agualongo escribió:... Desde ese punto de vista, llevas razón, los nazis no eran militaristas en el sentido clásico del término, sino el suyo era un militarismo revolucionario, parecido al comunista
Pues, aunque comparto los argumentos que aportáis, llego a la misma conclusión, el nazismo defiende un modelo de estado militarista y punto. Otra cosa es, que para acceder al poder se haga por medios revolucionarios.
Supongo que, en definitiva, eran militaristas (toda la parafernalia de los actos nazis es militarista o, al menos, paramilitar) pero aborrecían a la Whermacht como organización independiente del partido nacional-socialista.
Nazismo no es sinónimo único de militarismo, es más creo que es una doctrina que usa uniformes y algo de estratégia pero igual lo puede hacer una fábrica, es buena administración....que creo que no se puede confundir con militarismo, o que se este militarisado....
Soy Militar, pero no quiero que me adjunten a una cantidad de pseudos seguidores de un estilo de vida, como lo es ser militar, para mi ser militar es un sentimiento que nace desde muy pequeño....y aunque aun sigo siendo muy pequeño seguro hasta después de mi muerte seguirá creciendo, ya que será el legado de la idiosincracia de mis hijos...mis nietos....y así hasta que el tiempo lo declare como.... ya esta.-
Última edición por Gaucho Oriental el 12 Feb 2006, 12:22, editado 1 vez en total.
Sería bueno saber quien se considera comprendido dentro del civilismo, aparte de la Guardia Civil que esta comprendida por los cuerpos de Policía, y otros que comprenden estos cuerpos que a pesar de estar militarizados, no comprenden las fuerzas militares.
Siempre desde antaño ha habido una conciencia de militarismo y civilismo, ahora donde esta la línea que hay que cruzar, los militares nacen militares o simplemente se militarizan con el paso de los años.
La verdad que en este tema es muy difícil disertar sin incurrir en la tibieza de los conceptos que podamos expresar, por ello ha de crear una cantidad de controversias que en lo muy profundo dejan de serlo para justificar el significado y la militarización de la parte civil.
Todos los renegados que han abandonado el terreno de la clase y de la guerra social para situarse en el de la guerra entre los ejércitos de los Estados y naciones, buscan su orientación histórica en las tradiciones francesas de 1792-93. Ahora bien, en un pasaje tan importante que Lenin lo recordó en 1915, Marx ponía en guardia al proletariado parisino precisamente contra esas tradiciones:
«El entusiasmo de una parte de los obreros parisinos por la «ideología nacional» (la tradición de 1792) atestigua de su parte una debilidad pequeño-burguesa, que Marx había señalado en su época y que fue uno de las causas de la derrota de la Comuna»
Las sucesivas guerras entre Francia y las coaliciones europeas que terminaron con la restauración de la monarquía absoluta representaron un estadio fundamental para la difusión del capitalismo en Europa (difusión que no fue impedida en realidad por la victoria de los ejércitos feudales, aliados a la Inglaterra archi-capitalista). En todo este periodo histórico, los revolucionarios burgueses no solo hacen una política de patriotismo y de nacionalismo extremo, sino que arrastran consigo al proletariado naciente. Ambos son empujados a esta política, así como a las ideologías que se derivan de ella, por la necesidad social de abolir los últimos vínculos feudales. Sin embargo, esto no significa que el choque militar de los Estados y de los ejércitos sustituya a la guerra civil entre las clases que se disputan el poder. El hecho determinante del desarrollo social sigue siendo la lucha entre las clases, que se enciende sucesivamente en todos los países; sin esto no podríamos explicar el desarrollo mismo de las guerras, con la generalización del militarismo moderno y su nuevo carácter de masa. Los jacobinos mismos, pese a la nueva «batalla de las Termópilas» que se libraba en las fronteras de Francia (y cuyo Leónidas, Dumoriez, no tardó en traicionar y en acabar como un traidor), no desviaron ja más el centro de su atención de la lucha interior.
De hecho la expansión del capitalismo industrial trajo consgo una nueva dimensión del militarismo al convertirse el ejército en un cliente valiosísimo de las industrias pesadas, cuya fidelidad quedaba garantizada he incrementada con las "carreras de armamento", como la que se disparo entre gran Bretaña y Alemania a comienzos del S. XX. La industria naval construía en ambas naciones buque tras buque, llevando los presupuestos del estado al límite, y de pronto la aparición del "Dreadnought" hizo que todo lo construido hasta ese momento pasara a ser un montón de chatarra, con lo que apareció un nuevo concepto: la obsolescencia anticipada, cada nuevo sistema de armas dejando inútil el existente y obligando a un nuevo programa de armamentos. Esa tendencia volvió a nacer tras la segunda guerra mundial, en la loca carrera de la guerra fría que acabó con la URSS y dejó al gobierno de EEUU endeudado hasta las cejas en tiempos de Reagan. Ahora EEUU no sólo no ha cesado en el desarrollo de nuevas y más sofisticadas armas pese a no tener un enemigo delante, sino que en nombre de la seguridad nacional el gobierno ha empezado a poner en cuestión algunos de los derechos y libertades fundamentales de su constitución. Eso supone que una sociedad civil está aplicando una política militarista no sólo en sus relaciones exteriores sino también en su gobierno interior, con el aplauso de una industria entusiasmada (y no sólo la militar: las petroleras de EEUU presionaron desde el principio para impulsar la invasión de Irak). Frente al militarismo "popular" como el coreano, el militarismo capitalista no se ha apagado, sino que sigue apretando sus tuercas.
