Los Panzer alemanes: detrás del mito
-
- General de División
- Mensajes: 7373
- Registrado: 21 Ago 2004, 12:50
- Ubicación: Madrid
DIAS DE GLORIA. RODANDO HACIA LA VICTORIA
La carrera hacia el mar de las PzDiv fue un ejemplo de audacia, maestría táctica y coordinación con la Luftwaffe. No obstante la propia velocidad del avance hizo imposible aplicar la tantas veces estudiada cooperación con la infantería ya que sólo las dos divisiones motorizadas disponibles ene se momento estaban en situación de seguir la penetración de los panzer.
El núcleo más fuerte de la LW apoyó el ataque al norte, que se esperaba atraería a la mayor parte de las fuerzas aéreas disponibles en Francia, y en una serie de duros combates ganó rápidamente la superioridad aérea, que ya mantendría por el resto de la campaña excepto en los vitales días de Dunkerke. Churchill narra con angustia el imparable drenaje de las fuerzas de la RAF en apoyo de Francia hasta llegar al límite de 25 escuadrones de caza que el mando había establecido como la fuerza irrenunciable si se quería defender Gran Bretaña, y ya no se pudo mandar más ayuda.
La fuente de primera mano más importante del avance de las PzDiv son las notas tomadas por el general Rommel y posteriormente reunidas por su familia con la ayuda de Liddell Hart bajo el título "The rommel papers" (recomiendo a todos los interesados que se los descarguen: vale la pena http://www.archive.org/details/rommelpapers000270mbp ). Dado que Rommel nunca pudo dedicarse a editarlas (su intención era hacerlo cuando acabara la guerra para publicar un libro similar al que sacó sobre tácticas de infantería) están más o menos tal cual las fue tomando sobre el terreno. Una de las cosas que queda muy clara es la inexistencia de una oposición aérea real. Las pocas anotaciones al respecto van siempre referidas a la coordinación con mandos de la Luftwaffe para el apoyo directo a las fuerzas avanzando. Así que ahí tenemos una de las premisas establecidas por Guderian para el uso de los panzer: estrecha colaboración de las fuerzas en avance con las fuerzas aéreas tácticas después de ganar la superioridad aérea.
La concentración de la fuerza ahí donde fuera a ser necesaria es otra de esas premisas, y como vimos en el post anterior, se cumplió a rajatabla en el despliegue previo a la batalla. ¿Y una vez comenzada esta?
Si bien la cooperación con las fuerzas de infantería fue a la postre imposible debido a la diferencia de velocidades (se puede decir que había dos Heer, uno motorizado y veloz, el otro hipomóvil y lento) pero el diseño orgánico de las PzDiv había sido muy bien estudiado de cara a hacer de ellas fuerzas no sólo poderosas, sino además muy bien equilibradas. el batallón de infantería motorizada asignado a la fuerza divisionaria demostró aquí su valía, tanto más grande cuanto que muchos de los carros en uso no tenían ni el blindaje ni el armamento necesario para enfrentarse a posiciones bien defendidas. Las unidades de reconocimiento e ingenieros, y la artillería de apoyo compensaron igualmente el coste de su entrenamiento y permitieron que el avance de los panzer fuera tan incontenible como una inundación. Quizás la única parte de la PzDiv que no funcionó adecuadamente fue el batallón de armas contracarro, pero no porque su adiestramiento o coordinación fueran incorrectos, sino porque las armas que habían recibido eran completamente inadecuadas. Los Pak de 37 apenas arañaban la coraza de los carros enemigos, lo que era una penosa noticia porque ése era igualmente el armamento principal de los PzIII y el de los Pz checos era similar. Además los 75 cortos de los PzIV no eran la mejor solución. Sin embargo al comienzo de la campaña eso no se notó demasiado.
La clave de la victoria alemana fue la desorganización, el caos que siguió a su penetración más allá de las defensas francesas en torno a Sedán. Francia había confiado su estrategia a la existencia de la Linea Maginot, y esa línea condicionaba su defensa de demasiadas maneras. Una de ellas, la más grave, era que el ejército francés no vio en ningún momento la necesidad de disponer de una fuerza de maniobra en la retaguardia ya que, si el frente era impenetrable ¿Para qué preocuparse?
Oigamos a un testigo de excepción: Churchill
"…El comandante en jefe (Gamelin) explicó lo sucedido: al norte y sur de Sedán los alemanes habían penetrado…Avanzaban a una velocidad sin precedentes…detrás avanzaban las fuerzas de infantería motorizada estableciendo sus propios flancos al avanzar contra los dos ejércitos franceses aislados a sus lados… Cuando acabó se produjo un silencio considerable. Entonces pregunté "¿Dónde está la reserva estratégica?" y, cambiando al francés "Ou est la masse de manoeuvre?". Gamelin se volvió hacia mí y, encogiéndose de hombros, dijo: "Aucune" ("ninguna")
…No era la primera vez que nos rompían un frente… pero aquí había había factores que nunca pensé que habría de enfrentar…"aucune", me quedé atónito ¿qué podíamos pensar del gran ejército francés y de sus responsables? Jamás se me hubiera ocurrido que un comandante que tuviera que defender 800 km de frente pudiera no tener una reserva de maniobra…
…¿Para qué servía la línea Maginot? Debería haber economizado tropas en un amplio sector de la frontera ofreciendo salidas para contragolpes locales y permitiendo el mantenimiento de grandes fuerzas en reserva… resultaba que no había ninguna reserva…"
Leyéndole uno casi mastica la desesperación que debió de sentir el viejo león.
Así pues no sólo los alemanes habían iniciado con buen pie su asalto, de acuerdo a lo que esperaban, sino que además sus enemigos habían hecho casi un año de preparativos que sólo iban a servir para allanarles el terreno. Sin una masa de maniobra, la única manera de cortar el avance alemán sería redirigiendo a las fuerzas que estaban al norte del avance alemán, las únicas con suficiente potencial de combate, pero esas fuerzas estaban combatiendo con un enemigo que se les venía por el este y se habían desplegado de cara a esa contingencia, y ahora había que pedirles que se redesplegaran justo al contrario. Hay un viejo dicho militar que explica con sencillez lo que iba a pasar: orden más contraorden igual a desorden.
Leyendo las anotaciones de Rommel nos encontramos que tras el avance desde la frontera y el paso del Mosa no hubo que enfrentar ninguna resistencia organizada en varios días. Los pánzer rodaban libremente en medio de las tropas francesas que se retiraban y las columnas de fugitivos que a veces no sólo obstaculizaban a las fuerzas francesas sino que incluso llegaban a frenar a los alemanes que se desgañitaban gritando "A droite!, a droite!" a los civiles aterrados para que despejaran la carretera.
Y ahí tenemos otra de las claves del avance alemán. Las carreteras francesas, que no sólo facilitaban su veloz movimiento sino que simplificaban los problemas logísticos. En la España de 1939 con las vías férreas semidestruidas y sin una infraestructura viaria decente su avance hubiera sido impensable. Los pánzer eran vehículos todo terreno, pero avanzar por buenos caminos evitaba muchas averías.
Otra cosa que se refleja muy bien en las notas del futuro mariscal era la manera de dirigir de los generales alemanes. Ahora los jefes de las PzDiv no esperaban a ver cómo se cumplían sus órdenes en los cuarteles generales sino que seguían de cerca esa acción gracias a los vehículos preparados al respecto. Eso iba a dar a las PzDiv una capacidad de reacción a las circunstancias que los mandos aliados no tendrían en ningún momento. El caso de Rommel es quizás muy extremo, porque no se limita a dirigir sobre el terreno su división sino que en numerosas anotaciones le sorprendemos con el caro de mando en medio de los carros del batallón de reconocimiento, avanzando con la punta de flecha de sus fuerzas y completamente desconectado del resto de la agrupación excepto por contactos por radio (y dicho sea de paso, la red de comunicaciones telefónicas del ejército francés desapareció en los primeros combates, sembrando aún más el desconcierto entre sus unidades)
En las notas de Rommel encontramos algunas anotaciones interesantes sobre la guerra blindada. Cedo la palabra, pues, al general de la 7ª PzDiv
"…Al primer contacto con fuerzas mecanizadas francesas abrimos fuego hasta que los franceses se retiran. Una y otra vez he visto en estas acciones de encuentro que el día se lo lleva el que primero machaca a su adversario con fuego. El comandante que espera a ver cómo se va a desarrollar la acción y toma posiciones es el que pierde el combate. Los motoristas del grupo de avanzada llevan preparadas sus ametralladoras y abren fuego en cuanto captan la presencia del enemigo. Eso funciona incluso cuando no sabemos dónde está oculto el enemigo: simplemente abrimos fuego sobre todo el territorio sospechoso. Así reducimos mucho nuestras bajas: parar y buscar cobertura antes de disparar es un error, igual que espera refuerzos sin hacer nada. Esto es especialmente apropiado en los ataques acorazados, el abrir fuego hacia dónde se supone que está el enemigo en vez de esperar hasta que alguno de nuestros vehículos sea destruido, éso decide el combate. Incluso abrir fuego indiscriminado con ametralladoras y cañones de 20 mm contra las posiciones donde puede estar el enemigo es lo bastante efectivo como para que éste se vea incapaz de emprender ninguna acción o incluso se retire. Y al enfrentarnos a carros enemigos es lo mismo, por mucho más poderosos que sean que nuestros propios carros: disparar primero y rápido es la mejor opción…"
Acoso continuo, sin dejar respirar siquiera al enemigo. Nada de puentes de plata, sino mantener el contacto y hostigando: para las PzDiv lo más importante es mantener en todo momento la iniciativa, sobre todo cuando el enemigo puede tener armas mejores que las nuestras, como fue el caso en 1940. El paso del Mosa fue el punto decisivo y a partir de ahí la propia velocidad del avance iba a ser la mejor baza alemana. La iniciativa no debía perderse en ningún momento si se quería sostener el avance hasta el mar.
Las posiciones fortificadas de los franceses no supusieron un gran obstáculo. Las unidades de ingenieros dieron pronto cuenta de las pocas que se encontraron. Pronto el mayor problema de las PzDiv era qué hacer con las masas de prisioneros que se iban acumulando. El espíritu combativo de esas tropas se había desmoronado así que su manejo pudo resolverse sin demasiados problemas. No iba a haber grandes calderos (kessels) irreductibles y als fuerzas que avanzaban tras los veloces pan<zer iban reuniendo a los desperdigados y confusos soldados franceses.
Más al norte la fuerza expedicionaria inglesa y las tropas francesas en Bélgica intentaban avanzar hacia el sur, pero la caída de la resistencia belga, valerosa pero desesperada, les iba a recortar drásticamente las opciones. Ahora sólo les quedaban dos opciones: contratacar intentando cortar el avance alemán o retirarse a los puertos del canal.
Una semana después de iniciada la ofensiva, el 17 de mayo, las fuerzas alemanas empezaron a encontrar las primeras muestras de una defensa mñas decidida. En su caso, la 7ª PzDiv se enzarzó en un duro combate con carros pesados en torno a Avesnes, que pudieron solventarse con rapidez. Eso dio a Rommel la oportunidad de lanzarse hacia delante confiando en que ya no habría más oposición, formando con rapidez una profunda y estrecha cuña en las líneas francesas, tanto que perdió el contacto con el nucleo divisionario, peroo siguió su avance confiando en que le seguirían. EL PK de Reinhardt, en el centro de la falange alemana, no fue tan impetuoso, pero el de Guderian, al sur, se lanzó también hacia adelante. Las PzDiv iban a aplicar otra de sus ideas, una de las más controvertidas: avanzar sin mirar a los lados, despreocupándose de los flancos en la confianza de que las unidades de infantería que les seguían se ocuparían de ello.
En el cuartel de Hitler las noticias empezaron a llenar de pánico a Hitler y sus generales. De pronto la audacia de sus comandantes les empezó a parecer una absurda temeridad y empezaron aplantearse echarles el freno, recibiendo Guderian una orden del Fuhrer al respecto esa misma noche; sin embargo con la excusa de un "reconocimiento en fuerza" pudo demostrar que la resistencia del enemigo más allá del Mosa se había quebrado y continuó hacia adelante, al igual que los otros dos cuerpos acorazados.
