La Guerra de 1936-1939. La República Española, el Ejército Popular y el Nacional. Francisco Franco. España en la Segunda Guerra Mundial. La División Azul.
ZULU 031 escribió:Me imagino que, si no es "Causa General", será algún libro basado en el, junto con las fotas o tal vez muchas más.
No
No era la Causa General
Era mucho mas terrible y truculento,con fotos de verdad no reproducciones,en las que se veian autenticas burradas
Encuadernado en Piel
Da igual,donde quiera que este sera un lugar oscuro y que tendra una gruesa cerradura
Suponiendo que aun exista
Yo recuerdo a un "democrata "de toda la vida llamado Elosegui que robo del museo la bandera de los separatistas vascos,bandera conseguida con victoria de armas y el Gobierno no movio un dedo para su recuperacion y castigo del ladron
Esta falta de castigo motivo que dicho fulano, que encima era senador,ensoberbecido por su impunidad , insultara la memoria de Franco en el recinto militar de la base de Rota y fuera expulsado del recinto por un militar de marina serio y responsable ,que lo puso de patitas en las pistas de aterrizaje en un dia mas que desagradable.
Estaba en la comision de seguimiento del senado de las maniobras crisex,aun estoy aplaudiendo a aquel magnifico marino
Por cierto,el pais se paso tres dias desgañitandose contra este gesto y contra el senador Arespacochaga,al que retrataron diciendo que iba a la comision vestido de paramilitar
Iba con ropa de caza,incluido un loden y estuvimos en las marismas con un tiempo frio y lluvioso viendo las famosas maniobras que mejor no comentar
Todavia me estoy riendo del asunto de atuendo Paramilitar del senador
El Papa aprueba la beatificación de 127 mártires asesinados durante la Guerra Civil
El Papa Benedicto XVI ha aprobado la promulgación del decreto de martirio de 127 sacerdotes y religiosos que fueron asesinados en el año 1936 como consecuencia de la persecución religiosa acaecida durante la Guerra Civil, autorización que permitirá su futura beatificación. Se trata del asesinato del Provincial de los Agustinos de Castilla, Avelino Rodríguez, que murió junto a 97 compañeros de su misma orden y otros seis sacerdotes diocesanos en la localidad madrileña de Paracuellos del Jarama. El Romano Pontífice también ha aprobado la beatificación de la hermana Manuela Arriola Uranga, perteneciente al Instituto de las monjas Adoratices del Santísimo Sacramento y de la Caridad, que fue asesinada junto a otras 22 religiosas en Madrid. Estas aprobaciones se enmarcan en la ceremonia de beatificación multitudinaria que se llevará a cabo en Roma el próximo mes de noviembre y en la que subirán a los altares un total de 498 mártires españoles que murieron asesinados entre los años 1934 y 1937.
El Papa aprueba la beatificación de 127 mártires asesinados durante la Guerra Civil
El Papa Benedicto XVI ha aprobado la promulgación del decreto de martirio de 127 sacerdotes y religiosos que fueron asesinados en el año 1936 como consecuencia de la persecución religiosa acaecida durante la Guerra Civil, autorización que permitirá su futura beatificación. Se trata del asesinato del Provincial de los Agustinos de Castilla, Avelino Rodríguez, que murió junto a 97 compañeros de su misma orden y otros seis sacerdotes diocesanos en la localidad madrileña de Paracuellos del Jarama. El Romano Pontífice también ha aprobado la beatificación de la hermana Manuela Arriola Uranga, perteneciente al Instituto de las monjas Adoratices del Santísimo Sacramento y de la Caridad, que fue asesinada junto a otras 22 religiosas en Madrid. Estas aprobaciones se enmarcan en la ceremonia de beatificación multitudinaria que se llevará a cabo en Roma el próximo mes de noviembre y en la que subirán a los altares un total de 498 mártires españoles que murieron asesinados entre los años 1934 y 1937.
Ahora nuestros gobernantes llamaran fascista al Santo Padre y ya esta
FERNANDO GARCÍA DE CORTÁZAR: "Vivimos en un tiempo en el que hemos visto cómo el presidente del Gobierno, al igual que Negrín en 1937, puede dedicarse al servicio de la ignorancia cuando es profunda la necesidad de ilusión".
No hace falta acudir a las últimas películas bélicas de Clint Eastwood para saber que con la conmemoración de ciertos sucesos trágicos puede obtenerse el efecto contrario al públicamente confesado. Ha ocurrido así demasiadas veces. A menudo, los monumentos, los cenotafios, los minutos de silencio, hilvanados de manera afectiva y dolorosa, al abrigo de dudas y revisiones, no dicen: para que no olvidemos, sino que dicen: para que no recordemos. No son una requisitoria para conocer y dar a conocer los hechos en su incandescente realidad. Son una selección parcial y autocomplaciente de los acontecimientos.
