El Bombardeo Estrategico
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El Bombardeo Estrategico
"Bombardearemos Alemania de día y de noche en forma siempre creciente, dejando caer sobre ellos una carga de bombas más pesada cada vez, haciendo degustar y tragar al pueblo alemán todos los meses, una fuerte dosis de las miserias que ellos han esparcido sobre la humanidad". Winston Churchill.
La 1ª Guerra Mundial indujo a los altos mandos militares a considerar las ventajas de las nuevas maquinas voladoras en las acciones de guerra terrestres y marítimas. La primera y la mas evidente era la tarea de reconocimiento, puesto que los aviadores podian alcanzar con la vista distancias superiores que la caballería o los oficiales de estado mayor que observaban el campo de batalla desde la cima de una colina, a partir de aqui se producen dos revelaciones como la consecuencia del reconocimiento aéreo:
- Si bien era interesante y ventajoso conseguir información de los movimientos de tropas enemigas, no era deseable que el enemigo usara el mismo metodo de reconocimiento aéreo por lo cual surge la aviación de caza para contrarrestar el reconocimiento aéreo.
-Si las aeronaves podían cruzar las lineas enemigas y observar los movimientos de tropas, fortificaciones, atrincheramientos y retaguardia también, se podia dejar caer explosivos sobre dichos emplazamientos, así surgió la práctica del bombardeo.
El bombardeo tuvo desde su comienzo dos aplicaciones distintas: la táctica y la estratégica.
El bombardeo táctico consiste en realizar ataques sobre las fuerzas inmediatas al campo de batalla y que toman parte directa en la lucha y el bombardeo estratégico consiste en que los ataques se realizan sobre las bases de aprovisionamiento o zonas en las que el enemigo obtiene su potencia militar.
La idea del bombardeo estratégico implicaba vuelos mas largos que el bombardeo táctico, a finales de 1914 la British Royal Naval Air Service realizó una serie de ataques dirigidos contra los hangares de los Zeppelin en lugares como Colonia o Duseldorf. Del mismo modo los alemanes atacaron Dover y Erith. Estos modestos comienzos iniciaron una carrera en el desarrollo de las tecnicas de bombardeo por ambos bandos, los alemanes consiguieron una considerable ventaja y en enero de 1915 comenzaron la primera ofensiva aérea estratégica sistemática y continua de la historia. Durante la guerra estos primitivos bombardeos aéreos tiraron cerca de 200 toneladas de bombas que mataron alrededor de 550 personas, el ataque comenzó sobre Yarmouth en la noche del 19 al 20 de enero de 1915 y alcanzaron Londres en la noche del 31 de mayo al 1 de junio del mismo año.
Aunque estos ataques no afectaban al curso de la guerra producian un efecto psicológico sobre la población pero al mismo tiempo avivaba el instinto defensivo y ya en 1916 los Zeppelines eran blancos faciles para los aviones de caza y las baterias antiaéreas, a principios de 1917 y debido a las grandes perdidas en Zeppelines por parte de los alemanes, estos crearon sus fuerzas de bombardeo de largo alcance equipadas con aparatos Gotha, el primer bombardero pesado de la historia de la aviación.
Los ataques con Gothas empezaron en abril de 1917 y el 13 de junio del mismo año ocurrió lo impensable, 14 Gothas sobre Londres y a plena luz del dia dejaron caer 118 bombas causando la muerte de 160 personas, 100 cazas británicos trataron de rechazar el ataque sin causar ni un derribo, habia que tomar medidas y pronto, si 14 bombarderos a pleno luz del día llegaban hasta Londres y volvian a sus bases intactos ¿que depararía el futuro?.
El gobierno británico llamó al general Jan Smuts , este vió la nueva capacidad del arma aérea y recomendó la creación de un Estado Mayor del Aire que estuvieran bajo el mando de personal especializado, las operaciones aéreas requerian estudio y direcciones especiales que no fueran la prolongacion de los metodos militares tradicionales, también recomendó la creación de una fuerza de bombardeo, estas recomendaciones se aceptaron de inmediato y para octubre de 1917 ya se disponía de una escuadrilla de largo alcance en Ochey y el 1 de abril de 1918 se constituyó la primera arma aérea independiente del mundo, la RAF.
Finalizada la guerra , Sir Hugh Trenchard que fue durante diez años jefe del Estado Mayor del Aire y mas tarde el genio director de la RAF, adoptó las medidas del general Smuts y proclamó que en la guerra aérea la mayor defensa es el contraataque, estableció que el efecto moral de los bombardeos demostraría ser superior al físico y que el camino hacia la victoria no sería otro que el de una ofensiva aérea contra los centros vitales del enemigo, una ofensiva mayor que la que el enemigo pudiera ejercer contra los centros vitales propios. Según Trenchard no habia defensa directa eficaz contra los bombardeos así que las fuerzas aéreas debian dedicarse a la creación de secciones de bombarderos, los cazas solo servian para impresionar a los politicos y a la población civil.
Trenchard no consiguió crear esas secciones de bombarderos pero pudo conseguir que la RAF siguiera manteniendo la idea de la ofensiva estraégica aérea.
Mientras tanto en Alemania la idea del bombardeo estratégico declinó hacia el bombardeo táctico, la experiencia adquirida por la Luftwaffe en la Guerra Civil Española les hizo llegar a la conclusión de que la aviación era mas efectiva en el apoyo directo del ejercito en el campo de batalla, lo cual coincidía con el pensamiento alemán de la victoria basada en la fuerza militar del ejercito de tierra.
El general Wever que fue el primer Jefe de Estado Mayor de la Luftwaffe era un firme defensor de la construcción de bombarderos pesados de largo alcance y del bombardeo estratégico pero murió en Dresde en un accidente de aviación en 1936, lo que ocasionó que al estallar la guerra los alemanes no tenian ningún plan sistemático para iniciar una ofensiva estratégica efectiva contra Gran Bretaña.
Uno de los personajes que mas influyó en la idea del poderío aéreo fue un general italiano, Giulio Douhet, el general Douhet creía que las guerras del futuro vendrian determinadas solamente por la potencia aérea, creía que las operaciones navales y terrestres quedarian relegadas a segundo plano incluso que no serian necesarias.La campaña decisiva sería la ofensiva aérea de largo alcance que, asestando golpes masivos sobre el territorio enemigo, reduciria sus ciudades llevando a su pueblo a la desaparición y a su gobierno a la capitulación,Douhet como Trenchard creian que el punto decisivo de la acción contra el enemigo debia ser dirigido contra la población misma y como instrumento de esta ofensiva aérea,Douhet pensó en un bombardero acorazado o con suficiente capacidad de autodefensa como para abrirse camino a la fuerza hacia su objetivo, una nueva generación de bombarderos pesados entraba en la historia.
La situación en el momento en que la guerra se aproximaba no era muy positiva desde el punto de vista de británico y francés, aún a pesar de sus programas de rearme el motivo era que los alemanes serían quienes escogerían el momento de comenzar las hostilidades y además con una superioridad militar envidiable, la solución ante este problema pasaba por las doctrinas de Smuts, Trenchard y Douhet, la creación de una fuerza de bombardeo considerable para contraatacar y en 1936 se crea el Mando de Bombardeo, equipados con Wellingtons, Whitleys y Hampdens si bien no estaban perfeccionados y equipados adecuadamente , ni su número era tan importante como para contener una ofensiva de bombardeo seria. Así que aunque el Estado Mayor del Aire esperaba la entrega de los nuevos bombarderos de cuatro motores se vieron obligados, una vez empezada la guerra a depender de la defensa aérea y fue Sir Thomas Inskip, ministro para la Coordinación de la Defensa quien en 1937 y 1938 dió prioridad al Mando de Caza antes que al Mando de Bombardeo, prioridad que resultó milagrosa para la resistencia de Inglaterra ante el ataque de la Luftwaffe, dando lugar a la creación de la defensa antiaérea mas adelantada de la época en detrimento de una potente fuerza de bombardeo.
Tras la Batalla de Inglaterra, el Estado Mayor del Aire se dedicó a desarrollar una serie de planes de bombardeo conocidos como Planes Aéreos Occidentales con los que esperaban el momento de iniciar una ofensiva aérea estratégica contra Alemania. Todo debido al ataque contra las ciudades inglesas por parte de la Luftwaffe , ciudades como Porsmouth, Shefield, Glasgow, Bristol, Plymouth y Coventry son atacadas y en Coventry ,donde el centro de la ciudad es literalmente arrasada es donde el pueblo ingles proclama venganza.
Estos Planes incluian el ataque de la industria petrolifera sintética alemana, los sistemas de transporte alemán, las fuentes de energia y la intención de minar la moral del pueblo, existian otras variaciones con las que el Mando de Bombardeo podia contribuir al esfuerzo bélico contra la flota alemana y los sistemas de comunicación alemanes de los campos de batalla de Francia.
Al principio de la guerra el Mando de Bombardeo fue encargado de la misión de bombardear con propaganda a la población alemana, se trataba de no provocar a Hitler para que no lanzara una ofensiva de bombardeo contra las ciudades inglesas, por lo cual se decidió el ataque a la flota alemana, ataques limitados y legitimos al tratarse de objetivos militares y no causaban daños a la población civil, esta doctrina de evitar daños a los civiles desaparecerá en la noche del 24 al 25 de agosto de 1940 cuando el centro de Londres recibió el ataque de la Luftwaffe, los escrupulos británicos sobre bombardear ciudades desaparecieron por completo cuando en sucesivos ataques varias ciudades inglesas recibieron sucesivos bombardeos.
Durante las ultimas tres semanas de 1941 y las tres primeras semanas de 1942 el Mando de Bombardeo dedicó sus esfuerzos a atacar la flota alemana anclada en Brest, esfuerzos vanos tras la épica salida del Scharnhorst y el Gneisenau por el Canal de La Mancha.Tras este fracaso se imponia una ofensiva aérea mas intensa contra Alemania.
En 1942 el general Arthur Harris fué ascendido a Mariscal del Aire y estuvo a cargo del Mando de Bombardeo, un Mando de Bombardeo que tras dos años de guerra habia fracasado en su intento de minar la moral alemana, el 14 de febrero de 1942 se impartieron nuevas directrices concernientes a los objetivos de bombardeo, concretamente se especificaba que los objetivos de la ofensiva irian dirigidas contra la moral de la población civil,especialmente la de los obreros industriales, también se incluyeron las fábricas de goma sintética y plantas de obtención de petroleo y de electricidad, que exigían una alta precisión y con el nuevo sistema Gee y los nuevos bombarderos Lancaster,Halifax y Stirling se esperaba alcanzar esos objetivos estratégicos, por si acaso si el sistema Gee no era el esperado,el jefe del Estado Mayor del Aire puso una nota en las nuevas directrices señalando que en el ataque a ciudades, los blancos debian de ser zonas edificadas y no las zonas portuarias o las fábricas de aviones.
El 30 de marzo de 1942 lord Cherwell envió una nota al primer ministro en la que afirmaba que tras el analisis de los ataques alemanes sobre las ciudades británicas , cada tonelada de bombas dejaba sin hogar entre 100 y 200 personas, se estimaba que el promedio operativo de cada bombardero seria de 14 raids en las que se podian arrojar 40 toneladas de bombas y dejar sin hogar entre 4.000 y 8.000 personas. En 1938 22 millones de alemanes vivian en 58 ciudades de poblaciones superiores a 100.000 personas, en 1943 se esperaba que el Mando de Bombardeo dispusiera de unos 10.000 bombarderos pesados, con la mitad de capacidad de bombardeo de esos bombarderos se podria conseguir quebrantar la moral y el espíritu del pueblo alemán. La tormenta de fuego había comenzado y Lubeck fue la primera ciudad en probar la nueva directriz del Mando de Bombardeo. Era terrible pero hasta donde llegaba el Mando de Bombardeo y durante los tres años siguientes este era el unico metodo que tenian de alcanzar objetivos estratégicos, puesto que se trataba de bombardear una amplia zona en la que no olvidemos se encontraban los centros de produccion de la industria bélica alemana.
Con la llegada de los americanos se abrian nuevas espectativas de bombardeo, el mando británico abogaba por los bombardeos nocturnos pero el mando americano estaba decidido a montar su ofensiva a plena luz del día y su idea original era la de ataques precisos en puntos clave de la economía alemana pero debido a las perdidas sufridas en sus primeras misiones adoptaron la idea de bombardeo por zonas, si ya la noche presagiaba oscuros destinos a las ciudades alemanas, de día los americanos con sus B-17 y B-24 prolongarian el sufrimiento de la población civil.
Dresde, Hamburgo, Berlin, Lubeck, Frankfurt y un largo etcetera sufrieron con sus habitantes la táctica del bombardeo por zonas, pero ¿hasta que punto era justificable el ataque a las ciudades alemanas?.
Lo primero es enjuiciar el bombardeo en su verdadero contexto histórico y no histérico, fué Alemania la potencia agresora, la nación que llevo a Europa a una guerra ,cuando el 25 de agosto de 1940 cayeron bombas sobre Londres pocos ingleses por no decir ninguno hubieran puesto impedimentos morales por arrasar las ciudades alemanas, la cuestión es que si Gran Bretaña no hubiera tenido un Mando de Bombardeo no hubiera podido realizar una serie de contraataques que levantaran la moral de su población civil, tras Dunkerke se hubiera visto en una situación en la que no tendria medios para hacer sentir la guerra a los alemanes, lo cual habria que preguntarse hasta que punto duraria la moral británica sin ocasionar ataques contra el III Reich.