La realidad es que si bien los soldados franceses habían luchado con valor siempre que las circunstancias se lo habían permitido (y el paso del Mosa fue la mejor prueba, sobre todo teniendo en cuenta que el río fue defendido por tropas de clase B, con armamento escaso y anticuado) la mejor baza francesa, sus carros, estaba siendo desaprovechada de la forma más lastimosa posible. Los alemanes disponían en esa campaña de 36 batallones de carros frente a 53 de los franceses, en su mayoría, como hemos dicho, mejor armados y protegidos que sus enemigos. Pero mientras que los alemanes habían creado divisiones fuertes, con una media de 250-300 carros cada una, agrupadas en un núcleo divisionario bien pertrechado con otras armas de forma que se pudiera concentrar la fuerza en el momento oportuno, los franceses habían dispersado sus unidades por todo el frente y sólo habían organizado cuatro grandes unidades acorazadas, divisiones pero sólo en el nombre ya que cada una disponía de la mitad de carros que una división pánzer, y muy desequilibradas en cuanto a complementos como infantería, artillería, ingenieros… Una vez penetradas profundamente las líneas de defensa cualquier contraataque iba a ser llevado a cabo por fuerzas fragmentadas, luego la apreciación de Guderian era correcta. No había peligro y ahora había que cerrar el cepo para atrapar y destruir al ejército inglés junto a una buena parte del francés.
La carrera hacia el mar de las PzDiv fue un ejemplo de audacia, maestría táctica y coordinación con la Luftwaffe. No obstante la propia velocidad del avance hizo imposible aplicar la tantas veces estudiada cooperación con la infantería ya que sólo las dos divisiones motorizadas disponibles ene se momento estaban en situación de seguir la penetración de los panzer.
El núcleo más fuerte de la LW apoyó el ataque al norte, que se esperaba atraería a la mayor parte de las fuerzas aéreas disponibles en Francia, y en una serie de duros combates ganó rápidamente la superioridad aérea, que ya mantendría por el resto de la campaña excepto en los vitales días de Dunkerke. Churchill narra con angustia el imparable drenaje de las fuerzas de la RAF en apoyo de Francia hasta llegar al límite de 25 escuadrones de caza que el mando había establecido como la fuerza irrenunciable si se quería defender Gran Bretaña, y ya no se pudo mandar más ayuda.
La fuente de primera mano más importante del avance de las PzDiv son las notas tomadas por el general Rommel y posteriormente reunidas por su familia con la ayuda de Liddell Hart bajo el título "The rommel papers" (recomiendo a todos los interesados que se los descarguen: vale la pena http://www.archive.org/details/rommelpapers000270mbp ). Dado que Rommel nunca pudo dedicarse a editarlas (su intención era hacerlo cuando acabara la guerra para publicar un libro similar al que sacó sobre tácticas de infantería) están más o menos tal cual las fue tomando sobre el terreno. Una de las cosas que queda muy clara es la inexistencia de una oposición aérea real. Las pocas anotaciones al respecto van siempre referidas a la coordinación con mandos de la Luftwaffe para el apoyo directo a las fuerzas avanzando. Así que ahí tenemos una de las premisas establecidas por Guderian para el uso de los panzer: estrecha colaboración de las fuerzas en avance con las fuerzas aéreas tácticas después de ganar la superioridad aérea.
La concentración de la fuerza ahí donde fuera a ser necesaria es otra de esas premisas, y como vimos en el post anterior, se cumplió a rajatabla en el despliegue previo a la batalla. ¿Y una vez comenzada esta?
Si bien la cooperación con las fuerzas de infantería fue a la postre imposible debido a la diferencia de velocidades (se puede decir que había dos Heer, uno motorizado y veloz, el otro hipomóvil y lento) pero el diseño orgánico de las PzDiv había sido muy bien estudiado de cara a hacer de ellas fuerzas no sólo poderosas, sino además muy bien equilibradas. el batallón de infantería motorizada asignado a la fuerza divisionaria demostró aquí su valía, tanto más grande cuanto que muchos de los carros en uso no tenían ni el blindaje ni el armamento necesario para enfrentarse a posiciones bien defendidas. Las unidades de reconocimiento e ingenieros, y la artillería de apoyo compensaron igualmente el coste de su entrenamiento y permitieron que el avance de los panzer fuera tan incontenible como una inundación. Quizás la única parte de la PzDiv que no funcionó adecuadamente fue el batallón de armas contracarro, pero no porque su adiestramiento o coordinación fueran incorrectos, sino porque las armas que habían recibido eran completamente inadecuadas. Los Pak de 37 apenas arañaban la coraza de los carros enemigos, lo que era una penosa noticia porque ése era igualmente el armamento principal de los PzIII y el de los Pz checos era similar. Además los 75 cortos de los PzIV no eran la mejor solución. Sin embargo al comienzo de la campaña eso no se notó demasiado.
La clave de la victoria alemana fue la desorganización, el caos que siguió a su penetración más allá de las defensas francesas en torno a Sedán. Francia había confiado su estrategia a la existencia de la Linea Maginot, y esa línea condicionaba su defensa de demasiadas maneras. Una de ellas, la más grave, era que el ejército francés no vio en ningún momento la necesidad de disponer de una fuerza de maniobra en la retaguardia ya que, si el frente era impenetrable ¿Para qué preocuparse?
Oigamos a un testigo de excepción: Churchill
"…El comandante en jefe (Gamelin) explicó lo sucedido: al norte y sur de Sedán los alemanes habían penetrado…Avanzaban a una velocidad sin precedentes…detrás avanzaban las fuerzas de infantería motorizada estableciendo sus propios flancos al avanzar contra los dos ejércitos franceses aislados a sus lados… Cuando acabó se produjo un silencio considerable. Entonces pregunté "¿Dónde está la reserva estratégica?" y, cambiando al francés "Ou est la masse de manoeuvre?". Gamelin se volvió hacia mí y, encogiéndose de hombros, dijo: "Aucune" ("ninguna")
…No era la primera vez que nos rompían un frente… pero aquí había había factores que nunca pensé que habría de enfrentar…"aucune", me quedé atónito ¿qué podíamos pensar del gran ejército francés y de sus responsables? Jamás se me hubiera ocurrido que un comandante que tuviera que defender 800 km de frente pudiera no tener una reserva de maniobra…
…¿Para qué servía la línea Maginot? Debería haber economizado tropas en un amplio sector de la frontera ofreciendo salidas para contragolpes locales y permitiendo el mantenimiento de grandes fuerzas en reserva… resultaba que no había ninguna reserva…"
Leyéndole uno casi mastica la desesperación que debió de sentir el viejo león.
Así pues no sólo los alemanes habían iniciado con buen pie su asalto, de acuerdo a lo que esperaban, sino que además sus enemigos habían hecho casi un año de preparativos que sólo iban a servir para allanarles el terreno. Sin una masa de maniobra, la única manera de cortar el avance alemán sería redirigiendo a las fuerzas que estaban al norte del avance alemán, las únicas con suficiente potencial de combate, pero esas fuerzas estaban combatiendo con un enemigo que se les venía por el este y se habían desplegado de cara a esa contingencia, y ahora había que pedirles que se redesplegaran justo al contrario. Hay un viejo dicho militar que explica con sencillez lo que iba a pasar: orden más contraorden igual a desorden.
Leyendo las anotaciones de Rommel nos encontramos que tras el avance desde la frontera y el paso del Mosa no hubo que enfrentar ninguna resistencia organizada en varios días. Los pánzer rodaban libremente en medio de las tropas francesas que se retiraban y las columnas de fugitivos que a veces no sólo obstaculizaban a las fuerzas francesas sino que incluso llegaban a frenar a los alemanes que se desgañitaban gritando "A droite!, a droite!" a los civiles aterrados para que despejaran la carretera.
Y ahí tenemos otra de las claves del avance alemán. Las carreteras francesas, que no sólo facilitaban su veloz movimiento sino que simplificaban los problemas logísticos. En la España de 1939 con las vías férreas semidestruidas y sin una infraestructura viaria decente su avance hubiera sido impensable. Los pánzer eran vehículos todo terreno, pero avanzar por buenos caminos evitaba muchas averías.
Otra cosa que se refleja muy bien en las notas del futuro mariscal era la manera de dirigir de los generales alemanes. Ahora los jefes de las PzDiv no esperaban a ver cómo se cumplían sus órdenes en los cuarteles generales sino que seguían de cerca esa acción gracias a los vehículos preparados al respecto. Eso iba a dar a las PzDiv una capacidad de reacción a las circunstancias que los mandos aliados no tendrían en ningún momento. El caso de Rommel es quizás muy extremo, porque no se limita a dirigir sobre el terreno su división sino que en numerosas anotaciones le sorprendemos con el caro de mando en medio de los carros del batallón de reconocimiento, avanzando con la punta de flecha de sus fuerzas y completamente desconectado del resto de la agrupación excepto por contactos por radio (y dicho sea de paso, la red de comunicaciones telefónicas del ejército francés desapareció en los primeros combates, sembrando aún más el desconcierto entre sus unidades)
En las notas de Rommel encontramos algunas anotaciones interesantes sobre la guerra blindada. Cedo la palabra, pues, al general de la 7ª PzDiv
"…Al primer contacto con fuerzas mecanizadas francesas abrimos fuego hasta que los franceses se retiran. Una y otra vez he visto en estas acciones de encuentro que el día se lo lleva el que primero machaca a su adversario con fuego. El comandante que espera a ver cómo se va a desarrollar la acción y toma posiciones es el que pierde el combate. Los motoristas del grupo de avanzada llevan preparadas sus ametralladoras y abren fuego en cuanto captan la presencia del enemigo. Eso funciona incluso cuando no sabemos dónde está oculto el enemigo: simplemente abrimos fuego sobre todo el territorio sospechoso. Así reducimos mucho nuestras bajas: parar y buscar cobertura antes de disparar es un error, igual que espera refuerzos sin hacer nada. Esto es especialmente apropiado en los ataques acorazados, el abrir fuego hacia dónde se supone que está el enemigo en vez de esperar hasta que alguno de nuestros vehículos sea destruido, éso decide el combate. Incluso abrir fuego indiscriminado con ametralladoras y cañones de 20 mm contra las posiciones donde puede estar el enemigo es lo bastante efectivo como para que éste se vea incapaz de emprender ninguna acción o incluso se retire. Y al enfrentarnos a carros enemigos es lo mismo, por mucho más poderosos que sean que nuestros propios carros: disparar primero y rápido es la mejor opción…"
Acoso continuo, sin dejar respirar siquiera al enemigo. Nada de puentes de plata, sino mantener el contacto y hostigando: para las PzDiv lo más importante es mantener en todo momento la iniciativa, sobre todo cuando el enemigo puede tener armas mejores que las nuestras, como fue el caso en 1940. El paso del Mosa fue el punto decisivo y a partir de ahí la propia velocidad del avance iba a ser la mejor baza alemana. La iniciativa no debía perderse en ningún momento si se quería sostener el avance hasta el mar.
Las posiciones fortificadas de los franceses no supusieron un gran obstáculo. Las unidades de ingenieros dieron pronto cuenta de las pocas que se encontraron. Pronto el mayor problema de las PzDiv era qué hacer con las masas de prisioneros que se iban acumulando. El espíritu combativo de esas tropas se había desmoronado así que su manejo pudo resolverse sin demasiados problemas. No iba a haber grandes calderos (kessels) irreductibles y als fuerzas que avanzaban tras los veloces pan<zer iban reuniendo a los desperdigados y confusos soldados franceses.
Más al norte la fuerza expedicionaria inglesa y las tropas francesas en Bélgica intentaban avanzar hacia el sur, pero la caída de la resistencia belga, valerosa pero desesperada, les iba a recortar drásticamente las opciones. Ahora sólo les quedaban dos opciones: contratacar intentando cortar el avance alemán o retirarse a los puertos del canal.
Una semana después de iniciada la ofensiva, el 17 de mayo, las fuerzas alemanas empezaron a encontrar las primeras muestras de una defensa mñas decidida. En su caso, la 7ª PzDiv se enzarzó en un duro combate con carros pesados en torno a Avesnes, que pudieron solventarse con rapidez. Eso dio a Rommel la oportunidad de lanzarse hacia delante confiando en que ya no habría más oposición, formando con rapidez una profunda y estrecha cuña en las líneas francesas, tanto que perdió el contacto con el nucleo divisionario, peroo siguió su avance confiando en que le seguirían. EL PK de Reinhardt, en el centro de la falange alemana, no fue tan impetuoso, pero el de Guderian, al sur, se lanzó también hacia adelante. Las PzDiv iban a aplicar otra de sus ideas, una de las más controvertidas: avanzar sin mirar a los lados, despreocupándose de los flancos en la confianza de que las unidades de infantería que les seguían se ocuparían de ello.
