», e hicieron dos disparos que penetraron los proyectiles por el puesto citado, terminando así el diálogo, que me hizo afirmarme más en la creencia de que fue una broma de mal gusto; pero, como digo antes, la radio dijo que, efectivamente, había estado el Embajador de Chile, como, además, se comprobó al ser liberados.
A la sexta pregunta: Relato de los actos de heroísmo individual dignos de especial mención.
Actos heroicos y distinguidos fueron muchos durante el tiempo que duró el asedio; pero, entre todos, el que culminó por su heroísmo y sacrificio fue el del Capitán de Infantería, Profesor de la Escuela Central de Gimnasia, D. Luis Alba Navas.
Por los días 23 y 24 de julio, los rojos proclamaron por radio la ocupación total del Alcázar, y en periódicos ilustrados publicaron composiciones fotográficas en las que se veían a los defensores salir por la puerta principal del edificio en grupos y con los brazos en alto. Como todo esto era inexacto y podía inducir a engañar a nuestro Mando nacional, que muy bien pudiera creer la verdad de tales amaños, cuando lo cierto era que el espíritu que animaba a los defensores era, por el contrario, excelente y en ningún momento se pensó en rendición, sino por el contrario, defender el honor de España y vender caras nuestras vidas, pensé en enviar un enlace al General Mola, a la Sierra de Guadarrama, con unas líneas en un papel, manifestándole que seguíamos la defensa del Alcázar y que nunca nos rendiríamos.
Esta misión, por su dificultad, necesitaba fuese efectuada por un hombre de extraordinarias condiciones, ya que sólo una probabilidad existía de ser llevada a feliz término, siendo las restantes contrarias al éxito de la empresa. Pensando en el más adecuado, se me ofreció voluntario para desempeñarla el Capitán de Infantería, Profesor de la Escuela de Gimnasia y a la sazón a mis órdenes en el Alcázar, D. Luis Alba Navas, a quien acepté desde el primer momento por ser el que reunía las condiciones de valor, serenidad, inteligencia y conocimiento del terreno a recorrer, así como a los gustos, pues era aficionado a la pesca y caza, lo que le puso en conocimiento de las clases humildes, que con su contacto y sencillez se atrajo con verdadero cariño, todo esto unido a una gran soltura para las cuestiones prácticas de la vida.
Se le proporcionó un mono azul, una pistola, que llevaba, colgada del cuello y por el interior del traje cien pesetas y un carné de comunista procedente de uno de los rehenes que por casualidad no tenía puesto el oficio del propietario, poniéndosele de oficio «pescador».
A las doce de la noche abandonó el Alcázar, saliendo por una puerta de reja que da al Puente Nuevo sobre el Tajo, cruzando el río a nado por el arroyo de la Degollada; marchó después por los cerros de la margen izquierda hacia la Fábrica de Armas, donde volvió a cruzar el río, y ya en franquía por el campo, pudo llegar hasta Burujón (Toledo), a unos 40 kilómetros de la capital. Allí se presentó al Comité del que solicitó un automóvil que le llevase hacia la provincia de Ávila, donde tenía una misión secreta que efectuar. Se lo proporcionaron, y cuando iba a montar en él, uno de los curiosos que estaban cerca resultó ser un antiguo soldado de la Escuela y asistente suyo, el cual, sin intención de hacerle daño, le dijo: «¿Qué hace aquí, Capitán ?» El, con gran serenidad y naturalidad, negó ser Capitán; pero ya la duda cundió entre los rojos, que lo detuvieron y avisaron a Torrijos al Juez de allí; de aquella villa dispusieron mandarlo en un coche a Toledo, y al llegar a la Venta del Hoyo se cruzaron con otros en que venían unos dirigentes de Vargas (Toledo), que preguntaron adonde le llevaban, y dándose cuenta de su categoría y que si llega a Toledo, seguramente por ser tan querido de las clases humildes no le hubiesen fusilado, decidieron asesinarlo allí mismo, lo que hicieron estando esposado, y una vez en el suelo le dispararon aún otro tiro en la cabeza, dejando el cadáver abandonado en la carretera; y según averiguaciones posteriores, dicen fue llevado a los dos días a la Fábrica de Armas y de allí llevado a Madrid y paseado por las calles, ignorándose en la actualidad el paradero de este heroico Capitán, que no vaciló en ofrendar su vida en aras del honor de su Patria en una empresa que tan poquísimas probabilidades tenía de llegar a feliz término.
Este Oficial, el día 17 de julio fue padre por cuarta vez, y ni aun el amor de su familia, toda en Toledo (mujer y cuatro hijos), le desvió ni un momento del cumplimiento de su deber, que voluntariamente se impuso. La acción ha sido premiada por la Patria con la Cruz Laureada de San Fernando.
Otro de los casos más destacados fue el del Soldado de la Sección de Tropa de la Academia de Infantería, Caballería e Intendencia, Francisco Palomares Garrido, que estando de centinela en una ventana de la cuarta cuadra, que daba a la Cuesta del Carmen y vistas al Convento del Carmen, observó cómo emplazaron en una corraliza del Convento una pieza de 7,5 cm. para batir la cuarta cuadra, a una distancia de unos doscientos metros; desde la ventana sólo veía la boca del cañón saliendo por una tronera abierta en la pared de la corraliza, y con gran serenidad empezó a disparar para lograr meter los proyectiles o por la boca del arma o por la tronera, único procedimiento de lograr reducirla a silencio. No obstante su fuego, los sirvientes lograron cargar la pieza e hicieron un disparo precisamente sobre su puesto, el que fue destrozado y él cayó envuelto entre los cascotes, y sin fijarse siquiera en que pudiese ser herido, se levantó inmediatamente y marchándose al hueco, siguió haciendo disparos sobre la pieza hasta que logró callarla y que la cambiasen de emplazamiento.
El día 18 de septiembre, el enemigo, después de una preparación artillera, hizo explotar las dos minas construidas en la parte Oeste del Alcázar, y apenas disipados los gases, se lanzó al asalto con gran ímpetu y decisión por los escombros de la fachada Norte, que les cubría de los fuegos de los defensores, logrando coronar el primer piso de la galería Oeste y colocar una bandera comunista en las ruinas de la fachada Norte, dando vista ya al patio. En este momento tan critico, cuatro Oficiales: el Teniente de Infantería D. Silvano Cirujano Robledo, el Teniente de Infantería D. Benito Gómez Oliveros, el de Intendencia D. Enrique Castro Miranda y el Teniente de Infantería D. Mariano Trovo, con gran desprecio de sus vidas y dándose clara cuenta de lo crítico del momento, buscaron escalas marinas del Gimnasio, que colocaron, y a pesar de la depauperación creciente, por falta de alimentación adecuada y exceso de ejercicio, y sin más armas que la pistola individual, treparon por las escalas, logrando ahuyentar al enemigo y quitando la bandera comunista, que pertenecía al Radio Comunista de Toledo.
Este mismo día halló gloriosa y heroica muerte el Cabo de la Guardia Civil Cayetano Caridad, al cual, por haber trabajo de joven en las minas de Río Tinto (Huelva), se le encargó de la observación y vigilancia constante de los trabajos de la mina, y una vez terminada la zona aproximada de peligro y evacuada de personal, él no dejó de hacer sus observaciones, y su última inspección fue segundos antes de la explosión, que le produjo la muerte por resultar sepultado entre los escombros. Este Cabo había dicho en más de una ocasión que él moriría en la mina; pero que salvaría la vida de sus compañeros de defensa.
Cito los hechos más destacados; pero son muchísimos los que en el tiempo del asedio se desarrollaron, pues la guarnición del Alcázar estaba poseída de una fe ciega en el triunfo y animada de un espíritu y un patriotismo elevado al más alto grado, condiciones con las cuales resulta muy fácil al Mando llevar un asedio, a pesar de las muchísimas dificultades inherentes a la situación por la que se atravesaba.
Y para que conste, lo firmo en mi Cuartel General, en Cuenca, a cinco de julio de mil novecientos treinta y nueve. Año de la Victoria.
Firmado: JOSÉ MOSCARDÓ.
