El nuevo Libro Blanco de Alemania: el fin de una era
En Octubre 2006, y luego del paso de 12 años desde su edición anterior, el gobierno de Alemania dio a conocer un nuevo Libro Blanco de la Defensa. El mismo, tal vez no casualmente, coincidió con la publicación en algunos medios de prensa de ese país de fotos del año 2003 en donde un grupo se soldados alemanes destinados a las cercanías de Kabul (Afganistán) jugaban con algunas calaveras.
En sus 170 páginas, el nuevo Libro Blanco hace una clara referencia al interés nacional que representa par Berlín un mayor rol en Operaciones de Imposición y de Mantenimiento de la Paz así como otras de naturaleza humanitaria a escala global. Asimismo, destaca la necesidad de preparar al instrumento militar para hacer frente a amenazas asimétricas como el terrorismo, colaboración en el control de la proliferación de armas de destrucción masiva y el mantener libres y seguros los canales marítimos por donde fluye el comercio y la energía. Con respecto a cuestiones como el terrorismo y desastres naturales, el nuevo documento convoca a “expandir el marco constitucional” para que las Fuerzas puedan hacer frente a este tipo de eventos al interior del país en caso de extrema necesidad. Por último, ratifica la utilidad y vigencia del servicio militar voluntario y su aporte central al concepto clave de “soldado ciudadano” que rige en este país desde 1955.
Un ejemplo de la magnitud del cambio que representó para Alemania el fin de la Guerra Fría y su posterior unificación, es que en los pocos meses que van de 1989 a 1990 el país dejó de ser la línea de frente principal de la contienda bipolar para pasar a ser un actor clave en la transición política y económica en Europa central y del Este y aun en la misma Rusia. En materia militar, y meramente a modo de ejemplo, las divisiones blindadas del Ejército alemán se vieron reducidas al 10%.
Aun emanado de un gobierno de unidad nacional tal como el actual, los medios de prensa ligados a la centro-izquierda así como los funcionarios de este sector político han sido los que han asumido un rol más activo en la defensa de este documento y en la necesidad de darle un mayor protagonismo internacional a las FF.AA. de Alemania. En este sentido, si bien los primeros pasos en materia de romper el tabú de la participación internacional de sus contingentes se remontan a la era conservadora a comienzos de los años ´90 (con el envío de fuerzas humanitarias y de paz a Camboya y luego a Somalia), será a partir de 1999 con la llegada del socialdemócrata G. Schroder que Berlín declarará abiertamente su voluntad de dejar definitivamente atrás el fantasma y la herencia de la Segunda Guerra Mundial. Reclamando el derecho de la cuarta potencia económica del mundo a asumir un rol más activo en el concierto internacional. La utilización de aviones de combate alemanas en 1999 en las misiones de bombardeo a las unidades serbias en Kosovo fue un claro reflejo de ello. Luego vendría el envío de contingentes militares a lugares tan variados como el Congo, Bosnia y Macedonia. Ello se vería complementado por una activa campaña internacional que Berlín llevó a cabo entre el 2004 y 2005 con vistas a lograr (aun sin éxito) una banca permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (formando el G-4 junto a Japón, India y Brasil).
Los hechos del 11-9 así como los posteriores atentados terroristas en España y Gran Bretaña (y la desactivación de otros de igual o mayor magnitud en Francia, Gran Bretaña, Italia y en la misma Alemania) no hicieron más que confirmar la necesidad de un replanteo de la política de Defensa del país así como de los lineamientos de la naciente Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) de la Unión Europea. En este sentido, en el año 2003 la PESC dirigida por el Comisario Javier Solana difundió un documento titulado “Una Europa segura en un mundo mejor” en donde se registran (no casualmente) sustanciales puntos de consenso con el reciente Libro Blanco de la Defensa de Alemania. En esta línea, el 3 de Octubre del presente año se desarrollo una importante reunión de Ministros de Defensa de la Unión Europea en Finlandia. Durante la misma se avanzó en darle contenido material a muchas de las ideas fuerzas consensuadas en el documento del 2003. En la reunión en Finlandia, los funcionarios han buscado comenzar a diseñar una visión estratégica común para los próximos 20 años y pensar formas y medios en común para hacer frente a ellos. En este sentido, se reforzó la voluntad de hacer realidad el desarrollo y adquisición de sistemas de armas a nivel europeo y no meramente nacional, de evitar un deterioro de los presupuestos de Defensa, de enfatizar en el desarrollo de Ciencia y Tecnología de uso civil y militar, de buscar formas de hacer frente a las estrategias asimétricas, de potenciar la capacidad de detección y ataque así como en el despliegue de fuerzas a largas distancias. A ello se suma el interés en optimizar el proceso de diseño, fabricación y adquisición de sistemas de armas así como lograr un equilibrio entre la alta tecnología y el siempre necesario “pie de fuerza” o tropas en el terreno (el actual escenario iraquí y, más recientemente, aun el afgano son un recuerdo de la importancia que aun conserva el hombre y su fusil).
Todo ello, no le impidió a Alemania asumir una actitud firme y selectiva en cuanto a los pasos dados por los EE.UU. en su “guerra al terrorismo global”. A partir del 2002 combinó su voluntad de colaborar por miles de efectivos en la campaña de estabilización en Afganistán (si bien limitando el despliegue a la zona Norte, sustancialmente menos peligrosa que la Sur) y criticar abiertamente la guerra que los EE.UU. desarrollarían en Irak a partir del 2003. Estos cuestionamientos a la utilidad y racionalidad de esta guerra por parte de Berlín y París, llevó al recientemente renunciado Secretario de Defensa D. Rumsfeld a definir a estos dos países como la “vieja Europa” en comparación con la supuesta “nueva Europa” (la España de Aznar, la Italia de Berlusconi, la Gran Bretaña de Blair, Polonia, etc.).
La reciente guerra entre Israel y Hezbollah en el Líbano, le dio la oportunidad a la Canciller democratacristiana A. Merkel de dar un nuevo y significativo paso en el protagonismo internacional de las FF.AA. de Alemania. En el envío del continente naval alemán más grande desde 1945 a las aguas del Mediterráneo, con el objeto de hacer cumplir la Resolución de las Naciones Unidas. Cabe indicar que la Marina germana tiene la conducción de la fuerza naval internacional existente en la zona. La necesaria interacción con el Estado de Israel y sus fuerzas militares se constituye en otra frontera superada dentro del camino recorrido a partir de la ruptura del tabú se comenzó a resquebrajar al finalizar la Guerra Fría. Para el año 2006 nos encontramos con más de 9000 soldados alemanes cumpliendo tareas en el exterior y con el declarado objetivo del gobierno de elevar esta cifra a 14000 en el corto y mediano plazo.
En momentos que desde la academia Realista y aun sectores “liberals” y conservadores de los EE.UU. se advierte sobre la marca que está produciendo y que podría generar el “síndrome de Irak” en la política exterior de Washington en el futuro previsible, básicamente una mayor cautela en el protagonismo internacional y en hacer frente unilateralmente a crisis y turbulencias regionales, la decisión de Alemania en general y de la Unión Europea en particular de ir progresivamente equiparando su gigantismo económico-comercial y su minimalismo en el campo de la Defensa, parece una buena noticia para los preocupados por fuerzas que brinden estabilidad al sistema internacional.
http://www.nuevamayoria.com/ES/INVESTIGACIONES/?id=defensa&file=061110.html
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