Los Panzer alemanes: detrás del mito
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Los Panzer alemanes: detrás del mito
Un saludo, compañeros foristas. Dado el interés que despertó el artículo referido al desarrollo y uso de los carros de combate ingleses en la WWII, he decidido liarme la manta a la cabeza y preparar un nuevo estudio sobre un tema más jugoso: los carros alemanes.
En realidad no voy a referirme en exclusiva a los carros de combate, es decir los panzer, sino que mi idea es tratar también los vehículos acorazados de combate, los stugs y panzerjager, ya que no sólo son derivados (más o menos afortunados, y en algunos casos muy exitosos) de los propios panzer sino que al contrario de lo que sucedió en el bando aliado su uso fue extensivo y numéricamente fueron tanto o más importantes que los propios panzer, sobre todo en la segunda mitad de la guerra.
La documentación que he reunido es bastante extensa: para los detalles técnicos me he basado sobre todo en los diversos libros de Osprey, tanto de la serie Vanguard como de la New Vanguard. He descargado de la red toda la documentación disponible sobre tácticas, organización y manejo; una de las fuentes de mayor interés es el artículo "blandiendo el mazo", sobre las unidades de carros pesados tigre, de C. W. Wilberck, que puede conseguirse tanto en castellano como en inglés en diversos sitios, entre ellos el BravePages, donde también he conseguido un buen número de otros documentos de interés. Igualmente he procurado tener acceso a los testimonios y memorias de los principales implicados, Speer, Guderian., Manstein… de especial relevancia ha sido el volumen "The Rommel Papers" en el que se agrupan las diversas anotaciones y cartas del mariscal durante la campaña de Francia, los dos años de la guerra del desierto y la fase inicial de la guerra en Francia en 1944. Desgraciadamente no he podido conseguir un ejemplar de "Panzer Leader", de Guderian, pero tras largos meses de búsqueda me he dado por vencido. Además he consultado la excelente documentación de la hoja web AchtungPanzer, entre otras (pero esa es la más recomendable)
Dado que primero desarrollaré el tema en forma de hilo, espero que todo el que pueda aportar información se sienta invitado a ello, e igualmente confío en que si me veis meter la pata no temáis darme un par de merecidos capones. Eso sí, ruego que se siga un poco el hilo temporal, que nadie empiece a preguntar u opinar sobre el Maus cuando estemos trabajando sobre el desarrollo del Panzer II
Igualmente ruego a todos que las opiniones se documenten. Creo que ya hemos tenido demasiados post del tipo "pues a mí me gusta el pantera porque era el mejor carro del mundo a propulsión atómica y seguro que con él Saddam hubiera ganado la guerra del Golfo"
Item espero que los recien incorporados al FMG que quieran hacer alguna consulta se lean las entradas anteriores y los hilos relacionados con el tema, como el de la encuesta sobre el mejor carro de la guerra, o el que realizamos sobre el diseño de carros ingleses (y digo realizamos porque la respuesta que recibió ese hilo fue excelente y se plantearon cuestiones muy interesantes) a fin de evitar repetir preguntas innecesariamente, que el foro anda justito de espacio
Y ya sin más, vamos a meternos en harina
En realidad no voy a referirme en exclusiva a los carros de combate, es decir los panzer, sino que mi idea es tratar también los vehículos acorazados de combate, los stugs y panzerjager, ya que no sólo son derivados (más o menos afortunados, y en algunos casos muy exitosos) de los propios panzer sino que al contrario de lo que sucedió en el bando aliado su uso fue extensivo y numéricamente fueron tanto o más importantes que los propios panzer, sobre todo en la segunda mitad de la guerra.
La documentación que he reunido es bastante extensa: para los detalles técnicos me he basado sobre todo en los diversos libros de Osprey, tanto de la serie Vanguard como de la New Vanguard. He descargado de la red toda la documentación disponible sobre tácticas, organización y manejo; una de las fuentes de mayor interés es el artículo "blandiendo el mazo", sobre las unidades de carros pesados tigre, de C. W. Wilberck, que puede conseguirse tanto en castellano como en inglés en diversos sitios, entre ellos el BravePages, donde también he conseguido un buen número de otros documentos de interés. Igualmente he procurado tener acceso a los testimonios y memorias de los principales implicados, Speer, Guderian., Manstein… de especial relevancia ha sido el volumen "The Rommel Papers" en el que se agrupan las diversas anotaciones y cartas del mariscal durante la campaña de Francia, los dos años de la guerra del desierto y la fase inicial de la guerra en Francia en 1944. Desgraciadamente no he podido conseguir un ejemplar de "Panzer Leader", de Guderian, pero tras largos meses de búsqueda me he dado por vencido. Además he consultado la excelente documentación de la hoja web AchtungPanzer, entre otras (pero esa es la más recomendable)
Dado que primero desarrollaré el tema en forma de hilo, espero que todo el que pueda aportar información se sienta invitado a ello, e igualmente confío en que si me veis meter la pata no temáis darme un par de merecidos capones. Eso sí, ruego que se siga un poco el hilo temporal, que nadie empiece a preguntar u opinar sobre el Maus cuando estemos trabajando sobre el desarrollo del Panzer II
Igualmente ruego a todos que las opiniones se documenten. Creo que ya hemos tenido demasiados post del tipo "pues a mí me gusta el pantera porque era el mejor carro del mundo a propulsión atómica y seguro que con él Saddam hubiera ganado la guerra del Golfo"
Item espero que los recien incorporados al FMG que quieran hacer alguna consulta se lean las entradas anteriores y los hilos relacionados con el tema, como el de la encuesta sobre el mejor carro de la guerra, o el que realizamos sobre el diseño de carros ingleses (y digo realizamos porque la respuesta que recibió ese hilo fue excelente y se plantearon cuestiones muy interesantes) a fin de evitar repetir preguntas innecesariamente, que el foro anda justito de espacio
Y ya sin más, vamos a meternos en harina
Última edición por japa el 16 Mar 2007, 02:59, editado 2 veces en total.
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MITOLOGÍA DE LOS PANZER
En el verano de 1942 las divisiones acorazadas del ejército alemán eran las unidades de combate más temidas del mundo. En tres años de guerra habían encabezado las aplastantes victorias del Heer sobre Polonia, Bélgica, Holanda, Francia, Yugoslavia y Grecia; en el desierto los panzer del general Rommel se habían enfrentado a fuerzas muy superiores en número derrotándolas una y otra vez y en la campaña de Barbarroja, y en ese momento en las fases iniciales de Blau, habían puesto de rodillas al coloso soviético que sólo a duras penas había logrado evitar una derrota completa; ahora, mientras avanzaban prácticamente sin oposición hacia el Cáucaso y pese a los duros reveses del invierno, pocos dudaban de la invencibilidad de las divisiones acorazadas de Hitler, frente a las que nada parecía poder alzarse.
Las razones de esa supremacía parecían claras. Oigamos a Churchill, en sus memorias de la Segunda Guerra Mundial, al comienzo del capítulo dedicado a la batalla de Francia:
"…Por tanto, Hitler estaba en condiciones de atacar Francia con ciento veintiséis divisiones y con toda la inmensa fuerza blindada de diez divisiones panzer que comprendían casi tres mil vehículos blindados, de los que al menos mil eran carros de combate pesados"
Oigamos ahora a otro testigo, el mariscal Zukhov:
"… en 1941 la industria alemana fabricó más de 5000 tanques y autos blindados…"
"…Al aparato Potápov…(Zukhov) Infórme de la situación (Potápov) En el frente de Vládov-Ustilug operan unas cinco divisioens de infantería y unos dos mil tanques…"
"…El enemigo desplegó cerca de 4500 tanques y cañones de asalto"
La respuesta es evidente: gracias a su esfuerzo industrial Alemania había dotado a sus ejércitos de millares de carros de combate técnicamente muy superiores a los de sus adversarios, máquinas perfectas e invulnerables, en cifras muy superiores a las que podían desplegar sus enemigos. Los soldados del 8º ejército sabían de sobra que los panzer alemanes estaban perfectamente preparados para la lucha en el desierto e incluso tenían aire acondicionado. Una ola incontenible de carros pesados, invulnerables a las armas de sus enemigos y poderosamente armados había barrido Europa de un extremo a otro y vencerlos iba a ser una tarea de titanes.
Y las pruebas son apabullantes, ahí tenemos el célebre dato de que para destruir un Tigre hacían falta cinco shermans de los que se perderían cuatro; ahí está Michael Wittman aplastando con su solitario Tigre una columna entera de cromwells; y los tigres estaban por todas partes, casi no hay informes de combate en que no se mencionen. Y si el frente del este cedió ante el ER fue por las incontenibles mareas de carros soviéticos que caían sobre el Heer, hasta el punto de que ni las increíbles máquinas de las divisiones panzer pudieron frenarlos a todos. ¿No se ha dicho cien veces que el TigreII es el mejor carro de combate de la guerra? Sin duda la superioridad de los carros alemanes era asombrosa, la obra de auténticos genios.
Y hasta aquí el mito. Veamos cual fue la realidad; para ello tendremos que retroceder algunas décadas
(pero eso será mañan: ahora, a la camita)
En el verano de 1942 las divisiones acorazadas del ejército alemán eran las unidades de combate más temidas del mundo. En tres años de guerra habían encabezado las aplastantes victorias del Heer sobre Polonia, Bélgica, Holanda, Francia, Yugoslavia y Grecia; en el desierto los panzer del general Rommel se habían enfrentado a fuerzas muy superiores en número derrotándolas una y otra vez y en la campaña de Barbarroja, y en ese momento en las fases iniciales de Blau, habían puesto de rodillas al coloso soviético que sólo a duras penas había logrado evitar una derrota completa; ahora, mientras avanzaban prácticamente sin oposición hacia el Cáucaso y pese a los duros reveses del invierno, pocos dudaban de la invencibilidad de las divisiones acorazadas de Hitler, frente a las que nada parecía poder alzarse.
Las razones de esa supremacía parecían claras. Oigamos a Churchill, en sus memorias de la Segunda Guerra Mundial, al comienzo del capítulo dedicado a la batalla de Francia:
"…Por tanto, Hitler estaba en condiciones de atacar Francia con ciento veintiséis divisiones y con toda la inmensa fuerza blindada de diez divisiones panzer que comprendían casi tres mil vehículos blindados, de los que al menos mil eran carros de combate pesados"
Oigamos ahora a otro testigo, el mariscal Zukhov:
"… en 1941 la industria alemana fabricó más de 5000 tanques y autos blindados…"
"…Al aparato Potápov…(Zukhov) Infórme de la situación (Potápov) En el frente de Vládov-Ustilug operan unas cinco divisioens de infantería y unos dos mil tanques…"
"…El enemigo desplegó cerca de 4500 tanques y cañones de asalto"
La respuesta es evidente: gracias a su esfuerzo industrial Alemania había dotado a sus ejércitos de millares de carros de combate técnicamente muy superiores a los de sus adversarios, máquinas perfectas e invulnerables, en cifras muy superiores a las que podían desplegar sus enemigos. Los soldados del 8º ejército sabían de sobra que los panzer alemanes estaban perfectamente preparados para la lucha en el desierto e incluso tenían aire acondicionado. Una ola incontenible de carros pesados, invulnerables a las armas de sus enemigos y poderosamente armados había barrido Europa de un extremo a otro y vencerlos iba a ser una tarea de titanes.
Y las pruebas son apabullantes, ahí tenemos el célebre dato de que para destruir un Tigre hacían falta cinco shermans de los que se perderían cuatro; ahí está Michael Wittman aplastando con su solitario Tigre una columna entera de cromwells; y los tigres estaban por todas partes, casi no hay informes de combate en que no se mencionen. Y si el frente del este cedió ante el ER fue por las incontenibles mareas de carros soviéticos que caían sobre el Heer, hasta el punto de que ni las increíbles máquinas de las divisiones panzer pudieron frenarlos a todos. ¿No se ha dicho cien veces que el TigreII es el mejor carro de combate de la guerra? Sin duda la superioridad de los carros alemanes era asombrosa, la obra de auténticos genios.
Y hasta aquí el mito. Veamos cual fue la realidad; para ello tendremos que retroceder algunas décadas
(pero eso será mañan: ahora, a la camita)
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Vale, un pequeño empujón más antes de acostarme (mi chica me va a matar)
LA DERROTA DE 1918
La victoria aliada en 1918 tiene también su mitología: una de las más extendidas es que los carros de combate aliados ganaron la guerra superando por fin la tierra de nadie entre las líneas de trincheras y empujando manadas de aterrados soldados alemanes hacia el Rin. SIn embargo un análisis somero de los combates de 1917 y 1918 borran esa imagen de glorioso triunfo militar, una leyenda que debemos sobre todo a los cronistas ingleses.
La realidad es que Alemania fue derrotada por hambre y agotamiento. El tremendo desgaste de la guerra posicional drenó las reservas humanas del II Reich y el bloqueo naval agotó su economía y acogotó a su población. Cuando los militares alemanes comprendieron que tras la entrada efectiva de EEUU en la contienda la situación ya no podía resolverse militarmente, pidieron un armisticio. Los ejércitos alemanes volvieron a su patria cansados, sucios, hambrientos, pero con la frente alta y en buen orden. No se sentían vencidos.
Las fuerzas armadas alemanas fueron severamente castigadas por los vencedores, reduciéndolas a unas dimensiones ridículas y desarmándolas de cualquier equipamiento amenazador, aviación, artillería pesada, acorazados y, por supuesto, carros de combate. Además las condiciones económicas del tratado garantizaban que la industria alemana nunca estaría en condiciones de fabricar esas armas en grandes números. Pero el ejército alemán había logrado salvar su estructura básica dentro del miniejército dirigido por el general Von Seekt, formando una armazón que permitiera reconstruir un ejército de verdad cuando las circunstancias políticas lo permitieran.
