Lo oculto de Pearl Harbor
- Capitan rojillo
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Lo oculto de Pearl Harbor
Se dice que el ataque a Pearl Harbor no fue planeado por los japoneses, si no que por los propios americanos, que fué obra del Consejo Superior de Estrategia Naval de los Estados Unidos.
La historia se remonta al mes de Enero de 1932. La flota norteamericana, casi 200 buques de guerra, tal vez la mayor concentración de fuerzas navales vista hasta entonces, se reunió en aguas de California para unas maniobras, cuyo objeto era poner a prueba la solidez de las defensas de Pearl Harbor. Una parte de la flota atacaría; la otra parte, apoyada por la guarnición de tierra, defendería.
Al destacar al Pacífico oriental dos buques portaviones (el Saratoga y el Léxington) que surcarían aquellas aguas lejos de los cruceros y acorazados, con una escolta compuesta sólo de cuatro cazatorpedos, la escuadra atacante cambiaba de un golpe la estrategia naval. El propio jefe de la escuadra, almirante H.E. Yarnell, había izado su insignia en uno de los portaviones, el Saratoga, en vez de acatar la costumbre y hacerlo en uno de los acorazados. Llevaba así directamente bajo su mando una unidad naval de tipo nuevo. Gran partidario de la aviación, el almirante (cosa rara en aquel entonces) había tomado parte frecuentemente en los vuelos de sus escuadrillas. Y creía llegado el momento de poner a prueba, en una plaza que le era muy conocida, la nueva estrategia de atacar desde el aire.
La defensa de Pearl Harbor, concebida ante todo para hacer frente a un ataque naval, se confió a una escuadra encargada de cerrar el paso hacia las islas, a una flotilla de submarinos fondeados en la bahía misma, a una división completa de ejército situada en tierra y a una enorme concentración de artillería móvil de costa, con su red complementaria de ferrocarriles y carreteras. También se montaron baterías antiaéreas y se contaba con cien aviones entre los de caza y bombarderos.
Según lo había calculado el almirante Yarnell, los buques expedicionarios encontraron cerrazón a veinticuatro horas de Oahú. Con un tiempo así, era menos probable que la escuadra defensora los avistase, particularmente cuando dos portaviones y cuatro cazatorpederos, por ser casi unos puntos en la inmensidad del mar, pueden pasar con facilidad inadvertidos para quienes, como los marinos de la escuadra defensora, sondeen el horizonte buscando una fuerza naval considerable. Los portaviones y su escolta fueron avanzando sin que nadie echase de verlo.
El sábado 6 de Febrero, se hallaban lo bastante cerca de Oahú para poder amanecer frente a esa isla, si navegaban toda la noche forzando las máquinas. Así lo dispuso el almirante, por imaginar que en la mañana de un día de fiesta sería tal vez más floja la vigilancia de los defensores.
No bien cayó la noche, la singular escuadra de Yarnell empezó a navegar hacia Oahú a toda máquina. Iba con las luces apagadas, y sin hacer uso del inalámbrico. Le salían al encuentro turbonadas, nubes bajas y un viento que arreciaba cada vez más. Tiempo ideal para burlar la vigilancia del adversario, pero malísimo para el despegue de los propios aviones. Los cazatorpederos embarcaban agua a cada maretazo. El Saratoga y el Léxington, a pesar de su porte, bailaban como cáscaras de nuez.
El almirante aguardó a hallarse a 60 millas de Oahú para lanzar sus aviones, media hora escasa ante del amanecer. No obstante lo violento del balanceo, 152 aparatos despegaron de sus buques, sin que, milagrosamente, hubiera percances, y se hundieron en la negrura del cielo.
Los aviones norteamericanos que efectuaron este simulacro de ataque aéreoa Pearl Harbor, se acercaron volando del nordeste, precisamente lo mismo que, nueve años después, lo harían los aviones japoneses en su desvastador ataque.
Ha de observarse que, durante casi todo el invierno, los vientos alisios soplan del nordeste contra las montañas Koolau, desde unos 900 metros de altura, donde descargan su humedad. Esta circunstancia favorece el ataque porque permite a la fuerza aérea aproximarse oculta en las altas nubes de agua, y surgir repentinamente en el claro del cielo de Pearl Harbor, sin dar tiempo a que despeguen los aviones de defensa.