Todas las operaciones aéreas realizadas sobre la Europa ocupada y Alemania estan catalogadas como objetivos estratégicos, las campañas contra los puntos clave de la economía alemana, principalmente las fábricas aeronauticas, los ferrocarriles, el petróleo y los centros de aprovisionamiento eran objetivos selectivos, objetivos que estaban frecuentemente emplazados en las ciudades por lo que los ataques estaban dirigidos a objetivos militares no al pueblo alemán pero en los ataques por zonas cuyo objetivo era el centro de la ciudad y cuya directriz no lo olvidemos era la de "los blancos debian de ser zonas edificadas y no las zonas portuarias o las fábricas de aviones." eso eran ataques directos al pueblo,se trataba de conseguir la dislocación general de la ciudad atacada, dejar a sus habitantes sin hogar, sin servicios públicos y provocar el colapso de la economía alemana que a su vez podria catalogarse de conseguir un fin estratégico pero la falta del dominio del espacio aéreo alemán hasta 1945 y las teorias de Smuts, Trenchard y Douhet resultaron un fracaso puesto que se trataba de minar la moral del pueblo, moral que gracias a su estoicismo, lealtad y capacidad de sacrificio pudo sobreponerse aún bajo la tormenta de fuego lanzada por los Aliados.
La 1ª Guerra Mundial indujo a los altos mandos militares a considerar las ventajas de las nuevas maquinas voladoras en las acciones de guerra terrestres y marítimas. La primera y la mas evidente era la tarea de reconocimiento, puesto que los aviadores podian alcanzar con la vista distancias superiores que la caballería o los oficiales de estado mayor que observaban el campo de batalla desde la cima de una colina, a partir de aqui se producen dos revelaciones como la consecuencia del reconocimiento aéreo:
- Si bien era interesante y ventajoso conseguir información de los movimientos de tropas enemigas, no era deseable que el enemigo usara el mismo metodo de reconocimiento aéreo por lo cual surge la aviación de caza para contrarrestar el reconocimiento aéreo.
-Si las aeronaves podían cruzar las lineas enemigas y observar los movimientos de tropas, fortificaciones, atrincheramientos y retaguardia también, se podia dejar caer explosivos sobre dichos emplazamientos, así surgió la práctica del bombardeo.
El bombardeo tuvo desde su comienzo dos aplicaciones distintas: la táctica y la estratégica.
El bombardeo táctico consiste en realizar ataques sobre las fuerzas inmediatas al campo de batalla y que toman parte directa en la lucha y el bombardeo estratégico consiste en que los ataques se realizan sobre las bases de aprovisionamiento o zonas en las que el enemigo obtiene su potencia militar.
La idea del bombardeo estratégico implicaba vuelos mas largos que el bombardeo táctico, a finales de 1914 la British Royal Naval Air Service realizó una serie de ataques dirigidos contra los hangares de los Zeppelin en lugares como Colonia o Duseldorf. Del mismo modo los alemanes atacaron Dover y Erith. Estos modestos comienzos iniciaron una carrera en el desarrollo de las tecnicas de bombardeo por ambos bandos, los alemanes consiguieron una considerable ventaja y en enero de 1915 comenzaron la primera ofensiva aérea estratégica sistemática y continua de la historia. Durante la guerra estos primitivos bombardeos aéreos tiraron cerca de 200 toneladas de bombas que mataron alrededor de 550 personas, el ataque comenzó sobre Yarmouth en la noche del 19 al 20 de enero de 1915 y alcanzaron Londres en la noche del 31 de mayo al 1 de junio del mismo año.
Aunque estos ataques no afectaban al curso de la guerra producian un efecto psicológico sobre la población pero al mismo tiempo avivaba el instinto defensivo y ya en 1916 los Zeppelines eran blancos faciles para los aviones de caza y las baterias antiaéreas, a principios de 1917 y debido a las grandes perdidas en Zeppelines por parte de los alemanes, estos crearon sus fuerzas de bombardeo de largo alcance equipadas con aparatos Gotha, el primer bombardero pesado de la historia de la aviación.
Los ataques con Gothas empezaron en abril de 1917 y el 13 de junio del mismo año ocurrió lo impensable, 14 Gothas sobre Londres y a plena luz del dia dejaron caer 118 bombas causando la muerte de 160 personas, 100 cazas británicos trataron de rechazar el ataque sin causar ni un derribo, habia que tomar medidas y pronto, si 14 bombarderos a pleno luz del día llegaban hasta Londres y volvian a sus bases intactos ¿que depararía el futuro?.
El gobierno británico llamó al general Jan Smuts , este vió la nueva capacidad del arma aérea y recomendó la creación de un Estado Mayor del Aire que estuvieran bajo el mando de personal especializado, las operaciones aéreas requerian estudio y direcciones especiales que no fueran la prolongacion de los metodos militares tradicionales, también recomendó la creación de una fuerza de bombardeo, estas recomendaciones se aceptaron de inmediato y para octubre de 1917 ya se disponía de una escuadrilla de largo alcance en Ochey y el 1 de abril de 1918 se constituyó la primera arma aérea independiente del mundo, la RAF.
Finalizada la guerra , Sir Hugh Trenchard que fue durante diez años jefe del Estado Mayor del Aire y mas tarde el genio director de la RAF, adoptó las medidas del general Smuts y proclamó que en la guerra aérea la mayor defensa es el contraataque, estableció que el efecto moral de los bombardeos demostraría ser superior al físico y que el camino hacia la victoria no sería otro que el de una ofensiva aérea contra los centros vitales del enemigo, una ofensiva mayor que la que el enemigo pudiera ejercer contra los centros vitales propios. Según Trenchard no habia defensa directa eficaz contra los bombardeos así que las fuerzas aéreas debian dedicarse a la creación de secciones de bombarderos, los cazas solo servian para impresionar a los politicos y a la población civil.
Trenchard no consiguió crear esas secciones de bombarderos pero pudo conseguir que la RAF siguiera manteniendo la idea de la ofensiva estraégica aérea.
Mientras tanto en Alemania la idea del bombardeo estratégico declinó hacia el bombardeo táctico, la experiencia adquirida por la Luftwaffe en la Guerra Civil Española les hizo llegar a la conclusión de que la aviación era mas efectiva en el apoyo directo del ejercito en el campo de batalla, lo cual coincidía con el pensamiento alemán de la victoria basada en la fuerza militar del ejercito de tierra.
El general Wever que fue el primer Jefe de Estado Mayor de la Luftwaffe era un firme defensor de la construcción de bombarderos pesados de largo alcance y del bombardeo estratégico pero murió en Dresde en un accidente de aviación en 1936, lo que ocasionó que al estallar la guerra los alemanes no tenian ningún plan sistemático para iniciar una ofensiva estratégica efectiva contra Gran Bretaña.
Uno de los personajes que mas influyó en la idea del poderío aéreo fue un general italiano, Giulio Douhet, el general Douhet creía que las guerras del futuro vendrian determinadas solamente por la potencia aérea, creía que las operaciones navales y terrestres quedarian relegadas a segundo plano incluso que no serian necesarias.La campaña decisiva sería la ofensiva aérea de largo alcance que, asestando golpes masivos sobre el territorio enemigo, reduciria sus ciudades llevando a su pueblo a la desaparición y a su gobierno a la capitulación,Douhet como Trenchard creian que el punto decisivo de la acción contra el enemigo debia ser dirigido contra la población misma y como instrumento de esta ofensiva aérea,Douhet pensó en un bombardero acorazado o con suficiente capacidad de autodefensa como para abrirse camino a la fuerza hacia su objetivo, una nueva generación de bombarderos pesados entraba en la historia.
La situación en el momento en que la guerra se aproximaba no era muy positiva desde el punto de vista de británico y francés, aún a pesar de sus programas de rearme el motivo era que los alemanes serían quienes escogerían el momento de comenzar las hostilidades y además con una superioridad militar envidiable, la solución ante este problema pasaba por las doctrinas de Smuts, Trenchard y Douhet, la creación de una fuerza de bombardeo considerable para contraatacar y en 1936 se crea el Mando de Bombardeo, equipados con Wellingtons, Whitleys y Hampdens si bien no estaban perfeccionados y equipados adecuadamente , ni su número era tan importante como para contener una ofensiva de bombardeo seria. Así que aunque el Estado Mayor del Aire esperaba la entrega de los nuevos bombarderos de cuatro motores se vieron obligados, una vez empezada la guerra a depender de la defensa aérea y fue Sir Thomas Inskip, ministro para la Coordinación de la Defensa quien en 1937 y 1938 dió prioridad al Mando de Caza antes que al Mando de Bombardeo, prioridad que resultó milagrosa para la resistencia de Inglaterra ante el ataque de la Luftwaffe, dando lugar a la creación de la defensa antiaérea mas adelantada de la época en detrimento de una potente fuerza de bombardeo.
Tras la Batalla de Inglaterra, el Estado Mayor del Aire se dedicó a desarrollar una serie de planes de bombardeo conocidos como Planes Aéreos Occidentales con los que esperaban el momento de iniciar una ofensiva aérea estratégica contra Alemania. Todo debido al ataque contra las ciudades inglesas por parte de la Luftwaffe , ciudades como Porsmouth, Shefield, Glasgow, Bristol, Plymouth y Coventry son atacadas y en Coventry ,donde el centro de la ciudad es literalmente arrasada es donde el pueblo ingles proclama venganza.
Estos Planes incluian el ataque de la industria petrolifera sintética alemana, los sistemas de transporte alemán, las fuentes de energia y la intención de minar la moral del pueblo, existian otras variaciones con las que el Mando de Bombardeo podia contribuir al esfuerzo bélico contra la flota alemana y los sistemas de comunicación alemanes de los campos de batalla de Francia.
Al principio de la guerra el Mando de Bombardeo fue encargado de la misión de bombardear con propaganda a la población alemana, se trataba de no provocar a Hitler para que no lanzara una ofensiva de bombardeo contra las ciudades inglesas, por lo cual se decidió el ataque a la flota alemana, ataques limitados y legitimos al tratarse de objetivos militares y no causaban daños a la población civil, esta doctrina de evitar daños a los civiles desaparecerá en la noche del 24 al 25 de agosto de 1940 cuando el centro de Londres recibió el ataque de la Luftwaffe, los escrupulos británicos sobre bombardear ciudades desaparecieron por completo cuando en sucesivos ataques varias ciudades inglesas recibieron sucesivos bombardeos.
Durante las ultimas tres semanas de 1941 y las tres primeras semanas de 1942 el Mando de Bombardeo dedicó sus esfuerzos a atacar la flota alemana anclada en Brest, esfuerzos vanos tras la épica salida del Scharnhorst y el Gneisenau por el Canal de La Mancha.Tras este fracaso se imponia una ofensiva aérea mas intensa contra Alemania.
En 1942 el general Arthur Harris fué ascendido a Mariscal del Aire y estuvo a cargo del Mando de Bombardeo, un Mando de Bombardeo que tras dos años de guerra habia fracasado en su intento de minar la moral alemana, el 14 de febrero de 1942 se impartieron nuevas directrices concernientes a los objetivos de bombardeo, concretamente se especificaba que los objetivos de la ofensiva irian dirigidas contra la moral de la población civil,especialmente la de los obreros industriales, también se incluyeron las fábricas de goma sintética y plantas de obtención de petroleo y de electricidad, que exigían una alta precisión y con el nuevo sistema Gee y los nuevos bombarderos Lancaster,Halifax y Stirling se esperaba alcanzar esos objetivos estratégicos, por si acaso si el sistema Gee no era el esperado,el jefe del Estado Mayor del Aire puso una nota en las nuevas directrices señalando que en el ataque a ciudades, los blancos debian de ser zonas edificadas y no las zonas portuarias o las fábricas de aviones.
El 30 de marzo de 1942 lord Cherwell envió una nota al primer ministro en la que afirmaba que tras el analisis de los ataques alemanes sobre las ciudades británicas , cada tonelada de bombas dejaba sin hogar entre 100 y 200 personas, se estimaba que el promedio operativo de cada bombardero seria de 14 raids en las que se podian arrojar 40 toneladas de bombas y dejar sin hogar entre 4.000 y 8.000 personas. En 1938 22 millones de alemanes vivian en 58 ciudades de poblaciones superiores a 100.000 personas, en 1943 se esperaba que el Mando de Bombardeo dispusiera de unos 10.000 bombarderos pesados, con la mitad de capacidad de bombardeo de esos bombarderos se podria conseguir quebrantar la moral y el espíritu del pueblo alemán. La tormenta de fuego había comenzado y Lubeck fue la primera ciudad en probar la nueva directriz del Mando de Bombardeo. Era terrible pero hasta donde llegaba el Mando de Bombardeo y durante los tres años siguientes este era el unico metodo que tenian de alcanzar objetivos estratégicos, puesto que se trataba de bombardear una amplia zona en la que no olvidemos se encontraban los centros de produccion de la industria bélica alemana.