En el cuartel de Hitler las noticias empezaron a llenar de pánico a Hitler y sus generales. De pronto la audacia de sus comandantes les empezó a parecer una absurda temeridad y empezaron aplantearse echarles el freno, recibiendo Guderian una orden del Fuhrer al respecto esa misma noche; sin embargo con la excusa de un "reconocimiento en fuerza" pudo demostrar que la resistencia del enemigo más allá del Mosa se había quebrado y continuó hacia adelante, al igual que los otros dos cuerpos acorazados.
La realidad es que si bien los soldados franceses habían luchado con valor siempre que las circunstancias se lo habían permitido (y el paso del Mosa fue la mejor prueba, sobre todo teniendo en cuenta que el río fue defendido por tropas de clase B, con armamento escaso y anticuado) la mejor baza francesa, sus carros, estaba siendo desaprovechada de la forma más lastimosa posible. Los alemanes disponían en esa campaña de 36 batallones de carros frente a 53 de los franceses, en su mayoría, como hemos dicho, mejor armados y protegidos que sus enemigos. Pero mientras que los alemanes habían creado divisiones fuertes, con una media de 250-300 carros cada una, agrupadas en un núcleo divisionario bien pertrechado con otras armas de forma que se pudiera concentrar la fuerza en el momento oportuno, los franceses habían dispersado sus unidades por todo el frente y sólo habían organizado cuatro grandes unidades acorazadas, divisiones pero sólo en el nombre ya que cada una disponía de la mitad de carros que una división pánzer, y muy desequilibradas en cuanto a complementos como infantería, artillería, ingenieros… Una vez penetradas profundamente las líneas de defensa cualquier contraataque iba a ser llevado a cabo por fuerzas fragmentadas, luego la apreciación de Guderian era correcta. No había peligro y ahora había que cerrar el cepo para atrapar y destruir al ejército inglés junto a una buena parte del francés.
Última edición por japa el 23 Mar 2007, 01:37, editado 1 vez en total.
-
- General de División
- Mensajes: 7373
- Registrado: 21 Ago 2004, 12:50
- Ubicación: Madrid
Bravo013 escribió:ya se que me adelanto un poco al final de la guerra en francia, pero. Alquien sabe cuantos blindados franceses fueron capturados por los alemanes??
Hablando en plata, todos. En estado útil más de una tercera parte, que en su mayoría fue aprovechada para soporte de armas contracarro. Algunos carros fueron usados para equipar a fuerzas de guarnición en la Francia ocupada y se permitió que las fuerzas de Vichy pudieran disponer de una cierta cantdad que serían usados sobre todo en África.
-
- Cabo Primero
- Mensajes: 166
- Registrado: 07 Ago 2004, 20:51
Respecto a los carros franceses, podrían tener mejor blindaje y armamento, capaz de batir a cualquier panzer que se les pusiera delante, sí... pero comparados con el panzer III y IV eran bastante inferiores simplemente porque estos últimos tenían torretas de 3 tripulantes y los carros franceses solo de 1, el pobre jefe de carro-hombre orquesta. Aun así, para ir en un panzer I o II por ahí en mitad de una guerra hay que tenerlos como pomelos cuadraos
- urquhart
- General de Ejército
- Mensajes: 11153
- Registrado: 06 Feb 2006, 13:13
- Ubicación: Barcelona
Estimados amigos:
a modo de respuesta del post de Gammenom,
durante la invasión anglo-gaullista de Siria, los escasos H-35 vichystas pusieron en serios apuros a la infantería y caballería australiana, así como a los superiores H-39 gaullistas.
Está claro que estos carros no eran los más eficientes de la Francia de 1940, pero en Siria, incluso utilizados en pequeños grupos, apoyados por infantería y artillería realizaban contraataques que recuperaban el espacio perdido por la infantería colonial francesa. Quien sabe si las comisiones de armisticio en Levante hubieran sido benévolas con Vichy, y en vez de una veintena de carros hubieran cointado los petanistas con medio centenar, que hubiera ocurrido.
Con ello quiero indicar, tal como ya nos comenta japa, que un uso moderno de carros obsoletos (Pz.I y Pz.II) o modestamente armados (Pz.III), podía subsanar sus defieciencias e incluso imponerse en el campo de batalla. De haber tenido un poco de visión los carros franceses hubieran sido un hueso duro de roer en mayo y junio de 1940
a modo de respuesta del post de Gammenom,
durante la invasión anglo-gaullista de Siria, los escasos H-35 vichystas pusieron en serios apuros a la infantería y caballería australiana, así como a los superiores H-39 gaullistas.
Está claro que estos carros no eran los más eficientes de la Francia de 1940, pero en Siria, incluso utilizados en pequeños grupos, apoyados por infantería y artillería realizaban contraataques que recuperaban el espacio perdido por la infantería colonial francesa. Quien sabe si las comisiones de armisticio en Levante hubieran sido benévolas con Vichy, y en vez de una veintena de carros hubieran cointado los petanistas con medio centenar, que hubiera ocurrido.
Con ello quiero indicar, tal como ya nos comenta japa, que un uso moderno de carros obsoletos (Pz.I y Pz.II) o modestamente armados (Pz.III), podía subsanar sus defieciencias e incluso imponerse en el campo de batalla. De haber tenido un poco de visión los carros franceses hubieran sido un hueso duro de roer en mayo y junio de 1940
Tempus Fugit
-
- General de División
- Mensajes: 7373
- Registrado: 21 Ago 2004, 12:50
- Ubicación: Madrid
DÍAS DE GLORIA: TOCANDO EL CIELO
El breve parón de las PzDiv el día 19 de mayo dio a los aliados el respiro suficiente como para pensar en un contraataque de fuerzas acorazadas. Se trató de coordinar un gran golpe en el que intervendrían las unidades acorazadas de ambas fuerzas, francesa e inglesa. Por parte inglesa entrarían en acción la 1ª Brigada acorazada, formada por carros de infantería, apoyada por las divisiones de infantería 5ª y 50ª, y por el lado francés lo harían dos divisiones mecanizadas apoyadas por otras dos de infantería. Sin embargo la coordinación se mostró muy difícil y el rápido avance de las unidades de Guderian, cortando en dos las últimas líneas de suministro de las fuerzas del norte, obligaron a atacar con sólo una pequeña parte de las fuerzas previstas. Intervinieron dos batallones de la brigada inglesa, que llevarían el peso del avance con unos 75 carros Matilda I y II, apoyados por su flanco derecho por parte de la 3ª división mecanizada francesa, con otros 70 carros de diversos modelos, principalmente Somuas. No habría apenas apoyo de infantería o artillería disponible, pero el tiempo estaba en contra y el mando británico comprendió que era una de esas situaciones de "ahora o nunca"
Precisamente el ataque cayó sobre la 7ª PzDiv de Rommel, que estaba apoyada en su flanco izquierdo por la división SS Totenkopf. El 21 de mayo, en Arras, los carros Matilda avanzaron lentamente bajo el mando del general Franklyn, pero su durísima piel era demasiado para los contracarros alemanes de 37 mm y pronto sobrepasaron las defensas de los alemanes. Aunque carecían de un arma efectiva en fuego de alto explosivo (recordemos que el Matilda I iba armado con una ametralladora y el II con el cañón de dos libras) los Matilda arrollaron a los contracarros pasándoles literalmente por encima.
Durante 9 largas horas el combate arreció en torno a Arras. Los carros ingleses sembraron el caos en las líneas alemanas. Varias fuerzas de infantería de la Totenkopf huyeron presas del pánico (el primer caso de "miedo a los carros" en la guerra) y por un tiempo parecía que los aliados iban a lograrlo in extremis, pero la escasa fuerza de infantería había ido quedando separada de los carros y el general Rommel en persona recorrió los puestos de artillería asignando los blancos y ordenando fuego continuo con todas las piezas disponibles. Finalmente la intervención de los cañones antiaéreos de 88 mm del 23 Regimiento Flak de la LW, asignado a la 7ª PzDiv, logró frenar el avance. Sin apoyo aéreo, artillero o de infantería, los ingleses perdieron la iniciativa y se replegaron protegidos por los restos de la fuerza francesa. Habían perdido 36 carros mientras que los alemanes habían perdido 3 Pz IV, 6 Pz III y una docena de carros ligeros. Las bajas de la 7ª PzDiv ascendieron a casi 280, lo que fue con mucho el porcentaje de pérdidas más alto de toda su campaña en Francia.
Los aliados ahora se retiraban directamente hacia el Canal puesto que la ruta al sur era imposible. Sin embargo el contraataque de Arrás tuvo un éxito mucho mayor del obtenido sobre el campo de batalla, porque la contundencia de los combates acabó de convencer a los mandos alemanes de que las PzDiv estaban corriendo un riesgo excesivo. Kluge, Kleist y Rundstend (sobre todo Kleist) decidieron que avanzar más allá de Arras a ciegas era peligroso y el avance de las fuerzas de Guderian hacia el Canal acabó con sus nervios, convenciendo con facilidad a un Hitler que ya llevaba varios días angustiado por el riesgo. El día 24 las fuerzas de Guderian y Rheinhardt fueron frenadas en seco por una orden del Fuhrer cuando los panzer estaban ya a apenas 15 millas de Dunkerke.
De nuevo llega la leyenda. Todos hemos oído que Hitler frenó a sus pzDiv porque deseaba que el Cuerpo Expedicionario escapara a fin de facilitar la paz con Inglaterra, o que Hitler juzgó inadecuado el empleo de las PzDiv en terrenos pantanosos. La realidad es mucho más prosaica y señala a un responsable de esa orden muy diferente del cabo austriaco: el mismo Rundstend, que habló con Hitler el día 23 después de conferenciar con Kluge y Kleist. Nada de planes secretos de Hitler ni evaluaciones del terreno: las PzDiv fueron frenadas por cuestiones estrictamente militares, ya que los mandos en la retaguardia consideraban inaceptable el riesgo que estaban corriendo, y eso fue una consecuencia directa del ataque de Arras, tácticamente un fracaso, pero estratégicamente el único acierto de las fuerzas aliadas en toda la campaña.
Los mandos sobre el terreno como Guderian estaban echando chispas ya que veían la batalla final al alcance de la mano pero ¿fue desacertada esa orden?
Hay que tener en cuenta que las pzDiv estaban desgastadas por dos semanas de avance y lucha casi continuos y que una gran parte de su fuerza estaba compuesta por carros ligeros, inadecuados para un combate cuerpo a cuerpo, y ese iba a ser el combate que iba a tener lugar en torno a Dunkerke, porque no iba a haber posibilidades de amplias maniobras envolventes, ya que se había terminado la libertad de movimiento tras las líneas enemigas al acabarse el terreno; ahora los aliados estaban de espaldas al mar, y ya no eran unidades desorganizadas como las que se habían encontrado las fuerzas alemanas en su avance: en torno a Dunkerke se estaban concentrando cerca de 500000 hombres, la totalidad del Cuerpo Expedicionario (un ejército enteramente profesional) reforzado por una parte de las mejores unidades militares de Francia, con una buena cantidad de equipamiento pesado pese a lo perdido en la retirada y ahora por fin bajo el paraguas protector de la RAF. Atacar a esas fuerzas era además violar uno de los principios más claros del arte de la guerra, tal y como lo dejó descrito el mismísmo Sun Tzu: Si el enemigo está acorralado con un río a su espalda, no ataques, porque luchará hasta la muerte. Sin posibilidad ya de retirada las PzDiv se lanzarían contra un enemigo desesperado que iba a vender cara la piel, como ya lo hizo treinta y cinco años atrás el ejército inglés frenando el avance alemán hacia el Canal al precio de su virtual aniquilamiento, así que confiar en que las tropas aliadas simplemente se rindieran sin luchar era ilusorio.