Hablo de la frágil frontera que hay entre la conmemoración y el olvido, entre el culto a los muertos y la tergiversación del drama que se llora, porque, desde hace tiempo, la sociedad española vive la inflación de una memoria que se ha designado a sí misma con el benevolente adjetivo de histórica. Una pasión retrospectiva que nos ha conminado a la rememoración obsesiva de la Guerra Civil. Y no para despertar tras la amnesia, como dice la izquierda intelectual y política, sino para consagrar una visión profundamente maniquea y distorsionada de los acontecimientos.
Luz deslumbrante de romanticismos, nada es más fácil hoy que entender el periodo 1936-1939 como una guerra entre un único culpable, encarnación del mal y el fascismo, y una riquísima legión de inocentes, encarnación del bien y la democracia. Nada más cómodo que trazar una línea divisoria entre los crímenes cometidos en uno y otro bando: mientras en el franquista serían el resultado de una calculada política de exterminio, en el republicano se diluyen en una supuesta reacción del pueblo oprimido. Nada más fácil que hacer del bando acaudillado por Franco un monolito de lo grotesco y lo asesino. O sugerir que las iglesias sólo eran atacadas cuando los fascistas las utilizaban como fortalezas.
Digámoslo una vez más: identificar la democracia con los republicanos es, además de un mayúsculo anacronismo, una gran falla histórica. Socialistas, anarquistas, comunistas y revolucionarios del POUM no combatieron en defensa de la legalidad republicana -que consideraban de papel-, sino por la construcción de una sociedad y un país distinto al demoliberal de 1931. Lucharon por una revolución, ilusión que no sólo acompaña su historia, sino que es constitutiva de ella. Todos ellos, además, siempre se gloriaron de lo que querían ser y, por consiguiente, llegarían a ser.
En el siglo XIX, el ejército inglés tenía una compañía que recogía los huesos de los campos de batalla europeos para molerlos y usarlos como fertilizante. Conjurar la faceta revolucionaria de un sinfín de combatientes republicanos no significa borrarles el rostro, arrebatarles el nombre y la promesa, negarles su ser y sus siglas, hurtarles su alma prometeica. No implica convertirlos sólo en abstractos defensores de aquello que siempre fue objeto de sus detracciones: el universo burgués. Supone también reutilizar la fisonomía democrática que les dibujamos como fertilizante de nuestras actuales refriegas políticas.
Ni que decir tiene que este revisionismo sentimental, a base de mentiras descaradas, es un factor utilísimo para la izquierda hoy en el poder (que ha sido quien ha lanzado la ofensiva). Sobre todo porque se declara única heredera de una tradición y un pasado que se presenta como valor intrínseco, como nueva religiosidad. Sobre todo si, felizmente, se logra identificar a la derecha actual con el negro fantasma del franquismo. Como si disfrazarnos con las máscaras del ayer o responsabilizarnos los unos a los otros de fusilamientos y bombardeos equivaliera a establecer los hechos y situarlos en su contexto. Como si decir que la narración de la Historia corresponde a la ley fuera algo tan inofensivo como una vuelta en un tiovivo. Recuérdese el exilio. Recuérdense los fusilamientos franquistas. Recuérdese Guernica. Hágase contrición. Pídase perdón.
Sólo podremos enfrentarnos a la verdad que se oculta tras el luto nacional liberándonos de las abstracciones. Sólo haremos justicia a los combatientes si los recordamos tal como fueron, si escribimos su nombre, todos los nombres, yendo hasta el final del drama.
Pero la vía de la memoria histórica es otra. Lo documenta el silencio que ha rodeado al mes de mayo en el aniversario de los violentos combates en Barcelona entre anarquistas, miembros del POUM y comunistas. Porque los sucesos de mayo de 1937 son más importantes de lo que podrían parecer a simple vista. Separan la realidad del mito y reflejan dos hechos sobre los que existe un claro consenso historiográfico. Primero: la República que nació el 14 de abril de 1931 había muerto antes de que acabara la Guerra Civil. Segundo: en el bando republicano, bajo el estandarte unificado de su carácter resistencial al fascismo, además de la llama apagada de una izquierda liberal, latía un volcán de pequeñas repúblicas revolucionarias y de poderes que se ejercían a punta de fusil, con su séquito de violencias y de asesinatos. Un volcán de fuerzas heterogéneas, hostiles unas a otras.