Con la llegada de los americanos se abrian nuevas espectativas de bombardeo, el mando británico abogaba por los bombardeos nocturnos pero el mando americano estaba decidido a montar su ofensiva a plena luz del día y su idea original era la de ataques precisos en puntos clave de la economía alemana pero debido a las perdidas sufridas en sus primeras misiones adoptaron la idea de bombardeo por zonas, si ya la noche presagiaba oscuros destinos a las ciudades alemanas, de día los americanos con sus B-17 y B-24 prolongarian el sufrimiento de la población civil.
Dresde, Hamburgo, Berlin, Lubeck, Frankfurt y un largo etcetera sufrieron con sus habitantes la táctica del bombardeo por zonas, pero ¿hasta que punto era justificable el ataque a las ciudades alemanas?.
Lo primero es enjuiciar el bombardeo en su verdadero contexto histórico y no histérico, fué Alemania la potencia agresora, la nación que llevo a Europa a una guerra ,cuando el 25 de agosto de 1940 cayeron bombas sobre Londres pocos ingleses por no decir ninguno hubieran puesto impedimentos morales por arrasar las ciudades alemanas, la cuestión es que si Gran Bretaña no hubiera tenido un Mando de Bombardeo no hubiera podido realizar una serie de contraataques que levantaran la moral de su población civil, tras Dunkerke se hubiera visto en una situación en la que no tendria medios para hacer sentir la guerra a los alemanes, lo cual habria que preguntarse hasta que punto duraria la moral británica sin ocasionar ataques contra el III Reich.
Todas las operaciones aéreas realizadas sobre la Europa ocupada y Alemania estan catalogadas como objetivos estratégicos, las campañas contra los puntos clave de la economía alemana, principalmente las fábricas aeronauticas, los ferrocarriles, el petróleo y los centros de aprovisionamiento eran objetivos selectivos, objetivos que estaban frecuentemente emplazados en las ciudades por lo que los ataques estaban dirigidos a objetivos militares no al pueblo alemán pero en los ataques por zonas cuyo objetivo era el centro de la ciudad y cuya directriz no lo olvidemos era la de "los blancos debian de ser zonas edificadas y no las zonas portuarias o las fábricas de aviones." eso eran ataques directos al pueblo,se trataba de conseguir la dislocación general de la ciudad atacada, dejar a sus habitantes sin hogar, sin servicios públicos y provocar el colapso de la economía alemana que a su vez podria catalogarse de conseguir un fin estratégico pero la falta del dominio del espacio aéreo alemán hasta 1945 y las teorias de Smuts, Trenchard y Douhet resultaron un fracaso puesto que se trataba de minar la moral del pueblo, moral que gracias a su estoicismo, lealtad y capacidad de sacrificio pudo sobreponerse aún bajo la tormenta de fuego lanzada por los Aliados.
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- General de División
- Mensajes: 7373
- Registrado: 21 Ago 2004, 12:50
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Speer consideraba que el fracaso no se debió a las técnicas de bombardeo en sí sino a la falta de perseverancia del mando aliado. En el caso del bombardeo de zona, los ataques sobre Hamburgo de 1943 dejaron la moral de la población hundida, pero acto seguido Harris se obsesionó con Berlín y dejó de atacar las ciudades de la Alemania occidental. Dado que Berlín era un blanco demasiado grande, mejor defendido y a mucha mayor distancia, no fue posible repetir el éxito sobre la capital, y dado que se dejó un respiro a las poblaciones industriales, la gente se rehizo. Eso pasó una y otra vez. En cuanto al bombardeo estratégico real, el que atacaba los puntos flacos del enemigo, igualmente falló por dispersión. Los americanos lograron ver un punto débil en el sistema industrial alemán y bombardearon en varias ocasiones los centros de producción de rodamientos, para luego pasar a otros blancos. Según Speer, de haberse centrado y machacado durante un mes o dos más sobre ese objetivo el ejército alemán hubieraperdido la guerra en la primavera de 1944 porque sin rodamientos no se puede hacer funcionar nada, pero le dieron tiempo de reconstruir las instalaciones y poner en marcha de nuevo la producción en apenas unas semanas salvando el mal paso con las reservas de los talleres de reparación y usando apños, sistemas de deslizamiento sin rodamientos.
En cuanto al factor "justicia", como mínimo me resulta difícil sentir lástima por la población alemana, ya que esas gentes que tanto se lamentaron cuando el cielo se abrió sobre ellos, habían aplaudido felices cuando sus aviones arrasaron Varsovia, Belgrado, Coventry, Stalingrado…¿Qué a ellos les cayeron más bombas? porque los aliados dirigieron mejor su industria aeronáutica, no porque la Luftwaffe hubiera pensado jamás en términos humanitarios. El pueblo alemán recogió lo que sembraron sus preclaros dirigentes: ni más ni menos.
Sobre el tema de la represalia como facto defensivo, esa era la obsesión de Hitler, como se puede ver en los diarios de Speer y Goebbels, y en las anotaciones de las conversaciones del cuartel general, y es una idea errónea: la mejor manera de prevenir los bombardeos era repeliéndolos con toda la fuerza posible; una fuerza de bombardeos que sufre unas pérdidas del 10-15% de sus aviones ha perdido la batalla, ya que ese nivel de desgatse es insostenible. Se vio en Inglaterra en 1940 y se vio sobre Alemania una y otra vez: cada vez que los cazas y la DA lograban causar suficientes bajas los ataques se paralizaban o se buscaban blancos más "blandos"
Lo curioso es que esa lección se la dio el mando de cazas a la LW en la batalla de Inglaterra, pero el mando de bombardeo hizo caso omiso.
En cuanto al factor "justicia", como mínimo me resulta difícil sentir lástima por la población alemana, ya que esas gentes que tanto se lamentaron cuando el cielo se abrió sobre ellos, habían aplaudido felices cuando sus aviones arrasaron Varsovia, Belgrado, Coventry, Stalingrado…¿Qué a ellos les cayeron más bombas? porque los aliados dirigieron mejor su industria aeronáutica, no porque la Luftwaffe hubiera pensado jamás en términos humanitarios. El pueblo alemán recogió lo que sembraron sus preclaros dirigentes: ni más ni menos.
Sobre el tema de la represalia como facto defensivo, esa era la obsesión de Hitler, como se puede ver en los diarios de Speer y Goebbels, y en las anotaciones de las conversaciones del cuartel general, y es una idea errónea: la mejor manera de prevenir los bombardeos era repeliéndolos con toda la fuerza posible; una fuerza de bombardeos que sufre unas pérdidas del 10-15% de sus aviones ha perdido la batalla, ya que ese nivel de desgatse es insostenible. Se vio en Inglaterra en 1940 y se vio sobre Alemania una y otra vez: cada vez que los cazas y la DA lograban causar suficientes bajas los ataques se paralizaban o se buscaban blancos más "blandos"
Lo curioso es que esa lección se la dio el mando de cazas a la LW en la batalla de Inglaterra, pero el mando de bombardeo hizo caso omiso.
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- Cabo Primero
- Mensajes: 157
- Registrado: 21 Mar 2003, 18:58
Speer también destaca las operaciones "quirúrgicas" como el ataque a las presas, la destrucción del agua pesada, etc, y lamentaba que la Luftwaffe no hubiera planeado acciones similares, ya que era precisamente de lo poco que podía hacer Alemania en cuestión de bombardeo estratégico, ya que numéricamente no tenían opción. Creo que por interés suyo se llegaron a desarrollar planes de ataque a importantes centrales energéticas rusas que podrían haber paralizado la industria soviética, pero nunca fueron llevados a cabo.
Un saludo.
Un saludo.
Amor es rey tan grande...
- Von Kleist
- General de Cuerpo de Ejército
- Mensajes: 8241
- Registrado: 18 Dic 2003, 20:01
.provocar el colapso de la economía alemana que a su vez podria catalogarse de conseguir un fin estratégico pero la falta del dominio del espacio aéreo alemán hasta 1945 y las teorias de Smuts, Trenchard y Douhet resultaron un fracaso puesto que se trataba de minar la moral del pueblo, moral que gracias a su estoicismo, lealtad y capacidad de sacrificio pudo sobreponerse aún bajo la tormenta de fuego lanzada por los Aliados
Buenas
En realidad, las teoria de Douhet y otros tuvieron un impacto desmedido en la mentalidad de los planificadores militares en los años de entreguerras. La visión de ciudades arrasadas por las bombas de los aviones resultó muy impactante para los Estado Mayores, aunque se tratara de una estimación carente de base empírica. Lo raro es que tras las experiencias de Madrid entre 1936-39, Londres en 1940 o Alemania a partir de 1942, en una fecha como 1944 Harris y sus acólitos aun siguieran creyendo en el bombardeo "de area".
Mucho mas eficiente fue el bombardeo sobre objetivos militares seleccionados. Por ejemplo en Normandia, en los mese anteriores de 1944, el bombardeo de las lineas ferreas fue tan efectivo que los alemanes vieron reducido el tráfico de trenes hacia la zona de invasión en más de un 80%, lo cual impidió que la Werhmacht trasldara refuerzos rápidamente en las cruciales primeras jornadas de invasión. Eso o la estrangulación de la produccion alemana de combustible sintético fueron auténticos logros del bombardeo estratégico.
Saludos
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- Soldado
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La estrategia perpetrada por Bomber Harris me parece que sobrepasa incluso el crimen de guerra y puede ser considerada genocida, y no me queman los dedos, eso es puro genocidio al menos en su intención.
Por contra, cuando llegan los americanos, que esa parte parece no estar tan desarrollada en el artículo, como bien dice insisten y no dejan de lado su propuesta de ataques diurnos a objetivos concretos, áreas si se prefiere, pero siempre objetivos de guerra: zonas industriales, especialmente las dedicadas a productos armamentísticos, todo el complejo dedicado al petróleo y las comunicaciones. En última instancia, a pesar del daño que pueda provocar a una nación, esa táctica no pretende aniquilar a un pueblo sino a su esfuerzo de guerra y es desde este punto de vista legítima, y en 1944, exitosa.
Por contra, cuando llegan los americanos, que esa parte parece no estar tan desarrollada en el artículo, como bien dice insisten y no dejan de lado su propuesta de ataques diurnos a objetivos concretos, áreas si se prefiere, pero siempre objetivos de guerra: zonas industriales, especialmente las dedicadas a productos armamentísticos, todo el complejo dedicado al petróleo y las comunicaciones. En última instancia, a pesar del daño que pueda provocar a una nación, esa táctica no pretende aniquilar a un pueblo sino a su esfuerzo de guerra y es desde este punto de vista legítima, y en 1944, exitosa.
- El Templario
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La eficacia del bombardeo aliado tiene que ser medida en función del cumplimiento de sus objetivos, al margen de que fueran rentables desde el punto de vista militar. Los bombardeos aliados mataron a 650.000 personas y dejaron sin casa a 7,5 millones en Alemania, mientras que en Gran Bretaña los alemanes mataron a 30.000 hasta fines de marzo de 1941 y al final de la guerra la cifra había ascendido a 60.595. En el territorio de lo que hasta 1990 fue la República Federal de Alemania se censaron 310 millones de m3 de cascotes —400 millones en todo el antiguo territorio del III Reich—, 13,5 por habitante, y 2,84 millones de pisos destruidos (un 41% de los catastrados en el territorio en 1939), a los que hay que sumar 640.000 en la República Democrática de Alemania.
Por otra parte, según Kenneth P. Werrell, el bombardeo estratégico fue responsable de la destrucción del 20% de la producción militar alemana desde comienzos de 1944 y terminó por detener completamente la producción petrolífera. Los norteamericanos gastaron 30.000 millones de dólares en las 7.431.001 bombas (1.151.885 incendiarias) que arrojaron. Del total de millón y medio de toneladas (1.190.059 de ellas explosivas), unas 50.000 (3,3%) causaron según McFarland “algún daño”.
Preguntarse si los resultados, es decir, la eficacia de los bombardeos fueron proporcionales a los costes (desgaste en bajas, pero también inversión económica) en orden a un determinado fin es preguntar por su rentabilidad. En 1992, Beer y Karner consideraban rentables los bombardeos sobre el tercer Reich porque a causa de ellos murieron más civiles (alemanes) que soldados británicos y norteamericanos en la guerra europea. La equivalencia entre un civil “enemigo” y un soldado propio no se ve a simple vista. El USSBS aporta como muestra de rentabilidad el dato de que el bombardeo estratégico convenció al 78% de la población alemana de que la guerra había sido un error y garantizó que no habría intentos de revancha.
El que estos datos se refieran a la rentabilidad militar es puesto en duda por autores como Jörg Friedrich, quien asegura que los bombardeos permitieron al régimen nazi tomar “por segunda vez” el poder, ya que la población indefensa no tenía más opción que la de confiar en sus gobernantes: “la guerra se pudo ganar sin bombardear las ciudades alemanas. Hitler habría sido vencido de todas maneras. Fue un intento absurdo y superficial”. Parece ser, por tanto, que es éste el punto que hay que examinar con más detenimiento al estudiar este tema y el que puede dar lugar a un largo debate.