Don José Moscardó e Ituarte, General de División, Caballero de la Orden Militar de San Fernando y Jefe del Cuerpo de Ejército de Aragón,
Certifico:
Que con arreglo al cuestionario de preguntas que se me presenta,
Declaro:
A la primera pregunta: El Alzamiento Nacional en Toledo hasta quedar sitiado el Alcázar.
En el año 1936 era Coronel Director de la Escuela Central de Gimnasia y Comandante Militar de Toledo.
Toledo carecía de guarnición militar; en él estaban la Academia especial de Infantería y Caballería, Escuela Central de Gimnasia, Colegio de Huérfanos de María Cristina, Fábrica Nacional de Armas, Caja de Recluta número 3, Cabecera de Tercio de la Guardia Civil y Comandancia de la Guardia Civil y una Comisión de Guardias de Asalto y locales.
Todos estos elementos eran afectos al Movimiento y solamente no se tenía seguridad de algunos elementos de Asalto (Oficiales) y de la Fábrica de Armas (Oficiales).
Como el ambiente social se iba enrareciendo cada vez más, dividí la población en sectores, al frente de los cuales puse un Jefe, a cuyos Jefes reuní en mi despacho para estudiar todo lo relativo a la defensa de Toledo, caso de llegar el Alzamiento o que los rojos lo provocasen.
Con motivo de un incidente provocado por un vendedor de periódicos con un alumno de la Academia de Infantería se llegó a una tirantez que estuvo a punto de hacer estallar una situación grave, pero que también puso de manifiesto la unión de todos los elementos con que se creía contar desde el principio. A consecuencia de estos incidentes la Academia fue trasladada al Campamento de los Alijares, y el curso de Oficiales de la Escuela de Gimnasia se suspendió, como también trajo consigo la destitución del Gobernador Civil, Vicente Costales. A éste le sustituyó el de Albacete, D. Manuel María González, quien desde el primer momento se sumó a los elementos de orden, haciendo que volviese la Academia del Campamento, por cuyo motivo se le hizo un gran recibimiento por los elementos de derechas y causando gran contrariedad en los elementos contrarios, que provocaron incidentes, que fueron rápidamente zanjados.
En esta situación llegó el 18 de julio, fecha en que me encontraba en Madrid preparando el viaje a Berlín para asistir a la Olimpiada de 1936, en calidad de Director de la Escuela de Gimnasia, y en esta población tuve conocimiento del Alzamiento de las guarniciones africanas, punto inicial esperado para emprender nuestra Santa Cruzada, e inmediatamente abandoné todo proyecto de viaje y me incorporé con toda urgencia a Toledo, adonde llegué sobre las tres de la tarde, e inmediatamente circulé órdenes a todos para que se incorporasen a los puestos que previamente tenían designados.
Mi puesto de mando lo establecí en el Gobierno Militar, aunque el lugar de reunión durante el día era el Alcázar, con el que tenía comunicación el Gobierno sin pasar por las calles de la ciudad.
Se me ofrecieron bastantes elementos de orden y se procedió a su organización, así como a la ocupación de los puntos estratégicos de la población, entre los que se contaban la Fábrica de Armas, que tenía una sección de guarnición procedente del Regimiento de Madrid, a la que se reforzó con Guardia Civil, y Escuela de Gimnasia, avanzada en el camino de Madrid, que fue guarnecida por fuerzas de la misma Escuela, reforzada por algunos números de la Guardia Civil.
Por la noche de este día habló por radio la diputado comunista «Pasionaria» excitando a las masas para que saliesen armadas a la calle, y al final de la emisión salieron los rojos de los locales del Sindicato en dirección a la Plaza de Zocodover, y desde las bocacalles hicieron fuego sobre el retén de la Guardia Civil que había en los soportales de la citada Plaza, hiriendo a tres guardias; oídos los disparos desde el Alcázar bajé con Oficiales armados a Zocodover, repeliendo la agresión y causándoles dos muertos y varios heridos, que quedaron abandonados, y enterado que tenían cercados a los elementos de Falange y Acción Popular en el local de estos últimos, ordené se les liberara, lo que se efectuó, incorporándose todos al Alcázar, procediendo a armarlos y encuadrarlos.
Como por la situación especial del Gobernador Civil con relación al Ejército no hacía falta la declaración del estado de guerra, se siguió trabajando en la organización de todos los elementos para la ocupación y defensa de Toledo, entre los que se tenía estudiados, y así se hizo la concentración en Toledo de las fuerzas de la Comandancia de la Guardia Civil de la provincia, la que se hizo en camiones desde las cabeceras de las compañías respectivas el día 21 de julio, trayendo consigo los guardias sus familias y enseres.
Desde el Gobierno Civil y por teléfono me comunicaron que un Diputado socialista se había presentado con orden del Gobierno de hacerse cargo del armamento de los Caballeros Alumnos y de la Guardia Civil, y se le contestó que subiese al Alcázar, que allí se trataría el asunto; pero el Diputado optó como mejor solución la de marcharse a Madrid directamente, viendo, indudablemente, que no sólo no conseguiría su objeto, sino que él corría un verdadero peligro de caer en rehenes. Dándose cuenta en Madrid de que la actitud de los elementos militares de Toledo no estaba nada clara, y por otra parte no se había declarado el estado de guerra, dieron orden por teléfono desde el Ministerio de la Guerra de que se formase un convoy con todas las municiones existentes en la Fábrica de Armas, cuyo convoy debería ser escoltado por doscientos Guardias Civiles.
Con objeto de obstaculizar todo pedí la orden por escrito, pues aunque se me decía que era Sarabia en persona, podía ser otra persona, y siendo asunto de tanta monta, necesitaba tener la seguridad completa de la certeza de la persona y orden. Todo esto exasperó en Madrid y dieron órdenes por teléfono en todos los tonos, y ya a la vista de la tirantez existente, se dispuso la declaración del estado de guerra el día 21 y la recogida de las municiones, que fueron llevadas, naturalmente, al Alcázar, y desde este momento empieza el asedió del Alcázar, adonde se llevó al Gobernador Civil con sus familiares y varias personas más izquierdistas en calidad de rehenes.
A pesar de declarar el estado de guerra, apareció un avión rojo que arrojó proclamas para la tropa, diciéndoles estaban licenciados, que no tenían que obedecer a sus jefes, pudiendo marcharse a sus casas, y en vista de no conseguir resultado alguno, volvió nuevamente un avión que arrojó unas bombas sobre el Alcázar y sus alrededores.
Los destacamentos fueron atacados al presentarse la columna que de Madrid, y mandada por el General Riquelme, tenía por misión ocupar Toledo y reducirnos.
La Escuela de Gimnasia, avanzada sobre el camino de Madrid, en la que se concentraron los elementos previstos para su defensa, no reunía condiciones ningunas para ella, por lo que se trasladaron al Colegio de Huérfanos de María Cristina, en donde se encontraban algunos alumnos y profesores, y como aumentase el empuje del enemigo se hubo de trasladar al Hospital de Talavera, que reunía mejores condiciones. En estos destacamentos resistieron hasta que, por falta material de víveres y municiones, no se pudo hacer más, y en perfecto orden y evacuando primeramente los enfermos y ancianos, se replegaron las fuerzas sobre el Alcázar, el día 22 por la tarde, después de haber tenido detenida a la columna provista de todos los elementos y con artillería y aviación.
Resistieron las cuarenta y ocho horas últimas completamente solos, pues la Fábrica de Armas se rindió a un cabo parlamentario que mandó el General Riquelme; este destacamento formaba, con el Hospital, la línea avanzada, y no habiendo comunicación con la Fábrica se hacía por intermedio del Hospital, y cuando aún se creía estaba en nuestro poder, pues reunía mejores condiciones para su defensa y contaba con más elementos materiales, ya se había rendido al enemigo sin ninguna clase de lucha.
A la segunda pregunta: Elementos que contaba para su defensa (hombres, material y víveres).
Los elementos reunidos en el Alcázar fueron:
Hombres
Jefes y Oficiales: 100
Comandancia Guardia Civil: 800
Tropa Academia: 150
Tropa Escuela de Gimnasia: 40
Falange, Acción Popular y varios: 200
En total, unos 1.300; 1.200 para defensa efectiva, por tener que atender a los distintos servicios los no combatientes.