Eso fué lo que ocurrió aquel domingo, 7 de Febrero de 1932, en que los aviones de bombardeo del Saratoga y del Léxington surgieron de las nubes, y vieron allá abajo su presa; la mayor base naval del mundo, que se les ofrecía desapercibida.
Cada grupo tenía señalada su misión. Los cazas pusieron fuera de combate a los aviones de tierra con el tiroteo simulado de sus ametralladoras. Ni uno solo de los aeroplanos defensores remontó vuelo. Entre tanto, otros grupos realizaron el bombardeo teórico de los objetivos militares o hundieron todos los navíos que se suponían fondeados en la rada.
Los atacantes obtuvieron el dominio de aire. Si hubiese estado allí anclada toda la escuadra de los Estados Unidos, los aviadores del almirante Yarnell hubiesen llevado bombas de verdad, habrían podido hundir o averiar todos los buques.
Los jefes de la Armada iniciaron la crítica del simulacro en el mismo lugar donde, de haberse tratado de un ataque de verdad, sólo habrían quedado ruinas. Las deliberaciones que allí se iniciaron, se continuaron en todos los círculos navales. Para muchos estrategas era claro que lo ocurrido había hecho más que modificar radicalmente todos los conceptos existentes en materia de guerra marítima.
Por supuesto, hubo quienes quitaron importancia a lo sucedido, atribuyéndolo en gran parte a la sorpresa. Es cierto que, como Yarnell había previsto, los defensores estuvieron menos alerta aquella mañana de domingo; pero, así y todo, tuvo por probable que, aún de no mediar tal circunstancia, habría sido muy difícil contrarrestar eficazmente el ataque.
Algunos altos jefes quisieron revisar de inmediato la constitución orgánica de la Armada y hasta apuntaron la revolucionaria idea de que en vez de considerar al acorazado como unidad principal y al aeroplano como elemento auxiliar, se relegasen los acorazados y otros buques de superficie de categoría de auxiliares de la aviación. Desdichadamente, no se les hizo caso.
No se les hizo caso en Washington. Porque el consejo reunido en Pearl Harbor no fué el único que estudió el desarrollo y el resultado de aquel simulacro. La armada norteamericana sabe hoy muy bien que poco después se reunía otro en Tokio. Cuando los aviones norteamericanos realizaron el simulacro de ataque, el eficacísmo espionaje japonés tenía, en todas las alturas de Oahú observadores muy bien preparados a justificar su presencia en tales lugares. Los había emboscados en la espesa franja de maleza que bordéa la bahía. Pequeños sampanes de un motor pescaban en las cercanías donde se reunían hombres de las dotaciones desembarcadas, se apostaron escuchas.
Los informes así obtenidos fueron objeto de intenso estudio en Tokio y sirvieron luego de base a una serie de maniobras secretas. En la actualidad se sabe que los peritos navales (como antes algunos almirantes norteamericanos) llegaron a la conclusión de que el arma primordial de una escuadra moderna es la aviación y que la potencia ofensiva de una flota debe tener por eje su aviación más bien que sus unidades de superficie. De este modo, aprovechando la lección de aquellas maniobras, que no quisieron aceptar los almirantes norteamericanos, el Japón reorganizó fundamentalmente su Armada.
A mayor abundamiento, los japoneses vieron con toda claridad que les habían regalado un plan brillante para inutilizar la mayor parte de la escuadra norteamericana. El día 7 de Diciembre de 1941 lo pusieron en ejecución.
El 8 de Diciembre, algunos de los oficiales que habían tripulado los aviones del Saratoga y del Lexington en 1932, al leer los detalles del ataque japonés, experimentaron la amargura de decirse: "Sí... esto, y lo otro, y lo demás allá... si... exactamente lo que hicimos hace nueve años.
El problema que hubieron de resolver los japoneses el 7 de diciembre fué en ciertos aspectos más difícil que el de maniobras. La defensa era teóricamente más fuerte. Había nuevos instrumentos de gran precisión para señalar la proximidad de los aviones. Pero la falta de vigilancia dió a los nipones la ventaja de una sorpresa total cuando surgieron como por encanto de la masa de nubes que coronaba las Montañas Koolau.