Por otra parte, según Kenneth P. Werrell, el bombardeo estratégico fue responsable de la destrucción del 20% de la producción militar alemana desde comienzos de 1944 y terminó por detener completamente la producción petrolífera. Los norteamericanos gastaron 30.000 millones de dólares en las 7.431.001 bombas (1.151.885 incendiarias) que arrojaron. Del total de millón y medio de toneladas (1.190.059 de ellas explosivas), unas 50.000 (3,3%) causaron según McFarland “algún daño”.
Preguntarse si los resultados, es decir, la eficacia de los bombardeos fueron proporcionales a los costes (desgaste en bajas, pero también inversión económica) en orden a un determinado fin es preguntar por su rentabilidad. En 1992, Beer y Karner consideraban rentables los bombardeos sobre el tercer Reich porque a causa de ellos murieron más civiles (alemanes) que soldados británicos y norteamericanos en la guerra europea. La equivalencia entre un civil “enemigo” y un soldado propio no se ve a simple vista. El USSBS aporta como muestra de rentabilidad el dato de que el bombardeo estratégico convenció al 78% de la población alemana de que la guerra había sido un error y garantizó que no habría intentos de revancha.
El que estos datos se refieran a la rentabilidad militar es puesto en duda por autores como Jörg Friedrich, quien asegura que los bombardeos permitieron al régimen nazi tomar “por segunda vez” el poder, ya que la población indefensa no tenía más opción que la de confiar en sus gobernantes: “la guerra se pudo ganar sin bombardear las ciudades alemanas. Hitler habría sido vencido de todas maneras. Fue un intento absurdo y superficial”. Parece ser, por tanto, que es éste el punto que hay que examinar con más detenimiento al estudiar este tema y el que puede dar lugar a un largo debate.
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zimisces escribió:Por contra, cuando llegan los americanos, que esa parte parece no estar tan desarrollada en el artículo, como bien dice insisten y no dejan de lado su propuesta de ataques diurnos a objetivos concretos, áreas si se prefiere, pero siempre objetivos de guerra: zonas industriales, especialmente las dedicadas a productos armamentísticos, todo el complejo dedicado al petróleo y las comunicaciones. En última instancia, a pesar del daño que pueda provocar a una nación, esa táctica no pretende aniquilar a un pueblo sino a su esfuerzo de guerra y es desde este punto de vista legítima, y en 1944, exitosa.
Una matización sobre el papel estadounidense. La tercera y cuartas oleadas de bombardeo sobre Dresde (las dos primeras, formadas por 250 y 529 bombarderos pesados británicos, efectuadas durante la noche del 13-II-1945), que tuvieron lugar el mediodía del 14 de febrero y el 15 de febrero por parte de varias formaciones (300, el 14) de bombarderos pesados B-17 estadounidenses, dando el "golpe de gracia a los moribundos de Dresde".
Un saludo,
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La batalla de Inglaterra y la escalada de represalias
En los tres meses iniciales de la batalla de Inglaterra (julio a septiembre de 1940), los cazas alemanes perdieron mensualmente el 16% de sus pilotos y la RAF el 21%, lo que lleva a algunos a afirmar que en ese período la Luftwaffe llevaba las de ganar. Lo cierto es, sin embargo, que el mando de la Luftwaffe no dio la necesaria prioridad al combate contra la caza británica, encargando a sus propios cazas la protección de los bombarderos y no la persecución de los cazas británicos. En lugar de potenciar tal persecución —y una protección continua a los bombarderos— con tanques de combustible suplementarios —instrumento usado durante la guerra civil española— el afán ofensivo-bombardero llegó a reducir las prestaciones de los Bf 109 cargándolos con una bomba ya desde el 12 de agosto, es decir, antes del comienzo oficial de la Batalla de Inglaterra (Adlertag o día del águila, 15 de agosto).
Entre el 25 de agosto y el 4 de septiembre, Churchill ordenó al Bomber Command bombardear cinco veces Berlín. Estos bombardeos desencadenaron la represalia temida por Chamberlain: Churchill nunca reconoció que quisiera provocar el bombardeo masivo e indiscriminado de ciudades inglesas, pero es una intención que Hinchliffe da por supuesta. El 4 de septiembre, en una arenga en el palacio de deportes berlinés, Hitler —que no se había tomado interés por invadir Gran Bretaña— anunció la venganza: “¡Erradicaremos sus ciudades, les pararemos los pies a esos piratas nocturnos!” La Luftwaffe, que para lograr la superioridad aérea había incitado al combate a los cazas de la RAF atacando las estaciones de radar, los aeródromos y fábricas aeronáuticas —en ningún caso con perseverancia suficiente—, trató de provocarles atacando ciudades: los británicos capitaneados por Dowding no lo hicieron (a pesar de que mandos como xx eran partidarios de enviar toda la fuerza a un combate decisivo), sino que siguieron persiguiendo a los bombarderos cuando más les convenía. Los cazas alemanes perdieron libertad de movimientos, mientras que los británicos conocían con facilidad las rutas de vuelo alemanas. Las insostenibles pérdidas de bombarderos obligaron a la Luftwaffe a bombardear de noche, renunciando al combate y a destruir los cazas de la RAF, y convirtiendo tales bombardeos en muchos casos en meras matanzas de civiles so capa de represalia.
En los seis meses siguientes, la Luftwaffe realizó sistemáticos bombardeos extensivos dañando seriamente los centros de Londres, Bristol, Coventry, Liverpool, Glasgow y de una docena de ciudades más, y matando a 21.000 personas. Para la opinión pública inglesa, los bombardeos contra ciudades alemanas quedaron justificados. Según una encuesta de Gallup a principios de 1941, la principal perturbación para los habitantes de Londres en ese invierno había sido el clima, y sólo en segundo lugar aparecían los bombardeos. Éstos apenas dañaron la producción y en cambio aumentaron más que debilitaron la moral de la población. Hitler se mostró decepcionado con los resultados. Mientras tanto, en los cines norteamericanos, los noticieros mostraban semanalmente las imágenes de la catedral de San Pablo rodeada de llamas. Los reportajes del periodista norteamericano Ed Murrow sobre el valor de los civiles británicos aumentaron la confianza en su victoria, pero la opinión pública estadounidense siguió siendo masivamente neutralista. Tanto o más importante fue la presencia en Inglaterra del jefe del AAC, Carl Spaatz, a quien hasta entonces había dado igual que los británicos ganaran o perdieran, pero que a la vista de los “rudos métodos” alemanes, incluido el bombardeo “indiscriminado” de Londres, se puso del lado británico.
La propaganda alemana presentó la Batalla de Inglaterra como una victoria. Al final de un libro publicado en 1941 con ese título, bajo el epígrafe “Infierno sobre Inglaterra” se decía que los bombarderos alemanes obligaban a la población a pasar día y noche en los refugios, destruían la industria y provocaban que “cientos de miles abandonaran sus puestos de trabajo, impidiendo la urgente fabricación de máquinas de guerra, hablando un lenguaje más convincente que el de los mentirosos agentes a sueldo de Churchill”. Menos se equivocaba el libro al afirmar que “ha comenzado una nueva fase de la guerra aérea. En lugar del reconocimiento [aéreo] armado, ha empezado la destrucción planificada y la represalia ya está en marcha. No pasa día ni noche sin que Londres sea bombardeada. Londres de noche tiene una magia de fuego particular. Fuego crujiente en cada esquina y rincón de la ciudad. Fogatas de los días pasados y nuevas antorchas por doquier en el mar de casas. Nuestros pilotos nocturnos no olvidarán nunca en su vida la espeluznante visión de Londres en llamas. Caen las bombas del más grueso calibre. Una alarma aérea releva a la anterior. La población de Londres prácticamente vive de continuo en los sótanos”. Los propagandistas nazis no tenían reparo en afirmar que esta práctica no era represalia por los ataques ingleses contra Berlín: “quien haya visto las ruinas de Varsovia y Rótterdam, puede hacerse una idea de los efectos que tiene sobre Londres un ataque conducido con fuerzas más poderosas”.
Göring encargó a Erhard Milch la defensa aérea civil del Reich, y en una reunión el 12 de octubre en París, Milch pidió a Göring 200.000 trabajadores y 4.000 camiones para llevar a cabo un plan de protección tan sólo en la región de Berlín. Hitler había autorizado la construcción de refugios públicos el 10 de octubre y el día 15 aprobaba el plan de Milch, pero le advertía que no “asustara” a la población, sino que la convenciera de que los refugios que se iban a construir constituirían una protección segura contra los bombardeos. En otoño, la Fla y los reflectores fueron dotados con el radar denominado Würzburg (Funkmeßgerät 62) y se organizó en círculos contiguos, primero de 40 y después de 65 kilómetros de diámetro, en los cuales los cazas nocturnos eran conducidos por radio hacia los bombarderos localizados por el radar. El éxito de la línea Kammhuber, que se extendía desde París a la costa francesa, se vio acentuado porque los bombarderos británicos volaban “en fila india” para no perder la orientación y podían ser atacados uno detrás de otro. En 1940 fueron derribados 492, y 1.034 en 1941, un tercio por la Fla. A fines de otoño de 1940 se retiró la Fla del sur de Austria para enviarla al norte de Alemania (Stettin/Szeczin), donde los bombardeos ingleses tenían frecuencia diaria. Entonces se establecieron tres prioridades: mejorar la producción aeronáutica, la de munición para la Fla (granadas de 8,8 cm para los modelos 37 y 41 sobre todo) y la de munición y bombas en general. El primer objetivo se subdividía en la terminación de cazas Bf 109, Bf 110, Fw 190 y Ju88, más la de motores DB 601, 603 y 605 que permitieran al Bf 110 lograr un radio de acción de 1.000 km con el que podría acompañar a los bombarderos.
El impulso de la industria aeronáutica alemana se realizó gracias a la instalación de nuevas industrias en Austria, lejos de las zonas bombardeadas por los británicos. En 1940 se estableció Steyr-Daimler-Puch AG en Graz-Thondorf, pero la producción de motores para el consorcio Hermann Göring no comenzó hasta 1943; en 1941 la microfábrica de piezas para Bf 109 en Klagenfurt (filial de Wiener Neustädter Flugzeugwerke, WNF) y la Schmidhüte de Liezen; aparte de la fábrica de Treiber que ya servía a la Luftwaffe, existían las fábricas de armamento de Böhler, Kerstag (Ferlach), Alpine (Judenburg y Donawitz) y Austria-Email (Knittelfeld).
En los tres meses iniciales de la batalla de Inglaterra (julio a septiembre de 1940), los cazas alemanes perdieron mensualmente el 16% de sus pilotos y la RAF el 21%, lo que lleva a algunos a afirmar que en ese período la Luftwaffe llevaba las de ganar. Lo cierto es, sin embargo, que el mando de la Luftwaffe no dio la necesaria prioridad al combate contra la caza británica, encargando a sus propios cazas la protección de los bombarderos y no la persecución de los cazas británicos. En lugar de potenciar tal persecución —y una protección continua a los bombarderos— con tanques de combustible suplementarios —instrumento usado durante la guerra civil española— el afán ofensivo-bombardero llegó a reducir las prestaciones de los Bf 109 cargándolos con una bomba ya desde el 12 de agosto, es decir, antes del comienzo oficial de la Batalla de Inglaterra (Adlertag o día del águila, 15 de agosto).
Entre el 25 de agosto y el 4 de septiembre, Churchill ordenó al Bomber Command bombardear cinco veces Berlín. Estos bombardeos desencadenaron la represalia temida por Chamberlain: Churchill nunca reconoció que quisiera provocar el bombardeo masivo e indiscriminado de ciudades inglesas, pero es una intención que Hinchliffe da por supuesta. El 4 de septiembre, en una arenga en el palacio de deportes berlinés, Hitler —que no se había tomado interés por invadir Gran Bretaña— anunció la venganza: “¡Erradicaremos sus ciudades, les pararemos los pies a esos piratas nocturnos!” La Luftwaffe, que para lograr la superioridad aérea había incitado al combate a los cazas de la RAF atacando las estaciones de radar, los aeródromos y fábricas aeronáuticas —en ningún caso con perseverancia suficiente—, trató de provocarles atacando ciudades: los británicos capitaneados por Dowding no lo hicieron (a pesar de que mandos como xx eran partidarios de enviar toda la fuerza a un combate decisivo), sino que siguieron persiguiendo a los bombarderos cuando más les convenía. Los cazas alemanes perdieron libertad de movimientos, mientras que los británicos conocían con facilidad las rutas de vuelo alemanas. Las insostenibles pérdidas de bombarderos obligaron a la Luftwaffe a bombardear de noche, renunciando al combate y a destruir los cazas de la RAF, y convirtiendo tales bombardeos en muchos casos en meras matanzas de civiles so capa de represalia.