Los estados mayores aliados tenían motivos sobrados para estar satisfechos: habían tardado, pero habían vencido de forma contundente, luego estaba claro que lo habían hecho bien. Sobre todo los ingleses se daban palmadas en la espalda. Sin duda Haig era un nuevo Napoleón. Por supuesto que la ayuda americana había sido positiva, pero estaba claro que la victoria la habían logrado los mejores, y no vieron ningún motivo para cambiar sus ideas sobre la guerra, ni estudiarla. Habían vencido ¿qué había que analizar?
En cambio el diminuto ejército de la nueva Alemania no tenía motivos para dormirse en unos laureles inexistentes. Y empezaron a analizar y estudiar todo lo sucedido en esos cuatro años de carnicería sin sentido. Querían saber porqué no habían logrado vencer y prepararse para no repetir viejos errores.
Pasadas las crisis políticas que vieron el nacimiento de la república de Weimar, el Estado Mayor empezó a repasar los años de la guerra. Estaba claro que ahí donde se había podido mantener la movilidad de las tropas se había logrado la victoria una y otra vez. Ahí estaba la crucial victoria de Tannenberg y las exitosas campañas posteriores en el frente del este. En cambio en el frente occidental el fracaso inicial de 1914 había llevado a una guerra estática que había sido letal para Alemania. Lo que los estados mayores aliados verían durante las dos décadas siguientes como la panacea ante cualquier guerra, la estática de la guerra de posiciones, era para los oficiales alemanes la peor amenaza. Si se quería luchar con éxito había que atravesar las trincheras y dejarlas atrás, no cavar trincheras propias.
La solución estaba muy clara a los ojos del EM alemán porque ya en 1918, en la ofensiva postrera hacia occidente los alemanes habían logrado romper por fin el cepo de las trincheras, olvidándose de ofensivas masivas precedidas por semanas de barreras preparatorias de artillería. Por el contrario habían concentrado nucleos de fuerzas bien preparadas y adiestradas especialmente para la ruptura (las Sturmtruppen) y tras cortas preparaciones artilleras, breves pero de gran intensidad habían atravesado las líneas de trincheras aprovechando la sorpresa y la superioridad local, abriendo brechas por las que les seguirían el resto de las fuerzas. Así la movilidad había vuelto al campo de batalla, y sólo el agotamiento de Alemania le había impedido obtener una victoria decisiva. Por supuesto se habían cometido errores y se habían encontrado problemas como el del abastecimiento o el apoyo artillero una vez sobrepasadas las líneas enemigas, pero se había demostrado que la guerra de posiciones podía superarse.
Por otra parte se prestó especial atención al carro de combate, un arma que había nacido precisamente para acabar con la parálisis de las trincheras; era un invento inglés (de ilustres padres, entre ellos el inquieto Winston Churchill) y Alemania apenas había tenido tiempo de usar carros propios (sólo un puñado de lentos mastodontes inservibles, los A-7V Sturmpanzerwagen) pero la batalla de Cambrai, donde por primera vez se usaron los carros de combate en masa, les había causado una gran impresión.
Curiosamente los propios ingleses se esforzaron durante los años de entreguerras en olvidar que el carro de combate había nacido como remedio a la guerra posicional; para el EM británico nada había cambiado desde 1914. Sí, tal vez los carros y los autos blindados podían sustituir a los caballos, pero el espíritu y las tradiciones de los regimientos debían mantenerse por encima de todo, y la habilidad táctica de los oficiales debía seguir midiéndose en función de su habilidad en el polo. Los franceses, mientras tanto, empezaron a pensar en términos de ciclópeas fortificaciones que asegurarían de una vez para siempre la integridad de la patria. El mejor carro de combate de 1918 era el francés Renault FT-17 así que, ¿para qué buscar más? y de hecho todavía en 1940 se vería a los venerables carcamales n los campos de batalla.
Y mientras, en Alemania…
LA DERROTA DE 1918
La victoria aliada en 1918 tiene también su mitología: una de las más extendidas es que los carros de combate aliados ganaron la guerra superando por fin la tierra de nadie entre las líneas de trincheras y empujando manadas de aterrados soldados alemanes hacia el Rin. SIn embargo un análisis somero de los combates de 1917 y 1918 borran esa imagen de glorioso triunfo militar, una leyenda que debemos sobre todo a los cronistas ingleses.
La realidad es que Alemania fue derrotada por hambre y agotamiento. El tremendo desgaste de la guerra posicional drenó las reservas humanas del II Reich y el bloqueo naval agotó su economía y acogotó a su población. Cuando los militares alemanes comprendieron que tras la entrada efectiva de EEUU en la contienda la situación ya no podía resolverse militarmente, pidieron un armisticio. Los ejércitos alemanes volvieron a su patria cansados, sucios, hambrientos, pero con la frente alta y en buen orden. No se sentían vencidos.
Las fuerzas armadas alemanas fueron severamente castigadas por los vencedores, reduciéndolas a unas dimensiones ridículas y desarmándolas de cualquier equipamiento amenazador, aviación, artillería pesada, acorazados y, por supuesto, carros de combate. Además las condiciones económicas del tratado garantizaban que la industria alemana nunca estaría en condiciones de fabricar esas armas en grandes números. Pero el ejército alemán había logrado salvar su estructura básica dentro del miniejército dirigido por el general Von Seekt, formando una armazón que permitiera reconstruir un ejército de verdad cuando las circunstancias políticas lo permitieran.
Los estados mayores aliados tenían motivos sobrados para estar satisfechos: habían tardado, pero habían vencido de forma contundente, luego estaba claro que lo habían hecho bien. Sobre todo los ingleses se daban palmadas en la espalda. Sin duda Haig era un nuevo Napoleón. Por supuesto que la ayuda americana había sido positiva, pero estaba claro que la victoria la habían logrado los mejores, y no vieron ningún motivo para cambiar sus ideas sobre la guerra, ni estudiarla. Habían vencido ¿qué había que analizar?
En cambio el diminuto ejército de la nueva Alemania no tenía motivos para dormirse en unos laureles inexistentes. Y empezaron a analizar y estudiar todo lo sucedido en esos cuatro años de carnicería sin sentido. Querían saber porqué no habían logrado vencer y prepararse para no repetir viejos errores.
Pasadas las crisis políticas que vieron el nacimiento de la república de Weimar, el Estado Mayor empezó a repasar los años de la guerra. Estaba claro que ahí donde se había podido mantener la movilidad de las tropas se había logrado la victoria una y otra vez. Ahí estaba la crucial victoria de Tannenberg y las exitosas campañas posteriores en el frente del este. En cambio en el frente occidental el fracaso inicial de 1914 había llevado a una guerra estática que había sido letal para Alemania. Lo que los estados mayores aliados verían durante las dos décadas siguientes como la panacea ante cualquier guerra, la estática de la guerra de posiciones, era para los oficiales alemanes la peor amenaza. Si se quería luchar con éxito había que atravesar las trincheras y dejarlas atrás, no cavar trincheras propias.
La solución estaba muy clara a los ojos del EM alemán porque ya en 1918, en la ofensiva postrera hacia occidente los alemanes habían logrado romper por fin el cepo de las trincheras, olvidándose de ofensivas masivas precedidas por semanas de barreras preparatorias de artillería. Por el contrario habían concentrado nucleos de fuerzas bien preparadas y adiestradas especialmente para la ruptura (las Sturmtruppen) y tras cortas preparaciones artilleras, breves pero de gran intensidad habían atravesado las líneas de trincheras aprovechando la sorpresa y la superioridad local, abriendo brechas por las que les seguirían el resto de las fuerzas. Así la movilidad había vuelto al campo de batalla, y sólo el agotamiento de Alemania le había impedido obtener una victoria decisiva. Por supuesto se habían cometido errores y se habían encontrado problemas como el del abastecimiento o el apoyo artillero una vez sobrepasadas las líneas enemigas, pero se había demostrado que la guerra de posiciones podía superarse.
Por otra parte se prestó especial atención al carro de combate, un arma que había nacido precisamente para acabar con la parálisis de las trincheras; era un invento inglés (de ilustres padres, entre ellos el inquieto Winston Churchill) y Alemania apenas había tenido tiempo de usar carros propios (sólo un puñado de lentos mastodontes inservibles, los A-7V Sturmpanzerwagen) pero la batalla de Cambrai, donde por primera vez se usaron los carros de combate en masa, les había causado una gran impresión.
Curiosamente los propios ingleses se esforzaron durante los años de entreguerras en olvidar que el carro de combate había nacido como remedio a la guerra posicional; para el EM británico nada había cambiado desde 1914. Sí, tal vez los carros y los autos blindados podían sustituir a los caballos, pero el espíritu y las tradiciones de los regimientos debían mantenerse por encima de todo, y la habilidad táctica de los oficiales debía seguir midiéndose en función de su habilidad en el polo. Los franceses, mientras tanto, empezaron a pensar en términos de ciclópeas fortificaciones que asegurarían de una vez para siempre la integridad de la patria. El mejor carro de combate de 1918 era el francés Renault FT-17 así que, ¿para qué buscar más? y de hecho todavía en 1940 se vería a los venerables carcamales n los campos de batalla.
Y mientras, en Alemania…
Última edición por japa el 09 Abr 2007, 13:39, editado 4 veces en total.
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(Gracias, oberfeldwebel: me gusta darle un poco de suspense a los temas)
LA TRAVESÍA DEL DESIERTO
Alemania no tuvo diseños de carros de combate propios hasta poco antes de la llegada al poder de Adolfo Hitler; sin embargo durante ese tiempo los militares alemanes no estuvieron ociosos y realizaron un desarrollo doctrinal que iba a llevarles a años luz de sus futuros adversarios. La clave de las nuevas ideas tácticas alemanas era la movilidad. El objetivo de la batalla no era el desgaste del enemigo ni el hundimiento del frente en toda su extensión, sino la penetración y el envolvimiento de grandes partes del ejército adversario por parte de unidades especialmente preparadas a tal efecto, seguidas de grandes fuerzas de infantería encargadas del aniquilamiento o captura de las fuerzas cercadas. No eran ideas nuevas, ya que arrancaban de los años de Moltke. No buscaba la conquista de territorios, sino la destrucción física del enemigo atrapándolo en el "caldero de aplastamiento" (Kesselschlatch), tras lo cual la resistencia del enemigo se colapsaría.
Además había otra lección estremecedoramente clara: Alemania no podía permitirse la carne de cañón. El soldado alemán no podía ser un autómata que cumpliera las órdenes sin pensarlas: todos, desde el general hasta el soldado raso, debían ser capaces de tomar decisiones de acuerdo a las circunstancias. El oficial al mando en el campo de batalla debía recibir en las órdenes los objetivos que se esperaban de él, pero la manera de lograrlos era de su incumbencia y sus superiores no debían de interferir una vez iniciada la batalla porque era él quien conocería las circunstancias y cómo variarían durante el combate. Se estableció un principio básico, la independencia de criterio en el nivel táctico, y se extendió a todos los grados. Y eso se llevó hasta el punto de romper con las barreras que separaban a la tropa de la oficialidad. Los soldados alemanes y sus jefes recibirían el mismo trato, comerían juntos, se entrenarían juntos y alcanzarían un nivel de camaradería desconocido en los ejércitos europeos de la época. El estado mayor alemán tenía claro que el arma más valiosa del ejército iban a ser sus soldados.
Y aquí tenemos reunidas ya en los años 20 varias de las características que definirían a las divisiones panzer: movilidad, decisión táctica, iniciativa. Y los oficiales ingleses, entre tanto, perfeccionaban sus habilidades en el polo.
El motor de gasolina añadía ahora la posibilidad de incrementar drásticamente la velocidad táctica en el campo de batalla, al igual que la llegada del ferrocarril supuso una revolución en la logística y el despliegue de grandes ejércitos, y el carro de combate aparecía como un arma idónea para facilitar la ruptura y el movimiento. Ahora bien, los alemanes tenían prohibidos los carros y los autos blindados así que ¿cómo verificar la validez de las nuevas ideas sobre su uso?
Por suerte para el estado mayor alemán, su nación no era el único paria europeo. La recién nacida URSS había sobrevivido a una atroz guerra civil y ahora se levantaba poco a poco de las cenizas en medio de la hostilidad, más o menos encubierta, del resto de naciones europeas. Ahí sería posible trabajar sin que nadie observara o molestara, y así se hizo. Gracias a los acuerdos de la república de Weimar con la URSS las doctrinas sobre el uso de los carros de combate empezaron a tomar forma. Parte de la mitología de los panzer dice que los alemanes inventaron en los años 30 una forma nueva de hacer la guerra, la Blitzkrieg (guerra relámpago), pero la realidad es que los oficiales de la wermatch se limitaron a adaptar su vieja forma de hacer la guerra a las nuevas circunstancias, estudiando los errores cometidos en la guerra precedente y buscando cómo corregirlos. Cuando llegaron las divisiones panzer simplemente se adaptaron como un guante a un concepto táctico bien definido y lo perfeccionaron con el potencial de las nuevas tecnologías. No hubo revolución, sino racionalidad.
Y (por fin) entra en escena el hombre que daría forma a las unidades panzer.