En otros aspectos, el problema fué mucho más sencillo. Los aviones norteamericanos, alineados como estaban en los aeródromos, eran blanco fácil y seguro. Los acorazados de la escuadra del Pacífico se hallaban, virtualmente todos, en la bahía.
Los japoneses utilizaron aproximadamente igual número de aviones que el almirante Yarnell. Sus pérdidas efectivas fueron poco más o menos las mismas que las teóricas del jefe norteamericano. Otro tanto puede decirse de los resultados.
La tragedia de Pearl Harbor tuvo la virtud de deshacer la antigua organización naval. Dió la conciencia de que, mientras los principales acorazados norteamericanos se hallaban el 7 de Diciembre en aquella bahía, no había allí ni un solo portaviones. Así pues, se hizo forzosa la situación de los primeros por los segundos como buques principales. La escuadra de portaviones quedó automáticamente convertida en el arma capital de la armada norteamericana. Casi inmediatamente, los Estados Unidos comenzaron a utilizarla con mayor pericia que el Japón: en el Mar del Coral, en Midway, en Guadalcanal, en Rabaul, en las Islas Marshall y en Truk.
La historia se remonta al mes de Enero de 1932. La flota norteamericana, casi 200 buques de guerra, tal vez la mayor concentración de fuerzas navales vista hasta entonces, se reunió en aguas de California para unas maniobras, cuyo objeto era poner a prueba la solidez de las defensas de Pearl Harbor. Una parte de la flota atacaría; la otra parte, apoyada por la guarnición de tierra, defendería.
Al destacar al Pacífico oriental dos buques portaviones (el Saratoga y el Léxington) que surcarían aquellas aguas lejos de los cruceros y acorazados, con una escolta compuesta sólo de cuatro cazatorpedos, la escuadra atacante cambiaba de un golpe la estrategia naval. El propio jefe de la escuadra, almirante H.E. Yarnell, había izado su insignia en uno de los portaviones, el Saratoga, en vez de acatar la costumbre y hacerlo en uno de los acorazados. Llevaba así directamente bajo su mando una unidad naval de tipo nuevo. Gran partidario de la aviación, el almirante (cosa rara en aquel entonces) había tomado parte frecuentemente en los vuelos de sus escuadrillas. Y creía llegado el momento de poner a prueba, en una plaza que le era muy conocida, la nueva estrategia de atacar desde el aire.
La defensa de Pearl Harbor, concebida ante todo para hacer frente a un ataque naval, se confió a una escuadra encargada de cerrar el paso hacia las islas, a una flotilla de submarinos fondeados en la bahía misma, a una división completa de ejército situada en tierra y a una enorme concentración de artillería móvil de costa, con su red complementaria de ferrocarriles y carreteras. También se montaron baterías antiaéreas y se contaba con cien aviones entre los de caza y bombarderos.
Según lo había calculado el almirante Yarnell, los buques expedicionarios encontraron cerrazón a veinticuatro horas de Oahú. Con un tiempo así, era menos probable que la escuadra defensora los avistase, particularmente cuando dos portaviones y cuatro cazatorpederos, por ser casi unos puntos en la inmensidad del mar, pueden pasar con facilidad inadvertidos para quienes, como los marinos de la escuadra defensora, sondeen el horizonte buscando una fuerza naval considerable. Los portaviones y su escolta fueron avanzando sin que nadie echase de verlo.
El sábado 6 de Febrero, se hallaban lo bastante cerca de Oahú para poder amanecer frente a esa isla, si navegaban toda la noche forzando las máquinas. Así lo dispuso el almirante, por imaginar que en la mañana de un día de fiesta sería tal vez más floja la vigilancia de los defensores.
No bien cayó la noche, la singular escuadra de Yarnell empezó a navegar hacia Oahú a toda máquina. Iba con las luces apagadas, y sin hacer uso del inalámbrico. Le salían al encuentro turbonadas, nubes bajas y un viento que arreciaba cada vez más. Tiempo ideal para burlar la vigilancia del adversario, pero malísimo para el despegue de los propios aviones. Los cazatorpederos embarcaban agua a cada maretazo. El Saratoga y el Léxington, a pesar de su porte, bailaban como cáscaras de nuez.