En los seis meses siguientes, la Luftwaffe realizó sistemáticos bombardeos extensivos dañando seriamente los centros de Londres, Bristol, Coventry, Liverpool, Glasgow y de una docena de ciudades más, y matando a 21.000 personas. Para la opinión pública inglesa, los bombardeos contra ciudades alemanas quedaron justificados. Según una encuesta de Gallup a principios de 1941, la principal perturbación para los habitantes de Londres en ese invierno había sido el clima, y sólo en segundo lugar aparecían los bombardeos. Éstos apenas dañaron la producción y en cambio aumentaron más que debilitaron la moral de la población. Hitler se mostró decepcionado con los resultados. Mientras tanto, en los cines norteamericanos, los noticieros mostraban semanalmente las imágenes de la catedral de San Pablo rodeada de llamas. Los reportajes del periodista norteamericano Ed Murrow sobre el valor de los civiles británicos aumentaron la confianza en su victoria, pero la opinión pública estadounidense siguió siendo masivamente neutralista. Tanto o más importante fue la presencia en Inglaterra del jefe del AAC, Carl Spaatz, a quien hasta entonces había dado igual que los británicos ganaran o perdieran, pero que a la vista de los “rudos métodos” alemanes, incluido el bombardeo “indiscriminado” de Londres, se puso del lado británico.
La propaganda alemana presentó la Batalla de Inglaterra como una victoria. Al final de un libro publicado en 1941 con ese título, bajo el epígrafe “Infierno sobre Inglaterra” se decía que los bombarderos alemanes obligaban a la población a pasar día y noche en los refugios, destruían la industria y provocaban que “cientos de miles abandonaran sus puestos de trabajo, impidiendo la urgente fabricación de máquinas de guerra, hablando un lenguaje más convincente que el de los mentirosos agentes a sueldo de Churchill”. Menos se equivocaba el libro al afirmar que “ha comenzado una nueva fase de la guerra aérea. En lugar del reconocimiento [aéreo] armado, ha empezado la destrucción planificada y la represalia ya está en marcha. No pasa día ni noche sin que Londres sea bombardeada. Londres de noche tiene una magia de fuego particular. Fuego crujiente en cada esquina y rincón de la ciudad. Fogatas de los días pasados y nuevas antorchas por doquier en el mar de casas. Nuestros pilotos nocturnos no olvidarán nunca en su vida la espeluznante visión de Londres en llamas. Caen las bombas del más grueso calibre. Una alarma aérea releva a la anterior. La población de Londres prácticamente vive de continuo en los sótanos”. Los propagandistas nazis no tenían reparo en afirmar que esta práctica no era represalia por los ataques ingleses contra Berlín: “quien haya visto las ruinas de Varsovia y Rótterdam, puede hacerse una idea de los efectos que tiene sobre Londres un ataque conducido con fuerzas más poderosas”.
Göring encargó a Erhard Milch la defensa aérea civil del Reich, y en una reunión el 12 de octubre en París, Milch pidió a Göring 200.000 trabajadores y 4.000 camiones para llevar a cabo un plan de protección tan sólo en la región de Berlín. Hitler había autorizado la construcción de refugios públicos el 10 de octubre y el día 15 aprobaba el plan de Milch, pero le advertía que no “asustara” a la población, sino que la convenciera de que los refugios que se iban a construir constituirían una protección segura contra los bombardeos. En otoño, la Fla y los reflectores fueron dotados con el radar denominado Würzburg (Funkmeßgerät 62) y se organizó en círculos contiguos, primero de 40 y después de 65 kilómetros de diámetro, en los cuales los cazas nocturnos eran conducidos por radio hacia los bombarderos localizados por el radar. El éxito de la línea Kammhuber, que se extendía desde París a la costa francesa, se vio acentuado porque los bombarderos británicos volaban “en fila india” para no perder la orientación y podían ser atacados uno detrás de otro. En 1940 fueron derribados 492, y 1.034 en 1941, un tercio por la Fla. A fines de otoño de 1940 se retiró la Fla del sur de Austria para enviarla al norte de Alemania (Stettin/Szeczin), donde los bombardeos ingleses tenían frecuencia diaria. Entonces se establecieron tres prioridades: mejorar la producción aeronáutica, la de munición para la Fla (granadas de 8,8 cm para los modelos 37 y 41 sobre todo) y la de munición y bombas en general. El primer objetivo se subdividía en la terminación de cazas Bf 109, Bf 110, Fw 190 y Ju88, más la de motores DB 601, 603 y 605 que permitieran al Bf 110 lograr un radio de acción de 1.000 km con el que podría acompañar a los bombarderos.
El impulso de la industria aeronáutica alemana se realizó gracias a la instalación de nuevas industrias en Austria, lejos de las zonas bombardeadas por los británicos. En 1940 se estableció Steyr-Daimler-Puch AG en Graz-Thondorf, pero la producción de motores para el consorcio Hermann Göring no comenzó hasta 1943; en 1941 la microfábrica de piezas para Bf 109 en Klagenfurt (filial de Wiener Neustädter Flugzeugwerke, WNF) y la Schmidhüte de Liezen; aparte de la fábrica de Treiber que ya servía a la Luftwaffe, existían las fábricas de armamento de Böhler, Kerstag (Ferlach), Alpine (Judenburg y Donawitz) y Austria-Email (Knittelfeld).
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Coventry, el fracaso del Blitz y el nacimiento del bombardeo por áreas
La noche del 14 de Noviembre de 1940, fue elegida para destruir el centro de la industria militar británica en Coventry. ciudad industrial de 125 mil habitantes situada en el Condado de Wawick en el centro de Inglaterra. El nombre de la operación fue Sonata de Claro de Luna. 449 bombarderos debían arrojar 150.000 bombas incendiarias y 1.400 con 503 toneladas de alto explosivo, más 130 minas marinas lanzadas en paracaídas, durante dos días consecutivos. Como consecuencia directa de las explosiones durante el masivo bombardeo y por los incendios murieron más de 550 personas y varios miles resultaron heridas. Fueron destruidas o quedaron seriamente dañadas 50.749 casas y edificios públicos, incluida la catedral de San Miguel.
Durante 57 noches consecutivas, del 7 de septiembre al 2 de noviembre, Londres fue bombardeada sin cesar del anochecer al amanecer; pero a la mañana siguiente, los londinenses estaban en sus puestos de trabajo, mostrando disciplina y resolución. Los más de 14.000 muertos y 20.000 heridos en Londres por los bombardeos no bastaron para producir la desmoralización buscada: el bombardeo indiscriminado, al que los británicos bautizaron Blitz, mostró ser un fracaso. Entre enero y mayo de 1941, en combinación con la guerra submarina, fueron bombardeados los principales puertos. El 1 de mayo, en Liverpool, hubo 3.000 muertos y 76.000 personas perdieron su vivienda. El 10 de mayo siguiente se originaron 2.000 incendios sobre la capital, Londres. Cuando la apertura de hostilidades contra Rusia volvió hacia el Este a la aviación alemana, los ingleses pudieron respirar tranquilos.
Sir Richard Peirse fue a partir de octubre de 1940 el tercer jefe del Bomber Command británico desde el comienzo de la guerra. Los anteriores fueron Sir Edgar Ludlow-Hewitt, Air Chief Marshal, hasta abril de 1940, y en los siete meses siguientes Sir Charles Portal (Air Marshal). De ellos heredó Peirse una fuerza mal provista en cuanto a aviones, armas y sistemas de navegación. Según Verrier, la primera admisión abierta de un bombardeo “de áreas” tuvo lugar al encargarse a los 134 aparatos dirigidos contra Mannheim el 16 de diciembre que apuntaran a superficies construidas para “concentrar el mayor daño posible en el centro de la ciudad”: las tripulaciones de los Wellintongs constituían una “fuerza incendiaria” (“fire-raising force”) y debían ser “las más experimentadas de que se disponga”. A pesar de que las tripulaciones informaban una vez tras otra de que no encontraban los objetivos contra los que se les enviaba, tal “ejercicio de realismo” (mentar como objetivo el centro de una ciudad) no volverá a hacerse, según Verrier, hasta fines de 1941.
En opinión de este autor, la “desgraciada propaganda” del Bomber Command asegurando que causaba “daños considerables” a sus objetivos pudo haber sido lo que llevó al Air Staff a pedir a Peirse que hiciera una lista de blancos petrolíferos —los elegidos fueron Gelsenkirchen, Leuna, Pölitz, Madgeburgo y Homberg— y a que Portal creyera que esto era realmente una forma de acortar la guerra. En enero de 1941, contestando a Peirse, Coningham aseguraba que sus tripulaciones podían “encontrar no sólo un objetivo urbano sino una instalación petrolífera específica” incluso en noches sin luna; y algo semejante afirmaron los vicealmirantes Baldwin y Bottomley.
El 15 de enero de 1941, el subjefe del estado mayor aéreo de la RAF —vicemariscal del aire N. H. Bottomley—envió a Peirse una directiva que aseguraba que continuar los ataques a los blancos petrolíferos “provocaría una gran ansiedad al enemigo en primavera de 1941”. Cuando el clima y la visibilidad no permitieran estos ataques, la ofensiva apuntaría “a arrasar las principales ciudades industriales del enemigo y las comunicaciones, y debería incluir periódicamente concentraciones pesadas contra los últimos para mantener el miedo a los ataques”. Para Hinchliffe, esta directiva significaba, sin ser explícita, “autorizar una extensión de la política de bombardeo por áreas”. Hannover sería la primera ciudad que se trató de destruir.
La noche del 14 de Noviembre de 1940, fue elegida para destruir el centro de la industria militar británica en Coventry. ciudad industrial de 125 mil habitantes situada en el Condado de Wawick en el centro de Inglaterra. El nombre de la operación fue Sonata de Claro de Luna. 449 bombarderos debían arrojar 150.000 bombas incendiarias y 1.400 con 503 toneladas de alto explosivo, más 130 minas marinas lanzadas en paracaídas, durante dos días consecutivos. Como consecuencia directa de las explosiones durante el masivo bombardeo y por los incendios murieron más de 550 personas y varios miles resultaron heridas. Fueron destruidas o quedaron seriamente dañadas 50.749 casas y edificios públicos, incluida la catedral de San Miguel.
Durante 57 noches consecutivas, del 7 de septiembre al 2 de noviembre, Londres fue bombardeada sin cesar del anochecer al amanecer; pero a la mañana siguiente, los londinenses estaban en sus puestos de trabajo, mostrando disciplina y resolución. Los más de 14.000 muertos y 20.000 heridos en Londres por los bombardeos no bastaron para producir la desmoralización buscada: el bombardeo indiscriminado, al que los británicos bautizaron Blitz, mostró ser un fracaso. Entre enero y mayo de 1941, en combinación con la guerra submarina, fueron bombardeados los principales puertos. El 1 de mayo, en Liverpool, hubo 3.000 muertos y 76.000 personas perdieron su vivienda. El 10 de mayo siguiente se originaron 2.000 incendios sobre la capital, Londres. Cuando la apertura de hostilidades contra Rusia volvió hacia el Este a la aviación alemana, los ingleses pudieron respirar tranquilos.
Sir Richard Peirse fue a partir de octubre de 1940 el tercer jefe del Bomber Command británico desde el comienzo de la guerra. Los anteriores fueron Sir Edgar Ludlow-Hewitt, Air Chief Marshal, hasta abril de 1940, y en los siete meses siguientes Sir Charles Portal (Air Marshal). De ellos heredó Peirse una fuerza mal provista en cuanto a aviones, armas y sistemas de navegación. Según Verrier, la primera admisión abierta de un bombardeo “de áreas” tuvo lugar al encargarse a los 134 aparatos dirigidos contra Mannheim el 16 de diciembre que apuntaran a superficies construidas para “concentrar el mayor daño posible en el centro de la ciudad”: las tripulaciones de los Wellintongs constituían una “fuerza incendiaria” (“fire-raising force”) y debían ser “las más experimentadas de que se disponga”. A pesar de que las tripulaciones informaban una vez tras otra de que no encontraban los objetivos contra los que se les enviaba, tal “ejercicio de realismo” (mentar como objetivo el centro de una ciudad) no volverá a hacerse, según Verrier, hasta fines de 1941.
En opinión de este autor, la “desgraciada propaganda” del Bomber Command asegurando que causaba “daños considerables” a sus objetivos pudo haber sido lo que llevó al Air Staff a pedir a Peirse que hiciera una lista de blancos petrolíferos —los elegidos fueron Gelsenkirchen, Leuna, Pölitz, Madgeburgo y Homberg— y a que Portal creyera que esto era realmente una forma de acortar la guerra. En enero de 1941, contestando a Peirse, Coningham aseguraba que sus tripulaciones podían “encontrar no sólo un objetivo urbano sino una instalación petrolífera específica” incluso en noches sin luna; y algo semejante afirmaron los vicealmirantes Baldwin y Bottomley.
El 15 de enero de 1941, el subjefe del estado mayor aéreo de la RAF —vicemariscal del aire N. H. Bottomley—envió a Peirse una directiva que aseguraba que continuar los ataques a los blancos petrolíferos “provocaría una gran ansiedad al enemigo en primavera de 1941”. Cuando el clima y la visibilidad no permitieran estos ataques, la ofensiva apuntaría “a arrasar las principales ciudades industriales del enemigo y las comunicaciones, y debería incluir periódicamente concentraciones pesadas contra los últimos para mantener el miedo a los ataques”. Para Hinchliffe, esta directiva significaba, sin ser explícita, “autorizar una extensión de la política de bombardeo por áreas”. Hannover sería la primera ciudad que se trató de destruir.