A esta guarnición hay que añadir
Mujeres 550
Niños 50
Procedentes, en su mayoría, de familiares de la Guardia Civil, de algunos profesores de la Academia y elementos de Toledo que se refugiaron en el Alcázar, que en total hace una población en el recinto de unas dos mil almas.
Material
De defensa se contaba con el armamento de la Guardia Civil, Academia, Escuela de Gimnasia y Guardias de Asalto y Seguridad, que tenían unos mil doscientos fusiles y mosquetones, y de la Academia se contaba con dos piezas de montaña de 7 cm., con 50 disparos de rompedora; trece ametralladoras Hotckiss de 7 mm., y trece fusiles ametralladores, de la misma marca y calibre, todo en uso por los alumnos en sus prácticas, y un mortero de 50 mm.
Municiones se contaba con las del Alcázar y las de las Fábricas de Armas, que se trasladaron, que en cartuchos de fusil y ametralladora sumaban unos 800.000; 50 granadas rompedoras de 7 cm.; 50 granadas de mortero Valero de 51 cm.; cuatro cajas de granadas de mano Laffite -ofensivas, 200-; una caja de granadas de mano -incendiarias, 25-, y unos 200 petardos pequeños de trilita y un explosivo eléctrico.
De material de defensa contra gases se puede decir no existía, pues en la clase de guerra química se encontraban unas veinticinco máscaras, pero cada una de modelo distinto y la mayor parte de ellas sin eficacia alguna.
Material de fortificación: sólo se contaba con algunos picos y palas de la Academia, pues Toledo carecía de Parque de Ingenieros.
De Transmisiones, los primeros días se contaba con el teléfono automático, y cuando lo cortaron, una vez asediado el Alcázar, se hacía solamente con el interior por líneas militares de campaña tendidas a los sitios y puestos que se juzgaban más interesantes. La fuerza de la Guardia Civil llevó al Alcázar la emisora transmisora de la Comandancia; pero por no tener grupo electrógeno, apenas cortaron el fluido cesó su funcionamiento.
De material de transmisiones para comunicarse con el exterior había el de la Academia, pero la falta de fluido no permitía funcionar a las radios de campaña, ya muy usadas, y tras grandes esfuerzos, reuniendo las baterías de los coches automóviles, se pudo establecer una estación receptora con auriculares que permitió saber la situación en el exterior.
De material sanitario se contaba con el de la Academia (Enfermería), mas el de la Farmacia Militar, que quedaba dentro del recinto de defensa, teniendo elementos hasta muy avanzado el asedio, quedando al final vendajes y algodón.
Víveres
Escasearon desde el principio, pues la Academia, en su vida normal, tenía un economato muy bien surtido; pero por la reducción de Academias, su número de alumnos (unos setenta entre Infantería y Caballería) y empezar el Alzamiento en julio, época de vacaciones, no estaba previsto y sólo quedaban pequeñas cantidades de lo más necesario, como eran judías, garbanzos, arroz, aceite, sal, azúcar, café, especias, y aparte esto había botellas de vinos finos en cantidad, así como latería de anchoas, espárragos y almejas, pues aunque su cantidad no resolvía nada en las comidas que confeccionar, y por tanto desde un principio se dispuso no tocar nada y sólo por excepción de un trabajo excesivo o para enfermos se tomaban de allí vinos generosos, vermut o latería. Víveres para comer un plato en cada comida había para cinco o seis días, y pan; como tampoco había servicio de Intendencia, en Toledo se tenía por contrato con una panadería particular, así que apenas comenzó el asedio no se pudo suministrar.
Agua: Aunque se racionó para evitar su despilfarro, había en abundancia en los distintos pozos aljibes del Alcázar, que permitió no faltase este elemento vital tan necesario, pero que en todo momento estuvo debida y rigurosamente inspeccionada, tanto en su distribución diaria como en el traslado a diversos lugares para evitar su pérdida por bombardeos de artillería y aviación.
La falta de pan se pensó subsanar al principio consumiendo el trigo agorgojado que había para alimentación del ganado, como así se empezó, y después consumir la cebada del ganado; pero afortunadamente se descubrió un depósito de trigo propiedad de un Banco que estaba en las inmediaciones del Alcázar por la parte Este, que contenía unos dos mil sacos de trigo de noventa kilos cada uno y de excelente calidad. Con este hallazgo providencial y los caballos y mulos de la Academia y Guardia Civil se resolvió el problema de la alimentación, aunque en forma muy precaria, hasta que terminó el asedio, ya que la ración de pan que se podía fabricar en el horno de campaña no llegaba a los 18o gramos por el número tan elevado que había que producir y lo poco que rendía la pequeña molturación de trigo que había en el Museo de Intendencia; la carne tenía que estar severamente racionada, pues el asedio se prolongaba, y baste decir que al final de éste sólo quedaron sin sacrificar un caballo y cinco mulos, que hubiesen permitido, a lo máximo, la alimentación escasísima durante seis días.
A la tercera pregunta: Fecha del comienzo y fin del asedio.
Aunque los elementos se concentraron en el Alcázar el 18 de julio de 1936 y solo por contadas necesidades se bajó a la población, la verdadera fecha de comienzo del asedio fue la de 22 de julio, día en que se replegaron al Alcázar todas las fuerzas que prestaban servicios exteriores, con excepción de algunos destacamentos, a los que no les fue posible hacerlo por la entrada de los rojos en Toledo.
La fecha final del asedio fue el 28 de septiembre de 1936, día en que entraron las columnas en Toledo y salimos los sitiados en el Alcázar.
En el día anterior, sin embargo, ya subieron y pernoctaron en el Alcázar elementos de las columnas liberadoras, como fue una compañía de Regulares de Tetuán y la Quinta Bandera de la Legión.
A la cuarta pregunta: Ataques de todas clases que resistió.
Desde que comenzó el asedio el tiroteo de fusil y ametralladora era casi permanente y con alternativas en su violencia, que aumentaba en el centro del día y disminuía por la noche.
Asaltos con infantería, en plan de lograr entrar en el Alcázar, se hicieron dos: uno, el 18 de septiembre, en que llegaron a coronar las ruinas de la fachada norte, donde colocaron una bandera roja, siendo rechazados, intentando seguidamente tres veces mas, pero cada vez con menor decisión, hasta que desistieron y degeneraron en el diario tiroteo, con un poco mas de violencia.
Con artillería fue también el ataque casi permanente. En los primeros días emplearon una batería de 7,5 centímetros, que aumentaron al poco tiempo con otra de 10,5 centímetros; pero, en vista del poco efecto material que causaban al Alcázar, trajeron dos piezas de 15,5 centímetros que emplazaron en la Dehesa de Pinedo, a unos 3.500 metros del Alcázar, y en las inmediaciones de la carretera de Madrid.
Hacían fuego al principio solamente durante el día: una vez, sobre las siete de la mañana; otra, sobre las doce, y últimamente por la tarde, alrededor de las cinco y media, y cada vez duraba aproximadamente una hora.
Conforme fue avanzando el asedio y la resistencia del Alcázar no cedía, aumentaron el número de piezas y la intensidad en el fuego, que al final lo efectuaban hasta de noche, para lo cual iluminaban el Alcázar con potentes reflectores.
Llegaron a emplear dos baterías de 10,5 centímetros; dos de 7,5 centímetros; piezas sueltas de 7 centímetros; dos de 15,5 centímetros en Pinedo; cinco de 15,5 centímetros en los Alijares, y dos antiaéreas, una terrestre y otra de marina, también en los Alijares, y que hicieron fuego sobre el Alcázar.
Hacia el 18 de agosto hicieron los primeros disparos las piezas del 15,5 centímetros de Pinedo, y el tres días dispararon 98 granadas, y en los últimos días del asedio lanzaron en un solo día 478 granadas, calculándose muy exactamente en 3.500 los disparos de 15,5 centímetros efectuados durante el asedio, y en unos 10.000 aproximadamente, los hechos con calibres inferiores.