Sobre el imperio británico se puedenvertir inacabables rios de tinta,pero creo que era un imperio volcado al servicio del capital no a la inversa.
Primero su marcha al caribe en busca del oro que no encontraron en canadá les reportó el vital monopolio en el rico y nuevo comercio del azucar, de piratas del oro que no encontraron pasaron a comerciantes.
Lo mísmo paso cuando se unieron a holanda contra Francia, el comercio de las especias quedo para Holanda pero el que a la larga triunfo,el del Té,fue un monopolio británico.
Lo vengo a decir,porque el Imperio británico,fue un imperio al servicio de los intereses comerciales(y por ende políticos) de londres,enun país que era una isla y de por sí estaba volcado al mar con su flota civil y militar,pero en ningún caso veo yo una segudilla a lo militar,que siempre fue instrumento ejecutor pero no condicionante.
Valga decir que la burocracia menos currupta de el sigloXIX, la británica, ayudada por 250000 indios(quiza me equivoque,al principio fueron menos además),80000 británicos en la india ,unos 130000 en gran bretaña y el dinero que pagaban indireectamente los indios sirvió a los ingleses para controlar el mundo y mantener la flota con un presupuesto infimo porcentualmente,no con el de hoy sino ya el de hace 50 años,por eso los ingleses tiene esos problemas de presupuestos tan graves hoy en dia para ser la sombra de lo que fueron.
Sobre los indios,tras el levantamiento de 1857/59 de los cipayos creo que merecería otro post,asi que lo dejamos para otro dia jeje.
Pienso que este imperio no fue militarista sino mercantilista y capitalista,hasta el punto de invertir en la india lo que no hacian en su país mientras alemania se centraba en su territorio.
Era incomparable con el militarismo prusiano o el turco en sus tiempos.
El estatus privilegiado de la industria de la defensa en los Estados Unidos refleja la fortaleza del complejo militar industrial. Por mucho tiempo los teóricos marxistas estudiaron el imperialismo sobre todo desde la perspectiva de la economía. Hoy la situación exige que se analice al imperio norteamericano desde un punto de vista político-militar
Tariq Alí (“¿Qué imperialismo?”, 2003)
En las ciencias sociales, y en particular dentro de la tradición marxista, han sido clásicas las reflexiones de Karl von Clausewitz sobre la guerra y su articulación con la política. Según el estratega prusiano: “Vemos, por lo tanto, que la guerra no es simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de la actividad política, una realización de la misma por otros medios”.
Esta concepción hoy clásica de la guerra atrajo particularmente la atención de Lenin, quien se esforzó por indagar la relación del sistema capitalista con los conflictos bélicos. Lo hizo justamente en 1915, durante la primera guerra mundial.
Prolongando su relectura-reescritura de la Ciencia de la Lógica de Hegel, Lenin decide estudiar al detalle la obra de Clausewitz. En ella el líder bolchevique encuentra una concepción no mecanicista ni economicista de los conflictos bélicos, según la cual la guerra es una totalidad orgánica que a su vez constituye una parte de la unidad contradictoria mayor: la política. De allí que la guerra mundial no sea, en la óptica del fundador de la Internacional Comunista, la interrupción entre dos períodos de paz, sino la continuación de la política y de los intereses clasistas del imperialismo por otros medios.
La resistencia mundial contra “la mano” y “el puño” del imperialismo
Yo, como portugués, estoy profundamente agradecido a la revolución cubana y no me cabe la menor duda de que Cuba es un ejemplo para todo el mundo. Un ejemplo de que es posible resistir el avance del sistema capitalista y su globalización e incluso al poder militar más poderoso de la toda la historia, porque la “mano invisible” de la globalización no es la de Adam Smith sino la fuerza militar de los Estados Unidos y en forma subsidiaria de la OTAN . La revolución cubana demuestra que la política neoliberal no es fatal ni ineluctable. Yo tengo plena confianza en que la revolución cubana no bajará los brazos y continuará resistiendo.
General Vasco Gonçalves (Entrevista de Néstor Kohan, septiembre de 2004)