Fernando Loayza escribió:Coincido plenamente, como sucede tantas veces un pais devastado por la guerra y sus concecuencias puede prefirir (por un tiempo) una dictadura ordenada que una democracia convulsionada. (...)
En 1918, Alemania no estaba devastada por la guerra. Lo que estaba era exhausta y hambrienta. La opción de muchos alemanes por un gobierno autoritario se produjo mucho más tarde, dado que Hitler no llegó al poder hasta 1933, en un país agobiado por las reparaciones del tratado de Versalles, humillado por la ocupación francesa del Ruhr y empobrecido y desmoralizado por la inflación de los años 20.
Si no hubiese sido por las durísimas condiciones impuestas en Versalles y por la incesante agitación comunista, no se habrían dado las condiciones para la ascensión de Hitler. La situación Alemania en 1918, siendo mala, no era tan caótica como para precipitar el paso a una dictadura. La mejor prueba es que eso no ocurrió: la democracia de la República de Weimar duró 15 años, nada menos.
Cuando digo devastada no me refiero a fisicamente sino emocional y economante poque me refiero a la guerra y SUS CONSECUENCIAS. El Tratado de Versalles con todas sus condiciones humillantes fue una consecuencia de la guerra. Y la republica de Weimar duro asi porque ese fue el tiempo necesario para que el nazismo y sus dirigentes maduraran, no porque el pueblo apoyara un regimen democratico empobrecido, humillado y que para colmo no les mostraba una salida real.
Una de las cuestiones mas paradójicas de la II GM es el del escaso rendimiento que Alemania sacó de su industria para la producción bélica, sobre todo después de que las conquistas de 1939-41 pusieran bajo dominio alemán importantísimas zonas minerales y económicas de la Europa ocupada. La imagen de una Alemania superada en el terreno industrial por la prácticamente ilimitada capacidad fabril de EEUU y la URSS no se corresponde por entero a la realidad. Por el contrario, lo cierto es que las conquistas territoriales de la Wehrmacht convirtieron a Alemania en una superpotencia económica, pero en 1942, por ejemplo, año en que Alemania produjo 4 veces mas acero que la URRS, esta produjo el doble de tanques (y seria el triple en 1943) que sus enemigos, y ello pese a que la URRS perdió con la conquistas alemanas entre el 50% y el 75% de recursos esenciales para la insdustría militar como el carbón, acero, manganeso, cobre…
¿Qué ocurrió para explicar esta aparente contradiccion?. Pues las causas, aunque no son sencillas pueden resumirse en:
1. Falta de una planificación económica central. La Alemania nazi era un estado burocrático en el que la política económica no estaba centralizada. Había multitud de funcionarios del partido, políticos e insdustriales que tenían sus propias parcelas de intereses y que no deseaban ceder influencia a favor de una mayor racionalización. Solo de vehículos blindados, se fabricaban más de 100 tipos en 1942. Cuando Speer se hizo cargo de la economia, en 1941, intentó introducir medidas racionalizadotas, pero las reformas tardaron en surtir efecto, pues Speer tuvo que luchar contra los intereses de otros dirigentes nazis y contra la lenta burocracia alemana. Cuando sus medidas comenzaron a surtir efecto, en 1943, los bombardeos aliados sobre la industria se recrudecieron y, pese al aumento de la producción, esta sufrió nuevos inconvenientes (dispersión de las fábricas, pérdida de maquinaria, absentismo laboral).
2. Intervencionismo excesivo del ejército en cuestiones industriales y de la producción. La industria militar alemana estaba sometida a los designios de los proyectistas del ejercito, que solicitaban armas de calidad y complejas, muchas veces excelentes, pero caras y lentas de producir, y difíciles de mantener. El ejemplo de los carros Panther y Tiger son la mejor muestra de este factor. Los responsables de la Panzerwaffe exigieron un tipo de carro que superara a todos sus oponentes, lo que se tradujo en una progresiva complejidad técnica En EEUU o en la URRS, eran los industriales los que decidian el tipo de arma a fabricar, procurando maximizar la simplificación del proceso y el fácil mantenimiento, esa fue otra de las grandes diferencias entre Alemania y los aliados.
3. Falta de estandarización. Nunca se introdujeron las medidas de producción en serie que podrían haber agilizado la fabricación de armas hasta acercarse al nivel de EEUU o la URRS. El desdén que sentían los alemanes por la producción en serie de los americanos les llevaba a identificar aquella con la mala calidad de las armas (de ahí que muchos mandatarios alemanes menospreciaran la importancia de la intervención de EEUU en la guerra). Eso se tradujo, entre otras cosas, en una absoluta despreocupación por la fabricación de repuestos para tanques y aviones, que fueron críticamente escasos durante toda la guerra.