EN 1927 el entonces mayor Heinz Guderian fue destinado a la oficina de inspección de tácticas motorizadas. El joven oficial (39 años) tenía una mente inquisitiva y abierta. En los siguientes años trabajó intensamente en los nuevos conceptos, estudió las ideas del mariscal Tujachevski, tradujo al alemán las obras de J. F. Fuller y el futuro general Charles de Gaulle sobre la guerra en la sociedad industrial, ascendió a coronel y fue nombrado jefe de la inspección de tropas motorizadas. Publicó varios estudios sobre la movilidad de las fuerzas acorazadas y sus consecuencias y, tras la llegada de Hitler al poder, fue destinado a la II división Panzer, ascendiendo al generalato en 1936. Desde su puesto llamó la atención del fuhrer, un hombre que tenía una sorprendente habilidad para ver el genio individual (unido a una notable incapacidad para apreciar la torpeza de los que formaban su círculo más cercano, como Goering o Hess) y enseguida prestó oídos a las nuevas ideas de movilidad y coraza y puso los medios necesarios para llevarlas a cabo.
En 1937 Guderian publicó su obra más célebre: "Achtung Panzer", en la que resumía su análisis y conclusiones sobre el empleo de los nuevos medios de combate, y estableció las bases doctrinales sobre las que crecieron las unidades acorazadas alemanas.
Por fin a comienzos de los años 30 Alemania podía empezar a diseñar sus propios carros de combate (hasta entonces las maniobras se realizaban con armazones de madera sobre motocicletas y otros medios burdos de simulación), pero antes de ver cómo se gestó la primera generación de los panzer, veamos brevemente las ideas que había sobre su uso y que, en definitiva, son las que les dieron forma.
LA TRAVESÍA DEL DESIERTO
Alemania no tuvo diseños de carros de combate propios hasta poco antes de la llegada al poder de Adolfo Hitler; sin embargo durante ese tiempo los militares alemanes no estuvieron ociosos y realizaron un desarrollo doctrinal que iba a llevarles a años luz de sus futuros adversarios. La clave de las nuevas ideas tácticas alemanas era la movilidad. El objetivo de la batalla no era el desgaste del enemigo ni el hundimiento del frente en toda su extensión, sino la penetración y el envolvimiento de grandes partes del ejército adversario por parte de unidades especialmente preparadas a tal efecto, seguidas de grandes fuerzas de infantería encargadas del aniquilamiento o captura de las fuerzas cercadas. No eran ideas nuevas, ya que arrancaban de los años de Moltke. No buscaba la conquista de territorios, sino la destrucción física del enemigo atrapándolo en el "caldero de aplastamiento" (Kesselschlatch), tras lo cual la resistencia del enemigo se colapsaría.
Además había otra lección estremecedoramente clara: Alemania no podía permitirse la carne de cañón. El soldado alemán no podía ser un autómata que cumpliera las órdenes sin pensarlas: todos, desde el general hasta el soldado raso, debían ser capaces de tomar decisiones de acuerdo a las circunstancias. El oficial al mando en el campo de batalla debía recibir en las órdenes los objetivos que se esperaban de él, pero la manera de lograrlos era de su incumbencia y sus superiores no debían de interferir una vez iniciada la batalla porque era él quien conocería las circunstancias y cómo variarían durante el combate. Se estableció un principio básico, la independencia de criterio en el nivel táctico, y se extendió a todos los grados. Y eso se llevó hasta el punto de romper con las barreras que separaban a la tropa de la oficialidad. Los soldados alemanes y sus jefes recibirían el mismo trato, comerían juntos, se entrenarían juntos y alcanzarían un nivel de camaradería desconocido en los ejércitos europeos de la época. El estado mayor alemán tenía claro que el arma más valiosa del ejército iban a ser sus soldados.
Y aquí tenemos reunidas ya en los años 20 varias de las características que definirían a las divisiones panzer: movilidad, decisión táctica, iniciativa. Y los oficiales ingleses, entre tanto, perfeccionaban sus habilidades en el polo.
El motor de gasolina añadía ahora la posibilidad de incrementar drásticamente la velocidad táctica en el campo de batalla, al igual que la llegada del ferrocarril supuso una revolución en la logística y el despliegue de grandes ejércitos, y el carro de combate aparecía como un arma idónea para facilitar la ruptura y el movimiento. Ahora bien, los alemanes tenían prohibidos los carros y los autos blindados así que ¿cómo verificar la validez de las nuevas ideas sobre su uso?
Por suerte para el estado mayor alemán, su nación no era el único paria europeo. La recién nacida URSS había sobrevivido a una atroz guerra civil y ahora se levantaba poco a poco de las cenizas en medio de la hostilidad, más o menos encubierta, del resto de naciones europeas. Ahí sería posible trabajar sin que nadie observara o molestara, y así se hizo. Gracias a los acuerdos de la república de Weimar con la URSS las doctrinas sobre el uso de los carros de combate empezaron a tomar forma. Parte de la mitología de los panzer dice que los alemanes inventaron en los años 30 una forma nueva de hacer la guerra, la Blitzkrieg (guerra relámpago), pero la realidad es que los oficiales de la wermatch se limitaron a adaptar su vieja forma de hacer la guerra a las nuevas circunstancias, estudiando los errores cometidos en la guerra precedente y buscando cómo corregirlos. Cuando llegaron las divisiones panzer simplemente se adaptaron como un guante a un concepto táctico bien definido y lo perfeccionaron con el potencial de las nuevas tecnologías. No hubo revolución, sino racionalidad.
Y (por fin) entra en escena el hombre que daría forma a las unidades panzer.
EN 1927 el entonces mayor Heinz Guderian fue destinado a la oficina de inspección de tácticas motorizadas. El joven oficial (39 años) tenía una mente inquisitiva y abierta. En los siguientes años trabajó intensamente en los nuevos conceptos, estudió las ideas del mariscal Tujachevski, tradujo al alemán las obras de J. F. Fuller y el futuro general Charles de Gaulle sobre la guerra en la sociedad industrial, ascendió a coronel y fue nombrado jefe de la inspección de tropas motorizadas. Publicó varios estudios sobre la movilidad de las fuerzas acorazadas y sus consecuencias y, tras la llegada de Hitler al poder, fue destinado a la II división Panzer, ascendiendo al generalato en 1936. Desde su puesto llamó la atención del fuhrer, un hombre que tenía una sorprendente habilidad para ver el genio individual (unido a una notable incapacidad para apreciar la torpeza de los que formaban su círculo más cercano, como Goering o Hess) y enseguida prestó oídos a las nuevas ideas de movilidad y coraza y puso los medios necesarios para llevarlas a cabo.
En 1937 Guderian publicó su obra más célebre: "Achtung Panzer", en la que resumía su análisis y conclusiones sobre el empleo de los nuevos medios de combate, y estableció las bases doctrinales sobre las que crecieron las unidades acorazadas alemanas.
Por fin a comienzos de los años 30 Alemania podía empezar a diseñar sus propios carros de combate (hasta entonces las maniobras se realizaban con armazones de madera sobre motocicletas y otros medios burdos de simulación), pero antes de ver cómo se gestó la primera generación de los panzer, veamos brevemente las ideas que había sobre su uso y que, en definitiva, son las que les dieron forma.
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TEORÍA
Las divisiones panzer se diseñaron con una idea doctrinal muy clara en mente: los carros de combate no eran un mero apoyo de los infantes, o un sustituto de la caballería, sino que eran un medio de combate nuevo en sí mismo, y su potencial se desperdiciaría usándolo como mero complemento. Así pues las PzDiv (usaré esa abreviatura en adelante) iban a ser unidades con misiones propias, como lo eran las unidades de infantería o caballería.
¿Qué misiones iban a cubrir, pues las pzDiv? En esencia iban a ser dos: la ruptura y la penetración. Para ello no bastaba con el mero uso de los panzer. Las unidades de infantería de asalto de 1918 habían combatido en estrecha cooperación con las otras armas del momento, sobre todo con la artillería. Las nuevas unidades de ruptura tendrían su propia artillería de apoyo, llevarían sus propias unidades de zapadores, exploración e infantería adscritas y combatirían en estrecha colaboración con la fuerza aérea. La luftwaffe se diseño en gran medida con esa idea en mente, y los panzer alemanes iban a actuar como un engranaje dentro de un sistema de armas combinadas. Las unidades de caza debían garantizar la superioridad aérea mientras los bombarderos en picado allanaban el camino a los panzer y desbarataban las líneas de comunicación y logística enemigas más allá del campo de batalla. De ese modo las pzDiv podrían penetrar profundamente tras las líneas enemigas lo que además de permitir el envolvimiento de las fuerzas en la zona paralizaría la reacción contraria, incapaz de reaccionar a la velocidad del avance alemán. Todo eso requería una motorización de la infantería divisionaria, las unidades de apoyo y la artillería.
La ruptura debía realizarse en una corta sección del frente, concentrando la fuerza disponible para obtener la necesaria superioridad local. Las fuerzas acorazadas divisionarias encabezarían el asalto en un área no mayor de cuatro kilómetros con fuerte apoyo de la luftwaffe para ablandar la primera línea de posiciones enemiga. Si bien la fuerza se concentraría al máximo el asalto se realizaría en dos oleadas diferentes y consecutivas o en dos grupos separados y simultáneos. Por la zona de ruptura conseguida se adentrarían primero las unidades de reconocimiento que actuarían como avanzada en la ofensiva tras las líneas enemigas, seguida de cerca (algunas millas más atrás) por el núcleo principal de la división, primero las fuerzas acorazadas seguidas de los zapadores, después las unidades de infantería de apoyo, encargadas de eliminar los núcleos enemigos a medida que fueran siendo sobrepasados, las unidades de artillería, que irían formando posiciones sucesivas para enfrentarse a posibles contraataques y apoyar a las unidades de carros cuando fuera necesario enfrentarse a nuevas posiciones enemigas y finalmente las unidades logísticas y de comunicaciones y mando.
Así pues los carros debían cumplir tres misiones diferentes con requisitos diferentes. Primero, la ruptura, lo que implicaba una fuerte protección frente a las armas contracarro enemigas; después de la ruptura habría que llevar a cabo el reconocimiento armado, para lo que la velocidad sería decisiva, y tras el reconocimiento sería necesario enfrentarse tanto a los carros de combate enemigos como a las posiciones de retaguardia que fueran siendo encontradas, lo que implicaba por un lado un buen armamento contracarro y por el otro un cañón capaz de disparar proyectiles de gran capacidad explosiva.
Tras estudiar las diversas posibilidades Guderian estableció así las necesidades técnicas de las pzDiv. Hacían falta carros pesados bien protegidos para la ruptura, carros ligeros para la exploración, lo bastante veloces como para esquivar el combate con los carros enemigos y lo bastante bien armados como para enfrentarse a posiciones "blandas" y vehículos desprotegidos o sólo blindados, y carros medios para el combate tras las líneas enemigas, de dos tipos: carros ágiles con una protección aceptable y buena capacidad contracarro y carros de apoyo, algo más pesados y con un armamento mayor, capaz de eliminar posiciones bien protegidas. A estos cuatro tipos básicos de carro de combate había que añadir un vehículo blindado con buena capacidad todo terreno para que la infantería pudiera acompañar a los carros. Para ganar tiempo y poder iniciar las prácticas y el adiestramiento se encargó en 1932 el desarrollo de un "tractor", eufemismo tras el que se escondía un pequeño carro de adiestramiento, apenas blindado y armado, que permitiría ir preparando a las tripulaciones para cuando fuera posible empezar a contruir carros con verdadero potencial militar, lo que no sería posible hasta unos años más tarde, tras la denuncia de las condiciones del tratado de Versalles por parte de Hitler. Pero eso quedaba en esos momentos en un futuro incierto, y dado que hasta que se cubrieran las plantillas previstas de las pzDiv habría una gran escasez de medios Guderian dejó muy claro desde el principio que los carros no se usarían en otras funciones, y que si la infantería necesitaba medios de apoyo debería buscarlos en otro lado: los panzer eran para las PzDiv, y para nadie más. Eso traería consigo una consecuencia inesperada, pero no adelantemos acontecimientos.
Con estas ideas en mente se planteó a la industria el desarrollo de la primera generación de panzers. Había llegado el momento de pasar del papel a las factorías.
Las divisiones panzer se diseñaron con una idea doctrinal muy clara en mente: los carros de combate no eran un mero apoyo de los infantes, o un sustituto de la caballería, sino que eran un medio de combate nuevo en sí mismo, y su potencial se desperdiciaría usándolo como mero complemento. Así pues las PzDiv (usaré esa abreviatura en adelante) iban a ser unidades con misiones propias, como lo eran las unidades de infantería o caballería.
¿Qué misiones iban a cubrir, pues las pzDiv? En esencia iban a ser dos: la ruptura y la penetración. Para ello no bastaba con el mero uso de los panzer. Las unidades de infantería de asalto de 1918 habían combatido en estrecha cooperación con las otras armas del momento, sobre todo con la artillería. Las nuevas unidades de ruptura tendrían su propia artillería de apoyo, llevarían sus propias unidades de zapadores, exploración e infantería adscritas y combatirían en estrecha colaboración con la fuerza aérea. La luftwaffe se diseño en gran medida con esa idea en mente, y los panzer alemanes iban a actuar como un engranaje dentro de un sistema de armas combinadas. Las unidades de caza debían garantizar la superioridad aérea mientras los bombarderos en picado allanaban el camino a los panzer y desbarataban las líneas de comunicación y logística enemigas más allá del campo de batalla. De ese modo las pzDiv podrían penetrar profundamente tras las líneas enemigas lo que además de permitir el envolvimiento de las fuerzas en la zona paralizaría la reacción contraria, incapaz de reaccionar a la velocidad del avance alemán. Todo eso requería una motorización de la infantería divisionaria, las unidades de apoyo y la artillería.