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Del acuerdo ABC-1 al plan AWPD/1 de bombardeo de Alemania
En 1940 y 1941, Roosevelt recibió del servicio de información del U.S. Army cifras muy exageradas sobre la producción aeronáutica alemana. Según estas cifras, Alemana produciría en 1941 un total de 42.500 aviones, incluidos 12.000 bombarderos de largo alcance. Aterrorizado ante la visión de un posible bombardeo de los EE.UU. por los alemanes, el presidente se decidió por una estrategia de represalias masivas. En enero de 1941, Harry L. Hopkins, consejero confidencial de Roosevelt, decía a Churchill que “el presidente está decidido a que ganemos esta guerra juntos”.
En febrero de 1941, los EE.UU. acordaron con los británicos el Plan ABC-1, que fijaba quiénes eran sus enemigos y por qué orden los derrotarían: Alemania, Italia, Japón. El 11 de marzo, la Lend Leasy Act autorizaba a Roosevelt para otorgar cuantos créditos considerara necesarios hasta el final de la guerra: en total, los países en guerra contra el Eje recibirán 50.600 millones de dólares; Gran Bretaña, 31.000 (61%). Gracias a la Lend-Leasy, las exportaciones de EE.UU. al Reino Unido pasaron de 505 millones de dólares en 1939 a un millardo en 1940, 1,6 millardos en 1941, 2,5 en 1942, 4,5 en 1943 y 5,2 en 1944. En marzo de 1941, se instalaron radares de longitud de onda centimétrica fabricados por el Massachusetts Institute of Technology (MIT) en un avión B18 y en el destructor Semmes (radar SG). A la vez, los británicos instalaron radares centimétricos en un caza nocturno y en la corbeta Orchis (radar 271 M). Los radares centrimétricos de la RAF (ASV Mk. III) se reservarán en exclusiva para los aviones del mando de bombardeo (Bomber Command), mientras que los del mando costero (Coastal Command) recibirán sólo los de longitud de onda métrica (ASV II).
El 1 de marzo, Bulgaria se adhirió al Pacto Tripartito, y Gran Bretaña respondió con dos bombardeos dirigidos a estaciones de ferrocarril que causaron el pánico en Sofía, parte de cuya población abandonó masivamente la ciudad. Se trató de un caso puntual de los efectos que sobre la moral podían provocar los bombardeos, pero que sería muy valorado, dos años después, por los estrategas norteamericanos. De momento, éstos centraban su atención en Alemania. Al firmarse el 27 de marzo el acuerdo ABC-1, el US Army había aprobado una ofensiva del Air Corps “primariamente contra el poder militar alemán en su fuente”. Hap Arnold se desplazó en abril a Gran Bretaña, a tiempo para ver un bombardeo de Londres donde algo menos de quinientos bombarderos alemanes provocaron cientos de muertos, sacando la conclusión de que entre ochocientos y mil bombarderos habrían bastado para aniquilar la ciudad: “el poder aéreo significa el empleo de aviones en número suficiente para garantizar una destrucción completa”. El 9 de julio, Roosevelt pidió que se proyectaran las necesidades de armamento para vencer “a nuestros enemigos potenciales”.
La fuerza aérea —que desde abril cambió su nombre de Air Corps a Army Air Forces (AAF)— debía presentar un plan específico: así nació el Air War Plans Division/1 (AWPD/1). El equipo nombrado por Arnold para elaborarlo lo constituían el teniente coronel Kenneth N. Walker, el mayor Haywood S. Hansell (hijo) y el mayor Laurence S. Kuter, presididos por el teniente coronel Harold L. George: todos ellos habían sido, como alumnos y profesores de la ACTS, partidarios del bombardeo estratégico, pero reacios a bombardear ciudades porque “el bombardeo por áreas puede de hecho endurecer la resistencia de la población”. Hansell consideraba que la ACTS estaba “infectada” de las doctrinas de Trenchard, Mitchell y Douhet, y, disertando entre 1938 y 1939, decía que las del italiano eran “aceptadas como axiomas fundamentales hoy”. De hecho, su afirmación —en una conferencia titulada El objeto de la guerra— de que “el bombardeo indiscriminado de mujeres y niños” no era modo de quebrar la voluntad enemiga de resistir, y de que la eficacia era razón suficiente para desechar tal método, fue censurada. Otra conferencia dictada en 1939 en la ACTS afirmaba que el bombardeo de ciudades japonesas “podría ser muy eficaz para quebrar la moral del pueblo”, y que aunque era rechazable “por consideraciones humanitarias”, debía ser tenido en cuenta “como posible forma de represalia”, puesto que no se podía excluir “que el propio Japón adoptara este modo de ataque”.
Exponente de la planificación industrial y la tecnología, Hansell reclutó a dos antiguos empresarios con contactos en Wall Street, los capitanes Richard Hughes y Malcolm Moss, para identificar las industrias de Alemania y Japón cuya destrucción dejara a “esos dos países incapaces de continuar luchando en una guerra”. El plan no incluyó ningún dato sobre Japón. Basándose en informaciones de instituciones financieras neoyorquinas con inversiones en Alemania, en un viaje de Hansell a Gran Bretaña en verano de 1941, y extrapolando la estructura de la producción industrial norteamericana, sus autores eligieron 154 blancos para bombardeos de precisión en Alemania: 18 plantas de producción aeronáutica (la Luftwaffe se consideraba “objetivo intermedio”), 50 centrales eléctricas, 47 centros de transporte, 27 plantas petrolíferas, 6 de producción de aluminio y 6 de magnesio.
Hughes y Moss previeron un error circular medio de 169 m desde 6.096 m de altitud (ángulo de error 1,59 grados), deduciendo que la probabilidad de un impacto directo sobre un edificio con planta de 30,5 m2 era de 1,2%, y que hacían falta 220 aviones para aumentar la probabilidad al 90%. La cifra obtenida se multiplicaba por la raíz cuadrada de 2,25 para reflejar el aumento de error causado por las defensa enemigas y el clima: un grupo de bombardeo (36 aviones) debía realizar treinta misiones (1.100 aviones) para destruir cada blanco. Si cada grupo realizaba ocho misiones por mes, para derrotar a Alemania en seis meses se necesitarían 98 grupos con 6.834 bombardeos pesados y medios, más una reserva de 1.708 aviones y reemplazos mensuales de 1.245.
En palabras de McFarland, “la guerra aérea americana en la segunda guerra mundial fue fruto de seis oficiales de estado mayor que trabajaban con máquinas de sumar en condiciones extremas de calor y humedad, con carencia total de información confidencial, totalmente separados de la bombas que explotaban, del combustible que ardía, del humo y de la carne desgarrada por la guerra. Basaron sus cálculos en bombardeos de prácticas llevados a cabo con tiempo despejado y a bajas altitudes, arrojando una bomba cada vez en múltiples pasadas para aumentar la precisión. En tiempo de guerra, las defensas enemigas harían imposibles tales prácticas”. El AWPD/1 contemplaba el bombardeo estratégico de Alemania en el marco de otras medidas —neutralización de la Luftwaffe, defensa aérea del “hemisferio occidental”, operaciones aéreas defensivas en el Pacífico, apoyo directo a una invasión en Europa y bombardeo del Japón—, y aconsejaba centrarlo “tenazmente” en las instalaciones eléctricas, los transportes y el combustible. Los ataques directos contra la población se consideraban efectivos “a partir del momento en que la moral alemana comience a hundirse”: si se iniciaban prematuramente, podrían reforzarla. Había que esperar el momento psicológico en que los alemanes estuvieran convencidos de la derrota de sus ejércitos, para arruinar definitivamente su moral con el bombardeo de ciudades, en concreto “con un ataque a gran escala y con todos los medios contra la población civil de Berlín”.
En 1940 y 1941, Roosevelt recibió del servicio de información del U.S. Army cifras muy exageradas sobre la producción aeronáutica alemana. Según estas cifras, Alemana produciría en 1941 un total de 42.500 aviones, incluidos 12.000 bombarderos de largo alcance. Aterrorizado ante la visión de un posible bombardeo de los EE.UU. por los alemanes, el presidente se decidió por una estrategia de represalias masivas. En enero de 1941, Harry L. Hopkins, consejero confidencial de Roosevelt, decía a Churchill que “el presidente está decidido a que ganemos esta guerra juntos”.
En febrero de 1941, los EE.UU. acordaron con los británicos el Plan ABC-1, que fijaba quiénes eran sus enemigos y por qué orden los derrotarían: Alemania, Italia, Japón. El 11 de marzo, la Lend Leasy Act autorizaba a Roosevelt para otorgar cuantos créditos considerara necesarios hasta el final de la guerra: en total, los países en guerra contra el Eje recibirán 50.600 millones de dólares; Gran Bretaña, 31.000 (61%). Gracias a la Lend-Leasy, las exportaciones de EE.UU. al Reino Unido pasaron de 505 millones de dólares en 1939 a un millardo en 1940, 1,6 millardos en 1941, 2,5 en 1942, 4,5 en 1943 y 5,2 en 1944. En marzo de 1941, se instalaron radares de longitud de onda centimétrica fabricados por el Massachusetts Institute of Technology (MIT) en un avión B18 y en el destructor Semmes (radar SG). A la vez, los británicos instalaron radares centimétricos en un caza nocturno y en la corbeta Orchis (radar 271 M). Los radares centrimétricos de la RAF (ASV Mk. III) se reservarán en exclusiva para los aviones del mando de bombardeo (Bomber Command), mientras que los del mando costero (Coastal Command) recibirán sólo los de longitud de onda métrica (ASV II).
El 1 de marzo, Bulgaria se adhirió al Pacto Tripartito, y Gran Bretaña respondió con dos bombardeos dirigidos a estaciones de ferrocarril que causaron el pánico en Sofía, parte de cuya población abandonó masivamente la ciudad. Se trató de un caso puntual de los efectos que sobre la moral podían provocar los bombardeos, pero que sería muy valorado, dos años después, por los estrategas norteamericanos. De momento, éstos centraban su atención en Alemania. Al firmarse el 27 de marzo el acuerdo ABC-1, el US Army había aprobado una ofensiva del Air Corps “primariamente contra el poder militar alemán en su fuente”. Hap Arnold se desplazó en abril a Gran Bretaña, a tiempo para ver un bombardeo de Londres donde algo menos de quinientos bombarderos alemanes provocaron cientos de muertos, sacando la conclusión de que entre ochocientos y mil bombarderos habrían bastado para aniquilar la ciudad: “el poder aéreo significa el empleo de aviones en número suficiente para garantizar una destrucción completa”. El 9 de julio, Roosevelt pidió que se proyectaran las necesidades de armamento para vencer “a nuestros enemigos potenciales”.
La fuerza aérea —que desde abril cambió su nombre de Air Corps a Army Air Forces (AAF)— debía presentar un plan específico: así nació el Air War Plans Division/1 (AWPD/1). El equipo nombrado por Arnold para elaborarlo lo constituían el teniente coronel Kenneth N. Walker, el mayor Haywood S. Hansell (hijo) y el mayor Laurence S. Kuter, presididos por el teniente coronel Harold L. George: todos ellos habían sido, como alumnos y profesores de la ACTS, partidarios del bombardeo estratégico, pero reacios a bombardear ciudades porque “el bombardeo por áreas puede de hecho endurecer la resistencia de la población”. Hansell consideraba que la ACTS estaba “infectada” de las doctrinas de Trenchard, Mitchell y Douhet, y, disertando entre 1938 y 1939, decía que las del italiano eran “aceptadas como axiomas fundamentales hoy”. De hecho, su afirmación —en una conferencia titulada El objeto de la guerra— de que “el bombardeo indiscriminado de mujeres y niños” no era modo de quebrar la voluntad enemiga de resistir, y de que la eficacia era razón suficiente para desechar tal método, fue censurada. Otra conferencia dictada en 1939 en la ACTS afirmaba que el bombardeo de ciudades japonesas “podría ser muy eficaz para quebrar la moral del pueblo”, y que aunque era rechazable “por consideraciones humanitarias”, debía ser tenido en cuenta “como posible forma de represalia”, puesto que no se podía excluir “que el propio Japón adoptara este modo de ataque”.
Exponente de la planificación industrial y la tecnología, Hansell reclutó a dos antiguos empresarios con contactos en Wall Street, los capitanes Richard Hughes y Malcolm Moss, para identificar las industrias de Alemania y Japón cuya destrucción dejara a “esos dos países incapaces de continuar luchando en una guerra”. El plan no incluyó ningún dato sobre Japón. Basándose en informaciones de instituciones financieras neoyorquinas con inversiones en Alemania, en un viaje de Hansell a Gran Bretaña en verano de 1941, y extrapolando la estructura de la producción industrial norteamericana, sus autores eligieron 154 blancos para bombardeos de precisión en Alemania: 18 plantas de producción aeronáutica (la Luftwaffe se consideraba “objetivo intermedio”), 50 centrales eléctricas, 47 centros de transporte, 27 plantas petrolíferas, 6 de producción de aluminio y 6 de magnesio.