El almirante aguardó a hallarse a 60 millas de Oahú para lanzar sus aviones, media hora escasa ante del amanecer. No obstante lo violento del balanceo, 152 aparatos despegaron de sus buques, sin que, milagrosamente, hubiera percances, y se hundieron en la negrura del cielo.
Los aviones norteamericanos que efectuaron este simulacro de ataque aéreoa Pearl Harbor, se acercaron volando del nordeste, precisamente lo mismo que, nueve años después, lo harían los aviones japoneses en su desvastador ataque.
Ha de observarse que, durante casi todo el invierno, los vientos alisios soplan del nordeste contra las montañas Koolau, desde unos 900 metros de altura, donde descargan su humedad. Esta circunstancia favorece el ataque porque permite a la fuerza aérea aproximarse oculta en las altas nubes de agua, y surgir repentinamente en el claro del cielo de Pearl Harbor, sin dar tiempo a que despeguen los aviones de defensa.
Eso fué lo que ocurrió aquel domingo, 7 de Febrero de 1932, en que los aviones de bombardeo del Saratoga y del Léxington surgieron de las nubes, y vieron allá abajo su presa; la mayor base naval del mundo, que se les ofrecía desapercibida.
Cada grupo tenía señalada su misión. Los cazas pusieron fuera de combate a los aviones de tierra con el tiroteo simulado de sus ametralladoras. Ni uno solo de los aeroplanos defensores remontó vuelo. Entre tanto, otros grupos realizaron el bombardeo teórico de los objetivos militares o hundieron todos los navíos que se suponían fondeados en la rada.
Los atacantes obtuvieron el dominio de aire. Si hubiese estado allí anclada toda la escuadra de los Estados Unidos, los aviadores del almirante Yarnell hubiesen llevado bombas de verdad, habrían podido hundir o averiar todos los buques.
Los jefes de la Armada iniciaron la crítica del simulacro en el mismo lugar donde, de haberse tratado de un ataque de verdad, sólo habrían quedado ruinas. Las deliberaciones que allí se iniciaron, se continuaron en todos los círculos navales. Para muchos estrategas era claro que lo ocurrido había hecho más que modificar radicalmente todos los conceptos existentes en materia de guerra marítima.
Por supuesto, hubo quienes quitaron importancia a lo sucedido, atribuyéndolo en gran parte a la sorpresa. Es cierto que, como Yarnell había previsto, los defensores estuvieron menos alerta aquella mañana de domingo; pero, así y todo, tuvo por probable que, aún de no mediar tal circunstancia, habría sido muy difícil contrarrestar eficazmente el ataque.
Algunos altos jefes quisieron revisar de inmediato la constitución orgánica de la Armada y hasta apuntaron la revolucionaria idea de que en vez de considerar al acorazado como unidad principal y al aeroplano como elemento auxiliar, se relegasen los acorazados y otros buques de superficie de categoría de auxiliares de la aviación. Desdichadamente, no se les hizo caso.
No se les hizo caso en Washington. Porque el consejo reunido en Pearl Harbor no fué el único que estudió el desarrollo y el resultado de aquel simulacro. La armada norteamericana sabe hoy muy bien que poco después se reunía otro en Tokio. Cuando los aviones norteamericanos realizaron el simulacro de ataque, el eficacísmo espionaje japonés tenía, en todas las alturas de Oahú observadores muy bien preparados a justificar su presencia en tales lugares. Los había emboscados en la espesa franja de maleza que bordéa la bahía. Pequeños sampanes de un motor pescaban en las cercanías donde se reunían hombres de las dotaciones desembarcadas, se apostaron escuchas.
Los informes así obtenidos fueron objeto de intenso estudio en Tokio y sirvieron luego de base a una serie de maniobras secretas. En la actualidad se sabe que los peritos navales (como antes algunos almirantes norteamericanos) llegaron a la conclusión de que el arma primordial de una escuadra moderna es la aviación y que la potencia ofensiva de una flota debe tener por eje su aviación más bien que sus unidades de superficie. De este modo, aprovechando la lección de aquellas maniobras, que no quisieron aceptar los almirantes norteamericanos, el Japón reorganizó fundamentalmente su Armada.
A mayor abundamiento, los japoneses vieron con toda claridad que les habían regalado un plan brillante para inutilizar la mayor parte de la escuadra norteamericana. El día 7 de Diciembre de 1941 lo pusieron en ejecución.