La ruptura debía realizarse en una corta sección del frente, concentrando la fuerza disponible para obtener la necesaria superioridad local. Las fuerzas acorazadas divisionarias encabezarían el asalto en un área no mayor de cuatro kilómetros con fuerte apoyo de la luftwaffe para ablandar la primera línea de posiciones enemiga. Si bien la fuerza se concentraría al máximo el asalto se realizaría en dos oleadas diferentes y consecutivas o en dos grupos separados y simultáneos. Por la zona de ruptura conseguida se adentrarían primero las unidades de reconocimiento que actuarían como avanzada en la ofensiva tras las líneas enemigas, seguida de cerca (algunas millas más atrás) por el núcleo principal de la división, primero las fuerzas acorazadas seguidas de los zapadores, después las unidades de infantería de apoyo, encargadas de eliminar los núcleos enemigos a medida que fueran siendo sobrepasados, las unidades de artillería, que irían formando posiciones sucesivas para enfrentarse a posibles contraataques y apoyar a las unidades de carros cuando fuera necesario enfrentarse a nuevas posiciones enemigas y finalmente las unidades logísticas y de comunicaciones y mando.
Así pues los carros debían cumplir tres misiones diferentes con requisitos diferentes. Primero, la ruptura, lo que implicaba una fuerte protección frente a las armas contracarro enemigas; después de la ruptura habría que llevar a cabo el reconocimiento armado, para lo que la velocidad sería decisiva, y tras el reconocimiento sería necesario enfrentarse tanto a los carros de combate enemigos como a las posiciones de retaguardia que fueran siendo encontradas, lo que implicaba por un lado un buen armamento contracarro y por el otro un cañón capaz de disparar proyectiles de gran capacidad explosiva.
Tras estudiar las diversas posibilidades Guderian estableció así las necesidades técnicas de las pzDiv. Hacían falta carros pesados bien protegidos para la ruptura, carros ligeros para la exploración, lo bastante veloces como para esquivar el combate con los carros enemigos y lo bastante bien armados como para enfrentarse a posiciones "blandas" y vehículos desprotegidos o sólo blindados, y carros medios para el combate tras las líneas enemigas, de dos tipos: carros ágiles con una protección aceptable y buena capacidad contracarro y carros de apoyo, algo más pesados y con un armamento mayor, capaz de eliminar posiciones bien protegidas. A estos cuatro tipos básicos de carro de combate había que añadir un vehículo blindado con buena capacidad todo terreno para que la infantería pudiera acompañar a los carros. Para ganar tiempo y poder iniciar las prácticas y el adiestramiento se encargó en 1932 el desarrollo de un "tractor", eufemismo tras el que se escondía un pequeño carro de adiestramiento, apenas blindado y armado, que permitiría ir preparando a las tripulaciones para cuando fuera posible empezar a contruir carros con verdadero potencial militar, lo que no sería posible hasta unos años más tarde, tras la denuncia de las condiciones del tratado de Versalles por parte de Hitler. Pero eso quedaba en esos momentos en un futuro incierto, y dado que hasta que se cubrieran las plantillas previstas de las pzDiv habría una gran escasez de medios Guderian dejó muy claro desde el principio que los carros no se usarían en otras funciones, y que si la infantería necesitaba medios de apoyo debería buscarlos en otro lado: los panzer eran para las PzDiv, y para nadie más. Eso traería consigo una consecuencia inesperada, pero no adelantemos acontecimientos.
Con estas ideas en mente se planteó a la industria el desarrollo de la primera generación de panzers. Había llegado el momento de pasar del papel a las factorías.
- Von Kleist
- General de Cuerpo de Ejército
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Buenas Japa
Enhorabuena por el hilo. Algún comentario.
Sin duda, Guderian fue de importancia crucial, sobre todo en los 30, para el desarrollo de la guerra mecanizada. Sin embargo, el verdadero (y olvidado) artífice de la Blitzkrieg fue el general Hans Von Seeckt, comandante en jefe del Reichswer. Este, extrayendo conclusiones sobre las lecciones de la I GM y el éxito de las Stosstruppen, concluyó que el futuro de la guerra dependeria de formaciones de armas combinadas y de la movilidad de estas unidades. Comprendió la necesidad de apartarse de los conceptos tradicionales de "masa y envolvimiento" de Moltke para centrarse en operaciones de ruptura, tal y como se había hecho en la I GM.
Fue Von Seeckt el que, en la década de los 20, promovió la colaboración con el ER en la experimetanción de las nuevas armas, la implantanción de la doctrina del Auftragstaktik (flexibilidad táctica que mencionaba japa), y la necesidad de contar con unidades móviles pequeñas pero altamente entrenadas. En ese sentido, lo que hizo Guderian, brillantemente eso sí, fue recoger lo sembrado por el antiguo jefe del Reichswehr en la década de los 20.
Saludos
Enhorabuena por el hilo. Algún comentario.
Y (por fin) entra en escena el hombre que daría forma a las unidades panzer.
EN 1927 el entonces mayor Heinz Guderian fue destinado a la oficina de inspección de tácticas motorizadas. El joven oficial (39 años) tenía una mente inquisitiva y abierta.
Sin duda, Guderian fue de importancia crucial, sobre todo en los 30, para el desarrollo de la guerra mecanizada. Sin embargo, el verdadero (y olvidado) artífice de la Blitzkrieg fue el general Hans Von Seeckt, comandante en jefe del Reichswer. Este, extrayendo conclusiones sobre las lecciones de la I GM y el éxito de las Stosstruppen, concluyó que el futuro de la guerra dependeria de formaciones de armas combinadas y de la movilidad de estas unidades. Comprendió la necesidad de apartarse de los conceptos tradicionales de "masa y envolvimiento" de Moltke para centrarse en operaciones de ruptura, tal y como se había hecho en la I GM.
Fue Von Seeckt el que, en la década de los 20, promovió la colaboración con el ER en la experimetanción de las nuevas armas, la implantanción de la doctrina del Auftragstaktik (flexibilidad táctica que mencionaba japa), y la necesidad de contar con unidades móviles pequeñas pero altamente entrenadas. En ese sentido, lo que hizo Guderian, brillantemente eso sí, fue recoger lo sembrado por el antiguo jefe del Reichswehr en la década de los 20.
Saludos
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- Teniente Coronel
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Me ha llamado la atención este parrafo:
Unos conceptos que se alejan mucho del tópico "alemancabezacuadradaclasista".
Un saludo
Además había otra lección estremecedoramente clara: Alemania no podía permitirse la carne de cañón. El soldado alemán no podía ser un autómata que cumpliera las órdenes sin pensarlas: todos, desde el general hasta el soldado raso, debían ser capaces de tomar decisiones de acuerdo a las circunstancias. El oficial al mando en el campo de batalla debía recibir en las órdenes los objetivos que se esperaban de él, pero la manera de lograrlos era de su incumbencia y sus superiores no debían de interferir una vez iniciada la batalla porque era él quien conocería las circunstancias y cómo variarían durante el combate. Se estableció un principio básico, la independencia de criterio en el nivel táctico, y se extendió a todos los grados. Y eso se llevó hasta el punto de romper con las barreras que separaban a la tropa de la oficialidad. Los soldados alemanes y sus jefes recibirían el mismo trato, comerían juntos, se entrenarían juntos y alcanzarían un nivel de camaradería desconocido en los ejércitos europeos de la época. El estado mayor alemán tenía claro que el arma más valiosa del ejército iban a ser sus soldados.
Unos conceptos que se alejan mucho del tópico "alemancabezacuadradaclasista".
Un saludo
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- General de Brigada
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- Registrado: 23 Ago 2003, 18:19
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Excelente inicio japa.
Pues, si, como mencionas más adelante, se siguió trabajando en tácticas y estrategias. El estado mayor fue camuflando con el inocente nombre de Truppenampt (oficina de tropa). La limitación de los 100000 soldados fue aplicada de tal manera que cada soldado estaba excelentemente preparado, en especial oficiales y suboficiales. De esta manera el ejercito podía expandirse en poco tiempo (como ocurrió).
Otro problema, además de la ciega confianza en la guerra estática, era que los británicos aplicaron enormes recortes en sus FFAA, y los tanques y tropas motorizadas, con sus costosos vehículos, eran candidatos ideales. Al final se logró mantener alguna unidad, pero se perdieron 2 décadas. Los diseños de entreguerra responden al del vehiculo barato que podía adquirirse en cantidades significativas (como el Matilda Mk1).
Y luchar en 2 frentes, cosa que Hitler evitó al principio, pero termino luchando en 3.
Esto sorprendió muchos a los italianos en Africa, y es que los oficiales italianos eran una panda de incompetentes que se quedaban en sus puestos mientras sus tropas atacaban.
El acuerdo formaba parte del tratado de Rapallo, de 1922. Las pruebas de tanques se realizaban en Kazan, y las de aviación en la conocida base de Lipetsk. Curiosamente los oficiales alemanes quedaron muy impresionados con el ER, al que veían como un pilar del estado, junto al PCUS. El problema es que no sabían lo que pasaba dentro del mismo país, ni las purgas ni los desarrollos en materia blindada.
Como curiosidad, mencionar que los primeros "tanques" alemanes, construidos con madera, fueron escondidos de las tropas para no desmoralizarlas.
Guderian tenia otra ventaja, y es que había servido en unidades de radio y comunicación durante la PGM, y entendía muy bien el vital papel que jugaban las comunicaciones en las operaciones.
El desarrollo de ésta fue también una consecuencia de la PGM, los tanques lograban una ruptura pero quedaban aislados porque la infantería no era capaz de seguir. Luego la artillería machacaba a los tanques y terminaba la historia. Para estas tareas los alemanes crearon el semioruga Sdkfz-251, un excelente vehiculo, pero demasiado caro de producir.
Otra suerte de los alemanes es que no siguieron con los desarrollos de tanques multitorreta. Guderian realizó pruebas comparativas entre éstos y nuevos diseños con una sola torreta, como el Pz-III y IV. La conclusión fue que los multitorreta no ofrecían ventajas, eran difíciles de coordinar y su gran tamaño los convertía en un blanco vulnerable, además de ser más caros. Una pena que otros países se empeñasen en estos diseños.
Un problema gordo de estas unidades era el enorme consumo de combustible, que hacía que la logística fuese fundamental. Los alemanes pudieron prepararse en este aspecto gracias a las campañas de Checoslovaquia y Austria, donde pudieron avanzar sin resistencia y probar la fiabilidad y logística de unidades.
Saludos.
Pero el ejército alemán había logrado salvar su estructura básica dentro del miniejército dirigido por el general Von Seekt, formando una armazón que permitiera reconstruir un ejército de verdad cuando las circunstancias políticas lo permitieran.
Pues, si, como mencionas más adelante, se siguió trabajando en tácticas y estrategias. El estado mayor fue camuflando con el inocente nombre de Truppenampt (oficina de tropa). La limitación de los 100000 soldados fue aplicada de tal manera que cada soldado estaba excelentemente preparado, en especial oficiales y suboficiales. De esta manera el ejercito podía expandirse en poco tiempo (como ocurrió).
Curiosamente los propios ingleses se esforzaron durante los años de entreguerras en olvidar que el carro de combate había nacido como remedio a la guerra posicional;
Otro problema, además de la ciega confianza en la guerra estática, era que los británicos aplicaron enormes recortes en sus FFAA, y los tanques y tropas motorizadas, con sus costosos vehículos, eran candidatos ideales. Al final se logró mantener alguna unidad, pero se perdieron 2 décadas. Los diseños de entreguerra responden al del vehiculo barato que podía adquirirse en cantidades significativas (como el Matilda Mk1).
Además había otra lección estremecedoramente clara: Alemania no podía permitirse la carne de cañón.
Y luchar en 2 frentes, cosa que Hitler evitó al principio, pero termino luchando en 3.
Los soldados alemanes y sus jefes recibirían el mismo trato, comerían juntos, se entrenarían juntos y alcanzarían un nivel de camaradería desconocido en los ejércitos europeos de la época.
Esto sorprendió muchos a los italianos en Africa, y es que los oficiales italianos eran una panda de incompetentes que se quedaban en sus puestos mientras sus tropas atacaban.
Gracias a los acuerdos de la república de Weimar con la URSS las doctrinas sobre el uso de los carros de combate empezaron a tomar forma.
El acuerdo formaba parte del tratado de Rapallo, de 1922. Las pruebas de tanques se realizaban en Kazan, y las de aviación en la conocida base de Lipetsk. Curiosamente los oficiales alemanes quedaron muy impresionados con el ER, al que veían como un pilar del estado, junto al PCUS. El problema es que no sabían lo que pasaba dentro del mismo país, ni las purgas ni los desarrollos en materia blindada.
Como curiosidad, mencionar que los primeros "tanques" alemanes, construidos con madera, fueron escondidos de las tropas para no desmoralizarlas.
El joven oficial (39 años) tenía una mente inquisitiva y abierta.
Guderian tenia otra ventaja, y es que había servido en unidades de radio y comunicación durante la PGM, y entendía muy bien el vital papel que jugaban las comunicaciones en las operaciones.
Todo eso requería una motorización de la infantería divisionaria, las unidades de apoyo y la artillería.
El desarrollo de ésta fue también una consecuencia de la PGM, los tanques lograban una ruptura pero quedaban aislados porque la infantería no era capaz de seguir. Luego la artillería machacaba a los tanques y terminaba la historia. Para estas tareas los alemanes crearon el semioruga Sdkfz-251, un excelente vehiculo, pero demasiado caro de producir.