Hughes y Moss previeron un error circular medio de 169 m desde 6.096 m de altitud (ángulo de error 1,59 grados), deduciendo que la probabilidad de un impacto directo sobre un edificio con planta de 30,5 m2 era de 1,2%, y que hacían falta 220 aviones para aumentar la probabilidad al 90%. La cifra obtenida se multiplicaba por la raíz cuadrada de 2,25 para reflejar el aumento de error causado por las defensa enemigas y el clima: un grupo de bombardeo (36 aviones) debía realizar treinta misiones (1.100 aviones) para destruir cada blanco. Si cada grupo realizaba ocho misiones por mes, para derrotar a Alemania en seis meses se necesitarían 98 grupos con 6.834 bombardeos pesados y medios, más una reserva de 1.708 aviones y reemplazos mensuales de 1.245.
En palabras de McFarland, “la guerra aérea americana en la segunda guerra mundial fue fruto de seis oficiales de estado mayor que trabajaban con máquinas de sumar en condiciones extremas de calor y humedad, con carencia total de información confidencial, totalmente separados de la bombas que explotaban, del combustible que ardía, del humo y de la carne desgarrada por la guerra. Basaron sus cálculos en bombardeos de prácticas llevados a cabo con tiempo despejado y a bajas altitudes, arrojando una bomba cada vez en múltiples pasadas para aumentar la precisión. En tiempo de guerra, las defensas enemigas harían imposibles tales prácticas”. El AWPD/1 contemplaba el bombardeo estratégico de Alemania en el marco de otras medidas —neutralización de la Luftwaffe, defensa aérea del “hemisferio occidental”, operaciones aéreas defensivas en el Pacífico, apoyo directo a una invasión en Europa y bombardeo del Japón—, y aconsejaba centrarlo “tenazmente” en las instalaciones eléctricas, los transportes y el combustible. Los ataques directos contra la población se consideraban efectivos “a partir del momento en que la moral alemana comience a hundirse”: si se iniciaban prematuramente, podrían reforzarla. Había que esperar el momento psicológico en que los alemanes estuvieran convencidos de la derrota de sus ejércitos, para arruinar definitivamente su moral con el bombardeo de ciudades, en concreto “con un ataque a gran escala y con todos los medios contra la población civil de Berlín”.
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Shrike escribió:
Una matización sobre el papel estadounidense. La tercera y cuartas oleadas de bombardeo sobre Dresde (las dos primeras, formadas por 250 y 529 bombarderos pesados británicos, efectuadas durante la noche del 13-II-1945), que tuvieron lugar el mediodía del 14 de febrero y el 15 de febrero por parte de varias formaciones (300, el 14) de bombarderos pesados B-17 estadounidenses, dando el "golpe de gracia a los moribundos de Dresde".
Un saludo,
Sí lo sé, y no sólo en Dresde, pero los americanos se vieron medio forzados a colaborar con sus aliados ingleses en ese cometido, su preocupación iba siempre en pos del otro tipo de bombardeo. Eso sí, el bombardeo estratégico de Japón es otra historia.
Última edición por zimisces el 13 Dic 2006, 16:46, editado 1 vez en total.
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Nuevas armas para aprovechar la permeabilidad del espacio aéreo alemán
El 4 de mayo de 1941, Roosevelt ordenó la producción de 500 bombardeos pesados por mes —una cifra que equivale a la de toda la producción inglesa de ese año— para asegurar “a las democracias el dominio del aire”. El Departamento del Tesoro puso a disposición el dinero necesario. El 19 de mayo de 1941, Lord Trenchard, que hasta 1929 había sido jefe del estado mayor del aire, y que por ser mariscal de la RAF era miembro de la cámara de los Lores, envió un memorándum a los jefes de estado mayor en el que aseguraba que “el porcentaje de bombas que dan sobre el blanco militar al que apuntan no pasa del uno por ciento”, pero que “toda la evidencia de la última guerra y de esta muestra que la nación alemana es particularmente susceptible al bombardeo aéreo”. Para Hinchliffe, tal evidencia pretendía justificarse con “una grotesca descripción que sólo pudo haberse originado en su propio prejuicio” acerca de cómo reaccionaba la población alemana ante un bombardeo:
“Mientras que los servicios de protección antiaérea están probablemente organizados con la típica eficiencia alemana, su total despreocupación por el bienestar de la población conduce a una dislocación de la vida ordinaria que provoca inevitablemente una reacción en la moral civil. A la gente normal ni se le permite ni se le ofrece desempeñar un papel en el trabajo de rescate y restauración; apresados virtualmente en sus refugios o en el área bombardeada, permanecen pasivos y son fácil presa de la histeria y el pánico sin que nada pueda mitigar la inevitable confusión y el caos. En los refugios alemanes no se hacen bromas como en los nuestros, ni tampoco hay lazo que una al público con la protección antiaérea y los servicios militares como aquí, donde todos trabajan juntos haciendo causa común para derrotar los ataques del enemigo. Así que éste es su punto flaco al compararlos con nosotros, y es en ese punto flaco donde debemos atacar una vez y otra”.
Que el espacio aéreo alemán era permeable era algo conocido para los bombarderos nocturnos británicos y la carencia de defensas en los puntos no amenazados quedó a la vista con la invasión de Yugolavia. A pesar de encontrarse en Austria los cuarteles generales de Hitler y Göring, además de numerosas unidades de aviación y artillería antiaérea, los ataques de la aviación yugoslava no encontraron resistencia. El primer bombardeo de un avión yugoslavo tuvo lugar en Pichla (junto a Leibnitz, sur de Estiria) a las 6,45 del 6 de abril, apenas una hora después de la declaración de guerra alemana. A las 15,58 de ese mismo Domingo de Ramos, aparecían en Graz tres aviones yugoslavos que habían despegado de Banja Luka: un Bristol-Blenheim escoltado por dos Hurricanes.
Tras volar pegados al terreno a causa de la niebla, el Blenheim pilotado por Karel Murko arrojó a las 16,02 cuatro bombas de 90 kg contra la estación de tren: tres cayeron en la calle Aspergasse —matando a una niña de 13 años, Maria Schrotter, primera víctima de los bombardeos en Austria— y una en el taller de una empresa de construcción. Tampoco los Hurricanes arrojaron sus bombas sobre el objetivo previsto, sino sobre casas, y uno destruyó el principal almacén comercial de la ciudad. El piloto del Blenheim se sorprendió de ver a la gente paseando tranquilamente por la calle y de no ser atacado ni siquiera cuando, tras el bombardeo, dio una vuelta de reconocimiento a 700 m. de altitud. En total, la aviación yugoslava realizó al menos 11 vuelos en Estiria, sin registrar más bajas que un Blenheim obligado a aterrizar el 8 de abril. Ni siquiera se apagó las emisoras de radio de Graz y Dobl, que podían orientar a los aviones para encontrar sus blancos.
El 4 de mayo de 1941, Roosevelt ordenó la producción de 500 bombardeos pesados por mes —una cifra que equivale a la de toda la producción inglesa de ese año— para asegurar “a las democracias el dominio del aire”. El Departamento del Tesoro puso a disposición el dinero necesario. El 19 de mayo de 1941, Lord Trenchard, que hasta 1929 había sido jefe del estado mayor del aire, y que por ser mariscal de la RAF era miembro de la cámara de los Lores, envió un memorándum a los jefes de estado mayor en el que aseguraba que “el porcentaje de bombas que dan sobre el blanco militar al que apuntan no pasa del uno por ciento”, pero que “toda la evidencia de la última guerra y de esta muestra que la nación alemana es particularmente susceptible al bombardeo aéreo”. Para Hinchliffe, tal evidencia pretendía justificarse con “una grotesca descripción que sólo pudo haberse originado en su propio prejuicio” acerca de cómo reaccionaba la población alemana ante un bombardeo:
“Mientras que los servicios de protección antiaérea están probablemente organizados con la típica eficiencia alemana, su total despreocupación por el bienestar de la población conduce a una dislocación de la vida ordinaria que provoca inevitablemente una reacción en la moral civil. A la gente normal ni se le permite ni se le ofrece desempeñar un papel en el trabajo de rescate y restauración; apresados virtualmente en sus refugios o en el área bombardeada, permanecen pasivos y son fácil presa de la histeria y el pánico sin que nada pueda mitigar la inevitable confusión y el caos. En los refugios alemanes no se hacen bromas como en los nuestros, ni tampoco hay lazo que una al público con la protección antiaérea y los servicios militares como aquí, donde todos trabajan juntos haciendo causa común para derrotar los ataques del enemigo. Así que éste es su punto flaco al compararlos con nosotros, y es en ese punto flaco donde debemos atacar una vez y otra”.
Que el espacio aéreo alemán era permeable era algo conocido para los bombarderos nocturnos británicos y la carencia de defensas en los puntos no amenazados quedó a la vista con la invasión de Yugolavia. A pesar de encontrarse en Austria los cuarteles generales de Hitler y Göring, además de numerosas unidades de aviación y artillería antiaérea, los ataques de la aviación yugoslava no encontraron resistencia. El primer bombardeo de un avión yugoslavo tuvo lugar en Pichla (junto a Leibnitz, sur de Estiria) a las 6,45 del 6 de abril, apenas una hora después de la declaración de guerra alemana. A las 15,58 de ese mismo Domingo de Ramos, aparecían en Graz tres aviones yugoslavos que habían despegado de Banja Luka: un Bristol-Blenheim escoltado por dos Hurricanes.
Tras volar pegados al terreno a causa de la niebla, el Blenheim pilotado por Karel Murko arrojó a las 16,02 cuatro bombas de 90 kg contra la estación de tren: tres cayeron en la calle Aspergasse —matando a una niña de 13 años, Maria Schrotter, primera víctima de los bombardeos en Austria— y una en el taller de una empresa de construcción. Tampoco los Hurricanes arrojaron sus bombas sobre el objetivo previsto, sino sobre casas, y uno destruyó el principal almacén comercial de la ciudad. El piloto del Blenheim se sorprendió de ver a la gente paseando tranquilamente por la calle y de no ser atacado ni siquiera cuando, tras el bombardeo, dio una vuelta de reconocimiento a 700 m. de altitud. En total, la aviación yugoslava realizó al menos 11 vuelos en Estiria, sin registrar más bajas que un Blenheim obligado a aterrizar el 8 de abril. Ni siquiera se apagó las emisoras de radio de Graz y Dobl, que podían orientar a los aviones para encontrar sus blancos.
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El informe Butt
En julio de 1941, el Bomber Command recibió orden de “destruir por igual los transportes y la moral alemanes”. La directiva enviada el día 9 por Bottomley a Peirse redundaba en lo escrito el 15 de enero, que supuestamente el ataque a Rusia confirmaba: “los puntos flacos de la armadura del enemigo residen en la moral de la población civil y en su sistema de transporte interno. La amplia extensión de sus actividades militares somete a presión siempre creciente el sistema de transporte alemán y hay numerosas señales de que nuestros recientes ataques contra ciudades industriales están teniendo un gran efecto sobre la moral de la población civil”. En consecuencia, Bottomley exigía a Peirse “que dirija el esfuerzo principal de la fuerza de bombardeo, hasta nueva orden, a dislocar el sistema de transporte alemán y a destruir la moral de la población civil”.
La directiva —mencionando a “expertos en ferrocarriles”— suponía que 15 toneladas de bombas podían paralizar totalmente durante una semana un nudo ferroviario, pero no citaba como blancos tales centros sino ciudades: Hamm, Osnabrück, Colonia (Kalk Nord), etc... Hinchliffe resalta lo extraño de esta conclusión, habida cuenta de que “la Luftwaffe había arrojado un año antes 450 toneladas sobre Coventry, que en sí mismo era un centro ferroviario, con una precisión considerablemente mayor de la que podía conseguir el Bomber Command, y sin conseguir paralizarlo totalmente durante una semana”. El estudio suponía que un grupo de 90 aviones realizaría un bombardeo con un error circular medio de 600 yardas (1.800 pies-549 m). Partiendo de un bombardeo desde 17.000 pies-5.182 m (cota máxima de servicio de los Stirlings y Halifaxes, hasta septiembre no estaría operativo el primer prototipo de Lancaster que elevaría ese techo a 24.500 pies-7.468 m), equivale a un error angular de 6 grados.
Mientras los británicos aún no se habían decidido por elegir como blanco prioritario a la población alemana, Roosevelt ya lo había hecho, en franca oposición con los planes de su fuerza aérea. En agosto de 1941, el presidente norteamericano dijo a su amigo íntimo Harry Hopkins que el bombardeo constituía “el único medio para la victoria”, y al jefe del Departamento del Tesoro, Henry Morgenthau, le dijo que “el único medio para romper la moral alemana” era bombardear hasta la más pequeña ciudad, llevando la guerra a las casas de los alemanes. Si este era el palo, la zanahoria era la Carta del Atlántico, firmada el 14 de agosto de 1941, donde la lucha contra la Alemania nazi se presenta como expresión del derecho de autodeterminación de los pueblos y de las “cuatro libertades”: “de expresión, religiosa, de elección y libertad frente al miedo”, popularizadas por los dibujos de Norman Rockwell en Saturday Evening Post.