Ataques con mortero no se efectuaron, y si solo de vez en cuando lanzaban algunas granadas sobre la explanada Este y alguna que otra en el patio central. Si este arma la hubiesen sabido emplear habrían causado bastante daño a los defensores; pero, o no supieron usarla, o ignoraban sus efectos.
La aviación enemiga, aunque no con muchos aparatos, atacaban casi diariamente el Alcázar, empleando bombas de 12 kilogramos y de 50 kilogramos, que causaban desperfectos materiales, sobre todo en el edificio de Capuchinos, que desapareció a consecuencia de un bombardeo de aviación.
Además de bombas lanzaban latas de gasolina, con el intento de incendiar el Alcázar, lo que no consiguieron; esto lo intentaron unas ocho veces, y, al ver su fracaso, desistieron.
Atacaron también con gases de colivacetofenona (lacrimógenos), lanzados en bombas desde avión, cayendo algunas en el patio central, tejados y calles próximas produciendo las molestias consiguientes, que se soportaron hasta con regocijo al comprobar que no eran gases sofocantes, como se esperaban fuesen usados.
También fueron empleados en el asedio toda clase de petardos y líquidos inflamables, que lanzaban con hondas, desde el Hospital de Santa Cruz, sobre los edificios del Gobierno Militar, Pabellones, Farmacia y Cuadras de la Academia, que formaban conjunto dentro del recinto de defensa.
Hicieron también dos ataques con mangas de gasolina sobre la cuarta cuadra y fachada Norte (principal) del Alcázar, no consiguiendo efectivo positivo ninguno.
Como colofón, en sus medios de ataques, viendo que nada doblegaba el alto espíritu y patriotismo que animaba a los defensores del Alcázar y del honor de España, recurrió el enemigo a la guerra subterránea, a la guerra de minas, que pudieron hacer impunemente por no contar en el Alcázar con elementos para contrarrestar los trabajos de estas minas.
Construyeron tres: una que, partiendo de una casa de la calle de Juan Labrador, se bifurcaba; una que iba a caer bajo el torreón Sudoeste del Alcázar, y otra bajo los cimientos de la fachada Oeste y en las proximidades de la puerta de Carros; las cargaron con 3.000 kilogramos de trilita cada una, y las volaron con explosivo eléctrico desde el Ayuntamiento, habiendo previamente evacuado a la población civil a los montes cercanos a Toledo, el día 18 de septiembre de 1936, y causando enormes efectos materiales en el edificio, y milagrosamente sólo cinco bajas entre los defensores. En este día estaba preparado el asalto definitivo, para lo cual prepararon todo ello con gran meticulosidad.
Empezó la preparación artillera a las seis de la mañana, lanzando las piezas de 15,5 centímetros unos 90 proyectiles, desde los Alijares, contra la fachada Este, con objeto de que mujeres, niños y enfermos se concentraran, naturalmente, en los sótanos del lado contrario, Oeste, y a las 6,21 de la mañana, calculando estarían ya donde ellos esperaban, hicieron explotar las minas, y a los cinco minutos, una vez que fueron disipándose los gases, se lanzaron con todo ímpetu al asalto en dos direcciones: una, por la fachada Norte, a la que llegaron a cubierto por los escombros del Hotel Imperial y zig-zag, y otra por la parte Sur, en los comedores y depósito de víveres (corralillo), creyendo aniquilados a los defensores, los que en ningún momento abandonamos nuestros puestos y rechazamos con gran espíritu todos los ataques desencadenados ese día.
Otra mina la construyeron entre el período de tiempo de la explosión de la primera y el 27 de septiembre, que la volaron cuando nuestras tropas estaban en las alturas que dominan Toledo por el Norte.
Como no disponían de tiempo para trabajar, por el avance de nuestras columnas, aprovecharon una alcantarilla que, partiendo de la calle de Pabellones, sube al Alcázar por las proximidades del torreón Noreste; pero, a pesar de ello, no pudieron llegar a los cimientos, quedando corta, porque sus efectos fueron nulos, produciendo un embudo de unos 30 metros de ancho y cuatro de profundidad, y ninguna baja entre los defensores.
A la quinta pregunta: Requerimientos y conminaciones a la evacuación del Alcázar, relatándolos por orden cronológico, pero con especial detalle la conversación telefónica en que entregó a la Patria la vida de su hijo y la visita de los emisarios Comandante Rojo, Padre Camarasa y Decano del Cuerpo Diplomático.
Desde que se concentraron en el Alcázar y su recinto los defensores, casi diariamente hablaban por teléfono conminándoles a la rendición. Así, el primero en hacerlo fue el general Pozas, quien, al ver que no se enviaban las municiones ni los doscientos Guardias Civiles, amenazó con «no dejar piedra sobre piedra del Alcázar». Después, el día 21 de julio, fue el General Riquelme quien telefoneó, pretendiendo que nos rindiésemos y pidiendo razones de nuestra actitud, al que contesté que nuestra actitud era la que correspondía a todo militar con honor, que veía los derroteros por los que llevaban a España los Gobiernos marxistas; la identificación absoluta con el General Franco y el asco a cumplir la orden de que el armamento de los Caballeros Alumnos y Guardia Civil fuese entregado a la chusma, para armar a ésta. Insistió en que era descabellada nuestra actitud y que se vería precisado a actuar enérgicamente, a lo que contesté que preferíamos morir todos a convertir el Alcázar en un muladar, como suponía al entregarlo a los enemigos de la Patria. Al día siguiente fue el Ministro Barnés, de Instrucción Pública, quien intentó hacernos desistir de nuestra actitud patriótica, diciendo que por ella sufriría Toledo, que era una joya artística; que se tuviese ello en cuenta, pues, de no cesar en nuestra actitud, se vería obligado a usar medios violentos, y que no esperaba llegásemos a estos extremos, ya que él veía nuestra actitud con simpatía, calificándola de «muchachada». También le contesté que nuestra actitud era irreductible, y que no cederíamos ante nada ni ante nadie para salvar a la Patria con nuestros esfuerzos.
El día 23 de julio, por la tarde, sonó el teléfono, pidiendo hablar conmigo. Me pongo al aparato, y resultó ser el Jefe de Milicias de Toledo, quien, con voz tonante, me dijo: «Son ustedes responsables de los crímenes y de todo lo que está ocurriendo en Toledo, y le doy un plazo de diez minutos para que rinda el Alcázar, y, de no hacerlo, fusilaré a su hijo Luis, que lo tengo aquí a mi lado». Contesté: «No creo».
Jefe de Milicias.-«Para que vea que es verdad, ahora se pone al aparato». Hijo. -«¡Papá!»
Yo.-«¿Qué hay, hijo mío?»
Hijo.-«¡Nada; que dicen que si no te rindes me van a fusilar!»
Yo.-«¡Pues encomienda tu alma a Dios y muere como un patriota, dando un grito de ¡Viva Cristo Rey! y ¡Viva España!»
Hijo.-«¡Un beso muy fuerte, papá!»
Yo, al Jefe de Milicias. -«¡Puede ahorrarse el plazo que me ha dado y fusilar a mi hijo, pues el Alcázar no se rendirá jamás!»
Los días siguientes pretendían hablar desde la calle, bien paisanos, bien Guardias Civiles de los puestos que no se pudieron incorporar, y un Teniente, también de la Guardia Civil, a los que no se les contestaba siquiera, ya que siempre pretendían nuestra rendición sin condiciones.
El día 8 de septiembre de 1936, desde las casas de enfrente de la fachada Sur, y con megáfono, sobre las seis de la tarde llamaron al Alcázar diciendo que el Comandante Rojo quería hablar conmigo; mas, creyendo que sería un Comandante rojo, no se les hizo caso, y se les contestó que no se hablaba con nadie, y entonces rectificaron, diciendo que era el Comandante D. Vicente Rojo, y ante esto, por ser persona muy conocida de todos, por haber sido Profesor de la Academia de Infantería, dije a mi Ayudante se cerciorara si en efecto era él, quien me aseguró que al hablar fue perfectamente identificado, y pretendía tener una entrevista conmigo, por traer una comisión del Gobierno de la República, pidiendo hora de ser recibido al día siguiente, contestándosele podía venir a las nueve de la mañana, y que, conforme al Reglamento de Campaña, sería recibido como parlamentario y con suspensión de hostilidades por ambas partes, que dando en que duraría de nueve a diez de la mañana, y que se presentaría delante de la fachada Sur, por el sitio en que hablaba.