A estos cuatro tipos básicos de carro de combate había que añadir un vehículo blindado con buena capacidad todo terreno para que la infantería pudiera acompañar a los carros.
Otra suerte de los alemanes es que no siguieron con los desarrollos de tanques multitorreta. Guderian realizó pruebas comparativas entre éstos y nuevos diseños con una sola torreta, como el Pz-III y IV. La conclusión fue que los multitorreta no ofrecían ventajas, eran difíciles de coordinar y su gran tamaño los convertía en un blanco vulnerable, además de ser más caros. Una pena que otros países se empeñasen en estos diseños.
Pero eso quedaba en esos momentos en un futuro incierto, y dado que hasta que se cubrieran las plantillas previstas de las pzDiv habría una gran escasez de medios
Un problema gordo de estas unidades era el enorme consumo de combustible, que hacía que la logística fuese fundamental. Los alemanes pudieron prepararse en este aspecto gracias a las campañas de Checoslovaquia y Austria, donde pudieron avanzar sin resistencia y probar la fiabilidad y logística de unidades.
"pues a mí me gusta el pantera porque era el mejor carro del mundo a propulsión atómica y seguro que con él Saddam hubiera ganado la guerra del Golfo"
Saludos.
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oberfeldwebel escribió:
Unos conceptos que se alejan mucho del tópico "alemancabezacuadradaclasista".
Un saludo
En efecto: el tópico del alemán incapaz de pensar por sí mismo que se lanza por un precipicio cuando su superior se lo ordena es muy antiguo, y si bien en los tiempos de Guillermo II podía tener alguna validez, el Heer hizo todo lo necesario para que el soldado alemán fuera el de mayor iniciativa de todos.
Eso además tenía una ventaja añadida, y era que no era difícil cubrir las bajas en los rangos intermedios. Un buen soldado estaba capacitado para mandar un pelotón si caía el sargento, un buen sargento estaba en condiciones de sustituir a su teniente… Los problemas no llegaron hasta que la necesidad urgente de reemplazos obligó a acortar los periodos de adiestramiento de forma drástica, lo que unido a la obsesión de Hitler por crear unidades nuevas desde cero en vez de suplir prioritariamente las bajas en las unidades veteranas fue reduciendo el nivel táctico de los soldados alemanes poco a poco, a la vez que el de sus adversarios iba mejorando. Aún así, en 1945 los veteranos del heer seguían siendo soldados de mucha más calidad individual que sus oponentes.
Dicho sea de paso, esa independencia de criterio era considerada por Hitler como un peligro para su autoridad y pronto consideró mucho más valiosa la ciega obediencia a sus órdenes que la iniciativa y la audacia.
Eso sí, si hay que buscar un soldado que responda más al tópico del cabecicuadrado, los oficiales ingleses de 1939 responden con mucha más fidelidad a esas características (¡ante todo, la tradición del regimiento!) y el ER de 1941 era sin duda la maquinaria militar más anquilosada de Europa, siendo muy pocos los que como Zukhov o Rokossovski estaban dispuestos a romper las normas confiando en que los resultados les apoyarían.
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PREMISAS
Pese a las limitaciones de Versalles, la industria alemana no partía de cero cuando empezó a recibir los primeros encargos de carros de combate en los años 30. EN la década enterior habían trabajado solapadamente en diversos proyectos experimentales, camuflados usualmente con eufemismos como "tractores de artillería". Además el acuerdo secreto de Rapallo en 1922 había permitido a los alemanes disponer de zonas de prueba discretas en el territorio de la URSS. No obstante, la necesidad de mantener las apariencias y la realidad de la falta de encargos en firme hicieron que los diseñadores germanos partieran con una notable desventaja práctica con respecto a sus homólogos ingleses, franceses o soviéticos. Las empresas que habían estado estudiando el diseño de carros de combate eran la Krupp, MAN, Rheinmetall, Daimler-Benz y Henschel.
El método de contratación del ejército alemán era bastante sencillo. El Heereswaffenamt pasaba una petición a las industrias interesadas detallando las carcterísticas del sistema de armas que buscaba; las empresas ofrecían sus proyectos y prototipos y el Heer decidía cuál se ajustaba mejor a sus necesidades y presupuesto; tras las pruebas de preserie se pasaba a la producción. Las modificaciones necesarias en base a las pruebas o a la experiencia práctica en las unidades se incorporaban a los modelos en producción, mientras los ya en servicio serían en lo posible modificados cuando fueran enviados a las factorías para reparaciones mayores. No se planteó en ningún momento la adquisición de carros de combate extranjeros, en la consideración de que Alemania debía autoabastecerse en todo lo posible.
Los recursos económicos e industriales eran asignados en los planes económicos generales, que dependían de Goering pero que en última instancia podían ser alterados por el fuhrer de acuerdo a las prioridades que considerase más importantes. De hecho la expansión que iba a experimentar el Heer en la segunda mitad de los años 30 superaría con creces sus mayores esperanzas, pero también traería consigo una escasez de medios preocupante ya que dicha ampliación se había planteado con un plazo largo, teniendo en mente que no habría un conflicto antes de 1942-1943. Eso debe tenerse en cuenta al analizar el desarrollo de los panzer y la constitución de las unidades acorazadas, ya que el inicio de la guerra en 1939 obligó a soluciones de compromiso e improvisaciones sobre la marcha.
Sobre el papel, las PzDiv concebidas por Guderian iban a ser unidades tremendamente poderosas y muy equilibradas, compuestas de una brigada acorazada, una de infantería mecanizada y un regimiento de artillería mecanizada, más un batallón de reconocimiento, uno de ingenieros y otro de armas contracarro. La brigada acorazada sería el eje fundamental de la división, estructurada en torno a dos regimientos acorazados, cada uno formado por dos batallones panzer, cuatro batallones en total. La estructura "cuadrada" se diseñó pensando en las tacticas de ruptura, que como vimos más arriba se basaban en maniobras simétricas, bien de dos oleadas, bien de dos agrupaciones; la disposición en cuatro batallones daba la flexibilidad táctica necesaria para cumplir esas misiones. Dado que cada batallón debía formarse con tres compañías de carros medios y una de carros de apoyo, cada una con 32 carros medios distribuidos en cuatro escuadrones, el total de fuerzas acorazados de una división panzer estaba establecido en 512 carros de combate, sin incluir ahí los carros ligeros del batallón de reconocimiento. Una fuerza acorazada impresionante… sobre el papel. Como veremos esa organización ideal jamás pudo plasmarse en la realidad del campo de batalla
Pese a las limitaciones de Versalles, la industria alemana no partía de cero cuando empezó a recibir los primeros encargos de carros de combate en los años 30. EN la década enterior habían trabajado solapadamente en diversos proyectos experimentales, camuflados usualmente con eufemismos como "tractores de artillería". Además el acuerdo secreto de Rapallo en 1922 había permitido a los alemanes disponer de zonas de prueba discretas en el territorio de la URSS. No obstante, la necesidad de mantener las apariencias y la realidad de la falta de encargos en firme hicieron que los diseñadores germanos partieran con una notable desventaja práctica con respecto a sus homólogos ingleses, franceses o soviéticos. Las empresas que habían estado estudiando el diseño de carros de combate eran la Krupp, MAN, Rheinmetall, Daimler-Benz y Henschel.
El método de contratación del ejército alemán era bastante sencillo. El Heereswaffenamt pasaba una petición a las industrias interesadas detallando las carcterísticas del sistema de armas que buscaba; las empresas ofrecían sus proyectos y prototipos y el Heer decidía cuál se ajustaba mejor a sus necesidades y presupuesto; tras las pruebas de preserie se pasaba a la producción. Las modificaciones necesarias en base a las pruebas o a la experiencia práctica en las unidades se incorporaban a los modelos en producción, mientras los ya en servicio serían en lo posible modificados cuando fueran enviados a las factorías para reparaciones mayores. No se planteó en ningún momento la adquisición de carros de combate extranjeros, en la consideración de que Alemania debía autoabastecerse en todo lo posible.
Los recursos económicos e industriales eran asignados en los planes económicos generales, que dependían de Goering pero que en última instancia podían ser alterados por el fuhrer de acuerdo a las prioridades que considerase más importantes. De hecho la expansión que iba a experimentar el Heer en la segunda mitad de los años 30 superaría con creces sus mayores esperanzas, pero también traería consigo una escasez de medios preocupante ya que dicha ampliación se había planteado con un plazo largo, teniendo en mente que no habría un conflicto antes de 1942-1943. Eso debe tenerse en cuenta al analizar el desarrollo de los panzer y la constitución de las unidades acorazadas, ya que el inicio de la guerra en 1939 obligó a soluciones de compromiso e improvisaciones sobre la marcha.
Sobre el papel, las PzDiv concebidas por Guderian iban a ser unidades tremendamente poderosas y muy equilibradas, compuestas de una brigada acorazada, una de infantería mecanizada y un regimiento de artillería mecanizada, más un batallón de reconocimiento, uno de ingenieros y otro de armas contracarro. La brigada acorazada sería el eje fundamental de la división, estructurada en torno a dos regimientos acorazados, cada uno formado por dos batallones panzer, cuatro batallones en total. La estructura "cuadrada" se diseñó pensando en las tacticas de ruptura, que como vimos más arriba se basaban en maniobras simétricas, bien de dos oleadas, bien de dos agrupaciones; la disposición en cuatro batallones daba la flexibilidad táctica necesaria para cumplir esas misiones. Dado que cada batallón debía formarse con tres compañías de carros medios y una de carros de apoyo, cada una con 32 carros medios distribuidos en cuatro escuadrones, el total de fuerzas acorazados de una división panzer estaba establecido en 512 carros de combate, sin incluir ahí los carros ligeros del batallón de reconocimiento. Una fuerza acorazada impresionante… sobre el papel. Como veremos esa organización ideal jamás pudo plasmarse en la realidad del campo de batalla
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Vamos a repasar la lista de los panzer alemanes que se diseñaron hasta 1939 y constituyeron la espina dorsal de las PzDiv en la primera fase de la guerra, es decir en las campañas de 1939 y 1940
Panzer PzKpfw I
Como ya he mencionado el primer encargo para un carro de combate se hizo antes de la denuncia del tratado de Versalles, a fin de disponer cuanto antes de un vehículo de adiestramiento que además permitiera ensayar las teorías de uso táctico de los carros de combate. En 1932 se pasó a la industria una petición para un nuevo "tractor industrial" que debía estar en un rango de peso de entre 5 y 7 toneladas y una velocidad de entre 30 y 40 km/h. De entre las propuestas presentadas se seleccionó la de Krupp, basada en gran parte en las tanquetas Carden Loyd que se habían podido estudiar en la URSS; la Henschel se encargaría de producir el prototipo de Krupp.
El Pz I era una máquina pensada para la instrucción, no un vehículo preparado para el combate real; el armamento previsto era tan sólo de dos ametralladoras y el blindaje era apenas una declaración de intenciones (13 mm) , encontrándose que su vulnerabilidad era extrema ante casi cualquier tipo de armas superior a una carabina, pudiendo dañarse gravemente el anillo de la torre y el escudo con fuego de armas automáticas; además la suspensión y los escapes eran altamente vulnerables a las granadas y la metralla.
La tripulación era de dos hombres, conductor y comandante. El tren de rodada de la primera versión (ausf A) era de cuatro ruedas pero pronto se encontró que la tracción era insuficiente y el motor no era demasiado potente: se reemplazó la planta prevista de 45 hp por un motor de 57 hp, pero aún así el vehículo no iba precisamente sobrado de potencia y se empezó a instalar un nuevo motor de seis cilindros, algo mayor, que obligó a alargar el chasis lo que permitió pasar a un tren de rodada de cinco ruedas en la versión Ausf B lo que mejoró bastante la movilidad en todo terreno (algo imprescindible si iba a servir para instruir a las tripulaciones de los futuros carros de combate). Además de la versión normal con torre giratoria se desarrolló un modelo de mando en base al chasis del Ausf B, sin torre, llamado Kleiner Panzerbefehlswagen (pequeño vehículo acorazado de mando) con una sola ametralladora y un equipamiento de radio más complejo. La modificación de los chasis necesarios fue llevada a cabo por la Daimler.
La producción en serie empezó a finales de 1933 y entre 1934 y 1937 entraron en servicio 818 ejemplares del Ausf A y 675 del Ausf B. 200 unidades del Ausf B eran del modelo de mando. Hubo algunos diseños tardíos ya empezada la guerra de cara a mejorar las características de combate del Pz I, pero apenas pasaron de las fases de pruebas.
El Pz I era un vehículo barato, sencillo de manejar y fácil de mantener. Se ajustaba perfectamente a las necesidades de instrucción del Heer y enseguida estuvo disponible en grandes cantidades. Además fue una gran ayuda para las industrias implicadas puesto que les permitió adquirir la necesaria experiencia de cara al diseño y producción de vehículos más pesados y complejos.
Pero no lo olvidemos: no era un vehículo de combate, su capacidad de supervivencia en un campo de batalla era casi inexistente y su potencia de fuego era nimia. Además al estar el comandante encargado de las funciones de mando, radiotransmisión, cargador y tirador el uso en combate del panzer I era realmente engorroso; Era un vehículo de entrenamiento, nada más. Su imagen, sin embargo, se popularizó enseguida ya que durante un tiempo fue el único carro de combate del Heer y los noticiarios de Goebbels sacaron mucho partido de su línea.