El 8 de Diciembre, algunos de los oficiales que habían tripulado los aviones del Saratoga y del Lexington en 1932, al leer los detalles del ataque japonés, experimentaron la amargura de decirse: "Sí... esto, y lo otro, y lo demás allá... si... exactamente lo que hicimos hace nueve años.
El problema que hubieron de resolver los japoneses el 7 de diciembre fué en ciertos aspectos más difícil que el de maniobras. La defensa era teóricamente más fuerte. Había nuevos instrumentos de gran precisión para señalar la proximidad de los aviones. Pero la falta de vigilancia dió a los nipones la ventaja de una sorpresa total cuando surgieron como por encanto de la masa de nubes que coronaba las Montañas Koolau.
En otros aspectos, el problema fué mucho más sencillo. Los aviones norteamericanos, alineados como estaban en los aeródromos, eran blanco fácil y seguro. Los acorazados de la escuadra del Pacífico se hallaban, virtualmente todos, en la bahía.
Los japoneses utilizaron aproximadamente igual número de aviones que el almirante Yarnell. Sus pérdidas efectivas fueron poco más o menos las mismas que las teóricas del jefe norteamericano. Otro tanto puede decirse de los resultados.
La tragedia de Pearl Harbor tuvo la virtud de deshacer la antigua organización naval. Dió la conciencia de que, mientras los principales acorazados norteamericanos se hallaban el 7 de Diciembre en aquella bahía, no había allí ni un solo portaviones. Así pues, se hizo forzosa la situación de los primeros por los segundos como buques principales. La escuadra de portaviones quedó automáticamente convertida en el arma capital de la armada norteamericana. Casi inmediatamente, los Estados Unidos comenzaron a utilizarla con mayor pericia que el Japón: en el Mar del Coral, en Midway, en Guadalcanal, en Rabaul, en las Islas Marshall y en Truk.
"La guerra es una matanza entre personas que no se conocen, para provecho de personas que sí se conocen, pero que no se matan”. decía Paul Valery.
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- General de Brigada
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Interesante artículo, aunque no estoy de acuerdo en esto:
En realidad los americanos seguían dando la máxima importancia a los acorazados. Los portaviones eran en 1941 un elemento de apoyo.
Saludos.
Dió la conciencia de que, mientras los principales acorazados norteamericanos se hallaban el 7 de Diciembre en aquella bahía, no había allí ni un solo portaviones.
En realidad los americanos seguían dando la máxima importancia a los acorazados. Los portaviones eran en 1941 un elemento de apoyo.
Saludos.
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Como dice japa, yo esperaba alguna de esas teorías sobre que los japoneses se dejaron atacar en Pearl Harbour y he visto que el mensaje es bastante interesante.
También tiene razón alejandro cuando dice que el portaaviones segía teniendo un papel secundario en la US Navy y que el papel principal lo tenían los acorazados. La prueba es que la US Navy tenía el doble o triple de acorazados que de portas, mientras que en la marina japonesa la relación era casi de uno a uno. Es posible que los japoneses sacaran más provecho de esas maniobras que relata Capitán rojillo que los propios americanos, de la misma forma que los alemanes sacaron más provecho de las doctrinas de Fuller, Hart y Estienne que los propios franceses y británicos.
También tiene razón alejandro cuando dice que el portaaviones segía teniendo un papel secundario en la US Navy y que el papel principal lo tenían los acorazados. La prueba es que la US Navy tenía el doble o triple de acorazados que de portas, mientras que en la marina japonesa la relación era casi de uno a uno. Es posible que los japoneses sacaran más provecho de esas maniobras que relata Capitán rojillo que los propios americanos, de la misma forma que los alemanes sacaron más provecho de las doctrinas de Fuller, Hart y Estienne que los propios franceses y británicos.
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Teneis razón, cuando lei el título del debate pensé que se trataba de alguna teoría en la que los americanos disponían de bombas atómicas en algún lugar de PH.
Por eso yo nunca he creido que se dejasen atacar. El acorazado era en teoría el que libraría la batalla decisiva, y tras Pearl Harbour, 6 de los 8 de la flota quedaron fuera de servicio por meses. En caso de una guerra los americanos habían preparado el plan naranja (orange plan), donde el arma principal sería el acorazado.