Estos son los factores que explican la derrota de Alemania en un campo tan importante como el de batalla: el de la producción. Y no fue por falta de recursos, ya que Alemania los tenía, sino por falta de organización. Esto tuvo como consecuencia mas clara que a partir de 1942 los ejércitos alemanes combatieron en inferioridad numérica en todos los frentes.
Además de las ya mencionadas deficiencias en la planificación económica de la guerra, Alemania se vió lastrada por otro elemento del "frente interno" económico: la obsesión de Hitler por mantener los umbrales de consumo de la población. Al comentar la serie de victorias alemanas de 1939-41 pocas veces se analiza como muchas decisiones de Hitler estuvieron influidas por la preocupación por la moral civil que por otros motivos. Hitler tenía bien presente la experiencia de la I GM en 1917-18, cuando las penurias del bloqueo naval impuesto por los aliados a las importaciones alemanas habían reducido al mínimo los suministros civiles y acabaron por resquebrajar la moral del pueblo y del ejército. Cuando comenzó la guerra, en 1939, esa obsesión por los fines económicos y el miedo a un futuro colapso interno de Alemania similar al de 1918 condicionaron las decisiones estratégicas de Hitler, y en última instancia, el resultado de la guerra. Repasemos los hechos.
Tras la fácil campaña polaca (cuyo rápido fin impresionó al mismo Hitler), la campaña de Noruega vino impuesta esencialmente por mótivos económicos. El Gran Almirante Raeder había propuesto la invasión de Noruega semanas después de la caida de Polonia alegando el potencial de sus costas para establecer bases navales alemanas, pero lo cierto es que en ese momento Hitler apenas prestó atención a su almirante. Sin embargo, Hitler se decidió a actuar con la celeridad del rayo en cuanto tomó forma la amenaza británica contra el tráfico naval en la costa noruega, por la necesidad de proteger el suministro de mineral de hierro sueco. En este sentido, fue este propósito económico, el que decidió a Hitler a ordenar el lanzamiento de una campaña relámpago, en cuyos detalles operativos no intervino, ya que lo que le preocupaba era el control de Noruega para garantizar el suministro del mineral sueco.
La campaña de Francia, en 1940, es otro claro ejemplo. Hitler, en principio, no confiaba ni de lejos, en derrotar a Francia decisivamente. De hecho, el Plan Amarillo original pretendia básicamente, ocupar la costa Atlántica belga y del noroeste de Francia, para proteger el Ruhr de incursiones aliadas, antes que forzar una derrota decisiva del enemigo. Fue una suerte que el avión con los documentos relativos al Plan de Amarillo aterrizara en Bélgica y que –solo entonces- Hitler finalmente decidiera cambiar el plan, dándole el visto bueno al plan Manstein. Pero incluso en este punto, se comprobó que Hitler no había comprendido las posibilidades del nuevo plan. Cuando dio órdenes de Detenerse a Guderian el 17 de mayo, después de cruzar el Mosa, Hitler demostró con su comportamiento que estaba desbordado por el éxito del plan. Los diarios de campaña del OKW muestran igualmente el pánico que Hitler sintió mientras se producían nuevos avances, temor que estuvo a punto de dilapidar una inminente victoria militar. Solo la insistencia de Guderian en proseguir el avance hacia la costa del Canal salvó la situación, pero incluso después, la victoria total del plan se frustró con la decisión de Hitler de detener los panzers frente a Dunkerke. Para el Fuhrer, el objetivo de consolidar Bélgica había sido cumplido, de modo que acabar rápidamente con los ejércitos aliados podía considerarse como secundario.
Igualmente económica fue la decisión de emprender la campaña de Los Balcanes. Hitler estaba decidido a no alterar militarmente el equilibrio de la zona, cuando el golpe de estado pro británico en Yugoslavia y el desembarco de unidades inglesas en Grecia le obligó a intervenir. Había que proteger el suministro de petróleo rumano, de modo que Hitler, a semejanza de lo ocurrido en Noruega, ordenó aplastar a los griegos y yugoslavos mediante una acción relámpago, sin intervenir en los detalles operativos, lo cual facilitó que la Werhmacnt consiguiera uno de sus éxitos militares mas brillantes por la rápidez con que se produjo.
Pero es tras Barbarroja cuando más claramente aparecen las motivaciones económicas como pilares de las decisiones militares de Hitler. No fue casualidad que, tras las fulgurantes victorias alemanas de Junio-Agosto de 1941, Hitler desviara la atención de Moscú a favor del "granero" de Ucrania y de capturar Leningrado para asegurar el tráfico naval del Báltico, muy importante para las importaciones de Alemania. Tampoco fue coincidencia que la campaña de 1942, la Operación Azul, tuviera de nuevo una finalidad netamente económica: la captura de los pozos petrolíferos del Caucaso, o que en 1943, negara a Manstein la retirada de Nikopol por no perder las minas de Manganeso de la zona.