Y ahora podemos hacer una sencilla comparación. El Pz I tenía una movilidad, armamento y protección similares a los de los carros ligeros británicos de 1939 Mark VI (véase el artículo cobre los carros ingleses para más detalles, http://www.militar.org.ua/militar/_arti ... sBrit.html ), y los alemanes no lo consideraban como un diseño apto para el campo de batalla, mientras los ingleses consideraban sus carros ligeros como idóneos para misiones de combate y así los usaron entre 1939 y 1941, cosechando resultados realmente penosos. Los alemanes se vieron forzados a usar igualmente los PzI en el campo de batalla, y sin embargo no les fue tan mal.
Veamos el AusfA
El AufB
El Panzer I tuneado por los españoles
Y el modelo de mando
[/url]
Panzer PzKpfw I
Como ya he mencionado el primer encargo para un carro de combate se hizo antes de la denuncia del tratado de Versalles, a fin de disponer cuanto antes de un vehículo de adiestramiento que además permitiera ensayar las teorías de uso táctico de los carros de combate. En 1932 se pasó a la industria una petición para un nuevo "tractor industrial" que debía estar en un rango de peso de entre 5 y 7 toneladas y una velocidad de entre 30 y 40 km/h. De entre las propuestas presentadas se seleccionó la de Krupp, basada en gran parte en las tanquetas Carden Loyd que se habían podido estudiar en la URSS; la Henschel se encargaría de producir el prototipo de Krupp.
El Pz I era una máquina pensada para la instrucción, no un vehículo preparado para el combate real; el armamento previsto era tan sólo de dos ametralladoras y el blindaje era apenas una declaración de intenciones (13 mm) , encontrándose que su vulnerabilidad era extrema ante casi cualquier tipo de armas superior a una carabina, pudiendo dañarse gravemente el anillo de la torre y el escudo con fuego de armas automáticas; además la suspensión y los escapes eran altamente vulnerables a las granadas y la metralla.
La tripulación era de dos hombres, conductor y comandante. El tren de rodada de la primera versión (ausf A) era de cuatro ruedas pero pronto se encontró que la tracción era insuficiente y el motor no era demasiado potente: se reemplazó la planta prevista de 45 hp por un motor de 57 hp, pero aún así el vehículo no iba precisamente sobrado de potencia y se empezó a instalar un nuevo motor de seis cilindros, algo mayor, que obligó a alargar el chasis lo que permitió pasar a un tren de rodada de cinco ruedas en la versión Ausf B lo que mejoró bastante la movilidad en todo terreno (algo imprescindible si iba a servir para instruir a las tripulaciones de los futuros carros de combate). Además de la versión normal con torre giratoria se desarrolló un modelo de mando en base al chasis del Ausf B, sin torre, llamado Kleiner Panzerbefehlswagen (pequeño vehículo acorazado de mando) con una sola ametralladora y un equipamiento de radio más complejo. La modificación de los chasis necesarios fue llevada a cabo por la Daimler.
La producción en serie empezó a finales de 1933 y entre 1934 y 1937 entraron en servicio 818 ejemplares del Ausf A y 675 del Ausf B. 200 unidades del Ausf B eran del modelo de mando. Hubo algunos diseños tardíos ya empezada la guerra de cara a mejorar las características de combate del Pz I, pero apenas pasaron de las fases de pruebas.
El Pz I era un vehículo barato, sencillo de manejar y fácil de mantener. Se ajustaba perfectamente a las necesidades de instrucción del Heer y enseguida estuvo disponible en grandes cantidades. Además fue una gran ayuda para las industrias implicadas puesto que les permitió adquirir la necesaria experiencia de cara al diseño y producción de vehículos más pesados y complejos.
Pero no lo olvidemos: no era un vehículo de combate, su capacidad de supervivencia en un campo de batalla era casi inexistente y su potencia de fuego era nimia. Además al estar el comandante encargado de las funciones de mando, radiotransmisión, cargador y tirador el uso en combate del panzer I era realmente engorroso; Era un vehículo de entrenamiento, nada más. Su imagen, sin embargo, se popularizó enseguida ya que durante un tiempo fue el único carro de combate del Heer y los noticiarios de Goebbels sacaron mucho partido de su línea.
Y ahora podemos hacer una sencilla comparación. El Pz I tenía una movilidad, armamento y protección similares a los de los carros ligeros británicos de 1939 Mark VI (véase el artículo cobre los carros ingleses para más detalles, http://www.militar.org.ua/militar/_arti ... sBrit.html ), y los alemanes no lo consideraban como un diseño apto para el campo de batalla, mientras los ingleses consideraban sus carros ligeros como idóneos para misiones de combate y así los usaron entre 1939 y 1941, cosechando resultados realmente penosos. Los alemanes se vieron forzados a usar igualmente los PzI en el campo de batalla, y sin embargo no les fue tan mal.
Veamos el AusfA
El AufB
El Panzer I tuneado por los españoles
Y el modelo de mando
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Última edición por japa el 02 Jul 2007, 12:13, editado 1 vez en total.
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Panzer PzKpfw II
En primera instancia los planteamientos sobre los carros que debían cumplir las misiones de exploración eran lo bastante flexibles como para que se planteara que los carros medios podrían llevar a cabo esas funciones sin problemas. SIn embargo el previsible retraso en la puesta en producción y entrega de los primeros carros medios llevó al Heereswaffenamt a buscar una solución de compromiso que sería un carro de combate ligero que fuera equipando a las PzDiv a la espera de la llegada de dichos carros medios y luego pudiera usarse, una vez completadas las plantillas, para las misiones del batallón de reconocimiento, así que se pasó una especificación para el diseño de un carro de combate de unas 10 Tn de peso, con capacidad para portar un cañón automático de 20 mm, tripulación de tres miembros, una velocidad de unbos 35-40 km/h y un blindaje frontal de 15-20 mm. La petición se cursó en el verano del 34 y para comienzos de 1935 se presentaron los prototipos. Participaron en el concurso Krupp, MAN, Henschel y Daimler, seleccionándose el modelo de la MAN.
Las primeras series (Ausf A1, A2, A3 y B) fueron muy cortas ya que se usaron para ir testando los problemas sobre la marcha y en esencia parecían una versión algo agrandada del Pz I, siendo aceptado como modelo definitivo el modelo Ausf C, que dejaba de lado la suspensión de estilo Carden por una suspensión de muelles para cinco ruedas independientes, una rebaja en el perfil del chasis que reducía la silueta y un incremento en el blindaje de los 15 mm iniciales a 30 mm. El motor finalmente elegido era un Maybach de 140 hp.
A fin de acelerar la producción al máximo se cursaron contratas no sólo a MAN sino también a Henschel, FAMO, MIAG y Wegmann, de modo que entre 1937 y 1940 el Heer recibió 1113 unidades del Ausf C; a su vez la Daimler recibió el encargo de preparar una versión específica para las divisiones ligeras (una suerte de divisiones motorizadas de caballería, que dado su escaso valor combativo se reformaron usándolas como base para nuevas PzDiv). Esa versión (Ausf D/E) usaba una suspensión de barras de torsión para un conjunto de cuatro grandes ruedas al estilo Christie, que daban una mayor velocidad al carro (hasta 55 km/h). Dada la desaparición de las divisiones ligeras sólo unos 50 ejemplares fueron entregados al Heer.
Si bien el Pz II era una máquina mucho más capaz que el Pz I, de nuevo estamos ante un vehículo que, dadas sus características, tenía un potencial en combate bastante reducido. Su arma principal apenas era suficiente para enfrentarse a autos blindados y objetivos al descubierto, y aunque se planteaba el uso de proyectiles explosivos el peso del propio proyectil era demasiado reducido como para suponer una amenaza seria a fuerzas medianamente protegidas. Eso sí, de nuevo estamos ante un vehículo sencillo y barato, susceptible de construirse en grandes series y poco tiempo y que, de acuerdo a los estándares de 1937, estaba bien capacitado para las misiones de exploración que asumiría una vez las PzDiv recibieran suficientes carros medios.
Mecánicamente suponía un importante avance desde el Pz I, siendo una máquina muy fiable y bien concebida. Dado además que se pasó casi enseguida de la primera versión a la Ausf C se corrigieron muchos errores de diseño en el chasis, empezando por una suspensión simplificada y muy resistente. El armamento puede parecernos hoy muy reducido, pero de acuerdo a los parámetros del momento se trataba de un vehículo con una pegada considerable para su peso y velocidad.
Sin embargo el Heer aún no tenía un verdadero carro de combate.
El Pz II Ausf A
Un ejemplar Ausf C, la versión estándar
Y el modelo rápido, el Ausf E
En primera instancia los planteamientos sobre los carros que debían cumplir las misiones de exploración eran lo bastante flexibles como para que se planteara que los carros medios podrían llevar a cabo esas funciones sin problemas. SIn embargo el previsible retraso en la puesta en producción y entrega de los primeros carros medios llevó al Heereswaffenamt a buscar una solución de compromiso que sería un carro de combate ligero que fuera equipando a las PzDiv a la espera de la llegada de dichos carros medios y luego pudiera usarse, una vez completadas las plantillas, para las misiones del batallón de reconocimiento, así que se pasó una especificación para el diseño de un carro de combate de unas 10 Tn de peso, con capacidad para portar un cañón automático de 20 mm, tripulación de tres miembros, una velocidad de unbos 35-40 km/h y un blindaje frontal de 15-20 mm. La petición se cursó en el verano del 34 y para comienzos de 1935 se presentaron los prototipos. Participaron en el concurso Krupp, MAN, Henschel y Daimler, seleccionándose el modelo de la MAN.
Las primeras series (Ausf A1, A2, A3 y B) fueron muy cortas ya que se usaron para ir testando los problemas sobre la marcha y en esencia parecían una versión algo agrandada del Pz I, siendo aceptado como modelo definitivo el modelo Ausf C, que dejaba de lado la suspensión de estilo Carden por una suspensión de muelles para cinco ruedas independientes, una rebaja en el perfil del chasis que reducía la silueta y un incremento en el blindaje de los 15 mm iniciales a 30 mm. El motor finalmente elegido era un Maybach de 140 hp.
A fin de acelerar la producción al máximo se cursaron contratas no sólo a MAN sino también a Henschel, FAMO, MIAG y Wegmann, de modo que entre 1937 y 1940 el Heer recibió 1113 unidades del Ausf C; a su vez la Daimler recibió el encargo de preparar una versión específica para las divisiones ligeras (una suerte de divisiones motorizadas de caballería, que dado su escaso valor combativo se reformaron usándolas como base para nuevas PzDiv). Esa versión (Ausf D/E) usaba una suspensión de barras de torsión para un conjunto de cuatro grandes ruedas al estilo Christie, que daban una mayor velocidad al carro (hasta 55 km/h). Dada la desaparición de las divisiones ligeras sólo unos 50 ejemplares fueron entregados al Heer.
Si bien el Pz II era una máquina mucho más capaz que el Pz I, de nuevo estamos ante un vehículo que, dadas sus características, tenía un potencial en combate bastante reducido. Su arma principal apenas era suficiente para enfrentarse a autos blindados y objetivos al descubierto, y aunque se planteaba el uso de proyectiles explosivos el peso del propio proyectil era demasiado reducido como para suponer una amenaza seria a fuerzas medianamente protegidas. Eso sí, de nuevo estamos ante un vehículo sencillo y barato, susceptible de construirse en grandes series y poco tiempo y que, de acuerdo a los estándares de 1937, estaba bien capacitado para las misiones de exploración que asumiría una vez las PzDiv recibieran suficientes carros medios.
Mecánicamente suponía un importante avance desde el Pz I, siendo una máquina muy fiable y bien concebida. Dado además que se pasó casi enseguida de la primera versión a la Ausf C se corrigieron muchos errores de diseño en el chasis, empezando por una suspensión simplificada y muy resistente. El armamento puede parecernos hoy muy reducido, pero de acuerdo a los parámetros del momento se trataba de un vehículo con una pegada considerable para su peso y velocidad.
Sin embargo el Heer aún no tenía un verdadero carro de combate.
El Pz II Ausf A
Un ejemplar Ausf C, la versión estándar
Y el modelo rápido, el Ausf E
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Panzer PzKfw III
Como ya hemos dicho, Guderian pensaba en dos tipos diferentes de carro de combate medio, uno que iría armado con un cañón de gran calibre, capaz de batir las posiciones del enemigo, y otro armado con un cañón anticarro para enfrentarse a los carros de combate enemigos. Éste último modelo debía ser la base de los batallones de carros, equipando tres de los cuatro escuadrones de cada batallón. Eso requería un vehículo de gran versatilidad, que aunara la protección con la movilidad y el armamento necesarios para sobrevivir en el campo de batalla y enfrentarse a las unidades acorazadas del adversario, y un radio de acción adecuado que permitiera un rápido aprovechamiento del éxito. Con esas ideas en mente se enviaron las órdenes de desarrollo para un carro del rango de 15 tn de peso, participando en el concurso las empresas MAN, Daimler, Rheinmetall y Krupp. El armamento previsto para el vehículo debía ser un cañón de alta velocidad de 50 mm luego la torre debía diseñarse teniendo en cuenta ese arma y la planta motriz debía dar una velocidad de 40 km/h. Además el volumen del vehículo debía permitir el uso de los puentes y túneles en uso en Alemania, todo ello dentro del límite de 24 tn de carga soportada por dichos puentes.