Por supuesto que dadas las ventajas de velocidad, apoyo aéreo táctico, moral alta, fuerza concentrada… la victoria hubiera acabado por decantarse por el lado alemán pero ¿A qué precio? Las PzDiv podían sufrir pérdidas excesivas (y dada la ligereza de su equipamiento es más que probable que fuera así) y todavía quedaba guerra por delante, ya que Francia estaba reorganizando sus fuerzas para defenderse al sur del avance alemán. Dadas las circunstancias, el frenazo de Dunkerke no parece una decisión irracional.
Finalmente las PzDiv reanudaron su avance dos días después, pero los aliados ya habían establecido un perímetro defensivo en torno a Dunkerke y pese a la ofensiva aérea ordenada por Goering (decidido a demostrar que la LW se bastaba para acabar con el enemigo), no fue posible destruir a las fuerzas embolsdas. Por primera vez la LW se encontró luchando con un enemigo decidido mientras la Royal Navy, fiel a su tradición, se lanzaba en ayuda del ejército y, con el apoyo de centenares y centenares de barquichuelos civiles (al grito de "¡Hay que sacar de ahí a los muchachos!" literalmente cualquier cascarón de nuez capaz de cruzar el Canal se lanzó al mar, yates, pesqueros, hasta una pequeña embarcación de los Sea BoyScouts) logró llevar a Inglaterra a 338000 soldados ingleses y 140000 franceses, con lo puesto, agotados, helados, pero vivos para seguir luchando.
Pero para Francia ya era demasiado tarde. Tras una rápida reorganización y avituallamiento, las fuerzas alemanas giraron 90 grados sus cañones y el 4 de unio, justo cuando acababa la retirada de Dunkerke, las PzDiv se lanzaron hacia el sur, abriéndose paso por las nuevas defensas erigidas por los franceses. El 5 de junio las fuerzas del ala derecha, el PK de Bock, atravesaron el Canal del Somme segidas unos días después por las fuerzas de Rundstend que atravesaron el Aisne el día 8 mientras las restantes fuerzas bajo el mando de Guderian se movían hacia el sudoeste de Sedán.
El día 16 de junio el gobierno francés tanteó la posibilidad de un armisticio que finalmente se acordó el día 22.
Toda la campaña occidental había durado 45 días. Las PzDiv habían logrado su mayor victoria y, tras las huellas de sus cadenas, Hitler vivió su gran día de gloria en París.
El breve parón de las PzDiv el día 19 de mayo dio a los aliados el respiro suficiente como para pensar en un contraataque de fuerzas acorazadas. Se trató de coordinar un gran golpe en el que intervendrían las unidades acorazadas de ambas fuerzas, francesa e inglesa. Por parte inglesa entrarían en acción la 1ª Brigada acorazada, formada por carros de infantería, apoyada por las divisiones de infantería 5ª y 50ª, y por el lado francés lo harían dos divisiones mecanizadas apoyadas por otras dos de infantería. Sin embargo la coordinación se mostró muy difícil y el rápido avance de las unidades de Guderian, cortando en dos las últimas líneas de suministro de las fuerzas del norte, obligaron a atacar con sólo una pequeña parte de las fuerzas previstas. Intervinieron dos batallones de la brigada inglesa, que llevarían el peso del avance con unos 75 carros Matilda I y II, apoyados por su flanco derecho por parte de la 3ª división mecanizada francesa, con otros 70 carros de diversos modelos, principalmente Somuas. No habría apenas apoyo de infantería o artillería disponible, pero el tiempo estaba en contra y el mando británico comprendió que era una de esas situaciones de "ahora o nunca"
Precisamente el ataque cayó sobre la 7ª PzDiv de Rommel, que estaba apoyada en su flanco izquierdo por la división SS Totenkopf. El 21 de mayo, en Arras, los carros Matilda avanzaron lentamente bajo el mando del general Franklyn, pero su durísima piel era demasiado para los contracarros alemanes de 37 mm y pronto sobrepasaron las defensas de los alemanes. Aunque carecían de un arma efectiva en fuego de alto explosivo (recordemos que el Matilda I iba armado con una ametralladora y el II con el cañón de dos libras) los Matilda arrollaron a los contracarros pasándoles literalmente por encima.
Durante 9 largas horas el combate arreció en torno a Arras. Los carros ingleses sembraron el caos en las líneas alemanas. Varias fuerzas de infantería de la Totenkopf huyeron presas del pánico (el primer caso de "miedo a los carros" en la guerra) y por un tiempo parecía que los aliados iban a lograrlo in extremis, pero la escasa fuerza de infantería había ido quedando separada de los carros y el general Rommel en persona recorrió los puestos de artillería asignando los blancos y ordenando fuego continuo con todas las piezas disponibles. Finalmente la intervención de los cañones antiaéreos de 88 mm del 23 Regimiento Flak de la LW, asignado a la 7ª PzDiv, logró frenar el avance. Sin apoyo aéreo, artillero o de infantería, los ingleses perdieron la iniciativa y se replegaron protegidos por los restos de la fuerza francesa. Habían perdido 36 carros mientras que los alemanes habían perdido 3 Pz IV, 6 Pz III y una docena de carros ligeros. Las bajas de la 7ª PzDiv ascendieron a casi 280, lo que fue con mucho el porcentaje de pérdidas más alto de toda su campaña en Francia.
Los aliados ahora se retiraban directamente hacia el Canal puesto que la ruta al sur era imposible. Sin embargo el contraataque de Arrás tuvo un éxito mucho mayor del obtenido sobre el campo de batalla, porque la contundencia de los combates acabó de convencer a los mandos alemanes de que las PzDiv estaban corriendo un riesgo excesivo. Kluge, Kleist y Rundstend (sobre todo Kleist) decidieron que avanzar más allá de Arras a ciegas era peligroso y el avance de las fuerzas de Guderian hacia el Canal acabó con sus nervios, convenciendo con facilidad a un Hitler que ya llevaba varios días angustiado por el riesgo. El día 24 las fuerzas de Guderian y Rheinhardt fueron frenadas en seco por una orden del Fuhrer cuando los panzer estaban ya a apenas 15 millas de Dunkerke.
De nuevo llega la leyenda. Todos hemos oído que Hitler frenó a sus pzDiv porque deseaba que el Cuerpo Expedicionario escapara a fin de facilitar la paz con Inglaterra, o que Hitler juzgó inadecuado el empleo de las PzDiv en terrenos pantanosos. La realidad es mucho más prosaica y señala a un responsable de esa orden muy diferente del cabo austriaco: el mismo Rundstend, que habló con Hitler el día 23 después de conferenciar con Kluge y Kleist. Nada de planes secretos de Hitler ni evaluaciones del terreno: las PzDiv fueron frenadas por cuestiones estrictamente militares, ya que los mandos en la retaguardia consideraban inaceptable el riesgo que estaban corriendo, y eso fue una consecuencia directa del ataque de Arras, tácticamente un fracaso, pero estratégicamente el único acierto de las fuerzas aliadas en toda la campaña.
Los mandos sobre el terreno como Guderian estaban echando chispas ya que veían la batalla final al alcance de la mano pero ¿fue desacertada esa orden?
Hay que tener en cuenta que las pzDiv estaban desgastadas por dos semanas de avance y lucha casi continuos y que una gran parte de su fuerza estaba compuesta por carros ligeros, inadecuados para un combate cuerpo a cuerpo, y ese iba a ser el combate que iba a tener lugar en torno a Dunkerke, porque no iba a haber posibilidades de amplias maniobras envolventes, ya que se había terminado la libertad de movimiento tras las líneas enemigas al acabarse el terreno; ahora los aliados estaban de espaldas al mar, y ya no eran unidades desorganizadas como las que se habían encontrado las fuerzas alemanas en su avance: en torno a Dunkerke se estaban concentrando cerca de 500000 hombres, la totalidad del Cuerpo Expedicionario (un ejército enteramente profesional) reforzado por una parte de las mejores unidades militares de Francia, con una buena cantidad de equipamiento pesado pese a lo perdido en la retirada y ahora por fin bajo el paraguas protector de la RAF. Atacar a esas fuerzas era además violar uno de los principios más claros del arte de la guerra, tal y como lo dejó descrito el mismísmo Sun Tzu: Si el enemigo está acorralado con un río a su espalda, no ataques, porque luchará hasta la muerte. Sin posibilidad ya de retirada las PzDiv se lanzarían contra un enemigo desesperado que iba a vender cara la piel, como ya lo hizo treinta y cinco años atrás el ejército inglés frenando el avance alemán hacia el Canal al precio de su virtual aniquilamiento, así que confiar en que las tropas aliadas simplemente se rindieran sin luchar era ilusorio.
Por supuesto que dadas las ventajas de velocidad, apoyo aéreo táctico, moral alta, fuerza concentrada… la victoria hubiera acabado por decantarse por el lado alemán pero ¿A qué precio? Las PzDiv podían sufrir pérdidas excesivas (y dada la ligereza de su equipamiento es más que probable que fuera así) y todavía quedaba guerra por delante, ya que Francia estaba reorganizando sus fuerzas para defenderse al sur del avance alemán. Dadas las circunstancias, el frenazo de Dunkerke no parece una decisión irracional.
Finalmente las PzDiv reanudaron su avance dos días después, pero los aliados ya habían establecido un perímetro defensivo en torno a Dunkerke y pese a la ofensiva aérea ordenada por Goering (decidido a demostrar que la LW se bastaba para acabar con el enemigo), no fue posible destruir a las fuerzas embolsdas. Por primera vez la LW se encontró luchando con un enemigo decidido mientras la Royal Navy, fiel a su tradición, se lanzaba en ayuda del ejército y, con el apoyo de centenares y centenares de barquichuelos civiles (al grito de "¡Hay que sacar de ahí a los muchachos!" literalmente cualquier cascarón de nuez capaz de cruzar el Canal se lanzó al mar, yates, pesqueros, hasta una pequeña embarcación de los Sea BoyScouts) logró llevar a Inglaterra a 338000 soldados ingleses y 140000 franceses, con lo puesto, agotados, helados, pero vivos para seguir luchando.
Pero para Francia ya era demasiado tarde. Tras una rápida reorganización y avituallamiento, las fuerzas alemanas giraron 90 grados sus cañones y el 4 de unio, justo cuando acababa la retirada de Dunkerke, las PzDiv se lanzaron hacia el sur, abriéndose paso por las nuevas defensas erigidas por los franceses. El 5 de junio las fuerzas del ala derecha, el PK de Bock, atravesaron el Canal del Somme segidas unos días después por las fuerzas de Rundstend que atravesaron el Aisne el día 8 mientras las restantes fuerzas bajo el mando de Guderian se movían hacia el sudoeste de Sedán.
El día 16 de junio el gobierno francés tanteó la posibilidad de un armisticio que finalmente se acordó el día 22.
Toda la campaña occidental había durado 45 días. Las PzDiv habían logrado su mayor victoria y, tras las huellas de sus cadenas, Hitler vivió su gran día de gloria en París.
-
- General de División
- Mensajes: 7373
- Registrado: 21 Ago 2004, 12:50
- Ubicación: Madrid
ANALIZANDO LA CAMPAÑA: MEDIOS Y USOS
Vista desde fuera, la campaña de Francia parecía demostrar todo el acierto de los postulados de entreguerras del ejército alemán y, sobre todo, las teorías defendidas por Guderian. EL mundo había visto con asombro como los soldados alemanes atravesaban limpiamente las impenetrables fortificaciones que cubrían los campos de batalla donde sus abuelos habían malgastado cuatro años inútilmente durante la gran guerra. Además parecía claro que los carros alemanes eran armas invencibles. Como ya se dijo en el artículo de los carros ingleses, acababa de nacer la leyenda de los panzer.
SIn embargo la batalla no había sido un paseo para las PzDiv, ni mucho menos. Casi la mitad de su fuerza acorazada estaba destruída o averiada, siendo especialmente altas las pérdidas entre los carros ligeros. Las armas principales de sus carros de batalla, los PzIII y sus equivalentes checos, se habían mostrado insuficientes para lidiar con sus bien blindados oponentes. Tampoco los 75 cortos de los Pz IV de apoyo habían dado de sí demasiado a la hora de enfrentarse a los CharB o a los Matilda. Eso por supuesto contaba igualmente para el equipamiento contracarro de las PzDiv, ya que se apoyaba en el mismo cañón Pak del 37. Por contra los poderosos antiaéreos de la LW, los 88 mm, habían demostrado ser un arma increíblemente apta contra la coraza enemiga, y de hecho lo sería durante toda la guerra. La infantería divisionaria se las había visto y deseado para mantener el paso de los panzer y de cara a la coordinación en batalla había que olvidarse de todo lo que no fueran transportes blindados con orugas.