En definitiva, la compulsiva inclinación de Hitler a tomar decisiones militares inducidas por por la necesidad de mejorar y conservar la posición económica de Alemania frente a cualquier bloqueo, estuvo a punto de frustrar la campaña de Francia de 1940, y fue la causa del fracaso final de Barbarroja. Queda claro que en Hitler prevaleció el pensamiento expresado en una frase que pronunció en 1941, cuando Guderian le insistia en la toma de Moscú, frase que resumía todo el pensamiento hitleriano: "Mis generales no comprenden las necesidades económicas de la guerra".
Cuando comenzó la guerra, en 1939, esa obsesión por los fines económicos y el miedo a un futuro colapso interno de Alemania similar al de 1918
Y de ahí que lanzase ofensivas a ton ni son durante 1945, no quería que las Ardenas fueran el Kaiserlacht de la PGM.
Había multitud de funcionarios del partido, políticos e insdustriales que tenían sus propias parcelas de intereses y que no deseaban ceder influencia a favor de una mayor racionalización.
Como ya había comentado Japa, en algunos casos estos intereses rozan lo criminal. Ahí está el caso del Dr Porsche, intentanto lograr contratos para producir tanques demasiado complejos y con poco sentido. Curiosamente Speer tuvo más éxito en industria de aviación que en la panzerwaffe. La Luftaffe sólo operaba unos pocos tipos de aparatos, y la producción se podía aumentar utilizando otros materiales como la madera.
Dentro de la estructura de la Werhmacht el departamento de contraespionaje, cuya denominación oficial era "Amt Abwehr im Oberkommando der Wehrmacht" (Oficina de Defensa del alto mando del Ejército) fue posiblemente uno de los servicios de espionaje menos eficientes que hayan servido a una nación en guerra. Y lo más sorprendente de este hecho es que dicha ineficiencia tuvo mucho de intencionada, con el fin éxplicito de contribuir a la derrota de Alemania.
De entre todos los personajes que se opusieron al régimen nazi desde dentro, el jefe del Abwerh, el Almirante Wilhelm Canaris, merece un lugar destacado tanto por el valor moral (casi único) de su conducta, como por la importancia de su labor en contra del régimen nazi. Auténtico patriota y heroe de la I GM, Canaris se dedicó a sabotear, desde las mismas entrañas de la organización militar alemana, los objetivos estratégicos de Hitler; además de convertirse en uno de los principales conspiradores contra el régimen nazi dentro de lo que se denominó "La Orquesta Negra".
Cuando Canaris tuvo noticias tempranas de los planes de genocidio de Hitler y las matanzas perpetradas por las unidades de la SS en Polonia, puso inmediatamente a la Abwerh al servicio de los conspiradores que querían derrocar a Hitler, a la vez que emprendía una serie de iniciativas propias con el mismo fin. Entre 1939 y 1942 pasó informes al servicio secreto británico sobre la ofensiva contra Francia y Holanda, reveló el plan de invadir Gran Bretaña y filtró informes secretos sobre los preparativos de "Barbarroja". Con la firme colaboración de su segundo en el Abwerh, el antinazi Coronel Hans Oster, Canaris maquinó distintas conspiraciones contra Hitler, apoyando los movimientos del Círculo Kreisau, el principal núcleo de oposición a Hitler dentro del Ejército. Otra de sus importantes contribuciones fue presentar a Franco un panorama desfavorable a la entrada de España en la guerra, lo que inclinó definitivamente la balanza a favor de la no beligerancia española.
En 1943 los esfuerzos del Abwerh fueron especialmente intensos a la hora de distorsionar los informes de la inteligencia militar y acelerar los preparativos del atentado contra Hitler, proporcionando explosivos a los conspiradores. Sin embargo, en Septiembre de 1943, la GESTAPO descubrió una rama de la conspiración integrada por agentes del Abwerh que residían en Suiza, lo que significó el principio del fin para Canaris. Himmler dio ordenes de mantener bajo estrecha vigilancia las actividades de Canaris. El almirante, sin embargo, era un enemigo demasiado poderoso como para atacarlo sin pruebas, de modo que Canaris pudo seguir en puesto hasta el fallido atentando contra Hitler en la Guarida del Lobo el 20 de julio de 1944. La conexiones del Abwerh con la conspiración pronto resultan evidentes, por lo que el 23 de Julio, Canaris es arrestado, acusado de estar relacionado con el intento de asesinato, y su departamento pasa a estar bajo el mando de la Oficina Central de Seguridad del Reich, es decir, en manos de Himmler. Canaris, es internado junto con su fiel Oster en el campo de concentración de Flossenburg y, tras unos meses de cautiverio, fue ejecutado el 9 de abril de 1945, poco antes del fin de la guerra.
Última edición por Von Kleist el 03 Ene 2008, 14:44, editado 1 vez en total.