En efecto, al día siguiente 9, a las nueve de su mañana, vocearon con megáfono que llegada la hora fijada, el Comandante Rojo salía como parlamentario, y apareció éste vistiendo mono caqui, gorra de plato y correaje reglamentario, llevando la insignia de su empleo en el pecho y debajo un trozo de tela con los colores de la bandera republicana, y en una mano una banderita blanca.
Se quedó en el centro de la calle y se le dijo desde las ventanas que marchase en dirección a la puerta de Carros, por donde entraría al Alcázar, y allí fue recibido por dos Oficiales, antiguos compañeros suyos de profesorado y con los que le unía una gran amistad.
Ese mismo día se dio orden a las mujeres y niños y hombres que vivían en los sótanos que mientras pasase el Comandante Rojo entre ellos (pues era paso obligado para ir al despacho) observasen un absoluto y riguroso silencio para que no pudiera apreciar el número de habitantes.
Apareció delante de la puerta de Carros y los Oficiales nombrados para recibirle le vendaron los ojos y le condujeron a mi despacho, procurando en el trayecto desorientarle, ya que, como profesor mucho tiempo en el Alcázar, conocía perfectamente el edificio.
Llevado a mi presencia, ordené le quitasen la venda; me saludó, no dándole yo la mano, observando una actitud fría y correctamente militar, y me pidió estuvieran delante los compañeros que le habían conducido, a lo que accedí, como asimismo que entrasen también mis ayudantes, poco más de mediada la entrevista.
Me dijo que traía las condiciones de rendición que imponía el Comité de Defensa de Toledo, las que me entregó por escrito, y en ellas decían que se respetarían las vidas de todos y que saldrían por grupos de a cinco, primero mujeres, niños, ancianos, enfermos y heridos, soldados y Guardias Civiles, los que irían depositando su armamento en sitio determinado, y el último punto en que decía que los Jefes y Oficiales saldrían del mismo modo y que, según la participación que hubieran tenido en el Movimiento, serían juzgados por los Tribunales populares.
Por escrito rechacé las condiciones, manifestando que nunca sentía más honor que al mandar la guarnición del Alcázar y que me comprometía a mantener, con la defensa del edificio, el honor de España y que nunca nos rendiríamos, prefiriendo antes morir.
Después, en plan particular, se le hicieron varias preguntas, a las que contestó, pero no de una manera categórica y que, por tanto, no satisfacieron.
Lo que más interesaba era, naturalmente, saber dónde estaba la boca de la mina, con objeto de hacer una salida, ocuparla y destruirla, pues ya se habían hecho dos y por des orientación no se pudo encontrar y, por el contrario, el enemigo, apercibido de nuestras intenciones, había redoblado su vigilancia y reforzado sus servicios; contestó que él no había visto la mina y que sólo oyó comentar a los rojos que en nuestras salidas habíamos logrado llegar muy cerca de ella.
Le pregunté también sobre la marcha de nuestras columnas del Sur y Norte, y contestó que marchaban bien, pero con mucha lentitud, en especial la columna del General Mola, y que el enemigo escaseaba muchísimo de municiones.
Algún compañero le indicó que por qué no se quedaba en el Alcázar, contestando que tenía su mujer e hijos en Madrid y si no volvía se los matarían, objetándole los allí presentes que casi todos tenían sus familiares en Toledo y no dudaron nunca cuál era su puesto, tratándose de salvar el honor de la Patria; se notó no tenía intención de quedarse, por lo que no se le insistió más sobre el particular.
Un punto interesantísimo para la vida de la población del Alcázar era la de conseguir un sacerdote para que los defensores pudieran satisfacer sus deseos religiosos y espirituales y sobre todo la asistencia a moribundos, y le dije que, en nuestro nombre, dijera al Gobierno que si tenían algún sacerdote condenado a muerte nos lo enviasen y corriese la suerte nuestra, lo que prometió hacer apenas llegase a Madrid.
Se le hicieron algunas preguntas y encargos de carácter particular, y como llegase el final del armisticio concedido se le vendaron los ojos, y con las mismas formalidades y conducido por los mismos compañeros salió del Alcázar por la puerta de Carros, diciendo visiblemente emocionado a los que le acompañaban al despedirse de ellos: «¡Que tengáis mucha suerte! y ¡Viva España!»
Al día siguiente, 10 de septiembre, y también al atardecer, avisan desde las casas ya indicadas del frente Sur que el Gobierno, accediendo a los deseos de los defensores, ex puestos por mí, envía al Canónigo de Madrid Sr. Vázquez Camarasa, para que nos preste sus auxilios espirituales, y que pide hora y tiempo para la entrevista; se le contestó que, como al Comandante Rojo, se le consideraría parlamentario y que por tanto se daría orden de suspender las hostilidades; que ellos hiciesen lo mismo, y como hora, las nueve de la mañana y entrando por el mismo itinerario que el anterior parlamentario.
Quedaron conformes, y que estuviese dos horas, a lo que contesté que con ese tiempo no teníamos suficiente y que como mínimum necesitábamos tres horas, a lo que, después de unos cabildeos con los dirigentes, manifestaron su acuerdo.
Indagué entre los Oficiales si alguno conocía personalmente al Canónigo Vázquez Camarasa, con objeto de no ser víctima de un engaño, y había un Oficial que le conocía y otros que le habían visto predicar hacía poco tiempo y que estaban seguros de identificarle; ante esto dispuse que el Oficial que le conocía le recibiese y acompañase hasta el despacho al día siguiente.
En tal día -11 de septiembre- y a la hora fijada, mediante aviso por parte del enemigo, hizo su presentación el Padre Vázquez Camarasa, el cual se presentó vestido correctamente de paisano, llevando en una mano un Crucifijo; se le marcó desde las ventanas el camino a seguir hasta la puerta de carros y allí fue recibido por el Oficial nombrado, que le vendó y le condujo al despacho mío, donde le recibí en unión de mis Ayudantes y varios Jefes y Oficiales.
Le pedimos detalles sobre la situación de Madrid, contestando era casi normal, pues aunque había colas eran pequeñas y por tanto, poco duraderas; que las iglesias estaban precintadas y respetadas y que a él le saquearon su casa, pero que al día siguiente, sin hacer ninguna gestión, le devolvieron todo y le pusieron en su domicilio un cartel con la inscripción «Protegido por la C. N. T.», y que a él los milicianos que le acompañaron le trataron con todo respeto aun sabiendo su calidad de sacerdote. Me preguntó, así como distraído o sin darse cuenta de la trascendencia de la pregunta, que cuántos éramos dentro del Alcázar, contestándole que, con los debidos respetos a su condición sacerdotal, no podía, a lo que él, con grandes aspavientos, como dándose entonces cuenta de la indiscreción que suponía su pregunta, pidió perdón por estar distraído. Seguidamente celebró el Santo Sacrificio de la Misa, dirigiendo unas palabras a todos, hablando de la gloria que nos alcanzaría, pero referida a la celestial y no a la terrena, pues su convencimiento absoluto era que sucumbiríamos.
Por la imposibilidad absoluta de confesar a todos, dio la absolución general, momento de emoción inenarrable, y dio la Sagrada Comunión, con los pedazos de las Formas que guardaban las Hermanas de la Caridad del Alcázar, a mí, a mis Ayudantes, a algunos Jefes y Oficiales, Hermanas de la Caridad y algunas señoras, y a continuación, en procesión magnífica de fervor y patriotismo, se llevó el Santísimo a la enfermería de los heridos graves, desarrollándose escenas de un patriotismo exaltado e imposible de describir.