Y el programa naval de 1941-42 contemplaba la construcción de más acorazados que portaviones.
Saludos.
También tiene razón alejandro cuando dice que el portaaviones segía teniendo un papel secundario en la US Navy y que el papel principal lo tenían los acorazados.
Por eso yo nunca he creido que se dejasen atacar. El acorazado era en teoría el que libraría la batalla decisiva, y tras Pearl Harbour, 6 de los 8 de la flota quedaron fuera de servicio por meses. En caso de una guerra los americanos habían preparado el plan naranja (orange plan), donde el arma principal sería el acorazado.
La prueba es que la US Navy tenía el doble o triple de acorazados que de portas, mientras que en la marina japonesa la relación era casi de uno a uno.
Y el programa naval de 1941-42 contemplaba la construcción de más acorazados que portaviones.
Saludos.
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De todas formas, de lo que sí que tenía información es de que los japonenes habían estudiado detalladamente el ataque de los portaaviones de la Royal Navy contra la flota italiana en Tarento. Ese tenía entendido que fue el origen del ataque contra Pearl Harbour. Los japonenes pensaron que si con un par de portas y dos o tres de docenas de aviones los británicos habían hundido o neutralizado varios acorazados, ellos, con una fuerza mucho mayor, podrían dar un golpe decisivo a la US Navy.
- Capitan rojillo
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japa escribió:Muy interesante (y yo que me temía otro hilo sobre teorías conspiranoides, menos mal que lo he leido) ¿Tienes alguna fuente que podamos consultar para más datos?
La fuente es de una revista del selecciones del Reader´s Digest, paginas 9,10,11 y 12 pero de 1944, autor Edwin Muller, que se vio en Mar de Plata, Argentina. Aunque tal vez me equivoque, pero creo que lo mencionan en un libro denominado el enigma Hess de Marrin Allen.
"La guerra es una matanza entre personas que no se conocen, para provecho de personas que sí se conocen, pero que no se matan”. decía Paul Valery.
- Von Kleist
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Buenas
Lo de las maniobras con resultados "premonitorios" fue algo bastante recurrente en la historia de la II GM. Sin ir mas lejos, los franceses, en 1934 realizaron un ejercicio sobre el terreno para simular una posible invasión alemana de su territorio. El tema era una penetración de grandes unidades motorizadas a través de Las Ardenas dejando de lado la linea Maginot. Los resultados fueron elocuentes: la penetración era posible, pero naturalmente se desdeñaron por el Alto Mando.
Por poner otro ejemplo, la víspera misma del Dia D, el 5 de junio de 1944, los mandos alemanes del GE B y del VII ejército se hallaban ausentes de sus puestos porque habían acudido a Reims a una reunión para un Kriegspielle o "juego de guerra" sobre el mapa. El tema era "Desembarco anfibio en la Costa de Normandia precedido del lanzamiento de paracaidistas".
A veces el destino guarda raras coincidencias .
Saludos
Lo de las maniobras con resultados "premonitorios" fue algo bastante recurrente en la historia de la II GM. Sin ir mas lejos, los franceses, en 1934 realizaron un ejercicio sobre el terreno para simular una posible invasión alemana de su territorio. El tema era una penetración de grandes unidades motorizadas a través de Las Ardenas dejando de lado la linea Maginot. Los resultados fueron elocuentes: la penetración era posible, pero naturalmente se desdeñaron por el Alto Mando.
Por poner otro ejemplo, la víspera misma del Dia D, el 5 de junio de 1944, los mandos alemanes del GE B y del VII ejército se hallaban ausentes de sus puestos porque habían acudido a Reims a una reunión para un Kriegspielle o "juego de guerra" sobre el mapa. El tema era "Desembarco anfibio en la Costa de Normandia precedido del lanzamiento de paracaidistas".
A veces el destino guarda raras coincidencias .
Saludos
- Capitan rojillo
- Sargento Primero
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- Registrado: 07 Jul 2007, 08:30
de hecho no solo fue en 1932, en 1936 repitierón el ensayo, donde se pone a prueba lo aprendido de la experiencia de la anterior, y de igual manera, los aviones fueron la clave sorpresa y aun asi, los altos mandos militares hicieron caso omiso
Última edición por Capitan rojillo el 23 Ago 2007, 10:40, editado 1 vez en total.