No hay mejor testigo de lo primero que Manuel Azaña. Tentado por el abandono ya en 1936, después de comprobar que la crueldad y la venganza, «hijas del miedo y la cobardía», también definían su propio campo, el presidente de la Segunda República vivió, paralizado y sitiado en Barcelona, los sucesos de mayo. Leyendo sus diarios se da uno cuenta de la gravedad de la Guerra Civil para aquellos a quienes no les parece la aurora de un nuevo día, sino el crepúsculo del anterior. En su Cuaderno de la Pobleta, el 20 de mayo de 1937, refiriéndose al histérico espectáculo revolucionario que le ha ofrecido la ruidosa ciudad Condal, escribe Azaña: «Aquí no queda nada: gobierno, partidos, autoridades, servicios públicos, fuerza armada: nada existe.»
Testigo de lo segundo fue Orwell. Tras el liberal que ha querido gobernar con un buen discurso, el último romántico. Los días del fascismo estaban en su apogeo y Orwell no lo duda ni un segundo. Si viaja a España como miliciano es para luchar «contra el fascismo». Si se le pregunta por qué, contesta que «por simple decencia». Pero, después de la persecución que, como miembro del POUM, sufre en Barcelona, vuelve a Londres con la convicción de que la contienda española es un fraude. Orwell sabe bien lo que dice. Es uno de los rarísimos intelectuales comprometidos del siglo XX que es capaz de ver y que coloca la realidad por encima de la abstracción. Siguiéndole escuchamos los pistoletazos de una sindical contra otra y descubrimos parte del papel desempañado por el Partido Comunista que, tras la máscara de la autoridad pública y el orden republicano, efectúa la conquista del poder y la confiscación de la libertad.
Siguiéndole, vemos cómo se deshace el resorte político del antifascismo y cómo los servicios soviéticos crean un doble fondo de prácticas policíacas, con sus procedimientos, sus agentes y sus prisiones independientes del Estado. Toda la represión, que liquida a los revolucionarios del POUM y quebranta el entusiasmo anarquista después de las sangrientas jornadas de mayo de 1937, llevaría el inconfundible sello comunista: las acusaciones, la falsificación de testimonios, las confesiones obtenidas por medio de la tortura, los asesinatos.
No se trata -un ejemplo- de elevar el asesinato de Nin, líder del POUM, al grado de mayor crimen de la Guerra Civil. Se trata -por seguir con el mismo ejemplo- de no repetir el desinterés respecto de la verdad que mostró el jefe de Gobierno Negrín cuando a la pregunta de su ministro Irujo «Nin no ha aparecido», contestó: «¿Qué importa? Es uno más.» Se trata de no borrar el rostro de la guerra en el bando republicano bajo un amplio y único colorete de pasiones democráticas.
Antes, los que no aprendían de la Historia tenían que repetirla. Pero eso fue así solo hasta que descubrimos la forma de convencer a todo el mundo, incluso a nosotros mismos, de que la Historia nunca sucedió. O de que sucedió de la manera más conveniente a los propios fines. O, mejor aún, de que, en cualquier caso, la Historia no importa más que para hacer un discurso de bajo nivel intelectual con el que dar un ladrillazo al adversario político o prolongar el exabrupto victimista.
Época extraña la que vivimos hoy en España. Dondequiera triunfan las filosofías del doble pensamiento y, con ellas, ese romanticismo de mala ley que prefiere sentir a comprender, como si ambas cosas pudieran separarse. Es esta una época en la que la izquierda intelectual y política denuncia el fascismo del pasado y reviste al comportamiento totalitario de Otegi y compañía con los halagos de la urna electoral. Época de doble moral y doble palabra. Época, en fin, de maltrato a inteligencia, en la que se manipula el pasado y se nos hurta el presente.
Vivimos en un tiempo en el que hemos visto cómo el presidente del Gobierno, al igual que Negrín en 1937, puede dedicarse al servicio de la ignorancia cuando es profunda la necesidad de ilusión.
Fernando García de Cortázar es catedrático de Historia
Esta decisión ha sido criticada por organizaciones internacionales de derechos humanos, como el Equipo Nizkor, cuyos portavoces consultados por este diario califican de “grave” el que se apruebe una norma derogatoria ya que significa reconocer que el principio que se anula “y especialmente las leyes fueron legítimas y legales hasta la fecha concreta de entrada en vigor de los efectos derogatorios”.
Si Dios me hubiere consultado sobre el sistema del universo, le habría dado unas cuantas ideas (Alfonso X el Sabio)
Debemos perdonar a nuestros enemigos, pero nunca antes de que los cuelguen (H.Heine)
Hola. A estos señoritos gilipollas, muchos de los cuales se han beneficiado del bienestar del régimen anterior y otros, incluso, son hijos de cargos de ese régimen, se les ocurre ahora lo de la "memoria histórica". Por supuesto, el mensaje importante es: 'los "malos" son los "padres" de los chicos del PP'; les importa un pito lo que ocurrió durante la Guerra Civil. También habrá algún listillo que espera sacar dinero con la cuestión (conferencias, seminarios, celebraciones, etc.).