Una vez terminada su misión espiritual, volvimos al despacho y entonces descubrió el verdadero motivo que allí le llevaba, pues dijo, entre otras cosas, que comprendía nuestra actitud defendiéndonos de los ataques de los de fuera; pero que no comprendía el porqué las mujeres y los inocentes niños, ajenos a toda culpa, tenían que soportar los riesgos y privaciones de asedio, y al comprender claramente su intención de atacar a mi conciencia por este hecho y ver si así se podía poner en libertad a mujeres y niños (objetivo que le llevaba, como misión principal, al Alcázar), mandé llamar a una mujer, la que habló en nombre de todas, diciéndole que se encontraba muy bien entre caballeros y defendidas por éstos y que la suerte de ellas estaba unida a la de ellos, fuese cual fuese la solución del asedio; y ante estas rotundas y valientes declaraciones, tuvo que convencerse que por este lado no sacaría ningún provecho.
Algunos le consultaron casos de conciencia, por lo que quedaron solos, y varios defensores que tenían familiares en Madrid le entregaron notas con la dirección de éstos para que les comunicase se encontraban bien, a lo que se ofreció muy gustoso; pero en seguida pensé era un procedimiento muy peligroso, puesto que era dejar en poder de los rojos a una serie de rehenes, que ellos aprovecharían para sus fines, por lo que con tacto se las pedí, devolviéndomelas acto seguido.
A este parlamentario, dada su dignidad, se le enseñó el patio para que viese su estado, y quedó profundamente impresionado al ver cómo se encontraba, manifestando que de ello tenían tanta culpa los que nos defendíamos como los que atacaban, frase inoportuna y antipatriótica, que se le toleró por ser quien era; pero que descubría sus pensamientos íntimos de simpatía a la causa que nosotros combatíamos, como también los dejó traslucir al manifestar que la labor de quitar el veneno infiltrado en las masas sociales sería labor de varias generaciones.
Aprovechando el armisticio del parlamento, salieron varios defensores a la calle, conversando con otros rojos, los que dijeron que con buena voluntad por parte de unos y otro se podía arreglar la situación, que, según ellos, era que nos entregásemos, rechazando, naturalmente, tales insinuaciones. Durante el armisticio un rojo hizo un disparo a una de las ventanas donde estaban asomados unos defensores, matando a uno de ellos, de lo que protesté a los que estaban en la calle, que se sumaron a nuestra protesta de que incumplían lo pactado y diciendo sería «algún canalla de los muchos que había, que estaban deseando hacer carne», pues se había avisado a todos los puestos, pero que se harían averiguaciones para castigar al autor. Cumplido el plazo del armisticio, salió del Alcázar con las mismas formalidades con que entró, rompiendo el fuego el enemigo a los cinco minutos de su salida, los mismos que lo suspendieron momentos antes de las nueve de la mañana, hora fijada para su entrada.
El Embajador de Chile, Decano del Cuerpo Diplomático, no estuvo en el Alcázar ni se supo nada de él hasta que Radio Club portugués dijo en su emisión que había estado en Toledo tratando de hablar conmigo para sacar las mujeres y niños, pues lo que ocurrió me hizo sospechar que era una broma burda de los rojos, tomando el nombre del diplomático antes citado.
Por la tarde, ya anochecido, hablaron los rojos desde las casas de enfrente de la fachada Sur, diciendo que el Embajador de Chile quería hablar conmigo, lo que me transmitió un Oficial que estaba de observación en el torreón SO.
Mi primera impresión, y no teniendo seguridad fuese cierto, fue no entablar conversación; pero ante la insistencia del Oficial que me trajo el recado, de que podía oírle a ver qué quería y tratarse de un diplomático, accedí y ordené a mis Ayudantes fuesen al puesto de observación, y que después de saludar al representante de la Nación hermana, le hiciesen saber que todo lo que me tuviese que comunicar lo hiciese por conducto del Gobierno Nacional de Burgos, con quien estábamos en contacto (cosa inexacta, puesto que no teníamos comunicación con nadie en absoluto), y precisamente por nota manuscrita por los Generales Mola o Franco, de los que conocía su letra.
Marcharon los Ayudantes a cumplir mi orden, y apenas llegó el que hablaba por el megáfono a la frase «del Gobierno Nacional de Burgos», los rojos exclamaron: «¡Cabrones!; hijos de puta», e hicieron dos disparos que penetraron los proyectiles por el puesto citado, terminando así el diálogo, que me hizo afirmarme más en la creencia de que fue una broma de mal gusto; pero, como digo antes, la radio dijo que, efectivamente, había estado el Embajador de Chile, como, además, se comprobó al ser liberados.
A la sexta pregunta: Relato de los actos de heroísmo individual dignos de especial mención.
Actos heroicos y distinguidos fueron muchos durante el tiempo que duró el asedio; pero, entre todos, el que culminó por su heroísmo y sacrificio fue el del Capitán de Infantería, Profesor de la Escuela Central de Gimnasia, D. Luis Alba Navas.
Por los días 23 y 24 de julio, los rojos proclamaron por radio la ocupación total del Alcázar, y en periódicos ilustrados publicaron composiciones fotográficas en las que se veían a los defensores salir por la puerta principal del edificio en grupos y con los brazos en alto. Como todo esto era inexacto y podía inducir a engañar a nuestro Mando nacional, que muy bien pudiera creer la verdad de tales amaños, cuando lo cierto era que el espíritu que animaba a los defensores era, por el contrario, excelente y en ningún momento se pensó en rendición, sino por el contrario, defender el honor de España y vender caras nuestras vidas, pensé en enviar un enlace al General Mola, a la Sierra de Guadarrama, con unas líneas en un papel, manifestándole que seguíamos la defensa del Alcázar y que nunca nos rendiríamos.
Esta misión, por su dificultad, necesitaba fuese efectuada por un hombre de extraordinarias condiciones, ya que sólo una probabilidad existía de ser llevada a feliz término, siendo las restantes contrarias al éxito de la empresa. Pensando en el más adecuado, se me ofreció voluntario para desempeñarla el Capitán de Infantería, Profesor de la Escuela de Gimnasia y a la sazón a mis órdenes en el Alcázar, D. Luis Alba Navas, a quien acepté desde el primer momento por ser el que reunía las condiciones de valor, serenidad, inteligencia y conocimiento del terreno a recorrer, así como a los gustos, pues era aficionado a la pesca y caza, lo que le puso en conocimiento de las clases humildes, que con su contacto y sencillez se atrajo con verdadero cariño, todo esto unido a una gran soltura para las cuestiones prácticas de la vida.
Se le proporcionó un mono azul, una pistola, que llevaba, colgada del cuello y por el interior del traje cien pesetas y un carné de comunista procedente de uno de los rehenes que por casualidad no tenía puesto el oficio del propietario, poniéndosele de oficio «pescador».
A las doce de la noche abandonó el Alcázar, saliendo por una puerta de reja que da al Puente Nuevo sobre el Tajo, cruzando el río a nado por el arroyo de la Degollada; marchó después por los cerros de la margen izquierda hacia la Fábrica de Armas, donde volvió a cruzar el río, y ya en franquía por el campo, pudo llegar hasta Burujón (Toledo), a unos 40 kilómetros de la capital. Allí se presentó al Comité del que solicitó un automóvil que le llevase hacia la provincia de Ávila, donde tenía una misión secreta que efectuar. Se lo proporcionaron, y cuando iba a montar en él, uno de los curiosos que estaban cerca resultó ser un antiguo soldado de la Escuela y asistente suyo, el cual, sin intención de hacerle daño, le dijo: «¿Qué hace aquí, Capitán ?» El, con gran serenidad y naturalidad, negó ser Capitán; pero ya la duda cundió entre los rojos, que lo detuvieron y avisaron a Torrijos al Juez de allí; de aquella villa dispusieron mandarlo en un coche a Toledo, y al llegar a la Venta del Hoyo se cruzaron con otros en que venían unos dirigentes de Vargas (Toledo), que preguntaron adonde le llevaban, y dándose cuenta de su categoría y que si llega a Toledo, seguramente por ser tan querido de las clases humildes no le hubiesen fusilado, decidieron asesinarlo allí mismo, lo que hicieron estando esposado, y una vez en el suelo le dispararon aún otro tiro en la cabeza, dejando el cadáver abandonado en la carretera; y según averiguaciones posteriores, dicen fue llevado a los dos días a la Fábrica de Armas y de allí llevado a Madrid y paseado por las calles, ignorándose en la actualidad el paradero de este heroico Capitán, que no vaciló en ofrendar su vida en aras del honor de su Patria en una empresa que tan poquísimas probabilidades tenía de llegar a feliz término.