La Daimler Benz presentó el prototipo más aceptable y recibió el contrato de desarrollo y producción. La primera versión (Ausf A) salió de las factorías al año siguiente, 1936; usaba una suspensión de ballestas con tren de cinco ruedas de gran tamaño con dos rodillos de retorno, y estaba armada con un cañón contracarro de 37 mm, dos ametralladoras coaxiales y una en la barcaza. Además del diferente tipo y número de ruedas, otra diferencia muy visible entre el Ausf A y las versiones operativas del Pz III es el mantelete, en el que había un receso del mantelete en la abertura de cada una de las ametralladoras. El cambio de un cañón de 50 a uno de 37 se debió a razones logísticas: el Heer había establecido el Pak de 37 como estándar para la defensa contracarro de las unidades de infantería y a fin de evitar retrasos en la producción y complicaciones de abastecimiento se optó por montar el mismo arma en los Pz III, con la idea de cambiarlo por un 50 mm en cuanto las circunstancias lo permitieran. En vistas a ello, se mantuvieron las dimensiones del anillo de la torre y el mantelete a fin de poder adaptar sin problemas el futuro armamento. La suspensión también se diseñó teniendo en cuanta la necesidad de futuros incrementos del peso.
Quiero marcar aquí la diferencia de pensamiento con la que trabajaban los diseñadores germanos y los ingleses. El PzIII entró en servicio con la idea de incrementar su potencial militar mejorando su armamento y blindaje, mientras que los carros ingleses se diseñaban ajustándolos estrictamente a las especificaciones recibidas, de modo que cualquier mejora posterior se revelaba casi imposible. Es más, los gabinetes ingleses tardaron en comprender que al diseñar un nuevo carro había que pensar en mejorar el armamento respecto a los anteriores, y hasta 1942 no empezaron a pensar en instalar en sus carros algo que no fuera el viejo 2 libras que ya se había demostrado inadecuado en 1940. Por contra los ingenieros alemanes trabajaban con la vista puesta en las necesidades futuras.
Al igual que pasó con el Pz II, las primeras versiones del Pz III se usaron como banco de pruebas y las series fueron muy cortas. El peso previsto para blindaje en el Ausf A se consideró inadecuado, así que se rediseñó la suspensión en el Ausf B, pasando a un tren de rodaje de ocho ruedas de pequeño tamaño y se modificó el sistema de muelles y ballestas. Dado que el resultado seguía siendo insatisfactorio se siguió probando alternativas en la suspensión, ahora con el Auf C y el D; el retraso originado hizo que la versión definitiva, la Ausf E, entrara finalmente en servicio en 1939.
El Ausf E usaba una suspensión de barras de torsión diseñado por el mítico Ferdinand Porsche y un tren de seis ruedas de pequeño tamaño con tres rodilllos de retorno. Esa disposición daba una presión excelente sobre el terreno y dejaba margen de carga suficiente para las mejoras previstas en armamento y blindaje. El motor era un Maybach de 12 cilindros capaz de desarrollar unos respetables (para la época) 300 hp que, pese a haberse incrementado con todo ello el peso del carro hasta las 20 tn, seguía dando los 40 km/h previstos. En la torre se mantuvo la estructura de ametralladoras laterales coaxiales, pero empezó a diseñarse un nuevo mantelete sin recesos, de una pieza, mucho más eficiente balísticamente y que además simplificaría mucho la conversión al cañón de 50 mm; sin embargo no sería utilizado hasta un año más adelante. Una modificación en la estructura de la suspensión dio paso a la versión Ausf F, que es prácticamente indistinguible en las fotos de la E y que fue la que vería una mayor producción. A los efectos me referiré al Pz III estándar como Ausf E/F. Ambos modelos presentan idéntica configuración de motor, tren de rodaje, torre…
Partiendo de una base inicial de 15 mm de blindaje en el Ausf A, el E/F tenía un frontal de 30 mm, realizado con soldadura eléctrica (fue el primer panzer en el que se aplicó ese sistema); el armamento mantuvo las ametralladoras coaxiales con el cañón de 37 mm, en la previsión de retirar una cuando se pasase al 50 mm, más la ametralladora de la barcaza.
El Panzer III Ausf E/F iba a ser la espina dorsal de las PzDiv en sus años de gloria. Era un carro muy bien equilibrado, veloz, fiable, con un armamento y protección que se consideró más que razonable de acuerdo a los baremos de 1939 y que podrían incrementarse en versiones posteriores. La cupula del comandante daba una excelente capacidad de visión. La amplitud de la torre y la distribución interna permitían que la tripulación trabajara con suficiente comodidad y al tener una torre pensada para tres personas el comandante podía dedicarse en exclusiva a sus tareas sin verse sobrecargado de trabajo extra. La suspensión de barras de torsión era muy estable y permitía una conducción muy amortiguada, lo que incrementaba la habitabilidad del carro y aumentaba el tiempo que podían permanecer en acción las tripulaciones. Por comparación, la diminuta torre de los Matilda británicos hacía que el comandante, el tirador y el cargador estuvieran hacinados y trabajaran estorbándose mútuamente, mientras que la torre de dos tripulantes de los T-34 forzaban a que el comandante tuviera que atender también el puesto de tirador, dificultando así su tarea principal.
Había carros más veloces, mejor armados o con mayor blindaje, pero el Pz III era en 1939 el que mejor combinaba los tres factores.
Panzer III Ausf A. Pueden verse las áreas rebajadas en el mantelete y el tren de cinco ruedas de gran tamaño.
Otra de las versiones de prueba, la Ausf D. Puede apreciarse la suspensión de ballestas que pronto sería eliminada
Y la Ausf E, la versión definitiva junto con la F (indistinguibles a simple vista)
Como ya hemos dicho, Guderian pensaba en dos tipos diferentes de carro de combate medio, uno que iría armado con un cañón de gran calibre, capaz de batir las posiciones del enemigo, y otro armado con un cañón anticarro para enfrentarse a los carros de combate enemigos. Éste último modelo debía ser la base de los batallones de carros, equipando tres de los cuatro escuadrones de cada batallón. Eso requería un vehículo de gran versatilidad, que aunara la protección con la movilidad y el armamento necesarios para sobrevivir en el campo de batalla y enfrentarse a las unidades acorazadas del adversario, y un radio de acción adecuado que permitiera un rápido aprovechamiento del éxito. Con esas ideas en mente se enviaron las órdenes de desarrollo para un carro del rango de 15 tn de peso, participando en el concurso las empresas MAN, Daimler, Rheinmetall y Krupp. El armamento previsto para el vehículo debía ser un cañón de alta velocidad de 50 mm luego la torre debía diseñarse teniendo en cuenta ese arma y la planta motriz debía dar una velocidad de 40 km/h. Además el volumen del vehículo debía permitir el uso de los puentes y túneles en uso en Alemania, todo ello dentro del límite de 24 tn de carga soportada por dichos puentes.
La Daimler Benz presentó el prototipo más aceptable y recibió el contrato de desarrollo y producción. La primera versión (Ausf A) salió de las factorías al año siguiente, 1936; usaba una suspensión de ballestas con tren de cinco ruedas de gran tamaño con dos rodillos de retorno, y estaba armada con un cañón contracarro de 37 mm, dos ametralladoras coaxiales y una en la barcaza. Además del diferente tipo y número de ruedas, otra diferencia muy visible entre el Ausf A y las versiones operativas del Pz III es el mantelete, en el que había un receso del mantelete en la abertura de cada una de las ametralladoras. El cambio de un cañón de 50 a uno de 37 se debió a razones logísticas: el Heer había establecido el Pak de 37 como estándar para la defensa contracarro de las unidades de infantería y a fin de evitar retrasos en la producción y complicaciones de abastecimiento se optó por montar el mismo arma en los Pz III, con la idea de cambiarlo por un 50 mm en cuanto las circunstancias lo permitieran. En vistas a ello, se mantuvieron las dimensiones del anillo de la torre y el mantelete a fin de poder adaptar sin problemas el futuro armamento. La suspensión también se diseñó teniendo en cuanta la necesidad de futuros incrementos del peso.
Quiero marcar aquí la diferencia de pensamiento con la que trabajaban los diseñadores germanos y los ingleses. El PzIII entró en servicio con la idea de incrementar su potencial militar mejorando su armamento y blindaje, mientras que los carros ingleses se diseñaban ajustándolos estrictamente a las especificaciones recibidas, de modo que cualquier mejora posterior se revelaba casi imposible. Es más, los gabinetes ingleses tardaron en comprender que al diseñar un nuevo carro había que pensar en mejorar el armamento respecto a los anteriores, y hasta 1942 no empezaron a pensar en instalar en sus carros algo que no fuera el viejo 2 libras que ya se había demostrado inadecuado en 1940. Por contra los ingenieros alemanes trabajaban con la vista puesta en las necesidades futuras.
Al igual que pasó con el Pz II, las primeras versiones del Pz III se usaron como banco de pruebas y las series fueron muy cortas. El peso previsto para blindaje en el Ausf A se consideró inadecuado, así que se rediseñó la suspensión en el Ausf B, pasando a un tren de rodaje de ocho ruedas de pequeño tamaño y se modificó el sistema de muelles y ballestas. Dado que el resultado seguía siendo insatisfactorio se siguió probando alternativas en la suspensión, ahora con el Auf C y el D; el retraso originado hizo que la versión definitiva, la Ausf E, entrara finalmente en servicio en 1939.
El Ausf E usaba una suspensión de barras de torsión diseñado por el mítico Ferdinand Porsche y un tren de seis ruedas de pequeño tamaño con tres rodilllos de retorno. Esa disposición daba una presión excelente sobre el terreno y dejaba margen de carga suficiente para las mejoras previstas en armamento y blindaje. El motor era un Maybach de 12 cilindros capaz de desarrollar unos respetables (para la época) 300 hp que, pese a haberse incrementado con todo ello el peso del carro hasta las 20 tn, seguía dando los 40 km/h previstos. En la torre se mantuvo la estructura de ametralladoras laterales coaxiales, pero empezó a diseñarse un nuevo mantelete sin recesos, de una pieza, mucho más eficiente balísticamente y que además simplificaría mucho la conversión al cañón de 50 mm; sin embargo no sería utilizado hasta un año más adelante. Una modificación en la estructura de la suspensión dio paso a la versión Ausf F, que es prácticamente indistinguible en las fotos de la E y que fue la que vería una mayor producción. A los efectos me referiré al Pz III estándar como Ausf E/F. Ambos modelos presentan idéntica configuración de motor, tren de rodaje, torre…
Partiendo de una base inicial de 15 mm de blindaje en el Ausf A, el E/F tenía un frontal de 30 mm, realizado con soldadura eléctrica (fue el primer panzer en el que se aplicó ese sistema); el armamento mantuvo las ametralladoras coaxiales con el cañón de 37 mm, en la previsión de retirar una cuando se pasase al 50 mm, más la ametralladora de la barcaza.
El Panzer III Ausf E/F iba a ser la espina dorsal de las PzDiv en sus años de gloria. Era un carro muy bien equilibrado, veloz, fiable, con un armamento y protección que se consideró más que razonable de acuerdo a los baremos de 1939 y que podrían incrementarse en versiones posteriores. La cupula del comandante daba una excelente capacidad de visión. La amplitud de la torre y la distribución interna permitían que la tripulación trabajara con suficiente comodidad y al tener una torre pensada para tres personas el comandante podía dedicarse en exclusiva a sus tareas sin verse sobrecargado de trabajo extra. La suspensión de barras de torsión era muy estable y permitía una conducción muy amortiguada, lo que incrementaba la habitabilidad del carro y aumentaba el tiempo que podían permanecer en acción las tripulaciones. Por comparación, la diminuta torre de los Matilda británicos hacía que el comandante, el tirador y el cargador estuvieran hacinados y trabajaran estorbándose mútuamente, mientras que la torre de dos tripulantes de los T-34 forzaban a que el comandante tuviera que atender también el puesto de tirador, dificultando así su tarea principal.
Había carros más veloces, mejor armados o con mayor blindaje, pero el Pz III era en 1939 el que mejor combinaba los tres factores.
Panzer III Ausf A. Pueden verse las áreas rebajadas en el mantelete y el tren de cinco ruedas de gran tamaño.
Otra de las versiones de prueba, la Ausf D. Puede apreciarse la suspensión de ballestas que pronto sería eliminada
Y la Ausf E, la versión definitiva junto con la F (indistinguibles a simple vista)
Última edición por japa el 28 Abr 2007, 21:24, editado 1 vez en total.
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Antes de nada, quiero felicitarte por proponerte a escribir sobre esta cuestión
Dicho esto, permíteme hacerte unas matizaciones (que creo que hayarás interesantes):
Los Aliados creyeron siempre que habían logrado "realmente" una victoria completa en el campo de batalla, cosa que fué una verdad a medias: según comentó el general J.F.C. Fuller en su célebre obra La Dirección de la Guerra (1) (escrita a caballo de las décadas de 1950-1960), "decenas" de divisiones alemanas fueron destruidas o capitularon ante la ofensiva general aliada de verano de 1918. Aunque, ciertamente, el quebranto acumulado en el frente y la retaguardia hicieron mucho por el súbito (e inesperado) derrumbe.
Dicho derrumbe, según comenta Brock Millman en un artículo relativamente reciente (2), cogió realmente por sorpresa a los Aliados y, más concretamente, a los británicos, quiénes (junto los EEUU) iban perfilando nuevos planes ofensivos para... 1919. Dicha sorpresa vendría dada por el pesimismo generado por frustrantes y sangrientos fracasos como el Somme (1916) y el Diktat de Brest-Litovsk (marzo de 1918), que había dejado a Rusia fuera de la guerra contra Alemania.