"La guerra es una matanza entre personas que no se conocen, para provecho de personas que sí se conocen, pero que no se matan”. decía Paul Valery.
- urquhart
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Buenos Días:
Escribo de memoria, así que ruego disculpeís los posibles errores del mensaje, si bien creo que el hilo conductor es esencialmente correcto.
No hay duda, que desde el mismo momento del ataque japonés a Pearl Harbour, se han suscitado toda serie de teorías conspirativas, evidentemente con sede en la Casa Blanca. Si es cierto, y esto no puede ser obviado, que elementos del Gobierno Estadounidense preveían, cuando no deseaban, un enfrentamiento con Japón, sobre todo después de la serie de embargos de materias primas y petroleo al que las potencias anglo sajonas y el Gobierno en el exilio Holandés sometieron al Imperio del Crisantemo durante 1941, como consecuencia de la guerra sino japonesa.
Solo falta, en la concepción de las teorías conspirativas, el conocimiento por parte del gran público de la rotura del código diplomático nipón en fechas anteriores al ataque, que muchos confunden con el código militar.
Debemos sumar la serie de extrañas coincidencias que "permitieron" el éxito, supuesto a mi entender, del ataque japonés:
Ausencia de redes antitorpedo, todo y estar previstas en el capítulo de defensas pasivas,por aquello de la poca sonda de la bahía.
Ausencia de globos cautivos, todo y estar previstos.
"Extrañas" zonas de patrulla de los "Catalina".
Ausencia de munición AA de uso immediato, todo y las numerosas ordenes o recomendaciones al respecto.
aparcamiento de los P-40 de la forma conocida.
acuartelamiento de la AA del US Army, todo y el nivel de alarma.
impericia de los servidores de la estación de Radar.
"hacer caso omiso" del avistamiento y hundimiento de un sub nipón.*
Y aquellas que finalmente, permitirán a la US Navy pasar a la acción de forma sorprendente:
los dos portaaviones de la PF, casualmente (sin rintintín, por que es la verdad), retrasando su regreso de su misión de transportar aviones a las Islas del Pacífico, ya que tenían previsto estar fondeados en la base aquella mañana.
* este dato también suma en la teoría conspirativa, por que si no ¿que hacía un "destroyer" patrullando evidentemente con ordenes de hacer fuego? Es claro que en las fechas del ataque, la AF tenía ordenes de enviar al abismo a los subs italo alemanes detectados en "aguas continentales".
¿conspiración? parece ser, que para desgracia de los visionarios conspirativos, en el aspecto militar, tan solo se dieron una serie de desastrosas casualidades que permitieron el "éxito mediático" como diriamos hoy del ataque de la Flota Combinada. Pero como alguien de ojos rasgados dijo "hoy hemos despertado a un gigante adormecido".
Y por cierto, a tenor de lo expuesto por Capitán Rojillo y Von Kleist, parece que los Altos Mandos de la SGM creían ser más inteligentes que los de la oposición, y por tanto jamás desarrollarían planes como los elaborados por ellos. Así les fue.
Saludos.
"La Verdad está ahí afuera"
Escribo de memoria, así que ruego disculpeís los posibles errores del mensaje, si bien creo que el hilo conductor es esencialmente correcto.
No hay duda, que desde el mismo momento del ataque japonés a Pearl Harbour, se han suscitado toda serie de teorías conspirativas, evidentemente con sede en la Casa Blanca. Si es cierto, y esto no puede ser obviado, que elementos del Gobierno Estadounidense preveían, cuando no deseaban, un enfrentamiento con Japón, sobre todo después de la serie de embargos de materias primas y petroleo al que las potencias anglo sajonas y el Gobierno en el exilio Holandés sometieron al Imperio del Crisantemo durante 1941, como consecuencia de la guerra sino japonesa.
Solo falta, en la concepción de las teorías conspirativas, el conocimiento por parte del gran público de la rotura del código diplomático nipón en fechas anteriores al ataque, que muchos confunden con el código militar.
Debemos sumar la serie de extrañas coincidencias que "permitieron" el éxito, supuesto a mi entender, del ataque japonés:
Ausencia de redes antitorpedo, todo y estar previstas en el capítulo de defensas pasivas,por aquello de la poca sonda de la bahía.