Este Oficial, el día 17 de julio fue padre por cuarta vez, y ni aun el amor de su familia, toda en Toledo (mujer y cuatro hijos), le desvió ni un momento del cumplimiento de su deber, que voluntariamente se impuso. La acción ha sido premiada por la Patria con la Cruz Laureada de San Fernando.
Otro de los casos más destacados fue el del Soldado de la Sección de Tropa de la Academia de Infantería, Caballería e Intendencia, Francisco Palomares Garrido, que estando de centinela en una ventana de la cuarta cuadra, que daba a la Cuesta del Carmen y vistas al Convento del Carmen, observó cómo emplazaron en una corraliza del Convento una pieza de 7,5 cm. para batir la cuarta cuadra, a una distancia de unos doscientos metros; desde la ventana sólo veía la boca del cañón saliendo por una tronera abierta en la pared de la corraliza, y con gran serenidad empezó a disparar para lograr meter los proyectiles o por la boca del arma o por la tronera, único procedimiento de lograr reducirla a silencio. No obstante su fuego, los sirvientes lograron cargar la pieza e hicieron un disparo precisamente sobre su puesto, el que fue destrozado y él cayó envuelto entre los cascotes, y sin fijarse siquiera en que pudiese ser herido, se levantó inmediatamente y marchándose al hueco, siguió haciendo disparos sobre la pieza hasta que logró callarla y que la cambiasen de emplazamiento.
El día 18 de septiembre, el enemigo, después de una preparación artillera, hizo explotar las dos minas construidas en la parte Oeste del Alcázar, y apenas disipados los gases, se lanzó al asalto con gran ímpetu y decisión por los escombros de la fachada Norte, que les cubría de los fuegos de los defensores, logrando coronar el primer piso de la galería Oeste y colocar una bandera comunista en las ruinas de la fachada Norte, dando vista ya al patio. En este momento tan critico, cuatro Oficiales: el Teniente de Infantería D. Silvano Cirujano Robledo, el Teniente de Infantería D. Benito Gómez Oliveros, el de Intendencia D. Enrique Castro Miranda y el Teniente de Infantería D. Mariano Trovo, con gran desprecio de sus vidas y dándose clara cuenta de lo crítico del momento, buscaron escalas marinas del Gimnasio, que colocaron, y a pesar de la depauperación creciente, por falta de alimentación adecuada y exceso de ejercicio, y sin más armas que la pistola individual, treparon por las escalas, logrando ahuyentar al enemigo y quitando la bandera comunista, que pertenecía al Radio Comunista de Toledo.
Este mismo día halló gloriosa y heroica muerte el Cabo de la Guardia Civil Cayetano Caridad, al cual, por haber trabajo de joven en las minas de Río Tinto (Huelva), se le encargó de la observación y vigilancia constante de los trabajos de la mina, y una vez terminada la zona aproximada de peligro y evacuada de personal, él no dejó de hacer sus observaciones, y su última inspección fue segundos antes de la explosión, que le produjo la muerte por resultar sepultado entre los escombros. Este Cabo había dicho en más de una ocasión que él moriría en la mina; pero que salvaría la vida de sus compañeros de defensa.
Cito los hechos más destacados; pero son muchísimos los que en el tiempo del asedio se desarrollaron, pues la guarnición del Alcázar estaba poseída de una fe ciega en el triunfo y animada de un espíritu y un patriotismo elevado al más alto grado, condiciones con las cuales resulta muy fácil al Mando llevar un asedio, a pesar de las muchísimas dificultades inherentes a la situación por la que se atravesaba.
Y para que conste, lo firmo en mi Cuartel General, en Cuenca, a cinco de julio de mil novecientos treinta y nueve. Año de la Victoria.
Firmado: JOSÉ MOSCARDÓ.
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Carta del Coronel Moscardo.
Alcázar de Toledo, 25 de Julio de 1936.
Esta es la primera carta que el Coronel José Moscardó Ituarte dirigió a su familia. Los originales de la correspondencia mantenida desde el 25 de julio al 21 de septiembre de 1936, son de puño y letra. Todas ellas se conservan en el Archivo Moscardó, donde fueron encontradas hace pocos años, por el general Fernando Esquivias Franco, cuya esposa era Marichu Moscardó, la única hija del general Moscardó y la última de sus hijos que le habían sobrevivido.
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María de mi alma, hijos de mi alma: Os escribo en son de despedida por si esta situación no tuviera solución favorable.
Ya oiréis el bombardeo del Alcázar, con piezas de artillería de todos los calibres, aviación y además los carros blindados y tanques que han venido de Madrid: pues a pesar de todo eso, no pueden ni podrán tomar el Alcázar a viva fuerza; hace falta mucho corazón para asaltarlo con la clase de gente que hay dentro.
Hay destrozos enormes, pero no han abierto más brecha que en la puerta principal, que después se ha tapado perfectamente. Pretenden que nos rindamos por hambre y desmoralización y no lo conseguirán, pues sacaremos víveres de debajo de las piedras y la moral está muy bien incluso entre las mujeres, pues saben si se rindieren la muerte que les cabría.
No te quiero decir la amargura que tengo sabiendo que nuestro Luis está en poder de esa gente. Ya sabrás que el jefe me llamó por teléfono el día 23 y me dijo que si en el término de diez minutos no nos rendíamos, lo mandaba fusilar, y por si yo dudaba, le hizo venir al teléfono y hablara conmigo para convencerme de que era él. Excuso decirte, mi hijo de mi alma, me habló con voz tranquila, y yo no hice más que decirle que encomendara su alma a Dios si llegara el caso y diera un Viva España muy fuerte. Yo espero que no sean tan crueles que quieran vengarse en la persona de mi hijo, completamente inocente en esta causa, y no pase de una amenaza, pero no obstante no puedo estar confiado.
Sobre este particular me he alarmado, porque ayer en una salida que se intentó hacer para requisar víveres, la Guardia Civil tuvo la malhadada ocurrencia de detener a la familia del concejal Domingo Alonso y traerlos detenidos en rehenes. Me desagradó hasta el extremo, pues creerán que la salida fue únicamente para cogerlos como garantía, y yo no soy capaz de hacer eso, es más, me repugna y de buena gana los soltaba; aquí están bien cuidados y atendidos en lo que cabe, por lo menos igual que las familias de los Guardias. Pero me temo que esta detención haya provocado la de Carmelo y la tuya, y no lo quiero pensar siquiera. Gracias a que Dios da fuerzas para sobrellevar esta tragedia y parece como si se me hubiese embotado el sentimiento.
Esto parece un sueño, mejor dicho una pesadilla, pensando que hace 8 ó 10 días éramos una familia feliz, y hoy no sabemos los unos de los otros, e incluso ignoramos si viven. Tengo confianza en Dios y en sus manos he encomendado la solución, que os dé vida a todos y que encontréis una manera decorosa de vivir si la revolución roja triunfa, y nada digo de mí, pues yo no es posible que me salve. No puedo comprender que no os voy a ver más, me parece una cosa que no me puede pasar a mí, sino algo que he leído.
Te pido perdón, María, por mi incomprensión algunas veces, pues reconociendo que eres la mujer más buena y virtuosa, no he sabido estimar en su verdadero valor todo lo que vales, más bien a causa de mi ligereza que de otra cosa. Sin embargo, tú me perdonaste, aunque te digo solemnemente que jamás dejé de quererte y estimar tu superioridad en todos los órdenes.