Las conclusiones en lo que al equipamiento se refiere estaban claras: había que aumentar el armamento de los carros medios y olvidarse de los pequeños carros ligeros Pz I definitivamente. El PzII todavía podía mantener alguna utilidad, pero su armamento era inadecuado más allá del reconocimiento (eso sí, su movilidad había sido muy útil). Los panzer checos habían aguantado el tirón, pero mejorar su armamento iba a ser un problema. De todas formas se decidió mantener la producción del Pz 38 dado su excelente rendimiento con respecto al precio. Había que pasar ya al cañón de 50 mm para los panzer III, eso no podía esperar más. Con una capacidad previsora sorprendente, Hitler estimó que dada la fuerte coraza de los enemigos que presumiblemente habían de enfrentar los alemanes (pensando en lo duros que habían resultado los matildas) el 50 mm L/42, sería insuficiente, y decidió que el arma debía ser el 50 mm L/60 o 50 largo. Igualmente estimó necesario mejorar el cañón del PzIV pasando a un cañón largo con mejor capacidad contracarro. Los mandos alemanes hicieron caso omiso de sus peticiones y optaron por seguir adelante con el 50 L/42 y el 75 corto en las siguientes versiones de sus carros. A muy corto plazo iba a verse que se habían equivocado.
En cualquier caso en noviembre del 40 entraría en servicio el Pz III Ausf G, equipado con el 50 mm corto (aunque las primeras unidades se entregaron con el 37 mm); en cuanto al Pz IV, se pensó en instalar el mismo cañón de 50 mm estimando que sería suficiente para darle al Pz IV una buena capacidad contracarro.
Dado que también se había visto la necesidad de mejorar la protección, se empezó a añadir a los Pz III un blindaje superpuesto al frontal de 30 mm, lo que llevó a rediseñar la suspensión a fin de que el añadido no sobrecargara al carro. El resultado fue el Pz III Ausf H que empezó a fabricarse a finales del 40. El Pz IV también recibió más blindaje, reemplazando el añadido de emergencia de la versión E por un blindaje de una pieza de 50 mm en el frontal, lo que dio paso a la producción del Pz IV Ausf F e comienzos del 41. EN la medida de lo posible los modelos ya en servicio se mejoraron para igualar las prestaciones de las nuevas series.
En cuanto al complemento de infantería, se decidió incrementar todo lo posible la producción de semiorugas, pero en la práctica nunca se cubrieron las necesidades previstas, lo que iba a ser un grave hándicap en as futuras campañas.
Hay que añadir que el stug III había demostrado valer su peso en oro y el desempeño de las escasas unidades disponibles en la campaña había entusiasmado a los responsables de la infantería. Se ordenó continuar con la producción a fin de completar cuanto antes las plantillas de la sturmartillerie.
Eso por lo que se refiere a los medios de combate pero ¿Qué conclusiones se sacaron del desempeño táctico de las PzDiv?
Ante todo los mandos concluyeron que las PzDiv eran el sueño de cualquier ejército. Su habilidad les había permitido lidiar con un enemigo numéricamente superior que apenas había sido capaz de oponer una mínima resistencia organizada. La velocidad y la audacia habían demostrado ser claves en el combate y el mando directo sobre las unidades en el frente había sido un factor clave que había permitido aprovechar todas las oportunidades posibles. La coordinación con la LW había sido impecable y las comunicaciones habían dado de sí todo lo esperado.
No se habían planteado problemas logísticos irresolubles y había sido posible mantener abastecidas a las PzDiv durante su avance sin graves esperas y había sido posible reparar muchas de las averías sobre la marcha. Las tripulaciones de los carros habían respondido bien al esfuerzo físico y psíquico de los combates y avances ininterrumpidos y la moral, que había empezado siendo muy alta, había alcanzado unas cotas inigualables a medida que se desarrollaba la campaña.
La casi absoluta impunidad con que las PzDiv se habían movido a sus anchas en la retaguardia enemiga demostraba que los miedos del mando eran infundados. De hecho los miembros de las PzDiv empezaron a mirar muy por encima del hombro a sus sufridos camaradas de a pie, que apenas eran capaces de irles a la zaga para recoger los frutos de sus esfuerzos. Para Guderian y sus compañeros, las fuerzas de infantería eran un mal menor, unas tropas secundarias cuya misión debía supeditarse a la incontenible marcha de los panzer. Los anquilosados ejércitos enemigos, que usaban los carros como apoyo de los infantes, habían sido barridos sin problemas. El futuro era de los panzer.
O eso parecía en 1940
Vista desde fuera, la campaña de Francia parecía demostrar todo el acierto de los postulados de entreguerras del ejército alemán y, sobre todo, las teorías defendidas por Guderian. EL mundo había visto con asombro como los soldados alemanes atravesaban limpiamente las impenetrables fortificaciones que cubrían los campos de batalla donde sus abuelos habían malgastado cuatro años inútilmente durante la gran guerra. Además parecía claro que los carros alemanes eran armas invencibles. Como ya se dijo en el artículo de los carros ingleses, acababa de nacer la leyenda de los panzer.
SIn embargo la batalla no había sido un paseo para las PzDiv, ni mucho menos. Casi la mitad de su fuerza acorazada estaba destruída o averiada, siendo especialmente altas las pérdidas entre los carros ligeros. Las armas principales de sus carros de batalla, los PzIII y sus equivalentes checos, se habían mostrado insuficientes para lidiar con sus bien blindados oponentes. Tampoco los 75 cortos de los Pz IV de apoyo habían dado de sí demasiado a la hora de enfrentarse a los CharB o a los Matilda. Eso por supuesto contaba igualmente para el equipamiento contracarro de las PzDiv, ya que se apoyaba en el mismo cañón Pak del 37. Por contra los poderosos antiaéreos de la LW, los 88 mm, habían demostrado ser un arma increíblemente apta contra la coraza enemiga, y de hecho lo sería durante toda la guerra. La infantería divisionaria se las había visto y deseado para mantener el paso de los panzer y de cara a la coordinación en batalla había que olvidarse de todo lo que no fueran transportes blindados con orugas.
Las conclusiones en lo que al equipamiento se refiere estaban claras: había que aumentar el armamento de los carros medios y olvidarse de los pequeños carros ligeros Pz I definitivamente. El PzII todavía podía mantener alguna utilidad, pero su armamento era inadecuado más allá del reconocimiento (eso sí, su movilidad había sido muy útil). Los panzer checos habían aguantado el tirón, pero mejorar su armamento iba a ser un problema. De todas formas se decidió mantener la producción del Pz 38 dado su excelente rendimiento con respecto al precio. Había que pasar ya al cañón de 50 mm para los panzer III, eso no podía esperar más. Con una capacidad previsora sorprendente, Hitler estimó que dada la fuerte coraza de los enemigos que presumiblemente habían de enfrentar los alemanes (pensando en lo duros que habían resultado los matildas) el 50 mm L/42, sería insuficiente, y decidió que el arma debía ser el 50 mm L/60 o 50 largo. Igualmente estimó necesario mejorar el cañón del PzIV pasando a un cañón largo con mejor capacidad contracarro. Los mandos alemanes hicieron caso omiso de sus peticiones y optaron por seguir adelante con el 50 L/42 y el 75 corto en las siguientes versiones de sus carros. A muy corto plazo iba a verse que se habían equivocado.
En cualquier caso en noviembre del 40 entraría en servicio el Pz III Ausf G, equipado con el 50 mm corto (aunque las primeras unidades se entregaron con el 37 mm); en cuanto al Pz IV, se pensó en instalar el mismo cañón de 50 mm estimando que sería suficiente para darle al Pz IV una buena capacidad contracarro.
Dado que también se había visto la necesidad de mejorar la protección, se empezó a añadir a los Pz III un blindaje superpuesto al frontal de 30 mm, lo que llevó a rediseñar la suspensión a fin de que el añadido no sobrecargara al carro. El resultado fue el Pz III Ausf H que empezó a fabricarse a finales del 40. El Pz IV también recibió más blindaje, reemplazando el añadido de emergencia de la versión E por un blindaje de una pieza de 50 mm en el frontal, lo que dio paso a la producción del Pz IV Ausf F e comienzos del 41. EN la medida de lo posible los modelos ya en servicio se mejoraron para igualar las prestaciones de las nuevas series.
En cuanto al complemento de infantería, se decidió incrementar todo lo posible la producción de semiorugas, pero en la práctica nunca se cubrieron las necesidades previstas, lo que iba a ser un grave hándicap en as futuras campañas.
Hay que añadir que el stug III había demostrado valer su peso en oro y el desempeño de las escasas unidades disponibles en la campaña había entusiasmado a los responsables de la infantería. Se ordenó continuar con la producción a fin de completar cuanto antes las plantillas de la sturmartillerie.
Eso por lo que se refiere a los medios de combate pero ¿Qué conclusiones se sacaron del desempeño táctico de las PzDiv?
Ante todo los mandos concluyeron que las PzDiv eran el sueño de cualquier ejército. Su habilidad les había permitido lidiar con un enemigo numéricamente superior que apenas había sido capaz de oponer una mínima resistencia organizada. La velocidad y la audacia habían demostrado ser claves en el combate y el mando directo sobre las unidades en el frente había sido un factor clave que había permitido aprovechar todas las oportunidades posibles. La coordinación con la LW había sido impecable y las comunicaciones habían dado de sí todo lo esperado.
No se habían planteado problemas logísticos irresolubles y había sido posible mantener abastecidas a las PzDiv durante su avance sin graves esperas y había sido posible reparar muchas de las averías sobre la marcha. Las tripulaciones de los carros habían respondido bien al esfuerzo físico y psíquico de los combates y avances ininterrumpidos y la moral, que había empezado siendo muy alta, había alcanzado unas cotas inigualables a medida que se desarrollaba la campaña.
La casi absoluta impunidad con que las PzDiv se habían movido a sus anchas en la retaguardia enemiga demostraba que los miedos del mando eran infundados. De hecho los miembros de las PzDiv empezaron a mirar muy por encima del hombro a sus sufridos camaradas de a pie, que apenas eran capaces de irles a la zaga para recoger los frutos de sus esfuerzos. Para Guderian y sus compañeros, las fuerzas de infantería eran un mal menor, unas tropas secundarias cuya misión debía supeditarse a la incontenible marcha de los panzer. Los anquilosados ejércitos enemigos, que usaban los carros como apoyo de los infantes, habían sido barridos sin problemas. El futuro era de los panzer.
O eso parecía en 1940
-
- General de División
- Mensajes: 7373
- Registrado: 21 Ago 2004, 12:50
- Ubicación: Madrid
ANALIZANDO LA CAMPAÑA: ERRORES
La realidad no era tan rosa como la veían los generales de los panzer. Lo cierto es que si habían podido practicar sus ideas de guerra acorazada a lo grande, se debió sobre todo a que el enemigo había hecho todo lo necesario para garantizar su derrota. Por muy superiores que fueran las ideas tácticas de los alemanes, los aliados habían cometido un increíble cúmulo de errores que habían facilitado mucho la campaña.
El primero había sido el de ignorar las lecciones de la campaña polaca. Los aliados se habían preparado para repetir la campaña de 1914 y llegaron al campo de batalla con 35 años de retraso. La ciega confianza de los franceses en la Línea Maginot había convertido al mayor ejército de Europa en una máquina anquilosada, incapaz de reaccionar con rapidez. Esa confianza había llevado a soslayar la necesidad de una reserva estratégica y la falta de esa reserva era lo que había posibilitado la impunidad del ataque alemán.
Dispersar los medios blindados disponibles olvidando el principio clásico de la concentración de la fuerza había sido otro error de bulto. Al formar sus primeras unidades acorazadas además los franceses las habían infradotado en comparación con las disposiciones alemanas. La dispersión del resto de sus batallones acorazados por el frente había impedido concentrar la fuerza contra las penetraciones alemanas que habían ido eliminando sin demasiados problemas a las pequeñas agrupaciones de carros que les salían al encuentro.