Ausencia de globos cautivos, todo y estar previstos.
"Extrañas" zonas de patrulla de los "Catalina".
Ausencia de munición AA de uso immediato, todo y las numerosas ordenes o recomendaciones al respecto.
aparcamiento de los P-40 de la forma conocida.
acuartelamiento de la AA del US Army, todo y el nivel de alarma.
impericia de los servidores de la estación de Radar.
"hacer caso omiso" del avistamiento y hundimiento de un sub nipón.*
Y aquellas que finalmente, permitirán a la US Navy pasar a la acción de forma sorprendente:
los dos portaaviones de la PF, casualmente (sin rintintín, por que es la verdad), retrasando su regreso de su misión de transportar aviones a las Islas del Pacífico, ya que tenían previsto estar fondeados en la base aquella mañana.
* este dato también suma en la teoría conspirativa, por que si no ¿que hacía un "destroyer" patrullando evidentemente con ordenes de hacer fuego? Es claro que en las fechas del ataque, la AF tenía ordenes de enviar al abismo a los subs italo alemanes detectados en "aguas continentales".
¿conspiración? parece ser, que para desgracia de los visionarios conspirativos, en el aspecto militar, tan solo se dieron una serie de desastrosas casualidades que permitieron el "éxito mediático" como diriamos hoy del ataque de la Flota Combinada. Pero como alguien de ojos rasgados dijo "hoy hemos despertado a un gigante adormecido".
Y por cierto, a tenor de lo expuesto por Capitán Rojillo y Von Kleist, parece que los Altos Mandos de la SGM creían ser más inteligentes que los de la oposición, y por tanto jamás desarrollarían planes como los elaborados por ellos. Así les fue.
Saludos.
"La Verdad está ahí afuera"
Tempus Fugit
-
- General de Brigada
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- Registrado: 23 Ago 2003, 18:19
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Debemos sumar la serie de extrañas coincidencias que "permitieron" el éxito, supuesto a mi entender, del ataque japonés:
El problema es que no se esperaban un ataque en PH. En todo caso se temía un sabotaje interno, de ahí que los aviones estuviesen aparcados en grupos. Por otra parte la vigilancia sobre la población de origen japonés aumentó.
Saludos.
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- Recluta
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- Registrado: 08 Abr 2005, 16:31
Creo que no debemos de olvidar que en estos días podemos juzgar las acciones del pasado a la vista de los resultados de las acciones hechas entonces y es muy fácil asumir que lo que hoy sabemos lo sabían los participantes entonces.
Algo que no debemos de olvidar, es que los almirantes de la US Navy de los años 30's, veían aún con mucha desconfianza esa rama jóven que luchaba por colocarse dentro de las estructuras de mando y planeación de la flota que era la rama aeronaval. Ciertamente se habían realizado ejercicios años antes contra la base de Pearl Harbor y se cuenta que los japoneses tomaron buena nota de ellos, al grado que utilizaron mucha de la información para la planeación de su ataque.
Ejemplos hay muchos... al inicio de la Primera Guerra Mundial, muchos reservistas ingleses corrieron con sus armeros a afilar sables, al igual que al inicio de la Segunda Guerra Mundial se agotaron las existencias de máscaras antigás. Casi siempre el inicio de los grandes conflictos sorprendía a las naciones con sus altos mandos preparándose para la guerra anterior.
Saludos
Algo que no debemos de olvidar, es que los almirantes de la US Navy de los años 30's, veían aún con mucha desconfianza esa rama jóven que luchaba por colocarse dentro de las estructuras de mando y planeación de la flota que era la rama aeronaval. Ciertamente se habían realizado ejercicios años antes contra la base de Pearl Harbor y se cuenta que los japoneses tomaron buena nota de ellos, al grado que utilizaron mucha de la información para la planeación de su ataque.
Ejemplos hay muchos... al inicio de la Primera Guerra Mundial, muchos reservistas ingleses corrieron con sus armeros a afilar sables, al igual que al inicio de la Segunda Guerra Mundial se agotaron las existencias de máscaras antigás. Casi siempre el inicio de los grandes conflictos sorprendía a las naciones con sus altos mandos preparándose para la guerra anterior.
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