De nuestros hijos qué he de decirte, si todos salís con vida de esta situación trágica procurad adaptaros a las circunstancias pero sin dejar nunca de ser religiosos y honrados, aun cuando tuviereis que ocultar lo primero. Tengo la seguridad que los chicos sabrán abrirse paso, pues son inteligentes y tan honrados que se hacen querer de todo el mundo. No sé cuál de ellos serás mejor, pero lo que se puede decir de todos es que jamás nos dieron un solo disgusto, ni asomo de ello, sini únicamente satisfacciones, tan orgullosos que estamos de ellos. De Pepe y de Miguel sigo sin saber una palabra. ¡Qué pena! De mi Luis, hijo de mi alma, después de su triunfo en las oposiciones es posible que no le sirva si la revolución vence; hijo es un verdadero santo. Pues y mi Marichu, ¡hija de mi corazón! Qué tiempos tan amargos va a tener que vivir. Ella, mi alegría y mi orgullo, tan buena y virtuosa como tú, tan guapa; no es posible que no pueda volver a verla. Al fin y al cabo acertamos en que fuera a Portugal, pues si le coge aquí todo esto, lo que hubiera sufrido. De mi Carmelo, hijo de mi vida, mi compañero inseparable, un verdadero santo que quisiera que estudiase mucho o trabajase para salir adelante, o trabajar con resolución que el hombre bueno se abre paso en todas partes.
Yo creo que nuestros hijos y tú sois tan buenos y ejemplares y formáis una familia tan completa que Dios ha dispuesto que nos reunamos en otro lugar más alto para gozar de nuestra felicidad sin que nada pueda separarnos; tengo absoluta fe en ello.
Creo que al fin y al cabo ganará este pleito el partido del orden, pues España ni puede caer bajo el mando del marxismo; somos católicos amigos de la tradición y no puede ser que todo esto desaparezca. Dios lo quiera y los que puedan verlo, que disfruten de la paz.
No sé cómo escribir, tengo los sentidos un poco embotados y en medio de tanta angustia y preocupación por vosotros, y de temor ante el porvenir, estoy bien físicamente, mejor de lo que podía figurarme; este régimen de media comida me sienta muy bien.
Adiós María, adiós Pepe, Miguel, Luis, Marichu, Carmelo, os doy un beso con toda mi alma, mi vida y mi corazón y siempre y en todo momento pienso en vosotros, que sois mi amor y mi ilusión.
Adiós. Vuestro
Pepe
He hecho comunión espiritual y me he preparado bien aunque no hay aquí sacerdote.
Alcázar de Toledo, 25 de Julio de 1936.
Esta es la primera carta que el Coronel José Moscardó Ituarte dirigió a su familia. Los originales de la correspondencia mantenida desde el 25 de julio al 21 de septiembre de 1936, son de puño y letra. Todas ellas se conservan en el Archivo Moscardó, donde fueron encontradas hace pocos años, por el general Fernando Esquivias Franco, cuya esposa era Marichu Moscardó, la única hija del general Moscardó y la última de sus hijos que le habían sobrevivido.
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María de mi alma, hijos de mi alma: Os escribo en son de despedida por si esta situación no tuviera solución favorable.
Ya oiréis el bombardeo del Alcázar, con piezas de artillería de todos los calibres, aviación y además los carros blindados y tanques que han venido de Madrid: pues a pesar de todo eso, no pueden ni podrán tomar el Alcázar a viva fuerza; hace falta mucho corazón para asaltarlo con la clase de gente que hay dentro.
Hay destrozos enormes, pero no han abierto más brecha que en la puerta principal, que después se ha tapado perfectamente. Pretenden que nos rindamos por hambre y desmoralización y no lo conseguirán, pues sacaremos víveres de debajo de las piedras y la moral está muy bien incluso entre las mujeres, pues saben si se rindieren la muerte que les cabría.
No te quiero decir la amargura que tengo sabiendo que nuestro Luis está en poder de esa gente. Ya sabrás que el jefe me llamó por teléfono el día 23 y me dijo que si en el término de diez minutos no nos rendíamos, lo mandaba fusilar, y por si yo dudaba, le hizo venir al teléfono y hablara conmigo para convencerme de que era él. Excuso decirte, mi hijo de mi alma, me habló con voz tranquila, y yo no hice más que decirle que encomendara su alma a Dios si llegara el caso y diera un Viva España muy fuerte. Yo espero que no sean tan crueles que quieran vengarse en la persona de mi hijo, completamente inocente en esta causa, y no pase de una amenaza, pero no obstante no puedo estar confiado.
Sobre este particular me he alarmado, porque ayer en una salida que se intentó hacer para requisar víveres, la Guardia Civil tuvo la malhadada ocurrencia de detener a la familia del concejal Domingo Alonso y traerlos detenidos en rehenes. Me desagradó hasta el extremo, pues creerán que la salida fue únicamente para cogerlos como garantía, y yo no soy capaz de hacer eso, es más, me repugna y de buena gana los soltaba; aquí están bien cuidados y atendidos en lo que cabe, por lo menos igual que las familias de los Guardias. Pero me temo que esta detención haya provocado la de Carmelo y la tuya, y no lo quiero pensar siquiera. Gracias a que Dios da fuerzas para sobrellevar esta tragedia y parece como si se me hubiese embotado el sentimiento.
Esto parece un sueño, mejor dicho una pesadilla, pensando que hace 8 ó 10 días éramos una familia feliz, y hoy no sabemos los unos de los otros, e incluso ignoramos si viven. Tengo confianza en Dios y en sus manos he encomendado la solución, que os dé vida a todos y que encontréis una manera decorosa de vivir si la revolución roja triunfa, y nada digo de mí, pues yo no es posible que me salve. No puedo comprender que no os voy a ver más, me parece una cosa que no me puede pasar a mí, sino algo que he leído.
Te pido perdón, María, por mi incomprensión algunas veces, pues reconociendo que eres la mujer más buena y virtuosa, no he sabido estimar en su verdadero valor todo lo que vales, más bien a causa de mi ligereza que de otra cosa. Sin embargo, tú me perdonaste, aunque te digo solemnemente que jamás dejé de quererte y estimar tu superioridad en todos los órdenes.
De nuestros hijos qué he de decirte, si todos salís con vida de esta situación trágica procurad adaptaros a las circunstancias pero sin dejar nunca de ser religiosos y honrados, aun cuando tuviereis que ocultar lo primero. Tengo la seguridad que los chicos sabrán abrirse paso, pues son inteligentes y tan honrados que se hacen querer de todo el mundo. No sé cuál de ellos serás mejor, pero lo que se puede decir de todos es que jamás nos dieron un solo disgusto, ni asomo de ello, sini únicamente satisfacciones, tan orgullosos que estamos de ellos. De Pepe y de Miguel sigo sin saber una palabra. ¡Qué pena! De mi Luis, hijo de mi alma, después de su triunfo en las oposiciones es posible que no le sirva si la revolución vence; hijo es un verdadero santo. Pues y mi Marichu, ¡hija de mi corazón! Qué tiempos tan amargos va a tener que vivir. Ella, mi alegría y mi orgullo, tan buena y virtuosa como tú, tan guapa; no es posible que no pueda volver a verla. Al fin y al cabo acertamos en que fuera a Portugal, pues si le coge aquí todo esto, lo que hubiera sufrido. De mi Carmelo, hijo de mi vida, mi compañero inseparable, un verdadero santo que quisiera que estudiase mucho o trabajase para salir adelante, o trabajar con resolución que el hombre bueno se abre paso en todas partes.
Yo creo que nuestros hijos y tú sois tan buenos y ejemplares y formáis una familia tan completa que Dios ha dispuesto que nos reunamos en otro lugar más alto para gozar de nuestra felicidad sin que nada pueda separarnos; tengo absoluta fe en ello.
Creo que al fin y al cabo ganará este pleito el partido del orden, pues España ni puede caer bajo el mando del marxismo; somos católicos amigos de la tradición y no puede ser que todo esto desaparezca. Dios lo quiera y los que puedan verlo, que disfruten de la paz.
No sé cómo escribir, tengo los sentidos un poco embotados y en medio de tanta angustia y preocupación por vosotros, y de temor ante el porvenir, estoy bien físicamente, mejor de lo que podía figurarme; este régimen de media comida me sienta muy bien.
Adiós María, adiós Pepe, Miguel, Luis, Marichu, Carmelo, os doy un beso con toda mi alma, mi vida y mi corazón y siempre y en todo momento pienso en vosotros, que sois mi amor y mi ilusión.
Adiós. Vuestro
Pepe
He hecho comunión espiritual y me he preparado bien aunque no hay aquí sacerdote.
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