En cuanto a la Guerra en cuestión, debería de entrerrarse definitivamente, dejándola para historiadores y curiosos. Ayudar a los familiares que no hayan podido encontrar los cuerpos de sus familiares fusilados... y dejarlo así.
Si quieren contar víctimas de la guerra y de la dictadura... pues todo el mundo que la vivió y que no obtuvo beneficio con una u otra, así que es casi imposible discriminarlas. Casi estoy seguro de que muchos de los que quieren recordarlas no han sido víctimas de la cuestión, ni directa ni indirectamente. Mis abuelos, que la vivieron intensamente -y que tuvieron familiares directos represaliados por Franco, y un cuñado fusilado por los "nacionales"-, seguro que no querrían saber nada de ella y a mis padres (que aún viven y eran niños durante la guerra) todo este jaleo les parece increíble.
Saludos.
La Ley de Memoria Histórica obligará a los Ayuntamientos a quitar los símbolos franquistas.
La nueva redacción de la Ley de la Memoria Histórica aprobada hoy por la ponencia del Congreso obligará a Ayuntamientos, instituciones y particulares a retirar los símbolos franquistas y de exaltación de la Guerra Civil, y faculta a las Administraciones Públicas para retirarles subvenciones y ayudas si no lo hacen.
La Ponencia ha acordado mayoritariamente elevar a la comisión un texto propuesto por el grupo socialista, que incorpora algunas novedades surgidas de su negociación con los otros grupos parlamentarios. El documento ha contado con el visto bueno de todos los ponentes, con excepción de los representantes del PP, que rechazan frontalmente su contenido, y de ERC, formación que considera insuficientes sus medidas y por ello se abstiene sin oponerse a su tramitación.
La Ponencia de la Ley de la Memoria Histórica se ha reunido por primera vez a puerta cerrada en el Congreso de los Diputados para intentar cerrar los flecos pendientes en el texto de la ley, en el que existe ya un "consenso básico" entre el PSOE, PNV, IU-ICV y el grupo mixto. La reunión ha sido muy breve y las posturas de los partidos no han variado tras el encuentro.
El secretario general del Grupo Popular en el Congreso de los Diputados, Jorge Fernández Díaz, lamentó hoy que una ley que llevaba "meses de inanición, de repente, para dar respuesta a una obsesión de Zapatero, se quiera recuperar 'in extremis' de la manera más vergonzante, para conseguir que vea la luz antes de que acabe la legislatura".
En una rueda de prensa en la Cámara Baja tras la reunión de la ponencia de la ley de memoria histórica en la que se incorporó el acuerdo del PSOE y otros grupos al informe que se debatirá en Comisión, Fernández Díaz denunció que el PSOE no le ha dado al PP el texto hasta esta reunión, por lo que dijo no haberlo leído.
Según el calendario fijado esta tarde, el proyecto de Ley se debatirá en la Comisión Constitucional la próxima semana y se aprobará en el Pleno del Congreso a final de mes. En concreto, el proyecto se discutirá en la Comisión Constitucional que preside Alfonso Guerra el próximo miércoles, nada más terminar el debate de la reforma del Estatuto de Castilla y León. Después, el texto se elevará al Pleno del Congreso en su última sesión del mes, prevista para los días 30 y 31.
ZULU 031 escribió:La Ley de Memoria Histórica obligará a los Ayuntamientos a quitar los símbolos franquistas.
Ahora habrá que ver lo que entienden por "símbolo franquista". Recuerdo cuando se propuso quitar los "nombres franquistas" de las calles de Valladolid, y entre ellos, la propuesta incluía cambiar el nombre del "Barrio de la Victoria" (que se llame así desde el siglo XVI, y debido al monasterio de Nuestra Señora de la Victoria, es lo de menos, es obviamente un nombre franquista) y .... el "Barrio España", nombre franquista donde los haya.
Un saludo
Si Dios me hubiere consultado sobre el sistema del universo, le habría dado unas cuantas ideas (Alfonso X el Sabio)
Debemos perdonar a nuestros enemigos, pero nunca antes de que los cuelguen (H.Heine)
Deberíamos volver a las infraestructuras públicas y privadas, así como al estilo de vida y de pensamiento que, había antes del 18 de julio del 36.
Y todos contentos. Partimos del año 0 A zp le encantaría