El repentino cambio de Gamelin por el general Weygand en mitad de la ofensiva alemana había paralizado la toma de decisiones en el EM francés justo cuando era más imperativo actuar sin pérdidas de tiempo, un factor que había contribuido a aumentar el caos en la retaguardia francesa, incrementado por el cambio repentino deplanes con la consiguiente lluvia de contraórdenes.
La superioridad aérea había sido decisiva, pero en los días que duró la lucha en torno a Dunkerke la RAF había logrado frenar a la supuestamente todopoderosa Luftwaffe. Los mandos alemanes no parecían ser conscientes de que la misma lluvia de bombas que había paralizado a los aliados y abierto camino a sus panzers siempre que fue necesario podía un día volverse contra ellos, y de hecho tenían a la vista los primeros presagios. Un efecto pernicioso de la estrecha colaboración entre los panzer y los stukas de Goering era que los mandos alemanes se habían acostumbrado a llamar a la LW a cada momento, sin prepararse para la eventualidad de que pudieran tener que luchar solos algún día, y esa eventualidad no iba a tardar mucho en convertirse en una dura realidad.
La aparente facilidad logística había sido sólo aparente. Los canales de abastecimiento se habían estirado hasta casi romperse durante el veloz avance hacia el Canal y sólo la gran cercanía del frente con Alemania había permitido alimentar el ritmo del avance. Los panzer averiados habían podido ser enviados a casa para ser reparados, loq ue había aligerado mucho los problemas en las unidades sobre el terreno, pero era una solución engañosa ya que sólo la brevedad de las distancias había permitido esos métodos: cuando el frente no estuviera a 400 km de las fronteras germanas, sino a 2000 o a 3000, la logística y el mantenimiento iban a ser el talón de Aquiles de los panzer.
Además la alta operatividad de los carros se había visto facilitada por la excelente red de caminos y carreteras franceses, pero más allá de Francia no siempre iba a haber una buena carretera para moverse y el desgaste de las máquinas sobre malos caminos o en todo terreno iba a ser mucho mayor del que calcularon los oficiales de mantenimiento tras estudiar la campaña de Francia. Las distancias implicadas además habían sido razonables pero ¿qué pasaría cuando los avances se midieran por centenares de kilómetros a la semana?
Lo peor de todo, los mandos alemanes, y no sólo los de los panzer, sino el conjunto de los mandos del Heer y por supuesto Hitler, estaban en manos del mismo síndrome que se apoderaría de sus aliados japoneses dos años más tarde: estaban borrachos de victoria. Habían aplastado al mejor ejército del mundo y forzado a su poderoso aliado inglés a huir con una mano delante y otra detrás. Estaba claro que eran invencibles y que su manera de hacer la guerra era la receta definitiva para la victoria. No comprendieron que la caída de Francia se había logrado sin problemas ya que el ejército francés carecía de las resevas necesarias para sobreponerse a las pérdidas de los primeros momentos, y pensaban que bastaría con lanzarse con rapidez sobre sus futuros enemigos para que cayeran con la misma rapidez, sin entender que eso sólo tenia sentido contra enemigos de un tamaño asequible. Su maestría táctica no garantizaba la victoria estratégica, aunque la caída de Francia parecía demostrarlo.
En definitiva, los mandos alemanes no apreciaron que la victoria de 1940 no se había debido en exclusiva a su habilidad táctica, sino que sus enemigos habían jugado el juego de acuerdo a las normas que más convenían a la Wermatch, y era absurdo pensar que en futuros combates fueran a repetirse invariablemente esas condiciones favorables.
Sin embargo las siguientes campañas en que se vieron envueltas las fuerzas acorazadas alemanas hasta el verano de 1941 iban a reforzar su confianza y les impedirían ver sus errores hasta que ya fuera demasiado tarde.
Pero aún faltaba más de un año para ese momento. En junio de 1940, las PzDiv estaban en la cumbre de su gloria. Literalmente se sentían en la cima del mundo.
La realidad no era tan rosa como la veían los generales de los panzer. Lo cierto es que si habían podido practicar sus ideas de guerra acorazada a lo grande, se debió sobre todo a que el enemigo había hecho todo lo necesario para garantizar su derrota. Por muy superiores que fueran las ideas tácticas de los alemanes, los aliados habían cometido un increíble cúmulo de errores que habían facilitado mucho la campaña.
El primero había sido el de ignorar las lecciones de la campaña polaca. Los aliados se habían preparado para repetir la campaña de 1914 y llegaron al campo de batalla con 35 años de retraso. La ciega confianza de los franceses en la Línea Maginot había convertido al mayor ejército de Europa en una máquina anquilosada, incapaz de reaccionar con rapidez. Esa confianza había llevado a soslayar la necesidad de una reserva estratégica y la falta de esa reserva era lo que había posibilitado la impunidad del ataque alemán.
Dispersar los medios blindados disponibles olvidando el principio clásico de la concentración de la fuerza había sido otro error de bulto. Al formar sus primeras unidades acorazadas además los franceses las habían infradotado en comparación con las disposiciones alemanas. La dispersión del resto de sus batallones acorazados por el frente había impedido concentrar la fuerza contra las penetraciones alemanas que habían ido eliminando sin demasiados problemas a las pequeñas agrupaciones de carros que les salían al encuentro.
El repentino cambio de Gamelin por el general Weygand en mitad de la ofensiva alemana había paralizado la toma de decisiones en el EM francés justo cuando era más imperativo actuar sin pérdidas de tiempo, un factor que había contribuido a aumentar el caos en la retaguardia francesa, incrementado por el cambio repentino deplanes con la consiguiente lluvia de contraórdenes.
La superioridad aérea había sido decisiva, pero en los días que duró la lucha en torno a Dunkerke la RAF había logrado frenar a la supuestamente todopoderosa Luftwaffe. Los mandos alemanes no parecían ser conscientes de que la misma lluvia de bombas que había paralizado a los aliados y abierto camino a sus panzers siempre que fue necesario podía un día volverse contra ellos, y de hecho tenían a la vista los primeros presagios. Un efecto pernicioso de la estrecha colaboración entre los panzer y los stukas de Goering era que los mandos alemanes se habían acostumbrado a llamar a la LW a cada momento, sin prepararse para la eventualidad de que pudieran tener que luchar solos algún día, y esa eventualidad no iba a tardar mucho en convertirse en una dura realidad.
La aparente facilidad logística había sido sólo aparente. Los canales de abastecimiento se habían estirado hasta casi romperse durante el veloz avance hacia el Canal y sólo la gran cercanía del frente con Alemania había permitido alimentar el ritmo del avance. Los panzer averiados habían podido ser enviados a casa para ser reparados, loq ue había aligerado mucho los problemas en las unidades sobre el terreno, pero era una solución engañosa ya que sólo la brevedad de las distancias había permitido esos métodos: cuando el frente no estuviera a 400 km de las fronteras germanas, sino a 2000 o a 3000, la logística y el mantenimiento iban a ser el talón de Aquiles de los panzer.
Además la alta operatividad de los carros se había visto facilitada por la excelente red de caminos y carreteras franceses, pero más allá de Francia no siempre iba a haber una buena carretera para moverse y el desgaste de las máquinas sobre malos caminos o en todo terreno iba a ser mucho mayor del que calcularon los oficiales de mantenimiento tras estudiar la campaña de Francia. Las distancias implicadas además habían sido razonables pero ¿qué pasaría cuando los avances se midieran por centenares de kilómetros a la semana?
Lo peor de todo, los mandos alemanes, y no sólo los de los panzer, sino el conjunto de los mandos del Heer y por supuesto Hitler, estaban en manos del mismo síndrome que se apoderaría de sus aliados japoneses dos años más tarde: estaban borrachos de victoria. Habían aplastado al mejor ejército del mundo y forzado a su poderoso aliado inglés a huir con una mano delante y otra detrás. Estaba claro que eran invencibles y que su manera de hacer la guerra era la receta definitiva para la victoria. No comprendieron que la caída de Francia se había logrado sin problemas ya que el ejército francés carecía de las resevas necesarias para sobreponerse a las pérdidas de los primeros momentos, y pensaban que bastaría con lanzarse con rapidez sobre sus futuros enemigos para que cayeran con la misma rapidez, sin entender que eso sólo tenia sentido contra enemigos de un tamaño asequible. Su maestría táctica no garantizaba la victoria estratégica, aunque la caída de Francia parecía demostrarlo.
En definitiva, los mandos alemanes no apreciaron que la victoria de 1940 no se había debido en exclusiva a su habilidad táctica, sino que sus enemigos habían jugado el juego de acuerdo a las normas que más convenían a la Wermatch, y era absurdo pensar que en futuros combates fueran a repetirse invariablemente esas condiciones favorables.
Sin embargo las siguientes campañas en que se vieron envueltas las fuerzas acorazadas alemanas hasta el verano de 1941 iban a reforzar su confianza y les impedirían ver sus errores hasta que ya fuera demasiado tarde.
Pero aún faltaba más de un año para ese momento. En junio de 1940, las PzDiv estaban en la cumbre de su gloria. Literalmente se sentían en la cima del mundo.
-
- General de División
- Mensajes: 7373
- Registrado: 21 Ago 2004, 12:50
- Ubicación: Madrid
ENTREACTO
El final de la campaña de Francia tuvo una curiosa consecuencia: nadie había previsto un resultado así, y Hitler menos que nadie. Los mandos más conservadores habían pensado que la campaña sería larga, los más audaces que sería breve y decisiva, pero nadie esperaba que Francia sufriera un descalabro semejante y, pese a todo, Inglaterra decidiera seguir luchando.
Hitler siempre había supuesto que, caída Francia, Inglaterra negociaría la paz. Nunca hizo planes para le caso de que esa presunción se revelara falsa, y no sabía qué debía hacer a continuación. Por primera vez su limitada concepción del mundo y de la política le estaba fallando y era incapaz de comprender porqué su "generosa" oferta a los ingleses cayó en saco roto, atribuyéndolo a la ya inevitable conspiración mundial judía encarnada en el obtuso y alcohólico Churchill. En sus conversaciones privadas esas ideas salen una y otra vez a la luz, con comentarios sobre cómo el rey Eduardo habría sido mucho más comprensivo, y con esperanzas indefinidas de que de repente los ingleses se despertarían una mañana y echarían a Churchill del parlamento. Era incapaz de entender lo que los ingleses ya habían asumido, que no había vuelta atrás y que nadie en Inglaterra iba a aceptar negociar nada con él.
SIn embargo pronto empezó a cursar ordenes de cara a resolver la situación, lo que inició los preparativos de cara a SeeLöwe, el paso del Canal.
Hay que decir que para los mandos de los tres ejércitos alemanes SeeLöwe nunca llegó a ser una previsión real. Durante el otoño de 1940 fueron pasándose la pelota entre el Heer, la KM y la LW, cada uno aduciendo responsabilidades de los otros para justificar sus objeciones, y dando pequeños pasos de cara a preparar la operación pero sin sentirse muy comprometidos. Al final se optó por una solución de compromiso: la LW haría todo lo posible para derrotar a la RAF y, si eso no bastaba para forzar un armisticio, se llevaría a cabo la invasión.
Si las PzDiv aparentaban ser invencibles en el campo de batalla, el Canal iba a ser la mejor barrera antitanque jamás vista. Por mucho que los estrategas de café de toda Europa se entusiasmaran con la idea de cientos de miles de paracaidistas alemanes saltando sobre Alemania (recuerdo un entusiasta y fantasioso artículo al respecto publicado por esas fechas en la revista española "Ejército") el Heer sabía que la única manera de conseguir aplicar su superioridad táctica en suelo inglés era desembarcando con sus panzer en las playas de la isla. Eso llevó a un interesante desarrollo técnico, los TauchPanzer o panzer nadadores.
El proyecto se centró en modificar el chasis del pánzer III a fin de impermeabilizar las áreas sensibles al agua del vehículo y hacer estanca la cámara de combate y el motor. El término "nadador" es incorrecto, ya que de lo que se trataba era de lanzar los carros desde las barca<zas a una mínima distancia de la costa para que alcanzaran el fondo (ergo, para que se hundieran como piedras) para una vez abajo los conductores llevaran los vehículos hasta las playas, emergiendo en las mismas narices de los ingleses.