Por otro lado, las nuevas autoridades de la República de Weimar se guardarían mucho de publicitar de que el Ejército alemán había sido derrotado en el campo de batalla, llevando así una activa campaña de propaganda y desinformación entre el pueblo alemán, además de hacer recaer la "culpabilidad de la guerra", exclusivamente, sobre los hombros de sus enemigos en el contexto de la "negociaciones" que tenían lugar (en 1919) en Versalles. En este fin, contaron con la activa colaboración de numerosos historiadores y estudiosos del momento, incluído el prestigioso Max Weber (3) en un caso de "patriotic self-censorship", de la que Adolf Hitler se aprovecharía posteriormente con resultados por todos conocidos.
Por otro lado, existía la amenaza del nuevo estado polaco, siendo esta una de las principales preocupaciones de von Seeckt: este se lamentaría, en 1921, del llamado "milagro del Vístula" que había llevado a la derrota del Ejército Rojo a las puertas de Varsovia (4).
Hay que señalar que los principios de la Aufragstaktik (o "mando descentralizado") ya habían sido planteados por el célebre Jefe del Estado Mayor alemán Helmuth Graff von Moltke "el Viejo" en la década de 1850 aunque, eso sí, sólo a nivel operacional (5). Por otro lado, tanto británicos como franceses ya tantearon este terreno a nivel táctico antes de 1914, aunque con resultados más que discretos o, incluso, decepcionantes (dada las dificultades que tuvieron ponerlo en práctica) (6).
Ya en abril de 1918 tuvo lugar la primera batalla entre tanques de la Historia entre británicos y alemanes en Villers-Bretonneur (7)... Venciendo los alemanes Por otro lado, el coronel Lutz, antes de la Primera Guerra Mundial, ya había presentado modelos al Gobierno alemán, siendo rechazados. Así que los alemanes no tuvieron que empezar completamente "de la nada" (8).
NOTAS
(1) FULLER, J.F.C. Desgraciadamente, no tengo a mano dicha obra así que no puedo dar la referencia exacta. Véase la "Bibliografía" para sobre los datos bibliográficos de la obra.
(2) MILLMAN, Brock. "A Counsel of Despair: British Strategy and War Aims, 1917-18", Journal of Contemporary History, vol. 36 nº 2, pp. 241-270.
(3) HERWIG, Holger H. "Clio Deceived: Patriotic Self-Censorship in Germany after the Great War", International Security, vol. 12 nº 2, p. 12.
(4) GOERLITZ, Walter. "El Estado Mayor Alemán", p. 223.
(5) GOERLITZ, W. Op. cit., p. 80.
(6) Ver para el caso francés HOUSE, Jonathan M. “The Decisive Attack: A New Look at French Tactics on the Eve of World War I”, Military Affairs, vol. 4 nº 4, p. 165. Resulta sorprendente ver como los franceses ignoraron en 1914 su propia doctrina táctica.
(7) Mencionado en BOND, Brian. "Liddell Hart and the German Generals", Military Affairs, vol. 41 nº 1, p. 17.
(8) GOERLITZ, W. Op. cit. Ocurre como en el caso de la anterior referencia a Fuller, que no tengo anotada dicha referencia ni la obra a mano
BIBLIOGRAFÍA
- BOND, Brian. "Liddell Hart and the German Generals", Military Affairs, vol. 41 nº 1, pp. 16-20. Society for Military History, Lexington, VA (1977). 5 páginas.
Comentario. Este artículo creo que te resultaría especialmente interesante y valioso, ya que se centra mucho en las relaciones académicas y casi-personales (en el artículo aparece una foto de Guderian, autografiada por él mismo, hayada entre los papeles de Liddell-Hart). Lo tengo en formato a PDF y, en caso de interesar, sólo tienes que ponerte en contacto conmigo vía mp
- FULLER, General John Frederick Charles. La Dirección de la Guerra, ed. Luis de Caralt, La Vida Vivida, Barcelona (1965). 309 páginas.
Comentario. Existe una edición más reciente del Ministerio de Defensa de 1984.
- GOERLITZ, Walter. El Estado Mayor alemán, AHR, col. Libros Que Hacen Historia, Barcelona (1954). 505 páginas.
- HERWIG, Holger H. "Clio Deceived: Patriotic Self-Censorship in Germany after the Great War", International Security, vol. 12 nº 2, pp. 5- 44. The MIT Press, Cambridge, MA (1987). 40 páginas.
- HOUSE, Jonathan M. “The Decisive Attack: A New Look at French Tactics on the Eve of World War I”, Military Affairs, vol. 4 nº 4, pp. 164-169. Society fot Military History, Lexington, VA (1976). 6 páginas.
- MILLMAN, Brock. "A Counsel of Despair: British Strategy and War Aims, 1917-18", Journal of Contemporary History, vol. 36 nº 2, pp. 241-270. Sage Publications, Londres (2001). 30 páginas.
Un saludo y espero que encuentres (y encontréis) interesantes mis aportaciones
Dicho esto, permíteme hacerte unas matizaciones (que creo que hayarás interesantes):
La realidad es que Alemania fue derrotada por hambre y agotamiento. El tremendo desgaste de la guerra posicional drenó las reservas humanas del II Reich y el bloqueo naval agotó su economía y acogotó a su población. Cuando los militares alemanes comprendieron que tras la entrada efectiva de EEUU en la contienda la situación ya no podía resolverse militarmente, pidieron un armisticio. Los ejércitos alemanes volvieron a su patria cansados, sucios, hambrientos, pero con la frente alta y en buen orden. No se sentían vencidos.
...
Los estados mayores aliados tenían motivos sobrados para estar satisfechos: había tardado, pero habían vencido de forma contundente, luego estaba claro que lo habían hecho bien. Sobre todo los ingleses se daban palmadas en la espalda. Sin duda Haig era un nuevo Napoleón. Por supuesto que la ayuda americana había sido positiva, pero estaba claro que la victoria la habían logrado los mejores, y no vieron ningún motivo para cambiar sus ideas sobre la guerra, ni estudiarla. Habían vencido ¿qué había que analizar?
Los Aliados creyeron siempre que habían logrado "realmente" una victoria completa en el campo de batalla, cosa que fué una verdad a medias: según comentó el general J.F.C. Fuller en su célebre obra La Dirección de la Guerra (1) (escrita a caballo de las décadas de 1950-1960), "decenas" de divisiones alemanas fueron destruidas o capitularon ante la ofensiva general aliada de verano de 1918. Aunque, ciertamente, el quebranto acumulado en el frente y la retaguardia hicieron mucho por el súbito (e inesperado) derrumbe.
Dicho derrumbe, según comenta Brock Millman en un artículo relativamente reciente (2), cogió realmente por sorpresa a los Aliados y, más concretamente, a los británicos, quiénes (junto los EEUU) iban perfilando nuevos planes ofensivos para... 1919. Dicha sorpresa vendría dada por el pesimismo generado por frustrantes y sangrientos fracasos como el Somme (1916) y el Diktat de Brest-Litovsk (marzo de 1918), que había dejado a Rusia fuera de la guerra contra Alemania.
Por otro lado, las nuevas autoridades de la República de Weimar se guardarían mucho de publicitar de que el Ejército alemán había sido derrotado en el campo de batalla, llevando así una activa campaña de propaganda y desinformación entre el pueblo alemán, además de hacer recaer la "culpabilidad de la guerra", exclusivamente, sobre los hombros de sus enemigos en el contexto de la "negociaciones" que tenían lugar (en 1919) en Versalles. En este fin, contaron con la activa colaboración de numerosos historiadores y estudiosos del momento, incluído el prestigioso Max Weber (3) en un caso de "patriotic self-censorship", de la que Adolf Hitler se aprovecharía posteriormente con resultados por todos conocidos.
En cambio el diminuto ejército de la nueva Alemania no tenía motivos para dormirse en unos laureles inexistentes. Y empezaron a analizar y estudiar todo lo sucedido en esos cuatro años de carnicería sin sentido. Querían saber porqué no habían logrado vencer y prepararse para no repetir viejos errores.
Por otro lado, existía la amenaza del nuevo estado polaco, siendo esta una de las principales preocupaciones de von Seeckt: este se lamentaría, en 1921, del llamado "milagro del Vístula" que había llevado a la derrota del Ejército Rojo a las puertas de Varsovia (4).
Además había otra lección estremecedoramente clara: Alemania no podía permitirse la carne de cañón. El soldado alemán no podía ser un autómata que cumpliera las órdenes sin pensarlas: todos, desde el general hasta el soldado raso, debían ser capaces de tomar decisiones de acuerdo a las circunstancias. El oficial al mando en el campo de batalla debía recibir en las órdenes los objetivos que se esperaban de él, pero la manera de lograrlos era de su incumbencia y sus superiores no debían de interferir una vez iniciada la batalla porque era él quien conocería las circunstancias y cómo variarían durante el combate. Se estableció un principio básico, la independencia de criterio en el nivel táctico, y se extendió a todos los grados. Y eso se llevó hasta el punto de romper con las barreras que separaban a la tropa de la oficialidad. Los soldados alemanes y sus jefes recibirían el mismo trato, comerían juntos, se entrenarían juntos y alcanzarían un nivel de camaradería desconocido en los ejércitos europeos de la época. El estado mayor alemán tenía claro que el arma más valiosa del ejército iban a ser sus soldados.
Hay que señalar que los principios de la Aufragstaktik (o "mando descentralizado") ya habían sido planteados por el célebre Jefe del Estado Mayor alemán Helmuth Graff von Moltke "el Viejo" en la década de 1850 aunque, eso sí, sólo a nivel operacional (5). Por otro lado, tanto británicos como franceses ya tantearon este terreno a nivel táctico antes de 1914, aunque con resultados más que discretos o, incluso, decepcionantes (dada las dificultades que tuvieron ponerlo en práctica) (6).
Por otra parte se prestó especial atención al carro de combate, un arma que había nacido precisamente para acabar con la parálisis de las trincheras; era un invento inglés (de ilustres padres, entre ellos el inquieto Winston Churchill) y Alemania apenas había tenido tiempo de usar carros propios (sólo un puñado de lentos mastodontes inservibles, los A-7V Sturmpanzerwagen) pero la batalla de Cambrai, donde por primera vez se usaron los carros de combate en masa, les había causado una gran impresión.
Ya en abril de 1918 tuvo lugar la primera batalla entre tanques de la Historia entre británicos y alemanes en Villers-Bretonneur (7)... Venciendo los alemanes Por otro lado, el coronel Lutz, antes de la Primera Guerra Mundial, ya había presentado modelos al Gobierno alemán, siendo rechazados. Así que los alemanes no tuvieron que empezar completamente "de la nada" (8).
NOTAS
(1) FULLER, J.F.C. Desgraciadamente, no tengo a mano dicha obra así que no puedo dar la referencia exacta. Véase la "Bibliografía" para sobre los datos bibliográficos de la obra.
(2) MILLMAN, Brock. "A Counsel of Despair: British Strategy and War Aims, 1917-18", Journal of Contemporary History, vol. 36 nº 2, pp. 241-270.
(3) HERWIG, Holger H. "Clio Deceived: Patriotic Self-Censorship in Germany after the Great War", International Security, vol. 12 nº 2, p. 12.
(4) GOERLITZ, Walter. "El Estado Mayor Alemán", p. 223.
(5) GOERLITZ, W. Op. cit., p. 80.
(6) Ver para el caso francés HOUSE, Jonathan M. “The Decisive Attack: A New Look at French Tactics on the Eve of World War I”, Military Affairs, vol. 4 nº 4, p. 165. Resulta sorprendente ver como los franceses ignoraron en 1914 su propia doctrina táctica.
(7) Mencionado en BOND, Brian. "Liddell Hart and the German Generals", Military Affairs, vol. 41 nº 1, p. 17.
(8) GOERLITZ, W. Op. cit. Ocurre como en el caso de la anterior referencia a Fuller, que no tengo anotada dicha referencia ni la obra a mano
BIBLIOGRAFÍA
- BOND, Brian. "Liddell Hart and the German Generals", Military Affairs, vol. 41 nº 1, pp. 16-20. Society for Military History, Lexington, VA (1977). 5 páginas.
Comentario. Este artículo creo que te resultaría especialmente interesante y valioso, ya que se centra mucho en las relaciones académicas y casi-personales (en el artículo aparece una foto de Guderian, autografiada por él mismo, hayada entre los papeles de Liddell-Hart). Lo tengo en formato a PDF y, en caso de interesar, sólo tienes que ponerte en contacto conmigo vía mp
- FULLER, General John Frederick Charles. La Dirección de la Guerra, ed. Luis de Caralt, La Vida Vivida, Barcelona (1965). 309 páginas.
Comentario. Existe una edición más reciente del Ministerio de Defensa de 1984.
- GOERLITZ, Walter. El Estado Mayor alemán, AHR, col. Libros Que Hacen Historia, Barcelona (1954). 505 páginas.
- HERWIG, Holger H. "Clio Deceived: Patriotic Self-Censorship in Germany after the Great War", International Security, vol. 12 nº 2, pp. 5- 44. The MIT Press, Cambridge, MA (1987). 40 páginas.
- HOUSE, Jonathan M. “The Decisive Attack: A New Look at French Tactics on the Eve of World War I”, Military Affairs, vol. 4 nº 4, pp. 164-169. Society fot Military History, Lexington, VA (1976). 6 páginas.
- MILLMAN, Brock. "A Counsel of Despair: British Strategy and War Aims, 1917-18", Journal of Contemporary History, vol. 36 nº 2, pp. 241-270. Sage Publications, Londres (2001). 30 páginas.
Un saludo y espero que encuentres (y encontréis) interesantes mis aportaciones
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