El 18 de agosto de 1941, D.M. Butt, empleado del gobierno británico, dirigió al Bomber Command un informe para Lord Cherwell (Frederick Lindemann), consejero científico y técnico de Churchill, sobre la precisión de los bombardeos contra Alemania: un tercio de los aviones no bombardeaban sus objetivos primarios, un tercio arrojaba sus bombas a más de 5 millas (8 km) del objetivo y otro tercio dentro de este radio (un área circular de más de 200 km2): en el mejor de los casos —noches de luna llena— lo hacían dos quintos; en las noches preferidas por la RAF — con niebla o luna menguante—, sólo uno de cada 15 (6,7%); en la región del Ruhr, un 10% como media. Butt realizó su informe con 650 fotografías realizadas en 100 bombardeos durante junio y julio de 1941 (6.000 salidas aproximadamente: las cámaras comenzaron a instalarse en los bombarderos en febrero, y para junio uno de cada diez llevaba una F24; las cámaras usaban la luz de un flash de magnesio de duración relativamente larga).
Frederick Alexander Lindemann, nacido en Baden-Baden en 1886 de padre alemán y madre norteamericana, estudió electrotécnica en Darmstadt entre 1905 y 1908, continuando sus estudios en Berlín y doctorándose en 1911. Desde 1921 fue amigo de Churchill, quien le aupó para que llegara a ser miembro del parlamento, desde donde influyó en la política aérea. Su inflexible deseo por pulverizar a Alemania se concretará, como veremos, en marzo de 1942, pero en este momento —al poco de haber sido ennoblecido con el cargo de Lord Cherwell— juega ya un papel decisivo. Sir Richard Peirse mostró escepticismo ante el informe Butt: “no pienso que con esos porcentajes hubiéramos podido esperar que se produjeran los daños que sabemos que se han producido”. Lord Cherwell, pasando por encima del estado mayor aéreo, envió el 2 de septiembre una minuta a Churchill en la que consideraba el informe “suficientemente chocante para enfatizar la suprema importancia de mejorar nuestros métodos de navegación”. El primer ministro aceptó esta opinión, consideró el informe “deprimente e inquietante”, y escribió a Portal: “éste es un documento muy serio y parece requerir su atención más urgente. Espero sus propuestas de acción”. Portal concedió finalmente que la necesidad de mejorar el bombardeo nocturno era “quizá el mayor de los problemas operativos que afrontamos en este momento”. Su solución, sin embargo, no era mejorar la calidad (precisión del bombardeo), sino la cantidad: el 25 de septiembre, proponía al estado mayor aéreo aumentar la fuerza del Bomber Command a 4.000 aviones, con los cuales “rompería” Alemania en un plazo de seis meses.
La construcción de radares, encargados por los británicos a empresas estadounidenses, significó otra victoria del Bomber Command: se especificó que la prioridad era construir radares que permitieran encontrar blancos terrestres a pesar de las nubes y de la oscuridad. Los británicos promovían su ofensiva de bombardeo con mayor desinterés por obtener la superioridad aérea que los alemanes en la Batalla de Inglaterra: incluso como si fuera una enseñanza obtenida de dicha campaña. Consideraban una pérdida de tiempo la lucha contra la fuerza aérea enemiga: se consideraba un blanco muy pequeño y disperso, y que por otra parte los alemanes reharían fácilmente sus pérdidas, como pasó tras la Batalla de Inglaterra.
El 7 de octubre de 1941 Churchill previno, según su propio testimonio, al jefe del estado mayor del Aire frente a lo que consideraba “una ilimitada confianza en esta forma de ataque”, refiriéndose a los bombardeos; pero al mismo tiempo no veía ningún motivo “para cambiar de rumbo”. La Luftwaffe, embarcada a fondo en Rusia, perdía entretanto fuerza en sus incursiones contra el Bomber Command. El 12 de octubre de 1941 tuvo lugar el último derribo de un bombardero sobre Gran Bretaña a cargo de los intruders del I./NJG 2, que serán trasladados a Sicilia para operar en el Mediterráneo. Contra toda evidencia, tras haber derribado en menos de un año más de cien bombarderos a costa de 26 cazas nocturnos, Hitler consideró poco rentable esta unidad.
Tras los desastrosos bombardeos en la noche del 7 al 8 de noviembre, Churchill sugirió a Peirse, Portal y al propio ministro del Aire Sir Archibald Sinclair una pausa en los bombardeos para rehacer el Bomber Command: desde mediados de noviembre a fines de febrero de 1942 se realizarán sólo modestos ataques, en su mayoría contra blancos costeros en Francia o Alemania, mientras se desarrollaban las dos principales ayudas a la navegación, Gee y Oboe.
En enero de 1942, y como una consecuencia tardía del informe Butt, Peirse fue trasladado del mando de bombardeo al de las Fuerzas Aéreas en India y el Sureste Asiático. El vice mariscal del aire J.E.A. Baldwin le sustituyó interinamente, y entonces tuvo lugar la escapada, el 12 de febrero, de los cruceros Scharnhorst, Gneisenau y Prinz Eugen de Brest: 242 aviones del Bomber Command trataron de atacarlos sin obtener un solo impacto. La principal consecuencia de esta operación para los bombarderos ingleses sería que a partir de entonces no habría blancos en Francia que los distrajeran de su misión principal: los bombardeos sobre Alemania.
En julio de 1941, el Bomber Command recibió orden de “destruir por igual los transportes y la moral alemanes”. La directiva enviada el día 9 por Bottomley a Peirse redundaba en lo escrito el 15 de enero, que supuestamente el ataque a Rusia confirmaba: “los puntos flacos de la armadura del enemigo residen en la moral de la población civil y en su sistema de transporte interno. La amplia extensión de sus actividades militares somete a presión siempre creciente el sistema de transporte alemán y hay numerosas señales de que nuestros recientes ataques contra ciudades industriales están teniendo un gran efecto sobre la moral de la población civil”. En consecuencia, Bottomley exigía a Peirse “que dirija el esfuerzo principal de la fuerza de bombardeo, hasta nueva orden, a dislocar el sistema de transporte alemán y a destruir la moral de la población civil”.
La directiva —mencionando a “expertos en ferrocarriles”— suponía que 15 toneladas de bombas podían paralizar totalmente durante una semana un nudo ferroviario, pero no citaba como blancos tales centros sino ciudades: Hamm, Osnabrück, Colonia (Kalk Nord), etc... Hinchliffe resalta lo extraño de esta conclusión, habida cuenta de que “la Luftwaffe había arrojado un año antes 450 toneladas sobre Coventry, que en sí mismo era un centro ferroviario, con una precisión considerablemente mayor de la que podía conseguir el Bomber Command, y sin conseguir paralizarlo totalmente durante una semana”. El estudio suponía que un grupo de 90 aviones realizaría un bombardeo con un error circular medio de 600 yardas (1.800 pies-549 m). Partiendo de un bombardeo desde 17.000 pies-5.182 m (cota máxima de servicio de los Stirlings y Halifaxes, hasta septiembre no estaría operativo el primer prototipo de Lancaster que elevaría ese techo a 24.500 pies-7.468 m), equivale a un error angular de 6 grados.
Mientras los británicos aún no se habían decidido por elegir como blanco prioritario a la población alemana, Roosevelt ya lo había hecho, en franca oposición con los planes de su fuerza aérea. En agosto de 1941, el presidente norteamericano dijo a su amigo íntimo Harry Hopkins que el bombardeo constituía “el único medio para la victoria”, y al jefe del Departamento del Tesoro, Henry Morgenthau, le dijo que “el único medio para romper la moral alemana” era bombardear hasta la más pequeña ciudad, llevando la guerra a las casas de los alemanes. Si este era el palo, la zanahoria era la Carta del Atlántico, firmada el 14 de agosto de 1941, donde la lucha contra la Alemania nazi se presenta como expresión del derecho de autodeterminación de los pueblos y de las “cuatro libertades”: “de expresión, religiosa, de elección y libertad frente al miedo”, popularizadas por los dibujos de Norman Rockwell en Saturday Evening Post.
El 18 de agosto de 1941, D.M. Butt, empleado del gobierno británico, dirigió al Bomber Command un informe para Lord Cherwell (Frederick Lindemann), consejero científico y técnico de Churchill, sobre la precisión de los bombardeos contra Alemania: un tercio de los aviones no bombardeaban sus objetivos primarios, un tercio arrojaba sus bombas a más de 5 millas (8 km) del objetivo y otro tercio dentro de este radio (un área circular de más de 200 km2): en el mejor de los casos —noches de luna llena— lo hacían dos quintos; en las noches preferidas por la RAF — con niebla o luna menguante—, sólo uno de cada 15 (6,7%); en la región del Ruhr, un 10% como media. Butt realizó su informe con 650 fotografías realizadas en 100 bombardeos durante junio y julio de 1941 (6.000 salidas aproximadamente: las cámaras comenzaron a instalarse en los bombarderos en febrero, y para junio uno de cada diez llevaba una F24; las cámaras usaban la luz de un flash de magnesio de duración relativamente larga).
Frederick Alexander Lindemann, nacido en Baden-Baden en 1886 de padre alemán y madre norteamericana, estudió electrotécnica en Darmstadt entre 1905 y 1908, continuando sus estudios en Berlín y doctorándose en 1911. Desde 1921 fue amigo de Churchill, quien le aupó para que llegara a ser miembro del parlamento, desde donde influyó en la política aérea. Su inflexible deseo por pulverizar a Alemania se concretará, como veremos, en marzo de 1942, pero en este momento —al poco de haber sido ennoblecido con el cargo de Lord Cherwell— juega ya un papel decisivo. Sir Richard Peirse mostró escepticismo ante el informe Butt: “no pienso que con esos porcentajes hubiéramos podido esperar que se produjeran los daños que sabemos que se han producido”. Lord Cherwell, pasando por encima del estado mayor aéreo, envió el 2 de septiembre una minuta a Churchill en la que consideraba el informe “suficientemente chocante para enfatizar la suprema importancia de mejorar nuestros métodos de navegación”. El primer ministro aceptó esta opinión, consideró el informe “deprimente e inquietante”, y escribió a Portal: “éste es un documento muy serio y parece requerir su atención más urgente. Espero sus propuestas de acción”. Portal concedió finalmente que la necesidad de mejorar el bombardeo nocturno era “quizá el mayor de los problemas operativos que afrontamos en este momento”. Su solución, sin embargo, no era mejorar la calidad (precisión del bombardeo), sino la cantidad: el 25 de septiembre, proponía al estado mayor aéreo aumentar la fuerza del Bomber Command a 4.000 aviones, con los cuales “rompería” Alemania en un plazo de seis meses.
La construcción de radares, encargados por los británicos a empresas estadounidenses, significó otra victoria del Bomber Command: se especificó que la prioridad era construir radares que permitieran encontrar blancos terrestres a pesar de las nubes y de la oscuridad. Los británicos promovían su ofensiva de bombardeo con mayor desinterés por obtener la superioridad aérea que los alemanes en la Batalla de Inglaterra: incluso como si fuera una enseñanza obtenida de dicha campaña. Consideraban una pérdida de tiempo la lucha contra la fuerza aérea enemiga: se consideraba un blanco muy pequeño y disperso, y que por otra parte los alemanes reharían fácilmente sus pérdidas, como pasó tras la Batalla de Inglaterra.
El 7 de octubre de 1941 Churchill previno, según su propio testimonio, al jefe del estado mayor del Aire frente a lo que consideraba “una ilimitada confianza en esta forma de ataque”, refiriéndose a los bombardeos; pero al mismo tiempo no veía ningún motivo “para cambiar de rumbo”. La Luftwaffe, embarcada a fondo en Rusia, perdía entretanto fuerza en sus incursiones contra el Bomber Command. El 12 de octubre de 1941 tuvo lugar el último derribo de un bombardero sobre Gran Bretaña a cargo de los intruders del I./NJG 2, que serán trasladados a Sicilia para operar en el Mediterráneo. Contra toda evidencia, tras haber derribado en menos de un año más de cien bombarderos a costa de 26 cazas nocturnos, Hitler consideró poco rentable esta unidad.
Tras los desastrosos bombardeos en la noche del 7 al 8 de noviembre, Churchill sugirió a Peirse, Portal y al propio ministro del Aire Sir Archibald Sinclair una pausa en los bombardeos para rehacer el Bomber Command: desde mediados de noviembre a fines de febrero de 1942 se realizarán sólo modestos ataques, en su mayoría contra blancos costeros en Francia o Alemania, mientras se desarrollaban las dos principales ayudas a la navegación, Gee y Oboe.
En enero de 1942, y como una consecuencia tardía del informe Butt, Peirse fue trasladado del mando de bombardeo al de las Fuerzas Aéreas en India y el Sureste Asiático. El vice mariscal del aire J.E.A. Baldwin le sustituyó interinamente, y entonces tuvo lugar la escapada, el 12 de febrero, de los cruceros Scharnhorst, Gneisenau y Prinz Eugen de Brest: 242 aviones del Bomber Command trataron de atacarlos sin obtener un solo impacto. La principal consecuencia de esta operación para los bombarderos ingleses sería que a partir de entonces no habría blancos en Francia que los distrajeran de su misión principal: los bombardeos sobre Alemania.
"IN HOC SIGNO TUETUR PIUS, IN HOC SIGNO VINCITUR INIMICUS"
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