Los problemas técnicos no fueron pocos. Impermeabilizar y estanqueizar los carros no era difícil, pero lo que sí era muy difícil era lograr que un carro estanco se sumergiera sin problemas, percisamente porque esa estanqueidad los convertía en excelentes flotadores. EL uso de lastres permitió resolver el problema a la vez que su disposición garantizaba que los vehículos no se dieran la vuelta sobre sí mismos al hundirse en caso de que hubiera corrientes fuertes. Otro problema fue instalar equipos de radio adecuados ya que los conductores iban a ser guiados por radio desde los barcos. El resultado de estos trabajos fue una versión del PzIII capaz de moverse con suficiente seguridad a una profundidad máxima de 15 m durante un plazo de unos 20 minutos.
Afortunadamente para los carristas alemanes nunca se llevaron a cabo operaciones anfibias de ese tipo porque el problema de la conducción sumergida era irresoluble con los medios previstos, ya que cualquier mínimo obstáculo hubiera bloqueado sin problemas a los carros en el fondo, no dejándoles más opción que soltar el lastre y subir flotando como corchos sin medios de navegación en superficie, y cualquier corriente medianamente fuerte hubiera desviado a los conductores lo bastante como para errar el lugar de salida en un margen muy amplio. Confiar en que los fondos costeros se pudieran usar como carreteras señalizadas era una temeridad por no decir un suicidio, y los aliados ni siquiera se plantearon un desarrolló así de cara al asalto de 1944, optando por la solución de incorporar a sus carros medios de flotación y navegación suficientes como para que alcanzaran la playa por sus propios medios, en superficie.
Sin embargo los Tauchpanzer sí tuvieron utilidad más adelante ya que la capacidad de inmersión se aprovechó para el vadeo profundo en los anchos ríos de la URSS un año después, donde la distancia era lo bastante reducida como para que el desvío no fuera un problema excesivo.
Como ya se ha mencionado, se planeó equiparar el armamento de los PzIII y IV con el cañón L42 de 50 mm a fin de simplificar la logística y poder usar ambos modelos en similares cometidos tácticos. A la postre eso se mostró como un error ya que hubiera supuesto reducir mucho la potencia de fuego de los PzIV sin obtener a cambio un ahorro apreciable. De hecho al saber que se había ignorado olímpicamente su orden de equipar a los Pz III con el nuevo cañón L60 y a los PzIV con el 75 largo Hitler montó en cólera, pero sus generales adujeron problemas logísticos y técnicos (que poco después se evidenciaron como simples excusas) y se mantuvo el armamento inferior. Pese a su imagen de modernidad y audacia, los administradores del Heer seguían trabajando con alma conservadora y no se sentían muy entusiasmados con la idea de nuevos cambios.
Otra posibilidad que se planteo fue la de mejorar la suspensión del PzIII con un cambio radical, adaptándole el sistema de ruedas entrelazadas que se había previsto para el PzIV y que era usado por los semiorugas del Heer, la llamada suspensión FAMO, pero por lo que sé no se pasó de preparar algunos prototipos que estuvieron listos a mediados del 41 y nunca se produjo en serie. Si alguien tiene más datos al respecto, serán bienvenidos.
La indecisión estratégica de finales de 1940 tuvo por otra parte un efecto muy perjudicial para las PzDiv, ya que la relajación que se produjo tras lo que parecía una victoria definitiva de Alemania se unió a la priorización de la KM en el abastecimiento de cara a la teórica invasión (se volvió a trabajar en el plan Z, que había sido cancelado con urgencia al comienzo de la guerra) y de la LW a fin de mantener la presión sobre la RAF, ya que el asalto aéreo sobre el sur de la isla estaba siendo mucho más costoso de lo previsto. El resultado es que se ralentizó la producción de carros de combate y el reemplazo de las pérdidas fue lento, no digamos ya la prevista retirada de los carros ligeros para ser sustituidos por Pz III.
En el invierno del 40 se volvieron a cambiar las prioridades y se aceleró el reequipamiento del ejército, pero en cualquier caso se hizo muy por debajo de las posibilidades reales de la industria alemana. el gobierno nazi no quería sobrecargar la economía civil, temeroso de que una bajada del nivel de vida hundiera su base de poder, así que mientras en Inglaterra hasta el último brazo útil era puesto a trabajar en el esfuerzo bélico, en Alemania se seguía trabajando como si la guerra no hubiera tenido lugar.
Hitler ordenó que se duplicara el número de PzDiv de cara a la invasión de la URSS; pero no había suficientes carros disponibles ni siquiera manteniendo en servicio todos los carros ligeros disponibles, así que en vez de forzar un incremento adecuado de la producción en esos meses (lo que, repito, estaba perfectamente dentro de las posibilidades industriales alemanas del momento), se optó por reducir la fuerza acorazada individual de las divisiones. Las nuevas divisiones panzer estarían compuestas por las mismas unidades de infantería, apoyo, ingenieros… pero la fuerza de la PzBr se redujo a un sólo regimiento que, idealmente, habría estado compuesto por tres batallones (es decir, hubiera mantenido las tres cuartas partes del potencial acorazado original) pero en la práctica eso sólo pudo hacerse en seis de las divisiones, y el resto se redujo hasta un regimiento de dos batallones, es decir, la mitad de su fuerza original. El cuidado equilibrio de fuerzas de las PzDiv se había roto.
En el momento de iniciar Barbarrossa, la fuerza acorazada alemana constaba de 17 PzDiv (más dos en reserva y una desplegada en el inesperado frente africano) con una plantilla total de 410 Pz I, 746 Pz II, 149 Pz 35, 623 Pz 38, 1440 Pz III y 517 Pz IV. Como puede verse pese al notable incremento de carros Pz III y IV la parte del león de las PzDiv seguían siendo los carros ligeros, incluyendo los más que obsoletos Pz I.
Sin embargo y antes de poder lanzarse sobre el Ejército Rojo, a Alemania le habían surgido nuevos frentes de batalla: los Balcanes y África.
En los Balcanes la acción de las PzDiv fue breve, contundente y eficaz; llegaron, vieron y vencieron. El mito dice que las semanas perdidas en esas operaciones fueron la clave de la derrota alemana en la URSS, pero la realidad es que Barbarrossa empezó en el mismo momento en que las condiciones climáticas lo permitieron y la lluviosa primavera de 1941 hubiera imposibilitado un ataque en abril. Más real fue el desgaste y canasancio de las fuerzas implicadas, más la complicación logística de un despliegue inesperado y un nuevo redespliegue de cara a la campaña prevista, pero nada de eso fue un problema insoluble. En el momento del ataque sobre la URSS, el Heer se sentía en mejor forma que nunca.
El otro mito dice que la distracción de fuerzas hacia el teatro africano debilitó irremdiablemente al Heer y eso impidió la victoria sobre el ER. Dada la entidad del cuerpo expedicionario alemán en África, semejante afirmación se convierte en una soberana majadería.
No hablaremos más de los Balcanes, pero en África los pánzer alemanes vivieron algunos de sus momentos más brillantes, de la mano de un general que enseguida iba a entrar en la leyenda, así que trataremos este escenario con más detalle antes de volver a Europa Oriental.
Pero eso ya será la semana que viene.
Primera pruebas del TauchPanzer
Y el modelo operativo saliendo de un río
Uno de los prototipos del PzIII con suspensión FAMO
El final de la campaña de Francia tuvo una curiosa consecuencia: nadie había previsto un resultado así, y Hitler menos que nadie. Los mandos más conservadores habían pensado que la campaña sería larga, los más audaces que sería breve y decisiva, pero nadie esperaba que Francia sufriera un descalabro semejante y, pese a todo, Inglaterra decidiera seguir luchando.
Hitler siempre había supuesto que, caída Francia, Inglaterra negociaría la paz. Nunca hizo planes para le caso de que esa presunción se revelara falsa, y no sabía qué debía hacer a continuación. Por primera vez su limitada concepción del mundo y de la política le estaba fallando y era incapaz de comprender porqué su "generosa" oferta a los ingleses cayó en saco roto, atribuyéndolo a la ya inevitable conspiración mundial judía encarnada en el obtuso y alcohólico Churchill. En sus conversaciones privadas esas ideas salen una y otra vez a la luz, con comentarios sobre cómo el rey Eduardo habría sido mucho más comprensivo, y con esperanzas indefinidas de que de repente los ingleses se despertarían una mañana y echarían a Churchill del parlamento. Era incapaz de entender lo que los ingleses ya habían asumido, que no había vuelta atrás y que nadie en Inglaterra iba a aceptar negociar nada con él.
SIn embargo pronto empezó a cursar ordenes de cara a resolver la situación, lo que inició los preparativos de cara a SeeLöwe, el paso del Canal.
Hay que decir que para los mandos de los tres ejércitos alemanes SeeLöwe nunca llegó a ser una previsión real. Durante el otoño de 1940 fueron pasándose la pelota entre el Heer, la KM y la LW, cada uno aduciendo responsabilidades de los otros para justificar sus objeciones, y dando pequeños pasos de cara a preparar la operación pero sin sentirse muy comprometidos. Al final se optó por una solución de compromiso: la LW haría todo lo posible para derrotar a la RAF y, si eso no bastaba para forzar un armisticio, se llevaría a cabo la invasión.
Si las PzDiv aparentaban ser invencibles en el campo de batalla, el Canal iba a ser la mejor barrera antitanque jamás vista. Por mucho que los estrategas de café de toda Europa se entusiasmaran con la idea de cientos de miles de paracaidistas alemanes saltando sobre Alemania (recuerdo un entusiasta y fantasioso artículo al respecto publicado por esas fechas en la revista española "Ejército") el Heer sabía que la única manera de conseguir aplicar su superioridad táctica en suelo inglés era desembarcando con sus panzer en las playas de la isla. Eso llevó a un interesante desarrollo técnico, los TauchPanzer o panzer nadadores.
El proyecto se centró en modificar el chasis del pánzer III a fin de impermeabilizar las áreas sensibles al agua del vehículo y hacer estanca la cámara de combate y el motor. El término "nadador" es incorrecto, ya que de lo que se trataba era de lanzar los carros desde las barca<zas a una mínima distancia de la costa para que alcanzaran el fondo (ergo, para que se hundieran como piedras) para una vez abajo los conductores llevaran los vehículos hasta las playas, emergiendo en las mismas narices de los ingleses.
Los problemas técnicos no fueron pocos. Impermeabilizar y estanqueizar los carros no era difícil, pero lo que sí era muy difícil era lograr que un carro estanco se sumergiera sin problemas, percisamente porque esa estanqueidad los convertía en excelentes flotadores. EL uso de lastres permitió resolver el problema a la vez que su disposición garantizaba que los vehículos no se dieran la vuelta sobre sí mismos al hundirse en caso de que hubiera corrientes fuertes. Otro problema fue instalar equipos de radio adecuados ya que los conductores iban a ser guiados por radio desde los barcos. El resultado de estos trabajos fue una versión del PzIII capaz de moverse con suficiente seguridad a una profundidad máxima de 15 m durante un plazo de unos 20 minutos.
Afortunadamente para los carristas alemanes nunca se llevaron a cabo operaciones anfibias de ese tipo porque el problema de la conducción sumergida era irresoluble con los medios previstos, ya que cualquier mínimo obstáculo hubiera bloqueado sin problemas a los carros en el fondo, no dejándoles más opción que soltar el lastre y subir flotando como corchos sin medios de navegación en superficie, y cualquier corriente medianamente fuerte hubiera desviado a los conductores lo bastante como para errar el lugar de salida en un margen muy amplio. Confiar en que los fondos costeros se pudieran usar como carreteras señalizadas era una temeridad por no decir un suicidio, y los aliados ni siquiera se plantearon un desarrolló así de cara al asalto de 1944, optando por la solución de incorporar a sus carros medios de flotación y navegación suficientes como para que alcanzaran la playa por sus propios medios, en superficie.
Sin embargo los Tauchpanzer sí tuvieron utilidad más adelante ya que la capacidad de inmersión se aprovechó para el vadeo profundo en los anchos ríos de la URSS un año después, donde la distancia era lo bastante reducida como para que el desvío no fuera un problema excesivo.
Como ya se ha mencionado, se planeó equiparar el armamento de los PzIII y IV con el cañón L42 de 50 mm a fin de simplificar la logística y poder usar ambos modelos en similares cometidos tácticos. A la postre eso se mostró como un error ya que hubiera supuesto reducir mucho la potencia de fuego de los PzIV sin obtener a cambio un ahorro apreciable. De hecho al saber que se había ignorado olímpicamente su orden de equipar a los Pz III con el nuevo cañón L60 y a los PzIV con el 75 largo Hitler montó en cólera, pero sus generales adujeron problemas logísticos y técnicos (que poco después se evidenciaron como simples excusas) y se mantuvo el armamento inferior. Pese a su imagen de modernidad y audacia, los administradores del Heer seguían trabajando con alma conservadora y no se sentían muy entusiasmados con la idea de nuevos cambios.
Otra posibilidad que se planteo fue la de mejorar la suspensión del PzIII con un cambio radical, adaptándole el sistema de ruedas entrelazadas que se había previsto para el PzIV y que era usado por los semiorugas del Heer, la llamada suspensión FAMO, pero por lo que sé no se pasó de preparar algunos prototipos que estuvieron listos a mediados del 41 y nunca se produjo en serie. Si alguien tiene más datos al respecto, serán bienvenidos.
La indecisión estratégica de finales de 1940 tuvo por otra parte un efecto muy perjudicial para las PzDiv, ya que la relajación que se produjo tras lo que parecía una victoria definitiva de Alemania se unió a la priorización de la KM en el abastecimiento de cara a la teórica invasión (se volvió a trabajar en el plan Z, que había sido cancelado con urgencia al comienzo de la guerra) y de la LW a fin de mantener la presión sobre la RAF, ya que el asalto aéreo sobre el sur de la isla estaba siendo mucho más costoso de lo previsto. El resultado es que se ralentizó la producción de carros de combate y el reemplazo de las pérdidas fue lento, no digamos ya la prevista retirada de los carros ligeros para ser sustituidos por Pz III.
En el invierno del 40 se volvieron a cambiar las prioridades y se aceleró el reequipamiento del ejército, pero en cualquier caso se hizo muy por debajo de las posibilidades reales de la industria alemana. el gobierno nazi no quería sobrecargar la economía civil, temeroso de que una bajada del nivel de vida hundiera su base de poder, así que mientras en Inglaterra hasta el último brazo útil era puesto a trabajar en el esfuerzo bélico, en Alemania se seguía trabajando como si la guerra no hubiera tenido lugar.
Hitler ordenó que se duplicara el número de PzDiv de cara a la invasión de la URSS; pero no había suficientes carros disponibles ni siquiera manteniendo en servicio todos los carros ligeros disponibles, así que en vez de forzar un incremento adecuado de la producción en esos meses (lo que, repito, estaba perfectamente dentro de las posibilidades industriales alemanas del momento), se optó por reducir la fuerza acorazada individual de las divisiones. Las nuevas divisiones panzer estarían compuestas por las mismas unidades de infantería, apoyo, ingenieros… pero la fuerza de la PzBr se redujo a un sólo regimiento que, idealmente, habría estado compuesto por tres batallones (es decir, hubiera mantenido las tres cuartas partes del potencial acorazado original) pero en la práctica eso sólo pudo hacerse en seis de las divisiones, y el resto se redujo hasta un regimiento de dos batallones, es decir, la mitad de su fuerza original. El cuidado equilibrio de fuerzas de las PzDiv se había roto.
En el momento de iniciar Barbarrossa, la fuerza acorazada alemana constaba de 17 PzDiv (más dos en reserva y una desplegada en el inesperado frente africano) con una plantilla total de 410 Pz I, 746 Pz II, 149 Pz 35, 623 Pz 38, 1440 Pz III y 517 Pz IV. Como puede verse pese al notable incremento de carros Pz III y IV la parte del león de las PzDiv seguían siendo los carros ligeros, incluyendo los más que obsoletos Pz I.
Sin embargo y antes de poder lanzarse sobre el Ejército Rojo, a Alemania le habían surgido nuevos frentes de batalla: los Balcanes y África.
En los Balcanes la acción de las PzDiv fue breve, contundente y eficaz; llegaron, vieron y vencieron. El mito dice que las semanas perdidas en esas operaciones fueron la clave de la derrota alemana en la URSS, pero la realidad es que Barbarrossa empezó en el mismo momento en que las condiciones climáticas lo permitieron y la lluviosa primavera de 1941 hubiera imposibilitado un ataque en abril. Más real fue el desgaste y canasancio de las fuerzas implicadas, más la complicación logística de un despliegue inesperado y un nuevo redespliegue de cara a la campaña prevista, pero nada de eso fue un problema insoluble. En el momento del ataque sobre la URSS, el Heer se sentía en mejor forma que nunca.
El otro mito dice que la distracción de fuerzas hacia el teatro africano debilitó irremdiablemente al Heer y eso impidió la victoria sobre el ER. Dada la entidad del cuerpo expedicionario alemán en África, semejante afirmación se convierte en una soberana majadería.
No hablaremos más de los Balcanes, pero en África los pánzer alemanes vivieron algunos de sus momentos más brillantes, de la mano de un general que enseguida iba a entrar en la leyenda, así que trataremos este escenario con más detalle antes de volver a Europa Oriental.
Pero eso ya será la semana que viene.
Primera pruebas del TauchPanzer
Y el modelo operativo saliendo de un río
Uno de los prototipos del PzIII con suspensión FAMO
- Von Kleist
- General de Cuerpo de Ejército
- Mensajes: 8241
- Registrado: 18 Dic 2003, 20:01
Buenas
Tengo que discrepar, para mi la detención de Dunkerke fue uno de los mayores estratégicos de la guerra. La divisiones panzer a un 50% de sus plantillas, estaban en buenas condiciones para rematar la campaña, (además que aproximadamente otro 20% de panzers podía repararse) y dejar escapar al nucleo de la BEF fue un error de bulto. Que fue una decisión dictada por la prudencia (sobre todo por parte de Rundsted, apoyado en los miedos de Hitler) nadie lo duda, pero en síntesis, la detención de esos dos fue una negación del fin mismo de la táctica alemana, negándole al éxito del "Golpe de hoz" el fin último de la destruccion del grueso de las fuerzas enemigas.
Saludos
Por supuesto que dadas las ventajas de velocidad, apoyo aéreo táctico, moral alta, fuerza concentrada… la victoria hubiera acabado por decantarse por el lado alemán pero ¿A qué precio? Las PzDiv podían sufrir pérdidas excesivas (y dada la ligereza de su equipamiento es más que probable que fuera así) y todavía quedaba guerra por delante, ya que Francia estaba reorganizando sus fuerzas para defenderse al sur del avance alemán. Dadas las circunstancias, el frenazo de Dunkerke no parece una decisión irracional.
Tengo que discrepar, para mi la detención de Dunkerke fue uno de los mayores estratégicos de la guerra. La divisiones panzer a un 50% de sus plantillas, estaban en buenas condiciones para rematar la campaña, (además que aproximadamente otro 20% de panzers podía repararse) y dejar escapar al nucleo de la BEF fue un error de bulto. Que fue una decisión dictada por la prudencia (sobre todo por parte de Rundsted, apoyado en los miedos de Hitler) nadie lo duda, pero en síntesis, la detención de esos dos fue una negación del fin mismo de la táctica alemana, negándole al éxito del "Golpe de hoz" el fin último de la destruccion del grueso de las fuerzas enemigas.
Saludos
-
- General de Brigada
- Mensajes: 4385
- Registrado: 23 Ago 2003, 18:19
- Ubicación: Oxfordshire, RU
No estoy tan seguro de que fuese un error. A los alemanes ya les había tocado "el gordo", que era la caida de Francia en unas semanas. Y esas tropas evacuadas, que no fueron decisivas en otros escenarios, dejaron atrás todo el material.
Un ataque hubiese significado pérdidas de tiempo y material. Y la prioridad era terminar con Francia.
Saludos.
Un ataque hubiese significado pérdidas de tiempo y material. Y la prioridad era terminar con Francia.
Saludos.
-
- Cabo
- Mensajes: 100
- Registrado: 30 Sep 2006, 21:41
Cuando estas a punto de conseguir una victoria total,quizas de acabar con la guerra de un plumazo,al menos con la posibilidad de destruir practicamente a los ejercitos de tierra aliados,no se puede parar.¿que las bajas de las divisiones panzer hubieran sido apreciables?,de acuerdo.En mi humilde opinion,si alguien-Hitler,Runstedt-hubieran dicho eso,habria que haberles contestado como el general Maximo en la pelicula Gladiator:"Esta asumido".Un saludo.
- Von Kleist
- General de Cuerpo de Ejército
- Mensajes: 8241
- Registrado: 18 Dic 2003, 20:01
La cuestión es el precio de la victoria. ¿Hubiera sido aceptable?
Totalmente. Gran Bretaña, sin esos 300.000 soldados, ¿como hubiera llenado a corto plazo los huecos en su ejército?. Alemania, recordemos, no levantó cabeza en el Frente Ruso después de perder los 250.000 de Paulus en Stalingrado. La aniquilación de la BEF podría haber forzado la situación mucho más a favor de Alemania. El que GB arriesgara a su armada en el Canal muestra lo importante que fue la evacuación.
Un ataque hubiese significado pérdidas de tiempo y material. Y la prioridad era terminar con Francia.
Lo que le quedaba al ejército de Francia despues de la batalla del Noroeste era ya insuficiente para prolongar la resistencia mucho más. Los alemanes habían aniquilado al 60% de las divisiones francesas sin sufrir apenas bajas. Y dominaban el aire. La prioridad de sacar a Francia de la guerra ya se había conseguido.
Saludos
- samurayito
- Comandante
- Mensajes: 1546
- Registrado: 13 Jun 2004, 18:05
Von Kleist escribió:La cuestión es el precio de la victoria. ¿Hubiera sido aceptable?
Totalmente. Gran Bretaña, sin esos 300.000 soldados, ¿como hubiera llenado a corto plazo los huecos en su ejército?. Alemania, recordemos, no levantó cabeza en el Frente Ruso después de perder los 250.000 de Paulus en Stalingrado. La aniquilación de la BEF podría haber forzado la situación mucho más a favor de Alemania. El que GB arriesgara a su armada en el Canal muestra lo importante que fue la evacuación.Un ataque hubiese significado pérdidas de tiempo y material. Y la prioridad era terminar con Francia.
Lo que le quedaba al ejército de Francia despues de la batalla del Noroeste era ya insuficiente para prolongar la resistencia mucho más. Los alemanes habían aniquilado al 60% de las divisiones francesas sin sufrir apenas bajas. Y dominaban el aire. La prioridad de sacar a Francia de la guerra ya se había conseguido.
Saludos
Totalmente de acuerdo, el mayor error que puede cometer un general (o un estado mayor) es no reconocer una victoria cuando se tiene delante de las narices, no saber aprovechar el momento de "decision", para emplear las reservas y batir al enemigo completamente.
Esos 300.000 hombres fueron la base del ejercito britanico posterior. De ahi salieron especialistas y suboficiales cuya desaparicion hubiese dejado al ejercito britanico en una situacion muy precaria.
Sin contar el aspecto moral, los britanicos sintieron que habian podido escapar imbatidos. Una derrota total en Dunkerque hubiese sido algo muy distinto, y mas dificil de aceptar por el pueblo britanico.
Saludos.
-
- General de División
- Mensajes: 6243
- Registrado: 05 Dic 2003, 10:52
Siempre había visto Dunkerke como un error de los alemanes por no "rematar" el trabajo, aunque pensándolo bien, si se meten en una batalla a la desesperada contra unos ingleses con la Royal Navy detrás (y los cañones de sus acorazados para ayudar) en un sitio donde no pueden maniobrar los blindados y con los ingleses luchando a muerte ¿no es posible que mientras pasa eso los franceses se reorganicen y contrataquen la espalda alemana? La LW ya se demostró impotente para acabar con la bolsa de Dunkerke y la KM no tenía nada que hacer con la Royal Navy.
No sé. Creo que el punto de vista de Japa tiene su parte de lógica.
No sé. Creo que el punto de vista de Japa tiene su parte de lógica.
¿Quién está conectado?
Usuarios navegando por este Foro: No hay usuarios registrados visitando el Foro y 0 invitados